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Descripción general
El enfisema y la bronquitis crónica son las dos afecciones más frecuentes que
contribuyen a desarrollar la EPOC. La bronquitis crónica es la inflamación del
revestimiento de los bronquios, que llevan aire hacia y desde los sacos de aire
(alvéolos) del pulmón. Se caracteriza por la tos diaria y la producción de
mucosidad (esputo).
El enfisema es una afección en la cual los alvéolos que están en los extremos de
las vías aéreas más pequeñas (bronquiolos) de los pulmones se destruyen como
resultado de la exposición dañina al humo de cigarrillo y a otros gases y partículas
irritantes.
Síntomas
También es probable que las personas con EPOC tengan episodios llamados
reagudizaciones, durante los cuales los síntomas empeoran más que la variación
habitual diaria y duran al menos varios días.
Causas
El aire se traslada por la tráquea e ingresa en los pulmones por medio de dos
tubos largos (bronquios). Dentro de los pulmones, estos tubos se dividen muchas
veces, como las ramas de un árbol, en tubos más pequeños (bronquiolos) que
tienen en sus extremos sacos de aire diminutos (alvéolos).
Los sacos de aire tienen paredes muy delgadas repletas de vasos sanguíneos
(capilares). El oxígeno presente en el aire que inhalas atraviesa estos vasos
sanguíneos e ingresa en el torrente sanguíneo. Al mismo tiempo, se exhala
dióxido de carbono (un gas que es un producto de desecho del metabolismo).
Los pulmones dependen de la elasticidad natural de los bronquios y de los sacos
de aire para que el aire salga del organismo. A causa de la EPOC, pierden su
elasticidad y se estiran en exceso, por lo cual queda aire atrapado en ellos al
exhalar.
Enfisema
Bronquitis
En la gran mayoría de los casos, el daño pulmonar que provoca EPOC se debe a
fumar durante un largo plazo. Sin embargo, probablemente también haya otros
factores que juegan un papel en la aparición de la EPOC, tales como una
susceptibilidad genética a la enfermedad, porque solo alrededor del 20 al 30 por
ciento de los fumadores podría presentar EPOC.
Otros irritantes pueden causar EPOC, incluidos el humo de cigarro, el humo de
segunda mano, el humo de pipa, la contaminación ambiental y la exposición en el
lugar de trabajo al polvo, el humo o los vapores.
Factores de riesgo
Complicaciones
Diagnóstico
Espirómetro
Anemia
Descripción general
Síntomas
Fatiga
Debilidad
Piel pálida o amarillenta
Latidos del corazón irregulares
Dificultad para respirar
Mareos o aturdimiento
Dolor en el pecho
Manos y pies fríos
Dolor de cabeza
Al principio, la anemia puede ser leve y pasar inadvertida. No obstante, los
síntomas empeoran a medida que la anemia empeora.
Pide una consulta con un médico si te sientes fatigado sin causa aparente.
Algunos tipos de anemia, como la anemia ferropénica o la anemia por deficiencia
de vitamina B-12, son frecuentes.
La fatiga tiene muchas causas además de la anemia, así que no debes dar por
sentado que si estás cansado, es porque tienes anemia. Algunas personas
descubren que tienen un nivel de hemoglobina bajo (uno de los indicios de la
anemia) cuando van a donar sangre. Si te informan que no puedes donar sangre
porque tienes un nivel de hemoglobina bajo, pide una consulta con el médico.
Causas
La anemia ocurre cuando la sangre no tiene suficientes glóbulos rojos. Esto puede
suceder si:
Factores de riesgo
Una dieta carente de ciertas vitaminas. Tener una dieta que sea
consistentemente baja en hierro, vitamina B12 y folato incrementa tu riesgo
de anemia.
Trastornos intestinales. Tener un trastorno intestinal que afecta la
absorción de nutrientes en tu intestino delgado, como la enfermedad de
Crohn o la enfermedad celíaca, aumenta tu riesgo de anemia.
