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Delitos contra la

integridad personal

Derecho
Penal II

1
Delitos contra la integridad personal. Lesiones.

Lesiones. Bien jurídico protegido. Modos de ataque. Sistematización

Art. 89. Se impondrá prisión de un mes a un año, al que causare a otro, en el cuerpo o en la salud,
un daño que no esté previsto en otra disposición de este Código.

Art. 90. Se impondrá reclusión o prisión de uno a seis años, si la lesión produjere una debilitación
permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o la dificultad permanente de
la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le hubiere inutilizado para el trabajo
por más de un mes o le hubiere causado una deformación permanente del rostro.

Art. 91. Se impondrá reclusión o prisión de tres a diez años, si la lesión produjere una enfermedad
mental o corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad permanente para el trabajo, la
pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro, del uso de un órgano o miembro, de la
palabra o de la capacidad de engendrar o concebir.

El bien jurídico protegido en este tipo de delitos es el derecho de cada individuo a la


incolumnidad de su cuerpo y su salud.

Lesiones dolosas. Lesiones leves, graves y gravísimas. Lesiones


calificadas y atenuadas.

Lesiones leves: es una figura subsidiaria que se aplica siempre que la lesión no integre otro delito
(por ejemplo el duelo). El daño o la lesión deben provenir de otra persona ya que la autolesión no
es punible.
Daño en el cuerpo: es la alteración -por leve que sea- de la contextura física de modo que altere
su conformación corporal. Este daño puede ser interno o externo, y no es necesario que cause un
perjuicio en la víctima. Algunos autores discuten sobre si el corte de cabello o las uñas pueden
configurar el delito de lesión, existiendo posturas en ambos sentidos.
Daño en la salud: es el detrimento funcional, parcial o general, físico o mental sufrido por la
víctima, a causa de la conducta del autor, cualquiera fuese la entidad del perjuicio causado.
La lesión puede ser cometida con dolo directo, indirecto o eventual, y puede ser ocasionada por
acción u omisión.

Lesiones graves: son debilitamientos funcionales permanentes (no perpetuos) comparados con
el estado anterior que gozaba la víctima. El art. reza al enumerar las circunstancias agravantes “…
produjere una debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o
la dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le
hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere causado una deformación
permanente del rostro…”. Todas tienen la característica de ser de larga duración en el tiempo,
aunque exista la posibilidad de sanar o curar, de forma más o menos rápida.
Lesiones gravísimas: implican pérdidas funcionales de carácter definitivo (aquí se encuentra la
diferencia con las lesiones graves). Supuestos: “…si la lesión produjere una enfermedad mental o
corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad permanente para el trabajo, la pérdida de
un sentido, de un órgano, de un miembro, del uso de un órgano o miembro, de la palabra o de la
capacidad de engendrar o concebir…”. Enfermedad es el estado de alteración orgánico funcional
que exige cuidados, curaciones o vigilancias especiales para no progresar. Es cierta o
probablemente incurable si, con certidumbre o verosimilitud, los conocimientos médicos no
pueden curarla o sanarla.
Los demás supuestos de lesiones gravísimas, los agravantes y atenuantes, se encuentran
suficientemente desarrollados en el manual, e inclusive, se recurre en dicho texto a jurisprudencia
del TSJ que ilustra en cuanto a su aplicación e interpretación en forma concreta.

