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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Tabla de contenido
Pagina del titulo
Copyright
Dedicació n
Contenido
Prefacio
CAPITULO UNO El Museo de Arte y el Banco de Semillas
CAPITULO DOS El artista del hambre y el cuerno de la abundancia
CAPITULO TRES Glaciares derretidos y olas de grano: los Pamir
CAPITULO CUATRO La sequı́a y el declive de la variedad: el valle del Po
CAPITULO CINCO De la canasta de pan al canasto: el Levante
CAPITULO SEIS Fecha Oasis de palmeras y cultivos del desierto: el Magreb
CAPITULO SIETE Encontrar comida en la estela de la hambruna: Etiopı́a
CAPITULO OCHO Manzanas y crecimiento de Boomtown: Kazajistá n
CAPITULO NUEVE Redescubriendo Amé rica y Sobreviviendo al Cubo de Polvo: El Suroeste de los Estados Unidos
CAPITULO DIEZ Bosques madereros y semillas perdidas: la Sierra Madre
CAPITULO ONCE En lo profundo de los bosques tropicales del Amazonas
CAPITULO DOCE La ú ltima expedició n
Epı́logo
Bibliografı́a
Expresiones de gratitud
Sobre el Autor
Indice

De dónde viene nuestra comida


Volviendo sobre la búsqueda de Nikolay Vavilov para terminar
con la hambruna


Gary Paul Nabhan
Prólogo de Ken Wilson

Shearwater Books
Washington • Covelo • Londres
Un libro de Shearwater
publicado por Island Press
Copyright © 2009 Gary Paul Nabhan
Todos los derechos reservados bajo las Convenciones de Copyright internacionales y Panamericanas. Ninguna parte de este libro
puede reproducirse de ninguna forma ni por ningú n medio sin el permiso escrito del editor: Island Press, 1718 Connecticut Ave.,
NW, Suite 300, Washington, DC 20009.
SHEARWATER BOOKS es una marca registrada de The Center for Resource Economics.
Datos de catalogación en la publicación de la Biblioteca del Congreso.
Nabhan, Gary Paul. De dó nde proviene nuestra comida: siguiendo la bú squeda de Nikolay Vavilov para acabar con la hambruna /
por Gary Paul Nabhan; pró logo de Ken Wilson. pag. cm. Incluye referencias bibliográ icas e indice. ISBN-13: 978-1-59726-399-3
(tela: papel alcalino ) ISBN-10: 1-59726-399-0 (tela: papel alcalino) 1. Centros de diversidad de plantas. 2. Vavilov, NI (Nikolai
Ivanovich), 1887-1943. 3. Cultivos alimentarios -Recursos de germoplasma-Recolecció n y preservació n. I. Tı́tulo. QK46.5.D58N33
2009 581.6'32-dc22 2008013945

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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida



Datos británicos de catalogación en la publicación disponibles.
Impreso en papel reciclado y libre de á cido
i
Diseñ o de Brian Barth
Fabricado en los Estados Unidos de Amé rica
10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
Palabras clave : Hambre, hambre, agricultura, agricultura, banco de semillas, biodiversidad, diversidad cultural, Rusia, Stalin










Para Laurie Smith Monti, que viajó conmigo para seguir los pasos de Vavilov y que
trabaja a diario para garantizar que la biodiversidad, la diversidad cultural y la
salud ambiental se compartan con las generaciones futuras.

Contenido
Pró logo de Ken Wilson

Capı́tulo uno: El museo de arte y el banco de semillas Capı́tulo dos: El artista del hambre y el cuerno de
la abundancia Capı́tulo tres: Glaciares derretidos y olas de grano: el capı́tulo cuatro de Pamir : sequı́a y
decadencia de la variedad: valle del Po Capı́tulo Cinco: Del canasto al canasto Caso: El Levante Capı́tulo
Seis: Fecha Oasis y cultivos del desierto: el Magreb Capı́tulo Siete: Encontrar comida en la estela del
hambre: Etiopı́a Capı́tulo Ocho: Manzanas y crecimiento en Boomtown: Kazajistá n Capı́tulo Nueve:
redescubrir Amé rica y sobrevivir al Dust Bowl: El sudoeste de EE. UU. Capı́tulo diez: bosques talados y
semillas perdidas: el capı́tulo once de Sierra Madre : en lo profundo de los bosques tropicales del
Amazonas

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Capı́tulo Doce: The Last Expedition

Epı́logo Bibliografı́a Agradecimientos Acerca del Autor Index

Prefacio
La salud está de vuelta en la agenda principal. Unos ochocientos millones de personas no pueden
pagar la comida que necesitan y un nú mero aú n mayor (ahora unos mil millones de personas) son
obesos y padecen dietas desequilibradas. Industrializar la producció n de alimentos haciendo que la
producció n dependa directamente de los combustibles fó siles fue increı́blemente exitosa a corto plazo,
especialmente si no se tenı́a en cuenta el resto del ecosistema, y si los alimentos eran má s que
nutrientes y ganancias, y no se tenı́an en cuenta. la relació n de la comida con la identidad cultural,
comunicá ndose con los sentidos y con la familia, y deleitá ndose con la diversidad y abundancia de la
creació n. En el largo plazo, que parece estar llegando aproximadamente en este momento, tal uso de
energı́a barata para consumir agua ilimitada y verter sustancias quı́micas en los suelos ha conducido,
como muchos anticipaban, al espectro de que el pico de petró leo ahora está vinculado al pico de agua
que ahora está vinculado al pico de suelo y, por lo tanto, a la comida má xima. Y todo mucho antes del
consumo má ximo y la població n má xima.
Cuando la comida se convierte en un producto bá sico e intercambiable con la energı́a, obtenemos la
confusió n de los biocombustibles. Obtienes tu SUV, vinculado a tu ejé rcito y vinculado a tu billetera,
logrando satisfacció n ante el estó mago de mis hijos y los de nuestros nietos. Obtiene el subsidio que le
permite cobrar para convertir energı́a en comida y volver a generar energı́a con una pé rdida neta. Y
obtienes las a irmaciones predecibles siempre que un sistema llega al punto de ruptura, que lo que
necesitamos es solo un avance tecnoló gico má s para arreglar lo que está comenzando a fallar, en lugar

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de replantear un nuevo sistema a partir de lo anterior. Si la comida vuelve a estar en la agenda general,
este libro es el interior y el lado inferior de por qué .
¿De dónde viene nuestra comida? Gran parte de la humanidad ya no sabe có mo poner sus manos en el
suelo, y en su lugar se especializa en curar, con microondas, objetos muertos hace mucho tiempo que
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se encuentran en los refrigeradores.
Las personas de las zonas rurales, y mucho menos los agricultores, son tratadas como especies en
peligro para ser condescendientes en el mejor de los casos. Ya no tenemos forma de aprender del
hecho de que la tribu indı́gena X logró alimentarse de manera sostenible en el desierto durante varios
miles de añ os con solo unas pocas crisis. ¿Dó nde está nuestra ciencia, preguntamos, cuando
escuchamos que el mundo ha destruido una cuarta parte de la tierra irrigable, perdido miles de
sabrosas variedades de cultivos y ganado, y permitido que las economı́as agrı́colas y los paisajes
rurales se descompongan? Al escuchar de los cientı́ icos que "las cosas son complicadas" y, en general,
"no son buenas", nos unimos a los movimientos sociales y nos desesperamos de los poderosos
(mientras nos dicen a travé s de sus irmas de relaciones pú blicas que se unirá n a nosotros).
Como de costumbre, creemos que nuestros tiempos son ú nicos. Pero como este fabuloso libro
presenta, muchas de estas mismas luchas ya estaban en marcha en la primera mitad del siglo XX,
cuando se sembraron las raı́ces de nuestra situació n actual. Por lo tanto, para comprender lo que
enfrentamos en el siglo veintiuno, podrı́amos hacer bien en comprender la ciencia y la polı́tica de De
dónde viene nuestra comida . Uno de los principales actores en este cuento es un cientı́ ico del que
pocos estadounidenses han oı́do hablar; y la mayorı́a de quienes lo han hecho, aparentemente han
entendido mal.
En el gran cientı́ ico ruso Nikolay Vavilov (1887-1943), los genetistas de plantas de todo el mundo
encuentran un hé roe perdurable, un fundador de la crianza moderna de cultivos, un hombre que murió
defendiendo la ciencia frente a Lysenko y la conveniencia polı́tica mientras la ciencia sovié tica se
pudrı́a bajo Stalin y millones de los campesinos fueron silenciados y muertos de hambre. En este libro
pionero, Gary Nabhan nos recuerda con suavidad pero persistencia que en Vavilov tambié n
encontramos otro hé roe cientı́ ico, y uno casi desconocido. Iró nicamente, este "otro Vavilov" es un
hé roe para activistas ambientales y de justicia social preocupados por las consecuencias involuntarias
de la misma revolució n de reproducció n de cultivos posterior a la Segunda Guerra Mundial que los
descubrimientos de Vavilov ayudaron a marcar el comienzo. Estas consecuencias incluyen la
propagació n de la agricultura industrial y la "revolució n verde" que contribuyó a la destrucció n de la
diversidad en cultivos y sus parientes silvestres, el abandono de diez mil añ os de tradiciones agrı́colas
indı́genas y la erosió n de los bene icios derivados de la coevolució n exitosa entre paisajes , culturas y
comidas. De este modo, el aumento de los rendimientos en los campos coincidió con la disminució n de
la resiliencia y la sostenibilidad en los paisajes agrı́colas, y con la pé rdida de patrimonio cultural.
La capacidad de Vavilov para crear ideas fundacionales en ambos lados del debate actual sobre la
crisis alimentaria mundial sin duda re leja la brillantez de este pensador irrestricto. Sin embargo,
tambié n re leja el hecho de que su principal equipo de investigació n era una mula (de hecho, un gran
nú mero de ellos, capaz de seguir cualquier camino de montañ a o lı́nea de campo y arreglado como un
procesador paralelo, con la redundancia que permitı́a la ocasional uno para caer en un barranco sin
que se hayan perdido todas sus muestras). Hasta, y tal vez a pesar del desarrollo de Google Earth, ha
sido difı́cil derrotar a la mula como una herramienta para comprender la ecologı́a humana. La
habilidad del Dr. Nabhan para guiarnos, a esta misma velocidad de observació n, en Vavilov '
Nabhan nos muestra tambié n que Vavilov tenı́a otro gran recurso metodoló gico para comprender las
variedades de cultivos y có mo les iba en el campo: su disposició n para aprender idiomas locales y
abrazar a los agricultores como colegas mientras buscaba en los cinco continentes el signi icado de la
diversidad. Ası́ armado con la mula y la capacidad de aprender de los custodios de las semillas, Vavilov
se convirtió en el primero en reconocer para la ciencia que habı́a una coherencia geográ ica y un
patró n en las antiguas civilizaciones agrı́colas de pueblos tribales montañ eses que habı́an domesticado
las miles de especies de plantas de lo cual todavı́a dependemos para nuestra comida. Estos se
convirtieron en los "Centros Vavilovianos de la Diversidad", que siguen siendo, con algunas
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modi icaciones, la piedra angular de la gené tica agrı́cola.
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De dó nde viene nuestra comida, entonces, es la creatividad de generaciones pasadas y las formas en
que los pueblos de todo el mundo se encontraron de manera diferente y transformaron la
biodiversidad de forma imaginativa. De hecho, como revela Nabhan, Vavilov parece haber sido el
primer cientı́ ico que sugirió que en realidad habı́a correlaciones entre la diversidad cultural en un
paisaje y la diversidad de sus variedades agrı́colas y de cultivo. Vavilov entendió que los patrones de
variació n gené tica que podrı́an interesarle a un cultivador no serı́an aleatorios, sino que estarı́an
modelados por milenios de reproducció n autó ctona en paisajes especı́ icos. Por lo tanto, era
importante comprender los esfuerzos de selecció n de semillas de los agricultores, apreciar lo que
estaban buscando en la diversidad y re lexionar sobre las implicaciones de la ecologı́a de los diferentes
sistemas agrı́colas. En resumen, escondido en Vavilov '
En el transcurso de este libro, Gary Nabhan nos lleva a travé s de los mismos paisajes -intelectuales y
fı́sicos- que Vavilov atravesó en esos añ os de entreguerras. El entrelaza en su estilo lı́rico suave sus
propias observaciones con un relato de los viajes de Vavilov, dibujando sistemá ticamente en esos
documentos, fotos y cuadernos de campo que sobrevivieron el arresto y la humillació n de Vavilov. Al
hacerlo, nos permite ver estos paisajes en visió n esté reo, y con la deliciosa profundidad resultante, a
travé s de dos conjuntos de ojos con una diferencia de entre setenta y noventa añ os. Nabhan mismo
ejempli ica muchas de las mismas habilidades con las que Vavilov estaba tan dotado: una habilidad
para moverse amorosamente a la velocidad del paisaje a travé s de campos y comunidades,
muestreando, midiendo, analizando y meditando; la capacidad de escuchar de cerca a las personas
comprometidas con la tierra y, de hecho, a todos los que tienen algo interesante que decir; y la
capacidad de elaborar e iluminar la teorı́a general a partir de una comprensió n extraordinaria del
detalle revelador.

Retraer los viajes de descubrimiento de Vavilov a las vetas madre de la diversidad agrı́cola es un
proceso aleccionador. Todos sabemos lo que está sucediendo con la diversidad de los bosques lluviosos
y los arrecifes de coral, pero pocos se dan cuenta de que la situació n no es menos peligrosa para las
variedades de cultivos. Numerosos estudios, tanto locales como globales, muestran cuá n rá pidamente
estamos perdiendo la diversidad gené tica de nuestros cultivos y razas animales, y el conocimiento
detallado del signi icado y mantenimiento de esa diversidad entre nuestros agricultores, pastores,
productores de alimentos y administradores del paisaje. Por ejemplo, la Organizació n de las Naciones
Unidas para la Alimentació n y la Agricultura ha estimado que hemos perdido tres cuartas partes de la
biodiversidad de nuestros cultivos durante el ú ltimo siglo y una raza animal por mes en los ú ltimos
siete añ os.
En este contexto, se está n realizando esfuerzos renovados para sustentar muestras de cultivos
mundiales en bancos de semillas de todo el mundo -las mismas instituciones que Vavilov imaginó y
creó por primera vez para facilitar la producció n de cultivos- llegando incluso a crear una en una
bó veda á rtica en Sudá frica. Noruega, una forma natural de almacenamiento en frı́o, en caso de colapso
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local o global. Y los agricultores y sus aliados en todas partes insisten en mantener estas variedades de
semillas en los campos donde los cultivos continú an coevolucionando con sus plagas y el medio
ambiente, y donde el conocimiento de có mo crear paisajes agrı́colas para integrar esta diversidad tiene
que ser sostenido durante siglos y milenios porque no se puede volver a desarrollar en menos tiempo.
Todos estos esfuerzos para proteger la variedad son particularmente importantes en los "Centros
Vavilovianos de la Diversidad", donde se han localizado las mayores concentraciones de coevolució n
bioló gica y cultural para casi todos los tipos de cultivos que ahora circulan por el mundo. ¿Cuá ntos
consumidores de cerveza estadounidenses habrı́an adivinado que fueron los agricultores etı́opes
quienes proporcionaron los genes esenciales para la resistencia a la roya-enfermedad para la
producció n de cebada en los Estados Unidos? ¿Cuá ntos saben que USAID y EE. UU. Sin embargo, las
organizaciones no gubernamentales (ONG) aú n intentan persuadir a los etı́opes para que abandonen
estas variedades tradicionales. Ası́, cuando caminamos a esos campos con Nabhan y compartimos con
é l las imá genes de las manos y herramientas de esos agricultores y las culturas musicales que
acompañ an e inspiran su trabajo, necesitamos saber desesperadamente si los lugareñ os está n
logrando mantener la diversidad de sus cultivos. y el conocimiento de có mo mantener esa diversidad
en los añ os venideros.
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Muchos factores está n moldeando estas amenazas a la agrobiodiversidad, y la mayorı́a está n
conectadas con el aumento y la expansió n de la agricultura industrial y los sistemas alimentarios que
siguen estancados en el paradigma del siglo XX de alcanzar la escala a travé s de la homogeneizació n y
la simpli icació n. En agricultura, esto signi ica cultivar muy pocos tipos de alimentos de muy pocas
maneras en paisajes que se han simpli icado ampliamente e incluso se han hecho con regularidad para
permitir que la maquinaria y los insumos se apliquen copiosamente sin el inconveniente de tener en
cuenta la complicada complejidad de la naturaleza. Dichos sistemas tambié n se está n expandiendo
porque pueden ser má s fá cilmente comprendidos, administrados y replicados por los distantes y
poderosos.
Trá gicamente, la pé rdida de diversidad no solo está siendo impulsada por intereses econó micos. En
todo el mundo, miles de ONG se está n uniendo a ministerios de agricultura y otros grupos en la
distribució n interminable de lo que denominan semillas y ganado "mejorado", que a menudo se
identi ican mal y rara vez se prueban localmente, por lo general (o muy pronto). probado por estudio o
experiencia) inferior a los tipos locales excepto en condiciones ideales. Incluso cuando los granjeros se
amotinan en protesta, parece poco lo que se aprende, porque lo que impulsa este modelo de desarrollo
es una idea cultural de "modernizació n", en la que el objeto externo se fetichiza y se considera a la
gente ignorante o pasivamente necesitada de su parte de "la bene icios de la ciencia. "El desarrollo en
este sentido se caracteriza por ascender a la cultura dominante, y por despojar a uno"
Ante todos estos asaltos, la diversidad sobrevive afortunadamente mucho mejor de lo que se podrı́a
esperar. Como el mismo Nabhan encontró en á reas de la antigua Unió n Sovié tica, incluso despué s de
setenta añ os de colectivizació n seguidos de quince añ os de desarrollo de la agencia de ayuda
occidental, ambos ené rgicamente intentaron suprimir las variedades locales, los agricultores habı́an
gestionado silenciosamente (y secretamente, si es necesario) no solo para mantener una asombrosa
cantidad de diversidad, pero continuó generando nuevas variedades que competı́an mejor con lo que
las agencias les brindaban. De hecho, estudios de todo el mundo muestran que los agricultores a
menudo aprovechan las variedades introducidas para encontrar genes que mejoran las variedades
tradicionales o para volver a criar variedades introducidas para buscarlas.como los má s sabrosos
tradicionales para que puedan engañ ar a las personas para que los compren en el mercado a precios
má s altos.
La integració n de la producció n de alimentos y el uso de energı́a destaca el cambio climá tico. El uso
de combustibles fó siles para simpli icar, fertilizar y controlar ecosistemas para cultivos y para producir
ganado alimentado con metano, que genera metano, hace que la agricultura industrial sea una de las
principales causas de emisiones de gases de efecto invernadero, y sin embargo, ante la escasez
percibida de alimentos, la agricultura es el sector con el menor nú mero de planes para la mitigació n.
Las proyecciones del cambio climá tico sugieren que los cambios importantes en los sistemas agrı́colas
son casi inevitables, incluso si reducimos rá pidamente las emisiones, debido a los cambios que ya
hemos puesto en marcha en la temperatura y el suministro de agua para los cultivos, y / o las malas
hierbas, plagas y depredadores del plagas y otros elementos de los ecosistemas empobrecidos que
todavı́a llamamos granjas. (El detalle cercano de Vavilov ' Las propias observaciones en las montañ as
de Pamir permiten a Nabhan y sus colaboradores mostrar cuá nto cambio ya está ocurriendo en las
altitudes a las que crecen los cultivos. Despué s de in luir en la diná mica global de carbono durante
varios milenios, inicialmente despejando bosques y desarrollando arrozales o descubriendo có mo ijar
grandes cantidades de carbono en los suelos como "terra preta" (un suelo negro creado a lo largo de
muchos siglos mediante la incorporació n de carbono en suelos pobres en lugares como el Amazonas),
la agricultura, en la mayor parte del mundo, va a sufrir la consecuencias de sus acciones. Necesitamos
imaginar y realizar un gran cambio adaptativo. inicialmente limpiando bosques y desarrollando
arrozales o descubriendo có mo ijar grandes cantidades de carbono en los suelos como "terra preta"
(un suelo negro creado durante muchos siglos mediante la incorporació n de carbono en suelos pobres
en lugares como el Amazonas), la agricultura, en la mayorı́a de las partes del mundo, ahora va a sufrir
las consecuencias de sus acciones. Necesitamos imaginar y realizar un gran cambio adaptativo.
inicialmente limpiando bosques y desarrollando arrozales o descubriendo có mo ijar grandes
cantidades de carbono en los suelos como "terra preta" (un suelo negro creado durante muchos siglos

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mediante la incorporació n de carbono en suelos pobres en lugares como el Amazonas), la agricultura,


en la mayorı́a de las partes del mundo, ahora va a sufrir las consecuencias de sus acciones.
Necesitamos imaginar y realizar un gran cambio adaptativo.
En la bú squeda de soluciones para sostener la producció n de alimentos en el contexto de presiones
ambientales, demográ icas y econó micas cambiantes, los cientı́ icos y agricultores nuevamente se
dividen por el legado de Vavilov: algunos apuntan a la gestió n gené tica mientras que otros abogan por
un enfoque ecoló gico informado por el paisaje, la historia , y Cultura. Este argumento tiende a
enfrentar a quienes argumentan a favor de la "maximizació n" de los modelos, en los que la
simpli icació n y la especializació n impulsan el aumento de la producció n, en contra de quienes
de ienden la diversidad y la resiliencia en los enfoques de "gestió n adaptativa". Estos enfoques
adaptativos buscan lograr la producció n de alimentos a un menor costo para la salud ecoló gica a largo
plazo mediante la comprensió n de las complejidades de los paisajes agrı́colas a travé s del
conocimiento del agricultor y la ciencia del ecosistema.
Los maximizadores se animan con la revolució n actual en la ciencia de la gené tica (que sin duda
Vavilov habrı́a encontrado fascinante), que permitirá que se realice un conjunto completo de
intervenciones té cnicas en los genomas de nuestros alimentos. Este grado de intervenció n era apenas
imaginable incluso hace una dé cada, y está mucho má s allá de los torpes organismos gené ticamente
modi icados (OGM) que actualmente son tan disputados. Mientras tanto, los defensores de la "gestió n
adaptativa" apuntan a apoyar la otra gran revolució n contemporá nea en la ciencia, a saber, có mo lidiar
con el funcionamiento de "sistemas diná micos complejos" nos ayuda a repensar las preguntas de
"productividad" (porque nos permiten ver que la ganancia en una parte del sistema puede ser un costo
en otra), y comprender las implicaciones de la incertidumbre. Esta es la pregunta crucial del "jardı́n
tecnoló gico" frente al "mosaico adaptativo" segú n lo establecido en los escenarios de Evaluació n de
Ecosistemas del Milenio que todo ciudadano mundial deberı́a revisar, y que es central para el debate
entre el grupo de tecnó logos (a veces verdes) que piensan que puede encontrar formas de utilizar la
inteligencia arti icial adaptativa para controlar la complejidad de Gaia y los tipos de ecó logos culturales
que argumentan que la clave para un futuro exitoso reside en aprender y adaptarse a los propios
ritmos de Gaia. De ahı́ el concepto de "mosaico adaptativo", que mantiene su riqueza a travé s de
lugares y culturas alentadoras para seguir evolucionando conjuntamente con las fuerzas locales y
globales. y que es central para el debate entre el grupo de tecnó logos (a veces verdes) que piensan que
podemos encontrar formas de utilizar la inteligencia arti icial adaptativa para controlar la complejidad
de Gaia y los tipos de ecó logos culturales que argumentan que la clave para un futuro exitoso reside en
aprender desde y adaptá ndose a los ritmos propios de Gaia. De ahı́ el concepto de "mosaico
adaptativo", que mantiene su riqueza a travé s de lugares y culturas alentadoras para seguir
evolucionando conjuntamente con las fuerzas locales y globales. y que es central para el debate entre el
grupo de tecnó logos (a veces verdes) que piensan que podemos encontrar formas de utilizar la
inteligencia arti icial adaptativa para controlar la complejidad de Gaia y los tipos de ecó logos culturales
que argumentan que la clave para un futuro exitoso reside en aprender desde y adaptá ndose a los
ritmos propios de Gaia. De ahı́ el concepto de "mosaico adaptativo", que mantiene su riqueza a travé s
de lugares y culturas alentadoras para seguir evolucionando conjuntamente con las fuerzas locales y
globales.
Estos debates sobre el futuro de la agricultura y la alimentació n tienden a simpli icarse demasiado y
a crear estereotipos, a menudo en torno a puntos á lgidos como los cultivos OMG. Esto es desafortunado
porque la crianza de cultivos concebida por Vavilov y otros no tiene que ser sobre monocultivos en
sistemas subsidiados por la energı́a. De hecho, la misma diversidad de cultivos heredada por la edad
moderna es el resultado continuo de la crianza de granjeros tradicionales que han identi icado y
recombinado rasgos gené ticos prometedores para una asombrosa variedad de ines, como descubrió
Vavilov e innumerables estudios detallados han demostrado desde entonces. Por lo tanto, no está
criando como tal lo que conduce a la pé rdida de la diversidad. El perro domé stico, por ejemplo, es la
especie de vertebrado má s morfoló gicamente diversa y tambié n la má s selectivamente criada;
Cuando damos un paso atrá s con Nabhan para ver el legado de Vavilov, nos damos cuenta de que el
problema no es la gené tica y la reproducció n. En cambio, son ciertos tipos de mejoramiento los que
resultan en materiales idé nticos distribuidos centralmente, generalmente promulgados por

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monopolios estatales o privados que no está n motivados ni son capaces de enfrentar las consecuencias
a largo plazo e involuntarias de sus acciones y polı́ticas. Tambié n hay una pregunta crı́tica relacionada:
si este nuevo conocimiento y tecnologı́a gené tica pasará a ser de dominio pú blico y estará fá cilmente
disponible para los agricultores o para la provincia de intereses corporativos celosamente guardada.
Bá sicamente, necesitamos una crianza de cultivos de có digo abierto entre las redes de agricultores, tal
como lo necesitamos en el software entre las redes tecnoló gicas.
Ası́ como Vavilov describió hace noventa añ os có mo los granjeros habı́an desarrollado y estaban
distribuyendo una variedad de trigo que habı́an adquirido a travé s de un pariente polı́tico que podı́a
crecer a mayor altitud que nunca a lo largo de la frontera entre Afganistá n y Tayikistá n, tambié n lo
está n los agricultores locales en muchas partes del mundo. el mundo de hoy siempre listo para ser
lı́deres o socios en experimentos de reproducció n que respeten sus derechos y conocimientos. En otras
palabras, criaremos má s y mejores variedades nuevas cuando los cientı́ icos y los agricultores
colaboren en co-crear variedades nuevas, en lugar de con iar en que los genetistas desarrollen solos lo
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que creen que funcionará mejor en ese sistema agroecoló gico complejo que llamamos "campo". ese
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extraordinario laboratorio quı́mico y fá brica conocido como "cocina", y para la delectació n de
primates sensoriales con capas culturales, tambié n conocidos como, por ejemplo, "primer niñ o
quisquilloso", "abuela" o el "vecino alé rgico Bert". Esa mayor efectividad en el itomejoramiento
consiste en permitir que todo el conocimiento se aplique al problema sabemos de masas de
experiencia (tanto positivas como negativas). El hecho de que otros enfoques sigan obteniendo la
mayorı́a de los fondos se debe a intereses privados, y a veces debido a la vanidad o la estrechez de la
capacitació n y la perspectiva de los actores. Sin embargo, esto cambiará , tal como está cambiando en
otros dominios de la economı́a del conocimiento.
Un ejemplo poderoso de la creatividad en red inherente que a menudo reside en los sistemas
tradicionales de selecció n y distribució n lo proporciona la rá pida diseminació n en Colombia de una
variedad de coca resistente al herbicida glifosato. El glifosato, patentado como Roundup por Monsanto,
es uno de los agroquı́micos má s vendidos de todos los tiempos. Es la base del producto OMG
dominante, la soja Roundup Ready (y ahora otros cultivos), gené ticamente modi icada para resistir el
herbicida aplicado para matar las malas hierbas que lo rodean. El gobierno de los Estados Unidos ha
estado rociando campos de coca en Colombia con glifosato como parte de su "guerra contra las
drogas", lo que obliga a los agricultores a reubicar la producció n en parques nacionales o desarrollar
sus propias variedades resistentes al "Roundup Ready".
[L] a implicació n es que el sistema descentralizado de diseminació n de esquejes de coca de los agricultores ha sido
sorprendentemente efectivo, má s de lo que la ingenierı́a gené tica podrı́a esperar. Cuando una planta en algú n lugar del paı́s
demostró tolerancia al glifosato, se hicieron recortes y se los pasaron a los comerciantes y agricultores, que podı́an venderlos
rá pidamente a los agricultores que esperaban resistir la fumigació n. Lo mejor de la pró xima generació n se utilizó una vez má s
para esquejes y se distribuyó .
Al rociar tanto territorio, EE. UU. Aumentó signi icativamente las probabilidades de generar mutaciones bene iciosas. Existen
numerosas especies de coca, lo que aumenta aú n má s la diversidad de posibles mutaciones. Y en la regió n amazó nica, la
naturaleza es particularmente adaptable y resistente.
Como Joshua Davis concluyó en su encantador artı́culo en la famosa revista pro-tecnologı́a Wired :
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"En esta guerra [sobre las drogas], es difı́cil de superar la tecnologı́a desarrollada hace 10.000 añ os".
Curiosamente, tanto el enfoque de laboratorio gené tico como el de agroecosistema para desarrollar
nuevas variedades de cultivo nos está n señ alando hacia los "parientes silvestres" que tanto fascinaban
a Vavilov. Estas son las especies silvestres de las cuales los cultivos fueron originalmente domesticados
hace miles de añ os, y de los cuales los primeros agricultores extrajeron caracterı́sticas que mejoraron
su productividad, capacidad de respuesta al manejo, cosechabilidad y cualidades como alimentos. Para
crear nuestros cultivos, estos agricultores-mejoradores aseguraron transformaciones dramá ticas en
muchas especies, y en el proceso descartaron grandes cantidades de diversidad gené tica
(intencionalmente y no intencionalmente) aun cuando aprovecharon los milenios de nuevas
mutaciones que surgieron en sus cultivos que podrı́an no haber persistido. o mezclado con los otros
rasgos correctos para prosperar en la naturaleza. Los genetistas contemporá neos y los mejoradores de

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plantas está n muy entusiasmados con la idea de que ahora podamos volver a reunir esa diversidad de
los parientes silvestres para permitir la reproducció n de cultivos para hacer frente a desafı́os nuevos y
antiguos como la tolerancia a la sequı́a y la resistencia a las enfermedades. Esfuerzos de este tipo ya
está n mostrando resultados en la papa y en el trigo.
Estos parientes silvestres tambié n se consideran crucialmente importantes en las tradiciones
agrı́colas indı́genas. En cada una de las regiones visitadas por Vavilov donde trabaja hoy el Fondo
Christensen, por ejemplo, los agricultores siguen fomentando activamente el lujo de genes entre sus
variedades domesticadas y sus progenitores silvestres para ines similares, aunque menos
gené ticamente precisos. Trabajamos con agricultores en Etiopı́a que está n encontrando y cultivando
nuevas variedades de cultivos silvestres como el café y el enset, y con agricultores de la Repú blica
Kirguisa que saben có mo mezclar albaricoques silvestres en sus huertos porque esto mejora la
polinizació n. El futuro de estos parientes silvestres sigue amenazado por la expansió n de la agricultura
industrial y todas las demá s consecuencias indignas de la vida moderna, y nos irı́a bien (si queremos
tener una relació n larga y fructı́fera con las plantas que tenemos)
La nuestra es una generació n milenaria que tı́picamente espera que todo cambie y que el pasado sea
irrelevante. Algunos de nosotros creemos que, dado lo que está sucediendo en el mundo ahora,
deberı́amos esperar un inal, quizá s incluso un é xtasis, en cualquier momento, o al menos un descenso
y una caı́da monumentales. Otros creen que hemos generado tanto conocimiento y tecnologı́a en las
ú ltimas dé cadas que ya hemos superado o pronto superará la necesidad de obtener orientació n sobre
cualquiera de los ú ltimos diez mil o cinco millones de añ os de experiencia humana de la vida en este
planeta. . La experiencia hasta la fecha sugiere que es poco probable que inalice todo en el corto plazo
(solo má s desdicha, aú n má s desigualmente distribuida y presentada má s grá icamente en los medios).
Con respecto a la segunda vista, y en gran parte debido a la Web, está claro que estamos ingresando a
un nuevo tipo de sociedad y economı́a del conocimiento; sin embargo, tambié n está claro que todavı́a
somos má s o menos el mismo primado de sabana que antes, hasta que el otro dı́a, cuando la fortuna o
la desgracia nos encontraron arrastrá ndonos en lo que se convertirı́a en uno de los primeros campos.
Los ú nicos cambios gené ticos realmente signi icativos en humanos desde entonces son las
adaptaciones a nuestros diversos alimentos, como se describe en el libro anterior de Nabhan.Por qué a
algunos les gusta Caliente , y a las enfermedades provocadas por vivir en poblaciones asentadas má s
grandes que cada vez está n má s interconectadas.
Ante la incertidumbre sobre hacia dó nde nos dirigimos, no parece sensato dejar de lado el
conocimiento de dó nde venimos. Los seres humanos participan en sistemas fundamentalmente
cambiantes mucho antes de que los comprendamos, y llevamos el cambio a la escala global mucho
antes de que tengamos má s que el má s mı́nimo conocimiento de las consecuencias; sin embargo, aú n
despreciamos a los custodios de esos sistemas y paisajes agrı́colas histó ricamente informados. cuando
protestan u ofrecen palabras de consejo. Vavilov habrı́a estado horrorizado por los descubrimientos
que nos ha llevado, aunque sin duda de una manera bastante digna. Dado que es la misió n del Fondo
Christensen respaldar a estos administradores tradicionales y guardianes de la diversidad cultural y
bioló gica del mundo y ayudar a arrojar luz sobre sus contribuciones al futuro del planeta, estamos
encantados de haber ayudado al Dr.
El libro de Gary Nabhan nos lleva de vuelta al maestro y nos vigoriza con la "ciencia" como la prá ctica
de la investigació n y el descubrimiento (en lugar de la entrega de juicio y tecnologı́a de arriba hacia
abajo). El ilumina la agricultura como un proceso extraordinario donde la cultura, la tecnologı́a y la
biologı́a, y muchas otras cosas, se aplican a los paisajes con consecuencias fascinantes que deben
tenerse en cuenta. La agricultura tal como se practica localmente en lugares como los centros de
diversidad visitados por Nabhan es algo que tambié n nos muestra que es hermoso; mueve el paladar
tanto como el ojo y puede inspirarnos a unir movimientos como Slow Food, y romper la tierra para una
semilla con una canció n, ya sea que estemos en un campo terrazas tradicional en Mé xico o en un jardı́n
comunitario urbano en un mega -ciudad.

KB Wilson Director Ejecutivo, The Christensen Fund

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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Notas
1. Como Carlo Petrini, el fundador de Slow Food a nivel mundial, ha señ alado tan elocuentemente.
2. La excepció n que demuestra la regla es quizá s dos especies de nueces de macadamia que fueron domesticadas en Australia en la
dé cada de 1890. Sin embargo, esto implicó colonos blancos simplemente plantando á rboles que habı́an sido cosechados
silvestres durante milenios por aborı́genes australianos, y la posterior reproducció n ha hecho poco para transformar la planta,
excepto haciendo que la concha sea má s fá cil de romper a travé s de la crı́a en manchas, un avance logrado no por una planta
genetista, pero por un agente / agente de bienes raı́ces / agente de bolsa retirado convertido en jardinero de Florida, el Sr.
Morris Arkin. Ver http://en.wikipedia.org/wiki/Macadamia y http://en.wikipedia.org/wiki/Morris_Arkin .
3. Sorprendente, sin embargo, es que nadie de Zimbabwe viajó a Noruega para obtener semillas para restablecer la producció n
local de cultivos cuando el sistema de producció n de semillas de maı́z hı́brido exitoso del paı́s inalmente colapsó en la crisis
actual. En cambio, visitaron ese centro má s accesible de tipos de cultivos patrimoniales, y uno adscrito a redes sociales
distributivas en lugar de burocracias de visas, las verdaderas ambuyas locales (abuelas), que se convirtieron en las fuentes de las
variedades de semillas que permitieron el notable resurgimiento del sorgo y el mijo producció n en los ú ltimos añ os que ha
alimentado a los pobres.
4. Miguel Altieri, Agroecología: La ciencia de la agricultura sostenible (Boulder, CO: Westview, 1995).
5. Harold McGee, sobre comida y cocina: la ciencia y el saber de la cocina (Nueva York: Scribner, 2004).
6. Ver ww.wired.com/wired/archive/12.11/columbia.html?pg=5&topic=columbia&topic_set= .


CAPÍTULO UNO

El Museo de Arte y el Banco de Semillas


D urante las Noches Blancas de 1941 -al tiempo del solsticio de verano, cuando el crepú sculo
permanece bella e inde inidamente en los cielos de las latitudes má s septentrionales- las fuerzas de
Hitler cruzaron por primera vez desde Polonia a la Unió n Sovié tica, con la vista puesta en tomar
Leningrado. La inteligencia militar sovié tica era muy consciente de las aparentemente interminables
caravanas de tropas alemanas y inlandesas, tanques y artillerı́a que estaban en movimiento, y
conjeturó que esas fuerzas podrı́an converger en la ciudad para el inal del verano. Stalin y sus
generales temı́an que si las fuerzas alemanas y inlandesas tomaban el control del viejo San
Petersburgo de Leningrado, tendrı́an que enfrentar golpes econó micos, estraté gicos y simbó licos a los
sovié ticos y sus aliados, por má s que cualquier otro en la nació n, que la ciudad albergaba una
considerable riqueza tanto monetaria como artı́stica.
El 15 de julio de 1941, Stalin autorizó una evacuació n de emergencia de lo que los sovié ticos
consideraban los tesoros má s valiosos de la ciudad, aquellos que creı́an que los nazis buscaban
con iscar y controlar para sus propios ines. El resto del mundo contuvo la respiració n mientras el
destino de esos tesoros estaba siendo decidido por el enfrentamiento frontal entre dos de los mayores
ejé rcitos jamá s congregados en el planeta.
La mayorı́a de los intelectuales occidentales estaban especialmente preocupados por la seguridad de
las extraordinarias colecciones de arte que se llevaban a cabo en el Hermitage, uno de los museos de
historia y cultura humana má s antiguos y má s grandes del mundo. Má s de dos millones de pinturas,
esculturas, monedas, joyas y artefactos fueron alojados allı́ en las seiscientas habitaciones del Palacio
de Invierno, construido por los zares en el corazó n de Leningrado.
Mientras Stalin habı́a estado deliberando sobre có mo autorizar una evacuació n sin causar pá nico en
la població n o admitir su propia vulnerabilidad, los guardianes de esos tesoros culturales en
Leningrado ya habı́an tomado medidas. Solo dos dı́as despué s de la invasió n de Hitler al paı́s, el
director del Hermitage, Iosif Orbeli, inició un plan para vaciar el mayor museo de arte de Rusia. Reclutó
no solo a sus curadores, sino tambié n a cientos de artistas, historiadores, estudiantes y trabajadores.
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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Con la má xima urgencia, tendrı́an que sacar aproximadamente un milló n de cuadros de sus marcos,
etiquetarlos y enrollarlos o anclarlos en cajas, y amortiguarlos en material de embalaje para que
puedan esconderse. En solo seis dı́as, má s de un milló n y medio de obras de arte fueron preparadas
para el almacenamiento secreto en bó vedas escondidas en el só tano del Hermitage, en una catedral
cercana, y en el interior de la estepa rusa. Antes del amanecer de la mañ ana del 6 de julio de 1941,
medio milló n de pinturas, dibujos, frescos, artefactos, gemas, vasijas y ornamentos del Hermitage
fueron abordados en el primer tren que partı́a de Leningrado, dirigié ndose a santuarios en una
localidad conocida solo por pocos funcionarios sovié ticos. El 10 de julio, se enviaron otras setecientos
mil obras maestras, que llenaron cincuenta y tres autos Pullman, hacia la aldea de Sverdlovsk, a unos
2.500 kiló metros de distancia. Allı́ pasarı́an los siguientes tres añ os enclaustrados en una iglesia
cató lica, secuestrados en una galerı́a de arte, o sentenciados al só tano manchado de muerte de la
Mansió n Ipiatev, donde la familia del zar Nicolá s II habı́a sido asesinada casi tres dé cadas antes. El
mejor y má s brillante del Hermitage '

A los inté rpretes y guı́as del Hermitage de hoy les encanta detallar el é xito de esos esfuerzos para
salvaguardar algunas de las mejores obras maestras de las é pocas griega, romana, medieval y
renacentista. Sin embargo, rara vez, si acaso alguna vez mencionan, otra colecció n de valor incalculable
de nuestra herencia compartida que se encuentra a pocas cuadras de distancia, sin avisar, en la Plaza
de San Isaac.
Ese segundo tesoro albergaba -y todavı́a alberga- má s de 380,000 muestras vivas, respirando de
semillas, raı́ces y frutos de unas 2,500 especies de cultivos alimentarios que habı́an sido recolectados
por el cuadro de exploradores de plantas de talla mundial de Rusia que habı́an trabajado para la
O icina de Botá nica Aplicada desde 1894. Esas semillas vienen en todos los colores, tamañ os y formas,
algunas de tonalidad grisá cea, mientras que otras brillan como joyas, como si insinuaran una variedad
de diversidad aú n má s inestimable en los campos de campesinos de todo el mundo. Los tubé rculos,
raı́ces y bulbos tenı́an todo tipo de texturas, desde nudosos y nudosos hasta lisos y bruñ idos como una
vasija de barro con forma de rueda, vidriados y luego cocidos en un horno. La mirı́ada de frutas
exudaba casi todas las fragancias imaginables a un quı́mico de perfumes: almizclado, fermentado,
cı́trico y loral. Las frutas y las nueces vienen en todo tipo de arreglos, desde racimos en cascada de
bayas a las maravillas geomé tricas de piñ as y piñ as. La mayorı́a de ellos no solo eran buenos para
mirar, como el arte en el Hermitage, sino extremadamente buenos para comer.
Ese tesoro tenı́a innumerables usos posibles: las semillas podı́an multiplicarse y distribuirse a los
agricultores, que podı́an cultivarlas para alimentar a sus familias; las selecciones de semillas podrı́an
ser utilizadas por los itomejoradores para mejorar la resistencia a las enfermedades o las plagas de las
variedades má s vulnerables cuya susceptibilidad provocaba hambrunas o escasez de alimentos;
algunas variedades muy arraigadas fueron ú tiles para el control de la erosió n del suelo y para la
restauració n de paisajes dañ ados; aú n otros fueron clave para descubrir las historias de dó nde
provenı́a originalmente nuestra comida, ayudá ndonos a dilucidar los orı́genes de la agricultura y la
domesticació n má s temprana de las plantas en varios continentes. Algunas semillas tenı́an historias
notables asociadas con ellas, y todas tenı́an historias gené ticas incrustadas dentro de sus capas de
semillas. La mayorı́a de las semillas no tienen precio, en el sentido de que no podı́an ser recobrados o
reemplazados fá cilmente, ya que los paisajes agrı́colas de los que se habı́an derivado habı́an cambiado
drá sticamente a lo largo del siglo anterior. Representaban poblaciones diná micas de plantas que
cambiaban y evolucionaban a travé s del lugar y el tiempo, si tenı́an la suerte de evitar trastornos
polı́ticos y fı́sicos, y, por esa razó n, eran aú n má s irremplazables.
Sin embargo, pocos residentes rusos que pasaron por el banco de semillas oculto en las entrañ as de
un edi icio pesado en la Plaza de San Isaac jamá s imaginaron su importancia primordial para la
supervivencia humana, y mucho menos su singularidad como un registro vivo de algunos de los
mayores logros de las diversas culturas de este planeta En 1941, aú n menos artistas, intelectuales,
polı́ticos y buró cratas angustiados por el inminente destino del Hermitage podrı́an haber imaginado
que las tropas alemanas comprometidas en la Operació n Northern Light estaban tan ansiosas por
controlar este depó sito gené tico de semillas como lo estaban ellas. captura y vende los tesoros
artı́sticos que se encuentran en el Palacio de Invierno.
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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

A pesar del dañ o causado a Leningrado durante la Blokadaque comenzó en septiembre -un asedio
que duró novecientos dı́as y eliminó 1.5 millones de vidas humanas de ese desolado paisaje-
milagrosamente sobrevivió el edi icio en la Plaza de San Isaac que albergaba ese inapreciable banco de
semillas del mundo. Se ha mantenido en la plaza hasta el dı́a de hoy, albergando tanto semillas como
cientı́ icos asociados con lo que se conoce como el Instituto de Investigació n de la Industria de Plantas
de Rusia, NI Vavilov. El instituto es apodado VIR por los relativamente pocos rusos vivos hoy que
reconocen su lugar vital en la historia y honran la memoria de su carismá tico fundador, Nikolay
Ivanovich Vavilov (1887-1943). El legado de Vavilov es má s que solo las semillas que recolectó de todo
el mundo, ya que lo que má s valoraba eran las semillas que permanecı́an en el campo de un campesino,
adaptá ndose y cambiando,
Mis amigos de VIR no pueden contar la historia de este legado sin lá grimas, porque su historia
inalmente lleva al destino del banco de semillas que se encuentra debajo de sus o icinas hoy. Aunque
conocı́ a un director de VIR en Roma en la dé cada de 1980 mientras trabajaba como asesor de la
Organizació n de las Naciones Unidas para la Alimentació n y la Agricultura (FAO), no llegué a VIR hasta
la primavera de 2006. Entonces fui a San Petersburgo. con un viejo amigo, Kent Whealy, cofundador de
Seed Savers Exchange y ganador de la Medalla Vavilov en honor al trabajo que habı́a hecho para
conservar las existencias de semillas de la herencia y traerlas de vuelta a nuestras mesas. A lo largo de
los añ os, Kent y yo habı́amos escuchado a los amigos rusos sobre algo de lo que habı́a sucedido en VIR
durante las horas má s oscuras del asedio de Leningrado.

Como nuestros colegas nos recordaron, en 1941, ninguno de los apoyos ofrecidos al personal del
Hermitage se ofreció a los responsables del banco de semillas de Vavilov y las granjas de los
alrededores -conocidas como estaciones de introducció n de plantas- donde las semillas se cultivaban
perió dicamente y reabastecido Sin embargo, por lo que el personal de Vavilov sabı́a del fuerte interé s
alemá n en la eugenesia, no podı́an imaginar que la burocracia nazi no se dio cuenta de la importancia
de su repositorio gené tico. Mientras las fuerzas alemanas y inlandesas conducı́an hacia la ciudad, el
personal de VIR temı́a que los nazis con iscaran las semillas disponibles en las estaciones de
introducció n de plantas asociadas con la misió n de VIR. El personal al menos pudo esconder algunas
de las semillas de San Isaac en una granja experimental adyacente al palacio de Catalina la Grande en el
suburbio de Pushkin, a las afueras de Leningrado. Pero a ningú n miembro del personal se le otorgó un
salvoconducto fuera de la refriega. Los empleados de VIR debı́an permanecer en sus escritorios,
continuando con el trabajo que les habı́an asignado, como si ni la guerra ni ninguna otra presió n los
afectara.
Al inal del primer otoñ o de la Blokada, Leningrado habı́a sido completamente rodeado, y no habı́a
comida ni combustible para los millones de rusos que quedaban en la ciudad. Mientras se intensi icaba
el fuego de artillerı́a, los suministros de alimentos se redujeron a un suministro de treinta dı́as y fueron
racionados estrictamente, hasta 125 gramos por persona, o alrededor de un cuarto de libra de pan al
dı́a. Luego, los inviernos má s duros y amargos se formaron, dejando a las masas varadas sin
combustible ni carbó n, poca leñ a, electricidad limitada y, en la mayorı́a de los hogares, sin agua
corriente. Una vez que se agotaron los suministros de granos y azú car, las familias recibieron raciones
de tripa de cordero, harina de malta, celulosa y pieles de ternera; tanto su salud como su esperanza
comenzaron a deteriorarse.
En febrero de 1942, al menos doscientas mil personas habı́an muerto de inanició n en el Gran
Leningrado o de las enfermedades que se abalanzaron sobre la paralizada inmunidad de los
hambrientos. A pesar de esas pé rdidas y su propia falta de seguridad, muchos en Leningrado
intentaron continuar su trabajo normal, tomando un dı́a a la vez. Aquellos que se ofrecieron como
voluntarios para la evacuació n del Hermitage al menos podrı́an sentirse satisfechos de haber hecho
todo lo posible para proteger las obras de arte má s duraderas de su ciudad, para que las futuras
generaciones puedan disfrutarlas.
Gran parte de esa otra gran colecció n seguı́a en grave peligro, sin embargo. El extraordinario banco
de semillas vivas que Vavilov habı́a construido y cultivado durante el cuarto de siglo anterior habı́a
quedado excesivamente vulnerable. Han llegado informes de que las semillas dejadas en las estaciones
de introducció n de plantas en Ucrania y Crimea ya han sido con iscadas por los alemanes; Má s tarde se
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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

supo que Heinz Brü cher, un genetista alemá n, los habı́a secuestrado en el Castillo de Grannagh en
Austria. Al mismo tiempo, incluso la porció n de las propiedades de VIR que habı́an sido llevadas a la
estació n experimental en Pushkin estaba en peligro. Pushkin estaba siendo bombardeado
regularmente, y el "Camino de la Vida" que iba má s allá de los lı́mites de la ciudad a travé s del hielo del
Lago Lagoda estaba bajo tal ataque que se le cambió el nombre a "Camino de la Muerte".

En un movimiento atrevido, los cuidadores de las semillas cargaron la parte de las colecciones
guardadas en Pushkin en veinte camiones, cuyos conductores lograron pasar a travé s de las lı́neas
alemanas pretendiendo ser campesinos entregando granos a otras tropas alemanas. Ese convoy de
semillas inalmente llegó , sin ser detectado, a la Estació n Experimental de la Universidad de Tartu, en
Estonia, en el verano de 1942. Esas semillas escaparon fortuitamente de la batalla, pero no pudieron
escapar de la guerra. En el otoñ o de 1944, el ejé rcito alemá n los tomó en Estonia y comenzó a
piratearlos a Lituania.
Sin el conocimiento del personal de VIR que quedaba en Leningrado, la vida de su mentor Vavilov
estaba en peligro tanto como las semillas que habı́a recogido. Por razones que elaboraré má s adelante,
el cientı́ ico má s grande de Rusia habı́a sido tomado como prisionero polı́tico, no por los nazis sino por
su propio gobierno, y se lo mantuvo fuera de la vista pú blica mientras el gobierno sovié tico continuaba
emitiendo comunicados de prensa que simplemente estaba ayudando a Stalin y El bió logo sovié tico
Tro im Lysenko con una nueva estrategia para alimentar a la gente. Aunque ninguno de sus
compañ eros de trabajo habı́a tenido noticias suyas o de é l desde su partida para una "importante
reunió n en Moscú " en el verano de 1940, se mantuvieron irmes en sus esfuerzos por salvaguardar el
banco de semillas. Incluso mientras se morı́an de hambre, demostraron tanta dedicació n a su misió n
como lo hicieron sus contrapartes en Sverdlovsk.
La ú nica diferencia, crı́tica, fue que Stalin apoyó la evacuació n del Hermitage pero consideró que el
banco de semillas era una costosa indulgencia de la "ciencia burguesa". Aunque los nazis podı́an ver el
valor de la futura mejora gené tica para controlar la semilla má s grande del mundo Bank, los
compinches sovié ticos de Stalin consideraron el apoyo estatal del banco de semillas como una
tremenda carga inanciera que no habı́a ofrecido mucho a cambio. Stalin habı́a encarcelado a Vavilov y
a docenas de otros cientı́ icos por ser elitistas y traidores cuya investigació n habı́a pagado pocos
dividendos al campesinado ruso o al estado mismo.
El personal que permaneció en el edi icio de VIR en la plaza continuó trabajando, prá cticamente sin
apoyo gubernamental. Temı́an que las masas hambrientas que acechaban en las calles pudieran
intentar entrar en sus tiendas y consumir las bolsas de trigo, cebada, frijoles y guisantes que el
personal esperaba que proveyeran la reserva para alimentar a las generaciones futuras. Ası́ que se
atrincheraron dentro de las robustas paredes de su edi icio en la Plaza de San Isaac y vigilaron las
colecciones vivas que esperaban que ayudaran a Rusia y al resto del mundo a recuperarse, si la guerra
llegara a terminar. Los trabajadores, dirigidos por Abraham Kameraz y Olga Voskresenkia, dividieron la
má s valiosa de las cuatrocientas mil colecciones de semillas en muestras duplicadas y las metieron en
cajas para esconderse en diferentes lugares.
La tragedia subsiguiente a menudo ha sido relatada a los cientı́ icos que visitan VIR, pero escucharla
en persona todavı́a nos enfermaba y silenciaba a Kent y a mı́. Los cientı́ icos y curadores se encerraron
en el edi icio hú medo y sin calefacció n, protegiendo el otro conjunto de semillas y todas sus patatas en
las condiciones oscuras y hú medas del só tano casi helado. Entumecidos por el frı́o y azotados por el
hambre, el personal tomó turnos cuidando las semillas durante todo el dı́a. Nueve de los colaboradores
má s dedicados de Vavilov murieron de hambre o murieron de enfermedades lentamente en lugar de
comer las semillas que estaban bajo su cuidado. No estaban solos. Má s de setecientos mil ciudadanos
de Leningrado habı́an muerto de hambre en la primavera de 1944, cuando el sitio inalmente terminó .
Tal vez es una suerte que los guardianes de la semilla que se mueren de hambre nunca supieron cuá n
cerca estaba su edi icio de ser capturado por los nazis, ya que tales noticias podrı́an haber roto sus
espı́ritus y debilitado su tenacidad. Desconocido para cualquier forastero, el cı́rculo interno de
estrategas nazis habı́a apuntado desde el principio al banco de semillas ruso como una colecció n
mucho má s importante de captura que la del arte que creı́an que todavı́a estaba dentro del Hermitage.

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Tan pronto como Hitler se decidió a invadir Rusia en 1941, estableció una unidad tá ctica especial de las
SS -el Russland-Sammelcommando- para tomar el control del banco de semillas y recuperar sus
riquezas vivas para uso futuro del Tercer Reich.
Que Hitler tuviera un interé s predominante en la investigació n gené tica de los rusos no deberı́a ser
una sorpresa. Hitler basó gran parte de sus ilosofı́as racistas en la pseudociencia de la eugenesia, que
argumentó no solo por la crianza selectiva de humanos para la mejora racial, sino tambié n por el
avance de la agricultura a travé s de semillas altamente seleccionadas; sus programas agrı́colas fueron
manejados por cientı́ icos in luenciados por el darwinismo social y la eugenesia. Algunos han a irmado
que Hitler se convirtió en un vegetariano estricto y en un alimento crudo, ası́ como en un adherente a
algunas ilosofı́as bastante extrañ as de la puri icació n de la dieta que complementaban sus nociones de
puri icació n racial. Hitler o sus asesores cientı́ icos pudieron entonces haber imaginado formas en que
la diversidad de semillas almacenadas en Leningrado podrı́a inalmente servir a esos propó sitos.
Asumiendo que pronto tomarı́a el control de Leningrado, Hitler habı́a planeado pronunciar su
discurso de victoria desde el balcó n del Hotel Astoria en la Plaza de San Isaac, desde donde mirarı́a
literalmente al otro lado de la calle, donde el tesoro de semillas estaba ante é l, apenas a treinta metros
de distancia. Incluso tenı́a impresas las invitaciones a la celebració n de la victoria, con la direcció n del
Hotel Astoria destacada. Los guardianes de la semilla nunca supieron que Hitler planeaba celebrar su
conquista en su misma puerta.
Mientras se desarrollaba en Leningrado, otra tragedia estaba ocurriendo en la pequeñ a ciudad de
Saratov, a unos novecientos kiló metros de distancia, en el Volga. Ahı́ fue donde, en 1918, Vavilov recibió
el tı́tulo de profesor de ciencias agrı́colas a la edad bastante precoz de treinta y uno. En 1941, Vavilov
se encontró de nuevo en esa amada ciudad en el corazó n del paı́s productor de trigo, donde su carrera
como conservacionista de semillas habı́a empezado a dispararse; esta vez, sin embargo, era un
prisionero polı́tico, no un profesor.
Vavilov, el ú nico hombre en la tierra que habı́a recolectado semillas de cultivos alimenticios en los
cinco continentes, el explorador que habı́a organizado 115 expediciones de investigació n a travé s de
sesenta y cuatro paı́ses para encontrar nuevas formas en que la humanidad pudiera alimentarse, se
estaba muriendo de hambre. Desde la primavera de 1942 hasta su muerte en enero de 1943, habiendo
sido alimentado ú nicamente con una mezcla de harina y col congelada, Vavilov estaba desnutrido y
demacrado, con poca grasa subcutá nea en su esqueleto. Sufrı́a de diarrea cró nica, un edema con
comezó n habı́a estallado en sus piernas, y su tejido muscular se habı́a gastado en tal grado que pronto
serı́a diagnosticado con distro ia. Para colmo de males, la KGB estaba tratando de acabar con é l
mentalmente, interrogá ndolo durante catorce horas al dı́a. Intentaron hacerle confesar que habı́a
desperdiciado los recursos inancieros de la Unió n Sovié tica para construir su propio imperio de un
centenar de estaciones de campo para conservar y evaluar la diversidad de plantas del mundo; en sus
mentes, el imperio de semillas era una desviació n extravagante de la tarea de alimentar
inmediatamente a las masas. Una hambruna a mediados de la dé cada de 1930 causada por la
colectivizació n forzada y la con iscació n de granos por el gobierno sovié tico habı́a matado al menos a
cinco millones de personas, y ahora, con rutas comerciales interrumpidas dentro y fuera de las
repú blicas sovié ticas, la població n rusa tenı́a menos seguridad alimentaria que nunca antes de. el
imperio de semillas era una desviació n extravagante de la tarea de alimentar inmediatamente a las
masas. Una hambruna a mediados de la dé cada de 1930 causada por la colectivizació n forzada y la
con iscació n de granos por el gobierno sovié tico habı́a matado al menos a cinco millones de personas,
y ahora, con rutas comerciales interrumpidas dentro y fuera de las repú blicas sovié ticas, la població n
rusa tenı́a menos seguridad alimentaria que nunca antes de. el imperio de semillas era una desviació n
extravagante de la tarea de alimentar inmediatamente a las masas. Una hambruna a mediados de la
dé cada de 1930 causada por la colectivizació n forzada y la con iscació n de granos por el gobierno
sovié tico habı́a matado al menos a cinco millones de personas, y ahora, con rutas comerciales
interrumpidas dentro y fuera de las repú blicas sovié ticas, la població n rusa tenı́a menos seguridad
alimentaria que nunca antes de.
Los colegas de Vavilov nunca podrı́an haber comprendido completamente los peligros que tanto sus
semillas como su antiguo lı́der habı́an enfrentado en esa é poca. Cuando llegó el verano de 1942,
plantaron coles y patatas de siembra en el cementerio de la catedral de San Isaac y en los campos que
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rodeaban el antiguo palacio del zar en Pushkin. El invierno anterior, habı́an encontrado su iciente leñ a
para calentar el almacé n de Pushkin donde algunos de los tubé rculos permanecı́an inactivos,
esperando evitar que las semillas cayeran. A diferencia de otros añ os, tuvieron que vigilar las plantas
de papa las veinticuatro horas del dı́a -a veces mientras el fuego de artillerı́a navegaba sobre sus
cabezas- e intentar reabastecer el stock de tubé rculos para mantenerlo viable para plantaciones má s
grandes en el futuro. No solo tenı́an que desalentar a sus compatriotas rusos, que miraban con avidez
cada ila de papas,
Añ os má s tarde, el escritor ruso Genady Golubev entrevistó a Vadim Lekhnovich, uno de los que
ayudó a cavar la tierra helada, proteger a los retoñ os y cuidar el jardı́n de las delicias comestibles que
brotan en la primavera. ¿Fue difı́cil, le pidieron, no ayudarse a sı́ mismo con algunas de esas
selecciones cuando ya habı́a estado muerto de hambre durante muchos meses?
" Fue difı́cil caminar", respondió . "Fue insoportablemente difı́cil levantarse todas las mañ anas, mover
las manos y los pies ... Pero no fue en absoluto difı́cil abstenerse de consumir la colecció n. Porque era
imposible [pensar en] comé rselo. Porque lo que estaba involucrado era la causa de tu vida, la causa de
la vida de tus camaradas ".
Despué s de que el personal actual de VIR les contó a Kent y a mı́ lo que sabı́an de esta historia, uno de
ellos, el Dr. Sergey Alexanian, nos dijo que le gustarı́a ofrecernos una ú ltima idea sobre sus
predecesores que trabajaron para VIR durante el asedio. Armenio de constitució n ligera, pero con un
poderoso dominio de las palabras y los gestos, Sergey estaba familiarizado tanto con la historia polı́tica
como con las ciencias agrı́colas de maneras que lo convirtieron en la guı́a ideal. Nos llevó a una
exhibició n de viejos retratos fotográ icos en blanco y negro del antiguo personal de VIR en la escalera,
justo afuera de su o icina. Querı́a explicar có mo habı́a ocurrido la repentina explosió n de ratas que
invadieron los jardines de patatas de Leningrado y Pushkin durante el asedio.

