Sunteți pe pagina 1din 7

Inicio de la Guerra de Independencia de México

La etapa de inicio de la Guerra de Independencia de México corresponde al levantamiento popular que fue encabezado por Miguel
Hidalgo y Costilla los corredores por lo cual fueron descubiertos por los españoles, los conspiradores de Querétaro no tuvieron otra
alternativa que ir a las armas en una fecha anticipada a la que fue planeada originalmente. Los miembros de la conspiración se
hallaban sin una base de apoyo en ese momento, por lo cual Hidalgo tuvo que convocar al pueblo de Dolores a sublevarse en contra
de las autoridades españolas el 16 de septiembre de 1810. Los insurgentes avanzaron rápidamente hacia las principales ciudades del
Bajío y luego hacia la capital de la Nueva España, pero en las inmediaciones de la Ciudad de México retrocedieron por la orden de
Hidalgo. Los siguientes encuentros entre los insurgentes y el ejército español —llamado realista— fueron casi todos ganados por
estos últimos. Los desencuentros de Hidalgo e Ignacio Allende, que estaban a la cabeza de la insurgencia, aumentaron después de las
derrotas.

Los sublevados tuvieron que huir hacia el norte, donde esperaban encontrar el apoyo de las provincias de esa región que también se
habían lanzado a las armas. mientras tanto los líderes de la insurgencia fueron capturados en Acatita de Baján (Coahuila). Una vez
arrestados fueron conducidos a Chihuahua. En esta ciudad fueron fusilados Hidalgo, Jiménez, Allende y Aldama, cuyas cabezas
fueron enviadas a Guanajuato para que fueran expuestas en las esquinas de laalhóndiga de Granaditas.

Índice
La conspiración de Querétaro y el Grito de Dolores
Toma de Guanajuato
Toma de Valladolid
Batalla del Monte de las Cruces
Batalla de Aculco
Batalla de Guanajuato
Batalla de Puente de Calderón
Captura de los insurgentes en Acatita de Baján
Véase también
Notas
Bibliografía

La conspiración de Querétaro y el Grito de Dolores


Véanse también: Conspiración de Querétaro y Grito de Dolores.
Ignacio Allende y Mariano Abasolo estuvieron entre los simpatizantes de los conjurados de Valladolid. Cuando ésta fue descubierta,
organizaron una nueva conspiración que tuvo su sede definitiva en Querétaro. Las reuniones se realizaban de manera clandestina en
casa del corregidor, Miguel Domínguez. Allende estaba al frente de los conjurados, entre quienes se encontraban el propio corregidor
,
Miguel Hidalgo y Costilla, Juan Aldama y Josefa Ortiz1 El grupo de conjurados buscaría en primera instancia la destitución de los
2
españoles en puestos de gobierno, apoyados por un levantamiento que iniciaría el 1 de octubre.

La conspiración fue denunciada el 9 de septiembre por José Mariano Galván. Otras denuncias llegaron a oídos del comandante
Ignacio García Rebolledo, que dispuso el cateo a la casa y la aprehensión de los hermanos González. Josefa Ortiz envió como
mensajero Ignacio Pérez para avisar a los conspiradores en San Miguel el Grande, después fue presa en compañía de su marido y
otros conspiradores.3 El aviso de la Corregidora llegó a Juan Aldama, y fue él quien lo llevó hasta Dolores el 16 de septiembre. Con
ayuda de presos que liberaron de la cárcel, los insurgentes capturaron al delegado Rincón y se dirigieron al atrio de la iglesia. En ese
lugar, Hidalgo convocó a los asistentes a levantarse contra el mal gobierno.4 Hidalgo arengó a la población, acto que es conocido
como Grito de Dolores y se considera el inicio de la guerra por la independencia mexicana.Error en la cita: Error en la cita: existe
un código de apertura <ref> sin su código de cierre </ref> Ante esta situación los campesinos vieron en Hidalgo a un líder que
podría conducirlos a una vida mejor. Fue así que los insurgentes lograron conseguir adeptos rápidamente.5 Contaba además con los
refuerzos que pudieran proveerle Allende y Mariano Abasolo, oficiales del Regimiento de Dragones de la Reina en San Miguel el
Grande.6 Acompañado de esta tropa, cuya magnitud se desconoce, se dirigieron primero a Atotonilco, donde tomaron el estandarte
de la Virgen de Guadalupe, que fue considerado el emblema del movimiento.7 Ahí nuevamente Hidalgo arengó a su tropa, con el
grito de "¡Viva la Virgen de Guadalupe , viva Fernando VII!", la población respondía"¡Viva la América y mueran los gachupines!".8

