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Alejandra Castillo

Nudos Feministas. Política, filosofía y democracia


(Palinodia, Santiago, 2011)

Por Willy Thayer


Otro modo de acontecer que el de la filosofía política.
Un nudo soluble, a penas, en lo imposible

1. Ni una sola vez en el libro de Alejan- asimilación a las superficies irregulares


dra Castillo se utiliza el nombre “filoso- en las que flota, transparentándose para
fía política”. Creo, sin embargo, que ese que veamos y juzguemos a través de su
nombre es el nombre del dispositivo al celofán, naturalizando su discrimen po-
que el libro dedica sus dardos. A través licial en el ejercicio cotidiano del libre
de los seis ensayos que lo componen, el derecho a elegir, comprender, gestuali-
libro se encarga de hacer visible varias de zar y desenvolvernos por esta tersa pla-
las eficacias de inclusión y exclusión que nicie de “realidad” que a gran velocidad
este dispositivo conjuga, así como algu- acuna y naturaliza los sobresaltos que
nas de las fronteras que lo delimitan, delatan a dicho dispositivo.
muchas de ellas reversibles, por cierto.
Dispositivo singular de poder este, el de 2. No es este, podrá colegirse ya, un
la Filosofía Política, que no por singu- libro de filosofía política. Constituye a 217
lar es poco expandido y vigente en sus todas luces un libro genuinamente po-
potencia de traducirse y transportarse a lítico que se despliega a contrapelo de
través de una pluralidad de institutos e la filosofía política. Porque la filosofía
instituciones, lenguas y territorios; no política se erige siempre, incluso en los
poco imperante y actuante, al mismo momentos más desbordantes de sus hi-
tiempo, este dispositivo, a través de su pérboles reflexivas, como una pragmáti-
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ca policial de gobierno y reducción de que, contra el dispositivo singular de


lo político y conflictivo, del irreducti- la filosofía política, han acometido di-
ble elemento enfrentador, para decirlo versos vectores feministas. Expone esa
foucaultianamente, o de la multiplici- pluralidad de asedios revisando los mo-
dad minoritaria en devenir, para decirlo mentos en que tales asedios han queda-
con Deleuze, como presupongo lo diría do anudados, a pesar de ellos mismos, a
también Alejandra Castillo, si lo dijera. dicho dispositivo, reiterando los nudos
contenedores que buscaban disolver.
3. Nudos feministas nos propone, en- Entre ellos, el feminismo maternal de
tonces, una política a contrapelo de la la acción afirmativa, el feminismo de
filosofía política. Tal contrapelo, sin la interrupción, el feminismo de la di-
embargo, no ocurre fuera ni se ejerce ferencia, el feminismo del género, de
desde el exterior de la filosofía política. la escritura de mujeres; y otros tantos,
Nudos feministas despliega su perfor- los mismos, que en el vértigo crítico de
mance en medio de la filosofía política, su emprendimiento, no han dejado de
sin ser de la filosofía política. En medio reproducir la república masculina de la
de la filosofía política, otra vez, pero no filosofía política.
en cualquier plaza de ella, sino siguien-
do un borde muy especial. Ese borde 5. El libro se desarrolla inmediatamen-
muy especial lo constituyen una serie de te, entonces, como una política contra
feminismos que ejerciéndose también el feminismo filosófico político. Esta
en, con y contra la filosofía política, política del libro contra la filosofía po-
terminan siendo feminismos filosóficos lítica feminista, no se pretende sin más,
218 políticos, feminismos que reproducen, otra vez, exterior o autónoma a la filoso-
a pesar suyo, las formas e institutos filo- fía política feminista. Se lleva a cabo en
sófico políticos. la filosofía política feminista sin ser de la
filosofía política feminista. No abastecer
4. A través de los seis ensayos del libro, el borde feminista de la filosofía políti-
entonces, Alejandra Castillo expone y ca sin interrumpirlo en la medida de lo
hace visible una pluralidad de asedios posible, marcar distancia con el anuda-
Nudos Feministas. Política, filosofía y democracia / Willy Thayer

