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Seminario de Lit.

Comtemporánea
Prof. Gustavo Adolfo Wyld Ferrate
Ensayo, 12 de mayo 2018
por Camila Fernández

La lengua y la culebra y las mujeres que saben leer y escribir

La interpretación de un fragmento muestra las referencias particulares de cada sujeto que interpreta.
En el siguiente fragmento de la novela Misterioso asesinato en casa de Cervantes, una de “Las
Cervantas”, Andrea, habla con la duquesa de Arjona. “—Decía: «Mujeres somos y, como tales,
sujetas a la obediencia y a los abusos de los maridos y padres tiranos, pero tenemos dos potencias,
una en la cabeza y otra en el coño (y vuestra merced perdone la crudeza), con las que podemos
redimirnos de esa servidumbre y hasta llegar a ser señoras de ellos con tal de que no se
percaten».” (Eslava Galán) Las dos potencias femeninas que menciona Andrea son la cabeza y el
coño. La cabeza puede interpretarse como la inteligencia y la intuición; el coño como la fuerza pro-
creadora y creativa. Con dos palabras como cabeza y coño se hace referencia tanto a la
vulnerabilidad como a la sensibilidad propias de la femineidad, tanto como a su potencia y fuerza
creadora. Sin embargo, no es la única interpretación. Entre otros, también puede interpretarse desde
un punto de vista opresor, entonces la cabeza se referiría solamente a la obediencia y el coño al
placer que con él se brinda al hombre. Toda interpretación está sujeta a las referencias que el
intérprete posea, así como a sus limitaciones.

Este ensayo intenta articular la lengua que saborea la manzana con la lengua que no sabe que no
sabe. En una composición se encuentran el saber y el sabor. A partir de la novela del escritor
español Juan Eslava Galán publicada en 2015 con el título Misterioso asesinato en casa de
Cervantes, nos aproximamos a múltiples visiones sobre la mujer. Es entonces cuando el concepto de
mujer se torna confuso. Es menester hablar, no de “la mujer” sino de la femineidad pues, como
afirma Jacques Lacan, “la mujer” no existe, existen “las mujeres”, “una por una”, cada una en su
particularidad.
La novela de Eslava Galán se sitúa en la época de Miguel de Cervantes y sus personajes rozan tanto
la realidad como la ficción, del mismo modo en que todo sucede en la imaginación de Cervantes.
Eslava Galán procede a escribir su novela a partir del texto “Proceso de Don Gaspar de Ezpeleta”,
documento que aún se conserva en la Real Academia de la Lengua en el que se hace referencia a
Miguel de Cervantes. La referencia es un punto de partida en la escritura de la novela de Eslava
Galán. Se trata de una novela contemporánea ambientada entre los siglos XVI y XVII, a través de la
cual el lector reflexiona sobre temas de actualidad como lo son la referencia, la femineidad y la
imaginación. A través de la prosa se lee un lenguaje fuera de uso y, sin embargo, presente en nuestra
sociedad actual.

Como personaje principal actúa doña Dorotea o bien don Teodoro, una mujer dorada de belleza
tanto como de inteligencia a quien contrata otra mujer, la condesa de Arjona, para investigar la
verdadera causa de la muerte de Don Gaspar de Ezpeleta y devolverle la libertad a Miguel de
Cervantes, a quien admiran, y a su familia compuesta de mujeres denominadas “Las Cervantas”.
Misterioso asesinato en casa de Cervantes circunda entre realidad y ficción, pasado, presente y
futuro, en donde hombre y mujer no se diferencian. En la novela se expone el hecho de que existen
mujeres que hablen mal de las mujeres y hombres que hablen bien de las mujeres hasta el punto de
la disolución, o bien articulación, de los contrarios en un solo cuerpo sensible. Se demuestra la
masculinidad o bien tosquedad propias de un hombre como rasgos posibles en una mujer que se
contamina de la sociedad (suciedad) en la que vive. Asimismo, sale a relucir la femineidad o bien
sensibilidad, propias de la femineidad, manifestadas en un hombre que hace uso de la imaginación y
la escritura como medio para escapar de la sociedad.
La novela presenta el contraste, la fina línea de lo indefinible. Una referencia universal es la Biblia,
aún para los que nunca la han leído. Aún hoy, el corrector automático nos obliga a escribir Biblia
con mayúscula. Aún en la actualidad, muchos afirman saber a qué se refieren las escrituras de la
biblia según lo que les ha sido explicado o según sus prejuicios y limitaciones racionales, sociales,
sensibles. En el siglo XVI, a la mujer no se le permitía escribir, no podía ser actriz de teatro y los
“papeles femeninos” eran interpretados por hombres aún sin barba.