Menstruación. En general, las mujeres que no han experimentado la
menopausia tienen un riesgo mayor de anemia por deficiencia de hierro que
los hombres y las mujeres posmenopáusicas. Esto se debe a que la
menstruación produce la pérdida de glóbulos rojos.
Embarazo. Si estás embarazada y no tomas un suplemento multivitamínico
con ácido fólico, tienes un gran riesgo de anemia.
Afecciones crónicas. Si tienes cáncer, insuficiencia renal u otra afección
crónica, tendrás riesgo de anemia por enfermedad crónica. Estas afecciones
pueden causar la disminución de los glóbulos rojos.
La pérdida lenta y crónica de sangre por una úlcera o por otra causa puede
consumir todo la reserva de hierro del cuerpo y transformarse en una anemia
por deficiencia de hierro.
Antecedentes familiares. Si tienes antecedentes familiares de anemia
hereditaria, como anemia falciforme, también tienes un gran riesgo de
padecer esta afección.
Otros factores. Los antecedentes de ciertas infecciones, enfermedades de la
sangre y trastornos autoinmunitarios, alcoholismo, exposición a químicos
tóxicos y el uso de algunos medicamentos pueden afectar la producción de
glóbulos rojos y producir anemia.
Edad. Las personas mayores de 65 años tienen mayor riesgo de anemia.
Complicaciones
Prevención
Evita la malaria
Diagnóstico
To diagnose anemia, your doctor may ask you about your medical and family
history, perform a physical exam, and run the following tests:
Tratamiento
Gastroenteritis
Las intoxicaciones alimentarias y los cambios de estación son las causas más
frecuentes de gastroenteritis, aunque existen otros muchos motivos que pueden
provocarlas. El tratamiento es similar en todos los casos.
¿CUÁL ES EL TRATAMIENTO?
Diagnóstico diferencial
2. Fiebre facticia: por lo general persiste largo tiempo, normalmente aparece por
la mañana, está acompañada de síntomas variables. El curso de la enfermedad no
es claro y en la anamnesis se detectan hospitalizaciones frecuentes.
Generalmente los pacientes se mantienen en buen estado general. Los fármacos
antipiréticos generalmente son ineficaces. Asociada a pacientes con trastornos
psicológicos y mentales; a menudo se observan enfermedades somáticas. En el
hospital los pacientes generalmente se niegan a dar su consentimiento para una
medición de temperatura controlada del cuerpo y para algunas pruebas
diagnósticas. Cuando se mide la temperatura con un termómetro de mercurio, las
mediciones son generalmente muy altas, sin ninguna variación diurna. La piel está
fría, hay una bradicardia relativa. En ambulatorio o en hospital después de tomar
la temperatura se tiene que pedir una muestra de orina y medir su temperatura
inmediatamente después de la micción (siempre es un poco más alta que la
temperatura medida en la boca o debajo del brazo).
1. Fármacos antipiréticos
Síntomas: dolor en la zona (se suele agravar al andar), irradiación del dolor a
zonas inferiores, contracturas musculares y limitación de la movilidad. Si los
síntomas son fuertes y se complementan con fiebre es importante acudir al médico
lo antes posible.
Neumonía
Descripción general
La neumonía es una infección que inflama los sacos aéreos de uno o ambos
pulmones. Los sacos aéreos se pueden llenar de líquido o pus (material
purulento), lo que provoca tos con flema o pus, fiebre, escalofríos y dificultad para
respirar. Diversos microrganismos, como bacterias, virus y hongos, pueden
provocar neumonía.
Síntomas
Puede que los recién nacidos y bebés no muestren signos de estar sufriendo la
infección. O bien, pueden vomitar, tener fiebre y tos, parecer inquietos o cansados
y sin energía, o presentar dificultad para respirar y comer.
Consulta con tu médico si tienes dificultad para respirar, dolor en el pecho, fiebre
persistente de 102 ºF (39 ºC) o superior, o tos persistente, sobre todo si tienes tos
con pus.
