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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

(Universidad del Perú, DECANA DE AMÉRICA)

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

UNIDAD DE POST GRADO DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

DOCTORADO EN DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

Asignatura: Seminario Derecho Penal Especial

ANTICANDIDATOS Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN LA


POLÍTICA ELECTORAL PERUANA

DOCENTE: DR. SILFREDO HUGO VIZCARDO

ESTUDIANTE: MAXIMINO MOSQUEDA ZUTA

Lima, 2018
ANTICANDIDATOS Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN LA POLÍTICA ELECTORAL PERUANA

ANTICANDIDATOS Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN LA


POLÍTICA ELECTORAL PERUANA
RESUMEN:
El Perú es un país de grandes fracturas: regionales, sociales, étnicas. No debería sorprender
que estas se trasladen al plano político. Pero dada la fuerte carga de violencia que
conllevan, cabría preguntarse si los movimientos ‘antis’ son la mejor dinámica política para
una comunidad nacional. Estas escisiones políticas marcan divisiones, que despierta
afectos y odios. El aprismo y el antiaprismo fue la principal división política en el Perú del
siglo XX, en la actualidad el fujimorismo y el antifujimorismo, promovido por
movimientos sociales a través de las redes sociales, un verdadero espacio para hacer
política, denominado también ciberpolítica.

ABSTRACT:
Peru is a country of great fractures: regional, social, ethnic. It should not be surprising that
these are transferred to the political level. But given the heavy burden of violence they
entail, one might ask if the 'anti' movements are the best political dynamic for a national
community. These political divisions mark divisions, which arouse affections and hatred.
The aprismo and the antiaprismo was the main political division in the Peru of century XX,
at the present time fujimorismo and antifujimorismo, promoted by social movements
through the social networks, a true space to make policy, also denominated cyberpolitics.

PALABRAS CLAVE: ‘antis’, anticandidatos, fujimorismo y antifujimorismo, y redes


sociales.
SUMARIO:

1. INTRODUCCIÓN:
a) PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA:
Hubo un tiempo lejano en el que los partidos políticos conquistaban las mentes y los
corazones de muchos peruanos, sin embargo hoy en día, antes que adhesiones, los
partidos generan rechazos tan profundos, cargados de intolerancia y de miedo, que
ha llegado el momento de ver la política desde sus identidades negativas. Esos
‘antis’ como el antiaprismo y el antifujimorismo ordenan nuestra precaria oferta
electoral y se convierten en el principal tipo de vínculo político entre políticos
deslegitimados y ciudadanos supercríticos. La política peruana anida en las entrañas
de quienes votan por el descarte, por el “mal menor”, por no ver a la peor pesadilla
ponerse la banda presidencial; como dijo grotescamente nuestro único premio
Nobel, Mario Vargas Llosa. En la segunda vuelta del 2011 compitieron dos
sentimientos ‘antis’ el cáncer y el sida, es decir Keiko Fujimori y Ollanta Humala.
Sin embargo cabría preguntarse si esos antis debido a la fuerte carga de violencia
que conllevan, son la mejor dinámica política para una comunidad nacional. El

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‘anti’ solo existe en la medida que existe aquello que convoca ese ‘anti’, nada más.
Lo que tenemos en frente no son candidatos sino anticandidatos, “líderes” que
generan más rechazo que adhesiones, y que benefician con ese rechazo a terceros, de
posicionarse mediocremente como el “mal menor”. Pero es así que estamos
construyendo nuestro sistema político. No podemos plantear una reforma política en
término de lo que queremos sino en términos de lo que existe, y lo que existe son
grandes mayorías que rechazan la política actual; eso es paradójico porque el
rechazo a determinados políticos no ha dado estabilidad, la gente no vota con el
corazón y la cabeza, sino también con el hígado; por lo tanto, es necesario pensar en
reformas que ordenen nuestra política sabiendo que el elector peruano también vota
con el hígado; y todas esta campañas de antis se realiza a través de las redes sociales,
son convocatorias multitudinarias, con movimientos tantos en la ciudad principal
que es Lima y en las principales ciudades en el interior del País, es por eso, que
frente a estas cuestiones, es lo que se formula siguiente interrogante:

b) FORMULACION DEL PROBLEMA:


¿Qué relación existe entre el concepto de ‘anticandidato’ y las redes sociales en la
política peruana?

c) OBJETIVO PRINCIPAL:
Determinar la relación entre el concepto de ‘anticandidato’ y las redes sociales en la
política peruana.

d) ANTECEDENTES:
Los antecedentes de este concepto lo encontramos a largo de nuestra historia
republicana, desde la proclamación simbólica de nuestra república hasta nuestro
días, comienza, con el breve paso del libertador Simón Bolívar por nuestro país,
luego viene el oncenio de Leguía, el pierolismo, el civilismo, antiaprismo y
comunismo, y ahora en la actualidad el fujimorismo y el antifujimorismo, son los
dirigen nuestro frágil sistema de política electoral, que se hace a través de los
medios de comunicación, particularmente por medio de las redes sociales.

