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TEORÌA Y ANÀLISIS DE
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LA PROSA LITERARIA
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PROFESORADO DE LETRAS - UNLAR
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ratura como parte de la filosofia moral.
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En diversos países el movimiento preceptista intenta una más flexible
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interpretación de los principios del arte de lo que habían presentado los
teóricos franceses de la segunda mitad del xvii y especialmente Boileau.
Wínckelmann reivindica en arte lo griego a expensas de lo romano y lo
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francés. Sobre todo, Lessing, perfectamente imbuido del espíritu neoclásico,
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y los factores que los explican, ha sentado las bases de la historia literaria.
Sobre estos elementos dispersos se constituirán las teorías literarias de la
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tiende a identificarla con la poesía cristiana.
Era más original que su hermano August Wilhelm (1767-1845) quien,
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sin embargo, tuvo mucha más resonancia al reelaborar y divulgar conceptos
anteriormente expuestos por él. No compartía August Wilhelm la inclina-
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ción al misticismo profético de su hermano. Como él se interesó por las
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literaturas antiguas y sobre todo por el sánscrito, por la cuestión de los
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géneros literarios y consideró como él que la épica era el gran género clásico
mientras que la novela era el género romántico: es consciente de la filiación
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total mdependencia del arte de todo Jm ajeno a él mismo ^^^^^^^^^
absoluta negación del viejo principio de imitación de la naturaleza al de
clarar que los productos de la naturaleza no son necesanarnente bellos^
CoS los hermanos Grimm cobra particular importancia la atención a la
poesía popula de las naciones primitivas, la poesia «natural», opuesta a
L r t í s S Se considera que la poesía no ha ^ ^ f 3 ° ^ ^ , ^ ^ ^ ^ í i ^ ^
de la época de las epopeyas. Se interesan por el P^^f^.^ ^^'j^'i'^^^^^^^^^^^
nacionales, por el folclore, aunque crean ""J°^°J"tre la P^^^^^^^^^^
la poesia artística que hoy resulta •n^'^.^P^^f • ! " ^ a ° L e e T p t w o e
popular no es sino formas de la poesía artística de las que el pueblo
adSeña y perpetúa su memoria, alterándolas y rec ea"doh«. ,^
Diversos filósofos alemanes se interesaron por la teona de las artes y la
' ' i : : ^ ^ ^ Z o U o . pensadores, - r d a r e n ^ s la ¿ o n t n ^ ^ ^ d^
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Friedrich Schleiermacher (1768-1834), teólogo l^^erai^o^ Coi^ceb a 1 arte
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entenderse en función del todo Ademas ae esw i"<^ ícomoarativo) que
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La influencia de Hegel suscitó el más extenso tratado de estética, com-
puesto por Friedrich Theodor Vischer (1807-1887) (Aesthetik... 6 vol., 1847-
1858).
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Entre los pensadores alemanes de la primera mitad del siglo xix alcanzó
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resonancia, dentro de la teoría de la literatura, Arthur Schopenhauer (1788-
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1860). Su obra principal. El mundo como voluntad y representación, apareció
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en 1819, pero gozó de escasa difusión en ese momento y sólo hacia la mitad
del siglo tuvo repercusión. Traslada a Occidente el nirvana budista. Con-
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con mucho las innovaciones críticas y no existió un poderoso movimiento
estético como en Alemania. En buena medida, la filosofía imperante siguió
siendo la de la escuela escocesa, caracterizada por su acentuado psicolo-
gismo y la ausencia de trasfondo metafísico de sus doctrinas.
Ejemplo de esta transición es Francis Jeffrey (1773-1850), crítico de gran
influencia a través de la Edinburg Review (1802 -•). Su crítica no es real-
mente romántica, sin ser tampoco neoclásica. Es hombre ecléctico, de gustos
conservadores. Criticó la escuela laicista, aunque influyeron en estas críticas
las diferencias ideológicas que lo separaban de sus miembros. No existe un
trasfondo estético en su crítica; acepta el subjetivismo, pues considera que
la belleza es subjetiva, y juzga a partir de sus gustos personales y de sus
creencias morales. Su mayor admiración va para Shakespeare y su época.
Es así un gran defensor de la tradición inglesa.
Suele considerarse a William Wordsworth (1770-1850) y a la escuela
lakista la manifestación del Romanticismo inglés y la ruptura con el neo-
clasicismo anterior. Como critico y teórico se caracteriza por su «emocio-
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nalismo», su concepción de la poesía como manifestación de sentimientos
subjetivos, su exaltación de la sinceridad como uno de sus grandes valores
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(hasta alzarla a la categoría de norma estética), su creencia en la esponta-
neidad y cierta afición al primitivismo, y su rechazo del refinamiento de la
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civilización. El rasgo más característico de su concepción de la poesía es,
sin embargo, su crítica de la cuidada dicción de la época anterior, su defensa
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clásicos.
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Schelling y Schlegel, aunque a veces combina las ideas alemanas con rasgos
inspirados en el empirismo inglés, en la tradición psicológica e incluso con
viejos resabios neoclásicos. Insiste en la unidad esencial de la obra de arte.
En cuanto a las relaciones entre el arte y la naturaleza piensa que el arte
imita a la naturaleza pero no a la naturaleza concreta sino a la universal y
general, pues imitar no es meramente reproducir, copiar, lo imitado.
Carece del sentido histórico de los criticos románticos alemanes. Tam-
poco comparte su afición por el mundo medieval y permanece ajeno al
movimiento erudito de su momento. Tiende a analizar a los autores pres-
cindiendo de su momento histórico y se interesa esencialmente por la psi-
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colegía délos personajes (como hace al considerar a Shakespeare), olvi-
dando a veces las diferencias entre arte y vida.
En Thomas Carlyle (1795-1881) se detecta la influencia alemana. De
ellos toma la noción de espíritu nacional que se manifiesta en la literatura
de un país y la concepción de la obra literaria como una unidad, con iden-
tificación entre fondo y forma. Sentía recelos por la ficción y tendía a des-
plazar la crítica hacía la biografia y el didactismo, lo que combinaba con
su misticismo critico. También Thomas Babington Macaulay (1800-1859)
se inclina con frecuencia por la biografia en su critica. John Ruskin (1819-
1900) dedicó gran atención a la estética, más que ninguno de sus compa-
triotas, y expuso sus ideas, aunque de forma incoherente, en los tres pri-
meros volúmenes de sus Modem Painters (1843-1856). Realizó una ingente
labor a favor de las artes. Defendió la concepción organicista del arte del
romanticismo. Aborrece el academismo y exalta la pintura prerrafaelina.
Cree que el arte no puede ser mera copia de la naturaleza: el artista debe
plasmar un tema que le embarga. Rechaza el realismo feo y vulgar y con-
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sidera el arte como una actividad que perfecciona al hombre. Proust lo
alabó, aunque luego lo censurase en parte.