Al paso de los insurgentes por las poblaciones del oriente de Guanajuato se unieron mineros y peones de las haciendas aledañas,
algunos pocos llevaban armas de fuego, pero la mayoría estaban armados con machetes, lanzas, palos, garrotes, hondas y piedras. El
21 de septiembre, cuando llegaron a las inmediaciones deCelaya, su fuerza era de veinte mil hombres. Seguidos por los soldados y la
masa del pueblo, Hidalgo y Aldama marcharon a la cabeza del contingente enarbolando un retrato de Fernando VII. Al llegar a la
ciudad, sonó un disparo y la plebe comenzó a realizar un saqueo en la ciudad. Los soldados comandados por Aldama intentaron
inútilmente contener la acción.9 En esa población, Miguel Hidalgo fue nombrado capitán general, quedando al mando del ejército
por encima de Allende —que sin duda era más hábil en lo que se refiere a táctica militar— a quien se le nombró teniente general.10
De Celaya, los insurgentes salieron con rumbo noroeste y en su camino se apoderaron de Salamanca, Irapuato y Silao. Cuando
llegaron a las inmediaciones de Guanajuato, el 28 de septiembre, el número de los rebeldes había aumentado considerablemente.11
La mayor parte de las clases altas urbanas de Nueva España vieron al principio con buenos ojos la revolución encabezada por
Hidalgo, pero a medida que se evidenció que los jefes insurgentes no podían contener a sus seguidores, el apoyo se fue
desvaneciendo, incluso el mismo Ignacio Allende empezó a ver con recelo a Hidalgo, a quién más tarde acusaría de haberse dejado
llevar por la plebe.12

Toma de Guanajuato
El intendente de Guanajuato, Juan Antonio Riaño, se dio cuenta que la mayor parte
de los habitantes de la localidad eran mineros que esperaban unirse al levantamiento
insurgente, por lo que decidió parapetarse con seiscientos hombres en la Alhóndiga
de Granaditas, uno de los edificios más fuertes y gruesos de la ciudad. Envió cartas
solicitando apoyo militar al recién llegado virrey Venegas, al presidente de la Real
Audiencia de Guadalajara y a Félix María Calleja, quien era jefe de las tropas
realistas de San Luis, pero la ayuda no llegó a tiempo.13 Hidalgo, que había
mantenido una amistad con Riaño, antes de dar la orden de ataque le solicitó la
capitulación, pero el intendente se negó14 e iniciadas las hostilidades fue de los
primeros hombres en morir.15 Sin poder penetrar el edificio, Hidalgo pidió a un
indio minero, conocido como «el Pípila», quemar la puerta principal. Éste cargó una
losa en la espalda a manera de escudo, logrando incendiar la puerta de la alhóndiga
para abrir paso a los insurgentes.16 en 153 De este modo, a las cinco de la tarde, se
logró la toma de la Alhóndiga de Granaditas. Durante el desorganizado asalto los
sitiadores sufrieron más de dos mil bajas. Cuando las hostilidades cesaron —a
Ignacio Allende.
manera de venganza por la muerte de sus compañeros— la plebe asesinó a más de
doscientos cincuenta españoles, dando inicio a un saqueo por la ciudad que duró
hasta el día siguiente. Hidalgo pudo contener el desorden publicando un aviso que conminaba a pena de muerte a los saqueadores.17
Durante su estancia, los insurgentes reorganizaron sus tropas añadiendo dos nuevos regimientos de infantería y se fundieron cañones
para incrementar la artillería.José María Liceaga fue nombrado coronel yJosé Mariano Jiménezse añadió a la causa.18

Toma de Valladolid
En la Ciudad de México, el virrey Venegas publicó un bando ofreciendo una recompensa de diez mil pesos por las cabezas de los
líderes de la insurrección.19 Se giraron instrucciones para cercar la rebelión, Félix María Calleja partió desde San Luis y el
gobernador militar Roque Abarca envió brigadas desde Guadalajara.20 En Valladolid el obispo de Michoacán Manuel Abad y
Queipo, a pesar de ser amigo de Hidalgo, desaprobó las acciones de los insurgentes, publicando un edicto en el que calificó a Hidalgo
y sus compañeros como perturbadores del orden público, sacrílegos y perjuros, por lo que los excomulgó.21 El arzobispo de México,
Francisco J. Lizana y el obispo de Guadalajara Juan Ruiz de Cabañas se sumaron a la postura de Queipo. El 13 de octubre, el
inquisidor de México, Bernardo Prado y Obejero, ratificó la excomunión, haciéndola extensiva a todo aquel que aprobase la sedición,
recibiese proclamas, ayudase a los insurgentes o que mantuviese comunicación con ellos.22

