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Cuerpo anterior
Cuerpo dividido
Cuerpo Melancólico
Si el corazón se nubla el corazón
La amapola de carne que adormece
Nuestra vida el brillo del dolor arroja
El cerebro en la sombra y riñones
Hígado intestinos y hasta los mismos labios
La nariz y las orejas se oscurecen
Los pies se vuelven esclavos
De las manos y los ojos se humedecen
El cuerpo entero padece
De una antigua enfermedad violeta
Cuyo nombre es melancolía y cuyo emblema
Es una silla vacía
Habitación en llamas
" Marta decidió acelerar el fin de aquella existencia innecesaria. Ella también había aprendido a
amar a la muerte, desde que Lázaro fue arrancado de su sepulcro contra su voluntad. Necesitaba
morirse cuanto antes: estaba cansada de esperar, cuando los lamentos de María lo único que
hacían era recordarle que ella era la más fuerte y que era inútil resistirse a la vida. Decidió
trasladar a Lázaro muy cerca de su hermana, de modo que su aliento fétido y su cara carcomida
estuvieran siempre a su alcance. Así lo hizo. Lázaro, sin embargo, se apartó de María y se
arrastró hasta la ventana, con la cabeza doblada. Allí apoyó el rostro contra el alféizar y se
quedó mirando la nieve con sus ojos acuchillados, su cuello verdoso, sus labios entreabiertos y
llenos de pequeños gusanos amarillos. María trató de incorporarse hacia él, pero cayó en el lecho
presa de un silencio mortal. Marta no pudo menos que reconocer el dolor incurable de María.
Lázaro había sido para ellas la felicidad. Aún le parecía verlo, risueño como un niño, cantando y
labrando, él mismo, el campo de una inmensa propiedad que les pertenecía desde la muerte de
sus padres. Lázaro construyó allí una casa sólida, rodeada de árboles y flores, sin lujo, pero llena
de Sol y de música. Porque Lázaro tocaba el arpa y gustaba de cantar después de las comidas.
Marta y María lo habían amado por todo esto, y él no había mostrado jamás preferencia por
ninguna.
Marta recordaba claramente que cuando su hermano repartía la merienda o dividía los sembríos
de trigo, lo hacía con una justicia admirable. Igualmente si alguna vez regalaba unas guedejas o
un traje a María, al día siguiente llevaba un presente igual para ella. Muchas veces habían
paseado juntos, montados en tres borriquitos dulces y mansurrones.
Al fin de la jornada, Lázaro estrechaba, entre sus brazos, un caprichoso ramo de flores. El aroma
de la tierra, la claridad caliente y vaporosa de las noches, el ruido del viento en el interior de
las hojas y de los frutos, la frescura de la yerba sobre la tierra, todo era para Lázaro objeto de
adoración. Marta y María no pudieron dar crédito a sus ojos cuando una tarde, por entre el
jardín oscuro, debajo de un durazno cargado de frutos, apareció un hombre de barba con el
cadáver de Lázaro entre los brazos.
Las dos hermanas asistieron al entierro transformadas en dos estatuas de piedra. La imagen
muerta de Lázaro era demasiado dolor, pesaba demasiado sobre sus ojos para que el llanto
acudiera. Nada ni nadie podría ahogar ese cariño dulce y profundo que él les había ofrecido
como un raudal inagotable. María se tornó fría y taciturna, pero Marta hizo lo posible por
distraerla con su constante solicitud. Por el bien de María tuvieron que abandonar aquellos
lugares cargados de nostalgia, de los que las flores y la música también habían huido para
siempre. Todo lo habría borrado el tiempo si la marcha hacia la eternidad, iniciada por Lázaro,
no hubiera sido impunemente detenida. "
He aquí el amor
Lo digo solamente
Solamente lo digo
Repleta de personajes
Paseaban tranquilamente
De un insondable estornudo
Y la computadora
Ya no escriben
Yo mientras tanto
Escribo solamente
Solamente escribo
Otros dicen
De la primavera y de la muerte
Yo solamente escribo
Escribo solamente
Palabras solamente
Y las diez mil parejas
Palabras solamente
Porque la poesía
Y millares de luceros
En el tintero
A tanto silencio
Sino silencio
Más silencio
Sólo silencio?
