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Akoglaniz

Pulsión y ficción

Akoglaniz
COLECCIÓN TERRITORIOS

Director
Juan Carlos Cosentino

Consejo Asesor
Anna Carolina Lo Bianco, psicoanalista,
Universidad Federal, Río de Janeiro.

Eduardo Vidal, psicoanalista, Río de Janeiro.

Hilda Karlem, psicoanalista, Universidad del


Aconcagua, Mendoza.

Isabel Goldemberg, psicoanalista,


Universidad de Buenos Aires.

Jeanne D'Arc Carvalho, psicoanalista,


Universidad FUMEC, Belo Horizonte.

Akoglaniz
Françoise Samson

Pulsión y ficción

Traducción Graciela Schvartz

Akoglaniz
Traducción: Graciela Schvartz

Diseño: Andrea Di Cione

Primera edición, junio de 2008.

© Mármol/Izquierdo Editores Lavalle 2015, (I


172) Buenos Aires
www.libreriadelmarmol.com.ar ©Tarahumara
SL, Mármol/Izquierdo Editores Calle Ángel
14,(28005) Madrid www.tarahumaralibros.com

ISBN Argentina: 978-987-23917-1-3


ISBN España: 978-84-936041 -1 -0

El contenido intelectual de esta obra se encuentra protegido por


diversas leyes y tratados internacionales que prohiben la reproduc-
ción íntegra o extractada, realizada por cualquier procedimiento
que no cuente con la expresa autorización del editor

Hecho el depósito que marca la ley I 1723.

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Índice

Presentación, Juan Carlos Cosentino .............................. 9

1. ¿Qué será de la pulsión al final de la cura? .................... 17

2. Ida y vuelta o los colores de la pulsión........................... 43

3. La angustia ..................................................................... 59

4. Los bastoncitos de la identificación ................................ 75

5. Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela ......... 89

6. « Hacer semblante de objeto a»..................................... 107

7. La metamorfosis o el despertar ...................................... 121

8. «Su nombre de Venecia en Calcuta desierta»................ 149

9. Ficciones o de la novela al poema ................................. 163

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Presentación

La lectura del libro de Francoise Samson descubre, a poco


de andar, una constante: un diálogo muy preciso y cuidadoso,
sin borrar matices y diferencias, entre los textos de Freud y
de Lacan. Así, la elaboración que propone la autora no es
anterior a este diálogo, ejercicio de lectura que, cada vez, se
lleva a cabo de un modo particular.
Es el trabajo ¿Qué será de la pulsión al final de la cura} el que
abre ese intercambio. "Para Freud -señala- la pulsión ya es
en tanto tal representación y el lugar del objeto ya aparece
como hueco. Lo que hará decir a Lacan que el color sexual
de la libido es color-de-vacío: suspendido en la luz de una aber-
tura". Desde ya que, para un analizante, afrontar este color-
de-vacío, es decir, lo que se llama castración, no es en abso-
luto una tarea fácil. El analizante quedará marcado por haber
pasado por allí y, cada vez que esta marca vuelva, se producirá
una especie de pequeño síncope. "Por eso -concluye- en la

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recuperación de aliento que sigue -no hay acto sin deseo- no queda
nada más que inventar".
A continuación, en Ida y vuelta o los colores de la pulsión,
Francoise Samson ubica en el análisis del pequeño Hans lo que
más tarde será formalizado en los grandes textos de la
Metapsicología, examinando, en particular en Pulsiones y desti-
nos de pulsión pero también en Inhibición, síntoma y angustia,
las herramientas para volver mejor, con "una lectura en futuro
anterior", al pequeño Hans y al cuarto destino de la pulsión, la
sublimación.
En su texto sobre La angustia se apoya, igual que Lacan (que
antes de ser lacaniano fue freudiano), en la primera parte de la 32a
Conferencia, escrita en 1932: "el último estado -comenta- de la
posición de Freud en cuanto a la angustia". Donde se advierte que
al final de cuentas, para Freud, la distinción interior-exterior queda
abolida sobre una modalidad moebiana, y sólo permanecen las
relaciones del sujeto con el Otro. Lo que le permite abrir la
conexión con el Seminario "La angustia", de 1962-1963: "En la
angustia el sujeto es afectado por el deseo del Otro". Un poco
después, las dos caras del objeto a donde se desliza la angustia como
das Unheimliche, la inquietante familiaridad, cuando el sujeto ya
no se reconoce en absoluto en su imagen especular, constituyen
nuevos puntos de encuentro entre Freud y Lacan.
En Los bastoncitos de la identificación, la autora recuerda que
Freud distinguió tres identificaciones y se pregunta acerca de "la
enorme dificultad para comprender la diferencia entre la segunda
y la tercera forma de identificación". Y entonces, nos ofrece un
hallazgo: nos invita a leer que Lacan, en la se-

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Presentación • 11

sión del 20 de junio de 1962 de su seminario La identificación,


indica "que la identificación con el rasgo unario -el casi nada
al que está prendido alguien como sujeto humano- recoge,
también para Freud, las tres formas de identificación, a través
de la identificación de las masas con un rasgo del líder".
En el texto que sigue, Del fantasma a la pulsión hacia un
lazo de escuela, resuelve tomar literalmente una frase muy enig-
mática que Lacan propone en relación con la salida del aná-
lisis, al final del seminario XI: "la experiencia del fantasma
fundamental deviene la pulsión". Así, volviendo a pasar por
Freud, confronta dos textos, Pulsiones (1915) y Pegan a un niño
(1919). Una lectura cruzada que subraya la palabra experien-
cia, ("la experiencia del fantasma -indica- no es en absoluto
lo mismo que el fantasma a secas") y que apunta a poner en
consideración la pulsión y el fantasma, que no corresponden
para nada al mismo registro. De allí que sólo la experiencia
de "la acefalidad" de la pulsión enseñe que el nombre propio
no es más que la cobertura de un vacío y, con su efecto de-
subjetivizante, sea uno de los nombres de la castración. Y más
todavía, Freud y Lacan lo han repetido bastante: el último
término de la pulsión es la muerte. ¿Y con los analistas? Hacia
un lugar o, más bien, un lazo social -propone- que le permi-
tiría a cada uno, más allá de los espejismos de la ilusión, de
las rivalidades imaginarias y de la certeza embustera y go-
zosa de su propio fantasma, "hacerle la contra a lo real" que,
según Lacan, es la misión del analista.
Luego, Hacer semblante de objeto a. Para la autora, el de-
sierto es un lugar donde nadie puede hacer semblante. La
lectura de las huellas, su interpretación, son cuestión de

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12 • Presentación

vida o muerte. Orientarse exige un saber hacer con las más


ínfimas trazas y este saber sólo se adquiere por la travesía de la
experiencia. En el psicoanálisis, se trata de lo mismo. Y agrega
que, según Freud, es un lugar fundado sobre "el amor a la verdad,
es decir, al reconocimiento de la realidad que excluye todo
falso-semblante". En tanto que Lacan no dice nada diferente: "Ni
el aire ni la canción del semblante le convienen al analista". De
paso -añade- dos de las vestiduras del objeto a. Freud utiliza una
expresión que tiene relación con la mirada y Lacan evoca la voz.
De este modo, la suspensión de la mirada tiene otra consecuencia
para el analista: la voz, aislada de la mirada, como llegada de otra
parte, puede entonces colarse entre las palabras del Otro. Y el
analista, en ese hueco que es el lecho del objeto a, se hace su
representa-men. ¿Cómo se las arregla para deslizarse allí? Freud
-comenta- sigue el principio de la locación (vermietert) de una
determinada hora: el analista no está allí como persona ni como
sujeto; se alquila por un tiempo y en un espacio que ya no son
suyos. Con Lacan, en ese lugar el dueño no es el analista pues,
cuando habita un discurso, es dicho discurso quien lo comanda.
En La metamorfosis o el despertar, la autora, a través de los
textos de Kafka, se aproxima a la frontera entre simbólico y real,
recibe como devolución su mueca y queda tomada por el temblor
que los habita. Aclara que en estos escritos hay muchas ventanitas y
que ninguna lectura podrá agotarlas. El tiempo de La
Metamorfosis narra un momento único y sin retorno posible que
escapa a la repetición. Lo impensable -agrega- ha sucedido: un
ser humano se ha metamorfose-

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Presentación • 13

ado en un "Ungeziefer inmundo". Estos prefijos negativos designan


una cualidad topológica: el anverso exacto del ser. De este modo, no
hay heimlich sin su inquietante anverso unheint-lich. Despertar
brutal: Gregor Samsa -señala- ha pasado al anverso de ese espacio
bien conocido, al otro lado. ¿Sería éste, en la posición de desamparo
en que se encuentra, el descubrimiento del dolor de existir, die
Not des Lebens} La frase que lo mantenía al abrigo del marco del
fantasma, que lo protegía de la angustiante cuestión del deseo
del Otro y que servía, en la Carta al padre, para canalizar la
culpabilidad, se hizo pedazos. Allí, ocurre un pasaje que no tendrá
regreso: ese Ungeziefer en que se ha convertido, ¿es el
ciframiento -se pregunta- de ese goce que no haría falta? Así, en
ese peculiar despertar la escritura se le volvió la cosa más impor-
tante de la tierra "como puede serlo su delirio para un loco" y es
por eso que Kafka se encuentra con la subjetividad de su época.
Pero para advertir esa luz -concluye- es necesario haber pasado
sobre el anverso de la banalidad. Puede llamarse metamorfosis,
puede tomar la forma de un escrito, puede encontrarse en una
cura, puede cercarse como horror de saber. Un corte sin retorno
posible que toma su sentido de este siglo: en él nació el
psicoanálisis y en él también ocurrió una ruptura de civilización.
En Su nombre de Venecia en Calcuta desierta, Samson nos
dice que tomó ese título de una película de Marguerite Duras para
una exposición que presentó en diciembre de 2004 en el
coloquio "Die Rücksicht auf Darstellbark" como homenaje a
una colega y amiga desaparecida demasiado pronto, Jutta Prasse.
Un poco después comenta que, en nuestros días, ya

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14 • Presentación

no se pintan madonnas y escribir como Rilke o Marguerite Duras


no es algo dado a todo el mundo. Y se pregunta: ¿qué otra cosa le
queda a aquel que se arriesgó en esta luz sombría donde las
imágenes ya no pueden velar el vacío que contienen, sino
volverse analista? Pero ¿cómo puede uno aferrarse a un quiebre, a
un agujero, al vacío de una muesca? ¿No se ha alcanzado allí el
límite de la representabilidad, de lo imposible, de lo Urverdrángt}
Ahora sabe por qué este "Nombre de Venecia" vino a asediarla de
esa manera: contiene la pregunta que quería plantear. Rescata,
entonces, una carta de Sigmund Freud a Sandor Ferenczi, del 4 de
febrero de 1920, a propósito de la muerte de su hija Sofía, donde
escribe: "Como soy profundamente no creyente, no puedo
incriminar a nadie y sé que no existe ningún lugar en el que
pueda presentar una queja". ¿Cómo sucede -continúa- que
alguien que sabe que ya no hay nadie cerca a quien se le pueda
presentar una queja, quiera volverse analista? ¿Por un cierto gusto
del "sacrilegio"? ¿Por necesidad interior? ¿Porque una buena
mañana despertó con la certeza de que, de ahí en adelante, ya no
podía hacer nada diferente y tenía que construir su vida en
función de esta necesidad? ¿Por el deseo de abrirles a otros el
campo de lo posible? Freud y Lacan nos enseñaron -culmina- que
cuando uno plantea una pregunta, ya tiene al menos la mitad de la
respuesta. Y por eso es necesario que, esta pregunta, la re-
planteemos sin cesar.
El último trabajo lleva por nombre Ficciones, o de la novela al
poema. Vuelve el diálogo, con sus tonalidades y distinciones, entre
los textos de Freud y de Lacan. Con la Gradiva convoca a los
poetas, con Lacan habla del estilo. Pues, tanto en

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Presentación • 15

Freud como en Lacan -nos dice- hay adecuación entre el estilo


y el objeto, entre poema e inconsciente, entre escritura y
psicoanálisis. Así -continúa- la novela-folletín que el analizante
desarrolló sesión tras sesión, si hubo un poco de suerte, podrá
volverse poema. ¿Qué es un poema?, se pregunta. Es una
ficción, se escribe bajo el dictado del inconsciente del sujeto, con
eso que sabe sin saberlo. Pero para ser un poema, uno no es un
poema de nacimiento como no es un analista de nacimiento; ha
sido necesario pasar por este saber del vacío entre las palabras. Es
un franqueamiento que lleva fuera de los límites de la ley. En
síntesis, hizo falta consentir en saberse no ser más que una ficción.
Sólo de ahí puede surgir esta voz sonriente de un analista que dice
que el análisis, como el poema, es un proceso de escritura. Así, el
estilo sería la manera particular, determinada por la historia signi-
ficante de cada uno, la manera "sintomática" no sólo de escribir
el vacío entre las palabras, de escribir la ficción, el poema en que
uno se ha convertido, sino también de transmitir cómo, por qué
mecanismo, eso se escribió. ¿Entonces, de qué sirve hablar, hacer
exposiciones, artículos? "Sirve -concluye- para acumular
experiencias, experiencias de palabra (parole): la dirección ficticia,
que habrá sido el público, oyente o lector, es también la coacción,
real, que me habrá obligado a retomar eso que Freud llama el
trabajo interior".

Francoise Samson estableció estos textos a partir de exposiciones


realizadas en París, en la Escuela de Psicoanálisis Sigmund
Freud, en el Coloquio "Escrituras del síntoma en la cura
analítica", en Aix-en-Provence, en el Seminario del

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16 • Presentación

Cardo, en Alemania, en el coloquio organizado por la Freud-Lacan


Gesellschaft, entre los años 1998 y 2006. Han sido publicados en
los Carnets de la Ecole de Psychanalyse Sigmund Freud, excepto el
capítulo V, "Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela" y
el capítulo VII, "La metamorfosis o el despertar", que fueron
pubicados en Essaim.

Juan Carlos Cosentino

Akoglaniz
I
¿Qué será de la pulsión
al final de la cura?1

Supongamos...
Sí: a manera de variación modal sobre el tema del supuesto que
nos es tan habitual, supongamos a alguien que haya terminado su
análisis. Suposición ficticia, desde luego, puesto que subtendida,
no de la figura de un caso sino de un mosaico de casos.
Entonces, este alguien, ¿cómo podría manejarse con esto que,
desde Freud, se llama la pulsión?
Como siempre, lo que nos sirve a manera de conceptos
fundamentales es, en el origen, una palabra de la lengua común
que Freud utiliza, aquí Trieb que, para decirlo rápido, es energía,
movimiento y empuje. Pero incluso Freud necesitó cierto tiempo
antes de que este concepto tomara la forma acabada de la que
nosotros nos servimos pasando por sus

1. Exposición presentada en las Sesiones públicas del Colegio del pase de la


Ecole de Psychanalyse Sigmund Freud, el 28 de marzo y 18 de mayo de 1998.

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18 • Pulsión y ficción

significantes. Los primeros estremecimientos de la pulsión


se encuentran en el Proyecto pero el acento allí está puesto
sobre todo en las reacciones del cuerpo vivo frente a las aüs-
sere Reize, a las excitaciones exteriores. Ciertamente, figura
allí la expresión excitación endógena pero el interés que Freud
le aplica está sobre todo centrado en la defensa (Akwehr) y sus
mecanismos, el famoso Lustprinzip, ahí, no es todavía más que
mecanismo de inhibición (Hemmung). En la Traumdeutung,
por otra parte, aún se llama Unlustprinzip. La palabra Trieb
empieza a convertirse en un verdadero concepto a partir de
los Tres ensayos de teoría sexual. Este escrito de 1905 es un texto
al que Freud no renunciará jamás, es un poco su ciudad de
Roma en la que cohabitan los diversos estratos de épocas di-
ferentes. A cada re-edición -y hubo seis mientras vivió, la úl-
tima en 1925- él le aportó modificaciones, agregados, notas
que tomaban en cuenta sus nuevos avances. Es en este texto
donde se encuentra el primer montaje de la pulsión así como
los grandes rasgos de lo que será desarrollado, completado
en los dos grandes textos sobre la pulsión, Trieb und
Triebschicksale (Pulsión y destinos de pulsión) y Jenseits des
Lustprinzips (Más allá del principio de placer). En el otro ex-
tremo de su obra, en el Abriss der Psychoanalyse (Esquema del
psicoanálisis), Freud consagra un capítulo a la pulsión, más
exactamente a la teoría de la pulsión, con la desenvoltura firme
y precisa de una mano diestra en el ejercicio del trazo. Por
otra parte, no es ciertamente indiferente que Freud haya in-
sertado este capítulo entre el primero, "El aparato psíquico"
y el tercero, "El desarrollo de la función sexual".
De ajuste en ajuste, Freud habrá necesitado todo este tiempo

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 19

para conseguir darle esta forma vigorosa y concisa a esto que


es de una complejidad muy grande ya que de lo que se trata
es del núcleo de nuestro ser. Si es verdad que cada uno de no-
sotros está obligado a rehacer el camino a su propio costo,
puede comprenderse que a nosotros, que no tenemos la in-
ventiva de Freud, pueda llevarnos un tiempo considerable po-
der abrir nuestra ventanita a tanta complejidad sin volver a ce-
rrarla inmediatamente por demasiado extravío interior. Lo
que en otros términos se llama mecanismos de defensa, resis-
tencia, o incluso no querer saber nada de eso. Podríamos de-
cir entonces que el personaje supuesto más arriba tendría re-
laciones, con este inneres Ausland (país extranjero interior),
como se expresa Freud para hablar de lo reprimido al princi-
pio de la 3 Ia Conferencia, que ya no serían de exclusión en el
interior sino más bien de libre circulación. Para decirlo de otra
manera, lo que para él era Ichfremd (extraño al yo -moi-) se le
habría vuelto Ichgemass (conforme al yo -moi-). Por fin, ¿no
es esto, quién no lo sabe, el Wo Es war, solllch werden (Donde
Ello era, Yo -Je- debo(e) advenir)?
Para Freud, la pulsión ya es en tanto tal representación y
el lugar del objeto ya aparece como hueco. Lo que hará de-
cir a Lacan que el color sexual de la libido es color-de-vacío:
suspendido en la luz de una abertura (béance).
Afrontar este color-de-vacío no es tan fácil, todavía es
necesario poder distinguir primero este no-color, y la luz de
una abertura puede ser tan enceguecedora como el sol de
frente. Uno prefiere entonces correr las cortinas de su ven-
tanita, marco a cuyo abrigo se encuentra alguna seguridad.
Cuando nuestro personaje ficticio inició su análisis, lo único

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20 • Pulsión y ficción

que veía era su sufrimiento: estaba en suspenso por el sufri-


miento2. Por cierto, como uno lo dice a propósito de una carta3,
pero también como se diría estar en vacaciones, en penitencia
o en retirada, con esta dimensión de elección, de fijeza de ser
aunque sea temporaria. Estaba en suspenso por el sufrimiento
pero no lo sabía, presintiendo justamente que, en este sufri-
miento, él estaba para algo. Dicho de otro modo, en términos
freudianos, su Ich estaba arrinconado, tironeado, maltrecho por
las exigencias desmesuradas, y tal vez no tan contradictorias
como se ve, de su ello, de su súper-yo y de la llamada realidad.
El Ich, ya se sabe, es el lugar de la angustia, afecto-señal de pe-
ligro interior o exterior. ¿Por qué razones? Porque tiene las
siguientes funciones: 1. hacer la experiencia, informarse de las
excitaciones y ponerlas en la memoria; 2. Evitar las excitacio-
nes demasiado fuertes (quanta demasiado elevados) a través de
la huida; 3. ir, adaptándose, al encuentro de excitaciones me-
suradas; 4. aprender a transformar por su actividad el mundo
exterior; 5. dominar las exigencias pulsionales.
Sus respuestas a las exigencias pulsionales son: sí o no
pero también no ahora, no de inmediato. Sus referencias son
los quanta de energía (pulsional), entonces: demasiada exci-
tación produce displacer (Unlust), el placer (Lust) se obtiene
por la baja de excitación. Pero todavía hay que agregar que

2 y 3. En souffmnce, en el original. Souffmnce es sufrimiento, padecimiento,


pero la locución se traduce como en suspenso, detenido. Esto se vincula con el
pneumatique, una modalidad de carta que, en algunas ciudades, eran
expedidas a través de una red urbana de tubos de aire comprimido. Mientras
iban de un lugar a otro, estas cartas estaban -por lo tanto- en suspenso.
Nótese, además, en las líneas siguientes la articulación de la preposición en y
el sustantivo que se reitera en el párrafo: en vacances, enpénitence, en
retraite.[N. deT.]

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¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 21

no es tanto la intensidad absoluta lo que es Lust o Unlust como


el ritmo de la alternancia, de algún modo la pulsación tem-
poral. En el Esquema del psicoanálisis, Freud se vale de la espe-
cificidad del dormir donde el Ich se aisla del mundo exterior
transformando su organización para demostrar que la orga-
nización del Ich es una repartición particular de la energía
psíquica. Dependerá, entonces, de su manera de organizar esta
repartición, "su buena salud", digamos más bien con Freud,
"su inteligencia de vida" (Lebensklugheit). Saber y elegir el buen
momento para responder sí o no a las exigencias pulsionales
o preferir diferirlas, ése es el arte de vivir. Organización que
le demanda una gran flexibilidad y una aguda presencia de
espíritu ya que también debe afrontar un defasaje en el tiempo:
él está en lo actual mientras que el ello y el súper-yo están en
el pasado. Es con esta falla temporal con la que el yo (moí) de-
berá llevar a cabo su tarea de mediador, de conciliador entre
las exigencias (demandas) que le llegan desde el ello, desde el
súper-yo y desde la realidad.
Que la satisfacción no es más que parcial, nuestro perso-
naje ficticio lo sabe de sobra; es incluso por eso que viene a
traer su queja ante su analista, con los mismos por qué de su
infancia. Viene a quejarse de su pobre vida. Pobre en aparien-
cia, de hecho demasiado llena, demasiado cargada (embarras-
séé) de objetos heteróclitos a los que está fijado y de los cua-
les extrae un goce tal que a menudo no tiene más ganas de
nada. Lo sabemos, el goce está del lado de la Cosa, para de-
sear hay que pasar por el Otro.
Es el analista el que, en algún momento, tendrá que ocu-
par este lugar del Otro para nuestro personaje. Al analista va

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22 • Pulsión y ficción

a dirigirle, bajo las formas más diversas, una demanda. En sín-


tesis, va a derramar toneladas de mineral, para retomar una
metáfora de Freud, del cual el analista deberá extraer algu-
nos gramos de metal precioso. Si toda demanda se resume
en una demanda de amor, él va a amar a su analista para ser
amado por él y sin saber que su demanda funciona al modo
de la bien conocida formulación de Lacan: "Te pido que re-
chaces lo que te ofrezco porque no es eso".
Freud indica que la pulsión o bien ha pasado completa-
mente al fondo (Unterdrückt) de modo tal que uno no en-
cuentra nada de ella, o bien se manifiesta (zurn Vorschein kom-
ineri) como afecto de una coloración cualitativa cualquiera, o
bien está todavía transformada (verwandelt) en angustia4.
Las quejas de nuestro personaje, entonces, van a estar co-
loreadas por el afecto; también va a quejarse de esta angus-
tia que invalida la actividad de su Ich. De este modo, va a tra-
tarse hasta donde sea posible de religar el afecto a la repre-
sentación reprimida. Es una de las metas del trabajo del ana-
lizante, mientras cuenta su historia y sus pequeñas historias,

4. Sigmund Freud, Die Verdrangung, Studienausgabe, tomo III, Frankfurt,


Fischer Verlag, 1982 (La represión, AE, XIV). Ver también el término
Affektverwandlung empleado por Freud en el capítulo VII de la Traumdeutung.
"La satisfacción de estos deseos (infantiles) ya no provocaría un afecto de pla-
cer sino de displacer, y es justamente esta transformación del afecto lo que cons-
tituye la esencia de eso que nosotros designamos como represión" [GW, II, p.
573 (AE, V, p. 593)]. Salvo aclaración, las remisiones corresponden a O. C,
Buenos Aires, Amorrortu Editores (AE), 1978-85 y las revisiones para la tra-
ducción del alemán a Studienausgabe (SA), Frankfurt am Main, S. Fischer Verlag,
1967-1982 y Gesammelte Werke (GW), Frankfurt am Main, Fischer Taschenbuch
Verlag, 1999. [J.C.C.]

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¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 23

mientras dirige sus demandas al Otro que encarna el analista


durante cierto tiempo, a veces muy largo. Dando vueltas alrededor
de sus pequeñas historias donde, poco a poco, se marcan las
coordenadas de la coerción a la repetición, vueltas que vuelven a
traer como astros furiosos los desbordes pulsiona-les,
representación y afecto pueden volver a acercarse, levantando
así el corte entre los dos que había efectuado la represión.
Pregunta: ¿se podría llamar empalme a esto? Pero poco a poco
también este nudo de fijación pulsional se desafecta, escúchese
esto como se quiera y, de esta representación desafectada, el
analizante puede separarse: ella se ha vuelto entonces simple
significante que viene a tomar lugar en la cadena. Así, por ejemplo,
tal recuerdo de la primera infancia, enigmático por los pocos
elementos disponibles y por el carácter anodino de estos
elementos, para ese analizante estaba acompañado por un
sentimiento de horror inexplicable que no se dejaba enlazar a nada.
Cada vez que este recuerdo acudía de vuelta durante una sesión,
era un verdadero esfuerzo el que hacía para poder vomitar; pero
no lo conseguía hasta el día en que, en una de las vueltas de una
conversación familiar, un elemento de este recuerdo pudo ser
puesto en relación con un acontecimiento muy grave sucedido en
el entorno del analizante cuando él tenía veinte meses. Pero, en el
recuerdo, el lugar y las fechas habían sido desplazados (por la
represión). A partir de estos desplazamientos, otro episodio, un
accidente ocurrido al analizante a la misma edad, cuya única traza
visible era una cicatriz que a él le importaba mucho, pudo ponerse
en relación con el elemento clave del primero y por fin un tercero,
recuerdo cons-

Akoglaniz
24 • Pulsión y ficción

ciente y articulado esta vez porque era más tardío, cuyo nú-
cleo estaba constituido por dos elementos "tomados en prés-
tamo" respectivamente del primero y segundo acontecimiento.
El nudo terminó por resumirse en un significante que resul-
taba ser igualmente uno de los fonemas del nombre propio
(nom), del nombre del padre del analizante. Así, es decir re-
ligando poco a poco estos elementos disjuntos "dentro de
un contexto más grande" pudo emerger la representación pul-
sional inconciliable que, al ser reconocida como tal, no tenía
más necesidad de estar afectada de horror y, en efecto, fue
completamente desafectada.
Dando vueltas, entonces, la pregunta de nuestro personaje
ficticio va a cambiar. El "Te demando quién soy yo" de los
principios del análisis va a transformarse en "Te demando qué
es Yo (Je)"5. Frase que rubrica que el objeto a está en cons-
trucción y que uno se aproxima a la versión más depurada
del sujeto, es decir, el intervalo entre dos significantes. El ana-
lista, del Otro que era, se transforma en representante de la
representación, transformación que va a llevar al analizante
hacia la salida.
Además, ¿no ha salido entonces de la espiral demoníaca de
la desdicha? Aliviado de los objetos viscosos de goce, ¿la vida
no le parece más ligera? En la misma medida en que habrá sa-
bido, podido construir el objeto, es decir, consentir el vacío de
este lugar, en la misma medida sabrá qué hacer con la cons-

5,Jacques Lacan, Le Séminaire, livreXVI, D'unAutre a l'autre, Paris, Seuil,


2006, p. 87 [El Seminario, libro XVI, De un Otro al otro, lección del 11 de di-
ciembre de 1968, inédito].

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 25

trucción de su vida. Tal vez, al mismo tiempo que de él cayó


esta tiesura fálica con sus aires de yo (moi), yo (je)., .y sus opi-
niones ya hechas, habrá podido no sólo establecer una circu-
lación más fluida entre los objetos sino también constatar que
ha tenido lugar una sustitución de las fuentes pulsionales6.
Entonces podrá llegar el momento en el que la demanda
no será más que llamado hueco, forma de la falta de respuesta.
En ese tiempo, ni los ojos oprimentes, ni la voz gruesa del
súper-yo ya nos hacen temblar. Podrá quedar de eso una aber-
tura de menor calibre hacia la crítica que traen otros, o in-
cluso una verdadera auto-crítica, es decir sin oscura auto-
denigración, ni fiorituras coquetas. El mismo Dios y todas
sus declinaciones no son más que palabras de la lengua, re-
ducidas a significantes cualquiera: entonces, nada más que es-
perar de él que, por ejemplo, de la palabra imposible.
En la luz de la abertura se advierte entonces el color de
vacío. ¿No es ella la que, a la vida, le dio los colores del de-
seo? Yo, de haber pasado por el objeto atravesando el espejo,
puede, desde este más allá, tirar del hilo de su enunciación,
hilo que parte de este representante de la representación pul-
sional mordido por una dentellada de la represión llamada
originaria. ¿Acaso es porque ya no tiene que movilizar todos
los recursos de la defensa contra las representaciones incon-
ciliables que nuestro personaje ficticio podrá, con un "tú lo
has dicho", dejarse amar, odiar, devorar... sin creérselo? Por
haber ventilado los asuntos del Otro con el cual tuvo que

6. S. Rabinovitch, "Por dónde pasa el saber que me viene, se pregunta el cartel


del pase". Carnets de la EPSF N° 8, enero-febrero 1996, p. 46.

Akoglaniz
26 • Pulsión y ficción

ver, él mismo respirará un poco mejor, pero podrá también


quizá permitir que otros, con un gesto más decidido, abran
su ventanita a la complejidad.

Lentes/lentejas

Freud se representaba el aparato psíquico como un telesco-


pio o un microscopio. En el Esquema de psicoanálisis, escribe
que el montaje (pero de igual modo el desmontaje, ya que uti-
liza la palabra Ausbau) de una representación así es una no-
vedad científica. Algunos dicen que los psicoanalistas, en el
mismísimo centro del tumulto del mundo, tendrían una cierta
tendencia a elegir (trier) las lentejas... o las lentes7. Esto en
alemán se dice auslesen, verbo que significa igualmente leer
hasta el final. Es, entonces, este título el que me ha servido
para continuar trabajando la cuestión de saber cómo alguien
que habría terminado su análisis podría arreglárselas bien con
eso que se llama la pulsión.
El núcleo de nuestro ser es el inconsciente, dice Freud en
el séptimo capítulo de la Traumdeutung, y el núcleo del in-

7. La palabra francesa lentille puede traducirse como lenteja pero también


como lente. En alemán ocurre algo similar con el término Linse. Trier les lenti-
lles, expresión que aparece en el texto, remite a la acción de elegir las lentejas,
de separar las malas de las buenas antes de cocinarlas. Pero aquí, en este con-
texto de telescopio y microcospio, su sentido se amplía y las lentes quedan in-
cluidas, si no desplazando a las lentejas. Además, trier es el verbo que se tra-
duce al alemán como auslesen, y en esta palabra se reitera el doble campo del
sentido: por un lado, seleccionar, elegir y, por el otro, leer hasta el final, acti-
vidad que ocasionalmente requiere el uso de lentes. [N. de T.]

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 27

consciente es el Vorstellungsreprasentanz, dice en Lo incons-


ciente8. En el cominzo fue das Wbrt, la palabra, el verbo, di-
cen las Escrituras; Goethe hizo acto del verbo9; Freud pone
la pulsión en el núcleo del ser y Lacan hace equivaler el tra-
yecto de la pulsión al trazado del acto. Entonces, no hay me-
dio de escapar a este representante de la representación.
Vorstellung, en la lengua común, tiene el sentido de repre-
sentación, es decir, de la idea, de la imagen que uno se hace
de algo o de alguien; es también el sentido de representa-
ción teatral pero igualmente el menos conocido de obje-
ción, de queja (Einspruch erheben). Este sustantivo viene del
verbo vorstellen, literalmente poner delante: representarse es
poner una imagen delante de sí. Este verbo sirve también para
presentarle alguien a algún otro, dicho de otro modo, efec-
tuar para algún otro el enlace entre un cuerpo y una palabra,
un nombre, incluso una función oficial. A veces el cuerpo
precede al nombre, a veces el nombre precede al cuerpo pero
de todas maneras entre los dos se desliza, se insinúa (escúchese
como se quiera) una representación. Del mismo modo, un
actor presta su cuerpo a las palabras de otro, el autor; repre-
senta estas palabras cerca de otros, los espectadores. Eso se-
ría suficiente para hacer comprender que el sujeto, llámese
Ich freudiano o sujeto lacaniano, no es una persona. Estos

8. Sigmund Freud, Das Unbewufite, Studienausgabe, tomo DI, Frankfurt, Fischer


Verlag, 1982, p. 145 (Capítulo 5, párrafo 2) [El inconsciente, AE, XIV; p. 183].
9. Goethe transformó la frase bíblica "ImAnfangwar das Wort" (En el co
mienzo fue el verbo) en "ImAnfang wardie Tat" (En el comienzo fue el acto).
Freud cita esta frase, extraída de Fausto, acto 1, escena 3, al final de Tótem y
Tabú [SA, IX, p. 444 (AE, XII, p. 162)].

Akoglaniz
28 • Pulsión y ficción

pequeños ejemplos de la vida cotidiana pueden también hacer


apreciable que no hay representación sin Otro.
Pero a partir de ese momento uno comprende también, dado
que la pulsión es concepto frontera entre lo somático y lo
psíquico, que Lacan haya hecho equivaler sin más preámbulos este
Vorstellungreprásentanz al significante, a S2. Por ejemplo en la
nota 1 del texto "La equivocación del sujeto supuesto saber", a
propósito de una expresión incorrecta en francés," je m'en
rappelle" (yo me recuerdo):

"De esto, dice el sujetoje ne me rappellepas (yo no me acuerdo


- no lo vuelvo a llamar". O sea: al llamado (appel) de un sig-
nificante que sería necesario "que me represente ante otro
significante" no respondo "presente" debido a que, por efecto
de ese llamado, ya no me represento nada más. Soy una cá-
mara oscura en la que se alumbró: no hay ya forma de que
se pinte en ella a través de su ojo de alfiler la imagen de lo
que pasa afuera.
El inconsciente no es subliminal, débil claridad. Es la luz que
no deja lugar a la sombra, ni al contorno insinuarse.
Representa mi representación allí donde ella falta, donde
no soy más que una falta del sujeto.
De allí el término en Freud de: representante de la repre-
sentación10.