" Verá , la ú nica carne disponible para que la gente comiera en el verano de 1942 era la de los gatos
que quedaban en Leningrado. Sin gatos para controlar a la població n de roedores, las ratas estaban en
las calles y patios noche y dı́a, desenterrando cualquier cosa que pudiera ser comestible. ¿Ves la
imagen de esta mujer aquı́? Ella estaba a cargo de la recolecció n de papas, y murió protegié ndolas de
las ratas ...
" Y fueron estos hombres y mujeres", dijo Sergei en voz baja, mientras señ alaba varias fotos una a
una, "que murió mientras vigilaba las semillas".
Entre este grupo, Alexander Stchukin murió en su mesa de escritura, sosteniendo en la mano un
paquete de sus cacahuetes má s preciados que esperaba enviar para un crecimiento. La custodia de
muchas de las colecciones de avena de Vavilov, Liliya Rodina, murió de inanició n, al igual que Dimitry
Ivanov, quien como su propia vida fracasó , guardó miles de paquetes de arroz que tanto apreciaba.
Tambié n habı́a otros: Steheglov, Kovalesky, Leonjevsky, Malygina, Korzun, algunos que perecieron por
hambre, otros plagados de enfermedades y otros por metralla. Wolf, curador del herbario, fue golpeado
por un fragmento de proyectil y murió desangrado. Gleiber, el archivista de las notas de campo de
Vavilov, murió en medio de esos documentos en lugar de dejar su puesto vulnerable a los in ieles.
Kent y yo nos paramos al lado de Sergey, llenos de tristeza. Pasaron varios minutos antes de que
ninguno de nosotros pudiese decirse una palabra, la presencia del sacri icio de los rusos era tan
palpable dentro de esos muros. Las semillas habı́an sobrevivido, pero muchos de sus defensores no.
Ese mismo dı́a, Sergey nos mostró ila tras ila de cajas de latas donde Vavilov una vez almacenó las
semillas que habı́a recogido, ası́ como las gigantescas cubas de nitró geno lı́quido vaporoso en el que la
progenie de esas semillas permanece congelada pero viable. Sabiendo de antemano que venı́a de los
desiertos de Amé rica del Norte, donde Vavilov habı́a pisado tres cuartos de siglo antes, Sergey habı́a
pedido al curador del herbario que diseñ ara los mismos especı́menes de plantas que Vavilov habı́a
traı́do de allı́ a la Unió n Sovié tica. Unió n. Incluso en sus posiciones desecadas y bidimensionales,
pegadas y pegadas a gruesas lá minas de herbario, las plantas parecı́an viejos amigos: una almohadilla
espinosa de nopales y una rama de guayule, un arbusto de goma. Le presenté a Sergey fotos tomadas
de Vavilov por Homer Shantz, el geó grafo de planta que habı́a hospedado al cientı́ ico ruso en sus viajes
por los desiertos americanos, y que me habı́a precedido en la Universidad de Arizona. Mientras
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trabajaba en mi maestrı́a en ciencias de las plantas en esa universidad, me encontré con una docena de
imá genes del cientı́ ico ruso que nunca se habı́an visto en su institució n de origen. Ahora podrı́an
integrarse en los archivos de VIR con las miles de fotos de campo que el propio Vavilov habı́a tomado.
Solo despué s de que Kent Whealy y yo nos hubié ramos despedido y estuvié ramos en camino a ver las
fabulosas colecciones de arte en el Hermitage, pensé en la pregunta que deseaba haberle hecho a
Sergey y a los otros cientı́ icos: ¿Có mo fue que las colecciones de arte en el Hermitage podrı́a verse tan
claramente como un elemento importante en el patrimonio comú n de la humanidad, pero una
colecció n igualmente grande y representativa de semillas -de la misma comida que necesitamos para
nuestra supervivencia fı́sica- ha sido tan lagrantemente infravalorada por la sociedad en general.
Sergey habı́a esquivado estos problemas con nosotros, pero durante su mandato en el Instituto
Vavilov, su personal habı́a sido reducido a una cuarta parte de lo que habı́a sido en los añ os anteriores
a la perestroika y una fracció n de lo que habı́a sido durante el mandato de Vavilov. . Alexanian y los
otros excelentes cientı́ icos que son los administradores actuales de unas 380,000 muestras de
semillas en poder de VIR cuentan con recursos para su trabajo que no está n de ninguna manera
acordes con su talento como profesionales o con la importancia de su esfuerzo. Ese esfuerzo, dicho
simplemente, es mantener la corriente de oferta y entrega de recursos gené ticos esenciales para
alimentar a las generaciones presentes y futuras, ofrecié ndonos un mı́nimo crı́tico de seguridad
alimentaria frente al cambio climá tico global, nuevas plagas y enfermedades hiper-virulentas. , la
disminució n de los suministros de agua dulce,
Aunque la mayorı́a de quienes trabajan para conservar la biodiversidad y la vitalidad de nuestros
recursos alimenticios en los Estados Unidos y otros paı́ses desarrollados ciertamente reciben mejores
sueldos que sus contrapartes rusos, todavı́a carecen de muchos de los recursos esenciales necesarios
para cumplir plenamente con sus tareas. En resumen, Rusia no es el ú nico paı́s que actualmente no
realiza una inversió n adecuada en la conservació n de la biodiversidad agrı́cola en los bancos de genes
y como parte de la conservació n en las incas. Y ahora, para empeorar las cosas, algunos tomadores de
decisiones han asumido erró neamente que las biotecnologı́as pueden "desarrollar" in vitro toda la
variació n gené tica que alguna vez se necesitará para proteger nuestros cultivos alimentarios de
enfermedades, cambio climá tico y otras tensiones, haciendo de ese modo esfuerzos para conservar
semilla de biodiversidad por semillade alguna manera obsoleto. Cada vez má s el inanciamiento para
las ciencias bioló gicas se ha desplazado desde la conservació n y evaluació n gené tica hacia inversiones
en biotecnologı́as, como si fueran las mejores panaceas.
La escasez actual de fondos para conservar adecuadamente la biodiversidad en bancos de semillas,
jardines botá nicos y granjas experimentales es solo una parte del problema, ya que la mayor parte del
trabajo de conservació n debe hacerse en granjas y en huertos en las regiones donde está n las semillas.
adaptado. Las semillas que quedan en los mismos campos de donde Vavilov las cosechó está n en
riesgo, al igual que el conocimiento tradicional entre los agricultores que saben có mo cultivarlas mejor.
La mayorı́a de nosotros que vivimos hoy apenas sabemos de dó nde vienen nuestros alimentos. En el
mejor de los casos, somos vagamente conscientes de los orı́genes geográ icos y culturales de los
recursos gené ticos de los cultivos que forman los cimientos vivos de nuestro suministro de alimentos.
Parece que creemos que mientras deseamos comer, esos recursos se proporcionará n invariablemente a
los curadores de semillas, a los itomejoradores, a los viveros, y agricultores que hacen que nuestra
cadena de suministro y entrega agrı́cola funcione. Pero como los guardadores de semillas en
Leningrado se dieron cuenta en 1941, estamos en una carrera contra el tiempo para asegurarnos de
que las variedades restantes de semillas en esta tierra no se extingan como tantas velas en una rá faga
repentina. Ninguna biotecnologı́a puede "inventar" o reemplazar la variabilidad gené tica ya presente
en las diversas semillas que se encuentran en los campos de los agricultores locales diseminados por el
mundo; apenas hemos empezado a clasi icar esas semillas por motivos morfoló gicos, y mucho menos a
comprender sus relaciones gené ticas y usos potenciales. Si las biotecnologı́as se usará n o no en el
desarrollo de nuevas cepas de semillas,
Vavilov y su amigo estadounidense Harry Harlan fueron de los primeros cientı́ icos que notaron que
las existencias tradicionales de semillas estaban realmente parpadeando; reconocieron desde el
principio que la modernizació n agrı́cola estaba conduciendo a la extinció n de algunas de las variedades
adaptadas localmente que habı́an recolectado en sus primeras expediciones. Volviendo a las mismas
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regiones agrı́colas de Asia dos dé cadas despué s de sus visitas iniciales a campos y huertos particulares
alrededor de 1916, Vavilov se sorprendió al saber que las mismas semillas ya no se podı́an encontrar
allı́. Tales cambios perturbaron particularmente a cientı́ icos como Vavilov y Harlan, ya que
reconocieron esas regiones como los centros histó ricos de origen de ciertos cereales domesticados,
donde ciertas variedades y sus antepasados habı́an sido sembrados por una cadena ininterrumpida de
agricultores desde los comienzos de la agricultura.pérdida de biodiversidad agrícola a travé s del
proceso ahora conocido como erosión genética , la disminució n gradual e irrevocable del conjunto de
genes del cual surgirı́an nuevas variedades.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los genetistas de Hitler no sabı́an que los recursos gené ticos de
los cultivos del planeta enfrentaban disminuciones en la diversidad en algunas regiones, pero en dos
dé cadas má s, casi todos los exploradores de plantas cientı́ icas habı́an informado descensos en la
diversidad de cultivos alimentarios en las regiones donde ellos trabajaron. Al igual que las
disminuciones globales má s recientes en an ibios, al principio los informes dispersos parecı́an
simplemente anecdó ticos y no fomentaban mucha alarma; en 1970, sin embargo, la coherencia entre
muchos informes dejó en claro que tales pé rdidas eran generalizadas, llegando a casi todas las regiones
agrı́colas en la faz de la tierra.
Hoy, los cientı́ icos dan por hecho lo que Vavilov expresó por primera vez, un mensaje que inalmente
le costó la vida: la biodiversidad agrı́cola es la piedra angular para construir una mayor seguridad
alimentaria para la humanidad; sin é l, nuestro sistema alimentario quedará paralizado por la peste y la
plaga, la sequı́a y las inundaciones, el calentamiento global y los efectos secundarios econó micos o
ambientales de la globalizació n. Aunque el propio Vavilov nunca utilizó el té rmino particular de
biodiversidad agrícola , creo que habrı́a abrazado la siguiente de inició n de la misma, una que tuve la
buena fortuna de ayudar a forjar para las discusiones actuales en la FAO:
La diversidad bioló gica agrı́cola está inserta en cada mordisco de los alimentos que comemos, y en todos los campos, huertos,
jardines, ranchos y estanques de peces que nos proporcionan sustento, y con valores naturales aú n no plenamente reconocidos.
Incluye la cornucopia de semillas de cultivos y razas de ganado que han sido domesticadas en gran medida por los
administradores locales para satisfacer sus necesidades nutricionales y culturales, ası́ como las muchas especies silvestres que
interactú an con ellos en los há bitats productores de alimentos. Dichos recursos domesticados no pueden separarse de sus
cuidadores. Estos cuidadores tambié n han cultivado el conocimiento tradicional sobre có mo cultivar y procesar alimentos; ese
conocimiento local e indı́gena, al igual que las semillas que ha formado, es el legado de innumerables generaciones de culturas
agrı́colas, de pastoreo y de jardinerı́a.


Lo que deleitó a Vavilov fueron los patrones de relaciones que esta diversidad formaba a medida que
se extendı́a por la tierra: los gradientes en la longitud de las barbas en las espinas de cebada, que iban
desde Turquı́a a Etiopı́a o desde los campos inundables a lo largo de la Ruta de la Seda a las altas
mesetas encaramadas sobre ellos en el Hindu Kush. Disfrutó los diversos nombres que los granjeros
locales le dieron al mismo grupo de frijoles, ya que podı́a usarlos como pistas para rastrear sus
orı́genes y dispersiones. Estaba fascinado por las formas, tamañ os y sabores de todas las manzanas
silvestres que se encuentran a lo largo de una sola cadena montañ osa en Kazajstá n, ya que le
ofrecieron una nueva visió n del lugar donde pudo haber ocurrido la domesticació n original de estas
frutas.
Muchos historiadores de la ciencia han asumido que las mayores contribuciones de Vavilov a la
botá nica y la conservació n agrı́cola fueron la colecció n mundial de semillas, frutas y tubé rculos en San
Petersburgo y la noció n de que los esfuerzos para adaptar los cultivos a sus entornos agrı́colas harı́an
bien en utilizar la diversidad de la tierra razas que los agricultores indı́genas ya han adaptado a
condiciones similares. Las semillas de esas vastas reservas de genes, ya sea que se coloquen
directamente en el suelo o se usen para la reproducció n de plantas, son nuestro mejor medio para
tratar plagas, sequı́as, enfermedades, de iciencias de nutrientes del suelo, salinidad y temporadas de
crecimiento corto. Otros podrı́an apuntar a los doscientos artı́culos publicados de revistas y libros de
Vavilov que documentaron de una manera que nadie antes tuvo la asombrosa variabilidad gené tica
entre los principales cultivos del mundo. Hay, sin embargo,

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Intelectualmente, la mayor contribució n de Vavilov a la ciencia pudo haber sido su articulació n en


una publicació n de 1926 del concepto de centros de diversidad . Aunque primero los articuló como
centros de origen para plantas cultivadas, eligió explı́citamente á reas donde la variació n gené tica
dentro de los grupos gené ticos de cultivos domesticados y sus parientes silvestres era alta para ambos.
Contradiciendo a la mayorı́a de los arqueó logos de su tiempo, argumentó que las cunas de la
civilizació n agrı́cola no eranenclavado en los valles o extensas llanuras aluviales de grandes rı́os, pero
se encontraron en regiones montañ osas. Vavilov compiló una lista de má s de seiscientos cultivos que
tenı́an su mayor nú mero de variedades en paisajes montañ osos y observó que esas mismas regiones
tambié n eran ricas en lenguas indı́genas y biodiversidad silvestre:
Los centros [de diversidad] para la mayorı́a de las plantas cultivadas resultan ser regiones que son el escenario de un proceso de
especiació n vigoroso. Naturalmente, fue en estas regiones que los primeros humanos se congregaron, ya que sus loras son ricas
en especies comestibles ... Por lo tanto, es muy probable que las regiones montañ osas no solo sean los centros primarios de la
diversidad varietal entre cultivos, sino tambié n agricultura.
Recientemente, el arqueó logo David Harris señ aló que Vavilov deberı́a ser considerado como el
primero en reconocer la mayorı́a de los centros importantes de biodiversidad agrı́cola y salvaje, pero
señ aló que la a irmació n de Vavilov de que estos eran los terrenos natales de las primeras plantas
domesticadas y prá cticas agrı́colas no ha sido validado:
Desde que el mismo Vavilov equiparó los centros de diversidad de cultivos con las tierras de la agricultura, ha habido una
confusió n conceptual entre los dos. A pesar de la inversió n masiva de esfuerzos arqueoló gicos desde 1950 que se ha dedicado a
las investigaciones de la agricultura temprana, no podemos estar seguros de que las plantas fueron domesticadas y la
agricultura se desarrolló antes en los llamados centros nucleares que en otras regiones del mundo ... Es hora de que
desacoplamos conceptualmente el patró n mundial de diversidad de plantas de cultivo que Vavilov demostró tan brillantemente
[de la noció n de que esos centros nucleares son necesariamente los lugares] del origen y el desarrollo inicial de la agricultura.

En esta narració n, llamaré a esas regiones "nucleares" centros de diversidad, porque ası́ es como los
han entendido ampliamente los genetistas, los bió logos conservacionistas y los biogeó grafos. Aunque
el mapeo de Vavilov de esos centros tuvo un profundo impacto en la mayorı́a de los cientı́ icos rusos
durante su vida, sus mapas no llegaron a muchos cientı́ icos de habla inglesa hasta despué s de 1950.
Fue entonces cuando prominentes acadé micos y cientı́ icos de campo como Carl Sauer, Jack Harlan, JG
Hawkes , y CD Darlington primero incluyó modi icaciones de los mapas de Vavilov en sus propios
trabajos in luyentes sobre orı́genes y dispersiones agrı́colas. Esos cientı́ icos entendieron claramente la
inmensa utilidad del trabajo de Vavilov en té rminos de exploració n vegetal y conservació n gené tica,
porque aunque esos centros cubren mucho menos de un quinto de la super icie terrestre del planeta,
Aproximadamente medio siglo despué s del reconocimiento inicial de los centros de diversidad por
parte de los cientı́ icos, muchas de las mismas regiones recibieron un "cambio de imagen" conceptual
que les atrajo una atenció n renovada. Despué s de que el analista ambiental britá nico Norman Myers
publicara su propio mapa de á reas ricas en biodiversidad en 1988 -basadas en distribuciones de
plantas y animales- esos centros comenzaron a ser conocidos como "zonas de gran biodiversidad" por
Conservation International y "ecorregiones globales de 200 para la biodiversidad" por el Fondo
Mundial para la Naturaleza. Una nueva generació n de bió logos, geó grafos, plani icadores y legisladores
comenzó a pensar en tales regiones como "objetivos" prioritarios para la conservació n. Iró nicamente,
pocos de los entusiastas contemporá neos de tales regiones reconocen su deuda intelectual con Vavilov,
porque sus puntos de acceso y ecorregiones crı́ticas claramente circunscriben muchos de los mismos
lugares que Vavilov asignó por primera vez. Curiosamente, a pesar de que Vavilov carecı́a de buenos
datos geográ icos sobre animales de todo tipo, y Myers inicialmente carecı́a de muchos datos sobre
insectos, sus primeras aproximaciones de regiones ricas en diversidad han resistido en gran medida la
prueba del tiempo.
Organizaciones sin ines de lucro como Conservation International, World Wildlife Fund y The Nature
Conservancy han promovido el concepto de puntos de acceso para inanciar su compra y protecció n de
tierras que albergan una gran biodiversidad. Desafortunadamente, como ha revelado el antropó logo
Mac Chapin, ha habido casos en los que programas sin ines de lucro han intentado comprar las tierras
de sus administradores originales o comanarlas para la bioprospecció n. En unos pocos casos bien
documentados, estos cambios en el manejo de la tierra han sido inadvertidamente a expensas de los
agricultores indı́genas y los cultivadores de bosques que durante mucho tiempo han manejado la
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diversidad. Una crı́tica reciente de este enfoque en Ciencia La revista argumentó que "la conclusió n es
que la biodiversidad solo se conservará si las personas y los intereses locales desean salvarla por
razones é ticas y ampliamente utilitarias".

Como un adelanto del debate actual, Vavilov comenzó a articular un principio innovador en la
geografı́a de las plantas que implı́citamente incluye las culturas humanas en lugar de ignorarlas, un
principio que explicó en Fitogeográ ico de itomejoramiento , publicado en 1935:
La distribución de especies de plantas en la tierra no es uniforme. Hay una serie de regiones en el mundo que poseen cantidades
excepcionalmente grandes de variedades ... En lo que respecta a los cultivos [concentrados en cada una de esas regiones
excepcionales], es posible atestiguar el gran papel desempeñ ado por el Hombre en la selecció n de las formas cultivadas má s
adecuadas para cada á rea. [Enfasis añ adido.]

Vavilov no solo allanó el camino para que los biogeó grafos gra icaran los patrones de diversidad
bioló gica, tambié n fue el primero en notar que las regiones biodiversas albergaban una considerable
diversidad cultural. Los individuos que participan en esas diversas culturas se expresaron a travé s de
muchas lenguas y dialectos indı́genas que codi icaban una enorme riqueza de conocimiento ecoló gico
tradicional. Vavilov y Alphonse de Candolle fueron los primeros dos biogeó grafos que utilizaron datos
lingü ı́sticos de diversas culturas como ayuda para discernir dó nde se originaron ciertos cultivos.
Ademá s, Vavilov propuso que los miembros de varios grupos dialectales a veces seleccionaban sus
variedades de cultivos para diferentes propó sitos y entornos, y los nombraban de manera diferente
para codi icar esas distinciones.
Esas y otras ideas surgieron primero no en la escritura acadé mica de Vavilov realizada en San
Petersburgo, sino en los volú menes de notas generadas mientras visitaba campos y jardines en el curso
de sus viajes a los cinco continentes. Esas notas de campo a menudo proporcionan inventarios de las
semillas que recolectó de mercados o campos particulares; a menudo dan el rango de elevació n preciso
sobre el que se produjo una especie o variedad de cultivo en un valle particular que visitó . En ú ltima
instancia, las observaciones de campo de Vavilov pueden ser tan valiosas como las propias semillas, ya
que registran las condiciones histó ricas en las que crecieron las semillas, condiciones que en la
mayorı́a de los casos han cambiado drá sticamente en las ú ltimas nueve dé cadas.
Varios cientı́ icos, historiadores y conservacionistas han escrito sobre Vavilov, su ascenso y su
desaparició n, pero ninguno que yo sepa ha utilizado sus notas de campo para guiarlos a travé s de los
mismos paisajes y determinar exactamente qué tipo de cambios se han producido allı́. Las fotografı́as
de Vavilov y sus diarios proporcionan "instantá neas" extraordinarias de la diversidad agrı́cola
existente en un lugar y tiempo en particular. Proporcionan un punto de referencia mediante el cual
podemos medir la rapidez y la gravedad de los cambios ecoló gicos, agrı́colas y socioeconó micos en
paisajes rurales particulares durante muchas dé cadas.

Al volver sobre los pasos de Vavilov y volver a fotogra iar los campos, plantaciones y mercados que
visitó , es posible determinar si ha ocurrido (o cuá nto) ha ocurrido un cambio gené tico. Al entrevistar a
agricultores, ecologistas, climató logos e historiadores locales, tambié n es posible en algunos casos
discernir por qué se han producido cambios. En resumen, los cuadernos y las fotos de campo de
Vavilov pueden recordarnos no solo de dó nde vienen nuestros alimentos, sino tambié n de có mo y por
qué los recursos fundamentalmente importantes está n desapareciendo. Tal conocimiento tambié n
puede ayudar a motivarnos a hacer lo que esté en nuestro poder para frenar esas pé rdidas antes de
que sea demasiado tarde.
Cuando uno camina por las calles de San Petersburgo, al escuchar las historias del terrible sitio que
sufrió hace má s de medio siglo, es fá cil imaginar un mundo donde el hambre arrecia mientras los
grandes legados histó ricos de la humanidad se vuelven cada vez má s amenazados, atrapados en el
fuego cruzado entre los poderes polı́ticos. Ofrezco este viaje en los pasos de Vavilov con la esperanza
de que podamos valorar má s plenamente tales legados, que podamos reducir má s efectivamente el
sufrimiento humano asociado con tal hambre, y que podamos sembrar las semillas de una paz má s
permanente. Pero al igual que los guardianes de semillas de Leningrado en 1941, estamos en una
carrera contra el tiempo.
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CAPÍTULO DOS

El artista del hambre y el cuerno de la abundancia


N othing signi ica la generosidad de la naturaleza como el cuerno de la abundancia, la cornucopia. La
imagen perdurable del cuerno de una cabra rebosante de frutas, lores y granos se usó desde la é poca
de los antiguos griegos y hasta la é poca de Vavilov y la nuestra para signi icar abundancia, prosperidad
y seguridad alimentaria. Se dice que cuando la niñ era Amalthea amamantó a Zeus, é l accidentalmente
rompió uno de sus cuernos, que a partir de entonces se llenó de alimento de todo tipo. Como los
agricultores lo han visto, la cornucopia es la recompensa agrı́cola que Vavilov persiguió
apasionadamente en los cinco continentes.
Má s que cualquier otra persona antes o despué s, Nikolay Vavilov muestreó esa recompensa en un
paisaje tras otro, desde el interior de China a travé s de la Ruta de la Seda hasta las tierras altas del
Pamir y las llanuras afganas, hacia el este a travé s de las estepas semiá ridas de Irá n, Irak y Georgia;
hacia el sur a travé s de Lı́bano y Siria; a travé s del Mediterrá neo a Egipto, Tú nez y Marruecos; sobre el
Estrecho de Gibraltar a Españ a, Italia y Grecia; luego hacia Africa hasta el corazó n de las tierras altas de
Etiopı́a. En las Amé ricas, encuestó , examinó y probó los alimentos de la Amazonı́a y las tierras altas de
los Andes, ası́ como las papas de Chile; se hundió en los tró picos de las tierras bajas de Brasil y
Colombia, cruzó el istmo de Panamá para evaluar los cultivos nativos de Amé rica Central, Mé xico y el
Caribe, antes de regresar al norte de los Estados Unidos, donde viajó desde California y Arizona a
Nueva York y Virginia. Cada vez que he tenido la oportunidad de ver la colorida variedad de frutas y
verduras derramá ndose sobre una mesa desde un cuerno de abundancia de cualquiera de estos paı́ses:
el azul verdoso de los kales, los verdes brillantes de las mentas, los russets de manzanas o los tonos
morados de las papas; me ha quedado la sensació n visceral de que tal variedad es intrı́nsecamente
buena para nosotros, no solo una iesta para nuestros ojos. Es un placer para nuestros sentidos, nos
llena de sabores y fragancias, y es esencial para nuestra salud nutricional tambié n. los verdes brillantes
de las mentas, los russets de las manzanas o los tonos morados de las papas; me ha quedado la
sensació n visceral de que tal variedad es intrı́nsecamente buena para nosotros, no solo una iesta para
nuestros ojos. Es un placer para nuestros sentidos, nos llena de sabores y fragancias, y es esencial para
nuestra salud nutricional tambié n. los verdes brillantes de las mentas, los russets de las manzanas o
los tonos morados de las papas; me ha quedado la sensació n visceral de que tal variedad es
intrı́nsecamente buena para nosotros, no solo una iesta para nuestros ojos. Es un placer para nuestros
sentidos, nos llena de sabores y fragancias, y es esencial para nuestra salud nutricional tambié n.
Los vı́nculos entre la diversidad de alimentos, la recompensa, la salud y la seguridad alimentaria -la
capacidad de una comunidad o nació n para evitar la desnutrició n y la hambruna- se articularon por
completo en el trabajo seminal de Nikolay Vavilov. Aunque la hambruna irlandesa de la papa deberı́a
haber despertado al mundo ante el hecho de que es poco probable que una base gené tica estrecha para
los cultivos bá sicos contenga todas las formas de resistencia necesarias para defenderse de la peste y la
peste, Vavilov tuvo que articular eso en principio, o la papa la hambruna aú n se considerarı́a un caso
especial, una excepció n. Hasta el dı́a de hoy, la idea de que la diversidad bioló gica en nuestros paisajes
productores de alimentos sirve como una estrategia de cobertura de apuestas que contribuye a nuestra
seguridad alimentaria a largo plazo se pierde en muchas personas, incluso en quienes está n
profundamente preocupados por el hambre y la desnutrició n .
Y, sin embargo, no se pierde en los agricultores, que han visto plagas devastando algunos campos de
monocultivo, apenas dañ ando los campos de cultivos mixtos. La plaga del maı́z que primero golpeó a
China y luego a los Estados Unidos en la dé cada de 1970 no convenció lo su iciente a los legisladores y
expertos polı́ticos de que la uniformidad gené tica en nuestros principales cultivos puede provocar
hambruna o inestabilidad polı́tica, a pesar de que esos episodios atemorizaron de la mayorı́a de los
genetistas de cultivos y pató logos de plantas. Tal vez las grandes burocracias de China y Estados
Unidos hacı́an parecer que tenı́an el problema bajo control, pero ciertamente no era el caso en muchos
paı́ses africanos, latinoamericanos o caribeñ os má s pequeñ os. Y sin embargo, lo que ha salvado a
muchos africanos, por ejemplo, de la sequı́a y la hambruna una y otra vez es, como han documentado
Andrew Mushita y Carol Thompson: "Su propia producció n de alimentos [tradicionales]. Son salvados
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por la biodiversidad de sus fuentes de alimentos; muchos de los 2000 cultivos alimentarios indı́genas
todavı́a se conservan en las zonas rurales [y su] conocimiento ecoló gico tradicional designa algunas
plantas altamente resistentes a la sequı́a para ser consumidas solo en tiempos de extrema necesidad.
Solo Botswana tiene 250 plantas que se usan especı́ icamente como 'alimento para la hambruna' ".
Una estimació n tan elevada de la importancia de la biodiversidad para la seguridad alimentaria no es
simplemente la opinió n de un par de expertos africanos en polı́tica agrı́cola; tambié n fue a irmado por
la FAO en el Dı́a Mundial de la Alimentació n en 2004:
[La pé rdida de biodiversidad en los sistemas alimentarios] tambié n afecta a las comunidades en las regiones má s pobres del
mundo cuyo bienestar depende de la diversidad de la naturaleza: plantas, animales, bosques, agua. Los pobres dependen en
gran medida de estos recursos diversos y son cada vez má s vulnerables a la pé rdida de biodiversidad. Sin embargo, la pobreza a
menudo obliga a las personas a dar prioridad a las necesidades inmediatas y a utilizar los recursos de una manera insostenible.

Ya sea debido a las acciones de los pobres o los ricos, o ambos, la diversidad disponible en los
sistemas alimentarios del mundo ha disminuido en los noventa añ os desde la primera evaluació n de
Vavilov de esa recompensa agrı́cola. Las causas de esa erosió n gené tica o pé rdida de biodiversidad son
muchas e incluyen la sustitució n al por mayor de muchas variedades de alimentos tradicionales por un
solo cultivo comercial; la conversió n o fragmentació n de paisajes agrı́colas por industrializació n y
urbanizació n; la usurpació n de aguas anteriormente utilizadas para la producció n de cultivos para
otros usos; la pé rdida del conocimiento tradicional de ahorro de semillas entre la població n rural a
medida que los agricultores se ven atraı́dos por la publicidad para comprar semillas hı́bridas; y la
prohibició n de la producció n local de variedades tradicionales mediante legislació n sobre patentes de
plantas y acuerdos de libre comercio. La FAO estima que alrededor de las tres cuartas partes de la
diversidad gené tica de los cultivos agrı́colas se ha perdido en el ú ltimo siglo, y que de las 6.300 razas
animales, 1.350 está n en peligro o ya se han extinguido. Tanto la ganaderı́a como la diversidad de
semillas han disminuido.
Curiosamente, muchos ecologistas que de ienden la conservació n de los há bitats en peligro en los
puntos de biodiversidad globales a menudo pasan por alto esta pé rdida de variedades de alimentos y
parecen no darse cuenta de có mo la biodiversidad protege a las personas del clima impredecible, las
enfermedades y la pestilencia. A menudo se adhieren a una actitud de no intervenció n respecto a la
diversidad de la naturaleza que favorece á reas estrictamente protegidas, como los parques nacionales,
sobre las estrategias má s interactivas de conservació n y restauració n comú nmente utilizadas en la
mayorı́a de las reservas basadas en la comunidad. Tal vez esos preservacionistas olviden que su
sustento proviene de las formas ı́ntimas en que gran parte de la diversidad mundial se ha mantenido
durante siglos en las manos suaves pero desgastadas de los agricultores. Incluso los má s eruditos entre
ellos pueden no recordar que el concepto mismo de "centros de diversidad" -en el cual se basan
muchas estrategias de conservació n- no surgió de los estudios de las tierras silvestres, sino de los
estudios de la agricultura indı́gena. Fue Vavilov, un cientı́ ico agrı́cola ruso de ascendencia campesina -
no un botá nico de silló n ni defensor de la naturaleza salvaje- quien primero circunscribió las regiones
bioló gicamente má s diversas del mundo y se convirtió en su campeó n.
Nikolay Vavilov comenzó su carrera buscando en campos llenos de cultivos experimentales de
variedades tradicionales de plantas alimenticias, buscando aquellas que fueran resistentes a las
enfermedades de las plantas. El creı́a que la siembra de á reas agrı́colas má s extensamente con cepas
resistentes podrı́a ayudar a prevenir las devastadoras cosechas fallidas que provocaron numerosas
hambrunas entre los pueblos de Rusia y el resto de Europa del Este. Sus experiencias iniciales en la
selecció n de diversidad de cultivos para las fuentes de resistencia a las enfermedades le abrió la mente
para explorar el mundo má s amplio de la biodiversidad y condujo a muchas má s realizaciones, muchos
viajes prolongados y muchos descubrimientos en el campo que bene ician a la humanidad hasta
nuestros dı́as.
Para comprender có mo un pató logo de plantas ruso del siglo pasado cambió la forma en que
pensamos acerca de dó nde provienen nuestros alimentos, puede ser ú til conocer un poco sobre el
origen del hombre. Comprender el entorno del que surgió Vavilov puede ayudarnos a comprender
có mo pudo captar con tanta irmeza có mo la diversidad alimentaria contribuye a la seguridad
alimentaria, una conexió n que se habı́a deslizado por tantos otros. Sus contemporá neos se han referido
al carisma desarmante de Vavilov, su elegancia, su destreza intelectual y lingü ı́stica, y su entusiasmo
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incansable, pero má s que nada recuerdan su pasió n por los viajes. Su inquieto amor por aprender los
patrones de distribució n de plantas le permitió reconocer los puntos geográ icos a travé s de los cuales
nosotros tambié n viajaremos en breve, volviendo sobre sus pasos.

Nikolay Ivanovich Vavilov nació en Moscú el 25 de noviembre de 1887, durante la é poca en que la
Rusia zarista estaba en el piná culo de su conspicuo consumo, sus extravagantes indulgencias y sus
miserias. En los ú ltimos añ os de los zares, mientras los campesinos gastaban hasta la cuarta parte de
sus ingresos solo para proporcionar cereales bá sicos y legumbres para las escasas dietas de sus
familias, el zar y su cuerpo diplomá tico se deleitaban con delicias de todos los rincones del mundo .
Como Mark Twain escribió en Innocents Abroad, el zar era "un hombre que podı́a abrir los labios, y los
barcos podı́an volar a travé s de las olas, las locomotoras sobrevoları́an las llanuras, los correos se
apresurarı́an de pueblo en pueblo, cien telé grafos enviarı́an la palabra a los cuatro rincones de un
imperio" que extendió sus vastas proporciones sobre una sé ptima parte del globo habitable, e
innumerables multitudes de hombres saltaron a cumplir sus ó rdenes ... "
Cuando el zar organizó una iesta para los diplomá ticos visitantes, la gula continuarı́a durante horas,
si no durante dı́as. Un embajador en Rusia supo que durante su estadı́a de diecisé is semanas en Moscú ,
la cocina real generosamente proporcionó a su grupo carne de 48 toros, 336 carneros, 1.680 pollos, 10
ciervos y 112 gansos, má s 11.200 huevos y 350 libras de mantequilla. Exasperados por la forma en que
esas desigualdades en la disponibilidad de alimentos estaban dejando sin comer a cientos de miles de
personas en el campo, el conde Leo Tolstoy y su hija abrieron comedores de bene icencia en una aldea
tras otra de la provincia de Ryazan. Pero cuando Tolstoy miró hacia atrá s en su esfuerzo de dos añ os
para hacer que la comida se distribuyera má s equitativamente en Rusia, se dio cuenta de que debido a
que las causas no habı́an sido afectadas, solo podı́a adquirir alimentos de calidad inferior para las
cocinas; en esencia, Desesperaba que estaban "distribuyendo el vó mito, regurgitado por los ricos". El
padre de Nikolay Vavilov fue uno de los pocos afortunados que dejó atrá s tal miseria para que sus hijos
pudieran criarse con mayor acceso a alimentos y recursos educativos que la mayorı́a de los rusos.
podrı́a reunir. Aunque habı́a sido bautizado como Ivan Il'ich Il'in no mucho despué s de su nacimiento,
el padre de Nikolay má s tarde cambió el apellido a el má s urbano Vavilov y dejó atrá s su identidad
rural. Durante muchos añ os antes de su traslado a Moscú , sin embargo, al crecer en una familia de
campesinos muzhiki en la aldea de Ivankovo, se habı́a enfrentado al hambre diaria. Era comú n que las
familias de su aldea y de las aldeas durante gran parte de la Rusia del siglo XIX tuvieran que racionar
sus cereales, papas,
Ivankovo, situado a unos 130 kiló metros al norte de Moscú en una antigua ruta comercial que
entregaba productos agrı́colas en la capital, era un lugar de frı́o intenso en el invierno y calor
abrasador en el verano. El abuelo y bisabuelo de Vavilov eran siervos que habı́an tenido sus propios
ataques de hambruna. De hecho, pocas familias rusas ademá s de los Romanov en el palacio del zar
eran inmunes al hambre durante esa o é pocas anteriores. Vavilov nació en un medio formado por
hambrunas perió dicas y catastró icas.
Entre 1500 dC y 1700, al menos 150 hambrunas asolaron Rusia y otras regiones de Europa del Este.
Solo Rusia sufrió má s de 100 añ os de hambre y má s de 120 añ os de hambruna total durante un
perı́odo de mil añ os que comenzó alrededor del 873 DC. Una de las peores de esas hambrunas, en
1873, tuvo un efecto enorme en Tolstoi; dio forma a sus re lexiones literarias, su elecció n de un estilo
de vida vegetariano, y sus acciones polı́ticas por el resto de su vida. Aunque el trabajo de Vavilov para
combatir la hambruna puede no ser reconocido hoy por muchos que reconocen las obras de Tolstoi,
inalmente tuvo mayores repercusiones en el destino de Rusia.

Vivir a travé s de la hambruna de 1891 y 1892 tuvo un profundo efecto en Vavilov justo como la
hambruna de 1873 tuvo en Tolstoi. No era simplemente un hecho histó rico que Nikolay aprendió
mientras crecı́a; determinó tangiblemente lo que estaba o no disponible en la mesa de la cocina de su
casa durante su infancia en Moscú .
Nikolay tenı́a solo cuatro añ os cuando esa hambruna se extendió desde el Volga para devastar
pueblos rurales en todo el centro de Rusia, amenazando la salud y la supervivencia de catorce a veinte
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millones de personas a su alrededor. Cuatrocientos mil rusos habı́an muerto, y muchos de los demá s
fueron salvados por las provisiones de huesos que quedaron en sus despensas. Para cuando tenı́a solo
seis añ os, Nikolay habı́a sido testigo de la inanició n y habı́a visto a sus familiares debilitados por la
desnutrició n.
La hambruna habı́a comenzado de una manera poco notable, con una caı́da seca en 1890 que forzó
un retraso en la siembra de trigo de invierno y cebada. Esas plantaciones tardı́as no eran desconocidas,
ya que en realidad eran una de las muchas estrategias que los agricultores usaban para minimizar sus
pé rdidas frente al clima inusual. Al sembrar sus semillas má s tarde de lo habitual, esperaban que sus
cultivos tuvieran mayores tasas de supervivencia.
Sus esperanzas disminuyeron cuando un fuerte frı́o llegó mucho antes de lo previsto en el invierno de
1890-91. Luego vino la nieve demasiado ligera para proporcionar una manta protectora para
amortiguar los brotes de temperaturas bajo cero. Las plantas jó venes de la mayorı́a de los cereales
sembrados tardı́amente se congelaron y colapsaron en el suelo helado. Bandas de pá jaros picoteaban
los tallos aplanados de los cereales mientras los campesinos miraban, preguntá ndose de dó nde
vendrı́a su grano si pasaba la pró xima cosecha sin llenar sus tiendas.
Al llegar la primavera, la mayorı́a de los agricultores se dio cuenta de que habı́an perdido la mayorı́a,
si no todos, de sus cultivos de granos. No fue sino hasta varios meses despué s -en junio de 1891,
cuando cada agricultor deberı́a haber estado vendiendo toneladas de cereales a los comerciantes de
cereales- que los funcionarios del gobierno se dieron cuenta de que pronto se verı́an enfrentados a una
enorme crisis alimentaria. Una falla de cosecha casi completa habı́a ocurrido en unas 900,000 millas
cuadradas, centradas en la cuenca del rı́o Volga, pero llegando en todas las direcciones hacia el interior
de Rusia.

Trá gicamente, en lugar de distribuir el rendimiento localmente, el poco grano que habı́a para
cosechar lo compraban inmediatamente los comerciantes para exportarlo a regiones de Europa del
Este que tambié n habı́an sido a ligidas pero tenı́an má s poder adquisitivo. A ines de noviembre de
1891, la mayorı́a de las reservas de cereales en los graneros rurales y almacenes y molinos urbanos se
habı́an agotado. Como el pan se convirtió en una mercancı́a escasa incluso en Moscú y San
Petersburgo, muchos rusos rezaron por una cosecha má s grande el pró ximo verano, para evitar el
desastre.
Sus oraciones no fueron cumplidas. La semilla que habı́an retenido inalmente habı́a sido sembrada,
pero sus plá ntulas formaron solo una modesta base de unos pocos centı́metros de altura a comienzos
del invierno, y en el equinoccio de primavera de 1892, lluvias frı́as y abundantes se canalizaron desde
las tierras altas congeladas para socavar las plá ntulas fuera de los campos en las tierras bajas. Las
aguas heladas surgieron sobre las riberas de los rı́os y se ahogaron campo tras campo. Cuando los
campos fueron drenados a ines de la primavera, no quedaba una masa de trigo lo su icientemente
espesa para que la cosecha de su grano valiera la pena; los granjeros simplemente dejan salir su
ganado, lo consumen como forraje.
La gente en la tierra pronto descubrió que ellos tambié n tendrı́an que consumir paja y malezas
picadas en sus panes, blintzes y papillas para mantenerse con vida. El verano de 1892 comenzó
demasiado caliente y seco para plantar el espectro tı́pico de cultivos de hortalizas; lo que se puso en el
suelo se secó y murió cuando siguieron cinco meses seguidos de lluvia. No solo se agotaron las
reservas de granos, sino que ahora todas las verduras de temporada cá lida -desde espá rragos hasta
calabacines- no produjeron su iciente para la cosecha de otoñ o.
El proletariado -especialmente los trabajadores de las fá bricas- se agitó debido a los rumores de que
el zar habı́a permitido que algunos ricos mercaderes rusos vendieran las reservas restantes de trigo,
avena, cebada y trigo sarraceno que quedaban en el paı́s. Los trabajadores se negaron a comer má s del
"pan de hambre", del cual habı́an recogido trozos de corteza de á rbol y pergaminos, colocado delante
de ellos en las cafeterı́as y los comedores. Luego, recordando por qué se habı́a convertido en disidente,
Lenin describió el tı́pico pan de hambre de esa é poca como "un trozo de tierra dura y negra cubierta
con una capa de moho". WC Edgar, otro testigo de esa hambruna, escribió que esa pobre excusa para el

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pan "Era tan repugnante en cuanto a olor, sabor y apariencia que es difı́cil imaginar que la humanidad
pueda reducirse a tal extremo que se lo obligue a comerla".
Fue en esta é poca de calamidades e inequidades donde nació el cientı́ ico agrı́cola má s grande del
mundo y se sembraron las semillas de la revolució n rusa.
El padre de Nikolay, Ivan Vavilov, habı́a dejado atrá s el legado familiar de la agricultura para trabajar
en la clase mercantil de Moscú . Para cuando se casó y formó una familia, ya habı́a pasado por trabajos
de baja categorı́a y se habı́a convertido en gerente de una tienda y director de una fá brica textil de
Moscú . La compañ ı́a pronto iba a obtener grandes ganancias suministrando ropa y mantas al ejé rcito al
comienzo de la Primera Guerra Mundial, y los activos de la familia Vavilov crecieron sustancialmente
durante la guerra.
A diferencia de muchos otros que dejaron la tierra para la fá brica durante esta é poca, Ivá n no solo
pudo mantener có modamente a su esposa, Alexandra Mikhailovna, e hijos, sino tambié n a
proporcionar una educació n excelente para sus dos hijas y dos hijos. Entre los dolores de corazó n de é l
y Alexandra habı́a la pé rdida de otros tres niñ os, todos los cuales murieron en su infancia. Tales fueron
los tiempos. Algunos a irman que Ivá n eventualmente amasó una fortuna pero perdió gran parte de su
riqueza durante la revolució n.
Las muertes prematuras de sus hermanos sin duda tuvieron un profundo efecto emocional en los
niñ os sobrevivientes de Vavilov. Puede explicar en parte por qué buscaron curas para los problemas de
la sociedad a travé s de la capacitació n en ciencias. Aunque su padre los animó a seguirlo en los
negocios, los cuatro eligieron convertirse en cientı́ icos de alguna clase: Alexandra, un mé dico; Lidia,
una bacterió loga; Sergei, un fı́sico; y Nikolay, un pató logo de plantas y genetista. El periodista cientı́ ico
ruso Mark Popovsky explicó por qué los niñ os Vavilov podrı́an haber elegido la bata de laboratorio
blanca sobre el traje de negocios del comerciante:
La idea má s persistente de ese perı́odo fue la fe en la evolució n cientı́ ica de la sociedad. El siglo XX comenzó con una serie de
descubrimientos cientı́ icos importantes, y los má s ilustrados de la sociedad rusa se convencieron irmemente de que la ciencia
iba a brindar al mundo grandes bendiciones. Desde el principio, los rusos concibieron la ciencia como una rama del servicio
social, un campo de actividad principalmente para bene iciar al campesino y a todos aquellos que trabajaban por recompensas
escasas ... La biologı́a, ya fuera relacionada con la agronomı́a o con la medicina, se consideraba una departamento de ciencia
relacionado con la alimentació n de la població n, con pan y con la salud de las personas.

En los albores del siglo XX, los cientı́ icos estaban a punto de comprender cuá n profundamente los
factores hereditarios afectaban la salud de los humanos, su ganado y sus cultivos. Durante ese
momento histó rico, puede haber una razó n polı́tica primordial para que los cientı́ icos rusos intenten
discernir lo que podrı́a ser susceptibilidad heredada frente a la vulnerabilidad ambiental a la
enfermedad: la propia supervivencia del Imperio ruso parecı́a depender de si el ú nico heredero varó n
de la el trono podrı́a sobrevivir a una enfermedad gené tica que aparentemente habı́a corrido
desenfrenada a travé s de la familia de su madre.
El prı́ncipe heredero Alexei, el ú nico hijo del zar Nicolá s II y la emperatriz Alexandra, habı́a nacido en
1904 con un desorden sanguı́neo debilitante que lo a ligió casi inmediatamente despué s del
nacimiento. El y todos los demá s hombres de la familia Romanov, descendientes de la reina Victoria de
Inglaterra, sufrieron de hemorragia interna, sangrado y dolor en las articulaciones, hinchazó n
abdominal y una palidez sintomá tica de un tipo de anemia. Los sı́ntomas parecı́an ser un trastorno
hereditario que robó a Alexei y a sus parientes masculinos su capacidad para combatir enfermedades o
lesiones.
Aunque el conocimiento del desorden de Alexei fue suprimido inmediatamente despué s de su
nacimiento, en 1914 se publicó un libro en Europa y Rusia que relacionaba los destinos polı́ticos con
las enfermedades gené ticas. La princesa Catherine Radziwill detrás del velo en la corte rusasugirió que
un trastorno sanguı́neo hereditario podrı́a dejar a los Romanov sin heredero para convertirse en el
pró ximo zar. Muchos de los textos gené ticos de las siguientes dé cadas suponı́an que Alexei sufrı́a una
hemo ilia transmitida por su madre, pero ahora se cree que heredó una de iciencia relacionada con el
sexo, que se encuentra en el gen G6PD (favismo). Este trastorno gené tico lo hizo vulnerable a la anemia
y al sangrado excesivo que Rasputin le ayudó cuando era un niñ o. Si de hecho sobrevivió a la masacre

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de su familia, como algunos han sugerido, este desorden habrı́a llevado inevitablemente a la leucemia
cró nica que segú n los informes sufrió cuando era un adulto en el exilio.
El reconocimiento de las de iciencias gené ticas vinculadas al sexo era algo completamente nuevo
para el pú blico, y quedó claro que si la nueva ciencia de la é poca de Vavilov era correcta, el desorden de
los varones Romanov podrı́a interrumpir la transmisió n del imperio a la siguiente generació n . La crisis
del poder en Rusia no fue evitada por este descubrimiento cientı́ ico. En cambio, la segunda revolució n
entre el pueblo ruso, en 1917, tomó a los Romanov fuera de control y llevó a los comunistas a gobernar,
justo cuando los hermanos Vavilov comenzaron sus carreras. Cuando los primeros episodios de
sangrado de Alexei se hicieron pú blicos, Nikolay tenı́a apenas diecinueve añ os, pero esa calamidad
pudo haberlo llevado a una carrera que exploró las relaciones entre la gené tica y la enfermedad.
Tal vez la carrera lo eligió a é l. Habı́a dudado un rato, sin saber si querı́a ser mé dico o pató logo de
plantas. Cuando todavı́a era un estudiante, se quejó en una carta a su familia de que estaba a la deriva
"sin timó n ... [y con] ningú n objetivo de inido, bien de inido ... [cualquier] objetivo especı́ ico todavı́a
está oculto en la niebla". Justo antes de é l estuvo cerca de decidirse por la escuela de medicina "por
defecto", sin embargo, las noticias indican que Rusia estaba experimentando los peores rendimientos
de grano desde el momento en que nació . Cuando estalló la primera revolució n en gran medida
infructuosa contra el zar en 1905, el Imperio ruso estaba de nuevo al borde del hambre. Los
rendimientos de trigo cayeron en picado, al igual que los rendimientos de centeno y avena en el
granero ruso, la regió n del Cá ucaso al este del Mar Negro. En ese momento, el campo del Cá ucaso ya
estaba lleno de inquietud social, interrumpir la distribució n de incluso el pequeñ o cereal que se habı́a
cosechado. A la luz de estos desarrollos (en los rendimientos de grano y en la agitació n social), Nikolay
Vavilov decidió inscribirse en el Instituto Petrovsky de Agricultura, pasando por alto las escuelas de
medicina en las que inalmente ingresaron sus hermanas.
En Petrovsky, pasó cinco añ os estudiando con algunos de los practicantes pioneros de la nueva
ciencia de la gené tica evolutiva, con la esperanza de que condujera a algunos descubrimientos
fundamentales sobre có mo los organismos desarrollan inmunidad a las enfermedades. Tal vez los
conocimientos teó ricos que adquirió sobre las enfermedades de las plantas eventualmente ayudaran
tanto a los cientı́ icos mé dicos como a los cientı́ icos que se preocupan por aliviar el sufrimiento
humano; ese era el tipo de esperanzas y aspiraciones que su generació n consideraba entretenidas.
Fue un momento emocionante y desa iante para ser un cientı́ ico agrı́cola. Aunque Rusia fue el mayor
productor y exportador de trigo del mundo a principios del siglo XX, sus rendimientos por hectá rea
fueron menos de dos tercios de los de Estados Unidos, menos de la mitad de los de Francia, apenas un
tercio de los de Alemania. , y apenas una cuarta parte de lo que los holandeses estaban cosechando en
los Paı́ses Bajos. Ademá s, las enfermedades y pestes del trigo regularmente redujeron a la mitad lo que
los rendimientos por hectá rea podrı́an haber sido en Rusia. Antes de que Vavilov dejara el instituto
agrı́cola en 1911, los productores de granos de Rusia se vieron afectados por otra caı́da en los
rendimientos de cereales que fue incluso peor que la de los cinco añ os anteriores. Un desafı́o
apremiante para su generació n, claramente, serı́a hacer algo para aliviar las recurrentes hambrunas. La
reducció n de las plagas de los cultivos y la peste parecı́a una forma segura de aliviar las tensiones
sociales de la sociedad rusa. "Soy, sobre todo, un pató logo de plantas", escribió Vavilov al principio de
su carrera y dijo que preguntó con cada descubrimiento: "¿Có mo puede ponerse en prá ctica? ¿Có mo se
puede utilizar ahora, de inmediato, para bene iciar a mi paı́s y a todos los trabajadores del mundo? '".
En las primeras dé cadas del siglo XX, los cientı́ icos agrı́colas sintieron que inalmente tenı́an la
capacidad té cnica para evitar que las enfermedades de los cultivos y las plagas desencadenaran el
hambre y las muertes humanas resultantes, el desplazamiento y el malestar social. Aunque pocos
cientı́ icos agrı́colas hoy viven con el temor de que una epidemia o pestilencia de cultivos pueda llevar
a nuestras sociedades al borde del hambre, las pé rdidas causadas por esos factores no son menos
preocupantes hoy que cuando Nikolay eligió su carrera. Como uno de sus primeros bió grafos rusos,
Genady Golubev, nos recordó a ines de la dé cada de 1970, tras la plaga del maı́z que devastó los
rendimientos del maı́z en los Estados Unidos: "Incluso hoy en dı́a, segú n las Naciones Unidas, las
enfermedades de las plantas nos privan de uno -Tercero de todos los cultivos que se cultivan con tanto
esfuerzo. Un tercio entero, es decir, mil millones de toneladas. Y esto está sucediendo mientras que
cada tercer ser humano en la tierra todavı́a sufre de inanició n. Sin embargo, hace sesenta añ os, cuando
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Nikolay Vavilov comenzó su lucha contra las plagas y enfermedades de las plantas, robaron al
agricultor al menos la mitad de su cosecha ".
Justo cuando Nikolay emprendió sus estudios de patologı́a vegetal en Petrovsky, sus profesores
recibieron un informe bastante sorprendente de Inglaterra. Un cientı́ ico britá nico llamado RH Biffen
habı́a logrado un importante avance cientı́ ico en la lucha humana contra la enfermedad de las plantas.
Su avance se basó en los principios de herencia recientemente redescubiertos por Mendel, que
permitieron a los mejoradores de plantas pronosticar con iablemente la expresió n de lo que
denominaron genes dominantes y recesivos en las siguientes generaciones de plantas cuando se
realizó un "cruce" intencional de dos variedades. Biffen utilizó su enfoque cuantitativo a la gené tica
para generar resistencia a la roya amarilla en una segunda generació n de trigo hı́brido y de ese modo
obtuvo inmunidad a la enfermedad en una nueva variedad de trigo. El logro fue un primer importante
en la historia de la mejora de cultivos, el equivalente agronó mico de alcanzar la luna. Al intentar ubicar
los logros trascendentales de Biffen en un contexto histó rico, su colega FT Brooks hizo el siguiente
argumento para integrar la patologı́a vegetal con la ecologı́a y la gené tica, y forjó un camino má s
amplio para que Vavilov explore:
Se puede argumentar que el control futuro de las enfermedades de las plantas está en manos del obtentor. Esto es parcialmente
cierto [porque] toda la Naturaleza está en un estado de lujo ... debe recordarse que los propios organismos pató genos cambian
y, con una virulencia creciente, pueden atacar variedades de plantas de cultivo resistentes hasta ahora. Corresponde en
particular al pató logo de plantas determinar las condiciones de crecimiento de las plantas cultivadas que son menos favorables
al ataque de pará sitos y prevenir las enfermedades aplicando los mé todos de sanidad de las plantas. Los mejores resultados en
el control de las enfermedades de las plantas probablemente se logrará n mediante la cooperació n mutua entre el itomejorador
y el pató logo de plantas ...

Por lo tanto, Brooks dejó en claro que se deben tener en cuenta los factores gené ticos y ecoló gicos
para controlar las enfermedades de las plantas que evolucionan constantemente. En esencia, Brooks,
Vavilov y sus colegas se convirtieron en la primera generació n de cientı́ icos en colocar la inmunidad
heredada y la susceptibilidad a enfermedades en el contexto de la gené tica evolutiva y las in luencias
ambientales sobre la expresió n gé nica. Para entender por qué un cultivo era susceptible o inmune a
una enfermedad en particular, era fundamental comprender su entorno ecoló gico actual, ası́ como los
entornos en los que sus antepasados se enfrentaron con diversas tensiones. Ası́, Vavilov se dio cuenta
de que el conocimiento del origen y la difusió n de un cultivo no era mera trivia histó rica; lo ayudarı́a a
buscar lugares donde se haya desarrollado la resistencia tanto a las enfermedades como a las plagas.
Debido a que tanto la gené tica como la ecologı́a de campo fueron disciplinas en su infancia durante
ese tiempo, Vavilov tuvo la fortuna de poder absorber sus avances en el conocimiento como si fueran
simplemente dos caras de la misma moneda. En los té rminos má s simples, fue capaz de comprender
có mo la herencia interactuaba con el medio ambiente para dar forma al destino de los cultivos que
estaba estudiando. A travé s de sus cursos en isiologı́a y bacteriologı́a, se animó a los estudiantes de su
tiempo a observar los efectos de los factores gené ticos y ambientales en toda la planta. Los mentores
de Vavilov lo animaron a integrar las ú ltimas teorı́as de la selecció n natural y arti icial de las plantas,
pero al mismo tiempo, nutrieron su capacidad de hacer sus propias observaciones detalladas, no solo
en un laboratorio sino tambié n en el campo. En ese sentido, tenı́a una ventaja sobre muchos de los
actuales ". s cientı́ icos de laboratorio que nunca han sido testigos de un cultivo en los entornos donde
evolucionó ; Vavilov pudo observar có mo las tensiones afectaban a un cultivo donde se habı́a cultivado
tradicionalmente durante siglos y có mo se adaptaba a tales tensiones.
Para Vavilov, el estudiante, el "campo" signi icaba dos cosas: (1) las tramas experimentales que sus
profesores Petrovsky mantenı́an en las afueras de Moscú , donde seleccionaban plantas con una
resistencia superior a las enfermedades; y (2) los campos tradicionales de los campesinos en el paisaje
má s amplio, donde cualquier avance de los cientı́ icos tuvo que ser probado y encontrado digno de ser
adoptado por los agricultores. Para un ruso ser un cientı́ ico de campo en tiempos revolucionarios
signi icaba que era receptivo a las necesidades del proletariado y trabajaba en solidaridad con el
campesinado, la sal de la tierra. Pero hacer ciencia en el campo tambié n tenı́a un toque de aventura
incrustado, ya que le permitı́a a uno deambular libremente por la tierra, en busca de semillas, ideas de
"polinizació n cruzada" con otras personas de diferentes orı́genes y, a travé s de esa hibridació n
intelectual,
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Un enfoque en el trabajo de campo tambié n fue una a irmació n, especialmente para su hermano
Sergei, el fı́sico y sus hermanas, los microbió logos, de que el verdadero trabajo de la ciencia agrı́cola no
tuvo lugar en un laboratorio elegante, sino en el suelo mismo. Y ası́, antes de que terminara su
educació n formal de pregrado, Nikolay estaba trabajando largas horas plantando, escardando y
tomando notas entre las plantaciones experimentales de sus mentores. Por lo general, se despertó tan
pronto como cualquiera de los trabajadores del campo y los ayudó en su trabajo, pero cuando se
detuvieron para descansar, trabajó en busca de indicadores de enfermedades o inmunidad contra los
cultivos que estaban cosechando. Sus manos y su cabeza parecı́an funcionar en sincronı́a, de modo que,
fuera lo que fuera lo que sostenı́an sus dedos, su mente se inscribı́a en el esquema general de las cosas.

Como una revolució n social de proporciones sin precedentes parecı́a cada vez má s inminente entre
1915 y 1917, Nikolay luchó por mostrar a sus pares que é l no estaba "por encima" del proletariado y
las clases campesinas; estaba dispuesto a participar en el mismo trabajo fı́sico que el menos educado.
los camaradas harı́an Sin embargo, al mismo tiempo, se ijó metas para é l mismo que creı́a que algú n
dı́a les facilitarı́an la vida.
Cuando no estaba plantando, escardando, cortando, aventando o pesando cosechas de los campos
experimentales, Vavilov tomó vuelo a un campo má s grande. Se separó de Moscú para comenzar lo que
se convertirı́a en una obsesió n para toda la vida: realizar largas excursiones por el campo para
observar có mo funcionaba la agricultura tradicional en los campos de los campesinos. Mientras
todavı́a estaba en Petrovsky, inició sus propios estudios de prá cticas agrı́colas antiguas en la regió n
caucá sica culturalmente diversa al oeste del Mar Negro, que divide a Europa de Asia. Allı́, entre los
muzhiki -hombres y mujeres cortados de la misma tela que sus antepasados- é l fue testigo de prá cticas
agrı́colas que habı́an perdurado durante siglos y nutrieron cientos de variedades de cultivos
localmente adaptadas. Con sus pantalones holgados, sus gruesos sué teres de lana y sus coloridos
sombreros, estos campesinos lo encontraron en sus huertos y graneros con hoces en mano y
amablemente respondieron a la mirı́ada de preguntas que a veces se derramaban de este joven
intenso. Nikolay estaba tratando de ver dó nde surgieron las enfermedades de las plantas entre sus
campos, y có mo los muzhiki trataron con ellos a travé s de sus conocimientos ecoló gicos tradicionales.
Pudo ver con sus propios ojos que el dañ o in ligido por ciertas enfermedades se redujo enormemente
cuando esas enfermedades encontraron un policultivo, o una mezcla de variedades adaptadas
localmente, en lugar de un monocultivo. En lugar de descartar el conocimiento local de los agricultores
como "poco cientı́ ico", descubrió que habı́a mucho que aprender de é l. Nikolay estaba tratando de ver
dó nde surgieron las enfermedades de las plantas entre sus campos, y có mo los muzhiki trataron con
ellos a travé s de sus conocimientos ecoló gicos tradicionales. Pudo ver con sus propios ojos que el dañ o
in ligido por ciertas enfermedades se redujo enormemente cuando esas enfermedades encontraron un
policultivo, o una mezcla de variedades adaptadas localmente, en lugar de un monocultivo. En lugar de
descartar el conocimiento local de los agricultores como "poco cientı́ ico", descubrió que habı́a mucho
que aprender de é l. Nikolay estaba tratando de ver dó nde surgieron las enfermedades de las plantas
entre sus campos, y có mo los muzhiki trataron con ellos a travé s de sus conocimientos ecoló gicos
tradicionales. Pudo ver con sus propios ojos que el dañ o in ligido por ciertas enfermedades se redujo
enormemente cuando esas enfermedades encontraron un policultivo, o una mezcla de variedades
adaptadas localmente, en lugar de un monocultivo. En lugar de descartar el conocimiento local de los
agricultores como "poco cientı́ ico", descubrió que habı́a mucho que aprender de é l.
Tal vez su respeto por los campesinos habı́a sido fomentado en las excursiones de campo realizadas
por sus clases en el gimnasio, donde se le habı́a dado algú n entrenamiento en el tipo de documentació n
etnográ ica regional que los exploradores rusos habı́an practicado en tierras exó ticas. En particular, le
encantaron las excursiones etnográ icas y asistió a conferencias de grandes exploradores,
antropó logos y geó grafos en el Museo Polité cnico de Moscú . Ahora se encontró documentando la
experiencia agrı́cola y las prá cticas basadas en el lugar de personas muy parecidas a su propio abuelo.
Vavilov tambié n adoptó el há bito de recolectar especı́menes de semillas y tallos en lor de los cultivos
de los agricultores, tal como sus maestros lo habı́an enseñ ado a hacer con las plantas silvestres
endé micas que encontraron en sus excursiones a las montañ as. Cuando era niñ o, Nikolay habı́a
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compartido un herbario en su casa con su hermano y dos hermanas. Recolectar plantas para ella era
una de las actividades que le gustaban; botá nico por placer no solo con sus hermanos, sino tambié n,
má s tarde, con su esposa cuando estuvieron juntos. El há bito de ese naturalista ayudó a ponerlo a
tierra durante toda la vida; tal vez por eso sintió tanta pena cuando sus colecciones de plantas de
Europa occidental en ruta al herbario se hundieron con el barco en el que estaban en la Primera Guerra
Mundial. Sin embargo, en Petrovsky, aprendió a ir má s allá de la mera colecció n de especı́menes de
plantas secas y muertas para montar; se aventuró a guardar semillas.
Debido a que eran organismos vivos, respirantes y reproductivamente viables que podı́an
regenerarse para la posteridad, las semillas se convirtieron en los sujetos del deseo de Vavilov y en los
objetos de su investigació n cientı́ ica. Sabı́a, por supuesto, que eran má s que un mero "germoplasma":
el tejido regenerativo de las plantas superiores. Tambié n eran una fuente de alimento para disminuir la
hambruna, y eran materia de re lexió n. En la é poca de Vavilov, los cientı́ icos no podı́an ver genes; solo
podı́an inferir su existencia al observar las diversas semillas que encarnaban su presencia. Vavilov
descubrió que podı́a medir la frecuencia de ciertas caracterı́sticas en lotes vivos de semillas para
determinar su expresió n de rasgos gené ticos dominantes o recesivos. (Má s tarde, cultivarı́a muestras
de los lotes de semillas para con irmar la herencia de sus tolerancias isioló gicas y resistencia a
enfermedades).
Antes de cumplir los veinte añ os, Vavilov comenzó lo que se convirtió en la mayor colecció n de
semillas que el mundo haya conocido. Muchos de sus lotes de semillas fueron acompañ ados por
colecciones de campo de las estructuras vegetativa y reproductiva de las plantas, que mantuvo en un
herbario, la mayorı́a de los cuales sobreviven hasta nuestros dı́as en San Petersburgo. Como Thoreau,
Vavilov tuvo fe en una semilla.
Sin embargo, Vavilov coleccionó , comparó y conservó mucho má s que las plantas mismas; estaba tan
empeñ ado en registrar los nombres nativos, los usos y los saberes encontrados entre las diversas
comunidades agrarias que visitó . Esa informació n proporcionó cada fruto o semilla que recolectó con
un contexto ecoló gico, cultural o culinario. Nunca hubiera podido obtener tantas pistas sobre la
inmunidad de una planta a la enfermedad o la resistencia a los insectos poscosecha si solo hubiera
hablado en ruso. Como prepará ndose para una vida de pasió n por los viajes, Vavilov de alguna manera
se habı́a convertido en el polı́glota por excelencia a una edad bastante temprana. Antes de abandonar
el gimnasio para Petrovsky, ya habı́a desarrollado sus habilidades de lectura en alemá n, inglé s, latı́n,
francé s e italiano. Mientras estaba en el instituto agrı́cola, tomó tutoriales anticipados en inglé s, de
modo que cuando visitó Londres por primera vez en 1913, tenı́a la capacidad de conversar con los
mejores eruditos que enseñ aban allı́. En el momento de su muerte, é l estaba tan familiarizado en unos
quince idiomas -incluyendo farsi, tú rquico y amhá rico- que despidió a cualquier traductor en el campo
que no pudiera proporcionarle resú menes precisos de sus conversaciones con los cientı́ icos y
agricultores que lo hospedaban. en varios paı́ses.
Por la noche, despué s de que las conversaciones habı́an terminado, Vavilov se quedó despierto hasta
tarde registrando y comparando varios nombres indı́genas para las variedades populares de cultivos
que habı́a visto ese dı́a. El discernió las diferencias mı́nimas pero signi icativas entre los nombres
nativos para la misma cosecha y señ aló qué palabras de pré stamo dieron una idea de la difusió n
intercultural de variedades de cultivos particulares. Aunque un famoso equipo botá nico padre-hijo-el
de Candolles-habı́a usado casualmente palabras de pré stamo para rastrear la difusió n de ciertas
especies de cultivos de una cultura a otra, Vavilov llevó el ejercicio a un nivel má s profundo. Como su
colega NA Maisurian notó sobre el tratado temprano de Vavilov sobre los orı́genes del centeno como
una hierba entre el trigo y la cebada, "Este trabajo tenı́a la forma de un hermoso etude, que describe la
historia 'original' de una planta famosa y ampliamente cultivada. Primero mostró la posibilidad de
aplicar el aná lisis lingü ı́stico a la investigació n botá nica. Despué s de Vavilov ... este mé todo fue
utilizado por [muchos] otros cientı́ icos ".
De sus notas, se puede ver có mo Vavilov percibió intuitivamente que si los agricultores de una
comunidad daban dos nombres estrechamente relacionados, casi siempre aislaban esas variedades en
dos microambientes distintivos, lo que permitı́a que la selecció n natural y cultural modelara su
evolució n posterior de diferentes maneras. Cuando viajó por un valle agrı́cola cuyos habitantes tenı́an
su propio dialecto -como lo hizo en varios valles en el Pamir de Tayikistá n- observó lo que los
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agricultores llamaban sus variedades de tierras bajas versus tierras altas, y evaluó el rendimiento de
ambas variedades a lo largo de los gradientes altitudinales empinadas é l se encontró allı́.
En esencia, las habilidades lingü ı́sticas extraordinarias y las exploraciones geográ icas de Vavilov lo
llevaron a anticipar que podrı́a haber relaciones entre la diversidad lingü ı́stica y la agrobiodiversidad
de una regió n que merecerı́a una atenció n má s prolongada. ¿Los diferentes estilos de marcado
lingü ı́stico en dos culturas adyacentes llevaron a los agricultores de cada cultura a seleccionar rasgos
en variedades de cultivos similares de diferentes maneras? ¿El simple hecho de nombrar una variedad
de cultivo inalmente condujo a su divergencia de parientes cercanos? Vavilov formulaba tales
preguntas de cincuenta a setenta añ os antes de que adquirieran un gran interé s para los antropó logos
lingü ı́sticos y los etnobió logos.
Para estar familiarizado con la gené tica, la ecologı́a, la evolució n, la lingü ı́stica y la geografı́a a una
edad tan temprana, Vavilov no solo tenı́a que ser brillante y tener buenos mentores, sino que tambié n
debe haber sido impulsado por una sed insaciable de conocimiento. Su amigo Carlos Offerman, que se
quedó en la casa de Vavilov durante muchos añ os, lo expresó de forma sencilla: "Tenı́a una vitalidad
extraordinaria, estaba siempre en movimiento desde la mañ ana hasta la noche; tres horas y media por
dı́a era todo el sueñ o que necesitaba ... La ú nica vez que he sabido que Vavilov estaba enfermo ... se
estaba quedando en casa ese dı́a con la gripe. Incluso en tal ocasió n, estaba rodeado de libros, usando
el tiempo para trabajar. Nos recibió jovialmente y discutió largamente los problemas del argentino. "En
Petrovsky Vavilov se sumergió con intensidad en varios añ os de estudio de la inmunidad de las plantas
tanto a las enfermedades como a las plagas, incluso mientras la Revolució n Rusa de 1905 arreciaba en
el distrito de Presnya a su alrededor. En 1908 completó su tesis de licenciatura, en la que abordó la
ecologı́a de las babosas de campo como plagas en los cultivos de invierno en los alrededores de Moscú .
Al añ o siguiente publicó su primer ensayo cientı́ ico, "Sobre el darwinismo y la morfologı́a
experimental". Tomó dos inviernos má s para realizar experimentos adicionales sobre la resistencia de
los cultivos a las babosas en los campos y jardines que rodean la ciudad, y luego ingresó en su estudio
en una ciencia competencia justa en el Museo Polité cnico de Moscú . En esencia, Vavilov estaba
comenzando a re lexionar sobre las formas en que la propia forma y forma de una planta de cultivo
repelen (o invitan) a ciertas plagas e insectos; ese tipo de atenció n al detalle le ayudó mucho má s
adelante, ya que visitó decenas de miles de campos en los cinco continentes,
El estudio de Vavilov sobre las babosas de campo recibió el primer premio en 1911. Al añ o siguiente
se casó con su primera esposa, Ekaterina, tambié n estudiante. Poco despué s, su mentor, Dionazas
Leopo'dovich Rudzinkas, los alentó a seguir adelante, a estudiar en el extranjero, ya que Nikolay en
particular ya habı́a superado lo que los profesores de Petrovsky podı́an ofrecerle. "Me avergü enzo
cuando me llamas tu maestra", le dijo Rudzinkas al joven Vavilov, "[porque] te pedı́ prestado muchas
má s veces de las que me prestaste".
Para 1913, Nikolay y su esposa, igualmente talentosa, Ekaterina, habı́an aceptado las advertencias de
su mentor para trasladarse al mundo má s amplio, donde sus talentos podrı́an nutrirse aú n má s.
Navegaron a Inglaterra, Francia y Alemania, donde durante los siguientes dos añ os fueron instruidos
por algunos de los mejores cientı́ icos y hombres de semillas del siglo XX. En Inglaterra, ambos pasaron
un tiempo en el Instituto de Horticultura John Innes en Merton College en la Universidad de Cambridge
y en la Universidad de Reading. En el instituto de horticultura, comenzaron una amistad de una dé cada
con el zoó logo William Bateson, un pionero en la ciencia moderna de la gené tica evolutiva. Bateson
primero acuñ ó el té rmino genéticaen una carta abierta de 1905 a otros cientı́ icos y jugó un papel clave
en el fomento del uso de conceptos tales como el conjunto de genes. El hecho de que un zoó logo de
laboratorio fuera el decano de la ciencia de la horticultura en Merton inspiró e inspiró a Vavilov:
El tı́tulo "hortı́cola" era irrelevante para la realidad en el Instituto John Innes; en realidad era la Meca y Medina para los
genetistas del mundo entero ... Uno solo podı́a maravillarse ante la diversidad de temas abordados por los genetistas ... Trigo,
lino, conejos, gallinas, canarios, alas rectas, begonias, tabaco, patatas, leó n boca, ciruelas, manzanas, fresas y pavos reales, todos
fueron objetos de investigació n estudiados ... Se estudiaron las cuestiones isioló gicas ademá s de la gené tica. Los temas a veces
se eligieron sin un plan general [preconcebido]. El propio Bateson tuvo di icultades para seleccionar un tema para mı́ y, para su
gran placer, permitió que el autor de estas lı́neas continuara en Merton su trabajo sobre la inmunidad de los cereales.