2. DESARROLLO:

a) CONCEPTO:
Los ‘antis’ son los sentimientos de un rechazo profundo, cargados de violencia,
intolerancia y de miedo de los electores, que ve la política desde sus identidades
negativas, son lo que ordenan nuestro precario sistema de oferta electoral y se
convierten en el principal tipo de vínculo político entre políticos deslegitimados y
ciudadanos supercríticos.

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Por otro lado, un anticandidato es todo aquel hombre o mujer que encuentra en el
ataque al sistema establecido y a sus representantes el fin y objeto de su campaña,
con la finalidad de desacreditar al sistema y a los más allegados o afines a él. Los
anticandidatos han sido, por lo general, aquellos que salen fuera del sistema
tradicional, o los llamados “outsiders” y que muestran que el sistema es el
verdadero contrincante y que los otros candidatos son meramente designados para
mantener las cosas como están, por lo tanto, Guzmán y Verónica Mendoza son
anticandidatos que demuestran cómo el sistema y sus actores son los verdaderos
enemigos, y ese es el mensaje que el anticandidato difunde entre los electores, de
manera emotiva.

b) HISTORIA:
La historia de los movimientos políticos de oposición es larga en nuestra tradición
republicana, comienzan con temores frente a medidas que presumiblemente tomaría
el gobierno de caer en manos de las figuras rechazadas, a veces basados en
experiencias pasadas, pero no necesariamente, hasta convertirse en verdaderas
fobias en las que ya es difícil discernir los hechos realmente acontecidos de las
pesadillas que sobre ellos construyó el discurso histórico elaborado a partir de
dichas premoniciones.

Es posible que el primer movimiento ‘anti’ nacional sea el que despertó Simón
Bolívar en su breve paso por el Perú, alargado algunos años por la herencia de
ideas, de seguidores y métodos que dejó; se trató de un liberal radical para estos
dominios, que no tardó en despertar pasiones, y sobre todo odios, entre los
sobrevivientes de la aristocracia colonial limeña, a la que identificó con la lapidaria
frase de “oro y esclavos”. Expropió a la Iglesia, desconoció los cacicazgos y todo
título de nobleza y pretendió hacer de los indios productores agrarios
independientes. Su apoyo a la creación de la vecina república de Bolivia,
escindiéndola del Perú, aumentó la antipatía a su figura que sería recordada
ulteriormente. Las guerras de la Confederación Peruano-Boliviana fueron un legado
póstumo de su trayectoria por estas tierras.

Después de la guerra del salitre fue el turno del anticivilismo; Partido Civil, que fue
una organización fundada por Manuel Pardo como vehículo para su ascenso al
poder en 1872, con un programa liberal basado en obras ferroviarias que facilitarían
el comercio, atracción de inmigrantes que facilitarían la producción y el
aprovechamiento de nuestros recursos naturales, y una descentralización
administrativa que debía hacer al Estado más eficiente, el partido consiguió atraer
un buen caudal de seguidores y, sobre todo, a la élite más moderna y renovada, sin
embargo no supo manejar la cuestión del salitre y después de la humillación militar
y la mutilación del territorio patrio, quedó en el escenario como el gran culpable.

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El civilismo encontró su opuesto complementario en el pierolismo, un movimiento


con una ideología difícil de clasificar; provinciano, sureño y antioligárquico, pero a
la vez conservador y católico reaccionario. Lo que unió al pierolismo, aparte del
indudable carisma de su caudillo, el último de los héroes políticos de a caballo, fue
el rechazo al civilismo, identificado durante los años de la “república aristocrática”
con una plutocracia excluyente, defensora de sus privilegios; el civilismo y
pierolismo fueron, por eso, movimientos que murieron juntos, con la crisis de dicha
república.

