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INTRODUCCIÓN
La etimología de la palabra persona tiene su origen en la lengua griega, significando
etimológicamente "máscara", es decir, algo asumido, que no es propio de uno, algo que
no es sustancial sino añadido. Los actores del teatro se ponían máscaras (personas) para
representar los distintos papeles de la pieza teatral; y éste es el origen del primitivo
significado de la palabra. En el siglo III, los teólogos cambian el sentido del vocablo y
entienden por persona algo interior, de matiz sustancial o esencial. Y en el siglo VI,
Boecio añade a esta concepción el atributo de la racionalidad. En psicología conviene
destacar la interpretación de Jung, discípulo de Freud, para quien el término persona
significa cara (mascara) que el hombre presenta a la sociedad en que se desenvuelve. Cara
que puede ser distinta a sus sentimientos e intereses reales.
La personalidad es el resultado de la articulación dinámica de los aspectos psicológicos
(intelectuales, afectivos, cognitivos y pulsionales) y biológicos (fisiológicos y
morfológicos) característicos de cada persona y que le distinguen de las demás. Durante
un largo período de tiempo, se consideró que la personalidad era inmodificable. Una de
las características de la máscara en el teatro antiguo era su permanencia, su fijeza, por eso
probablemente se adoptó el término personalidad para designar los rasgos característicos
de una persona. En la actualidad esta idea está totalmente descartada.
En nuestro caso vamos a adoptar la definición de W. Allport:
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dotación genética, mediante las cuales se va a captar el mundo y a responder ante él. El
ambiente proporciona elementos de interpretación, pautas para dar significado a los
estímulos, y determinar formas de respuesta. La influencia simultánea de lo hereditario y
lo ambiental a través del tiempo y del espacio, van dando origen y determinando la
personalidad.
El individuo no nace con una personalidad determinada, sino con cierta dotación que
condicionará, en parte, el desarrollo posterior. La personalidad se conquista, se hace, se
construye. Las condiciones heredadas se complementan y transforman a través de la
experiencia, el aprendizaje, la educación, el trabajo, la fuerza de voluntad, la convivencia
y el cultivo de la persona.
1. El Temperamento
Los factores biológicos se reúnen, por lo general, bajo el término de temperamento. En el
temperamento se distinguen aspectos estáticos y dinámicos: los primeros se refieren la
morfología, mientras que los segundos hacen alusión a la fisiología. El sexo, l a edad, el
sistema endocrino, etc., afectan a la personalidad, aunque es difícil precisar sus
mecanismos.
El temperamento se hereda. Allport lo define así: "Los fenómenos característicos de la
naturaleza emocional de un individuo, incluyendo su susceptibilidad emocional, la fuerza
y la velocidad con que acostumbran a producirse las respuestas, su estado de humor
preponderante y todas las peculiaridades de fluctuación e intensidad en el estado de
humor, considerándose estos fenómenos como dependientes en gran parte de la estructura
constitucional y predominantemente hereditarios".
El temperamento depende de la constitución física y especialmente de los factores
hereditarios de la misma. Las investigaciones realizadas han puesto de manifiesto la
influencia de la constitución física en el temperamento: por ejemplo la baja producción de
tiroxina produce pereza, inercia, torpeza, quienes la sufren son descritos como depresivos,
insatisfechos y desconfiados; al contrario, los hipertiroideos tienen síntomas de tensión
nerviosa, excitación, ansiedad, y se manifiestan nerviosos, hiperactivos e inquietos. El
temperamento está determinado por los procesos fisiológicos y factores genéticos que
inciden en las manifestaciones conductuales.
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2. El Carácter
Etimológicamente el término carácter proviene del griego y significa "marca" o "sello"
que distingue inconfundiblemente a una persona. El carácter es el que determina formas
constantes y típicas de actuar de una persona.
"Carácter es el conjunto de rasgos de personalidad, relativamente perdurables, que tienen
importancia moral y social".
