Sunteți pe pagina 1din 14
El paisaje cosmologico de la arquitectura en el Suroeste de Norteamérica Cosmological landscape of architecture at North American Southwest M® Jestis Bux6 | Rev Universidad de Barcelona Departamento de Antropologfa Social mjbuxo@pcb.ub.es 3 _ ste aticulo explora la vinculacion ce la cosmology lt akuitetura pata prodicr pat PALABRAS _sajes culturales donde los simbolos, los materiales y la techologla constituyan tin discutso “ae 3 ritualmente usado para defini la identidad y acivat movitnientos de fevitalizacioh eh el arqutectura 1D trea teritorial de Nuevo México, costa iva Nuevo México. 5 This paper explores the link between cosmology and architecture to prodhice citutal Key 3 landscapes where symbols, materials and technology constitute a discourse used to define WorDs identity and to make active revitalization movernents in the New Mexico area Arehitactut. 2 Cosinology. < iva, New Mexico. SUMARIO 1. Primeros paisajes culturales. 2. Sipapu, kiva y hogan. 3. Las motadas 4, Referencias bibliogréticas J 2 ‘Alosé Alcina Franch, por su sentido y ensefianza interdiseiplinat dé la Antropologia: Lo primero fue el artey la arqueologia, pero muy pronto me enaiioté de la antropologia> Antropdtogos y Disidentes (1999) Cuando los primeros antropélogos empezaron a estudiar los indios tiotteatericatios se interesaron por establecer vinculos entre los aspectos tangibles ¢ intangibles de esas culturas, esto es, entre la arquitectura, el arte, la organizacién social y la cosmologia. Desde el principio, Revista Espanola de Antropologia Americana, 85, ISSN: 0556-6533, 2008, ol. extraordinario 85-98 1M. Jesis Bud i Rey Elpaisaje cosmoldgico de la arquitectitra eh el Suroeste de Norteamériea el objetivo no era recoger materiales y registrar edificios, sino poner de manifiesto eémo latee- nologia y la arquitectura constituian formas de vida. De las primeras visitas de campo, cabe destacar a Powell cuyos informes escritos y fotograficos datan de 1867, asi coino los de Morgan en 1878 y Bandelier en 1880. Interesado por los estadios evolutivos a través de la construccién de laviviendas, Lewis Morgan en su trabajo Houses en Hotiselife of the America Aborigenes (1881, 1965), seleccioné la arquitectura de los indios Pueblo para evidenciar fottas de vida comini- tarias y les asigno el estadio de barbarismo medio de acuerdo con el criterio de asentamiento sedentario, la arquitectura defensiva y las formas de tenencia de la tierta. Si este andlisis de la arquitectura Pueblo estuvo orientado por el esquema teérico, el trabajo de campo fie desarro- lado por John Powell y Victor Mindeleff quien en st libro A Stidy of Pueblo Architecture in Tusayan and Cibola (1881), aporta muchos datos no s6lo para estudiar los materiales y las for- mas de construccién sino para vincular la tecnologia con las formas de vida doméstica, la ritia~ lizaciény la cosmovision. Estudios que, en aquellos afios, coinciden cont ut carhbio de actitud hacia la naturaleza y un interés renovado por el desierto y los indios del stitoeste, lo cual esti- mulalos viajesy el turismo hacia esa zona. Con espiritu romédntico acuden Gustaf Nordenskiold que escribe en 1893 sobre los cliff dwellers de Mesa Verde, Adolph Bandelier, George Wharton James, Charles Lummis y muchos artistas que findan en i898 la Taos art colony. Posteriormente, entre 1900 y 1920 seguiran otras investigaciones que asentaran el periodo clisico de la antropologia norteamericana, lo que Margaret Mead y Puith Bune titularin The Golden Age of American Anthropology (1960), hasta los estudios ms recientes de Dennis y Barbara Tedlock (1975) y el extenso trabajo de campo de un tewa, Alfotiso Ortiz (i969). Cosmologia y arquitectura constituyen una de las combinaciones culturales mis relevantes para entender cémo se construyen y enlazan los paisajes simbdlicos y materiales de wna socie~ dad. La arquitectura constituye un discurso sobre los materiales, las técitieas y los simbolos cuya significacién social y ritual da formay coherencia al paisaje fisicoy cuiltitral. Y, ett este sen- tido, acta como una tecnologia de la comunicacién a través de la cual se narra visualmente la cosmovisi6n de estas sociedades. Asi, a través de los lugares, los materiales, las construcciones en forma de casas, centros ceremoniales, conduociones de agua, entre ottos, s¢ elabora una narrativa cultural que describe y ordena secuencialmente las relaciones etitre los lugares y las cosas, el orden sagrado y el sistema social transmitiendo valores y ptincipios de organizacion y de credibilidad. Y no sélo enel pasado, y en sociedades sin escritura, sitio que la fuerza de esta semiética cultural radica en el hecho de que es permanentemente actualizable en forma de nuevas narrativas tal como se puede constatar en los movimientos de revitalizacién cultural indigena e hispana que usan los paisajes cosmol6gicos de la arquitectara en la elaboraciényla legitimacién de su identidad comunitaria y territorial. ‘Ahora bien, una cosa es la semidtica