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E L D ROMEDARIO N O E S
U N C AMELLO D EFECTUOSO
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Hay que
abrirse a
los otros,
aceptarlos
como son,
ayudarles a
desarrollarse al
máximo de sus
posibilidades.
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Imaginemos que en un Centro de Salud tuviera que atender un médico a
los pacientes en grupos de 20 o de 30. Que tuviese que observar a todos los
pacientes de forma simultánea durante un rato y luego recetar a todos la mis-
ma medicación. ¿Cómo podría responder a las necesidades de cada uno? Es
probable que lo que le vendría bien a uno resultaría un desastre para otro.
La atención a la diversidad exige cambios importantes en esferas muy
distintas. En primer lugar en las actitudes de las personas. Me refiero tanto a
padres como a profesores y alumnos. Hay que abrirse a los otros, aceptarlos
como son, ayudarles a desarrollarse al máximo de sus posibilidades. En
segundo lugar, en la organización de los centros. La atención a la diversidad
tiene unas exigencias organizativas relacionadas con la flexibilidad, la crea-
tividad, la autonomía y la audacia. Si la organización es rígida será difícil
encontrar respuestas adaptadas. Si desde la Administración no se propicia,
se cultiva y se apoya la iniciativa del profesorado, será imposible la respues-
ta adaptada a las exigencias que plantean los alumnos de cada escuela. En
tercer lugar, requiere recursos personales y materiales. No se puede hacer
frente a las exigencias de la diversidad sin más profesores, sin más espacios,
sin más recursos.
La cultura de la diversidad exige la puesta en funcionamiento de políticas
de redistribución y de políticas de reconocimiento. Me explico. Hay grupos
diferentes en la sociedad (pobres y ricos, cultos e incultos, por ejemplo). La
solución para atender esta diversidad está en redistribuir los bienes para que
esos grupos se nivelen. Hay otros grupos que son diferentes (por ejemplo,
creyentes y agnósticos, payos y gitanos, homosexuales y heterosexuales...).
Respecto a ellos es preciso que se desarrolle una política de reconocimiento,
de valoración positiva, no de igualación, no de redistribución.
Todo ello tiene que ver con la autoestima, con la aceptación de sí mismo.
Porque si el gitano se avergüenza de serlo, si el emigrante se siente acomple-
jado, si el sordo no acepta su sordera, toda la intervención exterior resultará
inútil.
La atención a la diversidad exige el respeto a todas las personas. Pero,
arranca del respeto de cada persona por sí misma.
Permítaseme terminar con una pequeña fábula al respecto. Una hormiga
le pregunta a un elefante:
- Cuántos años tienes?
- Tengo tres años., contesta el elefante, con orgullo. ¿Y tú?
La hormiga contesta, justificando su pequeño y vergonzoso tamaño:
- Yo también tengo tres años, pero es que yo he estado malita.
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