Es muy importante que las personas que pertenecen a los siguientes grupos de
riesgo consulten al médico:
Causas
Son varios los gérmenes que pueden causar neumonía. Los más frecuentes son
las bacterias y los virus que se encuentran en el aire que respiramos.
Generalmente, el cuerpo evita que estos gérmenes infecten los pulmones. Sin
embargo, a veces, estos gérmenes pueden ser más poderosos que tu sistema
inmunitario, incluso cuando tu salud en general es buena.
La neumonía se clasifica de acuerdo con el tipo de germen que la causa y el lugar
donde tienes la infección.
Neumonía adquirida en la comunidad
Factores de riesgo
La neumonía puede afectar a cualquiera. Pero los dos grupos de edades que
presentan el mayor riesgo de padecerla son los siguientes:
Complicaciones
Prevención
Tratamiento
Úlcera péptica
Descripción general
Úlceras
Las causas más frecuentes de las úlceras pépticas son infección por la bacteria
Helicobacter pylori (H. pylori) y el uso prologado de la aspirina y otros analgésicos,
como el ibuprofeno (Advil, Motrin, otros) y el naproxeno sódico (Aleve, Anaprox,
otros). El estrés y los alimentos picantes no provocan úlceras pépticas. Sin
embargo, pueden hacer que los síntomas empeoren.
Síntomas
El síntoma más frecuente de la úlcera péptica es el dolor por ardor estomacal. Los
ácidos del estómago hacen que el dolor sea peor, como sucede cuando tienes el
estómago vacío. El dolor muchas veces se puede aliviar con ciertos alimentos que
controlan la acidez de tu estómago o con ciertos medicamentos que reducen la
acidez, pero luego puede volver. El dolor puede ser peor entre las comidas y a la
noche.
Vómitos o vómitos con sangre (que pueden ser de color rojo o negro)
Sangre oscura en las heces, o heces negras o alquitranosas
Problemas para respirar
Mareos
Náuseas o vómitos
Pérdida de peso sin causa aparente
Cambios en el apetito
Causas
El tubo digestivo está recubierto con una capa mucosa que generalmente protege
contra el ácido. Sin embargo, si la cantidad de ácido aumenta o la cantidad de
mucosidad disminuye, podrías desarrollar una úlcera. Las causas más frecuentes
incluyen lo siguiente:
Factores de riesgo
Además del uso de ciertos analgésicos, como aspirinas, otros factores de riesgo
alto de úlcera péptica son los siguientes:
Complicaciones
Puedes reducir el riesgo de úlcera péptica si sigues las mismas estrategias que se
recomiendan como remedios caseros para tratar las úlceras. También pueden ser
útiles los siguientes consejos:
Diagnóstico
Endoscopía
Antes de detectar una úlcera, el médico revisará tu historia clínica y realizará un
examen físico. Luego, deberás realizarte pruebas de diagnóstico, como por
ejemplo:
Tratamiento
Hipertensión arterial
La presión arterial es la fuerza necesaria para que la sangre circule a través de los
vasos arteriales. Cuando esta fuerza ejercida por el corazón a las arterias de
forma sostenida es excesiva o más alta de lo recomendable, se habla
de hipertensión arterial (HTA). Actualmente existe consenso entre los expertos
para definir la hipertensión como aquellas cifras de tensión arterial por encima de
140/90, si bien lo deseable sería estar en 130/80 como límite máximo..
De estas dos cifras, una o ambas pueden ser altas en los hipertensos. Así pues
nuestra tensión arterial es alta cuando supera las cifras de 140/90 mmHg. Se
entiende que tenemos una presión arterial normal cuando la cifra que nos han
medido es inferior a 120/80 mmHg. Y si estos valores de presión arterial son
superiores a 120/80 pero no llegan a 140/90 se conoce como prehipertensión y
habría que empezar a cuidarse aún más.
La línea divisoria entre tensión normal y tensión alta es arbitraria, ya que no hay
valores que signifiquen riesgo cero, pero si las presiones arteriales se mantienen
en cifras superiores a 140/90 mm Hg en varias determinaciones (habitualmente un
mínimo de tres) se establece el diagnóstico de hipertensión.
