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Proceso administrativo
Concepto de proceso administrativo
Desde finales del siglo XIX se ha definido la administración en términos de cuatro funciones
específicas de los gerentes: la planificación, la organización, la dirección y el control. Aunque
este marco ha sido sujeto a cierto escrutinio, en términos generales sigue siendo el
aceptado. Por tanto cabe decir que la administración es el proceso de planificar, organizar,
dirigir y controlar las actividades de los miembros de la organización y el empleo de todos los
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La planeación es decir por adelantado, qué hacer, cómo y cuándo hacerlo, y quién ha de
hacerlo. La planeación cubre la brecha que va desde donde estamos hasta donde queremos
ir. Hace posible que ocurran cosas que de otra manera nunca sucederían; aunque el futuro
exacto rara vez puede ser predicho, y los factores fuera de control pueden interferir con los
planes mejor trazados, a menos que haya planeación, los hechos son abandonados al azar.
La planeación es un proceso intelectualmente exigente; requiere la determinación de los curs
os de acción y la fundamentación de
las decisiones, en los fines, conocimientos y estimaciones razonadas.
Otra razón por la cual se les ha dado en llamar fase estática y dinámica, es debida a
la relación que se tiene con las
personas. Generalmente en la fase estática se tiene poca o nula relación con
personas, en tanto que en la fase dinámica, existe gran actividad e interacción con otros sere
s humanos
El propósito de cada plan es facilitar el logro de los objetivos de la empresa. Puesto que
las organizaciones empresariales de organización, integración, dirección, liderazgo y
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El proceso administrativo
Es un conjunto de fases o pasos a seguir para darle solución a un problema
administrativo, en él encontraremos asuntos de organización, dirección y control,
para resolverlos se debe contar con una buena planeación,
un estudio previo y tener los objetivos bien claros para poder hacer del proceso lo más fluido
posible.
Para que el proceso administrativo llevado a cabo sea
el más indicado se deben tomar en cuenta una serie de pasos que
no por ser una parte del todo son menos importantes, por mencionar algunos están,
las metas, estrategias, políticas, etc.
Henri Fayol afirmó que la toma de decisiones también hace parte de las funciones de
la organización, señaló cómo las funciones del administrador la prevención, organización, co
ordinación y control, que expresado en términos más actuales no es otra cosa que
la planeación, organización, dirección y control.
La técnica de planeación y la organización son partes fundamentales en el proceso ya que
ahí radica la complejidad del método que se utilice pues al ser los pasos con más cantidad
de deberes se vuelve un poco más complicado tener el control, pero en estos pasos existen
más sub-categorías que no deben permitir que el procedimiento se salga de control, según lo
que dice la lectura podemos decir que el procedimiento se basa en un programa centralizado
que delega funciones conforme va bajando el nivel de autoridad, esto quiere decir que cada
parte tiene una función específica y que si hubiera alguna falla en cualquiera de estos pasos
sería difícil lograr un procedimiento limpio y eficiente.
Planear implica que los administradores piensen con antelación en sus metas y acciones, y
que basan sus actos en algún método, plan o lógica, y no en corazonadas.
La planificación requiere definir los objetivos o metas de
la organización, estableciendo una estrategia general
para alcanzar esas metas y desarrollar una jerarquía completa de
Planes para coordinar las actividades. Se ocupa tanto de los fines (¿qué hay que hacer?).
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Elementos de la Planeación
Propósitos – Investigación- Estrategias – Políticas
Procedimientos – Programas – Presupuestos – Cursos de acción
Josseph L. Massie
Método por el cual el administrador ve hacia el futuro y descubre las alternativas, cursos de a
cción a partir de los cuales establece los objetivos.
Burt K. Scanlan
Sistema que comienza con los objetivos, desarrolla políticas, planes, procedimientos y
cuenta con un método de retroalimentación de información para adaptarse a cualquier
cambio en las circunstancias.
George R. Terry
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Teoría y práctica de la Administración Pública en
México
Este ensayo estudia la administración pública en dos de sus versiones: como concepto y
como disciplina. En relación a la primera, no existe una sola línea conceptual que goce de
la aceptación general. Por lo tanto, estas páginas aspiran únicamente a identificar y recoger
algunas de las interpretaciones y los acuerdos esenciales. Por lo que concierne a la
disciplina, se presentan las principales propuestas teóricas de la tradición anglosajona en
los últimos años. Este breve capit́ ulo no hace justicia a la multiplicidad de ideas y
tendencias metodológicas recientes en la literatura sobre las fuentes citadas, constituye una
primera guía básica de su estado actual.
I. El concepto
"Administración pública" es objeto e idea; institución social y literatura. Arte y ciencia,
lenguaje y tecnologia ́ , proceso administrativo y método de conocimiento. Disciplina que
piensa y profesión que actúa, la administración pública es tentativa de cambio y ejercicio
mental. Engendra una capacidad, sugiere una vocación, y, en última instancia, traza una
moral. Agente económico, fuente de empleos, instancia normativa, arena donde conviven
grupos humanos con intereses (a veces coincidentes, a veces divergentes);
la administración pública puede constituir, a un tiempo, salvación o pérdida, virtud
o perversión de los gobiernos. La administración pública juzga, dicta leyes y las aplica.
Produce bienes, presta servicios; preserva el orden, encauza el cambio. Cuida, somete,
calcula, convence, decide: gobierna. Para ello cobra impuestos, contrata y capacita personal,
renta edificios, instruye técnicos y uniforma policiá s. Como toda forma de
autoridad también corrompe, reprime, manipula y miente. Acción cooperativa y racional,
actuar colectivo hacia el mudable "interés público", espacio que une o separa propósito y
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naturaleza última; es decir, de aquellos rasgos que distinguen este campo de conocimiento
de los demás. Estudiar a la administración pública por medio de otras disciplinas es útil y, sin
duda, recomendable desde el punto de vista cientif́ ico, pero lo es menos si se quiere penetrar
en su naturaleza, que siempre es algo más.
La historia de la administración pública ha sido, en gran parte, la historia de
una búsqueda por la identidad que le permita erigirse como un campo de
conocimiento autónomo. Este proceso no ha concluido por lo que
la administración pública seguirá pareciendo a algunos una fraseologia ́ o una descripción, no
una explicación; una "materia sin disciplina", como la llamó Dwight Waldo. Al contrario de
la sociologia ́ —disciplina que ha extraviado su objeto— la administración pública parece un
objeto en busca de su disciplina. Entre los más importantes publiadministrativistas no hay,
por tanto, consenso en torno al objeto de estudio de la administración pública y, menos aún,
en torno al proceso de conocimiento del objeto. Más que una crisis de identidad, se asiste en
los hechos a una ausencia de identidad. (Aguilar 1983:361).
El Estado moderno ha dado origen a una "administración científica" de la sociedad y ésta ha
dado origen a una pretendida "ciencia de la administración". En este campo está presente un
primer grupo de estudiosos que considera a la administración pública como
una institución estatal.En este caso, se le caracteriza como la organización reglamentada de
acciones para el cumplimiento de los objetivos fijados por el gobierno. Esta perspectiva
enfatiza el carácter subordinado de la administración pública respecto a
la polit́ ica gubernamental, así como su carácter instrumental respecto de los fines polit́ icos.
La administración pública aparece, entonces, como función y el administrador público como
funcionario público; por lo que la administración pública carece de originalidad y autonomía,
(ibid.: 364). Desde este punto de vista "institucionalista" —como se le ha llamado— se
concibe obligatorio estudiar al Estado para explicar después a la administración pública. La
esencia de la disciplina consiste en averiguar la razón de la existencia de
la administración pública en la historia. Este grupo de especialistas suele explicar origen,
estructura y función del Estado a partir de factores extra-estatales y, por tanto, deriva de ellos
la existencia y los objetivos de la administración pública, (ibid.: 365). La atención se dirige a
la "naturaleza" de la administración pública (origen, estructura, función, operación, etc.) la
cual es parte, asimismo, de una explicación más amplia sobre la naturaleza del Estado. La
ciencia de la administración pública es, para los
institucionalistas, básicamente "ciencia polit́ ica".
Hay otro grupo de teóricos que, aunque conceden que la administración pública es
una institución estatal, desean que se proporcione al ingrediente administrativo de
la administración pública la atención que merece. Para ellos, los institucionalistas no
destacan lo bastante cómo se alcanzan los fines estatales y se ejecutan las decisiones
gubernamentales; cómo opera, en fin, la administración pública. Sus análisis subestiman la
importancia del proceso administrativo público —continúa la crit́ ica—, al tiempo que relegan
a la administración pública en todo su carácter práctico y operativo, (ibid.: 367). Para este
grupo de académicos, el objeto de estudio de la administración pública debe vincularse
directamente con el fenómeno administrativo —sin suprimir, claro, su carácter polit́ ico—
. Aqui,́ la administración pública es más administración que ciencia polit́ ica. Los esfuerzos de
la disciplina deben dirigirse a conocer fines y medios, normas organizativas y distribución de
funciones, recursos y desempeños, grados de eficiencia y eficacia de
la administración pública. Según esta visión,
conviene señalar que la administración pública tiene fines polit́ icos, aunque —debe
subrayarse— los realiza no polit́ ica sino administrativamente. El proceso administrativo
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mediante el cual se alcanzan fines polit́ icos es precisamente lo que debe ser conceptualizado
como administración pública, para percibir con claridad su aporte al análisis de las
instituciones estatales, así como su lugar en la arena polit́ ica, (ibid.: 368).
Por último, aparece entre las opiniones un tercer grupo —o mejor, un subgrupo del anterior—
de académicos que enfatiza en exceso la condición administrativa de
la administración pública, para convertirla en una suerte de arte o tecnologia ́ , de
"razón técnica". Para este grupo, el propósito de la administración pública consiste en
descubrir y evaluar la eficiencia y eficacia de técnicas o procedimientos referidos a recursos
humanos, materiales, financieros, entre otros, (ibid.: 369).
Esta escisión entre prácticos y teóricos de la administración pública ha impedido el consenso
en torno a su objeto de estudio. Cada grupo, debe reconocerse, capta un aspecto
significativo de la administración pública, aunque al fin parcial.
Administración pública es un concepto complejo que comprende los fines del Estado;
la organización de las acciones, recursos y medios; su congruencia respecto de los fines;
las técnicas empleadas para aumentar la eficacia de las acciones, y sus efectos en
la consecución de los fines, (ibid.: 370, 372-373). Por más radical que parezca, la factibilidad
de los fines estatales (constitucionales) y gubernamentales (planes y programas) se funda,
en la práctica, sólo en la administración pública. La administración de justicia,
la administración hacendaria ́ y presupuestaria, la administración social (educación y salud)
son los instrumentos que realizan los fines del Estado. "Por la administración los
fines políticos se convierten en fines (asequibles). Más aún, la polit́ ica es tal mediante
la administración pública." (ibid.: 376).
La polit́ ica se constituye mediante la administración pública y, por tanto, el concepto u objeto
de conocimiento integra la polit́ ica con la administración, la institución estatal con el
proceso técnico-administrativo. Las polit́ icas gubernamentales (los fines) en un Estado
constitucional necesitan, para realizarse, de la administración pública (los medios). Cualquier
fin del gobierno (planes y programas) necesita de un juicio de "factibilidad técnica"
en relación a los recursos, instrumentos y procedimientos disponibles, así como por
el cálculo estimado de sus posibles efectos. Los fines polit́ icos se apoyan en los medios
administrativos, (ibid.: 380-381).
B. La dicotomia ́ Polit́ ica-Administración
La identificación de la administración pública con la polit́ ica parecerá de sentido común a
algunos. Sin embargo, una ane ̃ ja tradición intelectual intentó-intenta aún porque pervive—
separar estas dos funciones. Woodrow Wilson, precursor importante de esta idea, escribió:
(...) la administración se encuentra fuera de la esfera propia de la polit́ ica. Las cuestiones
administrativas no son cuestiones polit́ icas. Aunque la polit́ ica fija las tareas de
la administración, ésta no debe sufrir la manipulación de sus oficinas (...). El campo de
la administración es el campo de los negocios. Está apartado de la prisa y la
disputa polit́ icas; en muchos de sus puntos permanece aparte aún del campo controvertible
del estudio constitucional. Es parte de la vida política solo como los métodos de
contabilidad doméstica son parte de la vida social; sólo como la maquinaria es parte del
producto manufacturado. Pero, al mismo tiempo, está muy por encima del modesto nivel del
mero detalle técnico por el hecho de que, a través de sus más grandes principios, está
directamente vinculada con principios últimos de la sabiduria ́ polit́ ica, las verdades
permanentes del progreso político. (Political Science Quarterly 1887, vol. 2: 209-210).
Mientras se asumió que la administración era una simple acción no discrecional,
fue inútil pensar en la administración dentro del contexto más general del sistema polit́ ico.
Para fortuna de nuestro entendimiento del proceso polit́ ico, la dicotomia ́ artificial
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entre polit́ ica y administración ha perdido fuerza tanto en la literatura académica como en la
de divulgación. En tanto crecieron las tareas del gobierno, más y más decisiones fueron por
necesidad tomadas en las ramas administrativas, fuera de sus ramas "polit́ icas". Se volvió
cada vez más evidente que no todas las decisiones del gobierno eran adoptadas por las
autoridades electas sino en las oficinas administrativas. Asimismo, en la literatura académica,
la utilización creciente de la teoria ́ de sistemas y el análisis estructural-funcionalista
enfatizaron la conexión de la polit́ ica y la administración más que su separación.
Otra corriente que cuestionó los primeros supuestos fue producto de Ips disturbios en las
universidades a finales de los años sesenta. Generalmente conocida como la
"Nueva Administración Pública", este movimiento tuvo su origen en las ideas
de jóvenes administradores públicos en las universidades y el gobierno. Ellos
no sólo reafirmaron el rechazo a la dicotomia ́ polit́ ica-administración sino también desafiaron
las técnicas tradicionales de la administración. Asimismo, sena ̃ laron la necesidad de
considerar los valores éticos en la gestión pública y seguir una estrategia más activa en
la discusión de los problemas sociales, (varios 1971 y Dwight 1971). En un texto publicado
en 1949, Paul H. Appleby, cuya carrera combinó experiencias prácticas y académicas,
enfatizó los vínculos entre el diseño de las políticas gubernamentales y su ejecución.
Desde entonces, la perspectiva dominante ha propiciado que los estudios
de administración no queden confinados a la fase de ejecución de la polit́ ica pública. Por ello,
los libros de texto básicos establecen: "el fondo de la administración pública es la polit́ ica y
la política pública" y a "la administración pública se puede definir como
la formulación, aplicación, evaluación, y modificación de la polit́ ica pública". (Davis 1974).