Esta historia de palabras y de representación empezó a


preocupar a Freud muy tempranamente. En su Monografía

10. Jacques Lacan, "La méprise du sujet supposé savoir", Scilicet 1, p. 36.
["La equivocación del sujeto supuesto saber", en Momentos cruciales de la expe-
riencia analítica, Buenos Aires, Manantial, 1987, p. 30, nota 1].

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 29

sobre las afasias, de 1891, estudia la complejidad de lo que lla-


mamos palabra, que corresponde a un proceso embrollado
de asociación de elementos visuales, acústicos y kinestésicos,
y no encuentra su significación más que por su anudamiento
con eso que Freud llama todavía en este texto Objektvorstellung,
representación de objeto, y que más tarde se volverá
Sachvorstellung, representación de cosa. Esta representación
de objeto es, ella misma, un complejo asociativo compuesto
por las más variadas representaciones, visuales, táctiles, acús-
ticas, kinestésicas y otras. Este anudamiento se efectúa úni-
camente a partir de la imagen sonora (Klangbild) Pero lo que
me parece más interesante todavía es que Freud indica que
la representación de palabra es un complejo de representa-
ción cerrado en tanto que la representación de cosa es un
sistema abierto11. Dicho de otro modo, el gusano de la aber-
tura ya está en el fruto: primero, las palabras no pueden con-
tener el todo de la representación de cosa, una parte se les
escapa. Uno podría incluso decir que la expresión "ser ha-
blante" implica que, desde siempre, del objeto hay pérdida,
perdición de objeto.
La teoría de la pulsión, dice Freud en la "32a Conferencia",
Angst und Triebleben (Angustia y vida pulsional) es, por decirlo
así, nuestra mitología. Las pulsiones son seres míticos, gran-
diosos (grofiartig) en su opacidad (Unbestimmtheit). En repe-
tidas ocasiones, Freud insiste en el hecho de que los proce-
sos psíquicos se despliegan sobre un sustrato desconocido.
Uno puede constatar que procesos psíquicos hay pero casi

11. Ver el esquema adjunto, p. 41.

Akoglaniz
30 • Pulsión y ficción

nada más que eso12. Lacan retoma esta fórmula en el texto


"Acerca del 'Trieb' de Freud y del deseo del psicoanalista"13:
"Las pulsiones son nuestros mitos, dijo Freud. No hay que
escucharlo como una remisión a lo irreal. Es lo real lo que
ellas mitifican, en lo ordinario de los mitos: que aquí hace el
deseo reproduciendo allí su relación del sujeto con el objeto
perdido".
La pulsión es, repitámoslo, un concepto frontera entre lo
psíquico y lo somático y se inscribe sobre fondo de la Hilflosigkeit
(desamparo, estar sin recursos) del ser no orientado todavía
en el mundo. La necesidad corresponde a una excitación lla-
mada pulsional, el levantamiento de la necesidad es satisfac-
ción obtenida por una modificación (Veránderung) conforme
a la meta de la fuente de excitación. Freud distingue así cua-
tro términos: el Drang, el empuje, el ser de la pulsión, pura
actividad; el Ziel, la meta, es la satisfacción, la baja del um-
bral de excitación, y allí las cosas se complican ya que Freud
señala que una pulsión puede tomar caminos diferentes, y
metas próximas o intermediarias se combinan o se inter-
cambian. La experiencia muestra que ciertas pulsiones pue-
den ser inhibidas en cuanto a la meta. En síntesis, la satisfac-
ción sólo es parcial. El Objekt, objeto, es -de la pulsión- la
parte más variable porque no le está anudado en el origen
sino porque le está coordinado (zugeordnet) únicamente en

12. Sigmund Freud, Esquema de psicoanálisis, párrafo 1 y 2 del primer capí-


tulo, [GW, XVII, p. 67 (AE, XXIII, p. 143)].
13Jacques Lacan, Écrits, París, Seuil, 1966, p. 853 [Escritos II, Buenos Aires,
Siglo XXI, p. 832].

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 31

tanto que es apropiado a la satisfacción. Se puede pensar que


Freud utiliza a propósito este término zugeordnet que es un
término utilizado en gramática para la coordinación de las pa-
labras o proposiciones en auxilio de conjunciones de coordi-
nación: pero, o, y, pues, sin embargo, ni, puesto que. En suma,
el objeto de la pulsión, como un complemento de objeto gra-
matical, bien puede reemplazar a otro, develando así el vacío
de un lugar, el del objeto. Del mismo modo, un objeto puede
servir para satisfacer varias pulsiones. A la inversa, una pulsión
puede permanecer íntimamente ligada a un objeto, quedar
fijada a él. La coordinación implica un desvío, un corte entre
los elementos pero también una posible descoordinación. Y
además, si el anudamiento que da a las palabras su significa-
ción no se efectúa más que a partir de la extremidad sensible
de la representación de palabra, a saber la imagen sonora, las
palabras no pueden tener exactamente la misma significación
para todo el mundo: a cada uno su Mengua, a partir de los
restos de lo oído, de los pequeños destellos de sonoridad que
habrán dejado huellas de recuerdos. Finalmente, die Quelle, la
fuente, proceso somático en un órgano cuya excitación está
representada (reprasentiert) en la vida psíquica por la pulsión.
Si la fuente es un elemento decisivo para la pulsión, nosotros
no tenemos conocimiento de ella en la vida psíquica más
que por las metas.
¿Quién no ha visto alguna vez a una criatura pequeña, sa-
ciada, en el margen del sueño, tender la mano hacia su Otro
prehistórico inolvidable y volver a cerrarla sobre el vacío? Acto
sin duda no advertido, pero ya portador de un saber acerca
del trayecto de la pulsión: a partir de la necesidad, incluso

Akoglaniz
32 • Pulsión y ficción

satisfecha, se esboza el hueco, el lugar vacío desde donde el deseo


toma su impulso. Nada que ver, como dice Lacan, con la
manifestación de movimiento que va desde la descarga motriz al
rodeo que da el mono para atrapar una banana. ¿Por qué? Porque
la pulsión ya es en sí representación, porque a partir de los
primeros signos del Otro, por repetición de las experiencias de
satisfacción pero también de dolor, van a encadenarse nuestros
famosos representantes de la representación en desfiladeros de
significantes. Es de ahí desde donde parte el aforismo lacaniano:
el sujeto no se instituye más que representado por un significante
para otro significante.
En el texto sobre las afasias (ver esquema, p. 41), Freud dice
que aprendemos a hablar asociando un sentimiento de inervación
de palabra y una imagen sonora de palabra: allí ya se indica eso
que tomará forma más completa en el Esquema mencionado más
arriba. Freud hará referencia a eso durante toda su vida sin
nombrarlo. Por otra parte, no fue él quien le dio título a este texto:
cuando lo evoca en las cartas a Fliefi (27 de abril, 1895) lo llama
"Psicología para los neurólogos". El título que utilizamos es el que,
en 1950, le dieron los editores de Principios del psicoanálisis, a
saber M. Bonaparte, A. Freud y E. Kris, a partir de otra carta a
Fliefi del 15 de septiembre de 1895, donde Freud anuncia que
empezó a escribir este texto en el tren que lo traía de vuelta a
Berlín. Se encuentran allí, por lo tanto, los primeros
estremecimientos del concepto de pulsión, en particular bajos los
aspectos del factor Q, la cantidad, y ciertas excitaciones
endógenas. Se encuentran allí, por lo tanto, también, las bases de
todos los escritos meta-psicológicos traídos a nuestro
conocimiento.

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 33

Es, en suma, la tentativa de dar cuenta de la inmersión de un


cuerpo vivo en un mundo de lenguaje, tentativa que se apoya en un
sistema neurónico, neuronas de las que, más tarde, ya no volverá
a hablarse de la misma manera.
Esta inmersión terminó de configurarse en la famosa "Carta 52",
del 6 de diciembre de 1896, cuyos elementos toman el nombre de
sistema W-Bw y constituyen la base del aparato psíquico. No hay
que olvidar que es un ser todavía no orientado en el mundo el que
efectúa esta inmersión -y para Freud no orientado quiere decir que
no hace la distinción entre el interior y el exterior-, ser, por
añadidura, cuya supervivencia depende de otro. Se sabe que este
sistema parte de la percepción (Wahrnehmung) a la cual está
anudada la conciencia {Bewufitein), y que este anudamiento no
deja en sí huellas de recuerdo. Estas percepciones tienen su
fuente en los órganos sensoriales, en verdad en el cuerpo entero.
Para que ellas encuentren sus primeras inscripciones
(Niederschrifteri) es necesario que otro se inmiscuya en ellas, que
haga signo de que hay allí algo interesante, satisfactorio, incluso
vital para percibir: una presencia, una ausencia, un resplandor,
un seno suelto no identificado, un olor, un mechón de pelo como
un anuncio, el golpe de una puerta que se cierra, el eco de una
voz que tampoco se identifica ya que el propio grito allí tiene
incluso función. Dicho de otro modo, estas primeras ins-
cripciones, signos de percepción, que asocian por simultaneidad
(Gleichzeitigkeitassoziation)u lo visto, lo oído y lo experi-

14. Sigmund Freud, Proyecto de psicología, capítulo 11, "La experiencia de


satisfacción" [GW, Nachtragsband, pp. 410-412 (AE, I, pp. 362-4].

Akoglaniz
34 • Pulsión y ficción

mentado son signos del Otro, signos que desencadenan la


atención (Aufmerksamkeit) del aparato psíquico, que lo po-
nen en alerta y que, gracias a la sobreinvestidura, preparan la
segunda inscripción cuyos elementos se asocian por causali-
dad. Esta segunda inscripción por causalidad es, tanto como
la primera, inaccesible a la conciencia, de donde el nombre
Unbewufitein, en la "Carta a Fliefi N° 112 [ex 52]", que va a
convertirse en el Unbewufite de la metapsicología. Es allí donde
anidan las Sachvorstellungen, nuestros famosos representan-
tes de la representación. La tercera inscripción {Umschrift)
tiene el nombre de pre-consciente (Vbrbewufitein); es el do-
minio de las Wortvorstellungen, de las representaciones de
palabra, es nuestro Ich oficial, es el quicio de acceso a la con-
ciencia pero también del retorno directo a la percepción. Hay
en efecto muchas cosas que uno percibe sin siquiera saber que
las percibe, sin tener de ellas ni el menor recuerdo. Cuando
un elemento de una inscripción no está traducido al len-
guaje de la siguiente, cuando hay denegación de traducción
de una fase a la otra, la excitación (Erregung) va a mante-
nerse siguiendo las reglas de funcionamiento de antes, dicho
de otro modo, ella intentará siempre hacerse escuchar pero
en una especie de lengua extranjera: Freud llama a esto una
supervivencia, un anacronismo. Esta denegación de traduc-
ción es la represión, exactamente tal como uno dice ser re-
chazado (refoulé) en la frontera. El conjunto de esas represen-
taciones reprimidas en la frontera forman el inneres Ausland,
el país extranjero interior.
Entonces, así son las cosas: nada es accesible al hombre
más que a través de la representación, representación en sí

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 35

ya siempre incompleta y que necesita la función del Otro,


falla temporal ya inscripta en el acto de nacimiento, hueco
del objeto. Y para arreglarlo todo, una parte de esta represen-
tación habla una lengua extranjera. ¡No podríamos decir pre-
cisamente que las cosas se presentan como una promesa de
felicidad!
En el segundo párrafo del capítulo III de Lo inconsciente,
Freud afirma que la oposición consciente-inconsciente no se
aplica a la pulsión. Una pulsión nunca puede volverse el ob-
jeto de la conciencia, únicamente puede hacerlo la represen-
tación (Vorstellung) que la representa (reprasentiert). Pero tam-
bién en el inconsciente, ella no puede estar representada más
que por la representación. Si una pulsión no se adhiriera a
una representación o no viera la luz en tanto afecto, no po-
dríamos saber nada de ella. Hablar entonces de moción pul-
sional inconsciente o reprimida es una negligencia en el em-
pleo de los términos: se trata de una moción pulsional cuyo
representante de la representación es inconsciente. La pri-
mera fijación (Fixierung) de una pulsión a un representante o
a representantes de la representación es lo que se llama re-
presión originaria (Urverdrángung) concepto sobre el cual, se-
gún Freud, es necesario hacer la hipótesis15: este o estos re-
presentantes ven denegado el acceso a lo consciente. La re-
presión originaria es entonces un operador, una especie de
mito que da una forma hueca de eso que es, por definición,
inaccesible. Es a partir de este ombligo que va a desenrollarse

15. Sigmund Freud, Die Verdrangung, Studienausgabe, tomo III, Frankfiírt,


Fischer Verlag, 1982, p. 109, (8o párrafo) [La represión, AE, XIV, p. 143].

Akoglaniz
36 • Pulsión y ficción

el hilo de la vida pulsional con más o menos nudos y enma-


rañamientos. Pero el problema es que estos representantes
de la representación son bífidos: hay representación (Vorstellung)
más un quantum de afecto (Affektbetrag).

En las discusiones precedentes, hemos tratado la represión


de un representante pulsional (Triebreprasentanz) y entendí-
amos por eso una representación (Vorstellung) o grupo de re-
presentaciones que, a partir de la pulsión, es investido por
un quantum determinado de energía psíquica (libido, inte-
rés). La observación clínica nos obliga ahora a descompo-
ner esto que hemos concebido hasta el presente como una
unidad, ya que nos muestra que algo diverso que representa
a la pulsión se toma en cuenta junto a la representación
(Vorstellung) y que este algo diverso sufre un destino de re-
presión que puede ser completamente diferente al de la re-
presentación (Vorstellung). Para este otro elemento del re-
presentante psíquico, ha pasado a usarse el nombre de quan-
tum de afecto (Affektbetrag); corresponde a la pulsión en la
medida en que ella se ha soltado de la representación y en-
cuentra una expresión conforme a su cantidad en procesos
que se experimentan como afectos. Desde ahora, cuando des-
cribamos un caso de represión, será necesario que sigamos
separadamente esto que, a partir del hecho de la represión,
adviene de la representación y de la energía pulsional que
se adhiere a ella16.

De haber cerrado, un día, la mano sobre el vacío, nuestro


hombrecito de hace un rato, que se ha hecho grande, no sabrá

16. Ibidem, p. 113 (17° párrafo) [Ibidem, p. 147].

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 37

nada incluso si, cuando empiece a hablar, nombra este vacío


entre cada una de sus palabras. A menos que el dolor de exis-
tir, que habrá tomado para él la forma de algún síntoma in-
conciliable, no lo empuje a un diván. Y allí, será devuelto a sus
Sachvorstellungen, a sus representaciones pulsionales inconci-
liables y esto a través del intermediario de Wbrtvorstellungen.A
fuerza de pasar y volver a pasar por los caminos abiertos, di-
cho de otro modo, por los desfiladeros de los significantes, al-
gunas representaciones, por haberse atrevido a dejarse ser,
van a desafectarse y, de golpe, a tomar su lugar en la cadena de
significantes, allí donde estaban marcadas por un blanco. En
lengua freudiana se diría que están entonces ligadas en un con-
texto más grande, o gebandigt, cercadas. Pero, al mismo tiempo,
algunas faltas de gramática o de ortografía, de alguna manera
faltas de atención del aparato psíquico, podrán ser corregidas
por el efecto de la atención (flotante, desde luego) del analista
que, subrayando tal o cual palabra, fonema, equívoco, etc., va
a atraer la atención del aparato psíquico que, quizá, verá el error.
Se sabe que las faltas de atención pueden haber estado provo-
cadas por la efracción que producen el pavor, un exceso de
displacer pero también eso que Freud llama la Sexualentbindung,
libramiento17 sexual, cosas que vienen a perturbar los proce-
sos de pensamiento del aparato psíquico. En el Proyecto, Freud

17. La Sexualentbindung que la autora traduce al francés como "déliaison


sexuelle", por nuestra parte, en Primera clínica freudiana, lo hemos traducido
como "libramiento" (Buenos Aires, Imago Mundi, 2003, p. 90, nota 8). Lo
que es librado (lo que se desprende, emana, se libera) permanece en el apa-
rato como algo perturbador, y le exige un trabajo para el que, en general, éste
no está preparado. [J.C.C.]

Akoglaniz
38 • Pulsión y ficción

distingue varias clases de errores: primero, por ignorancia, erro-


res que son el patrimonio común a todos los humanos puesto
que "el inconsciente es lo psíquico real (real) para hablar con
propiedad que, por su naturaleza interna, nos es tan descono-
cido (unbekannt) como lo real del mundo exterior y nos está
dado por los datos de la conciencia de manera tan incompleta
(unvollstandig) como el mundo exterior a través de las infor-
maciones de nuestros órganos de los sentidos"18; luego, falta
por ausencia de atención: el Ich abandona entonces las repre-
sentaciones a su suerte; y, por fin, errores lógicos. Todos estos
errores van a perturbar el accionar poniendo trabas en la ocu-
rrencia de la acción específica, por ejemplo lentificándola. Y,
no lo olvidemos, forman parte de los procesos psíquicos nor-
males: uno lo sabe, no hay vida sin displacer. Y lo vemos: aun
cuando uno quisiera hacerlo, es imposible decir la verdad so-
bre lo verdadero.
De algún modo, el analista va a resignarse a los signifi-
cantes que han determinado al analizante sin que él lo sepa,
va a dejarse hacer por las mañas del Otro que él encarna por
un tiempo. A fuerza de pasar y de volver a pasar, un cierto
número de faltas podrán ser corregidas19 y, poco a poco, la
Cosa va a desecarse, para gran alivio del analizante, pero no
sin cierto precio a pagar. Ya que cuanto más empalidece la

18. Sigmund Freud, Die Traumdeutung, Gesammelte Werke, tomos II-III,


Frankfurt, Fischer Verlag, 1976, pp. 617-18, Capítulo 7 [La interpretación de los
sueños, AE, V, p. 600].
19. Vgr. la coordinación del objeto, mencionada más arriba: ¿las escansio
nes, cortes operados por el analista, no pueden llevar a cabo una des-coordi
nación?

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 39

Cosa, más viva se hace la luz de la abertura que se abre sobre


la imposible subjetivación de la realidad sexual, verdad en-
mascarada por el fantasma. Verdad enmascarada también por
el hecho de que el analista sea ya la representación del objeto
a, puesto que siendo el que hace las veces del Otro, hace
función de voz, de mirada, de mama, etc. Entonces, un día,
el analizante, de tanto y tanto haber tendido la mano hacia
esta presencia, será el vacío lo que atrape pero un vacío nuevo,
si uno puede decirlo, un vacío "advertido" de esto, de que la
repetición es tentativa de repetir esta marca primera que, jus-
tamente por ser marca primera, necesariamente escapa.
Mientras tanto, aprendiendo la lengua extranjera de su inne-
res Ausland, el analizante habrá podido establecer con éste
relaciones de libre circulación en lugar de la exclusión en el
interior que había antes. Podría decirse que de ahora en ade-
lante tiene acerca de esto un saber del cual él es cómplice; es
la palabra que utiliza Lacan para hablar del pasaje del saber
a lo consciente20. Agrega que es ser co-dimensional con eso
que este saber comporta. Cómplice es una palabra extraña
que evoca a la vez la tierna connivencia y la culpabilidad.
Esto que ese saber comporta es, entre otras cosas, que el
hueco del objeto y el hueco del llamado a los cuales, en de-
finitiva, se reduce la demanda no son más que una sola cosa,
poniendo así a plena luz esta abertura que, desde siempre, ya-
cía en el ser y el tener. Lo que se llama castración es el signo

20. Jacques Lacan, Le Séminaire, HvreXV, L'acte analytique, séance du 13


mars 1968, inédit [El Seminario, libro XV, El acto analítico, lección del 13 de
marzo de 1968, inédito].

Akoglaniz
40 • Pulsión y ficción

de esta abertura; es, dice Lacan, su solución más elegante. Por haber
pasado por allí, por haber experimentado que la captura del deseo
no es nada más que un des-ser, por haber reconocido esta abertura
como propia, uno por eso queda marcado; y cada vez que esta
marca vuelve, se produce una especie de aspiración de vacío, de
pequeño síncope. Es por eso que, en la recuperación de aliento
que sigue, no queda nada más que inventar. No hay acto sin
deseo, ¿no es cierto?

Akoglaniz
¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 41

Esquema que figura en la Monografía sobre las afasias21

Object-

Associationer

/r~\
acust.

Fig. 8 [del trabajo sobre la afasia] Esquema


psicológico de la representación de palabra.

La representación de palabra aparece como un complejo de representación


cerrado, la representación de objeto -por el contrario- como un complejo
abierto. La representación de palabra no está anudada por todos sus ele-
mentos a la representación de objeto sino solamente por la imagen sonora.
Entre las asociaciones de objeto, son las visuales las que representan (ver-
treten,)22 el objeto de la misma manera que la imagen sonora representa
(vertritt) la palabra. Los vínculos de la imagen sonora de palabra con otras
asociaciones de objeto además de las visuales no se reportan.

21. Este esquema figura en el anexo C del texto El Inconsciente, en el tomo


3 de la Studienausgabe (edición roja) de las obras de Freud, Fischer Verlag, p.
172 [AE, XIV, p. 212 (Apéndice C. Palabra y cosa)].
22. Freud utiliza aquí el verbo vertreten y no vorstellen. Vertreten significa
Akoglaniz
representar en el sentido de reemplazar, delegar, suplir. [N. de T.]
Akoglaniz
Ida y vuelta o los colores de
la pulsión1

Voy a tratar de ubicar en el análisis del pequeño Hans lo que


más tarde será formalizado en los grandes textos de la
Metapsicología, dicho de otro modo, de ir a buscar, en parti-
cular en Pulsiones y destinos de pulsión pero también en Inhibición,
síntoma y angustia, las herramientas para volver mejor al pe-
queño Hans. En suma, una lectura en futuro anterior. Freud
empezó la redacción de Pulsiones y destinos de pulsión, que
abre la Metapsicología, en marzo de 1915, o sea ocho años
después de la publicación del análisis de Hans; Inhibición,
síntoma y angustia fue terminado a fines de 1925: el pequeño
Hans se había convertido en un hombre. A los diez y nueve
años, en 1922, visitó a Freud y le contó que había olvidado
todo acerca de su análisis precoz. Esta ida y vuelta nos per-

1. Texto establecido a partir de una exposición hecha en el marco de las


Veladas del Cardo, en enero de 2001.

Akoglaniz
44 • Pulsión y ficción

mitirá tal vez captar mejor cómo Freud avanzó precisamente


a través de idas y vueltas entre práctica y teoría.
Se podría objetar que este análisis fue conducido de ma-
nera un poco extraña: el padre de Hans aseguraba las sesio-
nes, le rendía cuenta de ellas a Freud y Freud recibió una vez
al chico que sabía que al "Profesor" se lo mantenía informado
e incluso dictaba a su padre lo que éste debía escribirle a Freud.
Pero Freud decidió publicar este análisis. Se sabe cuánto
cuidado, qué rigor Freud aplicaba a sus publicaciones, que no
publicó todo lo que escribió, de modo que uno puede pen-
sar que este análisis era, según su criterio, "didáctico". Y, por
otra parte, su texto hormiguea de indicaciones que ponen de
manifiesto la técnica y la ética del psicoanálisis, tanto con ni-
ños como con adultos. Pero "didáctico" también para él mismo
ya que ulteriormente hará referencia a él varias veces: en Tótem
y Tabú (1912-13), en la 25" Conferencia de introducción alpsico-
análisis (1916-17) y en el capítulo 8 de Inhibición, síntoma y an-
gustia y también en el Hombre de los Lobos y, por supuesto, en
la Metapsicología.
Si uno retoma los términos de la última frase de Inhibición,
síntoma y angustia, el problema que se plantea es: ¿cuál es el
ser y la causa de la neurosis? Freud aisla tres factores en la
causa de las neurosis: un factor biológico; un segundo, filo-
genético y un tercero, puramente psicológico.
El factor biológico es lo que él llama, desde el principio
de su obra, la Hilflosigkeit, el desamparo fundamental del ser
humano.
El segundo factor es el fruto de una deducción: el desa-
rrollo libidinal es, en los humanos, una cosa bizarra que su-

Akoglaniz
Ida y vuelta o los colores de la pulsión • 45

cede en tres etapas: eclosión precoz hasta los cinco años, in-
terrupción enérgica y re-eclosión pubescente con re-anuda-
miento a los inicios. Este desarrollo debe ponerse en relación
con la historia de la humanidad: la interrupción enérgica del
desarrollo sexual, suerte de precipitado histórico, corres-
pondería al período glacial. Las exigencias pulsionales de la
sexualidad infantil son tratadas por el Ich como peligros de
los cuales es necesario defenderse, aunque las mociones se-
xuales de la pubertad corren el riesgo de experimentar la atrac-
ción de los modelos infantiles y de continuarlos en la repre-
sión. Allí está la etiología más directa de las neurosis y extra-
ñamente, dice Freud, el Ich reacciona de la misma manera
frente al contacto precoz de las exigencias de la sexualidad
como frente al contacto prematuro con el mundo exterior.
El tercer factor, puramente psicológico, debe imputarse
en la cuenta de la imperfección (Unvollkommenheit) de nues-
tro aparato psíquico que se ocupa de mantener su diferen-
ciación en un Ich y un Es, necesitada por la influencia del
mundo exterior. A causa de la realidad exterior, el Ich está obli-
gado a tratar ciertas reivindicaciones pulsionales como si fue-
ran peligros, y a defenderse de ellas. Sólo que le resulta más
difícil defenderse de los peligros pulsionales interiores que
de un fragmento de la realidad que le es extraño porque está
íntimamente ligado al Es y porque el único medio a su dis-
posición es una limitación de su propia organización y la
formación de síntoma que es un ersatz del perjuicio que le
causa así a la pulsión.
Éste es el diseño que Freud nos entrega después de treinta
años de trabajo. Se observará que los tres factores están anu-

Akoglaniz
46 • Pulsión y ficción

dados de modo conjunto por tres elementos: el desamparo


(unfertig, no terminado, unvollkommen, imperfecto), el peligro
(exterior-interior) y la pulsión (necesidad de ser amado, las
exigencias pulsionales) con, en el centro, el nudo del asunto: la
angustia. Se observará también que Freud no evoca el sú-per-yo
en el enunciado del tercer factor.
Los "instrumentos de trabajo" de la pulsión, tal como Freud los
ha distinguido, son el empuje, la fuente, la meta y el objeto. ¿Qué
hay de eso para el pequeño Hans?
El telón de fondo de toda existencia humana, esta
Hilfslosigkeit del punto de partida, me parece que, para Hans,
muestra su trama, por una parte, en su imposibilidad de resolver
el enigma del nacimiento de los niños, del papel desempeñado
por el padre en esta historia2 pero también, en el momento del
nacimiento de la hermanita que no puede caminar ni hablar sino
sólo llorar, que no tiene dientes y, peor todavía, no tiene un
Wiwimacher digno de ese nombre. Los gritos de la pequeña
Hanna por cierto lo remiten a sus propios gritos, a su propio
desamparo de bebé sustituido por el sentimiento actual de haber
sido dejado de lado por su madre. También se puede notar aquí la
perspicacia de Hans que ha comprendido bien que un ser
humano es hablado antes de su nacimiento, que está inmerso en
un baño de lenguaje:

"Yo: Pero no fue en el último año, Hanna todavía no estaba en el


mundo.

2. Sigmund Freud, Analyse derPhobie einesfünfjahrigen Kindes, Studienausgabe,


tomo VIII, p. 82 [Análisis de lafobia de un niño de cinco años, AE, X, p. 77].

Akoglaniz
Ida y vuelta o los colores de la pulsión • 47

Hans: Sí, ella ya estaba en el mundo. Cuando viajó en la cesta,


ya podía caminar, ya decía Hanna (ella puede hacerlo sólo
desde hace cuatro meses)"3.

Esta observación de Hans prueba también que él no creía


en la fábula de la cigüeña que trae a los niños. Todas las his-
torias fantasiosas que, en ese momento, le cuenta a su padre
son una venganza apenas disfrazada: piensas que soy lo bas-
tante estúpido como para creer en esta historia de la cigüeña,
muy bien, entonces yo te pago con la misma moneda. Freud,
por otra parte, está encantado con la inteligencia y el humor
de las ocurrencias del pequeño Hans y uno no puede dejar
de pensar que, con la publicación de este análisis, no le mo-
lestaba tomar revancha contra la sociedad burguesa hipócrita
y puritana de la Viena de entonces.
1 .Difícil decir algo realmente preciso sobre el empuje, pri-
mero porque para decir la verdad no se sabe de él más que es
el motor de la pulsión y que la cantidad y las variaciones de
tensión son determinantes. Pero si uno presta atención a lo
que Freud dice de Hans, puede pensarse que él tenía una cons-
titución pulsional más bien glotona. "Soy un caballo joven"
dice brincando alegremente. Su inteligencia, su vivacidad de
espíritu, su determinación en la búsqueda de respuestas a sus
preguntas que Freud subraya en varias oportunidades, son el
correlato de su precocidad sexual.
2.Freud indica que, en él, la fuente, dicho de otro modo,
sus zonas erógenas preferidas, eran los orificios excrementicios

3. Ibidem, p. 68 [Ibidem, p. 63].

Akoglaniz
48 • Pulsión y ficción

y la zona genital. En el texto mismo del análisis se los puede


situar por el número de veces en que aparecen la palabra
Wiwimacher y la palabra Lumpf. En el texto de Hans del que
disponemos, las primeras menciones de la función excremen-
ticia no son Lumpf sino la expresión Aufdieseitegehen4. Esta pa-
labra Lumpf es una creación de Hans que Freud interpreta así:
Lumpf "en lugar de Strumpf, calcetín, media, a causa de la forma
y del color. Pero podría pensarse también en Lump5, el andra-
joso, el pillo, el bribón. En efecto, Hans emplea la palabra
Gsindelwerk, que significa canallada, testimoniando así su sa-
ber sobre la función del lenguaje. Dicho esto, hay otras fuen-
tes pulsionales que están igualmente en juego en su entrecru-
zamiento con las dos principales e indican el entrecruzamiento
pulsional: por el lado oral, el Wiwimacher (ubre de la vaca que
él ve que ordeñan) de donde sale la leche y el Sajfalodi, el sa-
lame, salchicha que vuelve loco a Hans (es de la palabra Sajfalodi
de donde Hans sacó el nombre Lodi, su criatura fantasmática
preferida). Por el lado de lo visto pero también de lo oído, las
variaciones metonímicas alrededor de los colores, rojo como
el jugo de frambuesa destinado a combatir su constipación,

4. Auf die kleine (o grosse) Seite gehen, expresión familiar austríaca corres-
pondiente a la expresión francesa aller au petit coin: ir al baño, sin nombrarlo.
Seite quiere decir, entre otras muchas cosas, costado, lado; proviene del ger-
mánico sidon "das Herabhángende", lo que cuelga, y del alemán alto antiguo,
sito, "schlafl", blando. Auf die Seite entra también en otras expresiones familia-
res: jemanden auf die Seite schajfen, que significa asesinar a alguien, y etwas auf
die Seite schaffen, que significa desembarazarse secretamente de algo. Auf die
Seite treten, figuradamente, quiere decir orinar.
5 La etimología de esta palabra remite al sentido "schlaff berabhangend"
como la etimología de Seite. (Ver nota 4).

Akoglaniz
Ida y vuelta o los colores de la pulsión • 49

como la sangre del compañero que se cayó mientras jugaba al


caballito, como la sangre que, fantasmáticamente, teñiría el
cuerpo de su padre sobre quien él habría disparado con el fu-
sil6, como el agua enrojecida por la sangre de la escupidera
que él mira cuando entra en la habitación de su madre, des-
pués del parto, rojo como la cesta de la cigüeña que está vin-
culado a un resto de lo visto en su primer libro de imágenes;
negro, como el contorno de la boca del caballo, como el bi-
gote y los anteojos y el vello del pecho del padre, como el Lumpf,
como los dos caballos que arrastran el pesado carruaje de trans-
porte de muebles, como los calzones de la madre, y su vello pu-
biano pero también como los ojos y el pelo de Lodi; blanco
como el caballo que quiere morderlo y como el padre entre-
visto con el torso desnudo que Hans encuentra tan bello. Sin
olvidar el amarillo del calzón de la madre y del pis. Lo visto,
lo oído y el pis-caca pero también el coito están igualmente
anudados en el Krawallmacherf.
3. y 4. La meta y el objeto. El medio de alcanzar la satis-
facción, que es la meta de la pulsión, es el objeto. Es necesa-
rio, entonces, que examinemos los dos puntos al mismo
tiempo.
Nuestro pequeño Hans extrae satisfacción de su Wiwimacher
que es, dice Freud, la parte más querida de su Ich8. Se obser-

6. Ver el lapsus repetido de Hans: scheissen, schiessen, cagar, disparar un tiro.


7. Und was solí das Krawallmachen mit den Beinen bedeuten (¿Y qué significa
hacer barullo, jaleo o ruido con las patas?) se pregunta Freud en "II. Historial
clínico y análisis", SA, VIII, p. 48 (AE, X, p. 44). [J.C.C.]
8. Sigmund Freud, Analyse der Phobie eines fünjjdhrigen Kindes, ob. cit., p.
36 [Análisis de lafobia de un niño de cinco años, ob. cit., p. 31].