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Se realizan importantes esfuerzos en el terreno de la historia literaria y
de la literatura anglosajona antigua: se estudia, después que en Dinamarca
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y Alemania, el Beowulf, las novelas caballerescas, las baladas y los cantos
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populares medievales; pero el interés se centra, sobre todo, en la época isa-
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2.3. Francia
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El año de publicación del Werther –1774– es tradiciones del período revolucionario del produce un hombre nuevo. Las luchas ideoló-
una fecha importante no sólo para la historia desarrollo de la burguesía. gicas lo son por ese concreto hombre nuevo,
de la literatura alemana, sino también para ¿En qué consistió ese malfamado «enten- contra el hombre viejo y contra la vieja socie-
la de la literatura universal. La hegemonía dimiento» de la Ilustración? Es claro que en dad odiada. Pero nunca se trata en realidad
literaria y filosófica de Alemania, breve, pero una crítica sin compromisos de la religión, de (sino sólo en la fantasía apologética de los
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importante, el temporal relevo de Francia en la filosofía infectada de teología, de las insti- ideólogos reaccionarios) de lucha entre una
la dirección ideológica en esos campos, se tuciones del absolutismo feudal, de los man- cualidad abstracta y aislada del hombre y otra
manifiesta abiertamente por vez primera con damientos de la moral feudal-religiosa, etc. Es no menos aislada y abstracta (por ejemplo, el
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el éxito universal del Werther. Cierto que la fácilmente comprensible que esa lucha sin tér- impulso vital contra el entendimiento).
literatura alemana tiene ya antes obras de minos medios de los ilustrados resulte inso- Sólo la destrucción de esas leyendas his-
importancia histórico-universal. Baste con portable ideológicamente para una burguesía tóricas, de esas contradicciones que no exis-
recordar a Winckelmann, a Lessing, el Götz ya reaccionaria. Pero, ¿se sigue de eso que los ten en la realidad, abre camino al conoci-
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de Berlichingen del propio Goethe. Pero la ilustrados, los cuales, como vanguardia ideo- miento de las verdaderas contradicciones
influencia extraordinariamente amplia y lógica de la burguesía, no reconocieron en internas de la Ilustración. Éstas son los refle-
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profunda del Werther en todo el mundo ha la ciencia, en el arte ni en la vida más que lo jos ideológicos de las contradicciones de la
puesto claramente de manifiesto esa función que soportaba el análisis del entendimiento revolución burguesa, de su contenido social
rectora de la ilustración alemana. humano y la confrontación con los hechos de y de las fuerzas que la impulsan, los reflejos
¿De la ilustración alemana? El lector se la vida, hayan manifestado algún desprecio de las contradicciones del origen, el creci-
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detiene seguramente aquí, supuesto que se de la vida afectiva de los hombres? Creemos miento y el despliegue de la sociedad burgue-
haya «educado» literariamente en la leyen- que ya esta formulación correcta muestra cla- sa. En la vida social esas contradicciones no
da de la historia burguesa y de la sociología ramente la abstracción y la insostenibilidad son rígidas, ni están dadas de una vez para
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vulgar que depende de ella. Pues es un lugar de esas construcciones reaccionarias. siempre. Más bien aparecen de un modo
común de la historia burguesa de la literatu- En la Ilustración misma la cuestión se sumamente irregular, de acuerdo con la irre-
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ra y de la sociología vulgar que la Ilustración plantea de un modo completamente distin- gularidad de la evolución social, reciben una
y el Sturm und Drang, especialmente el Wer- to. Cuando Lessing –por no tomar más que solución aparentemente satisfactoria para
ther, se contraponen de modo irreconciliable. un ejemplo y no rebasar un espacio limitado– todo un estadio, y luego, con la ulterior evo-
Esta leyenda literaria […] resulta el mejor se opone a la teoría y a la práctica del trágico lución de la sociedad, reaparecen intensifi-
expediente ideológico para degradar la Ilus- Corneille, ¿cuál es el punto de vista desde el cadas a un nivel superior. Las polémicas lite-
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tración en favor de las posteriores tendencias cual lo hace? Parte, precisamente, de que la rarias que hubo entre los ilustrados, las
reaccionarias presentes en el Romanticismo. concepción de lo trágico por Corneille es críticas de la literatura de la época por los
¿Cuál es el contenido ideológico de esa inhumana, de que Corneille ignora el ánimo mismos ilustrados –que es de donde los his-
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leyenda histórica? ¿Qué necesidad ideológi- humano, la vida afectiva, porque, preso en las toriadores reaccionarios, mediante una abs-
ca de la burguesía del siglo xix tiende a satis- convenciones cortesanas y aristocráticas de tracción deformadora, toman sus «argumen-
facer? Es un contenido sumamente pobre y su época, no puede ofrecer más que construc- tos»– no son, pues, más que reflejos de las
abstracto, aunque en algunas exposiciones ciones puramente intelectuales. La gran polé- contradicciones de la evolución social mis-
se hinche con las frases más pomposas. Se mica teórico-literaria de ilustrados como ma, luchas entre corrientes diversas dentro
trata de que la Ilustración no habría tenido Diderot y Lessing se dirigió contra las con- de la Ilustración, luchas propias de cada esta-
en cuenta más que el «entendimiento», el venciones nobiliarias. Las combaten en toda dio de la misma.
«intelecto». En cambio, el germánico Sturm la línea, y critican tanto su frialdad intelec- La producción del joven Goethe es una
und Drang habría sido una sublevación del tual cuanto su ilogicidad. Entre la pugna de continuación de la línea rousseauniana. Cier-
«sentimiento» o el «ánimo» y el «instinto Lessing contra esa frialdad de la tragédie clas- to que de un modo alemán, lo cual produce
vital» contra la tiranía del entendimien- sique y su proclamación de los derechos de la toda una serie de nuevas contradicciones. La
to. Esta abstracción pobre y vacía sirve para inteligencia –por ejemplo, en materia reli- nota específicamente alemana es insepara-
glorificar las tendencias irracionalistas de giosa– no hay la menor contradicción. Pues ble del atraso económico-social de Alemania,
la decadencia burguesa y ocultar todas las toda gran transformación histórico-social de la «miseria alemana». Pero del mismo
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terme otra vez la antigua manía de si no
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ningún revolucionario, ni siquiera en el sen-
tido del joven Schiller. Pero en un sentido podría yo descubrir entre aquel tropel de
histórico más amplio y más profundo, en el plantas la planta primitiva. ¡Porque tiene que
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sentido de la vinculación íntima con los pro- haber una planta así! ¿Cómo, si no, podría yo
blemas básicos de la revolución burguesa, las reconocer que esta o la otra forma es una
obras del joven Goethe significan una culmi- planta, de no estar todas ellas plasmadas
nación revolucionaria del movimiento ilus- según un modelo?
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trado europeo, de la preparación ideológica
de la Gran Revolución Francesa.
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dice sobre ella que ese ideal es «el de la bello y liso campo. (...) Una tierra clara, mag-
democracia burguesa progresiva, o democra- níficamente suelta y bien labrada. Las cepas,
cia burguesa revolucionaria». de pujanza y altura desusadas, columpiando
La profundidad y la multilateralidad de los sus sarmientos de uno en otro álamo.
planteamientos del joven Goethe se basa en
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mer plano el problema del despliegue de la
personalidad, opone también a éste obstácu-
los sucesivos. Las mismas leyes, instituciones,
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etc., que permiten el despliegue de la perso-
nalidad en el estrecho sentido de clase de la
burguesía y que producen la libertad del lais-
sez faire, son simultáneamente verdugos des-
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piadados de la personalidad que se atreve a
manifestarse realmente. La división capita-
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nos ofrece en punto a rocas y árboles, subi- genio poético, el genio con el que ha sido capaz
das y bajadas, plácidos lagos y bulliciosos ria- de expresar la dialéctica real de esa evolución
chuelos, se hizo a mis ojos casi más sensi- contemplando unos destinos humanos.