Estudiosos contemporáneos examinan la administración pública como un componente de la
estructura de toma de decisiones del gobierno, y además, discuten
la vinculación desarrollada entre administración y aquellas estructuras que normalmente
consideramos como “políticas”. Estas investigaciones pretenden demostrar que aquello
que aparecía antes como administrativo puede ser polit́ ico en la actualidad, y aquellos que
toman decisiones administrativas lo hacen por razones polit́ icas. Tales razones se
refieren más a la protección y promoción de intereses organizacionales y sociales que a
la promoción de partidos polit́ icos.
II. La disciplina
Como proceso e institución social, la administración pública nace con el gobierno. No
obstante, la educación o formación de funcionarios de la administración pública es, en gran
medida, una tradición de los últimos tiempos. Por otra parte, el estudio sistemático y
perseverante de los medios adecuados para perfeccionar la administración pública y
aumentar su grado de eficacia es de fecha aún más reciente, y va unido a
ciertos fenómenos tip ́ icamente modernos, tales como el desarrollo del Estado nacional como
forma polit́ ica predominante y el de la ciencia como aspiración generalizada de
conocimiento.
A. Autoridad administrativa en el Estado nacional
Durante la Edad Media, el componente básico del orden social era la familia de privilegios
hereditarios, cuya estabilidad constituia ́ la base del derecho y la autoridad. Los rangos
ordenados y su transmisión hereditaria no sólo regulaban las relaciones entre las familias,
sino entre ellas y el gobernante supremo. El moderno Estado nacional supone la ruptura de
este vin ́ culo entre la autoridad gubernamental y los privilegios hereditarios de las familias
medievales. La caracteriś tica distintiva del Estado nacional de Occidente es
la separación radical de la estructura social y el ejercicio de las funciones judiciales y
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de interés con caracteriś ticas propias, ya sea como subcampo de la ciencia polit́ ica o como
disciplina académica autónoma.
La administración privada y, sobre todo, la ciencia polit́ ica mantienen un estrecho parentesco
con la administración pública. En gran medida, ésta creció bajo el cobijo de ellas dos. Y
aunque la administración pública tomó suficiente fuerza propia para considerarla autónoma,
la influencia de la ciencia polit́ ica y la administración sigue vigente. Con ambos
campos teóricos las relaciones han sido tirantes. Tensión unas veces creadora; otras,
destructora. A la ciencia política, por ejemplo, se le atribuye —por un lado— el mérito de
haber inculcado los valores democráticos y, en general, los fundamentos filosóficos y
normativos entre los académicos y los practicantes de la administración pública; aunque, por
otra parte, se le culpa de haber arraigado una concepción jerárquica que limita
arbitrariamente "la función polit́ ica y la responsabilidad moral" de la disciplina y la profesión.
La idea de que el estudio de la administración pública es suficientemente importante
y autónomo como para llegar a constituir una ciencia o disciplina particular es
reciente. Todavia ́ hoy no existe consenso en torno a los objetivos, límites y alcances de
la administración pública como disciplina; y su metodología ha sido considerada, en el mejor
de los casos, heterodoxa.!^MicholasHenry,por ejemplo, resume la historia intelectual de la
disciplina como "ochenta años de incertidumbre". (Nicholas 1975: 3-32).
La administración pública —dice otro comentarista autorizado— se encuentra como
Inglaterra al término de la Segunda Guerra Mundial: "perdió un imperio y todavía no
encuentra qué papel desempeñar". (Hood: 107). Y aunque estas condiciones han sido
consideradas frecuentemente una fortaleza más que una debilidad, lo cierto es que impiden
proporcionar una descripción precisa y una explicación de la disciplina
aceptada comúnmente.
El estudio de la administración pública comparte más la naturaleza de una ciencia "aplicada"
que la de una ciencia "pura" o "básica". La disciplina parece un conjunto de conocimientos
encaminados a fines prácticos que constituyen una especie de ciencia del estu'dio e
"instrumentación" de polit́ icas especif́ icas. El estudio de la administración pública es
preeminentemente un problem oriented science, es decir, una ciencia orientada a detectar y
resolver problemas concretos y relevantes tomando como base instrumentos y
descubrimientos de otras ciencias sociales. (Foro Internacional 1989, núm. 116:662-692).
En 1947, Robert Dahl cuestionó severamente el status científico de
la administración pública: “Ninguna ciencia de la administración pública es posible a no ser
que: a) el sitio de los valores normativos sea aclarado; b) la naturaleza del ser humano en
el área de la administración pública sea mejor su marco metodológico; y c) suministró un
nuevo modelo de administración pública que comprende métodos para su investigación,
ejercicio profesional y práctica docente.
La administración pública, como la sociologia ́ , puede ser una ciencia comprometida,
entonces, con la sociedad. El único sentido de "leyes sociales o administrativas" está en lo
que Karl Mannheim llamó, siguiendo a John Stuart Mili, principia media que podemos
descubrir, o si se prefiere, construir, para una estructura social o administrativa en
una época o momento específicos. (Mills 1987: 163).
A primera vista, se distinguen tres grandes tradiciones intelectuales en el estudio de
la administración pública: primero, la tradición europea continental con énfasis en los
aspectos jurid́ icos del ejercicio del poder público; segundo,
la tradición pragmática británica alimentada por la historia y la filosofía; y en tercer lugar,
la tradición norteamericana con marcadas pretensiones cientif́ icas y un conjunto de principios
normativos plenamente articulado.
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"Una teoria ́ acerca de un fenómeno es una explicación de este; 'explicación' sin embargo, no
es más que una palabra. La explicación de un fenómeno consiste en un sistema deductivo.
Este sistema es un conjunto de proposiciones que constatan una relación entre dos
o más variables. No se afirma que exista una relación sino, al menos en una
primera aproximación, cuál es la naturaleza de una relación... (Unas) proposiciones pueden
tener un carácter más general, y en la cumbre del sistema se sitúan las proposiciones que
por el momento —aunque éste puede tener una larga duración— son las más generales de
todas; "más generales" significa simplemente que no pueden derivarse "sistema de leyes
de subsunción ... Hablando, llanamente, juzgamos que una teoria ́ es poderosa cuando
gran número de proposiciones empíricas puede explicarse a partir de unas pocas
leyes subsuntivas". Homans:95. Algunos precursores en la enunciación de leyes en los
campos de la sociología y la administración pública son, por ejemplo, Robert Michels y
C. Northcote Parkinson, respectivamente. Michels ideó, como se sabe, la famosa "Ley de
hierro de la oligarquía" según la cual: 'la organización es lo que da origen al dominio de los
elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados
sobre los delegadores. Quien dice organización dice oligarquia ́ ". Michels 1983: 189. Para
Parkinson por su parte, el número de empleados públicos y la cantidad de trabajo no tienen
entre sí la menor relación: "el crecimiento que acusa un conjunto de funcionarios se rige
independientemente por la ley de Parkinson; seguiría siendo el mismo tanto si el trabajo
aumentara como si disminuyera o incluso llegara a desaparecer en lo absoluto. La
invariabilidad de la ley de Parkinson se apoya en los hechos, en el minucioso análisis de los
factores que exigen dicho crecimiento". Parkinson 1964: 16.
Estas tradiciones tienen rasgos comunes. Quizá lo que más las acerca son el conjunto de
ideas fundadoras emanadas de los escritos deMaxWeber. Hay acuerdos básicos en, por
ejemplo, el análisis clásico de la burocracia. Todas ellas coinciden en considerarla un cuerpo
social altamente jerarquizado, disciplinado y especializado, el cual está financiado por los
fondos que genera un sistema tributario productivo y estable. En la práctica,
la administración pública se aboca a la administración del gobierno, y la tarea de la disciplina
consiste en describir este proceso, explicarlo y, sólo después, promover su eficacia.
Tradicionalmente, las preocupaciones de la disciplina en Estados Unidos han tenido
connotaciones prácticas: combatir la corrupción y deshonestidad de quienes integran
la administración pública; encauzar esfuerzos hacia una
burocracia polit́ icamente responsable, cuyo comportamiento se apegue, cada vez más, a
consideraciones legales; delinear con precisión los lim ́ ites estructurales y funcionales de las
diversas instancias públicas; y el perfeccionamiento continuo de la competencia burocrática.
(Hood: 109).
Durante los últimos veinte años, la disciplina ha sufrido cambios espectaculares que han
restado influencia a los enfoques tradicionales. Quizás la metamorfosis de la discipiina haya
resultado, en gran parte, del relevo ideológico al que estuvo sujeto el keynesianismo
y, más recientemente, a la franca reversión en la evolución del gasto y empleo públicos en
la mayoría de las naciones occidentales. Por otra parte, varias especialidades tomaron la
iniciativa en varias áreas particulares de la acción pública tales como
la planificación urbana, política educativa y salud pública (por mencionar las evidentes), para
reservar a la administración pública el tratamiento de cuestiones genéricas.
Durante las últimas dos o tres décadas pueden señalarse tentativamente seis tipos de
desarrollos teóricos: el análisis de "polit́ icas" (policy approach), la sociologia ́ organizacional,
el análisis neomarxista del Estado, el enfoque crit́ ico-filosófico, la noción de gestión pública y
la orientación de "elección pública" (public choice).
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la administración pública. En sus versiones más radicales, este tipo de estudios corre el
peligro de acercarse a la "practicidad liberal", como llamó Wright Mills al tipo
de investigación que suele derivar en la recolección y acumulación de una serie de datos y
detalles de la realidad y su ambiente, que terminan por tener escasa relación entre sí y ser
poco significativos. Igualmente, la ausencia de consideraciones históricas en los estudios
de polit́ icas puede oscurecer la distinción entre conocimiento cierto y conocimiento
importante.
2. Teoria ́ organizacional
Aun cuando los muevan intereses comunes, los teóricos se han desplazado dentro de un
amplio espectro en sus aproximaciones para desarrollar las teoria ́ s de las
organizaciones públicas. Los aportes provienen de los científicos sociales en general,
aunque un pequeño grupo se identifica a sí mismo como los teóricos de
la administración pública.
Un aporte, particularmente estimado durante los setenta, procedió de la sociologia ́
organizacional, la cual ofreció explicaciones de la estructura y el comportamiento de las
organizaciones formales. A ojos de sus exponentes, la administración pública tradicional es
meramente teoria ́ weberiana normativa, que debe considerarse parte de un trabajo mayor,
orientado a la ciencia de las organizaciones. En los sesentas y setentas, surgió la teoría de la
"contingencia" la cual buscaba vincular el estudio de estructuras organizacionales a
cuestiones tales como tamaño, tecnologia ́ o ambiente por medio de la utilización de medidas
cuantitativas y análisis de regresiones. Esta teoría se convirtió, por algún tiempo, en el
paradigma dominante de la sociologia ́ organizacional.
Varios teóricos identificados con los campos de la administración pública han contribuido
efectivamente a la teoría organizacional mientras que otros se han dedicado a adaptar
modelos de la teoría de la organización a las organizaciones públicas. Michael Cohén ha
discutido la influencia de diversas submetas conflictivas en la búsqueda de la organización
por la eficacia, (American Political Sciencie Review 1984:435-451) mientras Richard W.
Scholl ha propuesto una alternativa a la meta ideal de la organización en lo que él llama el
"modelo polit́ ico". (fldministration and Society 1981: 171-198). Otros enfoques han enfatizado
el factor psicológico. {Public Administration Review 1980, núm. 40: 205-214). Además, la
atención en el desarrollo y la operación de las redes interorganizacionales se ha
incrementado.
Los estudios sobre el papel político de las organizaciones públicas incluyen dos importantes
aproximaciones generales a la teoría de la administración pública. El trabajo de Charles T.
Goodsell es un análisis polémico de la burocracia pública con importantes implicaciones
teóricas, (varios 1983). La investigación responde a los ataques recientes a la burocracia
pública tanto por políticos como por académicos. Según Goodsell la burocracia pública, a
pesar de sus admitidas debilidades, desempeña varias funciones esenciales y está lejos de
ser lo opresiva con sus miembros y clientes de lo que aseguran sus crit́ icos.
El texto de Guy Peters se distingue de otros de la misma clase porque arguye, en primer
término, que la administración pública es "parte integral del proceso político" y que la
dicotomía tradicional entre política y administración se ha erosionado y seguirá
erosionándose mientras la burocracia pública siga desempeñando un papel tan amplio en el
proceso de la polit́ ica pública. En segundo lugar, Peters arguye con fuerza a favor de un
acercamiento comparativo a la administración pública, una noción casi inexistente en
tratamientos similares. (Peters 1984:5).
Varios trabajos muestran una actitud crit́ ica frente a los efectos de las organizaciones en la
sociedad. (Denhardt 1981). Otros textos son análisis sofisticados sobre los métodos que
21
4. Enfoque filosófico-crítico
22
5. Gestión Pública
Una de las razones concluyentes para que la administración pública tradicional pierda su
hegemonia ́ , es el asentimiento logrado por la teoría y práctica del enfoque de gestión pública,
basado en las experiencias de las empresas privadas. Al enfoque se le ha caracterizado
como "la unión del marco normativo de la administración pública tradicional con la orientación
instrumental de la gestión privada", en el supuesto de que la administración pública se
alimenta del rigor de la añeja tradición de la administración privada norteamericana.
Desde los setentas hasta el presente, varias decenas de libros y artić ulos han aparecido
sobre gestión pública. Esto responde a la exigencia de conocer la utilidad de este enfoque en
la administración pública. La demanda está basada en una crit́ ica a los campos de la
administración pública tradicional, la polit́ ica pública y la administración general, según la
cual "la literatura sobre administración pública ha sido rica en información pero de bajo nivel,
sumamente discursiva y especulativa, demasiado preocupada por cuestiones generales
ético-normativas que dan las lin ́ eas rectoras para los administradores de las organizaciones
públicas". (Allison 1980). Asimismo, los vindicadores de esta orientación consideran que la
literatura sobre política pública se ha ocupado desproporcionadamente de decisiones "de
polit́ ica" junto con las prácticas de los administradores en esos procesos. Las organizaciones
son frecuentemente tratadas como "cajas negras" en la literatura de la política pública.
(Rainey 1990: 149). El enfoque ha gozado de gran aceptación —más que ningún otro— entre
los practicantes actuales quienes comparten las crit́ icas mencionadas.
