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EDICION BICENTENARIA.
BANCO CENTRAL DE VENEZUELA
16-07-2010
1
ÍNDICE PROVISIONAL
PARTE I
Las Sociedades Precapitalistas Venezolanas
Introducción
2
Cap.1: La economía política de las sociedades precapitalistas
8
Cap.2: Formaciones económico-sociales precapitalistas
13
Cap.3: El modo de producción y los modos de vida apropiadores
24
Cap.4: La base material de la Formación productora de alimentos o tribal
39
Cap.5: La Formacion económico social productora o Tribal
54
Cap.6: El concepto de acumulación simple en las sociedades precapitalistas
62
Cap.7: Fases históricas de la acumulación simple en el noroeste de Venezuela
76
2
PARTE II
Formacion Social Clasista
Cap.8: La expansión del capitalismo desde Europa Occidental
82
Cap.9: Fases iniciales de la formación social clasista (siglosXVI-XVIII).
96
Cap.10: La Acumulacion Originaria de capital mercantil
102
Cap-11: Formación de la propiedad territorial agraria
112
Cap.12: Submodos de los modos de vida coloniales venezolanos
121
Cap.13: Submodo de vida 1: Caracas, lugar central del mercado colonial
128
Cap.14: Submodo de vida 3: la Provincia y la ciudad de Maracaibo
146
Cap.15: Submodo de vida 4: la acumulación orginaria de capital en Guayana
158
PARTE III: La Formación Economico Social Clasista Nacional
Cap.16: Colonialidad del poder, modos de vida y estilos de consumo
165
Cap.17: Las reformas liberales de Carlos III: detonante del movimiento
de emancipación
182
Cap.18: La economía venezolana durante la Guerra de Independencia
195
Cap.19: El modo de vida nacional monoproductor agroexportador: 1830-1935
206
Cap.20: Estilo de vida consumista de la burgues nacional venezolana. Siglo
XX 218
3
Cap.21: El modo de vida nacional petrolero (rentista)
228
Cap.22: La cultura como instrumento de dominación política
244
Cap.23: El régimen neocolonial de la IV República
255
Advertencia:
Sobre las abreviaturas en cronología de la parte I:
ANE= antes de nuestra era, equivalente a “antes de Cristo”
ANP= antes de nuestro presente (para el caso actual: año 2010)
4
AGRADECIMIENTOS
5
INTRODUCCIÓN
6
los soldado(a)s y los miliciano(a)s de la Fuerza Armada Bolivariana, los
obrero(a)s, campesino(a)s, los trabajadore(a)s, los bolivariano(a)s de la clase
media y media alta.
Por esas razones, quienes hasta 1998 nos concentrábamos en investigar para
producir libros académicos que sólo circulaban en un reducido ámbito
intelectual, descubrimos desde entonces la importancia de comunicar a los
camaradas de a pie nuestras experiencias y conocimientos adquiridos en la
academia, escribiendo libros y artículos que contribuyan a formar conciencia
política y conciencia histórica. Ello supone incursionar, como ya dijimos, en
otro estilo literario en otra manera de orientar el discurso, vinculando la
narrativa a lo cotidiano. Cuando nos referimos a lo cotidiano no aludimos a lo
superficial e intrascendente: los contenidos de la vida cotidiana, por el
contrario, son la concreción de la gran historia en una escala visible y
comprensible para las personas.
7
El 5 de Julio de 1811, fecha de la declaración formal de nuestra primera
independencia política y administrativa, significó la ruptura con la forma del
tiempo histórico colonial español, el nacimiento de la 1 y la 2da. República y
la incorporación de Venezuela al efímero proyecto político de la Gran
Colombia. Al disgregarse ésta, a partir de 1830 se inició la III República, y
comenzó a gestarse el marco ideológico liberal y positivista de la nueva fase
histórica de la formación republicana y su modo de producción colonial,
rentista monoproductor y agroexportador, que persistió como dominante hasta
inicios del siglo XX. A partir de allí en adelante, se produjo una ruptura
definitiva con el antiguo modo de vida colonial, rentista monoproductor y
agroexportador, suplantado hasta finales del siglo XX por un nuevo modo de
vida neocolonial, nacional petrolero, con el cual la antigua monoproducción
agropecuaria se articula –por ahora- como un proceso de trabajo.
8
modo de producción rentista y mono-productor que ha legitimado y
reforzado el carácter dependiente, desnacionalizado y consumista que
caracteriza en la actualidad la formación nacional venezolana.
9
que no supo o no quiso-cuando tuvo la oportunidad y los medios- crear una
patria soberana para beneficio de todos los venezolanos.
10
descontrucción, que animan las situaciones revolucionarias que sacuden a
Suramérica y El Caribe.
12
PARTE I
13
CAPÍTULO 1
16
historia de un país. Para investigar la causalidad de su estructura, la lógica de
su funcionamiento y su desarrollo histórico, se necesita estudiar la acción
combinada de los diversos factores causales que conforman su modo de
producción, particularmente el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y
la naturaleza de las relaciones sociales de producción, donde se asienta y se
expresa la infraestructura de la sociedad.
17
se prolongó todo el siglo XIX hasta 1930, cuando surge la monoproducción
petrolera como proceso de trabajo dominante del modo de producción en su
fase neocolonial.
18
categorías histórico sociales sólo pueden aplicarse a las sociedades
capitalistas.
Durante los dos últimos siglos, el liberalismo produjo como tesis general la
existencia de una organización de la subsistencia humana controlada por un
sistema de mercados formadores de precios. En esa medida, el modelo se
prestaba a la aplicación de métodos basados en el significado formal de lo
económico, que podría parecer coincidente con el significado substantivo del
mismo. Sin embargo, para el antropólogo (a) social, el historiador (a) o el
sociólogo (a), el estudio de la economía se enfrenta también a una variedad de
instituciones que no son solamente el mercado, sino también a las células
fundamentales de la sociedad tales como el parentesco y la familia en las
cuales esta incrustada la subsistencia humana.
21
Una de esas instituciones es la conformada por los grupos domésticos o
comunidad doméstica, en los cuales el trabajo familiar no es trabajo alienado
sino que está condicionado por las relaciones de parentesco y de comunidad.
En las sociedades tribales, los grupos domésticos no son reducibles a unidades
de consumo, ya que la mano de obra humana no es superada por la familia ni
empleada en un dominio externo, supeditada a una organización y a una
finalidad extraña. La comunidad doméstica como tal está comprometida con el
proceso económico y en buena parte lo controla. Las relaciones al interior de
las familias comunitarias son relaciones sociales de producción. Tanto los
bienes producidos como las formas de asignación de trabajo, son
estipulaciones domésticas. La producción comunitaria doméstica no es obra de
un grupo autónomo de trabajo, ya que los miembros (as) de las familias
cooperan con individuos de otras similares y ciertas tareas pueden ser
emprendidas colectivamente a niveles más altos (Sahlins: 1976: 233, 240).
22
CAPÍTULO 2
24
climáticas que imperaban en el actual territorio venezolano eran muy
diferentes a las de hoy día, hecho que influyó grandemente en la vida y las
culturas de las antiguas poblaciones venezolanas. El Modo de Producción de
esas primeras poblaciones estuvo determinado por las cambiantes e inestables
condiciones materiales del entorno que caracterizaron la fase final del período
Pleistoceno y los primeros milenios del siguiente, el Holoceno, destacando
particularmente la desaparición paulatina de la megafauna pleistocena cuya
caza había servido de sustento a las antiguas poblaciones de modo de vida
cazador, proceso que culmina entre 6000 y 3000 años ANE
25
bolivariano de integración latinoamericana, difundido en hombros de los
soldados de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, a través de la red
de caminos e itinerarios milenarios trillados por chasquis, por los mensajeros
indígenas precursores de la integración de nuestros pueblos.
26
maneras de relacionarse para ejecutar procesos de trabajo que requerían
tecnologías que debían conocer o desarrollar para apropiar o producir los
bienes que sustentarían su vida cotidiana.
27
referidos a diferentes ámbitos de la vida social, son actividades y servicios
que tienen directa o indirectamente un sentido económico para el
mantenimiento y la reproducción de la vida cotidiana.
Para establecer una base conceptual que nos permita el estudio científico de
aquel proceso, es necesario utilizar categorías y conceptos históricos que
tengan validez para analizar la existencia y las acciones de las diferentes
sociedades que lo integran. En tal sentido, como consecuencia lógica del
avance del conocimiento sobre realidades concretas, las categorías históricas
empleadas por marxismo nos permiten dar cuenta de la realidad social
venezolana en los distintos momentos históricos, reactualizándolas en algunos
casos y en otros haciendo explicitas algunas usadas por los clásicos pero no
definidas expresamente (Vargas-Arenas 1990:55)
El Modo de Vida
Las categorías que explican los procesos fundamentales más generales de FES
y MP, tienen un correlato en la categoría Modo de Vida, toda vez que dichos
procesos generales se expresan de manera particular; en consecuencia, con la
categoría Modo de Vida es posible abordar la existencia de ciertas maneras
particulares de organización de la actividad humana dentro de una FES, a
ciertos ritmos de estructuración social y, en consecuencia, al cumplimiento de
las leyes específicas que rigen para la formación social en la cual se expresan.
Cada modo de vida, por tanto, supone una línea particular de desarrollo de la
FES, siendo una de esas líneas la que posee mayor capacidad dinámica para el
cambio o la transformación social.
El Modo de Trabajo
29
Un concepto relacionado al de Modo de Trabajo podría ser el de las
denominadas “Prácticas Socioeconómicas”, acuñado por marxistas españoles,
las cuales refieren a la reproducción de las condiciones materiales e
“...incluyen aquellas actividades destinadas a la obtención, procesado y/o
conservación de alimentos y a la fabricación y mantenimiento de
implementos, cuyo destino originario se orientó a la satisfacción de las
exigencias mínimas de la vida social: alimento y cobijo para los agentes
sociales...” (Castro et al, 1996: 38-40).
La de Modo de Vida podría quizás ser vista como una categoría heurística, en
tanto no se genere una teoría general sobre los mismos, tarea que necesita
explorar su definición—incluso en las formaciones socioeconómicas más
complejas como la Capitalista—donde la variedad de intereses y ritmos de la
conducta, de la actividad social y material de los pueblos enmascara y desafía
un análisis categorial de este tipo.
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A partir de las formaciones sociales venezolanas más antiguas de recolectores,
cazadores y pescadores, hasta las sociedades tribales agro-alfareras que
existieron de manera autónoma hasta el siglo XVI, las comunidades
originarias venezolanas tuvieron que tomar decisiones cruciales para su
subsistencia, las cuales, por otra parte, ejercieron una influencia decisiva en la
conformación de sus modos de vivir, en las formas de organizarse
socialmente para producir, en las maneras de distribuir, cambiar y consumir
los bienes materiales necesarios para reproducir su existencia; así como
vivían y producían, así eran. La localización de sus campamentos y aldeas
implicaba una escogencia racional, no sólo del lugar donde se iban a asentar,
sino también de los recursos naturales de subsistencia de los cuales iba a
depender su vida, del tipo de vivienda que debían construir, de los modos de
trabajar, en suma, de las maneras de relacionarse para ejecutar tecnologías que
debían conocer o desarrollar para apropiar o producir los bienes que
sustentarían su vida cotidiana.
31
La apropiación de recursos naturales para la subsistencia, constituyó la forma
económica más antigua desarrollada por los grupos sociales para proveerse los
materiales y bienes necesarios para su reproducción social, mediante la
extracción directa de los recursos naturales del ambiente a través de procesos
de trabajo orientados hacia la pesca marina y riparia, la caza terrestre, marina
y riparia, la recolección terrestre, marina y palustre. Esos procesos de trabajo
se realizaban empleando una diversidad de instrumentos creados con el
propósito exclusivo de obtener recursos vegetales y animales para la
alimentación y la manufactura de los objetos de uso cotidiano: instrumentos
cortantes o puntiagudos líticos, de concha o de hueso para arrancar de la
tierra raíces, tubérculos, recolectar semillas y frutos comestibles o
medicinales, maderas y fibras, construir trampas, armas arrojadizas y redes
para atrapar peces, mamíferos y aves, mediante los cuales obtener proteínas
para la alimentación, pieles y huesos para fabricar vestidos e instrumentos de
trabajo, bolsas para el acarreo y cuerdas, etc. (Sanoja y Vargas Arenas ,1995:
27-37).
32
La división técnica del trabajo en la sociedad apropiadora se traslapaba con la
división sexual de las tareas productivas. Las labores de recolección de
plantas, animales, fruto, de las materias primas, el mantenimiento y la
reposición de la mayor parte de los bienes que constituían el principal sostén
de la vida cotidiana, incluyendo el espacio y la vida doméstica en su
generalidad, eran usualmente tareas circunscritas al sitio de habitación y a su
entorno inmediato. Estos objetivos de corto plazo, que se repetían
inexorablemente cada día, parecen haber sido la tarea de las mujeres; al
mismo tiempo, la reproducción biológica y el mantenimiento del grupo social
(prácticas socioparentales) eran objetivos a largo plazo donde el cuerpo de la
mujer era su medio e instrumento de producción (Castro et al, 1996: 37-38).
33
que transformaron finalmente dicha formación (Vargas Arenas, 1990: 55-67,
1997).
36
destino y la forma de distribución de lo producido (Sanoja y Vargas Arenas,
1995: 37-46)
37
componentes del colectivo que sancionaran—de alguna manera—la
transgresión de las normas de solidaridad. Un locus de autoridad establecía
diferentes clases de solidaridad: entre él y los otros y los otros entre sí. La
autoridad garantizaba la solidaridad grupal, pero al mismo tiempo se alejaba
de ella, propiciando y estimulando la transgresión a la autoridad. Este carácter
dialéctico de las relaciones sociales, si bien propiciaba el movimiento de las
contradicciones sociales al interior de una banda, debía ser controlado, ya que
las condiciones precarias de la vida de una comunidad apropiadora requerían
de manera necesaria la fijación o estabilidad de la fuerza de trabajo en las
unidades productivas—las bandas—, y fortalecer y regular dentro de ellas la
reciprocidad, fundamentalmente la económica.
