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CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD

REPÚBLICA DE GUATEMALA, C.A.


Expediente 5315-2015
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EXPEDIENTE 5315-2015

CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD: Guatemala, veintitrés de noviembre de dos

mil diecisiete.

En apelación y con sus antecedentes, se examina la sentencia de trece de

octubre de dos mil quince, dictada por la Sala Primera de la Corte de Apelaciones

del ramo Civil y Mercantil, constituida en Tribunal de Amparo, en la acción

constitucional de amparo promovida por Ramiro Eulogio Bonilla Fuentes contra la

Juez Tercero de Primera Instancia Civil del departamento de Guatemala. El

postulante actuó con el auxilio del abogado César Augusto de León Bautista. Es

ponente en el presente caso el Magistrado Vocal IV, Neftaly Aldana Herrera, quien

expresa el parecer del Tribunal.

ANTECEDENTES

I. EL AMPARO

A) Interposición y autoridad: presentado el veintinueve de julio de dos mil quince

en el Centro de Servicios Auxiliares de la Administración de Justicia, y,

posteriormente, remitido a la Sala Primera de la Corte de Apelaciones del ramo

Civil y Mercantil. B) Acto reclamado: resolución de siete de julio de dos mil

quince, dictada por la Juez Tercero de Primera Instancia Civil del departamento de

Guatemala –autoridad reprochada–, que declaró sin lugar la revocatoria planteada

por el postulante contra la disposición de ocho de julio de dos mil catorce, que

resolvió, entre otros puntos: a) tener por contestada la demanda en sentido

negativo y por interpuesta la reconvención por parte de Oscar López Macal y

Marcos Adalberto López Macal; b) por ofrecidos los medios de prueba presentados

por esos sujetos procesales; c) emplazar como tercera a Alba Nubia Macal

Figueroa; d) decretar el embargo de las cuentas de ahorro del amparista en los


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distintos bancos del sistema; y e) fijarle plazo de cinco días [al postulante] para que

prestara garantía por las medidas precautorias que había solicitado en su

oportunidad; dentro del juicio sumario de incumplimiento unilateral de contrato de

arrendamiento promovido por el accionante contra las personas antes referidas. C)

Violaciones que se denuncian: a los derechos de defensa, al debido proceso, a

la tutela judicial efectiva, de petición, de libre acceso a los tribunales de justicia, y a

los principios de igualdad, legalidad y seguridad jurídica. D) Hechos que motivan

el amparo: D.1) Producción del acto reclamado: de lo expuesto por el amparista

en el escrito inicial de la acción y del contenido del antecedente remitido, se

resume: a) ante la Juez Tercero de Primera Instancia Civil del departamento de

Guatemala –autoridad reprochada–, el postulante promovió juicio sumario de

“incumplimiento unilateral de contrato de arrendamiento verbal” contra Oscar

Alexander López Macal y Marcos Adalberto López Macal (arrendantes); b) en el

escrito respectivo, requirió que se decretara el arraigo y embargo de cuentas

bancarias de las personas mencionadas, así como la anotación de demanda sobre

el inmueble relacionado, a lo que accedió el órgano jurisdiccional en

pronunciamiento de veinticuatro de abril de dos mil catorce; c) luego de ser

emplazados, los demandados comparecieron oportunamente a solicitar que: c.1)

se tuviera por contestada la demanda en sentido negativo y por planteada

reconvención en cuanto a la rescisión del contrato referido; c.2) se tuvieran por

ofrecidos los medios de prueba correspondientes; c.3) se diera intervención como

tercera a Alba Nubia Macal Figueroa; c.4) se ordenara el embargo de las cuentas

de ahorro y depósito del actor en los distintos bancos del sistema; y c.5) que al

haberse decretado las medidas precautorias mencionadas, dicho sujeto prestara

garantía suficiente por los daños y perjuicios que pudiera causar; peticiones que
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acogió el tribunal objetado en disposición de ocho de julio de dos mil catorce; y d)

aduciendo que en la decisión emitida se reconoció la personería de Oscar López

Macal como mandatario de Marcos Adalberto López Macal con base en un

documento que perdió su valor, y que, además, no se observaron las demás

disposiciones aplicables respecto de las otras peticiones a las que accedió –

incluyendo lo relativo al embargo de sus cuentas y la prestación de la garantía

mencionada–, planteó revocatoria, remedio procesal que fue declarado sin lugar

por el órgano jurisdiccional cuestionado en disposición de siete de julio de dos mil

quince –acto reclamado–, con fundamento en que: d.1) la resolución se

encontraba acorde a lo que prevé el Código Procesal Civil y Mercantil; y d.2) la vía

idónea para reprochar los demás argumentos (deficiencias en la demanda,

personería) era por medio de las excepciones. D.2) Agravios que se reprochan

al acto reclamado: el amparista reprocha que la resolución cuestionada no se

encuentra debidamente fundamentada y, por ende, le produce vulneración a los

derechos constitucionales antes consignados, puesto que: a) Oscar Alexander

López Macal compareció al juicio subyacente aduciendo actuar en lo personal y en

calidad de Mandatario General Judicial con Representación de Marcos Adalberto

López Macal, de lo cual tomó nota el órgano judicial reprochado; no obstante, el

contrato con el cuál acreditaba esa personería, ya había perdido validez según lo

establecido en el artículo 1726 del Código Civil, que preceptúa: “…El mandato

general que no exprese duración, se considera conferido por diez años contados

desde la fecha del otorgamiento, salvo prórroga otorgada con las mismas

formalidades del mandato…”; de ahí que, pese a hacerse ver tal extremo por

medio de la revocatoria, la autoridad objetada resolvió que en todo caso, la vía

idónea para cuestionar esa deficiencia eran las excepciones, consintiendo el


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defecto de esa representación sin declarar rebelde a esa parte procesal; b) se

vinculó como tercera a Alba Nubia Macal Figueroa, sin indicar si su participación

en el proceso es como coadyuvante u opositora en incumplimiento de lo previsto

en el artículo 56 del Código Procesal Civil y Mercantil; además, no se acreditó su

legitimidad para apersonarse en esa causa; c) la autoridad objetada le otorgó plazo

de cinco días para que cumpliera con depositar una suma monetaria en concepto

de garantía por haber requerido medidas cautelares; no obstante, el plazo, monto y

apercibimiento decretados, fueron fijados arbitrariamente por ese órgano judicial,

puesto que los demandados no los precisaron expresamente en el escrito

correspondiente; d) se tuvo por ofrecidos varios elementos de convicción sin que

estos fueran idóneos para demostrar las aseveraciones de los demandados y sin

que se precisara su fundamento legal, incumpliéndose con lo establecido en el

artículo 61 de la ley ibídem; e) se accedió a decretar embargo sobre sus cuentas

bancarias sin que los solicitantes cumplieran con lo que para el efecto establece la

ley ibídem respecto de precisar “qué es lo que se va a exigir del demandado e

indicarla cuantía de la acción”; f) la reconvención intentada por los demandados

fue admitida a trámite no obstante no es clara al determinar cuál es el contrato

cuya rescisión se pretende, ni precisar qué sujetos la interponen; además, en todo

caso de ser el mismo negocio jurídico que sustentó el arrendamiento relacionado,

la acción para requerir su rescisión era de un año, el cual ya transcurrió conforme

lo regulado en el artículo 1585 del Código Civil. D.3) Pretensión: solicitó que se le

otorgue amparo y, en consecuencia, se deje en suspenso el acto reclamado. E)

Uso de recursos: ninguno. F) Casos de procedencia: invocó el contenido en la

literal h) del artículo 10 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad. G) Leyes violadas: citó los artículos 2°, 12°, 28, y 29 de la


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Constitución Política de la República de Guatemala.

