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DATOS GENERALES

Compositor :César Frank


Compositor: Santo Tomas de Aquino
Fecha Compositor
Arreglo: Cesar Franck
:1822-1890
País de origen :Francia
Autor de la letra :Santo Tomás de Aquino
Estilo :Polifonía sacra
Época :Romanticismo (s. XIX)

INFORME DE LA CANCIÓN
PRUEBA DE INSTRUMENTO DEL 24/03/18

PANIS ANGELICUS
Presentado por:
Erika Lisset, Ordoñez Cortez
Panis Angelicus es uno de los cinco himnos escritos
por Santo Tomás de Aquino para la Fiesta de Corpus
Christi como parte de la liturgia completa de la
Fiesta, incluyendo oraciones para la Misa y la
Liturgia de las Horas. Realmente son las dos
últimas estrofas de las siete de las que se compone
el himno «Sacris Solemniis», que extraídas del
conjunto se cantan como antífona. Los otros cuatro
himnos escritos por Santo Tomás son «O Salutaris
Hostia (Verbum Supernum Prodiens)», «Adoro te
devote», «Pange lingua» y «Tantum Ergo» (que
constituye las dos últimas estrofas del «Pange
Lingua»).

En 1872, César Franck arregló el tema para tenor, órgano, arpa, cello y
contrabajo y lo incorporó en su Misa a tres voces.

César Frank fue un compositor y organista francés, aunque nacido de Lieja


(Bélgica). En 1835 se trasladó con su familia a París, y como quiera que
el conservatorio de esta ciudad no admitía a extranjeros eso indujo a que
se nacionalizara francés. Cursó estudios en este conservatorio entre 1837
y 1842 mostrando gran habilidad como organista y compositor. Ejerció desde
1841 como profesor particular de música y entre 1858 y 1890 fue organista
de la iglesia de Sainte Clotilde, París. De su producción musical destacan
el oratorio las bienaventuranzas (1869-1879), obras orquestales como los
tres poemas sinfónicos, variaciones sinfónicas para piano y orquesta,
varias sonatas y obras para órgano. Falleció en París en un accidente de
tráfico.

Letra Original:

Panis angelicus fit panis hominum;


Dat panis coelicus figuris terminum:
O res mirabilis! manducat Dominum
Pauper, servus, et humilis.
Te trina Deitas unaque poscimus:
Sic nos tu visita, sicut te colimus;
Per tuas semitas duc nos quo tendimus,
Ad lucem quam inhabitas.
Amen.

Traducción:

El pan angelical se convierte en pan de los hombres;


El pan del cielo acaba con las antiguas figuras:
¡Oh, cosa admirable! se alimentan del Señor
los pobres, los siervos y los humildes.
Te rogamos,Dios, uno y trino,
que así vengas a nosotros, como a ti te damos culto.
Por tus caminos guíanos adonde anhelamos,
A la luz en la que moras.
Amén.

Panis Angelicus fue escrita por César Franck en 1872 como un movimiento de la Messe solennelle
à trois voix op. 12. El texto corresponde a la penúltima estrofa de las siete que componen el
Solemniis Sacris, uno de los cinco himnos escrito por Santo Tomás de Aquino para la fiesta del
Corpus Christi como parte de la liturgia completa de la Fiesta, incluyendo oraciones para la Misa y
la Liturgia de las Horas. La primera estrofa que comienza con las palabras Panis Angelicus -Pan de
los Ángeles- a menudo se ha puesto en música por separado del resto del himno.

Panis angelicus

fit panis hominum;

Dat panis coelicus

figuris terminum:

O res mirabilis!

manducat Dominum

Pauper, servus, et humilis.

Te trina Deitas

unaque poscimus:

Sic nos tu visita,

sicut te colimus;

Per tuas semitas

duc nos quo tendimus,

Ad lucem quam inhabitas.

Amen.

El pan angelical

se convierte en pan de los hombres;


El pan del cielo

acaba con las antiguas figuras:

¡Oh, cosa admirable!

se alimentan del Señor

los pobres, los siervos y los humildes.

Te rogamos,

Dios, uno en tres,

que así vengas a nosotros,

como a ti te damos culto.

Por tus caminos

guíanos adonde anhelamos,

A la luz en la que moras.

