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Parásito y parasitismo.
Parásito: todo organismo que vive a costa de otro, denominado huésped u hospedador, durante
un periodo de tiempo más o menos largo.
Parasitismo: relación ecológica entre dos organismos en donde uno de ellos, el parásito, depende
nutricionalmente de otro, el huésped. Existe parasitismo permanente y parasitismo temporal que
se produce sólo en el momento de la alimentación.
Los parásitos son, casi siempre, exógenos al anfitrión humano y, por este motivo, deben entrar en
el interior del organismo mediante ingestión o penetración directa a través de las barreras
anatómicas. El tamaño del inoculo y la duración de la exposición son factores importantes.
Además, la vía de exposición es clave, numerosos parásitos presentan medios autodirigidos de
invasión del anfitrión humano. Una vez se ha producido la invasión, los parásitos se unen a células
u órganos específicos del anfitrión, eluden los mecanismos de detección inmunitaria, se replican,
producen sustancias tóxicas que destruyen tejidos y provocan una enfermedad secundaria a la
propia respuesta inmunitaria del organismo anfitrión.
Exposición y entrada
Estos organismos se adquieren casi siempre a partir de una fuente exógena y han desarrollado
numerosos métodos para penetrar en el organismo del anfitrión. Las vías más frecuentes de
entrada son la ingestión por vía oral o la penetración directa a través de la piel u otras superficies.
La transmisión de las enfermedades parasitarias se encuentra facilitada por la contaminación del
entorno con desechos animales y humanos.
Adhesión y replicación
La mayoría de infecciones se inician mediante la unión del microorganismo a los tejidos anfitriones
seguidas de la replicación para establecer la colonización. El ciclo vital de un parásito se basa en
los tropismos tisulares y de especie, lo que determina los tejidos u órganos del organismo
anfitrión en los que el parásito puede sobrevivir. La unión del parásito a las células o tejidos del
anfitrión puede ser inespecífica, puede estar mediada por partes de la boca mecánicas o
implicadas en las picaduras, o bien puede darse a través de la interacción de estructuras de la
superficie del parásito conocidas como adhesinas y los receptores glucoproteicos o glucolípidos
presentes en algunos tipos celulares, aunque no en otros. Entre las estructuras de superficie
específicas que facilitan la adhesión del parásito figuran ciertas glucoproteínas de superficie, los
receptores del complemento, los componentes adsorbidos de la cascada del complemento, la
fibronectina.
Las estructuras físicas de los parásitos pueden interaccionar con las moléculas de adhesión para
promover la unión a las células anfitrionas. Giardia Iamblia es un protozoo parásito que utiliza un
disco ventral para unirse al epitelio intestinal mediante un agarre o un mecanismo de succión. Tras
su unión a la célula o al tipo tisular específicos, el parásito puede llevar a cabo la replicación como
siguiente paso para establecer la infección. La mayoría de los parásitos protozoarios se replican de
forma intracelular o extracelular en el anfitrión humano, mientras que, no se observa replicación
en los helmintos capaces de establecer una infección en el ser humano. La temperatura puede
desempeñar, igualmente, un señalado papel en la capacidad de los parásitos para infectar un
anfitrión y provocar una enfermedad.
La mayoría de los parásitos inicia el proceso de la enfermedad mediante la invasión de los tejidos
normalmente estériles y su ulterior replicación y destrucción. Las parasitosis pueden establecerse
mediante la elaboración de productos tóxicos, lesiones tisulares mecánicas y reacciones
inmunopatológicas. Numerosos autores han sugerido que los productos tóxicos elaborados por los
parásitos protozoarios originan, al menos, ciertos aspectos de su patología. Pueden secretar
proteasas y fosfolipasas, las cuales se liberan como consecuencia de la destrucción de los
parásitos. Estas enzimas pueden provocar la destrucción de las células del organismo anfitrión,
respuestas inflamatorias y patología tisular. A diferencia de los parásitos protozoarios, muchas de
las consecuencias patógenas de las infecciones por helmintos se relacionan con el tamaño, la
movilidad y la longevidad de los parásitos. El organismo anfitrión se encuentra expuesto a una
lesión a largo plazo y a una estimulación inmunitaria, así como a las meras consecuencias físicas de
la presencia de cuerpos extraños de gran tamaño. Las formas más obvias de lesión directa por
parte de parásitos helmínticos son las procedentes de la obstrucción mecánica de los órganos
internos o de los efectos de la presión ejercida por los parásitos en proceso de crecimiento. Los
grandes organismos adultos de la especie Ascaris pueden obstruir físicamente el intestino y los
conductos biliares. De igual forma, la obstrucción del flujo linfático, que conduce a la elefantiasis,
se asocia a la presencia de organismos adultos de la especie Wuchereria en el sistema linfático.