La niñez y adolescencia son etapas muy importantes en la formación del carácter, tanto
positiva como negativamente. Las fallas, lagunas, distorsiones, experiencias traumáticas,
así como las costumbres, vivencias felices y satisfactorias, normas y prácticas morales y
éticas van señalando y matizando el carácter. El hogar, la escuela los grupos de amistad,
son los ambientes más influyentes en la formación del carácter. Todas las teorías del
carácter tienen en común la idea de que no se manifiesta de forma total y definitiva en la
infancia, sino que pasa por distintas fases hasta alcanzar su completa expresión al final de
la adolescencia. Todos los elementos que integran el carácter se organizan en una unidad
que se conoce como estabilidad y proporciona al carácter coherencia y cierto grado de
uniformidad en sus manifestaciones, con los cambios lógicos que ocurren a lo largo de la
vida. En él intervienen principalmente las funciones psíquicas, así como la acción del
ambiente. A partir de esos elementos se desarrollan los factores individuales, que
conforman el particular modo de reaccionar y enfrentar la vida que presenta una persona.
3. La Inteligencia:
En sí la inteligencia no es algo material, sino un concepto abstracto al que se ha llegado
por un proceso de análisis y síntesis de sus consecuencias.
En eso que llamamos «inteligencia» confluyen una serie de elementos que tienen que ver
con el aprendizaje, la adaptación a situaciones nuevas, la solución de problemas, el
proponerse fines, la capacidad de valoración y autocrítica.
Según Gardner “La inteligencia es la capacidad de comprender el entorno y utilizar ese
conocimiento para determinar la mejor manera de conseguir unos objetivos concretos”.
Sabemos que cada persona se adapta a la realidad de una manera diferente, entonces la
inteligencia es una forma de interactuar con el mundo, y engloba habilidades tales como
el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la
perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc. Estas habilidades configuran rasgos de
carácter (como la autodisciplina, la compasión o el altruismo), que resultan
indispensables para una buena y creativa adaptación social.
Por lo tanto ser inteligente es una forma de comportarse y actuar, de vivir: es, si así quiere
decirse, una forma de ser.
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encuadrar su personalidad de acuerdo con la posición y el papel que desempeña en la
sociedad. Así, al que ocupa el puesto de ejecutivo, la sociedad lo considera altamente, y le
exige un determinado comportamiento: cierto tipo de relaciones, utilizar un carro lujoso,
tener chofer, vestir de una determinada forma.
Lo mismo pudiera decirse de las diferentes profesiones: socialmente unas son
consideradas superiores a otras, y de acuerdo con este nivel se exige una conducta
determinada a quienes las ocupan. De este hecho pueden derivarse conflictos a nivel
personal, cuando las características de un individuo no se acomodan a las exigencias del
status. Y de esta misma situación se origina también la falsa concepción de la
personalidad en la que se identifica la conducta que se le exige por ocupar un cargo
determinado, con las características internas que un individuo realmente posee. A su vez,
el rol profesional está moldeado por la personalidad, ya que cada individuo desempeña el
papel social que le corresponde imprimiéndole sus características personales. Se produce
una interrelación mutua: el status y el rol exigen un comportamiento determinado del
individuo, y éste imprime ciertas características de su personalidad, a su actuación.
Personalidad, pautas de pensamiento, percepción y comportamiento relativamente fijas y
estables, profundamente enraizadas en cada sujeto.
La personalidad es el término con el que se suele designar lo que de único, de singular,
tiene un individuo, las características que lo distinguen de los demás. El pensamiento, la
emoción y el comportamiento por sí solos no constituyen la personalidad de un individuo;
ésta se oculta precisamente tras esos elementos. La personalidad también implica
previsibilidad sobre cómo actuará y cómo reaccionará una persona bajo diversas
circunstancias.
I. Teorías Psicodinámicas
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La teoría Psicoanalítica:
Freud conceptualizará aquello con lo que se ha encontrado durante el tratamiento de sus
pacientes: la eficacia del inconsciente; algo que está dentro de nosotros pero se nos aparece
como desconocido y extraño. Las personas cuando nos comunicamos las unas con las
otras no tenemos un conocimiento absoluto sobre las intenciones profundas que nos
mueven a hablar como hablamos o a comportarnos como nos comportamos. El
inconsciente se produce al hablar, irrumpiendo en lo que el Yo intenta decir, y esto marca
la división del sujeto.
