Esta concepción positivista del derecho es objeto de un sistema jurídico diferenciado, que
funcionaría con plena autonomía. Finalmente, la legitimidad a través de la legalidad es explicada
como un autoengaño estabilizador del sistema, qué viene impuesto por el propio código con que opera el derecho y que el propio sistema jurídico se encarga de absorber y neutralizar.