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Alberto Kornblihtt

La ciencia, más política


que nunca
Por Pablo Esteban





El candidato del área Metropolitana es Alberto Kornblihtt, doctor en Ciencias
Químicas por la Universidad de Buenos Aires e Investigador Superior del Conicet.
Dirige el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (Ifibyne) y se
desempeña como docente del Departamento de Fisiología, Biología Molecular y
Celular en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

–¿Qué evaluación hace del Directorio actual del Conicet al que aspira formar
parte?

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Por Pablo Esteban

–En principio, pienso que es importante que las autoridades reconozcan


públicamente el ajuste presupuestario. Este proceso de recortes ha impedido
cumplir con un programa de subsidios (proyectos de unidades ejecutoras) que
había sido planificado por ellos mismos; ha dificultado el pago en tiempo y forma
de las cuotas de funcionamiento de los institutos; así como también ha reducido el
número de ingresos a la CIC (Carrera del Investigador Científico). Aunque algunos
quieren vestir la situación como una “política de rediseño del Conicet”, se trata de
un pretexto para maquillar una realidad que todos conocemos.

–¿Y qué propone al respecto?

–A partir del reconocimiento de la realidad que le toca afrontar al Consejo, el


objetivo será acompañar la lucha de la comunidad científica y participar de las
reuniones de la Comisión de Ciencia y Técnica de la Cámara de Diputados y
Senadores, para explicar a los legisladores por qué hace falta más dinero en el
Conicet.
–¿Qué le explicaría a los legisladores?

–En 2017 tuvimos una experiencia muy valiosa, con la participación de científicos
en una reunión de la Comisión en Diputados. Logramos que saliera un
anteproyecto de ley de financiamiento para el área, con el objetivo de incrementar
los porcentajes destinados al sector (hasta el 1,5 por ciento del PBI). Fue
apoyado, incluso, por legisladores de Cambiemos que, no obstante, se bajaron al
poco tiempo. Lo más preocupante fue que las autoridades del MinCyT y del
Conicet no estaban presentes ni respaldaron la necesidad del reclamo.

–¿Cómo convencerlos de la importancia de financiar el área cuando el


modelo económico del gobierno intenta prescindir de su contribución?

–La estrategia es demostrar que no existe ningún país que haya podido prescindir
de la ciencia y la tecnología para mejorar su situación; que es esencial para
fomentar el pensamiento crítico; y fundamental para informar a la población sobre
decisiones que deben tomar sobre temáticas bien diversas como aborto,
vacunación, salud reproductiva, organismos genéticamente modificados,
alimentación saludable, calentamiento global y megaminería. Hay miles de temas
que la ciudadanía no puede abordar de manera confiable si está desprovista de la
evidencia científica. Son inversiones a largo plazo, en efecto, no es factible
pretender soluciones inmediatas así como tampoco interrumpir abruptamente la
tendencia de mejora. Más allá de los tiempos que estamos viviendo no nos vamos
a cansar de luchar; no solo por nuestros propios trabajos sino también porque
estamos convencidos de que es bueno para el país.

–Siempre ha sido difícil persuadir a los sectores del poder real –el
económico– sobre la relevancia de la investigación y el desarrollo...

–Coincido. Por el simple hecho de que cuando la situación no les conviene entran
en la bicicleta financiera y relegan la generación de conocimiento nacional.
Consideran que es más barato importar las tecnologías al tiempo que desprecian
los aportes provenientes del campo científico autóctono, sobre todo, porque
vienen acompañados de pensamiento crítico que no es afín a sus dogmas y a su
propia educación. No nos olvidemos que provienen de universidades privadas,
instituciones que –en general– carecen de reflexión científica.

–¿Qué piensa del sistema de evaluación? ¿Cómo es posible mejorar este


aspecto? La burocracia pesa…

–Más allá de los errores –que perjudican o benefician a postulantes de manera


injusta– pienso que ha mejorado, prácticamente, desde los tiempos del retorno a
la democracia. Incluso es ejemplar para muchos otros estamentos de la sociedad,
ya que como dice el colega Ernesto Calvo: “somos empleados estatales evaluados
por jurados internacionales”. La mayor parte de nuestra producción científica es
examinada en el extranjero por personas que no nos conocen. En este sentido,
me parece que es un aspecto rescatable aunque propondría estrategias de acción
para lograr valorar más la calidad por sobre la cantidad de los trabajos
entregados.

–Por otra parte, ¿qué propuesta tiene para federalizar y descentralizar el


Conicet?

–No hay federalismo sin fondos; no se puede seguir promoviendo la frazada corta
en las que se apoya a algunos mientras se perjudica a otros. A partir de aquí es
posible crear condiciones más atractivas (infraestructura, subsidios) para que los
jóvenes investigadores desarrollen sus trabajos en los sitios más alejados de las
grandes ciudades.

–Por último, más allá del resultado de las elecciones, el PEN tiene la
potestad de escoger el representante del área entre los candidatos más
votados. Podría ocurrir que usted ganase las elecciones pero no fuera
designado, o bien que fuese nombrado a pesar de no salir primero.

–No aceptaría ser nombrado si no obtengo la mayoría de los votos de mis pares,
por más que el reglamento así lo permita. Sostengo que quien obtenga la mayoría
debe ser designado. El antecedente que tenemos con Roberto Salvarezza es que
esta situación ya ocurrió en una clara situación de discriminación política, bajo el
supuesto subyacente de que quien es nombrado no puede desarrollar ideas
opositoras frente al gobierno de turno.

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