Pruebas complementarias
Se están probando varios métodos que pueden ser útiles para detectar la
hipertensión y el consecuente riesgo cardiovascular del paciente. Entre ellos, la
ecografía abdominal y cardíaca, la ecografía de carótida y las técnicas de
valoración de disfunción endotelial.
Otra técnica que se está comenzando a implantar en unidades especializadas es
la bioimpedancia transtorácica, que permite, además de saber si el paciente tiene
hipertensión arterial, cuál es la causa que la origina, lo que facilita la elección del
mejor tratamiento para el hipertenso.
Azúcar en sangre
Existen muchos tipos de azúcares: algunos son simples y otros más complejos. La
sacarosa (azúcar de mesa) está constituida por dos azúcares más simples
llamados glucosa y fructosa. La lactosa (azúcar de la leche) está formada por
glucosa y por un azúcar simple llamado galactosa. Los carbohidratos del pan, de
la pasta, del arroz y de otros alimentos similares consisten en cadenas largas de
moléculas de azúcar simple. Antes de que el organismo pueda absorber la
sacarosa, la lactosa, los carbohidratos y otros azúcares complejos, las enzimas
del tubo digestivo deben descomponerlos en azúcares simples.
Por lo general, cuando el cuerpo absorbe los azúcares simples, los transforma
todos en glucosa, que es el principal combustible del organismo. La glucosa es el
azúcar que se desplaza por el torrente sanguíneo y que las células recogen.
«Azúcar» en sangre quiere decir, en realidad, glucosa en sangre.
Insulina
Tipos de diabetes
Prediabetes
Diabetes tipo 1
Diabetes de tipo 2
Aumento de la sed
Aumento de la micción
Aumento del hambre
Visión borrosa
Somnolencia
Náuseas
Disminución de la resistencia durante el ejercicio
Diabetes tipo 1
Complicaciones de la diabetes
La diabetes daña los vasos sanguíneos, haciendo que se estrechen y por lo tanto
se restrinja el flujo sanguíneo. Dado que los vasos sanguíneos de todo el cuerpo
se ven afectados, las personas pueden presentar muchas complicaciones de la
diabetes. Muchos órganos pueden verse afectados, en particular los siguientes:
Cerebro, riesgo de accidente cerebrovascular
Ojos (retinopatía diabética), riesgo de ceguera
Corazón, riesgo de ataque al corazón
Riñones (nefropatía diabética), riesgo de insuficiencia renal
Nervios (neuropatía diabética); puede causar sensibilidad en los pies
Diagnóstico de la diabetes
Hemoglobina A 1c
Se puede realizar otro tipo de análisis de sangre, una prueba de tolerancia oral a
la glucosa, en ciertas situaciones, como cuando se efectúan pruebas de cribado
de la diabetes gestacional en mujeres embarazadas o si se trata de personas de
edad avanzada que tienen síntomas de diabetes, pero cuya glucemia en ayunas
es normal. No obstante, no es una prueba que se realice de forma rutinaria para
detectar la diabetes, ni siquiera en las mujeres embarazadas con poco riesgo, ya
que es muy engorrosa.
Consiste en obtener una muestra de sangre para medir la glucemia en ayunas y, a
continuación, dar a beber al paciente una solución especial que contiene una
cantidad alta y precisa de glucosa. Durante las 2 o 3 horas siguientes se obtienen
varias muestras de sangre, que se analizan para determinar si la glucemia
aumenta de forma anómala.
Las personas con estos factores de riesgo deben ser examinadas para descartar
la presencia de diabetes al menos una vez cada tres años. El riesgo de diabetes
se puede estimar usando calculadoras de riesgo en línea. Los médicos pueden
medir los niveles de hemoglobina A1C y de glucosa en sangre en ayunas, o hacer
una prueba de tolerancia oral a la glucosa. Si los resultados de las pruebas están
en la frontera entre lo normal y lo anormal, los médicos hacen las pruebas de
detección más a menudo, al menos una vez al año.
