Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Una conducta agresiva es aquella en la que un niño trata de hacer daño, físico o psíquico, a
otro niño o incluso a sus padres. Se trata de una acción intencionada manifestada a través de
patadas, arañazos, gritos, empujones, palabrotas, mordidas, tirones del pelo...
El tener un comportamiento agresivo hace con que el niño tenga complicaciones y
dificultades en las relaciones sociales. Impide a una correcta integración en cualquier
ambiente: en el colegio, en casa… Pero, ¿cómo podemos ayudarle?
2- Crear un clima familiar de confianza para que pueda expresar sus emociones. Debemos
explicarle que es normal enfadarse o sentirse enojado pero la respuesta no es pegar, sino que
puede decirnos cómo se siente y descargar así sus emociones.
5- Ser un ejemplo para el niño: nuestra actitud no debe ser agresiva, si nos ven gritar, perder
la paciencia o dar portazos, no debemos sorprendernos si ellos se muestran agresivos.
Debemos ser congruentes y ser un modelo de conducta para ellos.
8- Hay que hacerle comprender después que su conducta no fue la adecuada e incluso realizar
algún castigo privativo o educativo y, por supuesto, debe pedir perdón a la persona que hizo
daño
9- Evitar que vea excesiva televisión, que tenga acceso a videojuegos de contenido violento
y sí favorecer que haga ejercicio y canalice su energía
10- En caso de que hayas puesto en práctica todo esto y nada funcione, conviene que acudáis
a un terapeuta infantil para que pueda encontrar la causa y canalizar sus emociones. Recuerda
que los niños son agresivos porque aprenden a ser agresivos, también pueden aprender a dejar
de serlo.