II. TRÁMITE DEL AMPARO

A) Amparo provisional: no se otorgó. B) Terceros interesados: b.1) Oscar

Alexander Lopez Macal; b.2) Marcos Adalberto Lopez Macal; y b.3) Alba Nubia

Macal Figueroa. C) Remisión de antecedentes: copia certificada del expediente

01050-2014-00313 del Juzgado Tercero de Primera Instancia Civil del

departamento de Guatemala. D) Medios de comprobación: d.1) copia simple de

la resolución que constituye el acto reclamado; y d.2) presunciones legales y

humanas. E) Sentencia de primer grado: la Sala Primera de la Corte de

Apelaciones del ramo Civil y Mercantil, constituida en Tribunal de Amparo,

consideró: “…este tribunal determina que al dictarse la resolución objeto de

amparo, no se transgredió precepto constitucional alguno, sino que se hizo en

base a las facultades que para el efecto le confiere la Constitución Política de la

República de Guatemala y las leyes ordinarias, siento reiterada la jurisprudencia y

doctrina legal que no correspondiendo(sic) a través del amparo revisar las

actuaciones procesales de la jurisdicción ordinaria, cuando ello no conlleva

violación constitucional a derecho alguno y máxime cuando no se evidencia

violación a los preceptos constitucionales, que el fallo sea desfavorable a la

solicitante no significa que la autoridad denunciada haya actuado fuera del marco

legal o violentado sus derechos, en el entendido de que las partes tienen la

obligación de probar sus pretensiones y aportar sus respectivos medios de prueba

y realizar sus peticiones en tiempo y forma, como lo establece la ley, no

correspondiendo al amparo convertirse en una tercera instancia revisora de las

actuaciones jurisdiccionales. También se establece que dentro del juicio sumario el

denunciante debió agotar la vía ordinaria, interponiendo las defensas


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correspondientes e idóneas, para dar cumplimiento al principio de definitividad,

como lo establece la ley, para depurar el proceso adecuadamente, no

correspondiendo por ende a este tribunal suplir tales falencias para acoger la

acción que se insta (…), por lo que la presente acción se convierte en

improcedente por falta de definitividad del acto y por no ser una instancia revisora

de lo actuado por la autoridad denunciada...” Y resolvió: “…I) Deniega por

notoriamente improcedente la acción constitucional de amparo promovida Ramiro

Eulogio Bonilla Fuentes contra la titular del Juzgado Tercero de Primera Instancia

del Ramo Civil del departamento de Guatemala; II. Se condena al solicitante al

pago de costas procesales; III. Se impone al abogado director y procurador César

Augusto De León Bautista (…) la multa de un mil quetzales, que deberá hacer

efectiva dentro del quinto día, a partir del siguiente de que se encuentre firme este

fallo en la Tesorería de la Corte de Constitucionalidad, la que en caso de

insolvencia, se cobrará por la vía legal correspondiente…”

III. APELACIÓN

El postulante apeló. Para el efecto, reiteró los argumentos contenidos en su escrito

inicial y agregó que no existe la falta de definitividad aducida por el a quo, puesto

que en la vía ordinaria agotó oportunamente los medios de defensa que tuvo a su

alcance. Asimismo, indicó que no pretende utilizar al amparo como una instancia

revisora, sino como un instrumento por el cual se le restituyan sus derechos

vulnerados.

IV. ALEGATOS EN EL DÍA DE LA VISTA

A) El solicitante expresó de nueva cuenta lo alegado al plantear apelación.

Solicitó que se declare con lugar el recurso instado y, como consecuencia, se

revoque la sentencia venida en grado, emitiéndose nuevo fallo en el que se le


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restablezca la situación jurídica afectada. B) Oscar Alexander López Macal,

Marcos Adalberto López Macal y Alba Nubia Macal Figueroa, terceros

interesados, indicaron que la resolución que se pretende revocar se encuentra

apegada a Derecho puesto que la autoridad objetada emitió el acto reclamado en

el ejercicio de sus facultades legales sin causar agravio al postulante. Requirieron

que se deniegue el medio de impugnación interpuesto y, por ende, se confirme el

fallo recurrido. C) El Ministerio Público manifestó compartir el criterio sustentado

por el Tribunal de Amparo de primer grado, puesto que lo que pretende el

amparista es convertir la garantía constitucional instada en un medio de revisión de

lo resuelto por los tribunales ordinarios, lo cual se encuentra prohibido por la

Norma Fundamental. Solicitó que se declare sin lugar el recurso planteado y,

consecuentemente, se confirme la sentencia impugnada.

CONSIDERANDO

-I-

A) De los lineamientos generales a observar a partir de la emisión de

este fallo:

La importancia de contar con directrices que permitan determinar la

naturaleza de los pronunciamientos jurisdiccionales que admitan o rechacen para

su trámite las demandas, peticiones o medios de defensa presentados por las

partes dentro de los distintos procesos de conocimiento en materia civil y mercantil,

radica en que dichos parámetros condicionan la posibilidad real de que los

administrados puedan acudir a los órganos jurisdiccionales a solventar sus

conflictos y lograr el acceso a una justicia pronta y cumplida [derechos reconocidos

en los artículos 4° y 12 de la Constitución Política de la República de Guatemala, y

8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos]; de manera tal que, de


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ser estos inexistentes, obscuros o imprecisos, se pone en riesgo el derecho a la

tutela judicial efectiva, pues los agraviados pueden cometer errores procesales al

cuestionar resoluciones por impugnaciones no idóneas, limitando a la postre el

acceso a la justicia constitucional.

A manera de propiciar la creación de condiciones de seguridad y certeza

jurídica para los justiciables en ese ámbito y porque el presente caso permite

explayarse en el desarrollo de algunas decisiones jurisdiccionales referidas a

ciertas etapas de los procesos de conocimiento, esta Corte estima pertinente

establecer los lineamientos siguientes:

A.1) Las resoluciones que rechazan para su trámite las demandas [o la

reconvención] presentadas dentro de los juicios de conocimiento en materia civil y

mercantil, constituyen decisiones de mero trámite, pues estas son el resultado del

incumplimiento de requisitos legales que al ser inobservados facultan al tribunal a

decretar su inadmisión in limine, siendo impugnables por revocatoria.

A.2) Los pronunciamientos que admiten para su trámite las demandas [o

la reconvención] dentro de los procesos referidos y en armonía con el criterio

antes apuntado, son decretos, pues su contenido es producto de la superación de

las exigencias formales de admisibilidad. En ese sentido, la impugnación que

procede en su contra, siempre que no sea viable el planteamiento de

excepciones, es la revocatoria.

A.3) El artículo 43 de la Ley de Amparo, Exhibición, Personal y de

Constitucionalidad, establece que esta Corte podrá separarse de su propia

jurisprudencia razonando la innovación. Este Tribunal sostuvo anteriormente el

criterio de que contra las decisiones que rechazan los elementos de convicción

propuestos en el período probatorio –por motivos que no hagan viable la protesta–


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el medio de impugnación idóneo para provocar su revisión era la nulidad. De un

nuevo examen de la naturaleza de dichas disposiciones, se advierte que el estudio

que efectúa el tribunal de conocimiento para decidir el rechazo de un medio de

prueba, fundamentándose en supuestos ajenos a los que contiene el artículo

127 de la ley en mención, radica en la determinación de casos que, aunque no

estén previstos en dicho precepto, hacen que el medio de comprobación sea

inadmisible, teniendo como efecto que este no sea diligenciado ni posteriormente,

valorado. De igual forma, la resolución que admite determinado medio de

convicción reviste la naturaleza de ser una decisión de mero trámite, por esa

razón, dichas resoluciones –que rechazan o admiten prueba en los casos antes

indicados–constituyen decretos, y su impugnación es por vía de la revocatoria.

A.4) Las resoluciones que acceden o deniegan la prestación de garantía

por el actor como consecuencia de las medidas precautorias decretadas –

con base en el artículo 532 del Código Procesal Civil y Mercantil–, tienen la

naturaleza de decretos, pues se circunscriben a formular –o no– un

“requerimiento”, es decir, a informar a una de las partes que debe realizar una

conducta o actividad exigida por la ley [presentar una cantidad monetaria], la que

en este caso, condiciona la vigencia de las providencias cautelares.

A.5) En los casos en que la resolución judicial contenga decisiones de

mero trámite y otras que no puedan ser consideradas así por rebasar la mera

calificación de cuestiones adjetivas, esta debe considerarse como auto, por

lo que es por medio de las impugnaciones que procedan contra esas disposiciones

que deben cuestionarse los pronunciamientos en ella contenidos. Como caso

excepcional a la regla anterior, devienen los casos en que se cuestionan de forma

individualizada decisiones de trámite que no derivan de otros pronunciamientos de


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fondo, es decir, que sean independientes del resto; de ahí que, en dichos

supuestos, es válida la interposición de revocatoria siempre y cuando: i) el reclamo

se limite a pretender la revisión de ese extremo –sin reprochar las demás

consideraciones–; o ii) cuando el planteamiento de las impugnaciones procedentes

contra autos [reposición, apelación, nulidad, casación] no constituyan la vía idónea

para lograr el reexamen respectivo.

