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CONTENIDO
1. Del Marketing Transaccional al Marketing Relacional
1. Introducción.
El marketing transaccional
El paradigma tradicional del marketing se caracteriza por una orientación de tipo
transaccional, la tesis central es que se circunscribe a la mezcla de marketing, a través
de la mixtura de cuatro variables convence al consumidor para que compre un
determinado producto (Gummesson, 2002). La aproximación transaccional del
paradigma tradicional implica una orientación al mercado que se considera a corto
plazo, con un principio y un final definidos por el mismo intercambio (Bagozzi,
1975), en contraposición a un proceso continuo de relación con los clientes (Dwyer,
Schurr, y Oh, 1987).
Ahora bien, siguiendo a Iglesias (2003), este paradigma dominante del marketing empezó
a debilitarse, mostró sus ineficiencias para dar respuesta a las necesidades del sector
servicios y de los negocios entre empresas (Gronroos, 1994; Gummesson, 2002). Entre las
debilidades del paradigma transacción está la fuerte orientación y concentración hacia
la mezcla de marketing, la cual indica que mediante la apropiada mezcla de cuatro
variables, se puede conseguir influir sobre el consumidor para que compre un
determinado producto. En tal sentido, la mezcla de marketing presenta, en realidad,
una orientación más centrada en el producto, que en los consumidores (Laycock, 1991;
Gronroos, 1989).
Es Neil Borden quien introduce por primera vez, en 1950, el concepto de marketing-
mix (Borden, 1964). Este autor recoge una lista inicial de doce elementos de marketing
que deberían ser tenidos en cuenta por los responsables de la planificación comercial.
Al confeccionar esta relación de ingredientes (o variables de marketing), Borden no
pretende llegar a una lista universal y cerrada que sirva para aplicar a cualquier
situación de mercado sino, más bien, la de construir una guía que sirva de orientación
para los responsables de marketing de las empresas. Posteriormente, en 1960,
McCarthy, en su libro "Basic Marketing", propone, para ganar en simplicidad, la
agrupación de los doce elementos en cuatro, los conocidos: product, price, place y
promotion, y con ello surgen la 4 P's del marketing. Esta relación de categorías de
variables de marketing es rápidamente asumida y aceptada tanto en el ámbito
académico como en el profesional. A partir de ese momento el concepto de marketing
aparece asociado a la noción de la gestión de marketing-mix y de sus 4 P's, recibiendo
esta relación su consagración definitiva con la definición de marketing que hace la AMA
en 1985.
Por otra parte, otros autores, entre los que destacamos a Waterschoot y Van den Bulte
(1992), señalan que el modelo de marketing-mix carece de fundamentos teóricos que
expliquen o justifiquen su posición central y de predominio en la teoría de marketing.
Incidiendo en este mismo argumento, Arndt (1980) afirma que "la investigación en
marketing permanece en un ámbito estrecho y miope, y que los aspectos metodológicos
llegan a ser más importantes que la verdadera sustancia, y en consecuencia los recursos
para la investigación se están dirigiendo hacia cuestiones insignificantes, excesivamente
explicadas y que ya se conocen, que permiten so-ortar y legitimar el status quo".
Pero a pesar de todas estas críticas las 4P's se han consagrado. Quizás su éxito sea
debido a su atractiva simplicidad y al hecho de que, en los años 50 y 60, este modelo
explicaba bien la problemática de los mercados masivos de bienes de consumo en
EE.UU. Y aunque su incapacidad para ajustarse a otras situaciones de mercado (servicios
y bienes industriales) ha sido manifiesta, el marketing-mix se ha convertido en el modelo
(incluso, en teoría) universal de marketing, en el paradigma dominante en la comunidad
científica (Grünroos, 1995). Esto, como veremos más adelante, ha tenido un fuerte
impacto en la práctica de marketing.
* Las 4 P's del marketing-mix definen los medios de acción con que cuenta el responsable
de marketing para actuar y presionar a sus mercados-meta, con el objeto de que los
consumidores anónimos inclinen su elección hacia la oferta de la empresa. Como ya
hemos señalado, este enfoque considera al cliente como elemento pasivo en el proceso
de intercambio y como sujeto "al que hay que hacerle algo". Esta perspectiva de
marketing transaccional es inapropiada para el entorno actual. Los clientes quieren ser
tratados de forma personalizada y eligen aquellas ofertas que les transmiten más valor.
Bajo estas consideraciones, el modelo de marketing-mix supone un enfoque de gestión
interno, orientado hacia el producto, y lo que el nuevo entorno exige es una orientación
externa hacia el cliente, donde éste sea considerado no como un adversario, sino como
un socio colaborador con el que es necesario establecer relaciones duraderas que sean
satisfactorias para ambas partes.
A la luz del argumento anterior, se podría pensar que los especialistas en marketing
serían dentro de la organización los responsables de promover y desarrollar la
orientación hacia el mercado.
Sin embargo, y como pone de manifiesto Grónroos (1982), en los sectores de bienes de
consumo con mercados masivos, el cliente es anónimo. Las decisiones que afectan al
mercado se adoptan en base a información estadística sobre el mismo, donde los
clientes son meros números y, con frecuencia, los responsables del departamento
pueden tomar sus decisiones sin tener contacto directo alguno con sus clientes.