Ya no se hablará de individuo (en tanto indiviso), sino de sujeto, en tanto «sujeto del
inconsciente».
Hay algo que escapa a la conciencia, no todo puede ser abarcado por ella. Así la
conciencia será insuficiente para explicar todo el acontecer subjetivo.
De este modo, Freud plantea que el inconsciente humano es inteligente, es dinámico y
tiene una lógica absolutamente diferente a la lógica de la conciencia.
El rol primordial del inconsciente dentro de su teoría desafía los estudios precedentes
focalizados en la conciencia y la conducta: el lugar de la conciencia para el Psicoanálisis,
es secundario. Podemos equiparar “Consciente/ Inconsciente” a “Conocido /
Desconocido”.
El inconsciente es el producto de la represión y será la base del cuerpo teórico del
Psicoanálisis.
Entonces, para el fundador del Psicoanálisis, la personalidad está enraizada en la
dinámica del inconsciente, es decir, de todas las ideas, pensamientos y sentimientos de los
que normalmente no tenemos conciencia. Los psicoanalistas prefieren explicar el
Inconsciente como una dimensión de lo psíquico, radicalmente diferenciada de la
conciencia aunque vinculada con ella, o también con las expresiones verbales del sujeto
que se infiltran a través del discurso.
Su conocimiento sólo puede darse de un modo indirecto, mediante los datos que
suministran los sueños, los actos fallidos, los test proyectivos y sobre todo, la historia de
los síntomas neuróticos.
Las representaciones del Inconsciente tienen la particularidad de incidir de manera
decisiva en la vida psíquica del sujeto; pues son eficaces. Para los psicoanalistas, los
síntomas son el efecto de algo que el sujeto no conoce, pero que es lo suficientemente
eficaz como para contrariar la misma voluntad.
Freud consideraba los instintos sexuales y agresivos como las fuerzas primarias del
inconsciente que rigen la conducta humana. De acuerdo con él, el psiquismo consta de
tres estructuras: Yo, Ello y Superyo.
Ello: Es aquel lugar en cual no somos capaces de reconocernos, es la parte más
inaccesible y oscura de nuestra personalidad. El Ello está integrado por la totalidad de los
impulsos instintivos; todas las porciones del Ello son Inconscientes y lo que allí se halla
se encuentra bajo la represión.
Yo: Así como “Ello” alude a lo impersonal, el “Yo” designa, como pronombre en
primera persona, aquello que el sujeto reconoce como propio. El Yo se encuentra ubicado
entre el mundo interno y el externo, en una posición tal que se comporta como receptor de
los impulsos que le llegan desde ambos campos. El principal papel del Yo es coordinar
funciones e impulsos internos y tratar que los mismos puedan expresarse en el mundo
exterior sin conflictos.
El Yo crea aptitudes que le confieren la capacidad de observar, seleccionar y organizar
los estímulos y los impulsos: las funciones del juicio y la inteligencia. Asimismo el Yo se
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convierte en mediador entre el organismo y el mundo externo. Como tal ha de
proporcionar, tanto una protección contra las influencias hostiles del ambiente, como el
logro de la gratificación, aún contra la eventual coerción del mundo externo. (para esta
función recurre a mecanismos de defensa).
En relación a los mecanismos de defensa, recodemos que el Yo lidia con las exigencias
de la realidad, del Ello y del Superyo de la mejor manera que puede. Pero cuando la
ansiedad llega ser abrumadora, el Yo debe defenderse a sí mismo. Esto lo hace
bloqueando inconscientemente los impulsos o distorsionándoles, logrando que sean más
aceptables y menos amenazantes. Estas técnicas se han llamado mecanismos defensivos
yoicos a lo que el Yo (en tanto instancia psíquica) puede regular. Para nombrar solo
algunos:
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muchas otras notas conductuales. El rasgo se puede definir como un atributo funcional
relativamente persistente que inclina al individuo, por hacerlas más fáciles, hacia cierto
tipo de respuestas o hacia cierta clase de situaciones. Los psicólogos descriptivos han
desarrollado una serie de procedimientos de medida para clasificar a los individuos en
torno a unos rasgos.
