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Las bujías son el último componente del sistema de ignición y ayudan

a disipar el calor de la cámara de combustión

Todos los motores de combustión interna necesitan una chispa que prenda
la mezcla que los alimentará. ¿Recordáis el funcionamiento de los motores
a cuatro tiempos? Pues podríamos decir que las bujías protagonizan el
tercer ciclo.

Las bujías calientes tienen el aislador más largo y un recorrido de calor


indirecto permitiendo que su punta queme los depósitos de carbonilla que
puedan formarse al ir a velocidades más bajas, como cuando vamos por
ciudad.

Los motores de bajas prestaciones van con bujías calientes para mantener la
temperatura necesaria para su óptimo rendimiento. No obstante, nuestra
propia conducción puede incidir en el calentamiento del bloque motor y por
tanto, de las propias bujías.

Las bujías frías cuentan con un aislador de punta corta y un recorrido de


calor muy directo para que al ir a altas velocidades, como cuando
circulamos por carretera, no se produzca auto ignición ni cascabeleo. Pero
tampoco pueden quemar los restos de carbón que se depositan en los
electrodos. A mayor potencia de motor, más bujías frías serán necesarias
para evitar sobrecalentamientos.
Si observas el código que figura en una de tus bujías, además del número
que indica el grado térmico hallarás mucha más información. Aquí dejamos
esta tabla de equivalencias que esperamos pueda serte útil.

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