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Comentario a Jonathan Simon:

Gobernando a través del delito

Gedisa, Barcelona, 2011

Por Mariana Fernández

La gobernanza a través del delito constituye como forma de obtener legitimidad. ¿Cómo
una tendencia cada vez más pronunciada, que afrontar, entonces, los cambios sociopolíticos
ante el desmantelamiento de la confianza y generados con el desgaste de las relaciones de
la pertenencia social acaba por deteriorar la comunidad y el advenimiento de la cultura del
democracia “moderna tardía” de la sociedad temor y la vigilancia? La propuesta de Simon
norteamericana. Más que a las causas de este reside en cuestionar los rasgos predominantes
proceso, es preciso atender a sus efectos polí- de la gubernamentalidad norteamericana par-
ticos: la propagación del miedo al delito como tiendo de la reflexión de que el conocimiento,
forma de control repercute en los propios el poder y la autoridad se fundan en el delito
conceptos de libertad e igualdad, que dejan y el miedo al delito.
de concebirse como antes del comienzo de la En el primer capítulo, dedicado al análisis
guerra contra el delito. De esta premisa parte de los mecanismos de gobierno y la justicia
Simon para describir distintas modalidades penal, Simon mantiene que la lucha frente al
entrelazadas entre sí de afirmar el gobierno a delito es un problema de prioridades intrínse-
través del delito, que de ningún modo debe co a la matriz liberal cuyo epicentro representa
confundirse con la administración del mis- la disposición de seguridad y libertad. La
mo: “(…) cuando las instituciones sufren la época abierta en 1960 con la caída del New
amenaza del delito en forma reiterada o con Deal implica un traspaso de la primacía de
actos destructivos, desarrollan estrategias que estrategias y discursividades centradas en la
van más allá de la intervención de la justicia libertad hacia el imperativo de la seguridad
penal” (p. 12). Sin embargo, es difícil desen- en tanto necesidad absoluta, e incluso como
trañar cuáles instituciones se ven amenazadas derecho. Los cambios demográficos, fami-
y cuáles recurren a dar la batalla delictiva liares y laborales suscitados en aquel período
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de crisis de representatividad conllevan la evitables, incapacidad de satisfacer reclamos


preocupación por el delito, que se utiliza po- de seguridad, competencia con funcionarios
lítica y mediáticamente debido a que impone que actuaban como fiscales, acusación de
menores desafíos a la gubernamentalidad que favorecer a la delincuencia.
otras cuestiones como el cáncer, la violencia, “Nosotros, las víctimas”, tal como se titula
la protección de los consumidores, la salud el tercer capítulo, examina la racionalidad
mental, entre otras. El temor se generaliza de legislativa de la Ley general del control del
la mano de relatos basados en la creencia de delito y la seguridad en la vía pública” (Óm-
la responsabilidad y la voluntad personal, que nibus Safe Streets and Crime Control Act),
atraviesan la coyuntura histórica y las propias de 1968: el aporte cuantitativo y cualitativo
limitaciones a la libertad. Ahora bien, en el más importante del New Deal en materia de
marco de la gobernanza a través del delito, legislación, que marca el inicio de la guerra
una mayor dosis de libertad no implica un contra el delito. Esta normativa, no especifica
incremento de la seguridad. Más bien, produce un hecho delictivo ni aporta un cambio de pe-
una expectativa irrealizable que no apunta a nalidad: establece el mantenimiento del orden
los fundamentos del poder (el delito) sino que público en el plano estadual y local como una
politiza su direccionamiento mediante modos cuestión de índole federal. Desde entonces, se
de saber que estructuran el campo de acción instaura la imagen de la víctima como sujeto
probable de la población. político idealizado a partir del cual se redefi-
El capítulo 2, “El acusador en jefe”, da ne el modo de gobernar. Esta representación
cuenta de cómo durante los gobiernos de Roo- simbólica se encara predominantemente en
sevelt la creación de agencias federales, que la figura de la policía y las cárceles, como
permiten la conexión directa entre el poder tecnologías de gobierno que permiten conocer
ejecutivo y la ciudadanía electoral, conlleva y actuar sobre la delincuencia.
a que la influencia política deje de sustentarse En el cuarto capítulo, Simon sostiene que
en negociaciones con dirigentes tradicionales desde los años sesenta la cuestión del delito
y pase a depender de la difusión en los medios se va consolidando como un tema de central
masivos y la opinión de expertos. Los ejes importancia pública y estatal, inaugurando
rectores de la gobernanza se reorganizan en un doble proceso: por un lado, los poderes
torno a encuestas, noticieros y programas ejecutivo y legislativo utilizan el argumento
sociales. Con el descrédito del asistencialismo de la delincuencia para afianzar el consenso
y el militarismo del New Deal, el complejo político; y por otro, se ha genera un desmo-
político y discursivo del poder ejecutivo da ronamiento de la gobernanza judicial, que
lugar a la figura del fiscal como patrón guber- cristaliza hacia la década del ochenta. Los
namental sobre la base del derecho a la justicia jueces disminuyen su legitimidad en razón de
y la imputación de castigo. En relación a este la independencia y neutralidad que histórica-
proceso de redefinición penal de la política mente se atribuye a su función sobre todo a
pública, Simon se pregunta qué sucedería en partir del fallo Furman v. Georgia, que abolió
caso de que las tasas de victimización dismi- las ordenanzas de condena de muerte. En
nuyesen, alegando que la ciudadanía puede 1937 se restituye esta última pena, finalmente
dejar de apoyar o acaso destituir a sus propios “desregulada” hacia 1970, promoviéndose la
representantes. Pero además, este giro puede imagen de los jueces como actores desviados
implicar un debilitamiento del poder ejecuti- por no mantener fidelidad a las víctimas y la
vo, al otorgársele responsabilidad por actos ciudadanía. Simultáneamente, se incrementa
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la rivalidad entre poderes de gobierno por mentos sustanciales también en la escuela.


