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Biología Vegetal
Biología 5° Semestre
Las briofitas son plantas pequeñas conformadas por tres tipos de estas, que son los musgos,
hepáticas y antocerontes, siendo los musgos más conocidos ya que crecen sobre las piedras
suelo o los árboles como plantas epífitas. Además de las ya mencionadas características que
las hacen destacar en estudios de filogenia, tienen importancia ambiental gracias a que
participan en muchos procesos biológicos, como la captación de dióxido de carbono y
nitrógeno. También capturan agua dejándola fluir lentamente hacia los mantos freáticos,
arroyos, ríos y cuerpos acuáticos en general, ayudando con esto por ejemplo a que en los
bosques la humedad atmosférica permanezca de manera constante.
Como parte de su importancia biotecnológica destacan los compuestos encontrados en las
hepáticas, que poseen cuerpos de ácidos grasos celulares peculiares, organelos celulares
anclados a la membrana que consisten de terpeniodes etereales y aceites aromáticos
suspendidos en una matriz rica en carbohidratos o proteínas. Algunas características
biológicas de los terpenoides y los compuestos aromáticos son contacto alergénico
dermatítico, citotoxicidad, actividad anti-VIH e inhibición de la DNA polimerasa beta,
actividad antimicrobiana y antifúngica, inhibición de la alimentación en insectos, actividad
nematocidal, inhibidor del libramiento del anión de superóxido, inhibición de crecimiento de
plantas, actividad neurotrópica, relajante muscular, inhibidor de catepsina B y L, antagonista
de cardiotónicos y vasopresinas, y actividad anti-obesidad (Asakawa, 2011).
La conservación ex situ de briofitas incluye los bancos de germoplasma in vitro, que son
sitios para la conservación de los recursos genéticos en condiciones controladas de
laboratorio y que involucran diversas técnicas de cultivo y almacenamiento in vitro. En los
mismos se busca maximizar la diversidad de ejemplares recolectados de poblaciones en
campo o en su centro de origen. La unidad de colección que se mantiene en condiciones
controladas puede ser la semilla botánica o explantes vegetativos, dependiendo
principalmente del hábito de crecimiento de la especie. Además, con el cultivo in vitro se
facilita el intercambio de material genético, ya que muestras pequeñas pueden ser enviadas
en condiciones asépticas, incluso a países con regulaciones fitosanitarias muy estrictas. El
almacenamiento in vitro se puede clasificar, según su duración, en almacenamiento a corto
plazo y a largo plazo . En el primer tipo, generalmente se utilizan técnicas de cultivo in vitro
que fomenten el crecimiento reducido, mientras que en el segundo se utiliza principalmente
la crioconservación (Cousins y Adelberg 2008).
En el almacenamiento por corto plazo los explantes permanecen in vitro hasta por 12 meses,
manejando condiciones de cultivo para retrasar el crecimiento y aumentar los intervalos entre
subcultivos. Como parte de las estrategias empleadas para disminuir el crecimiento de los
explantes y aumentar los intervalos entre subcultivos, está el reducir la temperatura de los
cuartos de crecimiento, modificar los medios de cultivo y otros factores ambientales que se
deben tomar en cuenta para optimizar el almacenamiento. El almacenamiento por largo plazo
es muy seguro por lo que se usa extensivamente en agricultura, horticultura, y forestería para
la investigación y el monitoreo ambiental. Esta técnica permite almacenar meristemas y
ápices, células, callos y suspensiones celulares. Además, requiere de poco espacio y
mantenimiento. Se considera que el almacenamiento por largo plazo es una práctica útil para
evitar la variación somaclonal en plantas con propagación vegetativa y permite mantener los
explantes sin alteración alguna bajo estas condiciones, prácticamente por tiempo indefinido.
Para el almacenamiento por largo plazo, generalmente se utiliza la crioconservación, aunque
existe también la posibilidad de utilizar otras técnicas de cultivo in vitro en condiciones de
crecimiento reducido (Wang et al. 2005). La crioconservación permite el almacenamiento de
células, tejidos u órganos vegetales vivos a temperaturas extremadamente bajas (-80 °C)
(Shánchez-Chiang & Jiménez, 2010).