Como ya hemos visto, el concepto actual de marketing (AMA, 1985) establece que las
empresas investigarán las necesidades y deseos de sus mercados-meta y, a partir de este
conocimiento, diseñarán la oferta más adecuada para satisfacer dichos mercados. Esta
concepción, que ha orientado la práctica empresarial en los últimos años, ha construido
su teoría tomando como base la investigación en los mercados masivos de bienes de
consumo, considerando que los mercados de servicios, organizacionales e
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Desde otras disciplinas surgen nuevos enfoques que tratan de dar respuestas a los
retos que plantea el nuevo entorno competitivo. Uno de ellos, quizás el de mayor
trascendencia y aceptación, es el conocido como TQM (Total Quailty Management) o
Gestión de la Calidad Total, que pone la satisfacción del cliente como punto focal de la
gestión empresarial.
Aunque el término marketing relacional es acuñado por Berry en 1983, en un trabajo que
se puede considerar pionero, existe un cierto consenso en considerar que los
antecedentes conceptuales primigenios de esta nueva propuesta se encuentran en las
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aportaciones que surgen, a partir de los años setenta, de dos grandes líneas de
investigación que se desarrollan en Escandinavia y en el norte de Europa, nos estamos
refiriendo a los trabajos que han sido desarrollados por la Escuela nórdica de Servicios
(Grónroos y Gummeson, 1985), así como por el Industrial Marketing Group (Hákansson,
1982; Johansson y Mattsson, 1985; Kock, 1991). Estas corrientes tienen en común la
propuesta de una aproximación alternativa al marketing fundamentada en el
establecimiento y en la gestión de relaciones.
La Escuela nórdica comienza sus trabajos, a principio de los años setenta, a partir de la
consideración de las diferencias específicas de los servicios. La atención inicial se centra
en los sectores de servicios de consumo, tales como líneas aéreas, hoteles, alquiler de
coches, servicios para la salud, etc., y utilizan nuevos conceptos que enfatizan la
naturaleza relacional y el largo plazo de los servicios.
La corriente de pensamiento que lidera el IMG tiene sus orígenes, en los años sesenta,
en la Universidad de Upsala en Suecia, y supone una aproximación al marketing
industrial desde la perspectiva de las "interacciones y redes". Los autores que militan en
esta corriente entienden que, en el contexto de los sectores industriales, las firmas
establecen relaciones entre sí que llegan a constituir verdaderas redes inter-
organizacionales. En el interior de estas redes se dan todo tipo de interacciones y de
adaptaciones de unas firmas a otras, circulan flujos materiales e informativos y se dan,
asimismo, intercambios financieros y sociales.
Todos los intercambios e interacciones que tienen lugar dentro de la red tienen un
impacto sobre la posición de las firmas que actúan dentro de ella. Las relaciones, que se
pueden prolongar durante años, no son necesariamente iniciadas por el vendedor, y los
roles de comprador y vendedor se intercambian de forma continua.
-El marketing debe entenderse más como un proceso interactivo de gestión que
como una función.
-La gestión orientada al mercado se construye mejor sobre la relación que sobre
la transacción.
-La construcción y gestión de las relaciones constituye el foco de atención de la
investigación que desarrollan la Escuela Nórdica y el IMG.
El marketing de relaciones surge como una revisión teórica del concepto tradicional de
marketing tras un cuestionamiento generalizado de los procesos tradicionales, al
adaptarse éstos a los entornes actuales del mercado. Al Igual que ha ocurrido en otras
ocasiones en que la doctrina del marketing ha sido revisada, la conceptualización teórica
va muy por detrás de la praxis empresarial. Por ello, a pesar de que los procesos
relacionales son comúnmente aplicados en acciones muchas veces guiadas más por la
Intuición empresarial que por la reflexión planificada, la literatura científica no ha
conseguido profundizar de forma concluyente sobre la supuesta falta de vigencia del
llamado paradigma transaccional. Al no ser éste el objeto del libro. se presenta a
continuación un breve repaso a los principales autores que, desde una perspectiva
académica. han abordado este fenómeno.
Esta definición adolece de centrarse en el fin último del marketing relacional más que
en el proceso conjunto que la filosofía relacional implica. De este modo sus aportaciones
son poco más que recomendaciones prácticas sobre cómo implantar el concepto de
marketing relacional (Gronroos. 1989) y avanza en la comprensión teórica de las
aplicaciones del marketing relacional más que en sus propios beneficios.
Toda relación está basada en el conocimiento mutuo, y por ello el marketing relacional
intenta conocer al máximo al consumidor, con el fin de poder "hablar" su mismo
lenguaje, personalizando al máximo la relación de tal forma que el consumidor se sienta
tratado de forma exclusiva. El marketing relacional es reconocer que cada consumidor
tiene un "valor potencial”, y diseñar un estrategia destinada a “realizar” dicho
potencial. Para ello el marketing relacional agrupa todos los elementos que se agrupan a
continuación:
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Para poner en marcha toda esta cadena de relaciones, el marketing relacional utiliza
distintas formas de comunicación, con diferentes herramientas, dirigidas a distintos
tipos de colectivos:
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De acuerdo con Grönroos (1996) describiremos, apoyándonos en las figuras 1.2 y 1.3. el
cambio de orientación desde un enfoque de marketing transaccional, fundamentado en
el producto, a una perspectiva de marketing relacional basada en los recursos y las
capacidades.
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Como se puede observar en la figura 1.2. en los tres vértices del triángulo se sitúan los
elementos claves del enfoque transaccional: la empresa (representado por su
departamento de marketing o ventas), el mercado y el producto. En este esquema la
responsabilidad de las actividades de marketing es asumida por los especialistas del
departamento de marketing, mientras que el mercado es contemplado en términos de
clientes más o menos anónimos y, por último, la oferta de la empresa se nuclea
fundamentalmente sobre productos (bienes o servicios).