que vineula arquitecturay cosmovisi6n y otra los aspee- tos técnicos de la construccién. Siendo sociedades de tradicién oral, desde las culturas prehis- toricas hasta los protagonistas de las etnografias clisicas del Suroeste, no deja de sorprender la capacidad para ideary producir construcciones arquitecténicas tan elaboradas formalmente ya Revista Bspariola de Antropologta American 86 43008,val.extriordinario 85-98 1M." Jess Buzé i Rey EH paisaje cosmoldgico de la arguitectura en el Suvoeste de Norteamérien que el desarrollo del pensamiento abstractivo se ha tendido a vincular eon la eseritura y su expansi6n a través de la imprenta como tecnologia de la comunicacién. Dest stis origenes la Antropologia Cultural se ha esforzado en destacar el eardcter intelectualmente creativo de toda sociedad atm siguiendo estrategias cognitivas diferentes segin los niveles de complejidad tec- nosocial. Y, en este sentido, Radin (1927), al analizar formas de pensar a través de diferentes cosmologias indigenas, llega a la conclusion de que no eran simplemente seguidores de cos~ tumbres y creyentes, sino pensadores que trabajaban con ideas e imagenes pata datles cohe- rencia y hacerlas abstractas. No sélo les interesaba lo que percibian y sofiaban como realida- des, sino también caleular sus ideas y disefar estructuras en forma de dibuyjos, o arguitecturas, lo cual les permitia convertir sus suefios en realidad. Cabe decir, entonces, que la estructuracién arquitecténica se constituye en el pensamiento analégico, 0 la habilidad de abstraer objetos, palabras e ideas mediante la asociacionty el con- traste. Relacionar, sustituiry aplicar entre si objetos ¢ ideas sirve como wa eadena discreta de procesos de informacién para resolver problemas técnicos y simbélicos, Asf, la anialogia no es slo la base para desarrollar onomatopeyas y metiforas lingitisticas y establecer proyecciones del propio cuerpo en forma de instrumentos, sino también comparar, initar y estructurar for~ mas diversas de la naturaleza y ordenarlas en tiempos —ritmos, movitnienito y duracin—y espacios —exterior ¢ interior, continente y contenido, y puntos cardinales—. Por lo tanto, cons- ‘truir arquitecturas es un propésito social de base innata —defensa, reprodiiccién— que se ela- bora tecnolégicamente en andlogos de tiempo operacional —movimientos y ritinas— en con- junci6n con espacios causales hechos de materiales, formas y disefivs. Y atribos, tiempo y espacio, se reactivan mediante analogias de segundo orden que producen ttha cadena de signi- ficados simbélicos que permiten asociar lo doméstico con lo sagrado, el espacio interior de la casay el centro ceremonial con la matriz creadora y el centro del mundo. Y ast se abreny cie~ rran espacios que se extienden a la exterioridad de la vida cotidiana et las calles asi coro la organizacién ceremonial en las plazas lenando el paisaje de orden social y césmico. Laintegracién de esos sistemas de conocimiento, técnicos y simbélicos, se denomina cos- movisién que no es simplemente un modo de pensamienito, una cosmologia, tin ethos, o un carécter nacional. La cosmovisién es una construccién analégica del mundo expresada a través de diferentes sistemas de conocimiento que orientan a veces de forma explicita y otras impli- cita la relaci6n compleja entre los principios de la naturaleza, el orden y el desorden y los prin- cipios estructurales del yo, el otro, el tiempo, el espacio y la causalidad. Se enitrectuvan la fuer- za del espiritu con el uso del instrumento, de donde venimos y adonde vamios con lo que se proyectay se hace, de manera que las técnicas y las ideas construyen y nartan edificiosy creen- cias, En términos lingitisticos cabria decir que no se habla en una lengua, sino a través de ella, de manera que no hay divisién entre lo que se experimentay se expresa. De ahi la relevancia de la arquitectura como expresi6n técnica, estética y ritual en cuanto entteteje y natta aspectos fisicos, materiales y simbélieos: los puntos cardinales, la montaiia y él llaio, la noche y el dia, yladistribucién de colores constituyen los lugares donde se asientan los mitos de creacién, las 87 Revista Expatola de Antropotogta Americana 4003, vol. extradtiiniatio 85-98 roost de Morleamériea M. Jestis Buss i Rey Fl paisaje cosmoldgico de la arquitectura en relaciones familiares y clénicas, los rituales de iniciacion, purificacidn y exhottacidn, la orga~ nizacién laboral y politica, que son de forma indistinguible la casa y el centro cereitionial, las calles y los eanales de irrigacién. De ah el titulo de esta comunieacién que hace referencia no s6lo a la construccién de formas arquitecténicas sino a la elaboracién de in paisaje cultural ca entre diferentes grupos indigenas ¢ hispanos del Suroeste de Bstados Unidos de Amér 1. Primeros paisajes culiurales No se puede entender la arquitectura y la cosmovisiGn actual de los Indios del Suroeste sin contemplar su pasado prehistérico, del 300 AC al i460. Siguiendo los cietitos de niinas regis \guit tres ateas