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DE LOS FRUTALES
DEFICIENCIAS Y EXCESOS
BRUNO RAZETO M.
LA NUTRICIÓN MINERAL
DE LOS FRUTALES
DEFICIENCIAS Y EXCESOS
BRUNO RAZETO M.
Profesor de Fruticultura
Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales
Universidad de Chile
1993
SOQUIMICH
El autor recibió el título de
Ingeniero Agrónomo, con mención
en Fruticultura, en la Universidad
de Chile el año 1965. En 1969
obtuvo el grado de Master of
Science en Horticultura en la
Universidad de California, Davis.
Desde 1965 hasta la fecha, se ha
desempeñado ininterrumpida-
mente como académico a jornada
completa en el Departamento de
Producción Agrícola de la Facultad
de Ciencias Agrarias y Forestales
de la Universidad de Chile. Como
profesor titular de esta casa de estu -
dios, tiene a cargo la Cátedra de
Frutales de Hoja Persistente en la
Escuela de Agronomía desde el
año 1971 y la Cátedra de Nutrición
Mineral en Frutales en el Programa
de Magister en Ciencias Agro-
pecuarias con mención en
Producción Frutícola desde el año
1972.
PROLOGO 5
INTRODUCCIÓN 7
PRIMERA PARTE
Deficiencias de Elementos Minerales 9
Deficiencia de Nitrógeno 10
Deficiencia de Potasio 16
Deficiencia de Magnesio 23
Deficiencia de Hierro 31
Deficiencia de Manganeso 38
Deficiencia de Zinc 43
Deficiencia de Boro 50
SEGUNDA PARTE
Excesos de Elementos Minerales 57
Exceso de Nitrógeno 58
Toxicidad de Nitrógeno 62
Toxicidad de Biureto 65
Toxicidad de Boro 66
Toxicidad de Cloruro 69
Toxicidad por Fertilizantes Foliares 74
TERCERA PARTE
Desórdenes Misceláneos 77
Problemas de Origen Climático 78
Enfermedades 85
Daño por Herbicidas 88
Pigmentación en Hojas Juveniles 90
Senescencia Foliar 91
Falta y Exceso de Agua 93
Alteraciones Genéticas 96
Bibliografía Consultada 98
índice Fotográfico 103
PROLOGO
Los frutales, al igual que todas las plantas, requieren de 13 elementos minerales
para subsistir. Ellos son, nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio, azufre, hierro,
manganeso, zinc, cobre, boro, cloro y molibdeno. Debido a que desempeñan funciones
indispensables e insustituibles, reciben la denominación de elementos esenciales. Los
seis primeros constituyen los macroelementos, por ser utilizados en grandes cantidades
mientras que los demás tienen el nombre de microelementos, al ser requeridos en mag-
nitud muchísimo menor. Cualquiera de ellos que esté totalmente ausente en el medio
de abastecimiento del vegetal, determina la muerte prematura de éste, antes de alcanzar
a completar su ciclo normal de vida. Esto muy rara vez ocurre en la naturaleza, en una
plantación, pues la mayoría de los suelos o las aguas de riego presentan cantidades de
cada uno de ellos, que por pequeñas que sean permiten la subsistencia, aunque sea a un
bajísimo ritmo de crecimiento o productividad. No obstante, es frecuente que la dispo-
nibilidad de un elemento se encuentre por debajo del óptimo que la planta requiere, en
cuyo caso ocurre una situación de deficiencia o carencia, que se manifiesta con sínto-
mas característicos. Estos síntomas, normalmente se presentan asociados a las funcio-
nes específicas que el elemento desempeña en la planta. Por ejemplo, aquellos elemen-
tos que participan directa o indirectamente en la formación de la molécula de clorofila,
manifiestan su deficiencia como una clorosis o amarillez en las hojas. El grado de mo-
vilidad del elemento en la planta también influye sobre los síntomas, particularmente en
lo que se refiere a ubicación de los mismos. Así, los elementos de alta movilidad, con-
centran sus síntomas de deficiencia en las hojas básales, maduras, puesto que son fácil-
mente transportados desde éstas hacia aquellas en formación en las cercanías del ápice
de los brotes. Opuestamente, en los elementos de muy baja movilidad, los síntomas
afectan preferentemente a las hojas nuevas y a los puntos de crecimiento, puesto que al
llegar a una situación de deficiencia en la planta, ellos no pueden ser removidos desde
las hojas adultas, donde ya han sido asimilados o incorporados a las estructuras celula-
res.