Veamos ahora a los fines de adunar lo ya visto, cómo trata o analiza un hecho típico de
lesiones la jurisprudencia del TSJ de la Provincia de Córdoba. Fallo dictado en autos "SAMPO
RUBEN ROBERTO - p.s.a. Lesiones gravísimas, otros. -Recurso de Casación-" (Expte. "S",
11/2000) – (27/11/00).
Análisis – Hechos – Calificación legal: “…El yerro que le atribuye al Tribunal a quo, finca en
la interpretación que realiza sobre la circunstancia fáctica que estructura un elemento normativo
del tipo en análisis, cual es la pérdida de un órgano. Así, para el recurrente la extirpación del bazo,
no tiene el alcance que requiere el tipo, toda vez que el concepto de "órgano", en el sentido de la
ley, no es anatómico sino funcional. Por ello, entiende que de acuerdo a los conocimientos de la
ciencia médica, el bazo constituye una glándula vascular integrante del sistema linfático, cuya
función principal, al igual que los demás órganos linfoides, es la formación de glóbulos blancos. Es
así, que aún en caso de su extracción puede ser suplida por los demás órganos linfoides
mencionados; razón por la cual no cabría hablar de pérdida en el sentido funcional, sino
eventualmente de un debilitamiento de la misma, lo que resulta encuadrable en el figura
de lesiones graves del art. 90 del C.P. Aduce, que tratándose el órgano de un elemento normativo
del tipo penal en cuestión, su valoración como tal, por parte del juzgador, se encuentra supeditada
a la apreciación de pautas científicas no siempre inmutables, a las cuales la ciencia jurídica
debe avenirse conforme el avance del conocimiento científico respectivo. Por último propicia el
cambio del encuadramiento legal, debiendo aplicarse el art. 90 C.P., solicitando a su vez una
reducción de la pena impuesta a su asistido, arreglada a la nueva escala penal aplicable. Para ello
teniendo en cuenta el criterio aplicado por el a quo, (que entendió procedente el mínimo de la
escala prevista en el art. 91 del C.P.), pide se fije en un monto cercano al mínimo previsto
en el art. 90 ib., de modo tal que con su unificación no supere los tres años de prisión. III.1. El
Tribunal de mérito al establecer la plataforma fáctica -en lo que a este delito interesa- ,
determinó que el imputado Sampó, extrajo de la cintura un revólver y disparó en contra de Carlos
Reynoso a quien hirió en el flanco izquierdo de su vientre, con un orificio de entrada
redondeado de un centímetro de diámetro, interesó tejidos blandos y perforó su intestino,
por lo cual debieron intervenirlo quirúrgicamente, para realizar una resección yuyenal
segmentaria y extirparle el bazo, heridas que pusieron en peligro su vida y por las cuales le
asignaron cuarenta y cinco días de inhabilitación para el trabajo (fs. 227), razón por la
que, al considerar esta lesión como pérdida de un órgano, subsume los acontecimientos en
los términos normativos del art. 91 C.P (fs. 230). 2. Conforme lo establece el artículo 91 del C.
Penal, "se impondrá reclusión o prisión de tres a diez años, si la lesión produjere una
enfermedad mental o corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad permanente para el
trabajo, la pérdida de un sentido, de un órgano o un miembro, del uso de un órgano o miembro, de
la palabra o de la capacidad de engendrar o concebir". Entrando al análisis del planteo formulado
por el recurrente, el núcleo central radica en examinar cual es el alcance de la extirpación del
bazo en los términos del dispositivo aplicado. 3. Adelanto mi opinión y estimo que la
calificación legal del hecho atribuido al imputado como Lesiones Gravísimas, es correcta.
Doy razones: a. Según se expresara en el precedente "Montivero, Julio Alberto p.s.a.
homicidio preterintencional - Recurso de Casación", S. nº 56, del 13 de agosto de 1998,
dictada por este Sala, se expuso lo siguientes fundamentos: La ley penal castiga en el art. 91 con
mayor severidad, entre otras situaciones, cuando la lesión del actor produce la pérdida del
órgano o de su uso. El cuestionamiento del recurrente en cuanto a que las funciones que el bazo
comúnmente desarrolla no son insustituibles, lo es con prescindencia de lo establecido por la
ley interpretada (C.P., 91) que reprime tanto la pérdida de un órgano como su uso. "La ley no se
refiere a la pérdida de una función sino a la pérdida de una estructura orgánica destinada a una
función, aunque no sea la fuente exclusiva de ella" (Núñez, Ricardo C., "Derecho Penal
Argentino", Pte. Especial III, 207, Ed. Bibliográfica Argentina, 1965). Así también lo entendió
autorizada doctrina (Soler Sebastián, "Derecho Penal Argentino", t. III, 129, Ed. Tea, 1970;
Fontán Balestra, "Tratado de Derecho Penal", T. IV, 280, Ed. Abeledo Perrot, 1968; Laje
Anaya-Gavier, "Notas al Código Penal Argentino", t. II, Pte. Especial, Ed. Lerner, 1995, 63;
Laje Anaya, Justo, "Comentarios al Código Penal", Parte Especial, vol. III, 79 y 75; Creus,
Carlos, "Derecho Penal", P.E., t. I, 84, Ed. Astrea, 1983). Si conforme se comenzara en estos
considerandos, la ley indica como lesiones gravísimas por un lado la "pérdida" de un órgano y
por otro del "uso" de un órgano, se están indicando dos tipos de afectación que no pueden
superponerse. El uso es funcional, la pérdida es anatómica aunque la función del órgano sea
sustituida por otros (En igual sentido, Cámara de Acusación de Córdoba, 16/9/88, "Brandán";
Lucero Ofredi, "Estudios de las figuras delictivas", dirigido por Daniel P. Carrera, Ed.
Advocatus, Córdoba, 1994, págs. 128/129). En la jurisprudencia, la
solución adoptada es seguida por: C.C. Concepción del Uruguay, 30/11/61, L.L. 102-488. S.T.
Entre Ríos, 17/6/53, L.L. 71-429, J.A. 1953.IV.369, citados por Rubianes, "Código Penal", t. 2,
595, Depalma, 1974; C.C. Cap. s. 21/12/78, "Lanitte", cit. por Rubianes, ob. cit. 3º actualización,
Ed. Depalma, 1980, p. 198; C.N.Cr. y Corr., sala IV, diciembre 21-1978, "Lahitte", L.L.
1979-A-447; S.C. Buenos Aires, 24/8/82, "Suárez"; C.Cr. Sta. Fe, sala I, 18/4/80, citados por L.L.,
Digesto, t. VI, p. 737/738, Bs. As., 1996). En tal entendimiento, agrego que, la privación puede
originarse entonces, por dos causales: a) pérdida anatómica y b) ausencia de toda efectividad
funcional (pérdida del uso), las que actúan en forma indistinta. La pérdida anatómica de un órgano
sólo se considera lesión grave por disminución funcional, en los supuestos en que la función
es cumplida por órganos dobles. Contrariamente, en aquellos órganos anatómicamente únicos,
como el bazo, que contribuye a una función común con otros distintos, la extirpación de esa
pieza anatómica da lugar a la lesión gravísima (Cfr. CREUS CARLOS, "Derecho Penal", Parte
Especial, Tomo I, Ed. Astrea, 1983, pág. 84)…”.
Lesiones culposas. Persecución penal de las lesiones leves.
Lesiones culposas: las mismas conductas que fundamentan la imputación de homicidio culposo,
lo hacen respecto de las lesiones culposas.

Art. 94. Se impondrá prisión de un mes a tres años o multa de mil a quince mil pesos e
inhabilitación especial por uno a cuatro años, el que por imprudencia o negligencia, por impericia
en su arte o profesión, o por inobservancia de los reglamentos o deberes a su cargo, causare a
otro un daño en el cuerpo o la salud. Si las lesiones fueran de las descriptas en los artículos 90 o
91 y concurriera alguna de las circunstancias previstas en el segundo párrafo del artículo 84, el
mínimo de la pena prevista en el primer párrafo, será de seis meses o multa de tres mil pesos e
inhabilitación especial por dieciocho meses.

A continuación se incluyen algunos ejemplos de hechos que encuadran en el tipo de lesiones


culposas, y otros en donde sus elementos componentes no lo permiten. A los fines de su análisis,
los jueces de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional utilizan la “teoría de la imputación
objetiva”, por ello, se recomienda su repaso del manual obligatorio de la materia “Derecho Penal
Parte General”.

1) Hecho: La imputada fue procesada en orden al delito de lesiones culposas. Se le atribuyó el no


haber controlado debidamente a su perro, cuando el 21 de septiembre de 2007 lo paseaba sin
llevar correa ni bozal colocados, y se abalanzó sobre una persona a la que le mordió su
brazo derecho y le provocó lesiones de leve entidad. Fallo: "(...), el riesgo creado que se
concretó en las lesiones causadas a (...), ha sido la consecuencia directa de una conducción
irresponsable del animal, siempre que por no llevar dispuesto el bozal, ni la correa
reglamentarias, agredió al damnificado. (...). Luego, como ha sido entendido, "quien posee en
su esfera de dominio una fuente de peligro (...animales...) para bienes jurídicos, es el
responsable de que tal peligro no se realice." (1). Así, puede concluirse en que, del deber de
control de fuentes de peligro que operan en el propio ámbito de dominio, se deriva la posición
de garante, que implica asumir el control correspondiente que tiende a velar por la
indemnidad de los bienes jurídicos (2). En consecuencia, se verifica conformado el juicio de
convicción exigido por el artículo 306 del Código Procesal Penal, en la medida en que dable
es sostener, con el convencimiento que requiere esta etapa del proceso, que las lesiones de la
víctima encuentran como nexo causal la imprudente actividad de la encausada, al no
mantener el efectivo dominio del animal que, bajo su custodia, se encontraba sin el bozal
reglamentario colocado. Por ello, esta Sala del Tribunal RESUELVE: CONFIRMAR el auto
documentado a fs. 51/54, en cuanto fuera materia de recurso. (...)".
Autos: “SIGAL, Martha B. - 11/07/08 - c. 34.579”, Sala VII.