Akoglaniz
50 • Pulsión y ficción

vara que Freud no dice de su cuerpo sino de su Ich. Por cierto, él aún
no ha establecido lo que más tarde va a llamar la primacía del
falo, pero allí ya está sobre su huella. "Hans es homosexual,
como todos los niños pueden serlo, completamente de acuerdo
con el hecho de que uno no puede dejar de ver, a saber, que no
conoce más que una clase de partes genitales, partes genitales
como las suyas"9. Indica, por otra parte, que su interés pulsional
por el Wiwimacher (órgano) le permite hacer la diferencia entre
los seres animados y los seres no animados y hace posible la serie:
animales grandes, padres, hermanita.
Extrae de eso, primero, una satisfacción masturbatoria, auto-
erótica, "pone los dedos ahí", dice la expresión en alemán; lo
subrayo porque vuelve a encontrarse ligada con el objeto fóbico,
el caballo: "Pero los caballos blancos muerden; en Gmunden hay un
caballo blanco que muerde. Cuando uno tiende los dedos, él
muerde. (Que diga los dedos en lugar de la mano me llama la
atención)"10. Este interés pronunciado por la zona genital hace de
Hans, dice Freud en la Epikrise, un chico completamente bien
constituido en su actividad sexual. No es un perverso. Este
placer de las zonas erógenas se obtiene gracias a otra persona, la
madre, y es así como el niño puede pasar del auto-erotismo al
amor de objeto. (Que

9. Ibidem, p. 95 [Ibidem, p. 89]. Ver también el agregado en nota de Freud, fe


chado en 1923, pp. 95-96, tomo Vm de la Studienausgabe (AE, X, p. 90, nota 6).
10. Ibidem, p. 31 [Ibidem, p. 26]. Ver también la nota 3 que concierne a la
expresión "Es beifit mich", p. 31, tomo VIII de la Studienausgabe [AE., X, p.
27, nota 7],

Akoglaniz
Ida y vuelta o los colores de la pulsión • 51

no es el caso para los homosexuales q, en el desarrollo del


auto-erotismo al amor de objeto, han quedado fijados en un
momento cercano al auto-erotismo por una sobre-estima-
ción del pene que ha fijado su elección de objeto).
Sobre un modo auto-erótico, por cierto, Hans se inventa
criaturas fantasmáticas a quienes él les haría lo que le gusta y
le ha gustado en los cuidados que le prodigaba su madre. Pero
esta madre, por eso, se ha convertido en el objeto de su amor.
Y es necesario subrayar aquí que no ha permanecido fijado a
este objeto: los compañeritos de juegos, las chicas lindas que
observa y de las que se enamora testimonian su movilidad pul-
sional. Si vuelve con intensidad al antiguo amor por su madre
es porque las ocasiones de encuentro con las chicas se habían
vuelto más escasas en Viena, a la vuelta de las vacaciones.
También extrae satisfacción auto-erótica de las funciones
excrementicias pero sin que esta meta esté muy marcada en
él. No tuvo dificultades considerables en el aprendizaje de la
limpieza. Sin embargo, el Krawallmachen hace pensar que re-
tenerse le producía satisfacción.
Es notable que Freud no emplee el término "narcisismo"
en este texto mientras que está presente en el Hombre de los
lobos. Jones cuenta que Freud, el 10 de noviembre de 1909, en
una sesión de la Sociedad de Viena, había dicho que el narci-
sismo era un estadio necesario de pasaje entre el auto-ero-
tismo y el amor de objeto. En la re-edición de 1909 de los
Tres ensayos de teoría sexual, Freud agregó una nota al pie de pá-
gina donde aparece el término narcisismo que trata sobre la
misma cuestión. Es la nota puesta a la última palabra del se-
gundo párrafo del capítulo "Objeto sexual de los invertidos".

Akoglaniz
52 • Pulsión y ficción

Se advertirá también que Freud evoca lo que será radical-


mente formalizado en Pulsiones y destinos de pulsión en cuanto
a la coordinación de la pulsión y del objeto. "Remito a lo que
he desarrollado en Tres ensayos de teoría sexual, a saber que
nos hemos representado de manera errónea la reunión de la
pulsión y del objeto como una reunión demasiado íntima"11.
Entonces, justamente, podríamos ahora acercarnos a es-
tos destinos de las pulsiones, destinos que son mecanismos
de defensa contra la pulsión.
1. Inversión en lo contrario: este destino no concierne más
que a la meta, es decir, una vez más, a la satisfacción, e im
plica dos procesos distintos: a) oposición actividad-pasividad:
mirar, meta activa, se vuelve ser mirado, meta pasiva, b) in
versión del contenido, en el caso de la transformación del
amor en odio.
2. Vuelta hacia la propia persona: este destino no concierne
más que al objeto, la meta permanece sin cambio12.
Para Hans, esto es lo que escribe Freud:

Uno de sus sueños en el primer tiempo de la represión tiene


por contenido el deseo (Wunsch) de que una de sus amiguitas
lo ayude a hacer pipí y que ella, por lo tanto, tome parte en
este espectáculo. El sueño testimonia así que el deseo ha per-
manecido no reprimido hasta ese momento [...] y que tenía
U.Ibidem, p. 95 [Ibidem, p. 90].
12. En el texto Pulsiones y destinos de pulsión Freud emplea para los dos pri-
meros modos de defensa: die Verkehrung ins Gegenteil (la inversión en lo con-
trario) y die Wendung gegen die einige Person (la vuelta hacia la propia persona).
Mientras que la inversión en lo contrario sólo atañe a las metas de la pulsión,
la inversión en cuanto al contenido se descubre en un único caso: der Verwandlung
des Liebens in ein Hassen (la transformación del amor en odio). [J.C.C]

Akoglaniz
Ida y vuelta o los colores de la pulsión • 53

el hábito de encontrar su satisfacción. La orientación activa


del placer de mirar (Schaulust) en él se liga pronto a un cierto
motivo. Cuando, de manera repetida, le hace saber tanto a su
padre como a su madre su pesar por no haber visto nunca to-
davía sus Wiwimacher, verosímilmente, es la necesidad de com-
parar la que lo empuja a eso. El Ich sigue siendo el criterio
con el cual se calibra el mundo; es comparándolo con su pro-
pia persona como uno aprende a comprenderlo13.

Aquí está, ahora, el modo en que Freud formalizará, al-


gunos años más tarde, el destino de la pulsión escópica: la)
mirar el propio cuerpo, objeto narcisista, meta activa. 1 b) mi-
rar un objeto análogo sobre un cuerpo extraño, meta activa,
abandono del objeto narcisista en el momento de la compa-
ración con el objeto extraño; 2) abandono del objeto y re-
emplazo por un fragmento del propio cuerpo, incluso el cuerpo
entero. Dicho de otro modo, el sujeto deviene el objeto pero
entonces, ¿adonde pasó el sujeto? Así, para que la nueva meta
pasiva, ser mirado, pueda ser alcanzada, es necesaria la intro-
ducción de una persona extraña que, tomada como objeto,
tome a su cargo el papel del sujeto.
En el texto de Hans, "ser mordido por el caballo-padre"
(meta pasiva) precede el "morder al padre" (meta activa) lo
cual, en apariencia, no corresponde con el orden de los tres
tiempos de la pulsión escópica tal como acabamos de verlo.
Por cierto, no se trata allí del mismo par de oposición, ver,
ser mirado, mostrarse. Se trata del par sadismo-masoquismo

13. Sigmund Freud, Analyse derPhobie einesfiinfjahrigen Kindes, ob. cit., p.


93 [Análisis de lafobia de un niño de cinco años, ob. cit., p. 88].

Akoglaniz
54 • Pulsión y ficción

que pone en juego los dos primeros destinos pulsionales,


inversión en lo contrario y vuelta hacia la propia persona; por lo
tanto, concierne a la meta y al objeto de la pulsión. El
masoquismo, dice Freud, es la vuelta del sadismo hacia la propia
persona. Pero define los tres tiempos de la pulsión de la misma
manera que lo hace para la pulsión escópica, menos el pre-estadio
auto-erótico primario. 1) Ejercicio de la violencia contra otra
persona tomada como objeto, meta activa: atormentar a otra
persona; 2) objeto abandonado y reemplazado por la propia
persona, con cambio de meta activa a pasiva: ser atormentado; 3)
una persona extraña es nuevamente buscada como objeto para
ocupar el papel del sujeto: hacerse atormentar por otra persona.
Se sabe que en esta época, la del análisis de Hans pero también la
de Pulsiones y destinos de pulsión, Freud todavía pensaba que
el sadismo estaba primero y no había inventado aún la pulsión
de muerte. Sus observaciones sobre la pulsión de agresión al final
de la Epikrise y la nota agregada en 1923 dan testimonio de esto.
Pero uno puede pensar que es la represión, el tercer destino de
la pulsión, la que juega aquí su partida. La represión ha
comenzado mucho antes que la eclosión de la fobia y mucho antes
que el empuje de represión del cual da testimonio el texto de
Hans y que se manifiesta por el detenimiento de la masturbación,
el disgusto por el pis-caca y el hecho de mirar a otros hacerlo.
Entonces, ¿qué es lo que ha sido reprimido precozmente y ha
provisto el material patógeno?
Hans ama a su tierna y linda madre (Lusi) qué profiere una

Akoglaniz
Ida y vuelta o los colores de la pulsión • 55

terrible amenaza de castración y, más tarde, rechaza las tenta-


tivas de seducción de su pequeño enamorado con cierto vigor
(Unlust). Sin embargo, cuando el padre no está allí, durante
las vacaciones en Gmunden, ella lo acepta de buen grado en
su cama (Lust). Cuando el padre está allí, es él el que lo aleja
(Unlust) y Hans tiene un rival de talla a quien le gustaría mu-
cho dejar de lado, matar, para hacer con su madre (Lust) lo
que el padre le hace a ella, lo que le ha hecho con su gran per-
foradora (Lust) que lo puso en el mundo a él y a esta maldita
hermanita (Unlust). Sí, pero este padre ha sido un caballo bueno
sobre el cual Hans se ha divertido mucho, y además estos ani-
males grandes tienen un Wiwimacher muy interesante y aún
más, el mismo Hans es un joven caballo (Lust). Donde uno re-
encuentra una de las polaridades de la vida psíquica, Lust- Unlust,
siendo las otras dos sujeto-objeto y activo-pasivo.
Lo que ha sido reprimido, dice Freud, son los sentimien-
tos de celos hostiles hacia el padre y las impulsiones sádicas
hacia la madre que corresponden a la intuición del coito. La
prueba de que estas mociones han sido reprimidas muy tem-
prano es la compasión (Mitleid) de la cual Hans ha dado prue-
bas muy temprano cuando veía azotar a los caballos o llorar
a alguien pero también sus ganas, expresadas más tarde, esta
vez conscientemente, de azotar a los caballos. La piedad no
es una inversión del sadismo en masoquismo como podría
pensarse ya que esto quiere decir sufrir con, es una forma-
ción reactiva contra la pulsión.
De este modo, y a condición de tener en cuenta el des-
plazamiento (Verschiebung) padre-caballo, nuestros tres tiem-
pos de la pulsión recaen sobre sus pies teóricos: 1) morder,

Akoglaniz
56 • Pulsión y ficción

matar al padre tomado como objeto, meta activa; 2) ser mordido,


ser matado, abandono del objeto y reemplazo por la propia
persona, meta pasiva; 3) ser mordido por el caballo, el padre,
persona extraña de nuevo buscada como objeto que toma el papel
del sujeto.
Anotemos de paso que, en este ida y vuelta pulsional -sujeto,
objeto, sujeto- encontramos la gramática del fantasma.
Aquí, en principio, habría que examinar la cuestión de la
angustia, tal como se presenta en el análisis del pequeño Hans ya
que es un afecto y la represión, justamente, tiene por efecto separar
la representación pulsional del afecto que se enlaza con ella. Pero
será para otra vez. Diré solamente que ya se ve despuntar aquí que
la angustia es en definitiva angustia de castración incluso si
Freud no ve en ella, en esta época, más que una transformación
de la libido no satisfecha. Notemos también que el Wiwimacher
permite a Hans hacer la diferencia entre seres animados y no
animados. Podría pensarse que, para él, ser castrado, perder su
Wiwimacher, es equivalente a estar muerto, a volver a lo
inanimado. Se sabe que este retorno a lo inanimado es, para
Freud, a partir de 1920, obra de la pulsión de muerte.
Gracias a la flexibilidad y a la equivocidad de los anuda-
mientos asociativos, dicho de otra manera, de la cadena sig-
nificante, pero también porque la represión sólo se ha logrado
imperfectamente, el compromiso que ha tramado la fobia es el
siguiente: el caballo es el paradigma {Vorbild) del placer del
movimiento {Bewegungslust), el coito es un placer del
movimiento; como está prohibido con la madre, el placer del
movimiento será limitado por el caballo elevado a la dig-

Akoglaniz
Ida y vuelta o los colores de la pulsión • 57

nidad de símbolo (Sinnbild) del terror (Schrecken)H. El caba-


llo que impide salir a Hans le permite no abandonar su ob-
jeto de amor pero, al mismo tiempo, impide el coito con ella
y vuelve inofensivo (unschddlich) al pequeño enamorado.
Queda el cuarto destino de la pulsión, la sublimación. Freud
sólo habla de esto en una pequeña nota: "El padre ha obser-
vado incluso que, simultáneamente con la represión, sobre-
vino en él una punta de sublimación. Muestra desde el prin-
cipio de su estado de angustia un interés acrecentado por la
música y desarrolla sus dotes hereditarias para la música".
Max Graf (1875-1958), el padre de Hans, era musicólogo y
escritor, amigo de Freud y miembro de la Sociedad de los
Miércoles. Herbert Graf, el pequeño Hans, en efecto, se con-
virtió en un célebre director y régisseur de ópera15. Parece,
entonces, que la sublimación ha tenido éxito en tanto la fo-
bia y el análisis han sucumbido -ambos- a la amnesia. El único
elemento que tendríamos es esta punta de sublimación que
se produce al mismo tiempo que la represión de sus compo-
nentes sexuales dominantes y, dice Freud, no son ellos los que

14. El terror, por la parte de sorpresa que comporta, no permite al aparato


psíquico prepararse (Angstbereitschafi) y representa así una efracción brutal de
éste, que moviliza una gran parte de la energía psíquica para hacerle frente. La
consecuencia es su empobrecimiento, un vaciamiento del resto del aparato
psíquico que se expresa a veces por el sentimiento de que algo "se ha conge
lado en sí".
15. Ver Francis Rizzo, "Memorias de un hombre invisible", en Psicoanálisis
con niños, hoy 1, Buenos Aires, Imago Mundi, 2007, pp. 169-206. Se trata de la
entrevista que, en 1972, Francis Rizzo le realiza a Herbert Graf un año antes
de su muerte y que la revista Opera News publica en cuatro entregas (5, 12, 19
y 26 de febrero). Nos enteramos, a poco de comenzar el diálogo con el perio
dista, de que Herbert Graf es, ya adulto, el pequeño Hans. 0.C.C.]

Akoglaniz
58 • Pulsión y ficción

han provisto el material para los síntomas, el contenido de la fobia.


"El dominio a través de la sublimación, a través de la de-
rivación de las fuerzas pulsionales sexuales de metas sexuales sobre
metas culturales más elevadas es algo que sólo una minoría
consigue y, aun así, de manera intermitente. [...] La mayor parte de
los otros se vuelve neurótica o experimenta algún daño", escribe
Freud en 1908, en "La moral sexual 'cultural' y la nerviosidad
moderna". El pequeño Hans, que provoca la admiración de Freud,
y la mía, por su inteligencia, su pertinencia, su coraje y su gusto
por la verdad, quizá forme parte de esta minoría.

Akoglaniz
La angustia1

Desde los primeros segundos de nuestra existencia, sabemos


que no hay vida sin angustia. No hay nada que nos sea más fa-
miliar y, como todo lo que nos resulta más familiar es, de he-
cho, extraño y complicado. Y además, provoca cosas raras:
puede hacernos sudar, palpitar el corazón, palidecer mortal-
mente; nos corta la respiración o nos afloja las piernas, hace
un nudo la garganta, deja la boca seca; también puede hacer
que uno pegue alaridos o quiera golpearse la cabeza contra la
pared, incluso tirarse por la ventana; puede hacer que el estó-
mago dé un vuelco o causar anginas insidiosas a repetición. Y
con razón porque la palabra angina es de la misma familia
que la palabra angustia. Angustia viene del latín, angustia, de-

1. Este trabajo se apoya en dos exposiciones hechas en el marco de las Tardes


clínicas, el 31 de mayo de 2003, en París, y del Seminario del Cardo, el 29 de
junio de 2003, en Aix-en-Provence.

Akoglaniz
60 • Pulsión y ficción

rivada de angustus, estrecho, apretado, y significa "desfiladero


estrecho" y, en sentido figurado, "situación embarazosa", "di-
ficultad, molestia". En síntesis, eso toma el cuerpo, lo afecta,
es una señal y una señal que no engaña: el aparato psíquico está
claramente en situación de movimiento. Como decir que la
angustia es la compañera más fiel de nuestra vida cotidiana.
Es verdad que también puede ser una compañera embarazosa
y desagradable. Por otra parte, es lo intolerable de sus accesos
y de sus excesos lo que puede empujar a alguien a emprender
un psicoanálisis.
Para empezar, voy a apoyarme en la primera parte de la
Conferencia "Angustia y vida pulsional", la 32a Conferencia,
escrita en 1932 en el marco de la "Nueva serie de Conferencias
de introducción al psicoanálisis" porque es el último estado
de la posición de Freud en cuanto a la angustia. Lacan, que
antes de ser lacaniano fue primero freudiano, se apoyó por lo
tanto en la teoría de Freud para avanzar mejor. En particular,
haré referencia al Seminario "La angustia", de 1962-1963.
Comencemos por algunas observaciones de vocabulario.
Freud distingue los tres términos que en la lengua corriente
designan lo que podría alinearse bajo el término general de
temor. Die Angst, el temor, la angustia: esta palabra, dice, se
refiere al estado y hace abstracción del objeto {sieht vom Objekt
ab). La angustia es preparada por la Angstbereitschaft, disposi-
ción para la angustia, estado de alerta del aparato psíquico,
importante función de éste aislada por Freud en el "Proyecto",
muy al principio de su obra. Die Furcht, el miedo, dirige su aten-
ción sobre el objeto. Con der Schreck, el terror, lo repentino
del peligro no le permite a la Angstbereitschaft ponerse en su

Akoglaniz
La angustia • 61

lugar. Podría decirse que, en cierta forma, la angustia protege


del terror. El terror implica, en efecto, una invasión por dis-
placer de alta tensión, una perturbación del aparato psíquico
que no tiene tiempo de preparar un cese del fuego y puede,
entonces, dañar su funcionamiento provisoria o perdurable-
mente. Se ve, por lo tanto, la importancia de la función de la
angustia. El miedo, si puedo decirlo, es el más tranquilo, el más
civilizado de los tres términos: el objeto está identificado, se
sabe aproximadamente qué se puede esperar, tanto más por-
que muy a menudo hay un agente también identificado que es
el que inspira este miedo: un Dios, un padre, una autoridad que
hace ley. El miedo protege del acceso de angustia. Es la astu-
cia que utiliza la fobia, por ejemplo: el miedo al caballo es,
para el pequeño Hans, un medio de evitarse la angustia. La
angustia, de algún modo, se ubicaría entre miedo y terror.

La posición freudiana anterior a la segunda tópica puede


resumirse en cuatro puntos:
1. La angustia es un afecto que se produce en el nivel del
Ich. Un afecto es la reunión de sensaciones de la serie Lust-
Unlust (placer-displacer) con las inervaciones de descarga co-
rrespondientes y la percepción de estas sensaciones. El equí-
voco de la palabra afección2 en la lengua francesa es un buen
ejemplo de esto. El modelo de la angustia es la angustia del
nacimiento, angustia tóxica por la puesta en marcha del sis-
tema respiratorio en el nacimiento.

2. Como en castellano, en francés afección tiene el doble sentido de afecto


y de dolencia. [N. de T.]

Akoglaniz
62 • Pulsión y ficción

2. El desarrollo de angustia es equivalente a la repetición


de un antiguo trauma y allí se presentan dos posibilidades:
a. el desarrollo se limita a una señal y esta señal es adecuada.
Cuando un daño amenaza desde el exterior, la señal
permite la huida o la defensa. A esta angustia, Freud le
da entonces el nombre de Realangst, angustia real;
b el antiguo trauma mantiene su fuerza, la angustia se de-
sarrolla pero es agotadora y paralizante y, además, es
inadecuada para el tiempo presente. A ésta, Freud le
da el nombre de angustia neurótica;
3. La angustia neurótica es objeto de tres distinciones:
a una ansiedad general, libremente flotante: es la an-
gustia de espera;
b una angustia ligada a contenidos de representación de-
finidos: es la de la fobia;
c. la angustia que se encuentra en la histeria y en otras
neurosis severas.
Allí, Freud plantea dos cuestiones: ¿Qué se teme en la an-
gustia neurótica? ¿Cómo acercar la angustia neurótica a la an-
gustia real frente a un peligro exterior? Respuesta: en los tres
casos, la libido no satisfecha se transforma en angustia, con
mención particular para la neurosis severa en la que inter-
viene la represión. La represión transpone (entstellt) la repre-
sentación y separa los quanta de afecto de la representación.
Los quanta de afecto se transforman en angustia, ya sea que el
contenido de la representación sea de amor o de agresión.
4. ¿Cuál es la relación entre la angustia y el síntoma? El
desarrollo de la angustia y la formación de síntoma se suplen
y se reemplazan uno al otro. El agorafóbico, por ejemplo, de-

Akoglaniz
La angustia • 63

sarrolla su angustia de la calle para evitarse el acceso de an-


gustia. Allí se trata de una inhibición, es decir de una limita-
ción de las funciones del Ich. Otro ejemplo: si se le impide a
un obsesivo que proceda a su ceremonial de lavado, será to-
mado por un intolerable acceso de angustia. Por lo tanto, la an-
gustia es primero, después viene la formación de síntoma.

Freud concluye de este modo el resumen de la 25a


Conferencia (1915-1916): lo que uno teme es, de hecho, su
propia libido. Ya que, a diferencia de lo que está en juego en
la angustia real, frente a las mociones pulsionales interiores,
no hay huida posible como sucede frente a los peligros exte-
riores. La angustia, en tanto señal de un nuevo peligro, está
al servicio de la auto-conservación. La formación de sín-
toma es una manera de ligar la angustia psíquica.

Veamos ahora el nuevo estado de las cosas después del


montaje de la segunda tópica:
1. Nuestra personalidad psíquica se descompone en tres ins-
tancias: el Über-Ich, el súper-yo, el Ich, el yo3, y el Es, el ello.
Esta nueva tópica implica que el lugar de la angustia es el Ich
y sólo él, es él el que la produce y la siente. Y las tres clases de
angustia que este Ich siente corresponden a las tres instancias
de las que él depende: la angustia real viene de su dependen-
cia en relación con el mundo exterior, la angustia neurótica de
su dependencia con el Es, y la angustia moral, Gewissensangst,
de su dependencia con relación al Über-Ich. Por lo tanto, la

3. Moi, en francés en el original. [N. de T.]

Akoglaniz
64 • Pulsión y ficción

angustia es primero y es ella la que hace que exista represión


y no a la inversa, como Freud pensaba antes. Freud da un ejem-
plo: el chico experimenta angustia frente a una reivindicación
libidinal, el amor por su madre. Siente este amor como un pe-
ligro interior al que debe sustraerse renunciando a este ob-
jeto. ¿Por qué? Este amor acarrearía un peligro exterior. El
peligro pulsional interior revela ser la condición y el preludio
de una situación de peligro real exterior. Y este peligro es la
castración. De ese modo, la angustia real se experimenta en el
momento del nacimiento ya que significa la separación de la
madre y esto, sobre un fondo de desamparo primordial,
Hilflosigkeit, pone al niño -para quien la pérdida del objeto (de
amor) es un peligro real- en la dependencia de otro para su
supervivencia. Uno recordará en este sentido al apólogo de
Lacan sobre la mantis religiosa y también a estos "gigantes"
que son los adultos para el niño muy pequeño. Más tarde, lle-
gará la angustia de castración y su equivalente que es la pér-
dida de amor y, por fin, la angustia moral frente a las exigen-
cias del Über-Ich, exigencias indispensables para la vida social.
2.¿Cuáles son las relaciones entre la angustia y la repre-
sión? ¿Por qué proceso una represión tiene lugar bajo la in-
fluencia de la angustia?
Cuando el Ich observa que la satisfacción de una reivindi-
cación pulsional traería consigo una situación de peligro de la
cual él tiene el recuerdo, utiliza la técnica del pensar normal4.
Envía globos de ensayo, pequeñas cantidades de energía para

4. Sigmund Freud, Proyecto de una psicología, parte III: "Intento de figurar


los procesos "normales", AE, I, p. 408 [Versuch, die Normalen, Vorgánge dar-
zustellen, III Teil, GW, Nachtragsband, p. 451].

Akoglaniz
La angustia • 65

probar la realidad, de algún modo para probar las capacidades


de resistencia del enemigo. De esta manera, anticipa la satis-
facción de la moción pulsional, podría decirse que le pone un
señuelo al Es, envía luego la señal de angustia y pone en ca-
mino, así, el todopoderoso automatismo del principio placer-
displacer que va a proceder a la represión de la moción pulsio-
nal peligrosa.
Pero allí tampoco resultan sencillas las cosas. O bien el ac-
ceso de angustia se desarrolla completamente y el Ich se re-
tira de la moción pulsional escandalosa. O bien el Ich reem-
plaza la investidura de ensayo por una contra-investidura y
allí nuevamente se presentan dos soluciones: o bien se forma
un síntoma, o bien una formación reactiva va a venir a refor-
zar ciertas disposiciones y será acogida en el Ich como alte-
ración (Veránderung) perdurable.
Cuanto más se limite el desarrollo de angustia a una sim-
ple señal, más equivaldrá la reacción de defensa a un enlace
psíquico de lo reprimido y uno se aproximará más a un modo
normal de tratar el conflicto. De donde el interés, en la cura,
por hacer bajar la angustia, por no dejar que se vuelva dema-
siado invasora. De este modo, Lacan recomienda: "En la ex-
periencia es necesario canalizarla y, si se me permite la ex-
presión, dosificarla, para que no nos abrume. Esta dificultad
es correlativa de la dificultad que existe en conjugar el sujeto
con lo real [...]**•

5. Jacques Lacan, Le Séminaire, HvreXI, Les quatre concepts fondamentaux de


lapsychanalyse, 29 janvier 1964, París, Seuil, 1973, p. 41 [ElSeminario, libro 11,
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, 29 de enero de 1964, Buenos
Aires, Paidós, 1993, p. 48].

Akoglaniz
66 • Pulsión y ficción

El "carácter" sería, por lo tanto, de hecho, la manera en que


el Ich se las arregla con la pulsión y dependería de la incorporación
de la instancia parental precoz, es decir, el súper-yo, de las diversas
identificaciones más tardías y de las identificaciones surgidas de
relaciones de objeto abandonadas.
3. ¿Qué pasa entonces en el Es? ¿En qué se convierte la ener
gía, la carga libidinal de la excitación? ¿Cómo se la utiliza?
La señal de angustia ha despertado el gran principio placer-
displacer que reina como amo y señor sobre los procesos en el
Es. La moción pulsional, por lo tanto, va a tener que sufrir serias
alteraciones, es decir que no podrá ponerse a reclamar
satisfacción tal como era. O bien permanece reprimida,
conservando su investidura libidinal y quedará bajo la constante
presión represora del Ich. O bien será destruida por completo en
el Es ya que su libido ha derivado definitivamente hacia otros
caminos (Bahnungen). Esta sería la salida normal [ideal] del
complejo de Edipo, ser no solamente reprimido sino destruido.
De hecho, la experiencia muestra que la represión no logra un
éxito tan completo. La señal de angustia inicia en el Es una
regresión de la organización libidinal. El ejemplo más
convincente de esto es la neurosis obsesiva donde regresión y
represión operan de común acuerdo.
4. ¿Qué ocurre entonces con el Ich}
El Ich es débil frente al Es, es su fiel servidor, hace todo lo que
puede para satisfacerlo pero, con todo, es su parte mejor
organizada, orientada hacia la realidad y con este título ejerce una
influencia sobre él, poniendo en acción el principio placer-
displacer. Pero por el acto de la represión renuncia a una

Akoglaniz
La angustia • 67

parte de su organización y la moción pulsional queda perdu-


rablemente sustraída a su influencia.
5. La angustia neurótica no es finalmente nada más que
angustia real. ¿Cuál es entonces el peligro?
El peligro tiene un nombre, es el trauma, dicho de otro modo,
el fracaso del principio de placer. Cuando la excitación está bajo
alta tensión, la descarga no es posible, lo cual provoca displacer.
Lo que es traumático es la magnitud de la suma de excitación.

La conclusión de Freud es que hay dos orígenes, Herkunft6, de la


angustia: I. es consecuencia directa de un trauma cuyo modelo es
el del nacimiento; II. es una señal que advierte que la repetición
del trauma amenaza.
Éstas son las tres palabras que quedan al final de esta ex-
posición de la angustia hecha por Freud: angustia real, trauma y
señal. Donde se advierte, de paso, que al final de cuentas para
Freud la distinción interior/exterior queda abolida, podría decirse
en lacaniano, sobre una modalidad moebiana y no quedan más
que las relaciones del sujeto con el Otro.
Es a partir de allí que Lacan va a retomar la cuestión y decir
que, en la angustia, el sujeto es afectado por el deseo del Otro.
Como es imposible rehacer aquí todo el camino de su seminario
sobre la angustia, me contentaré con algunas observaciones. Que
la angustia sea un afecto del sujeto, una señal, una señal que no
engaña, que esta señal sea una intro-

6. No se trata del origen en el sentido de lo originario que estaría indicado


por el prefijo Ur-, sino del origen en tanto lugar de donde una cosa viene.

Akoglaniz
68 • Pulsión y ficción

ducción a la falta, que la angustia sea primero, y que sea asunto


de real, eso Lacan lo martillea después de Freud. Lo que tam-
bién martillea es que la angustia no es sin objeto. Es ahí, con
esta cuestión del objeto, donde las cosas se complican un poco
entre Freud y Lacan. Freud, lo hemos visto, dice que la an-
gustia, contrariamente al miedo, desvía su mirada del objeto,
que hay en la angustia una especie de indeterminación del
objeto, del sin objeto (Unbestimmtheit, Objektlosigkeit) y, sin
embargo, que es la pérdida de objeto (Objektverlust), el he-
cho de que el objeto me falte, que falte al llamado (das Vermissen
des Objektes) lo que constituye el peligro que señala la angus-
tia. Por lo tanto, si hay pérdida, falta de objeto, es porque
objeto hay en esta historia de angustia pero no bastante. Ahora
bien, Lacan dice que la angustia es cuando la falta me falta,
es decir, cuando hay demasiado objeto. Entonces, el pote de
la angustia, ¿está a medias vacío o a medias lleno? En todo
caso, eso se ve, es muy cierto que la angustia no es sin objeto.
El exceso de la falta que me falta debería quizá situarse en el
trauma freudiano, en este exceso de excitación que no pu-
diendo descargarse hace tapón. Este exceso de excitación se-
ría el equivalente de un exceso de goce que obliga al sujeto a
renunciar a algo, a soltar algo. Es, me parece, lo que Lacan
subraya cuando recuerda que el pequeño Hombre de los Lobos
ha soltado caca en el momento en que estaba sumergido por
el trauma de la escena primitiva. El no... sin de la fórmula
"no sin objeto" tiene también algo de indeterminado; cuando
digo -por ejemplo- "usted no es sin saber" a decir verdad no
tengo más que una vaga idea del contenido de este saber que
yo le confiero a usted. Por otra parte si la angustia, que es

Akoglaniz
La angustia • 69

primero, no es sin objeto, es que el objeto ya estaba allí pero


perdido desde siempre para Freud, caído del sujeto para Lacan: causa
del deseo. Lacan, por otra parte, explícita el peligro cuya señal es la
angustia: "el peligro, conforme a la indicación freu-diana pero más
precisamente articulado, es lo que está ligado al carácter de
cesión del momento constitutivo del objeto a"7. En la misma
sesión, recuerda que "la angustia aparece antes de toda articulación
de la demanda del Otro" y que la primera "manifestación de la
angustia coincide con la emergencia al mundo de aquel que será el
sujeto: es el grito". Freud y Lacan dibujan así, entre los dos, la
abertura entre goce y deseo, abertura que se sustenta, lo sabemos,
en el hecho de que el cuerpo está habitado, parasitado por el
lenguaje y que el sujeto humano está, desde siempre, en la
dependencia del Otro, tomado en los desfiladeros de la demanda y
en los atolladeros del deseo, de este Otro y a este Otro.
A ese cuerpo parasitado por el lenguaje, por lo tanto, la
angustia lo afecta. Si, por ejemplo, como vimos al principio, a uno
"le corta la respiración", si uno tiene necesidad de "recuperar el
aliento", es porque le ha sido tomado, es que uno lo ha perdido,
¿no es así? Es algo que uno oye decir a algunos analizantes con
bastante frecuencia al principio de la sesión. ¿Sería acaso el
presentimiento del encuentro con algo que se sabe sin saberse lo
que les había cortado la respiración? Esto sí que es una señal,
entonces. Freud evocaría el modelo

7. Jacques Lacan, Le Séminaire, HvreX, "L'angoisse, séance du 3 juillet 1963,


non publié [El Seminario, libro X, La angustia, lección del 3 de julio de 1963, no
publicado].