Luego del accidentado final del Oncenio de Leguía, la escena política pasó a estar
dominada por el aprismo y el comunismo, especialmente por el primero, que con un
partido sólidamente enraizado en las regiones socialmente más modernas y con
mayor densidad demográfica, como la costa y la sierra norte, se convirtió en un
actor electoral insoslayable, empero, para cerrarle las puertas de Palacio surgió el
antiaprismo, que incluyó un veto constitucional al partido de la estrella, por ser
parte, al igual que el Partido Comunista, de una ideología política internacional.

El antiaprismo y el anticomunismo llegaron a convertirse en señales de identidad


política, a partir de los años treinta el aumento de la alfabetización y la aparición de
la radio le dieron a los medios de comunicación un papel gravitante en la formación
de estas identidades. Creo que fue el presidente Manuel Prado quien, durante su
segundo gobierno, llegó a decir que “un gobierno está en aprietos cuando La Prensa
y El Comercio lo atacan al mismo tiempo”.

La década pasada fue el turno del antihumalismo, que en cierta forma una
reencarnación del antivelasquismo de tiempos anteriores. Lo interesante de la
segunda vuelta del 2011 fue que compitieron dos sentimientos ‘antis’: el cáncer y el
sida, como los calificó groseramente nuestro único premio Nobel.

Los movimientos políticos como el civilismo del siglo XIX, el aprismo del XX o el
fujimorismo del XXI, que traían una fuerte carga política promisoria de reformas o
de “estilos de gobierno” que despiertan temores, sean estos sobre bases reales o
supuestas, suscitan el nacimiento de corrientes opuestas, con las que llegan a
plantear una simbiosis; vale decir, una asociación de organismos que mutuamente se
refuerzan, hasta no poder existir el uno sin el otro.

En cierta forma, el fujimorismo es una identidad robusta y extendida en el país por


la misma tenacidad con que es combatido. La fuerza de esta oposición es la que lo
nutre y sostiene. Titulares cotidianos contrarios en la prensa, caricaturistas y
columnistas atacando a sus dirigentes y ridiculizando sus afirmaciones, o discursos
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y gestos de desafecto en las pantallas, mientras más lo dañan es cuanto más lo


vigorizan; a la vez que una mayor intención de voto por el fujimorismo traerá más
antifujimorismo, dentro y fuera del Perú.

Todos estos estos acontecimientos de anticandidatos en el siglo XXI se hace a


través de los medios de comunicación, particularmente por medios de las redes
sociales, que se convertido en un medio muy eficaz para realizar convocatorias
contra los anticandidatos al sistema.

c) LOS ANTICANDIDATOS:
Definirse por oposición a algo o alguien es de lo más prehistórico que existe, porque
significa darle a otro la decisión de definirnos, el ‘anti’ solamente existe en la
medida que existe aquello que convoca ese ‘anti’, y nada más.

Precisamente no es malo que los ‘antis’ sean un motivador importante en el


electorado peruano, utilizar estas oposiciones es una manera muy frecuente de
pensar de los seres humanos. En el Perú usamos esto demasiado porque nuestra
cultura política no está muy desarrollada, lo que es cierto es que en nuestro país,
después de Fernando Belaúnde, el éxito electoral no es tanto un asunto de bellos
discursos o de publicidad electoral, sino de ocupar espacios políticos que son, por lo
general, reacciones a otros espacios. El de Pedro Pablo Kuzcynski fue una reacción
contra Humala, Guzmán fue una reacción contra Keiko Fujimori, si Verónica
Mendoza hubiese empujado un poco más, entonces con Kuzcynski la derecha
peruana hubiese alcanzado su porcentaje histórico del 20%, y así por el estilo, ya
que no son los únicos casos.

En cada elección en el Perú con los “Anticandidatos”, muchas cosas cambian, pero
también muchas cosas, permanecen, los aspirantes a la presidencia siguen
generando más rechazos que adhesiones, algo que se evidencia tanto en las calles
como en las redes sociales.

