Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Respetados magistrados,
Los suscritos, MARIO FELIPE DAZA PÉREZ y DAVID ALONSO ROA SALGUERO,
debidamente identificados como aparece al pie de nuestras firmas, acudimos ante ese
respetado Despacho con el fin de interponer ACCIÓN DE TUTELA contra el fallo de Habeas
Corpus tramitado en la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, Magistrado
Ponente LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA, radicación N° 17001—22—13-000—
2017—00468—02 del 26 de julio de 2017 (AHC4806-2017), por vulnerar los siguientes
derechos fundamentales constitucionales: (a) Seguridad jurídica (principio constitucional), (b)
derecho a la igualdad (artículo 13) y (c) buena fe -confianza legítima- (artículo 83) en mira al
acceso de la administración de justicia (artículos 228 y 229), como lo demostraremos más
adelante.
Para fundamentar la presente acción de tutela señalaremos: (I) Los hechos; (II) El concepto
de violación; (III) Las pretensiones; (IV) La competencia; (V) Procedencia y admisibilidad de
la acción de tutela; (VI) Las pruebas (VII) Los fundamentos de derecho; (VIII) Juramento; (IX)
Anexos (XI) Las notificaciones.
I.HECHOS
1
SEGUNDO. EI Tribunal en primera instancia negó el resguardo, ya que la Corte
Constitucional ha decantado: “(...) Al no estar inmersos en la protección de los
animales derechos fundamentales, no podría acudirse a la tutela como medio
de inmediata y especial protección constitucional, lo mismo que se predicará de
la figura de habeas corpus (...) [pues aquella] en sí, es considerada un derecho
fundamental, y proteger por esa vía a los animales, quienes aún no han sido
reconocidos como sujetos de derecho sería un despropósito. Si se observan las
características consagradas por la ley a la acción popular, es evidente que también
es un mecanismo constitucional en el que se puede acudir de manera preferente para
defender a los animales; incluso en aquellos casos en que se advierta que se pueda
existir un perjuicio irremediable como quiera que la Ley 472 [de 1998] prevé en su
artículo 17 la posibilidad de acudir a medidas cautelares que protejan intereses
pretendidos en la acción”.
CUARTO. Bajo el anterior criterio, el Magistrado por medio del fallo cuestionado
revoca la providencia del Tribunal y ordena que en el término de treinta (30) días
Corpocaldas, la Fundación Botánica y Zoológica de Barranquilla y Parques
Nacionales Naturales, devuelvan el oso de anteojos de nombre “Chucho”, a su hábitat
natural, esto es, a la reserva de Río Blanco.
A. PLANTEAMIENTO
2
humanos. Bien lo establece el artículo 1° de norma atrás citada cuando señala: “Los
animales como seres sintientes no son cosas, recibirán especial protección
contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente
por los humanos, por lo cual en la presente ley se tipifican como punibles algunas
conductas relacionadas con el maltrato a los animales, y se establece un
procedimiento sancionatorio de carácter policivo y judicial”. De lo cual se infiere
que los animales ya no son (i) cosas, (ii) son seres sintientes, (iii) reciben protección
del Estado sin que esto implique tener derechos positivos; y (iv) están amparados bajo
un régimen sancionatorio policivo y judicial.
Se conoce como persona no humana a una figura jurídica postulada para ser
concedida a ciertas especies de animales que demuestran poseer elevadas
capacidades cognitivas y notable inteligencia, por ejemplo los chimpancés y
eventualmente, los restantes grandes simios. Ahora, si se considera a ciertos
animales como personas no humanas, no quiere ello decir que tengan derechos per
se, sino que están sujetos a un mecanismo de protección.
Por ejemplo, puede resultar que ser persona no necesariamente conlleve derechos y
obligaciones, en cambio todo aquel que envuelva derechos y obligaciones por sí, es
persona, algo que sucede con TED (el oso de peluche de la escena cinematográfica),
ya que este se muestra como persona no humana en la película, no reconocido por
ningún contenido normativo, pero que tiene derechos y obligaciones como cualquier
ciudadano de a pie.
El ser humano es un animal racional y moral (sin que signifique, biocentrismo) que
puede realizar operaciones conceptuales y simbólicas muy complejas, entre ellas el
uso de sistemas lingüísticos realmente sofisticados, razonamiento abstracto,
capacidades de introspección y especulación.
Si bien el Magistrado Tolosa Villabona realiza una distinción entre persona moral, tal
como se indicó en los hechos de esta acción, no se debe olvidar que todas las
personas tienen obligaciones, deberes y responsabilidades, comenzando con las
naturales, cuestión que queda en evidencia para los animales no humanos ya que no
pueden cumplir con este cometido. Sería una anfibología afirmar que son seres
3
sintientes -sujetos de derechos- y a su vez que carezcan de obligaciones, aunque se
diga que afirmar lo contrario suene: “egoísta y mezquino”.