Es un poeta menor
Insolentes criaturas
De incandescentes bicicletas
Siempre en bicicleta
Sin darse cuenta ¡oh inocentes!
Ni llamarse poetas
Se llama simplemente
Poesía
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damas y caballeros
ya no dan al cielo
ni la pálida luna
alumbra el corazón
de los pastores
de cemento ciertamente
la pálida luna
leopardiana
y la retama
es horrible
la municipalidad
nuestro cielo
nuestras nubes
pero yo no comprendo
no comprendo francamente
de centellas
considerando un peligro
y mi alegría
pero repito
no comprendo
sobre roma
fabricó también el humo
el cemento y la mierda
perdonen la grosería
en cuanto al cielo
y a la luna
o la retama
de un pálido poeta?
ya no dan al cielo
ni a la pálida luna
de mi infancia en el perú
y la luz de un lamparín
en el ocaso
recuerdo todavía
en una silla
y un plato de frijoles
en la mesa
a qué hora
un torbellino de ceniza
se abrió enseguida
fácilmente
pero en mi corazón
que no entiendo
de madera
de mi madre enferma
se volvieron de turquesa
de la cocina
y desapareció por la ventana
del comedor
la luna ni la vi
y yo
tras de un ramo
de retama
de cascabeles
y un vecino asustado
sólo entonces
y murmuró
criatura mía
damas y caballeros
amanecer es horrible
en estas condiciones
cada catre de hierro
es mi condena
una tortura
una hecatombe
pero os repito
damas y caballeros
os repito
cuántas veces
me despierto a medianoche
de centellas
como es ya mi costumbre
en la retama
estornudo sonrío
estornudar sonreír
o llorar entre las flores
Repletos de palabras
Uñas excrementos
Huesos pensamiento
Sino torbellinos
En el fondo de un tintero
En una mano
puedo escribir
así
de ti
contigo
sin ti
tal vez
silbando
como quien no
quiere nada
o llorando
o comiendo
o bebiendo
o muerto de hambre
resfriado
estornudando
gritando
criatura
que no canto
no pido
no deseo
sino un poco
de alegría
imposibles
en una sonrisa
sobre ti
y sobre mí
y nada más
qué tristeza
tú y yo
y nada más
de roma
y tú y yo
y nada más
de tú y yo
de roma además
tanta luz
entre dos
qué tristeza
tú y yo
y nada más
qué tristeza
de los dos
prueben
qué harían
de una mesa
qué harían
a ver
que la sombra
ha pisoteado
respondan temerosos
oh piadosos
maquinarias de rodillas
en un futuro silencio
de uranio
en el vaticano
cruzaran balas
deslumbrantes
flechas
de inusitado poder
afrodisíaco y purgante
y algo más
todavía
yo estúpido animal
sin embargo
vocifera la mierda
aúlla la soledad
criaturas que arrastráis
un solo
largo
llanto
no tengo nada
ésta es la realidad
mi vida es humo
humo mi casa
y mis amigos
no reconozco
ni mis rodillas
en la arena
el cielo arriba
el cielo abajo
arriba
abajo
arriba finalmente
fijamente
sin temor
ella también
magnitud ígnea
es el perfume
cuya memoria
es la memoria
pintado
y un estómago sonoro
sonrío ahora ya
finalmente
he aquí mi oficio
he convertido en agua
mi paciencia
en pan
mi soledad
doy de comer
a los muros
de beber
a las sillas
me quema todo
y todo me congela
no sé leer
ni escribir
ni contar
para mí es tinieblas
ni para conversar
conmigo mismo
ni para devorar
la televisión
o el cine
no soy nada
esto lo sé
es el invierno
generalmente además
que de noche
aunque alto no sea
de mi padre
como de un caballo
grande y silencioso
como un perro
o de un perro grande
y silencioso
como un caballo
y encendido
y cuando lo miraba
o de lo que no se tiene
o se recuerda solamente
o se desea solamente
yo no tengo nada
nada repito
nada en la mirada
nada en la garganta
ni en el pensamiento
como un cañonazo