ble que nunca. Como Goethe parte del hombre concreto,
de concretos destinos humanos, capta todos
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personalidad humana. En su exposición de su hegeliana –de un modo, naturalmente, idea- revolucionario del Werther en la reivindicación
propia juventud, dada por el viejo Goethe en lista– dar un cuadro aproximadamente ade- del derecho moral al suicidio. Es sumamente
Dichtung und Wahrheit [Poesía y verdad], el cuado de la contradictoria interacción entre interesante e instructivo para comprender la
poeta se ocupa ampliamente de los funda- la pasión humana y la evolución social. posición del Werther respecto a la Ilustración el
mentos y principios de esa lucha. Analiza el Pero ni siquiera la mejor comprensión hecho de que el viejo Goethe busque esa justi-
pensamiento de Hamann, que, junto a Rous- intelectual puede superar una contradic- ficación en Montesquieu. El propio persona-
seau y Herder ha influido decisivamente en su ción que exista realmente en la sociedad. Y je Werther defiende su derecho al suicidio de
juventud, y formula el principio básico cuya la generación del joven Goethe, que ha vivi- un modo que tiene aún resonancias revolucio-
realización ha sido aspiración no sólo de su do profundamente esa viva contradicción narias. Mucho antes de su suicidio y mucho
juventud: «Todo lo que emprende el hombre, incluso cuando no entendió su dialéctica, se antes de haber tomado concretamente la deci-
ya sea cosa de obra o de palabra, o de cualquier precipita con colérica pasión contra ese obs- sión de suicidarse, tiene un diálogo doctrinal
otra clase, tiene que surgir de la unión de todas táculo al libre despliegue de la personalidad. sobre el suicidio con el novio de su amada, con
sus energías; todo lo aislado es recusable. Friedrich Heinrich Jacobi, el amigo de Albert. Este tranquilo ciudadano niega, como
Máxima hermosa, pero difícil de cumplir». juventud de Goethe, ha expresado en una car- es natural, que exista un derecho a suicidarse.
El contenido poético capital del Werther es ta abierta a Fichte esa rebelión en el terreno de Werther contesta entre otras cosas: «¿Llama-
una lucha por la realización de esa máxima, un la ética; su formulación es tal vez la más clara rás débil al pueblo que, sufriendo bajo el inso-
combate contra los obstáculos internos y de aquel tiempo: «Sí, yo soy el ateo, el sin dios portable yugo de un tirano, se levante por fin y
externos que se oponen a su realización. Esté- que quiere mentir, como mintió Desdémona rompa sus cadenas?»
ticamente eso significa una lucha contra las en la agonía, mentir y engañar como Pílades Esa trágica lucha por la realización de los
«reglas», sobre la cual acabamos de recordar que se finge Orestes, matar como Timoleón, ideales humanistas se enlaza íntimamente en
algo. Pero también en este punto hay que romper la ley y el juramento como Epaminon- el joven Goethe con el carácter popular de sus
guardarse de trabajar con contraposiciones das, como Johann de Witt, suicidarme como esfuerzos y sus aspiraciones. Desde este pun-
metafísicas rígidas. Werther, y con él el joven Otho, violar el templo como David, sí, y segar to de vista el joven Goethe es realmente un
Goethe, son enemigos de las «reglas». Pero las espigas en sábado simplemente porque continuador de las tendencias rousseaunia-
el «desreglamiento» significa para Werther un tengo hambre y porque la ley se hizo para el nas, contrapuestas al distinguido aristocra-
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grande realismo apasionado, la veneración de hombre, no el hombre para la ley». Jacobi lla- tismo de Voltaire, cuya herencia cobrará más
Homero, Klopstock, Goldsmith y Lessing. ma a esa rebelión «el derecho de majestad del tarde importancia para el Goethe viejo y
Aún más enérgica y más apasionada es la hombre, el sello de su dignidad». resignado. La línea cultural y literaria de Rous-
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rebelión contra las reglas de la éti- seau puede formularse del modo
ca. La línea básica de la evolución En el centro del Werther se encuen- más claro con las palabras de Marx
burguesa impone, en el lugar de los el jacobismo: es «una mane-
privilegios estamentales y locales,
tra el gran problema del humanismo sobre ra plebeya de terminar con los enemi-
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sistemas jurídicos nacionales uni- revolucionario burgués, el problema gos de la burguesía, con el absolutis-
tarios. El gran movimiento históri-
del despliegue libre y omnilateral de mo, el feudalismo y la pequeña
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alemana, esa tendencia social consigue su desarrollan bajo el signo de esa rebelión, en des alemanas, ni siquiera, dijimos, en el sen-
más alta expresión filosófica en la ética idea- la cual se muestran por vez primera en la lite- tido del joven Schiller. Lo plebeyo no aparece
lista de Kant y Fichte. Pero la tendencia mis- ratura universal y en la forma de la gran repre- en él en forma política, sino como contraposi-
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ma –que, como es natural, aparece en la vida sentación poética las contradicciones inter- ción de los ideales humanístico-revoluciona-
concreta de un modo a menudo filisteo– está nas del humanismo revolucionario burgués. rios a la sociedad estamental del absolutismo
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presente antes de Kant y de Fichte. Goethe ha dispuesto la acción de esta novela feudal y a la pequeña burguesía atrasada que
Por necesaria, empero, que sea histórica- con un criterio muy comedido. Pero casi sólo se compadece con esa situación. Todo el Wer-
mente esa evolución, lo que produce es al elige personajes y acaecimientos que hagan ther es una confesión encendida del hombre
mismo tiempo un obstáculo para el desplie- aparecer claramente esas contradicciones, las nuevo nacido en el curso de la preparación de
gue de la personalidad. La ética en el sentido contradicciones entre la pasión humana y la la revolución burguesa, proclamación de la
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kantiano-fichteano quiere encontrar un sis- legalidad social. Más en concreto: se trata nueva hominización, del nuevo despertar de
tema de reglas unitario, un sistema coheren- siempre de contradicciones entre pasiones la omnilateral actividad del hombre produci-
te de principios para una sociedad que es la que no tienen por sí mismas nada asocial o da por la sociedad burguesa y por ella trágica-
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personificación del principio básico motor antisocial y leyes que tampoco en sí y por sí mente condenada a la ruina. La configuración
de la contradicción. El individuo que obra en mismas pueden recusarse porque sean absur- de ese hombre nuevo se produce pues en per-
esa sociedad reconociendo por fuerza el sis- das o contrarias al despliegue humano (como manente contraste dramático con la sociedad
tema de las reglas de un modo general y de lo eran las jerarquías estamentales de la socie- estamental y también contra la vulgaridad
principio, tiene que caer constantemente en dad feudal), sino que encarnan simplemente moral pequeño-burguesa.