38
consecuencia de esta actividad. Mediando la fuerza de trabajo, vía la
producción, la distribución y el consumo, se trascendía la reciprocidad simple
entre mujeres y hombres para dar paso a la constitución de un grupo primario,
de una verdadera comunidad, reforzando también las prácticas sociales, las
normas que determinaban el acceso a la posesión colectiva del objeto de
trabajo, del medio natural socialmente percibido que formaba la base de la
producción extractiva, estableciendo la supremacía del todo sobre las partes.
39
la misma manera, las relaciones intersocietarias eran desiguales, no en el
plano de los individuos, sino de las unidades sociales. Algunas de éstas tenían
mejor o mayor capacidad que otras para percibir la integridad territorial y
temporal de los ecosistemas que conforman una región determinada, y de rotar
y organizar la fuerza de trabajo a los fines de obtener un mayor rendimiento
material de la gestión de esa fuerzas productivas. Se producía así un proceso
de creación de valor, valor de cambio, que se apoyaba en el conocimiento
cada vez mejor y mayor de la importancia económica y social, tanto de los
recursos naturales como de la organización del grupo social para explotarlos
con el mayor beneficio (Sanoja y Vargas-Arenas, 1995: 46-51).
40
CAPÍTULO 3
Para las mujeres y los hombres que integraban la Formación Social Apro-
piadora, la Naturaleza era el objeto donde se invertía el trabajo y los esfuerzos,
donde se establecían los mecanismos de cooperación de la banda para
optimizar el producto extraído del ambiente. Puesto que este último no era una
totalidad homogénea en cuanto a contenidos sino que, por el contrario, era
discontinuo en cuanto a la calidad y cantidad de contextos ecológicos que lo
integraban, la inversión de trabajo social para explotarlo y las formas de
organización para dirigir ese trabajo se manifestaban como diferentes
calidades de la esencia apropiadora. “Así como producen y reproducen sus
condiciones de vida, así serán los modos de vivir los hombres” (Marx-Engels,
1982.: 19.
41
formación social. El modo de trabajo, a su vez, se materializaba vía el proceso
de trabajo el cual, según Marx (1982: 136), “…es la actividad racional
encaminada a la producción de valores de uso, la asimilación de las materias
naturales al servicio de las necesidades humanas, la condición general del
intercambio de materias entre la naturaleza y el hombre…”.
Las primeras evidencias materiales datadas con C14 indican, hasta ahora, que
la antigüedad de la FES apropiadora venezolana, como ya hemos visto, se
remontan a 14.200 años ANP. Se trataba de bandas seminomádicas de bandas
de recolectores-cazadores que vivían en campamentos estacionales. Su modo
de producción apropiador se fundamentaba en la caza terrestre especializada,
la pesca y la recolección marina o terrestre, actividades reguladas por unas
relaciones sociales de producción comunitarias, recíprocas, cooperativas y
solidarias.
42
El Modo de Vida de los Cazadores Especializados
44
La vida de las comunidades humanas ligadas a este modo de vida dependía,
en gran parte, como era característico de toda la FES, de los recursos naturales
de subsistencia y que, en este caso, fueron los bosques de manglar. Especies
tales como la Ostrea rizophora y la Melongena melongena Linnée,
constituyeron el soporte fundamental de la alimentación cotidiana,
conjuntamente con la pesca de peces estuarinos, sirénidos y, ocasionalmente,
tiburones.
Al igual que en el oriente de Venezuela, hacia 5580 años ANP p (3800 años
ANE ), encontramos también en las regiones litorales cubiertas por bosques de
manglar del actual estado Falcón comunidades humanas relacionadas con un
modo de trabajo apropiador orientado hacia la recolección y la pesca marina o
palustre, el cual, posiblemente, surgió como una transformación cualitativa
de los antiguos cazadores recolectores especializados del interior. Al igual
que en Paria, los extensos bosques de manglar que existían en la
desembocadura de los ríos Tocuyo, Aroa y Yaracuy y en las lagunas costeras
del noreste de Falcón albergaron a poblaciones recolectoras pescadoras
cazadoras. Éstas fabricaban rústicas herramientas de piedra utilizadas como
percutores, manos y piedras de moler, recolectaban bivalvos y gasterópodos
de manglar y cazaban tortugas y caimanes (Cruxent y Rouse, 1961; Sanoja y
Vargas-Arenas: 2007c: 91).
46
entorno natural: el río, las lagunas, el manglar, las sabanas, las selvas
semidecíduas o tropicales de altura, las selvas húmedas de las montañas. La
explotación conjunta o estacional de dichos ecosistemas requería una
planificación de objetivos a corto, mediano y largo plazo para rotar y
organizar la fuerza laboral en la ejecución de diversos procesos de trabajo que
implicaban novedosas técnicas e instrumentos de producción así como una
nueva organización social y, posiblemente, diferentes medios imaginarios de
producción. En consecuencia, podemos afirmar que la práctica de la
agricultura obligó a los grupos humanos a una reestructuración de la
producción y de las formas de distribución, cambio y consumo de los valores
de uso y de cambio. Ocurrió, en consecuencia básicamente la transformación
de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de producción,
manifestada en la presencia de nuevos contenidos en la propiedad y nuevas
formas de posesión, así como en los procesos de cooperación y reciprocidad.
47
femeninas o masculinas que sólo podían ser apropiados por personas del
género correspondiente, parecen haber comenzado a asumir una nueva
identidad cultural al ser socializadas mediante la cocción en los fogones
colectivos (Sanoja y Vargas-Arenas, 1995: 340-346). Podemos observar
igualmente, al analizar la vida ceremonial de esas comunidades, que los
muertos eran enterrados dentro del espacio doméstico, posiblemente dentro de
cestas luego de descarnar sus huesos y pintarlos de rojo con ocre,
posiblemente como manera de probar su posesión del suelo que habitaban vía
un culto a los ancestros. Otras evidencias apuntan hacia la existencia de
prácticas canibalísticas que deben haber desarrollado hacia el primer milenio
ANE.
Todo lo anterior parece indicarnos que desde fechas muy tempranas se habían
constituido redes para el intercambio de valores de uso entre las comunidades
48
apropiadoras venezolanas del litoral noreste, elemento fundamental para la
constitución de una de las regiones geohistóricas cuya influencia sigue
gravitando en la historia moderna de la sociedad venezolana y caribeña. Se
trataba, en suma de la fase inicial de un nuevo modo de producción, de nuevas
relaciones sociales de producción que van a ser características de la
Formación Económico Social Tribal o Productora de Alimentos.
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se gestaron diversos modos de vida que, aunque eran cualitativamente
similares al inicio, en un determinado momento algunos de ellos produjeron
sustanciales cambios de calidad y magnitud —autogestados y/o inducidos—
que terminaron por transformarlos en modos de vida cualitativamente
diferentes y, las zonas donde se manifestaron, devinieron áreas centrales
caracterizadas por una intensificación de los procesos de cambio histórico, los
cuales hicieron implosión, originando una gran acumulación de innovaciones
sociales y técnicas, que se expresaron en la diversificación, especialización y
complejización de los procesos de trabajo al interior de uno o más de los
modos de vida.
Los datos etnohistóricos del siglo XVI sobre la vida de las comunidades
nomádicas y seminomádicas que todavía vívían de manera autónoma en las
sabanas del Orinoco para aquella fecha, así como nuestra experiencia vivida
en 1961 entre los pumeh y los sáliva del Capanaparo, Edo. Apure, Venezuela,
nos permitieron evaluar la diversidad de grupos humanos que integraban la
comunidad de recolectores cazadores en dicha región. Por una parte, hallamos
en los siglos XVI y XVII un tipo de comunidad nomádica restringida
integrada por guahibos y chiricoas (Stock lingüístico arawako; Sanoja y
Vargas-Arenas, 1992: 158-163), quienes se agrupaban formando pequeñas
bandas móviles que totalizaban aproximadamente seis u ocho familias
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nucleares, unos treinta individuos. La banda viajaba junta durante la estación
seca viviendo en paravientos ocasionales construidos con ramas de árboles,
cazando, pescando y recolectando plantas silvestres reuniéndose con otras
emparentadas en una vivienda comunal o base permanente durante la estación
de lluvias y formando así una familia extensa. Practicaban la caza terrestre y la
recolección de especies botánicas silvestres, en tanto que la caza y la pesca
parecen haber tenido una importancia menor en las actividades de
subsistencia. Los hombres se dedicaban particularmente a la caza y la pesca,
mientras que las mujeres recolectaban diariamente los frutos de la palma y las
raíces silvestres del “guapo” (Maranta arundinacea), cuya fécula mezclaban
con la obtenida del corazón de la palma moriche llamada “munacapana” y la
de la yuca dulce (Manihot esculenta) para hacer pan.
Casi un siglo más tarde aquellos mismos pueblos, conocidos hoy como
yanomami, siguen viviendo en las regiones inter-fluviales e invierten el 40%
de su tiempo lejos de conucos y aldeas, acampando en la selva donde cazan y
recolectan para sobrevivir (Good, 1995: 119). Según el mismo autor, hay
hipótesis que asumen que el origen de la etnia yanomami se halla en la Sierra
Parima (Good, 1995: 118). Wilbert, por su parte (1961: 238-242), considera
que los waika o yanomami podrían ser relicto de las poblaciones
paleoamericanas que poblaron originalmente a Suramérica, las cuales se
habrían separado hace 4500 años ANP, de los warao o guarao, otro pueblo
arcaico vinculado a los primeros pobladores de Suramérica que hoy viven en
el Delta del Orinoco.
Los warao y los yanomami, según Wilbert y Layrisse (1999: 26) son 100%
Di(a-), esto es, Diego-negativos, lo cual los ubicaría entre los descendientes de
las primeras oleadas de pobladores paleo-asiáticos (paleo- mongoloides) que
llegaron al continente americano y a Suramérica, vinculándoles igualmente
con las poblaciones cazadoras recolectoras del Caroní y el Bajo Orinoco, en
general conocidas arqueológicamente en nuestro estudio. Esoss pobladores
53
originarios fueron clasificados por Greenberg como pertenecientes a la familia
linguística chibcha-paezana, cuyos descendientes están distribuidos desde la
Florida y la Baja Mesoamérica a través del norte de Colombia, el delta del
Orinoco y el suroeste de Venezuela hasta el Brasil Central y Argentina
(Greenberg, 1987: 335,389).
54
CAPÍTULO 4
55
operativa que existe entre los diferentes nichos y ecosistemas, así como por
su habilidad de organizar el trabajo colectivo para explotarlos de manera
simultánea o diferida (Flannery, 1968; Sanoja y Vargas-Arenas, 1995: 257-
261, 333-348, 1999b: 161-164). Debe existir, pues, previamente, la capacidad
de definir socialmente el ambiente, de visualizar la Naturaleza como un
objeto para el trabajo social, lo cual presupone la sedentarización del o de los
grupos humanos. La sedentarización, a su vez, propicia la intensificación de
las relaciones intersubjetivas e interpersonales que estimulan la aparición de
loci de autoridad en las mismas que actúa para gestionar los procesos de
trabajo y así resolver los conflictos y transgresiones sociales.
56
originarios y de la fase de consolidación de la vida sedentaria que ocurrió
hacia 5000-4000 años ANP, coincidente a su vez con el establecimiento de las
principales familias linguisticas suramericanas. Así como para entonces los
grupos originarios vinculados a las familias protoarawak, protoGe,
protocaribe, prototupí y prototucano ocupaban predominantemente la región
centro-atlántica, la región centro-pacífica suramericana estaba ocupada
predominantemente por grupos originarios de las familias lingüísticas chibcha,
aymara y quechwa (Sanoja 2006:26).El patrón de distribución y concentración
territorial de la mayoría de las especies botánicas y animales domesticables,
respondía también - en líneas generales- a la dispersión territorial de los
grupos de familias lingüísticas mencionadas. De esta manera, se crearon
modos singulares de asociación proactiva entre determinadas formas
socioculturales y ciertos recursos de flora y de fauna que –por causas
naturales- predominanaban en las regiones que los grupos humanos
colonizaban.
57
Como sistema, la agricultura constituye un conjunto finito de relaciones entre
elementos que son constantes tales como los suelos, el clima y los cultígenos,
y otros elementos variables tales como los medios e instrumentos de
producción y la fuerza de trabajo, que se objetivan formando un sistema
agrario. En un sistema agrario hay plantas o cultígenos dominantes que tiene
mayor valor calórico por peso y por área cultivada, las cual pueden ser
consideradas como un valor económico y social que llega a determinar ciertas
formas de conducta cultural, social y económica dentro del grupo humano
(Sanoja, 1997: 20-23).
59
predecibles de acuerdo con la calidad y la cantidad del trabajo social invertido,
subordinó todas las otras actividades económicas: la caza, la pesca, la
recoleción de vegetales, etc. (Sanoja y Vargas-Arenas, 1995: 294-298).
60
agrícolas y artesanales y el desarrollo consecuente de la conciencia social de
las comunidades (Sanoja y Vargas-Arenas, 1995: 324-332).
61
Medio y Bajo Orinoco (Sanoja y Vargas-Arenas, 1999a:130-131; 2007:
15SAJA).
Asi como podemos definir con claridad histórica las áreas de invención de la
domesticación y el cultivo de plantas en la mitad oriental de Venezuela, en el
noroeste y el occidente de Venezuela en general podemos establecer que el
cultivo y el procesamiento del maíz, ya lo practicaban los grupos originarios
subandinos larenses por lo menos desde 2500 años ANP, en la región de
Carora (Sanoja 2001: 2-19). Estos grupos humanos, tenían una estrecha
vinculación cultural con las poblaciones originarias andinas del noroeste de
Colombia y el norte del Ecuador, donde hacia 4200 años ANE (6200 años
ANP) los grupos orginarios ya practicaban una agricultura mixta de maíz,
papas y frijoles (Rodríguez 2005:22), acompañada en ciertas regiones por el
cultivo de la yuca.