Por lo tanto, cada individuo posee una constelación de rasgos de la personalidad, que
pueden ser inferidos de su comportamiento Ejemplo de la evaluación de rasgos es el Test
BIG FIVE INVENTORY, el cual mide cinco rasgos o dimensiones de la personalidad.
Las teorías de los rasgos son esencialmente descriptivas. Ofrecen un medio para clasificar
las personalidades, pero no explican por qué éstas son como son. Con todo, estas teorías
tienen la ventaja de que es muy sencillo someterlas a comprobación experimental;
además, la investigación apoya su utilidad para identificar la personalidad.
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LOS CINCO GRANDES RASGOS O DIMENSIONES DE LA PERSONALIDAD
(“BIG FIVE”)
Extroversión
Individuos con puntuaciones altas: entusiastas, seguidores, juguetones, expresivos,
despreocupados, impetuosos, enérgicos, locuaces, asertivos, demostrativos,
atrevidos, seguros, francos, ingeniosos, emprendedores, optimistas.
Personas con puntuaciones bajas: huraños reservados, retraídos, tímidos, cohibidos, no
atrevidos, sumisos, apáticos, malhumorados.
Afabilidad
Individuos con puntuaciones altas: condescendientes, geniales, comprensivos,
indulgentes, corteses, generosos, flexibles, modestos, íntegros, afectuosos,
realistas, espontáneos.
Individuos con puntuaciones bajas: antagónicos, incomprensivos, exigentes, descorteses,
crueles, altaneros, irritables, engreídos, obstinados, desconfiados, egoístas,
insensibles, ásperos, tortuosos, prejuiciados, hostiles, volubles, tacaños,
mentirosos, insensibles.
Escrupulosidad/ Confiabilidad
Individuos con puntuaciones altas: organizados, eficientes, confiables, meticulosos,
perseverantes, cautelosos, puntuales, decididos, mensurados, consistentes, frugales,
ordinarios, analíticos.
Individuos con puntuaciones bajas: desorganizados, descuidados, inconsistentes,
olvidadizos, apresurados, vagos, perezosos, indecisos, imprácticos y rebeldes.
Estabilidad emocional
Individuos con puntuaciones altas: no excitables, no emotivos, autónomos,
individualistas.
Individuos con puntuaciones bajas: inseguros, ansiosos, quisquillosos, emotivos,
envidiosos, crédulos, entrometidos.
Cultura/intelecto/apertura
Individuos con puntuaciones altas: introspectivos, profundos, intuitivos, inteligentes,
creativos, curiosos, refinados.
Individuos con puntuaciones bajas: superficiales, poco imaginativos, poco observadores,
ignorantes.
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III. Teorías sobre Tipologías:
Aquí se incluyen las teorías que piensan a la personalidad en función de “tipos” o
tipologías.
Las tipologías estudian la personalidad, tomando como referencia los distintos aspectos
en que diferencia la percepción de las personas. Buscan características o atributos
similares y sobre la base de ellas, establece categorías para la clasificación de los
individuos.
O sea, recibe el nombre de “tipo” el conjunto de rasgos que imprimen un estilo general al
comportamiento del sujeto. Para definir “rasgos” y “tipos” se utilizan adjetivos; así, se
habla, por ejemplo, de personalidad extravertida o introvertida, controlada o impulsiva,
etc.
Según el aspecto que se valore, las tipologías pueden ser: morfológicas, fisiológicas,
psicológicas o mixtas. La mayor parte de las tipologías existentes tienen tendencia a
considerar, a la hora de establecer sus clasificaciones, únicamente aspectos parciales de
la personalidad; sin embargo, una verdadera tipología debería tener en cuenta todos los
componentes (morfológicos, fisiológicos y psicológicos).
