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Introducción
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“Factores biológicos, cognitivos y afectivos”
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De aquí que Gámez y Marrero (2005) plantean que el ser humano tiene una
capacidad para las relaciones interpersonales de manera compleja y diferenciada, que
a través de la historia se pueden mostrar unos antecedentes filogenéticos como
ontogénicos, lo que va a permitir que el hombre vaya desarrollando capacidades
cerebrales permitiendo que su interacción con otros cada día sean mejores y ésto a su
vez posibilita que el comportamiento ayude a la evolución biológica, haciendo énfasis
en la psicología evolucionista que conecta lo biológico con lo cognitivo, lo motivacional
y el entramado social.
Estos mismos autores plantean que los estados motivacionales son
fundamentales en las conductas que previenen daños biológicos o psicológicos
cuando no se satisfacen las necesidades del hombre. De aquí es donde nace las tres
necesidades básicas que Gámez y Marrero (2005) llamaron: la autonomía, la
competencia y la vinculación, lo que ayuda a organizar los aspectos que pueden
contribuir de manera negativa o positiva al crecimiento personal dentro de su entorno
social.
Por lo cual, la autonomía le va a permitir diferenciar qué actuaciones debe
realizar o no en su contexto, es lo que establece que el ser humano sea capaz de
tomar sus propias posturas de comportamiento o conductas y además que estas sean
de su interés, lo que le da el aval de querer alcanzar una meta o no.
Es aquí donde entra a jugar un papel importante la necesidad de competencia,
que según Gámez y Marrero (2005) la define “como la necesidad de ser eficientes en
las interacciones con el entorno, y refleja el deseo que tienen las personas por ejercitar
sus capacidades y habilidades; y al ejercitarlas buscar y superar
sus retos” (p. 246), esto es lo que permite al hombre enfrentar y superar cada
una de las metas que se propone en la vida, siendo así un actor principal en la
transformación de su entorno social, donde se debe mostrar habilidades para darle
soluciones a las situaciones o problemas presentados en su contexto.
Lo que nos lleva a asumir la otra necesidad señalada por Gámez y Marrero
(2005) que es la de vinculación, la cual va a permitir establecer los lazos con las
personas del contexto, es la parte motivacional que facilita un mejor funcionamiento de
las relaciones interpersonales y emocionales de acuerdo a la empatía presentada por
el individuo o grupo.
Por todo lo anterior, es importante que estas necesidades interactúen entre sí,
ya que posibilitan que el hombre asuma un comportamiento o conducta acorde al
contexto donde se desenvuelve desde lo interpersonal, crecimiento personal y la
integración con la comunidad, lo que a su vez le va a permitir satisfacer sus
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necesidades y lograr su bienestar, tal como lo expresan Gámez y Marrero
(2005) estas necesidades tienen como factor común, dar la importancia a los otros,
implicando una complejidad cognitiva y biológica que se ven reflejadas en la
motivación por las relaciones intrapersonales.
Ya aquí entran a tomar posesión los sentimientos, las emociones o afectos que
plantea Ciompi (2007), en sus cinco tesis que son basadas en la neurobiología
moderna donde el cerebro es el principal emisor de emociones e impulsos
cognoscitivos y que están íntimamente relacionados, generando los diferentes estados
de ánimo en el hombre, tristeza, alegría, amor, miedo, ira, haciendo parte de la
neurociencia cognitiva que abarca el sector emocional.
Siguiendo con Ciompi (2007) quien plantea que los afectos deben estar en el
pensamiento, el comportamiento y que éste debe organizarlos y guiarlos. Dicho de
otra forma, los afectos juegan un papel primordial en los estados de ánimo del hombre,
por ejemplo, en la alegría y en la tristeza, es un ente regulador capaz de identificar lo
positivo y lo negativo en cuanto a ellos se refiere.
Por eso, los sentimientos, pensamientos y comportamientos al interactuar de
manera simultánea pueden generar confusiones en la memoria, que solo pueden
llegarse a corregir mediante escenas semejantes, la cual se va a diferenciar y a
modificar cuando el hombre viva una nueva experiencia. Así como lo establece Ciompi
(2007) “Las emociones individuales y colectivas estimulan, focalizan y organizan, de
hecho, el pensamiento y el comportamiento a todos los niveles fundamentalmente por
igual”. Esto quiere decir que un hecho o acontecimiento puede ser asombrosamente
impactante para la sociedad o para un individuo, o sea que hablamos de que la lógica
afectiva es universal donde el ser humano independientemente de la región a la que
pertenezca tiene sentimientos de ira, pasión, alegría y que lo expresa de acuerdo a su
contexto, pero no deja de ser un sentimiento que se refleja en su comportamiento o
conducta, por eso, Ciompi (2007) afirma que los afectos son la pieza fundamental que
organiza la evolución psíquica y social y que el hombre tiene la capacidad de sentir y
expresar de diferentes forma las situaciones o problemas de la realidad social.
De allí que “las energías emocionales individuales y dirigidas en un mismo
sentido pueden converger hacia flujos colectivos extremadamente poderosos, dando
así lugar al surgimiento de fenómenos macrosociales totalmente nuevos, como por
ejemplo la aparición de nuevas formas de organización y diferenciación colectiva,
movimientos sociales, modas” (Ciompi, 2007, p. 436).
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Por lo anterior, se puede afirmar que, los sentimientos son tan fuertes que al
incentivar el comportamiento de varios hombres se genera una masificación de
inconformismos
o conformismos que van a ocasionando una transformación social, política,
económica y cultural en un contexto determinado. Por eso los sentimientos son
importantes a la luz de hoy, ya que se asocian o relacionan, como lo plantea Polo
(1998) con la inteligencia y voluntad, porque son derivadas de la parte activa del ser
humano, sin desconocer que también se puede suscitar conflicto entre sentimientos y
comportamientos.
Conclusiones
Es importante resaltar que los sentimientos, el comportamiento y la conducta
humana deben mirarse desde lo biológico o genético y su influencia en la vida social y
cultural del hombre, ya sea desde la psicología clínica, de la lógica emocional,
psicología evolutiva, etc. Porque, en la medida que éste se apropia del conocimiento,
lo puede utilizar para las actividades positivas o negativas empleándolas para el
mejoramiento de las relaciones interpersonales y de la sociedad, para generar
bienestar y no perjuicios a la humanidad, ya que se adoptan comportamientos o
conductas que pueden incentivar cambios o transformaciones de carácter social,
político o económicos y estas transformaciones deben ser de beneficios para la
humanidad.
También se debe tener presente que ni el ambiente ni los genes son
determinantes en el comportamiento o la conducta humana, pero sí influyen e invitan a
tomar posturas que pueden ser benéficas o perjudiciales para la sociedad en donde
las relaciones interpersonales deben tener presente las necesidades básicas
señaladas por Gámez y Marrero (2005) como lo son: la autonomía, la competencia y la
vinculación, ya que un ser humano sin estas fortalezas en sus relaciones
interpersonales es muy débil ante una sociedad cambiante y globalizada, donde la
tecnología le marca el paso al desarrollo de la humanidad.
Hoy día las sociedades desde el ámbito educativo, científico, empresarial, etc.,
sino hablan de autonomía, competencias y vinculación están fuera de la élite
globalizada lo que ha generado sentimientos de inconformiso social y deterioro en las
relaciones interpersonales de la humanidad.
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Referencias Bibliográficas
Maulini, L., Montenegro, R., & Estrada, N. (2006). Biología humana. Retrieved from
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