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Tratamientos de la gripe

El mejor tratamiento para la gripe consiste en "pasarla". Lo que significa que la gripe es una enfermedad que,

hoy en día, no tiene curación, aunque existen ciertos fármacos sintéticos y remedios de origen natural que

pueden reducir la duración e intensidad de los episodios.

Las recomendaciones de los médicos en caso de gripe resultan bien familiares: permanecer en cama y

reposar, beber mucho líquido (zumos, caldos) y recurrir a los antitérmicos, analgésicos y antipiréticos, para

rebajar los molestos síntomas de la gripe (dolor de cabeza, muscular, fiebre, congestión y secrección nasal).

Los antibióticos no sirven para tratar un cuadro gripal. Además de que no deben tomarse si no es bajo

prescripción médica, la acción de estos fármacos sólo se dirige hacia las bacterias, no hacia los virus, y la

gripe está producida por un agente viral.

Sólo en caso de que la gripe evolucione hacia complicaciones como una neumonía o una bronquitis, tiene

sentido servirse del tratamiento antibiótico, pero es el médico quien decide cuándo iniciar este tipo de terapia.

Utilizar antibióticos para tratar una gripe es, además de inútil, un peligro, puesto que se crean resistencias

bacterianas. Las bacterias acaban por hacerse inmunes a los antibióticos y éstos pierden su efectividad

incluso contra las enfermedades para las que sí deberían actuar.

Fármacos específicos

Existen fármacos antivirales (no antibióticos) que pueden utilizarse en el tratamiento de la gripe. Ninguna de

estas sustancias consigue curar la enfermedad, pero contribuyen a reducir la duración de la gripe y la

intensidad de los síntomas.

En la actualidad, son dos las familias de fármacos comercializados para el tratamiento de la gripe:

 Aminas primarias: rimantadina y amantadina. Estos fármacos bloquean una proteína del virus de la
influenza, la M2. Esta proteína se encuentra exclusivamente en el tipo A del virus, por lo que estos
fármacos no son eficaces para la gripe causada por el virus tipo B.
 La rimantidina tomada unas 48 horas después de que aparezcan los primeros síntomas reduce la
duración de la fiebre y el malestar. La amantadina también disminuye los días de molestias, pero tiene
efectos secundarios acusados, como dolor de cabeza e insomnio.

 Inhibidores de la neuraminidasa: comercializados desde 1999. Estas sustancias bloquean, como su


propio nombre indica, la neuraminidasa, una enzima clave para que el virus penetre en las células
sanas. Actúan frente al tipo A y al B.

Por el momento, son dos los fármacos pertenecientes a esta familia: zanamivir, administrado de forma
inhalada (spray) y oseltamivir, que se administra oralmente.

Tratamiento natural

Además de a los fármacos sintéticos, los afectados por la gripe pueden recurrir a otros tipos de tratamientos
naturales para reducir la agresividad de la enfermedad.

Dentro del amplio espectro de plantas medicinales (lo que constituye la base de la llamada fitoterapia) se
encuentra la equinácea, una planta que ha probado su eficacia frente a la gripe y los procesos catarrales en
diversos estudios científicos.

Un componente de la equinácea que se encuentra en la raíz y en la parte áerea produce una acción
estimulante en las defensas del organismo (el sistema inmune) y consigue así miminizar los efectos
sintomáticos de la gripe.

Los médicos recomiendan adquirir los preparados de equinácea en farmacias y no prolongar el tratamiento
más de seis semanas. En algunos casos se han descrito alteraciones en el hígado, como principales efectos
adversos, aunque de forma muy esporádica.

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