Hoy las jerarquías más altas de las burocracias públicas miran el modelo ejecutivo privado
como el más prometedor y viable.
Aún cuando varias de las sugerencias de la gestión administrativa han sido fructíferas al
aplicarse en el sector público (entre el legado valioso de la Business Administration en la
disciplina, puede mencionarse la evaluación de proyectos, que introdujo los criterios de la
eficiencia y la eficacia en la tarea burocrática. Asociado con lo anterior, también han sido
adoptados algunos métodos presupuestarios), la literatura no ha prestado todavía suficiente
atención a las caracteriś ticas únicas que impone el marco gubernamental de la gestión
pública. Estas incluyen influencias institucionales y políticas, multiplicidad de autoridades
involucradas en la toma de decisiones, ausencia de líneas centrales en los criterios de
desempeño, así como la falta de un soporte exclusivo en el cual fundar consideraciones
éticas. Varios problemas subsisten hasta ahora para conciliar con el ámbito público diversos
legados de la administración empresarial privada. Algunos ejemplos: las técnicas de control y
evaluación, el crecimiento de los mandos intermedios, el pago por desempeño o tarea, entre
otros, los cuales han sido ya abandonados para adoptar de nuevo formulas tradicionales
como control integral —aquel que opera sobre todos los elementos y durante todos
los momentos del proyecto— o por insumos, más que por productos o resultados finales.
(Hood: 114).
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Este enfoque ha sido criticado, además, por su incapacidad para generar un conjunto de
principios normativos para organizar los servicios públicos, que hayan sido construidos a
base del estudio acumulativo de casos, capaces de señalar bajo que circunstancias debe
preferirse el principio A antes que los principios B, C o D. Este enfoque no ha ido más allá —
se afirma— de coleccionar algunos proverbios que se revelan, además, frecuentemente
incompatibles entre sí —aquellas simplificaciones de las que tanto se quejó, en su momento,
Herbert Simón—. Por ello, muchas de las patologías que presenta actualmente la polit́ ica
pública derivan de la aplicación indiscriminada de tecnologia
́ privada a procesos públicos. En
esa medida, y a pesar de su popularidad, este enfoque está lejos aún de aventajar
intelectualmente la teoría ortodoxa. Para David Hart y William G. Scott, el campo de la
administración pública tiene que librarse de su dependencia de los valores de la gestión
privada y desarrollar tanto una filosofía como una concepción para la educación del servicio
público que enfatice las fortalezas y peculiaridades de la administración pública. Desde su
punto de vista, "la administración pública no es un tipo de tecnologiá , sino una especie de
tentativa o empeño moral." (Southern Review of Public Administration 1982, núm. 6: 40-52).
b) El reto principal de estas organizaciones, como actores del sistema político, es adaptarse
a los problemas futuros desde una perspectiva arraigada en su tradición; deben desarrollar
métodos y técnicas que les permitan aprender de sus errores y acoplarse a las situaciones
que les esperan.
Esta perspectiva "neo-institucionalista" está influida por otras muchas disciplinas y escuelas.
(March 1989: 227). Su atención se concentra en las relaciones que mantiene la conducta
burocrática con su actuación pasada y futura. Asimismo, atiende tanto los problemas internos
de la administración como las condiciones externas (apoyo polit́ ico, por ejemplo).
Por otra parte, reconoce la importancia crit́ ica de la información en la toma de decisiones.
Pero, sobre todo, subraya el papel de las instituciones como actores independientes —el
comportamiento de las instituciones es independiente del comportamiento de quien las
crea—. Por tanto, una estrategia prometedora para comprender el futuro de la administración
pública es, en primer lugar, constituir una teoría que nos revele la forma como evoluciona el
desarrollo de las organizaciones, la manera en la que influyen estas conductas en los
resultados de la burocracia, y lo que pueden hacer los administradores públicos para mejorar
estos resultados.
Aunque en las últimas décadas han surgido y se han desarrollado varios enfoques
alternativos para estudiar las cuestiones básicas de la disciplina, la administración pública no
ha sido sustituida ni desplazada. Las alternativas han sido estimulantes porque han señalado
las debilidades de la administración pública tradicional y han planteado nuevas preguntas.
Estas debilidades y nuevas preguntas llevan a la disciplina de regreso a sus
cuestionamientos originales: la importancia de entender a las instituciones como actores
investidos de un alto grado de autonomía en el proceso político y la relación de estos actores
con el contexto en que se desenvuelven. (Public Administration Review 1990:417).
Durante la posguerra, los críticos de la administración pública rechazaron su intento de
proporcionar principios de validez universal cuando lo que se necesitaba era una visión
sofisticada y plural. Ello requeria ́ el reconocimiento no solo de lo que daba unidad y
permanencia a la disciplina sino también de la pluralidad de sus intereses y la temporalidad
de sus explicaciones. Diferentes procesos administrativos representan, a su vez, distintos
problemas polit́ icos y administrativos. El avance de la disciplina requiere reconocer y
comprender estas variaciones tanto como las convergencias.
La falta de una doctrina estable, más o menos coherente de la administración pública, deriva
de su dependencia directa, sin mediación de una teoria ́ , de la situación de su objeto; el cual,
por su dinámica permanente, desarticula a cada instante un conjunto errático de supuestos
que a cada momento intentan —sin lograrlo— ponerse a la par con la realidad. Tal vez
la primera condición para que los estudiosos de la administración pública produzcan una
literatura menos circunstancial y efímera es el examen cuidadoso del comportamiento de su
objeto de estudio desde una perspectiva histórica, junto con el estudio detenido de lo que
han escrito en esta área de interés mentes más especulativas y filosóficas.
Puede ser que algunos problemas de la administración pública carezcan de solución. Esto
parece ser verdad para los más profundos y viejos de ellos, los cuales nos muestran los
límites de nuestro entendimiento. En tal caso, la comprensión que logremos dependerá de
que mantengamos apresado el problema en lugar de abandonarlo, como de que lleguemos a
comprender las fallas de cada intento de solución, así como de los intentos anteriores.
2. Una tendencia contemporánea sugiere que todas las organizaciones en la sociedad
democrática deberán ser evaluadas por el grado de su publicidad, el grado en que expresen
valores públicamente definidos. En tal esfuerzo, la teoria ́ de la administración pública,
especialmente aquellas partes vinculadas al tema de la democracia, auguran convertirse en
26
09 / 2009
Historia del derecho a la ciudad: una propuesta que va más allá de un nuevo concepto
El derecho a la ciudad no es una propuesta nueva. El término apareció en 1968 cuando el
francés Henri Lefebvre escribió su libro El derecho a la ciudad tomando en cuenta el impacto
negativo sufrido por las ciudades en los países de economía capitalista, con la conversión de
la ciudad en una mercancía al servicio exclusivo de los intereses de la acumulación del
capital.
Como contrapropuesta a este fenómeno, Lefebvre construye una propuesta política que
parte de la ciudad para reivindicar la posibilidad que la gente volviera a ser dueña de la
ciudad. Frente a los efectos causados por el neoliberalismo, como la privatización de los
espacios urbanos, el uso mercantil de la ciudad, la predominancia de industrias y espacios
mercantiles, se propone una nueva perspectiva política denominada derecho a la ciudad. La
ciudad fue tomada por los intereses del capital y así dejó de pertenecer a la gente, por lo
tanto Lefebvre aboga a través del derecho a la ciudad por “rescatar el hombre como
elemento principal, protagonista de la ciudad que él mismo ha construido”. El derecho a la
ciudad es entonces restaurar el sentido de ciudad, instaurar la posibilidad del “buen vivir”
para todos, y hacer de la ciudad “el escenario de encuentro para la construcción de la vida
colectiva”
Asimismo, la vida colectiva se puede construir sobre la base de la idea de la ciudad como
producto cultural, colectivo y, en consecuencia, político. La ciudad, como lo analiza Jordi
Borja, es un espacio político, donde es posible la expresión de voluntades colectivas, es
espacio para la solidaridad, pero también para el conflicto. El derecho a la ciudad es la
posibilidad de construir una ciudad en la que se pueda vivir dignamente, reconocerse como
parte de ella, y donde se posibilite la distribución equitativa de diferentes tipos de recursos:
trabajo, de salud, de educación, de vivienda, recursos simbólicos: participación, acceso a la
información, etc.
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El derecho a la ciudad es “el derecho de toda persona a crear ciudades que respondan a las
necesidades humanas. Todo el mundo debería tener los mismos derechos para construir los
diferentes tipos de ciudades que queremos. El derecho a la ciudad como lo afirma David
Harvey, no es simplemente el derecho a lo que ya está en la ciudad, sino el derecho a
transformar la ciudad en algo radicalmente distinto”.
El proceso que dio pie a esta iniciativa se inició dentro de las actividades preparatorias de la
II Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente que bajo el título
« Cumbre de la Tierra” se realizó en Río de Janeiro, Brasil, en 1992. El Foro Nacional por la
Reforma Urbana (FNRU) de Brasil, la Coalición Internacional para el Hábitat (HIC) y el Frente
Continental de Organizaciones Comunales (FCOC) conjuntaron esfuerzos para redactar y
suscribir en esa ocasión el Tratado sobre Urbanización “Por ciudades, villas y poblados
justos, democráticos y sustentables”. Como parte del proceso preparatorio de la Cumbre de
la Tierra, HIC organizó ese mismo año, en Túnez, el Foro Internacional sobre Medio
Ambiente, Pobreza y Derecho a la Ciudad en el que, por primera vez, miembros de nuestra
Coalición provenientes de diversas regiones del mundo debatieron sobre el tema. Unos años
más tarde, en octubre de 1995, varios miembros de HIC participamos en el encuentro “Hacia
la Ciudad de la Solidaridad y la Ciudadanía” convocado por UNESCO. Este encuentro abrió
de hecho la participación de este organismo en el tema de los derechos urbanos. Ese mismo
año las organizaciones brasileñas promovían la Carta de Derechos Humanos en la Ciudad,
antecedente civil del Estatuto de la Ciudad que promulgaría años más tarde el gobierno de
Brasil (ler Foro Nacional de Reforma Urbana, FNRU: Articulando la sociedad civil en Brasil.
Otro hito importante en el camino que condujo hacia la iniciativa de formular una Carta
Mundial por el Derecho a la Ciudad lo constituyó la Primera Asamblea Mundial de
Pobladores, realizada en México en el año 2000, en la que participaron alrededor de 300
29
En forma paralela a estas iniciativas de la sociedad civil, algunos gobiernos, tanto a nivel
regional, como nacional y local, han venido generando instrumentos jurídicos que buscan
normar los derechos humanos en el contexto urbano. Destacan, entre los más avanzados a
nivel internacional, la Carta Europea de Salvaguarda de los Derechos Humanos en la
Ciudad, firmada hasta ahora por más de 400 ciudades, el Estatuto de la Ciudad de Brasil,
decretado en julio de 2001; y, a escala local, la Carta de Montreal, y la Carta de la ciudad de
México por el derecho a la ciudad. Cabe destacar también la inclusión reciente del derecho a
la ciudad en las constituciones de Ecuador (ler Derecho a la vivienda y la ciudad en la nueva
Constitución de Ecuador) y de Bolivia.
Según la Carta Mundial del Derecho a la Ciudad, este nuevo derecho es un derecho
colectivo de los habitantes de las ciudades, en especial de los grupos vulnerables y
desfavorecidos, que les confiere legitimidad de acción y de organización, basado en sus usos
y costumbres, con el objetivo de alcanzar el pleno ejercicio del derecho a la libre
autodeterminación y un nivel de vida adecuado. Se realiza el derecho a la ciudad cuando
hay:
En resumen, la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad basa su propuesta en tres ejes
fundamentales:
El mismo autor afirma que los actores principales de este proceso no son las estructuras
políticas tradicionales del estado y los partidos políticos, sino movimientos sociales. Así, el
derecho a la ciudad es una respuesta estratégica, un paradigma frente a la exclusión social y
a la segregación espacial generado por el neoliberalismo. Es una reivindicación para que la
gente vuelva a ser dueña de la ciudad y es un escenario de encuentro para la construcción
de la vida colectiva.
31
HIC (Habitat International Coalition) - General Secretariat / Ana Sugranyes Santiago Bueras
142, Of.22, Santiago, CHILI - Tel/fax: + 56-2-664 1393, + 56-2-664 9390 - Chile - www.hic-
net.org/ - gs (@) hic-net.org
______________________________________
Introducción
1.1. La presión que ejerce la humanidad sobre el Sistema Tierra aumenta cada vez de forma
más rápida desde los años 1950. En estos inicios del siglo XXI, alcanza niveles
extremadamente alarmantes y continúa creciendo en casi todos los ámbitos. Hay umbrales
críticos de degradación que están ya a día de hoy su-perados en muchos ámbitos, como la
concentración atmosférica de gases de efecto invernadero. Existe un riesgo real, innegable,
de que esta presión cuantitativa creciente, palpable en todas partes y en todos los ámbitos,
desemboque en una transformación cualitativa que podría ser brusca (en algunos decenios)
y en gran parte irreversible. El Sistema Tierra entraría entonces en un nuevo régimen de
equilibrio dinámico, caracterizado tanto por unas condiciones geofísicas y geoquímicas
muy diferentes a las actuales, como por una disminución incluso mayor de la riqueza
biológica. Además de las consecuencias sobre otros seres vivos, la transición hacia un
nuevo régimen pondría en peligro, cuanto menos, la existencia de cientos de millones de
seres humanos de entre los más pobres, en especial mujeres, niños y personas mayores. En
el peor extremo, un hundimiento ecológico de proporciones globales podría conllevar el
colapso de nuestra propia especie.
1.2. El riesgo aumenta día a día, pero aún estamos a tiempo de conjurarlo o, al menos,
limitar y contener la catástrofe. Efectivamente: no es la existencia humana en general la
causa determinante de la amenaza sino más bien el modo de producción y reproducción
social de esta existencia, que también implica un modo de distribución y consumo, además
de determinados valores culturales. Este modelo, en vigor desde hace ya casi dos siglos, el
capitalismo, es insostenible porque la competencia para obtener beneficio, que es su fuerza
motriz, implica una tendencia ciega al crecimiento cuantitativo ilimitado, incompatible con
los flujos y ciclos limitados de la materia y la energía en el sistema Tierra. A lo largo del
siglo XX, los llamados países del "socialismo real" fueron incapaces de ofrecer una
alternativa a la destrucción productivista del medioambiente, a la cual, por el contrario, han
contribuido de forma muy importante. Al inicio del siglo XXI, la humanidad está
confrontada a una obligación sin precedentes: controlar su desarrollo en todos los ámbitos
con el fin de hacerlo compatible con los límites y la buena salud del medioambiente en el
33
seno del cual se ha podido desarrollar. Ningún proyecto político puede situarse al margen
de esta conclusión de los estudios científicos sobre el "cambio global". Al contrario, todo
proyecto político debe ser juzgado, en primer lugar, por la comprensión de este riesgo, las
respuestas sistemáticas que aporta al mismo, la adecuación de estas respuestas con las
exigencias fundamentales de la dignidad humana y su articulación con su programa sobre
otras cuestiones, sobre todo las sociales y económicas.