Algunos de los logros prácticos que se han obtenido en briofitas son: el cultivo de Marchantia
linearis en condiciones axénicas (Krishnan & Murugan, 2014), la conservación de briofitas
en peligro del mediterráneo usando el método de encapsulación-deshidratación (Ros et al.,
2013), el cultivo axénico y propagación del musgo Thamtobryum alopecurum (Vujičić et al.,
2012), e incluso la regeneración de briofitas provenientes de la edad de hielo temprana en un
glaciar en el polo (La Farge et al., 2013), por mencionar algunos. Esto demuestra la capacidad
de los cultivos celulares para conservar o inclusive restaurar las poblaciones de briofitas
debido a la alta compatibilidad que tienen con estas técnicas.
Las briofitas son conocidas por producir una amplia diversidad de metabolitos secundarios
para combatir estrés de tipo biótico y abiótico, como la predación, radiación UV,
temperaturas extremas y descomposición microbiana. Son la fuente de una amplia variedad
de metabolitos secundarios y por lo tanto prometen tener un gran potencial para aplicaciones
médicas y biotecnológicas. En los últimos años más de 400 compuestos químicos fueron
aislados de briofitas y estudiados estructuralmente. Algunos de los compuestos
biológicamente activos incluyen bioflavonoides, terpenos y terpenoides, y flavonoides de las
cuáles las hepáticas fueron reportadas como contenedores de una gran variedad de mono, di,
y sesquiterpenoides así como compuestos aromáticos como bibenzilos, benzonatatos,
cianuratos, y naftalatos (Asakawa, 1981). Las briofitas no eran consideradas hasta hace poco
como fuentes de metabolitos secundarios con posible aplicación médica debido a su tamaño
y sencillez, prefieriendo enfocar las investigaciones a los compuestos presentes en plantas
superiores. Sin embargo, se ha descubierto que las briofitas poseen compuestos únicos
inexistentes en plantas superiores, y por el poco estudio en ellas se piensa que la diversidad
de compuestos es mayor que aquella en plantas superiores.
Las briofitas ya habían sido reportadas como agentes antibióticos y varios compuestos
orgánicos solubles habían sido extraídos e investigados en el pasado. La literatura enfatiza
que los extractos acuosos y solubles en alcohol, u otros compuestos aislados, de alrededor de
150 especies de briofitas han mostrado actividad antimicrobiana contra bacterias gram
negaticas y positivas, y antifúngica. Los más recientes extractos obtenidos de Radula flacida,
Cyatodium africanum, Frullania spongiosa, Thuidium gratum, Ectropothecium
aeruginosum, Sematophyllum caespitosum, Stereophyllum radiculosum, Babulalam
berenensis, Campilopusa spericuspis and Calympereserosumlam berenensis, Campilopusa
spericuspis and Calympereserosum han mostrado una interesante acción antimicrobiana
(Olofin et al., 2013). Por lo tanto las propiedades antibióticas de las briofitas pueden ser
aprovechadas para propósitos terapéuticos contra un patógeno en específico (Mishra et al.,
2014).
Como las briofitas son la fuente de muchos metabolitos secundarios complejos, su enorme
aplicación en la medicina tradicional es enorme. Un gran número de briofitas son usadas en
la medicina homeopática. Alrededor del 3.2% de los musgos y el 8.8% de las plantas
hepáticas son usadas como medicina en la homeopatía. Especies como Sphagnum,
Marchantia, Riccia, Barbula, Bryum, Octeblepharum y Fontinalis son usadas para tratar
diversas enfermedades, incluyendo enfermedades cardiovasculares, inflamación, fiebre,
enfermedades respiratorias, infecciones, heridas y enfermedades de la piel (Banerji, 2001).
En china más de 30 especies pueden ser compradas en farmacias locales y cerca de 40
diferentes tipos de briofitas han sido usadas para tratar enfermedades del sistema
cardiovascular, tonsilitis, timpanitis, abscesos, y bronquitis, y para curar enfermedades de la
piel y quemaduras.