contradicción concreta con esos principios. las limitaciones generales de toda la legalidad Constantemente se contrapone esa nueva
Y no sólo, como imaginó Kant, porque unos de la sociedad burguesa. cultura humana a la deformación, la esterili-
meros instintos bajos y egoístas del hombre Con un arte admirable expone Goethe en dad, la grosería de los «estamentos eleva-
entren en contradicción con altas máximas pocos rasgos, en unas breves escenas, el des- dos» y a la vida muerta, rígida, mezquina-
morales. La contradicción se debe muy fre- tino trágico del joven siervo enamorado que, mente egoísta de la pequeña burguesía
cuentemente –y precisamente en los casos al asesinar a su amada y a su rival, ofrece la localista. Y cada una de esas contraposiciones
interesantes para este contexto– a las pasio- réplica trágica del suicidio de Werther. En sus es una enérgica remisión al hecho de que sólo
nes mejores y más nobles del hombre. Sólo tardíos recuerdos, ya citados, el viejo Goethe en el pueblo pueden encontrarse la captación
mucho más tarde conseguirá la dialéctica registra y reconoce aún el carácter rebelde y real y enérgica de la vida y la elaboración viva
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Estas imágenes proceden del Pequeño libro de viajes,
Goeze, tan malfamado por su polémica con
esparcimiento y consuelo, un álbum de recuerdos –algo Lessing, escribió, por ejemplo, que de libros
habitual entre los estudiantes de la época–, que reco- como el Werther nacen los Ravaillac (el hom-
Tr
ge 88 dibujos, fechados de septiembre de 1806 hasta bre que mató a Enrique iv) y los Damien (el
1807. Está dedicado a la princesa Caroline Luise de que atentó contra Luis xv). Y aún muchos
Sajonia-Weimar-Eisenach y constituye una manifes-
tación clara de la predilección de Goethe por el paisa-
decenios más tarde Lord Bristol atacaba a
Goethe por los muchos hombres a los que el
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je. En él se alternan vistas de Bohemia y Turingia,
entremezcladas con el recuerdo de motivos de sus via- Werther había hecho desgraciados. Es muy
jes a Suiza e Italia, y con paisajes de fantasía. Los tex- interesante observar que el viejo Goethe, por
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tos que las acompañan proceden de los Viajes italianos lo común tan cortesanamente fino y reserva-
de Goethe [traducción de Rafael Cansinos Assens en
Obra completa, tomo III, Madrid, Aguilar, 1951-1963].
do, se ha complacido en contestar a ese ata-
que con benéfica ruda grosería, echando en
cara al asombrado Lord todos los vicios de las
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Al salir el sol ya bajábamos por lugares don- clases dominantes. Esos juicios ponen el Wer-
de a cada paso era más pictórico el ambien- ther en el mismo plano que los dramas juve-
te. Consciente de obrar por nuestro bien, el niles de Schiller, abiertamente revoluciona-
hombrecillo nos condujo sin detenerse a tra-
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miles de detalles, cada uno de los cuales ser- rística declaración de odio: un príncipe ale-
vía de escenario para alguna idílica escena. mán le dijo a Goethe una vez que si él fuera
Lo desigual del terreno contribuía a ello, pues Dios Nuestro Señor y hubiera sabido que la
ondulaba por encima de ocultas ruinas. creación iba a tener un día como consecuen-
cia la aparición de los Räuber de Schiller, no
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mento de Prometheus, en los primeros borra- humanista. Pero Goethe ha objetivado con El Werther suele entenderse como novela
dores del Faust, etc. una plasticidad y una sencillez máximas, de amor. Y con razón: el libro es una de las
Sería estrechar falsamente la significación adecuadas en los grandes realistas, todo lo novelas de amor más importantes de la lite-
del Werther el no ver en él más que la confor- que aparece en el mundo del Werther. Sólo en ratura universal. Pero, como toda configura-
mación artística de un estado de ánimo sen- el estado de ánimo de Werther y al final de la ción poética realmente grande de la tragedia
timental, exacerbado y pasajero, que Goethe novela, la nebulosidad de Ossian desdibuja del amor, también el Werther da mucho más
hubiera superado muy prontamente. Es ver- la clara plasticidad de un Homero entendi- que una mera tragedia amorosa.
dad que apenas tres años después del Wer- do popularmente. Como artista, el joven El joven Goethe consigue insertar en
ther Goethe ha escrito una divertida y orgu- Goethe es a lo largo de toda la obra un discí- aquel conflicto amoroso todos los grandes
llosa parodia del wertherismo, el «Triunfo pulo de este Homero. problemas de la lucha por el despliegue de la
de la sensibilidad». La historia burguesa de Pero no sólo en ese respecto rebasa a sus personalidad. La tragedia amorosa de Wer-
la literatura se fija sólo en que en esa paro- predecesores la gran novela juvenil de Goe- ther es una explosión trágica de todas las
dia Goethe llama «caldo gordo» del senti- the. También los rebasa por el contenido. pasiones que suelen aparecer en la vida de
mentalismo a la Heloïse de Rousseau y a su Como hemos visto, el Werther es la proclama- un modo disperso, particular y abstracto,
propio Werther. Y en cambio pasa por alto ción de los ideales del humanismo revolucio- mientras que en la novela se funden al fuego
que Goethe no ha escrito la parodia del Wer- nario y, al mismo tiempo, la configuración de la pasión erótica para dar una masa uni-
ther ni de la Nouvelle Heloïse, sino la del wer- consumada de la trágica contradicción de esos taria ardiente y luminosa.
therismo, es decir, precisamente una moda ideales. El Werther no es pues sólo una culmi- Vamos a limitarnos a subrayar algunos de
aristocrático-cortesana que era ella misma nación de la literatura grande burguesa del los momentos esenciales. En primer lugar,
una antinatural parodia involuntaria del siglo xviii, sino también el primer gran pre- Goethe ha hecho del amor de Werther por
Werther. Werther huye de la muerta defor- cursor de la gran literatura problemática del Lotte una expresión poéticamente sublima-
mación de la sociedad aristocrática y se siglo xix. Cuando la historia burguesa de la da de las tendencias vitales populares y anti-
refugia en la naturaleza y en el pueblo. El literatura identifica la tradición del Werther feudales del personaje. El propio Goethe ha
personaje de la parodia goethiana se fabri- en Chateaubriand y sus apéndices está des- dicho más tarde a propósito de la relación de
ca con escenografía una naturaleza falsa y viando y rebajando tendenciosamente la Werther con Lotte que esa relación es para el
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teme la real, y en su trivial sentimentalismo herencia. Los que de verdad continúan las ten- personaje mediadora de toda la cotidianidad.
juguetón no tiene nada en común con las dencias reales del Werther son los grandes con- Más importante es, empero, la composición
vivas energías del pueblo. «El triunfo de la figuradores de la ruina trágica de los ideales de la obra. La primera parte está dedicada a
Tr
sensibilidad» subraya pues precisamente humanistas en el siglo xix, ante todo Balzac y exponer el nacimiento del amor de Werther.
la línea básica popular del Werther, y es Stendhal, y no los románticos reaccionarios. Cuando Werther se da cuenta del conflicto
una parodia de los involuntarios irresoluble de su amor, quiere huir
efectos que esa obra tuvo entre Si Werther se mata es porque no a refugiarse en la vida práctica, en
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los «cultos», no una parodia de
supuestas «exageraciones» de la
quiere abandonar absolutamente launaactividad, y consigue una plaza en
embajada. Pese a sus dotes, que
nada de sus ideales humanistas, se le reconocen en aquel cargo, ese
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obra inicial.