culturales que oe a la topogra- , 4 los recursos tradas arqqueol6gicamente en Nuevo México y Ariana, eabe di se caracterizan por la grandeza de sus resoluciones arquitectonicas en adapta fia, montafias y mesas, las temperaturas variables del desierto, y, en especi neas con entrada lateral de la cultu escasos en riosy lluvias. Son destacables las casas suber ra Hohokam, el centro ceremonial con pirdmide trincada y la construceiét de intrineados canales de irrigaci6n indicativo de una organizacién socicecondémica compleja en la produe ciéndel maiz, el frijol, a calabazay elalgodén. De los Mogollén quedan pueblos eott casas agri padas, algunas semienterradas y otras en superficie y los pozos ceremoniales. Y de los Anasazi, alabrigo de cuevas, caftonesy mesas en Black Mesa del pais hopi, Mesa Verdey el complejo de Figura 1, Cafén del Chaco, archivo Tom Lyons. Revista Espartola de Antropologia Americana 88 2003, vol. extraordinario 85-98 M9 Jesus Buzo i Rey FLpaisaje cosmoldgico de la aigiuitechira en el Stroeste de Norteamerica Ganon Chaco: Pueblo del Arroyo, Puchlo Bonito, Chetto Kelly la Pajada Butte, se oonstruyen habitaciones de piedra y tapial de cuatroy cinco pisos de altura, adicionanidose 'y ett ottos casos signiendo un disefio conectivo a través de plazas y terrazas que finalmiente se extienden en inacabables caminos que enlazan micleos de poblacién en redes comerciales y de comunica- cién. Contrastan las viviendas orientales, compactas y celulares cow tis de einetienta habita- ciones y las kivas ceremoniales redondas construidas en bloque de piedra, con las habitaciones occidentales que se sittian alrededor de ua plaza en grupos de dos o tres, mientras las kivas, enterradas uno o dos metros, estan hechas de barroy paja. Hacia i400, la poblacién empieza a concentrarse en algunos de estos conjuntos arquitecténicos, mientras ottos niicleos son aban- donados progresivamente debido a cambios drasticos en la climatologia y también ala invasion continuada de bandas del norte, lo cual produce el declive definitive de estos eentros hacia 1500.A partir de aqui, y desde 1540, son las erdniicas de expedicionarios ytnisionetos espafio- les las queaportan datos sobre unas setenta ciudades cuyos habitantes vata set llatniados indios pueblo. Se ha considerado alos Anasazi como el antecedente cultural de gran patte de las tri- bus de Arizona y Nuevo México, los hopi, los uti asi como los pueblos alo largo del Rio Grande, y también ban reclamado ancestria los némaclas atapaskanos que penetraron posteriormente enlazona, los apaches, y en su hibridizacién pueblo, los navajo. 2, Sipapu, kivay hogan La arqueologia indica que, a finales del siglo XIV, los indios ocupabaui los pueblos que des- cribirian los espafioles en sus diarios a partir de mediados del siglo XVI. La casayla kiva,o sala subterranea que funciona como centro de reunion y de ritualizacién inicidtica de los clanes, constituyen modelos del universo que se igualan metaféricamente cot la cteacién del munclo yatravés del proceso de construecién y remodelacién se consagra y rittializa la teordenacién del cosmos. Segtin rezan los mitos de ereacién, el mundo de los Indios Pueblo tio fue creado al principio, ya estaba alli Lattierra era cuadrada y plana; tenia cuatro eoquinas y un centro. Debajo de la sipetficie de la tierra habia cuatro niveles horizontales, cada uno era un mundo y cada tno tenia asignado un color, blanco abajo, luego rojo y azuly, por debajo del mundo actual, ariatillo. Bn las narrativas de origen, la vida pueblo empieza en el mundo subterrineo bajo wn lago donde vivian los dioses, los hombres los animales que no conoefan nila enfermedad ni la muerte. Se sabta ite el mundo de arriba existia, pero era verde ¢ inmaduro, ya tierra era blanda de manra qe no se podia cami- nar. Cuando llegé cl momento de salir, la dioca Iyatila produjo un grat Arbol qe pertnitis a la gente escalar hasta los siguientes mundos, del blanco al rojoy de éete al aul. Pr cada higat se cre - aron sociedades médicas hasta legar a este mundo en un lugar del norte llaiviado shipap. Pero ain ‘uvieron que esperar antes de acceder porque el suelo estaba todavia blando, De ahi emigtaron hhaciael surerigiendo pueblosy casasy fueron sucediendo muchas cosas, as na joven qhte reoo- Giapitiones fue impregnada por el Soly tuvo gemelos, Masewiy Oyoyewi, qe cote tieinpo tuvie~ Ton que pasar por muchas pruebas y mostraron grandes poderes sobrenatittales, Y despuiés de 8g Revista Espanola de Antropologia Americana 2003, vol. extriordinaris 85-98 M9 Jestis Bus i Rey El paisaje cosmoldgice de la arquitectura en al Surveste de Norteamérica Figraraa. Taos, archivo MJ. Bux. mmchas aventuras hicieron finalmente su casa ena montafia Sandia donde v los jefes de guerra de los Pueblos. En cada esquina de la Tierra habia una casa en la que vivia wn diosy cada una de las seis direcciones tenfa su propio animal, mujer, Arbol, serpienite y guerrero, Un mundo bien ordenado en el que las gentes cultivaban mais, frijoles, calabana, algodén