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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR

DE SAN MARCOS
Facultad de ingeniería geológica, minera,
metalúrgica y geográfica

Escuela académica profesional de ingeniería


geológica
Tema:
Demostración de la incongruencia del eje 5 de simetría en los
cristales

Docente:
Ing. Rosa Medina

Curso:
Cristalografía

Alumno:
De La Cruz Castillo Roi Cesar

2018
Lima-Perú
CRISTALOGRAFIA De La Cruz Castillo R.

“Una sola cosa es lo sabio: conocer la Inteligencia que guía todas las cosas a
través de todas”, [Heráclito].

2 EJES DE SIMETRIA
CRISTALOGRAFIA De La Cruz Castillo R.

INTRODUCCION

Junto con la periodicidad, la simetría es el principal rasgo definitorio de los


cristales como este copo de nieve, es decir, este cristal de hielo. Consiste en
la invariabilidad de los cristales (de su morfología o de su estructura) con respecto
a ciertas operaciones simples, como por ejemplo la rotación: Si giramos este cristal
de hielo 60 grados sin que usted lo sepa, no distinguiría al volver a mirarlo que
hemos realizado esa operación. Lo mismo sucederá si la giramos 120º, 180º, 240,
300º 270º o, evidentemente, 360º (una vuelta completa y lo dejamos como estaba).
Decimos que es cristal tiene “simetría de rotación de orden 6″ o “simetría
hexagonal”. Pero sobre todo nos gusta la simetría porque simplifica enormemente
el estudio de las estructuras cristalinas. Por ejemplo, la propia periodicidad deriva
de una operación de simetría: la traslación. Si trasladamos la celda unidad de un
cristal una distancia periódica, la estructura no cambia, es invariante. Eso nos
permite representar una enorme estructura cristalina por los pocos átomos de su
celda unidad, olvidándonos del casi infinito número de los otros átomos de la
estructura.

La simetría facilita la vida a los cristalógrafos porque gracias a ella pueden


clasificar y entender las estructuras cristalinas.
¿Cuántos tipos de cristales existen? Es decir, ¿de cuantas formas distintas puede
ordenarse la materia? Aunque parezcan ilimitadas, lo cierto es que son muy pocas
las opciones para rellenar ordenadamente un espacio repitiendo periódicamente una
misma pieza.

Es decir, si queremos rellenar una superficie lo podemos hacer con rectángulos,


con triángulos, con cuadrados o con hexágonos, pero no con pentágonos. Y también
se demuestra que en las estructuras cristalinas la simetría de rotación puede ser
solamente de orden 1, 2, 3, 4 o 6.

3 EJES DE SIMETRIA
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ÍNDICE
1 TEOREMA DE RESTRICCIÓN CRISTALOGRÁFICA ............................... 5
2 DEMOSTRACIÓN GEOMÉTRICA ............................................................... 6
3 DEMOSTRACIÓN TRIGONOMÉTRICA...................................................... 9
4 CUASICRISTALES ....................................................................................... 11
BIBLIOGRAFIA ................................................................................................... 14

4 EJES DE SIMETRIA
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DEMOSTRACION DE LA AUSENCIA DEL EJE 5 EN


LOS CRISTALES
1 TEOREMA DE RESTRICCIÓN CRISTALOGRÁFICA
Según el teorema clásico de restricción cristalográfica, los cristales sólo pueden
tener simetrías de rotación de orden 2, 3, 4 y 6, condiciones que garantizan la
simetría de traslación implícita en la red de Bravais. Sólo las celdas unidad que
tengan esta simetría pueden llenar todo el espacio sin dejar huecos. Una
consecuencia de este teorema es que no es posible teselar1 el espacio bidimensional
sólo con pentágonos, y en general, con exclusivamente una sola figura con simetría
de orden 5 o mayor de 7.
La exploración de la interrelación entre simetría estructural y propiedades físico-
químicas de los materiales llevó a los cristalógrafos a interesarse por una
clasificación sistemática de las distintas formas posibles de materia atendiendo a la
distribución de sus átomos en el espacio. Iniciado a mediados del siglo XIX, tal
empeño fue coronado a principios del siglo XX mediante el enunciado del teorema
de restricción cristalográfica. Dicho teorema se basa en una rama moderna de las
matemáticas conocida como teoría de grupos y en esencia se expresa en una
prohibición: a fin de que el edificio de bloques de construcción con los que se
generan los sólidos no se derrumbe sus sillares deben poseer tan sólo un reducido
número de elementos de simetría. En particular, los únicos ejes de rotación
admitidos para ellos son los binarios (180º), ternarios (120º), cuaternarios (90º) y
senarios (60º). Cualquier otro eje de simetría rotacional queda proscrito. En efecto,
vemos que tanto la estructura del diamante como la del grafito satisfacen esta
condición. Y a lo largo de los años el número de minerales y compuestos analizados
no hizo más que confirmar un hecho ciertamente sorprendente: de todas las
simetrías imaginables la naturaleza parecía restringirse al uso de un número
limitado (230) de prototipos, convenientemente recogidos a su vez en 7 sistemas
cristalográficos: cúbico, hexagonal, tetragonal, trigonal, ortorrómbico,
monoclínico y triclínico.