Si bien autores que han defendido el animalismo como: Bentham, Singer y Regan,
hay otros que no como Boecio, Kant o Locke. El filósofo Gary Francione, autor del
libro “Animals Property and The Law”, va más allá desde una perspectiva animalista y
plantea el estatus de los animales no humanos como propiedad, es decir, una teoría
de los derechos animales basada en la sola sintiencia (sensocentrismo).
Nos atrevemos expresar que la Ley 1774 de 2016, en la cual se califica a los animales
como seres sintientes, ha sido producto del trabajo del profesor francés anteriormente
citado, este ha argumentado [en sus palabras] que: “A causa de que los animales no
humanos sean propiedad de los humanos, y que las leyes que supuestamente
requieren un tratamiento humano y prohíbe infligir daño innecesario no proveen
ningún nivel significante de protección para los intereses de los animales no humanos,
al contrario. Estima que las personas viven en una “esquizofrenia moral” en su relación
con el resto de animales. Por una parte, toman los intereses de los animales no
humanos en serio, hasta el punto de que muchas personas viven con animales a los
que consideran como un miembro más de la familia, y atribuyéndoles un valor moral
intrínseco. Por otra parte, a causa de que los animales no humanos son considerados
una propiedad, las personas emplean un sinfín de productos de origen animal, y sólo
tienen en cuenta a los animales no humanos cuando suponen un beneficio
económico”.
4
Pero igualmente, ha admitido que cuando la génesis de los derechos fundamentales
no radica en la condición humana del titular en un Estado Social de Derecho, de ellos
también son titulares las personas jurídicas. La línea jurisprudencial en este sentido
se puede analizar en las siguientes Sentencias: T-411 de 1992; C-003 de 1993; C-
300 de 1994; C-083 de 1995; C-360 de 1996; C-510 de 1997; C-320 de 1998; SU-182
de 1998; T-462 de 1997; T-345 de 1998; T-312 de 1999; T-415 de 1999; T- 300 de
2000; T- 930 de 2002; T-924 de 2002; T-224 de 2003; T-518 de 2003; T-184 y T- 701
de 2004; T-516 y T-999 de 2005.
Para esto, el fin esencial del hábeas corpus no se puede entender restringido solo a
la protección del derecho a la libertad, sino que ha de dársele una proyección mucho
más amplia en cuanto verdaderamente abarca la garantía de todo el conjunto de
derechos fundamentales de la persona humana (la dignidad es el valor que tiene toda
persona por el solo hecho de serlo) que se encuentra privada de su libertad de manera
arbitraria o ilegal, y que por esta circunstancia está en latente y permanente amenaza,
tal como lo establece la Sentencia de la Corte Constitucional C-187 de 2006.
Seguido de lo anterior, los derechos conculcados con el fallo de referencia son los de:
(a) Seguridad jurídica (principio constitucional), (b) derecho a la igualdad (artículo 13)
y (c) buena fe -confianza legítima- (artículo 83) en mira al acceso de la administración
de justicia (artículos 228 y 229), explicados y desarrollados por la doctrina y
jurisprudencia constitucional en las Sentencias: T-227 de 1994, C-836 de 2001, T-502
de 2002, T-308 de 2011, C-250 de 2012 , C-179 de 2016 y T-012 de 2017, en lo que
se indica consensuadamente:
5
Derecho y abarca varias dimensiones. En términos generales supone una garantía
de certeza. Esta garantía acompaña otros principios y derechos en el
ordenamiento. La seguridad jurídica no es un principio que pueda esgrimirse
autónomamente, sino que se predica de algo. Así, la seguridad jurídica no puede
invocarse de manera autónoma para desconocer la jerarquía normativa, en
particular frente a la garantía de la efectividad de los derechos constitucionales
y humanos de las personas. En materia de competencias, la seguridad jurídica
opera en una doble dimensión. De una parte, estabiliza (sin lo cual no existe
certeza) las competencias de la administración, el legislador o los jueces, de
manera que los ciudadanos no se vean sorprendidos por cambios de
competencia. Por otra parte, otorga certeza sobre el momento en el cual ocurrirá la
solución del asunto sometido a consideración del Estado. Como se indicó arriba la
seguridad jurídica va aneja a otros derechos, lo cual no es autónomo, seguido de lo
que la doctrina denomina: “La regla de la universalidad y acceso a la
administración de justicia”, sino fuese así habría caos, inestabilidad e
inseguridad jurídica. Las personas no podrían saber, en un momento dado, cuál
es el derecho que rige en un país ni que se está aplicando. Luego es indispensable
para el normal funcionamiento del sistema jurídico jerárquico y único el
establecimiento de mecanismos que permitan conferir uniformidad a la jurisprudencia
la protección de sus derechos, entendida como la predictibilidad razonable de las
decisiones judiciales en la resolución de conflictos. Estos principios sólo tienen
lugar entre los hombres libremente constituidos bajo la forma de Estado. Todo
lo que tiende al orden social justo es una forma de estabilizar la libertad humana
puesta en relación. Las autoridades sólo pueden hacer aquello que esté
permitido por la ley -de manera que no pueden crear formas jurídicas, al paso
que los particulares pueden hacer todo aquello que no esté prohibido legalmente.