A.6) El remedio idóneo para impugnar los decretos es, exclusivamente,

la revocatoria, por lo que la nulidad está descartada como instrumento para

denunciar el decreto o que este mismo provoque en su contenido, pues si bien, la

norma que regula la procedencia de aquella hace referencia a que esta es viable

contra “resoluciones y procedimientos”, también lo es que la revocatoria ya está

prevista para los decretos, no pudiéndose concebir por ello a estos dentro del

término “resoluciones” al que alude el artículo 613 del Código [criterio contenido a

su vez sentencia de tres de julio de dos mil diecisiete, dictada en el expediente

2173-2017].

B) De las tesis aplicables para la resolución del caso concreto:

El agravio es uno de los elementos esenciales para la procedencia del

amparo, de tal manera que sin su concurrencia no es posible el otorgamiento de la

protección que esa garantía constitucional conlleva.

B.1) La revisión de la resolución que admite para su trámite la reconvención

y que reconoce la representación que ejercen los personeros de los

contrademandantes, no es cuestionable por revocatoria, puesto que aquella debe

objetarse por medio de las excepciones previas que correspondan.

B.2) El remedio procesal referido [revocatoria] no es viable para pretender el

levantamiento de la medida precautoria de embargo, porque para este último


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efecto, el Código Procesal Civil y Mercantil prevé medios de defensa idóneos

como: la contragarantía, la reducción, la sustitución o la revocación de la medida,

los cuales permiten al afectado la revisión de esa providencia cautelar o su

levantamiento.

B.3) El llamamiento de un tercero a instancia de parte sin que el órgano

jurisdiccional indique si su participación es como coadyuvante u opositor no causa

agravio porque a quien corresponderá asumir tal posición es al sujeto procesal, y

no a la autoridad recurrida.

B.4) La denegatoria de la revocatoria interpuesta contra el requerimiento de

prestar garantía por las medidas precautorias solicitadas por el demandante, no

produce agravio al amparista cuando el órgano judicial, al emitir esa resolución,

actúa en el ejercicio de sus facultades legales sin incurrir en arbitrariedad, pues la

determinación del monto a requerir al actor, es una carga que corresponde al

juzgador conforme establece el artículo 532 del Código Procesal Civil y Mercantil.

B.5) La desestimación de la revocatoria interpuesta contra el

pronunciamiento que tiene por ofrecidos medios de prueba, alegando la omisión de

no haberse realizado análisis de idoneidad, no puede producir agravio, pues en la

etapa del ofrecimiento, el juzgador debe limitarse a verificar que el elemento de

convicción presentado cumple con los requisitos exigidos por la ley para ingresar al

proceso como posible instrumento de probanza.

-II-

Ramiro Eulogio Bonilla Fuentes acude en amparo contra la Juez Tercero de

Primera Instancia Civil del departamento de Guatemala, señalando como acto

reclamado la disposición de siete de julio de dos mil quince, que declaró sin lugar

la revocatoria que interpuso contra el pronunciamiento de ocho de julio de dos mil


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catorce, que, entre otros puntos, resolvió: a) tener por contestada la demanda en

sentido negativo y por interpuesta la reconvención por parte de Oscar López Macal

y Marcos Adalberto López Macal [reconociendo la calidad de mandatario del

primero de los mencionados respecto del último]; b) por ofrecidos los medios de

prueba presentados por esos sujetos procesales; c) emplazar como tercera a Alba

Nubia Macal Figueroa; d) decretar el embargo de las cuentas de ahorro del

amparista en los distintos bancos del sistema; y e) fijarle a este último plazo de

cinco días para que prestara garantía por las medidas precautorias que como

demandante, solicitó en su oportunidad; dentro del juicio sumario de

incumplimiento unilateral de contrato de arrendamiento promovido por el

accionante contra las personas referidas.

El tribunal de primer grado denegó la protección constitucional solicitada con

fundamento en que el acto reclamado carece de definitividad, además de que la

pretensión del accionante es utilizar esa garantía como una instancia revisora de lo

decidido por la competencia ordinaria, decisión que fue apelada por dicha parte

conforme los motivos ut supra precisados.

-III-

Por razón de método es pertinente iniciar el examen correspondiente

dilucidando lo relativo a la falta de definitividad que algunos sujetos procesales

aducen que adolece la acción constitucional instada, puesto que únicamente de

llegarse a concluir que tal deficiencia no acaece, es que este Tribunal se encuentra

en la posibilidad de conocer los agravios señalados por el postulante.

En principio, cabe indicar que el tribunal de primer grado se limitó a referir

en la sentencia recurrida que el amparista debió “…agotar la vía ordinaria,

interponiendo las defensas correspondientes e idóneas, para dar cumplimiento al


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principio de definitividad como lo establece la ley…”, sin precisar cuáles eran los

instrumentos procesales a los que a su juicio el postulante debió acudir previo a

promover la presente garantía, extremo que constituye deficiencia de

fundamentación puesto que la indicación expresa de la impugnación, vía o

procedimiento que en todo caso agotaba aquel presupuesto procesal, constituye

parte imprescindible del razonamiento que debe sustentar las decisiones en el

sentido referido [falta de definitividad].

Ahora bien, por razón de la apelación interpuesta, corresponde a este

Tribunal verificar la concurrencia de ese requisito, ya sea a manera de sostener

debidamente el criterio esgrimido por el a quo, comprobar si el accionante instó el

medio de defensa idóneo, o bien, para viabilizar el estudio de fondo respectivo.

Para ello, deviene necesario dividir el análisis de mérito en varios apartados,

en atención a que el acto señalado como agraviante reevaluó una serie de

pronunciamientos de diversa naturaleza con los cuales el postulante estaba en

desacuerdo:

A) Como punto de partida, es pertinente acotar que desde los inicios de la

función de defensa de la Norma Fundamental encomendada a esta Corte, se ha

evidenciado que gran parte del cúmulo de asuntos que se conocen por vía de

amparo radican en reproches de violación a los derechos de defensa, debido

proceso y tutela judicial efectiva, derivados de las resoluciones judiciales que

deciden la admisibilidad [dando trámite o rechazando] de las demandas

presentadas ante esos órganos o, de las peticiones, remedios procesales, recursos

u otros medios de defensa promovidos una vez iniciado el proceso

correspondiente.

El examen de constitucionalidad que conlleva el amparo en ese tipo de


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casos, es viable únicamente –en aplicación del artículo 19 de la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad–, cuando quien acude en procura de

protección respectiva haya agotado los medios de impugnación que conforme la

legislación aplicable resulten idóneos para provocar un reexamen de esa decisión

ante los tribunales ordinarios. Para observar ese requisito, los afectados deben

conocer: a) ante qué tipo de resolución se encuentran conforme la clasificación

prevista por el legislador en el artículo 141 de la Ley del Organismo Judicial

[decreto o auto]; y b) con base en ello, qué instrumento de defensa permite un

nuevo estudio de ese pronunciamiento –tomando en cuenta el principio de

taxatividad que implica que los supuestos de procedencia de un medio de

impugnación excluyen la posibilidad de planteamiento de los demás–.