2.1. Es urgentemente necesario establecer una relación completamente diferente del ser
humano y la naturaleza, basada en “cuidar” a ambos. Esta nueva relación no surgirá
simplemente de acciones individuales dirigidas a cambiar los comportamientos; exige un
cambio estructural de la relación de los seres humanos entre sí: la erradicación total y global
del capitalismo como modo de producción de la existencia social. Esta erradicación es, en
efecto, la condición sine qua non de una gestión racional, temperada y prudente del
intercambio de materiales entre la humanidad y el resto de la naturaleza. Las ciencias y la
técnica podrían facilitar esta gestión, pero sólo si su desarrollo deja de estar dictado por el
beneficio capitalista.
- Socialización del sector energético: es el único medio de salir de las energías fósiles,
detener las nucleares, reducir radicalmente la producción y consumo de energía y guiar una
transición rápida hacia un sistema de renovables, descentralizado y eficiente, de acuerdo a
los imperativos ecológicos y sociales
- Abolición de la propiedad privada de los recursos naturales (suelos, aguas, viento, energía
solar, geotermia, recursos marinos, etc.) y de los recursos propios de los diversos saberes.
34
- Destrucción de todos los stocks de armamento, supresión de la producción inútil (el propio
armamento) o dañino (petroquímica, nuclear) y producción de valores de uso
democráticamente determinados en lugar de valores de cambio
- Abolición del trabajo obligado, del trabajo como pro-ductor de mercancía – en tanto que
categoría alienante – ajeno a la libre actividad humana y destructora del tiempo libre
- Una política socio-económica a largo plazo, dirigida a reequilibrar las poblaciones urbanas
y rurales y superar la contraposición entre ciudades y campo
2.4. Una quiebra profunda separa esta alternativa, objetivamente necesaria, y las actuales
relaciones de fuerza social y los niveles de conciencia actuales. Esta quiebra no puede ser
superada más que por las luchas concretas de las explotadas y oprimidas en defensa de sus
condiciones de existencia y de su entorno. Se trata de, mediante la conquista de
reivindicaciones inmediatas, llevar a la radicalización a capas cada vez más amplias de la
población, en una vía en la que converjan sus luchas y se formulen reclamaciones
incompatibles con la lógica capitalista (reivindicaciones transitorias).
- Reconocer los derechos de los pueblos originarios, así como sus saberes y su modo de
gestionar los ecosistemas de forma sostenible
35
- Defender los derechos de las mujeres luchando contra todo intento de criminalizar las
decisiones de las mujeres sobre sus capacidades reproductivas. Aborto y contracepción
libres y gratuitos, sostenidos por la seguridad social. Desfeminización y desprivatización de
los cuidados de menores, enfermas y personas mayores, porque es una responsabilidad
colectiva.
- Garantizar buenos sistemas de seguridad social, ase-gurando la vida de las personas y unas
pensiones suficientes
- Abolir los tratados de libre comercio, multilaterales y bilaterales, y sacar las tecnologías
ecológicas del mar-co del Acuerdo general sobre el comercio de servicios (AGCS) de la
OMC
- Respeto de los compromisos adquiridos en torno al Fondo Verde (100 mil millones
anuales), que se desarrollaran a través de donaciones (no de préstamos). Gestión pública del
Fondo Verde, no por el Banco Mundial sino por los representantes de los países del Sur,
bajo control de las comunidades y de los movimientos sociales.
- Reconocimiento de la deuda ecológica con los países del sur. Abolición (sin
indemnización, excepto para los pequeños acreedores) de las deudas públicas que el
imperialismo utiliza como forma de imponer un mal desarrollo, injusto e insostenible
- Tasar las transacciones financieras y llevar a cabo una reforma fiscal redistributiva para
que el capital y los capitalistas paguen la transición
- Gratuidad de la energía y el agua imprescindibles para las necesidades básicas y, más allá
de ese límite, fiscalidad fuertemente progresiva en función del consumo, para combatir el
despilfarro. Extender la esfera de gratuidad de los bienes (productos alimentarios básicos) y
servicios (transporte público, educación, salud, etc).
- Reducción colectiva y radical del tiempo de trabajo sin pérdida de salario, reduciendo la
cadencia en el trabajo y con nueva contratación proporcional (especialmente de mujeres,
jóvenes y miembros de minorías): junto con el desarrollo del sector público, es la condición
por excelencia para conciliar la reducción de la producción con la creación del pleno
empleo y la asunción social de la transición
- Reforma urbana a largo plazo, orientada a terminar con la especulación del suelo, a
"desartificializar" la ciudad (agricultura urbana) y a liberarla del coche en beneficio del
transporte colectivo, de los huertos colectivos y de la movilidad blanda, espacios reservados
a peatones y ciclistas.
2.5. Este programa no es exhaustivo; será enriquecido de forma constante por las luchas
concretas. Desde una perspectiva ecosocialista, este enriquecimiento debe ser guiado por
los principios clave de una transición justa: justicia ambiental y social, responsabilidades
37
comunes pero diferenciadas, lucha contra las desigualdades y mejora de las condiciones de
vida, rechazo del colonialismo verde y del racismo ambiental, prioridad de las soluciones
colectivas, internacionalismo y principio de precaución. Por encima de todo, se trata de
desarrollar el empoderamiento de las explotadas y las oprimidas por medio de la
democracia, la descentralización, el control y la apropiación – o reapropiación – colectiva
de los comunes. Porque lo que es común se define por el proceso social de su construcción
democrática, y no por la naturaleza – que haría ciertas cosas “comunes” mientras otras
quedan sujetas a la apropiación privada. Por lo tanto, estas reivindicaciones no forman una
solución “llave en mano”: indican una dirección general que seguir para abrir una vía
anticapitalista, ecosocialista y ecofeminista que modificará todas las esferas de actividad
(producción, distribución, con-sumo) y vendrá acompañada de un profundo cambio de
valores. No son aplicables de forma separada, pero una salida a la crisis no puede ser
posible sin su aplicación coordinada y planificada. El conjunto forma un todo coherente,
incompatible con el funcionamiento normal del sistema capitalista. No hay otra solución, no
hay atajos para hacer frente a la urgencia de la situación.
3.1. Solo las y los explotados y oprimidos pueden llevar la lucha medioambiental hasta el
fin, porque la abolición del sistema capitalista se corresponde con sus intereses de clase.
Pero el capital incorpora a las trabajadoras al incorporarlas mediante la compra de su fuerza
de trabajo. En condiciones "normales" del modo de producción capitalista, la existencia
cotidiana del proletariado depende del funcionamiento del sistema que les mutila directa e
indirectamente y que mutila el medioambiente. Esta contradicción hace que la participa-
ción del movimiento obrero en la lucha es al mismo tiempo difícil y decisiva. La dificultad
tiende a crecer en la situación actual porque la reestructuración de la economía conduce a
un desempleo masivo y deteriora la relación de fuerzas entre el trabajo y el capital.
3.2. Las direcciones mayoritarias del movimiento sindical se alinean con el llamado
"capitalismo verde" a través de una línea de colaboración de clase. Tienen la ilusión de que
la transición capitalista, a condición de que sea pactada, reducirá masivamente el paro me-
diante el relanzamiento del crecimiento gracias a la producción "verde". Frente a esta
corriente sindical dominante, algunos sectores se inclinan hacia el populismo y el
proteccionismo, incluso hacia el negacionismo climático. En algunos casos, en efecto, la
defensa del clima sirve de pretexto a los ataques capitalistas, o se da la circunstancia de que
sindicalistas creen que al poner en duda la realidad podrán evitar la destrucción de empleos
en los sectores fósiles o vinculados a los mismos. Por consiguiente, alimentar el debate en
torno a las alternativas ecosocialistas y contribuir a la emergencia de una izquierda en
ruptura con el capitalismo en el interior de los sindicatos constituye una tarea de
importancia estratégica.
adyacentes que también padecen esa polución, y de los movimientos en defensa del medio
ambiente.
4.3. Los combates de las mujeres aportan un plus particular, precioso e irremplazable al
desarrollo de la conciencia anticapitalista global, que favorece la integración de las luchas.
Según la ONU, la gama completa de medios de planificación familiar sigue sin ser
accesible para, al menos, 350 millones de parejas en el mundo. Más de 220 millones de
mujeres no disfrutan de los servicios básicos ligados a la reproducción, que son a menudo la
diferencia entre la vida y la muerte. 74.000 mujeres mueren cada año como consecuencia de
abortos clandestinos, la mayor parte en países del sur. Cada año, 288.000 mujeres (el 99%
en países del sur) mueren por causas evitables relacionadas con el embarazo y el parto.
Luchando contra la apropiación patriarcal de su cuerpo, así como de su capacidad natural de
reproducción, y contra la explotación del trabajo doméstico gratuito que realizan en su
mayoría, las mujeres alientan la comprensión de que el capitalismo se basa no solo en la
apropiación de la naturaleza y la explotación de la fuerza de trabajo a través del trabajo
asalariado, sino también en la invisibilización patriarcal del trabajo de cuidados y de
reproducción de la fuerza de trabajo. A estos tres pilares se une un cuarto: la explo-tación y
la opresión racistas. Es decir, estos cuatro pilares del capitalismo tienen en última instancia
un denominador común que es la apropiación de los re-cursos naturales, de la que forma
parte la fuerza de trabajo humano. La lucha de las mujeres (1) a favor del derecho al control
de su cuerpo, su sexualidad y sus capacidades reproductivas, (2) contra las discrimina-
ciones sexistas de las que son víctimas en el mercado de trabajo asalariado y en la
producción en general, y (3) a favor del reconocimiento social y del reparto del trabajo
40
doméstico, forman parte integral del combate ecosocialista. Las luchas de las mujeres
enriquecen y amplían el horizonte de la liberación.
5.1. A nivel mundial, el campesinado y las obreras agrícolas constituyen el sector social
más masivamente comprometido con la lucha medioambiental en general y la climática en
particular. Este papel de vanguardia es la respuesta a la brutal agresión del capital que
quiere acabar con el campesinado independiente para convertirlo en mano de obra
desempleada (para presionar sobre los salarios) o en asalariadas agrícolas o situaciones
asimilables –que produzcan mercancías mediocres a precio barato para el mercado mundial
en lugar de productos alimenticios de buena calidad para las poblaciones locales. Todo ello
es fruto del trabajo de organización y concienciación desarrollado por sindicatos
campesinos como Vía Campesina, y especialmente por las ocupaciones de tierra de los
campesinos que carecen de ella.
5.3. La importancia de la cuestión agrícola no debe ser juzgada solamente por la proporción
de agricultoras en la población activa, sino a partir de cinco hechos objetivos:
En América del Norte, Central y del Sur, en África, Asia y Oceanía, los pueblos originarios
se sitúan también en primera línea. Su combate se suma a menudo al de los campesinos y
42
7.1. Los profundos cambios en el modo de vida y en las perspectivas de desarrollo que
necesita la transición ecológica no se podrán imponer desde arriba, de forma autoritaria o
tecnocrática. Sólo serán realizables si la mayoría de la población se convence de que son
indispensables y compatibles con la mejora significativa de sus condiciones de existencia;
es decir si se hacen deseables. Esto exige un cambio de calado en las conciencias con el
objetivo de dar más valor al tiempo, al control de lo que se produce y al trabajo no alienado
que a la acumulación infinita de bienes materiales. Se trata de impulsar la educación
permanente sobre la gravedad de la destrucción medioambiental y sus causas. Frente a la
impotencia capitalista, se trata de esti-mular procesos democráticos de control activo, de ha-
cerse cargo de la transición, de intervenir en las decisiones públicas, incluso de la
apropiación común de la producción y de la reproducción social, así como de la protección
de los ecosistemas amenazados. Por su propia naturaleza, estos procesos se combinan con
las luchas de las nacionalidades oprimidas en favor de sus derechos sociales y su derecho
democrático a la auto-determinación. Se trata de esbozar en la práctica la invención de
relaciones emancipadas entre los seres humanos y entre la humanidad y el resto de la
natura-leza, para mostrar que "es posible otro mundo". Estas prácticas de los sectores
sociales más comprometidos en las luchas animan al movimiento obrero a combatir la
influencia del productivismo en su interior.
43
7.2. Hay que apoyar y alentar de forma activa al movi-miento a favor de las desinversiones
en energías fósiles y el movimiento de las ciudades en transición. En general, las
experiencias de control obrero, de control ciudadano, de gestión participativa, incluso de
autogestión, así como las luchas de las mujeres a favor de su reconocimiento social y el
reparto de las tareas domésticas, crean el terreno apropiado para la formación de una
conciencia y de un proyecto anticapitalistas que incluya la dimensión ecosocialista. Como
se ha mostrado en Europa y, sobre todo, en América Latina las experiencias de agricultura
ecológica cooperativa que influyen en el movimiento obrero. Por otra parte, numerosas
experiencias de producción autogestionada involucran a trabajadores y trabajadoras
despedidas, a gente en la exclusión y a gente precaria e incluso a sin papeles y a solicitantes
de asilo. Estas alternativas aportan una respuesta inmediata a la exclusión social masiva y
permanente que degrada la existencia y la dignidad de las personas. Todas ellas ocupan un
lugar importante en la estrategia ecosocialista, porque rechazan el fatalismo, generan
solidaridad y van más allá de los círculos militantes medioambientalistas.
Sin embargo es ilusorio creer que su generalización por contagio al conjunto de la sociedad
permitirá evitar la catástrofe ecológica: las medidas socio-económicas estructurales –
fundamentalmente, la socialización del crédito y la energía– resultan indispensables. Las
iniciativas de transición han de articularse en base a la exigencia de una planificación
democrática de la transición que incluya al mismo tiempo la satisfacción de las necesidades
sociales y el respeto a los imperativos ecológicos. Sin dicha articulación, estas iniciativas
pueden conducir a la despolitización, incluso acabar, a largo plazo, en una coexistencia con
el sistema basado en obtención de beneficios.