Mientras tanto, el 8 de octubre, Hidalgo inició el avance por el Valle de Santiago, Salvatierra, Acámbaro, Zinapécuaro e Indaparapeo,
reclutando más gente e incrementado su fuerza a sesenta mil hombres.23 El coronel Diego García Conde que había partido de la
Ciudad de México para defender la plaza de Valladolid, cayó prisionero de los insurgentes en Acámbaro. En Valladolid solamente se
encontraban setenta hombres al mando de Agustín de Iturbide, quien al ver el panorama decidió huir hacia la capital. Hidalgo le
propuso unirse a la rebelión, pero éste rehusó el ofrecimiento. El propio obispo Abad y Queipo trató inútilmente de organizar la
resistencia, y sin lograr su objetivo abandonó el lugar. Una pequeña comisión, compuesta por el capitán José María Arancivía, el
canónigo Betancourt y el regidor Isidro Huarte, se entrevistó con Hidalgo para capitular la plaza, la cual fue tomada pacíficamente el
17 de octubre. Ante las circunstancias, el gobernador de la mitra Mariano Escandón expidió un edicto en el que dio marcha atrás a la
excomunión proclamada por el obispo.24

Pequeños brotes de saqueos fueron controlados por Allende.25 Las fuerzas insurgentes —cifrada en ochenta mil hombres— eran ya
muy numerosas pero carentes de ímpetu y organización. El coronel Manuel Gallegos, sabedor de esta situación, propuso a Hidalgo
disminuir la tropa, comprometiéndose a entrenar a catorce mil hombres. Le dijo que ante la menor adversidad en un combate, los
hombres recularían "como palomas", pero Hidalgo desoyó el consejo.26 Durante una junta en Acámbaro el 22 de octubre, Hidalgo
fue nombrado generalísimo; Allende capitán general; Aldama, Balleza, Jiménez y Arias fueron promovidos a tenientes generales;
Ignacio Martínez, Abasolo, Ocón, yJosé Antonio Martínezmariscales de campo.27

Batalla del Monte de las Cruces


Los insurgentes avanzaron hacia Toluca para llegar a la antesala poniente de la Ciudad de México en el Monte de las Cruces. Con el
propósito de hacer frente a la rebelión, el teniente coronel Torcuato Trujillo, con un destacamento, realizó reconocimientos en el área
de Ixtlahuaca, pero al confirmar el avance del numeroso ejército que comandaba Hidalgo prefirió tomar posiciones con en el mayor
Mendívil en Lerma y en el puente de Atengo. Los rebeldes arrollaron la posición del puente avanzando por Santiago
Tianguistenco.28 Un grupo comandado por el capitán Bringas llegó a la escena para apoyar a Trujillo. La batalla se libró en el
bosque, las fuerzas insurgentes dirigidas por Abasolo, Jiménez y Allende realizaron el ataque en un movimiento envolvente, logrando
la victoria.29 Cuando se agotaron las municiones, los defensores huyeron a la Ciudad de México bajando por Cuajimalpa y Santa Fe;
entre los sobrevivientes marchaba Agustín de Iturbide. Durante el combate murieron más de cinco mil hombres, con bajas semejantes
para ambos bandos.30 ana

En la capital, Venegas preparó la defensa, exaltó a los habitantes enarbolando la imagen de la Virgen de los Remedios. El 31 de
octubre, Jiménez y Abasolo bajaron con una bandera blanca para negociar la capitulación con el virrey,31 pero éste respondió con
una negativa, esperando la próxima llegada de los ejércitos virreinales comandados por Calleja y Flon. Por razones que son
desconocidas, el generalísimo Hidalgo prefirió volver a la capital deMichoacán. Esta decisión provocó la deserción de la mitad de las
32
tropas e inició el distanciamiento con Allende, quien no estuvo de acuerdo con esa determinación.