Nos enfrentamos a conceptos ejes de la novela de Eslava Galán, referencia e interpretación. Las
referencias resultan inherentes a la escritura. Suele decirse que “todo escrito hace referencia a otros
escritos” o que “toda palabra hace referencia a otras palabras”. Según el diccionario, “las
referencias son datos propiciados por terceros que faciliten la información de un lugar, persona o
sobre una investigación realizada. El termino referencia describe el proceso por el cual se menciona
o se señala (¿es lo mismo decir “se refiere”?) a algún objeto o persona, es decir, son las
informaciones que permiten adquirir conocimientos de una determinada cuestión de interés. Para
cualquier punto que se desee conocer se necesita buscar y obtener referencias.”. Es una referencia
cuando, con las propias palabras, se expresan las palabras de alguien más. Ante un malentendido,
por ejemplo en una conversación, se aclara “no me refiero a eso sino a lo otro”. Por lo tanto, el
concepto de referencia se refiere y se afina como cadenas que se entrelazan en un tejido.

Por el otro lado, la palabra interpretación entra en relación con la palabra referencia. Una referencia
es interpretada del mismo modo que una interpretación es referida. Una interpretación se entreteje
según las referencias que se tengan y las referencias que se poseen son en sí mismas
interpretaciones. Así fue que Eva comió del árbol el fruto prohibido. Para algunos se trata del árbol
de los placeres demoniacos y para otros del árbol de la sabiduría. Un mismo hecho puede ser
interpretado de infinitas maneras y así referirse a infinitas posibilidades. Llama la atención que
entre la “infinidad de posibilidades” nuestra sociedad haya elegido la interpretación que oprime a la
femineidad y condena a “la mujer” como inferior y débil ante “el hombre”. Los actos de
sensibilidad, sensualidad y femineidad han sido y siguen siendo condenados por la sociedad que
incita a las mujeres a convertirse en hombres (véase el feminismo).

La femineidad, incomprensible e inatrapable, intraducible e inexplicable, contenida o manifestada


tanto en hombres como en mujeres es aún hoy temida y oculta. “—¿De dónde pensáis que proceda
ese menosprecio de la mujer? —preguntó doña Dorotea.
—De la costumbre no sometida a examen y de la mala interpretación de los libros santos —explicó
don Miguel—. Mirad la historia de Adán y Eva. Por la flaqueza de Eva, engañada por la astucia del
demonio, se condena el género humano. De acá se deduce que la mujer sea menos aguda que el
hombre, cuando la experiencia nos demuestra que lo es más y que a menudo el buen regimiento de
una casa depende de que ella ocultamente timonee la nave familiar aunque parezca que eso hace el
hombre. También de la dañosa interpretación de los padres de la iglesia nace el pensar que la mujer
no tiene pensamiento propio, sino que se deja arrastrar por el desordenado apetito del
placer.” (Eslava Galán)

Todo se trata de interpretaciones de referencias. Todo entendimiento humano tanto como los
problemas se originan en cierta interpretación de cierta referencia y como afirma Unamumo, cuando
se lee poco es más peligroso lo que se lee. Son las mismas palabras las que pasan de boca en boca y
de mano en mano pero nunca con los mismos propósitos, ni con las mismas referencias, ni con las
mismas interpretaciones.
“Aquella mujer, pues, que nació con el don de la poesía en el siglo XVI, era una mujer desdichada,
una mujer en lucha consigo misma. Todas las condiciones de su vida, todos sus propios instintos,
eran hostiles al estado mental necesario para libertar el contenido de su cerebro. Pero ¿cuál es el
estado mental más propicio al acto de creación, pregunté. […] Generalmente las circunstancias
materiales están en contra. Los perros ladran; la gente interrumpe; hay que hacer dinero; la salud se
quebranta. Además, acentuando todas esas dificultades y haciéndolas más insoportables, está la
indiferencia notoria del mundo. El mundo no pide a las personas que escriban poemas y novelas e
historias; no lo precisa. […] Pero para las mujeres, pensé, mirando los anaqueles vacíos, esas
dificultades han sido infinitamente más formidables.” (Virginia Woolf, Un cuarto propio y tres
guineas)

En la novela de Juan Eslava Galán, Miguel de Cervantes se presenta como un hombre que lucha por
la femineidad, que es capaz de darle la espalda a una sociedad opresora para permitir que se
manifieste su imaginación, la cual proviene de la parte sensible del hombre. Así, en su familia,
acostumbra a enseñar a leer y a escribir a las mujeres para que se valgan por sí mismas en una
sociedad donde, precisamente, se oprime a través de la palabra. La visión produce división.
“—Eso nos cuesta andar en boca de todos, como habréis notado —observó Constanza—, pero es el
precio que se paga por la manumisión. Desde los tiempos de mi tía abuela María, las Cervantas
hemos sido libres para regir nuestras vidas y nuestros gustos, aunque haya sido a fuerza de
disgustos.” (Eslava Galán)