La legislación procesal determina en ciertos casos dichas condiciones tal y

como sucede en el caso de: i) el Código Procesal Civil y Mercantil, en los

supuestos de: i.i) denegatoria de pruebas anticipadas [artículo 105: “…Sus

resoluciones en esta materia serán apelables solo en cuanto niegan las

medidas…”]; i.ii) medios de prueba no admitidos para su diligenciamiento [artículo

127: “…Los jueces podrán rechazar de plano aquellos medios de prueba (…) las

resoluciones que se dicten en ese sentido son inapelables; pero la no admisión

(…) no obsta a que, si fuera protestada por el interesado, sea recibida por el

Tribunal que conozca en Segunda Instancia, si fuera procedente…”]; i.iii)

impugnación de la prueba de documentos [artículo 187: “…Con dicho escrito (de

oposición) se formará pieza separada, que se tramitará de acuerdo con el

procedimiento de los incidentes, siendo apelable la resolución que se dicte…”

i.iv) rechazo de los procesos de ejecución y la resolución que aprueba la

liquidación [artículo 325: “…Solamente podrá deducirse apelación contra el auto


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que no admita la vía de apremio y contra el que apruebe la liquidación…”]; i.v)

oposición en el concurso voluntario de acreedores [artículo 365: “…la resolución

del juez será apelable, pero únicamente por el opositor y las personas a quienes

se oyó en audiencia.”]; i.vi) homologación del proceso sucesorio extrajudicial

[artículo 495: “…El juez que recibiere las actuaciones (…) si encontrare que están

en forma, procederá a su aprobación sin más trámite (…) Este auto será

apelable…”]; i.vii) oposición a providencias cautelares referidas a la seguridad de

las personas [artículo 519: “…Si hubiere oposición de parte legítima a cualquiera

de las medidas acordadas por el juez, esta se tramitará en cuerda separada por el

procedimiento de los incidentes. El auto que la resuelva es apelable…”; i.viii)

acumulación de procesos [artículo 543: “…El juez resolverá de plano la

acumulación que se le plantee y la resolución que dicte será apelable…”; i.ix)

auto que decide la nulidad por violación de ley y/o vicio de procedimiento [artículo

615: “…La nulidad se interpondrá ante el Tribunal que haya dictado la resolución o

infringido el procedimiento; se tramitará como incidente y el auto que lo resuelva,

es apelable…”]; i.x) los demás casos expresamente establecidos en el libro VI de

ese cuerpo normativo [“Impugnación de las resoluciones judiciales”] ; ii) la Ley del

Organismo Judicial, respecto del: ii.i) rechazo de instrumentos de defensa procesal

[artículo 66, literal c): “…Los jueces tienen facultad: (…) Para rechazar de plano

bajo su estricta responsabilidad, los recursos o incidentes notoriamente frívolos o

improcedentes, los recursos extemporáneos y las excepciones previas

extemporáneas (…) La resolución deberá de ser razonada (auto), será

apelable…”]; ii.ii) la decisión de enmendar el procedimiento [artículo 67: “…El

auto que disponga la enmienda del procedimiento es apelable, excepto

cuando impera la restricción de impugnabilidad prevista en las normas procesales


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específicas del juicio en que se dicte y, cuando haya sido dictado por un Tribunal

Colegiado…”]; ii.iii) la imposición de apremios [artículo 182: “…Contra cualquier

providencia de apremio el interesado podrá pedir la reconsideración dentro de los

dos días siguientes a ser notificado…”; ii.iv) la determinación de sanciones a los

abogados [artículo 203: “…Contra la resolución que decreta multas o la

separación (del proceso) cabe el recurso de apelación, pero si se tratare de

tribunales colegiados, solo cabe la reposición…”], por anotar algunas.

Ahora bien, en cuanto a las situaciones no previstas normativamente, esta

Corte ha debido acudir a la doctrina y a diversas técnicas de interpretación para

determinar si una resolución que decide la admisibilidad de una demanda o de una

particular gestión [dándole trámite o rechazándola], constituye un auto o un decreto

y, a su vez, la vía por la cual debe ser cuestionada de ser esto posible. Esa labor

pretoriana, ha logrado el desarrollo de una línea jurisprudencial que ha ido

modificándose solamente cuando así ha sido necesario en aras de innovar a otros

criterios garantistas, por lo que existe una serie de directrices que resultan

aplicables para solucionar aquellas controversias procesales.

La importancia de contar con dichos lineamientos –que deben ser generales

a efecto de resultar aplicables para casos no previstos con anterioridad, y claros al

punto de no permitir diversidad de interpretaciones–, estriba en que la existencia

de esos parámetros condiciona la posibilidad real de que los administrados puedan

acudir a los órganos jurisdiccionales a solventar sus conflictos y lograr el acceso a

una justicia pronta y cumplida [derechos reconocidos en los artículos 4° y 12 de la

Constitución Política de la República de Guatemala, y 8 de la Convención

Americana sobre Derechos Humanos]; de manera tal que, de no contar con tales

pautas o si estas fueran deficientes, obscuras o imprecisas, se podría afectar el


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ejercicio de esos derechos e, incluso, el acceso a la justicia constitucional al

provocarse que ante la carencia de condiciones de seguridad y certeza jurídicas,

los agraviados incurrieran en errores procesales al cuestionar aquellos

pronunciamientos por medios no idóneos [planteando apelación contra una

decisión que no es impugnable por ese recurso].

Por tal razón, los fallos emitidos en ese sentido por este Tribunal adquieren

especial importancia, no solo para la solución del caso concreto, sino, en palabras

de la Corte Constitucional de Colombia: “…La jurisprudencia […] debe ser

universal, coherente y consistente, con el ánimo de […] propiciar un mínimo de

certeza en el tráfico jurídico. […] Mal haría […] en contribuir a la didáctica

constitucional mediante sentencias contradictorias, que antes que educar

desorientan y crean confusión […] La jurisdicción constitucional, por medio de su

jurisprudencia y su doctrina, es un importante mecanismo de integración política y

social. Las decisiones de tutela de la Corte Constitucional no se limitan a resolver

el conflicto particular sino que tienen un efecto pedagógico que afianza y arraiga el

papel rector de la Constitución en el arbitraje social y la regulación de la vida en

comunidad. La jurisprudencia constitucional […] cumple así una triple función

legitimadora: es marco de referencia para las autoridades y los particulares,

asegura la efectividad de los derechos, principios y deberes consagrados en la

Constitución y genera el consenso social indispensable para la convivencia

pacífica…” [ Sentencia de veinticinco de enero de mil novecientos noventa y tres,

expediente C-018/93]

Así, este Tribunal estima pertinente realizar en el presente fallo algunas

acotaciones para luego abordar cada uno de los agravios reprochados, a efecto de

clarificar cuáles son los criterios actualmente sostenidos por esta Corte respecto de
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la naturaleza de algunas de esas resoluciones [rechazos o admisiones] y los

medios idóneos para instar nuevo examen de ciertos actos procesales.

B) Expuesto lo anterior, es pertinente iniciar con el análisis del caso

sometido a conocimiento de esta Corte. El postulante endilga de lesiva de

derechos fundamentales la decisión de la autoridad objetada que luego de declarar

sin lugar la revocatoria, conservó la decisión de: i) admitir para su trámite la

reconvención presentada por los demandados pese a haberse incumplido con una

serie de requisitos exigidos por el Código Procesal Civil y Mercantil; y ii) reconocer

la personería ejercida por Oscar López Macal como mandatario de Marcos

Adalberto López Macal con base en un documento que –según aduce– carece de

vigencia.

A efecto de dar respuesta a los puntos anteriores, cabe indicar que:

b.1) Para realizar el examen de cuáles son las vías idóneas para realizar la

impugnación de la reconvención debe tenerse presente que, a esta figura procesal,

le son aplicables las mismas disposiciones atinentes a la demanda, puesto que la

operación intelectiva que realiza el órgano jurisdiccional en ambos casos es

idéntica por referirse a la revisión de requisitos de viabilidad exigidos por la ley. En

ese sentido, la decisión que el juzgador puede emitir luego del estudio de aquel

acto procesal se dirige a: i) su rechazo in limine, encontrándose imposibilitado de

dictar algún otro pronunciamiento por no haberse materializado la litis; o ii)

admitirla para su trámite y resolver las demás peticiones que le fueran formuladas

de ser este el caso [Medidas precautorias].

b.2) En el supuesto de que la demanda o la reconvención fueran

rechazadas [circunscribiéndonos al caso de los procesos de conocimiento civil y

mercantil (ordinario, sumario y oral)], ha sido criterio de este Tribunal –a efecto de


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determinar el medio de impugnación idóneo para provocar el reexamen de esa

decisión–, que según lo expuesto por los maestros Juan Montero Aroca y Mauro

Chacón Corado, los decretos son determinaciones de trámite en las cuales no se

emite un razonamiento de fondo y: “…no existe en la ley norma alguna que

precise más la forma de estos decretos (…) pudiendo el juez o tribunal adecuarse

a las circunstancias de cada caso (…) de tal manera que logren su finalidad…”

[Manual de Derecho Procesal Civil Guatemalteco; 3° ed.; Vol. I; Magna Terra

Editores; Guatemala; 1999; pág. 233].