2) Hecho: En los delitos culposos a fines de acreditar la responsabilidad penal del acusado,
se debe verificar necesariamente la existencia de una violación al deber objetivo de cuidado,
que haya creado o aumentado un riesgo jurídicamente desaprobado y que tenga una relación
directa con el resultado típico. "...las intervenciones médicas sobre el paciente pueden generar
peligro..."; "…la norma prohíbe solamente aquellas que sobrepasan el nivel del
riesgo permitido: sobre éstas recae el enfoque del sistema penal...". Si la lesión sufrida
por la damnificada al efectuarse un tratamiento estético (peeling químico), no fue producto de
una negligencia o imprudencia del encausado en su lex artis, sino una reacción propia, posible e
inevitable de la técnica a la que se sometió, corresponde confirmar el sobreseimiento dispuesto en
orden al delito de lesiones culposas”. Autos: “SUAREZ VARAGOT, Osvaldo - 20/07/06 - c. 29.591”,
Sala IV.
3) Hecho: "quien posee en su esfera de dominio una fuente de peligro (...animales...) para
bienes jurídicos, es el responsable de que tal peligro no se realice". Del deber de control de
fuentes de peligro que operan en el propio ámbito de dominio, se deriva la posición de garante,
que implica asumir el control correspondiente tendente a velar por la indemnidad de los bienes
jurídicos. El imputado al no haber observado el reglamento que le imponía el deber de
conducir a su can de raza "rottweiler" con correa o bozal, omitió el deber de control provocando
las lesiones en el cuerpo del damnificado. Por ello, corresponde confirmar el auto decisorio que
dispuso el procesamiento del encausado en orden al delito de lesiones culposas”.
Autos: “MELGAREJO MIRANDA, Luis - 28/06/06 c. 29.342”, Sala VII.

4) Hecho: “Si bien todo conductor debe tener en cuenta las contingencias del tránsito, no
puede elevarse esta previsión a un principio absoluto de responsabilidad, cuando un conductor
que realizó el cruce correctamente, con luz habilitante, a velocidad normal, resultando
evidentemente imprevisible la aparición del damnificado a bordo de su bicicleta, quien con
su actuar, en principio desaprensivo, se habría autocolocado en situación de riesgo, al efectuar
una maniobra peligrosa. "Sin embargo, ... mayor importancia práctica... la tenga aquellos
otros supuestos en los que la víctima con su propio comportamiento da la razón para que la
consecuencia lesiva le sea imputada; casos en los que, por lo tanto, la modalidad de
explicación no es la " desgracia", sino la lesión de un "deber de autoprotección" o incluso la
"propia voluntad"; las infracciones de los deberes de autoprotección y la voluntad se agrupan
aquí bajo el rótulo de "acción de riesgo"...Al igual que el autor no puede comportarse de modo
arriesgado distanciándose de las consecuencias de su comportamiento, tampoco la víctima
puede asumir un contacto social arriesgado sin aceptar como fruto de su comportamiento las
consecuencias que conforme a un pronóstico objetivo son previsibles..." (*). "...el daño ha de ser
la consecuencia del riesgo corrido y no de otros fallos adicionales, y el sujeto puesto en peligro
ha de tener la misma responsabilidad por la actuación común que quien lo pone en peligro. Y
además aquél, al igual que ya sucede en la autopuesta en peligro, ha de ser consciente del
riesgo en la misma medida que quien lo pone en peligro. Si se dan estos dos presupuestos,
habrá "asumido" el riesgo". El damnificado asumió la consecuencia de la conducta atribuida al
imputado, desde que efectuó el cruce de la avenida en diagonal, existiendo una "asunción
del riesgo" por parte del mismo, puesto que el resultado - las lesiones padecidas- fue producto
del riesgo corrido, como así también, éste era consciente del mismo, por lo que debe
revocar el procesamiento del incuso y ordenar su sobreseimiento”.
Autos: “VERON, Antonio - 8/06/06 - c. 29.659”, Sala VI.

5) Hecho: “Debido a su condición de guía turístico, el encartado revestía la calidad de garante


y en función de ello tenía el deber de proteger al contingente escolar, estacándose que tanto el
lugar donde se asienta la cantera como sus inmediaciones, eran particularmente peligrosos
debido a los elementos que se manipulaban. También el encargado de voladuras de la
cantera revestía la posición de garante y quedaría bajo su responsabilidad evitar la presencia o
por lo menos el acceso de particulares a los explosivos diseminados por ese lugar o sus
alrededores. Resulta intrascendente si el contingente escolar contaba o no con autorización para la
recorrida y si la visita se llevó a cabo durante una jornada en la que no se
desarrollaban tareas en la cantera. Por tanto, corresponde confirmar el procesamiento de los
imputados en orden al delito de lesiones culposas graves”. Autos: “BENEDET, Mario D. - 21/03/06 -
c. 28.261”, Sala IV.
6) Hecho: “Si está demostrado que en su condición de experto médico a cargo (jefe de
radiología), nunca constató si la sonda fue bien o mal colocada, porque "no tenía la mirada fija
en la paciente al momento de la colocación" o "no pudo ver dónde estaba colocada, es
decir si estaba vía anal"; demuestra sin ambages que incumplió el art. 20 de la ley 17312
que prohíbe "delegar en su personal auxiliar, facultades, funciones o atribuciones
inherentes o privativas de su profesión", en el caso, al menos ejercer el control debido de
lo que su auxiliar efectuaba. La "división de tareas" o "la sencillez de la práctica" no lo eximen de
su compromiso profesional, porque era su obligación fiscalizar la maniobra que le
encomendaba al técnico radiólogo, quien cometió un error grosero en la colocación de la sonda.
En materia de responsabilidad médica, la culpa se debe apreciar únicamente, cuando ésta
deviene de circunstancias que revelen imprudencia o negligencia contrarias a las normas del
arte o profesión. Es que el principio de confianza, en particular en la cooperación con división
del trabajo, debe retroceder cuando los intervinientes (caso del médico que dirige la operación)
poseen especiales deberes de vigilancia o concretas misiones de control. En esa dirección,
"quien aparece como jefe o encargado del mismo [equipo médico] siempre tiene bajo su
responsabilidad una serie de aspectos residuales de control que están ineludiblemente a su
cargo sin perjuicio de la delegación. De alguna forma el jefe es el garante del adecuado
funcionamiento del equipo y de que la división de roles sea un beneficio y no un peligro que se
concrete en perjuicios al paciente". Fue el técnico radiólogo quien violando el deber de
cuidado, provocó la lesión excediendo las facultades propias de su cargo, porque sabía que, en
todo caso, su función como auxiliar sólo le permitía "la colocación de los chasis y aplicar la
técnica correspondiente en el teclado del aparato de rayos". Incumplió las obligaciones del art.
85 de la ley 17.132 que le compele a "actuar únicamente por indicación y bajo control médico
... directo y en los límites de su autorización", exceso que no puede excusarse tan sólo con
el argumento de que "se limitó a cumplir con las órdenes del médico ... en virtud de obediencia
debida", ya que aun cuando le pudo ser encomendada esa tarea, la debió ejecutar conforme a
las reglas de la lex artis o bien pudo negarse a ejecutarla por resultar legalmente prohibida en
esas condiciones. En la imprudencia penal no ingresan lo fortuito o el acaso sino lo previsible o
evitable. De ahí que, en el ámbito de los profesionales de la salud, surgen dos reglas
básicas: el deber de actuar prudentemente en situaciones de riesgo y el deber de omitir
acciones peligrosas. Deviene procedente confirmar el procesamiento de los imputados en orden
al delito de lesiones culposas…”.
Autos: “ARONOW, Isaac y otro - 14/02/06 - c. 28.349”, Sala VII.