On a break from their work with Bateson in 1913 and 1914, the Vavilovs traveled to France. There
they visited one of the world's oldest and largest seed companies, Vilmorin-Andrieux & Co., which
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already had two hundred years of success scienti ically selecting and introducing new grain and
vegetable varieties to farmers in the French countryside and in France's many colonies. They then
moved overland to Jena, Germany, where Bateson's fellow pioneer in evolutionary genetics, Ernst
Haeckel, hosted them.
En agosto de 1914, cuando estallaba la guerra en Europa, los Vavilov volvieron a casa en Moscú ,
Nikolay llevaba consigo una colecció n de semillas y plantas que habı́a recogido de sus numerosas
paradas en el camino. Tambié n intentó enviar a Moscú una gran colecció n de libros que habı́a estado
leyendo, muchos de ellos abordando el campo emergente de los orı́genes gené ticos y evolutivos de las
plantas cultivadas. Incluso antes de que terminara la guerra, esas lecturas lo llevaron a realizar su
primera gran excursió n de campo para recolectar semillas en 1916, al "techo del mundo" en la actual
Tayikistá n, a pesar del hecho de que é l y su novia no habı́an tenido demasiado de una oportunidad
para establecerse. Justo cuando la Primera Guerra Mundial comenzaba a menguar, pero Rusia se
desbordó en su segunda revolució n, que derrocó al zar, Vavilov regresó del campo para aceptar un
puesto como profesor en la Universidad de Saratov. Cuando é l y Ekaterina se agacharon en Saratov, ella
dio a luz a su hijo, Oleg Nikolaevich Vavilov, el 7 de noviembre de 1918.
No pasó mucho tiempo despué s de regresar a su tierra natal de Europa -cuando Ekaterina aú n tenı́a
un bebé en su vientre- que Nikolay primero centró su atenció n en los orı́genes gené ticos de las plantas
cultivadas y en los terrenos geográ icos de la agricultura. A ines de 1917, publicó "Sobre el origen del
centeno cultivado", pero su interé s en el tema no se limitaba a las historias de varios granos. De hecho,
habı́a comenzado a desarrollar algunas hipó tesis de que los lugares má s productivos para buscar
fuentes de inmunidad a las enfermedades en los cultivos podrı́an ser sus motivos geográ icos de
nacimiento, que habı́a comenzado a llamar "sus centros de origen".
Quizá s, como argumentó má s tarde en una monografı́a de 1926, "Los centros de origen de las plantas
cultivadas", esos centros aú n conservaban antiguas y diversas formas de cultivos que habı́an
coevolucionado con plagas y enfermedades durante muchos milenios. Está claro que desde temprana
edad Vavilov estaba pensando en la patologı́a de las plantas en un contexto evolutivo y geográ ico, en
lugar de asumir que las enfermedades de las plantas surgen aleatoriamente en una especie de vacı́o.
Quizá s solo algunas de las variedades de los cultivos que habı́an desarrollado cierta inmunidad a la
peste y la peste habı́an sido extraı́das de sus centros de origen para ser cultivadas en tierras distantes.
Si es ası́, regresar al á rea de origen original podrı́a ser el mejor lugar para encontrar genes adicionales
para la resistencia. Si las malas cosechas que persistieron en Rusia a lo largo de su juventud alguna vez
fueron sofocadas, tal vez era hora de que los cientı́ icos rusos visitaran las zonas de nacimiento del
trigo, la cebada, la avena, el centeno, las papas y el maı́z y les devolvieran algunas fuentes de
inmunidad relativamente inutilizadas. Por supuesto, tal proposició n dependı́a de movilizar un
tremendo esfuerzo para identi icar y visitar las cunas de la agricultura que é l llamaba los centros de
origen.
Incluso antes de que Nikolay se hubiera establecido para sacudir a su hijo en su cuna, le hizo saber a
Ekaterina su ardiente deseo de emprender una tarea tan incisiva. Repitió las palabras que le habı́a
escrito cuando todavı́a era su prometida: "No desvelaré mi anhelo, por má s inmodesto que sea, de
dedicarme al Camino de la bú squeda ... el Eforschung Weg ".
La pasió n por los viajes de Nikolay eventualmente forzó su matrimonio con Ekaterina, quien pasó los
siguientes siete añ os viviendo con sus suegros mientras Vavilov deambulaba por la tierra, en busca de
las cunas de la agricultura. En 1926, se disolvió su matrimonio y, con la ayuda de William Bateson,
emigró a Canadá , llevá ndose a su hijo, Oleg, con ella.
Curiosamente, Oleg desarrolları́a la misma pasió n por vagar en remotas regiones montañ osas que su
padre habı́a exhibido desde el principio. Al igual que su padre, desarrolló una pasió n por la ciencia del
campo y el alpinismo, y inalmente regresó a la Unió n Sovié tica para perseguir ambos. Pero, el 4 de
febrero de 1946 -cerca de la é poca en que el mundo occidental aprendió el destino de su padre-, Oleg
Vavilov murió a la edad de veintisiete añ os mientras realizaba un traicionero ascenso de una montañ a
nevada en el Cá ucaso.
En cierto modo, ambos hombres murieron por las consecuencias de su insaciable pasió n por los
viajes. Pero la muerte de Nikolay ocurrió muchos añ os despué s de que descubrió el error de la pasió n

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por los viajes y despué s de muchas incursiones innovadoras en los terrenos de vivero de las semillas
antiguas del mundo. Lo seguimos ahora en el campo, en muchos campos anidados en las montañ as de
los cinco continentes.

CAPÍTULO TRES

Glaciares derretidos y olas de grano: los Pamir


En retrospectiva, parece totalmente improbable que alguien realmente haya captado el momento en
que Vavilov se propuso descubrir de dó nde provienen nuestros alimentos: los centros de origen de las
plantas cultivadas que algunos cientı́ icos ahora llaman los puntos má s importantes de la biodiversidad
agrı́cola. Quizá s aú n má s milagroso es que la escena, que tuvo lugar en mayo de 1916, cuando Vavilov
tenı́a veintinueve añ os, fue grabada tan vı́vidamente.
Relativamente temprano en la carrera de Nikolay Ivanovich Vavilov, sus sueñ os se dispararon má s
allá de sus ordenadas parcelas experimentales diseminadas por Moscú y en la colcha de los campos
tradicionales atendidos por el campesinado, que aú n alimentaba a la mayor parte del mundo. Como un
Don Quijote, Nikolay puso su mirada en alto, decidiendo que tratarı́a de recolectar toda la gama de
diversidad de alimentos que se encuentra en los cinco continentes. Su primo AI Ipat'ev nos da esta
cuenta del dı́a en que Nikolay comenzó su primera salida a lo que é l llamarı́a los centros de origen de
las plantas cultivadas:

Un claro dı́a de verano de 1916, un automó vil -una gran rareza entonces- llegó a la casa. Nikolay Ivanovich se acercó a mı́
mientras yo estaba sentado en el jardı́n y me saludó . El era, como siempre, radiante y alegre; solo su apariencia era inusual y
extrañ a. Llevaba un traje de verano color crema; sobre sus hombros habı́a un paquete completo; y en su cabeza era lo má s
extrañ o de todos, un sombrero blanco con un ala doble, que llamó un sombrero de "adió s". Subió al auto y se fue.

Ese soleado dı́a de mayo, en vı́speras de la Revolució n Rusa de 1917, Nikolay le dijo a su familia que
estarı́a ausente hasta agosto en una expedició n para recolectar una cepa famosa de trigo persa, y para
desarrollar un banco de semillas que contuviera muestras que representaran todos los cultivos de
granos en Irá n. Sin embargo, documentos o iciales revelan que tenı́a una tarea bastante diferente del
gobierno zarista: determinar por qué las tropas rusas en las guarniciones remotas se estaban
enfermando con la harina de trigo en sus raciones.
Pronto Nikolay llegó a la primera guarnició n cerca de la frontera iranı́, donde rá pidamente supuso
que los soldados estaban siendo alimentados con harina que incluı́a no solo los granos molidos de
trigo, sino tambié n las semillas infestadas de cornezuelo de un pasto lleno de malezas llamadas cizañ a.
El ergot es un hongo que ataca a las semillas de la hierba, produciendo niveles tó xicos, pero
generalmente subletales, de á cido lisé rgico, la droga natural que má s tarde se hizo famosa como LSD.
Nikolay completó rá pidamente su tarea o icial haciendo una simple sugerencia al comandante de la
guarnició n: los hombres probablemente dejarı́an de alucinar poco despué s de comprarles harina de
mejor calidad. El comandante parecı́a agradecido, tanto que Nikolay asumió que recibirı́a el apoyo
logı́stico para deambular libremente por los campos y jardines persas, recoger tantas semillas y tomar
tantas notas de campo como quisiera.
Pero en los primeros dı́as de su primera expedició n de pleno derecho, tropezó con una zona de
guerra donde otro escuadró n de tropas rusas no habı́a sido informado sobre su misió n entre ellos.
Echando un vistazo a este joven elegantemente vestido y educado, lo consideraron un espı́a alemá n.
Los soldados lo detuvieron e interrogaron durante varios dı́as antes de que pudiera avisar a sus amigos
y funcionarios en Moscú , quien rá pidamente arregló su liberació n.

Retrasado pero intelectualmente inamovible, Vavilov una vez má s prosiguió su bú squeda del mı́tico
trigo persa resistente a las enfermedades. Curiosamente, nunca encontró una sola semilla en el campo,
ni en ese primer viaje ni en ninguna de sus otras expediciones. Sin embargo, se metió tanto en la rutina
de recolectar semillas y describir las condiciones de crecimiento de varios cultivos que simplemente
no podı́a detener. Una vez que estableció su ritmo de recolecció n de plantas en Persia, se ijó en
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Kirguistá n y Mongolia, olvidá ndose por completo de regresar a Moscú para el inal del verano. Viajó
má s hacia el este, enviando notas y semillas a casa cada vez que podı́a. Desafortunadamente, sus
informes de campo no dieron mucho placer a su ansiosa familia en Moscú ; en un momento, escribió
que "de repente se produjo un levantamiento kirguı́s en Semirech"

Má s tarde, les dijo a sus familiares y amigos que sus guı́as de Kirgiz lo habı́an abandonado y que
habı́a sido atacado por una muchedumbre, pero de alguna manera escapó de ellos a pie, solo para ser
arrestado por los funcionarios locales. Una vez que la policı́a local lo liberó , se vio obligado a cambiar
sus planes; viajó hacia el sudeste hasta que llegó a uno de los numerosos senderos que constituı́an la
Ruta de la Seda, la antigua ruta comercial entre Asia Central y el Lejano Oriente. Fue en ese impulso
que a ines de agosto de 1916 ingresó en la tierra alta, seca y solitaria conocida como el Pamir de
Gorno-Badakhshan. Su llegada a las montañ as de Asia Central fue, en esencia, su encuentro inicial con
el tipo de paisaje que algunos llaman ahora un punto de acceso a la biodiversidad, ya que esta regió n
de tamañ o modesto contiene unas 5.500 especies de plantas-1, 500 de ellos endé micos (ú nicos en la
regió n), ası́ como 143 especies de mamı́feros y 493 especies de aves. No es de extrañ ar que Vavilov se
re iriera a é l como un centro para la diversidad.
En algú n lugar antes de dejar el Kirgiz para los tayikos hacia el este, un agente ruso en Bukhara hizo
arreglos para que el joven Vavilov recibiera caballos, mulas y la asistencia de una notable guı́a
multilingü e. Khan Kil'dy Mirza-Bashi, un hombre de enorme talento lingü ı́stico y circunferencia, era un
bajá local que vestı́a coloridas tú nicas bordadas de la Ruta de la Seda, y le enseñ ó a Vavilov có mo
estudiar la diversidad culinaria cada vez que se sentaban juntos a una iesta local. Por lo tanto, Mirza-
Bashi no solo sirvió como inté rprete y guı́a de Nikolay, sino tambié n como su mentor en los trucos de
los viajes al interior del paı́s, lo que lo mantendrı́a en una buena posició n durante muchos añ os. El bajá
organizó provisiones para los seis montes y dos portadores de equipo tipo sherpa para acompañ arlos
en su viaje a travé s de los puertos de montañ a cubiertos de nieve y los glaciares azotados por el viento,
pero incluso esos compañ eros no necesariamente le aseguraron el paso seguro. Como Nikolay admitió
má s tarde,
La caravana avanzó lentamente por un camino apenas transitable, detenié ndose durante la noche en pequeñ os pueblos. El
sendero hacia Garm fue cortado casi en dos por un acantilado enorme, casi perpendicular. Má s tarde nos encontramos con
muchos pasos de montañ a complicados, pero, muy probablemente, este fue uno de los peores ... Los caballos tenı́an que ser
llevados debajo de é l a travé s de rı́os alpinos. Las guı́as, que abarcaban un abismo de má s de un metro de ancho, formaron un
puente humano sobre el cual Mirza-Bashi y yo tuvimos que pasar. [Para] Mirza-Bashi, [resultó ] ser particularmente difı́cil
debido a su peso.
Si eso no fuera lo su icientemente duro, la demora causada al enviar a los caballos por la garganta y
luego cruzar el abismo entre sus muros impidió que el grupo llegara al primer lado de la aldea Pamiri
antes de que cayera la noche:
Despué s del paso a travé s de la garganta, una parte considerable del sendero recorrió el borde de un glaciar. Tuvimos que
acampar durante la noche entre las rocas. No habı́amos calculado en un campamento nocturno a lo largo de un glaciar. La falta
de ropa de abrigo nos obligó a comenzar a movernos má s temprano. Casi congelá ndome hasta la muerte durante dos dı́as no fue
muy agradable, y solo fue aliviado por una disminució n comú n de las expectativas, por la indiferencia a todo lo que sucedió .

En un punto a lo largo de un sendero que bordeaba una escarpada cresta, dos á guilas sobresaltaron a
la montura de Vavilov, y casi se desploma en el barranco de abajo. Má s tarde notó que este fue un
momento decisivo para é l como investigador de campo: "Tales momentos se vuelven uno para el resto
de la vida; preparan a un cientı́ ico para todas las di icultades, todas las adversidades y todas las cosas
imprevistas. En este sentido, mi primera expedició n demostró ser especialmente instructiva ".
Vavilov y sus secuaces habı́an ingresado a las tierras altas de Pamiri en la remota provincia ahora
conocida como Gorno-Badakhshan, una montañ a legendaria que en Tayikistá n es apodada "el techo del
mundo". Debido a su heterogeneidad topográ ica y la mezcla histó rica de muchas culturas y cultivos
que se adentraba en la Ruta de la Seda, es una regió n donde las diversidades de ambos idiomas y
variedades de cultivos localmente adaptadas son obvias. Aunque esta provincia autó noma es
actualmente parte de la repú blica (ex sovié tica) de Tayikistá n, tiene profundos lazos histó ricos con las

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provincias de Afganistá n inmediatamente al sur de la misma, donde la cadena montañ osa masiva
llamada Hindu Kush alcanza má s de 7.700 metros.
Gran parte de las tierras altas de Pamiri -el tercer paisaje montañ oso má s alto del mundo- se
encuentra a má s de cinco mil metros, formando valles frı́os del desierto entre picos cubiertos de
glaciares. Esos valles remotos son donde los granjeros de las tierras altas han trabajado durante mucho
tiempo, pareciendo milagros para persuadir al agua a que se iltre en canales a lo largo de kiló metros
de crestas antes de que humedezca la tierra en sus campos de granos mixtos y legumbres. Al hacer eso,
desarrollaron estrategias de manejo de la planta que los protegieron de los caprichos del clima y les
ofrecieron una cierta resiliencia que no se ve en los paisajes agrı́colas má s industrializados y
homogeneizados. Las estrategias de cultivo que ofrecen tal resistencia son ahora de interé s para los
cientı́ icos de todo el mundo, porque pueden ser ú tiles para proporcionar seguridad alimentaria a
otras personas que viven en paisajes caracterizados por un clima bastante impredecible y una
probabilidad de frecuentes deslizamientos de tierra. La frecuencia y severidad de los deslizamientos de
tierra y los lujos de lodo parecen ser exacerbados por los cambios climá ticos globales de los que los
tayikos está n sufriendo actualmente.
Vavilov fue quizá s el primero en reconocer las tierras altas de Pamir como un laboratorio natural
para la evolució n de los cultivos y la capacidad de recuperació n. Regresó allı́ para estadı́as prolongadas
en dos expediciones adicionales, pasando má s tiempo allı́ que en cualquier otra regió n de agricultura
campesina que visitara. Tuve la buena fortuna de seguir el camino de Vavilov en cuatro de los valles
agrı́colas má s escarpados del Pamir occidental, donde habı́a recolectado semillas unos noventa añ os
antes. Con las semillas que Vavilov reunió en esos valles, fundó lo que se convirtió en la Colecció n
Mundial de Plantas Cultivadas que má s tarde se alojarı́a en VIR en San Petersburgo. Sus doscientas
colecciones de semillas del Pamir incluyeron varias muestras que luego se utilizaron para criar con
é xito los trigos de maduració n temprana, garbanzos, lentejas y cultivares de frijol mungo que está n
alimentando a las personas hasta el dı́a de hoy.

Tambié n estaba aquı́, en el Pamir, mientras recorrı́a las verdes hileras de campos verdes escondidos
bajo los acantilados cubiertos de nieve, y Vavilov comenzó a tomar las meticulosas notas que captaron
mi interé s incluso má s que las propias colecciones de semillas. En tres de los valles má s escarpados del
Pamir, por ejemplo, sus observaciones registradas son tan precisas en su lugar y tiempo que aú n
podemos usarlas como puntos de referencia para evaluar los cambios en el clima, la diversidad de
cultivos, las prá cticas agrı́colas y la seguridad alimentaria. En lugar tras lugar, registró el conocimiento
tradicional de estrategias de resiliencia que de otro modo se podrı́an haber perdido y proporcionó
instantá neas lo su icientemente detalladas como para permitir una evaluació n precisa de la pé rdida
relativa o la persistencia de la diversidad de cultivos a travé s del tiempo en los mismos centros donde
los cultivos histó ricamente se diversi icaron.
Cuando Vavilov cruzó por primera vez los Pamir en agosto y septiembre de 1916, el derretimiento de
los glaciares disminuı́a su descenso de los picos, y los riachuelos grises lechosos que corrı́an por los
canales se mantenı́an en estanques mientras los campesinos cosechaban el mosaico de granos,
legumbres, y cultivos de semillas oleaginosas en los tramos má s planos de tierra cultivable. Ahora se
sabe que los Pamir contienen má s glaciares que cualquier regió n al sur del Cı́rculo Polar Artico, y uno
de ellos lleva su nombre en honor a su primera caminata allı́. Esas cordilleras coronadas de glaciares se
llamaron las Montañ as de Cebolla durante la é poca de Marco Polo, que caminaba por los senderos
perfumados con cebolla a lo largo del rı́o Panj en su camino a China. En la é poca de Vavilov, nueve
clases de cebollas silvestres aú n crecı́an debajo de los glaciares que se derritı́an, y muchas má s
variedades de cebollas heredadas se cultivaban en los campos, jardines,

Durante unas tres semanas, cerca del inal del verano de 1916, Vavilov, el bajá , y su pequeñ o equipo
viajaron arriba y abajo por cuatro empinados valles cuyos rı́os desembocan en el rı́o Panj. El
desenfrenado Panj, que a menudo se enfurece con el deshielo, continú a hasta el dı́a de hoy como el
"lı́mite permeable" entre Tayikistá n y Afganistá n. Entonces, como ahora, una curva en el rı́o cerca de

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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

las aldeas gemelas de Ishkashim es el hogar de tra icantes de contrabando, contrabandistas de opio y
otros tipos desagradables de personas que cruzan la frontera.
A pesar de la mala compañ ı́a ocasional y las di icultades logı́sticas inherentes a viajar en un á rea tan
remota, Nikolay inalmente estaba en su elemento, recolectando semillas de todos los granos y
legumbres de maduració n temprana que los campesinos estaban dispuestos a compartir con é l.
Tomando mediciones de presió n baromé trica que ayudaron a determinar el rango de elevació n de cada
cultivo, y haciendo listas de nombres locales para el repertorio de cultivos de cada aldea, comenzó a
discernir algunos patrones geográ icos en la diversidad de cultivos en esta primera excursió n que
continú a intrigando a los cientı́ icos hasta el dı́a de hoy. Advirtió có mo la aspereza del paisaje y la
frecuencia de los deslizamientos de tierra que bloqueaban las carreteras y los senderos habı́an aislado
a los pueblos, a lo largo del tiempo, entre los valles de los rı́os adyacentes, de modo que gradualmente
habı́an desarrollado sus propios dialectos distintivos.
Dentro de cada uno de esos dialectos -Rushani, Shugni, Ishkashemi y Wakhi- los agricultores locales
habı́an acuñ ado sus propios té rminos para determinadas especies de cultivos y, má s importante aú n,
para las nuevas variedades que constantemente se seleccionaban de sus propios campos. El simple
hecho de nombrar una variante recié n descubierta de cebolla o manzana conduce a su aislamiento y
posterior selecció n si la planta nueva recibe un cuidado especial por parte de un agricultor observador.
Vavilov de alguna manera conjeturó que a una escala mayor, es decir, en la cuenca del Panj que drenaba
la Pamir occidental, la diversidad lingü ı́stica bien podrı́a haber fomentado la diversidad de los cultivos.
Pero los efectos del aislamiento relativo fueron solo la mitad de la historia. Incluso los agricultores en
los con ines del interior se aventuran perió dicamente a buscar otros recursos. Ademá s, cuando los
agricultores se casan con mujeres de otros valles, las mujeres a menudo traen semillas de su legado
patrilineal a su nuevo hogar. Entonces, una vez que los granjeros en un pueblo de montañ a en
particular habı́an seleccionado y nombrado una nueva variedad de cultivo de algú n valor para ellos, era
inevitable que tarde o temprano se vendiera a otros en el siguiente valle, quienes lo adaptarı́an a su
propio agronó mico particular. condiciones Llá malo criadero de plantas de traspatio mediante selecció n
masal, pero fue la reproducció n de plantas, sin embargo, mucho antes de que Mendel, Bateson y otros
esclarecieran completamente los procesos gené ticos a travé s de los cuales ocurrı́a. Los agricultores
mezcları́an diversas variedades adaptadas localmente de manera que generaran poblaciones de
plantas má s heterogé neas en sus campos, luego seleccionarı́an caracterı́sticas favorables que desearan
conservar y compartir con otros agricultores. Curiosamente, ese proceso no ha sido detenido en Pamir
por la llegada de hı́bridos desarrollados por cientı́ icos de otras partes del mundo. Por el contrario, los
campesinos de varios grupos dialectales en ambos lados del rı́o Panj todavı́a han encontrado medios
para intercambiar sus nuevos descubrimientos y mezclarlos en su "cartera" má s amplia de reservas de
semillas.
La adopció n de esas prá cticas tiene consecuencias importantes para la seguridad alimentaria. Los
nuevos elementos de la diversidad se albergan en mú ltiples ubicaciones, lo que reduce la probabilidad
de que un solo deslizamiento de tierra o una inundació n los borre en una regió n. Cuando el desastre
afectaba a un valle, la comunidad enviaba a algunos de sus hombres a recolectar semillas de otros
granjeros cercanos, particularmente de aquellos que hablaban los diversos dialectos mutuamente
inteligibles en la regió n de Badakhshan, desde el sudoeste de Tayikistá n (donde inicialmente llegué )
bien en el norte de Afganistá n.
Mis compañ eros de viaje y yo decidimos seguir las semillas hacia el sur a travé s del rı́o Panj y la
frontera con Afganistá n para aprender má s sobre los medios tradicionales de intercambio de semillas.
Cuando cruzamos el puente que atravesaba la llanura inundable cubierta de guijarros del rı́o, vimos de
primera mano que el mismo tipo de red informal de comercio de semillas habı́a comenzado a
funcionar una vez má s, ahora que las escaramuzas habı́an disminuido a lo largo de la frontera entre
Afganistá n y Tayikistá n. Despué s de que nuestro vehı́culo se elevó desde la llanura de inundació n y
pasó por una terraza tras otra de huertos de regadı́o y cultivos de granos y leguminosas, nos
encontramos con un mercado en expansió n de puestos improvisados en las afueras de una antigua
fortaleza. Allı́ nos encontramos con comerciantes multilingü es de hierbas culinarias y semillas de
cultivos que personalmente transportaban los productos de los agricultores de Pamiri a otros en las
mismas elevaciones tan al sur como el paso de Khyber a cientos de kiló metros de distancia. Al
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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

principio, fue alucinante para mı́ que el anciano comerciante en el turbante delante de mı́ en una
pequeñ a cabañ a en la frontera de Tayikistá n y Afganistá n pudiera ordenar oralmente semillas de
hortalizas o especias a un viajero que se dirigı́a al sur hacia Kabul, quien luego transmitirı́a esa orden.
en un dialecto de Farsi a otros má s al sur, que luego obtendrı́an las semillas o especias de un
comerciante bengalı́ en la India. El acceso informal a esa diversidad de plantas -como pronto veremos-
ofreció a los campesinos de las tierras altas de Pamir una especie de resiliencia frente al cambio que
ningú n programa o icial de introducció n de semillas del gobierno podrı́a superar. fue alucinante para
mı́ que el comerciante de edad avanzada en el turbante frente a mı́ en una pequeñ a cabañ a en la
frontera de Tayikistá n-Afganistá n podrı́a ordenar oralmente semillas de hortalizas o especias de un
viajero que se dirige al sur hacia Kabul, que luego transmitirı́a esa orden en un dialecto de farsi a otros
má s al sur, que luego obtendrı́an las semillas o especias de un comerciante bengalı́ en la India. El
acceso informal a esa diversidad de plantas -como pronto veremos- ofreció a los campesinos de las
tierras altas de Pamir una especie de resiliencia frente al cambio que ningú n programa o icial de
introducció n de semillas del gobierno podrı́a superar. fue alucinante para mı́ que el comerciante de
edad avanzada en el turbante frente a mı́ en una pequeñ a cabañ a en la frontera de Tayikistá n-
Afganistá n podrı́a ordenar oralmente semillas de hortalizas o especias de un viajero que se dirige al
sur hacia Kabul, que luego transmitirı́a esa orden en un dialecto de farsi a otros má s al sur, que luego
obtendrı́an las semillas o especias de un comerciante bengalı́ en la India. El acceso informal a esa
diversidad de plantas -como pronto veremos- ofreció a los campesinos de las tierras altas de Pamir una
especie de resiliencia frente al cambio que ningú n programa o icial de introducció n de semillas del
gobierno podrı́a superar. quien luego transmitirı́a ese orden en un dialecto de farsi a otros má s al sur,
que luego obtendrı́an las semillas o especias de un comerciante bengalı́ en la India. El acceso informal a
esa diversidad de plantas -como pronto veremos- ofreció a los campesinos de las tierras altas de Pamir
una especie de resiliencia frente al cambio que ningú n programa o icial de introducció n de semillas del
gobierno podrı́a superar. quien luego transmitirı́a ese orden en un dialecto de farsi a otros má s al sur,
que luego obtendrı́an las semillas o especias de un comerciante bengalı́ en la India. El acceso informal a
esa diversidad de plantas -como pronto veremos- ofreció a los campesinos de las tierras altas de Pamir
una especie de resiliencia frente al cambio que ningú n programa o icial de introducció n de semillas del
gobierno podrı́a superar.
A pesar de todos los trastornos polı́ticos y econó micos que ha sufrido su pueblo, los Pamir todavı́a
pueden considerarse una tierra inusualmente diversa en variedades de cultivos, desde cebollas y ajo
hasta trigo y veza. Esa diversidad de cultivos, de alguna manera, empequeñ ece ahora la diversidad de
plantas silvestres del paisaje, que se encuentra entre los desiertos má s altos y secos de las sombras de
las montañ as imponentes. Escondidos en un estante entre Hindu Kush y Tien Shan, los Pamir reciben
poca precipitació n por unidad de á rea, pero las cuencas hidrográ icas son tan grandes y los glaciares
tan antiguos que arrojan su iciente nieve derretida para irrigar los bolsillos de tierra cultivable en los
valles má s planos. El deshielo canalizado en sus campos permite a los agricultores de Pamiri cultivar
una increı́blemente rica variedad de granos tradicionales, legumbres, verduras y frutas, ası́ como
forrajes para ovejas, cabras, y yaks. Unas cuarenta especies de cultivos y seis especies de ganado
animan las pequeñ as granjas de Gorno-Badakhshan.
Sin embargo, incluso en una regió n tan remota y accidentada, las culturas agrı́colas tradicionales y
sus ensamblajes de cultivos simplemente no permanecen está ticos. Tampoco el clima. Aunque el
paisaje montano puede parecer super icialmente el mismo que cuando Marco Polo y Nikolay Vavilov lo
vieron por primera vez, una caracterı́stica de los Pamir es radicalmente diferente a cuando sus
caravanas pasaban por la Ruta de la Seda: el alarmante ritmo al que los glaciares se amontonaban
contra las montañ as de cebolla está n actualmente derritié ndose. Desde el fallecimiento de Vavilov,
algunos de los glaciares en Tayikistá n han perdido la mitad de su volumen. La mayor masa de hielo que
queda en Asia Central -el glaciar Fedchenko del Pamir occidental- ha perdido aproximadamente dos
kiló metros cú bicos de hielo en unas pocas dé cadas. Porque una cuarta parte de toda el agua que luye
en Tayikistá n '
Del agotamiento de ese gran recurso hidroló gico, luyen muchas implicaciones. El aumento en los
volú menes de agua super icial y la humedad ya han intensi icado la frecuencia de los deslizamientos de
lodo que destruyen los canales de riego y entierran los campos. El retroceso de los glaciares afecta
potencialmente a las cebollas silvestres que lorecen en el hielo helado justo debajo del borde de las
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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

masas de hielo donde los glaciares y lagos tallan cuencas conocidas como circos. La inestabilidad de los
cultivos y el rendimiento de las plantas silvestres podrı́a alterar el nivel de seguridad alimentaria que
tradicionalmente han mantenido los trabajadores de la tierra a travé s de la diversidad de campos y
huertos de Pamiri. Cualquier disminució n resultante de la seguridad alimentaria puede socavar la
salud y el bienestar de los pueblos Pamiri, amantes de las montañ as; y los cultivos bá sicos quizá s
nunca lleguen a las ciudades en las llanuras debajo del Pamir, que son tan dependientes de ellos como
los pueblos de las tierras altas. En ú ltima instancia, puede erosionar la seguridad alimentaria de todos
nosotros cuyas dietas recurren a los cultivos alimentarios que se originan en ese punto clave de la
biodiversidad agrı́cola.
Gran parte de la atenció n de Vavilov en los Pamir se centró en determinar qué tan alto podı́a crecer
en el llamado techo del mundo varios cultivos tradicionales. Tomó notas meticulosas sobre los
gradientes altitudinales sobre los cuales encontró nueve cultivos diferentes cultivados por los
agricultores de Badakhshani. Un taló n de Aquiles de la agricultura rusa era su vulnerabilidad al clima
frı́o y seco, y supuso que los cultivos robustos y de maduració n rá pida desarrollados en las alturas del
Pamir podrı́an cultivarse con é xito en los tramos má s septentrionales del cinturó n de granos de Rusia.
Como cuestió n de rutina, Vavilov llevó consigo instrumentos de campo para determinar la altitud má s
alta en la que se podrı́a cultivar cada variedad de grano, verdura y fruta, con la esperanza de que
pudiera darle una base para seleccionar semillas para llevar hacia el norte con é l unas mil doscientas
millas hasta San Petersburgo.
Es este conjunto de observaciones que hizo Vavilov en septiembre de 1916 que habı́a venido a
Tayikistá n a rehacer unos noventa añ os má s tarde. Para ayudarme a interpretar cualquier cambio que
podamos documentar, tuve la suerte de tener como colaborador al botá nico má s destacado de la
regió n, el Dr. Ogonazar Aknazarov, un Pamiri local, un cientı́ ico de renombre internacional y director
del Instituto Bioló gico Pamir. Ogonazar, un botá nico canoso pero aú n fı́sicamente activo, puede
identi icar virtualmente cada planta silvestre y variedad de cultivo en Pamir por vista, sabor y
fragancia. Durante los ú ltimos añ os, é l y su equipo se han dedicado a documentar có mo la
desestabilizació n climá tica global está afectando la lora y la vegetació n de la regió n. Su comprensió n
ecoló gica de las respuestas de las plantas silvestres a los cambios en los patrones climá ticos en uno de
los paı́ses del mundo '

" Por qué los Pamir son de mucho interé s para los ecologistas de todas partes del mundo", me explicó
un dı́a mientras está bamos escalando en el valle de Khuf, "es debido a estos gradientes increı́blemente
empinados". Tendió su mano hacia el ventana de nuestro vehı́culo de cuatro ruedas construido en
Rusia y deje que sus dedos se eleven como el ala de un halcó n. Habı́amos comenzado a poco má s de
seis mil pies en el rı́o Panj, a solo cuatro millas de distancia, pero llegarı́amos a má s de diez mil pies
cuando llegá ramos a los bordes má s altos del pueblo de Khuf, cuatro millas antes que nosotros.
Mientras nuestra camioneta se abalanzaba sobre una carretera formidablemente rocosa, Ogonazar
asomó la cabeza por la ventana y nos recitó los nombres de plantas en tayiko, ruso y latı́n. Pronto
nuestro conductor negó con la cabeza y nos dijo que el vehı́culo se estaba recalentando debido a la
lucha por las pendientes. Lo acercó al camino de grava y nos animó a caminar hacia adelante; nos
alcanzarı́a una vez que hubiera agregado agua frı́a al radiador.
Las laderas a cada lado de nosotros estaban inclinadas sesenta a ochenta grados sobre la carretera y
cayendo varios cientos de pies má s abajo. Las crestas eran en gran parte esté riles a excepció n de
parches ocasionales de vegetació n donde un canal de riego con ilo bordeado a lo largo de sus lancos.
Pero a medida que cerrá bamos una curva tras otra y doblamos una esquina donde el paisaje se abrı́a
ante nosotros, nos sorprendió ver dos o tres acres de vegetació n só lida en una ladera que inicialmente
parecı́a tan escarpada como las demá s a nuestro alrededor. A medida que nos acercá bamos a esta
anomalı́a en el paisaje, Ogonazar vio a dos hombres que trabajaban allı́ y los llamó en Rushani, el
dialecto local. Nos devolvieron el saludo, hacié ndonos señ as para que nos reunié ramos con ellos.
Nos ofrecieron té y fruta fresca que habı́an cosechado en una hora. Mientras nos contaban acerca de
la fruta, el hombre mayor mencionó que unos añ os antes, é l habı́a plantado el mismo lugar donde nos
sentamos como un medio para determinar qué variedades de fruta aú n podrı́an producir rendimientos

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cerca de su tierra natal. Una especie de Johnny Appleseed, habı́a plantado una mezcla de variedades de
á rboles frutales en numerosas elevaciones, tanto arriba como debajo de la aldea de Khuf, con la
esperanza de que algunos produjeran mejor de lo que los aldeanos obtenı́an actualmente de sus
huertos.
Mientras hablá bamos con estos hombres y con otros en el valle de Khuf, una preocupació n se repetı́a
una y otra vez: buscaban opciones adicionales en la producció n de alimentos, porque lo que habı́a
funcionado en el pasado para sus antepasados no funcionaba necesariamente hoy. Habı́an encontrado
poco valor en las muchas denominadas variedades de alto rendimiento que se les habı́an distribuido
durante la era sovié tica y eran igualmente escé pticas respecto de algunas de las variedades má s nuevas
que habı́an llegado de Europa occidental y los Estados Unidos desde la perestroika. Esas variedades de
cultivos "ampliamente adaptadas" simplemente no se habı́an desempeñ ado bien en sus desa iantes
condiciones climá ticas.
Cuando le preguntamos si el clima local se estaba calentando, sus respuestas, al principio, parecieron
desconcertantes: "Depende de dó nde se encuentre", respondió el Johnny Appleseed de habla rushani.
"En el fondo del valle, donde nuestra corriente luye hacia el Panj, es mucho má s frı́o en el verano de lo
que era cuando é ramos niñ os. Solı́amos dormir afuera en verano, pero ahora hace demasiado frı́o por
la noche. Algunos cultivos maduran má s lentamente allı́ de lo que solı́an hacerlo ".
Paradó jicamente, en los tramos má s altos del valle, sobre Khuf, las temperaturas eran cada vez má s
altas y la temporada de crecimiento se alargaba. A medida que los glaciares se derritieron má s
rá pidamente, el aire menos frı́o se mantuvo en la parte superior de los valles debajo de la masa de
hielo; la temporada de crecimiento allı́ se habı́a alargado por al menos dos semanas. Ajustá ndose a esta
desestabilizació n de su clima, los agricultores locales comenzaron a sembrar trigo y ciertos cultivos de
hortalizas a elevaciones mucho má s altas que las de sus abuelos cuando sembraron los mismos
cultivos durante la primera visita de Vavilov. Al mismo tiempo, la cebada, el centeno y la avena -los
cultivos tradicionales en los lugares má s altos- fueron expulsados de sus campos de gran altitud por la
expansió n del trigo y las papas. Ademá s, los pastores ahora pastoreaban a sus ovejas Karakul en
prados alpinos por encima de los tres mil metros, permitié ndoles competir por el forraje con las ovejas
salvajes de Marco Polo, pero tambié n arriesgá ndose a la exposició n a los ataques de los leopardos de
las nieves. Los cambios recientes en el clima parecı́an estar enfrentando a un cultivo de semilla
tradicional contra otro y una forma de ganado domé stico contra sus parientes silvestres. Pero los
agricultores tambié n estaban cultivando nuevas variedades.
La misma semana que Ogonazar y yo ascendimos al valle de Khuf, un colega que ahora enseñ a en la
Universidad de Cornell, el Dr. Karim-Aly Kassam-salió de las montañ as en el lado afgano de la frontera
para ofrecernos un resumen provisional de unas 120 entrevistas que habı́a hecho con los agricultores
ese verano. Lo má s destacado de sus investigaciones de campo reforzó lo que habı́amos estado
escuchando, pero, en todo caso, fue aú n má s inquietante. Aparentemente como resultado de los
recientes cambios climá ticos, muchos de los agricultores con los que Karim-Aly habló ahora está n
plantando y cosechando sus cosechas anuales de grano dos o cuatro semanas antes de lo que habı́an
hecho histó ricamente, y ellos tambié n estaban plantando algunos granos y vegetales má s altos que en
el pasado.
Utilicé el informe de campo de Karim-Aly como referencia, volvı́ a las revistas de Vavilov de 1916 de
los Pamir, ası́ como a los relatos de dos exploradores anteriores, Olufsen y Korzinsky, que veraneaban
en el Pamir en la dé cada de 1890, casi dos dé cadas antes que Vavilov. Ocho de los cultivos de campo
cuyas elevaciones má ximas observadas habı́an registrado Vavilov ahora crecı́an un promedio de 1.387
pies má s que en 1916. Cuando comparé nuestros datos con los registrados por Olufsen y Korzinsky en
la dé cada de 1890, nueve cultivos se habı́an desplazado hacia arriba, tanto como 1.561 y 1.661 pies de
altura. A medida que el clima cambiaba, se le agregaban cultivos anuales.
De los relatos histó ricos se desprende claramente que, durante é pocas anteriores, las moras habı́an
sido una importante cosecha de á rboles para las familias de Pamiri. De hecho, un alimento tı́pico de
Pamiri hace un siglo era el pan de mora llamado tut-pikht, que Vavilov habı́a disfrutado. Durante mi
visita al Pamir, pude encontrar familias que todavı́a preparaban tut-pikht en alguna ocasió n, pero no se
podı́a ver mucho en los hogares o mercados que frecuentaba. El á rbol se habı́a vuelto má s raro en el
paisaje y ya no producı́a tanta fruta.
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Una historia similar yace escondida en los huertos de albaricoque. Entre ocho y diez dé cadas antes de
mi visita al Pamir, los albaricoques eran el á rbol frutal má s plantado en la regió n, y tambié n se podı́an
encontrar albaricoques silvestres en los huertos cercanos. Aunque los albaricoqueros persisten en la
regió n, nos dijeron que el clima errá tico ha reducido drá sticamente sus rendimientos en muchas
localidades.
Si bien las ovejas podı́an subir o bajar por las laderas de las montañ as con cambios en la abundancia
de forraje, y los cultivos anuales podı́an adaptarse a elevaciones má s altas cada añ o, los cultivos
perennes como los albaricoques y las moras no ofrecı́an tal lexibilidad. Parece que, en cambio, se han
visto atrapados entre una roca y un lugar duro, incapaces de fructi icar por completo, pero que aú n no
está n lo su icientemente estresados como para morir.
Cuando Karim-Aly describió las consecuencias de los patrones del clima local, ya que se expresaron
en varias frutas, Ogonazar y yo especulamos sobre qué procesos podrı́an estar funcionando. Ambos
nos alcanzó de nuevo en nuestra formació n como horticultores y recordó que muchas especies de
á rboles frutales requieren la exposició n a un determinado nú mero de horas de frı́o “” durante el
invierno, con el in de producir fruta durante el verano siguiente. A travé s de un proceso isioló gico
llamado vernalización, los á rboles expuestos a un mı́nimo de horas debajo de ocho grados centı́grados
pueden generar nuevas lores que, si se polinizan, maduran en frutos comestibles; los á rboles que no
cumplen con los requisitos de enfriamiento se dejan esté riles. Tiene el calentamiento global en
elevaciones má s altas en torno Khuf redujo el nú mero de horas de frı́o que la experiencia tradicional de
variedades de fruta en invierno tanto que sus requisitos mı́nimos ya no está n siendo satisfecha?
Desde que é ramos novatos en el paisaje, Karim-Aly y me volvieron a nuestro anciano, Ogonazar, que
habı́a re lexionado sobre los factores desencadenantes de estos cambios a travé s de toda su carrera. A
pesar de que habı́a sido testigo de muchos patrones inquietantes entre plantas cultivadas y silvestres,
descubrimos que é l tambié n tenı́a pocas respuestas irmes. Tambié n fue lo su icientemente inteligente
como para no atribuir todos los cambios de cultivo o las tensiones ú nicamente a los factores fı́sicos:
Sı́, puede ser cierto que el cambio global está cambiando el momento de las cosechas: ahora es dos semanas antes en la mayorı́a
de los lugares en el Pamir seguro. Karim-Aly tiene razó n en que el trigo se está elevando , especialmente una variedad local
particular que llamamos safaiu dak . Pero en el pasado, la gente no solo sembraba má s cebada porque la temporada de
crecimiento era má s corta, sino que tambié n estaban acostumbrados a hacer pan con ella. Debido a las in luencias sovié ticas, los
campesinos se han acostumbrado a pensar que el pan de trigo es má s delicioso que el pan de cebada. A elevaciones má s altas,
han cambiado lentamente desde la siembra de tanta cebada hasta la siembra de má s trigo.
Hay una razó n adicional por la que la elevació n má xima del cultivo de trigo ha subido má s alto en los
Pamir durante el ú ltimo siglo, algo que interesó mucho a Vavilov. Comenzando por lo menos ya en la
dé cada de 1890, los diferentes grupos dialectales en la cuenca del Panj comerciaban activamente sus
semillas má s preciadas de valle a valle, y entre ellas aparecieron varios trigos de maduració n
temprana. Unos pocos provenı́an del norte de Afganistá n, en los bordes del Pamir, pero otros fueron
seleccionados y nombrados por los propios agricultores de Pamiri. Cuanto má s rá pidos son sus
tiempos de maduració n y má s tolerantes son para el peculiar espectro de radiació n solar donde la
atmó sfera se reduce, cuanto mayor sea su elevació n, má s se podrı́an plantar sin sufrir los efectos
negativos de esa radiació n o de temporadas de crecimiento má s cortas. Ası́,
Vavilov habı́a estado particularmente emocionado cuando conoció a Abdul Nazarov, un granjero local
que criaba sus propias variedades y hablaba tanto el ruso como el dialecto local de Shugni. Nazarov
alertó a Vavilov sobre una variedad localmente adaptada de trigo que maduró veinte dı́as antes que los
otros que crecı́an en la regió n. Nazarov y su esposa afgana habı́an obtenido ese cereal a travé s de una
de esas redes informales de intercambio de semillas que se extiende cientos de millas hacia el sur
hasta Kabul.
En su dialecto local de Shugni, Abdul y su esposa renombraron su preciado hallazgo dzindham-dzhal-
dak, o "trigo de maduració n temprana"; todavı́a se encuentra en los pueblos de montañ a donde viven
hoy los descendientes de Nazarov. Vavilov observó lo afortunado que Nazarov habı́a sido al introducir
ese trigo en tantas de las aisladas aldeas agrı́colas de los Pamir, tanto que Nazarov habı́a quedado sin
apenas una semilla propia para ofrecerle al explorador de plantas. Finalmente convencieron a algunos
granjeros de que liberaran el trigo que codiciaba para que Nikolay recuperara algo de dinero para

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estudiar en los campos de su instituto en las afueras de Moscú . Allı́, lo que Nazarov y Vavilov
sospecharon fue con irmado: dzindham-dzhal-dak era el trigo de maduració n má s temprana conocido
en ese momento, y era ideal para los climas altos y secos del norte que habı́an sufrido innumerables
hambrunas debido a los caprichos del clima ruso . Noventa añ os despué s,
Si bien el cambio climá tico está ocurriendo en todas partes, aunque tal vez no al ritmo ya evidente en
los Pamir, las formas en que los agricultores se está n adaptando a las condiciones cambiantes en el
Pamir occidental son notables. El plantador de á rboles frutales que conocimos en el Valle de Khuf no
fue ú nico en su capacidad de experimentació n frente a la adversidad. En casi todos los a luentes del rı́o
Panj, un grupo dialectal distintivo de tayikos continú a seleccionando y nombrando nuevas variedades
de sus propios grupos de genes de cultivos mientras usa sus redes de intercambio de semillas para
acceder a nuevas variedades de otros lugares. Si bien han tenido é xito en mantener sus cosechas
anuales en ascenso para mantenerse al ritmo del cambio climá tico, sus á rboles frutales está n algo
rezagados, como lo harı́a cualquier planta perenne de crecimiento má s lento.
Como otro hombre nos convenció , é l y sus vecinos pueden ser agricultores tradicionales, pero sus
prá cticas son diná micas. El era el mir ob, o "jefe de zanjas", del Valle de Khuf, un puesto de gran honor.
En cada valle, puede haber decenas de kiló metros de canales de riego que serpentean a lo largo de
laderas escarpadas, llevando el agua desde justo debajo de los glaciares hasta los campos que rodean
un pueblo. La tarea de mantener esos complejos sistemas recayó en este hombre de mediana edad
pero delgado, casi enjuto, con muchas ideas. Nos guió por encima del pueblo, a travé s de los pastizales
má s altos de ovejas y cabras, hasta que pudimos ver donde el deshielo glacial se alimenta directamente
en uno de los canales de riego. Enormes rocas estaban esparcidas a nuestro alrededor; entre ellos,
divisamos el puesto má s avanzado para los pastores que trajeron sus ovejas de la aldea de Khuf
durante los meses de verano. Justo debajo de una cresta esté ril, una cabañ a con techo alto era el ú ltimo
recurso para los pastores encallados por la tormenta. Al hacer observaciones a lo largo de un gradiente
altitudinal tan pronunciado, los agricultores y pastores de Pamiri acumulan conocimientos ecoló gicos
tradicionales para ayudarlos a adaptarse a las condiciones cambiantes. Al carecer de eso, tendrı́an que
pedir un "alivio" gubernamental o internacional ya que decenas de miles de agricultores menos
resistentes en las tierras bajas de Tayikistá n lo hicieron despué s de las inundaciones y los
deslizamientos de tierra en la dé cada de los 90.
Por in, el mir ob nos invitó a su casa construida a mano, donde su esposa nos sirvió yogurt casero y
frutas secadas al sol de su temporada anterior. A pesar de todos los cambios climá ticos y peligros
fı́sicos que han enfrentado -y todas las introducciones de hı́bridos modernos que les ofrecen los
gobiernos y las agencias de desarrollo- las familias del Valle de Khuf aú n favorecen sus variedades
locales cuando dan sus frutos. Mientras é l nos mostraba sus semillas, uno de los vecinos mayores de
Miró trajo algo de fruta adicional, ası́ como un antiguo instrumento de cuerda. Luego tocó una
conmovedora balada que habı́a compuesto recientemente. Cerré los ojos mientras escuchaba la
canció n cantada en dialecto, saboreé el yogur y deseé que Nikolay Vavilov estuviera allı́ con nosotros.
Se habrı́a complacido con el hecho de que una balada recié n escrita habı́a sido vertida en una forma
antigua,
Por supuesto, los agricultores en las tierras altas de Pamir no son los ú nicos que ahora enfrentan una
tasa de cambio climá tico mucho má s rá pido que lo que ocurrió durante la vida de Vavilov. En los otros
paı́ses donde volverı́a sobre sus rutas, tambié n encontrarı́a evidencia de desestabilizació n climá tica
pero confundido por impactos humanos: prá cticas de irrigació n derrochadoras, salinizació n,
agotamiento de aguas subterrá neas, contaminació n de aguas super iciales y sobreasignació n de
suministros de agua super icial. En otras regiones menos remotas que los Pamir, los agricultores se
habı́an inclinado má s a aceptar las semillas hı́bridas ampliamente adaptadas que les habı́an impuesto
corporaciones y agencias, a expensas de mantener sus variedades locales inamente adaptadas. Esa fue
una de las muchas maneras, como veremos, de que los agricultores han perdido su capacidad de
recuperació n y, al hacerlo, han disminuido su propia seguridad alimentaria a largo plazo. Las semillas
adaptadas, por supuesto, no son el ú nico elemento que fomenta la seguridad alimentaria y previene el
hambre. Pero como pronto aprenderı́a en las visitas a los paı́ses mediterrá neos donde alguna vez viajó
Vavilov, la diversidad del "portafolio de semillas" de una comunidad es en muchos sentidos uno de los
indicadores má s rá pidos de su salud agrı́cola general.

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CAPÍTULO CUATRO La

sequía y el declive de la variedad: el valle del Po


N OT mucho despué s de volver sobre rutas de Vavilov lo largo de la ruta de la seda en Asia Central, que
tuvo la oportunidad de visitar una de las cuencas del sur de Europa, donde las mercancı́as objeto de
comercio desde Asia Central y el Lejano Oriente encontrado su lugar de descanso inal: el valle del Po,
de Venecia a Turı́n y Milá n. Tenı́a un conocimiento previo del Po y sus muchos frutos sabrosos, ası́ que
cuando leı́ por primera vez los comentarios de Nikolay Vavilov sobre la agricultura del norte de Italia,
inconscientemente comencé a asentir con la cabeza. El escribio,
He estado en Italia varias veces y lo crucé en todas las direcciones. He visitado Sicilia [y] tambié n estudiado a fondo la Cerdeñ a ...
Pero primero fui al granero de Italia-Lombardı́a, que se extiende desde las estribaciones de los Alpes italianos a lo largo del valle
del Po. La riqueza de los suelos profundos y fé rtiles ha generado la impresionante diversi icació n de los cultivos agrı́colas allı́ ...
En Italia, el alto porcentaje de tierra cultivada es sorprendente ... [Por esta razó n,] el conocimiento de Italia y sus islas es de
fundamental importancia para cualquier comprensió n de la cultura mediterrá nea [y la agricultura] ...

Yo tambié n crucé Italia varias veces, una vez a pie durante catorce dı́as, caminando tranquilamente
desde los castañ ares de las montañ as al este de Florencia hasta los viñ edos, los campos de frijoles, los
bosques de trufas y los olivares de Monte Subasio, por encima de Ası́s. Sin embargo, para comprender
los cambios que han ocurrido en la agricultura y la diversidad de cultivos italianos desde la primera
visita de Vavilov allı́ en 1926, diez añ os despué s de su primera expedició n al Pamir, pensé que serı́a
mejor regresar a las orillas del rı́o Po. , que forma el valle agrı́cola má s largo de Italia. Como el Po corre
casi de oeste a este, desde los Alpes cusqueñ os en la frontera italiana con Francia hasta el Adriá tico, su
cuenca capta casi una cuarta parte de Italia. En la era de Vavilov, el valle agrı́cola del Po, llamado Val
Padana, fue el sitio de la agricultura de riego má s so isticada y diversa de Europa. Vavilov era
demasiado breve en sus notas de diario desde Italia, tal vez porque estaba "pasando la luna de miel"
allı́ con Yelena, su segundo compañ ero, despué s de separarse de Ekaterina, pero parece que estaba
particularmente impresionado por los sistemas de arroz irrigado alrededor de Vercelli. Los arrozales
irrigados por inundaciones produjeron hasta 8,000 kilos por hectá rea durante su visita allı́, los
agricultores emplearon lo que llamó "el pico de la tecnologı́a agrı́cola". Mientras que las tecnologı́as
agrı́colas del Po aú n ayudan a alimentar a muchas má s personas que los 16 millones de la cuenca
habitantes, los problemas ambientales y los dañ os asociados con esas tecnologı́as se han vuelto
evidentes desde las visitas de Vavilov, liderando Vavilov era demasiado breve en sus notas de diario
desde Italia, tal vez porque estaba "pasando la luna de miel" allı́ con Yelena, su segundo compañ ero,
despué s de separarse de Ekaterina, pero parece que estaba particularmente impresionado por los
sistemas de arroz irrigado alrededor de Vercelli. Los arrozales irrigados por inundaciones produjeron
hasta 8,000 kilos por hectá rea durante su visita allı́, los agricultores emplearon lo que llamó "el pico de
la tecnologı́a agrı́cola". Mientras que las tecnologı́as agrı́colas del Po aú n ayudan a alimentar a muchas
má s personas que los 16 millones de la cuenca habitantes, los problemas ambientales y los dañ os
asociados con esas tecnologı́as se han vuelto evidentes desde las visitas de Vavilov, liderando Vavilov
era demasiado breve en sus notas de diario desde Italia, tal vez porque estaba "pasando la luna de
miel" allı́ con Yelena, su segundo compañ ero, despué s de separarse de Ekaterina, pero parece que
estaba particularmente impresionado por los sistemas de arroz irrigado alrededor de Vercelli. Los
arrozales irrigados por inundaciones produjeron hasta 8,000 kilos por hectá rea durante su visita allı́,
los agricultores emplearon lo que llamó "el pico de la tecnologı́a agrı́cola". Mientras que las tecnologı́as
agrı́colas del Po aú n ayudan a alimentar a muchas má s personas que los 16 millones de la cuenca
habitantes, los problemas ambientales y los dañ os asociados con esas tecnologı́as se han vuelto
evidentes desde las visitas de Vavilov, liderando despué s de separarse de Ekaterina, pero parece que
estaba particularmente impresionado por los sistemas de arroz de regadı́o alrededor de Vercelli. Los
arrozales irrigados por inundaciones produjeron hasta 8,000 kilos por hectá rea durante su visita allı́,
los agricultores emplearon lo que llamó "el pico de la tecnologı́a agrı́cola". Mientras que las tecnologı́as
agrı́colas del Po aú n ayudan a alimentar a muchas má s personas que los 16 millones de la cuenca
habitantes, los problemas ambientales y los dañ os asociados con esas tecnologı́as se han vuelto
evidentes desde las visitas de Vavilov, liderando despué s de separarse de Ekaterina, pero parece que
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estaba particularmente impresionado por los sistemas de arroz de regadı́o alrededor de Vercelli. Los
arrozales irrigados por inundaciones produjeron hasta 8,000 kilos por hectá rea durante su visita allı́,
los agricultores emplearon lo que llamó "el pico de la tecnologı́a agrı́cola". Mientras que las tecnologı́as
agrı́colas del Po aú n ayudan a alimentar a muchas má s personas que los 16 millones de la cuenca
habitantes, los problemas ambientales y los dañ os asociados con esas tecnologı́as se han vuelto
evidentes desde las visitas de Vavilov, liderandoNational Geographic para reclamar que el dañ o en toda
la cuenca hidrográ ica habı́a convertido al Po en "un rı́o de dolor y abundancia".
Sin embargo, al explorar este valle en la actualidad, no es difı́cil sorprenderse por la abundancia y
antigü edad de cultivos nativos del Mediterrá neo que permanecen en su lugar. De hecho, la cuenca del
Mediterrá neo en su conjunto es su propio punto de acceso a la biodiversidad, albergando a unas veinte
25,000 especies de plantas silvestres y maleza, 13,000 de ellas endé micas o ú nicas a las cuencas
hidrográ icas que bordean este mar "tierra adentro". Pero lo que nos humilla a mı́ y a otros
etnobotá nicos cuando estamos en el suelo en el norte de Italia son las capas de interacció n cultural con
la lora que se han establecido a lo largo de muchos milenios, como capas de una cebolla. Vavilov
resumió la complejidad de esas interacciones en dos oraciones breves: "Una parte considerable de las
á reas montañ osas [de Italia] está n cubiertas de plantaciones de á rboles plantados en hileras rectas
para obtener fruta, producció n de nueces o madera cuyos troncos está n entrelazados por vides, y
cuyos espacios intermedios se siembran con trigo, habas, cebada u otros cultivos. Las uvas aquı́ está n
'casadas' con estos á rboles ... "
Los tramos italianos del Mediterrá neo incluyen los cultivos anuales domesticados en el lugar, ası́
como los cultivos transportados aquı́ desde otras regiones hace unos seis mil añ os. Tambié n hay otros
tipos de interacciones culturales con la lora: los bosques de castañ os que antiguamente tendı́an a la
tierra de harina dulce de sus frutos secos y los bosques de roble manejados para trufas y otros hongos
"silvestres"; arú gula llena de hierbas pero deliciosa y otras hierbas recogidas de los lados de los
senderos; y vides cargadas de bayas, alcaparras o uvas que se manejan en casi todos los setos. Quizá s el
paladar italiano aprecia los sabores silvestres y semi domesticados tanto como los sabores
domesticados; quizá s má s que la mayorı́a de los chefs europeos, los cocineros italianos recurren a una
amplia gama de plantas alimenticias que se encuentran en todas las etapas del proceso de
domesticació n.
Un indicio inicial de la profundidad y complejidad de la interacció n entre plantas y personas es el
nú mero de nombres verná culos para las variedades populares y sus especies de cultivos en los
dialectos locales. Para las 551 especies de plantas cultivadas que se han registrado en el norte y el
centro de Italia, los agricultores italianos utilizan informalmente no menos de 10.672 nombres
verná culos para referirse a ellos. Esto debe ser una especie de ré cord mundial para la
hiperclasi icació n de los recursos agrı́colas, sugiere el geó grafo de cultivos Karl Hammer y sus colegas
italianos Pietro Perrino y Gaetano Laghetti. Por ejemplo, el sur de Italia y Sicilia albergan
aproximadamente el mismo nú mero de plantas cultivadas-521 especies-pero solo se han registrado
2.981 nombres verná culos para ellas en esa regió n semiá rida. Corea tambié n tiene aproximadamente
el mismo nú mero de plantas cultivadas, 578 especies, pero solo se han registrado 497 nombres
verná culos para ellas. Tal clasi icació n elaborada de los recursos de los cultivos por parte de los
italianos del norte sugiere cuá n profundamente se han dedicado al reconocimiento y la selecció n de
variedades distintivas adaptadas localmente a lo largo de milenios.