Akoglaniz
70 • Pulsión y ficción

del trauma del nacimiento, momento de separación de la madre en


el cual el sistema respiratorio se pone en marcha. Lacan veía allí, él
también, una separación pero de las envolturas, de las mamas, es
decir de un fragmento de su cuerpo, envolturas -dice él- que es
necesario considerar como elemento del cuerpo "para tener una
idea completa de este conjunto pre-especular que es (a)"8. En
cuanto a la puesta en marcha de la respiración, él pensaba que se
trataba de la introducción en el cuerpo de un elemento
profundamente diferente que hacía del aparato respiratorio
mismo algo extraño a la criatura. El grito que el niño lanza en el
nacimiento sella su entrada, yo diría su inmersión en apnea, en
el mundo del lenguaje.
Esta respiración perdida, cortada por la angustia advierte, por
lo tanto, que un peligro amenaza. En freudiano, se diría que este
peligro es la repetición de un antiguo trauma, en la-caniano que es
la intervención del objeto a, de esto que sucede concerniente a la
relación del sujeto con el objeto9.
El trauma, lo hemos visto más arriba, es un exceso de ex-
citación que, al no poder descargarse, provoca displacer; de algún
modo eso obstruye en el aparato psíquico.
Lo que hace tapón, ¿no sería el objeto, bajo sus cuatro
vestiduras, que no puede, no quiere ser soltado, bajo pena -para el
sujeto- de ser confrontado con el objeto en su función de pérdida,
dicho de otro modo con el -cp de la castración? Lacan dice algo que
aquí me parece muy importante: "El objeto a, en

8. Ibidem, séance du 23 janvier 1963 [Ibidem, lección del 23 de enero de 1963].


9. Ibidem, séance du 9 janvier 1963 [Ibidem, lección del 9 de enero de 1963].

Akoglaniz
La angustia • 71

tanto resulta ser el primer soporte, en la relación con el Otro,


de la subjetivización, quiero decir, esto en lo cual o esto por
lo cual el sujeto es requerido primero por el Otro para mani-
festarse como sujeto, sujeto de pleno derecho, como sujeto
que, aquí, ya tiene que dar lo que es, en tanto que este pasaje,
esta entrada en el mundo de lo que él es, no puede ser más
que como resto, como irreductible, en relación con eso que
le es impuesto de la impronta simbólica: lo que está allí es
primero lo que tiene que dar"10. Donde uno ve que, desde el
punto de partida, se anudan los trapicheos del ser y del tener.
Puede suceder, por ejemplo, que una mujer ame a un hombre
pero tenga poco apetito sexual hacia él, deseándolo sólo en
su ausencia. Si ella lo ama, es -en buen lacaniano (como
decimos en buen francés)- porque él representa la propia
falta de ella, ¿no es así? Pero si ella se rehusa al legítimo por-
tador del falo quien, ya se sabe, no puede servirse de él más
que a condición de haberlo perdido previamente, es porque
ella no ha renunciado a tenerlo. Ella no puede "soltarse", como
se dice esto en la lengua popular actual. No puede "soltarse",
"olvidarse", podríamos decir aquí, dejarse ser el objeto del de-
seo del hombre amado. Mediante lo cual ella se priva del goce
de la pequeña muerte, ésa "de la que uno sale bien parado", en
la que la "demanda de amorir" está satisfecha a buen precio11.
Puesto que el orgasmo, Freud y Lacan están de acuerdo en este
punto, en tanto experiencia subjetiva, es equivalente a la an-
gustia. ¿La voz o la mirada del partenaire deseante reactivaría

10. Ibidem, séance du 3 juillet 1963 [Ibidem, lección del 3 de julio de 1963].
11. Ibidem, séance du29mai 1963 [Ibidem, lección del 29 de mayo de 1963].

Akoglaniz
72 • Pulsión y ficción

acaso la angustia sobre la modalidad de "¿Qué quiere el Otro


de mí? ¿Qué objeto soy yo para él?", incluso "¿Me demanda
que goce con las órdenes?"12 Podría ser también que esta an-
gustia surgiera, como dice Lacan en La Tercera, de "esta sospe-
cha que nos viene de reducirnos a nuestro cuerpo". Para ve-
lar la angustia surgida de la sospecha de ser más "carne" que
"cariño"13 para el Otro, todas las vestiduras del objeto, seno,
mierda, voz y mirada, pueden servir para ese propósito a con-
dición de funcionar como falo conservado. En una cura, la voz
del analista tendría allí que cumplir su oficio de objeto sepa-
rador, es decir, operar como una especie de cuña para separar
el objeto del falo.
Haría aquí una hipótesis: la angustia, ¿no sería el afecto
que se desliza entre estas dos caras del objeto a, la cara "ta-
pón" de la castración y la cara "pérdida"? Podría ser una ma-
nera de responder a la pregunta planteada más arriba: ¿el pote
de la angustia está a medias vacío o a medias lleno? Sería tam-
bién una manera de leer a Freud con Lacan.
Otro punto de encuentro entre Freud y Lacan sería das
Unheimliche, la inquietante familiaridad, cuando el sujeto ya
no se reconoce en absoluto en su imagen especular, fenómeno
de borde, borde del espejo pero también borde del Ich que
es, según Freud, proyección de una superficie. Pueden in-
cluso producirse estos fenómenos de borde en los que la an-
gustia alcanza un punto extremo: la imagen puede desapare-

12. Ibidem, séance du 19 décembre 1962 [Ibidem, lección del 19 de diciem


bre de 1962],
13. Plus "chair" que "chére". [N. de laT.]

Akoglaniz
La angustia • 73

cer completamente del espejo, y el objeto a, de ordinario no


especular, aparece en el espejo y se pone a mirar al sujeto
sesgadamente o desde atrás. Esto puede llamarse doble per-
seguidor, fantasma (phantomé), o tomar la forma de las nu-
merosas figuras inquietantes de la mitología, la literatura y el
cine. Puede encontrarse puntualmente en algunos fines de
análisis sin que, por eso, el analizante sea psicótico ni que, en el
fondo, se vuelva más loco que eso, teniendo en lo sucesivo cierta
familiaridad con su angustia, familiaridad que no está de más si él
ocupa, para otro, el lugar del analista.

Akoglaniz
Akoglaniz
IV
Los bastoncitos de la identificación1

"i am what I am": eso es lo que puede leerse en este mo-


mento en el subterráneo sobre grandes affíches de publici-
dad de Reebok. ¿Quién se supone que pronuncia estas pala-
bras? Un joven negro, vedette de Hip-Hop, con un nombre
que vale una fortuna, un campeón de tenis blanco, un cam-
peón de basket negro, una joven música de origen asiático,
todos conocidos, reconocidos, adulados por los jóvenes, como
se dice ahora. ¿Será ésta una nueva versión americana o más
bien mundialista del ehié ashér ehie lanzado a Moisés desde la
zarza ardiente por el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob y
esto en la interpretación lacaniana: soy lo que soy y no Soy quien
soy o el que es} ¿RBK reemplazaría a JHVH? Es, parece, lo que
un joven analizante dejaba oír cuando decía esto: "Los fans

1. Exposición hecha en el marco de la enseñanza del Cardo, en Aix-en-


Provence, el 30 de abril de 2005.

Akoglaniz
76 • Pulsión y ficción

de cada categoría de música tienen su manera de vestirse, el


que escucha rap usa baggies, el que escucha hard rock se viste
de cuero negro, es como una religión." RBK, a menos por
supuesto que reestablezca las vocales como para Jahvé (lo cual
daría Rebecca), revelaría más becerro de oro que soplo divino
de Jahvé. Pero como justamente acababa de decir que en la
adolescencia había querido demarcarse de su familia adop-
tando el aspecto y la música de los jóvenes taggers2, eso deja
alguna esperanza. Ya que, si de-marcarse quiere decir, entre
otras cosas, intentar quitar, borrar una marca, esto implica
que marca hubo y que esta marca es reconocida como marca,
podría decirse como marca de fábrica. Una marca de fábrica
puede ser un nombre, una sigla, un sello, una firma, sirve para
identificar algo o a alguien, sirve también para darse a cono-
cer. ¿Es por eso una identidad? ¿Es que tengo una identi-
dad? Tengo, por cierto, un apellido, un nombre, documen-
tos de identidad pero una identidad, eso ya no es tan seguro.
Esta pretendida identidad sería más bien un mosaico de iden-
tificaciones, las que yo me hice en el transcurso de mi histo-
ria de sujeto.
Freud distinguió tres identificaciones: 1) con el padre, por
incorporación; 2) con el rasgo unario; 3) con el síntoma del
otro. Debo decir que fue inútil que yo leyera y releyera este
séptimo capítulo de Massenpsychologie: siempre tuve enorme
dificultad para comprender la diferencia entre la segunda y

2. Tags ygraffiti forman parte de los comportamientos adolescentes de apro-


piación del espacio urbano. Esas prácticas de marcado de paredes perturban a
la sociedad, interrogan con sus inscripciones a políticos e instituciones y se ex-
presan en las calles. [N. de T.]

Akoglaniz
Los bastoncitos de la identificación • 77

la tercera forma de identificación y durante largo tiempo me


embrollé en la numeración. En qué resulta estructuralmente
tan diferente la identificación con la tos del padre de la iden-
tificación con el síntoma del otro, incluso con la incorpora-
ción del padre: ésa era mi pregunta. Por eso fue un alivio
leer que Lacan, en la sesión del 20 de junio de 1962 de su se-
minario La identificación^, indica que la identificación con el
rasgo unario recoge las tres formas de identificación, también
para Freud, y esto a través de la identificación de las masas
con un rasgo del líder4. Y en efecto el núcleo, el eje de este
seminario, es el rasgo unario.
¿Pero qué es, entonces, este rasgo unario? Lacan da cuenta
de la emoción que tuvo en el Museo de las Antigüedades na-
cionales de Saint-Germain-en-Laye cuando vio, en una vi-
trina, un hueso de antílope marcado con trazos, con mues-
cas, con pequeños bastones grabados por algún cazador de
tiempos primitivos y esta emoción encuentra su preocupa-
ción mayor: ¿cómo es que funciona un ser humano, un ser
parlante?5 De esto se deduce que es necesario estar atento a
esos encuentros: a veces, cada uno en su medida por supuesto,
permiten arrojar alguna luz sobre la gran oscuridad. Estos

3. Las fechas indicadas en nota se refieren a este seminario. [Jacques Lacan,


Le Séminaire, livre IX, L'identification (1961-62), inédit {El seminario, libro IX,
La identificación, inédito)].
4. Hay que notar aquí que Lacan, al final de su obra, vuelve sobre esta cues
tión con los nudos borromeos y mantiene la triplicidad de la identificación.
5. Ibidem, 6 de diciembre de 1961. La lectura de este pasaje es para reco
mendar: Lacan dice que se dirige a sí mismo por su nombre secreto o público,
Jacques Lacan.

Akoglaniz
78 • Pulsión y ficción

bastoncitos son los palotes que el instructor hace copiar a los


niños; este 1 puede ser también "el rasgo único del signo para
siempre suficiente de la notación minimal". "Usted tiene un 1 en
francés", dice el instructor anotando en su libreta lo que Freud
llamó el einziger Zug6. Es también 1+1+1, donde el signo + es "la
marca de la subsistencia radical de la diferencia"7. Este rasgo
unario, que es uno por ser el rasgo único, indexa la diferencia como
tal, la diferencia radical. Esto es lo que Lacan martillea en este
seminario notable donde asistimos al nacimiento del sujeto
supuesto saber, del sujeto representado por un significante para otro
significante y de eso que será el SI a partir del seminario Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis pero también el objeto
pequeño a, en su literalidad y su topología.
Las primeras sesiones están consagradas a la función del
significante en la formación del sujeto y plantean que no se puede
(on ne peut pas) abordar la cuestión de la identificación sin pasar
por el significante. Lacan se apoya en la lingüística: "Rasgo,
también de discreción, quiero decir de corte: esto que Saussure
no articuló mejor ni de otro modo más que diciendo que lo que
caracteriza a cada uno es ser lo que los otros no son"8. El einziger
Zug no tiene ningún sentido: ¿quién puede decir, en efecto, a qué
corresponden los trazos sobre la costilla de antílope? Es un rasgo
absolutamente despersonalizado que no es más que lo que tiene de
común todo

6. Ibidem, 29 de noviembre de 1961.


7. Ibidem, 7 de marzo de 1962.
8. Ibidem, 22 de noviembre de 1961.

Akoglaniz
Los bastoncitos de la identificación • 79

significante: estar ante todo constituido como rasgo, tener


el rasgo como soporte. Decir, por ejemplo, que Lacan es Lacan
y que Laplanche es Laplanche no alcanza más que para evo-
car sus diferencias físicas ya que la cuestión se plantea si
Laplanche no es el pensamiento de Lacan y si Lacan no es el
ser de Laplanche. La cuestión no está suficientemente re-
suelta en lo real. Es el significante el que zanja, el que intro-
duce la diferencia como tal en lo real y justamente en la me-
dida en que eso de lo que se trata no son, en modo alguno,
diferencias cualitativas9.
La cuestión de las relaciones del sujeto con el significante,
Lacan la ha abordado igualmente mientras seguía las huellas
de Robinson: las huellas del borramiento de las huellas seña-
lan la presencia de un sujeto. Lo que permite a Lacan pasar de
huella de paso10 (trace de pas) a sin huella (pas de trace) después a
sin sentido o paso de sentido (pas de sens)11, donde volvemos a en-
contrar el sin sentido del rasgo unario que no es, en cierto modo,
más que el comienzo vacío de la cadena significante
Observemos, al pasar, que este asunto de huellas y de bo-
rramiento supone a un Otro que sería capaz de ubicarlas, de
ver estas huellas que yo quiero borrar, si no ¿por qué borrar-
las? Y a este Otro, al mismo tiempo, le supongo una inten-
ción respecto de mí, un saber también que me concierne, pero
un saber que yo no sé, no más de lo que sé que soy para este

9. Ibidem, 6 de diciembre de 1961.


10. Juego de palabras basado en la palabra pas que significa paso (por un
lado) y es también el segundo término de la negación que puede traducirse no
pero también, asociado a un sustantivo como en este caso, sin. [N. de T.]
11. Ibidem, 24 de enero de 1962.

Akoglaniz
80 • Pulsión y ficción

Otro supuesto. Uno capta allí por qué la angustia nos viene
de lejos. Pero el Otro no es un sujeto, es un lugar al cual,
dice Lacan, uno se esfuerza por transferir los poderes (varian-
tes: el saber) del sujeto12. Donde uno capta también que eso,
el gran malentendido de la existencia humana, empieza muy
temprano.
Bien, "dicho esto, si la huella [es] borrada, el sujeto rodea
su lugar con un cerco -algo que, desde ese momento, lo con-
cierne a él: la marca del lugar donde encontró la huella- y bien,
ahí tienen ustedes el nacimiento del significante"13. Por ejem-
plo, es la tos que eligió Dora: hubiera podido elegir otro rasgo.
Dicho de otro modo: a cada uno, sus significantes que él ha-
brá cercado, aislado, recortado en las huellas que habrá bo-
rrado: a cada uno, sus relaciones con el Otro. Es así como se
escriben las cartas (lettres) de su destino sobre el pergamino
viviente que él es. Y es por eso que el significante no es un signo
que representa algo para alguien sino que es eso que representa
al sujeto para otro significante. Lo que el trazo sobre la costi-
lla de antílope borra es la cosa que representa, lo que la muesca
primera borra. Es la Cosa, das Ding, la del Proyecto de Freud.
Los diversos "borramientos"14 de la Cosa que hacen nacer el
significante son la marca del sujeto. "El sello, como ya lo han
comprendido, lo encontré en los textos, es precisamente esto:
una huella, si podemos decirlo. Es verdad que en la naturaleza
hay abundancia de ellas pero eso no puede volverse un signi-

12. Ibidem, 15 de noviembre de 1961.


13. Ibidem, 24 de enero de 1962.
14. Ibidem, 6 de diciembre de 1961.

Akoglaniz
Los bastoncitos de la identificación • 81

ficante más que si uno da la vuelta a su alrededor con un par


de tijeras y la recorta. Si uno, después, extrae la huella, eso puede
convertirse en un sello [...] un sello representa al sujeto, al re-
mitente, no forzosamente para el destinatario. Una carta (kt-
tre) siempre puede permanecer sellada pero el sello está allí
para la carta, es un significante [variantes: 1) la carta que es un
significante; 2) el sello está allí para un significante]. Y bien, el
objeto pequeño a, el objeto de la castración participa de la na-
turaleza así ejemplificada de este significante"15. Y así es cómo
este término "borramiento" es el lecho que espera al objeto
pequeño a.
Pero volvamos al comienzo, que es el acto, nos dice Freud
siguiendo los pasos de Goethe. ¿Qué es entonces lo que el
sujeto trata de hacer desaparecer cuando borra sus huellas?
Es su propio pasaje de sujeto, dice Lacan. La desaparición es
redoblada por la desaparición puesta en la mira que es aqué-
lla del acto mismo de hacer desaparecer. ¿No evoca esto la
primera identificación freudiana? Te devoro porque te amo
pero al mismo tiempo te destruyo y desapareces. Y ahí estás,
padre muerto. Desapareces pero te tengo en mí, y de ti voy
a vivir. Y si puedo devorarte, también tú podrías devorarme,
¿no es así? Ambivalencia, ambivalencia, y es con ella con quien
bailan Eros y Thanatos. Por lo tanto más valdría que, este
acto, yo lo borre. Pero, al borrarlo, lo transformo en letra (let-
tre) que lleva el sello de lo experimentado esa vez, esa única
vez. Al uncarnarlo, es así como Lacan traduce el Einverleibung
de Freud, soy marcado (a) para siempre por este rasgo de pura

15. Ibidem, 27 de junio de 1962.

Akoglaniz
82 • Pulsión y ficción

diferencia, de puro no sentido. ¿Qué mano sostenía el pincel que


trazó esta primera marca sobre mi pergamino? ¿Quién puede decir
exactamente dónde comienza el rasgo y dónde termina? Nadie,
porque es imposible de decir. Y es justamente por esto, porque es
imposible de decir, que los humanos han fomentado eso que lleva
el nombre de Dios. Es de eso de lo que da cuenta la represión
originaria que, a partir de este agujero sin fondo pero, sin embargo,
cerrado, sellado, va a atraer hacia él las represiones secundarias.
Es con esto, con este significante primordial con el cual el
sujeto que se aloja en mí tiene que identificarse, dicho de otro
modo, tiene que hacerse portador del rasgo unario. Pero esa
identificación es una identificación, por decirlo así, con nada, con
nada más que con ponerle un comienzo a la cadena significante
que formará la columna vertebral del ser hablante en el que yo,
por eso, me habré convertido y con darle una estructura
gramatical a las pulsiones que me agitan, con anudarlas mal que
bien16. Esta muesca es la primera de las huellas de humanidad de la
que me hago portador pasándome "al dedo el anillo con el punzón
de aquella vez"17. Pasarme este anillo al dedo es decir sí, es
consentir en entrar en el juego del lenguaje, del discurso donde
nací, por lo tanto no sin el Otro, pero también consentir en haber
nacido de esta madre y de este padre.
Y justamente, sabemos bien que este consentimiento no cae
por su propio peso, que con la mayor frecuencia sólo es

16. Recordemos que hacerse... es la expresión del tercer tiempo de la pulsión.


17. Ibidem, 10 de enero de 1962.

Akoglaniz
Los bastoncitos de la identificación • 83

soportado muy parcialmente, y es prueba de esto el mito in-


dividual del neurótico tanto como las tentativas de demarcarse
evocadas al principio18. Sabemos bien que a veces es necesario un
análisis muy largo para alcanzar este punto y sub-jetivarlo. Es, por
otra parte, la apuesta del pase ya que, en definitiva, se trata de
castración.
¿Qué sucede una vez que le he pasado este famoso anillo a mi
dedo de sujeto? ¡Y bien, aquí estamos embarcados, mi sujeto y
yo, en una rara aventura, en particular la de la repetición infernal!
Por haber debido tomar en mis pulmones este aire extraño y frío
que me hizo llorar en el nacimiento, porque, cuando borré mi
huella de sujeto, taché la Cosa del primer naipe de mi juego, de mi
yo19, voy a tener que ponerme a contar, y contar es algo que
empieza muy temprano pero no sin un error en mi cuenta, es
como -1 la manera en que, como sujeto, voy a constituirme.
Todo el mundo conoce la historia de los tres hermanos, ¿no es
así?, pero la vida cotidiana hormiguea de ejemplos en los que uno
advierte que se ha contado como -1, sin hablar de la aversión de
algunos por el cálculo. En efecto, para esos algunos, 2 y 2 nunca
da cuatro puesto que siempre les faltará 1. Sin hablar tampoco de
nuestra práctica cotidiana en la que escuchamos esta queja a
repetición: siempre me sentí de más o me sentí siempre ex-

18. Ibidem, 2 de mayo de 1962. "Su propio deseo [del niño], deberá ante
todo constituirlo en tanto respuesta, en tanto aceptación o rechazo de tomar
el lugar que el inconsciente del Otro le designa." Notemos que el Otro, aquí,
está encarnado por la madre que, por lo tanto, ¡tiene un inconsciente!
19. Ibidem, 14 de marzo de 1962. [En francés, en el original, de ?nonje(u):
de mi yo y de mi juego. [N. de T.]

Akoglaniz
84 • Pulsión y ficción

cluido. Lacan evoca la experiencia vivida en condiciones ex-


tremas que cuenta Sir Shackleton en La Odisea del "Endurance"
y deduce de ella: "Uno toca allí la aparición en estado des-
nudo del sujeto que no es más que eso, que la posibilidad de
un significante en más, de un uno en más, gracias a lo cual
constata él mismo que hay uno que falta"20.
Este error en la cuenta, este primer paso, esta tachadura
de la Cosa, es lo que Lacan llama privación real. "Para que esto
sea real, a saber, que esta verdad simbólica, puesto que ella
supone el cómputo, el recuento, esté fundada, se introduzca
en el mundo, es necesario y es suficiente que algo haya apa-
recido en lo real que es el rasgo unario. Se comprenderá que
delante de este uno que es el que confiere toda su realidad al
ideal -el ideal es todo lo que hay de real en lo simbólico, y eso
es suficiente- se comprende que en los orígenes del pensa-
miento, como se dice, en tiempos de Platón y en Platón para
no remontarnos más lejos, esto haya acarreado la adoración,
la prosternación: el Uno era el bien, lo bello, lo verdadero, el
ser supremo. [...] lo cual no quiere decir, sin embargo, que
este uno sea algo más que un estúpido bastoncito"21.
Por lo tanto, este estúpido bastoncito me hacer perder la
Cosa, me barró para siempre el acceso a ella y me instauró

20. Ibidem, 28 de marzo de 1962. Ver Sir E. Shackleton, L'Odyssée de


'L'Endurance', Phébus, 1988, p. 218: "Durante esta marcha larga y torturante
de treinta y seis horas entre montañas y glaciares desconocidos, a menudo me
parecía que éramos cuatro y no tres. No les hablaba de esto a mis compañe
ros; pero, más tarde, Worsley me dijo: —Patrón, durante la marcha, tuve la bi
zarra impresión de que nos acompañaba otra persona. Crean confesó haber
tenido la misma idea".
21. Ibidem, 14 de marzo de 1962.

Akoglaniz
Los bastoncitos de la identificación • 85

en una falta fundamental. Como revancha, me procuró un


Ideal hacia el cual, desde ahora, voy a tender en todos mis
asuntos de deseo.
Pero esta pérdida tiene un resto, de la Cosa queda una le-
tra: el pequeño a. Por otra parte, Lacan lo escribirá más tarde,
la acosa. Podría imaginarme que, con esta pequeña letra ca-
ída de la acosa, podría recuperarme un poco de esta privación
primera, encontrar en ella algún consuelo. Ay, no he llegado
aún al final de mis penas, y por muchas razones. Primero, por-
que este objeto que deseo tener, es necesario que se lo de-
mande al Otro ya que supongo que él lo detenta, ya que yo
se lo presto. La que lo encarna, a este Otro, en los frágiles
comienzos de mi vida, me lo hace creer claramente ya que, a
pesar de sus idas y vueltas, en resumidas cuentas, este seno
me lo presta para mi supervivencia y mi satisfacción. Yo te lo
presto, tú me lo prestas, ¿pero entonces para qué exactamente
está allí, ese seno? Vacilación donde se esboza la rivalidad22.
Y además cada vuelta de mi demanda sólo hace que yo
vuelva a pasar por el estúpido bastoncito que justamente hizo
que yo, la Cosa, me la perdiera. Lacan se sirve del toro para
dar cuenta de lo que sucede en la demanda. De algún modo
cuando, en la demanda, intento atrapar el objeto, no atrapo
más que vacío, el que está en el interior del toro. "Esta di-
mensión de pérdida, esencial a la metonimia, pérdida de la
cosa en el objeto, ése es el verdadero sentido de esta temá-

22. No he hablado aquí más que de la privación primera. Se ve que podría


desarrollarse la cuestión de la frustración de la que Lacan habla en este semi-
nario. En cuanto a la castración, que es el tercer término, sobre ella es que se
cierra el recorrido: consentir en la privación primera.

Akoglaniz
86 • Pulsión y ficción

tica del objeto en tanto perdido y jamás vuelto a encontrar como


el mismo, que está en el fondo del discurso freudiano, y repetida
sin cesar"23. Y en esta demanda, otra vez me encuentro S barrado
($), sujeto que se desvanece24.
Además, bajo el seno, ese primer objeto, se esconde, se perfila el
falo, ya que "esto que uno le demanda a la madre es lo que ella no
tiene, el falo"25. Pero, en el fondo, dice Lacan, uno podría poner en su
lugar no importa qué, una pelotita de ping-pong, es decir nada, no
importa qué soporte del juego de alternancia de sujeto en tlfort-
da26. "Eso de lo que se trata no es simplemente de la presencia o la
ausencia del pequeño a sino de la conjunción de los dos: del corte.
Es de la disyunción del (a) y del (-a) de lo que se trata y es allí
donde el sujeto viene a alojarse como tal, donde la identificación
tiene que hacerse con este algo que es el objeto del deseo"27. De
este modo, el sujeto que aloja en mí no tiene por alojamiento
más que un corte, y es con una pelotita, por así decirlo, con una
nada, con lo que va a identificarse.
¡Entonces vaya uno a decirle eso, por ejemplo, a un oficial
civil del estado de quien quiere conseguir un papel oficial y que le
pide que demuestre allí mismo, delante de él, que usted es
realmente usted! ¡Vaya a decirle entonces que su nombre no es
más que la cobertura de una disyunción, la cobertura de un vacío!
Y bien, usted no está listo para obtenerlo,

21.Ibidem, 14 de marzo de 1962.


24. Ibidem, 24 de enero de 1962.
25. Ibidem, 27 de junio de 1962.
26. Ibidem, 24 de enero de 1962.
27. Ibidem, 4 de enero de 1962.

Akoglaniz
Los bastoncitos de la identificación • 87

su papel. Y si por algún tropiezo en la historia de sus antecedentes,


hay una pequeña diferencia de ortografía entre su nombre y el
de uno de sus padres, una letrita, un bastoncito de más o de
menos, usted experimentará la fragilidad, el casi nada al que está
prendido como sujeto humano. Esa es una experiencia muy
concreta. La historia de ayer y de hoy, también nuestra práctica de
todos los días nos muestran suficientemente que los bastoncitos de
la identificación son de verdad una cuestión de vida o muerte.
Haber devorado, un día, la letra no garantiza nada pero, de todas
maneras, ese acto, es mejor haberlo hecho.
"Pequeño a es el ser en tanto es esencialmente faltante en el
texto del mundo"28. Es por eso que de este vacío, de este hueco
inscripto por un bastoncito de identificación, puede a veces surgir
una voz, la de Sarastro por ejemplo o la del coro, dibujada por
Mozart en La flauta mágica, y hacer que resuene el nombre de
Isis y de Osiris.

28. Ibidem, 27 de junio de 1967.

Akoglaniz
Akoglaniz
V
Del fantasma a la pulsión
hacia un lazo de escuela1

¿Quién no ha ido por lo menos una vez a escuchar un con-


cierto? Quizás entonces compartimos la misma experiencia.
La algarabía que cada uno trae desde afuera, las luces, la oscu-
ridad después y un primer silencio, el telón se abre, los músi-
cos ocupan su lugar, pero apenas consigo escuchar con difi-
cultad las primeras frases musicales, sólo me llegan desde muy
lejos ya que montones de pensamientos, recuerdos, pregun-
tas, desde los más nobles a los más triviales, vienen a recubrir-
las con una especie de pantalla. Poco a poco, y por poco buena
que sea la interpretación, estos pensamientos parásitos se des-
prenden de mí uno por uno, finalmente hacen silencio. Puedo

1. Este texto se apoya sobre una exposición realizada el 8 de diciembre de


2002, en el transcurso de la reunión pública del colegio del pase de la Escuela
de Psicoanálisis Sigmund Freud y de La Lettre lacanienne, una escuela de psi-
coanálisis. Y fue publicado en la primavera de 2 004, en Essaim N° 12, Tbulouse,
Erés,p.l05.

Akoglaniz
90 • Pulsión y ficción

dejar entonces que la música se aproxime a mí, me atraviese,


de modo que, en algunos raros instantes, soy esta música, so-
bre todo si la conozco de antemano por haberla escuchado a
menudo porque me gusta. En estos raros instantes, se aislan las
más finas diferencias de tonalidad o de ritmo advertidas en el
inmediato efecto aposteriori1 del encuentro y de la diferencia
entre lo esperado nostálgico y lo oído en esta nueva ocasión.
De este modo, el "yo" (je) que entró en la sala de conciertos no
es en absoluto el mismo que el que sale de allí.
Con respecto a la salida del análisis, dice Lacan al final
del seminario once, la experiencia del fantasma fundamental
deviene la pulsión. Como esta frase me resultaba muy enig-
mática, después de considerables rodeos, decidí tomarla lite-
ralmente volviendo a pasar por Freud, diciéndome que ya ve-
ríamos hasta dónde iba a llevarme eso. Nada detiene al ino-
cente, ¿no es cierto?
Dos textos de Freud tienen por objeto estas dos palabras,
Pulsiones y destinos de pulsión (1915) y Pegan a un niño (1919).
Pensé que, confrontarlos, podría ayudarme a ver más claro
en la oscuridad que ya trae consigo cada uno de estos térmi-
nos tomados por separado. No hablemos, entonces, de las
tinieblas que se extienden sobre esta frase en la que están pues-
tos en continuidad de devenir. Antes de someter a discusión
los pocos elementos que pude extraer de esta lectura cruzada,
subrayaría la palabra experiencia: la experiencia del fantasma
no es en absoluto lo mismo que el fantasma a secas. Esta em-
presa es, ciertamente, un poco loca puesto que apunta a po-

2. Nachtraglich, como lo expresa Freud, aprh-coup en francés. [N. de T.]

Akoglaniz
Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela • 91

ner en consideración dos conceptos, la pulsión y el fantasma,


que no corresponden para nada al mismo registro.
Los destinos de la pulsión no son más que modos de de-
fensa contra la pulsión y no es por nada, sin duda, que Freud
ha empleado para la pulsión esta palabra de destino, en ale-
mán Shicksal, que evoca a la vez las cartas del destino enviado
por los Dioses, equivalentes a predeterminación, cartas a las
que uno trata de habituarse y que instauran un cierto orden
(esschicktsich, eso conviene). En este texto, Freud no examina
más que los dos primeros modos de defensa, la inversión en
lo contrario y la vuelta hacia la propia persona3. En cuanto a
los otros dos modos de defensa contra la pulsión, la represión
y la sublimación, la represión será objeto de un texto especial
en tanto que el texto sobre la sublimación se da por perdido.
Freud precisa que los dos primeros destinos son modos pri-
marios de defensa contra la pulsión ya que la represión no in-
terviene antes de que el Ich haya adquirido una cierta madu-
rez. Es bastante decir que estos modos de defensa se ponen a
funcionar desde el principio de la vida del hombre. Los dos
primeros destinos tocan respectivamente las metas de la pul-
sión y el objeto pero si la meta de la pulsión es su satisfacción,
no debe ser confundida con la fuente que son los orificios, los
bordes del cuerpo, incluso el cuerpo todo entero.
Entonces, éste es en resumen y tomando como ejemplo
la pulsión escópica, el trayecto complejo que diseñó Freud:

3. En el texto Pulsiones y destinos de pulsión Freud emplea para los dos prime-
ros modos de defensa: Me Verkehrung ins Gegenteil (la inversión en lo contrario)
y die Wendunggegen die einige Person (la vuelta hacia la propia persona)]. Q.C.C.]

Akoglaniz
92 • Pulsión y ficción

la. Mirar, meta activa; objeto: el cuerpo propio (auto-erotismo).


Ib. Mirar, meta activa; objeto: narcisista, intercambiado por
comparación contra un objeto análogo tomado sobre el
cuerpo de otro (desjremden Korpers).
2. Abandono del objeto, nueva meta pasiva, ser mirado; ob
jeto: una parte del propio cuerpo.
3. Una persona extraña tomada como objeto es buscada de
nuevo para tomar a cargo el papel del sujeto. Hacerse
mirar por otro.

Se ve que en el tiempo 2, el sujeto se vuelve el objeto pero


entonces surge una pregunta: ¿adonde pasó el sujeto? Se lo
vuelve a encontrar en el tiempo 3 pero es un nuevo sujeto ya que
toma a cargo el papel del sujeto pero es de hecho el objeto del
sujeto de antes, el del tiempo Ib.
Para el segundo destino, que concierne al objeto de la pulsión,
Freud utiliza la palabra vuelta, Wendung, vuelta contra la propia
persona, y señala que en la exhibición (mostrarse) está incluido el
goce del sujeto mirando su propio cuerpo (mitgeniesst, goza con).
Dicho de otro modo, está claro que el sujeto se vuelve el objeto y la
meta ha pasado de lo activo a lo pasivo pero el antiguo sujeto, el del
primer tiempo de la pulsión, goza con el objeto en que él se ha
convertido mostrándose. Lo que podría decirse: jo (sujeto), que
miraba (activo) a otro por comparación, goza de mirar
(activo) mi propio cuerpo (objeto) siendo mirado (pasivo) por
mí mismo pero, para volver a encontrar sujeto,yo es otro por
quien yo me hago mirar. Una frase semejante haría aullar a
cualquier profesor de francés ya que es escanda-

Akoglaniz
Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela • 93

losamente a-gramatical. Y además, transgresión por transgre-


sión, yo habría podido escribir perfectamente Ich en lugar de
yo (je), puesto que esta frase está escrita en lengua freudiana.
Vemos en qué estado está el sujeto a fin de cuentas, es una
verdadera transformación: tuvo que pasar por el campo del
Otro porque no habría que creer que la persona extraña del
tiempo 3 sea alguien que pasa por allí azarosamente. No es
solamente el Nebenmensch de la supervivencia de su cuerpo sino
el Nebenmensch del lenguaje donde él ha sido sumergido desde
antes de su nacimiento, el semejante que le ha trazado el ca-
mino hacia la humanización. En lengua lacaniana, eso se di-
ría el Otro de quien ha recibido la muesca, el agarre al rasgo
unario. Así es como esto se vuelve un destino para uno: afe-
rrarse a una muesca. Así es como el trayecto infernal de la de-
manda y del deseo se pone a pulsar.
Hay que subrayar que estos dos modos primarios de de-
fensa contra la pulsión llevan el sello de la organización nar-
cisista del Ich. Del lado del objeto, hay en los tres tiempos un
trayecto de ida y vuelta: cuerpo propio, cuerpo extraño, ob-
jeto narcisista conservado. Del lado del sujeto, una sustitu-
ción del sujeto narcisista por identificación con un Ich otro,
extraño por el sesgo del objeto.
Me parece igualmente necesario recordar las tres polari-
dades que dominan la vida psíquica:

1. Ich-Nicht-Ich (Aussen, exterior)} La acción muscular puede


significar una detención de las excitaciones exteriores.
Subjekt—Objekt} Contra las excitaciones interiores, el su-
jeto está sin defensa (wehrlos).