7.3. La lucha contra los grandes proyectos fósiles constituye un elemento clave del
movimiento general para interferir, controlar y hacerse cargo de la transición. Las
manifestaciones masivas, la ocupación de los emplazamientos, de las minas, y las campañas
de desobediencia civil permiten oponerse de forma concreta a la dinámica "crecentista" y
"extractivista" del capital. Estas luchas tienen una importancia de primer orden para la
defensa de los ecosistemas y de las comunidades humanas que habitan en ellas y que las
han conformado. Tienen una importancia estratégica para la defensa del clima, porque el
nivel actual de infraestructuras constituye un cuello de botella que estrangula la
valorización de las reservas de capital fósil. Constituyen un medio privilegiado para
establecer puentes a nivel territorial entre las luchas campesinas, de los pueblos indígenas,
de la juventud, las mujeres y, a partir de ahí, exigir al movimiento obrero que se adhiera a la
lucha. La construcción de redes internacionales de estas resistencias permite mejorar la
relación de fuerzas, disipar las acusaciones de NIMBY ["no en mi patio trasero", por sus
siglas inglesas] y reforzar la legitimidad de las reivindicaciones. En determinados casos,
esto imponer reformas que, aún en el marco del capitalismo, pueden servir de puntos de
apoyo para radicalizaciones posteriores.
7.5. Ganar al movimiento obrero y al resto de movimientos sociales para la lucha en favor
de un programa de transición ecosocialista solo es posible a través de la emergencia de
alternativas políticas, que se planteen como objetivo llegar al gobierno para implementar un
plan global de reformas estructurales anticapitalistas que satisfaga a la vez las necesidades
sociales y los imperativos medioambientales. Sin la construcción de estas alternativas
políticas y sin su articulación con los movimientos sociales, esta perspectiva común se
redu-cirá a una quimera, de modo que el medioambiente será sacrificado en el altar de lo
social, o a la inversa. La puesta en pie de un gobierno ecosocialista que rompa con el
capitalismo apoyándose en la movilización social es la clave de bóveda de un programa
ecosocia-lista urgentes. Ahora bien, el ecosocialismo en un solo país no es posible. La
formación de semejante gobierno no constituye más que una etapa transitoria de un pro-
ceso permanente orientado al derrocamiento del capitalismo en todo el planeta.
8.1. "La Comuna es la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la
emancipación eco-nómica del trabajo " escribía Marx en sus lecciones de la Comuna de
París. En el siglo XIX, el capitalismo creo un sistema energético cada vez más uniforme y
centralizado, cuyo control técnico y político implicaba respectivamente un amplio aparato
burocrático y un complejo sistema de delegaciones de poder. Evidentemente, este sistema
no es la causa de la degeneración burocrática de la URSS –que fue, sobre todo, producto de
la contra-revolución estalinista–; pero en cierta medida, lo favoreció. Inversamente, la
flexibilidad y la adaptabilidad de las tecnologías no garantizan un socialismo democrático,
pero abre nuevas posibilidades para re-formas estructurales anticapitalistas a partir de un
desarrollo territorial descentralizado, organizado en base al control democrático de los
recursos energéticos renovables disponibles y de su utilización por parte de las
comunidades locales. Pero la materialización de estas posibilidades depende de la lucha de
clases. La confiscación solo de una parte de las fortunas acumuladas por las
petromonarquías árabes sería suficiente para financiar proyectos regionales de desarrollo
alternativo, basados en la energía solar y dedicados a la satisfacción de las necesidades
45
sociales a nivel local, en Oriente Próximo y Oriente Medio. En esa misma línea, es
deplorable que los denominados gobiernos latinoamericanos "progresistas" no hayan
invertido los recursos obtenidos con la explotación fósil en planes de transición social y
ecológica orientada a otro tipo de desarrollo, descentralizado, democrático, más equilibrado
entre la ciudad y el campo, centrado en las comunidades y basado en un 100 % en las
renovables.
3.9.1. Los medios para conjurar LA catástrofe que viene están terriblemente atrasados en
relación a las exigencias. Por tanto, van a darse catástrofes ecológicas "antrópicas" de forma
múltiple; especialmente debido a fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones,
ciclones, etc.). Esto crea situaciones de desorganización y de caos que son explotados por
los especulado-res e instrumentalizadas para ejercer la dominación (política, económica,
46
geoestratégica). Al mismo tiempo, estas situaciones pueden ser propicias para desarrollar
iniciativas de construcción de redes de solidaridad alternativa a las agencias imperialistas,
así como la auto-organización de la ayuda, de la acogida de refugiados y refugiadas e
incluso de la reconstrucción y de la vida social en general. Así pues, estas iniciativas
cuentan con una gran legitimidad porque resultan vitales en estas circunstancias y son más
eficaces que la ayuda internacional [oficial]. El factor subjetivo es determinan-te para
concretar las posibilidades de este tipo. Esta perspectiva forma parte integrante de nuestra
estrategia ecosocialista en tanto que estrategia revolucionaria. Más en general, la
persistencia de la impotencia capitalista frente al desarrollo de la crisis ecológica contribuye
a crear una situación objetivamente propicia, tanto para la barbarie como para la revolución.
11.2. Nos oponemos a la deslocalización de empresas hacia países con bajos costes, y
somos partidarios de la localización de la producción en general, pero no apoyamos la
exigencia de relocalización de empresas que han deslocalizado. En efecto; la idea de la
relocalización implica que las trabajadoras de los países con costos reducidos pierden su
empleo en beneficio de los de los países imperialistas que recuperan el suyo. En lugar de
unir a los trabajadores de los diferentes países frente a sus explotadores, esta reivindicación
los pone en conflicto y les desarma frente a las exigencias patronales de competitividad para
el mercado. La localización de la producción se inscribe en un proyecto totalmente
diferente, que parte de las necesidades ecológicas y sociales, en particular el derecho al
empleo y al salario para todas cerca del lugar donde desarrollan su vida. Igualmente, para
nosotros, la soberanía alimentaria no es una soberanía nacional sino una soberanía a nivel
de los territorios en tanto que entes constituidos históricamente por las comunidades. Por lo
tanto, respeta la historia de las comunidades. Defendemos la solidaridad intercomunitaria
que permite gestionar los recursos comunes e intercambiarlos sobre la base del apoyo
mutuo y la complementariedad, y no de competencia y sobre-explotación.
No hay atajo posible para resolver, al mismo tiempo, el paro y la destrucción del
medioambiente mediante un frente común entre el capital y su fuerza de trabajo. En lugar
de un frente con los patronos, las trabajadoras deben organizar campañas de solidaridad que
les permitan encontrar la unidad y la fuerza para vencer la crisis.
11.4. De cara a un gobierno ecosocialista que comenzara a romper con la lógica capitalista
apoyándose en la movilización de las explotadas y oprimidas, evidentemente, defenderemos
el derecho de ese gobierno a proteger su política a través de medidas como el monopolio del
comercio exterior, el control del movimiento de capitales, etc. Pero en este caso no se trata
de proteger las empresas capitalistas contra la competencia internacional: se trata, por el
contrario, de proteger la política anticapitalista al tiempo que se llama a todas las explotadas
y oprimidas de otros países a luchar para que esa victoria se propague a otros países, en una
perspectiva internacionalista de derrocamiento del capitalismo mundial. Tal política se
encuentra en las antípodas del "proteccionismo", que siempre conduce a subordinar las
reivindicaciones ecológicas y sociales a la necesidad de reforzar el capitalismo nacional en
el mercado mundial, es decir, en última instancia… al libre cambio.
Es importante subrayar que un proceso como este no puede tener lugar sin la
transformación revolucionaria de las estructuras sociales y políticas por medio de una
acción de masas de la gran mayoría de la población. El desarrollo de una conciencia
socialista, feminista y ecologista, es un proceso en el cual el factor decisivo es la
experiencia de lucha colectiva de los propios pueblos, desde las confrontaciones locales y
parciales hasta la transformación radical de la sociedad.
Soñar y luchar por un socialismo verde, o por un comunismo solar – como se dice a veces –
no implica dejar de luchar por reformas concretas y urgentes. Sin hacernos ilusiones sobre
el capitalismo verde, debemos ganar tiempo e imponer a los poderes efectivos medidas
concretas contra la catástrofe actual, empezando por una reducción radical de las emisiones
de gases de efecto invernadero.
Cada victoria, cada avance parcial, puede llevar inmediatamente a una reivindicación más
alta, un objetivo más radical. Las luchas en torno a problemas concretos son importantes no
sólo porque son bienvenidas en sí mismas, además contribuyen a aumentar la conciencia
ecológica y socialista y promueven la autonomía y la auto-organización por abajo. Esta
autonomía y esta auto-organización son precondiciones necesarias y decisivas para una
transformación radical del mundo, que no será posible sino es por la auto-emancipación de
las oprimidas y las explotadas: las obreras y campesinas, las comunidades indígenas así
como las personas perseguidas por su raza, religión o nacionalidad.
Atrincheradas en sus refugios, las élites dirigentes del sistema son increíblemente poderosas
y las fuerzas de la oposición son pequeñas. Sin embargo, su desarrollo hasta un movimiento
49
de masas sin precedentes es la única esperanza para detener el curso catastrófico del
“crecimiento” e inventar una forma de vida deseable, más rica en cualidades humanas, una
nueva sociedad basada en los valores de la dignidad humana, la solidaridad, de la libertad y
del respeto a “la madre naturaleza”
_________________________________________
INTRODUCCION
“electivas”.
Hay un “poder de policía” con capacidad de exigir El poder de policía está cooptado por
el cumplimiento de las normas y de sancionar por existe un árbitro que supere la capacid
Poder de Policía
su incumplimiento. poderosos de interpretar, re-interpreta
normas, para exigirles o sancionarlos.
La validez está dada por una justicia equitativa y La equidad y la distribución, dependen
Justicia distributiva. “reparten” potencia -se puede- e impot
sobre los que menos poder tienen .14
desarrollo”.
Durante el período del sistema bipolar entre 1945-47/1989-91, tanto
EUA como la URSS operaron como árbitros supremos en sus
esferas de influencia impermeables.
El imperio soviético y su control y dominio sobre una cantidad
significativa de repúblicas durante la etapa del sistema bipolar
muestra también cómo funciona un árbitro supremo en un mundo
dividido entre dos ideologías incompatibles.
En la etapa post Cumbre de Reikjavick, que significó una
modificación, no sólo en el relacionamiento entre las dos
superpotencias, sino también una nueva forma de articular su política
exterior por parte de la URSS a través de la “perestroika” con una
nueva manera de establecer vínculos con las Repúblicas soviéticas,
conocido como “glasnost”, se suceden una serie de acontecimientos
que derivan en la caída del Muro de Berlín (1989) y luego en la
desintegración de la URSS.
Poco antes del fin del sistema bipolar, EUA intervino militarmente en
Irak en enero de 1991. La intervención estuvo legitimada y legalizada
por el Consejo de Seguridad de la ONU, que resolvió -al carecer de
medios propios-, “solicitarle” al gobierno norteamericano que se haga
cargo de la función militar, orientada a impedir que prolifere
armamento, que sí puede proliferar EUAy una pequeña élite de
Estados. Esta incapacidad del CS de la ONU es resultante de la no
puesta en funcionamiento del artículo 43 de su Carta, por otra parte
desvirtuada y debilitada por EUA y la URSS que decidieron crear
57
*
Doctor en Ciencia Política y Relaciones Internacionales
(Universidad Nacional de Rosario, Argentina). Profesor y Evaluador
en Cursos de Grado, Postgrado y Doctorado en el país y en el
exterior. Director del Centro de Estudios Internacionales Argentinos
(CEINAR) y de la Revista Argentina de Relaciones Internacionales,
1977-1981. Miembro Observador Internacional del Comité
Internacional de Apoyo y Verificación CIAV-OEA en la
"desmovilización" de la guerrilla "contra" en Nicaragua, 1990. Director
de Doctorado en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de
Rosario, Rosario, Argentina, 2002-2005. Investigador Científico del
"Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas"
(CONICET).
_______________________________________
67
Introducción
1.1. La presión que ejerce la humanidad sobre el Sistema Tierra aumenta cada vez de forma
más rápida desde los años 1950. En estos inicios del siglo XXI, alcanza niveles
extremadamente alarmantes y continúa creciendo en casi todos los ámbitos. Hay umbrales
críticos de degradación que están ya a día de hoy su-perados en muchos ámbitos, como la
concentración atmosférica de gases de efecto invernadero. Existe un riesgo real, innegable,
de que esta presión cuantitativa creciente, palpable en todas partes y en todos los ámbitos,
desemboque en una transformación cualitativa que podría ser brusca (en algunos decenios)
y en gran parte irreversible. El Sistema Tierra entraría entonces en un nuevo régimen de
equilibrio dinámico, caracterizado tanto por unas condiciones geofísicas y geoquímicas
muy diferentes a las actuales, como por una disminución incluso mayor de la riqueza
biológica. Además de las consecuencias sobre otros seres vivos, la transición hacia un
nuevo régimen pondría en peligro, cuanto menos, la existencia de cientos de millones de
seres humanos de entre los más pobres, en especial mujeres, niños y personas mayores. En
el peor extremo, un hundimiento ecológico de proporciones globales podría conllevar el
colapso de nuestra propia especie.
1.2. El riesgo aumenta día a día, pero aún estamos a tiempo de conjurarlo o, al menos,
limitar y contener la catástrofe. Efectivamente: no es la existencia humana en general la
causa determinante de la amenaza sino más bien el modo de producción y reproducción
social de esta existencia, que también implica un modo de distribución y consumo, además
de determinados valores culturales. Este modelo, en vigor desde hace ya casi dos siglos, el
capitalismo, es insostenible porque la competencia para obtener beneficio, que es su fuerza
motriz, implica una tendencia ciega al crecimiento cuantitativo ilimitado, incompatible con
los flujos y ciclos limitados de la materia y la energía en el sistema Tierra. A lo largo del
siglo XX, los llamados países del "socialismo real" fueron incapaces de ofrecer una
alternativa a la destrucción productivista del medioambiente, a la cual, por el contrario, han
contribuido de forma muy importante. Al inicio del siglo XXI, la humanidad está
confrontada a una obligación sin precedentes: controlar su desarrollo en todos los ámbitos
con el fin de hacerlo compatible con los límites y la buena salud del medioambiente en el
seno del cual se ha podido desarrollar. Ningún proyecto político puede situarse al margen
de esta conclusión de los estudios científicos sobre el "cambio global". Al contrario, todo
proyecto político debe ser juzgado, en primer lugar, por la comprensión de este riesgo, las
respuestas sistemáticas que aporta al mismo, la adecuación de estas respuestas con las
68
2.1. Es urgentemente necesario establecer una relación completamente diferente del ser
humano y la naturaleza, basada en “cuidar” a ambos. Esta nueva relación no surgirá
simplemente de acciones individuales dirigidas a cambiar los comportamientos; exige un
cambio estructural de la relación de los seres humanos entre sí: la erradicación total y global
del capitalismo como modo de producción de la existencia social. Esta erradicación es, en
efecto, la condición sine qua non de una gestión racional, temperada y prudente del
intercambio de materiales entre la humanidad y el resto de la naturaleza. Las ciencias y la
técnica podrían facilitar esta gestión, pero sólo si su desarrollo deja de estar dictado por el
beneficio capitalista.