No es difı́cil darse cuenta de que la mayorı́a de los italianos conservan la pasió n por probar
estacionalmente la variació n interminable de verduras y frutas con sabores y texturas distintivos, por
vinos con diferentes ramos de fragancias y por pastas elaboradas en una vertiginosa variedad de
colores y formas. y tamañ os Casi todas las propiedades de campo que pasé a pie cerca de Pollenzo en la
primavera de 2007 abrigaban un jardı́n de vegetales considerable y diverso; un huerto de melocotones,
albaricoques, higos, y ahora incluso kiwis; y un viñ edo con varias selecciones de uvas.
En los campos circundantes, varias variedades de trigo comenzaron a desarrollar cabezas de
semillas; algunas variedades eran de pú as, de color verde pá lido y con mú ltiples hileras, mientras que
otras eran de color verde sin barbaro y má s oscuro, con menos hileras de granos en desarrollo. En
parcelas de bosques que permanecen a lo largo de laderas y arroyos, es difı́cil discernir si las bayas de
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saú co y las castañ as se plantaron intencionalmente o si fueron silvestres, aunque se toleraron y


cuidaron. Por supuesto, muy rı́o abajo desde donde caminé , donde el valle del Po se ensancha y aplana,
hay una mayor escala de producció n de granos má s intensiva y homogé nea, tanto de maı́z de campo de
cultivo seco, como de granoturco., y arrozales de arroz irrigados. Ambos cultivos se encuentran ahora
en granjas cada vez má s grandes y má s industrializadas que las aguas arriba en el interior del Po, o
aquellas que Vavilov vio ocho dé cadas antes. Pero a pesar de toda la producció n y la prosperidad
arrancadas del Po en el pasado, los italianos que viven a su alcance ahora se está n dando cuenta de que
este paisaje agrı́cola puede haber llegado al punto de rendimientos decrecientes. Como la escritora de
viajes Erla Zwingle informó cuando atravesó la cuenca en 2001,
Por todo lo que el Po pudo haber hecho por el hombre, el hombre lo ha hecho al menos tanto. Casi el 25 por ciento de la tierra a
lo largo de sus orillas ha sido despojada de vegetació n natural para dar paso a plantaciones esté riles de á lamos recolectados
para obtener celulosa; el rı́o está represado por energı́a hidroelé ctrica y contaminado por productos quı́micos agrı́colas e
industriales, por no mencionar el e luente diario de Milá n ... Má s de la mitad de su longitud total está rodeada por terraplenes de
tierra hechos por el hombre ... que solo han hecho que las inundaciones del Po sean má s feroces y má s desastroso

En abril de 2007, mientras caminaba por el valle desde Torino hacia Milano, el rı́o del dolor ya no se
convulsionaba con las inundaciones; se estaba secando. Las sequı́as, exacerbadas por las tecnologı́as
de riego derrochadoras, habı́an llevado a la desaparició n de su productividad, que alguna vez fue
con iable. Era evidente que el trigo y la cebada, e incluso las plantas de maı́z recié n emergidas, estaban
atro iados. Casi todos los residentes locales con los que hablé me preocuparon que sufrirı́an
rendimientos paralizados má s adelante en el añ o.
No es de extrañ ar: acababan de experimentar el invierno má s caluroso y seco en doscientos añ os de
registros meteoroló gicos, acentuados por las guerras del agua entre los sectores rurales y urbanos. La
semana antes de mi llegada, tantos tramos del Po y sus a luentes se habı́an secado que el gobierno
italiano declaró el estado de emergencia en toda la cuenca, que normalmente genera un tercio
completo de la producció n agrı́cola del paı́s. Los rangos de los Alpes situados en las cabeceras del Po
habı́an recibido algunas de las nieves má s ligeras en la memoria humana, y las reservas de agua en el
valle se redujeron a un tercio de su volumen normal en esa é poca del añ o. En algunos tramos del Po,
los niveles del rı́o bajaron seis metros y medio por debajo de su promedio de larga duració n durante la
temporada de primavera, cuando a menudo se hinchan con las inundaciones generadas por el deshielo.
Cuando hablé con cientı́ icos y agricultores italianos, reconocieron que si bien la desestabilizació n
climá tica global estaba haciendo mella en sus propios patios traseros, la sequı́a no era todo el
problema. Es cierto que los expertos habı́an estado prediciendo que las temperaturas medias de
verano en el Po serı́an al menos un grado centı́grado má s altas que nunca. Y si sus predicciones
resultan ser correctas, no solo disminuirá el tonelaje de granos cosechados, las legumbres, las uvas y
las frutas, sino que la electricidad generada a partir de la energı́a hidroelé ctrica tambié n disminuirá . Al
igual que los agricultores en muchos paı́ses industrializados, los agricultores de Lombardı́a y Emiglia
Romana se han acostumbrado a esa fuente de energı́a barata para bombear agua y realizar otros tipos
de trabajo. Con las ciudades italianas que desean evitar apagones, recientemente menos energı́a
hidroelé ctrica se ha puesto a disposició n para su uso en la granja. Este acoplamiento de la disminució n
de agua y energı́a disponible para los agricultores podrı́a reducir la diversidad de cultivos que pueden
cultivar, ya que algunos cultivos comerciales como la remolacha azucarera han sido mimados con dosis
abundantes de agua de riego, labranza y petroquı́micos. Una falla en la cosecha inducida por la sequı́a
podrı́a ser peor en té rminos de sus efectos ú ltimos sobre la seguridad alimentaria, llevando algunas
raras variedades de plantas cultivadas al borde de la extinció n. Los efectos de la sequı́a de 2007 en el
Po pueden persistir durante añ os, ya que los agricultores intentan recuperarse de sus pé rdidas
anteriores. Una falla en la cosecha inducida por la sequı́a podrı́a ser peor en té rminos de sus efectos
ú ltimos sobre la seguridad alimentaria, llevando algunas raras variedades de plantas cultivadas al
borde de la extinció n. Los efectos de la sequı́a de 2007 en el Po pueden persistir durante añ os, ya que
los agricultores intentan recuperarse de sus pé rdidas anteriores. Una falla en la cosecha inducida por
la sequı́a podrı́a ser peor en té rminos de sus efectos ú ltimos sobre la seguridad alimentaria, llevando
algunas raras variedades de plantas cultivadas al borde de la extinció n. Los efectos de la sequı́a de

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2007 en el Po pueden persistir durante añ os, ya que los agricultores intentan recuperarse de sus
pé rdidas anteriores.
Sin embargo, una parte signi icativa de los problemas del agua en el Po tienen menos que ver con el
cambio climá tico per se que con tecnologı́as y polı́ticas anticuadas para la conservació n del agua. Esa
es, al menos, la opinió n de Ermete Realacci, quien se desempeñ a como presidente del Comité del
Parlamento Italiano sobre Medio Ambiente, Territorio y Obras Pú blicas. "La verdadera crisis es la falta
de polı́ticas para el sector del agua", dijo. Por ejemplo, los productores de huertos que usan tuberı́as a
presió n y riego por goteo para cultivar fruta con un mı́nimo de desperdicio de agua todavı́a está n
pagando siete veces y media lo que los arroceros pagan, y los irrigadores inundan sus arrozales
vaciando los mismos canales abiertos que Vavilov fue testigo de casi un siglo atrá s. Mucho antes de que
naciera Vavilov, los agricultores a lo largo del Po comenzaron a utilizar el riego por canales para
cultivar má s y má s cultivos exó ticos que consumen mucha agua, incluido el arroz, remolacha azucarera,
cultivos forrajeros, tomates y melones en el valle. Durante su visita a la regió n de Lombardı́a a lo largo
del Po, Vavilov observó una "red de canales con paredes de concreto [que] conducen el agua hacia los
campos. Las paredes de los canales, tratadas con vitriolo, está n libres de algas y baba. El agua corriente
elimina cualquier rastro de mosquitos causantes de malaria. Gracias a este experimento, Lombardı́a
demuestra claramente la posibilidad de cultivar arroz en un clima saludable. "Tal vez no podı́a haber
previsto la crisis del agua que precipitarı́an esos arrozales dé cadas má s tarde, pero podrı́a ser que los
canales revestidos de concreto se lo llevaron para ver fueron algunos de los má s e icientes en la regió n
en ese momento. Vavilov observó una "red de canales con paredes de concreto [que] conduce agua a
los campos. Las paredes de los canales, tratadas con vitriolo, está n libres de algas y baba. El agua
corriente elimina cualquier rastro de mosquitos causantes de malaria. Gracias a este experimento,
Lombardı́a demuestra claramente la posibilidad de cultivar arroz en un clima saludable. "Tal vez no
podı́a haber previsto la crisis del agua que precipitarı́an esos arrozales dé cadas má s tarde, pero podrı́a
ser que los canales revestidos de concreto se lo llevaron para ver fueron algunos de los má s e icientes
en la regió n en ese momento. Vavilov observó una "red de canales con paredes de concreto [que]
conduce agua a los campos. Las paredes de los canales, tratadas con vitriolo, está n libres de algas y
baba. El agua corriente elimina cualquier rastro de mosquitos causantes de malaria. Gracias a este
experimento, Lombardı́a demuestra claramente la posibilidad de cultivar arroz en un clima saludable.
"Tal vez no podı́a haber previsto la crisis del agua que precipitarı́an esos arrozales dé cadas má s tarde,
pero podrı́a ser que los canales revestidos de concreto se lo llevaron para ver fueron algunos de los
má s e icientes en la regió n en ese momento.
En la actualidad, la mayorı́a de los agricultores industriales del Po dependen por completo del
bombeo de agua y productos quı́micos a travé s de un sistema de acueducto erosionado que se diseñ ó y
construyó hace dé cadas pero nunca se mantuvo adecuadamente. El ministro de Medio Ambiente de
Italia, Alfonso Pecoraro Scanio, admitió que la crisis actual en el Po no serı́a tan grave si la
infraestructura se hubiera reparado perió dicamente para conservar el agua, incluso en los mejores
añ os. "Nuestros acueductos son como tamices", dijo. "Cada añ o pierden 2.200.000 metros cú bicos de
agua a un costo de dos mil quinientos millones de euros".
Trá gicamente, ya habı́a habido un deslizamiento considerable, no solo en la infraestructura del agua
sino tambié n en las tradiciones agrı́colas italianas y el uso de cultivos resistentes a la sequı́a mucho
antes de que los efectos del cambio climá tico mundial se hicieran tan evidentes. Karl Hammer y
Gaetano Laghetti han calculado que desde principios del siglo XX, Italia ha estado perdiendo
variedades locales de plantas cultivadas tan rá pidamente como todo el centro de diversidad
mediterrá nea ha estado perdiendo plantas silvestres. Aproximadamente el 90 por ciento de la
diversidad de variedades de trigo localmente adaptadas se ha perdido en Italia desde 1900. De las siete
especies de trigo cultivadas histó ricamente en Italia, cinco son ahora raras, y una sexta no se ha visto
en dé cadas, por lo que es probable que se haya extinguido en el campo.
Las habas han sufrido disminuciones dramá ticas en la cantidad de variedades nativas italianas que
permanecen en el paisaje. La otrora gran diversidad de frutas encontrada en el Po tambié n se ha
erosionado considerablemente. Las variedades de uva muy queridas se han levantado en el ú ltimo
tercio de siglo y han sido reemplazadas por cultivos de campo, y la producció n de viñ edos en la regió n
del Piamonte del Po se ha reducido en un tercio desde 1970. Muchas variedades populares de cultivos

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de hortalizas como el inoccioo el hinojo de Florencia, que claramente se originó en Italia, ha sido
gradualmente reemplazado por unos pocos cultivares altamente comercializables. Aproximadamente
una segunda variedad de cultivo local, mantenida por los agricultores tradicionales en el Po, se está
perdiendo en la regió n cada dos añ os. No podemos culpar a todas las pé rdidas del cambio climá tico; lo
má s probable es que la mayorı́a esté má s vinculada al tipo de capitalismo derrochador que ha
desgastado la infraestructura de riego en el Val Padana y, en gran medida, ha agotado la calidad y
cantidad del mismo Po.
Si hay un rayo de luz en las nubes cada vez má s infrecuentes que lotan sobre el Po, es que esta crisis
ha despertado a muchos para abordar inquietudes que deberı́an haberse abordado hace mucho
tiempo. En 2004, el Slow Food internacional sin ines de lucro, de rá pido crecimiento, abrió las puertas
de su Universitá degli Studi di Scienze Gastronomiche (UNISG) en el corazó n del tramo Piamonte del
Valle del Po. Quizá s la primera universidad en integrar la agroecologı́a y la conservació n gené tica en las
ciencias gastronó micas, UNISG ha renovado una granja histó rica en la comunidad rural de Pollenzo, no
lejos de Torino y Milá n. Algunos de los cambios dramá ticos en la agricultura y la seguridad alimentaria
que se producen en todo el valle son evidentes a cinco minutos a pie del campus de UNISG,
Como resultado de su creciente preocupació n por lo que llaman la "emergencia ecoló gica" de la
escasez de agua, 180 estudiantes de UNISG recorrieron los 650 kiló metros de la cuenca del Po, desde
sus nacientes hasta el Adriá tico. Su excursió n de veinticinco dı́as en bicicleta y en barco tuvo como
objetivo "Descubrir el Gran Rı́o", como se llamaba el proyecto, y evaluar el estado de sus recursos
agrı́colas en cuatro regiones y trece provincias. Los estudiantes no solo tienen las primeras notas de
Vavilov como punto de referencia para medir el cambio, sino que tambié n comparan sus propias
impresiones de la agricultura contemporá nea con las descripciones detalladas del legendario
periodista italiano Mario Soldati, quien publicó Travel in the Po Valley.exactamente cincuenta añ os
antes de que los estudiantes se embarcaron en su expedició n. Vavilov envidió a los agricultores del
norte de Italia por aprovechar el má s alto nivel de tecnologı́as agrı́colas, ası́ como por utilizar un alto
nivel de diversidad en sus variedades adaptadas localmente, pero ambos recursos han sufrido cierta
erosió n desde sus visitas al Po. ¿Es posible que la mayor conciencia de los estudiantes de UNISG sobre
la emergencia ecoló gica en el Po los motive a reparar el dañ o causado durante el siglo pasado y
restaurar el lugar de Italia entre los mejores guardianes de sistemas alimentarios diversi icados en
Europa?
En cierto sentido, el fundador de Slow Food, Carlo Petrini, está sembrando una nueva generació n de
lı́deres potenciales para las comunidades rurales del Po. Es posible que todas esas semillas no lleguen a
buen puerto, pero las pocas que sı́ pueden ayudar a modelar el futuro del valle. Mi corazonada es que
despué s de un mes a pie en el granero de Italia, los estudiantes nunca volverá n a dar por hecho sus
tradiciones agrı́colas o alimentarias.

Ha habido momentos en la historia de Italia y de otros paı́ses en que toda la trama agrı́cola de un
paisaje ha sido desenredada por los estragos de la guerra abierta o por formas má s sutiles de
subyugació n imperialista. Mientras que Italia ha estado en gran parte libre de guerra desde la dé cada
de 1940, no es ası́ para otros paı́ses mediterrá neos donde la agricultura es aú n má s antigua que en el
Po. Vavilov tenı́a una curiosidad predominante sobre toda la cuenca mediterrá nea, pero uno de los
lugares donde podemos presenciar los cambios má s dramá ticos desde el momento de su viaje es en el
Lı́bano, en la cola sur de la Creciente Fé rtil, un lugar que una vez fue promocionado como el original.
cuna de civilizaciones agrı́colas. Allı́, los efectos de la colonizació n y la guerra en la diversidad agrı́cola
son tan palpables como en cualquier lugar en la faz de este planeta.








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CAPÍTULO CINCO

De la canasta de pan al canasto: el Levante


Éstas fueron muchas razones por las que Nikolay Vavilov decidió buscar tierras de Oriente Medio a
principios del verano de 1926, la misma temporada en que abandonó Italia. En los siglos XIX y XX, la
Media Luna Fé rtil del Medio Oriente era considerada el lugar donde la agricultura habı́a comenzado.
Los colegas botá nicos y arqueoló gicos de Vavilov lo instaron a pasar tiempo en ese presunto centro de
trigo, cebada y centeno, y estaba ansioso por hacerlo. Sin embargo, eligió un tiempo tenue para visitar.
Llegó a un paisaje polı́ticamente fragmentado. La divisió n o icial de la regió n por parte de los lı́deres
militares franceses e ingleses en los estados de Lı́bano, Damasco y Alepo se habı́a producido menos de
seis añ os antes, en 1920, y todavı́a estaba siendo impugnada y boicoteada por la mayorı́a de los lı́deres
musulmanes. Con considerable animosidad emergiendo entre los funcionarios recié n nombrados de
esos diversos estados tı́teres, no sorprende que Vavilov tuviera problemas para obtener los
documentos necesarios para viajar entre los diversos estados dentro de lo que se habı́a conocido como
Gran Siria o el Levante. A pesar de que su amiga, la Sra. Vilmorin en Parı́s, lo habı́a ayudado a obtener
las visas requeridas, el "permiso en papel" no fue su iciente para garantizarle un salvoconducto.
Cuando, inalmente, su barco griego navegó hacia el puerto de Beirut en julio de 1926,
Fue difı́cil seleccionar un momento menos adecuado para una expedició n a Siria. Cuando presenté mi pasaporte con la visa
francesa en el puerto de Beirut, provocó una gran sospecha ... Má s tarde ... al salir de Beirut ... llegué a comprender la causa de la
ansiedad entre las autoridades ... Todas las tierras montañ osas al sur y este de Beirut estaban bajo ley marcial. Las rebeldes
tribus montañ esas del Druse habı́an comenzado una guerra de guerrillas contra los franceses ... Nuestro tren requerı́a un motor
blindado ...

Mi personal tambié n se preguntaba si podrı́a haber elegido un momento menos adecuado para
planear un viaje al Lı́bano; en la "guerra de verano" de 2006, las fuerzas israelı́es y respaldadas por
Siria habı́an utilizado la mitad sur del Lı́bano y gran parte de Beirut como terreno de batalla, matando
a má s civiles que soldados. Cuando llegué ocho meses despué s del " inal" de la guerra, la mayorı́a de
los principales puentes entre Beirut y Damasco estaban gravemente dañ ados o totalmente
intransitables, y los asesinatos en coche seguı́an siendo comunes. La economı́a libanesa estaba en
ruinas, y una nueva y virulenta enfermedad de la roya que estaba atacando los cultivos de cereales
amenazaba con cambiar la mezcla de cultivos para siempre. Sin embargo, no tuve problemas para
encontrar muchas cosas buenas en los sistemas alimentarios y agrı́colas de Lı́bano, en medio de toda la
obvia tragedia. No estoy seguro de que Vavilov haya dejado el paı́s con una impresió n tan optimista.
Vavilov abandonó el tren blindado que lo sacaba de Beirut en busca de un automó vil y algunas mulas
que necesitaba para entrar en á reas que se cree tenı́an trigos salvajes, pero pronto descubrió que
estaba en mayor peligro que nunca. Las autoridades que conoció , sin estar dispuestas a decirle dó nde
podrı́a encontrarse con un con licto armado, simplemente sugirieron que colgara una bandera blanca
de la antena de su automó vil para desalentar a los soldados y guerrilleros de dispararle. Algunos
disparos errantes al vehı́culo ocurrieron pero no dañ aron ni a Vavilov ni a sus compañ eros. Si esos
incidentes no eran lo su icientemente estresantes, en las tierras bajas libanesas Vavilov fue mordido
por mosquitos que transmiten el microbio palú dico y su capacidad de realizar frutos de campo en
cualquier condició n marchita en la vid: "Varios episodios de malaria obstaculizaron mi propio trabajo
importantemente.

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La malaria de Vavilov hizo una tarea desalentadora para recoger tantos trigos silvestres y cebadas
como habı́a esperado reunir en el Lı́bano, por lo que decidió que debı́a cruzar las montañ as hacia Siria,
con la esperanza de que Damasco serı́a una base má s có moda para su recuperació n Pero mientras se
movı́a hacia el este, se encontró cada vez má s excitado y frustrado al mismo tiempo: "Desde allı́, fuimos
a la ciudad má s antigua del mundo, la famosa Damasco [que] está llena de jardines y rodeada de
campos fé rtiles. Despué s de completar largas caravanas que duran varios dı́as en el desierto, el viajero
entra a Damasco y encuentra allı́ una especie de 'El Dorado' con agua y vegetació n.
Desafortunadamente, Damasco tambié n estaba bajo la ley marcial [ası́ que] tuve que limitarme a
estudiar el mercado de granos en la ciudad misma y visitar solo unos pocos campos ".
Eventualmente, regresó a la Bekaa, un tramo de la Media Luna Fé rtil donde recientemente se habı́a
identi icado y promovido el trigo silvestre como una fuente notable de genes para reproducir la
tolerancia a la sequı́a en el trigo harinero. Al carecer de la energı́a para explorar terrenos má s
accidentados a pie en busca de cereales silvestres, Vavilov se centró principalmente en algunas
variedades de trigo domesticadas desde la antigü edad que parecı́an exhibir la misma resistencia a la
sequı́a que sus parientes silvestres:
Las primeras excursiones a pueblos á rabes revelaron un campo que mostraba trigos de una composició n peculiar. Aquı́ recogı́
por primera vez la subespecie singular que luego llamé "Khoranka" [localmente llamada Hawrani]. Este es un trigo de grano
muy grande con paja rı́gida y orejas compactas altamente productivas. [Para el momento en que estas notas de campo se
publicaron por primera vez], el Khoranka ya se habı́a introducido en decenas de miles de hectá reas en las tierras altas de
Azerbiedjan. Y justo aquı́ [en la Bekaa] -en las laderas y en los bordes de los campos- vi por primera vez rodales de trigo
silvestre ... Pero era la resistencia a la sequı́a del trigo cultivado localmente, ampliamente cultivado por los colonos á rabes a lo
que le hemos prestado atenció n ...

La variedad cultivada que Vavilov describió cerca de la aldea de Hawran todavı́a se cultiva hasta
cierto punto, al igual que algunas variedades como Salamouni, que es ideal para hacer bulgur, un cereal
agrietado utilizado en tabbouleh. Sin embargo, aunque las variedades locales adaptadas al bulgur y
otro plato tradicional, el kishk , han persistido en el Lı́bano, los trigos harineros se habı́an perdido en
gran parte en las dé cadas inmediatamente anteriores a la visita de Vavilov, cuando los libaneses
comenzaron a importar su harina de Siria y Africa.
Todavı́a recuperá ndose de su enfermedad, Vavilov hizo que su tripulació n lo ayudara a recolectar y
empaquetar semillas de tales variedades de trigo, mientras que é l registró los há bitats en los que
crecı́an tanto las especies cultivadas como sus parientes silvestres. Tambié n se esforzó por establecer
contactos con cientı́ icos locales, pero descubrió que los pocos bien educados habı́an sido enviados a
puestos burocrá ticos para ayudar a resolver los graves problemas econó micos de la regió n. Visitó
herbarios famosos de plantas cultivadas, pero los encontró infestados de insectos y mal mantenidos.
Salió de Lı́bano y Siria impresionado por la riqueza prehistó rica e histó rica de la Gran regió n siria, pero
perturbado por el estado actual de sus asuntos polı́ticos:
Antes de salir de Siria, fui a Baalbek ... Este paı́s, con una antigua y gloriosa cultura que se ha extendido a travé s de perı́odos de
impresionante logro, perdura en la actualidad en una era de profundo declive. Está poco poblada y no utiliza sus enormes
recursos naturales en la medida de lo posible, ya que podrı́an apoyar y brindar oportunidades a millones de personas ... Nada
queda del glorioso pasado [durante] durante el dominio subsiguiente del Imperio Otomano, el pasado cayó en decadencia. Las
ú nicas autopistas son estraté gicamente militares, construidas durante los ú ltimos añ os, lo que indica de forma ú nica la
in luencia de los franceses ... La conversió n de Siria despué s de la Primera Guerra Mundial en un llamado mandato francé s de
ninguna manera mejoró las cosas.

Vavilov se estaba dando cuenta de que habı́a llegado al Lı́bano en el peor de los momentos. Durante
las dos dé cadas anteriores, estas tierras habı́an sufrido guerras, plagas de langostas, trastornos
econó micos y migraciones externas que habı́an reducido a la població n anterior a 1900 en má s del 60
por ciento. Pero el peor problema que enfrentan los agricultores y pastores á rabes a quienes visitó
Vavilov provino de la pé rdida de seguridad alimentaria de su paı́s durante el medio siglo anterior.
Comenzando en la dé cada de 1860, cuando Napoleó n III habı́a desembarcado seis mil tropas en la
costa libanesa para intervenir en disputas intestinas del lado de los cristianos, los franceses habı́an
alentado a los cristianos maronitas del Lı́bano de las tierras altas y valles a abandonar sus cultivos de
subsistencia a favor del cultivo de morera á rboles para la producció n de seda. Impulsados por su

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propia clase mercantil, los pequeñ os accionistas en las tierras altas del Monte Lı́bano y el Valle de
Bekaa habı́an plantado casi la mitad de todas sus tierras cultivables en moreras, abandonando los
granos de trigo que les habı́an ofrecido bulgur por tabbouleh y los garbanzos de los que habı́a hecho
humus durante incontables siglos.
A medida que el nú mero de fá bricas de seda en la regió n aumentó hasta 1885, Lı́bano comenzó a
ganar la mitad de su producto nacional bruto del comercio de la seda y, por lo tanto, pudo comprar dos
tercios del bulgur, harina, legumbres secas y productos lá cteos. los campesinos consumı́an desde Siria,
Turquı́a e incluso los paı́ses del norte de Africa. Como el cientı́ ico agrı́cola libané s Rami Zurayk ha
resumido há bilmente: "Todo esto requerı́a la plantació n de grandes á reas de moreras, desplazando ası́
los sistemas tradicionales de cultivo de alimentos, con el resultado de que el trigo y otros alimentos
tenı́an que ser importados y vendidos a los propios agricultores que una vez los habı́a cultivado como
productos bá sicos ".

Sin embargo, con la Guerra Otomana y la Primera Guerra Mundial tomando sus peajes en la dé cada
anterior a la visita de Vavilov, la red de comercio de seda por alimentos se deshizo. La tragedia
resultante de la inseguridad alimentaria es la razó n por la que unos quince millones de personas de
ascendencia libanesa viven ahora má s allá de las fronteras del Lı́bano, y solo cinco millones de
libaneses permanecen en su tierra natal.
En noviembre de 1914, el Imperio Otomano entró en la Primera Guerra Mundial por el lado de
Alemania, interrumpiendo el comercio de seda a Francia y llevando a los otomanos a exigir que todos
los granjeros libaneses que pudieran llevar un arma se unieran al ejé rcito. Cientos de miles de hombres
y niñ os libaneses se vieron obligados a abandonar las plantaciones de moreras y los campos de granos
remanentes, aunque aproximadamente una quinta parte de ellos abandonaron su servicio militar
obligatorio y huyeron del paı́s. La escasez de recolectores de hojas de seda por sı́ solos habrı́a lanzado
al paı́s a una crisis econó mica, pero los bloqueos tambié n impidieron que las mujeres que trabajaban
en las fá bricas de seda llevaran sus productos a los mercados franceses de alta gama, y el comercio de
la seda colapsó . Con una plaga de langostas devastando los campos de cereal restantes en el verano de
1915 y sin dinero para comprar alimentos bá sicos de Siria o Africa, la seguridad alimentaria del
campesinado libané s se evaporó ante sus ojos. Solo les quedaban hojas de morera dañ adas por la
langosta, que los gusanos de seda pueden comer pero los humanos no. Las moras tenı́an poco mercado
y su valor alimenticio no mantenı́a a muchas familias.
En 1920, solo seis añ os antes de que Vavilov pusiera un pie en suelo libané s, un sacerdote maronita
llamado Padre Yammin describió con horroroso detalle las consecuencias de la pé rdida de la seguridad
alimentaria libanesa en el verano de 1915. La plaga de la langosta fue lo de menos, por epidemias el
tifus, el có lera y la lepra devastaron las clases trabajadoras. Debido a que muchos esposos habı́an sido
reclutados o habı́an huido del paı́s y no tenı́an forma de devolver dinero a sus esposas, un porcentaje
sin precedentes de mujeres fueron forzadas a trabajar como prostitutas para las fuerzas ocupantes de
los turcos, y muchas sucumbieron a enfermedades vené reas o violencia. La hambruna se extendió
tanto en el campo que algunas personas sobrevivieron solo secuestrando carne de perros muertos,
camellos muertos o cadá veres humanos. Al inal de la Primera Guerra Mundial y el establecimiento del
Lı́bano como nació n soberana en septiembre de 1920, 100,000 habitantes de Beirut y Monte Lı́bano
habı́an muerto de hambre o enfermedad. En algunas aldeas agrı́colas del Valle de Bekaa, solo uno de
cada veinte miembros de familias á rabes rurales permaneció en la tierra. Amin al-Rihani, uno de los
que huyeron del Lı́bano durante esa diá spora, resumió el desaliento y la pobreza que presenció
Vavilov: "Aquı́ está n los pueblos fantasmas, habitados por el desempleo, la pereza y la desolació n ...
Aquı́ está la riqueza perdida, lamentada por el perió dicos ... El orgullo nacional, vestido con seda
arti icial, se come el pan empapado en el sudor de Africa ".
Todo esto ocurrió en un paı́s que habı́a sido uno de los grandes canastas de pan de la tierra, donde
muchos de los cultivos á ridos adaptados del mundo se habı́an originado, proliferado, diversi icado y
prosperado. Vavilov llegó a raı́z de esa pé rdida de seguridad alimentaria, cuando uno de los valles
agrı́colas má s antiguos del mundo se convirtió en un cesto. Me tomo esta historia en serio, ya que mis
propios abuelos huyeron del Lı́bano durante esa era de pesadilla. Probablemente estarı́a cultivando en

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la Creciente Fé rtil en lugar de escribir este libro si el destino no hubiera repartido la lamentable mano
de cartas que, entre muchos otros, recibieron la familia Nabhan de Monte Lı́bano y el Valle de Bekaa.
La pé rdida de vidas humanas y de medios de vida viables en el Lı́bano fue acompañ ada por la
pé rdida de muchas variedades locales de cultivos probadas con el tiempo. Nadie sabe con certeza
cuá ntos, o de qué calidad, porque Vavilov llegó después de la crisis agrı́cola de los añ os de la Guerra
Otomana antes de la divisió n, en lugar de antes. Pero a juzgar por la calidad y singularidad del trigo
Khoranka que la tripulació n de Vavilov cosechó mientras se recuperaba de la malaria, el Lı́bano una
vez tuvo semillas de gran importancia, quizá s de valor patrimonial, comparables a los tesoros
arquitectó nicos que aú n se conservan en Baalbek.
Algunos de esos baladiLas existencias de semillas (adaptadas localmente) sobrevivieron
indudablemente y se pueden encontrar en algunas parcelas donde las tradiciones agrı́colas del Lı́bano
se mantienen con tenacidad en la actualidad. De alguna manera han perdurado durante la era de
modernizació n agrı́cola del Lı́bano, que trajo tractores y fertilizantes a la Bekaa, desplazando a otros
100.000 agricultores y trabajadores agrı́colas de 1955 a 1975. Segú n el historiador Fawwaz Traboulsi,
justo despué s de la Segunda Guerra Mundial, la mitad de las familias libanesas todavı́a estaban
haciendo su vida fuera de la tierra, levantando cultivos de campo sin la ayuda de invernaderos y
ganado sin la necesidad de feedlots contenidos. Pero en 1975, justo antes de que otra guerra devastara
la economı́a libanesa, solo una quinta parte de los libaneses seguı́a involucrada en la producció n de
alimentos. Gran parte de su conocimiento agrı́cola tradicional se perdió a medida que la població n del
Lı́bano se volvió predominantemente urbanizada,
Despué s de haber sido testigo del estado de la economı́a alimentaria del Lı́bano dos veces mientras
visitaba a familiares en el Valle de Bekaa, me sorprendió saber que en 2005 habı́a comenzado una
recuperació n. Un grupo de agricultores, activistas y escritores de alimentos dirigido por Kamal
Mouzawak organizó el primer mercado de agricultores reales, que presenta a los productores de
alimentos tradicionales que permanecen en el Lı́bano. Llamado Souk el-Tayeb - "el mercado donde
reina la bondad" - la iniciativa comenzó en el centro de Beirut y ahora se ha extendido a Byblos y
Batroun. Es un lugar donde los consumidores urbanos se encuentran cara a cara con los agricultores,
forrajeadores y fabricantes de pan que les traen la variedad local cultivada del pepino de meló n
llamado me'ete , el tomillo silvestre conocido como zaatar., y los pasteles celestiales rellenos de hojas
verdes de una verdolaga cultivada, conocida como fatayer bi-baqleh . Segú n los cá lculos de Rami
Zurayk, unos sesenta y cinco vendedores en Souk el-Tayeb ya ganaban un milló n de dó lares al añ o en el
segundo añ o completo de que el mercado estaba abierto.
Mientras caminaba por Souk el-Tayeb un sá bado por la mañ ana en la primavera de 2007, conté unas
tres docenas de especies de frutas y verduras cultivadas en Lı́bano, ademá s de especias y trigos
vendidos a granel, en mezclas especiales y en artesanı́as recié n hechas. pasteles. No, no todas las
variedades vegetales se cultivaron a partir de semillas baladi de origen libané s; algunos provenı́an de
las mejores casas de semillas francesas. Y, sı́, algunos de sus frutos ahora se cultivan en invernaderos
de alto rendimiento en lugar de en la tierra, ya que se cultivaban tradicionalmente. Pero Rami Zurayk y
sus colegas han puesto en marcha una "clı́nica agrı́cola mó vil" que ha ayudado a docenas de
agricultores a obtener la certi icació n orgá nica y seleccionar variedades adecuadas para la elaboració n
de productos de valor agregado. Al mismo tiempo, Kamal Mouzawak ha asegurado que muchos de los
libaneses

De vuelta en la aldea de mi familia, Kfar Zabad, en el extremo oriental y á rido de la Bekaa, me reunı́
con una docena de agricultores, incluidos algunos de mis primos, que han trabajado con la Sociedad
para la Protecció n de la Naturaleza para establecer un á rea especial conocida como Hima, que usa las
leyes y prá cticas musulmanas tradicionales para orientar la conservació n y el uso tradicional. Se
encuentran entre las cinco docenas de agricultores locales que intentan independizarse de los
fertilizantes quı́micos y los cultivos que requieren altos insumos para proteger la biodiversidad de un
humedal de importancia mundial para las aves migratorias.
Segú n el Dr. Othman Llewellyn, de la Comisió n Nacional para la Conservació n y el Desarrollo de la
Vida Silvestre de Arabia Saudita, "El Hima es la institució n autó ctona o tradicional de á reas protegidas

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má s extendida y de larga data en Medio Oriente y tal vez en la Tierra. El Profeta Muhammad (que Allah
lo bendiga y le conceda bendiga) estableció pautas generales que transformaron el Hima para
convertirse en uno de los instrumentos esenciales de la conservació n en la ley islá mica. El abolió la
prá ctica preislá mica de hacer reservas privadas para el uso exclusivo de individuos poderosos ".
Al adoptar el concepto Hima como una herramienta para conservar la biodiversidad salvaje de sus
manantiales y humedales locales, los agricultores musulmanes y cristianos en Kfar Zabad han decidido
cambiar sus prá cticas agrı́colas para reducir la contaminació n de los humedales y revivir cultivos
especializados regionales ú nicos para venta a turistas atraı́dos por el Hima. Aú n no se ha determinado
si van a obtener una certi icació n orgá nica o regresar a las semillas Baladi de sus ancestros, pero má s
de sesenta y cinco familias agrı́colas se han comprometido a participar en la colaboració n del Hima.
Otras comunidades en el Lı́bano y en otras partes de Medio Oriente recientemente han vuelto a
adoptar el concepto de conservació n Hima, y lo han restaurado a su posició n histó rica.
Estas prá cticas que afectan positivamente a la conservació n de la tierra y el agua tambié n han echado
raı́ces en la Bekaa del Lı́bano. Mientras hablaba con estos granjeros y veı́a el rayo de esperanza en sus
ojos, a pesar de los horrores de la guerra que han sobrevivido recientemente, me sentı́ bendecida de
haber llegado a la aldea de mi abuelo en el momento má s oportuno. Nikolay Vavilov habrı́a estado
agradecido y aliviado al saber que la agricultura tradicional y otros usos compatibles de la tierra se
estaban recuperando, a pesar de toda la guerra que esta regió n habı́a sufrido.
Sin embargo, el Lı́bano a comienzos del siglo XXI es un sobrio recordatorio de que la guerra es el peor
enemigo de la biodiversidad alimentaria y la seguridad nutricional. Pocos informes cientı́ icos de
cualquier parte del mundo han documentado adecuadamente có mo la guerra destruye la
agrobiodiversidad y la seguridad, pero ningú n observador de primera mano podrı́a dudar de que los
graves efectos sean evidentes en todos los paisajes devastados por las batallas. A medida que los
recursos hı́dricos se vuelven cada vez má s escasos y se disputan en el Medio Oriente, como en otras
regiones á ridas, lamentablemente podemos esperar má s devastació n, no menos. Los bancos de
semillas basados en la comunidad -quizá s con sus colecciones respaldadas en lugares má s remotos-
son solo una de las muchas salvaguardas que deben emplearse para proteger la diversidad alimentaria
frente a la guerra. Que el mercado de agricultores Souk el-Tayeb permaneció activo durante la guerra
de verano de 2006 es particularmente notable, pero tal vez ofreció esperanza, no solo comida, a
aquellos que conservan lealtad a ella. Durante esos tiempos oscuros, la esperanza puede ser una
mercancı́a tan amenazada como las propias semillas.

CAPÍTULO SEIS

Fecha Oasis de palmeras y cultivos del desierto: el Magreb


Una espué s de Españ a, Italia, y el Lı́bano, Vavilov puso su mirada en el sur del Mediterrá neo, visitando
Jordania, Palestina, Marruecos, Argelia, Tú nez, y, brevemente, Egipto. Sabı́a que muchos de los cultivos
importantes para la seguridad alimentaria futura en los con ines meridionales de la Unió n Sovié tica
tenı́an antepasados y parientes silvestres en esos climas á ridos y semiá ridos. Pero tambié n era
dolorosamente consciente de que muchas "introducciones extrañ as e informales" de plantas y
prá cticas agrı́colas ya habı́an tenido lugar en Medio Oriente y el Magreb de Africa del Norte. Esas
introducciones modernas probablemente habı́an oscurecido parte de la historia y eliminado parte de
la biodiversidad alimentaria anterior en la regió n, pero Vavilov seguı́a ansioso por saber qué pasaba
con legados agrı́colas má s antiguos en los oasis del desierto del Sahara en particular. Sin embargo, en
sus revistas de 1926 recogidas enCinco Continentes , se lamentó ,
Una expedició n a Egipto deberı́a haber sido la siguiente a su vez, pero los intentos interminables de obtener una visa no
produjeron ningú n resultado positivo ... Incluso la asistencia prestada por Kurdali, el presidente de la Academia de Ciencias de
Arabia en Damasco, no condujo a nada. Entonces contraté a un estudiante italiano inteligente, Gudzoni, para que fuera mi
compañ ero de trabajo. Lo preparé y lo equipé con el material necesario ... y lo envié a Egipto. Gudzoni llevó a cabo su misió n
[para recolectar variedades localmente adaptadas a lo largo del Nilo] a conciencia, siguiendo el itinerario acordado a travé s de
todas las á reas agrı́colas hasta el á rea de Asuá n en el Alto Egipto.

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Aunque fue capaz de aterrizar en Alejandrı́a en 1926 y visitar sus zocos y mezquitas, nunca pudo
obtener la colaboració n de los cientı́ icos de campo ino de Egipto para ir al interior. A pesar de todo,
todavı́a sentı́a la necesidad de inventariar la diversidad de alimentos asociados con los oasis de
palmeras datileras de la regió n del Magreb de Africa del Norte, que atraviesa el Sahara desde
Marruecos hasta el Canal de Suez, a travé s de tierras á rabes y bereberes. De modo que reservó un
tiempo de viaje en 1926 y 1927 para probar los cultivos en Marruecos, Tú nez y Argelia a lo largo de la
costa desé rtica del Mediterrá neo hasta el este de Egipto. Saltó en barco de un puerto a otro
(Casablanca, Argel y Tú nez) antes de navegar alrededor de Egipto, bajar por el Canal de Suez y seguir
hasta Etiopı́a. Algunos de los mejores botá nicos y horticultores del norte de Africa se reunieron con é l
en esos puertos; reponı́an sus provisiones de alimentos y luego lo acompañ aban a los legendarios oasis
del Sahara esparcidos por el Camino de las Especias, la ruta comercial prehistó rica que una vez habı́a
atraı́do a intermediarios de semillas de hierbas á rabes, bereberes y judı́os entre Marrakech y El Cairo.
De esas peregrinaciones, Vavilov conjeturó , "En general, el norte de Africa es una especie de unidad
[ecoló gica] propia. Un aná lisis de los patrones geográ icos de las plantas revela claramente un
predominio de determinados cultivos mediterrá neos especı́ icos del á rea. Estos está n dominados por
los trigos duros de grano grande [utilizados en el cuscú s] y las barbas de seis hileras que se originaron
localmente. El cultivo de leguminosas de semilla grande y plantas de lino se concentra a lo largo de la
costa tambié n ". intermediarios judı́os de semillas de hierbas entre Marrakech y El Cairo. De esas
peregrinaciones, Vavilov conjeturó , "En general, el norte de Africa es una especie de unidad [ecoló gica]
propia. Un aná lisis de los patrones geográ icos de las plantas revela claramente un predominio de
determinados cultivos mediterrá neos especı́ icos del á rea. Estos está n dominados por los trigos duros
de grano grande [utilizados en el cuscú s] y las barbas de seis hileras que se originaron localmente. El
cultivo de leguminosas de semilla grande y plantas de lino se concentra a lo largo de la costa tambié n ".
intermediarios judı́os de semillas de hierbas entre Marrakech y El Cairo. De esas peregrinaciones,
Vavilov conjeturó , "En general, el norte de Africa es una especie de unidad [ecoló gica] propia. Un
aná lisis de los patrones geográ icos de las plantas revela claramente un predominio de determinados
cultivos mediterrá neos especı́ icos del á rea. Estos está n dominados por los trigos duros de grano
grande [utilizados en el cuscú s] y las barbas de seis hileras que se originaron localmente. El cultivo de
leguminosas de semilla grande y plantas de lino se concentra a lo largo de la costa tambié n ". Estos
está n dominados por los trigos duros de grano grande [utilizados en el cuscú s] y las barbas de seis
hileras que se originaron localmente. El cultivo de leguminosas de semilla grande y plantas de lino se
concentra a lo largo de la costa tambié n ". Estos está n dominados por los trigos duros de grano grande
[utilizados en el cuscú s] y las barbas de seis hileras que se originaron localmente. El cultivo de
leguminosas de semilla grande y plantas de lino se concentra a lo largo de la costa tambié n ".
Es evidente que Vavilov estaba buscando en esas regiones parientes silvestres y variedades
primitivas de cultivos, utilizá ndolos como su principal medio para discernir dó nde los cultivos podrı́an
haber sido originalmente domesticados. Pero a otro nivel, estaba interesado en los paisajes agrı́colas
en sı́ mismos y en có mo se los manejaba tradicionalmente. La fecha de los oasis de palmeras del
interior le fascinaba má s, tanto desde una perspectiva agroecoló gica como cultural. "Sobre todo",
escribió , como si hablara consigo mismo, "era necesario entrar al Sahara y ver los oasis". En julio,
[Louis] Trabut me dijo, 'solo perros rabiosos e ingleses' van allı́. Pero para encontrar algo de las
cosechas, era imperativo llegar allı́ de inmediato; vacilar estaba fuera de discusió n ".
Su llegada al primero de los oasis en julio de 1926 no pudo haber sido mejor sincronizada, porque,
dijo,
Habı́a todo un bosque de gigantescas palmeras datileras ya en la fruta, que [pronto] madurarı́an ... En los bordes del oasis hay
edi icios á rabes con techos planos sobre los cuales las palmeras dan sombra. Hay pequeñ os huertos llenos de zanahorias,
remolachas y cebollas. El trigo, por supuesto, ya habı́a sido cosechado [pero] ir de casa en casa Recogı́ decoraciones [vainas de
trigo tejidas] hechas de cabezas de semillas que adornan las paredes de los edi icios.

Tales oasis, que varı́an en tamañ o desde unas pocas hectá reas entre las dunas hasta cientos de
kiló metros cuadrados, ofrecen a cualquier viajero un impresionante contraste con el mar arenoso que
lo rodea, ya que está n repletos de á rboles con sombra y cultivos de sotobosque. La mezcla de especies
de cultivo de cualquier oasis ya puede ser familiar para la mayorı́a de los viajeros, pero las variedades
adaptadas localmente se encuentran en una posició n ú nica en las plantaciones de varios niveles. Cada

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uno de los oasis saharauis que he visitado tiene su propio cará cter, pero todos comparten el suave
goteo del agua de riego que corre por los canales, el refugio ventoso de las palmeras y los posaderos
hechos de sus frondas, el cacareo de las aves amantes del agua, y una recompensa durante todo el añ o
de verduras deliciosamente frescas. Quizá s debido al contraste intrı́nsecamente sorprendente entre los
oasis sombreados y el paisaje abierto circundante del desierto "sin vida", Vavilov comentó , "Todo el
oasis produce una impresió n extrañ a. Los surcos profundos, a travé s de los cuales el agua luye
intermitente y perió dicamente, se han proporcionado para el riego de los á rboles. Caminar siempre es
problemá tico. El agua permanece en la super icie durante varios dı́as [despué s de cada riego],
manteniendo la tierra empapada. Desde abajo de la corona [de cada palmera datilera], enormes
racimos de fruta amarilla brillante cuelgan, volvié ndose de color marró n oscuro cuando maduran ".
Quedó tan impresionado por las hierbas y los huertos que a menudo se encuentran creciendo debajo
de los doseles de palmeras datileras en los oasis del desierto esparcidos a lo largo de la costa
mediterrá nea, considerando que su tamañ o y calidad son excepcionales:
Encontré enormes bulbos de cebollas extraordinarias, que pesaban hasta 2 kg. Esto no fue una coincidencia ni algo paradó jico.
Los frijoles, las lentejas, los guisantes, el trigo, la cebada, el lino, las zanahorias silvestres y la veza salvaje en esta zona
mediterrá nea se distinguen por sus dimensiones inusuales; sus lores, semillas y frutos son todos gigantescos, al igual que los de
las cebollas. El gigantismo expresado en sus ó rganos [vegetativos y reproductivos] es una caracterı́stica morfoló gica especial de
las plantas en esta regió n mediterrá nea, como me di cuenta má s tarde. Sin duda, los humanos han desempeñ ado un papel en
[generar tal gigantismo], al igual que la intensidad y la antigü edad de su agricultura. Sin embargo, la selecció n natural tambié n
ha favorecido el desarrollo y la selecció n de ... formas de plantas que parecen gigantescas en comparació n con las frutas y
verduras convencionales,

Vavilov atribuyó los enormes tamañ os de las lores, frutas y bulbos que encontró a la abundante
humedad y nutrientes caracterı́sticos de los suelos subyacentes a los oasis alimentados por
manantiales. Estaba igualmente impresionado por el cará cter distintivo de los granos de cereal que
recolectó , notando con asombro que "la naturaleza del oasis les ha dejado su huella".
Ochenta añ os má s tarde, en el calor de agosto, mis propios intentos de visitar los oasis del Sahara me
llevaron cerca de la frontera entre Egipto y Libia, pero no má s hacia el oeste que eso. Sin embargo, el
oasis bereber y beduino que estudié má s intensamente se parecı́a mucho a los que visitó Vavilov en
Marruecos, Tú nez y Argelia, y de la misma clase que los que su colega Gudzoni probó en Egipto. De
manera má s fortuita, un contemporá neo del explorador de plantas Robert Humphrey Forbes, de
Vavilov, Arizona, dejó registros fotográ icos y escritos detallados del mismo oasis, Siwa, de una estancia
prolongada en 1919. Aunque Vavilov y Forbes aparentemente se cruzaron solo una vez, en 1930 en una
conferencia en Tucson, Arizona; sus metodologı́as y objetivos eran muy parecidos: buscar semillas e
identi icar las adaptaciones de una diversidad de variedades de cultivos para su evaluació n e
introducció n en entornos aná logos. Por lo tanto, los datos de referencia recopilados en el oasis de Siwa
por Forbes pueden servir como un sustituto de lo que el propio Vavilov pudo haber recolectado allı́ si
se le hubiera permitido ingresar al interior de Egipto.
Durante la é poca en que Vavilov y Forbes deambularon por el Sahara, les tomó varios dı́as llegar en
automó vil y en camello a Wahat Siwa, la Perla del Desierto, desde la ciudad portuaria egipcia de Marsa
Matruh. Wahat Siwa, la Depresió n de Siwan, se encuentra bajo el nivel del mar en el extremo norte del
Gran Mar de Arena, a unos 315 kiló metros al sur de la costa mediterrá nea ya menos de 100 kiló metros
de la frontera libia actual. Despué s de horas de cruzar las á ridas llanuras, donde solo unos pocos
beduinos Awlad Ali y sus camellos vagan entre los adoquines y la grava, la maravillosa vista de un
milló n de palmeras datileras y docenas de lagos parece ser un espejismo. De repente, verdes y azules
profundos reemplazan los bronceados y grises decolorados del desierto pedregoso. El intenso aroma
de las hierbas oleosas y amargas del desierto se reemplaza con la fragancia má s dulce de las lores de
azahar, las dá tiles, las mentas y los hibiscos.
No es un espejismo; unos mil manantiales artesianos alimentan los lagos y estanques de Siwa,
doscientos de esos manantiales que irrigan directamente unas 3.800 hectá reas de palmeras datileras,
á rboles frutales, jardines y campos de cereales. Los veinte mil habitantes de Siwa representan el
asentamiento humano má s grande de quinientos kiló metros en cualquier direcció n que no sea la de
Marsa Matruh.

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El oasis de Siwa deja una extrañ a impresió n, una quizá s diferente y má s paradó jica que la impresió n
que sintió Vavilov en los oasis má s al oeste. Hay una sensació n de continuidad ininterrumpida con los
oasis bereberes de la antigü edad, con las paredes de barro del complejo de la aldea Shali elevá ndose
por encima de miles de palmeras y una sensació n de cambio rá pido, con autobuses turı́sticos y centros
turı́sticos de estilo europeo evidentes a su alrededor los má rgenes de ese antiguo complejo. Desde
1986, cuando la primera carretera asfaltada de betú n conectó a Siwa con las economı́as de mercado del
resto del mundo, la població n de Siwa se ha má s que duplicado. Muchos de los nuevos residentes no
son bereberes de habla tasiwit ni beduinos Awlad Ali Badawi, sino á rabes de El Cairo o europeos de
segunda residencia que se dedican econó micamente a hacer de Siwa una gran atracció n cultural y
natural.
Mientras un milló n de palmas todavı́a cubren el suelo hú medo y alcalino de la depresió n de Siwan, ha
habido algunos cambios notables en lo que se cultiva debajo de sus copas en el sotobosque sombreado.
Las meticulosas notas de campo de Robert Forbes de 1919, C. Dalrymple Belgrave de 1924 y Ahmed
Fakhry de 1968 me ayudaron a evaluar los cambios en la agrobiodiversidad que ocurrieron entre el
breve recorrido de Vavilov en Egipto en 1926 y mis visitas a la regió n entre 2004 y 2006.
Las palmeras datileras pueden seguir siendo el cultivo alimentario má s importante en el que confı́an
los siwans para su propio consumo y exportació n, pero parece que se han producido algunos cambios
en la mezcla varietal de palmeras datileras. Algunos informes histó ricos a irman que los bereberes de
Siwan crecieron una docena de variedades populares de fechas, que sus vecinos Awlad Ali beduinos
cosecharon y transportaron a El Cairo y Alejandrı́a. En 1832, los viajeros informaron que tanto como
nueve mil camellos de dá tiles dejaron Siwa para el Nilo cada temporada; un siglo y medio despué s,
justo antes de que la carretera asfaltada llegara a Siwa, los beduinos hicieron que sus camellos llevaran
diez mil cargamentos de dá tiles a travé s del desierto a sus mercados tradicionales a lo largo del Nilo.
En la actualidad, solo cinco variedades de dá tiles dominan las siembras de Siwa, y la mayorı́a de la
cosecha la realizan trabajadores migrantes del Alto Nilo.sai'idi date y el tagtaggt medicinal . La mayorı́a
de las otras fechas de Siwa son muy similares a las variedades cultivadas en otros oasis, por lo que son
menos competitivas en los mercados globalizados. Afortunadamente, Slow Food International está
ayudando a Siwans en la recuperació n de las raras variedades que aú n se encuentran en los
alrededores del oasis y está ayudando a comercializar toda la gama de diversidad de fechas de Siwan
en tiendas especializadas.
Junto a las fechas, las aceitunas han sido durante mucho tiempo la segunda cosecha perenne má s
importante en Siwa. La aceituna Hamed de Siwa es mundialmente conocida, sin embargo, en los
ú ltimos añ os, los inversores europeos han introducido en Siwa muchos á rboles de Kalamata de Grecia
y otros cultivares de Españ a. Debido a que la mano de obra egipcia cuesta mucho menos que la mano
de obra en el sur de Europa, esos inversores han intentado socavar los precios de las mismas aceitunas
cultivadas en Españ a y Grecia en el mercado mundial. Un grupo de inversionistas de Canadá , Estados
Unidos y la Unió n Europea ha propuesto aumentar la cantidad de olivos cultivados en Siwa de setenta
mil a cuatro millones en la pró xima dé cada, de modo que los olivares puedan eventualmente eclipsar
las plantaciones de fecha en importancia econó mica. Esos inversores sin duda plantarı́an má s
cultivares europeos que la heredad nativa de Hamed, que ya habı́a sido probada, a menos que las
presiones polı́ticas lo obliguen a hacer lo contrario. Sin embargo, a partir de este escrito, la cubierta
perenne de Siwa ofrecida por fechas, aceitunas y á rboles de azufaifo super icialmente se ve mucho
como lo ha estado buscando durante siglos.
Lo que ya ha cambiado es el segundo nivel de á rboles y arbustos cultivados en el oasis, y las
variedades vegetales cultivadas debajo de esas frutas y nueces perennes. Curiosamente, la cantidad de
especies de frutas y nueces ha aumentado en Siwa desde la llegada de la carretera asfaltada, porque los
camiones ahora pueden transportar exó ticos viveros. Se han agregado manzanas, guayabas, nopales y
plá tanos a la mezcla mediterrá nea tradicional de frutas y nueces, como higos, granadas, albaricoques,
melocotones, moras, cı́tricos, hibiscos y uvas. Debajo de esos á rboles, arbustos y vides, se cultiva una
gran variedad de verduras, granos, legumbres y especias. Los pepinos europeos han reemplazado
recientemente a los antiguos pepinos de meló n serpiente en el dominio, y una reliquia llamada meló n
ha sido reemplazada por cultivares modernos de meló n. Sin embargo,

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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Un factor clave que fomenta su conservació n in situ es que la mezcla tradicional de cultivos cultivados
en un jardı́n de oasis de varios niveles ofrece a Siwans una medida de resistencia que el monocultivo
industrial de granos o incluso de aceitunas nunca podrı́a ofrecer. Bajo la sombra de las fechas crecen
los melocotones o albaricoqueros, que pueden tener hibiscos o uvas debajo de ellos, y cebollas o alfalfa
debajo de ellos. En añ os de sequı́a, cuando el lujo de agua disminuye y la alcalinidad del suelo
aumenta, los agricultores de Siwan pueden plantar menos de los cultivos anuales sensibles a la sal y
recurrir a sus plantas perennes má s resistentes para obtener alimentos. En los añ os má s favorables,
cuando se reducen al mı́nimo la sequı́a, las plagas de langostas y los perı́odos de calor, pueden
agregarse má s diversidad bajo el dosel protector de sus fechas. Sin embargo, pocas variedades de
vegetales introducidas desde los Estados Unidos o Europa pueden resistir el calor o la alcalinidad del
suelo que las verduras Baladi de Siwa toleran rutinariamente. Debido a esas limitaciones ambientales
especiales, la mayorı́a de los agricultores y jardineros de Siwan aú n confı́an en las variedades
tradicionales que han resistido la prueba del tiempo.
Finalmente, los Siwans está n muy orgullosos de su cocina tradicional, que depende en gran medida
de la mezcla particular de sabores, colores, texturas y fragancias que ofrecen sus propias variedades
Baladi. Sus lores locales de hibisco son amarillas, no rojas, y son esté ticamente preferidas sobre el rojo
karkadeeh lores usadas como té en todo el resto de Egipto. El hibisco rojo ahora se transporta a Siwa
en grandes cantidades, donde se vende a precios má s baratos, pero los Siwans aú n pre ieren su
variedad amarilla. Al contrastar su propia cultura con la cultura cairene-ará biga del Nilo, los bereberes
de Siwa señ alan que sus alimentos está n mejor adaptados a su oasis y son má s saludables que la dieta.
Mientras las comunidades culturales valoren los alimentos tradicionales por tales razones má s de lo
que valoran las etiquetas de precio má s bajo en los alimentos importados, sus tradiciones culinarias
persistirá n.
La globalizació n de la economı́a alimentaria de Siwan ciertamente comenzó hace algú n tiempo, pero
parece que la homogeneizació n de la horticultura de Siwan con la del resto del Mediterrá neo ha
quedado muy atrá s de la de otros oasis en el desierto. De hecho, cuando Vavilov visitó al horticultor
francé s Louis Trabut en Argel en el verano de 1926, Trabut ya habı́a introducido plantas econó micas en
los oasis argelinos de casi todos los demá s paı́ses subtropicales tropicales y á ridos del mundo. Vavilov
se mostró desalentado, dijo, porque "[mi] primera impresió n es que queda muy poco de Africa real allı́.
En todas partes y donde quiera que mire en Argelia, hay una lora exclusivamente internacional:
hermosos ilodendros peruanos con hojas divididas; enormes matorrales de eucaliptos australianos;
acacias y casuarinas; á rboles de cı́tricos introducidos desde el sureste de Asia;
Hoy, a lo largo de las costas egipcias del Mediterrá neo desde Alejandrı́a hasta Marsa Matruh a unos
trescientos kiló metros al oeste, esta misma globalizació n de la lora cultivada avanza a un ritmo
vertiginoso, ya que se está n construyendo decenas de miles de condominios frente al mar para ricos
Veraneantes europeos y saudı́es. Excepto por las variedades antiguas de higos, que tienen miles de
añ os de tenencia allı́, la mayorı́a de los cultivos de alimentos y ornamentales a lo largo de la costa
norteafricana se pueden encontrar a lo largo de cada costa subtropical á rida en cualquier parte del
mundo. La mayorı́a requiere má s agua dulce de la que el desierto tiene para ofrecer. En poco tiempo,
las malas hierbas cosmopolitas del mundo hortı́cola tambié n pululará n sobre Siwa, intentando
despojarlo de su cará cter distintivo.
Sin embargo, las tendencias en la diversidad alimentaria del norte de Africa no pueden deducirse
solo de Egipto; desde Etiopı́a hasta Mauritania y Marruecos, tanto los patrones de cultivo como las
presiones sobre las culturas agrı́colas varı́an enormemente. Ni Siwa ni Egipto en su conjunto, en
realidad, pueden servir como el mejor indicador de có mo la diversidad de alimentos africanos se está
reformando actualmente. Un ejemplo mucho má s representativo y al mismo tiempo dramá tico de
cambio agrı́cola en el continente en su conjunto es evidente al sur de Egipto en las cabeceras del Nilo:
las tierras altas de Etiopı́a. Ahı́ es donde Vavilov viajó a continuació n, despué s de abordar un barco en
el Canal de Suez, y ahı́ es donde continú a esta historia.

CAPÍTULO SIETE

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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Encontrar comida en la estela de la hambruna: Etiopía


N ikolay Vavilov llegó a lo que entonces era conocida como Abisinia justo antes de Navidad ortodoxa en
diciembre de 1926, menos de un añ o despué s de su extrañ a benefactor, Vladimir Ilich Lenin, habı́a
muerto. Antes de que la burocracia de Stalin comenzara a ejercer nuevas presiones sobre é l, Vavilov
trabajó con relativa libertad, aunque su primer pedido de emprender una gran expedició n fue
inicialmente rechazado. Una vez que argumentó que emprender otra gran expedició n "contribuirı́a al
prestigio de la URSS", su pedido fue otorgado, por lo que Nikolay pasó varios meses prepará ndose para
dirigir un sé quito bastante grande a travé s de las tierras altas de Etiopı́a y hacia Eritrea. Ademá s de los
cientı́ icos y traductores, otros doce hombres, en su mayorı́a bilingü es abisinios, lo acompañ arı́an.
Quizá s Etiopı́a fue la aventura má s excelente de Vavilov. Nikolay ciertamente no fue el primer
explorador europeo en poner un pie en el paı́s, pero fue el primer bió logo ruso en viajar allı́, y lo hizo
en tren y en mula. Si bien su expedició n puede no haber sido tan abiertamente peligrosa como varias
otras que ocurrieron en esa é poca, todavı́a tenı́a que viajar con ri les, revó lveres y lanzas para proteger
a su grupo de cocodrilos y ladrones; para superar el pá nico de los vendedores del mercado que temı́an
tener el "mal de ojo"; escapar de encuentros nocturnos con leopardos; y para recuperarse de la malaria
y el tifus, el ú ltimo de los cuales casi lo puso en su ataú d.
Aunque no fue ni el primero ni el má s peligroso, el viaje fue fá cilmente la expedició n cientı́ ica má s
productiva a Etiopı́a hasta su tiempo, en té rminos de su é xito en la recolecció n de semillas para su
futura selecció n y uso, en la generació n de ideas que podrı́an ayudar a su paı́s u otros lograr la
seguridad alimentaria y despertar el reconocimiento del patrimonio biocultural ú nico de Etiopı́a.
Exploradores anteriores como Pedro Paé z, Richard Burton y John Speke buscaron fama al ser los
primeros en describir las cabeceras del Nilo Azul o Blanco, mientras que otros buscaron rescatar al
legendario Arca de la Alianza del emperador Menelik de Etiopı́a y su linaje . Sin embargo, el pú blico
europeo, ruso y estadounidense encontró la bú squeda de Vavilov de semillas inusuales en Abyssinia
igual de emocionantes, de modo que sus notables "descubrimientos" dieron a la regió n montañ osa de
Etiopı́a su reputació n como uno de los centros má s distintivos de origen y diversi icació n de cultivos en
el planeta. Las expediciones de Vavilov fueron regularmente cubiertas por la prensa rusa, europea y
estadounidense, ademá s de ser ampliamente celebradas entre los cuerpos diplomá ticos y cientı́ icos
estacionados en Etiopı́a. Quizá s lo má s importante es que la atenció n les dio a los etı́opes el orgullo y la
inspiració n de emprender un esfuerzo mucho má s duradero para conservar los cultivos in situ de lo
que cualquiera de la generació n de Vavilov hubiera podido imaginar en cualquier paı́s. ademá s de ser
ampliamente celebrado entre los cuerpos diplomá ticos y cientı́ icos estacionados en Etiopı́a. Quizá s lo
má s importante es que la atenció n les dio a los etı́opes el orgullo y la inspiració n de emprender un
esfuerzo mucho má s duradero para conservar los cultivos in situ de lo que cualquiera de la generació n
de Vavilov hubiera podido imaginar en cualquier paı́s. ademá s de ser ampliamente celebrado entre los
cuerpos diplomá ticos y cientı́ icos estacionados en Etiopı́a. Quizá s lo má s importante es que la
atenció n les dio a los etı́opes el orgullo y la inspiració n de emprender un esfuerzo mucho má s
duradero para conservar los cultivos in situ de lo que cualquiera de la generació n de Vavilov hubiera
podido imaginar en cualquier paı́s.
Ası́, el lugar de Vavilov en la historia de Etiopı́a ha sido menos heroico y má s catalı́tico comparado
con el de Sir Richard Burton y sus contemporá neos, a quienes las guı́as de viaje en Etiopı́a hacen
referencia con regularidad como "abrir" ciertas regiones al descubrimiento cientı́ ico. De hecho, el
trabajo de Vavilov ayudó a inspirar a una generació n posterior de cientı́ icos agrı́colas etı́opes como
Melaku Worede, bió logos conservacionistas como Tewolde Berhan y miles de familias etı́opes que se
quedaron con sus "variedades de agricultores" despué s de intentar atraerlos a hı́bridos de alto insumo
despué s la hambruna de los añ os ochenta. Para desconcierto de la mayorı́a de los cientı́ icos agrı́colas y
muchos expertos en el alivio del hambre, la super icie total dedicada a los cultivos indı́genas como el
teff ha aumentado en Etiopı́a desde que los devastadores efectos sociales y ecoló gicos de la hambruna
de los añ os ochenta disminuyeron. Sin embargo, casi 2,5 millones de etı́opes abandonaron sus hogares
y tierras de labranza durante la sequı́a, y a pesar de la ayuda alimentaria y de las semillas de cultivos
hı́bridos que se donaron para plantar, decenas de miles murieron durante esa hambruna. Para aquellos
sobrevivientes que decidieron regresar a sus campos, la variedad de granos nativos má s adaptada a la
sequı́a ganó una renovada popularidad. Si bien la hambruna pudo haber sido desencadenada por la
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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

sequı́a, se vio terriblemente agravada por luchas polı́ticas que mantuvieron la comida disponible fuera
de las manos de muchos hambrientos. Afortunadamente, dado que las precipitaciones adecuadas
volvieron a ines de la dé cada de 1980, la super icie sembrada con cultivos adaptados como el teff
aumentó en má s de medio milló n de hectá reas. decenas de miles murieron durante esa hambruna.
Para aquellos sobrevivientes que decidieron regresar a sus campos, la variedad de granos nativos má s
adaptada a la sequı́a ganó una renovada popularidad. Si bien la hambruna pudo haber sido
desencadenada por la sequı́a, se vio terriblemente agravada por luchas polı́ticas que mantuvieron la
comida disponible fuera de las manos de muchos hambrientos. Afortunadamente, dado que las
precipitaciones adecuadas volvieron a ines de la dé cada de 1980, la super icie sembrada con cultivos
adaptados como el teff aumentó en má s de medio milló n de hectá reas. decenas de miles murieron
durante esa hambruna. Para aquellos sobrevivientes que decidieron regresar a sus campos, la variedad
de granos nativos má s adaptada a la sequı́a ganó una renovada popularidad. Si bien la hambruna pudo
haber sido desencadenada por la sequı́a, se vio terriblemente agravada por luchas polı́ticas que
mantuvieron la comida disponible fuera de las manos de muchos hambrientos. Afortunadamente, dado
que las precipitaciones adecuadas volvieron a ines de la dé cada de 1980, la super icie sembrada con
cultivos adaptados como el teff aumentó en má s de medio milló n de hectá reas.
Teff es el cereal parecido al mijo que se usa para hacer el plato nacional de Etiopı́a, enjera , una crepe
enorme y deliciosa en la que se colocan docenas de vegetales, salsas y condimentos diferentes. En el
largo plazo, los agricultores etı́opes claramente ganaron má s resistencia en sus cultivos al usar una
mezcla diversa de variedades de teff adaptadas localmente que al invertir en semillas hı́bridas y
fertilizantes importados de otras regiones.
Cuando, en 2006, visité por primera vez el Instituto Etı́ope de Conservació n de la Biodiversidad, que
alberga uno de los primeros grandes bancos de semillas jamá s apoyados en un paı́s en desarrollo,
recordé la inspiració n que los cientı́ icos etı́opes y los responsables polı́ticos han obtenido del ejemplo
de Vavilov. . El interé s de Etiopı́a en proteger su propia herencia de semillas ha sido relacionado por
algunos historiadores con un incidente en la dé cada de 1950, cuando las cebadas cruzadas de Etiopı́a
salvó toda la cosecha de cebada de California de un enanismo amarillo, permitiendo que millones de
dó lares se hicieran en California sin cualquier bene icio sustantivo devuelto a Etiopı́a. Para evitar que
tales eventos se vuelvan comunes -quizá a expensas del bienestar de su propio pueblo- los cientı́ icos
etı́opes y los legisladores optaron por un mayor control de sus propios recursos. Iniciado tres dé cadas
antes de mi visita e inicialmente conocido como el Centro de Recursos Gené ticos de Plantas de Etiopı́a,
el instituto ahora trabaja para fomentar la conservació n y el uso local de cultivos, ganado, medicinales
y diversidad microbiana. El personal del instituto es muy consciente de que puede no ser polı́ticamente
correcto que las instituciones de los paı́ses africanos aparezcan de manera tan destacada en sus
o icinas fotos de "un gran explorador blanco", pero la importancia de Vavilov en el instituto no es tanto
su propio trabajo de campo como la a irmació n que el trabajo de los cientı́ icos de campo de Etiopı́a
para conservar sus cultivos in situ es de importancia mundial.
Mientras recorren los pasillos del instituto, el personal señ ala fotos del propio mapa dibujado a mano
de Vavilov de su ruta a travé s de Somalia, Abisinia y Eritrea, las dos ú ltimas se relacionan
incó modamente con Etiopı́a, y de Vavilov posando con los jó venes pero ya el carismá tico lı́der abisinio
Ras Tafari (de quien los rastafaris toman su nombre), má s tarde conocido como el emperador Haile
Selassie. Otras fotos en la pared fueron tomadas por el mismo Vavilov en los mercados al aire libre en
Addis Abeba, Harer y Gonder, donde se dio cuenta de que cientos de las variedades de cultivos que
estaba viendo -las razas terrestres pertenecientes a varias docenas de especies de cultivos- eran
conocidas solo en Etiopı́a. "Lo que es tan interesante acerca de la diversidad de cultivos en Etiopı́a es
que muchos son endé micos, solo se encuentranaquı́ ", comentó Melaku Worede, el cientı́ ico agrı́cola
etı́ope que anteriormente dirigió el Centro de Recursos Gené ticos de Plantas. "¿Y qué hace a Etiopı́a tan
especial de esa manera? Tenemos tanta diversidad topográ ica que aı́sla a los agricultores en un lugar
de los de otros lugares, ya que tenemos un paisaje disecado con un amplio rango de elevació n ".
El paisaje disecado no solo fomenta el aislamiento de variedades de cultivos, sino que tambié n aı́sla
especies silvestres. Se podrı́a argumentar que Etiopı́a es realmente dos paı́ses, o tres si se incluyen las
tierras perió dicamente controvertidas de Eritrea. Las tierras altas de Etiopı́a ahora son identi icadas
por los biogeó grafos como el centro de diversidad afroasiá tico oriental. El resto de Etiopı́a se considera

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parte del amplio centro de diversidad afro tropical, que abarca el Cuerno de Africa; el ú ltimo incluye las
tierras bajas de cultivo de café del sur y del este, ası́ como el "piso inferior" del Gran Valle del Rift. Es
increı́blemente rico en la diversidad de especies de cultivos alimentarios, mientras que las tierras altas
son má s reconocidas por su diversidad de variedades de leguminosas y granos adaptados localmente.
Al igual que la expedició n de Vavilov, mis viajes serı́an principalmente en las tierras altas de Etiopı́a,
donde se han encontrado aproximadamente 5,200 especies de plantas silvestres, 555 de ellas
claramente identi icadas como endé micas. La regió n Afro-montana de Etiopı́a tambié n alberga 680
especies de aves y alrededor de 193 tipos de mamı́feros tambié n.


Ademá s de los muchos factores que contribuyen a fomentar la biodiversidad silvestre en Etiopı́a, el
bió logo conservacionista Dr. Tewolde Berhan me recordó un factor que ha fomentado la diversi icació n
de cultivos en las tierras altas etı́opes del norte: la cultura humana durante miles de añ os y las
adaptaciones de plantas a esa larga historia.