Akoglaniz
94 • Pulsión y ficción

2. Lust-Unlust. Este principio va a decidir nuestras accio


nes (Wille, voluntad, dice Freud en este texto).
3. Aktiv-Passiv. Polaridad que no debe confundirse con la
primera. En efecto, el Ich reacciona pasivamente a las ex
citaciones exteriores pero es activo cuando reacciona con
tra sus propias pulsiones.

No olvidemos tampoco que en la época en que Freud escribió


estos dos textos, aún no había introducido la pulsión de muerte y
pensaba, por lo tanto, que el sadismo era primero. Se sabe que
Más allá del principio de placer (1920) y, después, El
problema económico del masoquismo (1924), por la cuestión de
la repetición, van a poner las cosas en el orden que conocemos y
que necesariamente aclaran un poco de otro modo los textos
anteriores pero no por eso los invalidan. Por otra parte, en El
problema económico del masoquismo, Freud retoma el tema del
fantasma a propósito del masoquismo moral y aproximadamente
hace equivaler el sadismo originario, es decir, la pulsión de muerte
activa en el organismo, con el masoquismo.
Aquí están, ahora, los tres tiempos del fantasma:

1. Un niño es pegado.
2. Yo soy pegado por el padre.
3. Niños son pegados por un representante del padre.

Ésta es la primera envoltura del fantasma, su primera piel.


Y éstas, la segunda y la tercera piel:

Akoglaniz
Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela • 95

1. Un niño es pegado por el padre/ El padre pega al niño, al


niño que yo odio.
2. El padre sólo me ama a mí, no al otro niño puesto que le
pega/ No, no me ama puesto que me pega.
3. Niños que me representan son pegados por un represen
tante del padre.

En estas frases, esta vez gramaticalmente correctas, uno


vuelve a encontrar claramente el primer modo de defensa, in-
versión en lo contrario, activo-pasivo, pegar-ser pegado, y
también el segundo destino de la pulsión, la vuelta hacia la propia
persona, el otro niño, yo (jé).
Allí está igualmente presente el tercer modo de defensa
contra la pulsión, la represión.
Freud dice, en efecto, que el segundo tiempo del fantasma
es inconsciente, por lo tanto relegado por la represión, y que es
una construcción del análisis. De pasada, y como quien no quiere la
cosa, Freud deja entrever su manera de hacer: "[...] la investigación
(die Forschung)^ consentía en saber más de eso. ¿Quién era el niño
pegado? ¿El niño que fantasea o un extraño? ¿Quién era el que
pegaba al niño? [...]"y así sucesivamente, preguntas destinadas
tanto a construir el fantasma como a hacer avanzar la cuestión del
masoquismo que lo preocupaba. Lo que había que reprimir, tal
como testimonia el despliegue del segundo tiempo, es la invidia
fundamental, la rivalidad con el pequeño otro por el amor del

4. Se observará que Freud, aquí, no dice "yo" o "el médico" como tiene
por costumbre hacerlo en sus textos. Se hace representar por "la investigación",
su objeto de trabajo puesto en lugar de sujeto.

Akoglaniz
96 • Pulsión y ficción

padre y, sobre todo, los deseos incestuosos. De donde la cul-


pabilidad que hace difractar la frase inconsciente, de alguna
manera por efracción del súper-yo edípico. Freud subraya que
este "ser pegado" {Geschlagen werden) es el encuentro entre cul-
pabilidad y erotismo y que no es solamente el castigo por la
relación genital reprobada sino su ersatz regresivo.
Por lo tanto, hasta el presente, las cosas no van dema-
siado mal: las frases del fantasma, correctas desde el punto
de vista gramatical, están plenamente colmadas de satisfac-
ción pulsional, activo-pasivo, sadismo-masoquismo, y si-
guen una parte del trayecto pulsional. No lo olvidemos, este
fantasma es el sostén de una satisfacción masturbatoria, in-
cluso, anota Freud, procura esta satisfacción sin ni siquiera
poner la mano ahí.
Pero es así: un fantasma es un fantasma. Primero, se lo man-
tiene cuidadosamente en secreto y, por lo tanto, no se confiesa
jamás sin vergüenza, no está destinado más que a un uso in-
terno. Y después, si uno intenta hacer que la tercera frase del
fantasma se pegue con el tercer tiempo de la pulsión, nada
funciona. Uno advierte que la tercera frase hace que el fan-
tasma se muerda la cola, si se puede decir, porque la estructura
gramatical es la misma que la de la primera frase, dejando de
lado el desplazamiento del singular al plural y del padre en
forma de su representante5. ¿Podría decirse, entonces, que el
fantasma se detiene en el segundo tiempo de la pulsión, ése en
el que uno se planteaba la pregunta de saber adonde pasó el

S. Siendo la tercera frase del fantasma "Niños que me representan son pe-
gados por un representante del padre", sería necesario allí desplegar la proble-
mática fálica en el fantasma y, por supuesto, la cuestión del padre.

Akoglaniz
Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela • 97

sujeto y antes de la introducción de un nuevo sujeto? Lo que


significaría que el fantasma se detiene, del lado de la pulsión,
en el médium reflexivo "atormentarse a sí mismo" del que Freud
dice que caracteriza a la neurosis obsesiva. Entonces, ¿cómo
encontrar la puerta de salida del encierro, de ese axioma que
es el fantasma, como dice Lacan, y que, por desembocar en un
callejón sin salida, sirve de tapón?
De hecho, este fantasma tiene aún otra piel que está allí a
la vez escondida, incluida y que le es exterior: es la mirada.
Freud lo menciona todavía una vez como quien no quiere la
cosa: "La propia persona del niño que fantasea no aparece
más en el fantasma de golpes6 {Scblagenphantasié). A las pre-
guntas apremiantes, los pacientes sólo responden:
'Verosímilmente, yo miro'."¿Qué pregunta, por lo tanto, plan-
teaba Freud a sus pacientes que pueda requerir una respuesta
semejante? Probablemente: "¿Y usted, entonces, dónde está
usted en esta historia?" ¿No es la misma pregunta que se plan-
teaba en el tercer tiempo de la pulsión: adonde pasó el su-
jeto? Respuesta: a la mirada. Excepto que la mirada está to-
mada en la trampa del cuadro de su fantasma y que el sujeto
es mirado por él sin saberlo aún. De este modo, tenemos allí
un sujeto que es a la vez conjunto y disjunto del objeto donde
se reencuentra el Sí 0 # del fantasma lacaniano. Más aún, uno
advierte que la orientación de esta mirada determina el lu-
gar de la fijeza, de la fijación particular. Así, por ejemplo, la
frase reprimida "el padre pega al niño que yo odio" puede
oírse de un modo paranoide.

6. Literalmente Schlagenphantasie: fantasma de golpes; también, fantasma


de paliza. [N. de T.]

Akoglaniz
98 • Pulsión y ficción

Si el sujeto es a la vez conjunto y disjunto del objeto, uno


está también muy cerca de la frase escandalosamente a-gra-
matical escrita más arriba en lengua freudiana. Excepto que
será necesario que el analizante vaya hasta el final de la frase,
que consienta todavía un poco más de a-gramaticalidad para
alcanzar la pulsión que es, si en esto se le cree a Freud, el nú-
cleo de su ser. La pulsión es violenta, eso no tiene ni fe ni ley,
eso aulla, tortura, caga, jadea, repugna, coge, asesina, como
fantasma sin duda, en activo como en pasivo, pero también
de verdad, en la vida verdadera como se dice. Resumiendo,
está muy lejos de ser siempre tan civilizado como el concierto
evocado más arriba. Que eso sea el núcleo del ser, ¿no es tam-
bién un escándalo? ¿No es eso lo que encuentra el anali-
zante al final de una cierta cantidad de rodeos de su análisis,
y no es sin provocar algún horror? Que eso sea "más fuerte
que yo" ya es índice de "la acefalidad" de la pulsión. Un es-
cándalo semejante necesita algún medio de defensa, como
mínimo algún muro de la vergüenza. Recordemos de paso
que muro de la vergüenza, en tiempos de la guerra fría, era
el otro nombre del muro de Berlín.
En tanto que la pulsión está bordeada, convenientemente
sostenida por las redes significantes, mientras la cadena del fan-
tasma sea lo suficientemente flexible como para absorber, pa-
sarle una esponja al goce, sería una equivocación quejarse de-
masiado. El problema, lo que sucede es que una fijeza dema-
siado grande o un desasimiento demasiado grande de esta ca-
dena la vuelva incapaz de absorber una gran cantidad pulsio-
nal, y entonces, eso escapa, desborda por todas partes. Y el fan-
tasma es, entonces, como un viejo impermeable del cual, en len-

Akoglaniz
Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela • 99

gua popular, se dice que el agua lo "atraviesa". De golpe, el su-


jeto y el objeto no están o no están más ubicados a la distancia
adecuada uno del otro. Esto puede producirse en la vida coti-
diana con más o menos violencia y este desborde puede llevar
a alguien a recurrir a un psicoanalista o a un psiquiatra, incluso
a buscar refugio en un hospital psiquiátrico. Pero esto se pro-
duce también en el cuadro de un análisis y esto necesariamente.
A fuerza de deletrear sus frases durante años en un diván, es
decir, a fuerza de hacer la experiencia del fantasma, el ana-
lizante quizá se haga a la idea de haber tenido necesidad de
Otro para hacerse representar en el mundo, de haber sido mar-
cado por un significante atrapado en el tesoro del Otro.
Significante que, a partir de allí, se puso a mirarlo con cierta
fijeza mortal y a partir del cual se ha desbobinado el hilo que
cosió su vida con hilo blanco. Entonces, después de todos es-
tos años, nuestro sujeto está allí, un poco desnudado, en me-
dio de las frases parásitas que han caído de él, que han hecho
silencio, y él es el objeto que intentaba vanamente reencon-
trar entre lo esperado nostálgico y lo oído de la repetición.
Uno podría decir que, en ese momento, el punzón del fan-
tasma ya no regula bien la distancia entre el sujeto y el ob-
jeto. Por haber deletreado las frases de su fantasma, advierte
"que no hay nada más en el mundo que un objeto pequeño a,
cagada o mirada, voz o pezón que escinde al sujeto y lo dis-
fraza de desecho, desecho que le ek-siste al cuerpo"7.

7. Jacques Lacan, "La Troisiéme", en Lettres de lücole freudienne de París,


N° 16,1975 ["La tercera", en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial,
1993, p. 83].

Akoglaniz
100 • Pulsión y ficción

Y a ése, como dice la lengua trivial, hay que aguantárselo:


está allí incesantemente para contrariar las identificaciones ide-
ales de uno, por más severas y apremiantes que sean, para ha-
cernos muecas en el espejo o para hilvanarse entre cada una
de nuestras palabras. En efecto, a medida que, en la cura, el fan-
tasma se construye, se deconstruye y es este mismo "desteji-
miento" el que revela la manera en que ha sido tejido. Y este
momento en que el fantasma está en harapos y revela así el re-
verso de su decorado es un momento de prueba para el sujeto,
justamente por el desborde pulsional evocado precedentemente
pero también porque el fantasma demuestra no ser más que un
decorado donde estaba pintado el objeto que era para su Otro.
Es entonces necesario un auténtico consentimiento del anali-
zante, incluso un consentimiento renovado, y este consenti-
miento debe ser sostenido por la presencia del analista, es de-
cir, por el "deseo del analista" en ese preciso analista.
Es también el momento en que el recorrido de la pul-
sión está a punto de cerrarse sobre su tercer tiempo: hacerse,
con todos los verbos que se nos ocurran. Hacerse..., está
muy bien, eso enseña que la pulsión puede únicamente dar
la vuelta al objeto sin poder jamás apuntarle al corazón8 y
que la repetición {Wiederholung, literalmente ir a buscar de
nuevo, ir a traer) justamente intentaba atraparla en vano.
Pero hacerse... queda todavía un poco demasiado marcado
por el sello de la organización narcisista del Ich9. Podría de-

8. Jacques Lacan, Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse, Paris,


Seuil, 1973, Chapitre XTV, pp. 159 á 169 [Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1987, capítulo XIV, pp. 181-193].
9. En el transcurso de la sesión del 3 de diciembre de 2002 del seminario

Akoglaniz
Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela • 101

cirse que el "se" de hacerse...se las cree todavía un poco de-


masiado. Entonces, si uno cree que con eso alcanza, que ha
pagado el precio para volverse analista, uno se equivoca. Todavía va a
ser necesario arrancarse de la fascinación de hacerse el objeto con
su aura de sacrificio y tragar algunas gotas de a-gramaticalidad:
dejarse ser el objeto sin ponerse allí como sujeto, lo cual da una
frase más bien bizarra que desde luego tiene un verbo y un
objeto pero no un sujeto gramatical-mente correcto puesto que
no es allí donde se deja ser objeto. Y a eso no se llega solo, no en
un día y ciertamente no por el milagro de un dibujito en el cuadro
que a uno le hace caer el objeto en menos tiempo del que haría
falta para recogerlo. Allí hace falta un analista. Sería, en efecto,
muy molesto que el sujeto quedara pegado al objeto según el
cual se maquilló. Sería molesto para él mismo, para los eventuales
analizantes cuya cura conduciría, pero también para "el grupo"
psicoanalítico donde inscribirá o inscribe ya su trabajo. Quedaría
también pegado a una consistencia imaginaria de su nombre
propio, mientras que la experiencia de "la acefalidad" de la
pulsión enseña que el nombre propio no es más que la cobertura
de un vacío.

organizado con C. Nawawi y Paul ValasJ.G.Godin subrayó el


término de identificación narcisista empleado por Freud en
relación con el objeto que el melancólico ha vuelto a llevar al lcb
que es tratado, entonces, como el objeto abandonado. (Sigmund
Freud, Introductitm a la psychanalyse, Petite Bibliothéque
Payot, París 1970, p. 404 [26. Vbrlesung: Die Libidotheorie und
der Narzifimus, SA, tomo I, p. 412 (26a conferencia: La teoría de
la libido y el narcisismo, AE, XVI, pp. 388-389)]. Me parece
que este momento en que el sujeto se hace el objeto,
guardando las proporciones por supuesto, podría aproximarse
a esta identificación narcisista.

Akoglaniz
102 • Pulsión y ficción

Para la mirada del niño pegado que se evocó más arriba,


quizás habría sido necesaria la voz de Freud quien, tomado como
objeto, ocupa de nuevo el papel del sujeto y, así, de esta voz
desplaza la mirada. Más aún, para eso era mejor no ser su hija
que, según los dichos del mismo padre, no tenía nada que
envidiarle a Antígona. En fin, esto hace a pesar de todo un destino.
Y si Freud, en su correspondencia con Arnold Zweig10, se regocija
por la presencia de la Antígona que le tocó a él que padece su
cáncer, como siempre pone en esto humor, asumiendo así sobre él
la barra, y nos hace saber que lo real es más fuerte que nosotros.
Cerrando su trayecto, la pulsión devela toda su "acefali-dad"
que, con su efecto de-subjetivizante, es uno de los nombres de la
castración. Y es más todavía, Freud y Lacan lo han repetido
bastante, oh, último escándalo: el último término de la pulsión es
la muerte. En este punto, el lazo volverá a cerrarse sobre la
primera muesca que habrá marcado la vida del sujeto pero que,
debido a la muerte de su cuerpo, dejará de pulsar alrededor del
vacío al que "yo" estaba aferrado. Pero "yo" no estará (é) más allí
para saberlo y "yo" volverá (é) a ser un él o un ella.
Pero mientras esperamos (".. .permanecer allí"1'), volvamos un
poco hacia atrás. Para poder trabajar, es preciso pa-

10. Bernard Roland, "Á partir de la correspondance entre Freud et Arnold


Zweig", en Psychanalyse et identité, aprés la Sboah, Cahiers pour une Ecole N° 9,
Revista de La lettre lacanienne, una escuela de psicoanálisis. Agradezcamos aquí
a Bernard Roland haber traído a nuestro recuerdo esta correspondencia tan
preciosa.
11. Francois Balmés, "La oü c'était.. .y rester", Carnets de l'École de psy
chanalyse Sigmund Freud N°45-46, mayo-octubre 2003, p. 41.

Akoglaniz
Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela • 103

sar por otros, conseguir que nos presten atención. Hay que
escuchar aquí la palabra atención, no como la tradicional fórmula
de gentileza sino en el sentido del funcionamiento del aparato
psíquico tal como Freud lo describe en el Proyecto. Poco importa
que uno sea verdaderamente escuchado o leído, se trata de un
préstamo ficticio que en suma funciona como portavoz o como
porta-plumas. En este hueco de soledad donde todo es un cada
uno cuando está en el trabajo de desenmarañar los atolladeros de
la vida psíquica, la presencia de estos "algunos otros"12 lo
acompaña ya que es a ellos a quienes se dirige, incluso en su
ausencia. De este modo, este "ustedes" colectivo que ellos
entonces representan, tomado como objeto para ocupar de
nuevo el papel del sujeto, permite a este "yo" (Je) individual
dejarse trabajar por un objeto del psicoanálisis y dejarse de nuevo
dividir por él para permanecer en vilo cuando él ocupa el lugar
de semblante de objeto para otros. Entonces, un grupo que,
entre presencia y ausencia, se dejara hilvanar de este modo por la
a-gramaticalidad, ¿es todavía un grupo? ¿O bien sería una
comunidad inconfesable por no tener como jefe más que a un
jefe acéfalo?
Pero ¿no sería necesario que, en esta comunidad, cada uno haya
cercado, bebido hasta las heces, experimentado13, entendiendo esto
en los dos sentidos de la palabra, su propia a-gramaticalidad?
¿Mira ideal? Ideal, por cierto, pero necesa-

12. Anne-Marie Braud, '"Quelques autres' dans les formations du psycha-


nalyste", en Essaim N°ll,Toulouse, Editions Eres, 2003, p. 61.
13. En francés, la palabra es éprouver cuyas acepciones son: probar, ensa
yar, experimentar pero también sufrir, padecer, afectar. [N. de T.]

Akoglaniz
104 • Pulsión y ficción

ria con la condición, desde luego, de poner el acento sobre mira.


¿Hacia qué? Hacia un lugar en el cual los lazos de transferencia
estarían suficientemente atemperados como para no favorecer las
jefaturas diversas, en el cual uno velaría para no alentar los abusos
de transferencia que empujan a veces a algunos a hacerse el objeto
del supuesto deseo de su analista y al gran perjuicio de su propia
avanzada para mantenerse en una "servidumbre voluntaria", no al
servicio del discurso analítico sino al de una persona o de un grupo
de personas. Esta servidumbre puede estar tanto más reforzada
que la lectura del deseo de su analista que hace el analizante en
camino de volverse analista, se superpone con un punto teórico o
con un punto que funciona como "ideal" del grupo donde ana-
lista y analizante vuelven a encontrarse.
Hacia un lugar donde no tendrían demasiado lugar las fórmulas
hechas que, en definitiva, tienen la misma función que el fantasma
individual, es decir, hacer tapón, pantalla para todo lo que nos
perturba, nos produce horror en nuestra propia historia, en la
historia del mundo, en la del movimiento analítico, incluso en el
objeto de la pulsión construido por Freud, y en el objeto pequeño
a inventado por Lacan. Hacia un lugar o, más bien, un lazo social
que le permitiría a cada uno, más allá de los espejismos de la
ilusión, de las rivalidades imaginarias y de la certeza embustera
y gozosa de su propio fantasma, "hacerle la contra a lo real"14
que, según Lacan, es la misión del analista.

14. Jacques Lacan, "La Troisiéme" en Lettres de /' École freudienne de París,
N° 16,1975 ["La tercera", en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial,

Akoglaniz
Del fantasma a la pulsión hacia un lazo de escuela • 105

Este lugar podría llamarse una escuela de psicoanálisis


donde sería incesantemente interrogado el pasaje del anali-
zante al analista. No es que cada uno esté obligado a pasar
por el procedimiento del pase propiamente dicho; si esto al-
guna vez se volviera obligatorio, sería grande el riesgo de
que el procedimiento fuera transformado en examen de ma-
estría y de este modo fuera completamente pervertido. Pero
el hecho de que este pasaje sea incansablemente interrogado
pone a cada uno en el trabajo de plantearse la cuestión por sí
mismo, lo sepa o no.
Dicho esto, la experiencia y la historia lo muestran suficien-
temente, este lugar "no existe", es una "ficción" necesaria, que
también va a escribirse "fixión": ninguna asociación, incluso
llamada Escuela X o Y, podría satisfacer este estado de cosas
ideal, primero porque ninguna agota la idea de escuela pero,
sobre todo, porque a este real jamás se le hace la contra de una
vez por todas, porque es más fuerte que nosotros. El saber no
agota sus efectos, que siempre están por venir.

1993, p. 87. "Lo curioso en todo esto es que el analista, en los próximos años,
dependa de lo real y no lo contrario. El advenimiento de lo real no depende
para nada del analista. Su misión, la del analista, es hacerle la contra. Al fin y
al cabo, lo real puede muy bien desbocarse, sobre todo desde que tiene el
apoyo del discurso científico"].

Akoglaniz
Akoglaniz
VI
Hacer semblante de objeto o1

Quien haya vivido un poco en un desierto, uno verdadero


quiero decir, habrá podido experimentar que es un lugar donde
nadie puede hacer semblante ya que lo real es "sentido blanco2", ése
donde la vida revela crudamente no tener otro sentido más que el de
vivir pero es también "sangre roja"3, ésa en la que la vida, la
sobrevida, sólo depende de la arista descarnada de la necesidad
absoluta del lazo social. En el desierto, uno sólo es lo que hace, y
tiene el mayor interés en decir lo que hace y en hacer lo que
dice: la lectura de las huellas, su interpretación, por lo tanto, son
allí cuestión de

1. Texto establecido a partir de una exposición hecha en el Coloquio


"Escrituras del síntoma en la cura analítica", abril de 2006.
2. Jacques Lacan, Le Séminaire, livreXXII, RSI, séance du 11 mars 1975,
inédit [El Seminario, libro XXII, RSI, 11 de marzo de 1975, inédito].
3. Sens en "sens blanc" y sang en "sang rouge" -sentido y sangre respectiva
mente- se pronuncian en francés de manera muy similar. fN. de T.]

Akoglaniz
108 • Pulsión y ficción

vida o muerte. Orientarse, allí, exige un saber hacer con las


más ínfimas huellas y este saber no se adquiere más que por
la travesía de la experiencia.
En el psicoanálisis, se trata de lo mismo: nadie, allí, sabría
hacer semblante. Es un lugar que, según Freud, está fun-
dado sobre "el amor a la verdad, es decir, al reconocimiento
de la realidad que excluye todo falso-semblante {Schein und
Trug)"^. Lacan no dice nada diferente: "¿Y dónde he dicho
que el saber del que procede esta voz sea semblante? ¿Debe
ella incluso parecerlo, asumir un tono inspirado? Nada de
eso: ni el aire ni la canción del semblante le convienen al
analista"5. "Estén más distendidos, más naturales cuando re-
ciban a alguien que viene a pedirles un análisis"6, recomienda.
Observemos de paso que Freud utiliza una expresión que tiene
relación con la mirada y que Lacan evoca la voz: dos de las
vestiduras del objeto a, del lado del deseo.
De este modo, el analista no hace semblante de ser un ob-
jeto a, se hace el objeto de su analizante, ocupa el lugar del
objeto a que está "él mismo en lugar de semblante en el dis-
curso analítico"7. Pero para que este semblante tenga efecto,

4. Sigmund Freud, Die endliche und die unendliche Analyse, 1937,


Studienausgabe, Ergánzungsband, Frankfurt, Fischer Verlag, 1982, pp. 387-
388 [Análisis terminable e interminable, AE, XXIII, pp. 249-250].
5. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre XIX, ...ou pire, séance du 10 mai
1972, inédit [El Seminario, libro XIX, ...opeor, lección del 10 de mayo de 1972,
inédito].
6. Jacques Lacan, La troisiéme, p. 51 (documento de trabajo) ["La terce
ra", en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1993, p. 81].
7. Jacques Lacan, Le Séminaire, livreXIX, ...oupire, ob. cit. [ElSeminario,
libro XIX, ...o peor, ob. cit.].

Akoglaniz
Hacer semblante de objeto a ■ 109

es muy necesario que sea manifiesto, que sea llevado tal como la
máscara del teatro antiguo8. Detrás de la máscara, hay un actor
que dice, interpreta el texto de otro, y no su texto, el propio de
él, el actor. "El analista debe ser opaco para el analizado y, como la
superficie de un espejo, no mostrar nada distinto de lo que le es
mostrado", dice Freud. La mirada, por lo tanto, otra vez. ¿Sería
por eso que Freud inventó, para su uso y para el nuestro, el
dispositivo diván-sillón? Este dispositivo no está simplemente
destinado a la comodidad del analista, como dicen algunas malas
lenguas, tiene "[...] como meta y resultado evitar la imperceptible
mezcla de la transferencia con las asociaciones del paciente, aislar
la transferencia y, en el momento presente, hacerla destacar con
un relieve nítido como resistencia"9. El paciente, constata, vive eso
como una privación, sobre todo cuando la pulsión escó-pica
(voyerismo) juega un papel significativo en su neurosis y él se
eriza en contra (straubt sich). Cuando es cuestión de castración, es
ese verbo el que utiliza Freud. ¿Por qué vive eso como una
privación? Es que no quiere perder de vista al analista, no soltarlo
de la mirada pero, también, no ser soltado de la mirada por el
analista. De este modo, la suspensión de la mirada del Otro y al
Otro aisla a éste como objeto del que el analista se hace, por eso, el
portador. Extraño portador puesto que, debido a esta suspensión,
lleva la máscara de una ausencia, de un hueco, de una pérdida.

8. Ibidem [Ibidem].
9. Sigmund Freud, Zur Einleitung der Behandlung, 1913, Studienausgabe,
Engánzungsband, Frankfurt, Fischer Verlag, 1982, pp. 193-194 [Sobre la ini
ciación del tratamiento, AE, XII, p. 135].

Akoglaniz
1 1 0 - Pulsión y ficción

La suspensión de la mirada tiene otra consecuencia: la voz del


analista no sale más de una boca, no está más ligada a mímicas, no
está más tan atada a un cuerpo, por lo tanto, al Imaginario.
Incluso si esta voz guarda su materialidad, su grano sonoro, se
desencarna del cuerpo del analista que es, según Freud, "el
retorno {Wiederkehr) -la reencarnación- de una persona
importante de la infancia (del paciente)"10. Por estar así aislada de
la mirada, la voz, como llegada de otra parte, puede entonces
colarse entre las palabras del Otro.
Un poco más lejos en este mismo texto, Freud observa que
no se puede impedir que los pacientes pronuncien algunas frases
antes de recostarse en el diván o cuando vuelven a levantarse: de
este modo, dice, los pacientes dividen la sesión en dos partes, una
parte oficial donde muy a menudo están inhibidos y una parte "de
una agradable intimidad" (gemütlich) donde hablan libremente y
dicen toda suerte de cosas que no consideran que formen parte
de la cura. Pero el analista no acepta durante mucho tiempo esta
división, podríamos decir esta connivencia, esta complicidad. Sitúa
lo que es hablado por el paciente (das Gesprochene) antes y después
de la sesión y lo utiliza en la primera ocasión, dicho de otro modo,
lo re-inyecta en la cura ya que, dice, el material con el cual el pa-
ciente ha erigido este barrera de separación es la resistencia de
transferencia. De este modo, Freud hace barrera, viene a ubicarse
detrás de lo que se dice y complementa el texto del

10. Sigmund Freud, "Die Psychoanalytische Technik", aus Abrifi der


Psychoanalyse, 1938, Studienausgabe, Ergánzungsband, Frankfurt, Fischer
Verlag 1982, p. 413 ["VI. La técnica psicoanalítica", en Esquema del psicoaná-
lisis, AE, XXIII, p. 175].

Akoglaniz
Hacer semblante de objeto a

paciente con lo que oye y había quedado olvidado. Es decir


que el analista debe atenerse estrictamente a lo que dice el
analizante, a su texto. Hacer barrera es entrar en la ronda de
los significantes del paciente y complementar así su síntoma,
tomar la mitad de él a su cargo puesto que el síntoma es un
nudo de significantes.
Si el semblante por excelencia es, según Lacan, el signifi-
cante y el objeto a está siempre entre cada uno de los signifi-
cantes y el que le sigue, uno capta mejor eso que quiere de-
cir "hacer semblante de objeto a": mientras se sigue al anali-
zante paso a paso, de alguna manera por la huella borrada, el
analista se desliza entre cada significante y el siguiente, en ese
hueco que es el lecho del objeto a, se hace su representamen.
Esta palabra, representamen, Lacan la toma prestada de la ló-
gica de Pierce de la cual, en la sesión del 10 de mayo de 1972
del seminario.. MU pire, Recanati ha hablado largamente. Como
la lógica es, según Lacan, la ciencia de lo real, hacerse el re-
presentamen del objeto a es particularmente difícil, exige pa-
ciencia, rigor, travesía y re-travesía de la experiencia.
Entonces, ¿cómo se las arregla el analista para deslizarse
en el lecho del objeto a} Primero, ofrece un lugar, su consulto-
rio, y un tiempo, el de la sesión, y se pone en alquiler, según
los términos de Freud: "Con respecto al tiempo, sigo exclusi-
vamente el principio de la locación (vermieten) de una deter-
minada hora"11. Cada paciente tiene la suya, y es responsable
de ella, incluso si no la utiliza, agrega. Este término, locación,

11. Sigmund Freud, Zur Einleitung der Behandlung, 1913, Studienausgabe,


Erganzungsband, Frankfurt, Fischer Verlag, 1982, p. 186-187 [Sobre la inicia^
ción del tratamiento, AE, XII, p. 128].

Akoglaniz
1 1 2 - Pulsión y ficción

¿no indica que el analista no está allí en tanto persona ni en


tanto sujeto puesto que se alquila, se presta por un tiempo y
en un espacio que ya no son suyos? En suma, en este lugar, el
dueño no es él. Dicho de otro modo, por Lacan, cuando uno
habita un discurso, es él quien lo comanda a uno.
Durante este tiempo, el analista, dice Freud, se sirve de
su inconsciente como de un "órgano receptor", de un "ins-
trumento"12, se lo presta al paciente como un teléfono. Pero
para que este instrumento funcione correctamente, es decir,
para que no sea instrumento de sugestión, es necesario que
el analista se haya sometido él mismo a una "purificación
psicoanalítica"13, que se entienda por supuesto en el sentido
químico. Lacan eligió la palabra decantamiento14: el discurso
analítico es un decantamiento del sentido15.
¿Pero qué es lo que decanta mejor el sentido si no el equí-
voco? Pequeño ejemplo:
—Es lo que yo vivo (c'est ce queje vis) —dice por tercera vez
un analizante que se queja de hechos actuales, refiriéndose
a sus repetidos fracasos profesionales.

12. Sigmund Freud, Ratschldge fur den Arzt bei der psychoanalytischen
Behandlung, 1912, Studienausgabe, Ergánzungsband, Frankfiirt, Fischer
Verlag, 1982, pp. 175-176 [Consejos al médico sobre el tratamiento psicoana-
lítico,AE,XII,p. 115].
13. Ibidem, p. 176 [Ibidem, p. 115].
14. El verbo decantar viene del latín de los alquimistas, de canthus, "pico
de cántaro"; significa depósito de elementos después de separación y es sinó
nimo de depurar.
15. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre XXI, Les Non-Dupes errent, séance
du 8 janvier 1974, inédit [El Seminario, libro XXI, Los no incautos yerran-Los
Nombres del Padre (fónicamente, en francés, ambas expresiones son idénticas),
lección del 8 de enero de 1974, inédito].

Akoglaniz
Hacer semblante de objeto o • 113

—¿De qué verbo?


—Bueno, ¡de vivir, por supuesto!
—¿Ah, sí?
Silencio desconcertado del analizante.
—¿Usted quiere decir de ver? ¿Lo que yo he visto (ce quefai
vu)} ¿¡Es eso lo que usted quiere decir!?16

El tono es a la defensiva con una punta de agresividad y de


angustia: el analista se retira entonces al silencio, lo más lejos
posible. Ese silencio, denso como el que resuena en el de-
sierto, es un silencio que causa, es otro nombre de la voz. Ese
silencio llama entonces a un silencio activo del analizante, to-
davía ligeramente teñido de angustia: "La imagen que pri-
mero se me aparece es mi padre que [...]" No voy a contar la
continuación porque no es necesaria. Todo el mundo ha cap-
tado que lo que se deslizó allí, entre visyvis^, es la mirada. Sin
duda, la mirada aquí todavía está clavada, me atrevo a decir ator-
nillada, sobre el personaje del padre y el falo imaginario. Lacan
señala, por otra parte, que no hay nada más difícil que arran-
car a un obsesivo del dominio de la mirada18. Clavada, atorni-
llada: eso evoca la fijación pulsional. Se habrá oído también
que, detrás del tono de la pregunta del paciente al analista, se
esconde otra pregunta: "¿Pero qué quiere de mí finalmente este
Otro?" No es sorprendente entonces ver que asoma la angus-

16. Deducimos que el lapsus radica en la pronunciación entre j'ai vu (he


visto) y je vis (yo vivo). [N. de T.]
17. La expresión francesa vis a vis quiere decir frente a frente, enfrente;
pero vis retoma el equívoco planteado inmediatamente antes. Es interesante
que vis signifique también tornillo. [N. de T.]
18. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre XXIII, Le Sinthome, París, Seuil,
2005, p. 18 [El Seminario, libro 23, El Sinthome, Buenos Aires, Paidós, p. 18].