Ciertas manifestaciones neurológicas de la cisticercosis se deben a la presión ejercida por la lenta
expansión de los quistes larvarios de Taenia solium en el SNC y en los ojos.
Durante una parasitosis, los productos de las células del anfitrión, como las citocinas y las
linfocinas, son liberados desde las células activadas. Estos mediadores influyen en el
comportamiento de otras células y pueden contribuir a la patogenia de las parasitosis.
Aunque los procesos de destrucción celular y tisular son, con frecuencia, suficientes para iniciar la
enfermedad clínica, el parásito debe ser capaz de eludir el sistema inmunitario de defensa del
organismo anfitrión para que se mantenga el proceso patológico. Los parásitos desencadenan
respuestas inmunitarias humorales y celulares; sin embargo, los parásitos son particularmente
expertos en interferir o evitar estos mecanismos de defensa.
Los organismos pueden modificar la expresión antigénica. Algunos organismos pueden producir
antígenos que imitan a los antígenos del anfitrión (mimetismo) o adquieren moléculas del
organismo anfitrión que ocultan el lugar antigénico (enmascaramiento) y evitan su
reconocimiento por el sistema inmunitario del anfitrión. Numerosos parásitos protozoarios eluden
la respuesta inmunitaria al adoptar una localización intracelular en el anfitrión. Los organismos
que residen en los macrófagos han desarrollado una diversidad de mecanismos para evitar la
muerte intracelular. Con frecuencia tiene lugar una inmunodepresión del organismo anfitrión
durante la evolución de las parasitosis.
Clasificación de los parásitos.
PROTOZOARIOS
1. Amibas: Intestinales Entamoeba histolytica
Entamoeba coli
2. Flagelados: Intestinales Giardia Lamblia
Trichomonas hominis
3. Ciliados: Intestinales Balantidium coli
4. Coccidios: Intestinales Cryptosporidium parvum
Sarcocystis hominis
5. Otros protozoarios: Intestinales Blastocystis hominis
6. Amibas, Flagelados: otros sitios Naegleria fowleri (amiba)
corporales Trichomonas vaginalis (flagelo)
7. Coccidios: otros sitios corporales Toxoplasma gondii
8. Esporozoarios, flagelados: sangre y Plasmodium vivax (esporozoario)
tejidos Plasmodium ovale (esporozoario)
Plasmodium malariae
(esporozoario)
Plasmodium falciparum
(esporozoario)
Leishmania donovani (flagelados)
Leishmania mexicana (flagelados)
Leishmania braziliensis (flagelado)
Trypanosoma brucei gambiense
(flagelado)
9. Microsporidios: todo el cuerpo Especies de Pleistophora
HELMINTOS
NEMATODOS
1. Intestinales Ascaris Lumbricoides
Enterobius vermicularis
Ancylostoma duodenale
Trichuris Trichiura
2. Tejidos Toxocara canis
Ancylostoma Braziliense
3. Filarias: sangre, líquidos corporales Wuchereria bancrofti
Loa Loa
Onchocerca volvulus
CESTODOS
1. Intestinales Taenia solium (solitaria del puerco)
Taenia saginata
Hymenolepis nana
Hymenolepis diminuta
2. Formas larvarias: Tejido Taenia solium (cisticercosis)
Multiceps multiceps
TREMATODOS
1. Intestinales Fasciolopsis buski
Heterophyes heterophyes
2. Hígado/ pulmón Fasciola hepática
3. Sangre Schistosoma mansoni
Schistosoma japonicum
Schistosoma intercalatum