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Glosas para el ACTO 8º de Mayo Día Nacional De La Lucha Contra La

Violencia Institucional

Turno mañana: a cargo del Profesor Silvio Bobadilla.

Turno tarde: a cargo del/la Profesor/a:

El 8 de mayo se celebra en nuestro país el Día Nacional contra la Violencia


Institucional, declarado en conmemoración de la Masacre de Budge ocurrida en
1987. Desde el Estado nacional se instituyó ese día para recordar las graves
violaciones a los derechos humanos ocasionadas por las fuerzas de seguridad y
buscando promover la adopción de políticas públicas en materia de seguridad
respetuosas de esos derechos.

● Entrada de la Bandera de ceremonias:

Bandera augusta de la patria, símbolo de la justicia y el honor la virtud y la


gloria de hombres que luchan por el bienestar y la elevación de nuestra
Argentina.

Con un fuerte aplauso recibimos a nuestras Banderas de Ceremonias

● Entonación del himno nacional:

Símbolo glorioso que no deja de hacerse presente, en cada letra exaltamos los
sentimientos patrióticos llenos de fe.

Con júbilo cantamos el Himno Nacional Argentino.

● Entonación del himno marcha a Formosa


Joven y pujante en la búsqueda de un destino grande, el hombre formoseño
brinda su canto a la tierra que lo identifica junto al sol de cada mañana que
comienza.

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Con mucho orgullo entonamos nuestro Himno Marcha a Formosa.

● Palabras alusivas:

La memoria nos ayuda a iluminar el presente y a generar el futuro en la vida


de los pueblos y en nuestras propias vidas!

Escuchamos atentamente las palabras alusivas a la fecha a cargo del/la


Profesor/a:

 Turno mañana: Profesor Raúl Amarilla.


 Turno tarde: Profesor Matías Aveiro.

● Discurso por el día Nacional del Crucero A.R.A. Gral. Belgrano:

Señora Directora, Señor Coordinador, Colegas y Estudiantes:

.
¡Muchas Gracias!

● A continuación, escucharemos palabras alusivas por parte un/a


estudiante: ……………………………………………… del curso:……..
división………..

Hoy, 8 de mayo, celebramos el día de lucha contra la violencia institucional. Como


siempre, es necesario reflexionar acerca de dónde venimos, qué hemos conseguido, y
hacia adónde vamos, dado que, como ocurre con otros temas igualmente relevantes,
se juegan aquí distintas perspectivas, concretamente, distintos sentidos de/sobre la
“violencia institucional”.

La violencia institucional tiene una larga historia en nuestro país, vinculada a las
repetidas interrupciones del orden constitucional por parte de las fuerzas armadas,
instigadas o no por civiles aliados. Más allá de ello, nuestro derrotero como nación, al

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calor de experiencias claramente restrictivas de la participación ciudadana o, por el
contrario, claramente inclusionistas, se caracterizó por
generar y alentar exclusiones que desembocaron en el violentamiento de
derechos, fueran éstos derechos de “minorías” o de ciudadanos y colectivos
ubicados, coyunturalmente, en la oposición política.

La refundación democrática nos impuso, a través de la tematización del


horror, pensar el orden político de manera francamente opuesta: el Estado no
puede perseguir arbitrariamente, no puede matar y la política debe autolimitarse a la ley.
Han sido, particularmente, las organizaciones de víctimas y de familiares las que
durante todos estos años, frente a reclamos por acontecimientos puntuales o seriales,
señalaron al Estado su responsabilidad en ambos planos. Tarea no sólo dolorosa y
ardua, sino de consecuencias inciertas, toda vez que lograr el acceso a la justicia, como
manera de enfrentar los crímenes, dependió en gran medida del aliento y la presencia
de cortes “constitucionalmente centradas”, no complacientes hacia los poderes de turno.

Sin embargo, la lucha contra la violencia institucional no puede limitarse a recordarle


al Estado lo que éste no debe hacer. En rigor, aunque el Estado siempre “debe hacer”
en orden a evitar daños -acciones tales como controlar a sus burocracias, proveerlas de
recursos suficientes, con la finalidad, entre otras, de adiestrarlas en el cumplimiento de
la ley, etc.-, existen asimismo claras obligaciones estatales respecto de los derechos
económicos, sociales y culturales.

Cualquiera podrá advertir que por detrás de la criminalización de la protesta social,


por detrás de las inhumanas condiciones de encierro en las cárceles, por detrás de las
redes político-empresariales de trata, por detrás de la precarización laboral, en fin y sin
ser exhaustivos, por detrás de los desalojos compulsivos, e, igualmente, por detrás de
la situación de miles de familias que carecen de algo parecido a una vivienda adecuada,
subyacen violaciones a los derechos humanos más elementales, violaciones que
afectan permanentemente a los pobres, a los relegados, a los “sin voz”, a los “distintos”,
configurando procesos de violencia institucional ofensivos de la convivencia social.

Este entendimiento no proviene solamente, como señalan los juristas, de


las cláusulas constitucionales que establecen cuáles son los derechos de las personas y
cuáles las obligaciones para el Estado, sino también del giro político que antes
mencionamos. En ese giro, los derechos de las personas, es decir aquellas instituciones
de protección o de justicia básica que a través de distintas luchas empezamos a llamar

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derechos humanos, fueron ubicándose en el espacio de gravitación de nuestra
recobrada democracia y en la razón de ser de nuestro Estado social constitucional.

Es indudable que se han dado pasos fundamentales en la lucha contra la


violencia institucional. Al mismo tiempo, es necesario que nos preguntemos por
los múltiples sentidos de la violencia institucional. La violencia institucional
puede buscarse en los confines de la política democrática, como su “territorio
de excepción”, siempre materia del sistema y de la ley penal, o, según
pensamos, interpelarla en su centro, encaminando las políticas públicas, y las sociales
en particular, hacia el objetivo del cumplimiento efectivo de los derechos humanos.

● Retiro de Bandera de Ceremonias.

A lo largo de la historia la bandera de Belgrano cobijó entre sus pliegues


a todos sus hijos. En ella encontramos siempre un bálsamo para nuestro dolor.

Con mucho respeto y aplausos despedimos a nuestras banderas de


ceremonia.

● Cierre

El objetivo de esta fecha y medidas apunta a disminuir las situaciones


de violencia que afectan a la sociedad —sobre todo a los sectores más
vulnerables— por parte de las instituciones y generar en el Estado un uso
racional de, principalmente, las fuerzas policiales y de toda institución que
contenga entre sus facultades la posibilidad de ejercer un abuso de poder. .

De esta manera damos por finalizado este emotivo acto.

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