y taba~ co, cazaban venado y pavo en las montafas, vivian en casas y tenian kivas cetemoniales. Cada on gus danzas atvafan la Ihivia y la bonan- jeny representan a verano venian unos seres con poderes, las kachinas, y zaen las cosechas. ¥, ma vez que se enfadaron, las gentes morian de hambte de manera que las kkachinas les permitieron que se hicieran pasar por ellas vistiendo mascaras y usantlo en sus obje- tosy altares los simbolos de las nubes, la lhivia elrelémpago. Y al danzat-y caitat entraron a for- mar parte de su espiritu En estos relatos se elabora una cosmologia de espacios: seis niveles de asvenso y descenso y cuatro puntos cardinales. La transicién de niveles implica pasar del hrimedo otigen sagrado al endurecimiento progresivo de los materiales hasta llegar a la tierra. Cada nivel configura un espacio que sirve para categorizar a los dioses y los espiritus de la uvia, las persorias, los ear gos sociales y religiosos asi como la salud yla enfermedad. Los puntos eardinales establecen referencias relativas a montafias, rios y vientos sagrados y los colores refterzan la asociacion entre el rojo-abajo, el azul-arriba, el amarillo-izquierday el blanco-derecha. Dentro del pue- blo, hay centros radiales como la ofrenda hajo la plaza y las kivas que enearnan la idea de lo Revista Espartola de Antropologta Americana go 2008, vol. extraordinario 85-98 M. Jess Bundi Rey El poisaje cosmoldgico de la arquitectisa en el Suroeste de Novtemmériea sagrado. Ya su alrededor vive la gente en sus habitaciones que a sti ver irradia fuerza hacia los cuatro puntos cardlinales en linea con las esquinas de los edificios en diteccién a los eampos, la cuevas, las montafias y las aguas. Enlakiva, o casa subterrnea primordial, hay un agujéro en el suelo, el sipapui. Bs el ombli- go del mundo y corresponde ala parte més sagrada de la cdmara cererntiial ya qu sitnboliza el lugar de donde emergié la gente. El nivel del suelo de la kiva representa el segundo mutido, por debajo del techo esti el tercer mundo donde se crearon los animales y pot enivitna del techo el cuarto mundo que es el lugar donde se vive. Alrededor de la cémara hay un hanico yah residen los espfritusy también se colocan los fetiches y las mascaras y en nichos o agujeros de las pare- des se guardan instrumentos y receptaculos para las pipasy el tabaco sagrado. El techo es el cie~ lo, las vigas representan la Via Lactea y la esvalera de acceso el arco itis. Hl techo se constraye con troncosde cuatro arboles diferentes, que pertenecen al submundo y fueron plantados para que la gente escalase hacia la tierra, de ahi que la kiva se identifique rapidamente por los palos delas escaleras que sobresalen por el agujero del techo. Al techo se atait dos pluias separadas, una en direccién al cenit, el espacio invisible, y otra al nadir 0 deidad del interior de la tierra que hace germinar a vida, Engeneral, las kivas son redondas, pero también hay rectangulares. Se excavanto se aprove- chauna hondonada y el tamafio depende del servicio al que se destinati, se dedicat a tisos reli- giosos pero también sirven para reunir a los hombres y dirimir asutitos piblicos. Si bien las mujeres no frecuentaban las kivas, hay alguna que otra kiva construida para soviedatles de mujeres en las que se realizan rituales iniciaticos. De los casas subterratieas, semisubterrane- asy las habitaciones agrupadas de los asentamientos histéricos se pasa a los pequefios pueblos conhabitaciones rectangulares, de dosy tres metros por tres y cuatro metros de superficie, dis- puestas de dos y tres en fondo y en varios pisos, sitviendo las habitaciones externas como vivienda y las interiores como almacén. Para los indios pueblo orientales, tiwas, tewas, towas y piros como para los occideniales, keresan, zwi y hopi, hacer una casa es una tarea familiar, como criar o cuidar de los hijos y la cosecha, cumpliendo hombres y mujeres diferentes areas, Y también es un proceso ritual que regula las fases de la construccidn: al inicio al final, el jefe de kiva dedica plegarias ala casa, el kitdauwi 0 canto arcaivo dirigido al ool, y mientras canta y danza esparce una mezcla de tierra, hierba y tabaco dando la vuelta completa desde el oeste y describiendo la posici6n de las paredes. Y durante el proceso de cotistructién, las tareas se interrumpen para rezary pedir que la casa sea s6lida al igual que la familia prospeta y se cuel- gan en la viga central palos de oracién, ofrendas de plumas y otros. Antaito, se construfa en primavera o en verano, épocas del afio en las que habia suficiente agua pata tezclar el harro, tapialy adobey se disponta de tiempo para recoger materiales del entorno, en especial la made- ra, Los cimientos eran raramente excavados, cony sin piedras y en superficie, las paredes eran gmiesas de barro apisonado y encofrado, los materiales se procesaban poco j la realizacién del techo era lo més costoso por la escasez.y el traslado de la madera y siempre que se usaron tron- cos de pino ponderosa eran pelados