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Siglos más tarde, el jesuita portugués Joao Nunes Barreto inauguró la segunda etapa
caracterizada por la “política de la adaptación” de los jesuitas y el famoso “conflicto de los ritos”
iniciado por el dominico Domingo Navarrete. Esta segunda etapa finalizaría con la expulsión de
los misioneros por parte del emperador en 1724.
La tercera etapa se inicia con la invasión colonial y la firma, bajo coacción, del tratado
de Nanjing en 1842, por el cual, se obligaba a China a aceptar el cristianismo y permitir el
proselitismo. El cristianismo llegó de la mano de las fuerzas coloniales con todo lo que ello
supuso: invasión, imposición, marco de racionalidad moderno por el cual se veía lo chino como
incivilizado, etc. Sin embargo, también es cierto que en esta etapa colonial el cristianismo
también gozó de mucho respeto por parte sobre todo de las clases populares por la dedicación
de los misioneros al trabajo humanitario. Algunas prácticas ancestrales como el vendaje de los
pies a las mujeres o la poligamia se erradicaron gracias al trabajo de los misioneros.
La cuarta etapa está caracterizada por la toma de poder del comunismo y su rol en la
configuración de la política vaticana. Básicamente en China deja de haber lo que en Europa
conocemos como libertad religiosa, y el vaticano se veo obligado a reconfigurar su presencia
institucional en China. Ahora bien, este marco es muy poroso ya que ha habido diferentes etapas
y modos de relación entre la Iglesia y el Estado en China dependiendo de la región y el líder
político de turno. Además también se ha dado un notable incremento del cristianismo, sobre
todo protestante (evangélico), junto con una creciente necesidad del Partido de agentes sociales
que nutran el “suelo” chino de valores que permitan superar el “vacío moral” generado por el
comunismo, lo que el propio Partido denomina 精 神 空 虛 jingshen kongxu, vacío moral
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(espiritual literalmente). En esta última etapa el Partido ha permitido una cierta evangelización
siempre y cuando no se haya sobrepasado ese límite y también la presencia de misioneros
extranjeros siempre y cuando se hayan limitado al trabajo social, al que ellos no quieren dedicar
un céntimo, lumpenproletariado en términos marxistas rigurosos, o el trabajo académico
altamente cualificado.
Este es el marco en el que la misión en China por parte sobre todo de los extranjeros se
puede desenvolver. Por tanto si jugamos en una dialéctica cesaro-papista, en China nos
encontramos con el polo extremo primero, el cesarismo.
Así, por tanto, cuando nos planteamos, cuál ha de ser la tarea de la Iglesia en China hoy,
no podemos sustraernos ni de la historia del cristianismo en China ni del marco político actual.
De la comprensión del relato que nos ha traído a esta situación y una respuesta evangélica al
mismo dependerá el éxito y el arraigo del cristianismo en el futuro. Hay que dejar a un lado las
dos posiciones extremas, la papista y la cesarista, para poder encontrar el camino de la virtud y
empezar a sembrar las semillas necesarias para la reconciliación entre los cristianos y la
desautorización moral e intelectual del comunismo chino.
Voy a diferenciar dos planos, uno eclesiológico y otro pastoral, para hacer una propuesta
de cómo debería de ser la misión de la Iglesia China hoy.
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Ecclesiam Suam 3
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ha condenado a la extinción ya que desde hace unos años tienen prohibida la ordenación de
nuevos curas. Por otro lado, dos tercios de los obispos de la Iglesia Patriótica han sido
reconocidos por la Santa Sede. Si en los años 50 el cardenal Riberi (1897-1967) pedía a los
católicos chinos estar dispuestos al martirio por fidelidad al papa2, en este inicio del segundo
milenio se les pide pactismo. ¿No es solo esto alarmante dificultando mucho una sana sindéresis
de fidelidades que esta misma Iglesia sea signo eminente y eficaz de Cristo? Pues este es el
contexto. Aun así en China sigue habiendo muchas conversiones y el cristianismo crece a un
ritmo trepidante. De hecho, durante la revolución cultural, el catolicismo en ese tiempo de
persecución se triplicó. Como dice la exhortación Evangelii Nuntiandi 7 “Jesús mismo, Evangelio
de Dios, ha sido el primero y el más grande evangelizador”.