La deficiencia, no sólo puede originarse por un bajo contenido del elemento en
el suelo. También puede obedecer a otras causas, como una insolubilización del mismo
en el suelo, debida a una reacción alcalina o acida, a una fijación en los coloides mine-
rales u orgánicos o a un antagonismo con otro elemento, que al encontrarse en alta con-
centración compita con su absorción o posterior transporte en la planta. A veces, el
problema deriva de la existencia de condiciones físicas desfavorables en el suelo, que
impiden un adecuado desarrollo y absorción por parte de las raíces. La disponibilidad
de agua, tanto en defecto como en exceso, al igual que la temperatura en el suelo, tam-
bién pueden afectar la absorción de elementos por las raíces. Simultáneamente, hay
elementos de alta movilidad en el suelo, que están sujetos a pérdida por lixiviación.
Otros se pierden por evaporación. Las malezas, en un momento dado, pueden competir
fuertemente con el cultivo frutal por el uso de algunos elementos minerales. Una defi-
ciencia, también puede ser provocada por incapacidad genética de determinada variedad
o portainjerto para efectuar una absorción eficiente de un elemento por sus raíces o bien
para transportarlo hacia la parte aérea. Finalmente, hay que considerar que existen des-
plazamientos de elementos dentro del árbol desde un órgano a otro con fuerte poder de
atracción, como por ejemplo la flor, el fruto o el brote en crecimiento activo.
No sólo las deficiencias de elementos minerales producen alteraciones en las
plantas. También el exceso de ellos causa trastornos fisiológicos y anatómicos, que se
traducen en síntomas característicos. Cuando el nivel de determinado elemento sube en
demasía, se llega a un estado de fitotoxicidad, que en casos extremos puede provocar la
muerte del árbol, sobre todo cuando éste es joven. A veces, la excesiva dotación de un
elemento inhibe la absorción o el transporte de otro, manifestándose entonces con los
síntomas de deficiencia de este último.
Los excesos o toxicidades, normalmente derivan de una excesiva disponibilidad
de un elemento en el suelo o de una alta concentración del mismo en el agua de riego.
Otra causa frecuente de fitotoxicidad se encuentra en la aplicación de fertilizantes, tanto
al suelo como al follaje, en dosis excesivas o en un momento inadecuado. Algunos
productos resultan tóxicos por la presencia de un elemento acompañante o de alguna
impureza proveniente del proceso de elaboración. En el caso de aspersiones al follaje,
el desplazamiento del pH de la solución de fertilizante hacia niveles extremos, también
puede ser el origen de lesiones en los tejidos que la reciben directamente.
Junto a la presencia de síntomas de deficiencia o de toxicidad, las plantas dismi-
nuyen su crecimiento y producción en forma concordante con la intensidad de los mis-
mos y con la proporción del árbol que es afectada. En muchas ocasiones, también se
altera el tamaño, forma y calidad de la fruta, como asimismo su conservación después
de la cosecha. Estos efectos detrimentes sobre el crecimiento y la producción de fruta
pueden derivar, tanto de una alteración metabólica específica en la planta,como también
de una menor actividad fotosintética en las hojas causada por la presencia de clorosis o
quemaduras. Adicionalmente, muchos problemas nutricionales pueden agravar otros de
índole diferente. Por ejemplo, aumentar la susceptibilidad a daños por heladas o al ata-
que de ciertas plagas o enfermedades.
Los síntomas de deficiencia o toxicidad, además de típicos, son bastante constan-
tes en las diferentes especies frutales, cualquiera sea el medio en que se desarrollen. A
pesar de existir períodos de identificación mejores que otros, en general la sintomato-
logía se puede aplicar en cualquier época del año en que haya hojas presentes. Las ex-
cepciones serían las deficiencias de zinc y de boro cuyos síntomas se aprecian mejor a
inicios de la temporada de crecimiento y la deficiencia de magnesio y la toxicidad por
cloruros cuya manifestación es tardía en el verano.