Los lados del triángulo definen las relaciones entre esos elementos y caracterizan la
gestión de marketing en este enfoque. En este contexto, “el marketing externo y la
función de ventas” tienen como responsabilidad 'hacer las promesas' a sus mercados. El
'mantenimiento de las promesas' se realiza a través de la adecuación de las
características y atributos del producto a lo que reclama el mercado. Por último la
preparación para “asegurar el cumplimiento de las promesas' obliga a la firma a un
continuo desarrollo de su producto.
una influencia notable sobre la percepción que el cliente desarrolla sobre la calidad de
servicio recibido. De ahí la necesidad de que esos contactos se desarrollen
adecuadamente, lo cual exige la preparación de los recursos, las personas, los locales de
recepción, etc. Para que la interacción con los clientes contribuya de forma positiva a la
satisfacción de éstos. Por último, el marketing externo se ocupa de “hacer promesas”,
pero con acciones orientadas hacia los clientes individualmente considerados, y no
mediante acciones de marketing de masas, esto implica que la gestión de los clientes
debe apoyarse en la creación y explotación de bases de datos. En definitiva, en este
nuevo enfoque basado en los recursos, el marketing se concibe como un proceso que
implica a toda la organización, y no sólo al departamento de marketing.
Como hemos visto, el desarrollo integrado y coordinado del marketing interno, del
marketing interactivo y del marketing externo es necesario para lograr transmitir valor a
los clientes y lograr así su satisfacción (Bitner,1995).
Para explicar de una forma más clara las implicaciones que el marketing relacional tiene
en la gestión de las empresas, vamos a apoyamos en un ejemplo descrito por Grönroos
(1996).
Para romper con esta situación de fuerte competencia, donde el mercado se reparte en
pequeñas cuotas entre el conjunto de comerciantes que en el operan. Ming Hua decide
poner en marcha una iniciativa que ha venido madurando en el último año. Se trata de
recopilar información de cada una de las familias que habitan en el pueblo respecto a
sus preferencias y hábitos en el consumo de arroz. Con esta información Ming Hua
ofrece a los clientes potenciales servir el arroz a domicilio en la variedad, cantidad y
periodicidad deseada por ellos.
El éxito de esta iniciativa es inmediato y el negocio del Sr. Hua crece rápidamente,
extendiéndose a otros pueblos. El incremento del volumen de negocio justifica la
contratación de tres nuevos empleados, cuyas ocupaciones respectivas serán las
siguientes: mantener actualizado el banco de datos sobre clientes, preparar los pedidos
para servir a éstos y realizar la correspondiente entrega a domicilio. Con el objeto de
garantizar el funcionamiento del nuevo sistema. Ming Hua establece acuerdos de
aprovisionamiento con ciertos agricultores de arroz, a los que indica en función de la
demanda, las variedades y cantidades que deben cultivar, comprometiéndose a adquirir
su producción a un precio pactado, muy favorable para ambos. De esta forma, con esta
cadena integrada. Nuestro comerciante de arroz ha creado una ventaja competitiva
sobre sus competidores.
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A. elementos estratégicos:
3. Establecimiento de asociaciones y redes con los agentes del mercado para capacitar y
manejar adecuadamente el proceso del servicio en su conjunto.
B. Elementos Tácticos:
1. La búsqueda de contactos directos con los clientes y con otros agentes del mercado.
2. La construcción de una base de datos que contenga información actualizada sobre los
clientes y sobre otros agentes del mercado.
Aunque todas estas cuestiones serán tratadas con más profundidad en los capítulos 3 y 4.
a continuación damos una breve descripción de cada una de ellas.
• Redefiniendo la firma como "un negocio de servicios'. Una de las características más
destacadas del enfoque relacional se centra en la creación y entrega de valor al
cliente. En este sentido, la oferta de la empresa debe ir orientada hacia la satisfacción
de los deseos y exigencias que plantean los clientes, y para ello no basta con ofrecer
únicamente bienes y/o servicios. Es necesario ir hacia una oferta holística, que además
del núcleo de la misma (productos o servicios) añada aquellos otros servicios que crean
valor para los clientes y permiten atender sus deseos. Con frecuencia la falta de
satisfacción del cliente está más relacionada con estos servicios añadidos que con el
verdadero núcleo de la oferta recibida. Este último es un requisito necesario pero
insuficiente para satisfacer al cliente, en efecto, con el caso del comprador de un
ordenador, este no sólo demanda el producto en sí mismo, sino que además exige un
conjunto de servicios tales como: asesoramiento, entrega en domicilio, instalación,
garantía, servicio de asistencia técnica, etc.
La prestación de estos servicios supone una fuerte interacción con los clientes que exige
a la firma proveedora la gestión de un proceso en la que Intervienen recursos de
diferente naturaleza: personas, tecnología, tiempo y conocimientos. La gestión de estos
recursos se convierte en un elemento critico para el éxito empresarial.
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Las relaciones entre las organizaciones pueden llegar a ser tan intensas que den
lugar a verdaderas redes inter-organizacionales, en cuyo interior no penetran los
mecanismos del mercado, ya que los vínculos de dependencia entre ellas son tan
fuertes que cambiar de proveedor puede resultar oneroso. Esto, evidentemente,
supone una barrera importante frente a la competencia de terceros, no
integrados en la red. El compromiso entre las partes y la confianza mutua son dos
ingredientes necesarios para la creación y mantenimiento de estas redes, que
pueden desarrollarse tanto vertical como horizontalmente.