En el el período que va desde 1730 hasta 650 años ANE, la región media del
rio Orinoco fue el asiento de una diversidad de poblaciones que se ubicaron en
los llanos al suroeste del actual Estado Guárico. Esta porción de los Llanos
Centrales se encuentra cruzada por la extensa red fluvial que conforman los
ríos Chirgua, Portuguesa y Apure, conformando un espacio geográfico con
grandes potencialidades para el desarrollo de la vida social: sabanas, suelos
aluviales muy ricos, selvas de galería, playas, raudales y recursos naturales
muy abundantes y variados (Vargas Arenas, 1981). Dicha red fluvial permite
la comunicación entre la cuenca del Orinoco y el piedemonte oriental de los
Andes venezolanos, donde ya vivían grupos agroalfareros cultivadores de
maíz desde por lo menos el último milenio ANE (Sanoja, 2001), propiciando
63
los contactos e intercambios entre aquellas poblaciones agroalfareras
subandinas y las orinoquenses (Sanoja y Vargas-Arenas, 2007c: 93-95), dando
nacimiento a nuevas tradiciones culturales regionales.
64
casabe y el cultivo de otros tuberculos autoctonos como el ñame, la batata, el
lairén y la pericaguara (Canna edulis).
La evidencia indica que razas de maíz con rasgos arcaicos como el Pollo,
siguieron siendo cultivadas en algunas regiones sin ser prácticamente
modificadas en su morfología genética o física hasta 1964, cuando hicimos la
recolección de mazorcas en conucos campesinos de la región del Mucuchíes
profundo, Edo. Mérida (Mangelsdorf y Sanoja 1965), quizás por la ausencia
de otras razas más avanzadas con las cuales realizar los cruces o por la
existencia de otras plantas alimenticias como la yuca, que complementaban la
baja productividad de la raza arcaica de maíz Pollo.
El maíz Pollo, por otra parte, tiene en Colombia una presencia limitada a las
vertientes orientales de la Cordillera Oriental en los Departamentos de Boyacá
y Cundinamarca, formando una especie de área de distribución que abarcaría
la vertiente oriental de los Andes venezolanos, incluyendo los valles
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subandinos de Lara y Trujillo, asi como los valles alto andinos de la Sierra de
Mérida.
En las regiones altoandinas y los valles subandinos, aparte del maíz, los
pueblos originarios cultivaban la papa (Solanum tuberosa), el apio
(Arracacha arracacha), la auyama, los frijoles, ajíes, y diversos frutales
68
como la lechosa (Papaya carica) (Sanoja y Vargas Arenas, 1999 a: 43). En
diversas zonas de los actuales estados Lara y Falcón, plantas autòctonas como
el maguey (Agave cocuy), fueron utilizadas por los pueblos originarios no
solo como un alimento complementario, sino también para confeccionar
bebidas alcohólicas (Gonzáles Batista, 2002).
69
La cosecha del maíz cultivado requería poder contar con técnicas de
conservación y almacenamiento de las mazorcas para el consumo diferido.
Uno de los procedimientos más comunes era el ahumado de las mazorcas,
mediante el cual se lograba reducir la humedad natural de los granos y
hacerlos más resistentes a los hongos y las plagas. Otra técnica existente entre
los Otomacos era la de enterrar durante días las mazorcas de maíz, u otros
frutos, en cavidades que practicaban a la orilla de los ríos. Ello contribuía -al
parecer- a darles también un cierto punto de maduración antes de su consumo
o utilización (Gumilla, 1993: 153).
70
El cultivo de la Manihot esculenta y la manufactura del pan de casabe ya era
practicada al sureste de Paria por los pueblos originarios que habitaban la
costa del actual distrito Noroeste de Guyana, margen derecha de la
desembocadura del rio Orinoco. En el sitio arqueológico Hossororo Creek, en
Guyana, la presencia de fragmentos de budares permite inferir que aquellas
poblaciones originarias ya habían domesticado la yuca y fabricaban pan de
casabe hacia 3550 + 65 años ANP, 1600 años ANE (Williams, 1997: 244;
Sanoja, 1997: 162-1; Sanoja y Vargas-Arenas 2007c: 97-99).
72
Las plantas de yuca presentan una gran capacidad de introgresión por lo cual,
una vez cultivadas, es preciso separarlas de otras variedades silvestres las
cuales tienen generalmente raíces muy delgadas y poco productivas. La única
forma de diferenciar y separar en un conuco las dos variedades de yuca
mencionadas y evitar la introgresión con otras especies menos productivas, es
evitando la floración. Esta solución fue descubierta por las biotecnólogas
indígenas originarias al inventar la reproducción por esquejes o tallos,
proceso que llevó, prácticamente, a la clonación de las plantas: el esqueje de
una yuca amarga o de una dulce sólo reproduciría la misma línea de variedad,
separando la planta del resto de la biota y obligándola a depender de los
cuidados humanos para su reproducción. De la misma manera, al impedirse
la floración, la planta acumula más almidón en sus raíces, haciéndose así más
productiva como alimento. Este proceso de ingeniería genética es lo que se
conoce propiamente como domesticación.
Para manufacturar el pan de casabe fue necesario, en primer término, que las
mujeres, que siempre fueron yerbateras y herbolarias conocedoras de las
virtudes de los vegetales, descubriesen el principio de los químicos naturales
de la planta -el ácido prúsico- que determina la toxicidad de la yuca amarga y
–en segundo término- el diseño de los medios físicos para eliminarla. La
cadena de gestos técnicos enumerada requería una serie de dispositivos
mecánicos para llevar a término el procesamiento de las raíces de yuca: el uso
de un instrumento cortante para pelar dichas raíces, y un rallo. Este
instrumento ha sido documentado arqueológica y etnográficamente como una
tabla de madera sobre cuya superficie se adhieren -mediante el uso de una
resina vegetal- microlascas cortantes de jaspe, chert u otro tipo de roca
cristalina, que desgarran la pulpa de la raíz al frotarla contra él. El paso
73
siguiente es exprimir la pulpa en un sebucán o tipiti para extraer el yare o
jugo venenoso utilizando una compleja cesta cilíndrica flexible—tejida según
el principio del resorte—para extraer el ácido prúsico de la pulpa. De seguido
se coloca la pulpa exprimida en una cesta circular o wa’pa para secarla al sol.
Finalmente, la masa se transforma en granos que son cernidos utilizando otra
cesta circular que sirve de cedazo, el manare, para obtener una harina de
grano fino. Por último, la harina es cocida en un plato circular de arcilla, el
budare o buren, que es colocado sobre fuego apoyándolo en topias del mismo
material, para que el calor transforme el almidón en un pan en forma de torta
circular, de unos 3 mm de espesor y de un diámetro que puede alcanzar hasta
70 cm.
Al igual que en el caso del maíz, donde el agua donde se han hervido los
granos se fermenta para convertirla en un licor, la chicha, el jugo exprimido de
la yuca amarga también se fermentaba para producir bebidas alcohólicas
como el chachirí, utilizado para el consumo en eventos rituales y sociales.
75
CAPÍTULO 5
77
La fase de consolidación de la sociedad tribal se caracteriza por cambios
sustanciales en los sistemas de distribución, cambio y consumo, observándose
que comienza a restringirse el acceso colectivo e igualitario a lo producido,
mientras que—paradójicamente—se hace más necesaria la
complementariedad económica entre aldeas. Se objetivan ritmos diferenciales
de desarrollo de las fuerzas productivas entre diferentes aldeas; surgen grupos
de especialistas organizados que son productores secundarios, así como de
individuos del sector terciario que gestionan de cierta manera la circulación
de valores de uso—bienes terminados o materias primas—entre las diversas
comunidades tribales.
Las redes de circulación, pero sobre todo las variaciones de desarrollo entre
aldeas, permiten también, de cierta manera, el establecimiento y la
consolidación de relaciones políticas entre los miembros de una misma
comunidad, donde un linaje o segmento social adquiere control sobre la fuerza
de trabajo y sobre su producción vía el tributo o el don. El don, la donación
de bienes materiales o servicios producidos mediante el trabajo social
invertido por la comunidad, juega un papel central en la consolidación de las
relaciones de poder entre los linajes dominantes de la sociedad tribal
jerárquica. En este sentido, el concepto de acumulación referido a las
sociedades antiguas solo podría ser entendido tomando en consideración que
lo que se acumula es el trabajo mismo. Parafraseando a Marx podríamos decir
entonces: El Trabajo en cuanto medida del valor es la forma necesaria de
manifestarse la medida del valor inmanente en las mercancías (producto del
trabajo social): el tiempo de trabajo (Marx, 1982: 80-89).
78
control que ejerce un determinado segmento social sobre los puntos nodales
de las redes de distribución de valores de uso. Los segmentos o grupos
dominantes de las sociedades desiguales no pueden subsistir o mantenerse en
el tiempo como unidades aisladas; por una parte, requieren de la apropiación,
como don o tributo, del trabajo objetivado, del servicio de los segmentos
sociales sometidos a su dominio, a cambio --a su vez—de servicios y valores
de uso. Por la otra, necesitan la existencia de redes regionales de circulación
de valores de uso (puesto que la complementariedad económica es un rasgo
estructural de esta sociedad) que los consolida vis a vis de sus pares en otras
comunidades similares de la región y, al mismo tiempo, los separa
internamente de sus individuos controlados.Por ello, en esta sociedad, cuando
los mecanismos de diferenciación social adquieren importancia histórica, la
contradicción igualdad-desigualdad económica es finalmente resuelta a favor
de esta última, condición que supone la disolución definitiva de la Formación
Tribal.
79
En otras regiones de la América antigua, tales como los Andes Centrales y
Mesoamérica, la fase jerárquica de la sociedad tribal evolucionó hacia formas
estatales autóctonas y hacia sociedades muy complejas (clasistas iniciales),
donde una sola clase social era propietaria de los medios de producción (la
sacerdotal o teocrática), mientras que la otra se constituyó como una clase de
productores directos (los campesinos (as) y artesanos (as). Esa sociedad
conformó estados autóctonos americanos, los cuales desaparecieron en el
siglo XVI bajo los embates de la conquista castellana, siendo sustituidos por
otra sociedad de clases y por un Estado colonial característico del capitalismo
periférico que se gestó partir de aquella fecha.
80
Un modo de vida igualitario vegecultor se desarrolló de manera característica
entre las poblaciones aborígenes que vivían en las tierras bajas del noreste de
Venezuela. Sus orígenes están íntimamente vinculados con las poblaciones
recolectoras-cazadoras del noreste de Venezuela y el noroeste de Guayana,
particularmente con las del Modo de Vida III definido por Sanoja y Vargas-
Arenas (1995: 251-332) para la region de Paria. Noreste de Venezuela. Como
expusimos anteriormente, desde 4600 años antes del presente ya se observan
en el sitio de Las Varas, región de Paria, evidencias de la utilización de
instrumentos agrícolas.
81
o Productora de Alimentos. Aunque los cambios de magnitud se producen
con mayor rapidez, sólo cuando se dan los cambios correlativos en la calidad,
en este caso las relaciones sociales de producción, podemos decir que se ha
producido una transformación histórica de la sociedad. Ello ocurrió en
Venezuela hacia 3000-2800 años ANP, cuando la gente de la Fase Barrancas
conoció el proceso de transformar el bien natural representado por las raíces
de la yuca, en un alimento diseñado y construido por humanos (Sanoja, 1979:
320).
82
suma, debido al bajo rendimiento del modo de trabajo, el crecimiento de la
población poseía un punto crítico: cuando ponía en peligro la capacidad de
autosustentación, la comunidad se dividía creándose una nueva aldea que
reproducía las mismas características de la comunidad madre (Vargas Arenas,
1990: 108; Sanoja y Vargas Arenas, 1992: 223).
83
En 1700 años antes de ahora, año 300 de la era, incursionaron en el Orinoco
nuevas poblaciones, de posible filiación caribe, conocidas arqueológicamente
como Tradición Arauquín. Para el siglo 12 de la era cristiana ya habían
sometido a su control a todas las poblaciones del Medio y Bajo Orinoco, las
de la costa oriental y las de la costa central de Venezuela, incluyendo las de
las islas caribeñas venezolanas (Vargas Arenas, 1990: 182,-183; Sanoja y
Vargas Arenas, 1992b: 116-117).
84
El modo de vida igualitario mixto se asocia generalmente en Venezuela con la
construcción de obras de terracería agrícola, particularmente campos de
camellones o montículos de cultivo. En el primer caso, los camellones forman
sistemas reticulares, usualmente conectados con un curso de agua, donde se
represa el agua derivada de aquél, bien mediante drenajes o por las crecidas
estacionales. De esta manera, se creaba artificialmente un nicho de carácter
palustre donde convivían los peces, las aves, las plantas, los moluscos
terrestres, los pequeños mamíferos y roedores que pululaban en la vecindad de
las viviendas humana (Sanoja 1997:188-193; Sanoja y Vargas-Arenas 2007c:
101-105).
85
et al, 1994; Redmond y Spencer, 1994; Zucchi, 1974, 1976, 1979; Zucchi y
Denevan, 1974).
Los individuos con mayor rango social -como fue el caso con los caquetío del
noroeste de Venezuela- comenzaron a reservarse para sí parte del patrimonio
colectivo, mediante formas de coerción y subordinación, para que pudiera
darse la apropiación del sobretrabajo bajo la forma de tributos, apoyados en
órdenes militares que defendían el territorio tribal, garantizaban la anexión
de nuevos territorios y mantenían el control de la fuerza de trabajo, así como
del trabajo objetivado en bienes manufacturados o alimentos La ideología
legitimaba -a nivel de la conciencia- la posición superior de los estamentos
dirigentes, a través de la práctica reiterada de rituales y ceremonias que
garantizaban la transmisión hereditaria de las posiciones privilegiadas y la
aceptación de la sociedad desigual como un hecho natural (Salazar 2003: 73-
100).
Las sociedades jerárquicas no se podían mantener sin que existiera una red de
relaciones de intercambio de valores. El tributo extraído dentro del territorio
político de un linaje dominante, servía para mantener y justificar las relaciones
de dominación al interior del mismo; pero las relaciones de intercambio entre
88
aquellos linajes atendían la producción y circulación de valores, cuya
acumulación asignaba prestigio o rango social. Esta red de relaciones
unificaba a los individuos de la comunidad que se encontraban sometidos, a
las comunidades que podrían considerarse igualitarias independientes, si bien
amistosas, con las aldeas de mayor jerarquía. Surgen así los llamados
cacicazgos o señoríos que integraban las unidades sociopolíticas mayores que
existían en el siglo XVI en Venezuela.