Las lesiones graves y gravísimas son perseguibles de oficio. Las leves son dependientes de
instancia privada (art. 72 CP), salvo que mediaren razones de seguridad o interés, en cuyo caso,
se procede de oficio. Se dan estas razones cuando por su naturaleza o circunstancia, el hecho
resulta sintomático de un peligro potencial para las personas o los bienes. Concurren razones de
interés jurídico cuando su conocimiento y juzgamiento resulta útil para el orden o bienestar de la
comunidad.
Homicidio y lesiones en riña y agresión. Bien jurídico protegido
Art. 95. Cuando en riña o agresión en que tomasen parte más de dos personas, resultare muerte o
lesiones de las determinadas en los artículos 90 y 91, sin que constare quiénes las causaron, se
tendrá por autores a todos los que ejercieron violencia sobre la persona del ofendido y se aplicará
reclusión o prisión de dos a seis años en caso de muerte, y de uno a cuatro en caso de lesión.

Art. 96. Si las lesiones fueron las previstas en el artículo 89, la pena aplicable será de cuatro a
ciento veinte días de prisión.

Definición de riña y agresión.


La riña o agresión sigue la teoría de la “incertidumbre sobre el autor”, ya que en la riña no existe lo
que se denomina complicidad. La riña es un acontecimiento recíproco (ataque y defensa de todos
los intervinientes) que impide poder individualizar al autor de las lesiones o muerte. La agresión es
un acontecimiento de varios contra uno u otros que se limitan a defenderse pasivamente porque si
la defensa es activa, devolviendo las agresiones, volvemos al tipo de riña.

Estructura del delito.


Para que se configure este tipo deben darse algunos requisitos: 1) que tomen súbitamente más de
dos personas; 2) que entre los intervinientes no exista acuerdo para matar o lesionar; 3) que
resulte alguien muerto o lesionado; 4) que se ignore quién fue el autor; 5) que se conozca quienes
ejercieron violencia sobre la o las personas. El dolo requerido es el de intervenir en la riña o
agresión desplegando violencia.

Para la Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal señala: “Para que se configure
el delito de homicidio por agresión (art. 95 del C.P.) la acción de los agresores debe ser el fruto
del impulso de la particular decisión exaltada de cada uno, no pudiendo ser concertada,
preordenada, o improvisadamente. Si existió una verdadera participación criminal, una
concertación de voluntades, un actuar conjunto y un final ordenado; se configura la mentada
convergencia y debe descartarse la figura del art. 95 del CP. La jurisprudencia ha admitido la
responsabilidad penal por homicidio a título de coautor en quien no hubiere asestado la
puñalada mortal (CSJN, L.L. 17-654) y la Suprema Corte de Buenos Aires, ha condenado por
homicidio a quien, a pesar de no haber sido él sino su cómplice quien infirió a la víctima la
lesión mortal, tomó parte en la ejecución del hecho en virtud de un acuerdo previo y en acción
conjunta (Registro Nº 1063, autos "Canevaro, Ignacio R. y otros s/ recurso de casación", 12/09/96,
Causa Nº: 749.
Por su parte –ante distintos supuestos- la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional
sostiene:
1) “…Para que sea aplicable la figura de homicidio en riña (art. 95 del C.P.) resulta
necesaria la presencia de distintas condiciones -desde el plano objetivo-: a) que no conste
quiénes causaron la muerte; b) que la muerte resulte de una riña o agresión; c) que se haya
ejercido violencia sobre la víctima. Si se ha demostrado quien ha sido el autor de los hechos
denunciados, no se da la primer condición indispensable para la procedencia del tipo legal y
por dicha razón, resulta innecesario el estudio de los demás requisitos. Por tanto, corresponde
confirmar la resolución que dispuso el procesamiento del imputado en orden a los delitos de
homicidio simple en concurso real con el de lesiones leves…” (Autos: “GARCIA, Pedro - 12/06/06 -
c. 29.881”, Sala VI).
2) “…Corresponde encuadrar en la figura de homicidio por agresión, entendida ella
como el acometimiento de varios contra otro u otros limitado o limitados a defenderse, al
hecho que los testigos refirieron como un gran tumulto del cual el damnificado apareció
gravemente herido, luego muerto, sin que exista riña previa como ataque y defensa de todos los
intervinientes…” (Autos: “LUNA, Rafael - 7/06/02 - c. 18.644”, Sala IV).

Diferencias y semejanzas con la participación criminal.


Como señala Ricardo Núñez la riña tipificada en nuestro ordenamiento legal
penal sigue la teoría de la “incertidumbre sobre el autor”, lo cual, de acuerdo a su origen, implica
que en la riña “no hay complicidad”, “… cada uno responde por sus propios golpes, y si no se
alcanza a descubrir quién fue el matador, ninguno es responsable de homicidio” (citado por el
autor, Carrara, Programa, § 1304). No obstante, esa regla que conducía a la impunidad de los
partícipes en la riña con resultado de muerte “…fue complementada sacándose un argumento,
expresado a los fines del resarcimiento del daño por la ley Item Mela § ed si pluses, Digesto, ad
legem Aquiliam en cuanto disponía que si muchos hirieron al siervo y no constare quien lo hizo
todos se obligan”. Esta regla traducida a la figura en cuestión señala que si en una riña hubo como
resultado un homicidio y se ignora quién entre los corriñentes fue su autor, todos los intervinientes
en aquella deben ser sometidos a una pena extraordinaria más benigna (citado por el autor
Carrara, Programa, § 1305…, Núñez pág. 76 y ss.).

Teniendo en cuenta el desarrollo eminentemente teórico de las unidades, se les recomienda leer
los fallos y dictámenes fiscales que se agregan en una carpeta adjunta a la presente unidad o
lectura. La intención es que ustedes tomen contacto directo con "Derecho penal II" en toda su
dinámica, y en este sentido, qué mejor método que el estudio de las resoluciones emanadas por
los tribunales o procuradores fiscales, quienes tienen la tarea de poner en marcha todo el
andamiaje teórico que compone nuestra materia. Algunos fallos son extensos, y no son de tipo
obligatorio, no obstante se aconseja -en la medida de su tiempo- su lectura
Delitos contra las personas (continuación)
Delitos de peligro contra la vida e integridad personal.

Abuso de armas Bien jurídico protegido. Sistematización.


Art. 104. Será reprimido con uno a tres años de prisión, el que dispare un arma de fuego contra
una persona sin herirla. Esta pena se aplicará aunque se causare herida a que corresponda pena
menor, siempre que el hecho no importe un delito más grave. Será reprimida con prisión de quince
días a seis meses, la agresión con toda arma, aunque no se causare herida.