El Dr. Tewolde no pasó por alto la gran diversidad de cultivos má s tropicales, como el café , en las
tierras bajas del sur, donde la lora silvestre se ha mantenido mucho má s diversa que las tierras altas
cultivadas antiguamente. Simplemente querı́a recordarme que las in luencias culturales en la lora
etı́ope son profundas, ya que algunos de los restos má s antiguos de la existencia humana se han
encontrado en el Gran Valle del Rift y en las llanuras costeras. Los arqueó logos sugieren que la
agricultura de cultivos de cereales en Etiopı́a puede tener quince mil añ os. Eso sugerirı́a que esta
regió n se convirtió en un centro de domesticació n para cultivos de unos tres a cinco mil añ os antes que
regiones similares en otros continentes.
A partir de sus extensas lecturas en geografı́a fı́sica y cultural, Vavilov dedujo que esta tierra
altamente diseccionada y antiguamente habitada tenı́a algo especial que ofrecer. Má s intuitivamente -o
fortuitamente tal vez- seleccionó una ruta desde las tierras bajas hasta las tierras altas que brindaba la
mejor oportunidad imaginable para recolectar una notable variedad de muestras de la diversidad de
cultivos de Etiopı́a, especialmente de cereales, durante un perı́odo bastante breve. De un campo entre
Gonder y Aksum, recolectó "miles de mazorcas" de un peculiar trigo duro sin apedrear, que llamó "un
descubrimiento de primera clase". Cientos de miles de muestras de semillas fueron recolectadas por su
expedició n y luego enviadas de vuelta a Rusia para evaluació n y conservació n. La progenie de algunas
de esas colecciones realmente regresó al banco de semillas de Etiopı́a dé cadas má s tarde.
Mientras Vavilov estaba cazando semillas, se dio cuenta de que el trigo duro no habı́a evolucionado
en Egipto como otros habı́an supuesto. En cambio, habı́a comenzado a separarse de otros trigos en las
tierras altas de Etiopı́a antes de extenderse hacia el norte a Egipto y hacia el este a Omá n. De hecho, los
viajes de Vavilov a travé s de Abisinia le hicieron reconsiderar muchos de los patrones geográ icos que
habı́an sido aceptados por los botá nicos desde la era de Candolles. Tambié n lo hizo má s centrado en el
mapeo fı́sico donde recolectó varias semillas, para que otros biogeó grafos pudieran construir sobre su
trabajo.
Má s tarde, Worede se rió de la extrañ a habilidad de Vavilov para identi icar á reas de alta diversidad
mientras miramos juntos el mapa anotado a mano de Vavilov. "Es un hecho curioso que gran parte de
la diversidad total de los pequeñ os granos de Etiopı́a se puede encontrar a lo largo de la ruta que eligió
Vavilov", comentó . "Sus muestras de semillas, de cereales, al menos, fueron notablemente
representativas de Etiopı́a en su conjunto".
Decidı́ que debı́a seguir, en la medida en que la infraestructura actual de carreteras y puentes lo
permitiera, la misma ruta que Vavilov tomó a travé s de una porció n de las tierras altas entre el Gran
Valle del Rift y la Garganta del Nilo Azul. Invité al jardinero fotó grafo y amigo de toda la vida David
Cavagnaro para el viaje. Tratarı́amos de visitar los mismos mercados de grano, vegetales y especias que
Vavilov habı́a atraı́do unas ocho dé cadas antes que nosotros.
Las primeras impresiones de Vavilov sobre las tierras altas siguen siendo ú tiles para cualquier
novato que intente forjar una imagen mental de la inmensidad de este rico paisaje; vino desde el

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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

puerto de Djibouti, en la Somalia francesa, en la costa del Mar Rojo, despué s de hacer su camino en un
barco de vapor desde Alejandrı́a, Egipto, a travé s del Canal de Suez, y escribió lo siguiente:
El 27 de diciembre de 1926, monté en el tren hacia el interior de Abisinia ... atravesando la sabana somalı́ con sus acacias
escasas, el tren se acercó a una zona montañ osa. Aquı́, comenzó la empinada subida. La meseta abisinia se eleva sobre la sabana
somalı́ como un castillo. El ascenso se hizo cada vez má s empinado. Se necesitaban dos locomotoras solo para tirar de algunos
automó viles.
[Allı́] el á rea agrı́cola principal de Abisinia está situada en altitudes entre 1600 y 3000 metros ... El tren se detuvo en la
estació n de Dire Dawa, a una distancia de unos cincuenta kiló metros de Harer, el primer gran centro rural de mi ruta. Aunque
todavı́a no habı́a llegado a Addis Ababa, decidı́ detenerme allı́ [en Harer y Dire Dawa] para comenzar mis investigaciones. No
sabı́a lo que me esperaba, ni có mo serı́a recibido por el gobierno. Y ası́, con la ayuda de conocidos que habı́amos conocido juntos
durante nuestro viaje [por el Mar Rojo], pude organizar una pequeñ a caravana que en el transcurso de unos dı́as exploró esta
impresionante á rea de materiales de plantas que podrı́amos recoger.

Vavilov no usó el té rmino caravanasin apretar, porque é l habı́a traı́do má s de cincuenta hombres con
é l como su sé quito. Se compró un paquete de burros, caballos y otras bestias de carga para transportar
alimentos, regalos, armas de fuego, prensas de plantas y equipos fotográ icos y meteoroló gicos a travé s
de una variedad de há bitats, desde las cimas de las montañ as hasta los pantanos subtropicales en el
fondo del Nilo. . Los o iciales etı́opes insistieron en que Vavilov tomara ri les, pistolas y cadenas, no
simplemente para tratar con bandoleros que intentaran robarle, sino tambié n como medio para
sofocar cualquier motı́n dentro de la tropa de desolladores y porteadores de mulas que habı́a
contratado. Los diarios de Vavilov lamentan que pasara demasiado tiempo tratando de administrar a
todos los asalariados que habı́a alistado y muy poco tiempo para hacer las recolecciones de semillas.
Por supuesto, a veces se comunicaba a travé s de tres o cuatro idiomas diferentes: ruso a italiano y
amhá rico a algú n dialecto tribal que aú n no habı́a sido reconocido por los lingü istas, y mucho menos
por escrito. Exasperado por la cadena de traductores que tuvo que emplear, comenzó a estudiar
amhá rico por su cuenta para acercarse al conocimiento agrı́cola tradicional de los abisinios.
Con esa habilidad recié n adquirida, se dirigió directamente a los campos maduros de grano
enclavados en las laderas del Gran Valle del Rift, en lugar de dirigirse primero a la capital abisinia para
obtener cartas de apoyo de los buró cratas en Addis Abeba. Allı́, en el campo alto y seco, vio cosechar y
trillar las muchas variedades de granos adaptadas localmente mediante el uso de té cnicas y
tecnologı́as bastante antiguas, a diferencia de las que habı́a visto má s cerca de Harer: "Todo parecı́a ser
totalmente diferente aquı́ en las tierras altas, porque todas las variedades de cultivos resultaron ser
de initivamente endé micas ", comentó . "Llegué a la hora má s apropiada. Las cosechas seguı́an en pie; la
cosecha acababa de comenzar ".
David Cavagnaro y yo fuimos tan afortunados, porque la cosecha de trigo, cebada, lentejas y teff habı́a
comenzado justo cuando llegamos a Etiopı́a en enero de 2006. En cada direcció n fuimos expulsados de
la ciudad capital por nuestros an itriones etı́opes que vinimos sobre retazos de campos de granos que
se cosechaban ese mismo dı́a. Visitamos a familias enteras y sus equipos de trabajo, que cantaban
mientras cosechaban a mano su grano con hoces y guadañ as. Los bueyes brahmanes, los caballos y los
asnos daban vueltas alrededor de las eras, donde el trigo estaba separado de la paja, y pandillas de
niñ os con horcas y palas arrojaban las semillas al aire, aventando la paja del grano. Cerca de allı́,
mujeres mayores atendı́an bebes tirados sobre lonas, recogiendo teff, lentejas de trigo, cebada y
amarillo amarronado, verde e incluso rojo anaranjado en bolsas de arpillera. vasijas de cerá mica, jarras
de plá stico y cestas de mimbre. Toda la sierra parecı́a teñ ida de á mbar, beiges, rojeces y amarillos
pá lidos, mientras un campo tras otro se secaba lo su iciente como para que su cosecha fuera recogida,
recogida y limpiada por manos humanas.
Mirando cuidadosamente estas escenas de cosecha -pues apenas han cambiado en los añ os
transcurridos desde que visitó las tierras altas-, Vavilov se dio cuenta de que cada campo leonado de
grano maduro no era una masa homogé nea de un ú nico cultivar de cereales sino una panoplia de
variedades de granos entremezcladas que formaban un policultivo elá stico. El estaba intrigado; é l
escribió "que los campos muestran una increı́ble mezcla de variedades". Fue necesario recolectar
cientos de cabezas semilleras solo para obtener una muestra representativa de la composició n
botá nica de un solo campo ".

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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Melaku Worede me recordó cuá ntos estudios realizados por los propios etı́opes han con irmado la
corazonada de Vavilov sobre la variació n en la granja: "Como saben, los agricultores tienden a mezclar
semillas ... son grandes experimentadores, grandes promotores de la diversidad ... [Para entender có mo
surgió esta diversidad] debemos tener en cuenta que los mismos mé todos de selecció n de cultivos de
los agricultores mejoran la diversidad de variedades porque tienen tantos criterios que está n
seleccionando para ... el tiempo de maduració n, la altura del tallo, el color de la semilla, el sabor y la
textura, etc. "


David y yo rá pidamente nos acostumbramos al hecho de que pocos o ninguno de los campos de trigo,
cebada o teff que deambulamos probablemente fueran monocultivos. Un reciente estudio de campo de
muestras de teff de seis regiones del norte y centro de Etiopı́a lo con irma. Ası́ como no hay dos fuentes
de verduras y salsas en enjera iguales, no hay dos campos de teff iguales. Al menos, eso es lo que
descubrieron los investigadores del Centro de Investigació n Agrı́cola Debre Zeit cuando rastrearon
unos catorce rasgos morfoló gicos en las mezclas de cepas de Teff encontradas en campos particulares a
lo largo de un rango de elevaciones en seis regiones. Documentaron variaciones extremadamente
amplias de esos rasgos dentro de cada població n de campo de la que tomaron muestras: má s variació n,
de hecho, de lo que se suponı́a que existı́a entre regiones o entre zonas elevadas. Las poblaciones de
campo de teff fueron muy variables para rasgos como el peso de los tallos y el grano, el rendimiento de
semilla obtenida de los tallos principales y los tallos laterales, y el nú mero de dı́as desde la siembra
hasta la maduració n. Tales mezclas dan a las poblaciones de teff una capacidad considerable para
responder a condiciones variables, desde la sequı́a hasta las estaciones frı́as y hú medas; desde los
vientos hasta el clima tranquilo; y desde suelos fertilizados con estié rcol hasta suelos con nutrientes
limitados.
A pesar de que é l era, por formació n e inclinació n, un hombre de trigo y cebada, Vavilov se enamoró
del teff y de varios otros cultivos exclusivos de Etiopı́a:
Por primera vez, vi algunas de las plantas endé micas especiales de Abisinia ... como el peculiar grano llamado teff , un tipo
particular de mijo pequeñ o que produce una harina de primera clase utilizada para pasteles planos en Abisinia ... Tambié n habı́a
un nueva planta productora de aceite con semillas negras llamada ramtil o noog ... [y] variedades especiales, o tal vez especies,
de pimiento, y un cá rtamo especial de alto crecimiento, ası́ como un exclusivo sé samo de maduració n tardı́a ...
Ese noog productor de petróleo tambié n se emplea en la fabricació n de enjera. A pesar de los
esfuerzos interminables de las agencias de desarrollo para lograr que los etı́opes cultiven granos
distintos al teff, aproximadamente cincuenta millones de etı́opes todavı́a usan la enjera como pan de
cada dı́a, consumiendo cerca de 1,6 millones de toneladas mé tricas de teff al añ o. Pero horas antes de
que los pasteles en enjera se pongan a la parrilla, la harina de teff se mezcla con agua y un conjunto
especial de especias. A continuació n, esa mezcla se aparta no solo para espesar, sino para fermentar,
iniciando un proceso microbiano que agrega tanto sabor como textura a las tortas de enjera.
En cada "cocina de campañ a" donde se elabora enjera, un alfarero local ha formado una sarté n
circular de barro con un diá metro de brazo especialmente diseñ ado para asar en enjera, y la mit'ad
descansa sobre una pequeñ a estufa de aluminio que quema leñ a en un incendio de alta intensidad. La
madera se alimenta a travé s de una puerta en la pared frontal del quemador hasta que la sarté n esté
casi al rojo vivo. Cuando la cocinera cree que está lo su icientemente caliente, ella vierte un poco de
agua en el disco para ver si chisporrotea con la intensidad adecuada. Si está satisfecha, frota el disco
con un pañ o deshilachado que habı́a sido empapado en un bol de aceite de mostaza molida, que
arrastra há bilmente por el disco en cuestió n de segundos.
Cuando el aceite de noog comienza a chisporrotear, utiliza un corte de cucharó n de una calabaza para
sacar dos tazas de masa de teff espumosa de una tina de dos litros. Rá pidamente, vierte un anillo de la
mezcla en el mit'ad en sus bordes má s externos, luego otro anillo de diez centı́metros o má s de ancho
dentro de é l, y luego otro, hasta que todo el disco esté cubierto por una ina capa de masa burbujeante.
La masa de enjera comienza a solidi icarse y se eleva desde la mitad en una crepe hinchada y gruesa
plagada de bolsas de aire que se ven casi como la textura de una tripa. Luego, el cocinero cubre el
mit'ad con una tapa del mismo tamañ o que ayuda a que la parte superior de la enjera cocine con la

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misma textura que el fondo. Despué s de dos minutos, el cocinero quita la tapa, levanta los bordes de la
enjera con una cuchilla para ver si está n listos, y luego agarra una canasta enroscada plana o una placa
tejida que ella inserta debajo de la enjera. Con un movimiento rá pido, levanta todo el crespó n entero
sobre la canasta y lo deja enfriar durante dos o tres minutos antes de agregarlo a una pila de enjera que
se ve por todo el mundo como muchos lapjacks con esteroides.
Mientras que David y yo pudimos fotogra iar y tomar notas sobre teff tanto en el campo como en la
cocina, muchos de los otros cultivos endé micos de Abisinia, como el noog, inicialmente nos eludieron,
hasta que inalmente pudimos ver la cosecha de la temporada anterior apilada en lo alto. los mercados
al aire libre. Durante varios dı́as, jugamos un juego de rayuela geográ ica, tratando de seguir el camino
de la caravana de Vavilov de mercado en mercado, desde Ankober y Debre Birhan con vistas al Gran
Valle del Rift en el extremo oriental de las tierras altas, hasta Addis Abeba en su sur. fortaleza central, y
hacia el norte a travé s de Debre Libanos y Fichè , donde se cruza la garganta del Nilo Azul en el camino
hasta Gonder y las ruinas monumentales del Imperio Axumita.
Cada mercado era diferente en escala, tamañ o y antigü edad; algunos ahora se encontraban a sı́
mismos como atracciones secundarias de las vı́as del tren o carreteras pavimentadas, mientras que
otros permanecı́an espectá culos en sı́ mismos, situados a la sombra de las frondosas copas de los
á rboles altos. Un mercado al aire libre buscaba todo el mundo como si perteneciera al mı́tico "á rbol
donde nació el hombre", ya que su vasto y antiguo dosel parecı́a extenderse en todas direcciones para
albergar a toda una comunidad de comerciantes y compradores que habı́an entrado. de todos los
alcances de la garganta.
El camino a Ankober habı́a sido parcialmente pavimentado y su ruta enderezada desde la é poca de
Vavilov, pero la ciudad aú n se balanceaba sobre una cresta volcá nica disecada, como si un gran viento
pudiera arrojarla al abismo del Gran Valle del Rift. Como Vavilov lo describió , era "una de las antiguas
capitales del paı́s ... unos pocos cientos de casas bajas, só lidamente construidas de piedra, se sentó
có modamente en el suelo".
Ankober fue donde la caravana de Vavilov por in abandonó las tierras bajas tachonadas de acacias,
superando casi los tres mil metros sobre el fondo del Gran Rift. Los campesinos que vivı́an desde
Ankober hacia el norte a travé s de Gonder eran musulmanes y cristianos. Conversaron en su mayor
parte en amhá rico, el idioma semı́tico dominante de Etiopı́a, en lugar de en uno de los docenas de
dialectos de las lenguas cusmı́tica y omó tica habladas má s en el sur. Los cultivos que David y yo
visitamos en 2006 se habı́an mantenido tan pintorescos y funcionales como cuando Vavilov los habı́a
fotogra iado. Los compuestos consisten en casas de piedra o de paredes de adobe con techos de paja
có nicos, rodeados de jardines, pilas de estié rcol, dependencias y cercas vivas a su vez rodeadas por una
colcha de retazos de campos y pastos.
Este loco edredó n de cereales, legumbres, pastos y parches de hortalizas se extendı́a sobre las
laderas, algunas de ellas adosadas a muros de adoquı́n basá ltico y secos. La etnobotá nica Leah
Samberg ha documentado hasta cincuenta especies de cultivos diferentes que se cultivan para la
alimentació n y el forraje a lo largo de tales gradientes, desde el altiplano hasta el fondo del rı́o. Algunas
crestas que bordean las tierras altas está n sin conexió n y tan increı́blemente empinadas que cualquier
animal de tiro utilizado para ararlas tenı́a que estar amarrado a los á rboles en las cimas para evitar que
cayeran al abismo. Sin embargo, las crestas estaban cubiertas de granos con tallos dorados, lentejas
verde grisá ceas, favas de color verde oscuro borrosas, o tierra marró n oscura que habı́a sido
recientemente arada y abonada. Estas parcelas de tierra estaban bordeadas de valles de eucaliptos
altı́simos o setos de á loes y proteos arborescentes, salvias, tunas, euforbias de á rboles y cardos. Dentro
de cada complejo de granjas, inevitablemente habı́a una pila prolijamente apilada de empanadas de
estié rcol de vaca usadas como combustible, un montı́culo de heno con forma de hogaza de pan, otro de
paja de trigo y cebada, un corral para el ganado y varios cobertizos de almacenamiento.
Por in, ubicamos el mercado de Ankober que Vavilov habı́a visitado; se habı́a movido al menos dos
kiló metros desde una cresta cercana al corazó n de la ciudad desde su é poca y ahora estaba situado
frente a la estació n de autobuses. Como estaba cerrado para las vacaciones que se celebraban cuando
llegamos, David y yo encontramos un albergue ecoló gico, donde a cada uno se nos dio una choza có nica
con techo de paja para dormir. El albergue daba al mercado original utilizado durante la mayor parte
del siglo XX . Nos invitaron a subir al risco desde nuestras chozas para comer en una casa comunal
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bellamente diseñ ada, donde probamos el mismo vino de miel y cerveza de cebada que Vavilov habı́a
compartido con el jefe del pueblo.
A la mañ ana siguiente en Ankober, David y yo fuimos al nuevo mercado, que comprendı́a unos treinta
y seis puestos que venden todo tipo de frutas y verduras todos los martes y sá bados por la mañ ana. La
lista de productos no variaba mucho del inventario que Vavilov habrı́a visto: trigo duro, teff, cebada,
maı́z, guisantes, favas y lentejas; cañ a de azú car, melocotones, plá tanos, naranjas, melones, almendras y
limones; chiles, tomates, pepinos, calabazas, cebollas verdes, zanahorias, lechuga, rá bano, papas y
tabaco. Aunque muchas de las especies se originaron en otros lugares, sus variedades de variedades
autó ctonas estaban peculiarmente localizadas.

Nos preguntamos dó nde se podrı́an encontrar todas las especias, pero pronto descubrimos que a
menudo se venden en mercados de especialidades separados establecidos en las ciudades o en cruces
a lo largo de rutas antiguas donde los comerciantes de diferentes elevaciones y familias de idiomas se
congregan perió dicamente. El mercado má s grande en una encrucijada importante se encuentra en
Addis Abeba, donde cientos de puestos se extienden a lo largo de muchas cuadras en el extremo
occidental de la ciudad en medio de barrios de chabolas de refugiados recientes del campo. Vavilov
descubrió que era "de enorme interé s ... [para] los agricultores llegaron temprano en la mañ ana desde
todas las direcciones, vendiendo su grano en chales y bolsas que se extendieron al mercado ... Este tipo
de exposició n hizo posible la encuesta dentro de poco tiempo lo que se cultivó en el paı́s y en lo que los
habitantes rurales basan su vida ".
Todavı́a sin mucha informació n sobre las hierbas secas y las semillas oleaginosas endé micas de las
tierras altas, David y yo viajamos hacia el norte, hacia la garganta del Nilo Azul. Allı́, Vavilov pasó varios
dı́as viajando cuarenta kiló metros por dı́a en una carretera que conecta a Muka Xurii, Debre Libanos y
Fichè , una que sus hombres y burros encontraron "tolerable, aunque solo un rastro". Al norte de allı́ se
topó con leopardos, cocodrilos e hipopó tamos, y comenzó a ver un nú mero cada vez mayor de
variedades localmente ú nicas de lentejas, garbanzos, arvejas y arvejas a medida que el mosaico de
há bitats agrı́colas se volvı́a má s heterogé neo. En los ú ltimos añ os, algunas de las mismas variedades de
leguminosas que é l primero recolectó y describió fueron reubicadas por el personal del Instituto de
Conservació n de la Biodiversidad o por el instituto '. s colaboradores de la organizació n ahora conocida
como Bioversity International. Otras variedades de leguminosas, particularmente algunas formas
peculiares de guisantes de campo, nunca han sido encontradas por otro cientı́ ico desde la primera
expedició n de Vavilov allı́. A medida que se han introducido variedades comerciales de Europa,
Amé rica del Norte y Japó n, muchas variedades locales parecen haber desaparecido y ahora pueden
perderse para la humanidad.
Debre Libanos, uno de los lugares de parada de Vavilov, fue un punto de peregrinació n para los
cristianos etı́opes. Allı́, alrededor de los manantiales artesianos sagrados que luyen de los acantilados
que dominan la garganta del Nilo Azul, los residentes locales a irman que se han producido una serie
de milagros a lo largo de los siglos. Tambié n es un lugar donde los babuinos gelada se agrupan en
grandes cantidades en las repisas del bosque sobre la garganta; de acuerdo con los mismos lugareñ os,
estas manadas de vez en cuando incursionará n en un jardı́n familiar para sus melones, plá tanos y
papayas. A medida que descendı́amos interminables zigzags desde la meseta sobre la garganta,
pudimos ver las torres de la catedral bien delante de nosotros, pero no pudimos vislumbrar el mercado
hasta que estuvimos casi encima de é l. No cabe duda de que ha permanecido en el mismo lugar donde
Vavilov lo encontró , ya que se extendı́a debajo de un á rbol tan alto, con un dosel tan amplio y
sombreado que sirvió de refugio para cualquier viajero cansado que pasara por allı́. Si no fuera, de
hecho, "el á rbol donde nació el hombre", ciertamente parecı́a el á rbol donde el hombre y la mujer
intercambiaron semillas y hierbas curativas por primera vez.
Debajo de ese dosel, no habı́a puestos de vendedores cuidadosamente enmarcados como en Ankober;
en cambio, una multitud de comerciantes de hierbas mostraron sus mercancı́as en chales y mantas y
canastas extendidas antes de que se sentaran en la arcilla dura. Cada vendedor se sentó en medio de
muchas pilas multicolores, que é l o ella guardó de "muestras" incidentales por los visitantes que
pasaban.

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Tal vez "andar" no es la palabra adecuada para explicar có mo los compradores tuvieron que
maniobrar entre los muchos proveedores; las mercancı́as de los vendedores estaban tan apretadas
debajo del á rbol que casi habı́a que caminar de puntillas entre las pantallas para no tropezar ni caer en
las có nicas montones cuidadosamente esculpidas de cú rcuma, chile en polvo o comino.
Por in vimos las brillantes semillas negras de noog amontonadas junto a otras semillas oleaginosas
como el pasto de pimienta y el sé samo. Junto a los muchos colores del comino molido y el chile, habı́a
brillantes montones dorados de jengibre, ası́ como masas de raı́ces de jengibre intactas y nervudas.
Una mujer tostó a mano y pesó varios grados de café salvaje y domesticado de Etiopı́a frente a nuestros
ojos, mientras que otro vendió varios colores y texturas de sal marina anidadas en recipientes de papel
de color marró n pá lido, cada una muy parecida a una bola de helado de vainilla en un azú car cono.
Habı́a innumerables hierbas medicinales, ası́ como gló bulos cristalizados de mirra etı́ope y
frankincense "falso". Alrededor de todos los herbolarios habı́a enormes montones de calabazas
Hubbard azules, papayas, cebollas, acelgas, col rizada, hojas de mostaza y pomelos.
Me tranquilizaron que encontramos un mercado tan intemporal; por supuesto, ahora tiene verduras
del Nuevo Mundo ası́ como del Viejo, y recipientes de plá stico y ibra de vidrio, ası́ como vasijas y
tarros de cerá mica. Sin embargo, el contexto cultural de este comercio verná culo era muy similar a lo
que habı́a sido durante siglos. Independientemente de los cambios en el resto del mundo, estos
comerciantes han logrado mantener un mı́nimo de continuidad con sus predecesores, manteniendo
una de las cocinas má s famosas del mundo. Por el momento, la tradició n regional se estaba
defendiendo de la globalizació n. Ningú n Wal-Mart podı́a ofrecer lo que este á rbol de un solo á rbol
podı́a ofrecer mientras vigilaba los a luentes del Nilo.
De vuelta en Addis Abeba, tuve la oportunidad de preguntarles a nuestros colegas etı́opes có mo
percibieron las formas en que su paı́s habı́a cambiado desde la visita de Vavilov. Melaku Worede
re lexionó en particular sobre los cambios desde que fundó el banco de semillas ahora integrado en el
Instituto de Conservació n de la Biodiversidad. Desde entonces, ha sido testigo de má s esfuerzos de
conservació n de semillas de base a travé s de su papel como asesor internacional de Seeds of Survival
(SoS), que hoy es una de las organizaciones no gubernamentales má s grandes de Africa dedicadas a la
conservació n de la agrobiodiversidad en la granja mediante la promoció n de agricultores variedades.
Lentamente se dirigió , apoyá ndose en un bastó n, hacia el jardı́n para tomar el té con David y conmigo.
Una vez que comenzó a hablar, estaba claro que tenı́a una perspectiva excepcionalmente rica sobre los
cambios en la gestió n de la agrobiodiversidad en Etiopı́a.
Al principio de su carrera, el Dr. Melaku habı́a llevado a cabo investigaciones gené ticas utilizando
algunos de los conceptos de Vavilov para guiar la bú squeda de material vegetal ú nico para su uso en el
mejoramiento de cultivos. Cuando el Instituto Internacional de Recursos Fitogené ticos (ahora
Bioversity International) seleccionó a Etiopı́a como el paı́s en desarrollo nú mero uno donde se
necesitaba un banco de genes de clase mundial, fue uno de los que facilitó el apoyo inanciero del
gobierno de Alemania Occidental para fundar el banco de genes de Etiopı́a en 1976. No solo entrenó
cientı́ icos etı́opes en el laboratorio y el trabajo de campo asociado con la conservació n gené tica, sino
que tambié n los movilizó durante la sequı́a de la dé cada de 1980, cuando las amenazas a la
agrobiodiversidad tradicional se alzaban en el horizonte de las tierras altas de Abisinia. Al mismo
tiempo, é l y sus antiguos alumnos promovieron algunos nuevos enfoques de base a travé s de Seeds of
Survival,
Todo el trabajo previo del Dr. Melaku lo habı́a posicionado perfectamente para enfrentar el impacto
de la hambruna de 1984-85, que amenazó seriamente las reservas restantes de semillas tradicionales
de Etiopı́a. Varias agencias de desarrollo y corporaciones multinacionales usaron la sequı́a y la
hambruna como aperturas a travé s de las cuales introdujeron paquetes de variedades hı́bridas de alto
rendimiento, herbicidas y otras tecnologı́as para reemplazar las variedades locales que requieren
menos insumos. Por ejemplo, la agencia de desarrollo Sasakawa Global 2000 de Japó n introdujo
variedades hı́bridas de maı́z en un paquete con acolchados conservadores de agua y los herbicidas
Lasso y Roundup. Desafortunadamente, ese esfuerzo ha estado plagado de muchos de los mismos
problemas que causaron el fracaso de los esfuerzos anteriores de desarrollo agrı́cola. Como ha
demostrado Seth Shames, de Ecoagriculture Partners, pocos de los agricultores etı́opes que ofrecieron
el paquete pudieron pagar los costos adicionales de las semillas hı́bridas y los herbicidas, lo que anuló
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el ingreso adicional derivado de los aumentos modestos en sus rendimientos de maı́z. El dilema
planteado por los agricultores atraı́dos a probar tales paquetes durante los añ os de sequı́a es que
cuando se dan cuenta de que una variedad de alto rendimiento les puede costar má s de lo que vale, han
abandonado las semillas probadas por el tiempo de sus variedades locales.
A medida que la hambruna provocada por la sequı́a, la guerra y la polı́tica comenzaron a llamar la
atenció n de decenas de miles de etı́opes, el gobierno del Dergue, que habı́a reemplazado a Haile
Selassie, se dio cuenta de que sus recursos de cultivos nativos estaban bajo una gran presió n. Animó a
su Instituto de Recursos Fitogené ticos a colaborar con Seeds of Survival para conservar lo que
pudieran de la diversidad alimentaria ú nica de Etiopı́a. En lugar de simplemente encerrar las semillas
rescatadas en el banco de genes del instituto para su uso posterior, el esfuerzo de colaboració n invirtió
en la conservació n en la inca y la mejora de los cultivos indı́genas por parte de las mismas
comunidades rurales. Como el Dr. Melaku nos con irmó a mı́ y a David: "Nos dimos cuenta de que
deberı́amos hacer má s conservació n mediante el uso en la inca de estos recursos de cultivo. Pero
primero tenı́amos que identi icar los valores que guiaban la selecció n de semillas por los agricultores.
El Dr. Melaku y sus colegas pronto descubrieron que a pesar de la escasez de semillas creada por las
malas cosechas inducidas por la sequı́a, muchos agricultores habı́an enterrado caché s de semillas en el
suelo para su uso futuro, como lo habı́an guiado sus tradiciones locales. Esos y otros agricultores
intercambiaron semillas hacia arriba y hacia abajo en los empinados gradientes altitudinales de su
regió n, lo que les ofreció má s resistencia frente a un clima luctuante. En lugar de ignorar tales
prá cticas tradicionales, el Dr. Melaku y sus alumnos los alentaron, documentando su e icacia en
momentos de estré s. Al trabajar con los agricultores que optaron por permanecer en la tierra en lugar
de huir a las ciudades en busca de socorro, SoS desarrolló gradualmente una extensa red de sitios de
conservació n de semillas en las incas que inalmente involucró a unas treinta mil familias rurales.
Tal vez la estrategia má s interesante ideada en esta é poca fue sembrar en un campo una mezcla
diversa de variedades de agricultores con diferentes tolerancias isioló gicas y otras respuestas de
adaptació n entre ellos. En casi todas las parcelas donde se han rastreado tales mezclas a lo largo de
varios añ os, se ha encontrado que sus rendimientos a travé s del tiempo son má s altos y má s estables
que los de una sola variedad llamada de alto rendimiento.
Estas mezclas o policultivos de varios granos han adquirido recientemente un signi icado adicional,
ya que una cepa extremadamente virulenta de la roya del tallo del trigo ha llegado a Etiopı́a
recientemente, despué s de ser descubierta en Uganda en 1999. La cepa de la roya negra conocida como
Ug99 se ha extendido Africa oriental, que considera que la mayorı́a de las variedades de trigo
cultivadas en monocultivo son susceptibles y deja a sus siembras como una masa marchita y
enmarañ ada de tallos sin semillas. La primera lı́nea de defensa propuesta por los pató logos de los
paı́ses desarrollados es un fungicida, pero la mayorı́a de los agricultores pobres de Africa no pueden
permitirse ni los productos quı́micos ni el equipo para emplearlos. En consecuencia, New Scientistha
informado que miles de millones de personas pueden estar en riesgo nutricional en caso de que la
"superbronga del trigo" continú e propagá ndose; El criador de trigo ganador del premio Nobel, Norman
Borlaug, admitió que "esto tiene un inmenso potencial para la destrucció n social y humana".

La diversidad de granos existente en Etiopı́a puede ser, en ú ltima instancia, una mejor lı́nea de
defensa contra tales royas, como lo ha demostrado un equipo de cientı́ icos suecos y etı́opes con otra
roya virulenta de la roya, que tı́picamente infesta trigos tetraploides etı́opes. El equipo encontró
diferencias tremendas entre las variedades locales en cuanto a la gravedad de la infecció n, la
supervivencia, el peso del grano y el rendimiento general. Tanto la resistencia parcial como la
tolerancia a la roya se encontraron en las variedades nativas etı́opes, a pesar de que anteriormente
habı́an sido descartadas por ser igualmente vulnerables.
Má s importante, tal vez, es que los agricultores etı́opes rara vez cultivan solo trigo; tambié n cultivan
cebada y teff, que no les molesta la virulencia de Ug99. Al cambiar la mezcla de especies de granos que
cultivan y, como lo han hecho en los ú ltimos añ os, aumentar las plantaciones de teff en relació n con las
del trigo, los agricultores etı́opes pueden emplear varias estrategias viables de resiliencia que no se
encuentran entre los agricultores de monocultivos de trigo. Por supuesto, solo el tiempo dirá si tienen

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su iciente resistencia para reducir la probabilidad y la gravedad de otra gran hambruna, pero tales
hambrunas nunca son enteramente el resultado de la sequı́a o la enfermedad de las plantas.
La historia reciente de Etiopı́a nos recuerda que los factores sociales y polı́ticos pueden anular la
resiliencia cultural y agrı́cola que se encuentra en una sociedad multicultural como la de las tierras
altas al norte de Addis Abeba. Incluso en la é poca de Vavilov, el ahorro de diversas semillas puede
haber sido de suma importancia para proporcionar un mayor amortiguador contra futuras hambrunas,
pero cualquier cambio de ré gimen polı́tico puede afectar radicalmente la capacidad de la sociedad de
distribuir equitativamente cereales y leguminosas disponibles para que pueda alimentarse. La
tenacidad demostrada por los agricultores y cientı́ icos etı́opes en el mantenimiento de sus diversas
reservas de semillas es heroica, pero no se deriva de un impulso romá ntico. Son conscientes de que las
presiones polı́ticas y econó micas externas y las luchas internas pueden surgir nuevamente, lo que
podrı́a afectar la estabilidad del sistema alimentario de Etiopı́a.

CAPÍTULO OCHO

Manzanas y crecimiento de Boomtown: Kazajistán


La fragancia del bosque kazajo era diferente a cualquiera que haya conocido, ya que el penetrante olor
de la maduració n y la putrefacció n de las manzanas y las peras llenó mis fosas nasales. A mis pies, rojos
rojizos, rosados rubores, rosas vibrantes y amarillos cremosos moteaban el suelo, donde la vida
silvestre habı́a consumido a la mitad muchas de las frutas que hacen que este bosque sea tan
abundante. Llegué al lugar que era la fuente principal de las manzanas y las peras que habı́a comido
desde la infancia, un lugar que habı́a tratado de imaginar desde que leı́ acerca de estos "bosques de
manzanos silvestres" cuando aú n era estudiante hace muchos añ os. Pero la vista, el sabor y el olor de la
fruta salvaje no fueron mi ú nica emoció n este dı́a en particular; Tambié n tuve la suerte de conocer al
cientı́ ico kazajo que, má s que cualquier otro hombre vivo, merecı́a ser comparado con el legendario
Johnny Appleseed, y con Vavilov tambié n.
Siempre habı́a soñ ado con conocer a alguien que conocı́a a Nikolay Ivanovich Vavilov, no a alguien
que simplemente le habı́a estrechado la mano en una reunió n, sino a algú n cientı́ ico o trabajador
agrı́cola que habı́a trabajado con é l en el campo. Ese sueñ o se hizo realidad durante un viaje en verano
de 2006 a la ciudad má s famosa de Kazajstá n, Almaty, antes conocida como Alma-Ata. Allı́, encontré al
Dr. Aimak Dzangaliev, uno de los ú ltimos estudiantes a quienes Vavilov habı́a llevado en su redil, en
excelente estado de salud y que todavı́a trabajaba en los bosques de manzanos silvestres de Tian Shan ,
o las Montañ as Celestiales, justo al oeste de China, donde tenı́a conoció a Vavilov en 1929.
La historia que el Dr. Dzangaliev me ofreció no solo me dio una idea de la persona de Vavilov, sino que
tambié n me hizo plenamente consciente de que "el legado de Vavilov" incluye el trabajo de campo y la
visió n de muchos otros excelentes cientı́ icos, como Dzangaliev. El trabajo del profesor Dzangaliev
sobre los orı́genes de las manzanas le ha merecido merecidamente el reconocimiento mundial y el
elogio de personas como NA Nazarbaev, presidente de Kazajstá n; sidrero Frank Browning, autor de
Manzanas: La historia del fruto de la tentación ; el escritor Michael Pollan, autor de The Botany of Desire
; y Joan Morgan, coautor de El Libro de las Manzanas, que ha probado casi todas las variedades de
manzanas del mundo. Dzangaliev tambié n habı́a desempeñ ado un papel fundamental en la protecció n
de estas manzanas silvestres de la expansió n urbana de Almaty, la ciudad en expansió n de petró leo
má s grande de toda Asia Central.
Mientras que mi propio viaje a Almaty fue prá cticamente sin incidentes, pocos viajeros durante el
tiempo de Vavilov podı́an hacer esa a irmació n. En julio de 1929, Vavilov y su compañ ero de viaje en
ese momento, el botá nico MG Popov, partieron hacia los oasis agrı́colas en el desierto Taklimakan de
China, que yacı́a en la sombra de la lluvia del imponente rango Tian Shan, en la provincia de Xinjiang.
Esos oasis solo podı́an ser alcanzados desde Alma-Ata por una caravana de caballos, mulas y camellos
bactrianos, para la provincia de Xinjiang, entonces llamada Turkmenistá n chino, era en ese momento
tan remota como cualquier lugar en el continente euroasiá tico. En un momento dado, Vavilov y Popov
se separaron, y Popov sufrió un accidente que lo llevó al hospital; solo despué s supo có mo Vavilov casi
se habı́a ahogado al cruzar el rı́o Kyzyldarya. Como Vavilov grabó má s tarde en sus diarios, "Mi caballo
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cayó en un profundo agujero bajo el agua, [me sacó de la silla de montar] ... para llegar a la orilla del rı́o,
tuve que nadar con toda mi ropa, mientras arrastraba mi equipo. Mis instrumentos y posesiones -
incluido el baró metro anaeró ide, la cá mara y mis documentos de viaje- estaban todos muy dañ ados ".
En septiembre de 1929, cuando Vavilov atravesaba un paso de montañ a en el Zailijskei Alatau sobre
Alma-Ata, perdió dos caballos al cruzar un tramo helado del sendero. A la izquierda con una sola
montura má s, estaba ansioso por entregar este ú ltimo caballo con exceso de trabajo en Alma-Ata para
un respiro. Algú n tiempo en un vehı́culo motorizado le habı́a sido prometido por el profesor VA
Dubyanskiy, quien estaba allı́ esperá ndolo. Su plan era viajar juntos en coche a Jarkand, ahora conocido
como Pan ilova, y luego seguir su camino por cualquier medio disponible en la frontera con China.
Lo que Vavilov y Dubyanskiy no tuvieron en cuenta fue la curiosidad que tenı́an los kazajos sobre
cualquier explorador de plantas que vendrı́a a caballo desde Leningrado hasta su tierra natal. Pronto
se corrió la voz de que un gran cientı́ ico llamado Vavilov estaba llevando a cabo su expedició n, pero
habı́a perdido dos caballos y podrı́a necesitar nuevos montes. Esa palabra no tardó en llegar a un
propietario estable al borde de Alma-Ata, que decidió ofrecer a la expedició n algunos de sus mejores
corceles. El alistó al muchacho kazajo de quince añ os y medio llamado Aimak para ayudar a traer los
caballos al campamento de Vavilov.
Casi setenta añ os despué s, a la edad de noventa y dos añ os, Aimak Dzangaliev se habı́a encogido de la
igura alta y robusta que una vez le habı́a dado a la sidra Frank Browning un fuerte apretó n de manos;
cuando conocı́ al viejo, é l no era mucho má s grande que la mayorı́a de los adolescentes. Aú n ası́,
conservó una notable intensidad y energı́a, que atribuyó a comer varios tipos de manzanas silvestres
todos los dı́as. Esa intensidad era evidente cuando sus grandes ojos en forma de almendra se abrieron
de par en par y sus manos gesticularon salvajemente mientras é l contaba lo que habı́a sucedido
despué s del viaje de Vavilov a travé s de Kazajstá n.

Para su sorpresa, cuando Dzangaliev y el dueñ o del establo le ofrecieron los caballos a Vavilov, é ste
declinó corté smente, señ alando que Dubyanskiy les traı́a un vehı́culo de motor para que lo utilizaran
para un poco de exploració n local antes de partir hacia China. Entonces Vavilov miró al niñ o, y le
preguntó al dueñ o del establo si el joven Dzangaliev podı́a acompañ arlo por un dı́a mientras é l echaba
un vistazo a los bosques de manzanos silvestres cercanos que bordean las laderas sobre Alma-Ata.
Vavilov necesitaba alguien con é l que hablara el dialecto local de Kazakh y má s o menos conociera el
terreno. Aimak Dzangaliev sonrió mientras hablaba de su tiempo juntos: "Vavilov [visitó el campo
conmigo] y revisó todo alrededor de Almaty en solo un dı́a ... Dado su genio, su mente descubrió casi
todo [con respecto a la ecologı́a de las manzanas aquı́ ] ... "
Las propias notas de Vavilov, editadas para su inclusió n en Five Continents , relatan su lado de la
historia:
Alma-Ata literalmente signi ica "Padre de la Manzana". Los matorrales de manzanas silvestres se extienden en todas las
direcciones alrededor de la ciudad hasta las laderas de las montañ as, donde forman importantes bosques. En contraste con las
pequeñ as manzanas silvestres de las montañ as del Cá ucaso, las manzanas silvestres de Kazajstá n tienen frutos mucho má s
grandes, que di ieren apenas en calidad de las especies cultivadas.
Debido a que llegamos en septiembre de 1929, pudimos examinar las manzanas mientras alcanzaban la madurez. Pudimos
ver con nuestros propios ojos que este notable sitio no era menos que un centro de origen para la manzana, ya que las formas
domesticadas no se ubicaban por encima de las que crecı́an espontá neamente en calidad. De hecho, era bastante difı́cil incluso
distinguir las manzanas verdaderamente silvestres de las que se habı́an cultivado. Algunos de los ecotipos silvestres en estos
bosques eran tan buenos con respecto a su calidad y tamañ o que podrı́an haberse tomado directamente de un huerto aquı́ sin
que nadie supiera la diferencia ... Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los huertos aquı́ ya incluyen algunos de los cultivares
europeos má s inos, grandes y sabrosos, entre los que destaca el famoso Apport [o Constantine] manzana.

" Se dio cuenta de todo ", repitió Aimak Dzangaliev, como si toda su propia investigació n durante el
siguiente medio siglo hubiera sido anticipada por las notas de Vavilov desde poco má s de un dı́a en el
campo. Continuó , recordando su reunió n muchas dé cadas antes: "Habı́a rechazado nuestros caballos,
pero antes de ir a Jarkand, se dedicó a nuestras manzanas ... Se convirtió en mi sueñ o estar con este
hombre culto, con esta mente. Como persona, generalmente estoy tranquilo y tengo el control de mı́

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mismo, pero esta vez, estaba inspirado. ¿Por qué , me pregunté , nuestros manzanos silvestres atrajeron
la atenció n de semejante genio?
La respuesta de Dzangaliev a su propia pregunta lo puso en una trayectoria que dominó las pró ximas
siete dé cadas de su vida. Si un erudito de Leningrado de fama mundial arriesgara su vida para ver los
bosques de manzanos silvestres de Kazajstá n, ¿no eran esos bosques dignos de una mayor atenció n
por parte de los propios kazajos? A los quince añ os, Dzangaliev aspiraba a obtener la educació n
su iciente para poder estudiar con Vavilov, y luego regresar a Kazajstá n para estudiar las frutas
silvestres allı́ como lo habrı́a hecho Vavilov. Dentro de otra dé cada, Dzangaliev habı́a llegado a
Leningrado para estudiar tanto con Vavilov como con su colaborador má s destacado, PA Zhukovsky,
quien continuó la investigació n del equipo de Vavilov sobre los orı́genes geográ icos de los cultivos.
Durante los tres añ os de los estudios de Dzangaliev que coincidieron con el mandato de Vavilov en
Leningrado, el cientı́ ico principal luchaba por la supervivencia de su instituto, pero todavı́a daba
conferencias perió dicamente a todo el cuerpo estudiantil y la facultad. De acuerdo con Dzangaliev,
Fue en un gran auditorio donde Vavilov ofreció sus conferencias a la universidad ... Los estudiantes estaban tan ansiosos por
estos eventos que rá pidamente llenaron todos los asientos en el pasillo, sin dejar opció n a los que llegaron tarde, sino que se
sentaron en las escaleras. Durante esos añ os, escuché a Vavilov presentar sus ideas varias veces, e incluso se armó de valor para
hacerle algunas preguntas, a las que respondió con tolerancia y gracia, para que todos pudié ramos entender sus explicaciones ...
" No solo era hermoso por dentro sino tambié n por fuera", recordó sombrı́amente Dzangaliev, cruzando las manos sobre la
mesa. El mismo estaba simplemente vestido, con una camisa oscura y pantalones negros. "Vavilov usarı́a hermosos chalecos, y
era tan elegante en sus gestos y su habla. Para mı́, Vavilov era como un zar, o tal vez, como un Dios. Me dediqué a seguir su
camino de hacer este trabajo, aunque bajo condiciones diferentes a las que é l mismo trabajó ".
En ese momento, la capacidad de Vavilov para el trabajo de campo era legendaria entre los
estudiantes de agricultura. En sus rutas a travé s de Kazajstá n y China occidental, Vavilov y Popov
habı́an recogido y anotado alrededor de quinientas muestras de semillas, tomado algunas miles de
fotos y evaluado la amplia gama de condiciones ambientales en las que se desarrollaba la agricultura
contemporá nea. Tambié n visitaron sitios prehistó ricos que habı́an sido tentativamente vinculados a
los orı́genes de la agricultura en la regió n, consultando con los arqueó logos sobre los restos de semillas
encontrados allı́. Extrapolando de tales encuestas en una variedad de lugares, y entre una diversidad
de grupos é tnicos de Asia Central, Vavilov intentó ubicar a la regió n en un contexto evolutivo y
agroecoló gico má s amplio:
Las numerosas condiciones ambientales que se encuentran en esas regiones montañ osas, cada una aislada por barreras
geográ icas, generan la diversi icació n de las variedades de cultivos en diferentes entornos agrı́colas. Hablando en té rminos
generales, [gran parte de] Asia continú a funcionando como un laboratorio viviente donde uno puede ver los procesos evolutivos
que se desarrollan ante nuestros propios ojos; por lo tanto, es posible rastrear algunas de las civilizaciones agrı́colas má s
antiguas hasta sus raı́ces ... Como se ve a travé s del registro arqueoló gico y los archivos histó ricos ... las culturas de las montañ as
se han separado unas de otras en té rminos de sus idiomas, há bitos y adaptaciones geográ icas especı́ icas, brindá ndonos una
base desde la cual podemos reconstruir las diversas etapas en el proceso de evolució n de los cultivos para aquellos cultivos que
aú n persisten en Asia.

Cuando Vavilov regresó a Leningrado en noviembre de 1929, trabajó durante otro añ o y medio en
una monografı́a titulada Los parientes salvajes de los árboles frutales de la parte asiática de la URSS y el
Cáucaso, y el problema del origen de los árboles frutales.. Tres cuartos de siglo despué s, el profesor
Dzangaliev; su esposa, Tatiana Salova; y su amigo PM Turekhanova completó la secuela moderna de la
encuesta Vavilov de Asia Central. En é l, concluyeron que dentro de la lora de Kazajstá n de 6.000
especies, hay al menos 157 especies que son precursores directos o parientes silvestres cercanos de
cultivos domesticados. Descubrieron que el 90 por ciento de todas las frutas cultivadas de las zonas
templadas del mundo tenı́an parientes silvestres o antepasados encontrados histó ricamente en los
bosques de Kazajstá n, lo que con irma el estado de los bosques, primero sugerido por Vavilov, como
centro de origen de muchos de los principales cultivos frutales del planeta . De acuerdo con Frank
Browning,
Encerrados en los có digos gené ticos [de las manzanas en los antiguos bosques asiá ticos] está n las posibilidades aú n no
exploradas de lo que podrı́a ser una manzana: manzanas resistentes a las podredumbres, las plagas y los insectos. Manzanas no

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afectadas por heladas de muerte profunda. Manzanas de sabores tentadores y desconocidos. Manzanas que poseen profundos y
ricos taninos de piel y sensaciones frescas de hormigueo que podrı́an ser la base de nuevos vinos y sidras sin probar.

Vavilov descubrió que los bosques de manzanas de Kazajstá n evocaban el Jardı́n del Paraı́so. Tambié n
sabı́a las imá genes del bosque encontradas en Dante, porque una vez escribió a su segunda esposa,
Lyonchka, que "a mitad del camino de la vida, me desvié hacia un bosque oscuro, un bosque denso ..."
Cuando entré por primera vez en esos bosques con uno de los compañ eros de trabajo del Dr.
Dzangaliev, tuve que pellizcarme. En lugar de robles, hayas, á lamos o pinos, á rboles de dé cadas
sembradas de manzanas y peras completamente maduras nos rodeaban. Está bamos apenas a una hora
má s allá de los lı́mites de la ciudad de Almaty y habı́amos atravesado docenas de huertos frutales
comerciales en las crestas inferiores que bordeaban el valle antes de entrar en estos bosques
semicamados de pendiente pronunciada. Nuestro conductor nos llevó por un camino de ripio que
cruzaba un pequeñ o arroyo, y llegamos a una puerta cerrada por la que solo vehı́culos militares podı́an
pasar hacia la frontera con China.
Allı́, en medio de los otros á rboles, habı́a una desconcertante variedad de á rboles y arbustos con
manzanas, todos ellos pertenecientes a la especie nativa Malus sieversii , que Aimak Dzangaliev y
Tatiana Salova no solo habı́an investigado sino que habı́an comido dı́a tras dı́a durante dé cadas. Tatiana
todavı́a se maravilla de la diversidad de formas que se pueden encontrar en un solo há bitat:
Mı́ralos: hay manzanas del tamañ o de un gran má rmol a la de una pequeñ a ciruela; algunos son muy brillantes, otros son algo
aburridos; sus pieles pueden ser de color rojo, amarillo verdoso o rojo moteado ... No es de extrañ ar que cuando Vavilov vino a
Kazajistá n para ver las plantas estaba tan asombrado. En ningú n otro lugar del mundo las manzanas crecen como un bosque.
Esa es una de las razones por las que a irmó que es probablemente donde nació la manzana, este fue su lugar de nacimiento.
Dentro del rango de Malus sieversiien esta regió n de Kazajstá n, Dzangaliev y Salova han catalogado
má s de cincuenta y seis formas nativas de manzanas, veintisé is de las cuales podrı́an compararse con
ecotipos silvestres, y otras treinta son hı́bridas naturales o antiguas semi domesticadas. Algunos se
encuentran en los bordes salvajes restantes de extensos valles que han sido plantados
intencionalmente con cultivares europeos de manzanas domesticadas. Tatiana Salova encuentra esto
preocupante, porque la balanza se ha inclinado, con el há bitat de manzanas silvestres en declive y las
plantaciones de manzanas domesticadas que aumentan en el á rea: "Solo aquı́ podemos cruzar á rboles
cultivados y salvajes, pero la gran cantidad de á rboles cultivados ahora inunda la naturaleza restos. El
Dr. Dzangaliev y yo estamos muy preocupados de que quedan pocos lugares donde los á rboles
silvestres crecen hoy en dı́a sin estar rodeados de á rboles cultivados ".
Algunos de los á rboles silvestres se han perdido debido a la expansió n de los manzanos comerciales,
pero la mayorı́a ha encontrado su espacio usurpado por la expansió n urbana, con muchos lugares que
anteriormente ofrecı́an las condiciones ideales para el crecimiento de los manzanos ahora
pavimentados o construidos. De una serie de mapas de bosques de manzanas que Dzangaliev, Salova y
sus colegas han elaborado durante las cinco dé cadas, está claro que entre el 70 y el 80 por ciento de los
bosques de manzanos en las montañ as que rodean Almaty se han perdido desde 1960. En ese
momento , la població n humana de Almaty era aproximadamente 456,000, pero para el añ o 2000, se
habı́a má s que duplicado, alcanzando 1,140,000 habitantes. Desde 1964, el á rea terrestre en uso
residencial de alta densidad dentro de la regió n Metro Almaty ha aumentado 125 por ciento, con
condominios y grandes hoteles invadiendo tierras anteriormente bordeadas de plantaciones de
manzanos. Aunque Vavilov escribió una vez sobre Almaty que "en toda la ciudad, se podı́a ver una gran
extensió n de manzanas cubriendo las estribaciones", Dzangaliev tenı́a en su mente una visió n de
cuá nto de esa gran extensió n se habı́a marchitado.
" Fue su icientemente malo que un milló n de manzanos silvestres desaparecieran durante la guerra",
dijo sombrı́amente Dzangaliev, re irié ndose a la Segunda Guerra Mundial, cuando é l mismo perdió
varios dedos de los pies por congelació n. Suspiró y continuó , retorciendo sus largas y hermosas manos:
En la frontera con China, cerca de Jungar, el gobierno sovié tico usó las manzanas para hacer vodka y mermelada, pero luego
destruyó todos los á rboles y los quemó como leñ a. Como kazajos hoy, estamos al borde de otro abismo de pé rdida gené tica
entre nuestras manzanas. Es por eso que escribı́ un informe a la Comisió n de Medio Ambiente de Kazajstá n, señ alando que
menos del treinta por ciento de los rodales originales de manzanas permanecen, y otros se perderá n si no hacemos nada para
protegerlos. Indiscutiblemente les pregunto: ¿quieres destruir el á rbol que se muestra en el emblema nacional de Kazajstá n?

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Pero en lugar de aceptar esas pé rdidas y asumir que proteger los restos de los bosques es su iciente,
Dzangaliev tiene otro futuro en mente para las manzanas de Kazajstá n. El ha propuesto la restauració n
de bosques en los mejores há bitats restantes, empleando unos veintisiete clones de manzanas
silvestres seleccionadas que serı́an trasplantadas de nuevo a nichos seleccionados que se ajusten a sus
necesidades ecoló gicas. Pero tambié n está colocando a estos veintisiete clones en la vı́a rá pida para la
producció n comercial, asumiendo que la mayorı́a de los kazajos nunca respetará completamente el rico
legado gené tico de las manzanas kazajas si no obtienen algú n ingreso y bene icios para la salud de
ellos: "En un punto, di un paso atrá s, y me pregunté qué harı́a Vavilov con estas manzanas si estuviera
vivo hoy. Y ası́, en memoria del Dr. Vavilov,
Es un enfoque sorprendente vincular la conservació n de las manzanas con la salud y el bienestar
econó mico de las comunidades humanas en su centro de origen y diversidad. En esencia, Dzangaliev
está pasando por altoel conjunto gené tico reducido de manzanas domesticadas, y la selecció n de las
manzanas silvestres y semi-gestionadas má s deliciosas y nutritivas para el cultivo futuro, la
hibridació n natural y la selecció n. "Si quieres buenas manzanas en tu mesa", sonrió , golpeando la mesa
frente a é l, "tenemos que volver a las mejores caracterı́sticas en las manzanas silvestres, las que son
má s saludables para los humanos. Un cultivar generalizado como Golden Delicious simplemente no es
tan bueno; no tiene un buen valor nutricional ni mucha resistencia a las enfermedades ... No solo
tenemos que hacer un mejor trabajo de gené tica de plantas en estas manzanas, sino que tenemos que
luchar contra [reiterar] los errores de la historia ".
Dado su estatus como novagenario, fue un poco sorprendente ver cuá n ansioso está Aimak
Dzangaliev por ver que algunas de estas manzanas silvestres contribuyen una vez má s a la seguridad
alimentaria de su paı́s. Tal vez sea porque recuerda dolorosamente el duro clima invernal de 1955, que
mató a má s de ocho mil hectá reas de á rboles frutales de Kazajstá n; y é l sabe por sus propias
observaciones que una mezcla de ecotipos de manzana silvestre puede resistir mejor el estré s asociado
con un clima variable que algunos cultivares grandes.
" Es por eso que le pido al gobierno kazajo má s dinero para que la producció n de estas manzanas
avance rá pidamente antes de morir", dijo. En una estació n de campo que ayudó a establecer en 1959,
debajo de Jungar Alatau, é l espera aumentar la regeneració n de la plantació n de manzanas silvestres
en lo que ya se ha convertido en el vivero má s grande de Kazajstá n. Tambié n ha propuesto una serie de
bosques protegidos de dos a tres kiló metros cuadrados como reservas de manzanas silvestres que se
colocará n estraté gicamente alrededor de la ciudad de Almaty. Cuando mencioné que su visió n parecı́a
bastante ambiciosa, el rostro del Dr. Dzangaliev repentinamente estalló en una amplia sonrisa.
" Tengo esta broma con mi esposa, Tatiana. Decimos que cuando vaya al cielo para ver qué sucede
despué s de que muera, San Pedro se encontrará conmigo en las puertas y me preguntará qué he hecho
durante mi tiempo en la Tierra, que fue lo su icientemente bueno para permitir mi paso al cielo.
Contestaré que creé veintisiete variedades nuevas de manzanas silvestres, y con mi esposa, ayudé a
crear catorce nuevas variedades de albaricoques. San Pedro se quedará ató nito y me preguntará
cuá ntos millones de personas ya se los comieron ...
"' Todavı́a ninguna, realmente', responderé , tratando de explicarle que tal investigació n lleva tiempo
para dar sus frutos.
"' Bueno, a menos que la gente comience a comer tus manzanas muy pronto', me dirá San Pedro. 'Irá s
al In ierno'.
" Y es por causa de San Pedro", dijo Aimak Dzangaliev, riendo, "que estoy ansioso por que mi pueblo
coma las manzanas de Kazajistá n una vez má s".
Cuando el Dr. Dzangaliev nos dejó en un taxi para regresar a casa a travé s de la loreciente ciudad, me
quedé con una imagen iró nica. Me imaginaba a este anciano de entramado minú sculo recorriendo un
barrio tras otro del vecindario donde una vez crecieron las manzanas silvestres, encontrando
condominios y edi icios de apartamentos ocupando su lugar. El olor de estos barrios que lotaba a
travé s del aire nocturno ya no era el de las manzanas y peras maduras, sino el de aceite de motor. Una
ciudad que se enorgullecı́a de ser "la patria de las manzanas" habı́a crecido tanto que literalmente
estaba exprimiendo algunas variedades de manzanas silvestres.

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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

En Kazajstá n, como en muchos otros paı́ses del mundo en rá pida urbanizació n, las tierras de cultivo
se pierden permanentemente en subdivisiones, centros comerciales e intercambios de autopistas,
mientras que los há bitats silvestres restantes se cortan en piezas cada vez má s pequeñ as, incapaces de
mantener la fauna que poliniza las lores o dispersa las frutas. Esta tendencia habrı́a molestado a
Vavilov, porque ya habı́a comenzado a notar la erosió n gené tica resultante durante su vida. Y sin
embargo, una rama de la ciencia se desarrolló desde la ecología de reconciliación de la era de Vavilov-
está intentando determinar los medios má s exitosos para mantener estos á rboles, sus polinizadores y
sus dispersores de fruta en medio de nosotros. Los ecologistas de la reconciliació n no está n contentos
con dejar a las generaciones futuras algunos bosques disfuncionales como piezas de museo del tamañ o
de sellos postales, sino que está n trabajando para garantizar que dichos há bitats permanezcan sanos y
sus poblaciones silvestres sean viables. Los esfuerzos de Dzangaliev para mantener a lote las islas de
há bitat de manzana en el mar urbano de Almaty son loables, pero tomará el trabajo adicional de otra
generació n de ecologistas kazajos mantener la red de relaciones ecoló gicas que rodea a estos
manzanos completamente funcional.

CAPÍTULO NUEVE

Redescubriendo América y Sobreviviendo al Cubo de Polvo: El Suroeste de


los Estados Unidos
reA pesar de los peligros polı́ticos inherentes a las relaciones entre los comunistas rusos y los
capitalistas estadounidenses, Nikolay Vavilov, a lo largo de su carrera, se habı́a hecho muy amigo de
varios cientı́ icos estadounidenses, entre ellos Harry Harlan y Homer Shantz. Durante varios añ os,
supervisó y visitó ocasionalmente un equipo de o icina en la ciudad de Nueva York que habı́a
comprado miles de paquetes de semillas disponibles comercialmente de unas dos docenas de viveros
estadounidenses y catá logos de vegetales para su envı́o, almacenamiento, evaluació n y uso en la Unió n
Sovié tica. Unió n. En 1930, un añ o despué s de su viaje a Kazajistá n y dos añ os despué s de haber
intentado sin é xito renunciar como administrador para dedicar tiempo completo a la investigació n de
campo y la escritura, Vavilov estaba listo para otra visita a los Estados Unidos. No solo querı́a ver a los
cientı́ icos estadounidenses que previamente habı́a hospedado en su propia casa, sino que estaba
ansioso por visitar lo que é l creı́a que eran los ú ltimos vestigios de tradiciones agrı́colas antiguas que
salieron del norte de Mé xico. Al mismo tiempo, abandonaba Leningrado justo cuando la colectivizació n
de Stalin de las tierras agrı́colas y el trabajo se promocionaba como "la gran ruptura con el pasado".
Los estadounidenses capitalistas estaban ansiosos por escuchar lo que el propio Vavilov pensaba sobre
la Gran Brecha, que la burocracia sovié tica reclamado traerı́a un aumento del 35 por ciento en los
rendimientos de grano a su paı́s. (Poco sabı́an que dentro de cuatro añ os, la Gran Brecha conducirı́a a
una Gran Hambruna, una que mató al menos a cinco millones y debilitó a decenas de millones en el
campo de la Unió n Sovié tica). pero estaba ansioso por visitar lo que é l creı́a que eran los ú ltimos
vestigios de tradiciones agrı́colas antiguas que quedaron al norte de Mé xico. Al mismo tiempo,
abandonaba Leningrado justo cuando la colectivizació n de Stalin de las tierras agrı́colas y el trabajo se
promocionaba como "la gran ruptura con el pasado". Los estadounidenses capitalistas estaban
ansiosos por escuchar lo que el propio Vavilov pensaba sobre la Gran Brecha, que la burocracia
sovié tica reclamado traerı́a un aumento del 35 por ciento en los rendimientos de grano a su paı́s. (Poco
sabı́an que dentro de cuatro añ os, la Gran Brecha conducirı́a a una Gran Hambruna, una que mató al
menos a cinco millones y debilitó a decenas de millones en el campo de la Unió n Sovié tica). pero estaba
ansioso por visitar lo que é l creı́a que eran los ú ltimos vestigios de tradiciones agrı́colas antiguas que
quedaron al norte de Mé xico. Al mismo tiempo, abandonaba Leningrado justo cuando la colectivizació n
de Stalin de las tierras agrı́colas y el trabajo se promocionaba como "la gran ruptura con el pasado".
Los estadounidenses capitalistas estaban ansiosos por escuchar lo que el propio Vavilov pensaba sobre
la Gran Brecha, que la burocracia sovié tica reclamado traerı́a un aumento del 35 por ciento en los
rendimientos de grano a su paı́s. (Poco sabı́an que dentro de cuatro añ os, la Gran Brecha conducirı́a a
una Gran Hambruna, una que mató al menos a cinco millones y debilitó a decenas de millones en el
campo de la Unió n Sovié tica). La colectivizació n de las tierras agrı́colas y el trabajo se promocionaba
como "la gran ruptura con el pasado". Los capitalistas estadounidenses estaban ansiosos por escuchar
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lo que el propio Vavilov pensaba sobre la Gran Brecha, que segú n la burocracia sovié tica producirı́a un
aumento del 35 por ciento en los rendimientos de grano. su paı́s. (Poco sabı́an que dentro de cuatro
añ os, la Gran Brecha conducirı́a a una Gran Hambruna, una que mató al menos a cinco millones y
debilitó a decenas de millones en el campo de la Unió n Sovié tica). La colectivizació n de las tierras
agrı́colas y el trabajo se promocionaba como "la gran ruptura con el pasado". Los capitalistas
estadounidenses estaban ansiosos por escuchar lo que el propio Vavilov pensaba sobre la Gran Brecha,
que segú n la burocracia sovié tica producirı́a un aumento del 35 por ciento en los rendimientos de
grano. su paı́s. (Poco sabı́an que dentro de cuatro añ os, la Gran Brecha conducirı́a a una Gran
Hambruna, una que mató al menos a cinco millones y debilitó a decenas de millones en el campo de la
Unió n Sovié tica).
El 6 de octubre de 1930, Vavilov creó algo de revuelo en lo que entonces era la pequeñ a ciudad en el
desierto de Tucson, Arizona, cuando dio una conferencia en una sala abarrotada en el Auditorio de la
Biblioteca de la Universidad de Arizona. Aunque muchos en la audiencia descon iaban de los rusos y de
la difusió n de su peculiar forma de socialismo, tambié n sabı́an que Vavilov era el invitado o icial del
presidente de la universidad, el Dr. Homer Leroy Shantz, quien, como Vavilov, habı́a pasado añ os
estudiando la lora y vegetació n de Africa. Vavilov, vestido impecablemente con un traje negro, se sentó
en silencio mientras el presidente Shantz lo recibı́a en Arizona. Despué s de la lorecida presentació n de
Shantz sobre el trabajo de su colega ruso, Vavilov subió al podio y comenzó a hablar en ruso,
presentando su tema, "Los orı́genes de las plantas cultivadas". "Ashe vio que los ojos se movı́an en la
audiencia, ya que algunos de los presentes ciertamente asumieron que no era lo su icientemente luido
como para presentar su conferencia en inglé s, pasó rá pidamente de ruso al persa al francé s, al alemá n,
al italiano y, inalmente, al inglé s, repitiendo el tı́tulo de su conferencia en cada idioma. Habló con un
acento britá nico nı́tido pero no abrumador por el resto de la noche, asombrando a la multitud, no solo
con su extenso vocabulario té cnico y verná culo, sino tambié n con su mundanalidad, humor e ideas
intelectuales.
Quizá s aú n má s inquietante fue que Vavilov no trató a los Estados Unidos como el centro del universo
erudito, ni como el principal granero del mundo. "Es realmente hora de comenzar el descubrimiento de
Amé rica", anunció ceremoniosamente unos minutos despué s de su conferencia. Se estaba re iriendo a
las numerosas especies de alimentos no descritas y totalmente descuidadas que crecı́an justo en la
puerta trasera de la pequeñ a universidad de concesió n de tierras que lo estaba hospedando.
"¿ Un ruso tiene el descaro de venir a nuestro paı́s y declararlo no descubierto?", Le ha susurrado má s
de un escé ptico a la persona sentada a su lado. Qué es lo que aú n no se ha descubierto aquı́, se
preguntaron.