Las unidades domésticas que ocupaban aquellas aldeas estaban integradas por
personas con diferentes estatus sociales: gente principal y servidores (Gasson
1998). La gente principal de los cacicazgos barineses obtenía diversas
materias primas exóticas y bienes suntuarios provenientes en particular de los
valles altoandinos. ¡Que podían ofrecer esta en intercambio a los pueblos
vecinos? El cultivo y el procesamiento de los hojas de tabaco (Nicotiana
tabaco), cultivo originario de esta región, ya era seguramente practicado
entonces por los aborígenes barineses, el cual constituyó un producto
vinculado a la vida ceremonial de la mayoría de las etnias precoloniales
89
venezolana y particularmente de la región andina, como lo testimonian las
evidencias arqueológicas (añadir foto de El Fumador y de pipa. Boulton).
90
Las conchas marinas llegaban al valle de Quíbor, Edo. Lara, desde el litoral de
los actuales estados Yaracuy y Falcón, el Golfo de Venezuela y posiblemente
también desde las islas ubicadas frente al litoral venezolano. El ámbar
provenía al parecer de yacimientos ubicados en el Edo. Falcón o tal vez de las
Antillas Mayores; la serpentinita, la jadeíta y el chert, muy probablemente de
la región andina (Wagner y Schubert 1972); el asfalto, substancia utilizada
como pegamento, provenía al parecer de los yacimientos naturales de la
cuenca del lago de Maracaibo, sobre todo de la corta oriental. La manufactura
de los bienes que conformaban el ajuar funerario era realizada por un grupo de
individuos que poseían tecnologías y modelos estéticos comunes, por
especialistas que trabajaban con una planificación y coordinación comunes.
Una sociedad similar estratificada sobre las mismas bases en varios rangos,
incluso uno cuasi servil, existía en las regiones altas de Nueva Guinea a la
llegada de los primeros europeos, donde los jefes basaban su poder en el
91
monopolio del comercio de las conchas traídas desde la costa a través de una
red de intercambios entre grupos (Ekholm y Friedman, 1980: 67).
92
CAPÍTULO 6
93
alternativos. Sin embargo, es evidente –como hemos expuesto en párrafos
anteriores- que todas las acciones humanas no se dan de manera exclusiva en
la esfera económica, sino que comparten un aspecto económico, un aspecto
social, uno cultural y uno político, los cuales pueden ser analizados desde el
punto de vista de alguno de los factores confluyentes. Comentando la opinión
de diversos autores en relación a las dimensiones sociales que inciden en la
economía, Braudel (1992, 3: 17-20) observa al respecto:
94
transformaciones en las normas ideológicas de las comunidades aborígenes
(Rouse,1941: 13-23).
99
Un sistema político -a lo cual alude la exposición anterior- implica el
establecimiento de normas comprensivas apoyadas en las relaciones de poder
existentes para la distribución de papeles sociales y de los bienes que tienen
no solamente valor económico, sino también político, por parte de grupos
específicos de personas que participan de la vida pública para lograr sus
objetivos (Schwartz, 1995: 8). Basándonos en esta premisa, podríamos
constatar que, a partir de la consolidación de la Formación Tribal, la
estabilización de las comunidades sedentarias y la producción social de los
medios de subsistencia necesarios para su reproducción, la sociedad requirió
de mecanismos políticos más complejos para que las élites o ciertos linajes
pudiesen lograr la acumulación y el control de la fuerza laboral, apoyándose
en una ideología de la dominación que no existía en antes, orientada a
legitimar la extracción de plustrabajo y de los recursos de sus propias
poblaciones (Assadourian et al, 1974: 30; Friedman, 1984; Zeidler, 1987:
334). El objetivo político perseguido era reducir la movilidad espacial e
intercomunitaria de las personas, y a mantener agregadas en comunidades
estables el mayor número posible de gente, de manera de establecer así una
mejor gestión del tiempo social y del trabajo de la fuerza laboral. Podríamos
citar también, en apoyo de lo anterior, la posición de Terray (1984: 103),
quien nos dice:
100
humano. Consecuentemente, el control sobre los hombres y por tanto la
posibilidad de organizar su cooperación en gran escala, es crucial para lograr
el poder económico…”. Traducción nuestra)
101
sistema social de enajenación de excedentes, esto es, en explotación clasista
(Bate, 1998: 88-89).
102
más importante, donde las mujeres y los textiles eran esenciales para el
funcionamiento de la estructura general de la sociedad imperial (Murra, 1962).
Según Alcina Franch (1978: 238), los fardos que envolvían a los cadáveres
estaban formados por bandas de tela que podían alcanzar hasta veinticinco
metros de largo y cinco de ancho, tejidas muchas veces con hilos de seis
colores diferentes para formar complejos diseños decorativos. Para elaborar
los fardos que envolvían las 429 momias excavadas en Paracas, reportadas por
el autor, se habrían utilizado alrededor de 10725 m. de tejidos, ¡casi once
kilómetros de tela! La cantidad de metros de tela sacada de la circulación
representaba, obviamente, el producto de numerosas horas de trabajo
invertidas por las artesanas en el tejido, el hilado, el teñido de los hilos, el
cardado, la recolección y el cultivo del algodón, la fabricación de agujas de
hueso o madera, la manufactura de los tintes, etc., sector importante de
individuos, fuerza laboral que se hallaba quizás sujeta al control del linaje
familiar dominante de la respectiva comunidad.
103
mismo tiempo, la expansión regional del culto vinculado con el ritual
mortuorio servía de vehículo para el intercambio y la circulación de los tejidos
entre otras comunidades vecinas. No debemos olvidar que el consumo no
reproductivo que se llevaba a cabo en las necrópolis de Paracas incluía
también láminas de oro y cobre, hachas de piedra pulida, abanicos de plumas,
collares de cuentas, vasijas de cerámica, huesos de llama, ovillos de hilo de
algodón y de lana, mazorcas de maíz, etc., lo cual implicaba igualmente la
inversión de un apreciable número de horas de trabajo social por parte de
especialistas vinculados a otros procesos de trabajo. ¿Se trataba quizás
también de un gasto superfluo de trabajo, tiempo y materia prima?
104
laboral que trabajase en la elaboración final de aquellos bienes a cambio de
otros bienes y servicios.
Para mantener en el largo plazo el desarrollo del trabajo social como fuerza
productiva, era necesaria la creación de un “mercado” con demanda fija y
previsible para los bienes suntuarios que no formaban parte de la producción
para la subsistencia cotidiana. Como ya se expuso anteriormente, las grandes
necrópolis de Paracas—al igual que las del valle de Quíbor, Edo. Lara--
conformaban lo que podríamos llamar “un mercado para bienes de consumo
no reproductivo”, mediante el cual era posible sacar de la circulación grandes
inventarios de valores de uso que, de otra forma, como en el caso de Paracas,
podían crear un cuello de botella en la producción textilera local, en la
producción de lana y algodón, en la estructura laboral, en la jerarquía política
y—en general—en la pervivencia de la comunidad misma, al suspenderse la
continuidad del proceso de producción, distribución y consumo no
reproductivo.
Por esa razón bajo el Imperio Inka se instituyó una política de Estado en
relación a la producción excedentaria textil, la cual establecía las normas
105
“…para la asignación de lana que el Estado hacia rutinariamente a las
tejedoras, o amas de casa, con el fin de conseguir tejidos para sus propios
fines…” (Murra, 1975: 168-69), entre los cuales aquel autor menciona los
vestidos o uniformes para el ejército incaico, la acumulación de tejidos para
ser quemados en las ceremonias rituales, para donarla a los ejércitos vencidos
(la solidaridad obliga), a los kuraka o administradores locales, etc.,
subrayando la importancia del uso interesado de los textiles en una variedad
de situaciones sociales y políticas (Murra, 1975: 164).
107
CAPÍTULO 7
Cacigazgos y Señoríos
La descripción que hace Federmann sobre las dotes que poseian los
aborìgenes de la provincia de Variquecemeto (Barquisimeto) para el comercio,
podrìa complementar nuestra interpretación del don como manera de
establecer una relación de amistad con otro pueblo, basada en obligaciones
sociales mutuas:
110
XVI. Aunque una aldea o grupo de aldeas estaba gobernada por un cacique o
señor local, cada una estaba sometida a un jefe principal o Diao, al cual se le
consideraba depositario de grandes poderes mágico-religiosos. Gran cantidad
de aldeas le rendía tributo en especies, y se le consideraba como un dios,
ordenador y disponedor de los fenómenos naturales: la lluvia, el granizo, los
truenos y relámpagos; él propiciaba la fertilidad de la tierra y actuaba como
árbitro o juez en las disputas que surgían entre las comunidades sujetas a su
influencia, dispensando favores y ayuda a sus tributarios. Se desplazaba en
una hamaca o litera llevada en hombros por sus servidores, para que sus pies
no tocasen la tierra. Estaba apoyado en una jerarquía o posible linaje de
adscripción hereditaria y en órdenes militares que se distinguían por diferentes
símbolos emblemáticos (Vargas Arenas 1990: 254-261, Sanoja y Vargas
1992a: 189-190; Salazar 2003:99).
111
Braudel, razonando en términos similares, considera que una economía mundo
(no la economía mundial) es “...una suma de áreas individualizadas,
económicas y no económicas, reunidas; generalmente representa un territorio
extenso (en teoría la región más coherente en un período determinado, en una
región específica del globo), la cual usualmente se extiende más allá de los
límites de otras grandes divisiones históricas” (Braudel 1992-3: 24).
Traducción nuestra). “…Una economía mundo - -dice el autor-- ocupa una
región determinada, fácil de descubrir puesto que tiene límites definidos los
cuales varían poco en el tiempo; invariablemente tiene un centro. En el caso
de presiones internas y externas puede haber cambios en el centro de
gravedad. La existencia de una economía mundo está distinguida por la
presencia de una jerarquía: el área es siempre una suma de economías
individuales, algunas pobres, otras modestas con una comparativamente rica
en el centro. Como resultado, hay desigualdades, diferencias de voltaje que
hacen posible el funcionamiento del todo…” “Esta es una antigua e incurable
división que existía mucho antes del tiempo de Marx...” (Braudel 1992-3: 26.
Traducción nuestra)
112
conformando activas periferias que reflejan y transmiten con intensidad
diversa los flujos de actividad social y económica.
113
El modelo de poblamiento colonial venezolano: causas históricas.
114
que colindaba con el río Orinoco, ocupada en buena parte por comunidades
de recolectores-cazadores, excepto en los enclaves del Medio y Bajo Orinoco
donde se había formado otro sistema de menor desarrollo, integrado por
sociedades igualitarias.La naturaleza de esta región geohistórica, como
veremos, se reflejará en el modelo que seguirá el poblamiento de Venezuela
desde entonces, hasta el presente. (Kidder 1944, Sanoja y Vargas 1993,
Vargas Arenas 1990, Vargas Arenas et al 1993, Sanoja y Vargas Arenas 1987;
Toledo y Molina 1987, Molina y Monsalve 1985, Wagner 1967).
115
la llegada de los españoles. Ello hizo posible que en un breve lapso de 23
años los españoles construyesen la base de partida para conquistar y colonizar
el valle de los Caracaj y la región centro norte de Venezuela que se hallaba en
manos de la Nación Caribe, utilizando seguramente las redes de alianzas
eintercambios con otros pueblos y regiones que habían establecido las
sociedades caquetías originarias desde siglos atrás (Sanoja y Vargas-
Arenas2002: 56-69).
116
PARTE II
117
CAPÍTULO 8
A partir del siglo XV, centuria que marca la declinación de la sociedad feudal
en Europa Occidental, el capitalismo mercantil que había comenzado a
emerger en dicha región buscaba vías alternas a las mediterráneas para
mantener el comercio con la India y China, las cuales habían sido cerradas
por la expansión del Imperio Turco. A tales fines, naciones como España y
Portugal iniciaron un programa de viajes de exploración en el océano
Atlántico que culminó en el reconocimiento de las costas de África para llegar
hasta la India y el descubrimiento casual en 1492 de la ruta que llevaba hasta
el continente americano.
119
Durante el proceso de colonización, la pequeña población española que
emigró a Nuestramérica a partir del siglo XVI se fundió étnica y culturalmente
con los pueblos amerindios y de origen africano, dando lugar a una sociedad
mestiza inédita, que ya para inicios del siglo XVII había comenzado a trillar
caminos históricos alternativos a las tradiciones hispana, amerindia y africana
originarias, procesos que dembocaron finalmente a inicios del siglo XIX en
los diversos procesos de emancipación política de la metropolis colonial
española.
121
Durante el proceso de colonización, los pueblos originarios también
“colonizaron” y asimilaron culturalmente a los españoles indianos, ya que la
conquista y la colonización española no se hizo sobre un territorio despoblado,
puesto que había estado ocupado durante miles de años. Los procesos de
colonización y conquista supusieron también un violento cambio en la calidad
humana y cultural, así como la ambiental del territorio y afectaron de manera
fundamental a la población aborigen venezolana. La dinámica de la
producción del espacio territorial y de las estructuras de poder en los inicios
de la sociedad colonial venezolana estuvo signada, desde el siglo XVI, por
un proceso de acumulación dominado por el capital comercial que propició y
consolidó las relaciones de dependencia coloniales.
2) La Región Andina
3) El Noroeste
123
5) La Región Centro-costera (valle de Caracas, valles de Aragua, Carabobo y
Miranda,
124
itinerarios de navegación entre la Tierra Firme y el Caribe Insular, iniciando
una época de descubrimientos geográficos y el consecuente movimiento de
pueblos e ideas que habrían de modelar la futura macroregión geohistórica del
Caribe Oriental. Para.el siglo XIII de la era, los pueblos caribes ejercían el
control de la región centro-orietntal de Venezuela y, en general, de toda la
macroregión. Dadas las relaciones culturales existentes se preguntaría quizás
la administración colonial si convendría, entonces, formar una región
administrativa venezolana dependiente de la Audiencia de Bogotá y otra
dependiente de la Audiencia de Santo Domingo, como efectivamente ocurrió
y crear un sistema administrativo colonial calcado sobre las bases de la
organización geohistórica aborigen.
