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El papel de la lectura y escritura en la educación

La educación en nuestro país se encuentra descontextualizada e incapacitada para


responder a las necesidades tanto sociales como individuales. En la búsqueda del
porqué de ésta situación se encontrarían diversas problemáticas sociales, económicas,
etc., que podrían dar cuenta de ello. Pero, ¿Qué se podría decir en cuánto a los
procesos formativos dentro de la educación? ¿Estos procesos permiten el crecimiento
de la sociedad o del individuo? o por el contrario, ¿entorpece este crecimiento? En este
contexto se tratarán los procesos de lectura y escritura ¿Se ha ignorado la lectura y
escritura como recurso epistémico en la educación?

1. La lectura y escritura no son concebidas como un proceso, prueba de ello es la


importancia que se le da que en la lectura el estudiante logre una correcta
descodificación del texto y una escritura con el uso correcto de las normas
gramaticales. Todas estas interpretaciones dan cuenta de las concepciones sesgadas
que maneja la escuela del acto de leer y escribir.

Para empezar, en la escuela se afirma que un niño no sabe leer cuando no logra
reconocer todas las letras escritas en su conjunto, no logra decodificar un escrito o no
logra llegar a una comprensión del texto (en el remoto caso que se preocupen por la
comprensión de un texto), algo de lo que se tendría que ocupar la educación, pero, qué
importancia tiene que la escuela llegue a la conclusión de este problema si en sus
prácticas de lectura no se evidencia que se trate de cambiar esto?; lo mismo sucede en
la escritura, cuando no logra un escrito con la suficiente coherencia u ortografía, o no
logra una transcripción correcta o bonita de un texto (Rubiela Aguirre, 2000). Dando
más importancia a la forma del texto y no a su contenido, es decir, que el texto se
presente “bonito”, con buena ortografía, organizado, letra bonita, etc., dejando de lado
las ideas que son expresadas en el texto por el estudiante.

Teniendo en cuenta esas concepciones tan limitadas, las metodologías aplicadas en


el aula no pueden dar cuenta ni de un proceso, ni de un desarrollo de pensamiento y
mucho menos de un uso epistémico de la lectura y escritura. Son estas algunas de las
razones por las se puede decir que la educación actual no permite la formación de
lectores y escritores críticos ni políticos ya que se ha ignorado el papel fundamental de
la lectura y la escritura como recurso hacedor de conocimientos y de pensamiento. “La
educación está ofreciendo escasas experiencias para favorecer el desarrollo del
pensamiento crítico y potenciar así en el individuo la formación de su talento” (Stella
Serrano, 2013).

Paulo Freire propone la alfabetización crítica, planteando como principio que “La
lectura del mundo precede a la lectura de la palabra” (Freire, 1981). Se inicia entonces
el cambio total del papel de la lectura ya no como simple decodificación del código
escrito sino como una lectura del mundo, Rubiela Aguirre (2000) dice:

La lectura es más que una simple actividad de decodificación, si se la entiende no como un


proceso mecánico en el que primero se aprende a identificar y nombrar bien cada una de
las letras para luego, al unirlas, pensar qué dicen, sino como un proceso en el cual el lector
a medida que se enfrenta al texto escrito va construyendo el significado intentado por el
escritor, utilizando para ello, tanto los conocimientos que posee sobre el tema, las pistas
que le brinda el texto, como una serie de estrategias y operaciones mentales que ponen en
marcha al leer. (p.148).
Acerca de la escritura, para Freire es un proceso que como plantea en la
alfabetización crítica inicia antes de enfrentarse con una hoja y un papel, Freire (1994)
dice:

Lo importante ahora es dejar claro, y en cierto sentido repitiéndome un poco, que el proceso
de escribir que me trae hasta la mesa con mi pluma especial y mis hojas de papel en blanco
sin rayas —condición fundamental para que yo escriba- comienza aun antes de que llegue a
la mesa, en los momentos en que actúo o practico o en los que soy pura reflexión sobre los
objetos; prosigue cuando poniendo en el papel de la mejor manera que puedo los
resultados provisorios, siempre provisorios, de mis reflexiones, continúo reflexionando
mientras escribo, profundizando en un punto u otro que pueda habérseme pasado
inadvertido antes, cuando reflexionaba sobre el objeto, en el fondo, sobre la práctica.

Se habla de una escritura mucho más profunda, reflexiva, una escritura del mundo
que lleva a aprovechar al máximo el potencial epistémico de ésta ya que “el uso de los
escritos para referirse al mundo facilita también el desarrollo de formas de pensamiento
propias, vinculadas con la escritura, como la búsqueda de objetividad, el razonamiento
científico o la capacidad de planificación del discurso (de poder avanzar y retroceder en
él).”(Daniel Cassany, 2006). La escritura como un medio para reflexionar sobre las
propias ideas; el proceso de escribir permite tomar distancia del texto y repensar ideas,
tener un diálogo constante entre el pensamiento y la realidad.

2. Existe una gran carencia en la formación de lectores y escritores ya que no se


conecta la lectura y la escritura con el pensamiento, lenguaje y realidad, siendo esta
triada necesaria para la formación no sólo de lectores y escritores sino de sujetos
críticos y que además políticos.

Partiendo de las experiencias propias, Freire propone una triada que resulta
absolutamente necesaria para la formación de un sujeto crítico: “se entiende que la
alfabetización es un acto de conocimiento y creación, más allá del solo ejercicio de
enseñar a leer y escribir, este acto cultural debe involucrar textos que expresen la
interacción dinámica entre pensamiento, lenguaje y realidad” (Freire, 1990 como citó
Remolina, 2013). “Enseñar a leer exige relacionar al hombre con la transformación de
su propia realidad, proponiéndose como un acto creativo que hace de la lectura un acto
capaz de reescribir el texto” (Freire, 1997 como citó Remolina, 2013). Y de conectarlo
directamente con la realidad del lector.