Batalla de Aculco
A su regreso a la capital michoacana, los insurgentes fueron atacados el 7 de noviembre por el ejército español, al mando de Félix
María Calleja, en Aculco. La Batalla de Aculco dejó claro que los insurgentes no estaban en condiciones para hacer frente al ejército
español. Las deserciones fueron cuantiosas, fueron capturados aproximadamente seiscientos rebeldes, armamento y otras
pertenencias.33 Teniendo en cuenta la situación, los insurgentes se dividieron y el grueso de las tropas se volvió —con Allende a la
cabeza— rumbo a Guanajuato; mientras apenas un puñado regresó con Hidalgo a Valladolid.34 Hidalgo pudo obtener apoyo
financiero de la Iglesia y la adhesión de varios centenares de jinetes e
infantes; no corrió la misma suerte Allende, que tuvo que abandonar
Guanajuato con rumbo al norte para reunirse con Abasolo y Aldama
en San Luis Potosí.

A estas alturas, los simpatizantes de los insurgentes ocupaban otras


ciudades en todo el territorio de Nueva España. Rafael Iriarte
controlaba León, Aguascalientes y Zacatecas. Luis de Herrera y Juan
Villerías ocupaban San Luis Potosí. En Toluca y Zitácuaro estaba
Benedicto López. José María Morelos ya había unido a los
calentanos de Michoacán y México a la guerra; mientras que Miguel
Sánchez y Julián Villagrán controlaban el Valle del Mezquital al
norte de la intendencia de México.33 Guadalajara fue tomada por
José Antonio Torres el 11 de noviembre de 1810, poco después José
María Mercado tomó Tepic y San Blas logrando ocupar el sur de
Nueva Galicia.35 Las provincias norteñas como Texas, Coahuila y
Ruta de la campaña militar deMiguel Hidalgo y
Nuevo León también se habían sumado a la causa insurgente.36 José zona de propagación del levantamiento armado de
María González Hermosillo inició la rebelión con la Batalla de Real 1810 a 1811.
del Rosario en las Provincias Internas de Occidente y José María
Sáenz de Ontiveros en Durango, además se efectuaron diversos
levantamientos espontáneos dirigidos por sacerdotes y rancheros en muchas partes del virreinato. De esta forma, la lucha armada se
había propagado.37

Batalla de Guanajuato
Hidalgo, en lugar de permanecer más tiempo en Valladolid, se dirigió hacia Guadalajara, desviándose del plan acordado con Allende.
Éste se lo reprochó, pues contaba con la posibilidad de recibir refuerzos del generalísimo en Guanajuato. Esta acción provocó otro
distanciamiento entre los jefes insurgentes,38 el cual se acrecentó cuando Allende se enteró que Hidalgo —cediendo al deseo de las
masas populares— había ordenado el fusilamiento de cuarenta españoles en Valladolid,39 y cuando se percató que Hidalgo había
40
dejado caer en el olvido la figura de Fernando VII.

El ejército virreinal, al mando de Calleja y Flon, venció a las tropas de Allende en la Batalla de Guanajuato, obligando a los
insurgentes a escapar. Entre los habitantes que permanecieron en la ciudad se corrió el rumor de que el ejército virreinal estaba
próximo a entrar a la ciudad y que pasaría a cuchillo a todo aquel que hubiese apoyado a los rebeldes. Algunos pobladores, asustados
y encolerizados, decidieron asesinar a ciento treinta y ocho españoles que se encontraban presos en la Alhóndiga de Granaditas.41
Cuando Calleja se enteró de esta matanza, dio a su tropa la orden de entrar a degüello por la ciudad, la cual fue obedecida y sólo
detenida por las incesantes súplicas del padre José María de Jesús Belaunzarán. Poco después, Flon y Calleja ordenaron fusilar a más
de treinta sospechosos de haber participado en la rebelión, además se levantó un cadalso en el cual fueron ahorcados otros treinta y
dos simpatizantes de los insurgentes.42