- Socialización del sector energético: es el único medio de salir de las energías fósiles,
detener las nucleares, reducir radicalmente la producción y consumo de energía y guiar una
transición rápida hacia un sistema de renovables, descentralizado y eficiente, de acuerdo a
los imperativos ecológicos y sociales
- Abolición de la propiedad privada de los recursos naturales (suelos, aguas, viento, energía
solar, geotermia, recursos marinos, etc.) y de los recursos propios de los diversos saberes.
- Destrucción de todos los stocks de armamento, supresión de la producción inútil (el propio
armamento) o dañino (petroquímica, nuclear) y producción de valores de uso
democráticamente determinados en lugar de valores de cambio
69
- Abolición del trabajo obligado, del trabajo como pro-ductor de mercancía – en tanto que
categoría alienante – ajeno a la libre actividad humana y destructora del tiempo libre
- Una política socio-económica a largo plazo, dirigida a reequilibrar las poblaciones urbanas
y rurales y superar la contraposición entre ciudades y campo
2.4. Una quiebra profunda separa esta alternativa, objetivamente necesaria, y las actuales
relaciones de fuerza social y los niveles de conciencia actuales. Esta quiebra no puede ser
superada más que por las luchas concretas de las explotadas y oprimidas en defensa de sus
condiciones de existencia y de su entorno. Se trata de, mediante la conquista de
reivindicaciones inmediatas, llevar a la radicalización a capas cada vez más amplias de la
población, en una vía en la que converjan sus luchas y se formulen reclamaciones
incompatibles con la lógica capitalista (reivindicaciones transitorias).
- Reconocer los derechos de los pueblos originarios, así como sus saberes y su modo de
gestionar los ecosistemas de forma sostenible
- Defender los derechos de las mujeres luchando contra todo intento de criminalizar las
decisiones de las mujeres sobre sus capacidades reproductivas. Aborto y contracepción
libres y gratuitos, sostenidos por la seguridad social. Desfeminización y desprivatización de
los cuidados de menores, enfermas y personas mayores, porque es una responsabilidad
colectiva.
- Garantizar buenos sistemas de seguridad social, ase-gurando la vida de las personas y unas
pensiones suficientes
- Abolir los tratados de libre comercio, multilaterales y bilaterales, y sacar las tecnologías
ecológicas del mar-co del Acuerdo general sobre el comercio de servicios (AGCS) de la
OMC
- Respeto de los compromisos adquiridos en torno al Fondo Verde (100 mil millones
anuales), que se desarrollaran a través de donaciones (no de préstamos). Gestión pública del
Fondo Verde, no por el Banco Mundial sino por los representantes de los países del Sur,
bajo control de las comunidades y de los movimientos sociales.
- Reconocimiento de la deuda ecológica con los países del sur. Abolición (sin
indemnización, excepto para los pequeños acreedores) de las deudas públicas que el
imperialismo utiliza como forma de imponer un mal desarrollo, injusto e insostenible
- Tasar las transacciones financieras y llevar a cabo una reforma fiscal redistributiva para
que el capital y los capitalistas paguen la transición
- Gratuidad de la energía y el agua imprescindibles para las necesidades básicas y, más allá
de ese límite, fiscalidad fuertemente progresiva en función del consumo, para combatir el
despilfarro. Extender la esfera de gratuidad de los bienes (productos alimentarios básicos) y
servicios (transporte público, educación, salud, etc).
- Reducción colectiva y radical del tiempo de trabajo sin pérdida de salario, reduciendo la
cadencia en el trabajo y con nueva contratación proporcional (especialmente de mujeres,
jóvenes y miembros de minorías): junto con el desarrollo del sector público, es la condición
por excelencia para conciliar la reducción de la producción con la creación del pleno
empleo y la asunción social de la transición
- Reforma urbana a largo plazo, orientada a terminar con la especulación del suelo, a
"desartificializar" la ciudad (agricultura urbana) y a liberarla del coche en beneficio del
transporte colectivo, de los huertos colectivos y de la movilidad blanda, espacios reservados
a peatones y ciclistas.
2.5. Este programa no es exhaustivo; será enriquecido de forma constante por las luchas
concretas. Desde una perspectiva ecosocialista, este enriquecimiento debe ser guiado por
los principios clave de una transición justa: justicia ambiental y social, responsabilidades
comunes pero diferenciadas, lucha contra las desigualdades y mejora de las condiciones de
vida, rechazo del colonialismo verde y del racismo ambiental, prioridad de las soluciones
colectivas, internacionalismo y principio de precaución. Por encima de todo, se trata de
72
3.1. Solo las y los explotados y oprimidos pueden llevar la lucha medioambiental hasta el
fin, porque la abolición del sistema capitalista se corresponde con sus intereses de clase.
Pero el capital incorpora a las trabajadoras al incorporarlas mediante la compra de su fuerza
de trabajo. En condiciones "normales" del modo de producción capitalista, la existencia
cotidiana del proletariado depende del funcionamiento del sistema que les mutila directa e
indirectamente y que mutila el medioambiente. Esta contradicción hace que la participa-
ción del movimiento obrero en la lucha es al mismo tiempo difícil y decisiva. La dificultad
tiende a crecer en la situación actual porque la reestructuración de la economía conduce a
un desempleo masivo y deteriora la relación de fuerzas entre el trabajo y el capital.
3.2. Las direcciones mayoritarias del movimiento sindical se alinean con el llamado
"capitalismo verde" a través de una línea de colaboración de clase. Tienen la ilusión de que
la transición capitalista, a condición de que sea pactada, reducirá masivamente el paro me-
diante el relanzamiento del crecimiento gracias a la producción "verde". Frente a esta
corriente sindical dominante, algunos sectores se inclinan hacia el populismo y el
proteccionismo, incluso hacia el negacionismo climático. En algunos casos, en efecto, la
defensa del clima sirve de pretexto a los ataques capitalistas, o se da la circunstancia de que
sindicalistas creen que al poner en duda la realidad podrán evitar la destrucción de empleos
en los sectores fósiles o vinculados a los mismos. Por consiguiente, alimentar el debate en
torno a las alternativas ecosocialistas y contribuir a la emergencia de una izquierda en
ruptura con el capitalismo en el interior de los sindicatos constituye una tarea de
importancia estratégica.
las empresas contaminantes y a los gobiernos que las han protegido y subsidiado. En esta
medida, despiertan reivindicaciones anticapitalistas que pueden ser ampliadas y coordinadas
cuando las trabajadoras se enfrenten a la gravedad de la crisis ecológica (Trade Union For
Energy Democracy, por ejemplo, defiende la socialización de la energía). Es evidente que
las fuer-zas capitalistas tratarán de limitar el radicalismo de estas campañas para
mantenerlas dentro del marco de “respeto a la competitividad de las empresas” (Resolución
sobre Transición Justa, World Congress - International Trade Union Confederation,
Vancouver). Por otra parte, las campañas por el empleo climático se basan a menudo en
estimaciones demasiado optimistas de crecimiento del empleo en la transición. No siempre
se tiene en cuenta que la sostenibilidad exige una reducción de la producción. No obstante,
el cierre de industrias dañinas – desde la fabricación de armas a las centrales térmicas de
carbón – y la reconversión de la industria automovilística hacia la fabricación y mante-
nimiento de un sistema de transporte público masivo son medidas prioritarias en la
transición. Es cierto que ésta también implicará un crecimiento del empleo en otros
sectores. Por ejemplo, el desmantelamiento de la industria agroquímica en beneficio de una
agricultura ecológica y el desarrollo de un sector público o comunitario bajo control social
ofrecerán posibilidades de reconversión. Conviene también asumir el hecho de que esta
reorganización de la actividad de acuerdo a las necesidades sociales, al igual que la
reducción de las desigualdades sociales, no son objetivos limitados a una región concreta,
sino objetivos globales que implican nuevos empleos para la reparación de los daños
causados a los países del sur. No obstante, una reducción global de la producción es
necesaria. El movimiento obrero debe responder a esto con una exigencia de reducción de
jornada sin pérdida de salario. La lucha contra el cambio climático es una reivindicación
anti-productivista por excelencia. Es el medio privilegiado para gestionar racionalmente los
intercambios materiales con la naturaleza dentro del respeto a la dignidad humana, es decir,
de conciliar el pleno empleo y la supresión de producción inútil y dañina, o de la
obsolescencia programada.
4.3. Los combates de las mujeres aportan un plus particular, precioso e irremplazable al
desarrollo de la conciencia anticapitalista global, que favorece la integración de las luchas.
Según la ONU, la gama completa de medios de planificación familiar sigue sin ser
accesible para, al menos, 350 millones de parejas en el mundo. Más de 220 millones de
mujeres no disfrutan de los servicios básicos ligados a la reproducción, que son a menudo la
diferencia entre la vida y la muerte. 74.000 mujeres mueren cada año como consecuencia de
abortos clandestinos, la mayor parte en países del sur. Cada año, 288.000 mujeres (el 99%
en países del sur) mueren por causas evitables relacionadas con el embarazo y el parto.
Luchando contra la apropiación patriarcal de su cuerpo, así como de su capacidad natural de
reproducción, y contra la explotación del trabajo doméstico gratuito que realizan en su
mayoría, las mujeres alientan la comprensión de que el capitalismo se basa no solo en la
apropiación de la naturaleza y la explotación de la fuerza de trabajo a través del trabajo
asalariado, sino también en la invisibilización patriarcal del trabajo de cuidados y de
reproducción de la fuerza de trabajo. A estos tres pilares se une un cuarto: la explo-tación y
la opresión racistas. Es decir, estos cuatro pilares del capitalismo tienen en última instancia
un denominador común que es la apropiación de los re-cursos naturales, de la que forma
parte la fuerza de trabajo humano. La lucha de las mujeres (1) a favor del derecho al control
de su cuerpo, su sexualidad y sus capacidades reproductivas, (2) contra las discrimina-
ciones sexistas de las que son víctimas en el mercado de trabajo asalariado y en la
producción en general, y (3) a favor del reconocimiento social y del reparto del trabajo
doméstico, forman parte integral del combate ecosocialista. Las luchas de las mujeres
enriquecen y amplían el horizonte de la liberación.
5.1. A nivel mundial, el campesinado y las obreras agrícolas constituyen el sector social
más masivamente comprometido con la lucha medioambiental en general y la climática en
particular. Este papel de vanguardia es la respuesta a la brutal agresión del capital que
quiere acabar con el campesinado independiente para convertirlo en mano de obra
desempleada (para presionar sobre los salarios) o en asalariadas agrícolas o situaciones
asimilables –que produzcan mercancías mediocres a precio barato para el mercado mundial
en lugar de productos alimenticios de buena calidad para las poblaciones locales. Todo ello
es fruto del trabajo de organización y concienciación desarrollado por sindicatos
campesinos como Vía Campesina, y especialmente por las ocupaciones de tierra de los
campesinos que carecen de ella.
5.3. La importancia de la cuestión agrícola no debe ser juzgada solamente por la proporción
de agricultoras en la población activa, sino a partir de cinco hechos objetivos:
agricultoras en tanto que mujeres es una de las condiciones determinantes para responder
tanto al reto de la alimentación como al de la agricultura ecológica. Se trata, por lo tanto, de
un asunto ecológico en sí mismo.
En América del Norte, Central y del Sur, en África, Asia y Oceanía, los pueblos originarios
se sitúan también en primera línea. Su combate se suma a menudo al de los campesinos y
campesinas y al de las comunidades rurales; pero es específico. Los pueblos originarios
producen su existencia social a partir de una relación directa con el medioambiente que han
moldeado y que constituye su espacio vital. Debido a ello, estos pueblos están en el punto
de mira de muchos actores capitalistas muy poderosos y ávidos de saquear recursos natu-
rales: multinacionales del petróleo, del gas, mineras, de la madera y de la pasta de papel, de
77
7.1. Los profundos cambios en el modo de vida y en las perspectivas de desarrollo que
necesita la transición ecológica no se podrán imponer desde arriba, de forma autoritaria o
tecnocrática. Sólo serán realizables si la mayoría de la población se convence de que son
indispensables y compatibles con la mejora significativa de sus condiciones de existencia;
es decir si se hacen deseables. Esto exige un cambio de calado en las conciencias con el
objetivo de dar más valor al tiempo, al control de lo que se produce y al trabajo no alienado
que a la acumulación infinita de bienes materiales. Se trata de impulsar la educación
permanente sobre la gravedad de la destrucción medioambiental y sus causas. Frente a la
impotencia capitalista, se trata de esti-mular procesos democráticos de control activo, de ha-
cerse cargo de la transición, de intervenir en las decisiones públicas, incluso de la
apropiación común de la producción y de la reproducción social, así como de la protección
de los ecosistemas amenazados. Por su propia naturaleza, estos procesos se combinan con
las luchas de las nacionalidades oprimidas en favor de sus derechos sociales y su derecho
democrático a la auto-determinación. Se trata de esbozar en la práctica la invención de
relaciones emancipadas entre los seres humanos y entre la humanidad y el resto de la
natura-leza, para mostrar que "es posible otro mundo". Estas prácticas de los sectores
sociales más comprometidos en las luchas animan al movimiento obrero a combatir la
influencia del productivismo en su interior.
