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El Pecado es toda acción u omisión voluntaria contra la ley de Dios, que consiste en
decir, hacer, pensar o desear algo contra los mandamientos de la Ley de Dios o de la
Iglesia, o faltar al cumplimiento del propio deber y a las obligaciones particulares.
La distinción entre pecado mortal y venial, perceptible ya en la Escritura (cf. 1Jn 5,16-
17).
(C.I.C 1855) El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una
infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su
bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior
El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere. (C.I.C 1858).
El pecado mortal se diferencia del venial, en que el mortal es grave y el venial es leve.
El pecado grave rompe nuestra amistad con Dios. El pecado venial, no. Pero la enfría!
Pero queda siempre firme el principio de que la distinción esencial y decisiva está entre
el pecado que destruye la caridad y el pecado que no mata la vida sobrenatural: entre la
vida y la muerte no existe una vida intermedia. Por eso el Nuevo Catecismo de la Iglesia
Católica no hace distinción entre pecadograve y pecado mortal.
Los efectos del pecado mortal son: perder la amistad con Dios, matar la vida
sobrenatural del alma, y condenarnos al infierno, si morimos con ese pecado.
Una mancha de grasa en una prenda de vestir nueva es motivo suficiente para que la
cambies. Si tienes la cara tiznada, te lavas inmediatamente, porque así no puedes
presentarte en ninguna parte.
Los efectos del pecado venial son: poner enferma la vida sobrenatural del alma, y
disponernos para el pecado mortal.
Una tos pequeña, pero descuidada, puede llevar a la sepultura. Un punto negro en un
diente no es nada, pero si no se lo enseñas al dentista, pronto todo el diente quedará
dañado, y hasta puede ser necesaria la extracción.
No es que el pecado leve se convierta en grave. Ni siquiera que muchos pecados leves
hagan un pecado grave. Sino que el pecado leve dispone al pecado grave105, pues
debilita la voluntad y nos priva de gracias sobrenaturales con las cuales podríamos
luchar mejor contra el pecado grave. «Pero los pecados veniales no nos excluyen del
Reino de Dios»106.
Evitar también todos los semideliberados supone especial gracia de Dios. Este
privilegio lo tuvo María Santísima.
Por eso, puede haber pecado sin transgresión material de la ley si existe el NO a
Dios en la intención; mientras que puede haber transgresión de la ley sin pecado, si
no se ha dado el NO a Dios voluntariamente.
Hay, además otros pecados llamados pecados de omisión: «los pecados cometidos por
los que no hicieron ningún mal..., más que el mal de no atreverse a hacer el bien, que
estaba a su alcance».
EL PECADO no solo perjudicó la relación de Adán y Eva con Dios, sino que
también nos aleja a nosotros de él. “Los mismos errores de ustedes han llegado a
ser las cosas que causan división entre ustedes y su Dios, y los propios pecados
de ustedes han hecho que sea ocultado de ustedes el rostro de él para no oír.”
(Isaías 59:2.)