Batalla de Puente de Calderón


A principios de noviembre de 1810, José Antonio Torres logró imponerse sobre la poca resistencia que ofrecieron las fuerzas
virreinales en La Barca y en la Batalla de Zacoalco.43 Con una fuerza de veinte mil hombres entró a la ciudad de Guadalajara el 11
de noviembre.44 Casi de inmediato José María Mercado fue comisionado para tomar las plazas de Tepic y San Blas, objetivos que
logró sin disparar un solo tiro el 28 de noviembre y el 1 de diciembre respectivamente.44 Pero en la zona del Bajío, las plazas que
habían sido tomadas por los insurgentes fueron recuperadas por el ejército virreinal. Los jefes insurgentes se reunieron nuevamente
45
cuando Hidalgo llegó a Guadalajara el 26 de noviembre y Allende el 12 de diciembre.
Durante su estancia en Guadalajara, Hidalgo publicó un bando aboliendo la esclavitud, derogó los tributos a las castas, eliminó los
estancos de la pólvora y del tabaco, así como las cajas de comunidad y pensiones que se exigían a los indígenas. Hizo publicar el
periódico independiente El Despertador Americano.35 Los insurgentes trataron de organizar un gobierno, nombraron a José María
Chico como ministro de Justicia y de Gracia, a Ignacio López Rayón como ministro de Estado y Despacho, y a Pascasio Ortiz de
Letona como ministro plenipotenciario ante el congreso de los Estados Unidos con el objetivo de buscar una alianza militar y
económica.46 Durante esos días, Hidalgo escribió el borrador delManifiesto sobre la autodeterminación de las naciones:

«Cuando yo vuelvo la vista por todas las naciones del universo y veo que quieren gobernarse por
individuos de su misma nación, no puedo menos creer que ésta es una idea impresa en ella por el Dios de la
naturaleza. El francés quiere ser mandado por francés; el inglés, por inglés; el italiano, por italiano; el
alemán, por alemán...Esto entre las naciones cultas. Y entre los bárbaros de América, el apache quiere ser
gobernado por apache; el pima, por pima; el tarahumara, por tarahumara, etcétera. ¿Por qué a los
americanos se les ha de privar del goce de esta prerrogativa? Hablad, españoles injustos, ¿por qué no
queréis que gocemos lo que Dios ha concedido a todos los demás hombres? Vosotros, indignos de llamaros
humanos, ¿por qué nos queréis privar de las dulzuras de la independencia?»

Fragmento del Manifiesto sobre la autodeterminación de lasnaciones de Miguel Hidalgo,


diciembre de 1810.47

Hidalgo escuchó la denuncia de una conspiración que se fraguaba por parte de los españoles de Guadalajara para entregar la ciudad al
ejército de Calleja, el cual se aproximaba. Sin mayor preámbulo el generalísimo ordenó la ejecución de ochenta sospechosos en el
cerro de la Bateas. Las matanzas se continuaron realizando de manera furtiva por parte del coronel Vicente Loya y algunos de sus
hombres, alcanzando la cifra de trescientas cincuenta víctimas. Allende y Aldama reclamaron airadamente esta acción, pero Hidalgo
fue condescendiente con los asesinos. Este evento fue el punto límite que provocó el distanciamiento de Allende con el
generalísimo.48

Al saber del avance de las tropas virreinales hacia Guadalajara, se celebró una junta de guerra. Allende propuso dejar entrar
libremente al contingente de Calleja en la ciudad, para que una vez que estuviera dentro, se le emboscara por todas direcciones; pero
Hidalgo decidió que la opción sería combatir en las afueras de la ciudad. Un ejército de reserva, comandado por José de la Cruz y
Pedro Celestino Negrete, avanzaba también hacia Guadalajara. Hidalgo ordenó a Ruperto Mier marchar con dos mil hombres para
detener este otro avance. Estas fuerzas se confrontaron en laBatalla de Urepetiro, con la consecuente derrota de los insurgentes.49

El 16 de enero, noventa y tres mil insurgentes tomaron posiciones en los alrededores del Puente de Calderón. El 17 de enero de 1811,
el ejército virreinal —conformado por ocho mil hombres al mando de Calleja y Flon— llegó al lugar, dando inicio a la Batalla del
Puente de Calderón.50 Después de seis horas de combate, una granada cayó en el carro de municiones de los insurgentes. La
detonación provocó pánico y una estampida de los rebeldes, quienes "como palomas" huyeron atropelladamente, perdiendo sus
posiciones y dando la victoria a los virreinales.51