En efecto, la concepción de la materia en estado sólido se ha basado


tradicionalmente en la noción de una distribución periódica de átomos en el
espacio, que permite una descripción matemática relativamente sencilla de las
partículas constituyentes del sólido y sus interacciones, y facilita, a su vez, la
comprensión de la relación que existe entre la estructura de la materia a escala

1
Los términos teselaciones y teselado hacen referencia a una regularidad o patrón de figuras que
recubren o pavimentan completamente una superficie plana que cumple con dos requisitos: Que no
queden espacios. Que no se superpongan las figuras.
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atómica y sus propiedades a escala macroscópica. Por otra parte, la noción de un


ordenamiento periódico de átomos en el espacio ofrece un esquema de clasificación
de la materia en dos grandes categorías: por un lado, la materia cristalina y, por
otro, la materia amorfa, carente de un orden de traslación de largo alcance. Tal
esquema estaba avalado, desde un punto de vista experimental, por la notable
concordancia entre los modelos cristalográficos propuestos y los patrones de
difracción obtenidos para los distintos materiales estudiados.

La paradoja se desvela al considerar que los legisladores teóricos se dejaron seducir


por un supuesto tácito: el único modo de rellenar el espacio con átomos de forma
ordenada y sistemática - pensaron - debe basarse en el recurso de patrones
periódicos. Y es que el hechizo de la periodicidad es poderoso. La disposición
regular y periódica de elementos en el espacio en forma de mosaico tridimensional
permite garantizar que lo que vemos en nuestro entorno reducido se repite
exactamente a extraordinarias distancias con la misma precisión y rigor. De este
modo, un cristal que crece por yuxtaposición de celdillas elementales de
dimensiones atómicas puede preservar incólume su orden estructural hasta alcanzar
nuestra escala humana, deslumbrándonos con las facetas cinceladas y el destello
mágico propio del reino mineral.

2 DEMOSTRACIÓN GEOMÉTRICA

Una simetría rotacional en la dimensión 2 o 3 debe mover un punto de la red a una


sucesión de otros puntos distintos de esa red pertenecientes al mismo plano,
generando un polígono regular de puntos coplanares de la red. Ahora centraremos
nuestra atención en el plano en que actúa la simetría.

Fig. 1. Polígonos restringidos en red. Compatible: orden 6 (orden 3), orden 4


(orden 2). Incompatible: orden 8, orden 5

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Consideremos ahora una rotación de orden 8, y los vectores de desplazamiento


entre los puntos adyacentes del polígono. Si existe un desplazamiento entre dos
puntos de la red, entonces ese mismo desplazamiento se repite en todas partes en
la red. Un vector de traslación debe dejar invariante la red durante la ejecución de
dicha traslación. Si existe un vector de traslación entre dos nodos de la red, este
vector debe estar presente en toda la red. Por tanto, se puede situar el origen de
todos los vectores correspondientes a los lados del polígono en un mismo punto de
la red. Estos vectores se convierten así en vectores radiales y la simetría de orden
8 requiere la presencia de un octógono regular de puntos alrededor del centro de
gravedad. Sin embargo, esto es imposible, porque el tamaño del nuevo polígono es
aproximadamente de solo el 80% del tamaño del polígono inicial. La reducción del
tamaño del polígono por aplicaciones sucesivas de este procedimiento es ilimitada:
la misma estructura se puede repetir con el octágono nuevo y así sucesivamente
hasta que la distancia entre dos puntos se convierte en infinitesimal. Por lo tanto,
no hay una red que pueda tener una simetría rotacional discreta de orden 8. El
mismo argumento se aplica a la rotación de orden k con k> 6.
Un argumento similar de disminución también elimina la simetría de orden 5.
Consideremos un pentágono regular de puntos de la red. Si existe, entonces
podemos tomar todos los desplazamientos entre puntos de la red y reunirlos
(uniendo cabeza con cola) hasta formar una estrella de 5 puntas, con el extremo del
último vector unido al punto de partida. Los vértices de esa estrella son asimismo
los vértices de un nuevo pentágono regular con simetría de orden 5, pero
aproximadamente un 60% más pequeña que la original.
Así queda demostrado el teorema.
La existencia de cuasicristales y mosaicos de Penrose demuestran que es necesario
admitir una traslación lineal como necesaria. Los mosaicos de Penrose pueden
tener simetría de rotación de orden 5 y una red discreta, y cualquier región local
del embaldosado se repite infinitamente, pero no hay traslación lineal del
embaldosado en su conjunto. Y sin suponer que la red es discreta, no sólo falla la
construcción anterior hasta llegar a una contradicción, sino que produce un
contraejemplo (red no discreta). Así, la simetría de rotación de orden 5 no puede
ser eliminada por un argumento en el que falte cualquiera de estos supuestos. Un
embaldosado de Penrose del plano completo (infinito) sólo puede tener simetría
exacta de rotación de orden 5 (del embaldosado completo) alrededor de un solo
punto. Sin embargo, en las redes de orden 4 y 6 existen infinitos puntos que actúan
como centros de simetría rotacional.
Se ha indicado que los ejes de simetría en los cristales siempre responden a órdenes
de rotación 2, 3, 4 y 6. Pues bien, aunque los objetos aislados pueden mostrar ejes