7.2. Hay que apoyar y alentar de forma activa al movi-miento a favor de las desinversiones
en energías fósiles y el movimiento de las ciudades en transición. En general, las
experiencias de control obrero, de control ciudadano, de gestión participativa, incluso de
autogestión, así como las luchas de las mujeres a favor de su reconocimiento social y el
reparto de las tareas domésticas, crean el terreno apropiado para la formación de una
conciencia y de un proyecto anticapitalistas que incluya la dimensión ecosocialista. Como
78
Sin embargo es ilusorio creer que su generalización por contagio al conjunto de la sociedad
permitirá evitar la catástrofe ecológica: las medidas socio-económicas estructurales –
fundamentalmente, la socialización del crédito y la energía– resultan indispensables. Las
iniciativas de transición han de articularse en base a la exigencia de una planificación
democrática de la transición que incluya al mismo tiempo la satisfacción de las necesidades
sociales y el respeto a los imperativos ecológicos. Sin dicha articulación, estas iniciativas
pueden conducir a la despolitización, incluso acabar, a largo plazo, en una coexistencia con
el sistema basado en obtención de beneficios.
7.3. La lucha contra los grandes proyectos fósiles constituye un elemento clave del
movimiento general para interferir, controlar y hacerse cargo de la transición. Las
manifestaciones masivas, la ocupación de los emplazamientos, de las minas, y las campañas
de desobediencia civil permiten oponerse de forma concreta a la dinámica "crecentista" y
"extractivista" del capital. Estas luchas tienen una importancia de primer orden para la
defensa de los ecosistemas y de las comunidades humanas que habitan en ellas y que las
han conformado. Tienen una importancia estratégica para la defensa del clima, porque el
nivel actual de infraestructuras constituye un cuello de botella que estrangula la
valorización de las reservas de capital fósil. Constituyen un medio privilegiado para
establecer puentes a nivel territorial entre las luchas campesinas, de los pueblos indígenas,
de la juventud, las mujeres y, a partir de ahí, exigir al movimiento obrero que se adhiera a la
lucha. La construcción de redes internacionales de estas resistencias permite mejorar la
relación de fuerzas, disipar las acusaciones de NIMBY ["no en mi patio trasero", por sus
siglas inglesas] y reforzar la legitimidad de las reivindicaciones. En determinados casos,
esto imponer reformas que, aún en el marco del capitalismo, pueden servir de puntos de
apoyo para radicalizaciones posteriores.
7.5. Ganar al movimiento obrero y al resto de movimientos sociales para la lucha en favor
de un programa de transición ecosocialista solo es posible a través de la emergencia de
alternativas políticas, que se planteen como objetivo llegar al gobierno para implementar un
plan global de reformas estructurales anticapitalistas que satisfaga a la vez las necesidades
sociales y los imperativos medioambientales. Sin la construcción de estas alternativas
políticas y sin su articulación con los movimientos sociales, esta perspectiva común se
redu-cirá a una quimera, de modo que el medioambiente será sacrificado en el altar de lo
social, o a la inversa. La puesta en pie de un gobierno ecosocialista que rompa con el
capitalismo apoyándose en la movilización social es la clave de bóveda de un programa
ecosocia-lista urgentes. Ahora bien, el ecosocialismo en un solo país no es posible. La
formación de semejante gobierno no constituye más que una etapa transitoria de un pro-
ceso permanente orientado al derrocamiento del capitalismo en todo el planeta.
8.1. "La Comuna es la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la
emancipación eco-nómica del trabajo " escribía Marx en sus lecciones de la Comuna de
París. En el siglo XIX, el capitalismo creo un sistema energético cada vez más uniforme y
centralizado, cuyo control técnico y político implicaba respectivamente un amplio aparato
burocrático y un complejo sistema de delegaciones de poder. Evidentemente, este sistema
no es la causa de la degeneración burocrática de la URSS –que fue, sobre todo, producto de
la contra-revolución estalinista–; pero en cierta medida, lo favoreció. Inversamente, la
flexibilidad y la adaptabilidad de las tecnologías no garantizan un socialismo democrático,
pero abre nuevas posibilidades para re-formas estructurales anticapitalistas a partir de un
desarrollo territorial descentralizado, organizado en base al control democrático de los
recursos energéticos renovables disponibles y de su utilización por parte de las
comunidades locales. Pero la materialización de estas posibilidades depende de la lucha de
clases. La confiscación solo de una parte de las fortunas acumuladas por las
petromonarquías árabes sería suficiente para financiar proyectos regionales de desarrollo
alternativo, basados en la energía solar y dedicados a la satisfacción de las necesidades
sociales a nivel local, en Oriente Próximo y Oriente Medio. En esa misma línea, es
deplorable que los denominados gobiernos latinoamericanos "progresistas" no hayan
invertido los recursos obtenidos con la explotación fósil en planes de transición social y
ecológica orientada a otro tipo de desarrollo, descentralizado, democrático, más equilibrado
entre la ciudad y el campo, centrado en las comunidades y basado en un 100 % en las
renovables.
80
3.9.1. Los medios para conjurar LA catástrofe que viene están terriblemente atrasados en
relación a las exigencias. Por tanto, van a darse catástrofes ecológicas "antrópicas" de forma
múltiple; especialmente debido a fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones,
ciclones, etc.). Esto crea situaciones de desorganización y de caos que son explotados por
los especulado-res e instrumentalizadas para ejercer la dominación (política, económica,
geoestratégica). Al mismo tiempo, estas situaciones pueden ser propicias para desarrollar
iniciativas de construcción de redes de solidaridad alternativa a las agencias imperialistas,
así como la auto-organización de la ayuda, de la acogida de refugiados y refugiadas e
incluso de la reconstrucción y de la vida social en general. Así pues, estas iniciativas
cuentan con una gran legitimidad porque resultan vitales en estas circunstancias y son más
eficaces que la ayuda internacional [oficial]. El factor subjetivo es determinan-te para
concretar las posibilidades de este tipo. Esta perspectiva forma parte integrante de nuestra
81
11.2. Nos oponemos a la deslocalización de empresas hacia países con bajos costes, y
somos partidarios de la localización de la producción en general, pero no apoyamos la
exigencia de relocalización de empresas que han deslocalizado. En efecto; la idea de la
relocalización implica que las trabajadoras de los países con costos reducidos pierden su
empleo en beneficio de los de los países imperialistas que recuperan el suyo. En lugar de
unir a los trabajadores de los diferentes países frente a sus explotadores, esta reivindicación
los pone en conflicto y les desarma frente a las exigencias patronales de competitividad para
el mercado. La localización de la producción se inscribe en un proyecto totalmente
diferente, que parte de las necesidades ecológicas y sociales, en particular el derecho al
empleo y al salario para todas cerca del lugar donde desarrollan su vida. Igualmente, para
nosotros, la soberanía alimentaria no es una soberanía nacional sino una soberanía a nivel
de los territorios en tanto que entes constituidos históricamente por las comunidades. Por lo
tanto, respeta la historia de las comunidades. Defendemos la solidaridad intercomunitaria
que permite gestionar los recursos comunes e intercambiarlos sobre la base del apoyo
mutuo y la complementariedad, y no de competencia y sobre-explotación.
presenta como internacionalista, pero pasa de largo por la competencia destructora de las
exportaciones de productos agrícolas a bajo coste de los países desarrollados hacia los
países del Sur y otras manifestaciones de la dominación imperialista. El peligro de
contaminación racista a partir de las posiciones soberanista es significativo. Efectivamente,
en los países más desarrollados, es fácil que haya traspasos desde la defensa del empleo –
mediante la preservación de la competitividad de las empresas contra la competencia de los
países con salarios bajos – a la defensa del empleo mediante la lucha contra la competencia
de los trabajadores sin-papeles o desplazados, porque representan, por así decirlo, "un
tercer-mundo a domicilio". Es justamente a esta trampa mortal a la que la extrema derecha
quiere llevar al movimiento obrero y al movimiento en defensa del medioambiente.
No hay atajo posible para resolver, al mismo tiempo, el paro y la destrucción del
medioambiente mediante un frente común entre el capital y su fuerza de trabajo. En lugar
de un frente con los patronos, las trabajadoras deben organizar campañas de solidaridad que
les permitan encontrar la unidad y la fuerza para vencer la crisis.
11.4. De cara a un gobierno ecosocialista que comen-zara a romper con la lógica capitalista
apoyándose en la movilización de las explotadas y oprimidas, evidentemente, defenderemos
el derecho de ese gobierno a proteger su política a través de medidas como el monopolio del
comercio exterior, el control del movimiento de capitales, etc. Pero en este caso no se trata
de proteger las empresas capitalistas contra la competencia internacional: se trata, por el
contrario, de proteger la política anticapitalista al tiempo que se llama a todas las explotadas
y oprimidas de otros países a luchar para que esa victoria se propague a otros países, en una
perspectiva internacionalista de derrocamiento del capitalismo mundial. Tal política se
encuentra en las antípodas del "proteccionismo", que siempre conduce a subordinar las
reivindicaciones ecológicas y sociales a la necesidad de reforzar el capitalismo nacional en
el mercado mundial, es decir, en última instancia… al libre cambio.
Es importante subrayar que un proceso como este no puede tener lugar sin la
transformación revolucionaria de las estructuras sociales y políticas por medio de una
acción de masas de la gran mayoría de la población. El desarrollo de una conciencia
socialista, feminista y ecologista, es un proceso en el cual el factor decisivo es la
experiencia de lucha colectiva de los propios pueblos, desde las confrontaciones locales y
parciales hasta la transformación radical de la sociedad.
Soñar y luchar por un socialismo verde, o por un comunismo solar – como se dice a veces –
no implica dejar de luchar por reformas concretas y urgentes. Sin hacernos ilusiones sobre
el capitalismo verde, debemos ganar tiempo e imponer a los poderes efectivos medidas
concretas contra la catástrofe actual, empezando por una reducción radical de las emisiones
de gases de efecto invernadero.
Cada victoria, cada avance parcial, puede llevar inmediatamente a una reivindicación más
alta, un objetivo más radical. Las luchas en torno a problemas concretos son importantes no
sólo porque son bienvenidas en sí mismas, además contribuyen a aumentar la conciencia
ecológica y socialista y promueven la autonomía y la auto-organización por abajo. Esta
autonomía y esta auto-organización son precondiciones necesarias y decisivas para una
transformación radical del mundo, que no será posible sino es por la auto-emancipación de
las oprimidas y las explotadas: las obreras y campesinas, las comunidades indígenas así
como las personas perseguidas por su raza, religión o nacionalidad.
Atrincheradas en sus refugios, las élites dirigentes del sistema son increíblemente poderosas
y las fuerzas de la oposición son pequeñas. Sin embargo, su desarrollo hasta un movimiento
de masas sin precedentes es la única esperanza para detener el curso catastrófico del
“crecimiento” e inventar una forma de vida deseable, más rica en cualidades humanas, una
nueva sociedad basada en los valores de la dignidad humana, la solidaridad, de la libertad y
del respeto a “la madre naturaleza”
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1. INSEGURIDAD
En los últimos diez años, la Ciudad de México había corrido con la fortuna de verse poco
afectada por la violencia inherente a la guerra contra el crimen organizado. Esta burbuja
invisible que rodeaba a la capital permitía a sus habitantes ver los terribles sucesos en el
interior del país con la misma distancia que uno lee sobre la guerra en Siria o en Afganistán.
En otras palabras, el Distrito Federal nunca ha estado exento de actos criminales, pero era
inconcebible que viéramos decapitados en la vía pública o sicarios colgando de un puente
peatonal. Los órganos locales de seguridad habían hecho un buen trabajo en lo que respecta
al freno de la penetración flagrante del crimen organizado. Lo más importante, después de
todo, era la percepción de una ciudad “segura”. Léase “segura” en contraste a Acapulco, la
Tierra Caliente, o todo el estado de Tamaulipas.
Estos días, sin embargo, ni siquiera podemos presumir de tal percepción. Hoy parece que la
Ciudad de México se encuentra sitiada por los cárteles del narcotráfico, los asaltos están a la
orden del día en el transporte público, las extorsiones son cosa común en los negocios del
Centro Histórico y la Roma-Condesa, la venta de droga se hace a plena luz del día en
Ciudad Universitaria, y las calles en delegaciones como Tláhuac son controladas por grupos
delictivos coludidos con las autoridades.
Una vez más, esto es la percepción, o mejor dicho, el miedo evidente en la población. De
acuerdo a los datos más recientes de la INEGI a través de su Encuesta Nacional de
Seguridad Pública Urbana (ENSU-Junio 2017), la percepción de inseguridad se encuentra a
niveles alarmantes en ciertas regiones del país y la Ciudad de México está a la cabeza. De
cada 100 capitalinos, 86.6 no se sienten seguros en la zona donde viven, principalmente en
las delegaciones septentrionales. Ese dato solo es superado por Uruapan (87.6),
Chilpancingo (94.1), Ecatepec (94.6) y Villahermosa (96.6).
Una población con miedo es una población petrificada. En el peor de los casos, no hay
inversión, no hay comercio, no hay vida nocturna, no hay “capital en movimiento”. ¿Qué
puede hacer el próximo alcalde para revertir dicha tendencia y recuperar una semblanza de
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serenidad? Son varias las voces que exigen más policías en las calles, más cámaras de
seguridad, leyes más estrictas y sentencias más severas para los delincuentes. Pero las
medidas que exclusivamente le otorgan más poder a la seguridad pública y a su
burocraciadifícilmente implican mayor seguridad en las calles.
2. INFORMALIDAD
Dentro de las estrategias diseñadas para atacar el problema de la inseguridad desde la raíz
están las medidas para solucionar otro problema igual de grave: el desempleo. La lógica
dicta que una persona ocupada en alguna labor no tiene tiempo ni motivo para recurrir a una
opción tan riesgosa como el crimen, esto con el fin de sobrevivir, salir adelante y proveer lo
necesario para la subsistencia de su familia. No obstante el peligro, el escenario está puesto
en la Ciudad de México para que más gente, particularmente jóvenes, presten sus servicios
al crimen organizado a falta de otra opción viable.
En la Ciudad de México hay casi 2 millones de personas que ya sea no tienen derecho a
prestaciones de ley, o no tienen ingresos suficientes para vivir dignamente, o no tienen
trabajo del todo. En otras palabras, son 2 millones de personas que yacen a los márgenes de
un sistema supuestamente construido para garantizar el bienestar de todos los mexicanos, lo
que incluye acceso a servicios médicos gratuitos, una jubilación digna y el crédito apropiado
para una vivienda propia.
Ante nosotros tenemos una proporción sustancial de la ciudadanía capitalina que debe
“arreglárselas como Dios disponga” en la economía actual. Muchos tendrán éxito como
emprendedores independientes y ganando por honorarios, pero el sector informal sigue
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siendo terreno fértil para grupos criminales que buscan mano de obra barata en actividades
ilícitas como la piratería, la prostitución, la explotación laboral clandestina, y un largo
etcétera.