pero nunca alisados ni recuadrados. Los hombres hacian 9 Revista Espanola de Antropologta Americana 2008, vol. extraatdinari 85-08 M.S Jesis Bux i Rey Elpaisaje cosmoligico dé la arquitectira eel Suroeste de Norteamnéricn eltecho horizontal con vigas que sobresalian de los muros, entrecrizanido vatas llamados lati as, y desaguaba por una esquina con una canaleja hecha de cazos rotos 0 metates viejos. Sobre esta base se colocaba arcillay broza, o adobe hiimedo, y encima las mujeres afiadian un manto de hierba que, al secarse, lo fijaba mientras se procuraha que el agua tendiete a desviarse hacia afuera para evitar goteras. En su funcién de terraza se usaba para estar, dormir, aventar el gra noysecar el chile. En elinterior, el suelo erade tierray raramente de piedra y las misjeres enu- cian o encalaban las paredes, as{ como enjarraban el rmuro exterior con ateilla clara a finales del verano cuando las cisternas estaban més llenas. En su funcién de entrada, ett el techo se situa~ ba la trampilla de acceso a la vivienda, que no tenfa puerta, por razones defensivas y simboli- cas, yse accedia mediante una escalera exterior. Simbélicamente el efecto es transformar el techo en una superficie conectada con el mun- do, No esun elemento distinto de la habitacién sino la continuacién de las paredes a otro pla- no, lo cual refuerza el sentido de contenedor. Y las viviendas se enlazan con pasadizos y alrede~ dor de espacios abiertos, a veces formando plazas de forma diversa, ciddlrada, redonda o semicircular. Esta imaginacién arquitect6nica conecta con la lengua hopi que, segin Whorf (2999), dispone de unos diecinueve términos para referirse a partes componentes de tna construccién, pero ninguno especifico para espacios vacios e interiores tridimetisionales. Son mis bien conceptos relacionales de manera que la habitacién se entiende como un receptéeu- lo en términos de su contenido temporal en objetos y acontecimientos, esto es, no impone identidad sobre su contenido temporal pero tampoco el contenido earacteriza de forma per~ manente lahabitacién. La ocupacién de una casa-piki se nombra mediante ti término que sig- nifica pero se lamaria asi aun cuando estuviera puesta al aire libre, y no hay término para la casa-piki misma, salvo en inglés, aunque la easa-piki es tin tipo arquitect6nico completamente diferenciado, Porlo tanto, por una parte, esta inanera de repre sentar la ubicaciénen el espacio, o en regiones de espacio, indica que una habitaci6no wna sala, no sonnombrados como se hace con los objetos, sino mas bien situados, 7, por otra, que la wni- dad, el acontecimiento ‘inico, no tiene consecuencias mientras que la asociacién ext forma de repeticiény recurrencia crean el acontecimientoy el orden césmico. Merece consideracién aparte la casa navajo, el hogan, que constituye tatito tha vivienda ordinaria como una cémara ceremonial. Bandas de origen atapaskano Hegan ala gona a finales del siglo XVy aportan sus propias ideaciones cosmolégicas y sohuciones atquitectonicas, pero también hibridizan sus formas y expresiones al entrar en contacto y convivir con las culturas pueblo e hispana especialmente a principios del siglo XVIII. Para los navajos, las montafias fueron el primer modelo de hogan y en su estructura, divisiones y colores sagrados, se repre senta a casa mitolégica hecha de rayos de sol y de arco iris con todos los elementos constititi- vos del poder. Fl arbol césmico, el palo totémico representan el origen y el centro del mundo, y los puntos cardinales, indicados mediante palos horquillados, dan acceso 4 la vivienda, el mundo de losvivos, siendo la estructura cénica del techo masculinay ent forma de capulafeme= nina. En el interior, la parte en superficie, hecha en general de troncos, sitve como almiacén y Revista Espafiola de Antropologia Americana 93 2008, vol. extraordinario 85-98 1M." Jesis Bub ey Et pnisaje cosmoligico dela arguitectura en el Sutoeste de Norteamérica granero, mientras que la parte enterrada constituye la vivienda 6ptima pata las condiciones eli- miticas de calor e inversién térmica. No sélo es relevante la orientacion al este de la entrada, sino también las salidasya que siendo el hogan tina nidad sagrada de los vives, cuando alguien mere se abre un agujero en el lado norte pata sacar el cadaver e, incluso, se pitede abandonar el hogan. Se establecen asi correspondencias entre la casa familiar y el linaje, entre la cons trucciény el cuerpoy entre la casay la purificaciényla curacién. Analogias que se hacen exten- sivas ala casa de sudaci6n o purificacién, que es parte de la estructiraci6n mitolégica y ritual delos navajo, asi como de los ute, los comanche y otros grupos de las pradetas. Bri la cosmolo- gfa navajo hay cuatro submundos, a veces més, y todas los fenémenos tiatirales tiene formas interiores, la tierra, el cielo, el sol, la luna, la Ihivia, el agua, y estas fotirias intetiores fueron creadas en las casas de sudacién. Pero también los seres huimanos tienen formas intetiores, almas al