Los antecedentes descritos permiten calificar a la sintomatología como una he-
rramienta de diagnóstico bastante confiable. Al mismo tiempo, por ser de costo reduci-
do y aplicación inmediata, resulta sumamente práctica. Sin embargo, su empleo debe
ser ponderado, reconociendo que tiene algunas limitaciones. En general, se requiere
bastante experiencia para su utilización masiva, puesto que es fácil confundir los sínto-
mas de diferentes problemas nutricionales entre sí y también con otros de origen dis-
tinto. La identificación se complica, cuando en la planta se presentan en forma simultá-
nea dos o más problemas nutricionales, en cuyo caso ninguno de ellos se manifiesta con
sus signos característicos o bien uno oculta a los demás. Hay que agregar que, general-
mente, cuando el árbol desarrolla síntomas visibles, ya se pudieron haber resentido el
crecimiento vegetativo y la producción de fruta. Al mismo tiempo, mientras más
avanzados están los síntomas, más difícil resulta conseguir una reacción por parte de la
planta a los tratamientos correctivos. Queda así de manifiesto la conveniencia de detec-
tar los problemas en su estado inicial, para lo cual es necesaria una actitud acuciosa y
vigilante. En este sentido, el análisis químico de tejidos (análisis foliar), es una herra-
mienta reconocida por su precisión y por la oportunidad con que detecta los problemas,
razones por las que resulta un excelente complemento a la observación visual de sínto-
mas.
La sintomatología, en general, es bastante confiable en el diagnóstico de deter-
minados problemas nutricionales, como las deficiencias de hierro, zinc, magnesio, man-
ganeso y los excesos de nitrógeno y cloruro. Algo menos segura parece cuando se trata
de identificar casos de deficiencia de nitrógeno, potasio y boro, cuyas señales visibles
no son tan exclusivas ni características.
PRIMERA PARTE
DEFICIENCIAS DE ELEMENTOS
MINERALES
DEFICIENCIA DE NITRÓGENO
Es un elemento bastante móvil dentro del árbol, que puede ser transportado
fácilmente desde un órgano a otro, normalmente al estado de amida o aminoácido.
Las hojas, antes de su caída natural, devuelven entre un 50 y 60% de su nitrógeno
hacia los tejidos de reserva del árbol. Por su parte, durante la floración hay un
fuerte movimiento de nitrógeno desde otros órganos del árbol hacia las flores.
Cabe hacer notar, que muchos de los síntomas descritos pueden también ser
provocados por senescencia natural o por un exceso de agua en el suelo. También
por daño en las raíces o en la corteza del tronco.
Foto 3.
Plantas de frambueso.
Izquierda, normal.
Derecha, con deficiencia
de nitrógeno.
Foto 4. Brotes de duraznero con síntomas severos Foto 5. Ramillas de duraznero. A la izquierda, de
de deficiencia de nitrógeno en primavera. árbol normal; a la derecha, de árbol muy
deficiente en nitrógeno.
Foto 8.
Manzanos cv. Granny Smith.
En primer plano, árbol muy
deficiente en nitrógeno.
Atrás, árboles que recibieron
fertilizante nitrogenado
aplicado al suelo.
Foto 9.
Manzanas Granny Smith.
1: proveniente de árbol fertilizado
con nitrógeno.
2: proveniente de árbol sin
fertilizar.
Foto 10. Brote de limonero con
síntomas de deficiencia de nitrógeno.
Foto 14.
Plantas de vid cv.
Sultanina desarrolladas en
invernadero con solución
nutritiva deficiente en potasio.
Foto 15.
Síntomas de deficiencia
de potasio en vid cv. Sultanina,
en primavera.
Foto 16.
19
Hojas de kiwi con síntomas
incipientes de deficiencia de
potasio.
Foto 17.
Síntomas de deficiencia de
potasio en kiwi en el período
de cuaja de frutos.
Foto 18.
Deficiencia de potasio
en duraznero.
Foto 22.
Hojas de manzano cv. Granny Smith con síntomas de deficiencia de potasio
Foto 23.
Síntomas iniciales de deficiencia de potasio en olivo.
Foto 24.
Síntomas avanzados de deficiencia de
potasio en olivo.
DEFICIENCIA DE MAGNESIO
Foto 26.
Síntoma severo de deficiencia de magnesio en vid cv. Sultanina.
Foto 27.
Hojas de manzano cv. Granny Smith con síntomas de deficiencia de magnesio.
Foto 28.
Síntomas de deficiencia de magnesio en manzano cv. Golden Delicious.
Foto 29.
Manzano joven cv. Red Spur
afectado por deficiencia de
magnesio
Foto 31. Hojas de nogal con
síntomas de deficiencia de
magnesio,
Fotografía, gentileza del Ing.
agrónomo Dr. Rafael Ruiz.
Foto 40.
Brote de ciruelo cv. D'Agen con
síntomas
de deficiencia de hierro.
Foto 41. Limonero joven con clorosis férrica. Foto 42. Brote de limonero con síntomas
de deficiencia de hierro.
Foto 46.
Hoja de papayo con síntomas
de deficiencia de hierro (derecha).
Foto 47. Duraznero afectado por
deficiencia de hierro.