El éxito universal del Werther es
un triunfo literario de la línea de la
porque en esas cuestiones no cono- intento fracasa al tropezar con las
barreras que la sociedad nobiliaria
revolución burguesa. El fundamen- ce el compromiso. opone al individuo burgués. Y una
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to artístico del éxito debe verse en vez que Werther ha sufrido ese fra-
el hecho de que el Werther ofrece una unifica- El conflicto de Werther, su tragedia, es ya la caso, se produce el trágico segundo encuen-
ción artística de las grandes tendencias rea- del humanismo burgués, pues muestra cla- tro con Lotte.
listas del siglo xviii. El joven Goethe conti- ramente la contradicción entre el despliegue
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artística Richardson-Rousseau. De ellos toma sa misma. Como es natural, ésta aparece en Napoleón Bonaparte –que llevaba el libro
la temática: la representación de la intimidad, su forma alemana prerrevolucionaria, semi- consigo durante la campaña de Egipto–, ha
afectivamente cargada, de la vida cotidiana feudal, sumida en el absolutismo de los reprochado a Goethe que introdujera aquel
burguesa, con objeto de mostrar en esa inti- pequeños estados. Pero en el conflicto mis- conflicto social en la tragedia amorosa. El vie-
midad la silueta del hombre nuevo que está mo aparecen muy claramente los rasgos jo Goethe, con su fina ironía cortesana, obser-
sk
naciendo en contraposición con la sociedad esenciales de las contraposiciones que luego vó a esto que el gran Napoleón había estudia-
feudal. Pero mientras que todavía en Rous- se manifestarán con violencia. Y estas con- do muy atentamente el Werther, pero al modo
seau el mundo externo –con la excepción del traposiciones son en última instancia las que como el inquisidor de lo criminal estudia sus
de
paisaje– se disuelve en una tonalidad emo- llevan a Werther a la catástrofe. Es cierto que actas. La crítica de Napoleón ignora eviden-
cional subjetiva, el joven Goethe es al mismo Goethe no ha dado forma más que a esos ras- temente la anchura y la amplitud de la «cues-
tiempo heredero de la clara y objetiva confi- gos elementales e imprecisos de lo que más tión de Werther». Es claro que también redu-
guración del mundo externo, del mundo de tarde será una grande tragedia manifiesta. cido estrictamente a representación de una
la sociedad y del de la naturaleza: el joven Precisamente por eso ha podido incluir el tragedia de amor, el Werther seguiría siendo
Goethe no es sólo continuador de Richard- tema en un marco tan estrecho desde el pun- una gran exposición típica de los problemas
son y de Rousseau sino también de Fielding to de vista de la extensión, limitándose a des- de la época. Pero las intenciones de Goethe
y de Goldsmith. cribir temáticamente un pequeño mundo casi iban más a fondo. En su modo de dar forma a
Desde el punto de vista técnico externo, idílicamente concluso, a la manera de Golds- la pasión amorosa Goethe ha mostrado la con-
el Werther es una culminación de las tenden- mith y de Fielding. Pero la dación de forma tradicción irresoluble entre el despliegue de
cias subjetivistas de la segunda mitad del a ese mundo superficialmente estrecho y la personalidad y la sociedad burguesa. Y para
siglo xviii. Y ese subjetivismo no es en la cerrado está llena de la dramaticidad interna eso era necesario que el receptor estético
novela ninguna exterioridad inesencial, sino que, según las tesis de Balzac, es lo esencial- pudiera vivir ese conflicto en todos los terre-
la expresión artística adecuada de la rebelión mente nuevo de la novela del siglo xix. nos de la actividad humana. La crítica de
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38 DOSSIER GOETHE M I N E R VA 9 . 0 8
Napoleón es una recusación –muy compren- dad subraya la profunda universalidad del Wer- sentándolos de otras maneras más amplias y
sible por venir de quien viene– de la validez ther para toda la era de la sociedad burguesa. ricas en conflicto con la sociedad burguesa.
universal del conflicto trágico del Werther. Una vez que el viejo Goethe leyó una rese- Pero siempre se ha mantenido vivo en él
La obra llega a la catástrofe final a través de ña en la revista francesa Le Globe en la que se el sentimiento de lo imperecedero del con-
ese aparente rodeo sociológico. Y, a propósi- decía que su Tasso es un «Werther corregido y tenido vital configurado en el Werther. No
to de la catástrofe misma, hay que observar aumentado» asintió muy satisfecho a la fra- ha superado el Werther en el sentido vulgar
que Lotte corresponde al amor de Werther y se. Con razón. Pues el crítico francés mostró en que supera sus «locuras juveniles» el
se da cuenta de ello precisamente por la muy acertadamente los vínculos que llevan buen burgués razonable que pacta con la
explosión pasional de su amigo. Eso es lo que del Werther a la producción posterior de Goe- realidad. Cuando, a los cincuenta años de la
provoca la catástrofe: Lotte es una mujer bur- the ya en el siglo xix. En el Tasso los proble- publicación de la novela, se dispuso a escri-
guesa, que se aferra instintivamente a su mas del Werther están aún más acentuados, birle un nuevo prólogo, el resultado fue el
matrimonio con un hombre eficaz y respeta- más enérgicamente exacerbados, pero pre- conmovedor primer fragmento de la Trilogía
do y retrocede, por tanto, asustada, ante su cisamente por eso el conflicto recibe ya una de la pasión. En ese poema ha expresado
propia pasión. La tragedia de Werther no es, solución mucho menos pura. Werther se Goethe del siguiente modo su relación con el
pues, sólo la tragedia del amor desgraciado, estrella contra la contradicción entre la per- héroe de su juventud:
sino también la configuración perfecta de la sonalidad humana y la sociedad burguesa,
Yo a quedarme, tú a irte destinados,
contradicción interna del matrimonio bur- pero lo hace trágicamente, sin ensuciarse el
Te me fuiste delante: y no has perdido mucho.
gués: este matrimonio, a diferencia del pre- alma mediante compromisos con la mala rea-
burgués, está basado en el amor individual, y lidad de la sociedad burguesa. Ese melancólico estado de ánimo del vie-
con él nace históricamente el amor individual La tragedia de Tasso introduce el gran arte jo y maduro Goethe muestra del modo más
mismo; pero, en cambio, su existencia eco- novelístico del siglo xix porque la solución claro la dialéctica de la superación del Wer-
nómico-social se encuentra en contradicción trágica del conflicto es ya menos una explo- ther. La evolución social ha rebasado la posi-
irresoluble con el amor individual, personal. sión heroica que una asfixia en el compromi- bilidad de la tragedia limpia de Werther. El
Goethe ha subrayado con tanta claridad so. La línea del Tasso llega a ser un tema rec- gran realista Goethe no va a negar un hecho
como discreción las puntas sociales de esta tor de la gran novela del siglo xix, desde así, pues el fundamento de su gran poesía ha
l
ia
tragedia amorosa. Tras un choque con el Balzac hasta nuestros días. Puede decirse de sido siempre la captación profunda de la rea-
ambiente feudal de la embajada, Werther un gran número de personajes de esa nove- lidad. Pero al mismo tiempo siente Goethe
pasea al aire libre y lee el capítulo de la Odi- lística –aunque no de un modo mecánico y qué es lo que ha perdido, y lo que ha perdi-
Tr
sea en el cual el regresado Ulises habla huma- esquemático– que son «Werther corregidos do la humanidad, con la ruina de aquellas
na y fraternalmente con el porquero. Y la y aumentados». Muchos son los que sucum- ilusiones heroicas. Goethe siente que la
noche del suicidio el último libro que Wer- ben por los mismos conflictos que Werther. luminosa belleza del Werther recuerda un
ther lee es la anterior culminación de la lite- Pero su ruina es menos heroica, menos glo- período de la evolución de la humanidad que
io
ratura revolucionaria burguesa: la Emilia riosa, sucia de compromisos y capitulaciones. nunca volverá: la aurora a la que siguió el sol
Galotti de Lessing. Werther se mata porque no quiere abando- de la Gran Revolución Francesa.
ud
El Werther es una de las más grandes nove- nar absolutamente nada de sus ideales huma-
las de amor de la literatura universal porque nistas, porque en esas cuestiones no conoce Minerva agradece a Vera Sacristán su autorización para
Goethe ha concentrado en ella toda la vida de el compromiso. Ese carácter rectilíneo e utilizar esta traducción.
su período con todos sus grandes conflictos. intacto de su tragicidad da a su ruina la lumi-
St
Por eso la significación del Werther reba- nosa belleza que hoy sigue siendo el encanto
sa también la de una mera descripción veraz indestructible del libro.
de un determinado período y consigue un Esa belleza no es sólo el resultado de la
F
efecto muy capaz de sobrevivir a su época. El genialidad del joven Goethe. Se debe tam-
viejo Goethe ha dicho, en conversación con bién a que el Werther, aunque su protagonis-
PD
Eckermann, lo siguiente acerca de las causas ta sucumba por un conflicto general de toda
de ese efecto: «Si bien se mira, esa fase Wer- la sociedad burguesa, es de todos modos el
Marx, ontología del ser social, Madrid, Akal, 2007
ther de la que tanto se habla no pertenece a producto del período prerrevolucionario de
Lenin, Marx, Buenos Aires, Gorla, 2005
la marcha de la cultura universal, sino al la evolución de la burguesía.