Vavilov procedió a argumentar que los estadounidenses deberı́an estar agradecidos a los agricultores
de los paı́ses en desarrollo, de los cuales la mayorı́a de los cultivos alimenticios se derivan en ú ltima
instancia. Ofreció el ejemplo de Abyssinia, donde tanto é l como Homer Shantz habı́an viajado mucho
despué s de haber sido amparado por Haile Selassie: "El mundo tiene una gran deuda con Abisinia",
declaró Vavilov. "A pesar de que es uno de los paı́ses má s pequeñ os, es el hogar de la gran mayorı́a de
todas las especies de trigo".
Luego pasó a describir có mo la mayorı́a de los cultivos de los que la humanidad dependı́a para la
seguridad alimentaria en el siglo XX se domesticaron antiguamente en solo seis regiones en los cinco
continentes. Tres cuartas partes de las plantas cultivadas en los Estados Unidos hoy en dı́a, recordó a
su audiencia, tenı́an sus orı́genes en Africa, Asia y Europa. Se habı́a esforzado por encontrar las
regiones particulares a partir de las cuales se originaron esos cultivos, señ alando que "las plantas
tienen una predilecció n de inida por ciertas localidades o regiones geográ icas, de modo que sus
orı́genes pueden rastrearse fá cilmente".
Bueno, entonces, los escé pticos pueden haberse preguntado, ¿cuá l de los principales cultivos
alimentarios del mundo se originó en Amé rica del Norte? En realidad, muy pocos han sido
documentados, Vavilov sin duda respondió , mirando al presidente Shantz, quien estuvo de acuerdo,
asintiendo. Pero eso no signi icaba que Estados Unidos careciera de sus propios cultivos domesticados
o que estuviera empobrecido en su abundancia de plantas comestibles nativas. Justo ese dı́a, el

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presidente Shantz acompañ ó a Vavilov al pueblo de Sells, Arizona, de Tohono O'odham, donde habı́a
visto el frijol tepary nativo y otra planta del desierto que creı́a haber sido domesticada en Arizona.
¿Qué planta podrı́a ser eso ?, se preguntaban los cientı́ icos agrı́colas en la sala.
" Es la garra del diablo, o martynia", dijo, e hizo un gesto al presidente Shantz para que le trajera una
cadena de las vainas de forma extrañ a de la planta que hoy llamamos variedad Proboscidea parvi lora
hohokamiana . La multitud observó el tamañ o de las "garras" en las vainas que Vavilov sostenı́a de su
brazo extendido como un mó vil: eran dos o tres veces má s grandes que las garras de las plantas
silvestres que crecı́an alrededor de Tucson. Vavilov fue antes de su tiempo en la identi icació n de la
garra del diablo como una cosecha ú nica de Amé rica del Norte; se ha documentado má s recientemente
que se cultiva entre má s de una docena de tribus indı́genas en Amé rica del Norte.
Vavilov tambié n habló de su interé s en el arroz silvestre, los girasoles, las alcachofas de Jerusalé n, los
tabacos, los amaranto y los ará ndanos, que ya eran reconocidos como contribuciones estadounidenses
ú nicas a la horticultura. Desde su visita anterior a los Estados Unidos, la lista de cultivos reconocidos
como domesticados en Amé rica del Norte habı́a crecido para incluir maypops y may-grass, summits y
chenopods, little cebada y panicgrass sonorense, ciruelas Chickasaw y ará ndanos lowbush, entre otros.
Sin embargo, pocos estadounidenses de la é poca podı́an nombrar tales cultivos, y muchos menos
habı́an cultivado jardines o cocinado con esos cultı́genos.
El medio má s fá cil para hacer que los estadounidenses prestasen atenció n a sus riquezas botá nicas,
supuso Vavilov, era hacerlos celosos de los avances que los rusos estaban haciendo en la investigació n
y la utilizació n de sus propios tesoros escondidos. Compartió las ú ltimas noticias de su camarada
Sergey Bukasov, quien se habı́a encontrado con varias especies de papas semi domesticadas en los
paı́ses latinoamericanos al sur de Arizona. Vavilov señ aló con valentı́a que su instituto estaba
interesado en obtener tubé rculos de dos especies de papa silvestre que crecı́an en los bordes de los
campos agrı́colas en Arizona y Nuevo Mé xico: "Con respecto a la [diversidad] de la papa, mi instituto ha
abierto un mundo completamente nuevo". a irmó . "Ha demostrado que hay muchas especies
'intocadas' en Mé xico y Amé rica del Sur". Luego repitió su dramá tica llamada: "Es realmente hora de
comenzar el descubrimiento de Amé rica".
En este momento, pocos en la audiencia lo dudaron má s.
Despué s de la conferencia de Vavilov en Tucson, el Dr. Shantz lo acompañ ó en un viaje al norte, con el
destino inal del Desierto Pintado, donde los cultivadores Navajo y Hopi dominaron la agricultura de
secano y la jardinerı́a en terraza. Primero llegaron desde Tucson, al otro lado del rı́o Gila, y en el Valle
del Sol, donde Phoenix era en ese momento un oasis arti icialmente exuberante lleno de cı́tricos,
palmeras datileras, algodó n y vacas lecheras. Vavilov estaba intrigado por las posibilidades econó micas
del gigantesco cactus saguaro, pero Shantz le advirtió que su crecimiento era demasiado lento para
convertirse en una cosecha cultivada. Vavilov debe haber desestimado la advertencia, explicando que la
Unió n Sovié tica tenı́a la paciencia para asumir tales proyectos a largo plazo y que ya habı́a logrado
algunos resultados positivos. Má s tarde, Shantz se quejó en su diario de que los sovié ticos tienen "una
capacidad maravillosa para confundir".plan con logro , y concluir que lo que se decretó ya se ha logrado
".
A medida que viajaban, se elevaron en elevació n a travé s de varias "zonas de vida", como Shantz y sus
colegas ecologistas llamaron a los diversos complejos de vegetació n asociados con diferentes
elevaciones. Pasaron por algunas hermosas praderas del desierto al sur de Ash Fork, Arizona;
brevemente se detuvo en el borde sur del Gran Cañ ó n; luego se apresuraron a atravesar el borde
occidental del Desierto Pintado para llegar a su alojamiento en la ciudad de Tuba, Arizona, justo antes
del atardecer. Allı́, en la rica luz dorada de un atardecer otoñ al, vislumbraron abundantes cosechas
traı́das por las familias Hopi y Navajo, a pesar de que la sequı́a del Dust Bowl comenzaba a afectar la
vegetació n silvestre circundante. A pesar de las escasas cosechas de piñ ó n y el mı́nimo forraje para las
ovejas de Navajo,

Al dı́a siguiente, Shantz presentó a Vavilov a los agricultores Hopi en Moenkopi, antes de viajar hacia
el oeste cincuenta millas a Hotevilla, una de las antiguas aldeas agrı́colas en las tres mesas Hopi.
Todavı́a no está claro si Vavilov recogió maı́z, frijol, garra del diablo, calabaza u otras semillas de los
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agricultores durante este breve viaje; el ú nico "maı́z indio" que anotó en sus diarios como que estaba
en su poder le fue dado en un viaje anterior y era de Wisconsin. Sin embargo, Vavilov y Shantz se
sorprendieron al ver que los frijoles tepary y los girasoles se cosechaban en los campos de dunas de
arena debajo de las mesas que no recibı́an má s humedad que la lluvia y la escorrentı́a. Vieron pilas de
maı́z azul apiladas contra los costados de las paredes de piedra; ellos tambié n ingresaron a un pikicasa,
donde las mujeres Hopi sirvieron un batido de harina de maı́z azul, agua y ceniza sobre una piedra al
rojo vivo, produciendo panes de obleas que recordaban tanto a Vavilov como a Shantz la enjera que
habı́an comido en Etiopı́a. Las culturas del Desierto Pintado las impresionaron tanto como el paisaje
mismo.
Al salir de las mesas Hopi y seguir el lavado Oraibi a travé s de las tierras Navajo hacia Winslow,
tambié n vieron los primeros signos de la sequı́a que prevalecerı́a a lo largo de la dé cada de 1930. Esa
sequı́a y la respuesta del gobierno de los EE. UU. Cambiarı́an para siempre las oportunidades
disponibles para que los Hopi y Navajo logren la seguridad alimentaria y la autosu iciencia. Ni Vavilov
ni Shantz pudieron darse cuenta entonces, pero los devastadores efectos ecoló gicos y socioeconó micos
de la sequı́a han afectado a los Hopi y Navajo hasta el dı́a de hoy.
Tratemos de imaginar los patrones de producció n y consumo de alimentos en las reservas Hopi y
Navajo en 1930. Las lluvias del verano habı́an empezado a fallar; ese añ o proporcionaron la mayorı́a de
las granjas secas con apenas humedad su iciente para producir un rendimiento en la caı́da igual a la
cantidad de semilla plantada en la primavera. Las plantas silvestres que generalmente abundaban
alrededor de manantiales y arroyos estaban siendo consumidas por ganado vacuno y ovino que no
tenı́a otros recursos de forraje para sustentarse. Algunos agricultores y pastores hopi y navajo habı́an
comenzado a buscar trabajo asalariado en la reserva, como artesanos y guı́as en los parques nacionales
cercanos.
Sin embargo, incluso en 1936, en el punto á lgido de la sequı́a, unos 2.799 hopis persistieron en
plantar los campos que Vavilov habı́a visitado, y continuaron plantando unos 5.916 acres de tierra.
Durante algunos de los añ os de sequı́a má s duros que los agricultores hopi enfrentaron, aú n lograron
cultivar casi 4 millones de libras de maı́z y 57,000 libras de frijoles, ademá s de cantidades
considerables de melones, sandı́as, calabazas, calabazas, melocotones, albaricoques, peras, manzanas,
uvas y otras verduras de jardı́n. Crecieron aproximadamente el 99 por ciento del maı́z que requerı́an
para su propio consumo de alimentos y produjeron má s frijoles de los que consumı́an. Vendieron sus
cosechas excedentes a sus vecinos, obteniendo má s ingresos de sus ventas de maı́z durante esos añ os
que de sus ventas de joyas y cesterı́a, o de su salvaje cosecha de nueces de piñ ó n.
Sus 1.949 vecinos navajos alrededor de la ciudad de Tuba cultivaron solo 1.313 acres en 1936, ya que
algunos de ellos eran pastores de ovejas migratorios. Sin embargo, aquellos que cultivaron lograron
aumentar 1,800,000 libras de maı́z y 1,300 libras de frijoles. Durante el apogeo de la sequı́a, cuando la
lluvia era menos del 90 por ciento del promedio, tambié n criaban heno, papas, melones, sandı́as,
calabazas, calabazas, melocotones, albaricoques, peras, manzanas, uvas y otras hortalizas. Recaudaron
el 96 por ciento del maı́z que necesitaban para el consumo domé stico, pero solo el 45 por ciento de los
frijoles consumidos por sus familias. Su compra anual de alimentos fue de aproximadamente $ 50 por
persona.
En 1940, la sequı́a disminuyó , pero la Segunda Guerra Mundial estalló , sacando a muchos de los
hombres Hopi y Navajo de sus hogares para convertirlos en soldados y "conversadores de có digos".
Incluso con algunos de sus hombres má s trabajadores a la guerra, las familias alrededor Tuba City
producı́a má s maı́z de lo que podı́an consumir, vendiendo un excedente de 6.200 libras de maı́z a los
comerciantes. Compraron solo $ 42 de alimentos per cá pita de los comerciantes, la mayorı́a de los
cuales (como el café y el azú car) se producı́an lejos de su regió n. En resumen, los Hopi y Navajo del
á rea de la ciudad de Tuba continuaron siendo autosu icientes en un 90 por ciento hasta el inicio de la
Segunda Guerra Mundial.

¿Có mo fue eso posible para las personas que vivı́an en un tramo del Desierto Pintado que recibió
menos de diez centı́metros de lluvia en un añ o promedio y mucho menos durante la é poca del Dust
Bowl? Lo que amortiguó a los hopi y los navajos del hambre durante la sequı́a fue una estrategia de

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subsistencia mixta que se basó en un conjunto diverso de cultivos adaptados a diferentes há bitats
agrı́colas. Aunque los campos de dunas de arena que vio Vavilov debajo de las mesetas de piedra caliza
eran los há bitats agrı́colas má s obvios, los hopi y los navajos tenı́an jardines termales alimentados por
manantiales escondidos en cañ ones en los "lados traseros" de las mesas. Tambié n anidaron "campos
de agua de inundació n" a lo largo de corrientes efı́meras, donde la escorrentı́a de aguas pluviales se
podı́a cosechar en la cuenca hidrográ ica circundante. Para cada uno de esos há bitats, tenı́an ecotipos
de cultivos inamente adaptados a las condiciones de humedad del suelo predominantes allı́; por
ejemplo,
En 1935, el etnobotá nico Alfred Whiting entrevistó a varios agricultores hopi cuyos campos y
jardines de Moenkopi se encuentran en las afueras de la ciudad de Tuba. Entre solo cinco familias,
Whiting descubrió que los siguientes cultivos todavı́a se cultivaban regularmente: amarillo, rojo, azul,
blanco, violeta, rosa, y moteado de harina y pedernal; kokoma respaldado por moradomaı́z; maı́z dulce;
frijoles blancos y grises; frijoles blancos y azules; granos de grasa; frijoles de pole; frijoles tepary
blancos; miseria; sandı́as; melones casaba; melones melones; melones de muselina; calabaza de
plá tano; cushaw squash; Hubbard squash; pepinos; cebollas; chiles; tomates; nabos; amaranto
colorante rojo; coles melocotones; peras; albaricoques; manzanas; uvas; y cerezas. Sin duda, tambié n
se cultivaron cultivos no comestibles como el tabaco, las calabazas y el heno. Aunque los Hopi ya
estaban obteniendo gran parte de sus semillas de hortalizas, plantas de cebollas y á rboles frutales de
viveros sin reserva, todavı́a cultivaban la mayorı́a de sus granos de maı́z, frijoles, chiles, calabazas,
melocotones y albaricoques de su propia semilla.
Cincuenta y cuatro añ os despué s, en 1989, con el permiso de la O icina de Hopi Lands, entrevisté a
descendientes de algunas de las mismas familias en Moenkopi que Whiting habı́a entrevistado,
mientras que mis amigos Daniela Soleri y David Cleveland entrevistaron a otras familias de
agricultores sobre los tres Mesas Hopi. Descubrı́ que los Hopi de Moenkopi cultivaban granos
amarillos, rojos, azules, blancos, rosados, moteados y granos de pedernal; maı́z de kokoma con
respaldo pú rpura; maı́z dulce; frijoles blancos y grises; frijoles de pole; frijoles tepary blancos; sandı́as;
melones casaba; melones melones; melones de muselina; cushaw squash; Hubbard squash; pepinos;
cebollas, chiles; tomates; amaranto colorante rojo; melocotones; albaricoques; manzanas; uvas; y
cerezas. Ademá s, y no notado por Whiting, estaban cultivando almendras, nueces, nueces, ciruelas,
zanahorias, melones y frijoles "podridos".
Cuando Daniela, David y yo discutimos las similitudes y diferencias entre las encuestas de Whiting y
la nuestra medio siglo despué s, podrı́amos articular algunos patrones prevalecientes. Como Daniela y
David escribieron má s tarde,
En general, los repertorios de cultivos de los agricultores Hopi todavı́a está n dominados por variedades Hopi tradicionales. Si
bien la experimentació n con nuevas variedades es constante, estos experimentos no parecen conducir al reemplazo directo de
las variedades locales. Esto es especialmente cierto entre los cultivos bá sicos ... Estos hallazgos sugieren que aquellos cultivos
que juegan un papel central en la estrategia de subsistencia Hopi [y la vida ceremonial] se mantienen a travé s de fuentes de
semillas en la reserva. En comparació n, los cultivos que son adiciones má s recientes al repertorio de cultivos Hopi tienen má s
probabilidades de obtenerse de fuentes no reservadas.
Puede presumir que esta comparació n de lapso de tiempo puede ser su iciente para decirle todo lo
que necesita saber sobre los cambios en la agrobiodiversidad entre los Hopi y Navajo desde la visita de
Vavilov. Pero en 1997 se extendió otra sequı́a a travé s del Desierto Pintado, y justo en ese momento, los
agricultores Hopi y Navajo se dieron cuenta de que muchos de sus manantiales perennes se estaban
secando. Era difı́cil discernir si los lujos de la primavera estaban disminuyendo debido a la sequı́a
solamente, debido al bombeo de aguas subterrá neas para las operaciones mineras de Peabody Energy
en Black Mesa sobre las aldeas Hopi, o debido a ambas. Sin embargo, está claro que durante los treinta
y cinco añ os que comenzaron en 1969, la compañ ı́a Peabody Energy extrajo anualmente 1.300
millones de galones del suelo para transportar lodo de carbó n 273 millas por tuberı́a a la estació n
generadora Mohave en Laughlin, Nevada. Hasta que las minas fueron cerradas en 2006, ese proceso
usó 4,400 acres-pie de agua por dı́a simplemente como un mecanismo de transporte, agotando el
Acuı́fero Navajo de agua que de otro modo habrı́a estado disponible para los manantiales artesianos
alrededor de las aldeas Navajo y Hopi. El efecto neto fue que cada vez menos campos y jardines

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alimentados por manantiales tenı́an su iciente agua de riego, incluso cuando la sequı́a disminuı́a la
lluvia y la escorrentı́a disponible para las dunas y los campos de llanuras aluviales.
Este agotamiento de los manantiales vivi icadores afectó profundamente a los ancianos y activistas
navajos y hopi, que cabildearon exitosamente por limitar el uso del agua del acuı́fero navajo por parte
de Peabody. "Cuando los ancianos Hopi dicen que el agua de Patuwaqats es vida, no es un cliché , sino
un hecho de la vida", explicó Leonard Selestewa, un agricultor de Moenkopi que anteriormente se
desempeñ ó como presidente de la organizació n sin ines de lucro Black Mesa Trust. "El agua no es un
producto para ser comprado, vendido o desperdiciado ... El agua es sagrada, especialmente en la regió n
de Black Mesa, donde el agua es clave para nuestra supervivencia".
En 2002, la capacidad disminuida para los navajos y los hopis de cultivar con el uso de agua de
manantial era dolorosamente evidente. Ese añ o, el Proyecto Hopi Pu'tavi colaboró con la Universidad
Estatal de Iowa en una encuesta de unos setenta y siete agricultores Hopi y Tewa en la reserva indı́gena
Hopi en Arizona. De los sesenta y cuatro granjeros todavı́a activos en las tres mesas y en Moenkopi,
casi el 60 por ciento admitió que ya no cultivaban su iciente maı́z para satisfacer las necesidades de su
familia. Aunque el Alto y el Bajo Moenkopi tenı́an un porcentaje relativamente alto de agricultores -el
83 por ciento- que cultivaban su iciente maı́z para nutrició n familiar y obligaciones ceremoniales, en
aldeas como Shungopovi y Tewa, menos de una cuarta parte de los agricultores ya eran autosu icientes.
Entre todos los agricultores Hopi y Tewa restantes, solo el 34 por ciento todavı́a cultivaba duraznos, 22
por ciento de albaricoques, 21 por ciento de manzanas, 12 por ciento de peras y 7 por ciento de uvas.
Todo ese conjunto de cultivos habı́a sido cultivado por casi todas las familias Hopi y Tewa. Cuando la
Coalició n Natwani de agricultores, educadores y activistas Hopi hizo otra encuesta de fuentes de
alimentos para el hogar en 2005, má s del 80 por ciento de los alimentos que se consumen en los
hogares se compraron en ciudades que no estaban reservadas.
En 2005, en el punto á lgido de la sequı́a que comenzó en 1996, Shawn Kelley y yo trabajá bamos
como voluntarios para la Coalició n Natwani, y mostramos a varios agricultores hopi la encuesta de
cultivos que Whiting habı́a realizado unos setenta añ os antes. Esperaron ansiosamente la encuesta y
ofrecieron informació n voluntaria sobre cuá les de las variedades cultivadas y las especies de cultivos
nombradas en Hopi todavı́a eran cultivadas por ellos y sus hombres del clan. De unas sesenta
variedades de variedades o especies de frutas, verduras, cereales y calabazas cultivadas
tradicionalmente por los Hopi en 1925, solo se podı́an encontrar treinta fá cilmente en los jardines,
campos y huertos de los hopis. Otros cultivos introducidos que nunca tuvieron nombres Hopi formales
-desde nabos hasta repollo y cacahuetes- tambié n habı́an desaparecido. En breve, solo el 47 por ciento
de las variedades productoras de alimentos cultivadas por los agricultores Hopi durante su é poca de
autosu iciencia alimentaria todavı́a se cultivaban y compartı́an entre ellos. Entre la visita de Vavilov y
la actualidad, los Hopi no solo han perdido la mayor parte de la vida de sus vidas, sino tambié n má s de
la mitad de su biodiversidad agrı́cola tradicional y la mayor parte de su capacidad para la seguridad
alimentaria local.
Lo llamativo de la lista de variedades Hopi que se han perdido o disminuido mucho desde la é poca de
Vavilov es que representan algunos de los cultivos má s sensibles a la sequı́a que requieren riego de
primavera en terrazas en lugar de secano para ser productivos. Los frijoles, frijoles aztecas, nabos,
coles, tomatillos, cilantro, algodó n, tabaco y cá rtamo se encuentran entre las especies o variedades
ahora ausentes de los Hopi, y anteriormente se cultivaban con irrigació n debajo de los manantiales.
Las terrazas alimentadas por manantiales que anteriormente adornaban las laderas debajo de cada
aldea de la mesa está n en gran parte en mal estado, o al menos en ninguna parte cerca de su antigua
grandeza. Se descubrió que los manantiales de Moenkopi estaban contaminados con benceno de un
garaje de Tuba City; la mayorı́a de los demá s permanecen relativamente libres de contaminació n pero
han sufrido lujos muy disminuidos.
Desde que comenzó la sequı́a actual en 1996, cada vez menos agricultores han estado plantando toda
la super icie de sus campos de cultivo seco debajo de las aldeas de la meseta. Si bien la sequı́a en sı́ no
es tan grave como en las dé cadas de 1930 y 1950, el cambio climá tico global ha generado una estació n
de crecimiento má s cá lida y prolongada en el Desierto Pintado, poniendo en riesgo la mayorı́a de los
cultivos debido a los dé icits de humedad. Cuando pasé de Second Mesa a Moenkopi en julio de 2007,
casi la mitad de los campos que vi se plantaron o ya habı́an perdido una proporció n signi icativa de sus
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plantas de semilleros debido a la depredació n de la vida silvestre. Las plantas restantes, especialmente
las de maı́z, mostraron los signos clá sicos de estré s por sequı́a: crecimiento retrasado y atro iado; un
á ngulo recto con las hojas que los hacı́a parecer casi espinosos; y descoloridos, tallos y hojas
"quemados".
Sin embargo, los cambios ambientales no son las ú nicas presiones en el sistema alimentario Hopi y
Navajo. Mientras que las entrevistas sugieren que casi el 12 por ciento de los agricultores hopi siguen
preocupados de que una sequı́a prolongada pueda interrumpir la continuidad de la agricultura para
sus hogares, el 22 por ciento estaba preocupado por la falta de interé s en la agricultura entre la
generació n má s joven. Me he preguntado si este cambio socioló gico, que ha afectado el futuro de la
agricultura en casi todos los paı́ses en desarrollo, era incluso insondable para Vavilov. Con tantos
adultos jó venes que optan por el trabajo asalariado en las ciudades cercanas o por trabajos del
gobierno, ¿quié n queda para mantener los campos de sus familias? Hoy, Estados Unidos educa a sus
jó venes rurales a aspirar a ser todo menos un granjero.
Por tales razones, la Coalició n Natwani se formó en 2004 para llevar de nuevo a los jó venes y adultos
jó venes a actividades que ayuden a renovar las tradiciones agrı́colas Hopi y Tewa alrededor de las
mesas. En la primera Cumbre de Comida Hopi de la organizació n, me sentı́ alentado al ver a cientos de
Hopi, literalmente, de ocho a ochenta añ os de edad, con la intenció n de revitalizar el sistema local de
comida Hopi. Desde entonces han renovado las antiguas terrazas y huertos en Wepo Springs, han
construido invernaderos para propagar á rboles frutales y verduras para ensalada, e injertado cientos
de podas de madera de vá stago de viejos á rboles frutales Hopi en rizomas robustos para luego
trasplantarlos a los huertos. Similar, un proyecto de prevenció n de la diabetes ha involucrado a cientos
de niñ os navajos y hopis en la atenció n de un "jardı́n de curació n" lleno de alimentos saludables y
plantas medicinales en los terrenos de la Clı́nica del Servicio de Salud Indı́gena en la ciudad de Tuba.
En el otoñ o de 2006, cientos de Navajo y Hopi asistieron a un Simposio de Alimentos Nativos celebrado
en Moenave, a ocho millas de la ciudad de Tuba, donde aú n lorecen los cultivos nativos e hispanos
como melocotones y amaranto.
En su conferencia de 1930 en Arizona, Vavilov amonestó a los estadounidenses por dejar "gran parte
de la biodiversidad agrı́cola de su paı́s" sin descubrir "y, en ú ltima instancia, desprotegida y vulnerable,
en el sentido de que en gran parte no fue reconocida ni subestimada. Iró nicamente, su breve visita al
suroeste de Estados Unidos le permitió visitar el lugar en los Estados Unidos donde se habı́a
documentado la mayor biodiversidad agrı́cola al norte de Mé xico, y donde esa diversidad contribuı́a
claramente a la seguridad alimentaria. Sin embargo, debido a que su valor permaneció subestimado, la
diversidad de cultivos y las fuentes de agua dulce que lo sustentaron cayeron en el abandono. Las
polı́ticas del gobierno han alentado a los navajos y los hopis a depender tanto de los recursos
alimenticios excedentes y baratos cultivados en otros lugares que han socavado sus propias
motivaciones culturales para mantener la autosu iciencia alimentaria.
Varios estudios han veri icado ahora que los alimentos importados que han reemplazado a los
cultivos nativos en su dieta contemporá nea son má s pobres en proteı́nas, minerales y ibra dieté tica,
pero está n llenos de grasas y azú cares. A lo largo de las dé cadas que los cultivos nativos han sido
reemplazados en la dieta por carbohidratos simples, má s y má s Hopi y Navajo han sido afectados por
diabetes, obesidad, cá ncer y enfermedades del corazó n de adultos. Con retraso, está n redescubriendo
que las mejores curas para esas enfermedades pueden ser las mismas cosechas que una vez crecieron
fuera de sus propias puertas traseras.
Ese patró n de aceleració n de la pé rdida de cultivos desde la Segunda Guerra Mundial -y de los
recientes intentos de recuperar los elementos anteriores de la diversidad alimentaria local- no es para
nada exclusivo de los Hopi, Navajo o, para el caso, para los pueblos indı́genas de Amé rica del Norte
como todo. En todo el continente, má s de mil semillas ú nicas, razas y poblaciones de alimentos
silvestres se han visto amenazadas o en peligro en el ú ltimo siglo, lo que ha reducido drá sticamente la
diversidad y la resiliencia incorporadas en los sistemas alimentarios estadounidenses. Sin embargo,
como la iniciativa Renewing America's Food Traditions ha documentado recientemente, no todo está
perdido; muchos esfuerzos exitosos para traer algunos de los alimentos histó ricos de vuelta a las
mesas en casas y restaurantes en todo el continente ya está n en marcha. Nuevamente es un momento
en que los estadounidenses descubren la riqueza de su propio continente,
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CAPÍTULO DIEZ

Bosques madereros y semillas perdidas: la Sierra Madre


" TLas á reas montañ osas de Amé rica Central y del Sur -las Cordilleras-, anunció Vavilov en 1925 a la
edad de treinta y ocho añ os, son de excepcional interé s para nosotros como centros de origen de
importancia mundial, fundamentales para comprender la evolució n de varias plantas importantes.
"Parece que esas regiones tambié n le interesaban personalmente, porque en una carta escrita ese
mismo añ o a Sergei Bukasov, expresó un poco de envidia de que su colega pudiera explorar Amé rica
Latina antes de que é l mismo tuviera la oportunidad de hacerlo. haz lo mismo: "Para mı́, Mé xico es un
paı́s de gran interé s: la historia de sus cultivos agrı́colas, la composició n de sus plantas cultivadas, los
complejos de maı́z, tabaco, plantas solaná ceas [tomate, papa y otras solaná ceas], frijoles y las calabazas
son nuevas para mı́. ¿Qué es lo que realmente representan? ¿Qué haces ?encontrar en los mercados de
las ciudades? ¿Tomas fotografı́as? … ¿Tienes un diario?"
Durante su visita a las Amé ricas en 1930, Vavilov cumplió su promesa de seguir la ruta anterior de
Bukasov hacia Amé rica Central, para sumergirse en algunas de las regiones má s remotas y
accidentadas de Mé xico y Guatemala. Despué s de un mes en Arizona y el sur de California, salió de
Estados Unidos el 30 de octubre rumbo a Ciudad de Mé xico, recorriendo la vertiente occidental de la
Sierra Madre durante gran parte del camino. A lo largo de esa ruta, vio docenas de especies de pinos,
robles y agaves creciendo sobre los acantilados volcá nicos, o cumbres , de las sierras. Probó docenas de
variedades de maı́z, que se comı́an directamente de la mazorca mientras maduraban en el campo, o se
remojaban y remojaban en lima para hacer un maı́z como el nixtamal para tamales, posoles o tortillas
gorditas.
Tal como lo habı́a hecho en otros continentes, Vavilov ofreció , a partir de sus viajes a las Amé ricas,
una letanı́a de nombres de cultivos endé micos apenas conocidos por la ciencia, y mucho menos
utilizados en otros rincones del mundo. Pero luego tomó un salto parecido al de Nureyev:
Las regiones montañosas son los principales centros de origen para los cultivos que he enumerado. Es allı́, como nuestra
investigació n ha demostrado, que una riqueza excepcional de variedades de cultivos se esconde ... [Todavı́a tenemos] la
oportunidad de descubrir una gran nueva "América" allí ... Me he dado la tarea de tratar de descubrir el á reas con la mayor
acumulació n de diversidad en variedades de cultivos nativas de Centro y Sudamé rica. El viaje a lo largo de las Cordilleras me ha
brindado la oportunidad de cumplir esta tarea, y ahora puedo identi icar con gran precisió n dó nde se encuentra esta diversidad
... [é nfasis agregado]
Fue en Mesoamé rica donde Vavilov identi icó un tramo de las cordilleras, la Sierra Madre Occidental,
como la madre de Amé rica de la biodiversidad alimentaria. Como las "Montañ as Madre" que corren
paralelas a la costa oeste de Mé xico, esta cordillera en particular forma la mayor parte de la divisió n
continental de la frontera de los EE. UU. Y Mé xico casi hasta el sur de Guatemala. Las crestas volcá nicas
de la Sierra Madre Occidental forman los bordes de media docena de cañ ones casi tan profundos y tan
largos como el Gran Cañ ó n del suroeste de los Estados Unidos; de los parches de palmeras tropicales
en el piso inferior de esas gargantas, puedes ver pinos muy por encima de ti en las orillas rocosas.
A lo largo de esos empinados gradientes, Vavilov elaboró por completo la hipó tesis de que habı́a
reprimido en el Pamir de Asia Central: que la heterogeneidad topográ ica encontrada en las regiones
montañ osas sirve para albergar niveles tan altos de diversidad bioló gica y cultural que fomentan el
origen, la evolució n, y divergencia de variedades de cultivos. Reconoció que los mismos factores
geográ icos que generan nuevas especies silvestres en las cordilleras, barreras fı́sicas impenetrables,
pendientes climá ticas pronunciadas y extrañ as yuxtaposiciones de suelos, tambié n promueven una
diversidad de variedades dentro de las mismas especies de cultivos. Esto es especialmente cierto
cuando el cultivo ha sido nutrido durante mucho tiempo por las comunidades indı́genas, como las
ubicadas en las profundidades de la Sierra Madre.
We now recognize that the mountains of western Mexico are part of a larger mosaic shaped from two
global centers of diversity, the more tropical Mesoamerican lowlands such as the palm-lined canyon
bottoms, and the more temperate and subtropical Madrean pine-oak woodlands found up on the
canyon rims. The former harbors an astonishing 17,000 plant species—18 percent of them endemic—
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plus 440 mammals and 1,120 birds. The pine-oak woodlands above harbor 5,300 species of plants—75
percent of them endemic—as well as 330 mammals and 525 birds. In Vavilov's time, there were few
inroads into the Sierra Madre to give biologists a chance to encounter so many species, let alone name
and map their distributions. The sheer ruggedness of the sierras and the poor transportation
infrastructure of his era hindered his efforts to delve deeply into that montane region, but he skirted its
edges in a number of places, using trains, cars, and pack mules to the best of his ability to gain an
overview of the habitat heterogeneity there.
La vida en cualquier paisaje de montañ a es mucho má s compleja de lo que inicialmente se ve. Una vez
que las semillas de una planta se dispersan en un cañ ó n o cuenca hidrográ ica remota, el terreno
accidentado que rodea el parche de plá ntulas las aı́sla de otras de su propia especie. El peculiar
microclima del nuevo há bitat, con sus bichos, aves y microbios concomitantes, impone nuevas
presiones de selecció n sobre la població n de plantas y, tarde o temprano, di iere de su població n
fuente. Sin embargo, las inundaciones perió dicas, tormentas de viento, incendios o deslizamientos de
tierra a veces traen otras semillas o polen de otras á reas, lo que permite que se produzca alguna
hibridació n con nuevas fuentes de genes. Este cambio recurrente entre aislamiento e hibridació n
engendra un proceso llamado evolución reticulada y hace que estos cañ ones sean un lugar ideal para la
especiació n y la diversi icació n.
Tales fenó menos son de interé s no solo para los biogeó grafos, sino tambié n, al menos
metafó ricamente, para los geó grafos culturales. Lingü istas como Joanna Nichols han articulado
recientemente otra razó n por la cual las regiones montañ osas de hoy en dı́a tienden a ser má s ricas que
otras regiones en cuanto a especies, variedades de cultivos e idiomas. En comparació n con extensas
llanuras y valles costeros, no son tan susceptibles inmediatamente a la rá pida colonizació n de nuevos
colonos, la dominació n imperialista, la homogenizació n é tnica y el monocultivo agronó mico. En otras
palabras, Vavilov indudablemente encontrarı́a semillas en la Sierra Madre que ya se habı́an perdido de
los valles y llanuras má s accesibles debajo de ellas.
Mientras atravesaba los puentes que abarcaban las magnı́ icas barrancas subtropicales de abajo,
Vavilov miró con los ojos muy abiertos el caos de las palmeras silvestres, las enredaderas de los frijoles
y los higos estranguladores, ası́ como el pariente má s cercano del maı́z, el teosinte. Visitó granjas
aisladas de ranchería y mercados de verduras multiculturales. Tambié n caminó a lo largo de los
antiguos senderos entre las milpas de cultivadores indı́genas, que sembraron sus semillas en las
fé rtiles llanuras aluviales que bordeaban los furiosos rı́os que se extendı́an hacia la costa del Pacı́ ico
de Mé xico. Le ofrecieron tragos de su cerveza de maı́z o mezcal parecido al tequila, vertié ndole taza
tras taza de las antiguas cervezas, que guardaban en botellas de calabaza y ollas de barro toscamente
cocido.

En sus destinos má s meridionales de Mé xico y Guatemala, Vavilov pasó un tiempo considerable
examinando las ruinas mayas prehistó ricas, contemplando la grandeza de algunas de las civilizaciones
agrı́colas má s antiguas del Nuevo Mundo. Pero tambié n conversó con los descendientes vivos de los
primeros innovadores agrı́colas, bromeando y truecando con los tra icantes de semillas zapotecas, los
cocineros de los grillos tostados y los vendedores de las innumerables variedades de vegetales
estacionadas en el extenso mercado al aire libre de Mitla, Oaxaca.
Las fotos de la regió n de Mitla está n entre las mejores de Vavilov. Presentan má s que las plantas
silvestres y cultivadas de Mé xico; documentan a los agricultores indı́genas que cultivan sus campos con
lo que denominó "arados egipcios"; niñ os usando ollas para regar sus jardines; ancianos que cuidan
abejas nativas que sirven como polinizadores; mujeres que almacenan sus cosechas; y familias enteras
yendo al mercado para vender sus productos. Quizá s en ninguna otra parte enfocó su lente tan
intensamente en la cara simple de la humanidad expresada en un centro de diversidad.
Cerca de la ciudad de Mé xico, un agricultor que vestı́a un poncho multicolor y un enorme sombrero
de paja lo condujo a travé s de su milpa de maı́z llena de teosinte. Pareciendo menos como el maı́z
moderno y má s como una hierba alta y delgada con diminutos granos en forma de cuñ a, el teosinte
silvestre ha permanecido presente en los campos de maı́z completamente domesticado durante unos
ocho mil añ os, desde que el maı́z y el teosinte divergieron por primera vez en su evolució n. caminos.

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Vavilov fue lo su icientemente vanidoso como para que sus colegas tomaran fotografı́as de é l
abrazando plantas maduras de maı́z y teosinte, que su colega Sergei Bukasov habı́a documentado en
1925 como hibridando espontá neamente entre sı́. Bukasov y Vavilov correctamente in irieron que el
teosinte mexicano era la vida salvaje má s cercana en relació n con el maı́z en todas sus diversas formas.
Estudios posteriores de bió logos moleculares, genetistas de poblaciones, y los ecologistas han borrado
la noció n de que el ancestro silvestre del maı́z está ahora extinto, colocando ciertos teosintes
completamente silvestres en la misma base del á rbol genealó gico del maı́z. Al comparar el teosinte con
las diversas variedades de maı́z en los mercados de la sierra, Vavilov llegó a comprender visceralmente
el simple aforismo que má s tarde acuñ ó mi colega John Tuxill: "La biodiversidad de los cultivos es la
que la gente creó ".
Satisfecho de haber vislumbrado por ú ltima vez a la reputada madre del maı́z, y de haberse asomado
a las profundidades de las Montañ as Madre, Vavilov regresó a los Estados Unidos viajando por las
estribaciones orientales de la cordillera. Su viaje de regreso hacia el norte lo llevó a travé s de las tierras
altas mesoamericanas al norte de la ciudad de Mé xico comú nmente conocido como el altiplano; sus
crestas estaban bordeadas por terrazas de agaves con hojas de espada y cactus gigantes. Se demoró un
rato en Chihuahua -quizá en las primeras semanas de 1931- donde recogió una rama no loreciente del
arbusto del desierto conocido como guayule, tan familiar para mı́ desde añ os de vagar por el suroeste
de Estados Unidos, y lo insertó en su planta de prensa para seco, y luego cruzó a Texas en El Paso.
Unos setenta y cinco añ os despué s, Sergey Alexanian me llevó a travé s del herbario VIR para
mostrarme algunos especı́menes secos que Vavilov habı́a presionado en Chihuahua. Esas muestras
fragmentarias de plantas del desierto desencadenaron en mı́ una respuesta emocional mucho mayor
que la que podrı́an tener en un observador casual. Guayule ( Parthenium argentatum ) fue el primer
espé cimen que me mostró y fue una de las plantas tan familiar para mı́. El espé cimen seco de Vavilov
parecı́a irradiar una elegancia peculiar. Eso me pareció extrañ o al principio, porque en la naturaleza, la
planta es un arbusto bastante descuidado con racimos caó ticos de hojas de lana. Sin embargo, este
espé cimen particular habı́a sido meticulosamente preparado por alguien que habı́a dominado el arte
de montar especı́menes botá nicos, y cuya propia irma extravagante en la etiqueta- NI Vavilov-le dio un
brillo añ adido.
El hecho de que este espé cimen fue recolectado, y mucho menos transportado fuera de Mé xico, y
luego soportó el asedio de San Petersburgo durante la Segunda Guerra Mundial, me llenó de asombro.
En 1931, varios meses despué s de su primera visita a Mé xico, Vavilov habı́a regresado a su frontera sur
y habı́a solicitado permiso para viajar a travé s de Yucatá n hacia los estados desé rticos del norte, donde
deseaba recolectar semillas de guayule. Fue sorprendido por la respuesta: por tercera vez en su
carrera, fue arrestado tan pronto como cruzó la frontera hacia otro paı́s. Los diplomá ticos
estadounidenses y los intereses corporativos en la capital mexicana habı́an estado monitoreando sus
movimientos y habı́an tratado de evitar que llegara a las manchas de goma guayule en el desierto de
Chihuahua.
¿Por qué el interé s de Vavilov en estudiar y recolectar semillas de guayule desencadena una
xenofobia tan aparente? Vavilov sabı́a que durante má s de un cuarto de siglo, Mé xico habı́a estado
exportando guayule a los Estados Unidos, por lo que los neumá ticos podı́an fabricarse allı́ con una
alternativa a las plantas de goma hevea de los tró picos, que habı́an estado sufriendo una plaga. De
hecho, Continental-Mexican Rubber Company habı́a cosechado y exportado tanto caucho de guayule
del norte de Mé xico que en 1912 su operació n era insostenible social y ambientalmente. Como los
historiadores del guayule han concedido, la producció n de Continental terminó debido al "agotamiento
de las posiciones nativas y el malestar civil".
A year before his own venture into Mexico, Vavilov had seen the experimentally cultivated plots of
guayule in California managed by the Intercontinental Rubber Company (IRC), an enterprise inanced
by the Rockefellers and Baruchs. Since guayule did not grow naturally in California, plantings there had
been started from seed collected from the wilds of northern Mexico. But when the Great Depression
began with the stock market crash of October 1929, IRC's investors were forced to shut down their
marginally successful rubber production experiment so that they could reallocate their remaining
wealth. Nevertheless, they were not willing to let the Soviet Union beat them to the punch in

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developing an alternative source of rubber. In the view of those Americans, Vavilov had to be stopped
from taking seed back to Russia.
Entonces, por primera vez desde su visita a Españ a en 1927, Vavilov estaba siendo tratado como un
criminal internacional, un potencial biopirata. Sin embargo, no tardó mucho en deducir que las
acusaciones contra é l no provenı́an realmente de funcionarios mexicanos; los accionistas de
Intercontinental Rubber Company, con sede en los Estados Unidos, fueron la fuente má s probable de
descontento:
Má s tarde se hizo evidente que estas di icultades fueron provocadas por la Intercontinental Rubber Company de los Estados
Unidos, que se irritó por su conocimiento de mi encargo en 1931 en nombre de los "Caoutchouconos" que suscribieron mi
expedició n especial a Mé xico para recoger guayule. ... [La compañ ı́a estadounidense] habı́a comenzado una campañ a en la
prensa mexicana sobre "el saqueo de los tesoros nacionales por los bolcheviques".

Los Caoutchouconos a los que Vavilov se re irió tenı́an una amalgama de empresas de caucho
sovié ticas que, como las compañ ı́as de caucho estadounidenses de su é poca, intentaban
desesperadamente encontrar otras fuentes de lá tex en caso de que Alemania o Japó n cortaran su
acceso al caucho hevea restante. plantaciones en los tró picos. Cuando Vavilov fue arrestado, los
inversionistas de IRC ya estaban presionando al Congreso para comprar sus activos en guayule por
unos $ 2 millones, argumentando que asegurar una fuente alternativa de caucho era de interé s
estraté gico para Estados Unidos. Cuando los inversores se enteraron de que los sovié ticos tambié n
estaban interesados en la investigació n y el desarrollo de guayule, sin duda temı́an que el equipo de
botá nicos econó micos bien entrenados de Vavilov pudiera superar a los suyos.
Al inal, parece que Vavilov convenció a los funcionarios mexicanos de que si las corporaciones
estadounidenses habı́an eliminado su icientes semillas de las plantas de guayule en el desierto de
Chihuahua para plantar miles de acres en California, el gato ya estaba fuera de la bolsa. No podrı́a ser
un pirata si explı́citamente le hubiera pedido permiso para llevar consigo plantas para realizar
investigaciones a largo plazo, mientras que otros paı́ses ya estaban desarrollando econó micamente la
misma planta. Mé xico se retiró temporalmente al restringir la recolecció n adicional de guayule y
aparentemente le concedió a Vavilov permiso para recolectar al menos especı́menes de herbario del
arbusto. Sin embargo, cuando la Segunda Guerra Mundial estalló unos añ os má s tarde, los
estadounidenses una vez má s presionaron a Mé xico para que sea má s restrictivo con sus fuentes
naturales de caucho. En 1942, mientras Vavilov permanecı́a encerrado en la cá rcel, murié ndose de
hambre, Mé xico accedió a los Estados Unidos.
Iró nicamente, a los pocos meses del inal de la Segunda Guerra Mundial, las compañ ı́as de caucho
estadounidenses que antes estaban enfermas estaban "sintiendo la avena". Exigieron que el gobierno
estadounidense destruyera todos sus campos de guayule en ambos lados de la frontera, abandonando
toda su mejora de cultivos y la investigació n de la extracció n de caucho en el arbusto, y les proporcione
el apoyo polı́tico y militar para recuperar el acceso a las plantaciones de caucho de hevea en cualquier
paı́s tropical donde deseen trabajar. Querı́an nada menos que el control exclusivo de la industria del
caucho a travé s de las plantaciones tropicales de hevea que se habı́an apropiado. En unos meses, todas
las plantaciones de guayule en las tierras fronterizas de Estados Unidos y Mé xico fueron incendiadas
por el gobierno de los EE. UU., Y todos menos un barril de semillas de guayule mejorado por dos
dé cadas de cultivo de plantas fueron destruidas. Treinta añ os despué s, cuando EE. UU.
Pero en 1931, cuando se difundió la noticia de la detenció n de Vavilov, los funcionarios mexicanos
recibieron una lluvia de telegramas y llamadas telefó nicas exigiendo su liberació n. Los cientı́ icos
mexicanos ofrecieron disculpas y ayuda para sacar a Vavilov de su arresto domiciliario. Sin duda,
Vavilov pensó en el invierno anterior, cuando habı́a encontrado arbustos de guayule en el campo.
En ese momento de su vida, Vavilov sabı́a muy bien que elegir qué plantas cosechar y qué semillas
guardar era un acto inevitablemente moral inseparable de las in luencias polı́ticas y culturales de su
é poca. Se vio a sı́ mismo no como un saqueador de tesoros botá nicos sino como un conservador de
posibilidades futuras para la humanidad. Sin embargo, sabı́a muy bien que el acto de recolectar plantas
de un paı́s para su posible uso en otro nunca fue é ticamente neutral. Si inalmente se lo ve como un
conservacionista pragmá tico, un biopirata o un maleante botá nico del norte con la intenció n de

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adquirir los tesoros culinarios del sur dependerá de quié n haga esa evaluació n y en qué contexto
polı́tico.
What ultimately motivated Vavilov to visit Mexico was not his interest in rubber, however important
that was to his society in the short term. His ultimate motivation was evident in his lifelong quest to
learn where various foods came from, both geographically and genetically. Perhaps that quest is why
he was so enchanted by inding corn and teosinte growing in the same milpa, and why I myself
metaphorically followed in his footsteps. Perhaps that is also why I chose to retrace Vavilov's steps into
Chihuahua, Mexico, and then turn westward, heading into the Guadalupe y Calvo municipality of the
Sierra Madre. That is where I had irst seen maize and teosinte growing together in the same ield
some two decades earlier, and it was an area where considerable logging had gone on in the meantime.

La Sierra Madre sigue siendo un paisaje lingü ı́sticamente diverso, donde tanto el Tepehuan ( Odami )
como el Tarahumara ( Rarámuri ) aú n cultivan má s de diez mil hectá reas de cultivos tradicionales, y
donde la lengua en peligro de Tubaris se encuentra al borde de la extinció n. Tambié n es una de las á reas
de cultivo de maı́z má s diversas de las cordilleras, ya que dentro de un gradiente de dos mil metros, los
tarahumaras y tepehuanos cultivan diecisé is de las veinticinco razas de maı́z conocidas en Mé xico. Los
nombres verná culos de esas razas de maı́z me hacen la boca agua dicié ndoles: chapalote , reventador ,
dulce , cónico , dulcillo de noroeste ,elotes occidentales , conico norteño , tabloncillo , vandeño , chalqueño
, cristalina de Chihuahua , blando de Sonora , onaveño , Pima-Papago , harinoso de ocho y pueblo . Cada
uno tiene un sabor diferente, un conjunto distintivo de usos. De acuerdo con un registro arqueoló gico
incompletamente muestreado, al menos diez de esas razas de maı́z se han consumido en el norte de la
Sierra Madre desde tiempos prehistó ricos.
En 1988, aproximadamente cincuenta y seis añ os despué s de la ú ltima visita de Vavilov a Amé rica
Latina, entré en las sierras para ver si la polinizació n cruzada de maı́z y la raza má s septentrional de
teosinte seguı́a ocurriendo en Nabogame, Chihuahua. Casi dos dé cadas despué s de eso, en la primavera
de 2007, tenı́a muchas ganas de visitar otras rancherı́as tepehuanas y tarahumaras de esa regió n para
ver si sus campos y graneros seguı́an siendo tan diversos como yo recordaba. Mientras que sus campos
permanecen enclavado en las laderas volcá nicas empinadas, y la mayorı́a de los tarahumaras, ası́ como
las mujeres tepehuanes todavı́a usan sus brillantes y multicolores trajes como en los siglos pasados, se
han producido cambios forjado en Serrano(montañ a) cultura y agricultura en el ú ltimo siglo. Puedes
encontrar mujeres tarahumaras vestidas de manera tradicional, sentadas en el suelo cortando maı́z
mientras escuchas un juego de fú tbol americano en una radio de energı́a solar.
Aunque el propio Vavilov no se metió en las sierras y barrancas de Guadalupe y Calvo, un
contemporá neo suyo, el explorador noruego Carl Lumholtz, dirigió una gran expedició n para la
American Geographic Society que pasó por Nabogame y la Barranca Sinforosa en 1892,
aproximadamente el momento en que nació Vavilov. En su libro de 1902, México desconocido ,
Lumholtz relató su descubrimiento de los agricultores tepehuanos mezclando intencionalmente su
maı́z con teosinte como un medio para revitalizar su semilla de maı́z. Ellos llaman teosinte, el pariente
de hierba silvestre del maı́z, konkoñi usidi - "tallos de pavo salvaje" - como si los pavos plantaran sus
pequeñ as semillas al igual que los humanos plantan las grandes semillas de maı́z.
Cuando mi amigo Garrison Wilkes fue a Nabogame sesenta añ os má s tarde, con irmó que el teosinte
seguı́a creciendo y polinizando con maı́z en los bordes de maizales y matorrales leñ osos a lo largo de
las corrientes justo debajo de ellos. Viajé por primera vez a Nabogame en 1988 como parte de un
equipo de Native Seeds / SEARCH, una organizació n agrı́cola sin ines de lucro que trabaja en ambos
lados de la frontera entre Estados Unidos y Mé xico. Cuando acompañ é al cofundador Barney Burns a
Nabogame en mulas, tenı́amos instrucciones detalladas de Garrison para ayudarnos a encontrar el
teosinte allı́ y los nombres de las familias Tepehuan, tambié n. En ese momento, el teosinte de
Nabogame era reconocido mundialmente entre los genetistas del maı́z y los arqueó logos que
estudiaban los orı́genes de la agricultura,
Yes, they said quietly, tipping the brims of their straw cowboy hats, they remembered a gigantic
American who came and spent some time in their maize ields in the mid-1960s. Was he married, they
wondered about Wilkes. Yes, other Tepehuan farmers from as much as ifty kilometers away in

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“distant” barrancas sometimes paid them to grow their maize seed in the ields near where teosinte
regularly germinates and grows. The “injection” or hybridization of teosinte made their maize kernels
more linty—good for grinding into pinole—and ensured higher yields for several more years. Yes, they
said, they were pretty much growing the same criollo races of maize they had always grown. No, they
shook their heads—a bit tired by now of such questions—they did not buy seed for planting from afar.
Their teosinte-enriched corn seed seemed to do the trick.
Mientras estuvimos en Nabogame, Barney Burns y yo hicimos colecciones separadas de semillas de
una docena de diferentes plantas de maı́z y una docena de diferentes plantas de teosinte creciendo en
el mismo campo. Unos meses despué s de enviarlos a John Doebley, un joven genetista que ya habı́a
hecho todo lo posible para resolver el misterio de los orı́genes del maı́z, me envió una nota con
resultados que al principio parecı́an estar llenos de sorpresas. . Sı́, con irmó , hubo introgresió n
gené tica entre el maı́z y el teosinte, pero solo en una direcció n: maı́z enriquecido con polen de teosinte,
pero no al revé s. En otras palabras, el polen de maı́z no estaba disponible durante el tiempo en que las
plantas de teosinte lo requerı́an para la fertilizació n y el establecimiento de semillas. Aunque el lujo de
nuevos rasgos del teosinte al maı́z fue realmente un goteo,
En resumen, Barney, John y yo recon irmamos entonces con herramientas má s precisas lo que
Lumholtz y Wilkes sugirieron antes: un lujo continuo de genes del pariente má s cercano del maı́z en la
Sierra Madre podrı́a explicar parte de la diversidad encontrada entre las razas de maı́z cultivadas por
los tepehuanos y sus vecinos los tarahumaras, con quienes intercambiaban semillas.
Era ahora 2007, y habı́an pasado dieciocho añ os desde que John y yo publicamos nuestro informe de
campo en el Boletín de la Cooperativa de Genética del Maíz.. Querı́a ver qué sucedió con la diversidad
del maı́z y la intensidad de su uso en el tramo de la Sierra Madre centrado en Guadalupe y Calvo. En los
añ os intermedios, se habı́an producido cambios importantes en la regió n, pero se habı́an producido
cambios aú n má s dramá ticos en el maı́z mismo. Cuando John Doebley habı́a intentado con irmar el
lujo de genes entre el maı́z Tepehuan y el teosinte en su laboratorio en 1989, habı́a usado isoenzimas
para hacerlo, no aná lisis directo de su ADN. Pero cuando regresé a Guadalupe y Calvo, el aná lisis de
ADN era comú n en los institutos de investigació n de los Estados Unidos y Mé xico, y los productos
hechos con maı́z transgé nico o "transgé nico" se podı́an encontrar en casi todas las tiendas de
comestibles en ambos paı́ses, incluso aunque su venta fue ilegal en Mé xico.
En abril de 2007, mi esposa, Laurie, y yo nos encontramos rebotando como pelotas de ping-pong por
los caminos de tierra de Chihuahua. Está bamos en una camioneta cargada de conservacionistas
mexicanos y estadounidenses y activistas de derechos humanos tepehuanos y tarahumaras. Durante
las siguientes dos semanas, subimos a 2.800 metros de altura cuando pasamos por las estribaciones de
la Sierra Mohinora, el punto má s alto de las Montañ as Madre, y luego nos zambullimos en la nariz hacia
el fondo del cañ ó n tropical de las barrancas, algunas de ellas acostado a menos de 700 metros de
altura. Donde podrı́amos viajar en un dı́a habrı́a tomado Vavilov o Lumholtz de cinco a seis dı́as en la
dé cada de 1930.
Dejamos el pavimento en algú n lugar alrededor del molino y pueblo minero de Las Yerbitas, y
durante los siguientes ochenta kiló metros, trepamos a crestas cubiertas de pinos y bajamos a las
barrancas hasta llegar a un grupo de 180 rancherı́as tarahumaras conocidas como Choreachi o Pino
Gordo. Es un hermoso valle de pastizales tachonado de cabañ as de troncos y graneros, con largas
crestas volcá nicas a cada lado. Allı́, algunos de los ú ltimos soportes de pino de viejo crecimiento
colgaban tenazmente de riscos de ceniza volcá nica pá lida, protegiendo un rico sotobosque de robles,
madroñ os, manzanitas y lores silvestres.
Debajo de esas crestas, los tarahumaras habı́an arado recientemente sus campos de maı́z milpa en las
tierras bajas, parches de frijol mawechi en las laderas má s bajas y pastos en los manzanos que estaban
metidos en cañ ones o drenajes que descendı́an por las crestas. Los manzanos ya estaban en plena
loració n, y el maı́z de la cosecha del añ o anterior estaba fermentando en grandes ollas de barro en las
cabañ as de troncos de cada rancherı́a. Durante los siguientes cuatro dı́as, cada vez que nos
acercá bamos a sus hogares, los rará muri de estatura baja nos ofrecı́an vasos de jicara llenos de la
cerveza de maı́z fermentada conocida como batari o tesguino como su forma de celebrar la Pascua. De
hecho, aprenderı́amos mucho sobre la importancia del maı́z en su comunidad y los factores que
conducen a su erosió n.
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Anteriormente, tuve la oportunidad de discutir los cambios positivos y negativos en la regió n con
Randy Gingrich, fundador de Sierra Madre Alliance, Barney Burns, y otra cofundadora de Native Seeds
/ SEARCH, Mahina Drees. Randy, Mahina, Barney y yo habı́amos estado entre una docena de activistas
que se hicieron cargo del Banco Mundial en 1985 cuando propusieron la tala a gran escala y las
carreteras pavimentadas que llegaban hasta la Sierra Tarahumara, la sucursal de la Sierra Madre
Occidental en torno a Guadalupe y Calvo.

Aunque el Banco Mundial abandonó la regió n una vez que nuestros estudios revelaron los posibles
impactos culturales y ecoló gicos de su propuesta, difı́cilmente podrı́amos obtener una victoria, ya que
los intereses privados desde entonces han desarrollado la misma infraestructura de carreteras,
aserraderos y pistas de aterrizaje. Esos caminos y pistas de aterrizaje estaban acelerando la tasa de
cambios negativos en la regió n, como pronto verı́amos.
Desde entonces, el norte de la Sierra Madre Occidental ha sido reconocido como un mega centro de
diversidad de plantas, asegurando que la Sierra Tarahumara es considerada por la Unió n Mundial para
la Naturaleza (UICN) como una de las regiones má s diversas de la tierra en especies silvestres,
variedades de cultivos nativos y tradiciones culturales de uso sostenible. Este reconocimiento
internacional, esperamos, ralentizará los planes para registrar sus bosques antiguos. Quizá s lo má s
importante es que Barney y Mahina dirigieron al personal de Native Seeds / SEARCH en una
identi icació n exhaustiva y recolecció n de razas nativas de maı́z y otros cultivos para protegerlos para
las generaciones futuras. Durante la dé cada de 1980, Barney y Mahina recolectaron unas 175 muestras
de doce razas de maı́z de los tarahumaras. Muchos de ellos han sido devueltos a las familias
tarahumaras, que perdieron sus propias reservas de semillas durante una feroz sequı́a en la dé cada de
1990.
Los tarahumaras son hoy todavı́a un "pueblo de maı́z". Como el etnohistoriador chihuahuense Vı́ctor
Martı́nez lo expresó sencilla y llanamente: "El maı́z es la columna vertebral de la cultura indı́gena de la
Sierra Tarahumara". El maı́z sigue siendo el cultivo clave sembrado en tres cuartas partes de todas las
tierras cultivables de Pino Gordo. Casi una hectá rea de maı́z todavı́a se planta para cada persona en
Choreachi, pero durante añ os de sequı́a, inundaciones o plagas, el rendimiento puede ser escaso. En los
añ os buenos, los tarahumaras cosechaban tı́picamente de 300 a 450 kilogramos de maı́z comestible
por hectá rea, pero en los ú ltimos añ os de sequı́a, las cosechas han disminuido a menos de un cuarto
del rendimiento promedio. En total, una familia de seis tarahumaras y su ganado generalmente
requieren alrededor de 4.700 kilos de maı́z para satisfacer sus necesidades nutricionales. Eso es
alrededor de 800 libras por persona, mucho menos que la hectá rea promedio en Choreachi produce.
Seis meses antes de la pró xima cosecha de maı́z, la mayorı́a de los graneros que observamos estaban
vacı́os de todos, salvo la semilla de maı́z ahorrada para la siembra de mayo. Algunas de las familias de
Choreachi dijeron que ni siquiera les quedaba maı́z de siembra y tendrı́an que intercambiar algunos de
sus vecinos inmediatos o traerlos de má s lejos.
Parecı́a que por falta de tierra cultivable o la falta de escorrentı́a cosechable de los bosques sobre sus
campos, los agricultores de este añ o en particular tenı́an cantidades insu icientes de semilla de maı́z
para plantar y maı́z para comer. Con el maı́z para comer, no me re iero solo al maı́z en la mazorca.
Albino Mares Trı́as, un practicante tarahumara de comidas tradicionales, ha demostrado que casi todas
las partes de la planta de maı́z se comen excepto las raı́ces. Los granos de maı́z se secan con má s
frecuencia que en su etapa fresca de "leche" verde. Incluso cuando se come todo el maı́z en la mazorca,
primero se cocina, luego se seca durante cinco dı́as antes de que se cocine de nuevo, luego se come con
carne y tortillas como un plato llamado chacal. Para otros platos, los granos sin cá scara se empapan,
luego se hierve, tostado, y groseramente triturada con agua y Quelite verdes o mezcal asado para
esquiate ; molida inamente para hacer una harina gruesa llamada masa harina; o tostado y molido
para hacer pinole con granos de pedernal y atole con granos de harina má s suaves. Las hojas de maı́z
se utilizan para envolver masa, carne y verduras en tamales o las hojas del tabaco makuchi nativo en
cigarrillos; y las borlas de maı́z secas se hierven en leche o agua para hacer una bebida dulce. Los tallos
de maiz blando (pero no otras variedades) son lo su icientemente dulces como para ser comidos como
la cañ a de azú car.

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Cuando la mazorca que se está madurando se infesta con carbó n de maı́z, el cuerpo fructı́fero similar
al hongo del tizó n se cosecha junto con los granos de maı́z hinchados como un huitlacoche . La cerveza
de maı́z que ingerimos el Domingo de Pascua fue particularmente nutritiva y se fermentó con una cepa
de levadura de cerveza que solo se conoce de las vasijas de arcilla que los tarahumaras usan para
fermentar el tesguino . En resumen, el maı́z se come, bebe y ahuma; como otro elemento esencial, el
agua, está en cada cé lula del pueblo tarahumara que nos acogió , entrando en sus cuerpos como un
lı́quido, como un só lido y como un vapor humeante.
Esta dependencia cultural del maı́z hace que la reciente escasez de variedades tradicionales de maı́z
sea aú n má s difı́cil de soportar. En Choreachi, fuimos testigos de có mo los aldeanos hacı́an tesguino
usando bolsas de harina de maı́z "instant masa" de la marca Maseca.

Maseca es producido por una corporació n multinacional conocida como GRUMA. GRUMA Mé xico, que
es en parte propiedad de Archer Daniels Midland (ADM), junto con la sucursal de ADM en los Estados
Unidos, es copropietaria de la planta de Azteca Milling en Edinburg, Texas. Ese molino supuestamente
proporcionó la harina gené ticamente contaminada del maı́z StarLink transgé nico que causó
considerable controversia en 2000. StarLink aú n no habı́a sido aprobado para el consumo humano
cuando de alguna manera apareció en las cá scaras de taco Kraft; desde entonces ha sido reemplazado
por otros callos gené ticamente modi icados en el mercado.
Los gobiernos de los Estados Unidos y Mé xico, y las empresas que arrojan maı́z de los EE. UU. A los
mercados mexicanos, quisieran que creyé ramos que esos problemas nos respaldan por completo. Sin
embargo, desde el añ o 2000, se han recibido informes no con irmados de que el maı́z transgé nico o
gené ticamente modi icado (GM) tambié n se ha introducido ilegalmente en Mé xico, tal vez a travé s de
varias marcas de maı́z.
Mucho antes de que se publicaran los informes sobre las virutas de maı́z transgé nicas, GRUMA
anunció que sus tortillas marca Maseca estarı́an libres de organismos gené ticamente modi icados
(OGM), de conformidad con la legislació n mexicana. Pero Greenpeace Mé xico a irma que Maseca
continuó utilizando maı́z transgé nico importado de los Estados Unidos en sus productos de maı́z
vendidos en Mé xico hasta 2006. Maseca tambié n ha sido criticado por Greenpeace por utilizar
subsidios del gobierno mexicano para botar maı́z estadounidense barato en el mercado mexicano,
incluso aunque sus vallas publicitarias en Chihuahua a irman que usa "Maı́z de esta tierra" o "maı́z de
este paı́s". Al presentar una demanda de fraude al consumidor contra Maseca en junio de 2006, Areli
Carreó n, defensora de los consumidores de Greenpeace Mé xico, argumentó que debido a ello siete de
cada diez tortillas vendidas en Mé xico provienen de GRUMA '
Mientras que Maseca impulsa una gran campañ a publicitaria [a irmando que ya no usa maı́z transgé nico en los Estados Unidos]
entre los mexicoestadounidenses, de vuelta en casa, Maseca está usando maı́z [transgé nico o transgé nico] para alimentar a sus
familias. No se debe permitir que ninguna compañ ı́a mienta, exagere o engañ e al pú blico a travé s de sus anuncios,
especialmente si esta compañ ı́a produce los alimentos bá sicos para los mexicanos.

Lamentablemente, los transgé nicos no solo han contaminado los alimentos procesados de maı́z que
llegan a la Sierra Madre, sino que hay una creciente especulació n de que tambié n pueden haber
contaminado los campos indı́genas de diversas variedades de maı́z allı́. No se sabe cuá nto maı́z
transgé nico ha ingresado a las plantaciones tradicionales de maı́z en la Sierra Tarahumara, pero un
muestreo de campo en 2003 en cincuenta y tres comunidades indı́genas sugirió que la contaminació n
del maı́z nativo por StarLink ya habı́a ocurrido en seis estados, incluido Chihuahua. Vı́ctor Martı́nez ha
informado que el 33 por ciento de las muestras tomadas de campos indı́genas en la Sierra Tarahumara
pueden estar contaminadas. Mientras que otros informes de la encuesta de 2003 no señ alan
especı́ icamente la fracció n de las muestras de Sierra Tarahumara contaminadas por OGM, es decir,
mediante liberaciones de maı́z transgé nico de irmas biotecnoló gicas; documentan plantas fı́sicamente
deformadas, ası́ como evidencia bioquı́mica de OGM, en las tierras tarahumaras de la Sierra Madre. Las
té cnicas de muestreo y prueba utilizadas han sido criticadas por algunos cientı́ icos, pero la
preocupació n persiste, ya que muchos agricultores de Chihuahua compran semillas en los EE. UU.
Cuando hacen visitas a bordertowns.