Por tanto, no hay un lugar claro al que se mire y un creyente pueda reconocer que la
Iglesia es signo de Cristo. Sin embargo, aunque el espacio de libertad es muy limitado y la acción
de la Iglesia también, aun así se puede trasparentar la presencia de Dios en el mundo, como tan
bien expresa GS 22 “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo
encarnado”. El que el cristianismo crezca es un claro signo de que esto es no solo posible sino
real.
Al Partido Comunista Chino le gusta mucho decir lo-que-sea con características chinas,
que es un modo de autodefensa frente al atrayente y pujante relato occidental demócrata. Así
por ejemplo dirán que respetan los DDHH pero con características chinas, hay libertades pero
con características chinas, islam con características chinas, etc. Esta rúbrica es algo que ha calado
muy hondo en las capas populares y que continuamente repiten contra lo extranjero. La Iglesia
debería ver aquí un signo, como Kä Mana lo hace en las falsas respuestas de las iglesias
paracristianas, e intentar incorporarlo para generar atracción. Siguiendo la dinámica de los EE
podemos decir que “entramos con la suya para salirnos con la nuestra”. Ahora bien, se puede
reclamar esa misma identidad china para cosas que son contrarias a la dignidad de la persona y
el Partido como por ejemplo el aborto, el control demográfico, o la desigualdad social. Se puede
reivindicar lo chino en favor de la dignidad de la persona, la protección de la vida o la acogida
de inmigrantes. La historia china es tan amplia y diversa que esa identidad se puede reivindicar
de muchas maneras.
Estas tareas creo que están en plena consonancia con las tres directrices que da
Ecclesiam Suam y hemos citado más arriba: La creación del relato ahondando en el misterio de
la historia de la Iglesia en China; la comparación entre lo que somos y el camino que estamos
llamados a recorrer; y el diálogo con el mundo concreto de la china de hoy que pasa por la
utilización de un lenguaje que sea socialmente significativo.
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P. MARIANI, Church Militant, Bishop Kung and Catholic Resistance in Communist Shanghai, Harvard
University Press, Massachusetts 2011
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ritualista y jerárquicamente vertical, aspecto escleriotiza y dificulta la transmisión de la frescura
del evangelio. Además un hecho tan visible como la jerarquía hace que esta tenga que andarse
con tiento para no ser sancionada por el gobierno. Con lo que de hecho, el único agente pastoral
medianamente libre mediante el cual se puede anunciar la palabra de Dios es el laicado. Como
dice LG 12: “El Pueblo santo de Dios participa también de la función profética de Cristo,
difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad y ofreciendo a Dios el
sacrificio de alabanza, que es fruto de los labios que confiesan su nombre”. A lo que podemos
añadir una frase de Gaudium et Spes 21 que es muy oportuna para el contexto ateo y
materialista chino: “El remedio del ateísmo hay que buscarlo en la exposición adecuada de la
doctrina y en la integridad de vida de la Iglesia y de sus miembros. A la Iglesia toca hacer
presentes y como visibles a Dios Padre y a su Hijo encarnado con la continua renovación y
purificación propias bajo la guía del Espíritu Santo. Esto se logra principalmente con el
testimonio de una fe viva y adulta, educada para poder percibir con lucidez las dificultades y
poderlas vencer. Numerosos mártires dieron y dan preclaro testimonio de esta fe, la cual debe
manifestar su fecundidad imbuyendo toda la vida, incluso la profana, de los creyentes, e
impulsándolos a la justicia y al amor, sobre todo respecto del necesitado. Mucho contribuye,
finalmente, a esta afirmación de la presencia de Dios el amor fraterno de los fieles, que con
espíritu unánime colaboran en la fe del Evangelio y se alzan como signo de unidad”.
