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Una medida del desarrollo del cerebro es su peso en diferentes fases de la vida. El
peso puede considerarse como un compendio de muchos procesos del desarrollo.
Se observa el rápido aumento durante los cinco primeros años. El peso cerebral
alcanza su valor máximo entre los 18 y los 30 años, aproximadamente; después
disminuye gradualmente.
Tradicionalmente, los investigadores del desarrollo del sistema nervioso creían que,
al nacer, la mayoría de los mamíferos tenían todas las células nerviosas de que iban
a disponer en su vida. Por lo general, los científicos atribuían el crecimiento
postnatal del peso del cerebro humano al aumento de tamaño de las neuronas, a
las ramificaciones de las dendritas, al establecimiento de sinapsis, al incremento de
la mielina y a la formación de células no neurales (gliales). En los últimos años ha
cambiado este criterio, sobre todo porque ahora parece que se forman pequeñas
neuronas durante un cierto periodo después del nacimiento y, en algunos casos,
incluso durante la edad adulta. En efecto, todas las grandes neuronas que siempre
contendrá el cerebro están presentes al nacer, si bien en regiones que rodean los
ventrículos cerebrales, la zona ventricular, la división mitótica prosigue después del
nacimiento. En varias regiones del cerebro de la rata, entre las que se incluyen el
bulbo olfatorio y el hipocampo, parece haber pequeñas nuevas neuronas
procedentes de la zona ventricular. De hecho, en la actualidad está claramente
demostrado que células nerviosas del órgano terminal olfatorio son sustituidas
normalmente a lo largo de la vida. Este proceso implica a un conjunto de células
adyacentes a las células receptoras olfatorias que se convierten en neuronas, quizá
en respuesta a la muerte progresiva de células nerviosas olfatorias.
Por otro lado; las células nerviosas nuevas migran. Las neuronas del sistema
nervioso en desarrollo están siempre en movimiento. En cierta fase, las células que
se forman en la capa ventricular mediante la división mitótica se alejan, en un
proceso conocido como migración celular, y adquieren extensiones cortas en los
extremos de la "cabeza” y de la "cola”. Algunas descripciones de células migratorias
las comparan con un reguero de hormigas activas. En los primates, en el momento
de nacer, casi todas las presuntas células nerviosas han completado su migración,
pero en las ratas, las células que se transformarán en neuronas siguen migrando a
algunas regiones durante varias semanas después del nacimiento
Las células no se mueven de una forma casual, sin rumbo fijo. La información sobre
la dirección de la migración celular procede de estudios que utilizan sustancias
radiactivas que se incorporan a la célula antes de la migración. Estas sustancias
"marcan” la célula para así poder seguirla y perfilar claramente sus vías migratorias.
Algunas células del cerebro en desarrollo se desplazan por la superficie de un tipo
concreto de célula glial que aparece en las primeras fases. Como los radios de una
rueda, estas células gliales radiales se extienden desde la superficie interior a la
exterior del sistema nervioso emergente. Las células gliales radiales actúan como
una serie de cables guía, y las células recién formadas se deslizan por ellos.
Mientras tanto, las capas neocorticales se han formado por oleadas sucesivas de
nuevas neuronas. Durante el desarrollo, el ensamblaje de caja región del cerebro
sigue un calendario preciso; muchas partes de éste parecen depender de
interacciones mutuas de células de la región en desarrollo. Para mostrar cómo las
regiones pueden adquirir formas características ordenadas, tomaremos como
ejemplo la corteza cerebral. Los miles de millones de neuronas de la neocorteza
humana están dispuestas en seis capas, y las células de cada capa difieren en
cuanto a la forma y el tamaño.
Las células recién llegadas al cerebro no se parecen más a las células nerviosas
maduras que a las células de otros órganos. Tan pronto alcanzan su destino, no
obstante, las células comienzan a usar ("expresar”) genes particulares para fabricar
las proteínas concretas que una neurona necesita. Este proceso de diferenciación
permite a la célula adquirir el aspecto propio de las neuronas que es característico
de su región particular. Las excrecencias de las dendritas de esas células aparecen
poco después de que éstas se hayan alineado en una hilera única. Lentamente, se
van formando cada vez más ramificaciones, extendiéndose progresivamente la
superficie receptora de la célula de Purkinje.
Es decir, los mayores cambios producidos en las células cerebrales tienen lugar en
fases tempranas de la vida en las ramificaciones y las conexiones entre neuronas.
Hay enormes aumentos en la longitud de las dendritas que parecen implicar a
procesos semejantes a los involucrados en el crecimiento de los axones.