Dostoyevski, Murcia, Diego Marín Editor, 2000
camino de la vida de todo individuo que, con Del mismo modo que los héroes de la
sk
Teoría de la novela,
innato y libre sentido natural, tiene que Revolución Francesa fueron a la muerte lle- Barcelona, Círculo de Lectores, 1999
aprender a vivir y a adaptarse a las formas nos de ilusiones heroicas históricamente Sociología de la literatura,
constrictivas de un mundo anacrónico. La inevitables, irradiándolas heroicamente, así Barcelona, Edicions 62, 1989
de
felicidad malograda, la actividad impedida, también Werther sucumbe trágicamente El hombre y la democracia,
los deseos insatisfechos no son crímenes de durante la aurora de esas ilusiones heroicas Buenos Aires, Contrapunto, 1989
una época determinada, sino debilidades del humanismo, en vísperas de la Revolu- Historia y conciencia de clase, Barcelona, Orbis, 1985
de cada hombre, y mal irían las cosas si cada ción Francesa. Diario 1910-1911 y otros inéditos de juventud,
Barcelona, Edicions 62, 1985
cual no tuviera, una vez al menos en su vida, Según las afirmaciones concordes de sus
Estética, Barcelona, Grijalbo, 1982
una época en la cual el Werther le parezca biógrafos, Goethe ha rebasado pronto el perío-
El asalto a la razón, Barcelona, Grijalbo, 1978
escrito precisamente para él». do Werther. El hecho es indiscutible. Y está
La novela histórica, Barcelona, Grijalbo, 1977
Goethe exagera aquí sin duda el carácter fuera de duda que la posterior evolución de
Ensayos sobre realismo, Barcelona, Grijalbo, 1977
«atemporal» del Werther, silenciando el hecho su pensamiento rebasa en muchos sentidos
Goethe y su época, Barcelona, Grijalbo, 1977
de que ese conflicto individual en el cual el horizonte del Werther. Goethe ha vivido la
El joven Hegel y los problemas de la sociedad
reside, según su interpretación, la significa- decadencia y la descomposición de las ilusio- capitalista,Barcelona, Grijalbo, 1976
ción de la novela, es precisamente el conflicto nes heroicas del período pre-revolucionario, La crisis de la filosofía burguesa,
entre la personalidad y la sociedad en la y se ha aferrado de todos modos –muy pecu- Buenos Aires, La Pléyade, 1970
sociedad burguesa. Pero con esa unilaterali- liares en él– a esos ideales humanistas, repre- Thomas Mann, Barcelona, Grijalbo, 1969
Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011
Abstract: 1.- Introduction. Frankenstein and popular belief; 2.- Frankenstein´s genesis.
Ancient and new in the making of the tale; 3.- Frankenstein´s contribution to the
l
ia
history of mankind; 4.- Frankenstein’s author editions.
Tr
1.- Introducción. Frankenstein en el imaginario colectivo.
del espacio y del tiempo donde se gestó: quizás la mayoría no sepa quién lo
escribió, en qué lengua se redactó o los lugares donde se desarrolla la historia. El
mito de Frankenstein ha adquirido el carácter anónimo de los relatos populares
que superan al autor y el aquí y ahora donde se dio. Es un anónimo encarnado en
F
el espíritu del pueblo. El mito popular narra la pasión de un científico loco que
pone a su obra por encima de todo límite ético posible y que crea una criatura
PD
llevada al teatro con un éxito sin cuento, tuvo innumerables secuelas en el ámbito
de las historias de terror, se escribía sobre él en los periódicos y se quiso
interpretar por las corrientes posteriores como el monstruo del inconsciente que
de
1 El primer borrador de este texto fue pronunciado como conferencia el día 29 de Octubre de
2009 dentro de los actos programados en la Semana gótica de Madrid.
[473]
Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011
l
ia
los temas de su época y de su biografía personal para que dieran como resultado
un producto que iba a superar todas las perspectivas, incluso, según algunos, los
mismos méritos literarios de la obra tal y como quedó redactada. Quiero hacerlo
Tr
tratando tres puntos fundamentales: explicar la génesis de la obra tal y como la
conocemos hoy en día, explicar qué tiene que aportar esa obra a la historia de la
humanidad y, por último, detenerme un momento en las diferentes ediciones de
io
la obra para hacerles alguna reflexión que pueda serles de interés para acercarse
más a ella.
ud
2.- La génesis de Frankenstein. Lo antiguo y lo nuevo en la gestación de
la obra.
St
contemporáneos con los que ella estaba muy familiarizada. Pero no se reducen ni
a unos ni a otros. La obra aprovecha lo pasado y lo presente, pero no es
PD
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Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011
como lo hace un alfarero con sus obras y los inspira con su aliento. También en la
antigüedad clásica, concretamente —como una de sus fuentes— en el libro X de
las Metamorfosis, aparece el mito de Pigmalión. Este rey de Chipre, buscando a la
mujer ideal la esculpe en mármol y pide a Venus el día de su fiesta en la isla que
le conceda por esposa a alguien semejante en hermosura. Venus, agradecida por
los sacrificios que Pigmalión le ha ofrecido ese día, convierte a la estatua en una
mujer de carne y hueso cuando el rey la toca a su regreso de la fiesta.
Otro ejemplo es la leyenda medieval del Golem, llevada a su máxima
expresión en el libro homónimo de 1915 de Gustav Meyrink. En la Praga del siglo
XVI un rabino hebreo conocedor de la Cábala moldeó una estatua de arcilla para
que lo ayudara en sus quehaceres y colocó tras sus dientes una palabra mágica
numérica que significaba la vida. Cuenta la leyenda cómo el Golem cayó en un
l
ia
delirio que le llevó a escaparse y a destrozar todo a su paso. El rabino se le
enfrentó y borrando la palabra de su boca lo volvió a su original estado inerte.