En la estrategia relacional los clientes tienen un rol más activo que el que se les
ha atribuido habitualmente. Se ha podido comprobar que la calidad del servicio
ofertado es mejor percibido por el cliente activo e implicado que por aquel que
no lo está. De ahí el interés en conseguir que el cliente se implique tanto en el
diseño como en la propia prestación del servicio.
Como ejemplo podemos citar el programa Iberia Plus puesto en marcha para la
empresa de transpone aéreo Iberia con el objeto de fidelizar a sus clientes. El
desarrollo de esta actividades no supone un cambio de enfoque, y con frecuencia
el resultado alcanzado es muy desalentador, ya que los clientes se sienten
perplejos cuando en aspectos excepcionales o pocos significativos del servicio
son bien atendidos, mientras que en lo fundamental no reciben un trato
adecuado.
Cuando las empresas utilizan sus recursos y capacidades, con el objeto de crear y
entregar valor a sus clientes a través las relaciones a largo plazo, es cuando
realmente su estratega se orienta en la senda del marketing relacional.
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ESTUDIO DE CASOS.
Las empresas no ofrecen productos a sus clientes sino valor. Y a su vez se puede
afirmar que los consumidores no buscan productos sino valor.
Según Philip Kotler, valor "es la diferencia entre los beneficios que espera recibir
del satisfactor y el costo total que debe soportar". En consecuencia el valor está
determinado por dos variables: la primera es la suma de beneficios obtenidos al
adquirir o usar el producto/servicio ofrecido; la segunda es lo que el cliente debe
pagar por comprar o adquirir dicho producto/servicio.
Se debe tener en cuenta que el costo es más que el precio. Así el precio es solo
una parte de todo lo que constituye el costo de adquisición del producto/
servicio.
El costo está conformado, además del precio, por el tiempo que demanda el
traslado y la compra del producto, el costo psicológico (la pérdida de lo que se
entrega en compensación), el esfuerzo, el costo del cambio si antes se usaba
otro producto/servicio, etc.
Hecha esta aclaración, la diferencia entre los beneficios que brinda tener un
producto y su costo es lo que tiene como resultado el valor. En consecuencia, un
consumidor se sentirá más atraído por elegir aquel producto/servicio que le
reporte más beneficios por menor costo. Sin embargo, hay algo que debemos
considerar respecto de los beneficios obtenidos pues aquí entramos a un terreno
que tiene mucha carga subjetiva. Los productos tienen diversos atributos como
tamaño, función, forma, colores, durabilidad, facilidad de uso, confiabilidad,
seguridad, prestigio, marca, sentido de pertenencia, garantía, etc. que desde el
punto de vista del consumidor se conjugan de distintas maneras al momento de
decidir.
El mix de marketing de hoy exige a las empresas contar con una estrategia
dirigida hacia la creación de valor, lo cual no tiene relación alguna con un
planteamiento de bajo precio. Dicho de otro modo: el consumidor no se detiene
a pensar en el monto de dinero que pagará para comprar el producto de su
elección, sino en cuál es el valor que adquiere a cambio.
cambio está por debajo de dicho monto, entonces lo percibirá como caro y no lo
comprará. Y por el contrario: si el precio es elevado pero el cliente percibe que
recibirá a cambio algo muy por encima de ello, lo considerará barato y estará
dispuesto a comprar el producto.
Esto explica por qué la gente está dispuesta a pagar más por una marca
reconocida por el mercado y no por otras menos reconocidas. El consumidor
tiene una percepción de valor que le indica que por la imagen, el prestigio, la
calidad, etc., dicha marca le brinda más beneficios que la otra y por tanto estará
dispuesto a pagar más.
Todo negocio tiene clientes y estos determina su éxito o fracaso, tal razón
implica un conocimiento más profundo del cliente, ya que este es cada vez más
escéptico ante la oferta de las empresas que prometen satisfacer sus
necesidades, y sus quejas están aumentando en gran número, tiene una
expectativas superiores de los productos y servicios, y están más abiertos a
reclamar y hacer oír su voz para exigir la satisfacción de sus necesidades y
deseos, debido a estas razones es indispensable considerar estrategias que
permitan conocer al cliente en forma individual.
Los productos son cada vez más parecidos, y la diferenciación entre la oferta de
distintas empresas tiende a migrar hacia el servicio que acompaña al producto y
hacia el trato que recibe el cliente.
La cadena de valor
Las actividades que integran la cadena del valor. véase la Figura 2.7. se pueden
clasificar en dos grandes grupos: actividades primarias (logística interna.
operaciones, logística externa. marketing y ventas y servicios) y las actividades
de apoyo (infraestructura. gestión de los recursos humanos. desarrollo de la
tecnología y compras). Las actividades de apoyo son funciones que se integran y
repercuten en las actividades primarias que se realizan dentro de la empresa.
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cercana al 80%, ya que los costos realizados para la captación de nuevos clientes
suele ser más costoso.
Reducción de esfuerzos
Como se mencionó en el primer punto, un beneficio del marketing relacional,
gracias a la disminución de tasa de los clientes “desertores”, es la disminución
de los costos para atraer nuevos clientes, debido que un porcentaje de los
clientes son leales, gracias a las buenas relaciones que se han mantenido a los
largo del tiempo, al punto que estos se vuelven referentes del producto o del
servicio que la empresa ofrece.