Lo expuesto por dichos autores, en armonía con lo regulado en la

legislación aplicable [artículo 141 de la Ley del Organismo Judicial], permite colegir

que la resolución que rechaza para su trámite una demanda en el tipo de

procesos aludidos, constituye una decisión de mero trámite, pues la misma es el

resultado del incumplimiento de requisitos legales que al ser inobservados facultan

al tribunal a decretar su inadmisión in limine. Es importante aclarar que esa

afirmación no implica que el decreto carezca de razonamiento lógico alguno, ya

que ello convertiría al juzgador en un mero calificador automático de formalidades,

sino que el análisis realizado por dicho órgano estriba en la verificación de

cumplimiento de requisitos formales que permiten conferir impulso o dar origen al

proceso y en caso contrario, producir su rechazo, es decir, que el pronunciamiento

versa sobre aspectos de naturaleza formal.

En ese sentido, para obtener la revisión de ese tipo de resoluciones

[rechazos de demanda o de reconvención (decretos)], el Código Procesal Civil y

Mercantil prevé en su artículo 598 a la revocatoria como medio de impugnación

idóneo, pues regula: “Los decretos que se dicten para la tramitación del proceso

son revocables de oficio por el juez que los dictó. La parte que se considere
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afectada también puede pedir la revocatoria de los decretos…” –el resaltado es

propio– [En ese sentido se pronunció esta Corte en los expedientes 2455-2014 y

3090-2015, sentencias de veinticinco de febrero de dos mil quince (en la que se

reprochaba el rechazo de juicio ordinario de divorcio), ocho de octubre de dos mil

quince (en la que se discutía el rechazo de un juicio ordinario de impugnación de

reconocimiento de filiación), respectivamente. El resaltado es propio de esta

Corte].

Cabe resaltar que, si bien conforme la legislación procesal puede plantearse

nulidad contra las resoluciones y procedimientos en que se infrinja la ley cuando no

sean procedentes los recursos de apelación o casación, dicho remedio procesal no

es viable para cuestionar los rechazos de demandas o de la reconvención debido a

que de acuerdo al principio de unidad del ordenamiento jurídico, las normas

adjetivas deben aplicarse en congruencia con la totalidad de disposiciones que

regulan cada rama del derecho, siendo así que la procedencia de un medio de

impugnación [en este caso revocatoria] excluye la admisión de los demás [criterio

reiterado en los expedientes citados ibídem].

b.3) En caso de decidirse la admisión a trámite de las demandas o de la

reconvención [como ocurrió en el caso concreto], para determinar el medio idóneo

para la revisión de este tipo de decisiones, es necesario no solamente definir la

naturaleza de auto o decreto del pronunciamiento judicial, sino también, debe

tomarse en cuenta la técnica procesal y los medios de defensa establecidos por el

legislador, el que previó entre las fases que integran los procesos de conocimiento

civil –en el que encuadra el juicio sumario subyacente– al emplazamiento como la

etapa en la que el demandado o el contrademandado puede adoptar la actitud que

estime pertinente para la defensa de sus intereses, entre ellas, el planteamiento de


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excepciones previas, las que permiten cuestionar la falta de presupuestos y/o

requisitos procesales de la demanda –o de la contrademanda–, provocando de esa

manera su depuración. La interpretación sistemática de lo antes afirmado, permite

colegir que dichas decisiones jurisdiccionales [de admisión] resultarían

impugnables por otros medios de defensa, únicamente cuando la inconformidad

de quien se considere afectado estribe en vicios que no puedan ser dilucidados o

superados por vía de las excepciones. Ello es así puesto que de permitirse la

revisión de esos extremos por medio de impugnaciones, se haría nugatorio el

efecto práctico que el legislador confirió a aquellos instrumentos de defensa

[excepciones], vaciándolos de contenido sustancial.

Ahora, respecto de cuál es el recurso idóneo para cuestionar una

disposición de ese tipo en el supuesto indicado, es preciso exponer que si bien

este Tribunal ha conocido en algunas ocasiones, de forma excepcional, el fondo de

amparos originados por la no estimación de nulidades presentadas contra esos

pronunciamientos [a manera de actuar en pro de los derechos del accionante. Cfr.

Sentencias de once de febrero de dos mil quince, expediente 3277-2014 (acto

reclamado: declaratoria sin lugar de nulidad interpuesta contra el rechazo de un

remedio procesal de idéntica naturaleza promovido contra la admisión de un juicio

sumario de desocupación), catorce de octubre de dos mil quince, expediente 4548-

2014 (acto reclamado: desestimación de una nulidad presentada contra la

admisión para su trámite de un juicio oral de rendición de cuentas)], deviene

necesario determinar qué tesis será la aplicable a futuros casos a manera de

propiciar condiciones de certeza y seguridad jurídica para los justiciables, y para

que sus derechos de defensa y a la tutela judicial efectiva no puedan verse

afectados por diversidad de criterios.


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De tal cuenta, en atención a que –como se apuntó– el análisis que realiza el

juzgador al calificar la demanda que podría dar inicio a un proceso de conocimiento

se refiere a la verificación de cumplimiento de requisitos formales, la superación o

no de ese estudio implicaría, en ambos casos, por elemental lógica, la emisión de

una resolución de naturaleza formal [decreto], pues su contenido se circunscribirá

a precisar la observancia o no de exigencias de mero trámite.

En ese sentido, a partir del presente fallo, deberá tomarse en consideración

que la impugnación que conforme la legislación aplicable resulta idónea para

provocar un nuevo examen del pronunciamiento jurisdiccional que decide la

admisión para su trámite de una demanda en los procesos de conocimiento

aludidos –siempre que la deficiencia advertida no pueda hacerse ver por medio de

las excepciones–, es la revocatoria, pues aquella decisión tiene la naturaleza de

decreto.

b.4) En el presente caso, en el acto reclamado se decidió declarar sin lugar

la revocatoria planteada por el postulante contra las decisiones de admitir a trámite

la reconvención instada en su contra y de reconocer la personería con la que adujo

actuar uno de los contrademandantes. La autoridad objetada fundamentó su

pronunciamiento en el hecho de que el accionante había acudido a una vía

equivocada pues para los efectos pretendidos [el rechazo de la contrademanda por

incumplimiento de requisitos legales y por ser deficiente la personería], debió

promover las excepciones previas pertinentes.

Para determinar si existe la vulneración sometida a conocimiento de este

Tribunal, cabe indicar que entre los instrumentos de defensa referidos

(excepciones), regulados en el artículo 116 del Código Procesal Civil y Mercantil,

se encuentran los de demanda defectuosa y falta de personería –numerales 3° y


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6° de dicha norma respectivamente–, que tienen como finalidad, según lo expuesto

por los procesalistas Mauro Chacón Corado y Juan Montero Aroca, lo siguiente:

“…[respecto de la demanda defectuosa] según el art. 109 del CPCYM [Código

Procesal Civil y Mercantil] el juez debe repeler de oficio la demanda que no

contenga los requisitos establecidos por la ley (los de los arts. 61 y 106), pero ello

no impide que, si el juez incorrectamente ha admitido la demanda, la falta de esos

requisitos sea alegada por el demandado como excepción previa […] La

estimación de esta excepción, en el auto que resuelve el incidente, ha de suponer

la necesidad de que el actor formule nueva demanda […] de modo que la anterior

demanda, la declarada defectuosa, no habrá producido los efectos propios de

la litispendencia…” y, en cuanto a la de falta de personería, indican dichos

maestros que en esta puede reprocharse: “…la representación procesal […] En la

excepción de falta de personería debe incluirse tanto la inexistencia de la

representación (el que una persona se atribuya una representación de la que

carece), como la insuficiencia (carece el representante de las facultades

necesarias) y la ilegalidad (defectos legales en el título que se presente)…” [Op.

Cit. págs. 331, 332 y 336. El resaltado es propio de esta Corte].

Las ideas anteriores permiten determinar –tal y como consideró la autoridad

cuestionada– que la vía que tuvo a su alcance el postulante para hacer valer

dichos reproches en el proceso subyacente no era la revocatoria, sino las

excepciones previas, específicamente, las de demanda defectuosa (para

denunciar la incongruencia de la contrademanda), falta de personería (para

cuestionar la vigencia del título de representación) y caducidad (para hacer valer el

acaecimiento del plazo previsto en el artículo 1585 del Código Civil), medios de

defensa que resultaban idóneos para que el tribunal de conocimiento efectuara un


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nuevo análisis de esos extremos.

En ese sentido, al existir una desacertada actuación procesal por parte del

accionante –consistente en el planteamiento de revocatoria y no de las

excepciones referidas–, puede advertirse que en ningún caso el acto reclamado

pudo causarle afectación a sus derechos fundamentales, por lo que las

alegaciones formuladas en cuanto a esos puntos no pueden ser estimadas.