Akoglaniz
114 • Pulsión y ficción

tía. En el corazón de la pregunta, vía la voz de la analista retirada en


su hueco de silencio, se entrevé fugitivamente una respuesta: esa
preparada minuciosamente, inventada desde tiempos inmemoriales,
con la cual el analizante asegura, en todos los sentidos del término,
su goce. Pero esta respuesta, que no es otra que la del fantasma,
prefería, todavía por un tiempo, permanecer ignorada. Entonces, el
analizante, más que presentir que esta certeza se ponía a vacilar, sentía
que eso lo erizaba. Con algo del significante, por lo tanto con
algo de lo Simbólico, el analista operó un corte en el texto del
analizante (¿qué verbo?). Pero el equívoco (vivir/ver) introdu-
cido por el analista, en forma de representamen del objeto a, en su
vestidura imaginaria mirada (ver), fabricó un empalme con lo
Imaginario (la imagen del padre). La angustia y el eriza-miento
provocados por este corte-empalme señala que de este modo ha sido
tocado un fragmento de Real. Uno puede, por lo tanto, pensar que
el campo del síntoma entre lo Simbólico y lo Real se ha
conmovido un poco con esto, otro sentido fue entendido
(entendu), fue oído ipuí). Cuando se hace un empalme entre I y
S, dice Lacan, se hace al mismo tiempo otro entre S y R. "Es decir
que, por algún lado, le enseñamos al analizante a empalmar, a
hacer empalme entre su síntoma y lo real parásito del goce."19 20

19. Ibidem, pp. 72-73 [Ibidem, p. 70].


20. Quisiera dar parte aquí de un "blanco" que fue escrito "fuera del
texto" durante el tiempo en que trabajaba este equívoco. Este "blanco fuera
de texto" forma parte, por lo tanto, de este texto. Me preguntaba cómo sería
posible rendir cuenta del equívoco con ayuda del nudo borromeo. Interrogué,
entonces, a algunas personas...hasta que Jean-Guy Godin me recordó que él

Akoglaniz
Hacer semblante de objeto a • 115

Pero sólo la continuación, es decir el a posteriori, dirá si,


en caso de no dejar de arrojar entre las palabras del analizante
el "anzuelo" del deseo, como en nuestro último coloquio
apodó Anne-Lise Stern al objeto a, el analista podrá llevarlo a
consentir en reconocer que el síntoma, este "pececito de boca
voraz"21, "se ata a una verdad que ya no tiene curso"22 y en
aligerarse del goce de éste.
Sólo la continuación, dice Freud en Construcciones en el
análisis, rubrica la precisión de una construcción del analista,
a saber si el paciente aporta material nuevo. Pero puede suce-
der a veces que el analista cometa un error de construcción;
sin embargo la experiencia muestra a menudo que se puede
"atrapar la carpa de la verdad precisamente con la mosca de la
mentira"23. Esta observación deja entrever que Freud sabía
sin embargo tomarse algunas libertades con eso que Lacan
llama "sus amores con la verdad" y que tenía una pequeña

había hablado de esto en el seminario que hace con Charles Nawawi y me


indicó la página del Sinthome donde se encontraba la respuesta a mi pregun-
ta. Ni decir que asisto a este seminario y que yo lo había oído. Este "blanco"
vino entonces a recordarme otra cosa: en psicoanálisis, es necesario que uno
re-descubra las cosas por su propia cuenta, a su propio costo, para saberlas.
Freud lo decía ya cuando citaba a Goethe: "Lo que has heredado de tus
padres, adquiérelo para poseerlo".
21. Jacques Lacan, La troisiéme, p. 54 (documento de trabajo) ["La terce
ra", en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1993, p. 84].
22. Jacques Lacan, Le Séminaire, HvreXIX, ...oupire, ob. cit., séance du 19
janvier 1972 [El Seminario, libro XIX, ...opeor, ob. cit., lección del 19 de enero
de 1972].
23. Sigmund Freud, Konstrutionen in der Analyse, 1937, Studienausgabe,
Erganzungsband, Frankfurt, Fischer Verlag, 1982, p. 399 [Construcciones en el
análisis, AE, XXIII, p. 263].

Akoglaniz
1 1 6 - Pulsión y ficción

idea de sus melindres. Esta observación, ¿no evoca acaso la ver-


dad que miente y la equivocación24? Si Freud explica lo que él
entiende por construcción, no da ejemplos de error engaña-
dor de la verdad. Pero una frasecita del inicio del texto puede
ponernos sobre el rastro: "Los dos juntos [el analista y el ana-
lizante] tienen el derecho incontestable a la reconstrucción
completando y reuniendo los restos conservados. Muchas di-
ficultades y fuentes de errores son, en ambos casos, las mis-
mas", escribe después de haber comparado el trabajo del ana-
lista con el del arqueólogo. Dicho de otro modo, el analista y
el analizante están sometidos a las mismas dificultades con el
inconsciente, con sus formaciones, sus vueltas y sus rodeos. Por
cierto, ellos no están en absoluto en el mismo lugar pero tra-
bajan sobre la misma cantera de excavaciones, es decir, sobre
el texto del analizante. Dicho de otro modo aún, analista y ana-
lizante están sometidos a la duplicidad del significante.
El equívoco tiene cajones múltiples, tanto más porque lo
escrito participa en él. Sucede que, arriesgándose a proponer
al analizante que abra un cajón, uno tenga la sorpresa de oírlo
abrir otro y asociar sobre una cosa completamente diferente a
la que uno había oído, incluso de aportar en esta ocasión ma-
terial nuevo. Si uno está sorprendido es porque no se lo espe-
raba, dicho de otro modo, porque no lo sabía de antemano.
En efecto, ni el analista ni el analizante disponen de "todo" el
texto del analizante. Eso es completamente imposible. ¿Por
qué? Porque este texto está, por estructura, siempre en deve-
nir, nunca cerrado, y es un texto con agujeros, un poco como

24. Une-bévue, en francés en el original: una-equivocación. [N. de T.]

Akoglaniz
Hacer semblante de objeto a • 117

los ejercicios de gramática y de vocabulario que se les da a los


niños en la escuela. Diré incluso con tres agujeros: el de las
palabras que faltan porque han quedado relegadas por la re-
presión, el del vacío entre las palabras, ese vacío que con un
soplo llama a la vida a la palabra siguiente, y por fin ése, inson-
dable, de la represión originaria. El soplo puede evocar el so-
plo divino, y luego la voz, es más poética, pero la curva ater-
ciopelada de un seno, la hendidura húmeda de una mirada o
incluso los tufos de una pedorrera convienen igualmente bien
como causa y, si me atrevo a decirlo, como causa del origen
del mundo. He abusado de los adjetivos, aunque sea contrario
a las leyes de un estilo depurado, he abusado de ellos a propó-
sito para que se entienda: esos cuatro, con los que el analista
hace sus mamas, se sustituyen, se cruzan, se entremezclan, se
desplazan y se le meten a uno entre las patas ya que, "en todo
lo que uno dice, a cada instante, él está en otra parte"25. No es
sorprendente que uno a veces tenga dificultades para seguirlo
y que se enrede entre las patas. "Tampoco es tan terrible",
dice Lacan, "lo importante es que eso suceda a su propio
costo"26. ¿Cómo? ¿A costa del analista? Veamos lo que propone
Freud: "[...] entonces podemos27 (dürferi) extraer la conclu-

25.Jacques Lacan, he Séminaire, livreXIX, ...oupire, ob. cit., séance du 17


mai 1972 [El Seminario, libro XIX, ...opeor, ob. cit., lección del 17 de mayo de
1972].
26. Jacques Lacan, La troisiéme, p. 50 (documento de trabajo) ["La terce
ra", en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1993, p. 80].
27. Este verbo dürfen que emplea aquí Freud es una modalidad de
"poder" diferente de la que expresa konnen: "podemos" aquí quiere decir esta
mos autorizados a, podemos suponer que y, en cierto modo, es como si Freud
allí dijera: con esta construcción estuve a punto de equivocarme.

Akoglaniz
1 1 8 - Pulsión y ficción

sión de que hemos cometido un error {Irrtum) y, sin daño para


nuestra autoridad, se lo confesaremos al paciente cuando se presente
una ocasión conveniente. Esta ocasión está dada cuando aparece
algún material nuevo que permite una mejor construcción y
permite así la corrección del error"28. En uno de los capítulos de
Psicopatología de la vida cotidiana que justamente tiene por
título "Errores", Freud cuenta un acto fallido que cometió con
uno de sus pacientes, lo analiza en ese mismo momento y le dice
al paciente lo que este acto fallido había conseguido decir: que no
estaba de acuerdo con que se fuera de vacaciones, partida que iba a
interrumpir desafortunadamente la cura y, además, a causarle un
lucro cesante. Dicho de otro modo, este error, este acto fallido
está determinado por lo que sucede en la cura y Freud lo reintegra
a ella, y es el caso de decirlo a su costa pero para significarle al
paciente que irse de vacaciones está allí por algo, que tiene un
sentido. ¿No es ése un error engañador de la verdad?
No llegué a hablar de estos sueños en la cura, donde los
desplazamientos, las transformaciones diversas que sufre en ellos
el supuesto personaje del analista, le permiten a éste situarse en el
movimiento de la cura y en cuanto al lugar que él ocupa en la
transferencia. No llegué a hablar del amor y del odio de
transferencia sin olvidar los otros "semblantes" designados como
tales por Lacan.

28. Sigmund Freud, Konstrutionen in der Analyse, 1937, Studienausgabe,


Ergánzungsband, Frankfurt, Fischer Verlag, 1982, p. 399 [Construcciones en el
análisis, AE, XXIII, p. 263].

Akoglaniz
Hacer semblante de objeto 0 - 1 1 9

Una palabra aún, para concluir, una palabra de Freud: "No sólo
la constitución del yo (mot) del paciente sino también el carácter
particular del analista deben ubicarse entre los factores que
influyen sobre las perspectivas de la cura analítica y aportan
dificultades según la forma de resistencia"29. Lo que aquí se
traduce como "carácter particular" evidentemente no tiene nada que
ver con el carácter del analista, la palabra de Freud es Eigenart.
Artes el modo, el arte y la manera, Eigen, particular, en sentido
propio: la manera de hacer con esto, el saber hacer con eso propio
del analista. Traduciré esta palabra por estilo que no es otra cosa
más que saber hacer con Mengua y con lo que de ella se ha
depositado en su propio texto. Este saber hacer con ella lo habrá
adquirido por haber podido reducir su texto, por decantación, al
dibujo acabado del síntoma. Es desde allí de donde podrá, en esta
proximidad de lo real, de este sentido blanco, dibujarse la arista
descarnada de la necesidad absoluta de un lazo social, la del de-
sierto de antes, pero también la del discurso analítico, discurso
que respeta el Eigenart^, el estilo, de aquéllos que padecen por su
síntoma. Respetar el estilo del analizante es una de las últimas
recomendaciones de Freud. Si no lo hi-

29. Sigmund Freud, Die endlkhe und die unendliche Analyse, 1937,
Studienausgabe, Ergánzungsband, Fischer Verlag, 1982, p. 387 [Análisis ter-
minable e interminable, AE, XXIII, pp. 249-250].
30. Sigmund Freud, "VI. Die psychoanalytische Technik", ausAbriJ] der
Psychoanalyse, 1937, Studienausgabe, Ergánzungsband, Frankfurt, Fischer
Velag, 1982, p. 414. ["VI. La técnica psicoanalítica", en Esquema del psicoaná
lisis, AE, XXIII, p. 176: "Es que el analista debe... respetar die Eigenart del
paciente"].

Akoglaniz
120 • Pulsión y ficción

ciera, dice aún, el analista podría reprocharse no haber dejado la


palabra al paciente. Podemos decir mejor que "hacer semblante de
objeto a" es el anverso de hacerse el maestro. ¿Es por eso que los
analistas, como los nómades del desierto, son ingobernables?
Entonces, ¡no nos dejemos sedentarizar!

Akoglaniz
Vil
La metamorfosis o el despertar1

AG.S.
A partir de cierto punto,
no hay más retorno posible.
Hasta ese punto hay que llegar2.

Más que otros, entre los que me resultan familiares, los textos de
Franz Kafka empujan al comentario, a la lectura de las palabras
debajo de las palabras. Más que otros héroes de la literatura, los
de Kafka llevarían a la confusión con su autor. Confusión, sin
duda, inducida por la gran proximidad del hombre y de su obra:
participan en ella la extrema franqueza del hombre y el rigor del
escritor. Pero incluso esta

1. Publicado en Essaim nc 3, primavera 1999, Toulouse, Eres, p. 37.


2. Franz Kafka, quinto aforismo, "Consideraciones sobre el pecado, el
sufrimiento, la esperanza y el verdadero camino", en Hochzeitsvorbereitungen
aufdem Lande, Frankfurt, Fischer Verlag, p. 30 [Consideraciones sobre el pecado,
el sufrimiento, la esperanza y el verdadero camino, Barcelona, Laia, 1983].

Akoglaniz
122 • Pulsión y ficción

proximidad exige del lector tanta más vigilancia porque tiene


acceso a los diferentes escritos de Kafka, historias, novelas,
diario, notas, cuadernos y correspondencia. El que se arriesga a
buscar lo que podría oírse detrás de lo que está escrito allí, debe
pagar su impudicia con una suerte de náusea, incluso con una
repugnancia hacia esta forma de transgresión que es el
desciframiento de estos textos que no pedían tanto de él. Hace
falta impudicia, en efecto, para coser con grueso hilo blanco
su tejido apretado, fino y móvil. El que se mezcla con querer, y el
gesto sólo puede ser torpe, con levantar el velo de las palabras,
pasa la frontera entre simbólico y real y recibe como devolución
su mueca. Con una decisión firme, los textos de Kafka se
mantienen sobre esta frontera: no es sorprendente que cuando
uno se les acerca, quede tomado por el temblor que los habita.

Más allá del desamparo

"Der Mensch mufiseinen Schlaf haben", el hombre debe tener su


dormir; müssen es el modo de la necesidad imposible de eludir.
Sí, pero a Gregor Samsa, le habrá sido dado, por Franz Kafka su
autor, conocer el instante del despertar. "Ais Gregor Samsa eines
Morgens aus unruhigen Traumen erwachte, fand er sich in
seinem Bett [...] (Cuando Gregor Samsa despertó una mañana
al salir de sueños agitados, se encontró en su cama[...]). Ais ,
conjunción de tiempo, indica que la acción no tuvo lugar más
que una sola vez, en el pasado. El tiempo de la Metamorfosis de
Franz Kafka está planteado

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 123

desde la primera palabra: pasado indefinido de la narración


de un momento único y sin retorno posible: esto escapará a
la repetición. Es también el tiempo de los cuentos, de los
mitos, de la ficción.
¿Quién no despertó algún día en su cama después de
tener sueños agitados? ¿No es una experiencia banal, común
a todos los seres humanos? Pero la experiencia develada al
final de la primera frase de la historia, por el contrario, lo es
mucho menos. En el corazón del mundo familiar, del espa-
cio tranquilo de una habitación, lo impensable ha sucedido:
un ser humano se ha metamorfoseado en un "bicho inmun-
do", zu einem ungeheuren Ungeziefer venvandelt. Ungeheuer
forma negativizada de geheuer (familiar) es un equivalente
de unheimlich. Ungeziefer está compuesta por un- y geziefer,
geziefer ya no se utiliza3 pero proviene del alto-alemán anti-
guo zebar, que significa Opfertier, animal para el sacrificio,
víctima inmolada. Ungeziefer, por lo tanto, designa en el ori-
gen a un animal que no es apropiado para el sacrificio. En
la lengua moderna, pueden llamarse Ungeziefer los insectos,
pulgas, piojos y los pequeños animales llamados dañinos, en
particular la rata4.
Gregor Samsa se encontró, por lo tanto, metamorfosea-
do en un ungeheuren Ungeziefer. Estas dos palabras unidas
empiezan por el mismo prefijo negativo un-, negación que
no tiene el mismo estatuto que la negación nicht: la diferen-

3. Según el diccionario alemán Wahrig, la palabra Ziefer todavía se usa en


alemán en el sud-oeste y significa Federvieh, ave de corral.
4. Se sabe que los nazis comparaban a los judíos con todos esos Ungeziefer.

Akoglaniz
124 • Pulsión y ficción

cia es la misma que hay en francés entre la negación ne.. .pas


y el prefijo in- o im-. Pensemos, por ejemplo, en la diferen-
cia entre "la señora no es visible" y "la señora es invisible"5.
Estos prefijos negativos implican una modalidad de ser que
no depende de la contingencia sino que indica que uno se
encuentra sobre el anverso exacto del ser. Designan una
cualidad topológica del ser: cuando sobre una superficie se
inscribe un punto, una letra, al mismo tiempo, sobre el
anverso exacto se inscribe este punto pero afectado por el
prefijo un-. De este modo, no hay heimtich sin su inquietan-
te anverso unheimlich: el anverso de la banalidad es mueca
de lo real. En su artículo Das Unheimlkhe, Freud dice :
"Pero el prefijo un- adherido a esta palabra [heimlich] es la
marca de la represión".
Para designar este lugar familiar, Kafka inventa una pala-
bra, Menschenzimmer (habitación para ser humano) que
pone en lugar de la palabra corriente, Schlafoimmer (habita-
ción para dormir). Allí donde habitualmente dormía un
hombre, allí advino un Ungeziefer. Tal como un insecto
puede hacerlo mientras se pasea sobre una hoja, Gregor
Samsa ha pasado al anverso de este espacio bien conocido y
allí se descubre "bicho monstruoso". Despertar brutal "des-
pués de tener sueños agitados": en el desamparo apenas
escondido por el cobertor (Decke) que se desliza, está acos-
tado sobre la caparazón que desde ahora le sirve de espalda
y debe asistir al espectáculo miserable de sus numerosas

5. En francés, en el original, Madame n'estpas visible y Múdame est invisi-


ble. [N. de T.]

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 125

patas débiles que temblequean alrededor de su grueso vien-


tre recorrido por durezas amarronadas. Si nadie viene a
socorrerlo, es una muerte segura la que espera al animal
acostado de ese modo. Igual a un hombre en el momento de
su nacimiento que patalea de desamparo en su cuerpo pre-
maturo, Gregor intenta orientarse en el espacio nuevo, en la
nueva dimensión donde se encuentra.
"¿Qué me pasó?", piensa. "No era un sueño". Estas dos
frases son contiguas. De la primera persona del discurso
directo, mir ("Was ist mir geschehen?"), se pasa al neutro Es,
eso (Es war kein Traurri). Eso hubiera podido ser un sueño,
entonces, pero en cambio era una metamorfosis;
Verwandlung, palabra compuesta por el prefijo ver-, que
indica que la acción indicada por el verbo, aquí wandeln,
marchar, caminar, deambular, es llevada hasta el final, hasta
el cambio de estado. En efecto, el que dice Yo (Jé) no reco-
noce más su cuerpo, su cuerpo habitual de ser humano se le
volvió inhumano, de una inquietante proximidad6.

6. Cf. El pasaje de Preparativos de boda en el campo, donde el héroe, Raban,


piensa: "[...] Uno trabaja de manera tan exagerada en la oficina que uno está
incluso demasiado fatigado como para disfrutar de sus vacaciones. Pero a
pesar de todo el trabajo, uno no puede tampoco pretender ser tratado por
todos con amor, lo que es más, uno está solo, es completamente extranjero y
sólo objeto de curiosidad. Mientras dices uno en lugar de yo, no es nada [...]
pero cuando tú te confiesas que tú mismo eres eso, entonces tú estás literal-
mente traspasado y tú estás horrorizado". (Los pronombres están subrayados
por la autora.) [Franz Kafka, Preparativos de boda en el campo en Relatos
Completos, Buenos Aires, Editorial Losada, 2006, p. 383.]

Akoglaniz
126 • Pulsión y ficción

Donde el falo falta en su lugar

Con la mirada, Gregor busca referencias: sobre su mesa se


encuentran las muestras de tejido (Muster, el motivo, el modelo)
que utiliza en el negocio7; en efecto, Gregor es viajante de
comercio (Reisender, el viajante) y encima de la mesa encuentra
también, adherida al lindo marco dorado que él mismo esculpió8,
la imagen de una mujer, una Dama más bien. La había encontrado
recientemente [subrayo yo] en una revista de moda, le había
parecido hermosa y por eso la había recortado y enmarcado.
Sentada muy erguida, adornada con un tocado y una estola de
piel, ella tiende (entgegenheben, levantar hacia, en dirección de...,
entgegen tiene el sentido de ir hacia, en dirección o al encuentro
de pero también el del adverbio en contra de, a diferencia de, en
oposición a...) hacia ése que mira (dem Beschauer, el escrutador, el
observador) un manguito de piel en el que su antebrazo ha
desaparecido por completo. Antebrazo, en alemán, se dice
Unterarm, literalmente el brazo de abajo y la palabra está
construida como Unterleib, el cuerpo de debajo, el bajo vientre.
¿Qué es entonces lo que ha desaparecido en esta abundancia de
pieles y que hace objeción a la mirada escrutadora? ¿Qué
miembro (Glied) de abajo? La Dama, ideal porque imagen
inofensiva en relación con una mujer de carne y hueso, remite a
Gregor, desde el anverso de su belleza en papel glacé, al reflejo de
la angustiosa desa-

7. El padre de Kafka era comerciante de tejidos y de artículos de moda.


8. Kafka se había iniciado en la carpintería.

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 127

parición del falo que falta en su lugar: lo remite a su angus-


tia de castración.

Desde la ventana

Nada más lógico que, en la frase siguiente, Gregor busque


con la mirada la ventana, el encuadre familiar, abertura
hacia una solución menos angustiosa. Ay, el tiempo tacitur-
no y lluvioso le barra este acceso y el repique de los golpes
de las gotas de lluvia sobre el borde de zinc de la ventana lo
hunde en la melancolía. Desde el exterior, ningún socorro
que pueda esperarse. El tema de la ventana ya estaba pre-
sente en La condena9 que Kafka escribió poco tiempo antes
de La metamorfosis^.
El primer párrafo de La condena muestra a Georg 11, el
héroe, que acaba de terminar una carta a un amigo de la

9. Das Urteil, esta palabra quiere decir también juicio; palabra por palabra:
partición originaria. En un trabajo anterior, yo había propuesto "traducir" el
título de esta historia de Kafka por "La parte del padre". El final del relato
podría, por el contrario, tener por título "Verurteilung", juicio condenatorio.
10. La condena fue escrito en septiembre de 1912. La Metamorfosis, en
noviembre-diciembre de 1912.
11. Según la pequeña nota biográfica de la madre de Kafka, Georg es el
sobrenombre de un hermano de Franz, dos años más joven que él, que murió
de sarampión cuando tenía dos años, por lo tanto cuando Franz tenía alrede
dor de cuatro. En la Carta al padre [Carta al padre, traducción y prólogo de
Carlos Correas, Buenos Aires, Editorial Leviatán, 2003], Kafka evoca a este
hermano muerto así como al segundo hermano muerto, también de muy poca
edad, subrayando que la desaparición de ambos lo había dejado a él, el mayor,
solo frente a la tiranía de su padre. Deberíamos observar, por supuesto, que
Gregor es el anagrama de Georg.

Akoglaniz
128 • Pulsión y ficción

infancia exiliado en Rusia a quien no se atreve a anunciarle su


reciente compromiso, acodado delante de su ventana en una
especie de ensoñación. Es un hermoso domingo a la mañana de
primavera soleada, los colores son suaves. Después, va a la
habitación de su padre, sombría y cerrada: la única ventana de
esta habitación da a un patio estrecho cuyo muro elevado echa
una sombra siniestra dentro del cuarto. En ese momento,
también su padre está sentado frente a la ventana.
Por otra parte, en su Diario y en su correspondencia, Kafka
evoca en varias ocasiones su deseo de tirarse por la ventana, en
particular cuando el padre le pide que se ocupe de una fábrica
familiar, desesperado como estaba porque eso le impediría
escribir12. Lacan, lo sabemos, compara el fantasma con una
ventana por la cual cada uno ve el "mundo" y que sirve para
encuadrar, para contener el goce incluido.

Del dolor de existir

Entonces, ¿seguir durmiendo para olvidar? Sería una solución


pero, sobre el anverso, no hay olvido, no hay sueño posible: su
nueva caparazón le impide acostarse sobre el lado derecho
(recht)u, su posición familiar para dormirse.

12. Franz Kafka, Diarios [Diarios (1910-1913), España, Lumen, 1994 y


Diarios (1914-1923), España, Lumen, 1994].
13. Recht quiere decir derecho, opuesto a link, izquierdo, pero también, lo
que conviene, lo que es justo. Por ejemplo, das Recht, el derecho, la legislación.
Fueron precisamente estudios de derecho los que hizo Kafka.

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 129

Todos sus esfuerzos son vanos, y Gregor cierra los ojos para
no seguir viendo cómo sus patas se mueven desesperada-
mente. Le aparece entonces un dolor en el costado, ligero,
sordo, nunca experimentado hasta ese momento (finen noch
nie erfühlten, leichten, dumpfen Schmerz). ¿Sería éste, en la
posición de desamparo en que se encuentra, el descubri-
miento del dolor de existir, die Noí14 des Lebens?
El cuarto párrafo, el que sigue inmediatamente a la evo-
cación de este dolor, trae dos temas. Primero, el del
Reisender, el viajante (de comercio): "¡Dios, qué profesión
oprimente he elegido! Día tras día viajando", exclama
Gregor. El viajero15 está en la literatura, especialmente en el
romanticismo alemán, una metáfora del ser humano captu-
rado en los desfiladeros del significante, sometido sin tregua
al deslizamiento del significante sobre el significado, desde
antes de su nacimiento hasta el punto de detención que será
su muerte. Gregor se queja de eso en estos términos: " [...]
und aufierdem ist mir noch diese Plage des Reisens auferlegt, [...]
ein inmmer wechselnder, nie andauernder, nie herzlich wer-
dender menschlicher Verkehr. Der Teufel solí das alies holen! (y

14. Not significa, en alemán, necesidad, pobreza, miseria, penuria; también


desamparo, dificultad y otra serie de acepciones semejantes. El dolor de existir
es, entonces, la manera en que la autora traduce Die Not des Lebens. [N. de TJ
15. Ver, en particular, la obra de Novalis, Heinrich von Ofterdingen [Novalis,
seudónimo de Friedrich Leopold von Hardenberg, 1772-1801, Enrique de
Ofterdingen, 2° ed., Buenos Aires-México, Espasa-Calpe, 1951]. Ver igualmente
el aforismo de Kafka: "Die Menscbengeschicbte ist die Sekunde zwischen zwei
Schritten eines Wanderers." (La historia de la humanidad es el instante entre
dos pasos de un viajero), Troisiéme Cahier, 1917 [Cuadernos en octava, Buenos
Aires, López Crespo editor, 1977].

Akoglaniz
130 ■ Pulsión y ficción

además se me impone esta plaga del viaje, [. ..]de las relacio-


nes humanas siempre cambiantes, nunca perdurables, que
jamás se vuelven cordiales. ¡Que el diablo se lleve todo!" La
palabra Plage quiere decir plaga, calamidad, y proviene del
alto alemán antiguo plaga, castigo del cielo, adversidad, des-
gracia y del latín plaga, golpe. Es por lo tanto una desdicha
que se abate sobre una persona, un pueblo16, incluso sobre
la humanidad en su conjunto. En cuanto a la palabra
Verkehr, significa circulación, tráfico, comercio con..., rela-
cionas), frecuentación, transporte pero también relaciones
sexuales. Gregor, nos damos cuenta, no se equivoca cuando
llama al diablo en su ayuda ya que, sin duda, es de infierno
de lo que se trata, y de deseo17.

De una feminización

El segundo tema de este párrafo es el descubrimiento que


hace Gregor de pequeñísimos puntos blancos sobre su vien-
tre enorme, rayado de vetas. Le resulta imposible determi-
nar (beurteilen, juzgar) de qué se trata. Eso le pica, se toca ese
lugar con una de las patas (Bein: la pata, la pierna) pero la
retira en seguida porque el contacto le provoca temblores

16. De igual modo podría pensarse aquí en el exilio impuesto al pueblo


judío, la Diáspora, y en la posición oscilante de Kafka entre la cultura alema
na y la cultura judía. Ver nota 35.
17. En 1912, Kafka, que está de viaje, le escribe a Max Brod: "¿Cómo
puede ser que yo viva en Praga? Este deseo que tengo de los seres humanos
(Verlangen nach Menschen) y que se metamorfosea en angustia cuando se ha
realizado, no encuentra su camino más que en las vacaciones".

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 131

helados. ¿Qué horror lo hiela de esta manera? ¿Irá a descu-


brirse hembra que puso pequeños huevos blancos? Qué
puede haber de más aterrador para un hombre, en efecto, que
encontrarse un costado mujer, sobre el anverso viscoso de
una familiaridad que uno, sin embargo, creía bien encuadra-
da por la legítima posesión del falo18. ¡Qué despertar! Y es
justamente en las líneas que siguen donde se inserta la frase
citada al principio: "Der Mensch mufi seinem Schlaf haben"19.
Encantamiento, éste, cuyo hechizo ya casi no opera más con-
tra el asalto de las potencias de los infiernos: el tema de la
feminidad resurge por el sesgo de los otros pequeños viajeros
que tienen, ellos sí, el privilegio de "vivir como mujeres en un
harén" ("Andere Reisende leben wie Haremsfrauen"). A Gregor
le está prohibido ese goce tranquilo de la vida. ¿Por qué?
Porque su jefe en ese caso lo despediría en el acto. "Por otra
parte, quién sabe si eso no sería muy bueno para mí", se dice
Gregor entonces. ¿No es ése su deseo, además?, despedirse
y decirle a este jefe lo que guarda en su corazón. ¡Ah, si por

18. Se podría evocar aquí otro texto de Kafka, Der Nachbar, "El vecino",
donde el personaje que dice Yo (Je) ha hesitado -hesitación cargada de con
secuencias para él- en alquilar el departamento contiguo porque había una
cocina con la que no sabría qué hacer. Es otro hombre joven, su doble, llama
do Harras, quien tomará este departamento. La cocina (Küche) es tradicional-
mente un lugar de actividad femenina. (Ver también las tres K. de la ideolo
gía nazi). El anverso de Harras es Sarah, die Vrmutter, la madre del origen. Al
vecino Harras, por lo tanto, el anverso femenino del que dice Yo (Je), le será
atribuida en el relato la pérdida, la destrucción del narrador que, por otra
parte, compara a Harras con la cola de una rata (wie der Schwans einer Ratte).
Observemos que, en alemán, la palabra rata es femenina ["El vecino", en
Relatos Completos, ob.cit., p. 499].
19. Se sabe que Kafka sufría terribles insomnios.

Akoglaniz
132 • Pulsión y ficción

lo menos hubiera podido hacer eso, hace mucho tiempo que


lo habría hecho! Este jefe que trata a sus empleados desde
toda la altanería de su sordera obligándolos de ese modo a
mantenerse en una proximidad humillante, este jefe segura-
mente se hubiera caído del pupitre. Hubiera podido, hubie-
ra hecho, habría caído, estos verbos en alemán están en el
segundo pasado del subjuntivo, tiempo y modo de la realiza-
ción imposible de un deseo. Modo, también, de los juegos de
niños, de los fantasmas.
Sin embargo, la esperanza está allí, esto realmente se rea-
lizará algún día, mañana quizás, o en cinco o seis años. Y
entonces: "Dann wird der grofie Schnitt gemacht" (palabra por
palabra: entonces el gran corte se hará). Esta frase está escri-
ta en voz pasiva impersonal, como la famosa frase de Freud
"Ein Kind wird gescblagen" (un niño es pegado). El agente de
este corte no está personificado, es un corte de algún modo
desubjetivizado. Schnitt significa corte, cortadura, incisión,
corte de una vestimenta, intersección en matemáticas, mon-
taje de una película y proviene del verbo schneiden que quie-
re decir también operar, castrar, capar; en la misma familia
está también el verbo beschneiden, circuncidar20. Pregunta:
¿sobre quién o sobre qué se hará este gran corte? A primera
vista, estaba destinado a producirse entre Gregor y su jefe.

20. Cf. La descripción de circuncisiones que hace Kafka en su Diario, la


de su sobrino y la circuncisión en Rusia, descripciones insertas entre reflexio-
nes muy importantes para él sobre la literatura judía y checa. Como por azar,
todo esto está anotado el 24 y 25 de diciembre de 1911, día de Navidad, pero
también fecha de la fiesta judía Hanuka; es en esta fecha también cuando
Kafka anota que se llama Amschel en hebreo, como su bisabuelo materno.

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 133

De un fantasma

El jefe de Gregor, ¿no es una de las figuras tiránicas del


padre? Uno no puede no pensar aquí en el terrible retrato
que Kafka ha hecho de su padre, en particular en la tan céle-
bre Carta al padre. ¿Sería, entonces, la culpabilidad la que le
impide a Gregor actuar, consentir el gran corte y encontrar
la vía del deseo? Está arrinconado entre la deuda no reem-
bolsada al jefe y el deber filial. Es él, en efecto, quien a tra-
vés de su trabajo asegura a sus viejos padres y a su joven her-
mana Grete una vida confortable y tranquila. Renunció a
sus propios estudios y sacrifica su vida de hombre joven (no
sale casi nunca, no tiene noviecita) a esta esclavitud "libre-
mente" consentida. Su única recompensa es el orgullo que
extrae de eso; su única satisfacción, su joven hermana que,
gracias a él, puede proseguir sus estudios musicales y para
quien él tiene grandes ambiciones: enviarla al conservatorio
a pesar del costo alto de la inscripción. Por otra parte, tiene
hacia esta joven hermana un amor más que tierno21:

"[Gregor que, en su estado de suciedad repelente, había entrado


en la habitación común adonde los pensionistas ha-

Siguen notas sobre su genealogía únicamente por el lado materno y una espe-
cie de fantasma: tirarse por la ventana haciendo volar los vidrios en pedazos
[Diarios (1910-1913) y Diarios (1914-1923), ob. cit.].
21. Cf. Nota de Kafka: "Esponsales de mi hermana Valli. [...] Amor entre
hermano y hermana -repetición del amor entre el padre y la madre", Diarios,
15 de septiembre de 1912. Se sabe el amor que Kafka tenía por su hermana
Ottla, junto a la cual encontraba reposo y consuelo. Junto a sus hermanas,
anota él en su Diario, se sentía un hombre diferente que con otra gente y
habría deseado poder ser con esas personas como era con ellas [Diarios (1910-
1913) y Diarios (1914-1923), ob. cit.].

Akoglaniz
134 • Pulsión y ficción

bían hecho venir a Greta con su violín, está emocionado


por la música, se ha puesto a fantasear una escena de amor
exclusivo con ella mientras le promete que entrará en el con-
servatorio]. Después de esta declaración, su hermana rom-
pería en sollozos de emoción y Gregor se erguiría hasta sus
hombros y le abrazaría el cuello, que ella llevaba sin cinta ni
adorno desde que iba al negocio."

