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No fue hasta después de la caída del Tercer Reich y de la muerte de la hermana de Nietzsche, es
decir, en la segunda mitad del siglo XX, que las obras nietzscheanas empiezan a ser despojadas de
10 últimos textos del filósofo alemán y, como el resto de la bibliografía nietzscheana, tiene una
historia detrás que remonta a su concepción. Nietzsche, como escritor meticuloso, llama la
atención con los subtítulos que eligió para sus obras; en el caso del Anticristo lo que en un inicio
sería Ensayo de una crítica del cristianismo pasó a ser Maldición sobre el cristianismo,
estableciendo el tono anticristiano que se desarrollaría a lo largo de la obra. Sin embargo, en medio
15 de estos dos subtítulos encontramos otro, a saber, Transvaloración de todos los valores. Es
llamativo que en esta etapa de producción el texto que daría inicio a la Transvaloración sea, poco
tiempo después, la Transvaloración misma. El Anticristo es, pues, el inicio y el final de esa obra
que en principio se concibió en varias partes. Entonces, el Anticristo no es un texto cuyo único
objetivo sea atacar al cristianismo; antes bien, este texto da cuenta de una superación, es decir, de
20 una transvaloración. ¿Una transvaloración de qué? Proponer una cura de esa magnitud implica, en
primera medida, un diagnóstico cuya conclusión es desoladora. Los valores que se deben
transvalorar son los valores cristianos, pues que son los únicos que se han sostenido, es decir, ha
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vencido una única forma de valorar: la cristiana. Una vez presentada la obra, me propongo anotar
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Una de las hipótesis de lectura que más se destacó en sesiones previas del seminario fue la lectura
del Usted, presente en el prólogo a Richard Wagner del Nacimiento de la Tragedia, como la
30 descripción del lector ideal del libro. Si bien hay reparos respecto a esta hipótesis, el uso de un
lenguaje directo y casi dogmático en las obras de Nietzsche es difícil de ignorar. En este sentido,
El Anticristo es inaugurado con un lenguaje en primera persona, de modo que el autor se involucra
como lector y como escritor. Nietzsche forma parte del grupo de los hiperbóreos, de manera que
lo que está escrito allí le compete en igual medida. Hiperbóreo significa, etimológicamente, que
35 se está más allá del norte. Está alejado y resulta imposible de alcanzar. Esta descripción sugiere el
propios que utiliza de manera reflexiva es numerosa. Encontramos, entre otros, discípulo de
Dioniso, espíritu libre, hiperbóreo, etc. Cabría sugerir una lectura de la obra de Nietzsche que tenga
40 en cuenta estas descripciones, de manera que éstas nos revelen parte de su pensamiento y la
Ahora bien, en el caso de El Anticristo, una hipótesis señala a Nietzsche como el mismo anticristo.
Sin embargo, esto indicaría que el autor aún no está dispuesto a una transvaloración; en efecto, el
término anti se refiere a una oposición, pero Nietzsche no sólo arremete contra la valoración
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45 cristiana, sino que busca reemplazarla. El filósofo alemán no es un mero opositor al modo de un
resentido, sino un creador. Por consiguiente, el término anticristo no puede ser interpretado de una
manera tan sencilla. De hecho, una tesis distinta indica que el término anticristo está ligado al
objetivo de la obra: la elección del subtítulo Maldición sobre el cristianismo no sería arbitraria.
Según esta tesis, maldecir al cristianismo consiste en atacarlo con ferocidad para poder superarlo,
50 es decir, transvalorar sus valores: «Cristianismo involucra así moral, metafísica, justicia, igualdad
de los hombres, democracia, resume en sí los valores del mundo moderno. La destrucción del
cristianismo, por esa razón, es verdaderamente según Nietzsche una transvaloración de ‘todos’ los
valores.» (Colli, 1983, p. 138). En este sentido, es erróneo significar por anticristo una oposición
al cristianismo como religión. Ya se ha sugerido, como se puede notar fácilmente, que por
55 cristianismo Nietzsche no comprende únicamente una corriente religiosa conocida bajo ese
nombre; antes bien, cristianismo es una forma de valorar. He ahí el motivo por el cual se propone
una cura de considerable magnitud: la valoración cristiana se ha inmiscuido en terrenos más allá
de la religión. Entonces, en concordancia con la lectura de Colli la palabra anticristo puede tomarse
como la misma obra a la que Nietzsche le ha otorgado ese nombre; El Anticristo es un arma, es un
Respecto a las obras que se trabajan en el seminario El Anticristo es la más corta. Más allá de que
65 no se plantee una metafísica del artista o una búsqueda de la procedencia de los prejuicios morales,
El Anticristo se distingue por plantear muy bien una escisión que funcionará como su columna
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vertebral. En concreto, el apartado dos se destaca por su sencillez y las pocas palabras que utiliza
tanto para el planteamiento de las preguntas como para la exposición de sus respectivas respuestas.
De ahí que apenas al inicio de la obra ya hay claridad acerca de hacia dónde se dirige la crítica al
Ahora bien, según el autor, aquellos pensadores que son movidos por el instinto de teólogo han
bienestar y afines. Ellos, los teólogos, se han convertido en los portadores de la verdad. El teólogo
75 «tiene todos los grandes conceptos en la mano […] y con desprecio condescendiente los opone a
la “razón”, los “sentidos”, los “honores”, el “bienestar” y la “ciencia”» (Nietzsche, 1993, 8). En
este sentido, la verdad y la mentira son manipuladas al antojo de los teólogos, siempre y cuando
se les considere como los portadores de la verdad, esto es, como humanos superiores. Así, pues,
el lenguaje constituye el instrumento por medio del cual el cristianismo ha creado conceptos y
80 términos groseros contra la vida y todo lo que ella es: cuerpos, dolor, instintos. El problema de El
Referencias:
Colli, Giorgio (1983). Introducción a Nietzsche. Traducción de Romeo Medina. México: Folios
Ediciones.