Mientras en el Estado de Derecho el particular es creativo, las autoridades sólo son
aplicativas.
(ii) La igualdad, además de ser un principio vinculante para toda la actividad estatal,
está consagrado en el artículo 13 de la Carta como derecho fundamental de las
personas. Este derecho comprende dos garantías fundamentales: la igualdad ante
la ley y la igualdad de protección y trato por parte de las autoridades. Sin
embargo, estas dos garantías operan conjuntamente en lo que respecta a la
actividad judicial, pues los jueces interpretan la ley y como consecuencia
materialmente inseparable de esta interpretación, atribuyen determinadas
consecuencias jurídicas a las personas involucradas en el litigio. Por lo tanto,
en lo que respecta a la actividad judicial, la igualdad de trato que las autoridades
deben otorgar a las personas supone además una igualdad y en la interpretación
en la aplicación de la ley. Así, la fuerza normativa de la doctrina dictada por la Corte
Suprema proviene (i) de la autoridad otorgada constitucionalmente al órgano
encargado de establecerla y de su función como órgano encargado de unificar la
jurisprudencia ordinaria; (ii) de la obligación de los jueces de materializar la igualdad
frente a la ley y de igualdad de trato por parte de las autoridades; (iii) del principio de
la buena fe, entendida como confianza legítima en la conducta de las autoridades del
Estado; (iv) del carácter decantado de la interpretación del ordenamiento jurídico que
dicha autoridad ha construido, confrontando continuamente con la realidad social que
pretende regular. Lo que constituye una doctrina probable para todas las providencias
que se emitan, esto cuenta para fallos de tutelas y de habeas corpus (pro homine) que
sea consistente y uniforme, conforme con el ordenamiento jurídico existente como
6
objetivo y límite de la actividad estatal que suponen igualdad, confianza legítima,
seguridad jurídica, buena fe y por tanto un acceso a la administración de justicia,
acorde al orden jurídico.
C. A MANERA DE CONCLUSIÓN
Bajo esta lógica no solo los osos serían considerados como personas no humanas
sino otro tipo de animales como los no domésticos, por ejemplo, los delfines y
ballenas, que según científicos de la Asociación Americana para el Avance de la
Ciencia (AAAS) lo son. Y si así lo fueran, tal como dijimos ut supra, reconocer
personas no humanas no significa que los animales no humanos tengan los mismos
derechos que un humano, pues, el concepto de ser humano es un concepto biológico,
lo somos por una simple razón genética, moral (iusnaturalismo) y productor también
de construcción social (iuspositivismo), en esta idea Singer acepta que los derechos
de los animales no coinciden con los derechos humanos, así escribe en “Liberación
animal”. Entonces, más que derechos son obligaciones para los seres humanos en su
trato con estos animales no humanos.
7
realizarse normativamente, habría problema de cómo juzgar los conflictos entre
derechos humanos y derechos de animales, igual como ocurrió en la edad media
donde se castigaban a los animales por haber cometido algún delito.
Para Fernando Savater en “Vuelve el Santo Oficio” afirma que: “Los animales no
tienen derechos ni obligaciones, sino que son los seres humanos quienes tienen
obligaciones para con los animales. ¿Los animales tienen derecho a la vida?
Evidentemente no. Pero eso no quiere decir que les deseemos la muerte o que
abandonemos las tareas de protección sobre la fauna y las especies protegidas.
Simplemente, los animales no tienen la capacidad de ejercer sus derechos por sí
mismos. Los seres humanos, sí”. Lo mismo ha expresado el profesor Richard Posner,
el mayor vocero del Análisis Económico del Derecho, al negar la posibilidad de
reconocerles derechos a estos seres. Considera que es “prácticamente imposible
igualar los derechos de los animales a los de los seres humanos. Hay demasiadas
diferencias. Sus necesidades y nuestras relaciones con ellos son muy diferentes de
las necesidades y nuestras relaciones con los grupos humanos como para que se
autorice actualmente la concesión de derechos a los animales”. Arguye nuevamente
el filósofo hispano que: “La sensibilidad o el gusto estético (esa "estética de la
generosidad" de la que hablaba Nietzsche) debe regular nuestra relación compasiva
con los animales, pero desde luego no es una cuestión ética ni de derechos humanos
(no hay derechos "animales"), pues la moral trata de las relaciones con nuestros
semejantes y no con el resto de la naturaleza. Precisamente la ética es el
reconocimiento de la excepcionalidad de la libertad racional en el mundo de las
necesidades y los instintos”.