C) El accionante manifestó a su vez inconformidad con el embargo

decretado, a solicitud de los reconvenientes, sobre sus cuentas de ahorro,

monetarias y de depósito a plazo fijo en los bancos del sistema.

Para dilucidar si la revocatoria era idónea para cuestionar tal decisión, cabe

indicar que esta Corte ha expresado previamente [cfr. sentencia de diecinueve de

julio de dos mil cuatro, expediente 698-2004, en el que se señaló como acto

reclamado la declaratoria con lugar de una revocatoria planteada contra una

disposición que decretó embargo de derechos de crédito en un juicio ordinario],

que en cuanto a las medidas precautorias impuestas en juicios de conocimiento

civil, en atención al carácter provisorio de las mismas, quien se considere afectado

con ellas puede –de acuerdo con la ley de la materia– lograr la liberación de los

bienes objeto de afectación por medio de procedimientos que tiendan a la

constitución de una garantía a prestarse por parte del actor [artículo 531 del

Código Procesal Civil y Mercantil], o de una contragarantía a prestarse por parte

del demandado previo agotamiento de un procedimiento incidental [artículo 533].

Aunado a esos dos supuestos –indicados en el criterio referido–, esta Corte estima

a su vez que por la naturaleza de la providencia cautelar fijada en el presente caso,

la normativa aplicable permite a la parte perjudicada requerir también la reducción

[artículo 310], la sustitución del embargo [artículo 311] o en su caso, su revocación


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en el supuesto que lo que se resienta sea la indebida imposición de la medida,

esto último conforme el artículo 534 del Código Procesal Civil y Mercantil que

establece: “Las providencias precautorias se dictarán sin oír a la parte contra quien

se pidan y surtirán todos sus efectos, no obstante, cualquier incidente, excepción o

recurso que contra ellos se haga valer, mientras no sean revocadas o

modificadas”. Ello debido a que, como afirman los autores Mauro Chacón Corado y

Juan Montero Aroca: “…Tiene que ser posible que el demandado pida el

levantamiento o la modificación de la medida cautelar acordada y ejecutada

con base en que no concurren los presupuestos necesarios para decretarla.

En el art. 534 se habla de ‘mientras (las medidas) no sean revocadas o

modificadas’, y en el art. 537, inciso 2°, de que ‘la providencia fuere revocada’ […]

con ello ha de estimarse que existe base legal suficiente para que el

demandado formule la petición para que la medida sea levantada o

modificada al no haberse adoptado concurriendo todos los presupuestos

exigidos por la ley. Lo que el CPCYM [Código Procesal Civil y Mercantil] no dice

es cómo se formulará la petición ni cómo se tramitará, pero lo razonable parece

admitir la formación de incidente no suspensivo, a tramitar en pieza separada…”

[Chacón Corado, Mauro; y Montero Aroca, Juan. Manual de Derecho Procesal

Civil. Volumen I; Magna Terra Editores; Cuarta reimpresión; página ciento ochenta

y uno (181)].

Los extremos anteriores ponen en realce que, en situaciones como la

analizada, existen en la ley rectora del acto objetado procedimientos que,

siguiendo las reglas de un debido proceso, permitían al afectado lograr el

levantamiento de la medida precautoria sin dejar desprotegidos los intereses del

solicitante de esta, sujeto al que, en una correcta aplicación del contradictorio, le


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asiste el derecho a la debida audiencia respecto de cualquier solicitud que pueda

afectar la providencia cautelar que requirió. La consideración anterior se sustenta

en jurisprudencia sentada por este tribunal en sentencia de once de septiembre de

dos mil dos, expediente 850-2001, en cuya motivación se expresó: “…La

estimación que hace el juez de la necesidad de una medida precautoria con base

en la exposición de hechos y circunstancias especiales apreciadas en la demanda

y el conjunto de documentos que la apoyan, no constituyen error por el hecho de

que este con posterioridad, al tener el panorama completo de la litis, concluya en

que probablemente la medida no era necesaria o, al menos, no tan gravosa, lo que

podrá apreciar con la inconformidad que le manifieste quien sufre la medida

cautelar, circunstancia ante la cual, conforme a las normas ya citadas en este fallo

[artículos 531 y 533 del Código Procesal Civil y Mercantil] podrá revertir su medida,

claro está, previo agotamiento de las vías previstas en las normas aplicables…”

Tomando en cuenta lo antes considerado, esta Corte concluye que en el

caso bajo análisis no concurre agravio sobre quien solicita la protección

constitucional, pues el recurso de revocatoria no constituye el medio idóneo para

lograr el levantamiento del embargo decretado, por lo que la resolución que no

acoge este remedio, no pudo producirle agravio al postulante. Además, dicho

sujeto tuvo a su alcance provocar el reexamen de ese punto –en resguardo del

derecho de audiencia del solicitante de esa providencia–, por cualquiera de los

medios previstos en la ley de la materia para el efecto [reducción, sustitución,

contragarantía y solicitud de revocación de la medida]. Refuerza ese argumento, lo

expuesto por esta Corte en el expediente 698-2004 antes aludido, en el que se

levantó una medida precautoria por medio de resolución que acogió un recurso de

revocatoria. En ese caso este Tribunal determinó: “…La estimación de la vía


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errada [revocatoria] […] para lograr […] el levantamiento de una medida cautelar

que consideraban perjudicial; misma que atendiendo al procedimiento instituido

para tramitar y resolver el recurso de revocatoria, no permite conferir a quien

logró el otorgamiento de la medida, la audiencia debida respecto de los

argumentos esgrimidos en el referido recurso…” [El resaltado es propio de esta

Corte].

D) El postulante cuestiona a su vez la desestimación de la revocatoria

instada contra la decisión de llamar como tercera a Alba Nubia Macal Figueroa,

pues aduce que no se precisó si dicha persona iba a actuar como opositora o

coadyuvante.

Del análisis de la decisión de ocho de julio de dos mil catorce, se advierte

que el órgano judicial indicó: “…Se emplaza como tercera a la señora Alba Nubia

Macal Figueroa fijándole el plazo de veinticuatro horas para que se pronuncie…” Al

respecto, es preciso referir que la vinculación de un sujeto como tercero puede

ocurrir a instancia de parte o de forma voluntaria según lo dispuesto en el Código

Procesal Civil y Mercantil. En el presente caso, el llamamiento de dicha persona se

realizó conforme la primera de estas formas, la que según lo preceptuado en el

artículo 57 de dicho cuerpo legal, se realiza de la siguiente manera: “…Al

demandar o al contestar la demanda, cada una de las partes puede llamar al

proceso a un tercero, respecto del cual considere común la causa o de quien

pretenda garantía”. En complemento a ese precepto, el artículo 553 de la ley

ibídem regula: “…Cuando proceda la intervención de terceros, de conformidad con

el artículo 57, se oirá por veinticuatro horas al emplazado. (…) Si el emplazado

se apersonare en el proceso, será tenido como coadyuvante de la parte con

quien esté vinculado el interés que él tenga. Si asume la responsabilidad del


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proceso, se le tendrá como parte principal” [el resaltado es propio de esta

Corte].

De las normas transcritas, se concluye que con la desestimación de la

impugnación relacionada, por no indicarse si dicha tercera actuaría como opositora

o coadyuvante no ocasiona afectación a los derechos del amparista, ya que la

determinación respecto de la posición que asumirá dicho sujeto no correponde

efectuarla al órgano jurisdiccional increpado pues dependerá de la posición que

asuma según su interés en el proceso.

E) Finalmente, cabe analizar si el resto de decisiones señaladas como

lesivas [el requerimiento de garantía a consecuencia de las medidas precautorias

solicitadas y el tener por ofrecidos los medios de prueba presentados por los

contrademandantes], podían ser cuestionados mediante revocatoria.

e.1) Para dar respuesta a la interrogante formulada, cabe indicar que el

artículo 141 de la Ley del Organismo Judicial clasifica las resoluciones

jurisdiccionales en: i) decretos, que son determinaciones de mero trámite; ii) autos,

que deciden materia que no es de simple trámite, resuelven incidentes o el asunto

principal antes de finalizar el procedimiento; y iii) sentencias, que dilucidan el juicio

después de agotadas las etapas respectivas, o bien, las que sin llenar ese requisito

sean designadas como tales por la ley.