viento, referidas al control del propio cuerpo y las acciones y es eit el espacio de las casas de sudar donde surgeny se onganizan las ideasyy se hacen planes. Atendiendoal hecho que tanto los indios pueblo como los navajos viven en zonias ecoldgica- mente semejantes, Rapoport (1972) destaca los contrastes que se proyectan en la interaccién entre arquitectura, lengua, cosmologia y ritual. Asi, mientras el catdetet coitiinal de las vasas pueblo se orienta de la periferia al interiory las ceremonias buscan la restatiraci6n de la armo- nia con el universo entero, los rituales navajo hendicen la casa del centro hacia el extetior y aspiran no sélo a vincularse con las fuerzas de la naturaleza sino a conseguit la armonta inter na del individuo. Esta orientaci6n individualizada se refleja también en la lengua navajo, espe- cialmente en el uso de categorias precisas y en la tendencia a clasificar mas las diferencias que os aspectos comunes. 3. Las moradas Laentrada espaftola irrumpe la homogeneidad del paisaje indigena, y pronto se lletian los pueblos de chimeneas ylas misiones franciscanas de catnpanatios. Progresivay lentamente se adoptan las puertasy las ventanas, asi como los instrumentos de metal, se inejorati las téenivas eneluso del molde de madera para hacer un adobe menos grueso y mas fuerte asf como miejo- rar los entramados del techo. Ahora bien, el proceso aculturativo entre indigetias ¢ hispanos actué en diversas direcciones. A principios del siglo XIX, se producen movimientos de revita- lizaci6n cultural que, por parte de los indigenas, suponen la reactivacién de practicas rituales y ‘un retorno hacia sus formas arquitecténicas y, entre los hispanos, la reinvenci6n de tradicio- nes asociadas ala defensa de la identidad comunitariay el disefio de arquitechiras rituales con una notable influencia de las culturas indigenas, Estas condiciones se dati eh esta frontera del norte con motivo dela independencia de Espafta (1820), y después de México, y laanexidn alos Estados Unidos (1848). La distancia de los niicleos de poder, el desorden institucional, la dis- persién de los asentamientos, el abandono y la expulsion de los misionetos, aislan esta zona fronteriza, lo cual estimula el desarrollo de hermandades o agrupaciones de ayuda mutua 'y soli~ daridad comunal. Ya este aislamiento se aflade después la indefensién provocada pot la mag- 93 Revista Espantola de Antrepolagta Americana 2008, vol.extraordinaris 93-98 M." Jestis Bux it Rey rica, Figura 3, Abiquid, archivo Tom Lyons. nitud de la inmigracién angloamericana, las imposiciones politicas y legales, la apropiacién de las ticrras lo cual refuerza y prommeve el secretismo de estas hermandades y un breve bando- lerismo social cuyo fin es consolidar su identidad y defender la integtidad comtinitaria ast como la legitimidad territorial En el caso de los indios pueblo se reinventan leyendas a través de las cuales el héroe Pohéyemo de a revuelta de 1680 se identifica con Monterumay se reelaborat los ritos del fue- go sagrado con fines de purificacién y liberacién de la opresién misionera. Peto, ent 1838, no sélo vuelven a sus antiguos centros ceremoniales, Jemez, Taos y Pecos —con 16 kivas en 1590 y 4 todavia visibles en 1840—, sino a la praxis vinculante entre arquitectiia y eosmologta. Sin duda habian aprendido a fabricar el adobe al estilo espaftol, pero sorptendentemenite en ple- no siglo XIX, los indios Pueblo retornan a las construcciones de los tiempos dela preconquis- ta, ausar materiales del entorno més inmediatoy alevantar paredes delgadas sin gran elabora~ cin. Dejan de mantener las iglesias de las misiones, abandonan 0 se alejan del ambiente construido con el que no se identifican ni linghistica ni ritualmente y sin duida es uta libera- cién reamndar la expresi6n ceremonial en el espacio abierto de las plazas y en el ritmo repeti- tivo delas danzas sin fijacion temporal. En el perfodo de aislamiento, las comunidades hispanas crean una herimanidad de ayuda rmutua cuyo rasgo més peculiar es su carécter penitencial por el hecho que tio hay precedentes en la zona. De esas practicas en lugares remotos del norte tienen noticia los obispos catélicos que se sorprenden y urgen el abandono de estas supersticiones (Tamaron y Romeral 1937). Mis adelante, incluso, la Iglesia Catélica en Nuevo México importa obispos franceses para erradicar esa creencias populares cuyo secretismo parece amparar él handolerisiio social y que, en su conjunto, son leidas en clave anglo como practicas paganas, locas y surrealistas. Sin entrar, pues, en detalles sobre el origen de la cofradia penitencial de Nuestro Seftor Jesis Revista Espafiola de Antropologta Americana 94 2003,,ol.extraordinario 85-98 M."Jesis Buz6 i Rey Bl poisaje cosmologico de la arquitectira en of Susveste de Norteamdrica Nazareno (Bux6 1994), excepto por su vinculacién con la Tercera Orden franvisvana eh térmi- nos de aimitatio del martirio y la teatralidad didactica, eabe destavar la iezcla de viejas ynmue- vas tradiciones hispanas que