Estos tres puntos, explicados de forma resumida expresan la eficiencia y eficacia
que resulta trabajar bajo un programa que asegure el buen entendimiento y
relación que obtiene la empresa con los clientes. Si bien los beneficios del
marketing relacional son similares a la fidelización del cliente, estos difieren
en el momento en que se define el motivo del porque el cliente se mantiene
fiel a la empresa; ya que como se explicó anteriormente, la lealtad de un
cliente se puede deber a más de un motivo (bajos precios, barreras de salida,
ser los únicos con presencia en el área, etc.), haciendo creer a la empresa que
no es necesario obtener programa y/o sistema que tenga como objetivo conocer
a los clientes y fidelizarlos, para mantener buenas relaciones en el tiempo.
Fuente: http://repositorio.ulima.edu.pe/bitstream/handle/ulima/3396/
Li_Ojeda_Ricardo.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Resumen de Beneficios:
A) Incremento de las compras.Los clientes se vinculan más a la empresa y le
dedican un % mayor de sus compras.
B) Costos más bajos. Menos esfuerzo marketing.
C) Publicidad gratuita por medio de comunicación de boca en boca.
D) Retención de los empleados.
A) BENEFICIOS DE LA CONFIANZA.
Sentimientos de seguridad o confianza con el proveedor, junto con una
disminución del riesgo y ansiedad, ya que conocen nuestras necesidades y
preferencias.
B) BENEFICIOS SOCIALES.
Con el tiempo se desarrolla una relación social cliente-proveedor que disminuye
la posibilidad de cambiar de proveedor.
Fuente: https://www.uv.es/~toran/mkservitm/descarga/tema06mkser.pdf
Así, desde el punto de vista de las influencias personales, hay varias razones por
las que disminuir la posibilidad de elección de un suministrador empuja al
individuo a mantener un comportamiento relacional. Entre ellas están las
siguientes: en primer lugar, porque reduce la percepción de riesgo que lleva
consigo cualquier decisión futura. Así, si el proveedor siempre es el mismo, el
nivel de riesgo al tomar la decisión es mucho menor.
En segundo lugar, Los consumidores quieren optimizar su experiencia en su
aprendizaje y recompensarse a si mismos con refuerzos positivos en su
comportamiento; en tercer lugar, porque reduce la tensión psicológica del
individuo, y por último, en cuarto lugar, los consumidores esperan obtener
ganancias futuras que refuercen, aún más, su forma de actuar.
presentar un comportamiento consecuente con sus creencias, por los electos que
de ello se puedan llegar a deducir.
Por su parte, Bagozzi (1995) plantea una visión diferente a la analizada hasta
ahora. Este autor propone que los consumidores entran a formar parte de una
relación por una diversidad de razones. y como resultado de ello se produce una
reducción en la elección, pero que dicha limitación nunca ha sido el motivo en si.
En este sentido, el plantea que el motivo más común y determinante para entrar
a formar parte de una relación es que el consumidor considere a esta como el
camino mas sencillo para satisfacer sus objetivos. Es decir, las personas tienen
como meta adquirir una serie de productos y servicios para su consumo, y la
relación estable con el proveedor es el instrumento para poder alcanzarlos. No
obstante, es posible que determinados individuos entren a formar parte
de una relación solo por el mero hecho de estar presentes en la misma y no
porque esta se presente como un instrumento para alcanzar la meta propuesta.
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Por otra parte. cuando han sido analizadas las influencias sociales como razón
para reducir la elección de suministrador, es necesario tener en cuenta, según
Bagozzi (1995). la diferencia existente entre los aspectos normativos y los
aspectos sociales denominados informales. En este sentido, el propone que el
deseo que un individuo puede tener por un producto o servicio puede llegara ser
contraproducente si está basado en un proceso de imitación. Para realizar esta
proposición se fundamenta en que muchos consumidores no tienen solo falta de
tiempo para la adquisición de los bienes. sino que tampoco tienen claro lo que
realmente desean. De ahi que hagan suyos los deseos y necesidades de aquellos
que les rodean en el momento de la compra, de tal manera que cuando se
produce el uso o el consumo del bien se genera en el individuo un importante
grado de frustración.
Por ello hay que saber distinguir claramente las necesidades intrínsecas de los
individuos de aquellas que se producen exclusivamente por imitación del grupo
social al que pertenecen. Las empresas que consigan transformar los deseos por
imitación en deseos intrínsecos de los clientes, pueden alcanzar una nueva vía
para obtener una ventaja competitiva.
Finalmente Bagozzi (1995) señala que entre los diferentes candidatos que
constituyen las bases para construir una relación estable en el mercado -
intercambio, influencias sociales, emociones interperaonales, etc.- hay que
destacar la reciprocidad como alma del marketing relacional. La reciprocidad
tiene dos funciones esenciales: en primer lugar, a nivel de grupo crea y mantiene
el equilibrio en el balance social, y a nivel individual refuerza el amor propio de
los actores de la relación.
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A nuestro entender, y como conclusión, podemos señalar que los individuos y las
empresas se interesan por formar parte de una relación estable en el momento
en que son conscientes de que van a conseguir un valor superior, gracias al
mantenimiento de la relación. Ello implica, lógicamente, la asistencia de una
reciprocidad en las distintas acciones que se van a desarrollar a lo largo de la
misma y, como resultado, se va a producir una reducción a la hora de elegir
el suministrador del producto o servicio. No obstante, esto no significa que la
relación no pueda concluir en el momento en el que, por ejemplo, el valor que el
cliente percibe que va obtener con una nueva relación sea superior al que
actualmente recibe con su proveedor.
