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HEIDEGGER:
TONO Y TRADUCCION*
Pablo Oyarzún R.
A verdade
Nem veio nem sefoi: o Erro mudou_
F. Pessoa
Viñeta
• Esta conferencia recoge aspectos parciales de una investigaci6n que, con ellítulo "Espacio
y Traducci6n. El lugar de Heidegger y el nuestro", ha sido conducida y expuesta en un seminario
bisemestraI de licenciatura del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de
Chile, durante 1989.
82 PABI.DÜY ARZUN R.
1 Me refiero principalmente a dos: la del periódico madrileño El Pllfs (19 de febrero de 1988)
y la del Jornal do Brasil (supl. Idéias, 6 de agosto de 1988).
HEIDIlOOER : TONO y TRADUCClON 83
°
za, esto es, que ocupa el lugar que le estaba asignado a ésta, a la vez que
oculta que a ésta le estaba asignado tal lugar. quizás mejor: el libro de
Farías es escrito a partir de la renuncia a la traducción de Ser y Tiempo;
en esa renuncia y en ese rechazo está inscrito, en cierto modo como
necesidad, el libro: el libro es esa renuncia, ese rechazo, y esa traducción.
Pero dije que no iba a entrar en el libro. Sólo me ocupa ahora
insinuar qué hay en ese rechazo a la traducción, y no sólo de ésta de Ser
y Tiempo, sino en el rechaw de Farías a ser traductor, a ser filósofo en
cuanto traductor, a ser como filósofo, no más que traductor. Qué hay en
eso no sólo para Farías, sino para nosotros.
sas.' Al escuchar esta respuesta -sigue narrando Farías- sentí como una
erupción volcánica. Sus palabras denotaban una convicción absoluta y
transparente. Todo el mundo sabe que para Heidegger el hombre es en sí
mismo la comprensión del ser. Y esta comprensión del ser se da funda-
mentalmente en el lenguaje [la lengua, die Sprache). Luego, si hay hom-
bres que tienen un lenguaje capaz de llegar a la esencia de las cosas y otros
tienen un lenguaje que no sólo es incapaz, sino un impedimento, hay
hombres de primera clase -Herrenmenschen-, y hombres de segunda
clase, de la que yo necesariamente formaría parte. Al decírselo, eludió
una respuesta clara". "Hombres", profiere Farías, y a mí me seduce decir
filósofos, filósofos de primera clase -Herrenphilosophen-, y filósofos de
segunda y tercera, traductores.
2 "Ya sólo un Dios puede salvamos", conversación de "Del Spiegc1" con M. Heidegger, el 23
de septiembre de 1966, que publicamos en versión nuestra en la revista K'iCrltosde Teorfa n (sep-
tiembre de 1977), p. 189.
90 PABLOOvARZUNR.
destituido -el inglés, dicho sea de paso, recibe en algún sitio una
reprimenda socarrona- , en esa distribución de rangos que expeditamente
se lee como principio de discriminación literalmente onto-Iógico, Farías
ve lo que él mismo llama un "fascismo del espíritu", queriendo significar
con eso -me imagino- un fascismo lingüístico. Y uno puede represen-
tarSe sin demora el contexto de que una tesis semejante puede alimentar-
se: piénsese en el primer capítulo de la 1ntroducci6n a la metaflsica (curso
de 1935), piénsese en la alianza indisociable que allí se traba entre lengua,
metafísica y pueblo.
Pero, por supuesto, aquí no se trata de averiguar qué relaciones hay
entre fascismo y lengua, entre lengua, filosofía y nacionalismo, y ni
siquiera de examinar cómo, al menos desde las primicias del romanticis-
mo alemán (esto lo evocábamos recién), puede asistirse al despliegue de
una experiencia filosófica radical de la lengua alemana. Su remate es
Hegel: allí está un pasaje bellamente estricto de la Ciencia de la L6gica
(al comenzar el Prefacio a la segunda edición)3, donde se estipula que "la
filosofía ... no requiere absolutamente de ninguna terminología especial",
en virtud del espíritu especulativo de la lengua alemana, loque, por cierto,
hace del alemán la Lengua del Espíritu.
