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Como nos dice Cook (1989:6): "Hay más en la producción y comprensión del lenguaje
significativo - de comunicación - que saber cómo hacer o reconocer frases correctas”. Hay
toda una serie de elementos implicados en el proceso comunicativo, y no son solamente
elementos verbales. “El usuario del lenguaje emplea distintas habilidades en el proceso de
análisis de la comunicación.” Siempre que se quiera analizar el fenómeno comunicativo, se
debe recurrir necesariamente a los elementos no verbales (Birdwhistell, 1972) “cada uno
de los análisis de la conducta comunicativa surge con fuerza en el estudio de las
modalidades no verbales”. El componente no verbal es, junto con el componente verbal lo
que constituye la COMUNICACIÓN. La comunicación tiene una estructura tripartita que
Poyatos (2002) denomina “estructura triple básica” y que incluye:
- Lo que decimos (las palabras con sus rasgos prosódicos más básicos).
- Como lo decimos (para lenguaje).
- Cómo lo movemos (kinésica).
El precedente de esta “estructura triple básica” fue Smith (1953) quien, en su obra The
Communication Situation, adelantó ya que el sistema comunicativo incluía el lenguaje, la
kinésica y las vocalizaciones. En ese momento, el para lenguaje se reducía sólo a las
vocalizaciones, aunque más adelante se verá que incluye muchos más elementos. Para
Smith (1953) las vocalizaciones eran aquellos elementos que se habían incluido
tradicionalmente bajo el término tono de voz. Afirmó que las vocalizaciones eran aquellas
que transmitían estados de ánimo, como el placer o la ira. Este autor consideró
vocalizaciones desde la risa o el llanto hasta las cualidades vocales.
CONCEPTO DE PARALENGUAJE.
El para lenguaje es, como su propio nombre indica, aquello que está más allá de las
palabras (para-lenguaje). El concepto de para lenguaje ha sido objeto de estudio de
diversas disciplinas y por ello encontramos una gran variedad de definiciones. Podemos
encontrarnos, en primer lugar, con el hecho de que ese término no aparece en la mayoría
de enciclopedias y diccionarios a los que recurramos. En segundo lugar, podemos ver
cómo en los casos en los que el término aparece, su definición es muy vaga y confusa. Esto
ocurre frecuentemente en internet. Como ejemplo, podemos observar las siguientes
definiciones:
debemos resaltar que actualmente se nos están ofreciendo definiciones bastante claras y
fiables, como la de Poyatos (1996), y Crystal (1994), los cuales están considerando
importante el fenómeno paralingüístico, que hasta hace muy poco ha sido siempre
relegado a un segundo plano. Aunque también seguiremos encontrando la postura de
aquellos que sólo ven en el para lenguaje características vocales, excluyéndolo por tanto
de otro tipo de lenguas no orales. Knapp, por ejemplo afirma que el para lenguaje “tiene
que ver con el espectro de señales vocales no verbales establecido alrededor del
comportamiento común del habla”. (1985).
Desde los años 80 hasta la actualidad, encontramos diversos estudios que tratan del
fenómeno paralingüístico. Podemos hacer una división entre los autores que incluyen en
el para lenguaje sólo los rasgos prosódicos, que no afectan al significado de la frase, pero
que revelan factores extralingüísticos, por lo tanto serían vocales/no verbales. Entre estos
autores destacaríamos a Crystal y a Argyle. Y por otro lado, a aquellos para los que todos
aquellos sonidos que no se ajusten a la estructura fonética de la lengua entrarían en el
para lenguaje. Entre estos autores destacamos a Poyatos y a Austin. La primera
perspectiva es más reducida, y de ella se excluirían por ejemplo las interjecciones y las
onomatopeyas, y la segunda sería mucho más amplia, y abarcaría todos los elementos
vocales que se encuentran fuera del lenguaje.