Con un número reducido de tropa, los insurgentes se vieron obligados a huir hacia Aguascalientes. En la hacienda del Pabellón,
Hidalgo fue relevado de su cargo de generalísimo.52 Allende dirigió la tropa hacia Zacatecas, sin encontrar ayuda en esa ciudad
decidieron dirigirse hacia el Saltillo, lugar que mediante la Batalla de Aguanueva había logrado tomar José Mariano Jiménez.53
Decidieron buscar el apoyo de las provincias septentrionales de la Nueva España.54 Por otra parte, cuando José de la Cruz llegó a
T a quien derrotó el 31de enero de 1811.55
Guadalajara, fue comisionado para enfrentar a José María Mercado en epic,

Captura de los insurgentes en Acatita de Baján


Reunidos en Saltillo, el 15 de marzo, decidieron emprender la marcha hacia Estados Unidos. Ignacio Aldama, que se había
adelantado en el viaje, fue hecho prisionero en Béjar el 1 de marzo.56 Dos mil quinientos hombres del ejército insurgente, a su paso
por Saltillo, fueron puestos al mando de Ignacio López Rayón,57 quien junto con José María Liceaga partió rumbo al sur para
refugiarse en las montañas de Michoacán. El resto de los jefes con mil hombres se dirigieron a Monclova, pero no sabían que esta
población era el núcleo de un movimiento contrainsurgente. Ignacio Elizondo, que había participado en el movimiento
revolucionario, cambió de bando aliándose con el capitán español José Rábago y con el presbítero Zambrano. El 17 de marzo
aprehendió al mariscal insurgente Pedro de Aranda.58

Finalmente, en Acatita de Baján los insurgentes fueron capturados por Ignacio Elizondo el 21 de marzo de 1811. Fueron hechos
prisioneros Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Hidalgo, Mariano Balleza, José Santos Villa, José Mariano
Jiménez, Mariano Abasolo, Ignacio Camargo, Nicolás Zapata, Francisco Lanzagorta, fray Gregorio de la Concepción, Manuel Santa
María, Vicente Valencia, José María Chico y Manuel Ignacio Solís, entre muchos otros.Joaquín Arias fue herido mortalmente cuando
intentó resistirse al arresto.59 Fueron trasladados a Chihuahua, donde después de ser juzgados se ordenaron los fusilamientos de
Ignacio Camargo, Juan B. Carrasco y Agustín Marroquín el 10 de mayo; Francisco Lanzagorta y Luis Gonzaga Mireles el 11 de
mayo; José Ignacio Ramón, Nicolás Zapata, José Santos Villa, Mariano Hidalgo y Pedro León el 6 de junio; Ignacio Allende, José
Mariano Jiménez, Manuel Santa María y Juan Aldama el 26 de junio; José María Chico, José Ignacio Solís, Vicente Valencia, y
Onofre Gómez Portugal el 27 de junio. Mariano Abasolo fue condenado a cadena perpetua, se le envió a Cádiz y murió en El Puerto
de Santa María en abril de 1816.60 Ignacio Aldama y Juan Salazar fueron fusilados el 20 de junio en Moncolova; los religiosos
Mariano Hidalgo, Mariano Balleza, Bernardo Conde, Pedro Bustamante, Carlos Medina, Ignacio Jiménez, Gregorio Melero y Piña,
fueron fusilados en Durango el 15 de julio; fray Gregorio de la Concepción fue desterrado a España.61 Hidalgo fue conducido a
Chihuahua, donde fue juzgado, degradado eclesiásticamente y fusilado el 30 de julio. Las cabezas de Hidalgo, Aldama, Allende y
Jiménez fueron colgadas en las cuatro esquinas de la alhóndiga de Granaditas, permaneciendo a la vista de los habitantes hasta
1821.62

Véase también
Independencia de México
Miguel Hidalgo y Costilla
Ignacio Allende
Conspiración de Querétaro
Grito de Dolores