Estos síntomas presentan cierta similitud con aquellos que producen las defi-
ciencias de manganeso o de boro, motivo por el cual, en una primera instancia se
pueden confundir con éstos.
Foto 69.
Ramas de naranjo. La de la
\ derecha, proviene de árbol
j deficiente en zinc.
Foto 70.
Hojas de naranjo deficientes en
zinc. Izquierda, normal.
Foto 71. Deficiencia
de zinc en peral.
Foto 75. Paltas Hass. Las chicas y redondeadas provienen de un árbol muy
deficiente en zinc. La otra es normal.
DEFICIENCIA DE BORO
Frecuentemente, los daños en los frutos aparecen antes que aquellos en las
hojas o brotes.
Esta deficiencia, sin embargo, por lo general resulta de fácil solución. Nor-
malmente hay buena respuesta, tanto a las aplicaciones de fertilizantes boratados al
suelo como a las aspersiones foliares.
Foto 81.
Frutos nuevos y rama de peral
cv. Winter Nelis con síntomas
de deficiencia de boro.
Foto 82.
Detalle de frutos nuevos de peral
cv. Winter Nelis con
deficiencia de boro.
Foto 83. Síntoma de deficiencia de boro en manzana
EXCESOS DE ELEMENTOS
MINERALES
EXCESO DE NITRÓGENO
Aunque todos los frutales son sensibles, hay especies que incurren más fácil-
mente que otras en problemas derivados de un exceso de nitrógeno. Entre ellas se
pueden citar a la vid, el kiwi, el frambueso, el manzano y el palto, particularmente
en sus variedades más vigorosas.
Foto 88, Parronal excesivamente vigoroso como consecuencia de un alto nivel de
nitrógeno.
Foto 91.
Manzano cv. Granny Smith
con exceso de vigor.
Foto 92. "Bitter pit" en manzanas Granny Smith.
Foto 96. Hojas de naranjo provenientes de un vivero tratado con dosis excesiva de
fertilizante nitrogenado al suelo.
/
Foto 97.
Peral asiático cv. Chojuro,
con síntomas de toxicidad de
nitrógeno por aplicación
excesiva al suelo.
Foto 98.
Toxicidad de nitrógeno
enframbueso.
TOXICIDAD DE BIURETO
Foto 99.
Hojas de naranjo
con síntomas de
toxicidad de biureto.
Foto 100.
Toxicidad de
biureto en hojas
de limonero.
TOXICIDAD DE BORO
Los síntomas de toxicidad de boro tienen cierta similitud con aquellos que
provoca la toxicidad por cloruros, la deficiencia de potasio e incluso con los que
causa la propia deficiencia de boro.
Existen suelos, que por su origen tienen altos niveles de boro. Es el caso de
aquellos derivados de sedimentos marinos o de otro material rico en este elemento,
especialmente en zonas áridas.
El exceso de boro en el suelo puede ser lixiviado con abundante agua de rie-
go.
Foto 101.
Síntomas de toxicidad de
boro en vid.
Foto 102.
Síntoma de toxicidad de boro en vid
Foto 103.
Toxicidad de boro en kiwi.
Foto 104.
Toxicidad de boro en limonero.
TOXICIDAD DE CLORURO
Foto 106.
Brote de palto con
síntomas de toxicidad
de cloruro sólo en las hojas
adultas.
Foto 107. Hoja de palto afectada por deficiencia Foto 108. Hojas de kiwi con síntomas de toxicidad
de hierro y toxicidad de cloruro. de cloruro.
Foto 113.
Toxicidad de cloruro en
bananeros.
Foto 114.
Toxicidad de cloruro en litchi.
TOXICIDAD POR FERTILIZANTES FOLIARES
Aunque todas las especies pueden ser afectadas, hay algunas como los fruta-
les de carozo que aparecen muy sensibles en sus hojas y otras como el manzano,
con mayor susceptibilidad en la fruta.
Foto 120.
Hojas de ciruelo japonés afectadas por dosis excesiva de un fertilizante foliar.
TERCERA PARTE
DESORDENES MISCELÁNEOS
Existe una serie de fenómenos y alteraciones, tanto de índole natural como
inducidos por el hombre, cuyos efectos en las plantas son muy similares a aquellos
que producen los problemas de nutrición. La similitud de los síntomas en las hojas
deriva del hecho que, al igual que en estos últimos, se afectan procesos tales como
la síntesis y degradación de la clorofila, la fotosíntesis o el balance hídrico. En al-
gunos casos, también se producen alteraciones en otros órganos o tejidos del árbol,
los que pueden sufrir deformación o necrosis.