El análisis del valor, desde el punto de vista del cliente, es una tarea sumamente
compleja. Dos son las causas esenciales que, a nuestro entender, generan esta
dificultad:
la cuarta definición. En este sentido, este autor propone que “el valor percibido
puede ser considerado la valoración global que hace el consumidor de la utilidad
de un producto, en base a las percepciones de lo que recibe y lo que da.
Debemos resaltar que en este estudio se muestran las amplias dificultades que
existen para concretar este termino.
Woodruil (1997) señala que existe bastante unanimidad por parte de los
investigadores a la hora de considerar el valor percibido como algo inherente al
uso del producto o servicio. Ademas, establece que es algo percibido por los
consumidores más que objetivamente determinado por el vendedor, es decir,
destaca nuevamente el carácter altamente subjetivo de este termino.
Finalmente, coincide en señalar que el valor percibido implica un intercambio
entre lo que el consumidor recibe -calidad, beneficio, valor monetario...- y
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cuales son las herramientas adecuadas que deben aplicar para alcanzar el valor
deseado de sus productos y servicios.
Por otra parte, el valor percibido difiere en función del instante temporal que
estemos considerando, así como de las circunstancias que rodeen al sujeto. Ello
da lugar a que los diferentes investigadores no estén siempre hablando del mismo
valor percibido, lo que da lugar a una tercera fuente de discrepancia. En este
sentido, hay autores que hacen referencia al valor percibido antes del momento
de la compra, durante la compra y después de la misma, llegando a identificar
entre un valor deseado y un valor recibido (Woodruff, 1997). Por ello, debemos
considerar que el valor es un concepto dinámico, y no solo porque va cambiando
con el tiempo, sino porque los diferentes atributos que usa el cliente para
valorar el producto o servicio también se modifican.
El objetivo básico de cualquier empresa debe ser aumentar el valor del cliente. A
medida que este se incremente y, ademas, se utilicen los mecanismos adecuados
para que el resto de las empresas competidoras no puedan imitar fácilmente las
acciones en este sentido desempeñadas, mejor situación competitiva para la
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Finalmente, una vez que hemos analizado los beneficios que reciben tanto los
clientes como las organizaciones por mantener una relación en el mercado y que
hemos intentado aclarar cómo percibe el cliente dicho valor, debemos retomar el
punto de partida de estas lineas: las empresas deben preocuparse por desarrollar
y mantener relaciones continuadas con sus clientes, siempre bajo la premisa
de que dicha relación proporciona valor para todos los actores implicados en la
misma. A partir de este momento, y teniendo en cuenta todo lo tratado sobre el
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A partir de este momento lo que nos interesa es cómo pueden las empresas llegar
a conocer que tipo de valor genera cada cliente, ya que cada uno de ellos
aportará un valor diferente para la misma. En este sentido, las organizaciones
centrarán sus esfuerzos en aquellos sectores de clientes que sean más rentables
en estos términos, invirtiendo menos en aquellos otros de los que recibe poco
valor a cambio. Para ello, la empresa necesita conocer el ‘valor de vida del
cliente'. A responder a estas dos cuestiones dedicaremos las siguientes páginas de
este libro.
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Este término ha sido analizado por varios estudiosos entre ellos Alet (1994),
quien considera que “el cliente es la base de la vida de la empresa y ésta debe
adaptarse a sus necesidades hasta el punto de conseguir integrarlo dentro de su
misma organización” y más tarde en su segundo libro (1996), precisa que “es el
proceso social y directivo de establecer y cultivar relaciones con los clientes,
creando vínculos con beneficios para cada una de las partes, incluyendo a
vendedores, prescriptores, distribuidores y cada uno de los interlocutores
fundamentales para el mantenimiento y explotación de la relación”.
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Desde este momento, pocas han sido las empresas y los sectores económicos que
no han considerado que un elemento básico dentro de su estrategia empresarial
debe ser una esmerada atención a su clientela, llevando a cabo programas de
cuidado al cliente. Debemos considerar que este ha sido, en la mayoría de los
casos, uno de los primeros pasos que las distintas organizaciones han dado hacia
todo aquello que implica el desarrollo y mantenimiento de una estrategia
relacional. Además, debemos resaltar que muchas empresas no son realmente
conscientes de la transformación que están sufriendo sus tácticas y estrategias
de marketing, avanzando poco a poco en el continuum que Grónroos (1995)
estableció en su momento. Estos programas de cuidado al cliente, que serán
analizados con mayor detenimiento en capítulos posteriores de este manual, van
mucho más allá de los objetivos que se marcaban las empresas a través de
mecanismos como las promociones o los vales descuentos, que perseguían casi
exclusivamente una repetición de compra por parte del cliente. En la actualidad,
estas acciones de marketing van dirigidas a un trato especial al cliente en busca
de su fidelidad en la relación.
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Este concepto surge a principios del año 2000 erigiéndose como el término del
año, sin embargo, más que una novedad fue una evolución natural del conocido
Marketing relacional, la que se debió en gran parte a las nuevas tecnologías de la
información y las comunicaciones, sobre todo aquellas dedicadas al
almacenamiento y análisis de los datos de los clientes, impulsados sin duda, por la
tecnología Internet.
De acuerdo con Muñiz (2001), “no se debe confundir ni identificar CRM con la
tecnología; es sobre todo una estrategia de Marketing destinada a construir
proactivamente una preferencia en los consumidores por una determinada
empresa, lo cual suele resultar en unos mayores índices de retención de esos
consumidores y en un rendimiento económico mayor.