Se desatan conversaciones, bien entre hombres, bien entre mujeres, en las que se revelan las
interpretaciones aprendidas, aceptadas o reflexionadas por cada uno según las referencias que posee
y su modo de interpretarlas.
“—Carranza volvió a los papeles y leyó—: «La susodicha depone que con don Miguel de Cervantes
viven una hija, dos hermanas y una sobrina, y que allí hay algunas conversaciones de gentes».
—¿Conversaciones dice?
—Y se entiende que entran y salen caballeros que la dicha testigo no conoce, sobre lo que se levanta
escándalo y murmuración en el vecindario.” (Eslava Galán)
La habladuría fantasiosa se aleja de la astucia de la imaginación en la que no se diferencia un
hombre de una mujer sino más bien se articulan en una composición inesperada. Dorotea-Teodoro,
belleza-inteligencia, intuición y concentración son componentes de la misma composición. Las
conversaciones con lo femenino se convierten en relatos se enseñanza; la murmuración del
vecindario es el malentendido que no sabe que no sabe, que no saborea lo inesperado de la
sensibilidad sino el falo invisible. El falo invisible es La Interpretación, El Padre, Las Escrituras en
mayúscula, todo lo que es en mayúscula y no aboga por la singularidad de cada ser imaginante (o
escribiente, como una mujer ciega me dijo hace tres días “se escribe siempre, se escribe con el
corazón”).
“—¿Es tacha saber escribir, madre? —preguntó doña Dorotea, asombrada—. Siempre creí que la
mujer puede y debe alcanzar las mismas potencias del hombre.
—Mal os lo enseñaron, señora —replicó la beata—. ¿Dónde se ha visto extravagancia semejante?
¿Escribir y leer una mujer? Tacha es, y de las grandes. […] Y puesto que en ello estamos, os diré
que las Cervantas, siendo mujeres de poco asiento, saben todas leer y escribir desde chicas como si
ya desde que salieron de las mantillas estuviesen predestinadas al puterío. No va por vos, señora,
que en toda regla ha de caber excepción, pero yo os certifico, por lo que sé de la vida, que una
mujer cuanto menos sepa, mejor.” (Eslava Galán)

Así se expresa una beata de otra beata, y otras mujeres. No es en vano lo que dice la gente,”las
mujeres son las peores enemigas de las mujeres”. Las mujeres enemigas de las mujeres son las que
están en cautiverio, que adormecen su intuición y devoran los pasteles de la suciedad, la Sociedad
con mayúscula. La imaginación es femineidad, la fantasía no. El erotismo es femineidad, la
pornografía no.
Una de “Las Cervantas” decide volverse monja y se hace llamar sor Luisa de Belén. “—En su
comunidad observan las constituciones primitivas, visten el mismo hábito en invierno como en
verano y calzan las mismas alpargatas blancas. Luisa sufre con paciencia los sabañones, pero no se
mortifica con cilicios ni alardea de despreciar al cuerpo. A su manera es dichosa, sin entrar en las
mojigaterías del oficio ni en las camarillas que suelen hacerse en los conventos. La felicidad tiene
muchos caminos, pienso yo que cada cual debe seguir el suyo siempre que sea de su gusto y no
impuesto. Las otras hermanas escogimos la libertad en el siglo, ella a su manera encontró la suya en
ese cautiverio del convento.” (Eslava Galán)

La novela de Eslava Galán expone la situación de las mujeres en el siglo XVI y XVII que se refleja
en nuestra actualidad. “La beata se estaba llevando un mojicón a la boca. Detuvo en el aire la mano
y miró severamente a su interlocutora. —Lo que os digo es público y notorio, señora; ¿de dónde, si
no, lo iba a saber yo, que vivo a espaldas de los negocios del mundo, sin prestar oídos a
murmuraciones y entregada solo a mis devociones?” (Eslava Galán) Las devociones de la beata se
basan en una sola interpretación de un libro que es en sí mismo una recopilación de referencias. La
beata no interpreta por sí misma usando la intuición sino solo el juicio impuesto por la sociedad.

No existe una sola interpretación. Quien no interprete por sí mismo y donde no proliferen las
interpretaciones singulares, no hay ni vida ni muerte, por lo tanto no hay ciclo ni renovación.
“Escribir lo que uno quiere escribir, es lo único que importa, y que eso importe por siglos o por
horas, es lo de menos. Pero sacrificar un pelo de la cabeza de su visión, un matiz de su color, para
complacer a algún director con una copa de plata en la mano, o a un profesor con una vara de medir
en la manga, es la más abyecta traición, y el sacrificio de la fortuna y de la castidad, que se
consideraba el mayor de los desastres humanos, es en comparación una simple picadura de
pulga.” (Virginia Woolf)

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