125
Barcelona, Mérida, Trujillo, Margarita, Coro, Maracaibo y Guayana,
ordenamiento territorial que se recorta con el de las regiones geohistóricas
precoloniales venezolanas (Rosemblat, 1956: 42).
127
comunidades aborígenes debido, principalmente, a la intensidad del comercio
de esclavos indígenas que practicaban los expoliadores de los placeres de
perlas de Cubagua, así como de los placeres de perlas mismos debido a su
explotación irracional. De la misma manera, según la información que aporta
la arqueología, el proceso de consolidación del poblado de Santo Tomé de
Guayana, capital de la Povincia de Guayana, que se fundamentó en la caza
indiscriminada de decenas de miles de quelonios acuáticos, ocasionó entre
1595 y 1700 la virtual extinción de la tortuga Arrau (Pocdonemis expansa) en
el Bajo Orinoco (Sanoja, 2001; Sanoja y Vargas, 2002, 2005: 42-44; 2007b:
167; Vargas Arenas, 1981). La contracción paisajista generalizada y el
deterioro demográfico que ocurrió en el territorio venezolano durante las
primeras décadas del siglo XVI y durante todo el siglo XVII tuvo por causa,
pues, tanto la extracción indiscriminada de recursos silvícolas y faunísticos
para la alimentación, como la captura forzada de la fuerza de trabajo indígena
como mercancía para el mercado esclavista (Cunill Grau, 1997:139-145).
“...La larga permanencia del poblamiento prehispánico entre los siglos XVI
al XVIII culminó en un paisaje criollo, fruto de la mestización entre elementos
étnicos, culturales y de la biodiversidad de proveniencia española, indígena y
128
africana (...) que empequeñecerían cualquier comparación con los
homogéneos paisajes del Viejo Mundo...” (Cunill Grau, 1997: 153).
129
lechosa o papaya (Carica papaya), el merey (Annacardium occidentalis), el
cacao (Theobroma cacao), el tabaco (Nicotiana tabacum), el onoto (Bixa
orellana), el caucho (Mimusops sp.), etc., así como alimentos culturalmente
producidos como la arepa, el cazabe, la cachapa, la hallaquita, etc. (Sanoja y
Vargas Arenas, 2002: 199; Sanoja y Vargas Arenas, 2007c: 121). Materias
primas como el algodón, el sisal y las fibras de hojas palma, entre otras,
aunadas a los saberes y conocimientos que tenían los aborígenes sobre el
tejido de telas, el trenzado de cuerdas, y similares, contribuyeron de manera
importante a posibilitar la manufactura de vestidos y las faenas de la vida
cotidiana (Sanoja, 1988, 1991; Wagner, 1991).
Otros componentes del paisaje rural aborigen, tales como los sistemas
artificiales de regadío, el cultivo en terrazas, los sistemas de almacenamiento
del agua, las calzadas y los campos elevados de cultivo o camellones que
protegían de las inundaciones a los campos cultivados del suroeste de
Venezuela, siguieron en uso en ciertas regiones geohistóricas hasta el siglo
XVIII, y en otras, como la región andina venezolana, continúan siendo hoy
día parte integrante de los paisajes agrarios contemporáneos. Otros paisajes
cuasi urbanos, tales como los extensos poblados de casas de piedra construidas
sobre plataformas del mismo material, sobrevivieron en la región andina hasta
bien entrado el siglo XX (Denevan y Zucchi, 1978; Sanoja y Vargas Arenas,,
1999a: 63; 85-89; Cunill Grau, 1997: 141).
131
debía existir entre los diversos componentes étnicos de la población y los
privilegios, deberes y derechos que tenía cada uno de ellos, la
institucionalización del patriarcado, entre muchos otros, fueron conformando
la superestructura ideológica de la nación, la cultura nacional y los procesos
de identificación con ella, trasunto de la variedad cultural regional. Todo ello
fue posible gracias a la existencia del español venezolano como lengua común
o vehicular, hablada por los diferentes componentes étnicos de nuestra
población.
El carácter particular de las formas tribales condicionó, por una parte, las
mismas formas de que adoptó la conquista y, por otra, el proceso colonizador
en general. Para el momento de la conquista la región costera, incluyendo los
valles intermontanos de la Cordillera de la Costa o Andes Marítimos, la región
andina, las regiones del noroeste y el noreste y los llanos altos occidentales
estaban ocupados por poblaciones mayormente integradas bajo la forma de
cacicazgos, es decir, sociedades estratificadas en rangos caracterizadas, en
general, por la existencia de relaciones de poder dentro de ciertos linajes,
basadas en el mayor desarrollo de las fuerzas productivas en sus aldeas
centrales, lo que les permitió integrar a sus territorios grupos igualitarios con
los cuales mantenían bien relaciones amistosas de complementación
económica, o bien relaciones políticas de sometimiento.
133
obras de interés público, creación de un “capital” comunal agrario, estructura
social piramidal y un consumo asimétrico de bienes y alimentos, entre otros
rasgos.
135
productivas de la sociedad tribal en su conjunto. Se trataba obviamente de
diferentes extensiones de las fuerzas productivas, diferencias objetivas en los
procesos técnicos de trabajo, pero también en las relaciones sociales, las
cuales correspondían a fases distintas de desarrollo del modo de producción.
136
CAPÍTULO 9
Para lograr tal fin utilizaremos el sistema de categorías que permite dar cuenta
del desarrollo de la sociedad en su movimiento de acuerdo con su
desenvolvimiento dialéctico. Dicho sistema está conformado, en nuestra
propuesta teórico-metodológica, por tres categorías, conceptos comunes a toda
ciencia histórica, contenidos en la teoría materialista de la historia: cultura,
modo de vida y formación económico-social. Esta última incluye el concepto
de modo de producción el cual es considerado como la esfera de producción y
reproducción económica de la vida material; la formación social es
considerada como la integración indisoluble de la base material y la
137
superestructura, mientras que la categoría modo de vida nos permite
aproximarnos a las mediaciones objetivas entre las regularidades formalizadas
a través de la categoría formación económico-social y la categoría cultura que
permite captar las expresiones singulares fenoménicas de lo fundamental de la
vida social (Vargas Arenas, 1990: 59-89; Bate, 1998: 57-82).
138
La formación histórica social es entonces una categoría que explica no solo los
procesos más generales de la vida social, sino los más fundamentales,
mientras que nos permite asimismo –como tratamos de explicar en esta obra-
entender las manifestaciones particulares de lo fundamental, es decir los
modos de vida que, en ocasiones aunque no siempre, pueden coincidir con
determinadas fases de desarrollo del modo de producción (Vargas Arenas,
1990: 60-67).
139
procesos de trabajo disímiles aunque complementarios puesto que las
variaciones observables en su ejecución dependió de las diferencias presentes
tanto en la base social indígena sobre la cual se sobrepuso la colonia, pero
sobre todo del tipo y calidad de las relaciones sociales que existían dentro de
esa base social y que se incorporan como formas secundarias al sistema de
relaciones sociales establecido por el regimen colonial, como también de las
características geoterritoriales y sus respectivas tradiciones laborales. En
torno a lo anterior es necesario señalar que, aunque pudiera ser posible
discernir que los dos modos de vida que hemos definido serían equivalentes,
grosso modo, con las fases de desarrollo del modo de producción de la
formación, al ser concebidos como modos de vida nos permiten acercarnos a
la dinámica interna, sobre todo a los cambios particulares que se dieron al
interior de la formación, atendiendo tanto los aspectos fundamentales, como
los superestructurales.
La Formación Clasista Colonial da paso, a partir del siglo XVIII e inicios del
siglo XIX, a una nueva formación social que denominamos Formación
Clasista Nacional, que podemos decir –privilegiando un cierto nivel de
particularidad-- se expresó en dos modos de vida: el Nacional Monoproductor
Agropecuario, que se manifestó en variados sub modos de vida y de trabajo y,
posteriormente --a partir de 1930-- como un modo de vida Nacional
Monoproductor Petrolero, de nuevo con diversas expresiones particulares –o
sub modos de vida-- que obedecen a las variaciones regionales y, sobre todo, a
los vaivenes que sufre el sistema de relaciones sociales como un todo y, dentro
de él, especialmente, las relaciones de dominación que se complejizan
enormemente, dependiendo de las relaciones de sometimiento de la formación
nacional ante los bloques de poder transnacionales imperiales.
140
Un elemento fundamental para caracterizar la revolución social que supone el
tránsito de la Formación Clasista Colonial a la Formación Clasista Nacional es
el que refiere a la complejización de la estructura de clases, el aparecimiento
de una estructura policlasista, concomitante con un régimen de propiedad de
nuevos medios de producción.
Esta visión de las fases fundamentales que componen la unidad esencial del
proceso sociohistórico venezolano se puede relacionar de manera general con
las conclusiones de un grupo de investigadores (as) venezolanos del Centro de
Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela coordinados
por Germán Carrera Damas (Ríos et alíi, 2002: 7-8), quienes señalan la
existencia de tres fases en dicho proceso, aunque los objetivos obedecen más a
la búsqueda de una periodización que a la comprensión de la intrincada
relación entre el todo social y sus partes:
Economistas como Maza Zavala (1968: 69) y Malavé Mata (1974: 59) se
refieren a este proceso como “capitalismo periférico inmaduro”, situado en el
141
borde entre una economía mercantil y una capitalista. También Braudel se
refiere a estas economías como ancien regime, aludiendo a su “destino
colonial”, un capitalismo periférico o a distancia ( Braudel 1992: 267-280).
142
esclava, explotada para producir mercancías destinadas al mercado capitalista
mundial.
143
indígena, fue adoptado por los españoles como un sustituto del trigo así como
también mercancía para el comercio, cuyo cultivo se dificultaba en el
ambiente tropical que predomina en Venezuela (Castillo Hidalgo 2002: 311-
319, 345-346; 374-375).
Una segunda fase del modo de producción que hemos caracterizado también
como un modo de vida, el Modo de Vida Colonial Agroexportador
Venezolano, expresa una línea de particularización de la totalidad de la
formación social clasista, coetánea con la primera y la segunda revolución
industrial. La praxis del Modo de Vida Colonial Agroexportador con un modo
de trabajo agropecuario, conforma otra línea del desarrollo particular de
nuestra sociedad que se prolonga hasta las primeras décadas del siglo XX. El
nivel de particularidad que privilegiamos es el referido a la base material,
específicamente manifestada en los modos de trabajar.
145
CAPÍTULO 10
146
surgimiento, a mediados del siglo XVIII, de un modo de vida colonial
mercantil, básicamente agropecuario.
147
comunidades de indios libres o resguardos, en tanto que en los repartimientos,
encomiendas, haciendas y hatos ganaderos dominaban las relaciones de
producción servil, tributaria o esclavista.
148
Durante casi un siglo, las perlas extraidas de los ostrales de la isla de Cubagua,
y al agotarse éstos, de otros existentes en el litoral noroeste de Venezuela,
llegaron a constituir una “buena moneda en un límite suficiente”, ya que no
presentaba el riesgo de escapar al exterior como sí lo tenían el oro y la plata,
llegando a constituir uno de factores más importantes en el proceso de
acumulación de capitales:
Los pocos españoles que habitaban en la isla de Cubagua para 1517 vivían a
la usanza de los aborígenes. Moraban, en su mayor parte, en rancherías
integradas por paravientos y bohíos, similares a los que ya existían en la isla
desde el año 3200 antes del presente (Otte, 1977: 250-262; Sanoja y Vargas
Arenas, 1995; Aguila y Alvarado, com.personal 2009), y habían adoptado las
tradiciones culinarias y alimenticias autóctonas (Ojer, 1966: 336-337; Sanoja
y Vargas Arenas, 2002; Vargas y Vivas 1999).
150
caraqueña (Otte, 1977: 253-259, 272-273; Sanoja y Vargas Arenas, 2002: 26,
49-51).
Los empresarios de las islas La Española y Puerto Rico figuraban como los
principales financistas de la pesquería de perlas en Cubagua. El interés de
dichos empresarios por obtener ganancias inmediatas a los fines de recuperar
el capital invertido, fue el móvil de esta conducta depredadora, la cual
terminó por destruir los placeres perlíferos así como la vida de numerosos
negros e indios, forzados a trabajar como buzos en las condiciones más
crueles, obligándolos a sumergirse una y otra vez a profundidades de vértigo,
en busca de las ostras dormidas en el fondo de los arrecifes; indígenas que
eran arrojados al agua con una piedra atada a la cintura, y a los que sólo
izaban a la superficie cuando lograban hacerse con la pieza, todo para
satisfacer un ansia de ganancia efimera. Como dice Juan Marchena en su
extraordinaria obra sobre las crónicas de Juan de Castellanos, “,… todo lo
logrado a punta de pulmón de indios reventados podía perderse en una noche,
en una partida de naipes o entre los brazos de la más atractiva esclava puesta
a ganar por su dueño, y donde se acabo por reunir la hez del mundo
conocido, pudo oir Castellanos de boca de sus protagonistas…” ( Marchena
2008: 29)
151
Caracas, espacio habitado para ese momento por etnias de filiación caribe.
Para tal fin financiaron y organizaron una expedición naval al mando de
Francisco Fajardo, hijo de la cacica quaiquerí Doña Isabela, quien logró
fundar entre 1559 y 1560 la villa de San Francisco, luego Santiago de León
de Caracas (Sanoja y Vargas Arenas, 2002: 49).
153
sistemas de regadío y cultivo en terrazas que habían construido los indígenas
caquetíos antes del siglo XVI, y de las tierras que ya ellos habían desbrozado
y cultivado desde hacía milenios (Sanoja y Vargas Arenas, 1997; 38-41, 1999:
19-60; Salazar 2003:124-127).
154
manufactura fabril. Al no darse un cambio sustantivo en todo el sistema de
trabajo servil o “enfeudado” al cual estaba sometido la fuerza de trabajo
indígena, no se crearon las condiciones sociales para el surgimiento de una
forma verdadera de capitalismo mercantil, agropecuario e industrial que
hubiese podido tener un carácter relativamente autónomo, incluso dentro del
régimen colonial.