miento filosófico político de estos di- excepción ni excluyente ni incluyente,


versos feminismos, podría ser, creo, una una excepción respecto de la máquina
manera de publicitar el desafío que este de excepcionalidad, del resorte policial
libro se propone. de la excepción que incluye excluyendo,
Más que una política de nudos filosó- resorte propio de la filosofía política?
fico políticos, el libro nos propone, si ¿Es posible una erosión afirmativa que
puede decirse, una política de “cabos desterritorializa sin reterritorializar? ¿Es
sueltos”, una política que desiste de la posible una política sin filosofía políti-
unicidad a la base de la relación patriar- ca, una política feminista sin diferencia
cal individuo/comunidad siguiendo el filosófico-política, sin mujeres patriar-
vilo experimental de una pragmática calmente incluidas? ¿Cómo ser feminis-
deconstructiva de la república filosófico tas sin diferencia patriarcal? ¿Cómo ser
política y de su categorialidad en curso, feministas sin mujeres, entonces?
a través de nociones tales como meta-
morfosis, devenir, ser-con y ser-entre, 10. Me detengo en algunos lugares del
crecer en medio y otras, nociones que libro para replantearles estas mismas co-
no serían digeribles por las dialécticas sas, o algunas de ellas, pero intentando
filosófico políticas. hacerlo, ahora, obedeciendo el dictado
lingüístico del libro.
9. ¿Pero es acaso posible no ser de la filo-
sofía política, escapar al pivote de la di- 11. Una política de lo múltiple, primer
ferencia filosófico-política, de la excep- ensayo del libro, nos presenta en su pri-
ción excluyente, incluyente-excluyente, mera parte, la política feminista de la
en que su soberanía y su gestión nos acción afirmativa. A grandes rasgos, esta 219
dispone? ¿Es posible una política que, política busca la inclusión de lo otro,
en la clausura, no sea de la clausura, que las otras, en el marco gubernamental
no sea de la diferencia sexual filosófico- existente, bajo la promesa de que lo ex-
política? ¿Es acaso posible un a contra- cluido, en el movimiento activo de su
pelo de la filosofía política que introduz- inclusión, provocará, si bien no el fin
ca su verdadero estado de excepción, una del marco patriarcal, sí una transfor-
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mación cualitativa de éste. En el vuelo 12. Así, en lo que se refiere a la acción


de ese propósito general de la inclusión afirmativa, al acceso de las mujeres a la
de las otras, la Política de la acción afir- ciudadanía y a las dialécticas de gober-
mativa persigue el mejoramiento de nabilidad, el ensayo de Alejandra Casti-
las condiciones de vida de las mujeres, llo expone cómo es que la acción afirma-
subsanando su mala representación en tiva liga conquistas irrenunciables con
la esfera pública, promoviendo con- políticas conservadoras.
tra esa subrepresentación, la presencia Sería la teórica-política feminista Carol
igualitaria en la institucionalidad par- Pateman la que en 1998 cifró en el si-
lamentaria, jurídica, laboral, salarial. El guiente dilema el impasse de la acción
axioma de esta política sería: “a mayor afirmativa. El dilema reza del siguiente
reconocimiento, mayor igualdad”. Pues modo: si las mujeres desean ser iguales
bien, es bajo este axioma o consigna de en el espacio de lo común deben asimi-
rendimiento irrefutable, según se hará larse al patrón universal masculino que
visible en varios lugares del libro, que rige el espacio de lo común. Por el con-
la política de la acción afirmativa, pro- trario, si desean igualarse a ese patrón
mueve contratos que fijan el sentido de universal incorporándose como por-
la palabra “mujer” a retóricas conserva- tadoras de una diferencia irreductible
doras, alimentando el nudo filosófico- (cuerpos sexuados femeninos) piden lo
político de la igualdad o la igualación imposible, puesto que esa diferencia es
con lo universal masculino de antema- precisamente lo que la igualdad filosófi-
no predispuesto. co política excluye para constituirse.
Teniendo por objetivo asegurar a las
220 “mujeres” el hecho de ser “mujeres” sin 13. Pero lejos de tener los efectos críti-
daño, la política de la acción afirmativa cos esperados y provocar una mayor re-
reitera el marco de un esquema patriar- flexión sobre el nudo filosófico político
cal, y en este sentido, su mayor éxito se del feminismo de la acción afirmativa, el
convierte al mismo tiempo en su mayor dilema de Pateman pasó desapercibido,
fracaso. no consiguiendo más cosa que ir a soñar
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el sueño de los justos en alguna biblioteca como el dilema proponía, se constituía