Otra visión del tema es la de Navarro (2006) pues la ve como una “filosofía
corporativa en la que principalmente se trata de entender al cliente, conocerlo y
poder detectar todas sus necesidades”. Por su parte, Carrión (2006), considera
que se debe poner al cliente en el centro del modelo de negocio y conseguir que
toda la organización focalice sus esfuerzos en la satisfacción integral del cliente,
mientras que Zapata (2006), los profesionales españoles del Instituto de Comercio
Electrónico y Marketing Directo (ICMED, 2001) y Gasalla (2003) coinciden con lo
anterior pero la asumen como una herramienta que permite a las empresas llegar
a conocer más a fondo al cliente creando una relación duradera, con el diálogo,
como hilo conductor.
En el análisis de los conceptos de CRM se aprecia que los estudiosos del tema
referidos, lo realizan desde distintos puntos de vista: como una herramienta
informática y/o gerencial, una filosofía de trabajo, una metodología de ventas, una
estrategia, un sistema de información,…., en realidad es todo eso, los puntos de
coincidencia están en la posibilidad de conocer, dar atención personalizada y
fidelizar a los clientes más rentables con el apoyo indispensable de la tecnología.
“El objetivo del CRM consiste en la optimización del valor para el cliente, que
repercute directamente en el aumento de valor para la empresa” (Fernández
2001), el que se concreta en:
Todo CRM requiere una orientación estratégica de la empresa hacia al cliente que
se apoye sobre tres pilares fundamentales: Tecnología, Procesos y Recursos
Humanos, en los cuales son coincidentes los criterios de Muñiz, 2001; Navarro,
2002; Cestau, 2006; Copete, 2006 y Zapata, 2006. A estos pilares, Navarro, 2002
y Zapata, 2006, añaden un cuarto no menos importante: Estrategia.
Estas bases de datos son herramientas informáticas que permiten explotar los
datos de los clientes actuales y/o potenciales de la empresa, convirtiéndolos en
información con vistas a obtener el máximo beneficio y rentabilidad. El éxito estará
dependiendo en mayor o menor medida de la calidad y fiabilidad de las mismas.
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Aunque son varias las herramientas tecnológicas que forman parte de la solución
CRM, dos son las que adquieren vital importancia: Datawarehouse y Datamining
(Fernández, 2001).
II- Procesos: los procesos también tienen que estar orientados a satisfacer con la
máxima rapidez las necesidades de los clientes. Es necesaria la utilización del
enfoque de procesos, la redefinición de los mismos para optimizar las relaciones
con los clientes, resultando procesos más eficientes y eficaces. Al final, cualquier
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Es de destacar que tal como predijo Muñiz, (2001) “…durante los próximos años
se hablará de CRM. Muchas empresas adquirirán sólo tecnología creyendo que
ése es el remedio a todos sus males sin darse cuenta que la clave y el mayor
esfuerzo reside en convencer a sus recursos humanos de la importancia de CRM.
Y mientras ese cambio cultural no se produzca, que va a ser complicado, no se
podrá hablar de estrategia CRM, al menos de una forma global como la
entendemos”.
Por todo lo anterior es que se recomienda que la implantación del CRM sea un
proceso estructurado, analítico y bien fundamentado en la ideología que tiene la
empresa, es decir el software se debe adaptar a la empresa y no la empresa al
software. Lo que significa que deberá hacerse y planearse paulatinamente, para
evitar así riesgos en los resultados. Esto ayudará a las empresas a incrementar
los casos de éxito. “Es determinante que esta se lleve a cabo por un grupo
multidisciplinario, que tenga el respaldo de la alta dirección, que pueda proponer la
modificación de aquellos procesos de la organización que estime
necesarios” (Rev. PYMEs, 2003; citada en Muñoz, 2005).
Como refiere Chica (2005), “la integración del concepto de “organización centrada
en el cliente” es indispensable para la competitividad de las organizaciones, pero
esta transición es compleja, tanto organizacional como tecnológicamente hablando
y ha de ser soportada por una metodología consistente, así como por correctas
herramientas de medición de manera que refleje si se ha justificado o no la
inversión en esfuerzo humano y dinero. Ya no es solo servicio, es relaciones y de
cómo se adecue nuestra organización y como las administremos estaremos
hablando de éxitos o de fracaso.”
Fuente: Balido León, R. “Del Marketing Relacional a los Sistemas de Gestión de las
Relaciones con los Clientes (CRM). Metodologías para su implantación" en
Contribuciones a la Economía, Nº 82, julio 2007. Texto completo en http://www.eumed.net/
ce/2007b/rbl.htm
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Una matizada diferencia entre ambas modalidades del marketing nos haría
observar que el marketing relacional sólo debe actuar en clientes rentables,
mientras que en el márketing interno esta proposición admite, necesariamente,
diversas reconsideraciones.
Una correcta gestión del capital intelectual se traduce en una gestión adecuada
del capital humano y del capital estructural. Estamos hablando de los complejos
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intangibles aunque, por suerte, cada vez hay más técnicas analíticas y contables
para medir y cuantificar las variaciones de ambos capitales.
Las ventajas que disfruta una organización que posee un capital intelectual
eficazmente gestionado tienen que ver con una más eficiente gestión del
conocimiento, mayores habilidades de las personas para realizar las tareas
encomendadas, superior capacidad de creatividad e inventiva para afinar y
reducir los costes de los procesos, y, desde luego, una mayor sincronía con la
filosofía, la cultura y los valores de la empresa. Es decir, el capital intelectual
bien gestionado genera más valor en las relaciones con los empleados y en las
relaciones con los clientes.