Bajo el influjo de las teorías psicoanalíticas y constitucionales de los temperamentos, se
ha tendido a identificar la personalidad con un sistema de procesos afectivos y
motivacionales, dejando en un segundo plano el cometido que ejerce en la regulación de
la conducta la estructura cognoscitiva. Los estilos cognoscitivos, los hábitos perceptivos y
las preferencias de la imaginación tienen tanta importancia en el estudio de la
personalidad como el resto de las conductas de tipo afectivo o temperamental. La
afectividad y el conocimiento son dos realidades estrechamente conectadas y ambas
forman parte de la estructura de la personalidad.
Unas tipologías han tomado como base de su clasificación algún aspecto del
funcionamiento mental (orientación y el interés hacia el interior o el exterior del yo;
predominio del pensamiento, el sentimiento, la sensación y la intuición). Otras tienen
como base características físicas (aspectos faciales, estructura corporal, tamaño de las
distintas partes del cuerpo). Este último “tipo” de clasificaciones no ha sido muy
utilizada, debido a las críticas que provienen fundamentalmente del hecho de que si
fueran ciertas se podrían encasillar perfectamente a las personas en esos tipos. Y esto no
es posible. Cada individuo tiene su propia estructura de personalidad, distinta a la de
cualquier otro aunque tengan algunas características semejantes. Por eso, es frecuente
encontrar que una persona posea características de diferentes tipos. Al contrario del
“tipo”, el “rasgo” sigue criterios analíticos para definir la personalidad. En lugar de
englobar al individuo, lo muestra en sus diferentes características y por ello sirve mejor
para definir la personalidad.
Daremos el ejemplo que Holland utiliza para realizar su Inventario de intereses, el cual
está basado en la identificación de seis tipologías cada una de ellas constituidas por una
constelación de atributos y características personales que facilitarían el ajuste a una
determinada ocupación, en consonancia con su propio estilo personal. Holland pensó que
la mejor manera de identificar un área de la carrera era analizar las características de la
personalidad relativas al trabajo, y unir finalmente estas características con diversos tipos
del entorno o ambiente de ese trabajo.
Holland encontró seis tipos que describen ambas características relacionadas al trabajo:
Las características de la personalidad relativas al trabajo.
El entorno de ese trabajo.
La idea es que la gente con las personalidades que corresponden sus ambientes de trabajo
estarán más motivadas y más satisfechas. Los 6 tipos de personalidad descritos por
Holland son:
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Realista - describe a la gente que tiene capacidad atlética o mecánica, prefiere trabajar
con los objetos, las máquinas, las herramientas, las plantas, los animales, estar al aire
libre, y los ambientes del trabajo que proporcionan esas oportunidades. Estos tipos
Prefieren trabajos tales como mecánico del automóvil, regulador de tráfico aéreo,
topógrafo, granjero, electricista. Prefieren trabajar al aire libre y con las herramientas.
Prefieren tratar de cosas más que con la gente. Se describen como: conformistas,
humildes, naturales, tímidos, francos, materialistas, persistentes, estables, honestos,
modestos, prácticos.
Analítico Investigador – describe a la gente con capacidad de observación, para
aprender, investigar, analizar, evaluar o solucionar problema, y trabajan en ambientes
que le proporcionan esa oportunidad. Estos tipos Prefieren trabajos tales como biólogo,
químico, médico, antropólogo, geólogo, tecnólogo, médico. Son orientados a la función y
prefieren trabajar solamente. Prefieren solucionar de problemas abstractos y el entender
del mundo físico. Se describen como: analíticos, curiosos, introvertidos, exactos,
cautelosos, independientes, metódicos, racionales, críticos, intelectuales, modesto,
reservados.
Expresivo Artístico - describe a la gente con capacidades artísticas, innovadores
o intuitivos y quienes trabajan usando su imaginación y creatividad, en los ambientes que
proporcionan esas oportunidades. Estos tipos tienen ocupaciones tales como compositor,
músico, directores de arte, escritor, diseñadores, actor. Prefieren trabajar en los ajustes
artísticos que ofrecen las oportunidades para la expresión. Se describen como:
complicados, idealistas, impulsivos, inconformistas, emocionales, imaginativos,
independientes, originales, expresivos, imprácticos, intuitivos, desordenados.