de estudios de género. En efecto, como ella misma a partir de esa diferencia. Se
nunca antes las mujeres se incorporaron equivoca Pateman, entonces, escribe
en el espacio de lo público y de la polí- Alejandra Castillo, cuando cree que la
tica, se volvieron más visibles y relevan- diferencia es lo que la política moderna
tes en el orden de lo común, habitaron excluye. Se equivoca, continúa, cuando
el mundo de un modo “distinto”, con cree ver en la diferencia reproductiva
una voz “diferente”. Más que el dilema que las mujeres portan, un modelo de
de Carol Pateman, fue la propuesta an- política propiamente femenina que es-
terior de Carol Gilligan (1982) la que capa de la trama filosófico política. Se
tomó la delantera. La tesis maternalis- equivoca, por último, cuando ve en la
ta de Gilligan, a saber: “las mujeres se diferencia entendida como maternidad
definen a sí mismas en el marco de la una salida progresista a la figuración de
relación humana, al mismo tiempo que la mujer en la esfera pública.
se juzgan en función de su capacidad de
atender a otros”, se tradujo en efectivas 15. Ante preguntas del tipo ¿cómo no
pragmáticas teórico-políticas hasta hoy, hacer de la indispensable política femi-
especialmente, en América Latina. nista de acción afirmativa una reivin-
dicación de identidades reificadas en
14. El dilema de Pateman no sólo pasó torno al significante “mujer-madre”?
desapercibido, sino que se desmoronaba ¿cómo ser feministas más allá de la
solo. Si bien los planteos de Pateman, descripción-prescripción patriarcal del
esquematizados en el dilema aludido, “ser mujer”?, Monique Wittig propuso
tuvieron el mérito de explicitar la trama lo siguiente en los años ochenta: si para 221
patriarcal en que se constituye a la tra- llegar a ser mujeres primero hay que
dición moderna de la filosofía política aceptar el ser “mujer” que patriarcal-
de Hobbes a Hegel, no logró leer, que mente se haya establecido, si para llegar
la trama filosófico política moderna, en a ser mujeres hay que partir por subsu-
vez de excluir la diferencia mujer tal mirse en una filosofía política de la di-
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ferencia que incluye a las mujeres exclu- gación absoluta” como señalaba Julieta
yéndolas, entonces el camino a seguir es Kirkwood, o sólo es posible como femi-
el de la deserción de la diferencia y de la nismo anudado en la filosofía política.
clase sexual, porque esa diferencia no es La singularidad sólo puede convertirse
sino una posición, un nudo más de la en irreductible elemento enfrentador, en
máquina patriarcal de gobierno que nos la inmanencia de los poderes filosófico
incorpora borrándonos. políticos. Las potencias que resisten a
dichos poderes no tienen otra apoyatura
16. En la convicción de que la consigna que los ángulos mismos de las máquinas
“a mayor reconocimiento, mayor igual- que las mortifican, como si la agencia
dad”, reproduce, sin alterarlo, el orden potenciadora co-incidiera con el agente
patriarcal de la moderna filosofía políti- de mortificación; y el agente de morti-
ca, el feminismo de la interrupción mar- ficación se convirtiera en paciente de la
cará sus distancias respecto de la política potencia que lo resiste, disponiéndose
presencialista de la agregación afirmati- ambos en un umbral de espectral indis-
va de mujeres en el espacio público. Al tinción. Situándose en esta tensión, nos
mismo tiempo el feminismo de la inte- propone Alejandra Castillo, sin abalan-
rrupción marcará su distancia también zarse a y sin tampoco huir de la igualdad
con la deserción de la diferencia sexual universal masculina, es posible montar
y la huida a la tierra prometida de las y montarse en la tensión de un juego
mujeres en el tenor de Monique Wittig. complejo entre lo excluido y lo inclui-
Porque no se escapa de la filosofía polí- do, lo particular y lo universal, lo agen-
tica en la obstinada escritura de la “otra te y lo paciente, en la zona fronteriza e
222 historia” o de las “otras hablas”, ni en la intermedia, como si adentro y como si
convicción de ejercer una política de la afuera, en movimientos que irán desde
diferencia más allá de los poderes y tec- los márgenes hacia el centro y viceversa.
nologías filosófico políticos. Es la propia Y en ese vaivén intentar la re-invención,
Filosofía política la que se designa como no de la mujer, no de la diferencia, sino
exterior a sí misma, en estos casos. No es de la no-filosofía-política en la que ten-
posible el discurso feminista en la “ne- ga lugar otro modo de acontecer y de
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experienciar la singularidad. En este de incluido por exclusión. Minoridad


