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Boccuti Anna. Rosalba Campra & Fabio Rodríguez Amaya (eds.), Il genere dei sogni. In: Caravelle, n°87, 2006. La ville et le
détective en Amérique latine. pp. 272-276.
http://www.persee.fr/doc/carav_1147-6753_2006_num_87_1_2962_t1_0272_0000_2
Rosalba CAMPRA & Fabio RODRÍGUEZ AMAYA (eds.), II genere dei sognu-
Bergamo, Bergamo University Press-Sestante, 2005-- 208 p., 32 p. con 67
ilustraciones a color.
Ya a partir del título el volumen se presenta como un reto fascinante para el
investigador -o el lector- que quiera adentrarse en los territorios del sueño: ¿cuál
es de hecho el «género» de los sueños aludido en el título? ¿Existe un «género» de
los sueños? Éste y otros interrogantes se abren camino en la conversación-
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La frontera entre sueño y relato es uno de los temas del ensayo de Gabriel
Saad, «La materia dei sogni», que discute la posibilidad de identificar un género
para los sueños. La materia onírica, afirma Saad, es inviolable e individual, «un
cronotopo clausurado» (p. 35) del cual el hombre trata de huir socializando el
sueño por medio de su relato: sin embargo, cuando hay relato ya no hay sueño /
aparece el relato desaparece el sueño; además, la verbalización no puede traducir
de manera adecuada la naturaleza visual de la materia onírica. Inquietantes
paradojas parecen por lo tanto negar la posibilidad de una narración fíel a la
materia del sueño y sin embargo son innumerables las obras centradas en el
relato del sueño: Saad se detiene en Nuits sans nuits de Michel Leiris y en La
disparition de Georges Perec, señalando cómo la evocación de una atmósfera
onírica no es confiada a la diégesis sino al tratamiento de la lengua aunque,
finalmente, no se logre abolir «la diferencia capital entre materia onírica y
condición verbal o textual de la narración, motivada por la misma» (p. 40).
El deseo de encontrar una forma narrativa congenial a la expresión de la
materia onírica, de narrar la vigilia con el mismo desconcierto del sueño y el
sueño como si se estuviese refiriendo a hechos experimentados en la vigilia,
emerge de los textos de escritores como el peruano José Miguel Oviedo y el
argentino Oscar Steimberg, que constituyen la segunda sección del volumen.
Oviedo, en «II sonno della ragione produce testi» pone en evidencia las
afinidades entre la literatura y el sueño, «ambos lenguajes irracionales y lógicos a
la vez» (p. 69), y sobre todo la relación de continuidad entre la vigilia y el sueño,
dos dimensiones aparentemente antitéticas que sin embargo se enriquecen
mutuamente. La fervorosa actividad onírica del autor, la imposibilidad de
agarrar el sueño al despertar y la certidumbre de su proximidad a la creación
literaria y la vida, son las razones que lo han empujado a una forma particular de
«literatura fragmentaria», redactada entre el sueño y la vigilia, en la tentativa de
reproducir de la manera más fiel posible las secuencias narrativas del sueño.
Producto de este esfuerzo es la colección de micro-relatos de sueño Cuaderno
Imaginario (1996).
También el texto de Osear Steimberg procede de una particular experiencia
de escritura, narrada en su libro El pretexto del sueño (2005), donde el autor, al
relatar algunos de sus sueños -o simplemente la impresión dejada por ellos al
despertar— señala caracteres peculiares del fenómeno según su parecer. Como ya
hicieron Bozzetto, Oviedo y Saad, Steimberg identifica como distintiva la
imposibilidad de expresar o relatar el sueño que lleva a continuos fracasos de la
narración y a la lagunosa obra de transposición de la imagen del sueño en
palabra. Un texto cuya estructura -capítulos breves, fragmentos, no
forzosamente consecuentes los unos con los otros, como en las secuencias
oníricas- permite abrir múltiples puertas sobre los pasillos del sueño.
La tercera sección del volumen es constituida por los aportes de Alberto
Castoldi, Áron Kibédi Varga y Sara Damiani, quienes combinan los aspectos
literarios e iconológicos del sueño. Se señala la amplia y escrupulosamente
cuidada antología iconográfica que acompaña los textos: con ella se realiza una
valiosa selección en la cual la transposición artística del sueño es ilustrada por
medio de obras que van desde el siglo IV a.C. hasta la época contemporánea.