Como Jefe de Gobierno, el próximo alcalde puede hacer poco para influir directamente las
políticas de recursos humanos de la iniciativa privada, pero sí puede sentar las bases para el
desarrollo de una cultura que valore el concepto de “un salario digno por un trabajo bien
hecho”. También debe resaltar la importancia y los beneficios de una fuerza de trabajo
inscrita a los programas básicos de bienestar social, incluyendo un seguro de desempleo que
sirva de última defensa para los que tengan la espalda contra la pared. A final de cuentas, el
crimen nunca debe ser una opción viable ni para los más desesperados.
3. INFRAESTRUCTURA
El mismo gobierno de la ciudad, sus entidades subordinadas y las delegaciones cuentan con
las fuentes de trabajo más grandes de la metrópolis. Nada más en la construcción y
mantenimiento de caminos se emplean a miles de trabajadores, y como todo conductor sabe,
la capital del país es como una ciudad en obra perpetua. Pero más allá de las oportunidad
laborales que generan los proyectos de desarrollo urbano, la infraestructura en sí es otro de
los graves problemas que tendrá que enfrentar el próximo alcalde, un reto que crece cada
año de acuerdo al tamaño de la población.
Somos muchos. De eso no hay duda. De hecho, somos demasiados. En la Ciudad de México
hay 5,967 personas por kilómetro cuadrado (INEGI, 2015); a nivel nacional, la densidad de
población es de 61. En otras palabras, no cabemos en este valle y la interminable
construcción de segundos pisos, distribuidores viales y líneas de metrobús son un reflejo de
esta realidad. Pero ya que no hay indicio alguno de un éxodo masivo al interior de la
república, el gobierno de la ciudad tiene que acomodar a las 20 millones de personas que se
transportan a diario por las arterias que conectan a la Ciudad de México con la zona
metropolitana.
A todo esto, no ayuda la percepción negativa que los usuarios del transporte público tienen
del metro, del metrobús, del trolebús, de los RTPs, y del tren ligero. Aunque los aumentos de
las tarifas son casi inevitables, el gobierno debe hacer un mejor trabajo de vendernos estos
aumentos en lugar de simplemente imponer los nuevos precios. La gran mayoría de usuarios
siempre está dispuesta a pagar un poco más por el transporte, siempre y cuando esto
implique una mejoría notable del servicio. Sin embargo, son numerosos los casos de fallas,
accidentes, personal mal capacitado, retrasos, interrupciones de servicio, y por supuesto,
inseguridad.
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4. MEDIO AMBIENTE
Para solucionar los problemas de movilidad e infraestructura, parece que la solución tiene
una respuesta sencilla: la construcción de más carreteras, más estacionamientos, más líneas
del metro y más distribuidores viales. Si tan solo fuera así de fácil. La otra cara de la moneda,
sin embargo, es que estos proyectos conllevan la destrucción de lo que resto del medio
ambiente en la Ciudad de México. Por lo tanto, el Jefe de Gobierno debe encontrar un
balance entre las necesidades de desarrollo urbano y los daños al frágil ecosistema de la
capital.
Históricamente, el problema del medio ambiente es uno que se suele tomar a la ligera,
particularmente en la era actual del progreso desenfrenado. ¿Cuál es el margen de
rentabilidad de conservar unos cuantos miles de árboles y especies en peligro de extinción?
En contraste a la demanda de nuevos fraccionamientos, rascacielos, gasolineras, centros
comerciales y OTRO aeropuerto internacional, la naturaleza en la Ciudad tiene todas las de
perder.
De hecho, los daños al medio ambiente no reciben su peso adecuado sino hasta que se
declara una contingencia ambiental. Los más confiados y cínicos entre nosotros se creen
inmunes a la contaminación del aire, o sea, ¿de qué sirve dejar el coche en casa si un poco
de smog no hace nada? Pero las consecuencias son reales. De acuerdo a un reporte
publicado por el Senado de la República, en 2010 se registraron 20,496 muertes en el país
vinculadas a la contaminación por material particulado en el aire, y 15,310 muertes por
contaminación por el uso doméstico de combustibles sólidos.
El mejoramiento de la calidad del aire en la Ciudad de México debe ser uno de los principales
objetivos de la próxima administración local, no solo para evitar los inconvenientes del “doble
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no circula”, sino también para evitar tantas muertes prematuras. Ahora bien, el problema del
agua es otro asunto que no hay que menospreciar y la destrucción de protecciones naturales
contra las inundaciones no es el único peligro que hay que vigilar, como veremos en
seguida…
5. AGUA
Por más campañas, programas, anuncios, proyectos, carteles y demás que el gobierno
expone en la plaza pública… la gente sigue tirando la basura en la calle. Este mal hábito
desemboca en el bloqueo de las coladeras y los sistemas de drenaje, lo que provoca que
una lluvia moderada inunde grandes porciones de la capital en poco tiempo. En caso de
fuertes lluvias, la ciudad simplemente se paraliza en aguas negras por varias horas, lo que
no solo afecta al tráfico, también implica el derrumbe de viviendas.
Irónicamente, las inundaciones no representan las dificultades más graves para los
ciudadanos con respecto al agua. Al contrario. La escasez perpetua de este recurso se ha
exacerbado gracias a estos meses veraniegos anormalmente secos y calurosos (si en años
anteriores llovía todos los días de primavera a otoño, hoy con suerte tenemos un par de días
a la semana de precipitación). Según reporta The New York Times, esto ha llevado a “una
mayor demanda de agua, lo que incrementa la presión de conseguir agua desde zonas de
reserva distantes, a costos exorbitantes, o de drenar todavía más los acuíferos subterráneos
y acelerar el colapso de la ciudad.”
¿Pero si llueve tanto por qué no podemos reutilizar toda esa agua? Desafortunadamente, La
Ciudad de México “no cuenta con la capacidad a gran escala para reciclar aguas negras ni
para recolectar agua de lluvia”. Por tal motivo, el drenaje tiene que expulsar más de 700 mil
millones de litros de aguas residuales por los desagües. El agua que llega a la ciudad se
debe más bien a un “milagro de la ingeniería hidráulica moderna”, pero a pesar de este acto
divino, más del 20% de los habitantes siguen sin tener acceso a agua corriente.
Como bien sabemos, el Valle de México se sigue hundiendo y los efectos del calentamiento
global aceleran el deterioro. La subsidencia del suelo se debe en parte a la perforación de los
lechos de arcilla en busca de más agua en los mantos acuíferos, y también a la corrupción
que ha permitido la construcción de varios desarrollos urbanos sobre el suelo volcánico,
supuestamente “suelo de conservación” por su naturaleza porosa. Al bloquear el suelo
volcánico con cemento, el agua de lluvia no puede ser absorbida por la tierra porosa y
depositada en los mantos acuíferos.
El próximo alcalde de la Ciudad de México tendrá que ver más allá de las exigencias
comerciales para lograr satisfacer la demanda más esencial de la población: el agua. De lo
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contrario, se verá con una megalópolis que terminará por colapsarse en sí misma, quizás
literalmente.
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Abstract
The changes in the Mexican economy during the last fifteen years have had
profound effects on territorial organization, both on a national and regional
scale; it also upset urban economies: a strong demographical and
economic growth of medium size cities, and a restructuring of the
metropolitan economies are some of its consequences. Such
transformations allow us to see, although not directly, the possibility of a
modification of the social system and, among others, of the perceptions
and usage of the city by communities. This article is divided into two
sections: the first one will analyze the economic transformations that have
reconfigured Mexico City. The second part of this essay will deal with the
transformations that have occurred in the urban structure of the capital in
relation to large trends that have been dealt with before: new commercial
compounds, neighborhood segregation, the coming of post modern
spaces, etc.
Resumen
I. INTRODUCCIÓN
Esa época fue una fase muy negra para la ciudad de México; las finanzas
también estaban en pésima situación, ya que los presupuestos fueron
reducidos y los subsidios haciéndose cada vez menores: la crisis fiscal de la
ciudad se hacía así evidente. Sin embargo ésta ha sido sin lugar a duda
menos dramática que en otros contextos internacionales, ya que es el
gobierno federal el que aseguraba la mayoría de los servicios, entre los
cuales la educación, y que además tomaba a su cargo los subsidios y las
enormes inversiones y gastos exigidos por el funcionamiento cotidiano de
una ciudad que llegaba a cerca de quince millones de habitantes en aquella
época.
Hacia 1988, la fase más sombría parecía haber sido dejada atrás: el
gobierno recién electo de Carlos Salinas de Gortari esperaba una
reactivación económica cuando tomó el poder el 1º de diciembre de 1988,
después de las elecciones tan contestadas de agosto. También hay que
subrayar que de 1988 a 1984 el crecimiento del Producto Nacional Bruto
tomó la clásica forma de campana, con tasas de crecimiento más elevados
de 1988 a 1991, seguidas por una reducción progresiva del crecimiento
durante los tres años siguientes.
por su parte aún perdió 56,000 empleos en ese mismo lapso de tres años.
globalización
Por otra parte, las empresas que se ubican en las primeras posiciones no
forzosamente producen en la ciudad de México: por cuestiones de registro,
son empresas cuya sede está en la ciudad de México, pero que pueden
eventualmente producir en otros sitios: las cinco primeras empresas de las
500 según el reporte de Expansión de agosto de 1999, son Petróleos
Mexicanos, Teléfonos de México, General Motors de México, Daimler
Chrysler de México, Cifra y subsidiarias (tiendas de sutoservicio
principalmente). Claro es que las cinco desarrollan sus actividades y crean
su empleo en varias ciudades o en todo el país en el caso de la telefónica.
100
Sería, sin lugar a duda, necesario mucho más que este artículo para
estudiar la complejidad de la sociedad de gestación en la ciudad de México,
para definir esta multiplicación de las necesidades, de aspiraciones, pero
también para entender la emergencia de los grandes miedos al otro que
acaban por romper el cristal frágil de la ciudad. Solamente vamos a
retomar aquí algunos de los aspectos de estas nuevas tendencias societales
103
en la ciudad de México.
Los restaurantes de moda han crecido por todas partes: mientras que en
numerosos países como Canadá, Mc Donalds y algunos restaurantes de
cadena son a lo más lugares de reunión para los jóvenes pero aún y sobre
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todo para los más pobres, el consumo "Fast Food" no ha perdido derecho
de piso en la ciudad de México o más bien lo adquiere tardíamente y por lo
mismo se ve muy demandado por una sociedad ávida de copiar los modos
de consumo americanos.
Por otra parte la seguridad pública hace bastante falta, salvo en dirección
de la Avenida Reforma que pretende ser los Campos Elíseos mexicanos;
inclusive puede ser peligroso lanzarse hasta ciertos barrios que
anteriormente eran mucho más tranquilos.
En esos barrios solamente las sirvientas son las que caminan por las calles:
las familias de nivel multiplican el número de automóviles y solamente
salen tomando las mayores precauciones; puertas eléctricas a los garajes,
guardias, vehículos bien cerrados y a veces blindados.
El aislamiento de los barrios de lujo es una práctica antigua que ahora llega
a su paroxismo con el sentimiento de inseguridad que raya a veces a la
paranoia, pero que también hay que reconocerlo tiene sólidas razones.
En estos nuevos barrios de lujo las oficinas no son permitidas pero los
antiguos barrios burgueses como Polanco, Chapultepec o Pedregal, de la
cual hablábamos antes, han padecido fuertes transformaciones de los usos
de suelo, por mecanismos informales, pero también mediante los planes de
ordenamiento que han permitido usos mixtos, a su turno, exigidos por una
parte de sus habitantes que quieren valorizar su patrimonio inmobiliario.
Así, numerosas oficinas han sido instaladas en casas que llegan a veces a
más de mil metros cuadrados construidos en jardines de varios miles de
metros cuadrados, para las cuales el impuesto predial se ha vuelto
insostenible para el uso residencial de una sola familia.
todo por el crecimiento de los precios de las rentas, que expulsó hacia las
periferias esos contingentes de población vía los mecanismos del mercado.
No se trata pues de desplazamiento forzado de la población pobre nada
de intervención militar pero buenas y duras estrategias de mercado que
tuvieron y tienen todavía efectos tan extremos como las expulsiones.
Los pobres se alojan entonces cada vez más en periferias distantes, pero la
distancia no solamente es el hecho del alejamiento geográfico, es mucho
más el resultado de las distancias social y económica con relación a la
ciudad de los ricos.
Sin salario, sin trabajo fijo pero también sin seguridad social, sin
indemnizaciones de desempleo, la población pobre de las periferias se
encuentra cada vez más aislada. Cierto porcentaje de la población activa se
emplea todavía en trabajos asalariados, (hemos estimado del orden de un
tercio en algunos barrios periféricos). Pero estos empleos son de baja
remuneración, inestables y poco calificados. El resto de la población
encontrará su subsistencia en el trabajo informal, sean empresas
clandestinas de tipo de talleres "sweat shops", sean en autoempleo, en
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Sin embargo sería erróneo dejar la impresión que los modos de vida en las
periferias pobres no pueden ser entendidos más que en función de la
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La burla que significan las marcas piratas es sin lugar a duda un signo de
integración a las corrientes de modernización en México pero en una forma
subnormal, siendo además una gran broma al modelo de modernización
que se realiza a través de una apertura de los mercados que excluye a las
mayorías. Las copias piratas de todas clases de bienes se han vuelto un
verdadero dolor de cabeza para el gobierno por la presión de los Estados
Unidos y de sus grandes consorcios, pero al mismo tiempo la producción
correspondiente representa una forma de burlarse de la dualización de la
sociedad, por parte de quienes quedan fuera de los sectores dinámicos.
Sin embargo, la presencia del otro podía ser asimilada más fácilmente por
el pasado, porque ese "otro" no era muchas veces más que una persona en
proceso de ascensión social como lo fueron la mayor parte de los migrantes
hacia la ciudad, la mayor parte de la población hace algún tiempo.
públicos.
Notas
1
Hablar de nuevos cambios económicos es algo presuntuoso en una ciudad
que ha cam-biado en forma sustancial a lo largo de su historia (Gruzinski,
1996). Sin embargo, consideramos que la larga fase de sustitución de
119
IV. BIBLIOGRAFÍA
Kresl, Peter Karl (1992). The urban economy and regional trade
liberalization, Praeger, Nueva York, 212 p. [ Links ]
Sassen, Saskia (1991). The global City, London, New York, Tokyo,
Princeton University Press, Princeton, 397 p. [ Links ]
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