"Soy ése que es buen empleado, buen hijo, buen herma-


no", tal es la frase que lo mantenía al abrigo del marco del
fantasma si la irrupción del goce no lo hubiera hecho vaci-
lar y volar en pedazos. Esos son los atributos que lo prote-
gían de la angustiante cuestión del deseo del Otro y servían
para canalizar la culpabilidad. ¿Qué verdad se había devela-
do, por lo tanto, en los sueños agitados que precedieron a la
metamorfosis? ¿Qué goce prohibido había abierto su cami-
no allí? ¿Ser este Ungeziefer matado por el padre? ¿Gregor
no muere en una suerte de serenidad amante: "En su fami-
lia, pensaba con emoción y con amor"? El Georg de La con-
dena muere animado, él también, por el mismo amor: "[...]
'Queridos padres, a pesar de todo siempre los he amado' y
se dejó caer". Este Ungeziefer en que se ha convertido sería
el objeto repugnante que habría sido para el Otro, objeto
que, en el desgarramiento de la angustia, surge feminizado
desde los trasfondos del inconsciente. Forzando un poco -
pero Kafka no escribe únicamente para mayor claridad, es
necesario exagerar- se puede oír Ziffer en Ungeziefer: Zijfer
es la cifra, y esta palabra viene del árabe sifr, el vacío. Esta
palabra Ungeziefer, ¿sería el ciframiento de este goce que no
haría falta?

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 135

De la letra

¿Qué es, entonces, lo que impide a Gregor despedirse de


este jefe? Una deuda: las deudas que sus padres han contra-
ído con este jefe y que Gregor debe rembolsar. Es, por lo
tanto, una deuda que se ha transmitido de una generación a
la otra, de padre a hijo. Ahora bien, se sabe que la palabra
Schuld en alemán designa tanto la deuda como la falta, la
culpabilidad. Cinco, seis años, es el tiempo edípico de los
deseos incestuosos prohibidos y destinados a quedar relega-
dos por la represión. Por otra parte, entre Inzest e Inzekt, no
hay más que una letrita de diferencia y es justamente una k,
letra tan querida para Kafka y que sirve de nombre propio
al personaje principal del Proceso y al del Castillo. Kafka, que
sabía mucho sobre la letra y, en todo caso, se hacía el tonto.
En su Diario, el 11 de febrero de 1913, después de haber
leído las pruebas de La condena, escribe:

"Georg tiene la misma cantidad de letras que Franz. En


Bendemann, "mann" no es más que un refuerzo de "Bende"
propuesto para todas las posibilidades del relato que no co-
nozco todavía. Pero Bende tiene la misma cantidad de le-
tras que Kafka y la vocal e se repite en él en el mismo lugar
que la vocal a en Kafka.
Frieda tiene la misma cantidad de letras que F. y la misma
inicial, Brandenfeld tiene la misma inicial que B., y también
cierta relación de sentido con B. a través de la palabra "feld".
Puede ser que el pensamiento de Berlín no haya sido sin in-
fluirme y que el recuerdo de la marcha de Brandenburgo
haya desempeñado también un papel".

Akoglaniz
136 • Pulsión y ficción

Georg Bendemann, personaje principal de La condena.


Frieda Brandenfeld es su novia. F.B. son las iniciales de Felice
Bauer, la futura novia de Kafka. Uno podría imaginar que
Bende -que se pronuncia igual que Bdnde, volúmenes, libros-
es una referencia a la escritura pero también al lazo, por la
intermediación del verbo binden, ligar, atar, anudar. Georg
quiere decir paisano en griego, por lo tanto es Bauer en ale-
mán: debajo del nombre de pila del héroe se esconde el nom-
bre de la mujer amada. En Branden se escucha Brand, el fuego,
el incendio, pero también branden, estrellarse las olas.
Brandenfeld, ¿sería otro nombre para litoral, un litoral en lla-
mas, incluso devastado por el fuego? Se sabe que a Kafka le
procuraba gran placer darles un nombre a sus personajes y
que estos nombres están como codificados, cifrados. Se obser-
vará también que Samsa consta de la misma cantidad de letras
que Kafka pero, esta vez, es la vocal a la que está en el mismo
lugar. Esta gran atención puesta sobre la letra ciertamente no
es sin relación con el uso de la letra en la cultura judía.

De la historia a la ficción

¿No dice Freud que debemos buscar las primeras huellas de


la actividad poética ya en el niño? 22 En este mismo texto,

22. Sigmund Freud, Der Dichter und das Phantasieren, Gesammelte


Werke, Frankfurt, Fischer Verlag, Band 7, p. 214. "Sollten wir die ersten Spuren
dichterischer Bestatigung nicht schon beim Kinde suchen?" (¿No deberíamos bus-
car las primeras huellas de la actividad poética ya en el niño?) [El creador lite-
rario y el fantaseo (El poeta y la actividad de la fantasía), AE, IX, p. 127].

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 137

Freud afirma que un acontecimiento vivido actual fuerte23


despierta en el poeta el recuerdo de un acontecimiento
anterior que, la mayoría de las veces, forma parte de la
infancia de donde emana ahora el deseo (Wunsch) que
encuentra su realización en la ficción (Dichtung)24.
El tema del Ungeziefer, del insecto, ya está presente en lo
que puede considerarse como el primer texto de Kafka,
Preparativos de boda en el campo, fechado en 1907. Raban
debe ir al campo donde lo espera su novia pero a él, en este
viaje, le disgusta todo, trata de perder el tren, de equivocar-
se de ómnibus: es inútil. El relato está hecho en tercera per-
sona pero el monólogo interior de Raban está escrito en
primera persona. Aquí, algunos extractos:

"Y, por otra parte, ¿no puedo hacer lo que hacía cuando era
niño, lo que hacía siempre en los asuntos peligrosos? Ni si-
quiera tengo necesidad de ir yo mismo al campo, no es nece-
sario. Mando allí mi cuerpo vestido. Si al cruzar el umbral de
mi cuarto vacila, no es miedo lo que muestra sino su nulidad.
No es que tropiece en la escalera por nerviosismo, cuando se
va al campo entre sollozos y allí come llorando. Porque yo,
yo mientras tanto, estoy acostado en mi cama [...]. Acostado

23. Cuando leemos en paralelo las obras, Diarios y Correspondencia de


Kafka, nos damos cuenta de que Kafka ha integrado en sus textos muchos ele
mentos de su vida cotidiana: a veces simples alusiones, pero que tienen a
menudo valor de cita ya que entonces quedan elevadas a la dimensión de lo
escrito y pierden de ese modo su dimensión contingente, pueden concernir a
cualquier lector.
24. Sigmund Freud, Der Dichter und das Phantasieren, ob. cit., p. 221 [El
creador literario y el fantaseo (El poeta y la actividad de la fantasía), ob. cit.,
p. 133].

Akoglaniz
138 • Pulsión y ficción

en mi cama, tengo la forma de un gran coleóptero, de un lu-


cano, de un abejorro, creo. [...] De un coleóptero de gran ta-
maño, sí. Me las arreglaría para hacer como si fuera una hi-
bernación y apretara mis patitas contra el abdomen hinchado.
Y murmuro una pequeña cantidad de palabras, son instruc-
ciones a mi triste cuerpo que está muy cerca de mí, curvado.
Ya he terminado -él se inclina, se va furtivamente y hará todo
esto de la mejor manera, mientras yo descanso".

Se advertirá que, en la evocación de esta división entre Yo


(Je) y el cuerpo, Kafka pasa del presente al pasado, después
regresa al presente: huellas de un elemento reprimido en el
pasado que sirve para la construcción de un fantasma. Raban,
en su desesperación, intenta recurrir a la estratagema que
había elaborado en la infancia en momentos de juegos peli-
grosos. De estos juegos peligrosos, él no dice nada, ¿fuegos
riesgosos o juegos prohibidos? ¿fuegos que ponen en peligro
la vida del cuerpo o la del sujeto? Sin embargo, se puede
suponer que, entre la situación de la infancia y la situación
actual de Raban, seguramente debe haber algún punto en
común. Raban se prepara para encontrar a la mujer con la
que debe casarse y no parece conocerla muy bien. Este matri-
monio, ¿ha sido arreglado por la casamentera, como fue el
caso de las dos hermanas de Kafka? El mira su foto: ella es un
poco jorobada, la boca es demasiado ancha, el labio inferior
sobresale, el vestido es feo, las mangas parecen vendajes pero
tiene hermosos ojos. ¿Qué herida esconden esas mangas?
Cinco años más tarde, en noviembre-diciembre de 1912,
Kafka escribe La metamorfosis: eso que, en el primer texto, era
ensoñación casi lúdica, se vuelve aquí terriblemente real.

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 139

Gregor ya no reconoce su cuerpo25, éste se ha vuelto comple-


tamente extraño, ahora ya no puede enviarlo bien vestido en
delegación al exterior, él "es" Ungeziefer, ha pasado al otro
lado y este pasaje no tendrá retorno posible. Como para el
Georg de La condena, no habrá retorno posible a la dulzura
primaveral del paisaje que ve por la ventana: está condenado
a muerte por su padre y ejecuta inmediatamente la sentencia
tirándose desde ese mismo puente que contemplaba pocos
momentos antes. Gregor, por su parte, será bombardeado
con manzanas por su padre y se dejará morir a causa de esta
herida pero también de hambre26 y terminará su vida en un
tacho de basura, barrido por la mucama a la mañana junto
con los otros detritus que tapizaban su habitación.
Esta misma palabra Ungeziefer reaparece en dos oportu-
nidades en la Carta al padre, escrita en noviembre de 1919,
o sea, siete años después de La metamorfosis. Primero: "Sin
conocerlo [se trata del actor yiddish Lówy, amigo de Kafka]
lo comparabas, de una manera terrible que ya he olvidado,
con un bicho y, como sucedía a menudo con la gente que me
era querida, automáticamente tenías a tiro el proverbio de
los perros y las pulgas. [Se trata del proverbio "El que duer-
me con perros, amanece con pulgas].

25. Uno no puede evitar pensar en estas frases del Diario de Kafka, fecha
das el 24 de noviembre de 1911: "Pero cuando llegué a la altura de Bergstein,
el pensamiento de mi futuro lejano se presentó a su vez. ¿Cómo haría para
soportarlo con este cuerpo pedido a préstamo en un desván? El mismo
Talmud lo dice: "Un hombre sin mujer no es una criatura humana" [Diarios
(1910-1913) y Diarios (1914-1923), ob. cit.].
26. Cf. El relato de F. Kafka Der Hungerkünstkr [El artista del hambre, en
Relatos Completos, ob. cit., p. 263].

Akoglaniz
140 • Pulsión y ficción

Después: "Podrías contestar, si echas una mirada de con-


junto a mi exposición acerca de los motivos del miedo que
tengo de ti: '[...] admito que combatimos uno contra otro
pero hay dos clases de combate. El combate caballeresco
donde se miden las fuerzas de adversarios autónomos. Y el
combate del bicho que no sólo pica sino que, además, chupa
la sangre para la conservación de su vida. Para hablar con
propiedad, es el soldado de profesión y eso es lo que tú

Esta palabra oída de la boca del padre es, de algún modo,


una herencia superyoica27 y, por esta razón, de una alta
valencia pulsional, un empuje al goce. El hijo ve primero a
otros tratados así por el padre, después es él mismo quien,
dándole en esta carta la palabra a su padre, imaginando lo que
él respondería a todos los reproches de su hijo, se dice nom-
brado de este modo. Pero, al padre, ¿de dónde le venía esta
palabra, Ungeziefer} ¿De lo que se respiraba en esa época?

De la escritura

La escritura de La metamorfosis se sitúa unos tres meses des-


pués del encuentro28 con Felice Bauer en casa de Max Brod,

27. F. Kafka, Carta al padre: "Por otra parte, en eso [se trata de la severidad
del padre] he heredado mucho de ti y la herencia está demasiado bien adminis
trada sin tener, para decir la verdad, los contrapesos necesarios en mi ser, ¿como
tú, acaso tú los tienes?)" [Carta al padre, Buenos Aires, ob. cit., 2003].
28. Cf. el adverbio de tiempo recientemente que Kafka ha deslizado en la
frase donde la cuestión es la imagen de la pequeña Dama.

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 141

el 13 de agosto de 1912. Éste es el retrato de Felice que


Kafka hace en su Diario29:

"Srta. F. B. Cuando llegué a casa de Brod, el 13 de agosto, es-


taba sentada a la mesa y sin embargo la tomé por una mucama.
Por otra parte, no sentí ninguna curiosidad por saber quién
era, la acepté enseguida. Rostro huesudo y vacío (leeres Gesichi)
que llevaba abiertamente su vacío. Cuello libre. Blusa echada
sobre los hombros. Parecía totalmente vestida como un
ama de casa aunque no lo mera en absoluto tal como se re-
veló a continuación [...]. Nariz casi rota, pelo rubio, un poco
tirante y sin encanto, mentón fuerte. Cuando me senté, la
miré por primera vez con más precisión y, una vez que es-
tuve sentado, ya tenía un juicio inconmovible (ein uners-
chütterliches Urteit). Como se...[frase interrumpida]"30

Retrato poco halagador de la mujer que iba a convertir-


se en su novia en dos ocasiones. ¿Pero no es justamente este
vacío "llevado abiertamente" por este rostro de mujer que
Kafka mira o más bien que lo mira a él? De este juicio
inconmovible, Kafka no dice nada -la frase está interrumpi-
da- pero el 20 de septiembre siguiente, le escribe la primera
carta de lo que iba a resultar una larga correspondencia,
entrecortada por algunos encuentros reales.
Dos días después de esta primera carta, escribe en una
noche La condena {Das Urteit). Felice Bauer le dará sus inicia-

29. En el Diario, con fecha del 20 de agosto de 1913, es decir, una sema
na después de este encuentro.
30. Kafka tiene cierta predilección por describir las narices y, como su
Diario lo testimonia, parece haberse sentido atraído por mujeres más bien
feas [Diarios (1910-1913) y Diarios (1914-1923), ob. cit.].

Akoglaniz
142 • Pulsión y ficción

les a la novia del héroe, Frieda Brandenfeld, pero en cuanto a


matrimonio, no lo hubo para ninguna de las dos. Georg
Bendemann se tira de un puente. El segundo compromiso
con Felice quedó roto: Kafka ya fue alcanzado por la tuber-
culosis pulmonar que causó su muerte en 1924; confiesa que
la tuberculosis no es más que un pretexto "para liberarse",
que la fabricó él mismo con este propósito y que por esa heri-
da, de la cual la lesión en los pulmones no es más que un sím-
bolo, se comporta ahora con la tuberculosis como un niño
que se aferra a las polleras de su madre. A propósito de su
estado, dirá también que lo que él había jugado [en la escri-
tura] iba a suceder realmente. Diez años más tarde, Kafka
confiesa a Milena que, en La condena, cada frase, cada palabra,
está ligada a la angustia y que en aquel momento la herida se
abrió en una larga noche. El 24 de noviembre de 1912, le
escribirá a Felice, a propósito de La metamorfosis:

"Que es, por lo tanto, como historia, extremadamente as-


querosa (ekelhaft) [...] Ha avanzado ahora hasta un poco más
de la mitad y, en términos generales, no estoy descontento
con ella pero, asquerosa, lo es sin límites y cosas así, te das
cuenta, vienen desde el mismo corazón donde tú vives y al
que sufres como morada. No estés triste por esto ya que,
quién sabe, más escribo y más me libero, más puro y digno
seré quizá para ti pero seguramente todavía hay muchas co-
sas que debo arrojar fuera de mí y las noches no pueden ser
bastante largas para este asunto (Geschaft) al fin de cuentas
extremadamente gozoso (wollüstig)".

No podríamos decirlo mejor. Sin embargo, si Kafka utili-


za siempre la palabra "asquerosa" para hablar de esta historia,

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 143

no siempre estará tan satisfecho con ella y, en particular,


encontrará ilegible el final. Y el final, justamente, describe el
despertar a la sensualidad de Grete, la joven hermana de
Gregor cuyos padres, liberados por la muerte de su hijo,
piensan que ya está en edad de casarse. Asquerosa era para
Kafka la cama de sus padres con las camisas de noche desple-
gadas y las sábanas usadas; asquerosa era para él la idea de que
ése era el lugar de donde él venía. Helado de horror, así es
como se siente cuando, en el momento en que se comprome-
ten oficialmente, ve a Felice atravesar la gran habitación y
avanzar hacia él para recibir su beso de novia. Mientras el
noviazgo fue epistolar, mientras de algún modo estuvo tapo-
nado por la escritura, el goce de la Cosa se mantenía a una
distancia relativamente buena y Kafka podía dirigir su amor
a ese rostro "que llevaba abiertamente el vacío". Pero en el
instante próximo del beso real, y en ese momento simbólico
del lazo oficial, ese rostro se acerca peligrosamente al asco
hacia la cama parental: la función separadora de la escritura
fracasa. Puesto al pie del muro de ser a su vez marido y padre,
es la escritura lo que va a elegir finalmente no sin el dolor y
la culpabilidad que conocemos. "La mujer o, para decirlo de
manera quizás aún más tajante, el matrimonio es el represen-
tante de la vida al que debes confrontarte", anota en el Cuarto
cuaderno. El pecado, escribe en el Tercer cuaderno, no es haber
probado el árbol del conocimiento sino no haber probado
todavía el árbol de la vida. Pecador es el estado en que nos
encontramos, independientemente de la falta. El choque del
encuentro entre este vacío llevado por un rostro de mujer, la
"sexualidad de las mujeres puesta violentamente de manifies-

Akoglaniz
144 • Pulsión y ficción

to, su impureza natural"31 y el llamado a entrar en el pacto


simbólico del matrimonio provocará el desgarramiento de
donde va a nacer, elección forzada e ineludible, el escritor,
casi podría decirse en el lugar del "gran corte" con el que
soñaba Gregor.
Gregor Samsa, convertido en cucaracha, en escarabajo
negro, en chinche (estos diversos apelativos son de Kafka)
también ha perdido su voz humana y el uso del lenguaje: ya
no puede comunicarse con sus Nebenmenschen^2, ha pasado a
un mas allá de las palabras, entró en esa zona de silencio abso-
luto donde las palabras están agujereadas por el vacío, donde
nada más responde al llamado. Para designar la voz de
Gregor, metamorfoseada igual que su cuerpo, Kafka utiliza el
verbo piepsen, piar, chillar, gritar, verbo que designa casi como
una onomatopeya la voz de un pájaro, de un animal pequeño.
El último texto de Kafka, Josefina, la cantante o el pueblo de los
ratones^ está consagrado al lugar de este piepsen, voz de
Josefina, la ratona cantante, al efecto producido por esta voz
sobre el pueblo de los ratones34. Kafka, en ese momento, ya

31. Franz Kafka, Journal, 23 de julio de 1913, p. 283 [Diarios (1910-1913),


ob. cit.].
32. Nebenmensch forma parte de las palabras intraducibies. Literalmente
quiere decir el ser humano de al lado, el ser humano próximo. Es distinto al
prójimo, der Nachste, de connotación religiosa, que sería más bien el co
humano. En el Cuarto cuaderno, en 1918, Kafka anota: "Der Weg zum
Nebenmenschen ist fiir micb sehr lang" (el camino hacia el Nebenmenschen es
muy largo para mí) [En Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y
el camino verdadero, ob.cit.]
33. Josefina, la cantante o el pueblo de los ratones en Relatos Completos, ob.
cit., p.276.

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 145

casi no podía hablar: la tuberculosis había alcanzado la larin-


ge y Max Brod cuenta que confió a su amigo Klopstock, el
joven médico que permaneció con él hasta su muerte:

"Creo que empecé en el momento oportuno mi búsqueda


sobre el chillido animal (des tierischen Piepsens). Justo acabo
de terminar una historia sobre eso"35.

Ya no puede hablar pero sigue escribiendo, hasta el final,


como más allá de su cuerpo. De este modo lo anotaba en su
Diario, el 23 de septiembre de 1912, después de la escritura
de La condena:

"Mi certeza está confirmada, cuando trabajo en mi novela


[se trata del texto que al principio tenía como tíralo Der
Verschollene, el desaparecido, y que luego se llamó Amerika],
me encuentro en los bajos fondos vergonzosos de la litera-
tura. Es únicamente así como se puede escribir, con esta con-
tinuidad, con una apertura tan total del alma y del cuerpo.
[...] Todo a lo largo de mi trabajo, he estado acompañado
por numerosos sentimientos, alegría por ejemplo, de tener
algo hermoso para la Arkadia de Max [Brod]36, pensamien-
tos para Freud, naturalmente [...]"

34. Puede pensarse que "el pueblo de los ratones" representa también, y
entre otras cosas, para Kafka, al pueblo judío enfrentado con el antisemitis
mo. ¿Art Spiegelman, autor del comic Maus (ratón) e hijo de un sobrevivien
te, se habrá inspirado quizás en este texto de Kafka?
35. Kafka significa corneja, chova en checo (kavka) y el dibujo de este
pájaro servía como logo comercial al padre de Kafka. ¿Podríamos arriesgar
nos a decir entonces que piepsen, la voz del artista, es el anverso real del nom
bre, del emblema del padre?
36. Jahrbuch Arkadia, revista literaria dirigida por Max Brod y editada en
Leipzig por Kurt Wolff.

Akoglaniz
146 • Pulsión y ficción

De la escritura a la Historia

En este despertar, en este desgarramiento, la escritura se le


volvió la cosa más importante de la tierra37 pero también es por
eso que él se encuentra con la subjetividad de su época. En tanto
escritor, Kafka había presentido lo real de nuestro siglo. Se
podría entonces leer la primera frase de La metamorfosis de este
modo: allí donde había un hombre y su nombre propio, ya no
había, para los antisemitas, más que un parásito sin nombre.
Transgresión mayor. A partir de sus propias aventuras con la
estructura, arrollado, puesto por el suelo38 por la dolorosa
relación con el padre que conocemos39, a través de sus textos
premonitorios les ha permitido

37. Tan importante, le escribirá a su amigo Klopstock, como puede serlo


su delirio para un loco (sin su delirio se volvería "loco") o, para una mujer, su
embarazo.
38. Franz Kafka, Cartas a Felice, Praga, 7 de octubre de 1916 [Franz Kafka,
Cartas a Felice y otra correspondencia de la época del noviazgo (1914-17), Madrid,
Alianza Editorial, 1995]: "Por otra parte, no quieres decirme lo que soy yo".
En el último Neue Rundschau, la Metamorfosis es evocada, recusada por moti
vos razonables y después dice más o menos: 'Los relatos de K. tienen algo ori
ginalmente alemán (Urdeutsches)'. Por el contrario, en el ensayo de Max: 'Los
relatos de K. forman parte de los documentos más judíos de nuestro tiempo'.
"Caso difícil. ¿Soy un jinete de circo sobre dos caballos? Ay, no soy un jinete
pero estoy tirado en el suelo".
39. Franz Kafka, Jounal, 2 de diciembre de 1921 [Diarios (1914-1923), ob.
cit.]: "Escribí cartas en la habitación de mis padres. Imposible profundizar en
las causas de mi declinación. -Recientemente, me figuré que fui vencido por
mi padre cuando era muy pequeño y que la ambición me impidió abandonar
el campo de batalla durante todos estos años aunque sea constantemente ven
cido. [...] Cf. También la Carta al padre: "Es verdad que mi madre ha sido de
una bondad sin límites conmigo pero todo eso para mí estaba en relación
contigo, por lo tanto, no en buena relación". -"Pero como no estaba seguro

Akoglaniz
La metamorfosis o el despertar • 147

a sus lectores situarse a posteriori un poco mejor en esta


época marcada por Auschwitz40. Imre Kertész, escritor hún-
garo, deportado a Auschwitz a los quince años, escribe de
este modo a propósito de una estadía en Jerusalén:

"Con la muerte de Cristo, una terrible ruptura sobrevino en


el edificio ético que es, si podemos decirlo, el pilar de sostén
de la historia psíquica humana. ¿En qué consiste esta ruptura?
En que los padres condenaron a sus hijos a muerte. Nadie
nunca pudo consolarse de esto [...] Se podría trazar la línea
de Cristo en Auschiwtz, por cierto uno no puede entregarse
más que un solo instante a semejante mística, y sólo para me-
dir la profundidad sin fondo de la historia humana, la extra-
ordinaria actividad de la vida que se disimula en tanto reali-
dad, la creatividad y la destrucción que incesantemente ponen
manos a la obra. La consecuencia de esta concepción: Jesús
no es el hijo de Dios sino el hijo delpadre. La historia de Kafka
La condena, sabe mucho de esta relación41.

de nada, como tenía necesidad a cada instante de una nueva confirmación de


mi existencia (Dasein) [...] en verdad, un hijo desheredado, naturalmente lo
más próximo (das Nachste), mi propio cuerpo, se me volvió incierto [...]. [Esta
cita se encuentra en la parte de la carta donde Kafka evoca el judaismo] Para
decir la verdad, casi se podría citar este texto íntegramente.
40. Cf. La conclusión del texto de Anne-Lise Stern, "La France hospita-
liére. Drancy-Avenir", Essaim N° 1, Eres, primavera de 1998, p. 149.
41. Imre Kertész, Ich-ein anderer, Rowohlt, Berlin, marzo de 1998. He tra
ducido este pasaje a partir de la traducción al alemán de lima Rakusa. El texto
original está en húngaro. De este autor, Premio Nobel de Lliteratura 2002,
aparecieron en castellano: Yo-otro: crónica del cambio (España, Editorial El
Acantilado, 2002), Kaddish por el hijo no nacido (España, editorial El Acantilado,
2007), Sin destino (España, editorial El Acantilado, 2001), Diario de la galera
(España, Editorial El Acantilado), Liquidación (España, Editorial Alfaguara),
La lengua exiliada (España, Editorial Taurus, 2007), El holocausto como cultura

Akoglaniz
148 • Pulsión y ficción

Los textos de Kafka me acompañan desde hace mucho


tiempo, cada nueva lectura me abre ventanitas que no había
visto, quizá por miedo a abrirlas, quizá porque uno no desci-
fra más que aquello que tiene cerca. Y en los textos de Kafka,
hay muchas ventanitas: ninguna lectura podrá agotarlas.

"Utjsere Kunst ist ein von der Wahrheit geblendet-Sein: dasLicht


aufdem zurückweichenden Fratzegesicht ist wabr, sonst nichts.
Nichtjeder kann die Wahrheit sehen, abersein"42. (Nuestro arte es
un ser enceguecido por la verdad: sólo la luz sobre la mueca de
un rostro que retrocede es verdadera; si no, nada. La verdad,
no todos pueden verla, pero el ser, sí.)

Para advertir esa luz, es necesaria una transgresión (en


alemán Übertretung): es necesario haberse encaminado,
haber pasado sobre el anverso de la banalidad, es necesario
haber consentido, un día, en dejar deslizar el cobertor del
dormir. Eso puede llamarse metamorfosis, puede tomar la
forma de un escrito, puede encontrarse en una cura, puede
cercarse como horror de saber. Es un corte sin retorno posi-
ble que toma su sentido de este siglo en el cual nació el psi-
coanálisis pero en el cual también ocurrió una ruptura de
civilización43.

(España, editorial Herder, 1999) y otros. No olvidemos tampoco que las tres
hermanas de Kafka, como las de Freud, como Milena Jesenská, murieron en
los campos de concentración.
42. Franz Kafka, Troisiéme Cahier, diciembre 1917 [Cuadernos en octava,
Buenos Aires, López Crespo editor, 1977].
43. Expresión que se ha impuesto, ver P. Lacoue-Labarthe y Dan Diner.

Akoglaniz
VIII
Su nombre de Venecia
en Calcuta desierta

Tomé este título de una película de Marguerite Duras para


dárselo a una exposición que presenté en diciembre de 2004
en el coloquio "Die Rücksicht aufDarstellbarkeit"1 (La consi-
deración por los recursos para la puesta en escena) organi-
zado por la Freud-Lacan Gesellschaft como homenaje a una
colega y amiga desaparecida demasiado pronto Jutta Prasse2.
A menudo, durante el otoño precedente, cuando pensaba
en Berlín, en ese coloquio en memoria de Jutta Prasse, en lo
que realmente iba a poder decir allí, este nombre, este título
de película me volvía como una vieja melodía a medias olvi-
dada, tan familiar que no le prestaba más que una atención

1. Sigmund Freud, Die Traumdeutung, VI Kapiel, D. "Die Rücksicht auf


Darstellbarkeit", Gesammelte Werke, Band H/TII, p. 335-4 [La interpretación
de los sueños, capílulo VI, D., AE, V, pp. 345-354].
2. Jutta Prasse fue también la co-fundadora de la Sigmund Freud Schule
(Escuela Sigmund Freud), primer grupo lacaniano en Alemania.

Akoglaniz
150 • Pulsión y ficción

distante. Pero, fuerza y magia de los lugares, fue Venecia, donde


estaba pasando unos días, la que rasgó un ángulo de ese velo
de no-querer-saber en cuanto a la repetición punzante de es-
tas palabras: el lado italiano de Jutta, La muerte en Venecia de
Thomas Mann y de Visconti, el amor de Jutta por la literatura
y el cine, Rilke, el psicoanálisis, esos fueron los primeros sig-
nificantes de la cadena. Después, un recuerdo: el año pasado,
durante una reunión pública del Colegio del pase de la EPSF
y de La Letra lacaniana, en la discusión se trató la cuestión del
nombre de AE. Una voz ligeramente irritada se hizo oír:" ¡Pero
al fin de cuentas no es que el nombre de AE sea Su nombre de
Venecia en Calcuta desierta!" Con una voz no menos irritada,
Anne-Lise Stern replicó: "¡Pero sí, justamente, el nombre de
AE es Su nombre de Venecia en Calcuta desierta!" Este recuerdo
surgió el día en que Venecia estaba bajo su marea alta -acqua
alta, como se la llama allá. De repente e inexorablemente, el
agua atraviesa el umbral de la puerta, inunda la casa, la fron-
tera entre el canal y el muelle -el fondamenta- se desdibuja,
las vías de tierra firme se vuelven vías de agua, los barcos flo-
tan a veinte centímetros por encima del suelo. En síntesis, el
litoral está revuelto. Detrás de sus esplendores, Venecia mues-
tra su verdadero rostro, el real, y lo muestra de manera inme-
diata, sin transición como sucede en otras ciudades. Acerca
de Venecia, Rilke escribió:
"Pronto hará frío. Esta Venecia floja y opiácea por sus pre-
juicios y por sus necesidades desaparece con estos extranje-
ros somnolientos y, una mañana, la otra Venecia está allí, real,
lúcida, quebradiza como el vidrio, en modo alguno surgida
de los sueños: esta Venecia deseada en la nada sobre bos-

Akoglaniz
Su nombre deVeneda en Calcuta desierta • 151

ques echados a pique, creada a la fuerza, que alcanzó, por fin,


este grado de existencia"3.

Un año después de haber terminado su película India Song,


Marguerite Duras despertó una mañana y tuvo esta idea re-
pentina e inesperada: "Tengo que hacer esta película." En fin,
no tan inesperada como parece:

"Esto empezó después de India Song, por una imposibilidad


de filmar, peor, de escribir. No sabía qué me pasaba. No te-
nía más ganas de hacer cine ni de escribir. Fue después de
descubrir este obstáculo, después de haberlo sufrido, de
haberlo soportado, mucho después, meses después, cuando
descubrí que tenía relación con India Song. Todavía no
puedo saber claramente qué me pasó. Pero descubrí esto:
que tenía algo que continuar con India Song. Que había
abordado alguna parte pero no había seguido avanzando.
Que había empezado a hacer una brecha en algo pero que
no había excavado bastante, etc. [...] después, me pareció
que lo que había abordado con India Song era el anverso de
una narración India Song y que ésta no había sido lograda.
Hablo de la narración al revés"4.

La idea de hacer otra película que sería la consumación


de esta "brecha" iniciada sólo le llegó más tarde. A esta pelí-
cula, durante el montaje, ella le dará el título de Su nombre de

3. Rainer Maria Rilke, Les cahkrs de Malte Laurids Brigge, Editions Émile-
PaulFréres, 1941, p. 355. [Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, Buenos Aires,
Editorial Losada, 1993].
4. Marguerite Duras, "Son nom de Venise dans Calcutta désert", recopila
ción de textos de y sobre M.D., Editions Albatros, París, 1979, p. 93.

Akoglaniz
152 • Pulsión y ficción

Venecia en Calcuta desierta. ¿Qué película? Ella vuelve al Palacio


Rotschild, en Bolonia, donde ya había rodado los exteriores
de India Song. Este lugar es la ruina de un espléndido pala-
cio que Góring había sitiado durante la Ocupación y que la
familia Rotschild había librado al abandono, maldito como
se había vuelto desde entonces. La cámara se abre camino en
estas habitaciones donde todo está destruido, saqueado, las
chimeneas, los espejos, las colgaduras, casi todos los vidrios.
Las bellas fachadas se acercan como un navio en el crepús-
culo; al pie de la soberbia escalinata, el parque todavía su-
blime se extiende bajo la luz de invierno. Durante los largos
travellings en los que no hay ninguna figura humana, se oyen
voces, texto: es la banda de sonido del film anterior, de India
Song. La cámara es, como dice diez años más tarde Bruno
Nuytten, el cameraman, el descubridor y el buscador de una
historia que ya se había contado. Para él, eso había sido como
un viaje al inconsciente.
India Song ya había trastornado la forma tradicional del
relato: Marguen te Duras mezcla allí pasado y presente e in-
troduce en esta mezcla una distancia, una fisura entre texto
hablado e imagen5. En efecto, la cámara filma a los actores

5. Marguerite Duras, "Dépossédée", entrevista de Marguerite Duras y de


Xaviére Gauthier, Recopilación de textos de y sobre M.D., París, Editions
Albatros, 1979, p. 80-81. "[...] Entonces, ves que cuando hablan y oyen su
propia palabra, la palabra resuena infinitamente más. Es decir, al mismo tiempo
que se supone que digan eso, rigurosamente en el mismo tiempo, podrían de-
cir algo del todo diferente. El campo se abre, el campo de la palabra (le champ
de la parolé) se abre infinitamente más. Creo que es eso, y todo tomó doble
sentido, a partir de este hecho".