sentido, el feminismo no puede redu- de la que las agendas filosófico políticas,
cirse, según Alejandra Castillo, a una sean más o menos democráticas o dicta-
mera política reivindicativa de un grupo toriales, sean más o menos de izquierda
en particular, sino que debe proyectarse o de derecha, más o menos consensua-
como una metamorfosis de la inmanen- les, requieren inmunizarse; multiplici-
cia en sus singularidades. dad de lo minoritario contra lo que la
ciudad filosófico-políticamente amu-
*** rallada dispara no una o varias veces,
sino siempre, es decir, estructuralmente,
18. Si es cierto, como se dice, que la so pena de disolverse, manteniendo la
polis es la humanidad, es decir, la vida multiplicidad de lo minoritario a raya,
política (biós), entonces la ausencia de en reducto, como dice André Menard,
las mujeres en las instituciones políticas bajo la regla, bajo dialéctica, bajo cliché,
habla de un desajuste entre mujeres y representación o fetiche.
vida políticamente dispuesta (biós), mu- La humanidad (biós) a la que se ajustan
jeres y humanidad. Habla, también, de o desajustan las mujeres y la multipli-
un ajuste entre mujeres e inhumanidad, cidad de lo minoritario, no es otra hu-
zoe, o más ampliamente dicho, physis, es manidad que la de la filosofía política.
decir, naturaleza. Y más directamente, la de los derechos
Habría que añadir además, siguiendo humanos en que la humanidad filosófi-
una hebra de Alejandra Castillo, que co-política se pone en obra.
este desajuste y ajuste no sólo lo es entre
mujeres y humanidad, entre mujeres e in- 19. Siguiendo el borde feminista que 223
humanidad, sino que es también un des- el libro de Alejandra castillo recorre,
ajuste más plural con la tradición de lo aquello que se ajusta y desajusta a la
oprimido, con lo minoritario de siempre humanidad de la filosofía política y de
que en su multiplicidad y singularidad los derechos humanos remite, antes que
se encuentra en estado de excepción per- nada, a una experiencia. Pero más que
manente, es decir, en estado exclusión, remitir a una o a unas experiencias, re-
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mite a un modo de experienciar. Remite Ha de añadirse, incluso, que ahí don-


al modo de experienciar que la huma- de hubiera triunfado y se diera de facto
nidad de la polis, la humanidad de la una política de la paridad o de la igual-
filosofía política, la humanidad de los dad entre los hombres y las mujeres y
derechos humanos, le impone estruc- de las singularidades más en general, ahí
turalmente a las mujeres. Ese modo de mismo, la violencia contra la mujer (y
experienciar es el de la violación. De la las singularidades), antes que prescribir,
violación o de la violencia no en este o conseguiría su máxima eficacia, a saber:
en ese otro caso que hacen noticia en pasar desapercibida. Porque esa igual-
los medios de comunicación, sino de la dad o paridad triunfaría y se daría de
violación que ocurriendo siempre como facto en el marco del principio patriar-
condición estructural de la humanidad cal-masculino de humanidad.
y de la experiencia de las mujeres, nun-
ca hace noticia. Un modo estructural de 20. El tercer ensayo del libro, ensayo al
violación que la filosofía política repro- que nos estamos refiriendo, se detiene
duce y preserva eficazmente en silencio, sobre este asunto, haciendo visible una
so pena de disolverse ella misma, en la de las tecnologías más eficaces con que
medida en que ella misma se constituye la filosofía política reproduce el reduc-
y preserva a partir de dicha violación. to mujer, su estado de excepción como
No es el caso, entonces, de que ahí don- regla en que vivimos. Esa tecnología ex-
de imperan los derechos humanos, la puesta en el ensayo tercero de manera
democracia, la paz, la consensualidad, la notable, consiste esquemáticamente en
igualdad y universalidad filosófico polí- lo siguiente: convertir lo estructural en
224 tica, la violencia contra la singularidad casuística, es decir, hacer desaparecer la
prescriba, sino, por el contrario, el caso violencia estructural en que la filosofía po-
es que a mayor filosofía política, a ma- lítica dispone a las mujeres —por el sólo
yor humanidad y derechos humanos, a hecho de pertenecer y estar constituidas
mayor democracia, mayor violencia y en la diferencia sexual filosófico-políti-
violación silenciosa de la mujer y de las ca—, hacer desaparecer, entonces, el esta-
singularidades. do de excepción permanentemente de las
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mujeres, haciéndolo aparecer como una Si Benjamin escribía: la tradición de