Tratamiento de la diabetes
Dieta
Ejercicio
Educación
En la diabetes tipo 1, inyecciones de insulina
En la diabetes tipo 2, a menudo fármacos de administración oral, y, a veces,
inyecciones de insulina
Qué es la hepatitis
La hepatitis es, por lo tanto, una inflamación del hígado que puede ser debida a
diversas causas, aunque generalmente es un virus el responsable de la afección.
Entre las consecuencias del mal funcionamiento del hígado destacan:
En el caso de las hepatitis producidas por virus podemos distinguir entre virus
específicos para la hepatitis (virus de la hepatitis A, B, C y D principalmente,
aunque se conocen otros) o virus no específicos para la hepatitis, que son
aquellos que suelen manifestarse con otras patologías pero que, en ocasiones,
terminan provocando este trastorno; entre estos últimos cabe destacar el virus
Epstein Barr (causante de la mononucleosis infecciosa o enfermedad del beso) y
el citomegalovirus.
Tipos de Hepatitis
Hepatitis A
También denominada hepatitis infecciosa; esta variante es producida por el virus
de la hepatitis A (VHA). Su transmisión se produce al consumir agua o alimentos
contaminados por materias fecales que contienen el virus, y también por contagio
de persona a persona, sobre todo si las condiciones higiénicas son deficientes.
Se trata de un tipo generalmente leve de hepatitis especialmente cuando ocurre
en niños; de hecho, en numerosas ocasiones no se perciben síntomas
importantes, por lo que la enfermedad no llega a ser diagnosticada. Cuando
presenta síntomas, estos consisten en cansancio, ictericia (la piel tiene un color
amarillento), inapetencia, náuseas y vómitos, y orina de color oscuro. Los
síntomas suelen ser más graves en adultos que en niños. La afección no se
cronifica y no daña al hígado de forma permanente, aunque en raras ocasiones
puede surgir una complicación denominada hepatitis fulminante, que puede ser
mortal.
Hepatitis B
Hepatitis C
Hepatitis D
Hepatitis autoinmune
Síntomas de la hepatitis
La inflamación puede desaparecer por sí sola, pero si, por el contrario, perdura y
se cronifica, puede originar un fallo hepático:
Diagnóstico de la hepatitis
Cuando acude a la consulta un paciente con una sintomatología que pueda hacer
sospechar de la presencia de un trastorno de origen hepático, se procede, en
primer lugar, a estudiar su historial clínico para comprobar si sigue algún tipo de
tratamiento farmacológico, si presenta antecedentes familiares de enfermedades
hepáticas, etcétera. Además, se someterá al paciente a una serie de preguntas
destinadas a conocer sus hábitos de vida, o las actividades que desempeña que
puedan ser consideradas factores de riesgo para la adquisición de la enfermedad.
El médico solicitará a continuación una analítica para comprobar los niveles
de transaminasas; la presencia de niveles elevados de estas proteínas en sangre
se debe a su liberación al exterior por la ruptura de los hepatocitos (células que
forman el hígado) y, por tanto, indica el grado de necrosis hepática. Los mayores
niveles de transaminasas se observan en los casos de hepatitis aguda mientras
que, en la hepatitis crónica, las cifras no son tan altas, pero su concentración
fluctúa. También se analizarán los niveles de bilirrubinasérica, fosfatasa alcalina y
γ-glutamil-transpeptidasa; esto permite conocer el estado de la función hepática.
Para descartar o confirmar una hepatitis de origen viral se realizan pruebas que
detectan la presencia de anticuerpos específicos para cada tipo de virus. Con
algunas de estas pruebas, además, el médico puede averiguar la cantidad de virus
que hay en el organismo del paciente y en qué momento desaparecen tras el
tratamiento antiviral, por ejemplo.