Amén.
Panis Angelicus
La fiesta del Corpus es una de las de mayor calado teológico
Ángel Alonso Prieto 15.06.2017 | 00:27
Panis Angelicus

Muchos que hicimos la Primera Comunión hace años no podemos


olvidar ese día señalado y escrito en la estampa-recordatorio
como "el más feliz de mi vida". Aunque la expresión no deja de ser
tópica, tampoco era incierta, al menos en mi caso, por el solo
hecho de ir vestido como un príncipe ante la admiración de todo el
vasallaje familiar. Fue un día bonito en toda regla, como no podía ser menos. Es
lógico que, con ocho añitos, uno no podía hacerse cargo plenamente de la importante
experiencia de la que éramos protagonistas. Me queda el recuerdo de una solemne
ceremonia para la que me vistieron como si Dios nos recibiera en audiencia, lo cual
tampoco era incierto.

La fiesta del Corpus tiene mucho calado teológico y enlaza con el Jueves Santo y la
Ascensión, como bien sabemos. Lo que yo no sabía cuando comulgaba por primera
vez era que existió Mozart y Cesar Frank y Lorca, artistas que crearon piezas
eucarísticas que pueden darte, como pocas, minutos inolvidables de felicidad estética.
También he de reconocer que por entonces sólo había escuchado el "Pange lingua""
pieza que, en versión musical moderna , cantó mucho después con gran éxito
Mocedades haciéndonos recordar, a los adolescentes que éramos entonces,
vivencias muy intensas de la infancia, sin banquete desmesurado ni derroche de
regalos.
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La pieza que da título al artículo: "Pan de los ángeles" es la composición breve más
conocida de Cesar Frank, músico inspiradísimo y organista virtuoso. Es pieza para
lucirse en el repertorio coral y si la interpreta una escolanía podemos dejarnos llevar
de la voz celestial de los niños sin temor a caernos del cielo. Es el prodigio del canto
sublime que nos transporta y eleva. Parecidos efectos logra en nuestro espíritu el
"Ave Verum Corpus", de Mozart. Viene a cuento recordar la gestación musical de
dicha canción eucarística que también se repite en los conciertos vocales que se
precian de buen gusto. Constanza, la esposa del músico, se encontraba embarazada,
por lo que el matrimonio se fue a la ciudad termal de Baden para procurar días
apacibles a la futura mamá. La casualidad o la predestinación artística hizo que allí
recibiera Mozart el encargo de la composición musical de dicho motete, otro himno
angelical. Me gusta pensar en esa doble gestación de hermoso paralelismo: la del hijo
del músico y la del himno al Hijo de Dios, presente en la Eucaristía.

El triángulo místico se cierra en esta página con la "Oda al Santísimo Sacramento del
Altar"" de García Lorca, dedicada curiosamente, a Manuel de Falla, gran creyente y
grandísimo compositor de talla mundial. Transcribimos un fragmento a modo de coda
literario-musical:

¡Oh, Forma sacratísima, vértice de las flores

donde todos los ángulos toman sus luces fijas,

donde número y boca constituyen un presente

cuerpo de luz humana con músculos de harina!

En "Panis Angelicus" va mi nombre y mi alimento. Y mi biografía encriptada. No es


fácil clonar "el día más feliz de tu vida". Pero hay herramientas y programas gratuitos:
música, oración, literatura...
En el tesoro de la música sacra de nuestra Iglesia existen 5 himnos eucarísticos
atribuidos a Santo Tomás de Aquino (1224-1274), compuestos en el marco de la
celebración litúrgica de la fiesta de Corpus Christi: "Adoro te devote", "O Salutaris
Hostia", "Tantum Ergo" "Pange Lingua" y "Panis Angelicus".

De todos ellos existe una versión gregoriana tradicional recogida en el Liber


Usualis, así como diferentes versiones y arreglos de algunos compositores: Mozart,
Mendelsshon, Rossini, Perosi, Palestrina, etc.

Refiriéndonos en concreto al hermoso himno "Panis Angelicus" (Pan de los


Ángeles), en 1872 César Franck arregló el tema para tenor, órgano, arpa, cello y
contrabajo, incorporándolo en su "Messe à troi voix".

Esta entrañable versión es la que interpreta aquí el conocido tenor Luciano Pavarotti
junto con Sting, el no menos famoso músico británico, antiguo integrante del
grupo Police. La ocasión fue en 1992 en Modena (Italia), en el primero de los
conciertos "Pavarotti and friends".

Más allá de la belleza musical e interpretativa que nos ofrece este singular dúo,
están las palabras mismas del himno, en concreto de la primera estrofa que es la
que cantan, una poesía que confiesa como el Dios Pan del cielo y de los ángeles,
se convierte en alimento verdadero de los hombres, sustento de los pobres, los
siervos, los humildes.