Aunque, por experiencia, cuesta cada vez más hacer distinciones conceptuales
entre clientes externos y clientes internos. Hay clientes y nada más. A todos,
externos e internos, hay que aplicarles los mismos enfoques y similares
herramientas de gestión.
¿Cuáles son los primeros pasos que debe dar una empresa que desee
desarrollar un plan de marketing interno?
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Lo primero que hay que hacer es estudiar lo que piensan, sienten y quieren los
empleados, pero para ello, la empresa (la dirección) tiene que tener muy claro
que ha de ser coherente y obrar en consecuencia con los resultados que aporte la
investigación. A partir de ahí, como en el márketing convencional, hay que
construir ese plan de márketing que tratará de solucionar el déficit que se
detecte y de diseñar la política conveniente para que el capital humano de la
compañía coadyuve a la consecución de los objetivos empresariales, e incluso la
lidere.
La empresa quiere que se realice una función necesaria para ella con calidad, en
tiempo y forma, y el trabajador quiere recibir por ello una remuneración en
parte tangible y en parte intangible. Y la avidez por ésta última cada vez es
mayor.
La mejor de las hipótesis sería: nos compran siempre o casi siempre a nosotros,
cada vez más cantidades, y también van adquiriendo esos nuevos productos que
vamos lanzando porque creemos conocer bien sus gustos y necesidades. Ese
indudable valor del cliente leal para nuestras compañías tiene que ir
necesariamente unido, o en paralelo, al valor que nuestra empresa tiene que
tener para el cliente.
Eso mismo sucede con los empleados, con nuestros primeros clientes. En este
caso, las herramientas a utilizar para conseguir su lealtad son las mismas, y el
tipo de relación que hay que establecer con ellos es exactamente el mismo que
el que establecemos con los clientes externos.
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Las expectativas del cliente, es, lo que esperan los clientes de su proveedor que
seria lo siguiente:
·Entregado a tiempo.
·Que sea flexible para atender las especiales o urgentes necesidades del cliente.
La insatisfacción del cliente existente es en buena parte desconocida y siempre
superior a la estimada, lo que dificulta su gestión eficaz.
Cuando el servicio se sitúa por debajo del servicio adecuado - el nivel mínimo
aceptable- el cliente está muy insatisfecho, mientras que si se sitúa por encima
del servicio deseado, el cliente se sentirá muy satisfecho.
Las zonas de tolerancia también varían de acuerdo con los diferentes atributos
del servicio. Así, cuando más importante es un factor, menor es la tolerancia
frente a ese factor (El Precio).
Son los estados o condiciones esenciales para el bienestar físico o fisiológico del
servicio, son factores fundamentales que configuran el nivel del servicio
deseado.
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Las percepciones de los clientes acerca del grado de influencia que ejercen sobre
el nivel de servicio que reciben.
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Las zonas de tolerancia de los clientes pueden expandirse cuando sienten que
ellos no cumplen con sus papeles.
- Factores situacionales:
Se definen como las condiciones en las que se presta y que el cliente observa que
va mas allá del control del proveedor del servicio, es decir, los clientes admiten
que la disminución de la calidad del servicio no se debe a errores de la empresa
que presta el servicio.
Son las afirmaciones acerca del servicio que una organización hace a sus
Clientes.
Son las ideas que se relacionan con el servicio sin llegar a ser explícitas.
Se concibe como una fuente de información imparcial por lo que goza de gran
credibilidad.
- Experiencia pasada:
Supone que ya se cuenta con una exposición anterior. Las expectativas suelen ser
más realistas debido al conocimiento adquirido.
Las expectativas están clasificadas en varios tipos todo depende del cliente y los
atributos del servicio ya que hay unos clientes que sienten mas satisfechos que
otros siendo la misma calidad de servicio o del producto como también el
atributo del servicio influye ya que si es una servicio o producto muy importante
menor es la tolerancia hacia este factor. Los tipos de expectativas son las
siguientes:
Para lograr romper esta barrera se debe establecer una relación con el cliente
una relación que la vivimos día a día la relación ganar-ganar este enfoque
permite superar las expectativas del cliente
• esforzándose para ampliar las expectativas del cliente mejor que sus
competidores y lograr mantener esos clientes fieles
• cuando las empresas quieren utilizar la calidad del servicio como ventaja
competitiva, su desempeño debe superar el nivel de servicio adecuado.
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Luego de haber logrado ocupar todas las expectativas del cliente debemos buscar
las formas de satisfacer el cliente ya que esta es una meta muy valiosa para toda
organización, ya que si mantenemos un cliente satisfecho se observara un
comportamiento del cliente hacia la organización de manera positiva. El hecho
de que el cliente vuelva a la organización dispuesto a pagar servicios, de que el
cliente continué usando productos, recomiende la calidad de servicios, de que
estos servicios cumplan sus necesidades actuales es lo que definirá el éxito en los
negocios.
En síntesis, toda empresa que logre la satisfacción del cliente obtendrá como
beneficios:
Dentro de todo este contexto, surge el reto para las organizaciones de lograr
clientes complacidos mediante el incremento en la entrega de valor, pero de una
forma que sea rentable para la empresa, porque al final de cuentas, toda
empresa justifica su existencia al conseguir un determinado beneficio.
Finalmente, cabe recordar que si una empresa quiere lograr sus objetivos a
corto, mediano y largo plazo, debe establecer una cultura organizacional en la
que el trabajo de todos los integrantes esté enfocado en complacer al cliente.