Es evidente, de lo anterior que, para mediados del siglo XVI ya existía, pues,
en Margarita y El Tocuyo una limitada clase social de pequeños propietarios,
la cual había acumulado un monto significativo de capitales y de recursos
necesarios para financiar y acometer la conquista de territorios estratégicos
que, como el Valle de Caracas, estaban todavía en poder los pueblos
aborigenes caribe. En la región marabina, área de influencia la producción de
los espacios urbanos y consolidación de los enclaves de población
indohispana, comenzó muy tardíamente, hacia el siglo XVII, debido a la
resistencia tenaz que opusieron las etnias originarias a la colonización europea
y criolla.
Para mediados del siglo XVI, los diversos centros poblados que conformaban
el hinterland del territorio colonial semejaban una periferia sin centro (Sanoja
y Vargas Arenas, 2002). El valle de Caracas y su litoral caribe que
representaban aparentemente el centro de esa periferia estaban todavía bajo el
control de las etnias caribes, al igual que buena parte de los valles de Aragua,
la región de Barlovento y la mayor parte de la cuenca del Orinoco. Los
empresarios margariteños y neogaditanos financiaron varias expediciones
armadas hacia el valle de Los Caracas con el fin de lograr su control.
155
Francisco Fajardo, mestizo de castellano y guayquerí, logró implantar una
primera fundación en el valle de Caracas, la villa de San Francisco, alrededor
de 1559, logrando repartir tierras entre algunos de los que parecen haber sido
socios de la empresa. Los indígenas caribes caraqueños destruyeron dicha
fundación en año 1560 (Montenegro, 1974: 58-70), obligando a Fajardo y su
grupo a abandonar el valle de Caracas, refugiarse en el pueblo de Caraballeda
y retornar luego navegando a Margarita (Sanoja y Vargas Arenas, 2002).
156
entre la mayoría de la población de Venezuela. En razón de su importancia
comercial, el lienzo de la tierra llegó también a ser tambièn considerado por el
Cabildo de la Provincia de Caracas como el equivalente a una moneda. En
1583, una vara de tela fina de algodón o “tocuyo” era el equivalente de 69 o
70 maravedíes y, en 1600, de 102 reales, es decir, un incremento de precio de
31.3%, la cual era reservada como instrumento de cambio para las
transacciones comerciales menores que se daban en la vida cotidiana (Arcila,
1983 II: 126).
157
El negocio de aquellos comerciantes era llevar mercancías a Cumaná y
Margarita, particularmente productos agropecuarios como maíz, trigo, telas
finas de algodón, carnes saladas, manufacturas artesanales, etc., las cuales
eran trocadas por su equivalente en perlas, sal de Araya, pescado seco, etc.
Las perlas, como ya hemos dicho, eran acumuladas como un medio de
cambio, como dinero; las otras mercancías eran vendidas posteriormente en
el mercado caraqueño. A su vez, Margarita y Cubagua que desde 1526
formaban parte de la red transatlántica de Sevilla que incluia también las
Antillas Mayores (Otte, 1977: 292-299 ; Castillo Hidalgo 2000: 436-440)),
eran como una especie de “warehouse”, de almacen donde se acumulaba la
oferta de mercancías de origen europeo y antillano para satisfacer la demanda
del mercado que era Cubagua, parte de la cual también era reexportada hacia
Caracas, Cumaná y otros centros poblados importantes del territorio
continental como Santo Tomé de Guayana utilizando las canoas indígenas. A
juzgar por las evidencias arqueológicas, parte de aquellas mercancías parece
haber estado constituida por ginebra, vino, aceite, platos de mayólica
sevillana, holandesa, mexicana y de otras procedencias, cera, cuchillos, armas
de pedernal, hilos, telas, casabe y maíz de Puerto Rico y Santo Domingo, etc.
158
una ampliación de la acumulación del capital comercial y del espectro
consumista de la clase dominante colonial en el oriente de Venezuela (Castillo
Hidalgo 2000: apéndices: 725-794).
A partir de los siglos XVII y XVIII, el eje conurbado Caracas-La Guaira sería
también el lugar central de la economía agroexportadora de la Provincia de
Caracas, economía que se basaba en el sistema de plantaciones y hatos y la
comercialización de las materias primas que estos producían: cacao, café, añil,
cuero, huesos de ganado y “cecina” o carne salada y la melaza de caña; esta
última utilizada para la producción interna de aguardientes, rones, papelón y
azúcar (Molina, 2001; Arcila Farías, 2004:32-56).
159
CAPÍTULO 11
160
tabaco, algodón, añil, cueros y numerosos otros rubros estimuló la
acumulación de capitales y el comercio internacional con las metrópolis
europeas (Arcila Farías, 2004: 11-19).
161
servicios personales al encomendero, quien se convertía en el dueño de los
beneficios económicos que produjese la explotación de la tierra.
162
d) Artesanos y artesanas para el hilado de lana, algodón y henequén para la
producción de textiles (telas, cobijas, costales, macutos o zurrones, redes de
pesca, cordeles, etc.).
l) Regadores y regadoras.
m) Ahechadores y ahechadoras.
Con el final del regimen de encomiendas, hecho que ocurrió a mediados del
siglo XVII, la población encomendada se convirtió en trabajadores libres, pero
vinculados a los antiguos amos a quienes siguieron prestando sus servicios a
cambio de dinero o especies, atados al patrón por deudas que nunca llegaban a
pagar. De esta manera, el viejo amo podía dedicarse a explotarlos sin estar
sujeto a los legalismos que implicaba la encomienda.
164
El historiador dominicano Carlos Deive (1995:13-15) señala que la economía
y los repartimientos de indios se establecieron como instituciones distintas a la
esclavitud pero –considera el autor- en la práctica una y otra venían a ser lo
mismo. Para Deive, lo que determinó el tipo de relaciones de producción en
estas dos instituciones fue el tiempo de la servidumbre y ciertas restricciones
en el disfrute del poder. Los dueños de esclavos indios –dice- procuraban
mantenerlos como bienes valiosos, mientras que los encomenderos –
conociendo la transitoriedad de la encomienda-- trataban como buenos
capitalistas de obtener el máximo beneficio de la fuerza de trabajo indígena en
el menor tiempo posible (1995: 394). Como acotaba certeramente Mariátegui,
“…el encomendero disponía de los indios como si fueran árboles del
bosque…” (1952: 64).
165
convirtiéndose en uno de los factores fundamentales para el afianzamiento del
régimen colonial y consolidar el proceso urbano temprano de Venezuela.
La agricultura colonial
Hacia los inicios o la parte media del siglo XVIII, consideramos que comienza
una segunda fase del modo de producción de la formación clasista, el cual se
expresa de manera correspondiente con el que hemos denominado modo de
vida vida colonial monoproductor (agroexportador), que ya podríamos
caracterizar propiamente como capitalista mercantil. En la región norte-andina
de Venezuela, vinculada en general con el gobierno de la Provincia de Caracas
que abarcaba buena parte de la región centro-occidental de Venezuela, dicha
segunda fase se caracterizó por una acentuada concentración de la tierra y una
tendencia hacia el desarrollo de una producción agrícola especializada en el
sistema de plantación basado en el trabajo esclavo o servil. La minoría de
familias mantuanas que eran tanto propietarias de la tierra como de toda
Venezuela, eran familias que poseian títulos de nobleza, estaban unidas por
lazos consanguíneos y controlaban las instituciones políticas de gobierno en
todos los centros urbanos, como era el caso de los cabildos y los órganos
directivos de la iglesia católica y particularmente el Cabildo y el Consulado
Caracas (Brito Figueroa, 1968: 121-133).
167
La posibilidad de hacer exportaciones agrícolas sustanciales durante el siglo
XVIII en la Provincia de Caracas, aunque fuertemente tasadas por la corona
española, ayudó a reforzar el poder político y económico en manos de las
burguesías locales de las diversas regiones del norte de Venezuela, para ese
momento ya totalmente consolidadas en lo que en otros espacios hemos
llamado el Estado Colonial Caraqueño (Sanoja y Vargas Arenas, 2002: 187-
204), ya prácticamente independiente del poder político de España.
168
La hegemonía política de Caracas tampoco era aceptada en las provincias de
Coro y Maracaibo, cuyas burguesías pretendían, como opción política,
“…reasumir su soberanía dentro de la estructura monárquica...” (Cardozo
Galué, 2004: 40.; 2005: 3-8; Cardozo y Urdaneta-Quintero 2005: 127-146).
En el noroeste de Venezuela y la región marabina, esta segunda fase, que se
inicia en el siglo XVIII, estuvo fundamentada en la actividad comercial, la
producción artesanal, la producción agropecuaria y la exportación de materias
primás y productos artesanales terminados
170
Inglaterra y Holanda permitió suplir dicho mercado con bienes
manufacturados a la vez que se requería de aquellas materias primas como el
cacao, el café, melazas y azúcar, cueros, sebo, cecinas, huesos de vacuno para
la manufactura de botones, etc., que podían negociarse con buenas ganancias
en las bolsas europeas de comercio. Como consecuencia, los sistemas
económicos de la cuenca del Caribe y en particular de Venezuela, se
transformaron de ser formas de producción semiautárquicas y feudales
basadas en las encomiendas y pueblos de misión, a sistemas de producción y
comercio orientados a suplir el mercado mundial con materías primas y
productos agrícolas para satisfacer las demandas de la vida cotidiana. Como
contraparte, el Caribe y particularmente Venezuela se vieron inundados en ese
momento por manufacturas europeas, particularmente de origen holandés e
inglés.
171
Estados Unidos e Inglaterra y el surgimiento de los primeros regímenes
democráticos republicanos, mostraron la necesidad que tenían las burguesías
económicas y el poder político de las Provincia de Caracas, Nueva Andalucia,
Trujillo, Mérida y Margarita de independizarse de España. Sin embargo, una
vez lograda la independencia política de España, el estatus socioeconómico de
las nuevas repúblicas permaneció sin cambios sustanciales hasta finales del
siglo XIX y comienzos del siglo XX, momento en el cual se da la explotación
masiva de de las materias primas de América Latina como resultado de la
expasión colonialista particularmente de Inglaterra, Francia, Alemania y los
Estados Unidos (Patterson, 1999: 56-84;, Losada Aldana, 1967: 132 y
siguientes). Es entonces cuando el desarraigo de la población indígena y la
desprotección total hacia la población mestiza de origen africano o
negrovenezolana en el siglo XIX, forzaron a dichas poblaciones a engrosar el
contingente de campesinos (as) sin tierra.
172
momento cuando las relaciones sociales de producción se hicieron plenamente
capitalistas.
173
CAPÍTULO 12
174
posteriormente honda repercusión en el sangriento conflicto social que
acompañó nuestro proceso de emancipación en el siglo XIX. En efecto, cada
uno de esos submodos de vida que hemos conceptualizado nos han permitido
estudiar las particularidades que adoptó el modo de vida colonial
monoproductor (agroexportador), facies que nos ayudan a comprender mejor
la totalidad del modo de producción de la formación clasista venezolana en su
fase colonial. De la misma manera, con base a las propuestas de Vargas
Arenas (1998 ), hemos podido calibrar la importancia del modo de vida como
herramienta conceptual puesto que la autora ha podido caracterizar y
comprender con mayor claridad la transformación de la FES Clasista Colonial
hacia la FES Clasista Nacional, especialmente las asimetrías existentes entre
los diversos procesos sociohistóricos regionales que confluyeron en el siglo
XX para consolidar el Estado nacional venezolano decretado en 1810.
a) El sub-modo de vida 1
Este tipo de relación ha sido calificado por Braudel como “segundo servaje”,
forma característica de la sociedades coloniales, capitalistas marginales (1992
II: 267) y por Brito Figueroa como “campesinado enfeudado”. Otras
relaciones de producción eran de tipo esclavista, entre los propietarios de la
tierra, el medio de producción, y los esclavos (as) de origen africano. El sub
176
modo de trabajo implicaba la realización de procesos de trabajo de cria y
explotación de ganado vacuno y caballar, de transformación de los cueros de
res y de cultivo y procesamiento del tabaco. La distribución de las materias
primas y los bienes terminados adoptó la forma del transporte de productos y
manufacturas utilizando carretas o recuas de mulas o burros. En una primera
fase del modo de trabajo de este sub-modo de vida, se utilizó como fuerza de
trabajo fundamentalmente a los indígenas reducidos en pueblos de misión.
Posteriormente, a pesar de la introducción de la mano de obra esclava de
origen africano, ésta no arraigó totalmente debido a que la forma como se
practicaba la ganadería requería de poca fuerza de trabajo, generalmente
desplegada y dispersa en las sabanas, por lo cual los esclavos (as) escapaban
del control del hacendado (Brito Figueroa, 1979).
Los cueros de ganado estaban entre los bienes de exportación más importantes
del siglo XVII, al igual que el tabaco que mantuvo su importancia durante el
siglo XVIII. En el siglo XVII, para evitar el contrabando de tabaco entre los
productores criollos y los comerciantes holandeses, ingleses y franceses, la
corona española impidió su cultivo por un período de 10 años asumiendo
posteriormente el monopolio de su distribución y venta. Al igual que lo
sucedido con el cacao, esto originó un largo conflicto con los productores
locales que deseaban liberarse de los controles comerciales impuestos por la
administración colonial.
c) El sub-modo de vida 3
178
Los europeos introdujeron nuevos instrumentos de producción como los
telares horizontales a pedal que ya utilizaban en Europa desde la antigüedad
clásica, los cuales elevaron el rendimiento de la producción de textiles a un
nivel artesanal, incluyendo la elaboración de cobijas manufacturadas en lana
obtenida localmente del esquilmado de los rebaños de ovejas. En regiones
como El Tocuyo, los tejidos finos de algodón alcanzaron un alto nivel de
excelencia, siendo canalizada la producción excedentaria de lienzos hacia
mercados de otras colonias (Sanoja, 1979b: 16; 1993: 46-47)
179
En el noreste de Venezuela, por lo menos hasta el siglo XVII, la mayoría de
los grupos indígenas –particularmente los de filiación caribe- se resistió a
someterse al régimen de encomiendas, conservando su libertad y sus
costumbres: “…en Cumaná no hubo grandes encomiendas de indígenas
auténticamente conquistados que puediese proporcionar una tributación
económica relevante. Se entiende así que en dicha gobernación no hubiese, a
principios del segundo siglo de presencia española en América, una
oligarquía de marcadas prestensiones nobiliarias…” (Castillo Hidalgo,
2002: 722-723). Los españoles utilizaban eventualmente la mano de obra
indígena, pagándoles su trabajo en especies. Ello resultaba beneficioso para
los encomenderos quienes “…no tenían tampoco la obligación –como los
encomenderos que tenían títulos legales- de mantener iglesia con cura
doctrinero y tampoco curar los indios enfermos” (Da Pratto-Perelli, 1990,
Vol.1: 398).
d) El sub-modo de vida 4
180
totalidad conformada por indios guayanos, de filiación caribe, y por una
minoría de guaraos y “waikas” como se llamaba originalmente a los grupos
yanomami y algunos criollos que constituian como una especie de fuerza
militar o de protección de los establecimientos militares. El producto del
trabajo indígena era apropiado por la institución misiónal, la cual actuaba
como un ente corporativo (Sanoja y Vargas Arenas, 2005; 1999, 2007b) y
retribuía dicho trabajo pagándolo en especies. Los indígenas podían contratar
su trabajo a los criollos de Santo Tomé por un salario, pero no podían
introducir monedas dentro del territorio misional.
