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Heimar E. Mendoza Cely - 2151133

Seminario electivo: Nietzsche

Jorge Francisco Maldonado – Fabián Augusto Remolina

5 El Anticristo: algunas consideraciones sobre los apartados del 1 al 8

No fue hasta después de la caída del Tercer Reich y de la muerte de la hermana de Nietzsche, es

decir, en la segunda mitad del siglo XX, que las obras nietzscheanas empiezan a ser despojadas de

las manipulaciones y tergiversaciones. El Anticristo no es la excepción. El Anticristo es uno de los

10 últimos textos del filósofo alemán y, como el resto de la bibliografía nietzscheana, tiene una

historia detrás que remonta a su concepción. Nietzsche, como escritor meticuloso, llama la

atención con los subtítulos que eligió para sus obras; en el caso del Anticristo lo que en un inicio

sería Ensayo de una crítica del cristianismo pasó a ser Maldición sobre el cristianismo,

estableciendo el tono anticristiano que se desarrollaría a lo largo de la obra. Sin embargo, en medio

15 de estos dos subtítulos encontramos otro, a saber, Transvaloración de todos los valores. Es

llamativo que en esta etapa de producción el texto que daría inicio a la Transvaloración sea, poco

tiempo después, la Transvaloración misma. El Anticristo es, pues, el inicio y el final de esa obra

que en principio se concibió en varias partes. Entonces, el Anticristo no es un texto cuyo único

objetivo sea atacar al cristianismo; antes bien, este texto da cuenta de una superación, es decir, de

20 una transvaloración. ¿Una transvaloración de qué? Proponer una cura de esa magnitud implica, en

primera medida, un diagnóstico cuya conclusión es desoladora. Los valores que se deben

transvalorar son los valores cristianos, pues que son los únicos que se han sostenido, es decir, ha
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vencido una única forma de valorar: la cristiana. Una vez presentada la obra, me propongo anotar

algunas breves consideraciones respecto a los primeros ocho apartados de El Anticristo.

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Sobre el autor y su obra

Una de las hipótesis de lectura que más se destacó en sesiones previas del seminario fue la lectura

del Usted, presente en el prólogo a Richard Wagner del Nacimiento de la Tragedia, como la

30 descripción del lector ideal del libro. Si bien hay reparos respecto a esta hipótesis, el uso de un

lenguaje directo y casi dogmático en las obras de Nietzsche es difícil de ignorar. En este sentido,

El Anticristo es inaugurado con un lenguaje en primera persona, de modo que el autor se involucra

como lector y como escritor. Nietzsche forma parte del grupo de los hiperbóreos, de manera que

lo que está escrito allí le compete en igual medida. Hiperbóreo significa, etimológicamente, que

35 se está más allá del norte. Está alejado y resulta imposible de alcanzar. Esta descripción sugiere el

distanciamiento entre Nietzsche y el enemigo a combatir en su obra, el cristianismo. No obstante,

no es la única descripción que Nietzsche hace de sí mismo, la cantidad de adjetivos y nombres

propios que utiliza de manera reflexiva es numerosa. Encontramos, entre otros, discípulo de

Dioniso, espíritu libre, hiperbóreo, etc. Cabría sugerir una lectura de la obra de Nietzsche que tenga

40 en cuenta estas descripciones, de manera que éstas nos revelen parte de su pensamiento y la

percepción que él tiene de sí mismo en el marco de sus obras.

Ahora bien, en el caso de El Anticristo, una hipótesis señala a Nietzsche como el mismo anticristo.

Sin embargo, esto indicaría que el autor aún no está dispuesto a una transvaloración; en efecto, el

término anti se refiere a una oposición, pero Nietzsche no sólo arremete contra la valoración
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45 cristiana, sino que busca reemplazarla. El filósofo alemán no es un mero opositor al modo de un

resentido, sino un creador. Por consiguiente, el término anticristo no puede ser interpretado de una

manera tan sencilla. De hecho, una tesis distinta indica que el término anticristo está ligado al

objetivo de la obra: la elección del subtítulo Maldición sobre el cristianismo no sería arbitraria.

Según esta tesis, maldecir al cristianismo consiste en atacarlo con ferocidad para poder superarlo,

50 es decir, transvalorar sus valores: «Cristianismo involucra así moral, metafísica, justicia, igualdad

de los hombres, democracia, resume en sí los valores del mundo moderno. La destrucción del

cristianismo, por esa razón, es verdaderamente según Nietzsche una transvaloración de ‘todos’ los

valores.» (Colli, 1983, p. 138). En este sentido, es erróneo significar por anticristo una oposición

al cristianismo como religión. Ya se ha sugerido, como se puede notar fácilmente, que por

55 cristianismo Nietzsche no comprende únicamente una corriente religiosa conocida bajo ese

nombre; antes bien, cristianismo es una forma de valorar. He ahí el motivo por el cual se propone

una cura de considerable magnitud: la valoración cristiana se ha inmiscuido en terrenos más allá

de la religión. Entonces, en concordancia con la lectura de Colli la palabra anticristo puede tomarse

como la misma obra a la que Nietzsche le ha otorgado ese nombre; El Anticristo es un arma, es un

60 ataque, es una transvaloración, es un texto.

El apartado dos y el lenguaje

Respecto a las obras que se trabajan en el seminario El Anticristo es la más corta. Más allá de que

65 no se plantee una metafísica del artista o una búsqueda de la procedencia de los prejuicios morales,

El Anticristo se distingue por plantear muy bien una escisión que funcionará como su columna
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vertebral. En concreto, el apartado dos se destaca por su sencillez y las pocas palabras que utiliza

tanto para el planteamiento de las preguntas como para la exposición de sus respectivas respuestas.

De ahí que apenas al inicio de la obra ya hay claridad acerca de hacia dónde se dirige la crítica al

70 cristianismo como forma de valorar: en él se defiende la debilidad, lo antivital, al mismo tiempo

que se encarna una guerra contra la vida misma.

Ahora bien, según el autor, aquellos pensadores que son movidos por el instinto de teólogo han

creado un conjunto de conceptos que, posteriormente, contraponen a la vida, la naturaleza, el

bienestar y afines. Ellos, los teólogos, se han convertido en los portadores de la verdad. El teólogo

75 «tiene todos los grandes conceptos en la mano […] y con desprecio condescendiente los opone a

la “razón”, los “sentidos”, los “honores”, el “bienestar” y la “ciencia”» (Nietzsche, 1993, 8). En

este sentido, la verdad y la mentira son manipuladas al antojo de los teólogos, siempre y cuando

se les considere como los portadores de la verdad, esto es, como humanos superiores. Así, pues,

el lenguaje constituye el instrumento por medio del cual el cristianismo ha creado conceptos y

80 términos groseros contra la vida y todo lo que ella es: cuerpos, dolor, instintos. El problema de El

Anticristo es un problema del lenguaje.

Referencias:

85 Nietzsche, F (1993). El Anticristo. Maldición sobre el Cristianismo. Traducción y notas de Andrés

Sánchez Pascual. Madrid, España: Alianza Editorial.

Colli, Giorgio (1983). Introducción a Nietzsche. Traducción de Romeo Medina. México: Folios

Ediciones.

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