casuística. Esta casuística de sucesos- los oprimidos nos enseña que el estado
experiencias de mujeres, regularmente de excepción es la regla en que vivimos,
son tratados en los rituales mediáticos exigiendo, a partir de ello, una pragmá-
como una expresión de barbarie, cosas tica feminista deconstructiva que le co-
que nunca debieron ni deberían ocu- rresponda posibilitando otro modo de
rrir, que ofenden a la humanidad, que acontecer y experienciar la singularidad,
saltan de la norma, una mala cosa por la filosofía política moderna responde-
cierto, originada por celopatías y pasio- ría: sólo el fortalecimiento de la demo-
nes bajas, o en ambientes sociopáticos cracia y de los derechos humanos podrán
de estratos vulnerables, malos índices garantizarnos que la violencia de que a
democráticos que deberían mejorarse. diario son objeto las mujeres no se convier-
Incluso la violencia sexual de que son ta en una regla.
objeto las mujeres en los conflictos ar-
mados se hará comparecer como una 22. Lo dijimos al comienzo, “el libro
violación que sólo ocurre cuando la de Alejandra Castillo, no es un libro
democracia y su paz consensuada han de filosofía política y constituye a todas
dejado de funcionar, y consignas de ese luces un libro genuinamente político
tipo que escuchamos en la lengua dia- a contrapelo de la filosofía política”.
ria media. Así, de la mano de sus ritua- ¿Cómo sería, cómo tendría lugar, en-
les mas mediáticos, la filosofía política tonces, ese contrapelo? En cierta mane-
pone en obra la conversión de lo estruc- ra lo expusimos ya, aunque no con la
tural en casuística, disfrazando y afian- suficiente dedicación como para que se
zando con ello, el resorte estructural de hiciera innecesario decirlo ahora al te- 225
su discrimen constitutivo. nor siguiente:
A la saga de los argumentos del libro Siguiendo el borde de una constelación
podríamos concluir que a esta tecno- de feminismos, haciéndolos chocar en-
logía de la filosofía política, se suman tre sí y consigo mismos en su choque
también, sin quererlo, los nudos filosó- con la filosofía política, el contrapelo de
fico políticos del feminismo. este libro funciona manteniéndose lejos
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de las corrientes feministas que perfila, las posiciones, sin juicio de los juicios,
aunque en el cruce de ellas con la filoso- y así, sin pertenecerle a nudo filosófico
fía política. En ese choque o tensión, el político alguno, y sin fundar tampoco
contrapelo abre un verdadero estado de un lugar de saber trascendente, vuelve
excepción, es decir, una excepción que visible el verosímil de los lugares que
no se deja estar bajo ninguna regla, bajo perturba. Si es muy cierto que con tal
ninguna intención, aunque se crispe en desanudamiento poco o nada puede ha-
el contagio de muchas, sin optar ni en- cerse u obrarse, no es menos cierto que
fermarse con ninguna, sin fundar una tal desanudamiento hace algo con noso-
nueva, sin discriminar ni huir de algu- tros o nosotras, introduce un virus, una
na, manteniéndose en la inmanencia de vacilación que desobra los feminismos y
esa tensión. De este modo, en medio de filosofías políticas eficientes, activando
las posiciones y posicionamientos, respi- una multiplicidad y una metamorfosis
rando en ese “entre medio”, el contrape- en devenir de las singularidades.
lo desata una legibilidad sin posición de

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