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de simetría de orden 5, 7, 8 (o superior) estos órdenes de rotación no son


compatibles con la repetición cristalina. La razón para ello es que la forma externa
de los cristales es consecuencia de una disposición geométrica ordenada de los
átomos. En efecto, si uno intenta combinar objetos con ejes de rotación de
orden 5, 7, 8 (o superior) nos daremos cuenta de que es imposible rellenar
totalmente el espacio, tal como se ilustra a continuación:

Fig. 2. El empaquetamiento con objetos con ejes de rotación de orden 5 y 8. No


llenan el espacio, por lo que son incompatibles con los retículos cristalinos

Al margen de las consideraciones de empaquetamiento, es sencillo demostrar


geométricamente la imposibilidad de existencia de ejes de rotación de orden 5 en
los cristales. Supongamos una red que cumpliera la simetría de orden 5, tal como
se muestra en la figura siguiente, con los supuestos puntos reticulares como
círculos grises. Si ello fuera así, por definición de retículo, la suma de cualquier
pareja de vectores que definen los puntos reticulares debería generar un nuevo
punto reticular. Si sumamos los vectores t1 y t4 nos daremos cuenta de que no
obtenemos t5, sino un nuevo vector (t1 + t4,) con traslación no reticular, lo cual
inhabilita la hipótesis de partida.

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Fig. 3. Demostración geométrica de la imposibilidad de un retículo con simetría


de orden 5.

3 DEMOSTRACIÓN TRIGONOMÉTRICA

Desde un punto de vista algo más formal es también fácil deducir esta restricción
en los órdenes de rotación (n) de los ejes de simetría de los cristales. Consideremos
una línea reticular, con puntos separados por el vector de traslación t (círculos
grises en la figura de más abajo).

Si a dicha línea (la de círculos grises) le aplicamos una supuesta operación de


simetría rotacional de orden n, con giro +α (=360º/n) perpendicular al plano del
dibujo, obtendremos la línea de círculos azules. Y aplicando la operación de
rotación inversa, -α obtendremos la línea de círculos rojos.

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Fig. 4. Aplicación de un eje de rotación de orden n a una línea reticular


(círculos grises)

Para que la operación de giro +α sea realmente una operación de simetría de la red,
los círculos azules deberán corresponden a puntos del retículo, e igualmente
debería ocurrir con los círculos rojos. Pero además, las distancias entre los círculos
azules y rojos deberán ser múltiplos de t (la traslación reticular), es decir, deberán
ser del tipo: m.t, m’.t, etc., siendo m un número entero.

En el triángulo isósceles, que se obtiene tras los giros de la mencionada línea


reticular (figura inmediatamente superior), deberá cumplirse que:

cos α = (1/2) m.t / t

O lo que es lo mismo:
cos α = m / 2

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y puesto que los valores de la función coseno deben estar comprendidos entre -
1 y +1, sólo están permitidas cinco posibilidades, que corresponden a los ejes de
rotación de orden, 2, 3, 4, 6 y 1 (rotación de 0º o 360º, normalmente no
considerado):

Tabla 1. Valores que cumplen la ecuación anterior.

4 CUASICRISTALES
Las moléculas pueden tener simetría de rotación 5, es decir que si se giran 72º son
invariantes. Pero lo que es imposible es rellenar con ellas una superficie, hacer una
red, es decir, construir un cristal. Por eso no venden losetas pentagonales en las
tiendas de cerámica, o si las venden, se combinan con los rombos necesarios para
rellenar los inevitables huecos entre pentágonos. Las moléculas pueden tener
simetría pentagonal. Las estructuras periódicas no pueden2.