Además de la Cábala también tenemos los ejemplos de los alquimistas y magos
Tr
medievales que buscaban en sus matraces la piedra filosofal, la panacea
universal y el secreto de la vida misma. Esa imagen está presente en la obra de
los maestros alquimistas que son inspiración de Víctor, entre otros Alberto
io
Magno y Cornelio Agripa. Posiblemente la imagen literaria más lograda de esa
búsqueda la tenemos en un libro que es un poco posterior a Frankenstein, del año
1826, el Fausto de Goethe, en el que en el segundo acto de la segunda parte,
ud
Wagner consigue crear en sus redomas un homúnculo que reclamará su derecho
a la vida y se enfrentará dialécticamente no sólo a su hacedor sino incluso al
diablo. Otro ejemplo en el que quizás están pensando y que forma parte de
St
fuentes que dan origen a la vida nueva: en todos los casos son producto de fuerzas
que están más allá de lo humano. Prometeo es hijo de un Titán y cuenta con el
amparo de los dioses, la Venus que transforma la estatua es una diosa con
poderes sobrenaturales, el rabino usa del poder sobrenatural de la magia que le
sk
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había estado leyendo los libros Elementos de filosofía química y Discurso
ia
introductorio a un curso de lecciones de química del reputado científico Sir
Humphry Davy. También se sabe que conocía los trabajos de Erasmus Darwin,
abuelo de Charles y amigo de la familia Godwin, de quien se decía que había
Tr
devuelto a la vida a un vermicelli aplicándole corrientes eléctricas, así como los
trabajos, más representativos vistos con el paso de los años, de Franklin, Galvani
y Volta. Según esas teorías, y en lo que a nosotros respecta, hablar del secreto de
io
la vida es hablar del secreto de la electricidad. El cuerpo vivo era concebido como
un generador autónomo de electricidad que se desenvuelve según las reglas que
determinan la naturaleza de la electricidad. El movimiento de los nervios y los
ud
músculos era resultado de aplicar diversas corrientes eléctricas. Lo que se
desconocía de la naturaleza de la vida eran los procesos químicos que generaban
autónomamente esas corrientes. Si se descubriera ese proceso de producción
St
original ya que, por decirlo así, estaba en el ambiente como una pretensión
legítima de la ciencia del momento. Lo más original es poner en la figura de
PD
descubre el mal que ha producido. Pero esa idea no la debe Mary a sus
conocimientos de ciencia sino a su estrecho contacto con el círculo romántico.
de
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encuentro de la vanguardia de la época y refugio de filósofos, poetas y literatos
ia
malditos o, como hoy diríamos, alternativos. No es extraño, por tanto, que el
joven poeta radical Percy Shelley acabara recalando en el hogar de los Godwin.
No sería verdad decir que a Mary se le ofreció la mejor educación posible, pero se
Tr
la orientó en los estudios, se le permitió libre acceso a la biblioteca de su padre y
en su hogar conoció y escuchó a los que por aquel entonces tenían algo que decir
en Europa. El ambiente de los creadores de la época estaba en su casa. Esa
io
situación hizo que desde muy joven se interesara por autores que han dejado su
presencia en su novela a través de ideas como la bondad natural del ser humano
y cómo la sociedad corrompe sus buenas inclinaciones y sentimientos originales
ud
como defiende Rousseau en El Emilio, cómo se forman las ideas desde la
experiencia rechazando todo innatismo según los esquemas dispuestos por Locke
en su Ensayo sobre el entendimiento humano o la presencia de la necesidad de la
St
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El verano de 1816.
Dar vida a lo inerte, los problemas de la ciencia del siglo XIX, las influencias
filosóficas y las aspiraciones y el ambiente propio de los románticos. Nada de eso
es por separado radicalmente original en la obra. Pero, sin embargo, sí lo es hacer
l
ia
una buena síntesis de todo ello. Todo se fundió en el crisol en los meses de verano
del año 1816. En aquellas fechas Mary y su marido Percy, acompañados de la
hermanastra política de Mary, Claire Clairmont, se encontraban en Suiza y
Tr
coincidieron en los alrededores del lago Ginebra con Lord Byron, siempre
acompañado de su médico personal el doctor William Polidori. Los protagonistas
narran en sus diferentes escritos personales cómo el tiempo fue excepcionalmente
io
lluvioso y frío aquel verano y cómo pasaban juntos las veladas en animada
conversación o entregados a la lectura privada o en común. Ellos no sabían que al
año 1816 se le conocerá a partir de entonces como el “año sin verano” debido a los
ud
cambios que produjo en la atmósfera terrestre la violenta erupción del volcán
Tambora, hoy indonesio, ocurrida entre el cinco y el quince de Abril de 1815.
Muchos de los encuentros se producirán en Villa Diodati, lugar de residencia de
St
Byron y que había sido habitada durante el siglo XVII por el literato inglés John
Milton2. Sabemos que en esos encuentro se trató de los problemas de la ciencia de
la época, conversaciones en las que tendría una función destacada la opinión de
Polidori como experto en ciencia, se trató de los proyectos literarios que ocupaban
F
a los presentes y que, como diversión, leyeron en una versión francesa los relatos
contenidos en el libro alemán conocido como Fantasmagoriana. En ese ambiente
PD
tenemos los ingredientes que necesitamos salvo uno: el afán de crear algo nuevo.
Eso surgió cuando Byron propuso que cada uno de los cinco participantes
redactara un relato de terror para leerlo en común. Esa invitación, que en
algunos de los presentes cayó en saco roto, despertó el afán creativo de Mary e
sk
hizo que se pusiera a buscar tema para ello. El resultado fue un primer borrador
de Frankenstein que, a impulsos de su marido, alargó hasta darle extensión de
novela. Dos años más tarde, en 1818, saldría publicada anónimamente.
de
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Frankenstein ha hecho una valiosa aportación a la literatura de terror. Sin
duda, su argumento está a la altura de otras novelas inigualables como puede ser
Tr
la más tardía obra de Bram Stoker Drácula (1897). Su presencia ha sido
constante desde que se escribió y las secuelas que ha tenido son innumerables.
Como antes he tenido ocasión de comentar, la síntesis de elementos que hace le
io
otorga una novedad temática en el género. Su tema y la forma en la que está
narrado hace que se despierten emociones nuevas y, sin lugar a dudas, aporta
conocimientos parciales de la naturaleza humana al ponerla en situaciones límite
ud
cuando enfrenta temáticamente los entornos vitales de Víctor y de su criatura:
más que decir que ambos son protagonistas cabría decir que los dos son
antagonistas y que, por eso, su encuentro no puede acabar más que con su mutua
St
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Thémata. Revista de Filosofía. Número 44. 2011
campos como pueden ser, entre otros, la política científica o la bioética. A este
respecto, las reflexiones que se realizan en la novela pueden ser de interés para
profundizar en lo que desde la década de 1950 se conoce como transhumanismo3.
El transhumanismo propone que la especie humana tome el control de su propia
evolución, que según los mecanismos naturales es aleatoria y muy lenta, y utilice
sus conocimientos para realizar mejoras biológicas y mentales en ella tanto a
nivel de individuo como a nivel de especie. Hacer implantes tecnológicos para
mejorar, por ejemplo, la fuerza, la resistencia, la capacidad de memoria y de
reflexión sería, según ellos, ventajoso desde todos los puntos de vista. En lo que a
nosotros atañe: ¿qué elementos del cuerpo o de la mente podemos cambiar —a
través de transplantes o implantes— sin afectar al concepto mismo de humano?
Si alteramos la memoria de un cerebro o lo cambiamos por otro, ¿sigue siendo el
l
ia
mismo yo? ¿Podríamos construir cyborgs esclavos, mitad biológicos, mitad
máquina? La imagen prometeica del Victor formador y transgresor de los límites
de la naturaleza humana tiene mucho que decir, al menos como fuente de
Tr
inspiración, en lo que respecta a qué es una persona y cual es su dignidad.