Notas
13. Zárate, 1880; 113-114
1. Varios autores como Jiménez Codinach (2002) y
Herrera Peña (2003: 46-48) coinciden que la cabeza 14. Zárate, 1880; 115-117
de la conspiración fue Allende, no Hidalgo; sin 15. Zárate, 1880; 118
embargo, llegan a conclusiones distintas en el papel 16. Zárate, 1880; 119
histórico de cada uno. Otros conspiradores eran José 17. Zárate, 1880; 120-121
María Sánchez, los abogados Parra, Altamirano y
Laso; Francisco Araujo, Antonio Téllez, Ignacio 18. Zárate, 1880; 122
Gutiérrez, los comerciantes Epigmenio y Emeterio 19. Zárate, 1880; 124
González, el regidor Villaseñor Cervantes, el capitán 20. Zárate, 1880; 126
Joaquín Arias, el teniente Francisco Lanzagorta y el
21. Zárate, 1880; 130
teniente Baca (Zárate, 1880; 86-87). Existen dudas
sobre la actuación de Josefa Ortiz en la conspiración, 22. Zárate, 1880; 131-132
así como de la participación de Allende en la conjura 23. Zárate, 1880; 134
de Valladolid (Guzmán Pérez, 2004: 212-216). 24. Zárate, 1880; 135
2. Rodríguez, 2008; 283 25. Zárate, 1880; 136
3. Zárate, 1880; 97-99 26. Zárate, 1880; 137
4. Zárate, 1880; 102 27. Zárate, 1880; 138
5. Rodríguez, 2008; 287 28. Zárate, 1880; 140
6. Villoro, 2009; 505 29. Zárate, 1880; 141
7. Muñoz, 2009; 79 30. Zárate; 1880; 142
8. Zárate, 1880; 107-108 31. Zárate, 1880; 143
9. Zárate, 1880; 106 32. Zárate, 1880; 144-146
10. Zárate, 1880; 111 33. Zárate, 1880; 150-151
11. Zárate, 1880; 112 34. Zárate, 1880; 153
12. Rodríguez, 2008; 288 35. Muñoz, 2009; 81
36. Villoro, 2009, 507 50. Zárate, 1880; 196-197
37. Sordo, 2010; 30 51. Zárate, 1880; 198
38. Zárate, 1880; 154-155 52. Zárate, 1880; 203
39. Zárate, 1880; 162 53. Zárate, 1880; 204
40. Villoro, 2009; 506 54. Villoro, 2009; 507
41. Zárate, 1880; 156-157 55. Zárate, 1880; 200-201
42. Zárate, 1880; 158-159 56. Zárate, 1880; 205
43. Zárate, 1880; 164-165 57. Zárate, 1880; 207
44. Zárate, 1880; 166 58. Zárate, 1880; 210
45. Zárate, 1880; 176 59. Zárate, 1880; 211
46. Zárate, 1880; 186 60. Zárate, 1880; 217
47. Herrera, 2003; 217 61. Zárate, 1880; 218
48. Zárate, 1880; 188-189 62. Zárate, 1880; 219-222
49. Zárate, 1880; 194-195

Bibliografía
Herrejón Peredo, Carlos(2009). «Versiones del grito de Dolores y algo más». En Rafael Vargas. 20/10. Memoria de
las revoluciones en México. México: RGM Medios. pp. 38-53.ISBN 978-607-7748-04-5.
Herrera Peña, José (2003). Hidalgo a la luz de sus escritos. Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo. ISBN 970-703-217-0. Consultado el 1 de mayo de 2010.
Muñoz Saldaña, Rafael (2009). México independiente. El despertar de una nación. México: Editorial Televisa
Internacional. ISBN 978-968-5963-25-1.
Rodríguez O., Jaime E. (2008).La independencia de la América española. México: Fondo de Cultura Económica, El
Colegio de México, Fideicomiso Historia de las Américas.ISBN 978-968-16-7556-1.
Sordo Cerdeño, Reynaldo; Sierra Moncayo, María Julia (2010). Atlas conmemorativo 1810-1910-2010. México:
Siglo XXI Editores, Senado de la RepúblicaLXI Legislatura. ISBN 978-607-03-0141-4.
Villoro, Luis (2009). «La revolución de Independencia». En Daniel Cosío Villegas. Historia general de México.
Versión 2000. México: El Colegio de México. ISBN 968-12-0969-9.
Zárate, Julio (1880). «La Guerra de Independencia». En Vicente Riva Palacio. México a través de los siglos. III
volumen. México: Ballescá y compañía. Consultado el 25 de marzo de 2010..

Obtenido de «https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Inicio_de_la_Guerra_de_Independencia_de_México&oldid=107896307
»

Se editó esta página por última vez el 18 may 2018 a las 01:07.

El texto está disponible bajo laLicencia Creative Commons Atribución Compartir Igual 3.0 ; pueden aplicarse cláusulas
adicionales. Al usar este sitio, usted acepta nuestrostérminos de uso y nuestra política de privacidad.
Wikipedia® es una marca registrada de laFundación Wikimedia, Inc., una organización sin ánimo de lucro.

S-ar putea să vă placă și