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Pedro Turuseachi, vocero tarahumara de la Consultorı́a Té cnica Comunitaria de Chihuahua, dijo lo
siguiente sobre por qué la posible presencia de maı́z transgé nico es tan amenazante para su pueblo:
"Nuestras semillas, de nuestras propias variedades de maı́z, forman la base de cualquier soberanı́a
alimentaria que tengamos. para nuestras comunidades El maı́z para nosotros es mucho má s que un
alimento; es parte de lo que es sagrado para nosotros, parte de nuestra historia, nuestra moneda y
nuestro destino ".
Al subrayar la importancia del maı́z en todos los aspectos de la cultura tarahumara, Turuseachi
argumentó que la contaminació n potencial de las variedades tradicionales de maı́z no es simplemente
una cuestió n té cnica "gené tica" sino tambié n cultural y espiritual, ya que algo tan sagrado como el maı́z
no deberı́a ser desacralizado por "impurezas".
El maı́z para los tarahumaras y tepehuanos es muchas cosas, pero tambié n hay muchos maı́ces, cada
uno de ellos adaptado a un microambiente y uso diferentes. En los ú ltimos quince añ os, el proyecto
Native Seeds / SEARCH llamado Tesoros de la Sierra Madre ha devuelto muchos tipos de maı́z nativo a
los agricultores que los perdieron durante las sequı́as, al tiempo que ayuda a las familias tarahumaras
a estabilizar y restaurar muchos de los microambientes especiales donde esos maı́ces anteriormente
crecido El coordinador chihuahuense del proyecto Tesoros, Juan Daniel Villalobos, ha ayudado a varias
comunidades tarahumaras y docenas de familias a construir terrazas forradas de piedra, que ayudan a
conservar la fertilidad y la humedad del suelo necesarias para cultivar maı́z y frijoles tradicionales.
Donde las terrazas se han puesto en su lugar,
A pesar de los esfuerzos tan activos de los tarahumaras para mantener y regenerar su legado de maı́z
diverso, ahora se considera que algunas variedades está n en peligro por todas las recientes
introducciones de cultivares hı́bridos de maı́z en particular. Incluso la noció n de que podrı́a haber un
cultivar superior de maı́z que satisfaga todas las necesidades de la comunidad se considera una locura
entre los indı́genas de las sierras; sin embargo, sigue siendo el sueñ o de algunos criadores de plantas.
Solo tres añ os despué s de que Barney Burns y yo visitá ramos las rancherı́as Guadalupe y Calvo en
1988, el gobierno del estado de Chihuahua comenzó a distribuir dos variedades de maı́z "mejoradas"
(pero no transgé nicas) a los tarahumaras y tepehuanos de esa regió n. Los cultivares Vanta-1 y Vanra-1
se desarrollaron a partir de cruzas entre un maı́z criollo de las sierras combinado con otros que fueron
de mayor rendimiento (especialmente cuando se fertilizaron) y produjeron granos má s grandes y
mú ltiples mazorcas por tallo. En la ú ltima dé cada y media, los cultivares grandes con semillas blancas
han sido distribuidos por el coordinador estatal para los tarahumaras a docenas de comunidades de
las tierras altas.
El problema es que los granos grandes, blancos y de sabor suave no son muy ú tiles para todo el
conjunto de alimentos que los tarahumaras y tepehuanos elaboran a partir de sus diversas variedades
de maı́z. Son prá cticamente inú tiles para hacer pinole, y las famosas tortillas azules de maı́z de los
tarahumaras no se pueden producir sin agregar colorantes alimentarios. Los pigmentos de antocianina
azules de los maı́ces de las tierras altas, como John Doebley me explicó una vez, no son solo para
mostrar. Los pigmentos de pú rpura azul y rojizo en las plá ntulas de maı́z de las tierras altas absorben
má s calor temprano en el dı́a y en la temporada de crecimiento, cuando las temperaturas frı́as pueden
obstaculizar el desarrollo de las plantas de maı́z. Por lo tanto, mediante la distribució n de solamente
semillas de maı́z blanco, los criadores de plantas está n seleccionando contra una de las adaptaciones
má s probadas de variedades de maı́z en las tierras altas de la Sierra Madre.
Las variedades má s extensas de maı́z tradicional Tarahumara y Tepehuan siguen siendo viables y
bien cuidadas por muchos, me explicó Juan-Daniel Villalobos, pero las semillas de las variedades má s
especı́ icas para un lugar con usos especiales son cada vez má s raras. Eso tambié n puede ser cierto
para la raza de teosinte de Nabogame, que sigue siendo conocida solo en tres localidades de las sierras;
algunos han estimado que su rango total es ahora de menos de cincuenta kiló metros cuadrados.
Tanto la diversidad tradicional del maı́z como el teosinte silvestre son, lamentablemente, tambié n
vulnerables a otras dos presiones que han ido creciendo en la Sierra Madre durante má s de siete
dé cadas: la tala y la producció n de drogas. Estas dos fuerzas disruptivas han estado rompiendo el
tejido ecoló gico y cultural de las sierras.

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Aunque los primeros mineros europeos y mestizos se asentaron en el norte de la Sierra Madre
alrededor de 1708, casi toda su tala se hizo para usos locales, la construcció n de casas y pozos de
minas y la quema de leñ a como combustible. Sin embargo, despué s de 1884, las polı́ticas
gubernamentales mexicanas fomentaron la construcció n de ferrocarriles y ciudades de compañ ı́as y la
extracció n de madera para usos extra locales. En la é poca de las visitas de Vavilov a Mé xico, los
inversores estadounidenses comenzaron a respaldar a los mestizos chihuahuense para extraer pulpa
de madera y celulosa para los mercados estadounidenses. Despué s de la Segunda Guerra Mundial, las
compañ ı́as madereras hicieron cada vez má s incursiones en partes remotas de las sierras, en muchos
casos quitando tierras a las comunidades indı́genas para que pudieran ser de inidas. Hoy, como Randy
Gingrich ha escrito en los informes de Sierra Madre Alliance (SMA), "Má s del 99 por ciento de los
bosques primarios originales de la Sierra han sido talados. Los bosques secundarios carecen de la
estructura para sostener la diversidad biocultural. Los estudios patrocinados por SMA han indicado
una pé rdida signi icativa de conocimiento biocultural en á reas forestales secundarias ".
Cuando se introdujeron caminos y pistas de aterrizaje en una regió n, luego se iltraron otros tipos de
cambios: cambios que erosionan los suelos, el conocimiento ecoló gico tradicional de los agricultores
indı́genas, la diversidad de sus cultivos y la integridad de los há bitats que los rodean. Uno de esos
cambios es la usurpació n de tierras cultivables anteriormente dedicadas al maı́z y los frijoles mediante
la siembra de amapola y marihuana. Los narcos viajan a la regió n en sus Ford Escorts de cuatro ruedas
o vuelan con sus Cessna Cubs y ofrecen a los campesinos indı́genas mil veces má s de lo que pueden
vender su maı́z si crecen las drogas en su lugar.
Ası́ es, mil veces má s el ingreso de una hectá rea que lo que un agricultor pobre haya obtenido de su
maı́z. Segú n el economista chihuahuense George Mayer, la cosecha vendible de una hectá rea de maı́z
tarahumara o tepehuan rara vez ha cosechado al agricultor má s de quinientos pesos por añ o; la
marihuana de la misma hectá rea rendirá tanto como quinientos mil pesos, si es que ese dinero se
queda con el agricultor. Tristemente, tuve que preguntarme, si estuvieras en sus sandalias, ¿qué
crecerı́a?
En esencia, la tala se ha convertido en una "cobertura" econó mica para una producció n y trá ico de
drogas comerciales mucho má s lucrativo, que ahora genera má s ingresos que todas las otras
actividades econó micas combinadas de las sierras. La construcció n de carreteras y la deforestació n -y
la destrucció n cultural y ecoló gica que viene a su paso- continú an a un ritmo que Randy, Barney y yo
no podı́amos haber imaginado cuando pensamos que habı́amos "ganado" nuestro caso contra la
promoció n del Banco Mundial de iniciar sesió n la Sierra Tarahumara.
Mientras estaba en el tramo Guadalupe y Calvo de la Sierra Tarahumara en abril de 2007, el personal
de SMA estaba anticipando la decisió n de un juez en la ciudad de Chihuahua sobre si bloquearı́a los
planes para permitir que los no indı́genas registraran inmediatamente la mayorı́a de la madera
restante en el Pino Ejido Gordo (colectivo), en lo que se ha considerado el ú ltimo bosque viejo de
cualquier tamañ o en la Barranca Sinforosa, un valle importante. Randy Gingrich estaba con al ileres y
agujas los dı́as que viajamos juntos, pero la decisió n se pospuso. Su ansiedad parecı́a justi icada, una
vez que aprendı́ de é l lo que estaba en juego.
" Tal vez solo el 5 por ciento de los á rboles comercialmente aptos alrededor de Choreachi han sido
cortados, pero si el juez no apoya nuestro caso para mantener el control de la comunidad indı́gena
sobre estos recursos," Randy suspiró , mirando hacia el suelo, "el 90 por ciento de el viejo crecimiento
aquı́ desaparecerá en tres añ os ". El caso permanece en revisió n y es muy disputado. Los activistas
asociados con SMA no son los ú nicos preocupados por las amenazas inminentes de deforestació n
acelerada y construcció n de caminos para los tra icantes de drogas en la diversidad biocultural de la
Sierra Madre. Dos estudiosos eminentes del conocimiento ecoló gico tradicional en la Sierra
Tarahumara, Serge LaRochelle y Fikret Berkes, han expresado recientemente la misma preocupació n:
Tal vez la mayor amenaza [para los usos tradicionales] de los rará muri es la pé rdida de control sobre los bosques comunes. El
aumento de la actividad [de mineros, madereros, narcos y turistas] ha tenido un impacto en las relaciones ecoló gicas locales y
ha contribuido a la deforestació n, la erosió n del suelo y la pé rdida de plantas en el sotobosque. Tales cambios está n amenazando
el conocimiento ecoló gico tradicional y la integridad cultural del pueblo rará muri.

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Tambié n hay una creciente evidencia de que los cambios ecoló gicos y culturales que han ocurrido en
las sierras desde la era de Vavilov amenazan a la madre de maı́z en las Montañ as Madre. En una
reunió n de 1995 patrocinada por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maı́z y Trigo en El Batá n,
Mé xico, tres prominentes cientı́ icos agrı́colas expresaron sus preocupaciones sobre el futuro del
teosinte de Nabogame.
Garrison Wilkes consideró que el teosinte de Nabogame es raro, con su distribució n histó rica
contraı́da. Sugirió que la expansió n de las carreteras en á reas remotas, el aislamiento de pequeñ as
poblaciones de teosinte y la introducció n de nuevos cultivos comerciales (como la marihuana y las
amapolas) han reducido la distribució n del teosinte a la mitad desde la é poca de Vavilov. Dos de los
colegas mexicanos de Wilke han realizado peregrinajes botá nicos como el nuestro a Nabogame. En su
evaluació n independiente, Jesú s Sá nchez y José Ariel Ruiz determinaron que el teosinte era raro y
"amenazado por la deforestació n". Tambié n sugirieron que el rango actual para esa raza de teocintle ya
puede reducirse a tan solo treinta kiló metros cuadrados. Casi al mismo tiempo,
De vez en cuando, cuando regreso a Arizona, miro fotos que hice en 1988 cuando coseché un puñ ado
de granos de teosinte de los campos tepehuanos de la Sierra Madre. Una fotografı́a es un primer plano
de los granos en forma de cuñ a que encajan perfectamente como piezas de un rompecabezas. La luz en
el pequeñ o racimo de granos los hizo brillar, como si estuvieran casi brillando contra el fondo negro en
el que los habı́a colocado. Cuando los miro ahora, me ofrecen un rayo de esperanza rodeado por un
mundo de oscuridad. No es de extrañ ar que Nikolay Vavilov quisiera abrazar las plantas de maı́z y
teosinte que conoció en el otoñ o de 1930 en las afueras de Ciudad de Mé xico, un lugar, sin duda, que
ahora está rodeado de carreteras pavimentadas y casas pobladas. Tal vez deseaba aferrarse a ellos solo
por un momento, con la esperanza de que de alguna manera pudieran quedarse con nosotros para
siempre.
La diná mica de la hibridació n natural entre el maı́z y el teosinte es quizá s peculiar de Mé xico y
Guatemala, pero la contaminació n gené tica de granos de cereales antiguos, vegetales y frutas por
cultivares transgé nicos es una nueva diná mica que se está volviendo cada vez má s comú n. Los
agricultores pueden disfrutar temporalmente de mayores rendimientos cuando adoptan ciertos
cultivos de OGM, pero cada vez má s estudios de caso indican lo que está n perdiendo, no solo lo que
obtienen. Ya sean cultivadores de canola en Amé rica del Norte, productores de sorgo en Africa o
productores de arroz en Asia, ahora má s productores de alimentos de todo el mundo ven que al
adoptar acrı́ticamente cualquier cultivo transgé nico que esté disponible para ellos, pueden perder el
control de sus cultivos y ciertas malas hierbas han interactuado positivamente durante muchos
milenios.

Muchos bió logos prominentes ahora señ alan que las contundentes a irmaciones sobre có mo los
cultivos transgé nicos pondrı́an in al hambre ya comenzaron a debilitarse bajo un escrutinio
cuidadoso. Como el bió logo conservacionista David Ehrenfeld resumió recientemente la situació n,
A pesar del enorme entusiasmo popular impulsado por la prensa y los mercados inancieros, solo una pequeñ a proporció n de
las manipulaciones gené ticas má s simples posibles entre las muchas que se han probado han funcionado. Y muchos de estos
han resultado ser decepcionantes, peligrosos o ambos ... Cada vez es má s evidente que el ADN es solo una parte de la historia
[que con igura el é xito de un cultivo en particular, porque] está sujeto a otras in luencias reguladoras y modi icatorias en el
cé lula, in luencias que apenas entendemos ... En otras palabras, la idea de que los organismos transgé nicos patentados (y que
ahora hay muchos) son gené ticamente estables y capaces de realizar consistentemente lo deseado durante largos perı́odos de
tiempo y a travé s de muchas generaciones, no está bioló gicamente garantizado .

Garantizado o no, la idea de que los cultivos transgé nicos alimentará n a la humanidad en el futuro
ahora se ha "sembrado" en casi todos los centros de diversidad que Vavilov visitó alguna vez. Incluso si
los granos, frutas y vegetales transgé nicos no han llegado fı́sicamente a los campos, huertos y jardines
de estas regiones montañ osas, es solo cuestió n de tiempo antes de que su presencia se sienta en el
sistema alimentario de cada uno de estos centros de diversidad. Las virutas de maı́z, por ejemplo, son
transportadas de un paı́s a otro con poco reconocimiento de los ingredientes que contienen. Del mismo
modo, las semillas transgé nicas se pueden limpiar y embolsar en los mismos molinos donde se cuidan

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las semillas tradicionales, y pueden contaminar inadvertidamente el pró ximo lote de semillas que
corre a travé s de un limpiador. Los genios han sido liberados de la lá mpara. Y tambié n tienen los genes.

CAPÍTULO ONCE En lo

profundo de los bosques tropicales del Amazonas


T aquı́ no podrı́a haber sido má s di icultades en la historia sovié tica por Nikolai Vavilov para
emprender una expedició n a Sudamé rica y Centroamé rica de 1932. Y es que resultó ser la ú ltima vez
que se le permitió el extranjero. Incluso antes de que se retirara a ines de 1931 de sus deberes en la
gestió n de unos veinte mil investigadores en 155 granjas experimentales y otros 250 sitios de
investigació n, la Unió n Sovié tica habı́a comenzado su caı́da libre en la peor hambruna desde la
Revolució n Rusa.
Aunque indudablemente vio algunas señ ales de que la hambruna llegarı́a antes de su partida a los
tró picos estadounidenses en el verano de 1932, Vavilov se embriagó por la tentació n que su colega EV
Vulf le habı́a dado para visitar la selva tropical: "Encerrado en el seno del las loras tropicales son
riquezas inagotables ... productos vegetales desconocidos y valiosos ". A pesar de las muchas señ ales de
que deberı́a quedarse y dirigir el barco conocido como el Instituto de Botá nica Aplicada y Nuevos
Cultivos de la Unió n, inalmente decidió con iar en su pasió n por los viajes, ya que tenido en el pasado.

Esa elecció n inalmente le costarı́a la vida. Por supuesto, no pudo haber entendido en ese momento
que la inminente hambruna provocarı́a que 400 millones de sus compatriotas pasasen hambre,
millones de ellos literalmente mueren de hambre en Ucrania y las regiones adyacentes de Don y Kuban.
El mal tiempo desencadenó esta hambruna, pero los factores polı́ticos convirtieron la mala suerte en
una catá strofe de proporciones titá nicas. Como ha documentado el ex funcionario sovié tico Victor
Kravchenko, la colectivizació n de Stalin de las tierras agrı́colas de su pueblo no solo no aumentó el
rendimiento de los cultivos, sino que causó inanició n cuando los agricultores que vieron colectivizados
los campos de su familia perdieron el incentivo de trabajar durante largas horas. . Para empeorar las
cosas, Los buró cratas sovié ticos enviaron tropas para con iscar grano a los granjeros obstinadamente
independientes que se habı́an resistido a la colectivizació n sembrando campos solos en lugares
remotos. Debido a tales tensiones con el gobierno, doscientos mil campesinos kazajos huyeron de su
paı́s antes de que la hambruna inalmente se desvaneciera en 1934. Antes de que Vavilov pudiera
regresar a la Unió n Sovié tica de las selvas amazó nicas y las tierras altas andinas, entre 2.5 y 4.8
millones de campesinos habı́an muerto de hambre. muerte, vı́ctimas de la incompetencia, in lexibilidad
y estupidez de su propio gobierno.
Cuando Stalin se dio cuenta del desastre que habı́a creado, el dictador megaló mano comenzó a
buscar un chivo expiatorio, alguien en el campo agrı́cola que pudiera cargar con la culpa. Gran parte de
la ira asesina de Stalin habı́a sido dirigida contra los favoritos de Lenin como Kamenev, Zinoviev y
Trotsky, que Vavilov presentaba un blanco invitador, ya que Lenin le habı́a otorgado una de las mayores
fuerzas laborales para la investigació n agrı́cola que el mundo habı́a considerado polı́ticamente
vulnerable. . En lugar de movilizar a sus muchos trabajadores para desarrollar cultivos de mayor
rendimiento que pudieran compensar el letargo de los colectivos sovié ticos, parecı́a que Vavilov habı́a
salido de "turismo" en las Amé ricas, dejando sus responsabilidades de gestió n a los demá s.
Before he departed for the Americas for the last time, some of the irst criticisms from Stalin's
supporters had already reached Vavilov's ears. And while in the Americas, the secret police of the
People's Commissariat of Internal Affairs (the NKVD, precursor to the KGB) opened a ile on Vavilov.
Given that Vavilov almost certainly knew he was both under attack and neglecting vexing problems at
home, it is not hard to detect an almost frantic desperation in his itinerary, for in less than eight
months he dipped into fourteen countries: Cuba, Trinidad, El Salvador, Costa Rica, Honduras, Panama,
Colombia, Suriname, Brazil, Venezuela, Peru, Bolivia, Argentina, Uruguay, and Chile. His schedule was
so stiff that the only time he slept was while moving from collecting site to collecting site. His fellow
geneticist Carlos Offerman curiously watched him fall asleep during a perilous plane ride through a
lightning storm over the rain forests of the Brazil-Suriname border while other passengers were
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screaming their heads off. Surely he knew that he could not do justice to the hearths of early
agriculture of so much territory in such a short period of time, but he kept repeating to his colleagues
in the Americas a phrase that now seems tragically prophetic: “Time is short, time is short, and there is
much to do. One must hurry.”
Quizá s su desesperació n habı́a sido desencadenada por el creciente con licto que sentı́a entre lograr
su visió n de una colecció n mundial de recursos vegetales que podı́a entenderse a travé s de un marco
evolutivo y sus persistentes deberes como jefe de un imperio de investigació n agrı́cola difı́cil de
manejar que inalmente bajo la direcció n de un dictador loco y sediento de sangre. El añ o anterior,
justo cuando salı́a de Estados Unidos para su "viaje de ensueñ o" a los tró picos de Mé xico y Guatemala,
habı́a recibido un telegrama de un funcionario del gobierno sovié tico, insistiendo en que abandonara
su trabajo de campo para asistir a un alto nivel. reunió n polı́tica. Pero é l no cambió sus planes. Como le
con ió al botá nico estadounidense Homer Shantz en ese momento, creı́a que le habı́an dado un llamado
má s elevado que para saltar cuando los buró cratas le pidieron que saltara. Parafraseando a Vavilov,

Este cable es de un hombre que no está por encima de mı́. Si yo fuera un [funcionario] en el Partido Comunista, tendrı́a que
obedecer. En ese caso, no podrı́a usar mi propio juicio. Pero soy empleado de los comunistas para trabajar por el bienestar de la
gente de la URSS, por lo que todavı́a soy libre de juzgar qué es lo mejor. Responderé el cable [diciendo que] es má s importante
para el futuro de la gente de la URSS que visite los centros de origen de las plantas cultivadas en Centroamé rica que asistir a
cualquier cena de estado que pueda organizarse.

Este comentario podrı́a indicar que Vavilov era ajeno a las realidades de mantener un fuerte apoyo
polı́tico para su gran experimento de conservació n agrı́cola y mejoramiento de cultivos. Sin embargo,
el objetivo de mejorar y proteger el futuro de sus camaradas en la URSS seguı́a siendo lo má s
importante en su mente. Shantz nunca dudó de que Vavilov fuera sincero en su creencia de que la
diversidad gené tica era el mejor medio para garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar
nutricional de su gente, de hecho, para todos. Como Shantz recordó má s tarde: "Estuvimos juntos
algunos dı́as y tuvimos muchas conversaciones sobre el futuro de la agricultura, sobre la conveniencia
de conocer el recurso natural del material vegetal que se utilizará y sobre la necesidad de proporcionar
alimentos a los que entonces estaban hambrientos. personas de Rusia y otras partes del mundo.
Vavilov tenı́a una sensació n sobrenatural de que podrı́a haber algo totalmente extraordinario en la
diversidad de plantas que encontrarı́a en Amé rica del Sur; y, desde su muerte, cientos de estudios
lorı́sticos, ecoló gicos y biogeográ icos han veri icado que sus intuiciones iban por buen camino.
Tenı́a la intenció n de ganar los alcances interiores de la cuenca del Amazonas desde sus cabeceras
colombianas y el extenso delta del rı́o en la costa atlá ntica, pero el tiempo que podı́a permitirse y las
tremendas di icultades logı́sticas de vagar por esas á reas remotas limitaban severamente sus opciones.
Cuando los dı́as se convirtieron en semanas, se dio cuenta de que solo habı́a bordeado los bordes de la
cuenca del Amazonas, a pesar de encontrarse con docenas de diplomá ticos latinoamericanos y rusos
que prometieron ayudar pero que no lo habı́an acercado a su objetivo inal. Finalmente, en ese vuelo
espeluznante sobre el bosque tropical que tenı́a a sus compañ eros pasajeros gritando mientras dormı́a
como un bebé , fue llevado al corazó n de la mayor extensió n de selva en el planeta.
Fuimos a lo profundo de la selva tropical. Era necesario que estuvié ramos equipados con impermeables y sombrillas. Sin
embargo, el clima lluvioso que encontramos rá pidamente cambió a un dı́a brillante con luz solar. Cuando llueve en el bosque,
todo se calla, como si toda la vida se detuviera. La lluvia caerı́a por un tiempo, y luego el cielo se volverı́a azul, permitiendo que
el sol reine de nuevo.
Las notas de campo de Vavilov brillan con la emoció n que sintió en ese momento:
Cuando el bosque se llenó nuevamente de vida, se escuchó un increı́ble canto de cigarras y un peculiar crujido y ruido en las
ramas. Una multitud de colibrı́es volaban a nuestro alrededor, al igual que diferentes tipos de insectos. Entre ellos habı́a
mariposas increı́blemente grandes, de color rojo o azul pá lido como la madreperla; se los podı́a ver volando y durmiendo aquı́ y
allá . Fue difı́cil alcanzarlos para recogerlos porque el suelo del bosque estaba tan empapado y pantanoso. De hecho, esta era una
auté ntica selva tropical ... la extraordinaria riqueza de la vida vegetal en los tró picos es su verdadero sello distintivo. Los
botá nicos brasileñ os, que estudian un parche modesto de selva tropical de apenas dos hectá reas, han encontrado 2.000 especies
de plantas superiores, aproximadamente del mismo tamañ o de lora que podrı́amos encontrar en un paı́s europeo.

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Mientras que muchos bió logos de su é poca estaban tan deslumbrados por la generosidad de la selva
que prestaron poca o ninguna atenció n a sus pueblos, Vavilov parece haber estado atento a cualquier
signo de agricultura indı́gena:

Las pequeñ as comunidades de indı́genas que viven en la selva tropical parecen subsistir en gran parte en sus cultivos de yuca,
maı́z, arroz y cañ a de azú car. Allı́ se pueden encontrar indı́genas que aú n practican una forma de agricultura muy antigua pero
elegante, manteniendo sus formas de vida tradicionales alimentá ndose de frutas silvestres, raı́ces, peces, pá jaros y monos. Estos,
los mayordomos originales de la selva tropical, son muy pocos; la mayorı́a de ellos se han establecido para cultivar a lo largo de
la orilla del rı́o [donde] dos tipos de mandioca han sido cultivados por ellos. Uno es tan amargo que necesita ser procesado para
liberar sus toxinas antes de que pueda consumirse como alimento; el otro no es tan amargo, y se puede comer fresco, sin
procesamiento.

Hizo má s comentarios sobre el cultivo de algodó n perenne, piñ as, papayas, mangos, sapodillas
amarillas, sapotes negros, grumichana "manzanas rosas (probablemente Szygium )" y nueces de Brasil.
Esta era una estructura de agricultura completamente diferente a la que habı́a visto en otras partes del
mundo, una dominada por á rboles perennes y enredaderas en plantaciones mixtas que prá cticamente
imitaban la estructura de la selva. Dé cadas má s tarde, el etnobió logo Darrell Posey a irmó que el
apêtêLos huertos de las llanuras aluviales en las islas del Amazonas estaban tan bien integrados con
los há bitats circundantes que, literalmente, decenas de miles de hectá reas de paisajes culturales
productores de alimentos en la selva tropical habı́an pasado desapercibidos para los ecó logos
tropicales. El colega de Posey William Balee llegó a a irmar que al menos el 11.8 por ciento de las
"tierras silvestres" de la cuenca del Amazonas en realidad fue cultivado y manejado por agricultores
indı́genas durante muchas generaciones, hasta tal punto que es tentador llamar a la tierra irme del
Amazon un jardı́n administrado. Mientras que otros eruditos han sugerido que Posey y Balee
sobreestimaron la in luencia de los indios en el bosque, ha quedado claro que los pueblos indı́genas de
la selva tropical han moldeado la diná mica espacial y temporal de sus há bitats productores de
alimentos en una escala mucho má s grande de lo que la mayorı́a de los cientı́ icos del siglo XX pudieron
discernir. Es por el cré dito de Vavilov que durante una visita tan breve, pudo ver la selva tropical y los
á rboles manejados dentro de ella.
Mis propios destellos de la selva amazó nica y sus huertos han sido tan fugaces como los de Vavilov,
pero tuve la buena fortuna de pasar mis breves incursiones en los tró picos con los pioneros cientı́ icos
conservacionistas Mark Plotkin y el fallecido Al Gentry. Como consultor del programa de campo para el
Equipo de Conservació n del Amazonas (ACT), pude visitar el Ingano, una cultura indı́gena de las
cabeceras amazó nicas. Ellos, má s que cualquier otro agricultor indı́gena, han informado mi opinió n
sobre có mo la agrobiodiversidad de los bosques lluviosos ha cambiado a travé s del tiempo. Pasé un
tiempo en el asentamiento Ingano de Yurayaco en el rı́o Caquetá en 1999 y má s tarde me encontré con
estudios dieté ticos informativos de la misma comunidad llevada a cabo por Camilo Correal, Tim Johns
y Harriet Kuhnlein.
Es dudoso que Vavilov viera mucha deforestació n en la cuenca del Amazonas durante la dé cada de
1930, pero el rá pido desbroce de las selvas tropicales fue dolorosamente evidente en casi todos los
lugares a los que fui. Mi vuelo a la cuenca del Amazonas llegó a Florencia, Colombia, en lugar de a una
de las ciudades costeras de Brasil, donde comenzó la estancia de Vavilov en los bosques aú n intactos.
Mientras mi esposa, Laurie y yo dejamos Florencia en un vehı́culo de cuatro ruedas que podı́a
maniobrar las carreteras llenas de lodo, de inmediato fuimos testigos de la tala de los bosques para
proporcionar pastos para el ganado, ya que los campesinos cortaban casi cada á rbol a la vista, dejando
solo unos pocos á rboles de kapok para proporcionar una sombra mı́nima a algunas vacas harapientas.
El zumbido de motosierras ahogaba los cantos de pá jaros que nos rodeaban.
Al pasar por los bosques fragmentados que rodean Florencia, nos dirigimos hacia el piedemonte
andino, que es drenado por dos a luentes principales, el rı́o Caquetá y el rı́o Putamayo, este ú ltimo
formando las fronteras aú n controvertidas entre Colombia, Ecuador y Perú . No está bamos lejos del
ecuador. Inga Ingano, como se les llama a veces, son una de las siete tribus en esta regió n ecuatorial
que se mueven libremente entre Perú y Colombia y, en ocasiones, rı́o abajo en Brasil. Enfrentado con
los madereros y productores de ganado, por un lado, y los cocaleros y contrabandistas, por otro, el
Ingano buscó la ayuda del Equipo de Conservació n del Amazonas para garantizar que los tramos de sus
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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

tierras aborı́genes permanecieran fuera del alcance del desarrollo. Algunos de sus habitantes ahora se
han reasentado en los bordes de un parque natural nacional, que protege a unos 68,
Para llegar al asentamiento Ingano de Yurayaco, Laurie y yo tomamos un gran taxi luvial que nos
llevó por los anchos y serpenteantes canales del Rı́o Caquetá . Despué s de una hora má s o menos, vimos
algunas canoas y sus barqueros Ingano, que habı́an estado esperando para llevarnos tierra adentro.
Serpenteamos a travé s de algunos canales crecidos en lagunas bochornosas y tranquilas antes de que
los piragü istas nos dejaran en un terreno algo só lido, a cinco kiló metros de distancia del asentamiento
de Yurayaco. Empecé a ver pequeñ as parcelas cultivadas, muy parecidas a las que Vavilov habı́a
descrito rı́o abajo, en el lado brasileñ o de la cuenca.
Durante las siguientes dos horas, caminamos con di icultad en nuestras botas de goma cubiertas de
barro a travé s de bosques, jardines y huertos manejados por el Ingano, cuyos compuestos de
alojamiento de bambú a menudo estaban esparcidos en las crestas má s secas sobre sus plantaciones.
Una variedad de á rboles de frutas tropicales, palmeras y raı́ces parecı́a ir en todas direcciones a lo
largo de los senderos fangosos entre sus chozas elevadas. La mandioca, el maı́z, zapotes, ñ ame,
durazno, papaya, plá tano y piñ a dominaban sus plantaciones, con un par de docenas de otros cultivos
menores esparcidos entre ellos. Los pollos, cerdos y otros pequeñ os animales se alimentaban de las
malas hierbas en el borde del huerto y consumı́an los restos que les quedaban despué s de varias
cosechas.
Cuando llegamos a Yurayaco, fuimos recibidos por varias mujeres de Ingano que habı́an preparado su
yuca y ñ ame asá ndolos como vegetales en rodajas sobre un fuego de leñ a o guisá ndolos en calderos en
sopas saladas con pollo y puerco. Luego vinieron las tazas de chicha, una bebida de maı́z fermentada
como una dulce cerveza o hidromiel, y cestas que contenı́an toda la materia de frutas tropicales. A
pesar de la gran dependencia de la yuca, el ñ ame, el arroz, el maı́z y los frijoles como productos bá sicos
amilá ceos durante varios dı́as seguidos, quedé impresionado por la variedad de frutas, pescado,
semillas y verduras que complementaban esos pilares dieté ticos.

Durante los añ os posteriores a nuestra visita al Rı́o Caquetá con el Equipo de Conservació n del
Amazonas, el etnobió logo-mé dico Camilo Correal, del Instituto de Etnobiologı́a de Colombia, ha
trabajado con colaboradores de Ingano para documentar unas 166 especies de alimentos en la dieta
local, desde raı́ces cultivadas hasta frutas de palma a insectos, monos y peces. Su estudio con irmó , tal
vez por primera vez, la complejidad de la dieta original de los pueblos del Alto Amazonas, para las
especies silvestres, manejadas, salvajes y estrictamente cultivadas, contribuyó a la variació n estacional
de las cocinas que dependı́an de hornear, asar, asar, hervir, fermentar y desintoxicando una gran
variedad de má s de cien alimentos diferentes. Al mismo tiempo, muchos de los alimentos con Ingano
no podı́an encasillarse en categorı́as fá ciles, como cultivos silvestres versus cultivos domesticados. Por
ejemplo, los á rboles frutales que se ven a lo largo de los senderos podrı́an haber sido plantados antigua
e intencionalmente o las crı́as de las plá ntulas silvestres derivadas de las frutas movidas de los huertos
por monos y cerdos. Sus parientes silvestres todavı́a se podı́an encontrar en los bordes del bosque, y la
gama completa de tamañ os de fruta dentro de cada especie variaba de pequeñ a a grande, agria a dulce,
y seca a jugosa. La sutil transició n entre el jardı́n y el bosque que tradicionalmente se encontraba
alrededor de los asentamientos me hizo darme cuenta de que el Ingano manejaba muchas plantas
silvestres medicinales y alimenticias, ası́ como plantas domesticadas má s obvias, de modo que ambas
coexistı́an y se entremezclaban en sus jardines. y toda la gama de tamañ os de fruta dentro de cada
especie varió de pequeñ a a grande, agria a dulce, y seca a jugosa. La sutil transició n entre el jardı́n y el
bosque que tradicionalmente se encontraba alrededor de los asentamientos me hizo darme cuenta de
que el Ingano manejaba muchas plantas silvestres medicinales y alimenticias, ası́ como plantas
domesticadas má s obvias, de modo que ambas coexistı́an y se entremezclaban en sus jardines. y toda la
gama de tamañ os de fruta dentro de cada especie varió de pequeñ a a grande, agria a dulce, y seca a
jugosa. La sutil transició n entre el jardı́n y el bosque que tradicionalmente se encontraba alrededor de
los asentamientos me hizo darme cuenta de que el Ingano manejaba muchas plantas silvestres
medicinales y alimenticias, ası́ como plantas domesticadas má s obvias, de modo que ambas coexistı́an
y se entremezclaban en sus jardines.

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Camilo Correal explicó este "gradiente" entre paisajes salvajes y humanos en té rminos que se hacen
eco de los de Vavilov, Posey y Balee:
Durante muchos añ os, la mayorı́a de los occidentales han considerado a los bosques lluviosos como ecosistemas primarios,
ú nicos y prı́stinos. Sin embargo, el enfoque de los pueblos indı́genas evidente en la ecologı́a de sus territorios ha permitido
comprender que sus bosques son en realidad un mosaico de diferentes ecosistemas que ... han sido manejados durante siglos ...
Los pueblos indı́genas han logrado obtener de los bosques ... todas sus necesidades ... sin destruir estos ecosistemas. Este tipo de
intervenció n se ha denominado bosque antropogénico o bosque humanizado .
Dolorosamente evidente a ines de la dé cada de 1990 fue la forma en que tal gradiente agroecoló gico
se ve interrumpido por la deforestació n masiva provocada por los forasteros. En lugar de utilizar un
bosque intacto con pequeñ as aberturas agropastorales, los inmigrantes recientes en el rı́o Caquetá -
principalmente campesinos que huyen de la violencia en otros lugares en la guerra de Colombia que
reciben cualquier trabajo asalariado que puedan obtener- habı́an cortado grandes claros para
pastorear cientos de cabezas de ganado; los campos de maı́z y coca que establecieron tambié n eran
má s grandes que los campos y huertos tı́picos de Ingano. Tambié n hubo una ruptura má s aguda entre
el bosque y el campo en las colonias de inmigrantes que en las á reas de cosecha tradicionales formadas
por el Ingano. Y, por supuesto, los colonos a menudo invadieron las tierras de Ingano, desmantelando
el bosque y forzando a algunos de los indios a ser sus aparceros para la producció n de drogas. Los
colonos eventualmente podrı́an seguir adelante, pero el dañ o ya estarı́a hecho. Como resultado, los
chamanes de Ingano conocidos comolas taitas tenı́an que viajar cada vez má s hacia los bosques para
obtener sus hierbas medicinales, culinarias y espirituales tradicionales. El resto de la comunidad a
menudo se quedaba atrá s, al borde de un bosque herido, tratando de cultivar donde los suelos ya se
habı́an agotado.
La promotora de salud de Ingano, Libia Dı́az, ha notado que una vez que los bosques humanizados de
su gente está n fragmentados, degradados o eliminados, muchas de las plantas que antes garantizaban
la salud del Ingano se vuelven menos accesibles. Hay cuatro plantas alimenticias que Ingano considera
esenciales para su salud, pero una en particular, yoco, se ha vuelto bastante escaso. En total, dieciocho
especies de alimentos en declive han sido atacadas por el Ingano para su recuperació n y
reincorporació n a su dieta contemporá nea sobre la base de los siguientes criterios: su importancia
tradicional (histó rica); su valor nutritivo; si satisfacen las necesidades culturales; capacidad para
mejorar su disponibilidad; el disfrute compartido al cosechar, procesar y comer; y su asequibilidad si
se compra a los vecinos. Algunos de los objetivos son especies domesticadas, pero la mayorı́a son
recursos "manejados" que se encuentran en los bosques má s humanizados y diversos de las cabeceras
amazó nicas de Colombia.
Iró nicamente, esta regió n intrigó a Vavilov, a pesar de que solo alcanzó sus bordes. Cuando comenzó
sus esfuerzos para mapear los importantes centros de domesticació n y diversidad de cultivos en 1926,
sabı́a muy poco de Sudamé rica para incluir muchos detalles. Pero en su revisió n del mapa de los
"centros Vavilov" en 1928, dirigió las tierras altas y el piedemonte del sur de Colombia como parte de
un centro andino má s grande. A medida que aprendı́a má s sobre Sudamé rica de sus colegas rusos
como Bukasov, de inió los lı́mites del centro sudamericano sobre la base de lo que se sabı́a sobre la
distribució n de tubé rculos en ese momento. Luego, en su ú ltima versió n de los centros Vavilov,
mapeada en 1940, utilizó mú ltiples criterios, incluidos datos de sus propios viajes, y enumeró a
Colombia como uno de los tres subcentros en Amé rica del Sur.
Estudios má s recientes de un conjunto má s grande de cultivos han provocado otras revisiones del
mapa de Vavilov. Uno de sus ú ltimos estudiantes extranjeros, el botá nico JG Hawkes, sostiene que los
con ines meridionales de Colombia, incluidos el Cauca y el Caquetá , está n dentro del concepto de
Vavilov de un centro de diversidad de cultivos. El Fondo Mundial para la Naturaleza ha presentado los
bosques tropicales hú medos del Caquetá en sus prioridades para las ecorregiones terrestres de
importancia crı́tica que albergan una gran biodiversidad.
Aunque los geó grafos y biogeó grafos de plantas desde la é poca de Vavilov reconocieron el papel de
los residentes indı́genas como el Ingano en el mantenimiento y la mejora local de la biodiversidad de
las selvas tropicales, pocas organizaciones de conservació n internacionales que trabajan en la
Amazonı́a interactú an directamente con las comunidades indı́genas en la plani icació n la diversidad de
esos há bitats. Algunos, de hecho, han intentado comprar tierras en tierras de origen indı́genas para
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establecer á reas protegidas que excluirı́an la agricultura de cualquier tipo. Es por eso que las
relaciones a largo plazo forjadas entre el Ingano y las organizaciones má s pequeñ as y diná micas, como
el Equipo de Conservació n del Amazonas, son tan desproporcionadamente importantes para el futuro
de la conservació n de la biodiversidad. No solo reconocen los "bosques humanizados" en nuestro
medio,
La desnutrició n ciertamente existe en comunidades indı́genas en la Amazonı́a colombiana que han
sido afectadas por rá pidos cambios econó micos y ambientales, pero nunca ha habido el tipo de hambre
total en las selvas tropicales que Vavilov presenció en las granjas colectivas de las llanuras semiá ridas y
templadas bosques de la Unió n Sovié tica en 1933.

Las 160 especies de alimentos que se encuentran en los hogares del Ingano los protegerá n de la
inanició n mientras los bosques humanizados continú en existiendo. Aunque existı́an en un paisaje y
una sociedad completamente diferentes, los colectivos sovié ticos nunca fomentaron tal diversidad
sobre el terreno, a pesar de que Vavilov la habı́a puesto a disposició n en las 155 granjas
experimentales que se encuentran en toda la URSS. Hubo una trá gica desconexió n entre los alimentos
de categorı́a mundial y la investigació n agrı́cola realizada por el imperio de Vavilov y su aplicació n para
resolver los problemas que persisten en la agricultura sovié tica despué s de la revolució n. Aunque
muchas de las variedades de cultivos resistentes que Vavilov descubrió lograron llegar a los campos,
jardines y huertos de las masas sovié ticas, los colectivos no estaban estructurados de manera tal que
proporcionaran incentivos para que los agricultores aprovecharan al má ximo esos recursos
alimenticios. Los problemas sociales y emocionales relacionados con la organizació n del trabajo
agrı́cola y la con iscació n de la propiedad privada agravaron la hambruna, independientemente de la
cantidad de variedades de cultivos que los colectivos habı́an plantado. Y hubo un desfase de tiempo
inevitable entre evaluar qué recursos de cultivo eran los má s adecuados para la producció n en
regiones particulares y llevarlos a los agricultores que má s los necesitaban.
Cuando Vavilov regresó de las Amé ricas a su instituto en San Petersburgo en la primavera de 1933, se
dio cuenta de que estaba siendo criticado en casa por no haber salvado a millones de sus compatriotas
del hambre. Por primera vez, vio que uno de sus propios empleados, Aleksandr Karpovich Kol ', habı́a
publicado una crı́tica mordaz de su enfoque en el Economischeskaia zhihn., un diario comunista.
Sirviendo como el curador de semillas que coordinó el departamento de introducció n de plantas del
instituto, Kol 'era diez añ os mayor que Vavilov y celoso de la reputació n del joven como erudito. Al
mismo tiempo, Vavilov lo habı́a reprendido tantas veces por perder o etiquetar erró neamente valiosas
colecciones de semillas traı́das del extranjero que Vavilov inalmente lo habı́a degradado. Kol 'tomó
represalias al esperar hasta que Vavilov se fuera a Estados Unidos antes de publicar su crı́tica. Se
quejaba de que Vavilov era demasiado teó rico en su enfoque de los problemas agrı́colas y demasiado
negligente con la necesidad de obtener rá pidamente las mejores plantas de cultivo en el conducto para
la producció n de alimentos. Kol 'incluso intentó difamar a Vavilov como enemigo de las clases
trabajadoras.

Vavilov inmediatamente publicó una refutació n a Kol 'en el mismo perió dico, revelando que Kol'
habı́a intentado minarlo desde que fue degradado por pereza cró nica y descuido cientı́ ico. Por un
breve momento, la mayorı́a de los lectores aceptaron la explicació n de Vavilov como el " inal del
debate". Pero la crı́tica pronto resurgió y se extendió como á cido derramado entre los buró cratas y sus
estudiantes má s insatisfechos. A medida que la hambruna de 1933 siguió matando a millones, los
polı́ticos sovié ticos y los cientı́ icos empezaron a preguntarse si existı́a una manera má s rá pida de
brindar seguridad alimentaria al mundo que el gran plan que Vavilov habı́a imaginado a travé s de su
colecció n mundial de recursos itogené ticos.
Vavilov estaba perdiendo terreno polı́tico en su hogar, pero sus ideas sobre las selvas tropicales de
Sudamé rica nos recuerdan algo que con demasiada frecuencia se olvida: los jardines de los bosques del
Ingano ofrecen un mı́nimo de seguridad alimentaria precisamente porque no está n tan gestionados
que la naturaleza los alimentos y medicinas esenciales para la salud de la comunidad se mantienen
fuera del panorama. Las granjas colectivas en la Unió n Sovié tica no fueron administradas

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adecuadamente para la diversidad tanto en el sentido social como en el ecoló gico, y eso condujo a su
falta de resiliencia. Como pronto veremos, la visió n totalitaria de Stalin para el mundo exprimió la
creatividad de sus cientı́ icos y exprimió la resiliencia y la locura de los paisajes agrı́colas de su gente.
Su visió n para optimizar la producció n de alimentos se parecı́a má s a las lı́neas de montaje de las
fá bricas de automó viles de Henry Ford, mientras que Vavilov '

CAPÍTULO DOCE

La última expedición
Hemos llegado a con iar en un cómodo desfase temporal de cincuenta años o un siglo intermedio entre la
percepción de que algo debe hacerse y un intento serio de hacerlo.
- HG Wells


Taquı́ hubo, de hecho, un desfase temporal entre cuando Vavilov recogió una semilla por primera vez y
cuando su caracterizació n, evaluació n y liberació n a los agricultores hizo una diferencia en la
seguridad alimentaria de su pueblo. Para cuando Vavilov dejó de viajar al extranjero, en 1933, é l y sus
colegas habı́an llevado a casa entre 148,000 y 175,000 muestras de semillas y tubé rculos vivos para la
colecció n mundial. Una dé cada má s tarde, en enero de 1943, mientras yacı́a moribundo de inanició n,
estaba claro que su visió n de "el uso plani icado y racional de los recursos vegetales encontrados
alrededor de los con ines terrestres del globo" aú n no habı́a llegado a buen té rmino. A medida que los
costos humanos y econó micos de la Segunda Guerra Mundial ponı́an in a la investigació n agrı́cola
sovié tica, solo se habı́an caracterizado y evaluado 75,000 muestras de semillas de Vavilov; muchos se
perderı́an o se dañ arı́an en el transcurso de la guerra.
Sea como fuere, la promesa de Vavilov a los muchos pueblos de la Repú blica Sovié tica de alimentarlos
con semillas de tubé rculos robustos y adaptados de todo el mundo no fue una promesa falsa.
Aproximadamente un cuarto de siglo despué s de su muerte, cuatrocientas nuevas variedades de
cultivos seleccionadas de las semillas que recogió estaban alimentando a un porcentaje tan grande de
ciudadanos sovié ticos que la frecuencia de las hambrunas en las repú blicas controladas por los
sovié ticos de Europa Oriental y Asia Central disminuyó precipitadamente. Al principio, algunos
historiadores insinuaron que la població n sovié tica quedó má s protegida del hambre debido a la
diversidad de cultivos alimentarios que Vavilov y sus estudiantes habı́an introducido, mientras que
otros atribuyeron las disminuciones del hambre a la reorganizació n de las unidades de producció n de
alimentos y la modernizació n del gobierno. tecnologı́as agrı́colas.
Cuatro quintas partes de todas las á reas cultivadas de la Unió n Sovié tica se siembran con variedades de diferentes plantas
derivadas de las semillas disponibles en la colecció n mundial ú nica del VIR. Este ú ltimo ya ha ayudado a cientı́ icos sovié ticos a
cultivar má s de mil variedades valiosas conocidas como "Vavilov". [En 1979] proporcionaron a la URSS má s de cinco millones de
toneladas de productos adicionales por añ o, lo que trajo al menos mil millones de rublos en ingresos adicionales .

A pesar de la falta de apoyo para proteger la colecció n de Vavilov en San Petersburgo durante el sitio,
la mayorı́a de las semillas se dividieron en muestras "duplicadas" y se dispersaron a varios santuarios
para garantizar su supervivencia; las muestras supervivientes se volvieron crı́ticas para los esfuerzos
de introducció n de plantas sovié ticas para mejorar los rendimientos de los cultivos y la seguridad
alimentaria durante las siguientes dé cadas. Por supuesto, las contribuciones de Vavilov a la seguridad
alimentaria no deberı́an evaluarse simplemente en té rminos de producció n bruta. Tambié n
deberı́amos considerar la mejora de la calidad nutricional que se produjo como resultado del trabajo
de su instituto. En su ú ltimo viaje a los Estados Unidos, en 1930, Vavilov se sintió intrigado por las
muchas especies de girasoles silvestres, que, al parecer, los criadores de plantas estadounidenses
habı́an descuidado por completo. En las á ridas llanuras azotadas por el viento del oeste de
Texas,Helianthus lenticularis para traer de vuelta a su personal de criadores de semillas oleaginosas.
Uno de esos criadores, VS Pustovoit, comenzó una serie de cruces artesanales entre ese girasol del
oeste de Texas y cultivares del girasol domesticado, Helianthus annuus , que ya producı́a gran parte del
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aceite vegetal que los cristianos ortodoxos rusos quemaban como velas durante sus ayunos
cuaresmales. Incluso despué s de que Vavilov habı́a estado muerto durante dé cadas, el profesor
Pustovoit perseveró en hacer hibridaciones, evaluaciones y selecciones utilizando el girasol silvestre
que su colega habı́a traı́do de vuelta.
Treinta añ os despué s de que Vavilov le hubiera dado las semillas de girasol del oeste de Texas,
Pustovoit lanzó un girasol hı́brido estable con un nivel de aceites poliinsaturados que empequeñ ecı́a el
de otros girasoles. Se cultivó ampliamente en la Unió n Sovié tica, y en 1972, cuando los agricultores del
oeste de Texas visitaron la estació n experimental de Krasnodar en un recorrido por la agricultura
sovié tica, la hija de Pustovoit les ofreció semillas de ese hı́brido. Los tejanos prometieron llevarlo de
vuelta y cultivarlo en la patria estadounidense de sus ancestros salvajes. De hecho, se trajo al cultivo en
el oeste de Texas, no muy lejos del sitio de la colecció n original de Vavilov. Esta es solo una de las
muchas historias que revela hasta qué punto el legado de Vavilov llevó a avances tangibles en la
producció n de alimentos, la mejora de la nutrició n y la seguridad alimentaria, no solo en las repú blicas
sovié ticas, sino tambié n en otros paı́ses.
Sin embargo, tales avances no pudieron ser vistos ni previstos a raı́z de la sequı́a de 1932-1933 en la
Unió n Sovié tica. De repente, los investigadores agrı́colas fueron tratados como si tuvieran sangre en
sus manos. Era la sangre de cinco millones o má s que habı́a muerto en kholkhoz colectivalas granjas a
medida que el rendimiento de sus granos se desplomaba y sus escasas cosechas eran llevadas a las
ciudades, dejando a los productores sin seguridad alimentaria propia. La crı́tica comenzó con
compañ eros de trabajo vengativos como Alexsander Kol, quien, en 1933, le dijo a la policı́a secreta de
OGPU que Vavilov dirigı́a un grupo contrarrevolucionario que operaba desde su instituto. En ese
momento, la OGPU ya habı́a acumulado tres añ os de acusaciones en un archivo sobre Vavilov, que como
el periodista Peter Pringle ha documentado ampliamente, acusó a Nikolay de "intentar sabotear la
agricultura sovié tica". A diferencia de Lenin, que apoyó los intentos de Vavilov de construir una basado
en la ciencia del sistema sovié tico de producció n de alimentos, Stalin simplemente necesitaba un chivo
expiatorio para la colosal hambruna que sus propias polı́ticas habı́an provocado. Sin embargo, Vavilov
todavı́a parecı́a demasiado esencial para el paı́s ' s recuperació n agrı́cola y demasiado bien conectado
para que la OPGU lo arrestara en ese momento. Ası́ que la cuestió n de las lealtades
contrarrevolucionarias de Vavilov yace como una llaga debajo de la piel hasta 1934, cuando Tro im
Denisovich Lysenko la abrió y la convirtió en un debate nacional, sino internacional.
En la dé cada posterior a 1934, TD Lysenko habı́a reemplazado a Vavilov en el papel de cientı́ ico má s
poderoso en las repú blicas sovié ticas y habı́a cerrado la mayorı́a de los programas de investigació n
gené tica y conservació n en la Unió n. En esencia, al proclamar que "el marxismo es la ú nica ciencia
verdadera" -y que otras disciplinas deberı́an ser meras subsidiarias al servicio de é l- Lysenko retrasó
los esfuerzos sovié ticos de utilizar la ciencia para recuperar un poco de seguridad alimentaria. El
lisenkoismo se convirtió en una ideologı́a de "solució n rá pida" que rechazaba los procesos lentos de
selecció n de plantas darwinistas como una pé rdida de tiempo, instando a que fueran reemplazados por
intentos de adaptar los cultivos exponié ndolos brevemente a las tensiones ambientales que se cree que
cambian su gené tica. Lysenko y su colega Michurian construyeron un castillo de naipes sobre las ya
desacreditadas teorı́as de Jean-Baptiste Lamarck, quien en el siglo dieciocho expuso sobre la herencia
de los caracteres adquiridos sin ningú n conocimiento de los procesos gené ticos. Lysenko argumentó
que, a partir de William Bateson, los genetistas se habı́an vuelto tan eruditos y elitistas en sus teorı́as
que ya no trabajaban con plantas en el campo o directamente pasaban bene icios a "la gente". El
lysenkoismo arrastró a los bió logos y agró nomos sovié ticos a las turbias aguas estancadas de las
ciencias de la vida hasta que los experimentos de mala calidad de Lysenko y las protestas ideoló gicas
fueron desacreditados por una aplastante protesta de otros cientı́ icos sovié ticos en 1964.
Lysenko no era má s que uno de los cientos de agró nomos y horticultores mal entrenados pero
trabajadores que participaron en la evaluació n y selecció n de cultivos en el interior al principio de su
carrera. Sin embargo, tuvo su icientes é xitos prá cticos que fue invitado a trabajar en la destacada
estació n de campo agrı́cola de Odessa, donde conoció a un iló sofo astuto y cientı́ icamente analfabeto
llamado Isai Izrailevich Prezent. Como el historiador de la ciencia ruso Mark Popovsky admitió
oscuramente,

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La reunió n con Prezent cambió todo. El astuto ... iló sofo rá pidamente se dio cuenta de la ventaja de convertirse en portavoz de
este agró nomo que estaba en la cresta de una ola ... Prezent tambié n se dio cuenta de que Lysenko ... necesitaba algo para lotar
en su propio programa. Prezent se dispuso a proporcionarle un programa ilosó ico [basado en] lamarckismo ... El Comisariado
Popular Yaklovev [ya habı́a] exigido que los cientı́ icos "revolucionen la vida de las plantas y los animales". [Prezent y Lysenko
creı́an que] Lamarck indicó có mo podrı́a estar hecho.

Lysenko ya habı́a establecido cierta reputació n por los enfoques novedosos pero bastante dudosos
para seleccionar variedades de plantas para sus adaptaciones al estré s. Reforzada por el estı́mulo de
Prezent y lleno de puntos de vista ideoló gicos que encajan có modamente con las nociones de sus
superiores de fomentar "la agricultura popular", Lysenko se convirtió en director del Instituto Odessa
en 1933, justo cuando la Unió n Sovié tica quedó ató nita por los nuevos conteos de millones de personas
que murieron el hambre Lysenko y Prezent prometieron hacer de Odessa un bastió n para los
"cientı́ icos campesinos descalzos" que utilizarı́an las cabañ as rú sticas como sus laboratorios y el
sentido comú n infundido con los ideales marxistas como su ciencia.
Con frases ingeniosas que le ofreció Prezent, Lysenko obtuvo el apoyo de pequeñ os buró cratas
comunistas en una "Comisió n del Pueblo", que estaban cada vez má s preocupados de que la elite
educada habı́a creado un imperio de investigació n loreciente que producı́a pocos resultados visibles
ademá s de las publicaciones. En 1929, incluso Vavilov elogió tentativamente como "un gran logro
mundial en la ciencia de las plantas" el enfoque de Lysenko para usar las masas para "vernalizar" o
adaptar el medio ambiente a los cultivos de semillas. Quizá s lo hizo solo para demostrar que podı́a
coexistir con otros enfoques y dar la bienvenida a investigadores innovadores que no fueran los suyos.
Sin embargo, los estudiantes de Vavilov cı́nicamente bromearon diciendo que Lysenko alegarı́a que su
pseudociencia podrı́a resolver cualquier problema agrı́cola que se le presentara: "Lysenko está seguro
de que es posible producir un camello a partir de una semilla de algodó n y un á rbol baobab de un
huevo de gallina", dijeron. Aunque Vavilov ciertamente reconoció que algunas de las a irmaciones de
Lysenko se basaban en una ciencia de mala calidad que carecı́a de controles o veri icació n externa de
los resultados, no parece haber sido consciente de cuá nto el estilo de investigació n agrı́cola de Lysenko
habı́a capturado la imaginació n de los celosos estalinistas.
In May of 1934, Vavilov received a most ominous wake-up call. Stalin had given the Council of the
People's Commission the task of determining why the vast agricultural research infrastructure set in
place by Lenin and run by Vavilov had not kept millions from starving to death over the previous two
years. Why could he not reduce the research and development time needed to release a new high-
yielding variety to two years, instead of the ten to twelve years Vavilov's team was requiring—and one
that most new seed releases still require? Compared to Lysenko's approach, the commissars saw
Vavilov's strategies as intrinsically slow and stilted. They separated agricultural research in the
academy from the practice of agriculture in the peasants' ields. While Vavilov was in for his equivalent
of an annual review, the commissars asked what he would do differently that would avert another such
agricultural failure in the years ahead. Couldn't he simply shift his research to document what had
happened on the collective farms that had not suffered crop failures during the drought, so as to use
them as models for the other collectives?
Vavilov estaba aturdido y casi sin palabras. Nadie en la sala, creı́a, realmente entendı́a la ciencia.
Recientemente habı́a sido elegido por sus colegas cientı́ icos como presidente de la Sociedad
Geográ ica de la Unió n, y ya habı́a recibido casi todos los premios que los cientı́ icos de todo el mundo
podı́an ofrecer a un colega que habı́a avanzado en sus disciplinas. Por esta é poca, el Dr. V. Khmelarzh,
uno de los cientı́ icos má s destacados de Europa del Este, habı́a proclamado que "los institutos que é l
[Vavilov] dirige son los má s grandes del mundo y han superado a los institutos estadounidenses en
tamañ o e importancia". El genetista britá nico Rowland Biffen -a quien Vavilov habı́a idolatrado como
estudiante- habı́a declarado recientemente que la Unió n Sovié tica ahora ocupaba el primer lugar entre
todos los paı́ses en el é xito de sus programas de mejoramiento de plantas. Sin embargo, Vavilov era
poco respetado en casa,
Cuando Vavilov inalmente respondió a los comisarios, no fue con lo que querı́an escuchar. Tenı́a la
intenció n de mantener el rumbo que habı́a seguido desde la revolució n, adoptando un enfoque basado
en la ciencia que seleccionaba las mejores poblaciones reproductoras para la recombinació n gené tica y
la evaluació n en ensayos de rendimiento controlados realizados en varias partes del paı́s. No lo harı́a,
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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

como lo habı́a hecho Lysenko, con iando en trabajadores agrı́colas no capacitados para llevar a cabo la
investigació n agrı́cola so isticada que serı́a necesaria para evitar futuras hambrunas.
Dentro de dos meses, el consejo publicó un informe sobre los medios para evitar futuras hambrunas
mediante la reestructuració n de la investigació n agrı́cola de la Unió n. El consejo habı́a juzgado que el
enfoque de Vavilov era "completamente insu iciente" y separado de lo que estaba ocurriendo en las
mejores y má s saludables granjas colectivas. En el añ o, Vavilov fue degradado, perdiendo el poder
sobre quince de los institutos que habı́an estado bajo su direcció n, mientras que el presupuesto de sus
programas restantes fue severamente recortado. En junio de 1935, se trans irieron doce granjas
experimentales al State Farm Comisariat, para que se pudiera implementar el modelo de Lysenko de
cientı́ icos campesinos que trabajan en laboratorios de cabinas.
Mientras tanto, Lysenko recibı́a elogios directos de Stalin. En una Conferencia de Agricultores
Colectivos de 1935, Stalin se sentó en una silla en el escenario escuchando a Lysenko vilipendiar a la
é lite cientı́ ica, mientras promovı́a soluciones rá pidas de bajo costo que segú n é l, los campesinos
podı́an implementar. Stalin se levantó de su asiento antes de que el discurso de Lysenko terminara y
gritó : "¡Bravo, camarada Lysenko, bravo!"
Vavilov tambié n estaba en la pantalla de Stalin, pero el subtı́tulo de la imagen no incluı́a la palabra
"bravo". Todavı́a en 1932, Vavilov todavı́a tenı́a su iciente prominencia e in luencia polı́tica para ganar
una audiencia con Stalin para convencerlo de que no se quedaran con dos citó logos rusos. encarcelado
en campos de trabajo Pero a medida que la hambruna se prolongaba y má s personas morı́an de
hambre, Stalin necesitaba a alguien a quien culpar. Vavilov sabı́a que habı́a caı́do en desgracia con el
dictador y comenzó a darse cuenta de que estaba bajo vigilancia. Estableció un "lenguaje de có digos"
en cartas a su amigo estadounidense Harry Harlan, para señ alar al mundo exterior que estaba en
peligro.

A mediados de la dé cada de 1930, ocurrió un evento por accidente que pre iguró los pró ximos añ os.
Vavilov tuvo la desgracia de casi atropellar a Stalin cuando ambos doblaron la esquina de un pasillo del
gobierno que venı́a de direcciones opuestas. Aunque Vavilov ofreció sus disculpas, la respuesta de
Stalin fue tan frı́a como el hielo. Mucho despué s de que Vavilov regresara a su o icina en el instituto ese
dı́a, era claro para sus compañ eros de trabajo que estaba sufriendo de un estré s sin precedentes. El
encuentro fortuito con el dictador fue demasiado cercano y demasiado inoportuno para descartarlo
como algo trivial. La pró xima vez que Stalin tuvo la oportunidad de encontrarse con Vavilov, en una
conferencia de 1935 donde Lysenko y Vavilov estaban hablando, primero elogió a Lysenko y luego salió
de la habitació n justo cuando Vavilov comenzaba su discurso. En una reunió n má s privada, Stalin le
dijo a Vavilov que las expediciones cientı́ icas al extranjero eran inú tiles e insoportables; en cambio,
dijo, los botá nicos harı́an mejor al dedicar má s tiempo a ayudar a los agricultores a asegurar sus
cosechas: "¡VAYAN Y APRENDEN DE LOS CHOQUES EN LOS CAMPOS!" Stalin le ladró a Vavilov en su
ú ltima conversació n personal.
La reacció n de Vavilov a Stalin no tomó la forma de sumisió n. En 1936, cuando Stalin encabezó una
campañ a nacional para elevar la cosecha total de granos de la Unió n Sovié tica de 80,000 millones a
100,000 millones de kilogramos, Vavilov recordó a la població n sovié tica que antes de la revolució n, los
agricultores habı́an cosechado regularmente de 160,000 a 210,000 millones de kilos de grano del
mismo á reas de producció n en Rusia. Esta crı́tica indirecta al dictador le valió a Vavilov una invitació n
al Kremlin para mantener una conversació n ı́ntima con la infame mano derecha de Stalin, Molotov. A la
mitad de la "reprimenda" de Molotov, Vavilov olió a humo, y luego notó que Stalin habı́a entrado por
una puerta lateral, sin previo aviso, fumando su pipa. Stalin interrumpió la conversació n entre Molotov
y Vavilov para ofrecer tres oraciones breves antes de dejarlos para resolver "los detalles": "Acadé mico
Vavilov, ¿por qué tienes que tener estos sueñ os vacı́os? Solo ayú danos a obtener una cosecha con iable
de 80,000 millones de kilos. Eso es su iciente para nosotros ".
Estaba claro que a Stalin y Molotov no les preocupaba garantizar una mayor seguridad alimentaria a
largo plazo para sus compatriotas; lo ú nico que querı́an era sofocar a las masas anunciando que habı́an
tomado medidas que de repente aumentarı́an la producció n de alimentos.

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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Ese mismo añ o, la creciente tensió n entre Vavilov y Lysenko llegó a un punto crı́tico. Los adversarios
cientı́ icos acordaron debatirse entre sı́ antes que sus pares, pero má s polı́ticos que cientı́ icos
asistieron al evento. Al comienzo, Lysenko mostró tal falta de conocimiento de la ciencia que a veces
parecı́a adulador, a veces antagó nico, en respuesta a la comprensió n de Vavilov de los problemas
cientı́ icos subyacentes:
Lo que he dicho en mi artı́culo ... contradice fundamentalmente la teorı́a gené tica de NI Vavilov de que los corpú sculos de la
"sustancia hereditaria" que permanecen inalterables a lo largo de una larga cadena de generaciones, crean nuevas variaciones
solo a travé s de la recombinació n. Siento que no tengo su iciente evidencia para romper esta "ley", que creo que contradice los
hechos del proceso evolutivo de selecció n. Pero en el curso de mi trabajo, constantemente obtengo evidencia que sugiere la falta
de solidez de esta ley ...
Iró nicamente, los genetistas evolutivos desde la é poca de Lysenko han encontrado mecanismos para
la evolució n distintos de la recombinació n sexual de genes que trabajan a travé s de procesos graduales
para la selecció n de formas novedosas. Que Vavilov entendió los procesos graduales de la evolució n tan
plenamente como podrı́a hacerlo en su é poca, pero no descartó inmediatamente las a irmaciones de
Michurian y Lysenko sobre otros posibles mecanismos, muestra que es un pensador crı́tico pero de
mente abierta. Ahora sabemos que de hecho hay algunos mecanismos para una "microevolució n" má s
rá pida, pero no son lo que sugirió Lysenko. Los "genes saltarines" de Barbara McClintock y los
procesos evolutivos rá pidos y acentuados explorados por Stephen Jay Gould son solo dos fenó menos
que aú n no se habı́an reconocido en el momento del debate Lysenko-Vavilov. Má s al punto, Lysenko ' La
a irmació n de que é l podı́a condicionar a las plantas y los animales para que rá pidamente
"adquirieran" caracterı́sticas heredables, ú tiles y nuevas a travé s de la manipulació n de sus ambientes,
no está ni en la misma liga con el trabajo de McClintock y Gould. La declaració n de Lysenko de que los
mé todos de Vavilov eran "incorrectos" se basaba menos en la evidencia cientı́ ica que en la ideologı́a
polı́tica. Lysenko se dio cuenta de que no podı́a derrotar a Vavilov solo por motivos cientı́ icos.

