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En cuanto al receptor real, nos encontramos ante un texto que por su carácter
periodístico responde a un afán divulgativo, al que obedece la variedad estándar de la
lengua y una temática no especializada, de amplio acceso. El receptor modelo, o
destinatario, en palabras de Mª Victoria Escandell, es la persona o personas a las que el
emisor dirige su enunciado. Con el término de “destinatario”, la intencionalidad se convierte
también en una nota distintiva, al constatar que es el receptor elegido por el emisor, para
quien está construído el mensaje, y que condiciona en gran medida su forma. En este texto
en concreto, hablaríamos de un destinatario de un nivel socio-cultural medio o elevado,
dada la complejidad de relaciones semánticas y figuradas que abarca el texto; un
destinatario que, por otro lado, tenderá a ser crítico con los usos habituales de los medios
de comunicación, que no se quedará únicamente en la superficie de lo mentado sino que
llegará al trasfondo semántico de esas uniones que va sacando a la luz en el texto que aquí
comentamos. Por tanto, será un destinatario que muy posiblemente encuentre sentido y se
identifique con la postura del emisor fácilmente, creando lazos de empatía que en último
término, Millás busca.
Por otro lado, también encontramos marcas de receptor presente en el texto, a
través de la función apelativa, si bien en este caso no van a ser ni tan abundantes ni tan
explícitas como las marcas de la función expresiva que antes nombrábamos en el análisis
de la modalización. Tomaríamos como único ejemplo la primera persona del plural de
“deberíamos tomar nota”, que además conforma un enunciado exhortativo. A través de esta
referencia gramatical el emisor incluye al receptor en su mismo grupo, conformándose como
un plural inclusivo que, además, dado su carácter exhortativo, busca una respuesta dirigida
en el destinatario, una reacción, si bien las presuposiciones nos hacen comprender el
marcado sentido irónico de la “convivencia verbal” de “Proyecto Gran Simio”.
No obstante, dentro de este apartado convendría analizar el uso de la segunda
persona del singular en “Echas un vistazo al periódico…”. Benveniste señala que la primera
persona se dirige a la segunda en un empleo ordinario, más no único y constante, pues
puede emplearse la segunda persona fuera de la alocución y hacerse entrar en una
variedad de “impersonal”. El uso no referencial, específicamente de la segunda persona del
singular, es denominado por María Luisa Hernanz “singular arbitrario” e interpretado como
un yo encubierto, pero en la mayoría de los casos se nombra tú impersonal. Con este uso,
el hablante no remite al oyente, sino que se refiere a un conjunto de individuos no
determinado. El hablante trata de alinearse con el oyente, reforzando la imagen de ambos al
expresar acuerdo, y por tanto, reforzando la línea del plural inclusivo que mencionábamos
más arriba. En su conjunto, vemos cómo el emisor pretende crear una identidad con el
destinatario que le haga partícipe de su propio punto de vista.
Por lo que respecta a la intención y las funciones del lenguaje, estudiadas por
Karl Buhler y ampliadas por Jakobson, como hemos ido perfilando encontramos función
expresiva y apelativa, pero no de manera exclusiva. También se da función referencial, a
través del uso de la tercera persona continuado en el texto, oraciones enunciativas y modo
indicativo, si bien, todos estos casos obedecen en última instancia a una intención que se
encuentra por encima de ellos y que redunda en la modalización predominante. También se
hace uso de la función metalingüística, por ejemplo en “sin ayuda de preposición o artículo
que les ayude a articularse…” o “sorprende la naturalidad con la que se pronuncia”, en
estrecha relación con el código que en buena parte es el objeto de análisis y valoración por
parte del emisor en este texto. Por último, también vemos muestras de la función poética, a
través de las figuras retóricas que ya hemos mencionado con anterioridad y que aportan
estilo y belleza al mensaje, además de un trasfondo complejo a la hora de otorgar una
interpretación correcta y completa.
Así, este comentario ha ido desvelando la intención más profunda y los mecanismos
conscientes, pero también los más inconscientes que el emisor ha ido poniendo en juego
para crear el producto que tenemos delante, y que podemos valorar como un texto
elaborado, cuidado, coherente, cohesionado y adecuado a su intención y a su contexto,
sirviendo al propósito de su autor de denunciar esos usos anquilosados en el lenguaje
periodístico, así como las propias realidades a las que aluden.
Gracias a esa herramienta común, que une a emisor y receptor de manera invisible
pero indisoluble, somos capaces de desentrañar los misterios de la lengua, acertando o
acercándonos a la intención de otra mente, de la de Millás en este caso. Como dijo Pedro
Salinas en su Defensa del Lenguaje, hacemos gala de esa “fraternidad misteriosa que crea
el hecho de llamar desde niños a las mismas cosas con los mismos nombres".