Las escisiones y fisuras en el ámbito político marca divisiones, que despierta afectos
y odios, por ejemplo el aprismo y el antiaprismo fue la principal división política
en el Perú del siglo XX, en este el siglo XXI el fujimorismo y el antifujimorismo lo
ha sustituido, y esto ha quedado demostrado en estas últimas elecciones del 2016,
donde la segunda vuelta estuvo polarizada entre el antifujimorismo y el
fujimorismo, y lo sigue ahora, y eso lo vemos en el legislativo un fujimorismo con
una gran mayoría versus un antifujimorismo, pero tratando de coordinar entre
ellos.

d) EL FUJIMORISMO:
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El fujimorismo es un movimiento político peruano basado en el culto a la


personalidad en torno del expresidente Alberto Fujimori, orientado hacia el
populismo de derecha, conservador y autoritario, así como el neoliberalismo; en la
actualidad está dirigida por la hija del ex dictador Keiko Fujimori, hija mayor y ex
Primera dama de Perú durante el gobierno de Alberto Fujimori. A lo largo del
tiempo se han constituido varios partidos políticos inspirados en el expresidente.
Actualmente el partido que agrupa a las fuerzas políticas fujimoristas se denomina
Fuerza Popular, inicialmente conocido como Fuerza 2011, el cual postuló a Keiko
Fujimori a la Presidencia de la República en las elecciones generales del Perú de
2011 y en las elecciones generales del Perú de 2016. Los partidos Cambio 90, que
fue el primer partido que se distanció del fujimorismo, Nueva Mayoría, Sí Cumple,
inicialmente conocido como Vamos Vecino, así como las alianzas Perú 2000 y
Alianza por el Futuro que ya no están en actividad, hoy en el hijo menor Kenji
Fujimori intenta crear otro supuesto partido cambio 2021, con el que pretende
postular a la presidencia de la república.

e) EL ANTIFUJIMORISMO:
El antifujimorismo es un significante vacío, una nomenclatura que se repite y se
repite en inglés incluso, para poder definir a los peruanos y peruanas indignados,
que se articulan en marchas y movilizaciones callejeras, frente a lo que el
fujimorismo esgrime como particularidades políticas en momentos claves: amnesia
frente al pasado corrupto y abyecto, autoritarismo maquillado de modales
democráticos “la vacancia”, mendacidad compulsiva, antidiálogo, jerarquías
monolíticas al interior del partido, cooptación de estructuras políticas locales y un
clan monárquico sobre la base del apellido de su, ahora negado, líder histórico.

f) LA CIBERPOLITICA Y LO MOVIMIENTOS SOCIALES:


Una red es la suma de los nodos y no el nodo en sí, pues la unidad completa es la
red y no el nodo aislado, que solo no integra ni se articula en red. Una red se
constituye cuando existe la presencia de por lo menos un ser humano, no puede
establecerse ningún proceso de comunicación entre observadores individuales,
cuando no existe entre ellos una norma definida; ya sea por una comunidad de
postulados, ya por una comunidad de reglas sociales, o por una comunidad de
intereses, por lo tanto, una red es una conjunción de probabilidades, pertinencias e
intereses, como establece, y si no hay por lo menos una de ellas, no se puede
conformar una red, pues los integrantes no compartirían nada en común. De esta
manera, remitimos que las redes son espacios de comunicación humana, pero con
Internet, estos espacios se potencian y se deslocalizan para que los integrantes no
necesariamente compartan un territorio pero sí una motivación o un ideal.

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La acción ciudadana mediante plataformas digitales de participación e integración


es de temporalidad dilatada, no tiene que ver con fines próximos, sino con acciones
iniciales a corto plazo que lleven a procesos sostenidos de ejercicio ciudadanía real,
no de captación directa de un poder, sino de transformación o modificación de ese
sistema de poder; de esta manera, la política en red va más allá del proceso
electoral, en donde el fin es muy próximo y los partidos y movimientos políticos
usan internet de acuerdo con sus intereses y a partir de sus estructuras organizativas
para captar el voto. Por esta razón, ningún partido ni movimiento que participa en
elecciones pretende cambiar a largo plazo el sistema, sino que propone acciones
puntuales de política tradicional, como es, el clientelismo y demagogia, mediante
ofertas que provienen de la investigación de los electores.

Este es el así panorama que regirá en las próximas elecciones, en Internet se regirá
de acuerdo con el modelo de marketing digital y algo de capacitación de los
votantes, pero no será una verdadera democracia digital. La red y sus espacios de
interacción social serán solamente tablones para colgar anuncios no para conversar
ni generar diálogo.