El artículo abarca dos figuras distintas, por un lado, el “disparo de arma de fuego”, por otro,
“la agresión con arma”.

Disparo de arma de fuego. Estructura del delito. Subsidiariedad.


Agravante, atenuantes, (Ley 24.193 y ley 23.592).
Conducta: disparar un arma de fuego contra una persona sin herirla, o que le cause herida
a la que corresponda pena menor, siempre que el hecho no importe un delito más grave. El bien
jurídico que se intenta proteger en este caso es el peligro “real” (no abstracto) que implica para la
seguridad de las personas el desplegar estas conductas. “Arma de fuego” es un tipo de arma que
dispara proyectiles en virtud de un mecanismo de explosión. Existen otros tipos de armas que
disparan elementos pero que no responden a este mecanismo (Ej. lanzallamas, aire comprimido,
ballesta, arco y flecha, otros.). La intención del sujeto activo, del autor, es dirigir el proyectil en
dirección de una o varias personas creando un peligro real y concreto para ellas. La figura
requiere dolo directo o eventual, y admite tentativa.

Subsidiariedad: a) objetiva. El disparo puede ser absorbido por la propia victima (Ej. en caso de
lesiones graves o gravísimas). También puede ser absorbido por otro delito que lo contenga como
por ejemplo un disparo que es abarcado por un hecho de robo con uso de arma de fuego. b)
subjetiva. Es la intención del autor la que desplaza la figura (Ej. tentativa de homicidio). No
obstante, la intención de matar no se desprende sólo del disparo, sino de circunstancias, objetivas
–que rodean el hecho- y subjetivas –que rodean al autor-.

Veamos cómo es utilizada la figura prevista en el art. 104 del CP en un caso concreto
(“disparo un arma de fuego contra una persona sin herirla”). A tales fines se extrae parte de la
sentencia nro. 41, del 12 de octubre de 2005, dictada autos caratulados: "GAUNA CLAUDIO
ALEJANDRO p.s.a. de HOMICIDIO SIMPLE EN GRADO DE TENTATIVA" (Expte. Letra "G", N°
05/05), por la Sala Unipersonal N° 2 de la Excma. Cámara de competencia múltiple de la Novena
Circunscripción Judicial con asiento en la ciudad de Deán Funes. En esta sentencia (cuyo texto
completo se incorpora en carpeta de “Fallos y dictámenes Unidad 4”), se delimita el elemento
subjetivo de la figura, contraponiéndolo al que requiere la figura de homicidio (en grado de
tentativa).

Hechos y calificación legal:


“Mérito de la Causa: (existencia del hecho y autoría): El examen de los elementos de
prueba precedentemente enunciados me permite adelantar que el hecho tuvo existencia histórica
y que el acusado fue su autor, con la salvedad que no medió intención homicida, ni que las
pequeñas lesiones que presentó la victima hayan sido consecuencia de los disparos de arma de
fuego. En efecto, la plena acreditación del hecho y la participación del imputado Gauna no ofrecen
mayores dificultades probatorias, toda vez que contamos con los firmes dichos de los jóvenes
agredidos, Erika Aliendo y José Santi quienes brindaron un pormenorizado relato del suceso cuya
autoría adjudican a Gauna. Bien se puede inferir de estos dos testimonios que el imputado, ex
novio de la joven Aliendo, movido por el rencor y despecho en razón de que ésta había entablado
nuevas relaciones sentimentales con Santi, y en ocasión en que ambos se encontraban sentados
en la puerta de la vivienda de la novia se acercó hasta una distancia entre los dos y tres metros y
extrajo un revólver calibre 38 con el que efectúo primero dos disparos de arriba hacia abajo que
pasaron a escasa distancia de los jóvenes, sin dar en el blanco, incrustándose en la pared de la
vivienda, a la altura del zócalo, según muestras las fotografías de fs. 68, 70 y 71 para luego
efectuar dos disparos más hacia la casa en donde se había refugiado Erika, los que también
terminaron uno en la pared a la altura de la chapa que individualizaba el número de la casa (ver fs.
73) y el otro en el marco de la puerta de entrada (ver fotografías de fs. 74/75), para finalmente un
quinto disparo dirigirlo hacia el joven Santi cuando escapaba del lugar intentando ponerse a
resguardo (Ver fotografía de fs.77). Cuadra destacar por cuanto se trata de una cuestión fáctica
que la finalidad de matar que le atribuye el documento acusatorio se desvanece al examinar las
circunstancias objetivas que rodearon la balacera. La corta distancia hacia las víctimas en que se
colocó el agresor, entre dos y tres metros, para efectuar los dos primeros disparos, plantea el
siguiente interrogante: ¿Porque razón no dio en el blanco?, si efectivamente el tirador se ubicó en
la posición que da cuenta la fotografía de fs. 69, vale decir, bien parado, frente a la víctimas, las
que conformaban un blanco fijo. La respuesta al interrogante planteado, conduce a mi modo de
ver ha sostener la falta de intención de matar en la actividad final del acusado. Abonan esta tesis,
las declaraciones de los testigos Luis Alfredo Gariglio, policía, quién confeccionó el Acta de
Inspección Ocular de fs. 3 y el Croquis de fs. 4, y de su colega Carlos Andrés Soria, especialista
de la sección Huellas y Rastros, quién tomó las fotografías agregadas a la causa e incorporadas al
debate, los que fueron contestes en afirmar que por las comprobaciones efectuadas en el lugar
del hecho (ubicación del tirador respecto a las victimas, y huellas dejadas por los disparos),
resultaba evidente que no quiso dar en el blanco, ya que era más difícil errar que acertar. En igual
sentido declaró el joven Santi. Finalmente resta considerar si las pequeñas lesiones que presentó
la víctima Erika Marisel Aliendo (de piel en hombre izquierdo y tercio antero superior de brazo
izquierdo) según el certificado médico obrante a fs. 9 puede atribuirse a uno de los disparos de
arma de fuego efectuado por Gauna como lo sostiene la acusación. La prueba aportada para
resolver esta circunstancia fáctica resulta de una insuficiencia patente, deficiencia probatoria que
me impide compartir la postura del señor Fiscal de Cámara. Ni del certificado enunciado, ni del
testimonio del médico que lo emitió, Pablo Semeniuk, se puede inferir que dichas lesiones sean
compatibles con las producidas por el proyectil disparado por un arma de fuego, en este caso de
un revolver de grueso calibre (38), cuya aptitud para su uso especifico no se ha sido puesta en
tela de juicio por cuanto la pericia balística de fs.86/89 disipa toda duda al respecto. Sin embargo
sobre la naturaleza del elemento empleado para producir la lesión, peligro de vida, inhabilitación
para el trabajo, tiempo de curación otros., circunstancias que de rigor deben investigarse con el
aporte de la medicina legal, nada se ha dicho en la causa, por el contrario el Dr. Semeniuk se
limitó a consignar sólo la presencia de una "herida de piel en hombro izquierdo" y en brazo del
mismo lado, refiriendo al tiempo de prestar declaración que dado el tiempo transcurrido no podía
afirmar si era de arma de fuego (ver fs. 90), que se trataba de una herida superficial, sin
trascendencia (ver fs. 253 vta.). Como corolario de todo lo expuesto tengo por acreditado el
siguiente HECHO: En la medianoche del diez de enero de dos mil cinco, el prevenido Claudio
Alejandro Gauna munido de un revólver calibre 38, marca "Taurus", cargado con seis proyectiles
aptos para su uso especifico que ocultaba entre su ropa, se apersonó hasta el frente de la
vivienda sita en calle Hipólito Irigoyen N° 692 de la localidad de San José de la Dormida (Depto.
Tulumba, Pcia. de Córdoba), en donde se encontraba su ex novia Erika Aliendo sentada en la
verja junto a su actual novio José Augusto Santi. Movido por el rencor y el despecho hacia la
nueva pareja y tras acercarse hasta el cordón de la vereda ubicándose de frente a los nombrados
a una distancia aproximada entre dos y tres metros, extrajo el arma que portaba y apuntando
hacia los jóvenes efectúo dos disparos de arriba hacia abajo que pasaron a escasa distancia, sin
dar en el blanco, incrustándose en la pared de la vivienda, a la altura del zócalo, para luego
efectuar dos disparos más hacia la casa en donde se había refugiado Erika, los que también
terminaron uno en la pared a la altura de la chapa que individualizada el número de la casa y el
otro en el marco de la puerta de entrada para finalmente un quinto disparo dirigirlo hacia el joven
Santi cuando escapaba del lugar intentando ponerse a resguardo sin herirlo. Vale decir que el
hecho acreditado resulta sustancialmente coincidente con el contenido en la pieza acusatoria
originaria, con exclusión de la intención homicida allí contenida y de las lesiones leves que
presentaba la joven Aliendo, que no pueden atribuirse con certeza al accionar del acusado. En
consecuencia dejo así fijado el suceso acreditado (CPP art. 408 ic. 3) y contestada la primera
cuestión planteada. A LA SEGUNDA CUESTION PLANTEADA DOY LA SIGUIENTE
RESPUESTA: Conforme a las circunstancias fácticas fijadas al resolver la cuestión precedente, la
intención homicida por parte del imputado ha sido descartada. Para mayor fundamento acerca de
la condición subjetiva de la tentativa de homicidio, me remito a mi voto en la causa "Camaño"
(Sent. N° 3 del 22/12/92) y en igual sentido a la causa "Barrera" (Sent. Crim. N° 6 del 21/03/02,
Sala Unipersonal N° 1) ambos de este tribunal, pronunciamientos en donde se adhiere a la
doctrina que sólo admite dolo directo en la tentativa (Núñez y Fontan Balestra). Sin embargo no
puedo desconocer que hoy, parte de importante doctrina considera que el dolo de la tentativa no
se diferencia del dolo del delito consumado, vale decir que si para la consumación es suficiente
con el dolo eventual, también será suficiente para la tentativa (Conf. Bacigalupo, Lineamientos de
la Teoría del Delito, 3er. Ed. Hammurabi, pags.154/155). Desde este último punto de vista, en el
sub judice no podemos afirmar que el acusado Gauna se haya representado como posible o
probable la realización del tipo de homicidio, precisamente por todas aquellas circunstancias que
rodearon el iter criminis. En efecto, si pese al alto poder de fuego del arma empleada; a la escasa
distancia en que efectúo los disparos y a la trayectoria de los mismos, no dio en el blanco, resulta
evidente que no medio propósito homicida, máxime cuando ningún obstáculo ajeno a su voluntad
le impedía su consumación. Como corolario de todo lo expuesto la conducta del encartado Gauna
configura el delito de Abuso de Armas reiterado (dos hechos) en los términos del art. 104 primer
párrafo del C.P. que reprime al que disparare un arma de fuego contra una persona sin herirla.
Que en la emergencia ha mediado concurso real (C.P. art. 55) por cuanto primero dirige su arma y
dispara en contra de la pareja de novios, lo cual configura un hecho, y luego al huir del lugar el
joven Santi, le apunta y efectúa el último disparo, por ello es que se configuran dos hechos
independientes, que se concursan materialmente. Dejo así respondida la segunda cuestión
planteada…”.