Akoglaniz
Su nombre deVenecia en Calcuta desierta • 153

que interpretan a su personaje sin decir el texto, se quedan con


"la boca cerrada"6. El texto de la banda de sonido ha sido
registrado antes y los actores oyen la banda de sonido mientras
actúan. Uno podría comparar este hallazgo cinematográfico con el
trabajo del sueño que hace aparecer a algunos personajes mudos,
pálidos o inmóviles para representar a un muerto, para servir
como indicador del tiempo y fechar así el deseo del sueño. Esta
mezcla y esta división aislan, separan voz e imagen. En Su nombre
de Venecia, ella agranda aún más la fisura: sólo queda la voz como
resto de una historia ya contada y el sitio, esta ruina del palacio
como resto de lo que tuvo lugar. Pero ya no se ve a los personajes.
Voz y mirada no están más en su lugar habitual, están
descentradas y desintrincadas. De eso resulta una especie de
vértigo. Un pequeño ejemplo. La voz del Vice-Cónsul dice: "No
sabía que ustedes existieran. Calcuta es para mí una forma de
esperanza." La cámara lame el suelo helado, los cristales de hielo
son como destellos de vidrios, de espejo roto.
En Cimetiére ungíais"1, esas entrevistas con Dominique
Noguez filmadas en el Palacio Rotschild en 1984, es decir, diez
años después de India Song y nueve años después de Su nombre
de Venecia, Marguerite Duras dice que ella allí inventó algo
nuevo: utilizar una banda de sonido ya existente para crear nuevas
imágenes. Esta especie de "sacrilegio" como

6. Marguerite Duras, "Notes sur India Song", Recopilación de textos de y


sobre M.D., París, Editions Albatros, 1979, p. 22.
7. En India Song se dice que Anne-Marie Stretter está enterrada en el ce
menterio inglés.

Akoglaniz
154 • Pulsión y ficción

Dominique Noguez llama a Su nombre de Venecia, según


Marguerite Duras ha operado la metamorfosis de India Song, en
una "humildad esencial", en una "humanidad orgánica" aunque,
después de eso, "otras películas fueran posibles". A India Songle
faltaba algo para alcanzar su consumación, le faltaba volver allí, le
faltaba "hacer soportar a India Song esta prueba de ser destruida,
despoblada." Este "sacrilegio", esta destrucción de eso que ella
mismo creó, tiene varias consecuencias. Primero, hacer posible la
representabilidad del olvido: ella, dice ella, ha filmado el olvido de
India Song. Suprimió "una primera capa de real" para hacer
aparecer la capa de debajo que entonces debe leerse,
"literalmente debe descifrarse". Esta destrucción de lo que ha
sido creado es una destrucción de la construcción pero es una
destrucción construida con cuidado, que abre el campo de lo
posible. En eso, ella alcanzó el límite extremo de la
representabilidad, el límite de lo imposible. En la película, eso
toma la forma de una pantalla negra, sola todavía para poder
sostener, retener la mirada. Esta nueva construcción de una
deconstrucción es como un relato al revés, como esta Venecia
construida sobre un "bosque" invertido.
Su nombre de Venecia es Anna-Maria Guardi, el nombre
italiano de Anne-Marie Stretter, el nombre de ella llegada desde
Venecia, su nombre de juventud, el nombre de su padre y también
su nombre de pianista. Es ése el nombre que el Vice-cónsul aulla
durante toda la noche en Calcuta desierta, en el dolor de este amor
imposible. Las huellas de este grito, de este amor imposible,
deben descifrarse en las huellas de las ruinas de un palacio
desierto. Este nombre de Venecia es

Akoglaniz
Su nombre deVenecía en Calcuta desierta • 155

el puente significante {Wortbrücké) entre las dos películas. Es


el nombre del pasaje de un fragmento de real que estaba
contenido en el relato de lo que había tenido lugar pero que
ha sido descifrado sólo después de que el decorado del tea-
tro interior y exterior ha sido suficientemente destruido, des-
compuesto (zerlegt) para que el anverso pueda aparecer en los
destellos (éclats) de vidrio de los cristales y los espejos. La pa-
labra éclat es tanto esplendor como fragmento roto: Venecia
anverso-reverso. Pero no es el esplendor de Venecia ni tam-
poco las orillas del Ganges lo que eligió Marguerite Duras
para rodar esta película, este final que le faltaba a India Song;
eligió las ruinas de un esplendor destruido por el nazismo.

¿A dónde llevan los largos caminos de un análisis, los innume-


rables rodeos en el inconsciente? Sobre los caminos abiertos
de nuestro aparato psíquico, sobre las huellas de nuestras aven-
turas más precoces con nuestro "Otro inolvidable", volvemos
hasta el lugar donde nuestra subjetividad se ha construido "en
la superficie de un organismo"8, hasta ese lugar de la humil-
dad esencial, de la humanidad orgánica, diría Marguerite Duras.
Las primeras espiras de un análisis son un relato que contiene
todavía muchos personajes, historias, un poco a la manera de
una novela clásica. Después, viene una segunda fase en la que
esta novela ya no es contada sino leída y releída. El relato ex-
perimenta por lo tanto varias re-escrituras (Niederschriften) que

8. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre Vil, L' éthique de la psychanalyse, París,


Seuil, 1986, p. 51 [El Seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires,
Paidós, 1988, p. 55].

Akoglaniz
156 • Pulsión y ficción

son otros tantos recortes y fragmentaciones. Haciendo esto,


los personajes desaparecen como borrados, de ellos a veces no
queda más que el nombre, incluso nombres de lugares que con-
densan lo que tuvo lugar. Las historias pierden allí su carga de
afecto (Affektbetrag), empalidecen y se funden en el decorado
que, de golpe, se vuelve cada vez más borroso e incierto. Casi
nada está ya en su lugar habitual. ¿Dónde estoy yo en esta his-
toria? ¿No será todo solamente ilusión y engaño? ¿Habré en-
tonces inventado todo esto? ¿Qué soy yo finalmente? Es el
tiempo de las altas mareas de la pulsión, aqua alta, que el fan-
tasma ya no consigue absorber porque poco a poco se ha vuelto
permeable, agujereado, vaciado de sus habitantes y de sus mue-
bles, sus muros están cubiertos de moho.
El moho puede ser "una muy buena ocasión para transfor-
marla en madonna o en atleta musculoso"9, dice Lacan refi-
riéndose a Leonardo da Vinci. Venecia contiene una esplén-
dida colección de esas obras de arte. Esta colección, sin em-
bargo, no alcanzó su existencia sin estas "energías latentes que
se ramificaban cada vez más finamente10": las obras de arte
son "existencias plenas de misterio" (geheimnisvolle Existenzen11)
que, al mismo tiempo, velan las manchas de moho con una pan-

9. Jacques Lacan, Le savoir dupsychanalyste, Entretiens de Saint-Anne, inédit,


3 de febrero de 1972 [El saber del psicoanalista, Charlas de Saint-Anne, inédito,
3 de febrero de 1972].
10. Rainer María Rilke, Les cahiers de Malte Laurids Brigge, París, Editions
Émile-Paul Fréres, 1941,p. 356. [Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, Buenos
Aires, Editorial Losada, 1993].
11. Rainer María Rilke, Briefe an einenjungen Dichter, Leipzig, Insel Verlag,
1929, p. 7, carta del 17 de febrero de 1903. [Cartas a un joven poeta, Buenos Aires,
Editorial Losada, 1999].

Akoglaniz
Su nombre de Venecia en Calcuta desierta • 157

talla de belleza, las circundan y dejan entrever el vacío que hay


detrás. Esta imagen de vacío es otro nombre de la Cosa, das Ding,
del Proyecto de Freud12.
"En el texto de Freud, la manera en la cual lo extranjero, lo
hostil, aparece en la primera experiencia de la realidad para el sujeto
humano, es el grito"13, dice Lacan. Su nombre de Venecia, Anna
Maria Guardi, ese nombre que el Vice-cón-sul grita en Calcuta
desierta, es sin duda el nombre de una mujer amada pero un
nombre, también, que contiene la huella del nombre del padre
(simbólico) y las huellas del padre muerto, del padre del goce
(real). Esta Calcuta desierta, ¿será ese lugar vacío, "la Cosa, como
otro absoluto del sujeto que se trata de volver a encontrar?"14. Este
grito salvaje del Vicecónsul, ¿será un llamado? Una especie de
"tentación", quizá, "de domesticar al Otro, al Otro prehistórico, al
Otro inolvidable que de golpe arriesga todo para sorprendernos y
precipitarnos desde lo alto de su aparición. Tú contiene no se
sabe qué defensa -y diré que en el momento en que es pro-
nunciado, es enteramente en ese Tú, y no en otra parte, donde reside
esto que les he presentado como das Ding"15.
Este grito, "que puede subir a nuestros labios en ese momento
de desasosiego, de desamparo, de sorpresa, en pre-

12. Frangois Balmés, Le nom, la loi, la voix, collection Scripta, Toulouse,


Eres, 1997,p. 138. [Fran<¿oisBalmés,Elnombre,laley,lavoz,España,Ediciones
del Serbal, 2000].
13. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre Vil, L'éthique de la psychanalyse, ob.
cit., p. 68 [El Seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, ob. cit., p. 71].
14. Ibidem, p. 65 [Ibidem, p. 68].
15. Ibidem, p. 69 [Ibidem, p. 72].

Akoglaniz
158 • Pulsión y ficción

sencia de algo que no llamaré a toda prisa la muerte pero sin duda
un prójimo para nosotros privilegiado, alrededor del cual giran
nuestras preocupaciones mayores y que no es, sin embargo, sin
inquietarnos (nous embarrasse)"16.
¿Sería entonces un azar que Rilke haya insertado en la
escena veneciana un poema que empieza por Tú {Du) y que es
cantado por una mujer extranjera?

Tú, a quien no digo que lloro por la noche en mi lecho,


Tú, cuyo ser, como una cuna, me cansa,
Tú, que no me dices que permaneces despierta para mí:
¿y si consintiéramos, sin apaciguamiento,
en tomar para nosotros este esplendor?
Ves, los amantes
Apenas comienza la primera confesión,
Cómo mienten ya.
Tú que me dejas solo. A ti sola, puedo intercambiarte.
Un instante eres tú, después de nuevo es un murmullo,
O es perfume sin resto.
Ah, tomándolas en mis brazos, las he perdido a todas,
Tú sola, renaces sin cesar:
Porque jamás te retuve, te tengo para siempre17.

Sería un azar que Marguerite Duras declare a Xaviére


Gauthier, hablando de la mujer del administrador que ella vio en
Vinhlong cuando era una niña, una mujer pelirroja que no
aparecía^;

16. Ibidem, p. 69 [Ibidem, p. 72].


17. He re-traducido el poema lo más cerca posible de la palabra por pala
bra para no borrar lo que puede interesarnos en tanto analistas.

Akoglaniz
Su nombre de Venecia en Calcuta desierta • 159

"Si quieres, el ser y el parecer, lo vi allí, lo experimenté allí.


Muy poco tiempo después de la llegada de ellos a Vinhlong,
supe que un hombre joven acababa de suicidarse por amor
a ella. Esta mujer invisible, te das cuenta, que no se hacía
notar y que, a mí, me atraía por el descoloramiento de la cara,
de los ojos: supe que ella tenía un poder de muerte, muy es-
condido, muy encubierto, y recuerdo el choque que fue el
suicidio de ese hombre joven. [...] En todo caso, es quizá
como la escena primitiva de la que habla Freud. Es tal vez
mi escena primitiva, el día en que me enteré de la muerte de
ese hombre joven. Sabes, era una madre sensata, razonable,
y esas dos niñitas siempre vestidas de blanco eran sus hijas,
y ese hombre, ese marido, era un padre -yo no había tenido
padre, y mi madre vivía como una monja-, era la madre de
esas nenitas que tenían mi edad la que poseía ese cuerpo
dotado de poder de muerte. [...] Para que eso me haya oca-
sionado semejante impacto, te das cuenta, me digo que eso
debía concernirme; para que reaparezca cuarenta años, cin-
cuenta años más tarde, es porque debía concernirme de ma-
nera muy, muy cercana"19.

De este Nombre de Venecia en Calcuta desierta que ella hizo


a partir de una narración en el anverso de lo que llama "su
escena primitiva", dice que es una "incongruencia enorme" y que
allí, en esta incongruencia, está su ser20.

18. En francés, en el original, paraissait. Paraitre quiere decir tanto apare


cer como parecer, doble significación que se mantiene en el párrafo citado en
el texto. [N. de T.]
19. Marguerite Duras, "Depossédée", entrevista de Marguerite Duras y de
Xaviére Gauthier, Recopilación de textos de y sobre M.D., ob. cit., p. 83-85.
20. Le Cimetiére anglais.

Akoglaniz
160 • Pulsión y ficción

En nuestros días, ya no se pintan madonnas y escribir como Rilke


o Marguerite Duras no es algo dado a todo el mundo. ¿Qué otra
cosa le queda, por lo tanto, a aquel que se arriesgó en esta luz
sombría donde las imágenes ya no pueden velar el vacío que
contienen, qué otra cosa le queda sino volverse analista? Él, que
ha debido hacer este trabajo de deconstrucción construida, que ha
consentido en que voz y mirada se aislen a partir de los restos
de lo visto y lo oído, y en que sean despojadas de su esplendor
fálico. En el camino hacia "el núcleo de verdad histórica" alrededor
del cual él se ha construido, ha debido reconstruir lo olvidado para
descifrar, gracias a una ficción, lo real primitivo y volverlo legible.
Puesto que únicamente la ficción puede volver legible esta muesca
primera a la cual se aferró por haber sido marcado una vez, de una
vez para siempre, y que determinó su destino. Pero ¿cómo puede
uno aferrarse a un quiebre, a un agujero, al vacío de una muesca?
¿No se ha alcanzado allí el límite de la representabilidad, el
límite de lo imposible, el límite de lo Urverdrángt}
Ahora sé por qué este "Nombre de Venecia" vino a asediarme
de esa manera: contiene la pregunta que quería plantear aquí.
¿Cómo sucede que alguien que sabe que ya no hay nadie cerca a
quien pueda presentarle una queja21 quiera

21. Ver la carta de Sigmund Freud a Sandor Ferenczi del 4 de febrero de


1920 a propósito de la muerte de su hija Sofía: "Como soy profundamente no
creyente, no puedo incriminar a nadie y sé que no existe ningún lugar en el
que pueda presentar una queja". Correspondance 1920-1933, tome III, París,
Calmann-Lévy, p. 8 [ver Correspondencia de Sigmund Freud (1914-1925), tomo
IV, España, Biblioteca Nueva, 1999, p. 321].

Akoglaniz
Su nombre de Venecia en Calcuta desierta • 161

volverse analista? ¿Por un cierto gusto del "sacrilegio"? ¿Por


necesidad interior? ¿Porque una buena mañana despertó con la
certeza de que, de ahí en adelante, ya no podía hacer nada
diferente y que tenía que construir su vida en función de esta
necesidad? ¿Por el deseo de abrirles a otros el campo de lo
posible? Freud y Lacan nos enseñaron que cuando uno plantea
una pregunta, ya tiene al menos la mitad de la respuesta. Y por
eso es necesario que, esta pregunta, la re-planteemos sin cesar.

Akoglaniz
Akoglaniz
IX
Ficciones, o de la novela al poema

"¿Pero para qué sirve el psicoanálisis? No sirve para nada."


Palabra1 (parole) desesperada, exasperada por las zozobras de la
repetición en esos tiempos de un análisis en los que, aun
habiendo entrevisto las malas pasadas de la repetición, no está
permitido todavía despegarse de ella. Voz tranquila,
desapegada, sonriente del analista: "Ah, sí... ¿Y la poesía, en-

1. En castellano, palabra es a la vez mot y parole. Para dar cuenta de la dife-


rencia entre mot y parole, algunos traductores han optado por vocablo para mot
y palabra para parole. Nosotros, sin embargo, hemos preferido utilizar, en
ambos casos, palabra consignando el término original francés en cada oca-
sión. De todos modos, es oportuno aclarar que parole está vinculada al habla,
a la fonación, a los elementos de lenguaje hablado, en tanto mot es, según el
Petit Robert, "cada uno de los sonidos o grupo de sonidos correspondientes
a un sentido, entre los cuales se distribuye el lenguaje". "En francés" -dice
Lacan en El Seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis: IV Das Ding- "la pala-
bra mot tiene un peso y un sentido particular. Mot es esencialmente no hay
respuesta. Mot, dice en algún lado La Fontaine, es lo que se calla, es justamente
cuando ninguna palabra (ningún mot) es pronunciada". [N. de TJ

Akoglaniz
164 • Pulsión y ficción

tonces? ¿Para qué sirve?". Sorpresa y corte desconcertante: la


queja es a la vez reconocida y desestimada, y el sujeto cambia de
órbita incluso si en el instante aún no lo sabe. De golpe, la nada ya
no es la nada de una reivindicación de eficacia, incluso de
rentabilidad, ya no es la nada de una decepción por no encontrar
la "palabra justa" {le fin mot) que resolvería el enigma del dolor
de existir, como tampoco la palabra (mot) del final, ni la nada de
un reproche de impotencia histéricamente dirigido entre líneas al
analista con la secreta esperanza de verlo adueñarse de la
situación. Por haberla reemplazado por una espacio de silencio,
llevado por su pregunta, el analista ha elevado la "nada" a la
dignidad del poema y ha llevado al sujeto a confrontarse con la
pérdida. Ya que cada vez que el sujeto cambia de órbita, se
inscribe una pérdida que, al mismo tiempo, va a abrirle, si puedo
decirlo, otro paisaje.
En el tercer capítulo, "La 'novela psicoanalítica', historia y
literatura" de su libro Histoire etpsychanalyse entre science et
fiction2, Michel de Certeau evoca la "pérdida de saber" cuyo riesgo
asumió Freud cuando reintrodujo en el discurso los afectos, es
decir la pulsión, que habían sido eliminados por el cientificismo
positivista. Es esta pérdida de saber la que, según él, ahonda la
diferencia entre la ciencia y el psicoanálisis: Freud hace del
discurso analítico "una ficción, dicho de otro modo, un discurso
en el que se marca la particulari-

2. La lectura del libro de Mario Lavagetto, Freud a l'épreuve de la littéra-


ture (Freud a prueba de la literatura), publicado por Seuil, en 2002, está presente
en este texto.

Akoglaniz
Ficciones, o de la novela al poema ■ 165

dad del que habla, esencialmente su afectividad"3. Subraya con


justa razón que Freud nunca deja de "confesar" en sus textos sus
reacciones afectivas, "lo cual contradice frontal-mente una
norma primera y constitutiva del discurso científico que quiere
que la verdad del enunciado sea independiente del sujeto que
habla. [...] Por eso se reintroduce lo que el enunciado objetivo
esconde: su historicidad -la que ha estructurado relaciones y la
que las cambia. Hacer reaparecer esta historicidad es la
condición de la elucidación analítica y su operatividad"4. Esto es
lo que escribe Freud en el primer párrafo de su Gradiva: "La
ciencia y la mayoría de la gente cultivada sonríen cuando uno les
propone la tarea de interpretar un sueño; sólo el pueblo atado a
la superstición, que de ese modo prosigue las convicciones de la
antigüedad, no quiere renunciar a la interpretabilidad de los
sueños, y el autor de la Interpretación de los sueños se ha atrevido a
tomar partido por los Antiguos y la superstición, en contra de la
objeción de la ciencia implacable". Se advertirá de paso que, en
estos primeros párrafos, Freud se hace representar algunas veces
por "el autor de la Traumdeutung", otras por el pronombre
personal "él", para retomar enseguida la palabra (parole) en
primera persona e incluirse, por fin, en el "nosotros" de una
comunidad. Autor (Verfasser) de un libro que hace causa común
con el pueblo y los Antiguos, después un "yo" que retoma como
teórico los hallazgos del

3. Michel de Certeau, Histoire et psychanalyse entre science etfiction, París,


Gallimard, Folio histoire, 1987, p. 123. [Michel de Certeau, Historia y
Psicoanálisis, México, Universidad Iberoamericana, 1995].
4. Ibidem, p. 123.

Akoglaniz
166 • Pulsión y ficción

autor, finalmente un "nosotros" que por un lado se alinea del


lado "del poeta" (Dichter) y, por el otro, se incluye en el interés
compartido por el sueño. De este modo, Freud, en conflicto con
el desprecio, la hostilidad de los "científicos" y de la mayoría,
encuentra a un escritor, a un "Dichter" a través de una de sus
"Novellen" donde lee lo que le concierne a él, a Freud, en el
contexto en el que se encuentra en 1906, que es un "contexto de
querella" como se expresaba Lacan. Para dar una pequeña idea
de ese llamado contexto, esto es lo que Ferenczi le escribe a
Freud el 12 de octubre de 1910: " He superado el deseo de
responder a un profesor de neurología de aquí Qeno Kollarits] que,
en su informe sobre Isserlin, habla de las lastimosas víctimas del
psicoanálisis" que otros neurólogos han debido volver a poner en
pie"5. ¿No tenemos la impresión de que esto podría haber sido
escrito el 12 de octubre de 2005? Podría decirse que Freud,
haciéndose representar en su texto por "el autor de La in-
terpretación de los sueños", retomando después la palabra (pa-
role) como "yo", se autoriza, en tanto teórico, a este encuentro con
el texto del poeta, texto que -por su parte- no se apoya en la
autoridad de nadie, sólo en la de algunos otros, lectores. Para que
queden autorizados, Freud confiere a los poetas un saber: "Pero
los poetas son preciosos aliados y su testimonio debe tomarse
en alta estima ya que tienen la costumbre de saber una multitud
de cosas entre cielo y tie-

5. Sigmund Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance, 1908-1914, Tome 1,


Lettre 173 Fer, París, Calmann-Lévy, 1992, p. 234 [S. Freud-S. Ferenczi,
Correspondencia, 1908-1911, Volumen 1.1, Carta 173 Fer, Madrid, Síntesis,
2001, p. 268].

Akoglaniz
Ficciones, o de la novela al poema • 167

rra con las que nuestro conocimiento escolar no puede ni


siquiera soñar"6. Subrayo la palabra (moí) testimonio
(Zeugnis7). Autorizado de este modo, Freud pasa al "nosotros"
que, me parece, es ciertamente un "nosotros" de combate: los
poetas son aliados pero también un "nosotros" que instaura una
suerte de comunidad de los psicoanalistas y los poetas,
comunidad sujeta a las mismas leyes, las de eso que él llama la
"vida psíquica" donde reina mucha menos libertad y capricho
{Freiheit und Willkür) de lo que parece tanto en la obra de los
poetas como en el mundo exterior, donde eso se llama azar
(Zufalligkeit). Como conclusión de esta introducción, Freud hace
una pequeña puesta en escena: ruega "a todos sus lectores" que
dejen de lado el texto suyo y vayan a la librería a procurarse la
novela de Jensen... ¡acerca de la cual va a hablar en las páginas
siguientes!, para estar bien seguro de que él y sus lectores van a
estar en terreno conocido; y agrega: "Para aquéllos que ya han
leído Gradiva quiero traer a la memoria el contenido del relato
con un breve resumen y espero que su recuerdo podrá
restablecer por sí mismo todo el encanto del que yo lo habré
despojado"8. Subrayo el futuro anterior. Es así como se las arre-
gla Freud, primero, para darse una dirección y, enseguida,

6. Sigmund Freud, Der Wahn unddie Trá'ume in W.Jensens, 'Gradiva', tomo


X, Frankfurt am Main, Fischer Verlag, 1982, p. 14 [El delirio y los sueños en la
"Gradiva" de W. Jensen, AE, IX, p. 8].
7. Con respecto a la cuestión del testimonio, ver, entre otros, el libro de
Anne-Lise Stern, Le Savoir-deporté. Camps, Histoire, Psychanalyse, Paris, Seuil,
2004.
8.1bidem,p. 143.

Akoglaniz
168 • Pulsión y ficción

para preparar este "Publikum" a la manera de aquel que cuenta


un Witz, es decir para engañar a la resistencia. Ya que, como
si nada, anuncia que despojamiento, pérdida de goce, va a
haber y hace saber entre líneas que él se incluye en esa pér-
dida. Esto no es más que un pequeño ejemplo de la sutileza
de la escritura de Freud.
Es así como comprendo lo que dice Michel de Certeau:
"La escritura freudiana hace lo que dice" y el recurso del "tes-
tigo" es una manera de instaurar el "sujeto supuesto saber"
que va a permitir que la cura psicoanalítica funcione. Decir
que la escritura freudiana hace lo que dice no es acaso decir
de otra manera lo que dice Lacan en el seminario Las forma-
ciones del inconsciente, el 13 de noviembre de 1957 cuando ha-
bla de su estilo: "[...] hay también en las dificultades de este
estilo [...] algo que responde al objeto mismo del que se trata.
Ya que se trata en efecto de hablar de manera válida de las
funciones creadoras que ejerce el significante sobre el signi-
ficado, a saber, no simplemente hablar de la palabra (parole)
sino hablar en el filo9 de la palabra (parole) para evocar sus
funciones mismas; quizás haya necesidades internas de estilo
que se imponen -la concisión, por ejemplo, la alusión, incluso
la mordacidad, que son otros tantos elementos decisivos para
entrar en el campo en el que ellas comandan no sólo los ac-
cesos sino toda la textura"10.

9. En francés, en el original, dans le fil de la parole, en Afilo de la palabra


y, también, en el hilo de la palabra. [N. de T.]
10. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre V, Les formations de l'inconscient,
París, Seuil, 1998, p. 30 [El Seminario, libro 5, Las formaciones del inconsciente,
Buenos Aires, Paidós, 1999, p. 32].

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Ficciones, o de la novela al poema • 169

Freud, en la conclusión de su Gradiva, escribe: "Nosotros


[psicoanalista y poeta] abrevamos probablemente en la misma
fuente, trabajamos el mismo objeto, cada uno de nosotros con un
método diferente y la concordancia que concierne al resultado
parece ser la garantía de que los dos han trabajado correctamente".
Esta fuente es, desde luego, el inconsciente. Y agrega: "[...] o bien
ambos, el poeta y el médico, han entendido el inconsciente de la
misma manera equivocada, o bien lo hemos comprendido
correctamente los dos"11.
Lo vemos tanto en Freud como en Lacan, hay continuidad o
más bien adecuación entre el estilo y el objeto sobre el que se
acuerda hablar, entre poema e inconsciente, entre escritura y
psicoanálisis. Sin embargo, si poeta y psicoanalista hacen una
parte de camino juntos, llega un momento en el que sus vías se
bifurcan. El poeta "dirige su atención sobre el inconsciente en su
propio psiquismo (Seek), escucha las posibilidades de desarrollo
de éste y les permite la expresión artística en lugar de
reprimirlas (unterdrücken) con crítica consciente [...] pero no
tiene necesidad de expresar las leyes [del inconsciente], ni
siquiera de reconocerlas claramente, quedan contenidas, a
continuación en la tolerancia de su inteligencia, encarnadas
(verkorpert) en sus creaciones"12. Dicho de otro modo, el objeto
queda tomado en las redes, la textura, el enmallado del texto. Para el
analista, las cosas son diferentes. Por cierto, él también ha debido
dirigir su atención so-

lí. Sigmund Freud, Der Wahn unddie Trawme in W.Jensens, 'Gradiva', ob. cit.,
p. 82 [El delirio y los sueños en la "Gradiva" de W.Jensen, ob. cit., p. 76]. 12.
Ibidem, p. 82 [Ibidem, p. 76].

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170 • Pulsión y ficción

bre su inconsciente en el transcurso de su propia cura pero


también le fue necesario destejer las mallas de su texto hasta tan
lejos como le fue posible para saber cómo se había tejido, de
alguna manera leerlo desde el exterior para que se escriba de otra
manera. De la novela-folletín13 que habrá desenrollado, sesión tras
sesión, y en la cual el analista está incluido, no quedarán más que
algunos significantes que, por haber sido los puntos-nudo en su
historia (es un término freu-diano, Knotenpunkt), se habrá
comprobado -futuro anterior-que han organizado su destino de
habérselos hecho pasar por el Otro. Todo el resto no habrá sido
más que anécdota o, para retomar una expresión de Lacan de la
que nos ha hablado recientemente Brigitte Lemérer, "verdad que
miente". Si hubo un poco de suerte, su novela-folletín podrá
entonces volverse poema que no se autoriza en nada y, sobre todo,
no en una jerarquía. Es así como comprendo esta frase de Lacan
que se encuentra en el mismo texto que la verdad que miente:
"Repudio este certificado: no soy un poeta, sino un poema. Y
que se escribe, aunque tenga el aspecto de ser un sujeto"14. Fuera
de su contexto, esta declaración: "no soy un poeta, sino un poema"
podría prestarse a unas cuantas cosas. Por ejemplo: Ah, ese
hombre, ¡es un verdadero poema! Lo cual, según los testimonios
de unos y otros y de lo que uno puede leer de su pluma o de su
voz, no sería necesariamente

13. Este término debe entenderse tal como Freud lo dice: la continuación
en el próximo número, pero también en su sentido popular.
14. Jacques Lacan, "Préface á Pédition anglaise du Séminaire XI", enAutres
écrits, París, Seuil, 2001, p. 572. ["Prefacio a la edición inglesa del Seminario
XI", en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1993, p. 61].

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Ficciones, o de la novela al poema • 171

tan falso. Algunas de sus frases, de sus palabras (paroles), ¿no son
acaso de una belleza que corta el aliento? Que conmueve lo real,
como Orfeo conmoviendo con su lira a las potencias inferiores.
Pero el párrafo donde se encuentra esta declaración se inicia así:
"¿Qué jerarquía podría confirmarle que es analista, darle ese
sello?" y en la frase siguiente pone en duda que se pueda ser
analista de nacimiento. "Lo que un Cht me decía es que yo lo era,
de nacimiento." Enigma: Cht, ¿qué sería? ¿Una abreviatura?
¿Una onomatopeya?
Un poema es una ficción, se escribe bajo el dictado del
inconsciente del sujeto que lo lleva a lo escrito, se escribe con
eso que el sujeto sabe sin saberlo y todo lo que no sabe que no
sabe, se escribe con el vacío entre las palabras (mots) que es, de
algún modo, el resorte, la causa de todas las figuras de retórica.
Pensemos solamente en el oxímoron, de una terrible dulzura, tan
querido para los místicos y que aquí Jacques Le Brun ha
evocado recientemente a propósito de la expresión de Lacan, "mi
público".
Pero para ser un poema, uno no es un poema de nacimiento
como no es un analista de nacimiento; ha sido necesario pasar por
este saber del vacío entre las palabras (mots), dicho de otro modo,
ha sido necesario llevar a cuestas primero el lento despliegue de la
novela-folletín que, en el fondo, no es más que el relleno de aquel
vacío; después, el vértigo que causa el franqueamiento del límite
impuesto por las reglas habituales del relato15 no sería sino bajo la
forma de la

15. Con respecto a poner patas para arriba las reglas habituales del relato,
ver "Su nombre de Venecia en Calcuta desierta", en este volumen, pp. 147-161.

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172 • Pulsión y ficción

licencia poética. Es un franqueamiento que lleva fuera de los


límites de la ley, una suerte de sacrilegio, un poco como lo
que hizo Freud con su Moisés. En una palabra (mot), hizo falta
consentir en saberse no ser más que una ficción. Sólo de ahí
puede surgir esta voz sonriente de un analista que dice que
el análisis, como el poema, es un proceso de escritura.
En el fondo, es esta ficción la que es eso que yo llamaba,
sin saber demasiado lo que decía, ese pequeño fragmento de
humanidad que puedo reconocer, si llega el caso, en un testi-
monio de pase, ese pequeño fragmento de humanidad del que
cada uno de nosotros es depositario y que cada uno tiene que
transmitir, cada uno según su estilo. Entonces, el estilo sería la
manera particular, determinada por la historia significante de
cada uno -Lacan diría la historicidad-, la manera "sintomá-
tica", no sólo de escribir el vacío entre las palabras (mots), de
escribir la ficción, el poema en que uno se ha convertido, sino
también de rendir cuentas, de transmitir cómo, por qué me-
canismo, eso se escribió. Rilke escribe que los poemas no son,
como piensa la gente, sentimientos sino experiencias. Y a pro-
pósito de estilo, esto es lo que escribe Thomas Mann, a quien
Freud apreciaba: "Y su deseo tendía a trabajar en presencia de
Tadzio, a tomar al mismo niño como modelo, mientras escri-
bía, a dejar que su estilo siguiera las líneas de ese cuerpo que
le parecía divino, y a llevar su belleza al dominio del espíritu
como el águila llevó en otro tiempo al éter al pastor troyano"16.

16. Thomas Mann, La mort a Venise, traducido del alemán por F. Bertaux
y C. Sigwalt, París, Fayard, Le Libre de Poche, 1971, p. 91 [La muerte en
Venecia, Chile, Andrés Bello, 2001].

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Ficciones, o de la novela al poema • 173

¿Entonces, de qué sirve hablar, hacer exposiciones, artícu-


los? Bien, sirve para acumular experiencias, experiencias de pa-
labra (parole): la dirección ficticia, que habrá sido el público,
oyente o lector, es también la coacción, real, que me habrá obli-
gado a retomar eso que Freud llama "el trabajo interior". Y, por
otra parte, para concluir, provisoriamente, voy a dejarle la pa-
labra (parole): "Todo lo que vivo y comparto en tanto tercero
(Dritter) con mis pacientes, lo reencuentro aquí, algunos días
en los que voy errando, agobiado porque no comprendo nada
del sueño, del fantasma, del humor del día y después, de nuevo,
hay días en los que un relámpago ilumina el conjunto de las
conexiones y hace comprender que lo que sucedió antes era la
preparación de lo que sucede hoy"17. Lo vemos, Freud utiliza
ya lo que será la Dritte Person de su análisis del Witz. Por otra
parte, me parece que el estilo de Freud tiene mucho que ver
con el Witz. Una y otra vez, en estas experiencias, es necesa-
rio volver a pasar por un agobiante embrollo en el que no se
entiende más nada para intentar, forzando la resistencia, es-
cribir una palabra (mot). Y esta palabra (mot), bien lo sabemos,
en el mismo momento en que se escribe, no hará más que ha-
cer aparecer la extensión vertiginosa del no saber. Pero quizá,
si uno tiene suerte, desde el fondo de ese vacío que ella encie-
rra al escribirse, vendrá a encontrar una palabra (mot) que, en
otro, no pedía más que escribirse.

17. Sigmund Freud, Lettres a Fliefi, 27 de octubre de 1897 [Sigmund


Freud, Briefe an Flifi, Frankfurt am Main, S. Fischer, 1985, p. 295 (Sigmund
Freud, Cartas a Fliefi, carta 143, 27 de octubre de 1897, Buenos Aires,
Amorrortu, 1994, p. 295)].

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En la diagramación se utilizaron las fuentes
Gil Sans y JansonText.
El interior se imprimió sobre bookcei ahuesado
de 80 gramos y para la tapa se usó
cartulina de 300 gramos.
Impreso en Las Cuarenta, Avda. Asamblea 327
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina,
en el mes de Junio de 2008.

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