181
producción industrial de ladrillos y formaletas refractarias utilizando las
arcillas caoliníticas del Caroní para remontar y construir nuevos hornos
siderúrgicos o alfareros, etc.
e) El submodo de vida 5
183
CAPÍTULO 13
184
El paso de un mercado regional a un mercado nacional no es un proceso
económico espontáneo; es, por el contrario, indicación de un nivel de
coherencia determinado por las ambiciones políticas y por las tensiones
capitalistas creadas por el comercio, particularmente el comercio interior y el
comercio a larga distancia. Por lo general, la expansión del comercio exterior
precede a la unificación del mercado nacional y podría estar en relación con la
progresiva división internacional del trabajo impuesta por la economía
mundial (Braudel, 1992.II: 138 y siguientes).
185
General de Venezuela como Coro, Maracaibo y Guayana que- por las razones
que explicaremos luego- no se plegaron a la hegemonía caraqueña.
186
mutaciones históricas. El reconocimiento de procesos dialéctico, de la
transformación de cantidad en calidad es lo que nos permite distinguir una
cosa de la otra, poner de relieve las fronteras críticas que existen en la realidad
material, el punto exacto en el cual los pequeños cambios de grado dan lugar a
cambios de estado, lo cual es uno de los problemas findamentales que debe
esclarecer la ciencia (Woods y Grant, 1995: 59).
Si bien Venezuela era formalmente una colonia del Imperio Español, desde la
óptica del proceso sociohistórico particular a partir del siglo XVII y ya quizás
del siglo XVI mismo, sus contenidos, la consolidación de la nueva sociedad
mestiza, particularmente de la criolla caraqueña, le estaban dando su propia
interpretación a las instituciones políticas que había impuesto el estatus
colonial, expresada en la producción social de un espacio urbano que
representase la centralidad de la vida política y económica de todo el territorio
de la Capitanía General de Venezuela.
188
Para mediados del siglo XVI, los diversos centros poblados que conformaban
el hinterland del territorio colonial venezolano semejaban una periferia sin
centro (Sanoja y Vargas Arenas, 2002: 70). El valle de Caracas y su litoral
caribe, que representaban el centro de aquella periferia, estaban todavía bajo el
control de las etnias caribes, al igual que buena parte de los valles de Aragua,
la región de Barlovento, la mayor parte de la cuenca del Orinoco y la cuenca
del lago de Maracaibo.
189
una poderosa formación de más de mil de auxiliares indígenas, posiblemente
guerreros caquetíos, jiraharas o gayones enemigos de los caribe, al mando del
Capitán Diego de Losada. Con este ejército de indígenas y castellanos, le fue
posible a Losada asumir el control del valle de Caracas en 1567 y repartir
tierras e indios conquistados entre los socios de la expedición (Sanoja y
Vargas Arenas, 2002: 59-69).
190
en las profundidades del mar en Cubagua. Inicialmente, 16 reales de perlas
de Cubagua equivalían a un peso de oro, base de valor para todas operaciones
comerciales, para la acumulación de capitales privados y para el pago de
impuestos a la Real Hacienda (Arcila Farías, 1983: 75), inhumana plusvalía
extraida de la muerte de centenares o miles de seres humanos esclavizados
sobre la cual se asienta la riqueza y el poder de los futuros “Amos del Valle”.
191
en el lugar central de los centros poblados que ya existían en su periferia, a la
vez que el espacio económico donde convergieron y confluyeron los procesos
de acumulación de capital que se dieron en Venezuela a partir del siglo XVI.
192
que incluia también las Antillas Mayores (Otte, 1977: 292-299; Castillo
Hidalgo 2000: 431-434), eran quizás como una especie de “warehouse”, de
almacen donde se acumulaba la oferta de mercancía de origen europeo y
antillano para satisfacer la demanda del mercado que era Cubagua, parte de la
cual también era reexportada hacia Caracas, Cumaná y posiblemente otros
centros poblados importantes del territorio continental como Santo Tomé de
Guayana, utilizando las canoas y bergantines tripulados, quizás, por marineros
indígenas de origen caribe o guarao.
193
las ganancias del comercio al por menor, la utilidad total del comercio de las
mercaderías introducidas fue de 420.766 pesos de plata (Arcila Farías, 1983
II: 155-162). Por otra parte, luego que la acción conquistadora de Losada y los
empresarios tocuyanos y caroreños hiciese posible integrar la región costera
centro-norte al dominio colonial de la Provincia de Caracas, con acceso a lo
que sería al puerto marítimo en desarrollo de La Guaira, los índices
económicos señalan que se que produjo una recuperación de las finanzas
públicas. El valor de las mercancías negociadas fue en 1581 de 12 millones y
medio de maravedíes, superando los 9 millones del año 82 y en 1583 llegó a
ser casi de 19.700.000 maravedíes (Sanoja y Vargas Arenas, 2002: 70).
194
que aportaron buena parte de los recursos para financiar la el negocio de las
perlas de Cubagua y la empresa de conquista del valle de los caracas.
195
ganadería, hacían difícil la competencia con productos similares en los
mercados de ultramar. Otro factor adverso fue el ausentismo de los
propietarios mantuanos, más interesados en participar en el juego político de
la sociedad urbana que en supervisar el trabajo en sus propiedades, quienes
delegaron esta actividad en mayordomos y en personal que no poseía una
cultura gerencial y comercial adecuada para tales funciones (Lucena, 1986:65-
106). Como podemos observar, los malos hábitos gerenciales del
empresariado venezolano tienen una gran antigüedad…
El control del cabildo o gobierno del Estado Colonial Caraqueño, al igual que
ocurría en otras provincias venezolanas, permitió a los miembros de la clase
dominante apropiarse de las mejores tierras de cultivo que habían sido hasta
mediados del siglo XVI propiedad de los indígenas del Señorio Caribe,
quienes pasaron a ser también propiedad de los nuevos “amos del valle” en
calidad de siervos encomendados (Sanoja y Vargas Arenas 2002: 197-200).
De esta manera, la fuerza de trabajo de los indígenas encomendados,
esclavizados o libres y la de los esclavos de origen africano pasó a
transformarse en un valor económico agregado al de la tierra poseida.
Con el desarrollo de las encomiendas, ya entre los años 1573 y 1599 y las
primeras décadas del siglo XVII había comenzado el proceso de concentración
de la propiedad territorial agraria en el valle de Caracas y sus alrededores,
equivalente a no menos del 45% del territorio total de la Provincia de Caracas
(ECCS: 1967ª: 927). Para esa época, 151 españoles ya habían recibido en
calidad de donaciones y mercedes de tierra la cantidad de 9.685 hectáreas que
pertenecían a los indígenas en Caracas, Aragua, Tuy y Barlovento. Entre
1568, año de la fundación de Caracas y 1599, nuevas donaciones de tierras
incrementaron la apropiación de tierras despojadas a los indígenas en 12.583
196
hectáreas, 7.068 de las cuales (el 56% de la extensión de tierras) terminaron
en las manos de tan sólo 12 propietarios; otros 52 propietarios obtuvieron, en
su conjunto, 5.515 hectáreas. El grupo familiar Rodríguez resulto el más
favorecido al aumentar su patrimonio en 1250 hectáreas, Juan Fernández de
León en 712, Martín de Gámez en 716, Garci-Gonzáles de Silva en 703,
Gabriel y Pedro García de Ávila en 662, Juan Villegas de Maldonado en 571 y
Sancho López de Mendoza en 549 hectáreas. Durante los siglos XVI y XVII,
mediante el expediente de la llamada “composición de tierras” éstas se fueron
concentrando cada vez más entre un grupo menor de propietarios, contándose
también entre ellos la Iglesia Católica la cual llegó a ser propietaria en el
período 1744-46, de 9510 hectáreas (Brito Figueroa, 1978: 137-165).
Con el final del régimen de encomiendas, hecho que ocurrió a mediados del
siglo XVII, la población encomendada se convirtió en trabajadores (as) libres,
pero vinculados (as) a los antiguos amos (as), ahora dueños y dueñas de
haciendas, a quienes siguieron prestando sus servicios a cambio de dinero o
especies, atados al patrón por deudas que nunca llegaban a pagar. De esta
manera, el viejo amo podía dedicarse a explotarlos sin estar sujeto a los
legalismos que implicaba la encomienda
197
última sometida por lo general a la condición de esclavitud o servidumbre en
las cuales “… El uso del capital bajo la forma de instrumentos de producción,
era muy escaso y la base de la combinación productiva era la fuerza de
trabajo viva y simple…” El capital-esclavos representaba, pues el activo más
valioso de la plantación, por lo cual para el amo era mejor negocio “criarlos”
en cautiverio que traerlos desde el exterior. (Maza Zabala: 1968: 70, 81).
198
La importancia de la producción de cacao, café y caña de azúcar en esta vasta
región, poblada y trabajada casí exclusivamente por descendientes de
esclavos negros o manumisos, fue uno de factores de la formación originaria
de capitales por la clase minoritaria de propietarios mantuanos caraqueños
que residían en la ciudad, dejando el negocio en manos de los capataces
quienes administraban las plantaciones y en la de agentes comerciales que
gestionaban la comercialización de los productos. El ausentismo de los dueños
de hacienda incidió en el bajo rendimiento del negocio de las plantaciones de
cacao, desdeñando en oportunidades la sombra de los bosques que protegían
los cacaotales para sembrar también el café de sombra, el cual era igualmente
un importante producto comercial de exportación (Cunill Grau, 1987-I: 492-
509)
199
Si la clase mantuana venezolana hubiese tenido la visión del moderno
capitalismo industrialista del siglo XVIII que animaba a los gestores de las
Misiones Capuchinas Catalanas de Guayana, los extensos cultivos de algodón
y las excelentes destrezas artesanales textiles que ya tenían los aborígenes del
noroeste de Venezuela mucho antes del siglo XVI, pudiesen haber servido
para echar las bases de una industria de tejidos de algodón de relativa
importancia, aprovechando la enorme demanda mundial que tuvo dicho
producto a partir de esa época (Braudel, 1992-2: 312-314).
200
monopolizada y distribuida por los capitalistas y comerciantes europeos
(Braudel, 1992.3: 508-509), pero existía todavía dentro y fuera de
Venezuela—como lo muestra la historia—un mercado regional para un textil
de algodón de buena cualidad como el “tocuyo”, el cual hubiese podido ser
penetrado por un grupo de verdaderos empresarios con espíritu aventurero.
Pero, un país donde existía una población mayoritariamente pobre y un núcleo
dirigente más interesado, como hemos dicho, en la ganancia fácil y rutinaria
que en la inversión y el trabajo creativo, difícilmente podía prosperar la
invención tecnológica o el riesgo de la inversión industrial ya que la base de la
economía colonial o neocolonial es, precisamente, ‘la dominación del capital
comercial sobre la producción” (Stern, 1986: 843).
201
En las tierras que habían sido originalmente desbrozadas y trabajadas hasta el
siglo XVI por las etnias indígenas en el área de los valles centro-costeros de
Aragua, Carabobo y Caracas y en los valles subandinos de Lara, Trujillo y
Mérida, se observa --desde los inicios de la colonización española-- un intenso
trabajo agrícola primero a través de las encomiendas y posteriormente de las
plantaciones, que condujo progresivamente a la concentración de la propiedad
territorial en manos de cada vez menos individuos, ligados particularmente a
la clase oligarquica mantuana (Sanoja y Vargas Arenas, 2002:69, 190; Rojas
1995; Nieves de Avellán 1997: 149-163;Samudio 1988: 15-34;).
203
barro, budares, cestas, tejido de chinchorros y hamacas, sillas y taburetes,
pilones para maíz, bateas de madera para lavar la ropa o para uso culinario,
manufactura de casabe y granjerías diversas, cría de cabras, cerdos, aves de
corral, lo cual no sólo vinculaba a las comunidades indígenas a los circuitos de
producción, distribución cambio y consumo, sino que hacía su existencia
necesaria para la reproducción de la vida cotidiana en las zonas urbanas y
rurales.
205
El cultivo, la preparación y distribución de la variedad de tabaco llamado
Curaseca, cultivado en Barinas y en la micro región de Guanare, muy cotizado
en los mercados europeos, se canalizaba a través de un monopolio real, el
“Estanco de Tabaco”, el cual contrataba y compraba la producción de los
pequeños propietarios. El cultivo, recolección, preparación, almacenamiento
y distribución del tabaco requería una mano de obra numerosa que se asentaba
tanto en las zonas rurales como en los centros urbanos, incluyendo los
administradores y funcionarios que atendían los almacenes del producto. Una
parte de las hojas de tabaco se exportaban al exterior vía el puerto de La
Guaira o Puerto Cabello, en tanto que otra se movilizaba embarcaciones
desde los puertos de Santa Rosa, Gibraltar, La Ceiba y Moporo, atravesando el
lago hasta llegar al puerto de Maracaibo, o transportada en bongos a lo largo
de los ríos Santo Domingo hasta Torunos, puerto-almacén de donde se
trasladaba via el Apure y el Orinoco hasta el puerto de Angostura (hoy ciudad
Bolívar), donde se re-embarcaba en navíos de mayor calado hasta las Antillas,
las Guayanas o hasta Europa misma (Cunill-Grau, 1987-I: 716-722).