Agresión simple con toda arma. Estructura del delito. Agravante y


atenuantes.
Art. 104… Será reprimida con prisión de quince días a seis meses, la agresión con toda arma,
aunque no se causare herida.
Art. 105. Si concurriera alguna de las circunstancias previstas en los artículos 80 y 81 inciso 1,
letra a), la pena se aumentará o disminuirá en un tercio respectivamente.

En este caso se castiga toda agresión con arma, aunque no se cause herida. Al igual que
la figura anterior, se trata de un delito formal y de peligro, que se consuma con la agresión misma,
y que se excluye por resultado que cause lesión o su tentativa. Para Núñez requiere dolo directo,
y es incompatible con culpa o dolo eventual. Armas son tanto las propias como las impropias. Son
“propias” los instrumentos destinados para el ataque o la defensa. Son “impropias” los
instrumentos susceptibles de aumentar el poder ofensivo por el uso que se le de (básicamente,
cualquier elemento). Se requiere que el elemento posea alguna capacidad ofensiva.
El tratamiento de las agravantes y atenuantes deben ser estudiados del Manual.

Abandono de personas. Bien jurídico Protegido. Sistematización.


Art. 106. El que pusiere en peligro la vida o la salud de otro, sea colocándolo en situación de
desamparo, sea abandonando a su suerte a una persona incapaz de valerse y a la que debe
mantener o cuidar o a la que el mismo autor haya incapacitado, será reprimido con prisión de dos
a seis años. La pena será de reclusión o prisión de tres a diez años, si a consecuencia del
abandono resultare grave daño en el cuerpo o en la salud de la víctima. Si ocurriere la muerte, la
pena será de cinco a quince años de reclusión o prisión.

Art. 107. El máximum y el mínimum de las penas establecidas en el artículo precedente, serán
aumentados en un tercio cuando el delito fuera cometido por los padres contra sus hijos y por
éstos contra aquéllos, o por le cónyuge.

Este capítulo refiere a figuras en donde la acción resulta creadora de un peligro para la
integridad física de las personas.

Colocación en situación de desamparo. Estructura del delito.


La conducta típica es “poner en peligro la vida o la salud de otro”. Luego enumera una
serie de modalidades (…sea abandonando a su suerte a una persona incapaz de valerse y a la
que debe mantener o cuidar o a la que el mismo autor haya incapacitado…). El desamparo
requiere dolo (admite dolo eventual), es decir, conciencia y voluntad de abandonar. Es un delito de
peligro concreto, y admite tentativa.