Idealista Social - describe a la gente con capacidades para trabajar con gente, para
aclarar, informar, ayudar, entrenar, curar, comunicar y trabajan en ambientes que le
proporcionan esa oportunidad. Estos tipos tienen trabajos tales como profesor, clero,
consejero, enfermera, director de personal, y psicólogos. Son sociables, responsables, y
tratan con el bienestar de otros. Tienen poco interés en maquinaria o habilidades físicas.
Se describen como: convincentes, profundos, sociables, cooperativos, buenos, discretos,
amistosos idealistas, responsables comprensivos.
Emprendedor - describe a la gente con capacidades para trabajar con otra gente,
influenciar, persuadir, realizar, conducir o manejar hacia las metas organizacionales o
hacia el aumento económico. Trabajan en ambientes que le proporcionan esa
oportunidad. Estos tipos trabajan como vendedores, supervisores, ejecutivo de negocio,
productor de la televisión, promotor de los deportes, y comprador. Gozan el persuadir,
conducir, el hablar, y el vender. Se describen como: aventureros optimistas, arriesgados,
ambiciosos, enérgicos, impulsivos, populares y sociables.
Convencional - describe a la gente con capacidades para trabajar con datos,
capacidad administrativa o contables, realizan tareas detalladamente o siguen
instrucciones y procesos y trabajan en ambientes que le proporcionan esa oportunidad.
Estos tipos tienen trabajos tales como contador, técnico del procesamiento de textos,
banquero, perito mercantil, experto en impuestos. Prefieren las actividades altamente
contables y administrativas que caracterizan el trabajo de la oficina. Tienen poco interés
en habilidades artísticas o físicas. Se describen como: cuidadosos, conservadores,
ordenado reservado, conformista, eficiente persistente automáticos, concienzudos,
obedientes, prácticos, estructurados.
Las personas pueden puede tener intereses en varios de los seis tipos, pero, sólo serán
atraídos a dos o a tres de los tipos. Estas dos o tres letras son su código de Holland.
La mayoría de la gente, y la mayoría de los trabajos, representan una cierta combinación
de dos o tres de las áreas del interés de Holland.
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CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONALIDAD MADURA
Afirmamos anteriormente que la personalidad se conquista. Hemos visto, que todos
tenemos la dotación base para construir nuestra personalidad y que en el proceso de su
desarrollo intervienen lo heredado y el ambiente.
La meta del desarrollo de la personalidad es lograr la madurez de la misma. No es fácil
determinar qué es madurez en cuanto a la personalidad. Sin embargo, quienes se dedican
a estudiar este punto señalan una serie de rasgos que son propios de una personalidad
madura.
Son los siguientes:
a) Estabilidad emocional: Que implica una integración de la personalidad, es decir,
haber integrado instintos, impulsos, tendencias, necesidades, emociones,
sentimientos, vivencias y acciones con pensamiento y voluntad, que permite a la
persona reaccionar ante los distintos estímulos de una forma estable y autónoma
determinada no por impulsos primitivos, sino por los elementos rectores de su
personalidad bien integrada.
b) Conocimiento de sí mismo: Conocimiento de las capacidades, cualidades y
valores que posee uno mismo, así como de las deficiencias, debilidades y
tendencias de acción que le son características. De esta manera, la persona podrá
tomar decisiones adecuadas; se comprometerá hasta donde sus recursos le
permitan; sabrá aceptarse tal cual es sin crearse expectativas irrealizables; podrá
buscar la complementaridad para sus deficiencias; se fijará metas y objetivos
realistas y podrá vivir sin ilusiones falsas que la alejen de la realidad.
c) Capacidad de autoevaluación: El individuo maduro se juzga a sí mismo y
reconoce cuándo actúa bien o mal, que aspectos positivos y negativos posee. La
autoevaluación permite mejorar, superar fallas, estar en una actitud de cambio y
superación; así mismo permite reconocerse tal cual es, con éxitos y fallos, con
cualidades y defectos, con planes, metas y realizaciones. Es un factor más que
proporciona elementos para ser realista.