A efecto de determinar la idoneidad de la impugnación aludida–revocatoria,

que como se apuntó solo es viable contra los decretos–, es preciso traer a cuenta

las diferencias entre dichas resoluciones y los autos. Al respecto, se ha indicado

que los primeros constituyen disposiciones judiciales que resuelven peticiones de

naturaleza eminentemente procesal. Por su parte, los autos se conciben, según el

maestro Rafael de Pina –en consonancia con la definición aportada por nuestra
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legislación–, como la: “Resolución judicial dictada en el curso del proceso y que, no

siendo de mero trámite, ni estar destinada a resolver sobre el fondo, sirve para

preparar la decisión, pudiendo recaer sobre la personalidad de alguna de las

partes, la competencia del juez …”[Diccionario de Derecho. 2° Edición. Editorial

Porrúa, Sociedad Anónima. México, 1970, página 55].

La anterior acepción revela que el rasgo característico que distingue al

decreto del auto lo constituye el hecho de que el contenido de la última de las

resoluciones mencionadas [auto] entraña en sí una labor de examen lógico por

parte del juzgador concerniente a la particular gestión que conoce y decide en ese

momento, y que escapa a la simple determinación de que uno de los pasos del

procedimiento haya sido cumplido. Por el contrario, el decreto, en forma

sistemática, califica aspectos formales que recaen sobre un asunto de mero

trámite.

Ahora bien, del estudio del pronunciamiento relacionado [ocho de julio de

dos mil catorce], se advierte que este se integra por una serie de decisiones sobre

diversas solicitudes formuladas por los demandados, entre las que se encuentran

cuestiones puramente procedimentales como: la vinculación de un tercero, tener

por ofrecidos medios de prueba, así como de otros pronunciamientos que no

pueden ser incluidos en dicha categoría [de naturaleza formal].

Continuando con el método utilizado en el presente fallo y con la labor de

unificar los criterios procesales existentes, este Tribunal estima necesario

determinar cuál es la naturaleza jurídica de ese tipo de pronunciamientos y, con

esa base, determinar qué instrumento de defensa hace posible su revisión en la

justicia ordinaria, viabilizando a la postre la promoción de una acción de amparo

como la analizada.
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Del contenido del artículo 532 del Código Procesal Civil y Mercantil, la

persona afectada por la imposición de las medidas precautorias de anotación de

demanda, intervención judicial, embargo, o secuestro, siempre que no se originen

de un proceso de ejecución, tiene derecho a pedir que el actor preste garantía

suficiente a juicio del juez para cubrir los daños y perjuicios que puedan

producirse.

Los elementos resaltados permiten advertir que: i) la propia disposición

reconoce al sujeto en cuya contra se decretaron las providencias cautelares el

derecho de solicitar el requerimiento de garantía al actor sin más exigencias que

las allí establecidas; y; ii) presentada una solicitud en ese sentido el juez debe

limitarse a: ii.i) verificar que la medida sea de las contenidas en ese apartado y

que no hubiere derivado de un proceso de ejecución; y ii.ii) de superarse ello,

deberá requerir “garantía suficiente” al actor para cubrir eventuales daños y

perjuicios que pudieran causarse al afectado, monto que será determinado “a su

juicio”. Cabe precisar en cuanto a esta última potestad, que los conceptos de

“garantía suficiente” y “a su juicio” no deben entenderse de forma eminentemente

discrecional, sino en armonía con lo dispuesto en el artículo 531 del cuerpo

normativo en mención, que regula: “…cuando la acción que va a intentarse fuere

por valor determinado, [la garantía] no bajará del diez por ciento ni excederá del

veinte por ciento de dicho valor; cuando fuere por cantidad indeterminada, el juez

fijará el monto de la garantía, según la importancia del litigio…”

Lo antes anotado permite determinar a esta Corte que el juez de

conocimiento, al resolver la petición que se le formule con base en la norma

relacionada, se limita, en un primer momento, a la verificación de la concurrencia

de requisitos legalmente establecidos [si la medida se encuentra dentro de las que


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indica esa norma y si la naturaleza del proceso posibilita esa solicitud], y,

posteriormente, a la determinación de una cantidad monetaria dentro de

parámetros fijados en la normativa aplicable, concluyendo su análisis en la

formulación –o no– de un “requerimiento” al actor, el que, cuyo nombre lo indica,

es únicamente un acto del tribunal por el que se informa a una de las partes que

debe realizar una conducta o actividad conforme la ley, la que en este caso,

condiciona el mantenimiento de las medidas precautorias [si se presta la garantía

estas conservan su vigencia y, caso contrario, se ordena su levantamiento].

De tal cuenta, no se aprecia la existencia de una labor racional que rebase

la mera revisión y calificación de aspectos fácticos en consonancia con las

constancias procesales. En ese sentido, esta Corte puede concluir que los

pronunciamientos judiciales que tengan por objeto requerir al actor la prestación de

garantía por las medidas cautelares que hubiere solicitado –o bien, la disposición

que deniegue dicha petición–, tienen la naturaleza de decreto, por lo que a partir

del presente fallo debe tomarse en consideración que el medio de impugnación

idóneo que puede posibilitar la revisión de tales decisiones en la competencia

ordinaria, es la revocatoria.

Ahora, en el caso bajo examen, el postulante aduce que la declaratoria sin

lugar de la impugnación [revocatoria] que interpuso contra la decisión por la que el

juzgado cuestionado le requirió que prestara garantía por las medidas solicitadas,

le es lesiva pues convalida una petición cuyo plazo, monto y apercibimiento, fueron

fijados arbitrariamente, ya que los demandados no precisaron esos extremos en el

escrito correspondiente.

Del análisis de las constancias procesales, se advierte que no existe

vulneración a los derechos fundamentales denunciados, ya que si bien los


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reconvinientes no indicaron el monto al que debía ascender la garantía a la que

hace alusión el artículo 532 del Código Procesal Civil y Mercantil, al ser el presente

asunto de valor indeterminado, esa labor corresponde en cualquier caso al tribunal

de conocimiento conforme dicho precepto, pues se establece que el monto deberá

ser determinado “a juicio del juez” conforme los parámetros legalmente

establecidos [precisados en el artículo 531 ibídem], lo que permite advertir que en

todo caso, la estimación que pudieran haber presentado los afectados sería

eminentemente referencial o coadyuvante a la decisión que en definitiva le

corresponde tomar al juzgador. En ese sentido, puede concluirse que no existe

afectación alguna en cuanto a ese punto.

Por las razones anteriores, al determinarse que el juez de conocimiento

actuó dentro del ejercicio de las facultades que le otorga la normativa aplicable y

sin advertirse arbitrariedad en el uso de estas, puede concluirse la inexistencia de

agravio al declararse sin lugar la revocatoria que instó contra la decisión de

requerirle garantía por las medidas cautelares que solicitó.

e.3) El accionante denuncia como lesiva la decisión de la autoridad

reprochada de no revocar el pronunciamiento por el que tuvo por ofrecidos los

medios de convicción presentados por los contrademandantes. Para dilucidar esa

cuestión –y siguiendo con el método utilizado con anterioridad–, deviene necesario

traer a cuenta algunas ideas sobre las fases de la prueba. Estas etapas, en

síntesis, son: el ofrecimiento, que ocurre en la etapa preliminar del proceso; la

proposición, la admisión y el diligenciamiento, que se realizan una vez abierto el

período probatorio propiamente dicho; y, finalmente, la valoración, que es

efectuada al momento de dictar el fallo correspondiente. Respecto de la primera de

estas [ofrecimiento], se refiere al acto por el que las partes indican al juzgador los
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medios de comprobación que podrían ser propuestos en su oportunidad para su

incorporación y posterior valoración. Así, el que un órgano judicial tenga o no por

ofrecido determinado instrumento de probanza, constituye un análisis de

naturaleza formal, puesto que en esa etapa únicamente se indican qué elementos

de convicción se pretenden diligenciar. En ese sentido se pronuncian los autores

Mauro Chacón Corado y Juan Montero Aroca quienes refieren que el ofrecimiento

es: “…el acto de las partes por el que precisan qué medios de prueba desean

practicar en el proceso […] debe tenerse en cuenta que una cosa es que se pida

que en el proceso exista prueba y otra que se diga qué medios deben

practicarse…” De esa cuenta, la disposición que en ese sentido se efectúe, es de

mero trámite independientemente de su sentido [tener por ofrecido el medio de

convicción o no], por lo que el pronunciamiento judicial respectivo es susceptible

de revisión por vía de la revocatoria como se mencionó ut supra.