Abandono a su suerte. Estructura del tipo penal. Agravantes de


ambos tipos.
Exposición a peligro por abandono de una
persona a su suerte

Abandono a su suerte a una persona incapaz de


valerse a la que el autor debe mantener o cuidar

Abandono a su suerte a una persona incapacitada


por el propio autor

Sujeto activo y pasivo sólo pueden ser personas vinculadas por un deber jurídico derivado
de la ley (deber de los padres del menor con respecto a sus hijos), de una convención (por
ejemplo el guía de montaña), de una conducta precedente (autor que genera un peligro que luego
debe neutralizar). El sujeto pasivo –cualquiera de los mencionados- es incapaz de valerse, no
puede gestionarse o proveerse su manutención o cuidado. El abandono se logra tomando
distancia de la víctima, o manteniéndola, pero sin prestar ayuda o sin desarrollar la conducta que
el sujeto activo debería desplegar. No se configura el hecho si el sujeto pasivo puede valerse por
sí mismo, o si terceros pueden auxiliarlo o ayudarlo (su vida no corrió peligro).
Se incurre en el segundo supuesto “abandono a su suerte a una persona incapacitada por el
propio autor”, cuando el sujeto activo, después de haberlo incapacitado, se desentiende de una
manera tal que, con arreglo a la incapacidad sufrida y las circunstancias del caso, crea un peligro
para la vida o salud de la víctima.
Se requiere dolo, admite el eventual, y la tentativa. El tratamiento de las agravantes y atenuantes
deben ser estudiados del Manual.

Omisión de auxilio.

Concepto.
Art. 108. Será reprimido con multa de $ 750 a $ 12.500, el que encontrando perdido o
desamparado a un menor de diez años o a una persona herida o inválida o amenazada de un
peligro cualquiera, omitiere prestarle el auxilio necesario, cuando pudiere hacerlo sin riesgo
personal o no diere aviso inmediatamente a la autoridad.

Estructura del tipo penal.