La ciberpolítica no genera en sí mismo una campaña política efectiva ni aumenta la


mentalidad cívica. En lugar de provocar transformaciones radicales, su impacto en
la política es gradual, contextual y amplificador, trabajando en conjunción con
factores como la naturaleza, las motivaciones y el mensaje de los candidatos y el
deseo de los ciudadanos con acceso a Internet de producir resultados diferentes. Por
ello, la clave para la utilización de Internet en la política no es la tecnología per se,
sino el uso de ésta para promover un mensaje y un estilo de participación política
que sintonice con el electorado.

g) MARCO NORMATIVO:
El marco normativo, sobre la campaña electoral se encuentra regulado en Título
VIII, de la Ley Orgánica de Elecciones, Ley N° 26859, con el título de la
propaganda electoral

2. CONCLUSIONES:

El clivaje político en las últimas elecciones en nuestro país, ha marcado divisiones, que
ha generado afectos y odios, con los denominados anticandidatos, como el aprismo y el
antiaprismo fue la principal división política del siglo XX, en este el siglo XXI el
fujimorismo y el antifujimorismo lo ha sustituido, y esto ha quedado confirmado en
estas últimas elecciones del 2016, cuando en la segunda vuelta estuvo polarizada entre el
antifujimorismo y el fujimorismo, con multitudinarias convocatorias a través de la redes
sociales.

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El dinamismo de nuestra ciberpolítica no se asienta sobre un sistema de partidos


políticos minúsculos sino sobre la antipolítica y el antipartido, en algunos casos, como
en la campaña electoral del año 2011, las redes reemplazaron virtualmente a los grupos
políticos, en una especie de partido o movimiento político digital, como por ejemplo en
la campaña No a Keiko, sin embargo, no operaron como elementos de una comunidad
integrada y cohesionada sino como la comunidad misma o la sustitución crítica y audaz
de una comunidad ineficiente y dormida, pero sí de rechazo.

Las redes sociales son cercadas por la política peruana con elevado entusiasmo y su uso
intensivo forma parte de toda receta que aspira al éxito, sin embargo, este
aprovechamiento no es necesariamente extensivo, de modo que ahí también los partidos
y líderes se mueven con un marcado reduccionismo.

Las redes sociales capacitan a los usuarios para comunicarse sin la intervención de los
políticos; proporciona canales de acción para aquellas personas desencantadas de la
política tradicional que, no obstante, buscan alguna actividad política.

Si los ciudadanos están descontentos con la política o se encuentran buscando autonomía


en un sistema político que no reacciona, Internet puede ser utilizado por activistas que
no se proponen directamente participar en el proceso de representación política;
solamente cuando se cumplan las condiciones de una ciudadanía autónoma y un canal
político formal, abierto y participativo, Internet podrá innovar la práctica de la Política.

Vivimos una democracia sin partidos pero también unas elecciones con anticandidatos,
no existen partidos, pero las anticandidaturas deben cumplir algunas de sus funciones. El
principal peligro es que la organización política se haya creado alrededor de la imagen
del líder. Todos los anticandidatos ni exhiben programas ni ideologías, y, si lo hacen, no
cuentan para el debate; solo bastan las lealtades de los allegados; una suerte de
cómplices compañeros de trasnochadas ideas locas que pueden terminar en Palacio de
Gobierno; de amistades que dan la cuerda sin saber decir que no: por eso en la campaña
electoral ha primado el espectáculo en los medios.

En vuestro país los partidos han sido sustituidos por agrupaciones personalistas que son
pura infraestructura, incapaces de formular propuestas de largo alcance y que solo
sobreviven en la carrera por el poder; por eso la lucha es enconada; no dependen
únicamente del arrastre del caudillo sino de un equipo de incondicionales, lo que ha
provocado una ausencia de canales regularizados para la formación de cuadros con
posibilidades electorales y la renovación de líderes partidarios; por eso la política en el
Perú está en manos de actores marcados por la desideologización, el personalismo, la

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improvisación y precariedad de los liderazgos, el cortoplacismo de su racionalidad, su


excesivo pragmatismo.

3. REFERECIAS BIBLIOGRAFICAS:
Castells, M. La era de la información: economía, sociedad y cultura - La Sociedad Red.
Madrid: Alianza Editorial, S. A.; 2000.

Meléndez, C. Anti - Candidatos. El thriller político de las elecciones 2016.Lima:


Editorial Planeta: 2016.

Meléndez, Carlos (14 de marzo del 2016). Una conversación con Carlos Meléndez
sobre “Anticandidatos”. El Comercio, pp 01.02.

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