Alberto Castoldi, en «Le magiche fantasmagorie dei nostri sogni», estudia la
representación del sueño en el siglo XIX francés, cuando ya no se concibe como
algo procedente del exterior, sino como fragua de las obsesiones y angustias del
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Yo, que resulta ser materia precedente a la teorización freudiana. En las obras de
Nodier, Balzac, Nerval y Hugo, el sueño se presenta como producto de la
duplicidad cuerpo-espíritu, racionalmente impenetrable y por lo tanto asociado
a la locura. Su pertenencia a un reino misterioso e insondable, por momentos
terroríficos, se manifiesta en las telas de Füssli, Girodet, Gérard y Guérin
tomadas en examen por Castoldi, en las cuales el sueño es ora pesadilla,
evocación de oscuros fantasmas, ora fantasías y deseo. Los ensayos de Áron
Kibédi Varga y Sara Damiani transitan en cambio un más amplio arco temporal,
deteniéndose en otros aspectos de la representación del sueño en pintura. Kibédi
Varga acentúa la dificultad de reproducir en el espacio algo que se desarrolla en
el tiempo y se interroga sobre la relación que el artista entreteje con la realidad
-que sea vivida, imaginada o sólo interior- que retrata en la tela. Dentro de la
galería de sueños propuestos, particular interés resulta dedicado a las relaciones
de Freud con el arte húngaro. Analizando las obras de Gyula Krúdy, Géza
Csath, Lajos Gulácsy y Tivadar Csontváry, Kibédi Varga releva analogías y
diferencias con la producción artística y teórica de otros surrealistas europeos y
subraya la controvertida recepción de las teorías freudianas por parte de Aragon,
Breton, De Chirico, Dalí y Ernst, entre otros.
Sara Damiani, partiendo de obras canónicas/deteniéndose en el análisis de
obras consagradas dentro del canon occidental, se plantea en cambio el
problema de la codificación de la iconografía del sueño y de su evolución a lo
largo de cinco siglos de historia del arte. La joven estudiosa bergamasca recupera
una serie de constantes problemáticas en la representación de la figura onírica;
primera entre todas, la cuestión de la representación figurativa de un visible otro,
trascendente, ultraterreno que, en tiempos modernos, será sustituido por la
interioridad del sujeto. La puesta en discusión del concepto de visible es
acompañada por uno de los nudos fundamentales en la representación pictórica
del sueño: el articulado proceso de figuración y desfiguración, tendiente a
reproducir la complejidad de las estratificaciones y sugerencias propia de lo
onírico, que llevará en la pintura abstracta a la más osada disolución del
sujeto/objeto.
Reflexiones específicas sobre la naturaleza del sujeto en el sueño, la lógica
onírica y la posibilidad de interpretación del sueño son formuladas en la cuarta
sección del volumen, formada por los ensayos de Emilio Garroni, Giovanni
Bottiroli e Jacqueline Amad Meheler, de orientación más estrictamente teórica e
psicoanalítica.
La propuesta de Garroni pone en relación dos núcleos teóricos
problemáticos: la duplicidad -sólo aparente- de mente y cuerpo, y la naturaleza
de las imágenes oníricas respecto de aquellas de la vigilia. El autor evidencia
cómo en la imagen onírica dicha duplicidad es invertida en favor de la mente
«como si (os cuerpos ya no existieran y existiera sólo una mente casi autónoma
constituida por imágenes y [...] por todos los correlatos operativos, lingüísticos,
intelectuales» (p. 131) reproduciendo sin embargo «en modo subterráneo y
silencioso» esta duplicidad conflictiva. Garroni reconduce la naturaleza de las
imágenes oníricas a aquella de la vigilia, rechazando su irreducibilidad. La
imagen del sueño, de hecho, no haría otra cosa que exasperar el margen de
indeterminación poseído aun por las imágenes de la vigilia, corroyendo la
capacidad de interpretación, siempre alerta, en cambio, en la percepción de la
realidad de la experiencia.
276 C.M.H.LB. Caravelle