Es un delito de pura omisión, formal y doloso, no admite tentativa, y se consuma con la
omisión. No se agrava por los resultados dañosos que pueda sufrir la víctima. El dolo requiere
conocer la situación de peligro, y no prestar el auxilio o dar el aviso a la autoridad conforme se
expone en el artículo.
La razón de la existencia de la figura está dada por el deber de solidaridad social, de ayuda
y asistencia mutua que nos debemos por ser miembros de la sociedad. Sujeto activo puede ser
cualquier persona, y pasivo los enumerados en el artículo. El autor omite prestar auxilio, pudiendo
hacerlo, y dar aviso inmediato a las autoridades. El autor no delinque si al auxiliar concurre para él
un “riesgo personal”. Ahora bien, para ese caso la ley prevé la obligación de “dar aviso inmediato
a la autoridad”.
El delito se consuma con la omisión, y no se requiere un resultado distinto a la misma
situación de peligro. Se tiene por consumado aunque la víctima haya sido socorrida por un
tercero.
Veamos cómo es utilizada las figuras previstas en los arts. 106 y 108 del CP en distintos
supuestos extraídos de fallos dictados por la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional
Federal.
Hechos y calificación legal:
1) “,,, Dos son las imputaciones que se han formulado. Una relacionada con una presunta mala
praxis en la que habrían incurrido los médicos que atendieron a la víctima en la clínica y otra
referida al abandono de persona que se atribuye al chofer y camillero. Si bien han sido
motivo de análisis esas dos situaciones de hecho, descartándose su posible concurrencia en el
caso, en lo que respecta a la primera (mala praxis) el juez de grado no ha individualizado de un
modo concreto sobre qué personas recaía esa imputación, sino que sólo realizó en los
considerandos manifestaciones genéricas en tal sentido. Y esa deficiencia se torna más
evidente en la parte resolutiva, donde únicamente dispuso el sobreseimiento del chofer y
camillero, quienes resultan ajenos a todo lo concerniente a la atención de la victima en la
clínica, en tanto sólo se les atribuyó el delito de abandono de personas (art. 106, CP). Así, nos
encontramos ante un vicio de entidad que trae aparejado la nulidad de la resolución
cuestionada, toda vez que la individualización de la persona sobre la que recae el reproche
penal es un requisito indispensable para el dictado de un auto de sobreseimiento, conforme la
regulación que sobre ese acto procesal prevé el CPPN. (art 334 y sgts.). "La indicación del
imputado a quien beneficia [el sobreseimiento] deviene indispensable. El efecto de la
forma anticipada de concluir el proceso penal no se extiende 'erga omnes'. La nueva
persecución (art. 1°, última oración) sólo se impide respecto de aquel que resultó amparado
por el sobreseimiento". Conforme básicos principios constitucionales, la imputación es individual
y dirigida a personas concretas, extremo que al no haberse cumplido implicó una vulneración a
los derechos de esos Sujetos. Sin esa precisa determinación de la identidad de las personas
sobre las que recaía la imputación por mala praxis, se las ha privado de la posibilidad de
ejercer su derecho de defensa (art. 18, CN), ya sea en la instancia anterior o ante esta instancia.
En consecuencia, habrá de decretarse la nulidad de la resolución. No obstante la decisión
nulificatoria, por motivos de economía procesal, cabe hacer referencia, al menos en líneas
generales, al sobreseimiento dispuesto respecto del chofer y camillero en orden al delito de
abandono de personas (art. 106, CP). El deber especial que recaía sobre los imputados sólo
estaba constituido por la obligación de trasladar a la víctima desde el sanatorio hasta su
domicilio; es decir, la posición de garantes que tenían respecto de la víctima, cuya fuente era el
contrato que unía a la obra social de aquélla con la empresa propietaria de la ambulancia, sólo
comprendía esa obligación, que cumplieron satisfactoriamente, por lo que debe ser descartada
la figura penal mencionada. Sin embargo, a partir del momento que los imputados arribaron al
domicilio de la víctima su deber para con ella pasó a ser el general de solidaridad de asistir a
otro, que le corresponde a todo ciudadano, y que está previsto en el art. 108 del CP (omisión
de auxilio), hipótesis delictiva que, en principio, no podría ser descartada. Ello por cuanto se
encontraban en presencia de una persona que estaba amenazada por un peligro (en el caso
para su vida), situación que no podían alegar desconocer por carecer de conocimientos
médicos (recuérdese que se trataba de un chofer y un camillero de una ambulancia). Ello, no
sólo por la particular situación de la damnificada, que era una paciente que acababa de ser
externada de un sanatorio luego de una operación que cualquiera podría catalogar como
compleja en atención a su avanzada edad (73 años), sino porque otras personas (vecinos)
que se encontraban en el lugar, que en modo alguno poseían conocimientos de medicina,
advirtieron rápidamente la gravedad de lo que ocurría. Pese a ello tenemos que, en principio, los
imputados se habrían negado a prestar el auxilio necesario (en el caso trasladar de modo
inmediato a la víctima al hospital más cercano, que, conforme las constancias de autos, se
encontraba a escasas cuadras del lugar), aún cuando ningún riesgo personal (referido
puntualmente a un daño físico considerable) les impedía llevar a cabo esa tarea. Corresponde,
declarar la nulidad de la resolución que dispuso el sobreseimiento de los imputados.
Autos: “ETCHART, Fernando A. y otro - 16/08/07 - c. 31.746”, Sala I.
2) “… El abandono de persona es un delito constituido por una acción creadora de un peligro
para la integridad física y psíquica del sujeto pasivo. Esta conducta converge en la puesta en
peligro de la vida o la salud de una persona incapaz de valerse, a la que el autor deba
mantener o cuidar o a la que el mismo agente haya incapacitado, al colocarla en situación de
desamparo o al abandonarla a su muerte. Si estos peligros no se han corrido concretamente, el
hecho es penalmente impune. La situación de desamparo se presenta cuando el autor rodea a
la víctima de una serie de circunstancias que le dificultan o le impiden obtener los auxilios que
precisa, más, aún cuando ello ocurra, no es igualmente típica la acción cuando el agente no
pone en peligro la integridad física de la persona afectada. El abandono de persona se produce
cuando se la deja privada de los auxilios o cuidado que le son imprescindibles para mantener su
vida o la integridad actual de su salud, porque la persona no puede suministrarse por sí misma
los que le son imprescindibles o se encuentra en una situación en que no pueden prestárselos los
terceros. Si la querellante recrimina al cirujano haberla dejado sin atención personalizada
luego de la intervención por haberse ausentado al exterior y no se ha evidenciado en las
constancias médicas que la nombrada se encontraba en la situación de peligro requerida por el
tipo, pues pudo ser auxiliada por el colega reemplazante y en caso de no resultar de su
confianza, por cualquier otro profesional, ha de homologarse la solución liberatoria
sustentada en el art. 336, inc. 3° del CPPN.
Autos: “FERRIOLS, Alberto - 7/07/06 - c. 28.058”, Sala IV.
3) “… El abandono de personas constituye un delito de omisión impropia cuya configuración
requiere desde lo objetivo, la puesta en peligro de la vida o la salud de una persona incapaz de
valerse, derivada de la colocación en situación de desamparo o del abandono por parte de
quien tiene la obligación de mantenerla o cuidarla y la posibilidad objetiva de evitar el riesgo por
medio de la conducta debida, y desde lo subjetivo, el conocimiento de aquellos extremos,
especialmente, de la situación objetiva de peligro concreto para la vida o la salud. Abandonar
significa colocar al sujeto pasivo en una situación de desamparo material. Ello no ocurre cuando
la víctima, de acuerdo con las circunstancias especiales del caso, pueda recibir asistencia en
forma inmediata o si el amparo puede prestarlo otra persona. Es de los denominados delitos
puros de omisión, es decir que es la inacción la que se convierte en delictiva, el sujeto activo
debe actuar por imperio legal y no lo hace, dejando de prestar los auxilios o cuidados
necesarios. Para que sea punible esta conducta se requiere indefectiblemente la comprobación
que se puso en peligro la vida o la salud del sujeto pasivo o en una situación de desamparo de
la que resulte peligro para la vida o salud, en otras palabras un abandono peligroso y capaz
de repercutir en la vida o en la integridad física de una persona. El abandono de persona
supone la existencia de un dolo en el autor referido al desamparo de la víctima y al peligro
corrido en la situación en concreto, lo que significa que a nivel
intelectual debe incluirse la representación de la posibilidad de que se producirá un peligro
de lesión al bien jurídico protegido. No basta con la comprobación de quehaceres
descuidados o negligentes, que no sobrepasan el límite de la culpa, puesto que el molde
legal en estudio no prevé la forma culposa de comisión. El dolo, directo o eventual, que exige y/o
admite la figura en análisis, no puede presumirse, sino que debe acreditarse mediante
elementos de juicio probatorios idóneos que hagan surgir sin dudas razonables la existencia
de aquél. Por ello, el dolo específico que impone el tipo, demanda de parte del autor que se
desentienda del incapaz y lo prive de una protección en sentido amplio. Este delito no puede
ser cometido por cualquier persona, sino que pueden perpetrarlo aquellos que tienen un especial
deber de cuidado, quien ocupa una posición de garante, de lo que se desprende que el
sujeto activo debe mantener o cuidar a la persona incapaz de valerse. No se reúnen los
elementos del tipo penal si el imputado no colocó al incapaz en situación de desamparo, no
existió peligro para su integridad física, es decir, no se lo privó de los auxilios y cuidados
que ele eran imprescindibles para mantener su vida y su salud ni tampoco se le obstaculizó o
impidió obtener los auxilios que su condición exigía. Por ello, corresponde confirmar la
sentencia que absuelve al imputado en orden al delito de abandono de persona seguido de
muerte.
Autos: “GONZALEZ DAZZORI, Edgardo José - 8/11/05 - c. 46.202”, Sala VII.
4) “… A fin de que una conducta pueda encuadrarse bajo el tipo legal de abandono de
persona, resulta necesario que se ponga en peligro la vida o la salud de una persona, ya sea
colocándola en situación de desamparo o abandonándola a su suerte. Para ello debe realizarse
por parte de los que se hallan obligados a actuar -denominados garantes-, una conducta
que ponga en peligro a una persona que no se hallaba en esa circunstancia, u omitir
prestar toda colaboración a una persona incapaz de valerse por sí misma; impidiendo,
asimismo, que terceras personas presten la colaboración necesaria a fin de hacer cesar dicho
peligro. Si los denunciados no han colocado en peligro al denunciante, la actitud desaprensiva y
desinteresada hacia el padecimiento de su enfermedad podrá ser valorada desde el punto de
vista moral, pero si no ha creado un peligro para aquél según lo exigido por el tipo penal en
cuestión, debe confirmarse el auto por el cual se desestiman las actuaciones por inexistencia de
delito.
Autos: “L., I. S. y otros - 25/10/05 - c. 26.860”. Sala I.
5) “… Si los profesionales médicos que atendieron a la paciente en ningún momento dejaron
de prestarle la ayuda médica necesaria, no se puede encuadrar la conducta de ellos dentro del
delito de abandono de persona. Dicha figura constituye un delito de omisión impropia cuya
configuración requiere desde lo objetivo la puesta en peligro de la vida o la salud de una persona
incapaz de valerse derivada de
la colocación en situación de desamparo o de abandono por parte de quien tiene la obligación
de mantenerla o cuidarla y la posibilidad objetiva de evitar el riesgo por medio de la
conducta debida y, sede lo subjetivo, el conocimiento de aquellos extremos, especialmente,
de la situación objetiva de peligro, del deber y capacidad de actuar y de la posibilidad de
evitación del resultado lesivo. Por ello, al no poder encuadrar la conducta del Sanatorio en el
delito omisivo doloso que establece el tipo penal de abandono de persona, dado que la decisión
del Sanatorio fue de no continuar con la asistencia de la paciente una vez externada del mismo,
debe confirmarse la desestimación de la denuncia por inexistencia de delito…”.
Autos: “SANATORIO GÜEMES - 15/07/04 - c. 22.788”, Sala I.

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