Decíamos que aquella convicción -la de Heidegger- es cosa
profunda. Seamos más explícitos: lo que desde ella se dice -el privilegio
de una lengua y la postergación de otras- es dicho como algo que
pertenece internamente a la historia del ser, y ello precisamente en razón
de un acontecimiento destinal -determinativo y preñado de
consecuencias para la filosofía occidental, aún más, para toda la entidad
de Occidente, del Abend-Land-. Tal acontecimiento es la traducci6n de
las palabras griegas fundamentales del pensar al latín romano, que desde
ahí en adelante, tras sucesivas consolidaciones y sedimentaciones, recu-
bre y gravemente estorba el acceso a los sentidos originarios, principia-
les. Considérese este texto que Supongo célebre: "El proceso de esta
traducción del griego al romano no es nada caprichoso ni exento de daño,
sino la primera sección del curso del cierre y extrañamiento de la esencia
originaria de la filosofía griega. [... ] -Nosotros, sin embargo, saltamos
pensar y decir griego una fuerza significativa dominante ... Sólo que ella
está completamente sepultada en el modo de decir y pensar romano, yen
todos los modos románicos, y también en nuestro modo alemán.'>1 La
decisión es, pues, la de la exhumación y recobramiento, la apropiación de
esa fuerza significativa dominante, la no destruída fuerza nominante de
la lengua. No se nos escapará su estilo: la reapropiación de la fuerza se
realiza desde el alemán, a través del griego, para el alemán -eso sería
"traducir la lengua a su palabra más propia". Podemos decir que, en
cuanto recuperaci6n histórica de una fuerza originaria del lenguaje
(concebida esta recuperación como volver a tener lo que fuera propio y,
a la vez, como sanar), lo que está fundamentalmente en liza es una polftica
de la lengua. I Su aspecto más notable es seguramente el modo en que se
lleva a cabo la recuperación del alemán: como discernimiento, separa-
ción y purga del elemento romano-románico en la lengua alemana. (Todo
lo que quisiera decir sobre "fascismo lingüístico" en Heidegger, sobre el
"arbitrario" privilegio que él concede al alemán como lengua del pensar,
depende de haberse hecho cargo de este proceso, de este trabajo).
Cohabitan en Heidegger, a primera vista, dos conceptos de la tra-
ducción: el uno como entrega, Übereignis, el otro como caída y deca-
dencia, como Veifall; aquél enseña en su matriz el vínculo de alemán y
griego, éste, el de griego y latín. Una práctica -la que acabo de describir-
los vincula para discernirlos; en esa práctica sostenida -inexorablemente
después de Ser y Tiempo- se aloja, entonces, una decisión. ¿Podemos
acercámosle más?
Retomo el Parménides. Se averigua allí -por modo de encauzar la
inteligencia de la CtA:rí8Etcx- la propiedad de la traducción del '\jIEUOO<;
griego por el falsch alemán, que viene de falsum. Este alberga en su
núcleo etimológico la noción del caer, que se explaya en la constelación
de tender-una-trampa, hacer-caer y caer. El griego entiende todo caer
desde el hacer-caer y, por tanto, desde el previo estar en pie: stehen, en
concepto de una historia polftlca del ser, cuya delimitación nos reservamos para Olra opor-
tunidad.
9 Der Ursprung des Kunstwerkes, en Holzwege (FrankfurtIM: Klostermann, 198()h), p. 7
(eds. l.a-5.8, p. 12 s.).
10 Parmenldes,op. cit., p. 62.
96 PABl.OÜYARZIlN R.
11 A este núcleo se refiere Jacques Derrida al hablar del "nombre al fin propio" y de la nostalgia
de(l) origen en el pensamiento de Heidegger. Véase, sobre todo, el final de La dirrérance (con-
HErDP.G<JER : TONO y TRADucoON 97
13 Das Dlng, en Vortriíge und AursiUze (Pfullingen: Neske, 19592 ), p. 164. Otro sitio
importante de aparición del término entsetzen en un sentido afín al que estoy discutiendo aquí
se escuentra en Die Kehre (perlenciente al ciclo de cuatro conferencias que dio Heidegger a fmes
de 1949 en Bremen); véase Die Technlk und die Kehre, Pfullingen: Neske, 19622 ), espe-
cialmente p. 42.
HEIDI!OOER : TONO Y1'RADUCClON 99
Colofón
17 El relato de Borges se encuenlra en .' leclones, Obras completas (Buenos Aires: Emecé,
1987), pp. 444-450. Véase el pertinente comentario de George Sleiner 11 este texto en Arter Babel.
Aspects of Language and Trllnslatlon (London I Oxford I New York: Oxford University Press.
1976). p. 70 ss.
HEtDllOOI!R: TONO y'fRAOUCClON 101