LATÍN ESPAÑOL
Panis angelicus El pan angelical
fit panis hominum; se convierte en pan de los hombres;
Dat panis coelicus El pan del cielo
figuris terminum: acaba con las antiguas figuras:
O res mirabilis! ¡Oh, cosa admirable!
manducat Dominum se alimentan del Señor
Pauper, servus, et humilis. los pobres, los siervos y los humildes.

No nos quedemos en la corteza, para los que creemos en el misterio de Jesús


Sacramentado esta hermosa pieza musical es, sobre todo, oración y testimonio de
una experiencia de fe que traspasa las generaciones: aquello que el Pueblo de Dios
celebra. vive y confiesa, el hontanar y la cumbre de donde mana toda la vida de la
Iglesia: la Eucaristía.
César Franck

César Auguste Jean Guillaume Hubert(Lieja, 10 de diciembre de 1822 - París, 8 de noviembre de


1890) fue un compositor y organista de origen belga. No fue un compositor prolífico y la mayor
parte de su producción data de la última década de su vida. El órgano constituyó su principal
instrumento, que se traduce en su escritura polifónica, en el carácter de improvisación que tiene
casi toda su obra, los desarrollos y transiciones; en las dificultades que plantea su música para
piano y en los “cambios de registro” de su orquestación. Trabajó principalmente con las
formas instrumentales tradicionales (sinfonía, sonata, variaciones, música de cámara) y las de
oratorio; en su estilo se conservaron los procedimientos ortodoxos fundamentales de
conformar y desarrollar los temas, y su textura fue esencialmente homofónica, aunque
enriquecida hasta cierto punto por rasgos contrapuntísticos. Subyacente a toda su obra emana un
cálido idealismo religioso. En su música son evidentes cierta lógica antirromántica en la
elaboración de las ideas y un acentuado soslayo de los extremos expresivos románticos, así como
suaves innovaciones cromáticas en la armonía y una aplicación sistemática del principio cíclico. Su
música religiosa permanece a mitad de camino entre la expresividad abiertamente operística,
que bordea a veces el sentimentalismo de la Messe solennelle de Sainte-Cécile de Gounod y
Les sept paroles du Christ del joven Théodore Dubois (1837-1924) y la relativa austeridad
de Fauré, d’Indy (1851-1931) y las obras de Dubois que compuso en el siglo XX. El estilo
sumamente individual de Franck no permitió imitaciones; sin embargo enseñó a un nutrido
grupo de compositores, transmitiéndoles el sentido de una suprema seriedad, con
insinuaciones patrióticas y religiosas, además de una interpretación diferente de la armonía
cromática y de la estructura musical que contribuyó a la ruptura de los conceptos de tonalidad y
forma en el siglo XIX; en ello reside la contribución más importante que legó a la posteridad.
Panis angelicus fue escrita en 1872 como un movimiento de la Messe solennelle à trois voix
Opus 12 (FVW 6), publicada por Bornemann. Sin embargo, el musicólogo Joël-Marie
Fauquet sostiene que la misa fue compuesta en el verano de 1860. El hábito de referirse a la
misa como Messe Solennelle provocó la confusión de la obra con la “Misa Solennelle” de Franck
de 1858, mientras que la sustitución del compositor - o de la editorial – de la recién
compuesta Panis Angelicus para el movimiento Salutaris, original de 1872, dio lugar a más
errores de cronología de la composición. Por otra parte, la Messe à trois voix se calificó
inicialmente con acompañamiento de orquesta, forma en que Franck llevaba a menudo en
sus actuaciones, aunque su arreglo de 1872 para órgano, arpa, chelo y contrabajo lo ha
suplantado. La versión original fue escrita para voz de tenor. El texto corresponde a la
penúltima estrofa del himno Solemniis sacris escrito por San Tomás de Aquino para la fiesta
del Corpus Christi. La primera estrofa que comienza con las palabras "Panis Angelicus" (pan
de los ángeles) a menudo se ha puesto en música por separado del resto del himno. Como se ha
comparado, es posible encontrar en la obra de Franck un rastro, una mancha, de Gounod; y
si, por ejemplo, este célebre Panis angelicus hubiese aparecido sin nombre de autor, habría
sido posible atribuirlo tanto al uno como al otro de los dos músicos de las dos Redenciones.
ompositor nacido en Bélgica pero finalmente el francés César Franck escribió una
música gloriosa, rebosante de melodías embriagadoras e inventivas.