8
Para Murray Rothbard en “Los derechos de las animales” esgrime que: “Las personas
poseen derechos no porque nosotros “sintamos” que los tienen, sino en virtud del
análisis racional de la naturaleza del hombre y del universo. Brevemente, el hombre
tiene derechos porque son derechos naturales. Hay una ruda justicia en el conocido
chiste de que reconoceremos los derechos de los animales apenas lo soliciten. El
hecho de que, obviamente, no pueden hacer este tipo de peticiones a favor de sus
“derechos” es parte constitutiva de su naturaleza y explica por qué no son iguales a
nosotros ni pueden tener los derechos de los seres humanos. Y si se arguye que
tampoco los bebés pueden hacerlo, la réplica es que llegará el día en que lo harán,
en que serán personas humanas adultas, y los animales no”. Tibor Machan, en
“Human Rights and Human Liberties” precisa que: “Se comete un error fundamental
cuando se invocan los “derechos de los animales” sin antes definir con precisión —o
ni siquiera definir— la naturaleza específica de la especie humana ni tampoco, por
consiguiente, las diferencias entre los seres humanos y otras especies. Si no se
razona en estos términos, nos hundimos en las arenas movedizas de los sentimientos
subjetivos”.
Hans Hermann Hoppe va más allá, ya que termina por afirmar que los animales
carecen de derechos a priori no porque sean seres sintientes o no sean agentes
morales sino (a menos que se los demos nosotros), por una simple razón: no pueden
argumentar. Con el tiempo ya no se va a tener el debate posmoderno si los animales
no humanos tengan derechos o no, sino bien como se está vociferando que las plantas
lo tengan, ya se está planteando el tema desde el biocentrismo. La cuestión de si los
derechos de los animales se pueden extender a las plantas, el filósofo Tom Regan
sostiene que los animales adquieren derechos por estar conscientes, lo que él
denomina "sujetos a una vida”.
Esta discusión puede ser extensión para la inteligencia artificial hasta incluso para los
extraterrestres si existiesen; al respecto dice Rothbard: “¿Qué decir del problema de
los marcianos? Si algún día descubrimos y entramos en contacto con seres de otros
planetas, ¿podría decirse que tienen derechos humanos? Depende de su naturaleza.
Si nuestros hipotéticos marcianos son como los seres humanos —conscientes,
racionales, capacitados para comunicarse con nosotros y participar en nuestra
división del trabajo— debe suponerse que también ellos poseen los derechos hasta
ahora reservados a los terrícolas. Pero supongamos que los marcianos tienen además
otras características, por ejemplo, la naturaleza de los legendarios vampiros, y que
sólo pueden vivir alimentándose de sangre humana. En tal caso, y aparte su
inteligencia, serían un enemigo mortal para nosotros y no podríamos entender que
tengan los mismos derechos que los hombres. Serían mortales enemigos no porque
fueran inicuos agresores, sino porque las necesidades y las exigencias de su
naturaleza entrarían en conflicto inevitable con las nuestras”.
III. PRETENSIONES
9
incurrió con la decisión que se cuestiona, por ser violatoria de la Constitución Política
misma, en consecuencia, ordenar que se revoque el fallo de habeas corpus proferido
por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, cuyo ponente fue el
Magistrado Luis Armando Tolosa Villabona, teniendo en cuenta que el ordenamiento
legal no consagra a los animales como sujetos de derechos y/o obligaciones sino
como seres sintientes, lo que restringe su protección a deberes y garantías de
protección animal, no calificándolos como titulares de derechos fundamentales. Por
tanto, con esa decisión se está poniendo en riesgo la seguridad y estabilidad jurídica
del país, así como el principio de igualdad.
IV. COMPETENCIA
Es usted, señor Magistrado, competente para conocer del asunto, por la naturaleza
de los hechos, por tener jurisdicción en el domicilio de la entidad accionada y de
conformidad con lo dispuesto en el Decreto 1382 de 2000.
10
o el respectivo Presidente, al juez o Corporación que le corresponda, de preferencia
atendiendo la especialidad que se deduzca del contenido de la solicitud, lo cual de
inmediato se comunicará a los interesados.
VI. PRUEBAS
Téngase como pruebas los hechos notorios, como la providencia resuelta por el Magistrado
Ponente Luis Armando Tolosa Villabona.
11
VIII. JURAMENTO
IX. ANEXOS
X. NOTIFICACIONES
Atentamente,
12