asumir sus demandas: “Si en la gobernanza Tal como se describe en el séptimo capítulo,
estadounidense se puede celebrar a la víctima el abandono del compromiso gubernamental
del delito como un sujeto ciudadano ideal es por la discriminación racial contribuye a la
porque en parte sus reclamos se limitan a lo afirmación de la amenaza delictiva al interior
que el Estado ya sabe producir de manera del sistema educativo. La reconfiguración
bastante eficaz: el castigo” (p. 191). penal del ámbito escolar que tiene lugar
Esta última cuestión es retomada en el capí- con el desbaratamiento de las políticas del
tulo 5 cuyo título, “Proyecto exilio”, consigna New Deal produce que los estudiantes sean
el nombre de un programa de gobierno basado tratados como potenciales delincuentes. Los
en la aplicación de normas efectivas sobre la mecanismos de control que se implementan
tenencia de armas en contextos delictivos. en las escuelas exhiben un modo burocrático
Esta disposición surge en la década del no- y totalitario de afrontar el problema delictivo,
venta, luego de un incremento de homicidios, así como el atrincheramiento del estudiantado
y se convierte en patrón nacional durante la no hace más que continuar el modelo “depósi-
presidencia de Clinton. El modelo expresa la to” que se expresa en el régimen penitenciario.
cosmovisión estadounidense sobre la seguri- Como no podría ser de otra manera, el
dad urbana, que amenaza el sistema democrá- campo laboral no está exento de esta lógica
tico al impulsar el encarcelamiento masivo de gobierno. El capítulo 8 muestra cómo la
en su escala, cumplimiento y propensión a flexibilización económica, el deterioro del
favorecer la prisión como “vertedero”. Este aparato sindical y el fin de los convenios
sistema carcelario desprende su legitimidad de colectivos reorganizan el mundo del trabajo
la función de incapacitación del prisionero y sobre la base del delito. Mediante la supervi-
la disuasión de la delincuencia ciudadana per- sión de antecedentes penales, como sucede
mitiendo solucionar los “dilemas políticos” en materia de adicciones o la inspección del
del gobierno a través del delito en relación a disciplinamiento fiscal, la intimidad de los
la competencia punitiva que propugna. Ahora empleados es atropellada como nunca antes
bien, la fabricación masiva de sujetos que no a través del control y la censura. La prefigu-
se puede manejar convenientemente ni excluir ración de la identidad del trabajador como
en forma definitiva, el elevado presupuesto virtual adicto, estafador, criminal, puede im-
que demandan las instituciones de encierro plicar ajustes de personal: no como resultado
y las desventajas económicas de los sectores del incumplimiento de la responsabilidad
marginados criminalizados atenta contra la laboral sino más bien como castigo o fuente
gobernabilidad del orden político. de prevención delictiva.
El sexto capítulo se refiere a las transforma- Del mismo modo que las guerras de gober-
ciones en el seno familiar que devienen con la nanza se expresan en la micro-gubernament-
guerra contra el delito. Si el locus del temor lidad, la administración global ha sufrido una
se inmiscuye en las relaciones domésticas, las metamorfosis del pilar del delito a la batalla
luchas de poder intrafamiliares demandan la contra el terrorismo. El atentado del 11 de sep-
intromisión de la justicia penal. No sólo se tiembre de 2001 que destruyó las World Trade
espera que los padres cumplan un rol discipli- Center de Nueva York sesga un camino que
nante y represivo, sino que además el castigo se intensifica hasta nuestros días acarreando
penal acaba por corroer la potestad familiar. grandes dificultades y desafíos para la huma-
El delito y el miedo se condensan como ele- nidad: “Los riesgos que se corren al confiar
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en una estrategia esencialmente penal para delito produce cáncer, o para ser más precisos,
conseguir formas globales de seguridad ya se cánceres: produce sujetos que no responden
están poniendo en evidencia en Irak y otras a las señales regulatorias que posibilitan una
partes del mundo” (p. 358). Para comprender coordinación social efectiva y que quedan
este fenómeno, Simon se remonta a la presi- fuera de cualquier circuito significativo de for-
dencia de Nixon (1969-1974), cuando se libra mación de voluntades democráticas (p. 380).
no sólo la guerra contra el delito sino también Frente a un panorama que esboza la guerra
contra el cáncer: elementos que se orientan contra el terrorismo como una contingencia
a acrecentar el escaso nivel de legitimidad permanente, es preciso advertir que el poder
con que asume el mandatario mediante un fue instaurado por el delito y el miedo al de-
engranaje que se extiende a la década actual. lito. Sólo así podremos disputarlo en términos
¿Cómo se vinculan el delito y el cáncer adecuados. La imaginación y confección de
como dispositivos aglutinantes de gobernan- otros modos de suscitar la responsabilidad y
za? Si bien es cierto que el peligro capaz de la unión ciudadana puede contribuir a la ge-
trazar los miedos de la ciudadanía es sobrema- neración de mecanismos securitarios que no
nera el delito, a la larga en la medida en que se cimienten en metáforas de guerra sino en
no se lo puede dominar convenientemente se la solidaridad de las personas. Esta es la única
establece como una amenaza cancerígena para forma de liberarse de la cultura del temor que
el orden político: “(…) gobernar a través del signa nuestra cotidianeidad.

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