Desde la soleada Sonata de violín en A hasta las intrincadas Variaciones sinfónicas para
piano y orquesta, cualquier viaje a través de la música de Franck es muy gratificante. Y, sin
embargo, es recordado por esta pieza de música, Panis Angelicus, que ha sido grabada
cientos de veces y todavía se realiza con frecuencia en todo el mundo.

La línea melódica se canta con un solo tenor, acompañado por un órgano relativamente
reservado y acordes de cuerda tranquilos. Aunque se conoce principalmente como una
pieza independiente, Panis Angelicus también fue incluido por Franck dentro de su misa
por tres voces. Sin embargo, Panis Angelicus se completó en 1872, doce años después de la
misa, por lo que su inclusión fue bastante tardía.

Al igual que su compañero compositor francés Gabriel Fauré, César Franck era un niño
precozmente talentoso, experto no solo en la composición, sino también como concertista
de piano. Su padre particularmente exigente ejerció una presión considerable sobre el joven
compositor, instándolo a enseñar junto con sus estudios. A pesar de la presión de su padre,
el joven César no fue disuadido de seguir un camino musical en su vida posterior. Y para
eso, podemos estar realmente agradecidos. Coro de

grabación recomendado

de St John's College, Cambridge; Andrew Nethsingha (conductor). Chandos: CHSA 5085.


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Santo Tomás de Aquino
(Llamado Doctor Angélico; Roccaseca, actual Italia, 1224 - Fossanuova, id.,
1274) Teólogo y filósofo italiano. Máximo representante de la filosofía
escolástica medieval, abordó brillantemente una profunda y perdurable
reformulación de la teología cristiana, que apenas había recibido
aportaciones relevantes desde los tiempos de San Agustín de Hipona, es
decir, durante los ocho siglos anteriores.
Santo Tomás de Aquino

Hijo de una de las familias aristócratas más influyentes de la Italia


meridional, estudió en Montecassino, en cuyo monasterio benedictino sus
padres quisieron que siguiera la carrera eclesiástica. Posteriormente se
trasladó a Nápoles, donde cursó estudios de artes y teología y entró en
contacto con la Orden de los Hermanos Predicadores. En 1243 manifestó su
deseo de ingresar en dicha Orden, pero su familia se opuso firmemente, e
incluso su madre consiguió el permiso de Federico II para que sus dos
hermanos, miembros del ejército imperial, detuvieran a Tomás. Ello ocurrió
en Acquapendente en mayo de 1244, y el santo permaneció retenido en el
castillo de Santo Giovanni durante un año. Tras una queja de Juan el
Teutónico, general de los dominicos, a Federico II, éste accedió a que Tomás
fuera puesto en libertad. Luego se le permitió trasladarse a París, donde
permaneció desde 1245 hasta 1256, fecha en que obtuvo el título de maestro
en teología.

Durante estos años estuvo al cuidado de San Alberto Magno, con quien entabló
una duradera amistad. Les unía -además del hecho de pertenecer ambos a
la Orden dominica- una visión abierta y tolerante, aunque no exenta de
crítica, del nuevo saber grecoárabe, que por aquellas fechas llegaba
masivamente a las universidades y centros de cultura occidentales. Tras
doctorarse, ocupó una de las cátedras reservadas a los dominicos, tarea que
compatibilizó con la redacción de sus primeras obras, en las cuales empezó
a alejarse de la corriente teológica mayoritaria, derivada de las enseñanzas
de San Agustín de Hipona.
En 1259 regresó a Italia, donde permaneció hasta 1268 al servicio de la corte
pontificia en calidad de instructor y consultor del Papa, a quien acompañaba
en sus viajes. Durante estos años redactó varios comentarios al Pseudo-
Dionisio y a Aristóteles, finalizó la Suma contra los gentiles, obra en la cual repasaba
críticamente las filosofías y teologías presentes a lo largo de la historia, e
inició la redacción de su obra capital, la Suma Teológica, en la que estuvo
ocupado entre 1267 y 1274 y que representa el compendio último de todo
su pensamiento.
Tomás de Aquino supo resolver la crisis producida en el pensamiento
cristiano por el averroísmo, interpretación del pensamiento aristotélico que
arranca del filósofo árabe Averroes (1126-1198). El averroísmo resaltaba la
independencia del entendimiento guiado por los sentidos y planteaba el
problema de la doble verdad, es decir, la contradicción de las verdades del
entendimiento y las de la revelación.
En oposición a esta tesis, defendida en la Universidad de París por Siger de
Brabante, afirmó la necesidad de que ambas fueran compatibles, pues,
procediendo de Dios, no podrían entrar en contradicción; ambas verdades
debían ser, además, complementarias, de modo que las de orden
sobrenatural debían ser conocidas por revelación, mientras que las de orden
natural serían accesibles por el entendimiento; filosofía y teología son, por
tanto, distintas y complementarias, siendo ambas racionales, pues la teología
deduce racionalmente a partir de las premisas reveladas.
A medio camino entre el espiritualismo agustiniano y el naturalismo
emergente del averroísmo, defendió un realismo moderado, para el cual los
universales (los conceptos abstractos) existen fundamentalmente in re (en
las cosas) y sólo formalmente post rem (en el entendimiento). En último
término, Tomás de Aquino encontró una vía para conciliar la revalorización
del mundo material que se vivía en Occidente con los dogmas del cristianismo,
a través de una inteligente y bien trabada interpretación de Aristóteles.
La celebración del Día de Corpus Christi se remonta a los años 1192-1258 y hasta
la fecha estas festividades de la Iglesia Católica se realizan en muchos países del
mundo.