Pero aún creo que hay una tercera aportación que hace Frankenstein a la
historia de la humanidad y que toca muy de cerca a los seres humanos del siglo
io
XXI. Frankenstein es un experimento que ahora estamos comenzando a
comprender y sobre el que quiero llamar la atención para fomentarlo:
Frankenstein nos hace ver la realidad desde el punto de vista de la diferencia.
ud
Eso, aunque parezca una simple palabra, supone una aportación esencial que voy
a explicar de manera breve aún a riesgo de caer en simplificaciones.
Durante la mayor parte de la historia de Occidente se ha estudiado al ser
St
humano buscando definir su esencia. El camino que se pretendió para ello fue
analizar lo que tenemos en común, aquello en lo que coincidimos, con el propósito
de hacer una ciencia del hombre: las características del ser humano debían estar
presentes en todo ser humano. Eso era coherente con la idea de ciencia que se
F
manejaba en la Grecia clásica y que afirmaba que toda ciencia era de lo universal
y sólo de lo universal. El resto de las situaciones se podían considerar como
PD
3 El término fue formulado por Julian Sorrel Huxley, hermano del autor de Un mundo feliz
y nieto del biólogo darwinista T. H. Huxley. Para entender de manera sintética las tesis del
movimiento y sus consecuencias filosóficas cfr. H. Velázquez Transhumanismo. Libertad e
identidad humana. Thémata nº 41 (2009), págs. 577-590.
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de ellos es propiamente. Si es verdad que todos los hombres son iguales y eso
fuera cierto, también lo sería que da igual cada uno de los hombres singulares
porque son perfectamente intercambiables los unos por los otros: no habría
Tr
objeción para un utilitarismo salvaje que viera al ser humano como un conjunto
de piezas idénticas a las que sustituir por otra igual cuando se estropean.
Frente a una antropología de la identidad y de la universalidad de la esencia
io
se ha propuesto en las últimas décadas del siglo XX una antropología de la
diferencia y de la pluralidad de las existencias. No se trata de negar algo común a
lo humano como podría ser, por ejemplo, su capacidad de lógos y su autonomía
ud
moral, sino de no exagerar y torcer la búsqueda de aquello en lo que coincidimos
hasta el punto de olvidar que lo que de verdad somos tiene mucho que ver con la
particularidad. En las últimas décadas se ha llegado a hablar de antihumanismo
St
y de muerte del hombre. No quiere decirse con ello que el hombre ya no exista o
que haya que matarlo. Lo que tienen que cambiar son las categorías con las que
lo comprendemos porque las antiguas se han quedado estrechas para recoger las
manifestaciones de lo humano que existen hoy día y que son absolutamente
F
legítimas. Dicho de otra manera: ser diferente debería ser lo normal. Nadie tiene
que avergonzarse de no ajustarse a la norma porque lo realmente falso es la
PD
norma.
Es en esa dimensión donde Frankenstein tiene mucho que aportar todavía. Al
hablarnos de la experiencia de un monstruo, al hablarnos incluso el monstruo en
primera persona, nos está hablando lo diferente desde su punto de vista y nos
sk
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mismos. La memoria destaca entre ellos: somos nuestra historia recordada, dar
cuenta de nosotros es narrarnos a través del tiempo del que guardamos memoria.
Y sin embargo, la criatura viene al mundo con plena conciencia pero sin
contenidos dentro de ella. Y la narración que cuenta es su lucha contra aquellos
que no le reciben por no ser normal, su identidad es una identidad negativa: soy
lo que no son los demás o, incluso, soy contra los demás. Otro parámetro es el
cuerpo: yo soy mi cuerpo, un conjunto de materia a través de la cual me expreso
de forma unitaria. Pero la criatura tiene un cuerpo deforme y fuera de medida y,
si seguimos la imagen habitual del mito, es un mixtum compositum de cadáveres
humanos. ¿Cuál es su identidad corporal? Otro parámetro de identidad es
nuestra relación con los otros en sus diferentes niveles: la familia de la que
l
heredamos los apellidos, los amigos con los cuales nos socializamos, la comunidad
ia
política que nos acoge como ciudadanos, la comunidad humana que nos acoge
como personas, etc. Y, sin embargo, ¿qué identidad social tiene la criatura? Sin
familia que lo reciba y eduque, sin amigos ni iguales entre los que crezca la
Tr
autoestima, sin nación y sin comunidad que lo reciba como persona, siendo él el
único de su especie.
La novedad de Frankenstein es que nos hace ver al otro no desde el punto de
io
vista de aquello en lo que coincidimos con él sino escuchar su propia voz desde la
diferencia que expresa. Y la conclusión a la que se llega, aunque pueda estar
oculta por el desenlace final de la novela en la que el mundo de la normalidad
ud
burguesa representada por Víctor es aniquilado junto al mundo de la excepción
representado por la criatura, es que lo diferente tiene derecho a ser aunque para
aceptarlo tal y como es tengamos que crear un lenguaje nuevo, hacer nuevas
St
categorías de lo humano para poder integrar dentro de ellas a todo lo que hasta
ahora ha sido injustamente excluido. Hay que crear una nueva humanidad. Creo
que, aunque desde el punto de vista dramático tenga la novela que terminar en
tragedia, eso nos está llamando a que no ocurra lo mismo en nuestra sociedad,
F
que aquí no se admite esa conclusión y que debemos actuar para que el final
social de lo diferente no sea su aniquilación sino su presencia enriquecedora de
PD
aquello común que nos caracteriza. Esa lectura de Frankenstein le presta total
actualidad a la obra de Mary Shelley de manera que sus pensamientos son
todavía operantes para construir futuro.
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La obra por la que Mary Shelley alcanzó la inmortalidad literaria tuvo tres
de
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dictaminar sobre su propia creación y su capacidad de decisión sobre cómo quiere
que sea recibida por los lectores. Encierra una idea ilustrada de la creación en la
que la versión posterior es siempre una mejora con respecto a las anteriores
Tr
puesto que se hace siempre desde un nivel superior de experiencia y de conciencia
y tiene necesariamente que concebirse como más madura.
Los partidarios de la primera edición, por su parte, han destacado la mayor
io
frescura juvenil de la primera edición que recogería, según su opinión, más el
espíritu prometeico de la novela porque está más inmediatamente dentro del seno
de lo que Percy Shelley llamaba una “comunidad de espíritus libres”. Es verdad
ud
que entre la Mary de 1818 y la de 1831 existen notables diferencias en sus
preocupaciones vitales. En 1818 Mary está comenzando su carrera literaria y lo
hace con una enorme libertad de espíritu. Su formación, su ambiente, sus ganas
St
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sucintamente, a petición expresa de los editores de Standard Novels que la
publicaban, algunas aclaraciones sobre la génesis y la naturaleza de su obra.
Esas razones expresas, aunque algunas estén cuestionadas por la crítica, son
Tr
importantes para concebir en su plena dimensión el contexto en el que se
enmarca la obra.
Permítanme que concluya insistiendo en una cuestión. Frankenstein es
io
ciertamente un clásico de terror que abre una línea de argumento nuevo que la
hace conectar entrañablemente con la ciencia-ficción. Pero no es sólo eso. Es un
experimento en cuya narración se tocan temas —ya mencionados— que importan
ud
mucho a los hombres y mujeres del siglo XXI puesto que nos encontramos en una
situación mundial en la que se grita reivindicando el derecho a la diferencia. El
terrible grito de agonía de la criatura por su monstruosidad recoge los lamentos
St
hombres de ayer y de hoy y, en lo que se nos alcanza, hablará a los hombres del
futuro.
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