incorporan ingredientes derivados del coiitacto intercultural y ‘matrimonial de siglos con los indigenas, tanto en el sentido otorgado al dolor et la flagelacién, en la simbologia alegorica de la luz y las tinieblas como en la asociati6n tiadte-tierra en las construcciones de culto, esto es, la morada. No es de extraitar que en esta situacion de frontera contintiada, ante un enemigo que no cesa, la practica del dolor en la disciplina penitencial pase a ser una exptesi6n atitiestruchtral de una comunitas que se enfrenta a iglesias y poderes, y por ello tih mecatiismo tievesario para Protegery revitalizar la identidad personal, comunitaria y étnica. De ahi que esta prctica ins- crita tradicionalmente en el cuadro piadoso de la redencién de los pecados, et el atrepenti- miento y la iberacién del sentimiento de culpabilidad, se finda cot el sentir indigena del sacrificio ritual como un atributo de fuerza personal y con ello de viniotilacién exitre la natura leza, lo sobrenatural y la comunidad. No hay que olvidar que la practioa titial del dolor tiene vinculaciones con los rituales de guerra de los pueblo en los «que el jefe dle guetta era erel- mente flagelado y de su fortaleza y serenidad se extraia la confirmacion de su valeita y calidad guerrera (Fray Alonso de Benavides 1620). No siendo lo mismo, sin einsargo, es ity proba- ble que las pricticas del dolor fueran conocidas de grtipos como los tite de Colotado y de los Indios de las praderas 1a Danza del Sol—y ademas de alguna maneta tegistradas en los sabe Tes tacitos, atendiendo a que se mantuvieron en estrecho contacto por via tmatritionial yrap- tos mmtuos asi como por relaciones decontrabando ¢ intercambio comercial dutaitesiglos, De estas relaciones directas, especialmente con los tite, quedan datos divetsos ctitiosos tales Como que, en las casas hispanas grandes, una de las habitaciones se denomninaba ite, 0 higar asignado para hospedarles. Son de interés los llamados geniearos, indios que vivian al estilo espatiol, originarios de znujeres y niftos capturados en las razzias intertribalesy que eran ven- didos alos espaftoles del Valle del Rio Grande y que también llegaron a forttiar parte de las her~ mandades penitenciales. Porlo tanto, tampoco es de extrafiar que, reprimidos por la propia Iglesia Catélica, hispanos y genfzaros buscasen lugares alternativos para la prictica de esta devociéni cominitaria donde sacralizar su solidaridad comunitaria asi como para reunirse y dirimir seetetamente las incon- sistencias legales y politicas derivadas de la invasion y la apropiaci6n de sis tietras, Bl espacio ceremonial en el que se desenvuelve el secretismo religioso-politico de la organizacién de los Hermanos Penitentes es la morada. Al margen de la iglesia, a veces coustruida junto al pueblo —ausencia de curas— y con més frecuencia alejada en sitios recénilitos —persecucion—, la ‘morada es una construccién especifica para sus précticas rituales y comtinitarias que nacla tie~ ne que ver con la arquitectura religiosa hispana. ¥ es ahi donde cabe hablar de siticretismo metaf6rico, porque no siendo la morada una kiva, no estd enterrada, ni es formalmente lo mis- ‘mo, sin embargo, constituye una analogia funcional en su calidad de higar ovulto y seereto tras- 95 Revista Espanola de Aniropologta Americana 2008, vol. extriorditiatio | B-98 H.8 Jesiis Buxé i Rey El paisaje cosmoligico dela arquitectura en el Survese de Norteainérica ladando la experiencia sensorial de la luz yla oscuridad al amplio cainpo setidntion del mores, lacueva, la madre, el lugar del re-nacer, la tierra y las eostumbres. Construidas las moradas a partir de 1821, se contabilizan mas de doscietitas. Como sefialan Buntingy Lyons (1983), las condiciones socio-econémicas y politicas que obligan alas herthan- dades a mantener una estructura organizativa flexible parala reuniény la practica rittal, definen laorientacién arquitecténica de la morada. No tienen un lugar identificable ni espeetfico, y tatn- poco siguen formas ni estilos pudiendo parecerse a cualquier otra coristiticei6n, ith almacén un refugio. Se siguen, no obstante, algunos patrones de distribucién: si tiha torada contiene solo dos habitaciones, la segunda tendra todas las fiunciones del culto, él oratorio conaltar, si hay mas de dos, la segunda se reserva como higar de reimni6n, y en ocasiones c¢ le latna sacristia. En esta area se pueden encontrar hogares también llamados sega la fimeiéni fog6n y estiifa. Servian para cocinary también para calentar el agua del bafio, ya que en las motadas habta bafteras de madera y mas tarde de cemento donde lavarse después de las ocasioties rituales, peculiaridad que acerca las semejanzas a la tradicién indigena mas que a la cristiana. No hay que olvidar el sentido ritual de las casas de sudaci6n en a cultura navajo en su calidad no sélo de bafio purifi- cador, sino como lugar generador de ideas y planes. Si la morada tena tina habitaciones adieio- nal con hogar, alli se hacian las abluciones en lugar de la habitacién