Inserta en medio del mundo la Iglesia sobre todo a través de los laicos puede ser un faro
y un testigo de Cristo en medio del mundo. El comunismo, como otras dinastías a lo largo de la
historia, pasará, pero el ejemplo de los testigos quedará inscrito en la historia y en la memoria
de los fieles.
En primer lugar, ¿cuál es la situación pastoral de los chinos respecto al catolicismo? Por
la experiencia histórica colonial, el catolicismo se ha interpretado como invasivo y extranjero.
Una resistencia para la recepción del Evangelio es esta asociación, que aunque exagerada tiene
un poso de verdad. Esta es la historia de este puedo que está llamado a convertirse como la
samaritana en apóstol.
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dualismo en su cultura. Al igual que sucede con las teologías paracristianas en África, donde lo
uno y lo múltiple viven en armonía, y donde el cristianismo occidental se ve como excesivamente
normativo y neurotizante, en China se ha dado históricamente por la influencia sobre todo del
taoísmo y el budismo una relación de mucha tolerancia con la debilidad humana, siempre y
cuando no se tenga por virtud y se publicite. Así, por ejemplo, el que el hombre tenga relaciones
esporádicas con otras mujeres no se considera adulterio siempre y cuando lo haga con prudencia
y no sea visto. La relación con el débil y el prójimo no es normativa porque no está dentro de las
relaciones familiares. Y si se le asiste esto es un acto de magnanimidad y no de solidaridad. Ni el
pobre espera la ayuda ni el rico siente la obligación de ayudar. Por tanto, en ese diálogo icónico
de la samaritana, el pueblo chino en abstracto, tampoco tendría demasiado problema en
afrontar la soledad, tener cinco maridos, o ser tenido en cuenta por la sociedad dominante.
Ahora bien, al mismo tiempo la samaritana tiene un vacío, como diría san Agustín “nos
hiciste, Señor, para Ti; y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Somos imagen
de la Imagen de Dios que es Cristo, y hasta que no estemos unidos a Cristo no beberemos de la
fuente de la vida. Este mismo clamor existe en la sociedad china. En las vicisitudes de su propia
historia y sociedad actual podemos encontrar las heridas que solo pueden ser sanadas por Cristo.
¿Y cuáles son esas heridas? Antes hemos hablado del vacío moral que ha llevado al Partido a
tolerar una cierta presencia de la religión en el espacio público. Los índices de suicidio, el vacío
existencial, la falta de gratuidad en las relaciones personales –la palabra gratuidad no existe en
chino-, la falta de solidaridad y amor entre las personas, hace que muchas personas se acerquen
al cristianismo.
En este espacio la Iglesia católica no puede dejar de exigir y fomentar una formación
sólida a sus agentes pastorales como hemos dicho más arriba. Aunque a primera vista no se
gane tanto como las iglesias evangélicas a largo plazo será mejor. Un ejemplo de esto es la
política de los ritos chinos. Los protestantes en general los condenan, lo que hace que al menos
un miembro de la familia no se convierta para poder seguir con los ritos –por si acaso-, y que los
cristianos más educados vean en esto una pobreza teológica y una cierta invasión
fundamentalista3.
Los espacios en donde el anuncio del evangelio se ha de dar dentro de la Iglesia Católica
ha de ser sobre todo el público. Especialmente señalaría el mundo educativo y la sanidad,
porque son dos sectores especialmente importantes en China. El sistema educativo chino es
muy rígido y en general se fomenta una educación patriótica. De hecho, la constitución China
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El fundamentalismo surge en el siglo XIX en EEUU como reacción al reto epistemológico planteado por
la modernidad. Así se establecen unos fundamentos, como en las ciencias duras, a partir de los cuales se
puede deducir tota la realidad. Es famosa la frase de Warfield “revelation is but half revelation unless it
be infallibly recorded”. En A. DULLES, Models of Revelation, Double Day & Company Inc, New York 1983
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dice en China hay libertad religiosa, de creer o no creer, pero que varios grupos (miembros del
partido, funcionarios o universitarios) sólo gozan de la libertad de creer. Por otra parte, la
formación en historia es crónica nacionalista, y cualquier relato mínimamente crítico se tilda
como nihilismo histórico. En cuanto al mundo sanitario, aunque aparentemente es universal y
gratuito no lo es. Todos los enfermos tienen que pagar mordidas si quieren que las cosas vayan
bien. La honradez en el trabajo, el cuidado de la persona que se tiene en frente como persona
Christi, es un espacio sinigual donde testimonio y anuncio pueden coincidir y donde los cristianos
pueden ser un rayo de luz en las tinieblas. Al igual que Jesús con la samaritana los cristianos
pueden hacer ver a los chinos que otro mundo donde el amor incondicional, la gratuidad y la
solidaridad sea no solo posible sino real.