En su respuesta, Vavilov permitió la posibilidad de que la recombinació n gené tica no fuera el ú nico
mecanismo posible que explica la diversidad de cultivos disponibles para la humanidad:
El acadé mico TD Lysenko está promoviendo una nueva hipó tesis de que el gen es bastante variable y que puede ser cambiado
deliberadamente a travé s de la agencia del bió logo experimental en una direcció n predeterminada. Desafortunadamente, hasta
ahora no hay evidencia experimental que apoye exactamente esta a irmació n. Es muy posible que, en el futuro, TD Lysenko u
otros demuestren cientı́ icamente la posibilidad de que se produzcan tales cambios, y este nuevo conocimiento basado en la
ciencia serı́a bienvenido, pero hasta ahora, la existencia de ese proceso no se ha demostrado de ninguna manera. nosotros ...
Para refutar la hipó tesis de trabajo que muchos genetistas ya han desarrollado, necesitamos pruebas de experimentos precisos.
Estos no tenemos ...

A pesar del desprecio corté s pero enfá tico de Vavilov de la mayorı́a de las a irmaciones de Lysenko,
los polı́ticos de alto rango que presenciaron el debate concluyeron que "la evolució n no podrı́a haber
ocurrido sin la herencia de caracterı́sticas adquiridas". Cuando el colega de Vavilov y ganador del
Premio Nobel Hermann Muller cuestionó posteriormente la La secretaria PN Yakolev respondió que las
minorı́as é tnicas eran en verdad "inferiores a nosotros en todos los aspectos ... pero despué s de dos o
tres generaciones de vida", dijo el secretario PN Yakolev que las minorı́as é tnicas eran "inferiores a
nosotros" en todos los aspectos. bajo las condiciones del socialismo, sus genes habrı́an mejorado tanto
[que] todos serı́amos iguales ".
Lysenko habı́a ganado el debate de 1936 en un sentido polı́tico, y má s tarde ese añ o, se hizo evidente
que la libertad de Vavilov para moverse a voluntad habı́a llegado a su in. Alguien le contó una historia
al New York Times que decı́a que Vavilov habı́a sido arrestado, junto con uno de sus colegas. De hecho,
los miembros del personal de NKVD aú n estaban acumulando pruebas de que pensaban que podrı́a ser
su iciente para asegurar la sentencia de muerte para Vavilov, pero aú n no estaban listos para
arrestarlo. Vavilov tuvo que pedir al Times que retractara el informe erró neo y anunciara al mundo que
la ciencia sovié tica nunca habı́a sido mejor ni má s colaborativa. Peor aú n, se vio obligado a posar para
fotos con Lysenko para asegurar a la comunidad internacional que todo estaba bien entre ellos.
Desde 1936 en adelante, Vavilov trabajó para poner su visió n en orden, revisando sus mapas de
centros de diversidad y compilando los datos geográ icos derivados de la colecció n mundial para un
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libro titulado World Varietal Resources of Grain Crops . El personalmente siguió algunos consejos que
escribió a un colega abatido, Konstantin Pangelo: "Trabaja en silencio y organiza tu trabajo [para
publicació n y para la posteridad] tan pronto como sea posible".
Vavilov y Pangelo observaban impotentes có mo má s de una docena y media de genetistas
prominentes iban al andamio o desaparecı́an, y su crimen expresaba resistencia a Lysenko. Vavilov
habı́a trabajado durante mucho tiempo para organizar el Sé ptimo Congreso Internacional de Gené tica
en Moscú en 1937, pero Lysenko y Stalin se ocuparon de que las reuniones fueran canceladas. Una vez
que se reprogramó en Edimburgo, los colegas internacionales de Vavilov se aseguraron de que fuera
elegido presidente honorario del Congreso; aun ası́, no se le permitió asistir.
Aunque sus dı́as de construcció n de instituciones nacionales y emprendiendo expediciones
internacionales habı́an llegado a su in, Vavilov retuvo un papel en la comunidad cientı́ ica como
siempre lo habı́a hecho: alentar a los cientı́ icos má s jó venes a continuar su trabajo. Su entusiasta
tutorı́a de hombres y mujeres jó venes no se detuvo con ciudadanos sovié ticos como el botá nico kazajo
Aimak Dzangaliev, sino que se extendió a personas como el estudiante estadounidense John
Niederhauser, que má s tarde ganó el World Food Award, y el estudiante britá nico JG Hawkes, que tiene
Avanzó brillantemente en el trabajo de Vavilov sobre geografı́a de cultivos. Esos estudiantes, que aú n
tenı́an veintitantos añ os, fueron invitados a cenas en la casa de Vavilov, llevados a la ó pera con su
familia y acompañ ados en viajes botá nicos a los alrededores de Leningrado. Vavilov los involucró en
largas discusiones cientı́ icas con sus suplentes má s experimentados, Bukasov, EE Leppik y el primer
ministro Zhukovsky. Trá gicamente, pronto se darı́a cuenta de que no estaba en el mejor interé s de
Vavilov haber abrazado personalmente a estos ciudadanos britá nicos y estadounidenses, ya que má s
tarde serı́a acusado de espiar en nombre de sus gobiernos.

En 1939, la escritura estaba en la pared: la gené tica ya no serı́a apoyada por el gobierno sovié tico, ya
que Lysenko habı́a convencido a Stalin de que podı́a mejorar los cultivos por otros medios. En una
reunió n en marzo de 1939 del Instituto de Fitomejoramiento de la Unió n, Vavilov ya no podı́a ingir
que é l y Lysenko estaban trabajando para alcanzar los mismos objetivos. Con todos en la reunió n
plenamente conscientes de a lo que se referı́a, Vavilov se puso de pie para pronunciar las palabras que
sin duda acortaron su propia vida:

Iremos a la pira, quemaremos, pero no nos retiraremos de nuestras convicciones.



A partir de ese dı́a, Vavilov temió por su vida casi en todo momento, llamando a su esposa antes y
despué s de cada movimiento que hizo. Quienes lo visitaron en Leningrado vieron su aspecto abatido,
como si hubiera estado enfermo o hubiera dormido sin dormir durante semanas. Despué s de má s de
un añ o de constante preocupació n por su propia seguridad y la de su familia, recibió una llamada que
le dio cierta esperanza. Su antiguo jefe en el Comisariado del Pueblo de Agricultura propuso que haga
una corta expedició n a las montañ as de los Cá rpatos del oeste de Ucrania, no lejos de la frontera con
Polonia. Decidiendo que algú n trabajo de campo podrı́a ayudarlo a dejar de pensar en el deplorable
estado de la ciencia en la academia, aceptó la invitació n. El periodista cientı́ ico ruso Mark Popovsky
describió las posibilidades de una ú ltima expedició n para Vavilov:
Nuevos lugares, senderos inexplorados; en sus pensamientos, ya estaba respirando el aire de las montañ as de los Cá rpatos y
caminando a travé s de los bosques de Bukovina. Pero esta expedició n iba a ser algo má s que otra excursió n a regiones
desconocidas. Servirı́a para liberar parte de la tensió n emocional que se habı́a acumulado en el instituto. [Vavilov] anhelaba un
cambio, aunque solo fuera por un tiempo.

El 23 de julio de 1940, Vavilov recibió un documento que lo autorizaba a dirigir lo que serı́a su ú ltima
expedició n. Estaba completamente preparado para aprovechar al má ximo, seleccionando a mano a los
miembros de la expedició n y empacando a mano todos los libros y mapas necesarios en el campo; pero
luego, justo antes de su partida de Moscú , lo llamaron a la o icina de Lysenko. Como presidente de la
academia, Lysenko habı́a decidido rechazar una tesis doctoral sobre gené tica que Vavilov habı́a
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considerado un trabajo signi icativo. Su debate sobre la tesis se convirtió en un argumento má s amplio
sobre el destino de la gené tica y la producció n de alimentos en la Unió n Sovié tica. El personal cientı́ ico
que trabajaba en las afueras de la o icina de Lysenko escuchó a Vavilov dispararle una ú ltima descarga
a Lysenko justo antes de que cerrara la puerta de un golpe y corriera para irse a Ucrania: "GRACIAS,
Ya no habı́a dudas entre el personal presente en la academia de que Vavilov pronto serı́a arrestado.
Vavilov fue en tren a Kiev, donde conoció a su personal y miembros de la Academia Ucraniana de
Ciencias el 26 de julio. En cuestió n de dı́as, sus libros, prensa de planta y colegas má s cercanos fueron
empacados junto con Vavilov en un pequeñ o soviet negro. sedá n hecho a mano se dirigió a las
montañ as. Allı́, en el oeste de Ucrania, entre Kiev y Lvov, Vavilov tuvo una ú ltima oportunidad de
participar en las actividades de campo má s cercanas a su corazó n. Con sus colegas recolectores de
plantas, detuvo el automó vil cada pocos kiló metros para recorrer los campos de trigo, cebada, avena y
centeno, pidiendo a los campesinos de allı́ permiso para tomar pequeñ as muestras de sus semillas para
secuestrarlas en bolsas de tela. Escribió sus notas de campo y los comentarios que esos granjeros le
ofrecieron. Cuando se puso el sol, invitó a los agricultores má s astutos a reunirse con é l y los otros
cientı́ icos en los café s de la aldea y las cantinas de las posadas donde dormirı́a el equipo de la
expedició n, hablando hasta altas horas de la noche sobre los problemas de la agricultura y el promesa
de ciertas semillas para resolver algunos de esos problemas. Vavilov personalmente levantaba la
cuenta para todos y se iba a su habitació n a dormir, pero en unas pocas horas ya estaba abajo,
escribiendo sus notas de campo cuando los otros miembros del equipo llegaban a desayunar al
amanecer. hablando a altas horas de la noche sobre los problemas de la agricultura y la promesa de
ciertas semillas para resolver algunos de esos problemas. Vavilov personalmente levantaba la cuenta
para todos y se iba a su habitació n a dormir, pero en unas pocas horas ya estaba abajo, escribiendo sus
notas de campo cuando los otros miembros del equipo llegaban a desayunar al amanecer. hablando a
altas horas de la noche sobre los problemas de la agricultura y la promesa de ciertas semillas para
resolver algunos de esos problemas. Vavilov personalmente levantaba la cuenta para todos y se iba a su
habitació n a dormir, pero en unas pocas horas ya estaba abajo, escribiendo sus notas de campo cuando
los otros miembros del equipo llegaban a desayunar al amanecer.
El 6 de agosto, cuando el equipo de Vavilov estaba trabajando en los lugares má s remotos de las
montañ as de los Cá rpatos, entre Chernovitsy y las fronteras con Polonia y Rumania, su sedá n negro
cubierto de polvo fue interceptado por otro del mismo modelo y color. El propio Nikolay no estaba
cerca del borde de la carretera, pero habı́a comenzado a caminar con algunos de su tripulació n por un
sendero de montañ a, recogiendo hierbas silvestres que é l pensaba que podrı́an estar relacionadas con
los trigos de espelta o la espelta. Curiosamente, la mayorı́a de los colegas de Nikolay se habı́an quedado
atrá s, diciendo que deseaban disfrutar el cá lido y soleado dı́a y la camaraderı́a que se habı́a
desarrollado entre ellos. Estos compañ eros de trabajo fueron los que escucharon una pregunta
bruscamente arrojada desde la ventana entreabierta del segundo sedá n negro:
" ¿Dó nde está el acadé mico Vavilov? ¡Debemos encontrar al Acadé mico Vavilov! "
A sus colegas se les dijo que Vavilov debı́a presentar documentos importantes sobre las
exportaciones de granos al Comisariado de Agricultura. Esto desconcertó a los compañ eros de trabajo
má s jó venes de Vavilov, como el botá nico Vadim Lekhnovich, que no podı́a imaginar por qué un
buró crata le gritaba a su jefe que presentara documentos en medio de un campo remoto. Cuando
Vavilov regresó de su caminata, los cuatro hombres del segundo sedá n negro lo llevaron de repente. Le
dijeron a su tripulació n que Vavilov habı́a sido llamado a Moscú por negocios, pero que deberı́an
continuar con sus exploraciones de plantas. Al joven Lekhnovich le dieron una nota en la mano de
Vavilov que simplemente decı́a: "En vista de mi repentino regreso a Moscú , entregue todas mis cosas al
portador de esta nota. N. Vavilov, 6 de agosto de 1940, a las 2315 horas ".
Lekhnovich y los otros hicieron lo que se les dijo, llevando cada trozo de papel, tela e instrumento
perteneciente a Vavilov al segundo sedá n negro, que habı́a regresado al hotel en Chervotsky. Cuando el
auto desapareció , fue el ú ltimo que cualquiera de los cientı́ icos verı́a de Vavilov o sus posesiones
personales.
Excepto la mochila de Vavilov, que misteriosamente reapareció en VIR en San Petersburgo un tiempo
despué s. En ella habı́a una forma de trigo antigua, tal vez salvaje, con rasgos primitivos encontrados
tanto en las subespecies de escanda como de embestida.
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“What a ind!” his Russian colleagues exclaimed, because just that week Vavilov had been challenging
all the Ukrainian scientists he had met to be on the lookout for what might remain of the original forms
of wheat brought in through Balkan countries thousands of years earlier. Vavilov had apparently beat
them to the punch, discovering a most primitive form of wheat on his own. It was his last collection,
and years later it was determined to be a new species of wheat in the genus Triticum.
En los dos añ os que siguieron, Nikolay Vavilov sufrió durante miles de horas de interrogatorio, a
veces de diez a trece horas al dı́a mientras se ponı́a de pie. Fue acusado de hacer planes para escapar
de las montañ as de los Cá rpatos en Polonia y de espiar para Gran Bretañ a y para organizaciones
antisovié ticas. Pero la acusació n má s horrible fue que habı́a "destruido" intencionadamente la
agricultura sovié tica en la dé cada de 1930 al exigir que se cultivara tanta super icie cultivada en granos
que no habı́a su iciente semilla para plantarla adecuadamente. Como resultado, concluyó el tribunal,
los campos del paı́s en 1931 y 1932 eran tan escasos de plá ntulas de cultivo y tan llenos de yerbas que
se precipitó una hambruna masiva. Stalin inalmente habı́a asegurado su chivo expiatorio por la
hambruna que habı́a matado a millones.

El 9 de julio de 1941, una sesió n cerrada del Colegio Militar del Tribunal Supremo de la URSS sacó a
Vavilov de su celda en una prisió n de Moscú durante unos minutos, para declararlo culpable de todos
los delitos. El tribunal declaró que "Nikolay Ivanovich deberı́a sufrir la pena suprema: ser fusilado y
que le con iscaran todos sus bienes".
Pero Vavilov no recibió disparos; otros habı́an intervenido para conmutar su sentencia de muerte y
solicitar su liberació n. La mayorı́a de sus antiguos colegas, sin embargo, no tenı́an idea de lo que le
habı́a sucedido. En la secció n de noticias de la revista cientı́ ica Chronica Botanica, se informó por
primera vez en 1941 que Vavilov fue arrestado y estaba bajo custodia; un añ o despué s, se informó que
habı́a muerto en Siberia. Sin embargo, la organizació n Russian War Relief Incorporated envió un
comunicado de prensa en 1942 que decı́a: "Tro im Lysenko y Nikolay Vavilov, dos destacados
cientı́ icos agrı́colas rusos, conocidos como los actuales Burbanks de Rusia, dedican sus esfuerzos en
tiempo de guerra a aumentar la comida rusa. suministro ... a travé s de la difusió n de la agricultura
cientı́ ica ... [dejando a un lado] sus agudos desacuerdos sobre los problemas de la teorı́a y la prá ctica ...
para instruir a los agricultores en formas de aumentar sus rendimientos ".
Iró nicamente, a ines de 1941, Vavilov fue transferido a una prisió n en Saratov, la misma ciudad
donde habı́a comenzado su distinguida carrera de investigació n agrı́cola. Allı́, al encontrar muchos
colegas cientı́ icos que tambié n habı́an sido purgados por Stalin, ofreció cientos de horas de
conferencias cientı́ icas a sus compañ eros reclusos. Pensó que pronto se le permitirı́a practicar su
ciencia una vez má s, prometiendo a sus interrogadores que su ú nico deseo era usar sus talentos para
mejorar la producció n de alimentos y el bienestar nutricional de sus compatriotas. Pero en la
primavera de 1942, se hizo evidente que é l y otros reclusos estaban muriendo de hambre lentamente.
La mayorı́a de ellos sufrı́a de disenterı́a aguda, y un loco fue colocado en la celda de Vavilov, quien
regularmente le robaba su ració n de pan. Su salud y su esperanza se deterioraron gradualmente.
El 26 de enero de 1943, Nikolay Ivanovich Vavilov, el hombre que má s que nadie en la historia ayudó
a la humanidad a apreciar de dó nde venı́a nuestra comida, murió a causa de los efectos secundarios de
la lenta inanició n.

Epílogo
" La esperanza -desde el tiempo de Vavilov hasta el presente- ha sido que al salvar la diversidad de
semillas en colecciones ahora conocidas como bancos de genes, la humanidad tenga un colchó n contra
la hambruna causada por plagas, pestes, inundaciones y otras catá strofes, de una manera que evita el
hambre. Pero para el añ o 2000, entre 786 y 797 millones de personas en el mundo se consideraban
con hambre cró nica, dependiendo de cuá ndo se realizaba el recuento exacto. Se dijo que otros 2.000
millones de personas padecı́an de "hambre oculta", es decir, una de iciencia cró nica de hierro, vitamina
A u otros nutrientes esenciales.
Es una triste ironı́a que la mitad de todas las personas etiquetadas como "hambrientas" sean
agricultores, pequeñ os accionistas de tierras que probablemente esté n ubicadas en los centros de
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diversidad de alimentos que Vavilov describió por primera vez y lugares como ellos. Otro 8 por ciento
de los hambrientos trabajan en la producció n de alimentos como pastores, pescadores, recolectores o
cazadores, pero no obtienen su icientes ingresos o biomasa comestible de esas actividades para evitar
la inanició n. Alrededor del 22 por ciento de los hambrientos carecen de tierras en las zonas rurales,
mientras que el 20 por ciento no tiene acceso a las tierras productoras de alimentos dentro de los
lı́mites de las ciudades.

En un mundo donde hay aproximadamente tantas personas desnutridas como personas desnutridas
en riesgo de inanició n o enfermedad, las causas del hambre y los problemas de seguridad alimentaria
ya no pueden verse simplemente como la escasez de variedades de semillas adaptadas o la
subproducció n de alimentos nutritivos. El acceso desigual es el dilema subyacente.
" La causa raı́z del hambre no es la escasez de alimentos o tierra; es la escasez de democracia ", dijo
Frances Moore Lappé . Como lo ha hecho tantas veces desde que escribió Dieta para un pequeño planeta
hace unas cuatro dé cadas, Lappé se lanza a la persecució n en World Hunger: Doce Mitos, de la cual fue
coautora con Joseph Collins y Peter Rosset.
Los secuaces de Stalin culparon a la escasez de semillas de la hambruna de 1931-32, que segú n ellos
habı́a sido precipitada por las estrategias a largo plazo y las polı́ticas cientı́ icas de Vavilov. Pero la
escasez de semillas -o, mejor dicho, el agotamiento de la diversidad de semillas- raras veces es incluso
la causa inmediata de la hambruna, y cuando es un factor, la causa ú ltima del hambre es en gran
medida polı́tica. Má s al punto, es el acceso social, económico y político a la diversidad de semillas en
momentos crı́ticos que pueden hacer o romper los medios de una comunidad para lograr la seguridad
alimentaria. No sabemos si Nikolay Vavilov reconoció esto hasta que estuvo cerca de su lecho de
muerte, cuando se dio cuenta plenamente de cuá nto habı́an saboteado sus intentos de ocuparse
directamente de cuestiones de seguridad alimentaria por adversarios cientı́ icos con motivos
personales.
Por supuesto, hay otro factor a considerar: gobiernos opresivos. ¿Es de sorprender que la increı́ble
diversidad de semillas defendida, conservada y estudiada por Vavilov no haya dado tanto fruto como
podrı́a haberlo dado, dado que terminó su vida y su carrera en el estado totalitario que Stalin tan
insidiosamente creó ? ¿Có mo puede lorecer la diversidad bajo cualquier forma de totalitarismo? Si ese
totalitarismo es fomentado por una fe ciega en el comunismo, el fascismo, el fundamentalismo
religioso o el capitalismo (y su corolario, la primacı́a de los derechos de propiedad privada), deja poco
espacio para la proliferació n de una democracia alimentaria. En esa democracia, todos los ciudadanos
pueden elegir có mo practicar su derecho a alimentarse a sı́ mismos y a sus familias con un suministro
adecuado de alimentos saludables, ricos en nutrientes, libres de toxinas y culturalmente apropiados.

A pesar de los notables esfuerzos realizados por Vavilov, el ré gimen polı́tico y la estructura jerá rquica
de Stalin inalmente socavaron muchas de sus contribuciones. Sencillamente, Josef Stalin y su
secretario de la Academia de Ciencias, Nikolay Gorbunev, usaron como chivo expiatorio a Vavilov
cuando su propio programa de granjas colectivas cayó en ruinas. Los campesinos forzados a las granjas
colectivas locales y estatales se vieron obligados a cultivar alimentos particulares, como variedades
aprobadas de trigo harinero para el estado, y la mayor parte de su cosecha se destinó a las ciudades. Al
mismo tiempo, se desalentó a muchas familias rurales o se les prohibió sembrar una diversidad de
cultivos en sus tierras anteriores como medio para alimentar a sus familias. El concepto de democracia
alimentaria tal como lo articulamos hoy les habrı́a parecido dolorosamente remoto.
El erudito y activista de derecho agrı́cola Neil Hamilton utiliza el té rmino democracia alimentaria de
una manera bastante precisa:
La palabra "democracia" proviene de palabras griegas que signi ican "pueblo" y "gobierno". ¿Có mo, entonces, hacemos que la
gente gobierne nuestro sistema alimentario? Hay cuatro piezas esenciales en la creació n de una democracia alimentaria. El
primero es la participació n ciudadana; todos los actores en el sistema alimentario deben tener voz, y las contribuciones e
inquietudes de cada grupo deben ser consideradas. En segundo lugar, las elecciones informadas son necesarias. Las preguntas,
la informació n y el conocimiento sobre có mo se producen los alimentos son clave. En tercer lugar, varias opciones deben estar
disponibles para los ciudadanos. Aunque actualmente hay muchos tipos de alimentos para elegir, la mayorı́a de los alimentos se

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producen de la misma manera anó nima e industrial. En cuarto lugar, la participació n en la democracia alimentaria debe ocurrir
tanto a nivel local como a nivel nacional. Las elecciones de alimentos deben orientarse hacia la protecció n y el desarrollo de la
comunidad,

Segú n la de inició n de Hamilton, Vavilov ayudó a las personas de la Unió n Sovié tica a cumplir dos de
las condiciones para la democracia alimentaria: elecciones má s diversas sobre qué cultivar y mejor
informació n cientı́ ica sobre la cual basar sus decisiones econó micas y agronó micas, pero tuvo poco o
ningú n efecto sobre su capacidad para participar en la toma de decisiones a nivel local o nacional. En
todo caso, su dependencia de una estructura centralizada y bastante jerá rquica para recolectar,
almacenar, evaluar y diseminar semillas hizo difı́cil la participació n activa de la població n.
Esa puede ser la ú nica razó n legı́tima que Stalin podrı́a haber ofrecido por su negativa a dar al banco
de semillas del instituto la protecció n y el apoyo que merecı́a, incluso cuando ofreció tal apoyo a las
colecciones de arte en el Hermitage. Los curadores de arte rusos podı́an a irmar que estaban salvando
el arte "para el disfrute futuro de todas las personas", que habı́an quitado esos tesoros de nuestro
patrimonio comú n de las manos de la é lite zarista y les impedı́an caer en las manos de la é lite alemana.
Stalin no fue tan perspicaz como para reconocer que las semillas tambié n podrı́an considerarse
recursos de nuestra herencia comú n o que los bancos de semillas estaban destinados a ser un respaldo
en caso de que los campesinos perdieran sus propias semillas por el clima, pestilencia y plaga o guerra.
En cambio, fue la tenacidad del personal leal de Vavilov en el Instituto de Botá nica Aplicada y Nuevos
Cultivos de la Unió n lo que mantuvo vivas las semillas, a pesar de que las bó vedas y parcelas que
albergaban la Colecció n Mundial de Plantas Cultivadas sufrieron dos dé cadas má s de Lysenko
despó tico control despué s de la muerte de Vavilov. Como informó el amigo de Nikolay Vavilov, el PM
Zhukovsky, en 1968, muchas accesiones de semillas "sometidas durante mucho tiempo a la
polinizació n cruzada, la crı́a en el exterior y la introgresió n ... han perdido su autenticidad ... Durante la
Guerra Mundial, guerras civiles y ocupaciones militares diversas, muchas muestras han perdido su
germinabilidad ".
Los comentarios de Zhukovsky revelan la vulnerabilidad que muchos bancos de semillas nacionales
han enfrentado histó ricamente durante las luchas civiles, pero no nos equivoquemos al pensar que la
era de la destrucció n de los bancos de semillas -mediante la guerra o el simple abandono- es cosa del
pasado. En 1992, los combatientes muyahidines destruyeron por completo la colecció n nacional de
semillas de Afganistá n. Los preocupados cientı́ icos afganos volvieron a recolectar algunas de las
semillas y las secuestraron en casas particulares en dos ciudades, pero esas tambié n fueron destruidas
cuando las guerras entre los talibanes y sus adversarios destruyeron los vecindarios donde
secretamente se albergaban las semillas.

Y en 2003, mientras los medios mundiales agonizaban por el saqueo del Museo Nacional Iraquı́ de
unas quince mil antigü edades durante el caos generado por la invasió n estadounidense de Bagdad,
pocos periodistas prestaron atenció n a la destrucció n del principal banco de semillas y programa de
mejoramiento de plantas de Iraq. a pocos kiló metros de distancia en Abu Ghraib. Sı́, en el mismo Abu
Ghraib donde má s tarde se produjo la tortura de prisioneros iraquı́es, Iraq habı́a albergado un banco
de genes con algunas de las mejores colecciones de semillas antiguas de Mesopotamia que habı́an
sobrevivido durante el siglo XX. En una situació n extrañ amente paralela a la Blokada que habı́a
ocurrido en Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial, mientras todos se centraban en el saqueo
de las colecciones de arte y antigü edades del paı́s, el banco de genes fue desmantelado
intencionalmente y quedó en ruinas.
Afortunadamente, algunos cientı́ icos iraquı́es que trabajaban en el banco de semillas ya habı́an
empaquetado copias duplicadas de las semillas ú nicas y má s valiosas del banco. Habı́an enviado esas
inestimables semillas a sus colegas en Siria mucho antes de que comenzara la invasió n estadounidense
y britá nica de su paı́s. Unos meses despué s de la invasió n, al periodista cientı́ ico Fred Pearce se le
permitió vislumbrar ese tesoro:
Era simplemente una vieja caja de cartó n marró n sellada con cinta, sacada de un estante alto en un banco de semillas
refrigerado en Siria. Pero esto, me aseguraron, era la famosa "caja negra": el santo grial gené tico, el arca de las semillas perdidas,
la futura prosperidad agrı́cola de Iraq.

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La caja se armó en 1996 en el suburbio de Abu Ghraib en Bagdad. Conocido principalmente por su notoria prisió n, Abu Ghraib
fue el hogar del principal banco de semillas y el programa de mejoramiento de plantas de Iraq. Fue aquı́ donde los cientı́ icos de
plantas, temiendo por el futuro de su colecció n, empacaron má s de 1000 variedades de semillas vitales -todo desde trigos
antiguos hasta garbanzos, lentejas y frutas- y las enviaron a Alepo para su custodia.

Para proteger a los grandes bancos de semillas del mundo de posibles calamidades de este tipo -
provocadas por con lictos polı́ticos o desastres naturales- el Fondo Mundial para la Diversidad de
Cultivos se estableció como una institució n pú blica en octubre de 2004. Su tarea especı́ ica es ayudar a
salvaguardar las colecciones de unos 1.500 bancos de semillas nacionales e internacionales en todo el
mundo. Muchos de esos bancos de semillas no han tenido inanciamiento seguro a largo plazo y no han
realizado colecciones duplicadas para salvaguardar en otras instituciones a ines, en caso de que los
desastres ocurran en su propio territorio. Cary Fowler, director, ve el Global Crop Diversity Trust como
un esfuerzo por reconstituir y "completar" la colecció n mundial que Vavilov una vez imaginó . Fowler y
sus colegas está n recaudando una dotació n de $ 260 millones para garantizar el ex situ(banco de
genes) la conservació n de los recursos de semillas y tubé rculos de unos treinta y seis cultivos
alimentarios esenciales para la seguridad alimentaria mundial, ası́ como de unas ochenta especies de
cultivos forrajeros. Tal dotació n podrı́a brindar seguridad gerencial a cientos de miles de variedades de
plantas que ya está n en colecciones que actualmente no reciben toda la atenció n que merecen. El
ideicomiso vincula esfuerzos para fortalecer la gestió n en bancos de semillas histó ricamente
importantes con la ya famosa iniciativa de colocar semillas en almacenamiento de respaldo en una
bó veda congelada dentro del Cı́rculo Polar Artico, la Bó veda Global de Semillas de Svalbard.
Si bien esos esfuerzos son loables para proporcionar una red de seguridad internacional para
algunos de los cultivos alimentarios má s ampliamente distribuidos en el mundo, hay otra tarea má s
compleja y culturalmente compleja que debe completarse si hay má s que simples criadores de plantas
para participar en un alimento. democracia de proporciones globales. Los bancos de genes respaldados
por Global Crop Diversity Trust se han comprometido a democratizar el acceso a semillas para ines de
mejora de cultivos y repatriació n de bancos de semillas, en lugar de excluir a algunos adversarios
polı́ticos del acceso o permitir patentar aquellos materiales de importancia fundamental para la
humanidad. Sin embargo, los bancos de semillas no está n diseñ ados para mantener los procesos
continuos de conservació n e intercambio de semillas (in situ) basados en los agricultores. Sus semillas
está n "congeladas en el tiempo", es decir, está n má s o menos adaptados a las condiciones en el añ o de
su ú ltimo crecimiento en el campo, y no cambian tan diná micamente en respuesta al cambio climá tico
global, las enfermedades y las introducciones de plagas, como lo son los cultivos de semillas que crecen
anualmente en el campo. Ademá s, los criadores corporativos y acadé micos de plantas que son los
receptores má s comunes de semillas de esos repositorios suelen hacer un trabajo que es un pobre
sustituto de lo que hacen los "criadores de plantas verná culas" en la granja, agricultores tradicionales.
Las estrategias de selecció n de cultivos y diversi icació n probadas con el tiempo que los agricultores
tradicionales han utilizado en los centros de biodiversidad alimentaria de Vavilov nos proporcionan la
mayorı́a de los alimentos que comemos. Los mismos procesos de selecció n y adaptació n basados en los
agricultores que han impulsado la evolució n de los cultivos continú an hoy en los campos de los
agricultores y, al menos en algunos lugares, incluso mantienen el ritmo del cambio climá tico, las plagas
y las enfermedades. Debemos honrar y apoyar a esos agricultores tanto como apoyamos a los bancos
de semillas, ya que hacen un trabajo de primera lı́nea esencial, al igual que los bancos de semillas
sirven como respaldo esencial. Por esa razó n, este libro se ha enfocado en la atenció n de Vavilov sobre
có mo los agricultores mantienen e intercambian variedades de semillas, frutas y tubé rculos en los
llamados centros de diversidad, y no meramente en có mo é l reunió el banco de genes má s completo
del mundo.
Como los expertos en polı́tica agrı́cola Andrew Mushita y Carol Thompson a irmaron recientemente,
"el futuro del planeta depende no tanto del poder militar ni de la especulació n del capital, sino de que
cada uno de nosotros haga elecciones diarias de alimentos que afecten el intercambio global o el
cerramiento privado de la biodiversidad- nuestra alimentació n colectiva, nuestra riqueza ".
Tambié n se debe hacer una inversió n acorde a la que se hace para el Global Crop Diversity Trust para
apoyar a las culturas indı́genas y otras culturas rurales en cada uno de los llamados centros Vavilov,
para que la diversidad en la inca se pueda mantener a los efectos de los objetivos locales y regionales.
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seguridad alimentaria. Tal conservació n en la inca como la que realizan los agricultores quechuanos
en el Parque de la Papa en Perú es un modelo para mantener la diversidad alimentaria. La generació n
efectiva y la adaptació n diná mica de la diversidad en la inca a las condiciones cambiantes se
encuentran entre todas las estrategias fundamentales de los agricultores para responder a los muchos
cambios climá ticos, ecoló gicos, bió ticos, econó micos y polı́ticos que ocurren en su seno.
Como hemos visto en las paradas anteriores a lo largo del viaje de Vavilov, los agricultores de todo el
mundo se enfrentan al calentamiento global; presiones del mercado internacional; plagas, malezas y
enfermedades introducidas; y suelos y acuı́feros agotados; ası́ como aumentar las frecuencias de
terremotos, huracanes, inundaciones y otros desastres naturales. En lugar de ser vı́ctimas pasivas de
tales cambios, muchos agricultores usan su diversidad de semillas, sus conocimientos ecoló gicos
tradicionales y una variedad de tecnologı́as para adaptarse a la resiliencia ante condiciones
cambiantes. Pero las condiciones ambientales y econó micas ahora está n cambiando má s rá pido que
nunca, de modo que los agricultores pueden necesitar má s apoyo externo y consultas té cnicas que sus
antepasados.
Debido a que la diversidad de semillas es uno de los medios má s efectivos para protegerse contra los
cambios perjudiciales, los agricultores, jardineros y propietarios de huertos de todo el mundo a irman
sus "derechos de los agricultores" como una forma de mantenerse comprometidos con los muchos
recursos alimentarios desarrollados por sus antepasados, sus contemporá neos y ellos mismos. No
necesariamente quieren entregar sus recursos iniciales a una corporació n multinacional, una
burocracia gubernamental o incluso una red tan benigna como el Global Crop Diversity Trust. Por el
contrario, desean estar en asociació n activa con otros que está n sinceramente preocupados por el
destino de las semillas y su papel en la contribució n a la seguridad alimentaria.
Será necesario lograr un equilibrio entre esos dos ideales -la democracia alimentaria y los derechos
de los agricultores- para permitir que los diversos pueblos del mundo desarrollen plenamente la
seguridad alimentaria. Los esfuerzos pioneros de Nikolay Ivanovich Vavilov para ayudarnos a apreciar
de dó nde viene realmente nuestra comida nos ponen en la bú squeda de lograr ese equilibrio. Es el
trabajo que dejó sin terminar.

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Capítulo uno: El museo de arte y el banco de semillas
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Capítulo Once: En lo profundo de los bosques tropicales de la Amazonía


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Capítulo Doce: La Última Expedición


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Expresiones de gratitud
METROLo primero es dar las gracias a mi querido amigo, el Dr. Ken Wilson, director ejecutivo de
Christensen Fund, quien me propuso este proyecto de libro, lo guió en su camino y lo apoyó
generosamente a travé s de la fundació n de innumerables maneras. Mi segundo agradecimiento es para
mi esposa, la Dra. Laurie Monti, quien no solo me acompañ ó en la mayorı́a de los viajes relatados en
este libro, sino que tambié n agregó sus propias habilidades como etnó grafa, archivera de historia oral y
etnomusicó loga a la mezcla. Otros amigos se unieron a nosotros en algunos de los viajes y ofrecieron
sus propios puntos de vista: Kent Whealy, Sergey Alexanian, David Cavagnaro, Dave Denny, Mark
Plotkin, Liliana Madrigal, Barney Burns, Shawn Kelly, Walt Coward, Karim-Aly Kassam, Ra ique
Keshavjee, Randy Gingrich, Kamal Mouzawak, Rami Zuryak y Dalia Al-Jawhary, por nombrar algunos.
Todos agregaron sus propios conocimientos ú nicos a este proyecto.
Estoy especialmente en deuda con los agricultores, pastores, vendedores del mercado y cientı́ icos
agrı́colas de los muchos paı́ses que visité mientras volvı́a sobre las rutas de Nikolay Vavilov. Só lo puedo
nombrar algunos de los muchos aquı́, pero incluyen a Ogonazar Aknazarov, Fathi Malim, Ahmed Jerry
Hammam, Omar Ahmed Ali, Fred Kabotie, Ferrell Secakuku, Richard Pentewa, el Dr. Melaku Worede, el
Dr. Tewolde Birhan Gebre Egziabher, el Dr. Sue Edwards, el Dr. Aimak Dzangaliev, la Dra. Tatiana Salova,
el Dr. Sulaiman Al-Khanjari, el Dr. Germá n Zuluaga y Mahdi el-Hewety. Estoy profundamente
agradecido con el hijo de Nikolay Vavilov, el Dr. Yuri Vavilov, por hablar conmigo mientras estuve en
Rusia, y con muchos otros que han escrito con gracia sobre Vavilov: Mark Popovsky, Frank Browning,
Cary Fowler, Pat Mooney, Peter Pringle y GA Golubev.

Para obtener permiso para citar las revistas de campo de Vavilov y usar sus fotos, agradezco al
Director General de VIR, Nikolay Dzyubenko, ası́ como al Dr. Sergey Alexanian de VIR, y al Director
General Emile Frison de Bioversity International. Jonathan Cobb y Chuck Savitt en Island Press han
estado muy comprometidos con este proyecto y han aportado sabidurı́a y buen gusto. Las editoras
Jennifer Sahn y Chip Blake en la revista Orion tambié n se encuentran entre el equipo de apoyo literario.
Gracias tambié n a Jeremy Cherfas y Tim Tracy por el seguimiento basado en la web.
Finalmente, deseo agradecer al equipo de apoyo del Centro para Ambientes Sostenibles, que me
ayudó a travé s de los ejercicios logı́sticos y grá icos de estos viajes: Jeanette Sherman, Heather Farley,
DeJa Walker, Paige Irwin, Dan Boone, Joan Carstensen y Patty West. . Tambié n deseo agradecer a mi
antiguo compañ ero de piso en Stinkin 'Hot Desert-Dr. William Feldman, quien cantó por primera vez
las palabras "Nikolay Vavilov" en 1977. Qué viaje tan largo y extrañ o ha sido.
No se dañ aron ni recogieron plantas en la realizació n de este libro.

Sobre el Autor
Gary Paul Nabhan is a world-renowned conservationist, ethnobiologist, agricultural historian, and
essayist. Nabhan is the author of Why Some Like It Hot (Island Press, 2006), Coming Home to Eat, and
many other books and articles printed in ive languages. His collaborative conservation work has been
honored with a MacArthur “Genius” Fellowship and the Lifetime Achievement Award from the Society
for Conservation Biology and the Quivira Coalition. His creative non iction has received a Lannan
Literary Award and The John Burroughs Medal for nature writing. Founder and facilitator of the
Renewing America's Food Traditions collaborative, he is currently a Research Social Scientist at the
Southwest Center at the University of Arizona. See www.garynabhan.com para rastrear su conferencia
y los horarios de exhibició n de fotos.

Índice
Abu Ghraib, 195
Abyssinia, 93 , 127 . Ver también Etiopı́a
Adaptaciones, estré s y, 178 - 79
Addis Ababa, 96 , 100 , 105 , 107

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Diversidad bioló gica agrı́cola (agrobiodiversidad)


causas de la pé rdida de, 24 - 25
centros de diversidad y, 16 - 19 , 25
de inido, 15 - 16
elevació n y, 140 - 41
Etiopı́a y, 97 - 99 , 101 - 3
importancia de la seguridad alimentaria, 23 - 24
falta de fondos para la protecció n de, 12 - 13
Cuenca mediterrá nea y, 66 - 67
Pamirs y, 48
guerra y, 74 - 83
Aknazarov, Ogonazar, 56 - 58 , 60 - 61
Aleppo, Siria, 74 , 195 . Ver también Levante
Alexander, Lamar, 144
Alexanian, Sergey, 10 - 13
Argelia, 85 , 87
Alcalinidad, 91
Instituto de Investigaciones Cientı́ icas de Rusia (VIR), 4 - 13 , 50 , 176
All-Union Institute of Applied Botany and New Crops, 162 , 194
Instituto de itomejoramiento de la Unió n, 186
Cuenca del Amazonas, 164 - 73
Equipo de Conservació n del Amazonas (ACT), 168 - 70
American Geographic Society, 148 - 49
Amé ricas (Centro y Sur), 139 - 40 . Ver también Sierra Madre Occidental
Anemia, 31–32
Ankober, Etiopı́a 105 - 7
Manzanas, 114 , 115 - 23
Albaricoques, 59 - 60 , 90 - 91
Acueductos, 70 - 71
Archer Daniels Midland (ADM), 154
Conferencia de Arizona, 126 - 28

Detenciones, 7 , 9 - 10 , 144 - 47 , 184 - 85 , 188 - 90
Ausubel, Ken, 110
Planta de Azteca Milling, 154
Existencias de semillas Baladi, 80 , 91
Balee, William, 167
Barley, 95 , 112
Bateson, William, 41 - 42 , 43 , 178
Detrás del velo en la corte rusa (Radziwill), 31
Valle de Bekaa, 76 - 83
Belgrave, G. Dalrymple, 89
Oasis bereber, 87 - 92
Berhan, Tewolde, 94 , 97 - 98
Berkes, Fikret, 159
Carne de res, RH, 34 , 180
Biodiversidad, 17 - 19 , 96 - 97 . Ver también Biodiversidad agrı́cola
Biogeografı́a, 19 - 20
Bioprospecció n, 18 - 19
Biotecnologı́a, 13 - 14 . Ver también Organismos gené ticamente modi icados (OGM)
Bioversity International, 107 , 109 - 10
Black Mesa Trust, 134 - 35
Blancas, Lesley, 160
Blight, 23 - 24
Lock, 4 , 6 , 195
https://translate.googleusercontent.com/translate_f 111/122
13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Libro de las manzanas, The (Morgan), 114


Borlaug, Norman, 111
Botá nica del deseo, The (Pollan), 114
Botswana, comida de hambre y, 24
Pan, 29 - 30 , 60 - 61 , 77 , 104
Brooks, FT, 34
Browning, Frank, 114 , 115 , 119
Brü cher, Heinz, 6
Bukasov, Sergey 128 , 139 , 143 , 185
Burns, Barney, 149 - 50 , 151 - 52 , 156
Burton, Richard, 94
Universidad de Cambridge, 41 - 42
Irrigació n del canal, 70 - 71
Caoutchouconos, 145 - 46
Montes Cá rpatos, 186 - 88
Carreó n, Areli, 154–55
Yuca (mandioca, yuca), 169
Cavagnaro, David, 99 , 101 - 7
Centros de diversidad, 16 - 19 , 25 , 96 - 97 , 152 , 171 - 73
" Centros de origen de las plantas cultivadas, el" (Vavilov), 43
Chapin, Mac, 18
Chihuahua, Mexico, 144–47, 148–52, 155
Horas de enfriamiento, 60 - 61 , 179
Có lera, 79
Choreachi, Chihuahua 151 - 53
Cleveland, David, 133 - 34
Cambio climá tico, 56 - 63 , 69 - 71 , 136
Colectivizació n, forzada, 10 , 125 - 26 , 163 , 174 , 193
Collins, Joseph, 192
Conservació n Internacional (CI), 18
Continental-Mexican Rubber Company, 145
Cordilleras. See Sierra Madre Occidental
Maı́z (maı́z), 23 - 24 , 130 - 31 , 140 , 143 , 148 - 52 , 156 - 57
Cornucopias, 22 - 23
Correal, Camilo, 168, 170
Cuscú s, 85
Diversidad cultural, geografı́a de plantas y, 19 - 20
Zar de Rusia, 26 - 27 , 29 , 42
Damasco, Siria, 74 - 76 . Ver también Levante
Darlington, CD, 17 - 18
" Sobre darwinismo y morfologı́a experimental" (Vavilov), 40
Fecha oasis de palmeras, 85 - 92

Debre Libanos, Etiopı́a 107 - 8
Centro de Investigació n Agrı́cola Debre Zeit, 103
de Candolle, Alphonse, 20, 39, 99
Deforestació n, 168 - 69 , 170 - 71 . Ver también Logging
Democracia, 192 - 94 , 196 , 198
Cruce glaciar Demri-Shaurg, 47
Garra del diablo, 127 - 28
Diabetes, 137–38
Diaz, Libia, 171
Dieta para un pequeño planeta (Lappé ), 192
Resistencia a la enfermedad, 34 , 46 - 47
Enfermedades (humanas), 31 - 33 , 76 , 79
https://translate.googleusercontent.com/translate_f 112/122
13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Enfermedades (planta), 27 - 30 , 32 - 34 , 46 - 47 , 95 , 111


Aná lisis de ADN, 150
Doebley, John, 149 - 50
Plantas domesticadas, 42 - 43
Drees, Mahina, 151 - 52
Sequı́a, 69 , 76 - 77 , 95 , 130 - 38
Resistencia a la sequı́a, 76 - 77
Drugs, 46 , 157 - 59 , 168 - 69
Agricultura en seco, 128 - 29 , 132 , 136 - 37
Dubyanskiy, VA, 115 - 16
Dust Bowl, 130 - 38
Dzangaliev, Aimak, 113 - 24 , 185
Dzyubenko, Nataly, 11
Ecoagriculture Partners, 110
Edgar, WC, 29 - 30
Edwards, Sue, 98
Ehrenfeld, David, 161
Eketarina (vea a Vavilov, Ekaterina, esposa)
Elevació n, 56 - 61 , 105 - 6 , 129 , 140 - 41
Ingenieros, 95 , 103 - 4
Ergot, 46
Etiopı́a
biodiversidad agrı́cola y, 97 - 99 , 101 - 3
cambiando la gestió n de la biodiversidad en, 109 - 11
enjera y, 95 , 103 - 4
hambre en, 94 - 95 , 110
Instituto de Conservació n de la Biodiversidad y, 95 - 96 , 107 , 109
paisaje de, 96 - 97 , 99 - 101
mercados de, 105 - 9
preservació n de existencias de semillas en, 110 - 11
viajar a, 93 - 94
Eugenics, 5 , 8 - 9 , 184
Evolució n, 43 , 50 - 51 , 141 - 42 , 183 - 184
Fakhry, Ahmed, 89
Estructura familiar, 52 - 53
hambres
corriente, 191
nú mero decreciente de, 176 , 181
Etiopı́a y, 94 - 95 , 110
colectivizació n forzada y, 10 , 163 , 174
Hopi, Navajo y, 132
falta de en la cuenca del Amazonas, 172 - 73
Levant y, 79 - 80
Unió n Sovié tica y, 6 - 8 , 27 - 30 , 32 - 34 , 126 , 162 - 63 , 173 - 74 , 178 - 82
Vavilov como chivo expiatorio para, 189 - 90 , 193
Mercados de agricultores, 81 , 83
Derechos de los agricultores, 198
Glaciar Fedchenko, Tayikistá n 54
Creciente fé rtil, 74 . Ver también Levante
Notas de campo, importancia de, 20
Cinco continentes (Vavilov), 84 - 85
Inundaciones, valle del Po y, 68 - 69
Riego por inundació n, 70 - 71 , 132
Democracia alimentaria, 192 - 94
Seguridad alimentaria
https://translate.googleusercontent.com/translate_f 113/122
13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

manzanas y, 122 - 23
de inido, 23
democracia y, 192 - 94 , 198
diversidad gené tica y, 165
pé rdida de glaciares y, 55 , 58

Hopi, Navajo y, 130 - 31 , 134 - 38
cultivos introducidos y, 90 - 92
mejoras nutricionales y, 177
polı́tica y, 192 - 93
bolsa de semillas y, 53 , 61 , 63 - 64
comercio de seda, Levante y, 78 - 80
Forbes, Robert Humphrey, 87 - 88 , 89
Fowler, Cary, 196
Fragmentació n, paisaje, 24 , 171
Acuerdos de libre comercio, 24
Bancos de genes, 109 - 10 , 191 , 195 - 197 . Ver también colecció n de semillas
Organismos gené ticamente modi icados (OGM), 150 - 51 , 154 - 55 , 161
Erosió n gené tica, 14 - 15 , 123
Genetics, 8 - 9 , 41 , 178 - 87
Gentry, Al, 168
Germ plasm, 38 - 39
Gingrich, Randy, 151 - 52 , 157 - 59
Glaciares, 47 , 51 , 54 - 55
Global Crop Diversity Trust, 195 - 97
Calentamiento global, 56 - 63 , 69 - 71 , 136
Golubev, Genady, 10 , 33 , 176
Gonder, Etiopı́a 96 , 105
Gorbunev, Nikolay, 193
Gorno-Badakhshan, Tayikistá n Ver Pamiri Highlands
Gould, Stephen Jay, 183
Uvas, 71 , 91
Gran ruptura con el pasado, 126
Greenpeace Mé xico, 154–55
GRUMA Mexico, 154
Guayule, 144 - 47
Haeckel, Ernst, 42
Hamilton, Neil, 193
Hammer, Karl, 67 , 71
Harer, 96 , 100
Harlan, Harry, 14 - 15 , 125 , 181
Harlan, Jack, 17 - 18
Harris, David, 17
Hawkes, JG, 17 - 18 , 172 , 185
Pueblo de Hawran, 77
Helianthus spp., 177
Hemo ilia (anemia hemolı́tica), 31 - 32
Herbicidas, 110
Ermita, 2 - 3 , 5 , 194
Caucho Hevea, 146 - 47
Hibiscus, 90–91
Montañ as Hindu Kush, 49 , 54
Hitler, Adolf, 1 - 2 , 8 - 9 , 15
Indios Hopi, 128 - 38
Hotevilla, 130
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13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Hotspots, 18 , 19 . Ver también Centros de diversidad


Pan de hambre, 29 - 30
Hibridació n, teosinte y, 143
Vigor hı́brido, 150
Hidrologı́a, pé rdida de glaciares y, 54 - 55 , 58
Energı́a hidroelé ctrica, 69 - 70
Indian Health Services Clinic, 137
Industrializació n, pé rdida de biodiversidad y, 24
Gente má s grande, 168 - 74
Innes Horticultural Institute, 41 - 42
Instituto de Conservació n de la Biodiversidad, 95 - 96 , 107 , 109
Instituto de la Industria de Plantas (VIR), 4 - 13 , 50 , 176
Intercontinental Rubber Company (IRC), 145 - 46
Centro Internacional de Mejoramiento de Maı́z y Trigo, 159
Especies introducidas, 84 - 85 , 90
Ipat'ev, AI, 45 - 46
Bancos de semillas iranı́es, 46
Bancos de semillas iraquı́es, 195
Hambre de papa irlandesa, 23
Irrigació n, 62 - 63 , 66 , 68 - 71 , 86 - 87 , 143

Aislamiento, evolució n reticulada y, 141 - 42
Italia. Ver el valle del Po
UICN (Unió n Mundial para la Naturaleza), 152
Ivankovo, Rusia, 27
Ivanov, Dimitry, 12
Instituto hortı́cola John Innes, 41 - 42
Johns, Tim, 168
Saltando genes, 183
Arboles de Kalamata, 90
Cameraz, Abraham, 8
Kassam, Karim-Aly, 58 - 59 , 60
Kazajstá n, manzanas y, 113 - 24
Kelly, Shawn, 135
Kfar Zabad, Lı́bano 82
KGB, 9 - 10 , 164
Khmelarzh, V., 180
Granjas de Kholkhoz, 177
Valle de Khuf, Tayikistá n 57 - 63
Pase Khyber, 54
Kol ', Aleksandr Karpovich, 173 - 74 , 177
Korzinsky (explorador), 59
Kravchenko, Victor, 163
Kuhnlein, Harriet, 168
Kirguistá n, 47
LaDuke, Winona, 110
Laghetti, Gaetano, 67 , 71
Lamarck, John the Baptist, 178 - 79
Idiomas
Conferencia de Arizona y, 126
Etiopı́a y, 105
Tierras altas de Pamiri y, 49 , 52 - 53 , 61
geografı́a de la planta y, 20
Po Valley y, 67
evolució n reticulada y, 142
https://translate.googleusercontent.com/translate_f 115/122
13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Sierra Madre and, 148


Vavilov y, 39 - 40
Lappé , Frances Moore, 192
LaRochelle, Serge, 159
Lı́bano, 74 , 79 - 80 . Ver también Levante
Legado de Vavilov, 16 - 17
Lekhnovich, Vadim, 10 , 188
Lenin, Vladimir, 29, 93, 163, 178
Leppik, EE, 185
Lepra, 79
Leucemia, 32
Levant, 74 - 83
Llewellyn, Othman, 82
Langostas, 79 , 91
Logging, 147 , 151 , 157 - 60 , 168 - 69
Lowland Inga, 168 - 71
Lumholtz, Carl, 148 - 49
Lysenko, Tro im, 7 , 178 - 87 , 190 , 194
Magreb, 84 - 92
Maisurian, NA, 39
Maiz blando, 153
Maı́z. Ver maı́z
Tabaco de Makuchi (N. rustica), 153
Malaria, 76
Yuca, 167
Mercados, Etiopı́a y, 105 - 9
Cristianos maronitas, 78 , 79
Ley marcial, 76
Martinez, Victor, 152
Martynia (Proboscidea), 127 - 28
Maseca, 153 - 54
Mayer, George, 158
McClintock, Barbara, 183
Herencia mendeliana, 34
Merton College, 41 - 42
Mexico, 139–44, 144–47, 148–55
Microevolució n, 183
Mikhailovna, Alexandra, 30
Minorı́as, evolució n y, 184
Mirza-Bashi, Khan Kil'dy, 48 - 49
Mitla, Oaxaca, 143

Moenkopi, Arizona 133 - 34 , 136
Mohave Generating Station, 134 - 35
Mongolia, colecció n de semillas en, 47
Monocultures, 24 , 111 - 12
Morgan, Joan, 114
Marruecos, 85 , 87
Museo Polité cnico de Moscú , 37 , 41
Montañ as de la Madre, 151 , 159
Montañ as. Ver también Elevació n; Sierra Madre Occidental
Cá rpatos, 186 - 88
como centros de origen para cultivos, 140
Hindu Kush, 49 , 54
Madre, 151 , 159
https://translate.googleusercontent.com/translate_f 116/122
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Cebolla, 51 , 54
Tian Shan, 54 , 114
Mouzawak, Kamal, 81
Combatientes Mujahideen, 194
Mulberries, 59 , 78 - 80
Muller, Hermann, 184
Mushita, Andrew, 24 , 197
Campesinos Muzhiki, 27 , 37
Myers, Norman, 18 , 19
Nabogame, Chihuahua, 148 - 52 , 157
Simposio de Alimentos Nativos, 137
Native Seeds / SEARCH, 149 , 151 - 52 , 156
Nature Conservancy (TNC), 18
Coalició n Natwani, 135 , 137
Acuı́fero Navajo, 134 - 35
Indios navajos, 128 - 38
Nazarbaev, NA, 114
Nazarov, Abdul, 61 - 62
Nelson, Suzanne, 156
Nicolá s II (Zar de Rusia), 2 , 26 - 27 , 31 - 32
Nichols, Joanna, 142
Niederhauser, John, 185
NI Vavilov Instituto de Investigació n Cientı́ ica de la Industria de las Plantas de Rusia (VIR), 4 - 13 , 50 , 176
NKVD (Comisariado del Pueblo de Asuntos Internos), 163 - 64 , 179 - 80 , 184 - 85
Nomenclatura, 39 - 40 , 52 - 53 , 67
Bird, 103 - 4 , 108
Calidad nutricional, 176 - 77
Oases, 85 - 92
Instituto Odessa, 179
Offerman, Carlos, 40 , 164
Semillas oleaginosas, 103 , 177
Aceitunas, 89 - 90
Montañ as de la cebolla, 51 , 54
Orbeli, Iosif, 2
" Origen del centeno cultivado, en el" (Vavilov), 42 - 43
Guerra otomana, 79 , 80
Paé z, Pedro, 94
Painted Desert, 128 - 38
Highlands
llegada, 49
cambiando las cosechas en, 59 - 61
descripció n de, 49 - 50
trigo de maduració n temprana en, 61 - 62
pé rdida de glaciares y, 54 - 55 , 58
como laboratorio natural, 50 - 51
Ogonazar Aknazarov y, 56 - 58 , 60 - 61
investigar en, 40 , 50 - 53 , 55
intercambio de semillas en, 52 - 54
tratando de alcanzar, 47 - 49
Pangelo, Constantine, 185
Cuenca hidrográ ica Panj, 51 - 52 , 56 - 57
Leyes de patentes, 24
familias patrilineales, 52 - 53
Peabody Energy, 134 - 35
Pearce, Fred, 195
https://translate.googleusercontent.com/translate_f 117/122
13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Comisariado del Pueblo de Asuntos Internos (NKVD), 163 - 64 , 179 - 80 , 184 - 85


Perrino, Pietro, 67

Petrini, Carlo, 72
Instituto de Agricultura Petrovsky, 32 - 33 , 35 - 37 , 38
Base itogeográ ica del itomejoramiento (Vavilov), 19 - 20
Pino Gordo, 151, 152, 158–59
Enfermedades de plantas, 27 - 30 , 32 - 34 , 46 - 47
Centro de Recursos Gené ticos de Plantas, 95 , 110
Estaciones de introducció n de plantas, 5
Plotkin, Mark, 168
Pollan, Michael, 114
Polen, 150
Policultivos, Etiopı́a y, 101 - 3 , 111
Popov, MG, 114 , 118
Popovsky, Mark, 30 - 31 , 179 , 186
Posey, Darrell, 167
Papas, 10 - 11 , 23 , 128
Po Valley, Italia 65 - 72
Prezent, Isai Izrailevich, 179
Pringle, Peter, 178
Prisió n, 7 , 9 - 10 , 144 - 47 , 184 - 85 , 188 - 90
Proboscidea parvi lora (Martynia), 127 - 28
Evolució n puntuada, 183
Pushkin, 5 , 6 - 7 , 10
Pustovit, VS, 177
Radziwill, Catherine, 31
Ratas, 10 , 11
Realacci, Hermes, 70
Recombinació n, 183 - 84
Reconciliació n ecoló gica, 123 - 24
Renovando la iniciativa de Tradiciones Alimentarias de Amé rica, 138
Notas de investigació n, importancia de, 20
Evolució n reticulada, 141 - 42
Rice, Po Valley y, 66 , 68 , 70
Rihani, Amin al-, 80
Rio Caquetá , 168, 169–70, 171, 172
Rodina, Liliya, 11 - 12
Familia Romanov, 31 - 32
Rosset, Peter, 192
Caucho, 144 - 47
Rudzinkas, Dionazus Leopo'dovich, 41
Ruiz, José ariel, 160
Dialecto de Rushani, 52 , 57
Revolució n rusa, 30 , 40 , 46
Russian War Relief Incorporated, 190
Rust, 34 , 111 - 12
Safaiu Dak, 60
Saf lowers, 103
El desierto del Sahara. Ver oasis de palma de fecha
Plaza Saint Isaacs, 3 - 10
San Petersburgo, 5 - 10
Salova, Tatiana, 119 - 22
Samberg, Leah, 106
Sanchez, Jesú s, 160
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Saratov, Rusia 9 , 190


Sasakawa Global 2000, 110
Sauer, Carl, 17 - 18
Bancos de semillas
Aleksander Karpovich Kol 'y, 173 - 74
Etiopı́a y, 95
Global Crop Diversity Trust y, 195 - 97
importancia de, 16
Instituto de Conservació n de la Biodiversidad y, 95 - 96 , 107 , 109
Granos iranı́es y, 46
Levant y, 83
guerra y, 194
Segunda Guerra Mundial y, 3 - 10
Colecció n de semillas
evaluació n de, 175 - 76
en Kirguistá n y Mongolia, 47
en Levante, 76 - 77
en Pamirs, 51 - 52
polı́tica y, 147
Tayikistá n y, 42
Vavilov y, 38 - 39

Compañ ı́as de semillas, 42
Intercambio de semillas, 5 , 52 - 53 , 61
Semillas de supervivencia (SoS), 109 , 110 - 11
Selassie, Haile, 96 , 110 , 127
Selestewa, Leonard, 134 - 35
Chamanes, 171
Shames, Seth, 110
Shantz, Homer, 12 , 125 , 126 - 27 , 128 - 30 , 165
Shiva, Vandana, 110
Sierra Madre Alliance, 151, 157–59
Sierra Madre Occidental
biodiversidad de, 141
maı́z y, 150 - 57
interé s en, 140 - 41
tala y, 147 , 151 , 157 - 60
Ruinas mayas y, 142 - 43
orı́genes del maı́z y, 143 - 44
evolució n reticulada y, 141 - 42
Comercio de seda, 47 - 48 , 78 - 80
Oasis de Siwa, Egipto 88 - 92
Slow Food International, 71 - 72 , 89
Slugs, estudio de, 40 - 41
Leopardos de las nieves, 58
Soldados, Mario, 72
Soleri, Daniela, 133 - 34
Souk el-Tayeb, Lı́bano 81 , 83
Speke, John, 94
Especias, 85 , 107 - 8
Acusaciones de espionaje, 46 , 185 , 189
Stalin, Joseph, 1 - 2 , 7 , 163 , 174 , 178 - 86 , 192 - 94
Maı́z StarLink, 154
Stchukin, Alexander, 11 - 12
Estré s, adaptaciones y, 178 - 79
https://translate.googleusercontent.com/translate_f 119/122
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Suez Canal, 85
Girasoles, 177
Bó veda Global de Semillas de Svalbard, 196
Siria. Ver Levante
Tabbouleh, 77 , 78
Conchas de Taco, 154
Tafari, Ras (haile Selassie), 96 , 110 , 127
Tayikistá n, 42 . Ver también Highlands
Pueblo tarahumara, 148 , 151 - 53 , 155 - 57
Teff, 95 , 101 - 4 , 112
Teosinte, 143 , 147 , 148 - 52 , 159 - 60
Pueblo Tepehuan, 148 - 49 , 151 , 157
Terrazas, 128 - 29 , 132 , 136 - 37 , 156
Tesguino, 151 , 153
Thompson, Carol, 24 , 197
Montañ as Tian Shan, 54 , 114
TNC (The Nature Conservancy), 18
Tolstoy, Leo, 26 - 28
Totalitarismo, 192
Traboulsi, Fawwaz, 80 - 81
Trabut, Louis, 91
Plantas transgé nicas, 150 - 51 , 154 - 55 , 161
Viaje en el valle del Po (Soldati), 72
Tesoros de la Sierra Madre, 156
Trı́as, Albino Mares, 153
Trufas, 67
Tú nez, 85 , 87
Turekhanova, PM, 119
Turuseachi, Pedro, 155
Tuxill, John, 143
Twain, Mark, 26
Tifus, 79 , 94
Academia Ucraniana de Ciencias, 187
UNISG (Universidad de Ciencias Gastronó micas), 71 - 72
Estados Unidos, 23 - 24 , 125 - 38 , 144 - 47
Universidad de Ciencias Gastronó micas (UNISG), 71 - 72
Universidad de Arizona, 126 - 28
Universidad de Saratov, 42
Universidad de Tartu, 7
México desconocido (Lumholz), 148 - 49
Urbanizació n, biodiversidad y, 24

Val Padana, Italia 66
Cultivares Vanra, 156 - 57
Vavilov, Alexandra, 30
Vavilov, Ekaterina, 41 - 43
Vavilov, Ivan, 27 , 30
Vavilov, Sergei, 30 , 36
Aceite vegetal, 177
Vernalization, 60 - 61 , 179
Rangos de cultivo vertical, 56 - 61 , 105 - 6 , 129 , 140 - 41
Villalobos, Juan–Daniel, 156, 157
Vilmorin-Andrieux & Co., 42
VIR. Ver NI Vavilov Instituto de Investigació n Cientı́ ica de toda Rusia de la Industria de Plantas
Voskresenkia, Olga, 8
https://translate.googleusercontent.com/translate_f 120/122
13/5/2018 De dónde viene nuestra comida

Vulf, EV, 162


Guerra, biodiversidad y, 74 - 83
Whealy, Kent, 5 , 12
Trigo. Ver también las tierras altas de Pamiri
forma antigua de, 188 - 89
Bulgur, 77 , 78
contaminado, 46
resistente a la sequı́a, 76 - 77
maduració n temprana, 61 - 62
elevació n y, 60 - 61
Etiopı́a y, 99
mejora de, 159
Africa del Norte y, 85
Persa, 46 - 47
Producció n rusa de, 33
ó xido y, 111 - 12
Whiting, Alfred, 133 , 135
Wilkes, Garrison, 149 , 159 - 60
Worede, Melaku, 94 , 96 , 101 - 3 , 109 - 11
Colecció n Mundial de Plantas Cultivadas, 50 , 194
Unió n Mundial para la Naturaleza (UICN), 152
El hambre en el mundo: Doce Mitos (Lappé et al), 192
World Varietal Resources of Grain Crops (Vavilov), 185
Segunda Guerra Mundial
manzanas y, 121
Hopi, Navajo y, 131 - 32
Lı́bano y, 80 - 81
caucho y, 146
protecció n del banco de semillas durante, 1 - 10
investigació n de semillas y, 175 - 76
Yakolev, PN, 184
Yammin (sacerdote maronita), 79
Virus enano amarillo, 95
Yurayaco, 168 - 70
Comerciantes zapotecas, 143
Zhukovsky, PM, 117 , 185 , 194
Zurayk, Rami, 78 , 81
Zwingle, Erla, 68

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Desde 1984, la organizació n sin ines de lucro Island Press ha estado estimulando, dando forma y
comunicando las ideas que son esenciales para resolver problemas ambientales en todo el mundo. Con
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paı́s en temas medioambientales. Identi icamos pensadores innovadores y tendencias emergentes en
el campo ambiental. Trabajamos con expertos y autores de renombre mundial para desarrollar
soluciones interdisciplinarias a los desafı́os ambientales.
Island Press diseñ a e implementa campañ as coordinadas de publicació n de libros para comunicar
nuestros mensajes crı́ticos en forma impresa, en persona y en lı́nea, utilizando las ú ltimas tecnologı́as,
programas y medios. Nuestro objetivo: llegar a pú blicos especı́ icos -cientı́ icos, polı́ticos, defensores
del medio ambiente, medios de comunicació n y ciudadanos preocupados- que pueden y tomará n
medidas para proteger las plantas y los animales que enriquecen nuestro mundo, los ecosistemas que
necesitamos para sobrevivir, el agua que bebemos y el aire que respiramos

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