Para entender un pasaje literario, tenemos que recurrir necesariamente al para lenguaje y
a la comunicación no verbal (que no es lo mismo que la Lengua de Signos). La literatura
hace siempre uso de este fenómeno, que llega a ser imprescindible, ya que es el que
transmite al lector los efectos y situaciones que aparecen un fragmento de ficción. Y
debemos considerar que ocurre lo mismo en la vida real, en lo cotidiano, en nuestra
comunicación diaria: el cómo se dice es prioritario a lo que se dice (Argyle 1978:110). Si
elimináramos todos estos parámetros paralingüísticos ¿qué nos quedaría?. Pues el
mensaje quedaría vacío de sentido y su contenido resultaría invariable ante cualquier tipo
de alteración desde el punto de vista paralingüístico.
Podemos hablar de dos perspectivas distintas que consideran al para lenguaje o bien
desde un punto de vista exclusivamente vocal y auditivo, es decir, específicamente, o bien
desde un punto de vista kinésico-visual-auditivo, es decir, general. La primera está
encabezada por Poyatos (1996), el cual lo define como: “cualidades no verbales y
modificadores de la voz y sonidos y silencios independientes con que apoyamos o
contradecimos las estructuras verbales o kinésicas simultáneas o alternantes”. (215) La
segunda perspectiva tiene como precedente a Birdwhistell (1979), el cual pensaba que “la
para quinésica y la paralingüística debían ser comprendidas como un único sistema. Para
Birdwhistell: “la paralingüística es un préstamo terminológico que parece cada vez más
adecuado conforme pasamos del estudio de los subsistemas comunicativos lingüísticos y
kinésicos al análisis del sistema comunicativo. Hasta el momento, dado el tiempo y el
trabajo que conlleva, sólo se ha estudiado exhaustivamente un número limitado de
secuencias interactivas de larga duración. No obstante, tales comportamientos orales y
corporales parecen ser tan íntimamente y sistemáticamente dependientes que sólo
pueden distinguirse desde una perspectiva heurística.” (1979)
Birdwhistell considera que el término “paralingüística” engloba todos los elementos del
sistema comunicativo. Él considera que lenguaje, para lenguaje y kinésica deben ser
estudiados desde una perspectiva heurística, como un todo en el que están englobados
todos los elementos. Esta concepción es aplicable a la lengua de signos, ya que el
entendimiento de un mensaje, tanto oral como signado, depende de la integración de
elementos lingüísticos, paralingüísticos y kinésicos.
La distribución espacial:
La tipología:
Se refiere tanto a la forma física de las letras (tamaño, trazo, tipo, modelo) como al uso de
otros símbolos. Así, tenemos que para destacar la importancia de una palabra o la
distribución temática se pueden emplear mayúsculas, negritas, cursivas, el subrayado o el
uso de distintos tipos de letra según las convenciones sociales; por ejemplo, los textos
manuscritos son más personales y auténticos; los mecanografiados dan un carácter más
formas, más oficial; en cambio, los impresos son mensajes para todo público.
La puntuación:
La ortografía:
Es un código para lingüístico que puede afectar el significado de las palabras y que revela
el grado de cultura de quien escribe. Los errores de puntuación y de ortografía pueden
tergiversar el sentido del mensaje o crear un texto confuso e ininteligible; de ahí que
tengan una importancia fundamental en la comunicación escrita. Actualmente, algunas
personas omiten estos códigos paralingüísticos (puntuación y ortografía) en la
comunicación por los medios electrónicos (los mensajes escritos en los teléfonos
celulares o la conversación [chat] por internet) debido a una mal entendida economía
lingüística y por rapidez, lo que ha generado un lenguaje carente de matices y con muchas
imprecisiones.
El código de la cortesía:
Cuando el mensaje se dirige a alguien de mayor jerarquía. Por ejemplo, las expresiones
como: "estimado señor", "con todo respeto me dirijo a usted", "atentamente" o "su
seguro servidor" que son frecuentes en la correspondencia tanto oficial como comercial.