Señalaría otras dos dinámicas de trabajo pastoral en la Iglesia de China: una ad intra y
otra ad extra. Ad intra hay unas tareas y retos importantes que hay que ir subsanando. Por un
lado está la reconciliación entre las dos Iglesias, hoy llamadas Iglesias abiertas y domésticas4.
Las heridas son profundas, y los últimos pontífices, especialmente Benedicto XVI ha hecho, por
medio de una carta pública en 20075, un llamamiento a la reconciliación. Otro reto importante
ad intra es la recepción e implementación del Concilio Vaticano II. Como el sociólogo Richard
Madsen ha señalado en su libro “China´s Catholics”6, la expulsión de los misioneros católicos de
China en 1953 hizo que el Concilio Vaticano II no se pudiera recibir, ni mucho menos
implementar. La Iglesia china ha tenido un tono muy anti-modernista, devocional y clerical, que
ha impedido su puesta al día. Muchos jóvenes católicos han abandonado la fe por cuestiones
relacionadas con este desfase. La papolatría, y el reguero de víctimas que esto ha dejado en
China, también es fue una consecuencia de la no recepción del Vaticano II.
Ad extra la Iglesia tiene que buscar una relación de prudencia estratégica con el gobierno.
Ya que no es previsible que el comunismo caiga en las próximas décadas, por el bien del pueblo
de Dios y personas que quieren conocer el cristianismo en China, es necesario que la Iglesia sea
capaz de tener un modo de presencia en China. Llegar a acuerdos puntuales, dejando claras las
posiciones de disidencia, es clave para el arraigo y la salud del cristianismo en China. No obstante,
hay un aspecto muy problemático que no ha de quedar fuera tampoco, la justicia social y los
valores esenciales que enarbolan la dignidad de la persona. Hoy en día, dado el discurso único
del partido, no es posible que la Iglesia levante su voz de una manera rotunda para contra
algunas de las tropelías de las políticas comunistas: control de la natalidad por medio de abortos
obligatorios, persecución de la disidencia, corrupción pública de líderes, etc. La Iglesia también
se juega aquí buena parte de su credibilidad pública. Ahora bien, siguiendo la lógica de la
relación estratégica, sí que se puede hacer presente indirectamente por medio de otras
instituciones sociales o culturales que fomenten y sanciones dichos comportamientos. En China,
en general, hay una mayor permisión para aquellas acciones que se realicen bajo el membrete
de “cultura” o por medio de personas que gozan de la autoridad del Partido: líderes históricos,
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Kong Kai, público o abierto, Bu Kong Kai, no público o abierto… He optado por doméstico porque jiating
jiaohui, Iglesia doméstica es un término más popular utilizado por sociólogos.
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http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/letters/2007/documents/hf_ben-
xvi_let_20070527_china-note.html
6
R. MADSEN, China´s Catholics, tragedy and hopes in an Emerging Civil Society, University of California
Press, California 1998
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militares de alto rango… Ahora bien, no es una tarea fácil y la Iglesia puede perder muchos
puntos jugando mal esta partida.
Y, por último, al igual que sucede con la samaritana, la Iglesia también puede reelaborar
las cuestiones el pueblo sufriente y devolver esas mismas preguntas cargadas de una visión
esperanzadora que les abra a la trascendencia y servicio y amor al prójimo. Esto se puede hacer
a través de los ámbitos culturales y educativos.