de retiniéi como ocurria en Arroyo Hondo. Y en el caso de contar con habitaciones adicionales, éstas setvian de almacén para las cruces, las matracas y todos los instrumentos penitenciales. En cuanto a la forma y alos materiales, se distinguen tres tipos: rectangular, en forma de 1. J, excepcionalmente, en forma de cruz en Chimayé. No se atiende a ningiin estilo especial, sino que se parecen a otras estructuras de la comunidad, compactas de techo plano, cont pocos ven- tanas y pequefias, con el suelo de tierra y, segin la zona y el periodo de reconstricci6n, de tablones de madera. Al igual que el modo indigena, se usan los materiales qute provee la natii- raleza proximos ala construccién, adobe, piedra, troncos y tablones de madera. Adjunto a estas construcciones, algunas moradas disponen de campana y cementerio y todas de camino pro- cesional. No slo en Semana Santa, sino también en otras festividades, la morada fue el eje ritual. Asi, a primeros de agosto, en la celebracién de La Porcitincula, los asistentes ala proce- sign, flagelantes incluidos, formaban dos lineas de luz portando antorchas de madera de pino yrecorrian la distancia entre el pueblo yla moradao daban la vuelta entre dos moradas mien- tras rezaban el rosario y cantaban alabados, Elaislamiento, las condiciones de frontera y la escasez de materiales y herramientas para la construccién, hacen que la construccién indigena, pero también la hispana, se tnatitetigan con pocas modificaciones en.el tiempoy el interiorismo ha buscado siempre la multifuncionalidad propia de los estilos de vida frugales, con mobiliario y ornamentacién eseasos y estrictamente vinculados a las creencias y los requerimientos domésticos. La innovacién y las remodelaciones arquitecténicas se dan a finales del XIX, y el artifice del cambio es la legada del ferrocarril —1879~ y la introduccién progresiva de méquinas para los aserraderos asi como herramientas de toda indole. Todo lo que no consigue la expo- Revista Espanola de Antropologta Americana 96 2008, ol. extracrdinario 83-98 M. Jestis Bus i Rey El paisaje cosmolagic la arquitectura en el Suroesie de Norteaméricn Figura 4. Villanueva, archivo M.J. Bux6. sicién a muevos estilos de viday la imposicién de leyes y costumbres, lo modifica la innova- cién tecnologia en su calidad de comunicacién, transporte e importacién de nuev riales y herramientas. Ast, el perfil de las granjas y casas cambia hacia 1888, al disponer de coberturas hechas de tablones de madera y chapa metélica, que instatitan la prolongacién de lostechos en porches, asi como la ampliacién de las ventanas al introducitse el cristal, lo cual da un muevo perfil a los pueblos, a las calles y también engendra ntievas formas de relacion social. Sin embargo, no cambia del todo a lo largo del siglo XX, ya que pronto artistas y comerciantes descubren el valor exdtico y turistico de lo indigena y lo hispano. Esto contri buye a conservar las viejas plazas y estructuras arquitectonicas, incluso eon ordenanzas $s mate municipales como la Historic Zoning Ordinance de Albuquerque en 1958, y htego las regu- laciones urbanisticas del Architectural Review Board y finalmente la Landmark Urhan Conservation Commission, a veces en oposicién a intereses locales y otras cot aviertoy sen- sibilidad histérica; todavia hoy se pueden contemplar esos paisajes arqtitectinics en la denominada land of no time. 97 Revista Fspanola de Antropologta Americana 3, vol. extravidinaris Bg-98 M."Jesis Buz i Rey Fl poisaje cosinoldgico de la arquitectura en el Suiroeste de Norteasnérica 4, Referencias bibliogrificas Brwavines, Fray Alonso de 1620 _Declaraciones, Cartas y Deeretos, A.C.N. Inquisieién, tomo 356, f. 257-347 Buvmnc, B.yT-M. Lyons 1983 , en Bnicidad y Violencia, |.A Fernandes de Rota, ed. Coruna: Universidade da Coruna. Mean, Margaret y Ruth BuNzeL 1960 The Golden Age of American Anthropology. Nueva York: GeorgeBraziller. Minoeterr, Victor 1891 , en S* Aninital Meport of Bureau of ‘American Ethnology forthe years 1886-1887, pp. 3-228. Washington. Moncan, Lewis H. 1965 Houses and house-life of the American aborigines. Chicago: University of Chicago Press. 1881] Nonnenski01D, Gustav R.A. 1893 ‘The cliff dwellers of the Mesa Verde, Southwestern Colorado: their pottery and implements. Estocolmo y Chicago: P.A. Norstedt and Sonner. Orme, Alfonso 1969 The Tewa World, Space, Time, Being and Becoming in a Pueblo Society. Chicago: University of Chicago Press. Rapin, Paul 1927 Primitive Man as Philosopher. Nueva Yorks Dover Publication. Rarororr, Amos 1972 -Pourune Anthropologie dela Maison. Paris: Disnod. ‘TawaronY ROMERAL, P. 1937 Demostracisn del Vastisimo Obispado dela Nuevm Vizonya-176s, Antigua: Libreria Robredo de José Porrua. ‘Tetock, Dennis y Barbara 1975 Teachings from the American Earth, Nueva York: Liveright. ‘Wutoap, Benjamin L. 1999 Lenguaje, pensamiento y realidad. Barcelona: Cireulo de Lectores. Revista Espanola de Antropologia Americana 98 2008, vol. extraordinario 85-98

S-ar putea să vă placă și