Cabe aclarar que en cuanto al período de prueba en sentido estricto

[relacionado a la proposición y admisión de esos medios para su

diligenciamiento], debe examinarse si el elemento de comprobación propuesto

cumple con los requisitos legales necesarios y, además, si no se encuentra

prohibido por la ley, no es notoriamente dilatorio o si no fue presentado con el

objeto de entorpecer la marcha regular del proceso, supuestos para los que el

juzgador tiene facultad de rechazarlos conforme lo previsto en el artículo 127 del

Código Procesal Civil y Mercantil. De ocurrir esto último, el afectado no puede

interponer medio de impugnación alguno contra dicho pronunciamiento [así lo

prevé la norma referida al regular: “…las resoluciones que se dicten en este

sentido son inapelables…”], pues para el efecto, el legislador estableció la

protesta como la institución que permite que el instrumento de convicción


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inadmitido sea recibido por el tribunal de segunda instancia si fuera procedente.

Por su parte, cuando el motivo de rechazo sea distinto de alguno de los motivos allí

regulados, esta Corte ha sostenido en reiteradas ocasiones que: “…si el juzgador

no fundamenta su rechazo en alguno de los supuestos previstos por la

norma[artículo 127 precitado], esta Corte es del criterio que la postulante debió

reclamar tal situación, si la consideraba violatoria del procedimiento o de la ley, por

medio de la nulidad prevista en el artículo 613 del citado Código, pues según

este, podrá interponerse la nulidad contra las resoluciones y procedimientos en

que se infrinja la ley, cuando no sean procedentes los recursos de apelación o

casación…” [Sentencias de veintidós de junio y uno de julio de dos mil diez, y de

diez de junio de dos mil once, dictadas respectivamente dentro de los expedientes

399-2010, 1502-2010 y 857-2011].

Ahora bien, en cuanto a dicha tesis –relativa a que el rechazo de medios de

prueba por motivos ajenos a aquellos que viabilizan la protesta constituyen autos y,

por ende, son cuestionables por nulidad–,deviene necesario efectuar un nuevo

análisis sobre su naturaleza jurídica en atención a las ideas desarrolladas en el

presente fallo.

Los autores Mauro Chacón Corado y Juan Montero Aroca, indican que la

admisión en materia probatoria es: “...el acto del juez por el que, previo examen

de los requisitos necesarios, determina los medios de prueba que, entre los

propuestos por las partes, deben practicarse en el proceso. Aquí es donde surgen

las facultades negativas y positivas del juez, quien puede rechazar o admitir un

medio de prueba propuesto por una parte…” [Op. Cit., página cuarenta y nueve].

Lo expuesto por los maestros citados, pone en realce que el examen que efectúa

el tribunal de conocimiento para decidir la admisión o no de un elemento de


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convicción, se circunscribe a la verificación de “requisitos necesarios”, siendo

estos: i) los contenidos en el artículo 127 antes aludido; y ii) la determinación de si

los instrumentos de probanza que se pretenden incorporar al proceso se refieren a:

hechos no controvertidos o admitidos [artículo 123 del cuerpo normativo en

mención], o si son impertinentes o inútiles [Op. Cit., página cincuenta]. Así, de ser

superado ese estudio, el resultado será la admisión de los medios de prueba para

su posterior diligenciamiento y valoración. Esas ideas demuestran que el examen

que efectúa el tribunal de conocimiento para rechazar un medio de prueba,

fundamentándose en supuestos ajenos a los que contiene el artículo 127 de la ley

en mención, se refiere a la determinación de casos que, aunque no estén previstos

en dicho precepto, hacen que el medio de comprobación sea inadmisible, teniendo

como efecto que este no continúe con la fase siguiente del período probatorio

[diligenciamiento y, posteriormente, su valoración], negando el impulso procesal.

Por esa razón, dichas resoluciones constituyen decretos, y su impugnación es por

vía de la revocatoria.

Por lo anterior, esta Corte, en armonía con lo resuelto en sentencia de tres

de julio de dos mil diecisiete, dictada en el expediente 2173-2017, que expresó:

“…Derivado de que el Código Procesal Civil y Mercantil reserva, de manera

exclusiva, el remedio de revocatoria para reclamar contra los decretos, la nulidad

(por vicio de procedimiento o por violación de ley) está descartada como idónea

para denunciar vulneración al procedimiento que anteceda al decreto o que este

mismo provoque en su contenido, porque si bien, la norma que regula la

procedencia de la nulidad hace referencia a que esta procede contra ‘resoluciones’

y procedimientos, sin distinguir contra qué tipo de decisiones deviene viable

[decretos, autos o sentencias] también lo es que si la revocatoria ya está reservada


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para los decretos, no cabe concebir a estos [los decretos] dentro del término

‘resoluciones’ a que alude el artículo 613 del Código ibid...”, y con base en la

facultad que le otorga el artículo 43 de la Ley de Amparo, Exhibición, Personal y de

Constitucionalidad, relativa a que podrá separarse de su propia jurisprudencia

razonando la innovación, establece que a partir del presente fallo las disposiciones

que rechazan los medios de prueba con fundamento en motivos no previstos en el

artículo 127 del Código Procesal Civil y Mercantil, tienen la naturaleza de decretos

y, por esa razón, devienen impugnables solamente por revocatoria. Ahora bien, la

situación sub iudice se refiere a la admisión de medios probatorios en el

ofrecimiento; etapa sobre la cual, esta Corte ha indicado que tiene como fin que el

juez decida si un elemento de convicción ingresa al proceso como posible

instrumento de probanza [cfr. Expediente 1566-2015, sentencia de catorce de

septiembre de dos mil quince], es decir, que genera una mera expectativa de que

el medio ofrecido pueda ser incorporado para su posterior valoración, siempre y

cuando sea admitido por el órgano judicial tras ser debidamente propuesto por el

interesado en su momento oportuno [período de prueba]. En ese sentido, este

Tribunal estima que la violación denunciada por el postulante [cuyos agravios

fueron consignados en el apartado respectivo de esta sentencia] carece de

sustento por dos razones: i) la idoneidad de los medios de prueba no puede ser

examinada en la etapa del ofrecimiento, pues en ese momento el juzgador

únicamente verifica que el medio de comprobación presentado cumpla con los

requisitos formales exigidos por la ley [lo cual no se advierte que haya sido

inobservado], aunado a que, en todo caso, la oportunidad para determinar la

idoneidad del instrumento de probanza es hasta su admisión para su

diligenciamiento en el período probatorio propiamente dicho; y ii) no es cierto que


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los elementos de convicción hayan sido ofrecidos sin que se precisara su

fundamento legal, ya que en la cita de leyes del escrito respectivo [folio 77 de la

pieza remitida como antecedente] se aprecia que se encuentran consignados los

artículos que el amparista señala como omisos. Por tales razones, no se advierte

la concurrencia de agravio en cuanto a la decisión referida.

Los argumentos anteriores evidencian que el amparo instado es

notoriamente improcedente. Al haber resuelto en el mismo sentido el tribunal de

primer grado, debe confirmarse la sentencia apelada, pero por los motivos aquí

considerados.

LEYES APLICABLES

Artículos citados, 2°., 265, 268 y 272, inciso c), de la Constitución Política de

la República de Guatemala; 2°, 3°, 8°, 9°, 10, 42, 44, 46, 48, 60, 61, 63, 64, 66, 67,

149, 163, inciso c), 179, 185 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad; y 36 del Acuerdo 1-2013 de la Corte de Constitucionalidad.

POR TANTO

La Corte de Constitucionalidad, con fundamento en lo considerado y leyes

citadas, declara: I) Por la ausencia temporal del Magistrado Neftaly Aldana

Herrera, se integra el Tribunal con la Magistrada María Consuelo Porras Argueta,

respectivamente, para conocer y resolver el presente asunto. II) Sin lugar el

recurso de apelación interpuesto por Ramiro Eulogio Bonilla Fuentes, postulante

del amparo; como consecuencia, se confirma el fallo apelado, pero por las

razones aquí consideradas. III) Notifíquese y, con certificación de lo resuelto,

devuélvanse los antecedentes al tribunal de primer grado.


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