Golpe de sol
El impacto directo de los rayos solares puede causar daños o síntomas irre-
versibles en diferentes tejidos del árbol. El problema, comúnmente llamado "golpe
de sol", afecta de preferencia a las hojas, los frutos y a la corteza de ramas y tron-
cos.
En las hojas, inicialmente aparece un color bronceado en las partes que reci-
ben más directamente el sol. Si el problema continúa, esas áreas se transforman en
manchas quemadas, bien delimitadas. Entre los frutales más sensibles al golpe de
sol en sus hojas se encuentran los cítricos, el palto y el kiwi. Estos síntomas pre-
sentan similitud con aquellos causados por deficiencia de magnesio o potasio.
Heladas
Las heladas causan deshidratación y posterior quemadura de brotes y hojas,
síntomas que pueden ser confundidos con los que provocan algunas toxicidades, en
especial las de nitrógeno y de cloruro.
Viento
Por su parte, el viento produce roce entre las hojas tiernas y las ramas, cau-
sando escoriaciones en la epidermis y deformación en las hojas, similares a aque-
llas que derivan de toxicidades por exceso de fertilizante foliar.
Foto 122. Hojas provenientes de parra afectada simultáneamente por calor excesivo
y falta de agua en el suelo.
Foto 123.
"Golpe de sol" en hoja de papayo.
Foto 124.
Brotes nuevos de frambueso con
síntomas de exceso de radiación
solar.
| Foto 125.
"Golpe de sol" en hojas adultas
de frambueso.
Foto 126.
"Golpe de sol" en hojas
de limonero.
Foto 127.
Hojas de limonero
deformadas por efecto del
viento cuando estaban
desarrollándose.
Foto 128.
Brote de limonero con daño
de helada reciente.
Foto 129.
Brote de palto con daño
por helada.
Foto 130.
Damasco en primavera,
afectado por falta
de frío invernal.
Foto 131.
Síntomas de falta de frío
invernal en manzano
cv. Golden Delicious.
ENFERMEDADES
Foto 135.
Oidio en hoja de papayo.
Foto 138.
Frutos de manzano
cv. Granny Smith afectados
por el virus "Green crinkle"
DAÑO POR HERBICIDAS
:
PIGMENTACIÓN EN HOJAS JUVENILES
Foto 143.
Brotes de árbol
nuevo de cerezo en
pleno crecimiento
primaveral.
Foto 144.
Brotación otoñal en
naranjos.
SENESCENCIA FOLIAR
Las hojas en etapa de senescencia van cambiando el color verde hacia ama-
rillo o anaranjado, debido a la degradación de la clorofila, que permite que otros
pigmentos como xantofilas y carotenoides se hagan visibles. En algunos casos, adi-
cionalmente, se acentúa la síntesis de antocianos, motivo por el cual las hojas se
tornan rojizas o moradas. Es el caso de ciertas variedades de frutilla, frambueso,
ciruelo o vid.
Foto 147.
Senescencia otoñal en peral. 1
Foto 148.
Hojas de manzano cv. Granny
Smith con síntomas de senescencia
otoñal tardía.
FALTA Y EXCESO DE AGUA
Por su parte, el exceso de agua puede causar daños aún más graves y difíci-
les de subsanar. La falta de aireación en el suelo, producto de la saturación con
agua por períodos prolongados, produce asfixia en las raíces y posterior pudrición
de las mismas. El árbol se debilita enormemente en su parte aérea, se detiene el
crecimiento, las hojas se toman amarillentas, los brotes se secan y si la situación se
prolonga, el árbol muere. En algunos casos, la planta se seca repentinamente en la
primavera, mientras que en otros ella se va deteriorando lentamente pudiendo tardar
varios años en morir. En este último caso, los síntomas en el follaje adquieren bas-
tante similitud con aquellos derivados de una severa deficiencia de nitrógeno o de
hierro. Un orden aproximado, de mayor a menor susceptibilidad al exceso de agua
en el suelo, sería el siguiente: palto, olivo, almendro, damasco, duraznero, cerezo,
kiwi, nogal, cítricos, manzano, ciruelo, níspero, vid, peral, higuera, membrillero.
Foto 151.
Falta de agua en almendro.
Foto 152.
Durazneros con asfixia
en sus raíces
por exceso de agua.
Foto 153. Paltos ubicados en un sector del huerto donde se "apoza el agua.
Foto 154. En primer plano, sector de un huerto de naranjos con exceso de humedad
en el suelo.
ALTERACIONES GENÉTICAS
Foto 157.
Jaspeado en brotes debido a variación genética
en un sector de árbol de limonero.