Se trata de lograr tener una mirada amplia del texto al que se enfrenta un lector. El
texto tiene un autor, este autor tiene un año de nacimiento y ese año tiene sus
situaciones políticas, sociales y culturales y lo mismo sucede con el año de publicación
del texto, etc. Es decir, el estudiante debe tener una mirada muy amplia del texto para
lograr extraer el documento del contexto del mismo y compararlo con la realidad del
lector.

Al conectar la lectura y escritura con el pensamiento se logra un uso epistémico de


estas, Stella Serrano (2013) dice:

La visión sobre el papel de la lectura y la escritura para el pensamiento se hace más


nítida al comprender que mediante la lectura y la escritura se puede acceder a
nuevos modos de conocer, al mismo tiempo que se accede a nuevas formas de
pensar y de razonar, a partir de las representaciones que se van construyendo y
que se organizan en categorías y estructuras. (p.102).
El desarrollo del pensamiento depende en gran medida de la lectura y escritura ya
que estas permiten el debatir las propias ideas y mediante un texto lograr una distancia
de estos para discutirlas y rebatirlas. Es por este motivo que se afirma que no existe
texto neutro u objetivo ya que todo texto esconde una subjetividad (Daniel Cassany,
2006). En cuanto a la lectura permite la formación de nuevos conceptos y el desarrollo
de nuevos conocimientos en nuestro pensamiento.

Mientras el estudiante lee y adopta su posición crítica frente al texto va analizando,


pensando y además haciendo que su visión de mundo sea tan importante como el texto
al que se enfrenta.

3. Los maestros de las escuelas son víctimas del mismo proceso de formación al
que someten a sus estudiantes. Carlos Sánchez (2009) dice:

Un gran número de maestros de educación primaria reconocen que no les gusta leer, que
no han leído más novelas que las que vieron en clase de literatura en bachillerato, que los
libros que han leído en su carrera fueron casi exclusivamente los requeridos para aprobar
sus exámenes.
Prueba irrefutable del hecho de que los docentes que brindan un acompañamiento
en lectura y escritura en la escuela son el resultado del mismo proceso, estos docentes
conciben la lectura como algo a evaluar, porque así se les ha planteado el sistema
educativo de este país; así fue su proceso y es así como lo manejan con sus
estudiantes. ¿Cómo lograr un acompañamiento, una orientación en algún tema del que
no se tiene manejo? ¿Cómo hacer que docentes que no tienen una formación en
lectura y escritura logren orientar estos procesos?

Si se analiza la posición de la escuela frente a los procesos de enseñanza y


aprendizaje, se puede evidenciar la quietud en sus métodos, es decir, la educación que
se imparte hoy en día en la escuela es la misma que se impartió a los docentes que
hoy ejercen su labor, cayendo en las mismas falencias. Existe una evidente falta de
reflexión seria frente al quehacer docente en Colombia para lograr un avance en la
educación. “Sólo se podrá avanzar en la educación del siglo XXI con comunidades
escolares en las que se valore la cultura escrita y su posición estratégica en el
aprendizaje significativo.” (Secretaría de educación, 2012).
Por otro lado, es importante tener en cuenta cómo está concebida la profesión
docente en Colombia. “La carrera de maestro con demasiada frecuencia es escogida
no como fruto de una vocación, sino como la única opción posible de proseguir
estudios...” (Carlos Sánchez, 2009). Esto sucede precisamente por la imagen de la
labor docente, la cual es admitida por estos mismos y evidenciada en su desinterés por
mejorar sus prácticas de lectura y escritura. Es una realidad que se ignora
normalmente ya que, intentar arreglar esto, sería no sólo repensar las prácticas
docentes, también el cómo se están formando los docentes. Si los maestros actuales
no están buscando mejorar su lectura y escritura, ¿qué podemos esperar de los
estudiantes?

La lectura y escritura necesitan ser tomadas por la educación como recursos


epistémicos y para esto es importante que se dirija una mirada crítica a la formación
que reciben los docentes, a las metodologías aplicadas en el aula y las concepciones
que se manejan en la educación de lectura y escritura y así lograr que se repiensen y
por consiguiente se logre un avance.

BIBLIOGRAFÍA

 Aguirre, R. (2000). Dificultades de aprendizaje de la lectura y la escritura.


Recuperado de
http://www.oei.es/fomentolectura/dificultades_aprendizaje_lectura_escritura_agui
rre.pdf
 Cassany, D. (2006). Literacidad crítica: leer y escribir la ideología. Recuperado
de http://sedll.org/es/admin/uploads/congresos/12/act/10/Cassany,_D..pdf
 Freire, P. (2013). Escribir y pensar. Recuperado de
https://salvajespalabras.wordpress.com/2013/07/12/escribir-y-pensar-por-paulo-
freire/
 Remolina, J. F. (2013). La lectura en Paulo Freire y la competencia lectora de
PISA. Recuperado de http://www.redalyc.org/pdf/848/84827901010.pdf
 Sánchez, C. (2009). La escuela, el maestro y la lectura para un cambio
revolucionario. Recuperado de
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-
49102009000100012
 SEGUEY. (2012). Educadores del Siglo XXI que leen y escriben con sus
alumnos. Recuperado de
http://www.educacion.yucatan.gob.mx/trayectosfc/documentos/1/Educadores%2
0del%20Siglo%20XXI%20que%20leen%20y%20escriben%20con%20su%20alu
mnos.pdf
 Serrano, S. (2013). La lectura, la escritura y el pensamiento. Función epistémica
e implicaciones pedagógicas.

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