Colectivamente se conoce a estos procesos como sinaptogenesis. En los extremos
de los axones y las dendritas hay conos de crecimiento, extremos hinchados desde
los cuales urgen las prolongaciones. Las excrecencias muy finas, llamadas
filopodios, tienen forma de púa, mientras que las de forma de lámina se llaman
lamelipodios. Parece que tanto los filopodios como los lamelipodios se adhieren al
entorno extracelular y a continuación se contraen para tirar del cono de crecimiento
(dejando tras él el axón o la dendrita en desarrollo) en una dirección concreta. El
hecho de que se hayan encontrado conos de crecimiento de dendritas en animales
adultos sugiere que las dendritas siguen alargándose y cambiando durante toda la
vida en respuesta a demandas funcionales.
Por extraño que parezca, la muerte celular neuronal es una fase crucial del
desarrollo cerebral, especialmente durante las fases embrionarias. Esta fase del
desarrollo no es específica del sistema nervioso. La muerte celular que se produce
de manera natural, también llamada apoptosis (del griego apo, "fuera de”, y ptosis,
"acción de caer”), es manifiesta como proceso de modelado en la aparición de otros
tejidos tanto en animales como en plantas (Oppenheim, 1991). En el sistema
nervioso, sin embargo, el número de células que mueren durante las primeras fases
del desarrollo es bastante grande. En algunas regiones del cerebro y la médula
espinal, la mayoría de las células nerviosas mueren durante el desarrollo prenatal.
En esta masiva muerte celular que tiene lugar en el sistema nervioso influyen varios
factores. El alcance de la muerte celular está regulado en parte por factores
asociados a los objetivos sinápticos de las células. La reducción del tamaño de la
diana sináptica reduce invariablemente el número de células nerviosas
supervivientes. Estas observaciones sugieren que la diana de una población de
células nerviosas en desarrollo influye en la supervivencia de esas neuronas, y que
éstas están compitiendo por algo a fin de sobrevivir.
Sin embargo, los factores neurotróficos permiten que las neuronas sobrevivan y
crezcan; gracias a que hace más de 30 años, se descubrió una sustancia, llamada
factor de crecimiento nervioso (FCN), que afecta apreciablemente al crecimiento de
neuronas de los ganglios espinales y de los ganglios dl sistema nervioso simpático.
Si se administraba FCN a un embrión de polluelo, se provocaba la formación de
ganglios simpáticos que contenían muchas más células de lo normal, las cuales
también eran más grandes e intervenían en un buen número de procesos de gran
alcance.
Sin embargo. las células gliales se desarrollan a partir de las mismas poblaciones
de células inmaduras que las neuronas. Los factores que determinan si una célula
se diferencia en una neurona o en una célula glial siguen sin conocerse. A diferencia
de las neuronas, las células gliales continúan añadiéndose al sistema nervioso
duarte toda la vida (a veces, el proceso se vuelve anómalo, dando como resultado
tumores gliales, o glionas, del cerebro). Las células gliales se siguen fabricando
durante más tiempo que las neuronas, y en el proceso de desarrollo esta producción
de células gliales alcanza su valor máximo más tarde. De hecho, en muchos
animales, la fase más intensa de proliferación de células gliales tienen lugar
después del nacimiento, cuando éstas se forman a partir de células inmaduras
localizadas en las zonas ventriculares.
Puesto que las señales EEG disminuyen de amplitud a medida que se difunden
desde su punto de origen, compara las señales registradas en diversos puntos del
cuerpo cabelludo puede a veces indicar de dónde proceden un tipo determinado de
ondas. Esta es la razón por la cual se suele registrar simultáneamente la actividad
EEG en diversos puntos. A menudo, a los psicofisiólogos les interesan más las
ondas EEG asociadas con ciertas circunstancias psicológicas que en la señal EEG
de fondo. Estas ondas EEG asociadas se suelen designar potenciales provocados
(PP). Un tipo de potencial provocado que se ha estudiado con frecuencia es el
potencial provocado sensorial -el cambio en la señal EEG cortical inducido por la
presentación momentánea de un estímulo sensorial-. La señal es la parte de todo
registro que interesa; el ruido es la parte que no interesa. El problema al registrar
potenciales provocados sensoriales es que el ruido de la actividad EEG de fondo
suele ser tan intenso que enmascara dicho potencial.
Uno de los métodos que se emplean para reducir el ruido de la actividad EEG de
fondo es calcular el promedio de la señal. Primero, se registra muchas veces
(digamos, unas 1000) la respuesta del sujeto a un estímulo, tal como, un clic. Luego
el ordenador determina el valor en milivoltios de cada uno de los 1000 registros en
su punto de inicio (esto es, en el momento del clic) y calcula el promedio de esos
1000 valores. A continuación considera el valor de cada uno de los 1000 registros,
por ejemplo, 1 milisegundo (ms) después de su inicio, calcula el promedio de dichos
valores. Se repite el proceso en el punto que corresponde a los 2 ms, 3 ms, y así
sucesivamente. Cuando se registran en una gráfica estos valores medios, el
promedio de la respuesta provocada por el clic resulta más evidente, ya que la
actividad EEG de fondo aleatoria ha sido anulada al promediarse la señal.
Bibliografía.