Tras el diagnóstico del tipo de hepatitis, se puede realizar una prueba para
determinar el grado de afectación hepática por la enfermedad. A veces se recurre
a la biopsia hepática. Esta prueba consiste en tomar una muestra del hígado por
medio de una pequeña punción. Esta muestra se analiza al microscopio y nos
informa de la evolución de la enfermedad, lo que ayuda a tomar decisiones
respecto al tratamiento.
La biopsia hepática es una prueba que, aunque de forma infrecuente, puede
asociarse a complicaciones graves. Por ello, en los últimos años se han
desarrollado pruebas no invasivas que permiten determinar el grado de afectación
hepática sin tener que tomar biopsias del hígado. La prueba más útil posiblemente
es la elastometría, que se realiza por medio de una máquina parecida a un
ecógrafo y que se llama FibroScan®. Esta prueba mide la propagación de ondas
de sonido por el hígado. Las hepatitis crónicas producen fibrosis en el hígado que
hacen que estas ondas se transmitan más rápido. Cuanto más rápido vaya la onda
más fibrosis tiene el hígado. Cuando existe un grado importante de fibrosis se
considera que el enfermo tiene una cirrosis hepática.
Esta prueba se realiza de forma ambulatoria, no lleva más de cinco o 10 minutos,
no tiene ninguna complicación, y ofrece una información posiblemente tan fiable
como la que pueda dar una biopsia hepática. Se utiliza principalmente para valorar
la necesidad de iniciar el tratamiento con fármacos antivirales en pacientes con
hepatitis C crónica.
Tratamiento de la hepatitis
Tanto la hepatitis de tipo A, como la de tipo B, pueden curarse sin intervención
médica. Si no es así, el facultativo establecerá un tratamiento u otro según la
causa del trastorno, edad del paciente, sensibilidad a determinados fármacos,
etcétera. No existe un tratamiento específico para la hepatitis A; suele
recomendarse dieta pobre en grasas, evitar el consumo de alcohol y otros tóxicos
y descanso. Para los tipos B, además de la recomendación de seguir las
indicaciones anteriores, existen algunos medicamentos disponibles entre los que
se encuentran el interferón alfa, lamivudina, telbivudina, adefovir y, más
recientemente, entecavir o tenefovir. El interferón alfa es un tratamiento que se
administra en forma de inyecciones subcutáneas y puede eliminar el virus de la
hepatitis B, pero en un porcentaje pequeño de casos. El resto de los
medicamentos mencionados se administran vía oral y no curan la infección,
aunque pueden mantener el virus bajo control durante muchos años. Hay que
tener en cuenta que muchos pacientes infectados por el VHB pueden tener la
enfermedad inactiva y, por lo tanto, no requieren ningún tratamiento.
También hay que destacar que en los últimos años ha habido una auténtica
revolución en el tratamiento de la hepatitis C. Esto se debe a que se han
desarrollado numerosos fármacos que atacan distintas enzimas esenciales para el
desarrollo del virus C, y que consiguen erradicar la enfermedad con mucha más
frecuencia que con los tratamientos del pasado. Desde el año 2011 están
disponibles en España dos medicamentos llamados 'inhibidores de la
proteasa' que, asociados al tratamiento estándar con interferón y ribavirina,
consiguen una altísima tasa de curaciones. Estos medicamentos se llaman
boceprevir y telaprevir. No están exentos de efectos secundarios y sólo se pueden
utilizar en pacientes con unas características especiales, pero son una esperanza
para la curación de muchas personas. En los próximos años se incorporarán
nuevos tratamientos que tendrán menos efectos secundarios y que podrán ser
utilizados en la mayoría de los pacientes infectados por el VHC.
Prevención de la hepatitis
Según datos de la OMS, solo una de cada 20 personas infectadas con hepatitis B
o C conoce su situación, lo que facilita que esta enfermedad infecciosa siga
extendiéndose por todo el mundo. La prevención es la mejor opción para evitarlo,
y estas son algunas recomendaciones que debes tener en cuenta para prevenir un
contagio de hepatitis:
Vacunación de la hepatitis