d) Capacidad de decisión: . El individuo que la posee toma decisiones sabiendo y
aceptando las consecuencias de las mismas; sacrificando unos motivos por seguir
otros. Proporciona a la persona una mayor autonomía para decidir por si mismo,
lo que no implica consultar con otros, buscar otras opiniones; y es un factor de
seguridad en la vida.
e) Capacidad de aceptar riesgos y responsabilidades: Implica emprender las
acciones no a ciegas, sino habiendo medido los riesgos que se van a correr y
haciéndose completamente responsable no sólo de la acción en sí, sino también,
de sus consecuencias. La persona madura acepta responsabilidades y se arriesga,
de acuerdo con sus capacidades y características, para emprender tareas y
acciones que para él supongan una superación y un crecimiento. No elude el
esfuerzo y el compromiso; lo busca, lo mide, lo acepta, y es constante en el
esfuerzo por lograrlo.
f) Autonomía del yo: Implica, dentro de un cumplir las normas sociales, ser libre, es
decir, no estar esclavizado al ambiente social ni al grupo social en que se vive.
Exige actuar tal como es y de acuerdo con sus criterios, valores y conciencia, a
pesar de que esa manera de comportarse sea mal vista y criticada por la sociedad.
g) Fuerza de voluntad: Es la capacidad de organizar las energías corporales en
dirección a una meta. La fuerza de voluntad proporciona constancia en las
acciones, esfuerzo prolongado en dirección de una meta; y se opone a un cambio
continuo de planes y trabajos, al idealismo fantasioso que nunca se concreta en
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h) Capacidad de esfuerzo: Es la "voluntad de querer", es decir, la acción continuada
y esforzada para lograr un objetivo o cumplir una acción. Es el factor que
permitirá alcanzar metas difíciles o que se logran a largo plazo. Permite superar
las satisfacciones inmediatas para luchar por objetivos cuya recompensa será muy
retardada. Así mismo, proporciona permanencia en la acción y compromiso de
esfuerzo para cumplirla.
i) Capacidad de convivencia: Supone tener en cuenta no solamente las necesidades
del propio yo, sino también las necesidades, derechos y motivos de los demás.
Exige que se haya desarrollado la idea de convivir, que se aprecie en los demás,
valores, cualidades y aportes necesarios para la construcción de la sociedad; que
se haya superado el egoísmo. Es condición indispensable para poder llegar a
amar; poder sentir la necesidad del esfuerzo personal en la construcción del
bienestar de los demás.
j) Autenticidad: El hombre maduro ha adoptado aquellos valores, normas de vida e
ideales que cree mejores en relación con sus motivaciones y actúa en forma
consecuente con ellos. Tiene una filosofía de vida según la cual interpreta las
cosas y orienta sus acciones; y a pesar de todas las deficiencias o fallas que tenga
en su actuación, tratará de identificarse con su forma de concebir la vida humana.
Este factor será un elemento que refuerce su autonomía y le permita ser libre aún
viviendo intensamente las realidades sociales propias de su ambiente de trabajo y
convivencia. Como conclusión de todas estas características podemos afirmar que
una persona madura es aquélla que está bien integrada interiormente, que se
adapta correctamente al medio ambiente, que obtiene gratificaciones de él mismo
y se comporta trascendentemente de acuerdo con sus aptitudes y posibilidades.
Como la mayor parte de los estudiantes del Ciclo Diversificado quedan
comprendidos dentro de esta etapa del desarrollo, creemos importante
proporcionarles este marco de referencia para que puedan reflexionar sobre su
propia madurez y trazarse metas y objetivos para lograr un mejor desarrollo
personal.
Como conclusión podemos afirmar que una persona madura es aquélla que está bien
integrada interiormente, que se adapta correctamente al medio ambiente, que obtiene
gratificaciones de él mismo y se comporta trascendentemente de acuerdo con sus
aptitudes y posibilidades.
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BIBLIOGRAFIA
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Allport, G. W. (1937). "Personality: A psychological interpretation". Prentice Hall.
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Kertész, Roberto, (1993). "Análisis transaccional en vivo", resumen cap.1 y 2.
Buenos Aires: Editorial IPPEM,
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