Fig. 5. Hueco en las redes pentagonales.

Pero se ha descubierto recientemente que existen cristales con simetría de orden 5.


La explicación estriba en que las superficies y los volúmenes pueden rellenarse

2
(Enrique M. B. , 2011)
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completamente siguiendo pautas regulares pero no necesariamente, periódicamente


perfectas. Por ejemplo, pueden hacerlo con simetría de dilatación, siguiendo pautas
como la serie de la proporción áurea. Es decir materiales que están ordenados cuasi
periódicamente. Son los llamados cuasicristales.

La noción de simetría. Para la ciencia moderna todo objeto, tanto material (un
mineral, por ejemplo) como inmaterial (una figura geométrica), puede poseer un
conjunto de elementos de simetría. Dichos elementos se ponen de manifiesto al
someter al mencionado objeto a cierta transformación y constatar (con asombro)
que nada cambia en él. Se trata por tanto de una acción sin efecto aparente. De una
causa anónima. Es por ello que toda simetría produce un efecto notable y
sorprendente y hermoso. Tomemos una pequeña lámina cuadrada, recortada de una
cartulina, por ejemplo, y fijemos su orientación con respecto a los bordes de la
mesa. Giremos dicha lámina un ángulo de 90 grados con respecto a un eje
perpendicular a la misma y que pase por su centro. ¿Cómo cambia su orientación
al compararla con su configuración inicial? En nada, es exactamente la misma.
Entonces, ¿acaso no hemos actuado sobre la cartulina, moviéndola con nuestros
propios dedos? Sí, lo hemos hecho. Una acción se ha producido. Pero de la misma
no resulta ¡ningún cambio apreciable! En esto consiste la esencia de la simetría.
Si en lugar de tomar una lámina cuadrada utilizamos un cubo vemos que el número
de operaciones de simetría aumenta: podemos girarlo respecto a ejes que pasen por
el centro de sus caras (giros de 90º), o por el punto medio de aristas opuestas (giros
de 180º), o atravesando vértices opuestos (giros de 120º). En todos estos casos, al
completar la operación constatamos que el cubo nos sigue mostrando, con pícara
sonrisa, su rostro inicial. También podemos dividir el cubo en nuestra mente
mediante planos que pasen por su centro de modo que las partes resultantes sean
imágenes especulares la una de la otra. Así se definen los planos de simetría. Y
finalmente anotamos todos los elementos de simetría observados y hacemos un
recuento. De este modo la simetría deja de ser un concepto subjetivo y pasa a
formar parte de la matemática: cuanto mayor sea el número de elementos de
simetría de un objeto más simétrico es. Así, los sólidos platónicos se ordenan según
una jerarquía ascendente según su grado de simetría: tetraedro, octaedro, cubo,
dodecaedro e icosaedro. Este último, con 120 elementos en su lista, parece ostentar
un alto rango. Sin embargo, la esfera lo eclipsa con sus infinitos ejes de rotación
apuntando hacia todas las direcciones posibles del espacio.

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Fig. 6. La imagen derecha muestra un cristal dodecaédrico de tamaño milimétrico


mostrando caras y aristas perfectamente definidas, correspondiente a la fase
cuasicristalina de una aleación de AlCuFe. El recuadro superior muestra su
patrón de difracción electrónico, en el que puede apreciase la existencia de
motivos pentagonales auto semejantes asociados a la existencia ejes quinarios a
distintas escalas, así como la impronta del pentagrama pitagórico. El recuadro
inferior muestra el patrón de difracción de rayos X de una muestra hidratada de
ADN extraído de células del timo de un ternero obtenido por Rosalind Franklin en
1951. Esta imagen, correspondiente a una forma orgánica de sólido aperiódico,
supuso la primera observación de la seña característica de una estructura
helicoidal en una muestra de ácido nucleico.

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BIBLIOGRAFIA

Cornelis Klein, Cornelius S. Hurlbut (1996). Manual de Mineralogía. Volumen 1.


Cuarta Edición. Editorial Recerté. Barcelona, España.

Enrique Maciá Barber (2011). Simetrías prohibidas y la belleza perfecta.


Universidad Complutense de Madrid. Madrid, España. Recuperado de
http://www.agenciasinc.es/Reportajes/Simetrias-prohibidas-y-la-belleza-perfecta

Mike Howard (2003). Introducción a la Cristalografía y Sistemas Cristalinos.


Universidad de Sonora. Hermosillo, México. Recuperado de http://gaia.geologia.
uson.mx/academicos/palafox/PARTE1DEF.HTM

Teorema de restricción cristalográfica. (2017, 25 de agosto). Wikipedia, La


enciclopedia libre. Fecha de consulta: 04:13, abril 24, 2018
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