Corpus Christi es una fiesta de la Iglesia Católica destinada a celebrar la


Eucaristía. Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de la Iglesia
Católica en Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento.

La Celebración se lleva a cabo el siguiente jueves al octavo domingo después del


Domingo de Resurrección (es decir, 60 días después del Domingo de
Resurrección.

En muchos lugares es una fiesta de especial relevancia y en varios países es un


día festivo oficial (ciertas partes de España, Austria, partes de Alemania y Suiza,
Brasil, República Dominicana, Bolivia, Croacia, Polonia, Trinidad y Tobago,
Portugal, Perú y Venezuela).

En Panamá, se celebra el Corpus Christi los Jueves religiosamente en un pueblo


llamado La Villa de Los Santos en el interior del país y esta fiesta mantiene gran
significación para sus pobladores.

En España dejó de ser un día festivo hace algunos años, excepto en los
municipios donde es fiesta local, y desde entonces la Iglesia lo celebra el domingo
siguiente.

En Chile fue feriado legal entre 1987 y 2007, siendo reemplazado por el 16 de
julio, día de la Virgen del Carmen. Desde 1968 se celebra en ese país el día
domingo.

Las celebraciones del Corpus suelen incluir una procesión en la que la hostia, el
mismo Cuerpo de Cristo, se exhibe en una custodia.

Origen de la festividad
Por un lado, se cuenta que en Lieja, Bélgica, una religiosa cisterciense llamada
Juliana de Cornillón (1192-1258) tuvo una visión que interpretó como la necesidad
de instituir una celebración a la presencia de Jesús en la Eucaristía.

Una noche, la luna llena brillaba como plata, pero con una mancha negra;
interpretó que la luna representaba a la Iglesia militante en la tierra, que recibe la
luz del Sol: Cristo Jesús; la mancha significó para ella la carencia de una
celebración litúrgica para la Eucaristía.

Juliana de Cornillón o Juliana de Lieja, como también se le reconoce, presentó


petición a las autoridades eclesiásticas, hasta que el Obispo de Lieja Roberto de
Theorette en el año de 1246, celebró el primer Corpus.

Más adelante, el Papa Urbano IV -quien conocía bien el asunto de Sor Juliana de
Cornillón- instituyó la celebración del Corpus Christi para la Iglesia Católica
Universal, fijándola el Jueves después de la fiesta de la Santísima Trinidad.

Por otro lado, se cuenta que en el año 1264 el Padre Pedro de Praga, Bohemia,
dudaba sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de
Cristo en la Eucaristía. Acudió así en peregrinación a Roma para pedir sobre la
tumba de San Pedro la gracia de una fe fuerte.

De regreso de Roma, Dios se le manifestó de manera milagrosa ya que cuando


celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada
Hostia sangró llenando el Corporal de la Preciosa Sangre.

La noticia del prodigio llegó pronto al Papa Urbano IV, que se encontraba en
Orvieto, ciudad cercana a Bolsena. Hizo traer el corporal y, al constatar los
hechos, instituyó la Solemnidad de Corpus Christi.

El mismo Papa Urbano IV encargó a Santo Tomás de Aquino la preparación de un


oficio litúrgico propio para esta fiesta y la creación de cantos para celebrar a Cristo
Eucaristía. Entre los que compuso está la sublime secuencia “Lauda Sion” que se
canta en la Misa de Corpus Christi.

El año 1290 el Papa Nicolás IV, a petición del clero y del pueblo, colocó la primera
piedra de la nueva catedral de Orvieto donde aun se encuentra la sagrada reliquia.

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