206
La Provincia de Caracas, a la cual hemos denominado como el centro de un
mercado regional o de un Estado colonial, desarrolló una articulación
instrumental congruente con su periferia sur donde comenzaban la región de
los llanos centrales y suroccidentales, en la cual se desarrollaron centros
urbanos importantes como el eje ciudad-puerto de Valencia-Puerto Cabello,
San Sebastián, San Carlos, Calabozo, Guanare, Barinas, etc. (Arcila Farías,
1983ª: 186-187; Lombardi, 1976). Para 1810, esta interconexión de centros
urbanos y zonas productivas funcionaba de manera tan satisfactoria que su
forma y organización básica sobrevivió prácticamente sin cambios hasta 1930,
cuando el boom petrolero y los fuertes movimientos migratorios de población
desarticularon casi toda la estructura social, cultural, demográfica, económica,
cultural y política heredada de la Colonia (Lombardi, 1976: 110; Sanoja y
Vargas Arenas, 2002: 192).
207
para la circulación de bienes manufacturados, de alimentos, de mujeres, de
tabaco, etc., y centros de intercambio de diversos productos donde
poblaciones de distintas etnias venían a trocar y negociar sus mercancías
(Federmann, 1557: 160; Sanoja y Vargas Arenas, 1999a: 83-94),
208
ganaderos de los llanos centrales de Venezuela a partir del siglo XVIII,
conformando un nuevo tipo social que conocemos en Venezuela como los
llaneros (Humboldt, 1941 III: 224, 225, 26; Codazzi, 1940-I: 78;Appun,
1968: 124; Armas Chitty, 1961: 55; Sanoja y Vargas Arenas, 1992: 266-267).
209
ciudad de Barinas, donde trabajaban en el servicio doméstico, como arrieros
para el transporte de mercancías o artesanos (as) y comerciantes (Sanoja,
1988: 103-105).
210
CAPÍTULO 14
Para entender las razones del antagonismo entre la Provincia de Caracas y sus
aliados del submodo 1 y del submodo 2, con la de Maracaibo o sub modo 3
es necesario analizar con cierto detalle las circunstancias particulares que
rodearon el origen de la misma, específicamente el papel determinante que
jugaron las etnias aborígenes originarias en el proceso de creación de la nación
y de los mercados regionales y, particularmente, los factores culturales y
sociales y las formas socioeconómicas que sirvieron para definir el perfil de
la sociedad indohispana marabina, su significación geoestratégica dentro del
complejo de provincias que formaban la Capitanía General de Venezuela, y
sus relaciones con otras entidades políticas como el Virreinato de la Nueva
Granada, las Guayanas francesa, inglesa y holandesa y las islas de Curazao y
Aruba.
Para finales del siglo XVII, extensas áreas del noroeste de Venezuela
permanecían todavía habitadas por comunidades indígenas relativamente
independientes, pertenecientes a las etnias gayón, ayamán y jirahara ubicadas
en las serranías de los actuales estados Lara y Falcón tales como Churuguara,
Baragua, Matatere, Bobare y Siquisique, así como la wayúu en la peninsula de
la Guajira, los Barí de la Sierra de Perijá y extensas regiones litorales del lago
de Maracaibo habitadas por onotos, pemenos, quiriquires y añú.
211
Aparte de la población indígena que habitaba las zonas rurales, gran número
de ella habitaba también las zonas urbanas como fue el caso de El Tocuyo,
donde los y las artesanos y artesanas indígenas practicaban la artesanía textil
así como los oficios domésticos en las casas de los criollos. La influencia
indígena dentro de la composición demográfica de la región era muy fuerte,
notándose también la existencia de densos núcleos de población aborigen en
las comunidades de Quíbor, Barbacoas, Curarigua, Cubiro y Chabasquén
(Cunill Grau, 1987-I: 278-279; Sanoja 1988: 96-103).
212
establecido en la región desde –por lo menos- 500 años antes de nuestra era,
integrantes de un Modo de Vida Tribal Productor Igualitario. Ya desde el
años 830 y hasta los años 1050 y 1630 de nuestra era, existían grandes aldeas
indígenas, posiblemente barí, en las márgenes de los ríos Onia, Zulia y
Catatumbo (Sanoja, 1969, 1972; Vargas Arenas, 1990: 275-289; Sanoja, 1997:
184; Sanoja y Vargas Arenas, 1999a: 101-105).
213
indígenas libres que existían en el occidente de Venezuela (Sanoja yVargas
Arenas, 1992:139-143).
Sobre la costa noroccidental del lago existían, para finales del siglo XVIII,
poblaciones palafíticas habitadas por indígenas y mestizos (as) que se
dedicaban fundamentalmente a la pesca en el lago y la manufactura artesanal
de cestas, esteras, cordeles, etc., utilizando las fibras de la enea (Cyperus
articulatus sp.) una planta que crece en las orillas del lago. Los antecedentes
locales de esas comunidades indígens se remontan hasta mediados del último
milenio ANE, como lo evidencian los restos de antiguos poblados palafíticos
precoloniales que han sido excavados en las localidades de las actuales
214
ciudades de Lagunillas y Bachaquero (Wagner, 1980). La producción local
actual de los artesanos (as) cesteros de la costa noroccidental del lago logró
hacer un nicho comercial en el mercado de Maracaibo, como parte de los
bienes culturales muebles que se insertaron en el consumo cotidiano de la
población marabina, tanto urbana como rural,
215
produjo finalmente el paisaje árido que caracteriza en la actualidad la
peninsula de La Guajira, ocasionando al parecer el decaimiento de las antiguas
poblaciones agricultoras y el inicio de una nueva fase conocida
arqueológicamente como Siruma cuya cultura es la que conocemos hoy día
como wayúu. A partir del siglo XVI, grupos indígenas wayúu cuyo modo de
trabajo originario era agricultor, cazador-recolector, adoptó de los españoles la
cría y el pastoreo de ganado vacuno, caprino, ovino y caballar, convirtiéndose
en pueblos pastores seminomádicos con una fuerte integración social, política
y cultural (Sanoja, 1988; Sanoja y Vargas Arenas, 1992: 123, 126, 215- 217;
Gallagher, 1976; Cunill Grau, 1987: 214; Acosta Saignes, 1954: 71-72;
Reichel-Dolmatoff, 1951: 193-194; Langebaek et al, 1984: 58, 60, 61 tabla 5;
Sanoja y Vargas Arenas, 2008: 44-50)..
216
costa del lago por los bienes que manufacturaban u obtenían a su vez por
trueque con otras comunidades indígenas de la la Alta Guajira o el noroeste
de la actual Colombia denominados pacabueyes, coanaos y zondaguas: maíz,
yuca, carne de venado, mantas de algodón pintadas, orejeras o caracuríes,
chagualas, aguilillas y otras joyas de oro tumbaga. Todavía a inicios del siglo
XVI estos productos, junto con la sal, útil para la conservación de las carnes y
los alimentos, formaban parte de los circuitos comerciales que incluían el
asentamiento urbano inicial de Maracaibo y los actuales estados Trujillo y
Mérida, utilizándose ríos como el Zulia para armar flotas de piraguas que
llevaban mercancías desde el lago de Maracaibo hasta la ciudad de Pamplona
y viceversa (Sanoja, 1969: 41).
217
Caquetío (Loukotka, 1968: 128) que ya se hallaba asentado en el noroeste del
lago por lo menos desde el siglo VII de nuestra era.
218
Para el siglo XVI, el territorio ocupado para entonces por los grupos indígenas
que habrían de integrar posteriormente la población urbana inicial de la futura
ciudad de Maracaibo, estaba circunscrito al oriente por las poblaciones
arawakas conocidas arqueológicamente como tradición Dabajuro (Oliver,
1989; Sanoja y Vargas Arenas, 1992: 187-193), quienes ocupaban toda la
región norte del actual estado Falcón, así como la costa nororiental del lago.
Al oeste del río Limón, existían poblaciones palafíticas de filiación añú; allí
comenzaba la región semidesértica de la Guajira que se hallaba ya habitada
por pueblos wayúu. Al suroeste de Maracaibo, en la planicie litoral del lago y
en el piedemonte de sierra de Perijá, habitaban todavía pueblos barí de
filiación chibcha, así como otros de filiación caribe (Sanoja y Vargas Arenas,
1999a:107-111; Urdaneta Quintero et alíi, 2008:85-111).
219
Lo anterior parece indicar que las poblaciones originarias que habitaban las
aldeas palafíticas en las riberas del lago eran hablantes de diversos dialectos
arawakos, diferentes a los que tenían los pueblos de tierra firme con quienes
sólo se entendían mediante intérpretes.
Hacia comienzos del siglo XIX, las aldeas palafíticas llamadas también
pueblos de agua o pueblos de la laguna, contaba cada uno con alrededor de 50
viviendas y una capilla, también palafítica, levantada sobre horcones de
madera de vera (Bulnesia arbórea). Sus habitantes de entonces seguían siendo
fundamentalmente pescadores y cazadores de aves silvestres, particularmente
patos, aunque cultivaban también algunos conucos en las tierras inmediaras a
las viviendas. Mediante la utilización de las fibras de henea, planta que crece
en las orillas del lago, fabricaban cestas, esteras, chinchorros, pitas y cordeles,
etc. No estaban encomendados y vivían en libertad, ya que la población
criollas marabina no tenía ningún interés en apoderarse de esos suelos pobres
y pantanosos (Cunill Grau, 1987 I: 242-243).
220
A comienzos del siglo XVI, la dinastía de los Habsburgos en la persona del
emperador Carlos V se había convertido en el amo de España, los Paises
Bajos e Italia y tenía bajo su control el resto de la Europa Cristiana gracias a
las enormes riquezas en oro y plata que la Corona expropiaba a los pueblos
colonizados de nuestra América. Obligado a pagar enormes sumas de dinero
en toda Europa, Carlos V entró en negociaciones con grupos de mercaderes y
prestamistas de dinero de Augsburgo, Alemania, las familias Fuggers y
Welsers, cuyo verdadero centro de operaciones se hallaba en Amberes, Países
Bajos y quienes poseían enormes capitales, le prestaban por adelantado y
transportaban el dinero sin el cual no habría podido funcionar la política
imperial de España (Braudel, 1992: III 151). Para cancelar las enormes deudas
contraídas con los banqueros alemanes, Carlos V se vio obligado a entregar en
usufructo muchas propiedades de la Corona, tanto en la misma España como
en sus colonias americanas. Es así como el gobierno de la entonces Provincia
de Venezuela fue entregada, bajo aquella modalidad, a la familia Welser,
quien la poseyó desde 1528 hasta 1548 (Morón, 1979: 99-100; Braudel, 1992-
II: 524).
221
puerto de entrada del comercio legal e ilegal entre los Países Bajos y el litoral
caribe occidental de Suramérica.
222
metros de la orilla del mismo, espacio que habría de devenir en el siglo XVII
el asiento de la Catedral de Maracaibo. La ubicación de la ermita y la futura
catedral a orillas del lago se explica porque la población indígena mayoritaria
habitó hasta el siglo XIX –como se expuso anteriormente- en poblados
palafíticos que bordeaban el litoral lacustre.
223
La política de los welsares y de los europeos en general, era procurarse un
provecho económico rápido para cobrarse las deudas pendientes con la Corona
española a través de la búsqueda incesante de oro, la captura de centenares de
esclavos (as) indígenas que luego eran remitidos a Coro para ser vendidos en
las Antillas, y defenderse de los ataques a los pueblos zaparas, aliles y toas
para obtener el control del acceso marítimo al lago de Maracaibo. Esta tensión
bélica tuvo como consecuencia que los pobladores indios abandonasen
Maracaibo y el litoral del lago y se huyesen hacia las tierras del noroeste
marabino que no estaban todavía sometidas al control de los invasores
europeos (Urdaneta Quintero et alíi, 2008: 118-119).
224
19Esc.N), necesitaba la existencia de un puerto seguro en el enclave criollo
marabino. Por esta razón, en 1573 se constituyó el primer cabildo de
Maracaibo, hecho que legalizó a existencia de la ciudad. Al mismo tiempo, se
fundaron asentamientos de esclavos negros en las desembocadura de los ríos
Catatumbo y Zulia, puertos para el comercio con la Nueva Granada, en el
puerto de Gibraltar, en la desembocadura de los ríos que comunican con la
región andina, con el objeto de usarlos como fuerza de trabajo sustituta de los
indígenas que combatían la ocupación europea. Ello dio origen a la formación
de numerosos cumbes, pueblos de negros cimarrones huidos de la esclavitud a
los cuales también se sumaron poblaciones indígenas (Acosta Saignes, 1984:
275).
225
indígenas, esclavos (as) negros (as), mestizos (as), un componente intermedio
integrado por pequeños comerciantes: bodegueros, buhoneros, criadores,
empleados, posaderos, etc., y el grupo dominante de encomenderos y
propietarios españoles o criollos. La actividades artesanales de la curtiembre
de cueros originó la existencia de un grupo de trabajadores especializados en
la preparación de los cueros de vacuno, cabras, venados y pecaríes, en la
recolecta y comercio de las semillas de dividive, la explotación y transporte de
la sal y finalmente el curtido de aquéllos en las tenerías que se ubicaban
“…en las inmediaciones de la cañada Morillo, parroquia actual Los
Haticos… parroquia Santa Lucía y salineras (parroquia San Juan de Dios)
(Urdaneta Quintero et alíi, 2008: 128). En el siglo XVII, la ubicación de la
fuerza laboral especializada en el espacio urbano marabino se expandió hacia
las parroquias de El Saladillo y El Empedrado, donde habitaban
particularmente artesanos (as), marineros, personal de servidumbre, criadores
(as) de especies de corral, etc. En las sabanas en torno al enclave urbano
maracaibero, se desarrollaron los hatos ganaderos. Podríamos decir que ya se
estaba formando la jerarquía social que caracterizó la estructura de la fuerza
de trabajo en el modo de vida capitalista mercantil.
226
El establecimiento de las rutas de navegación lacustre, utilizando los
conocimientos y la tecnología de navegación que poseían de los pueblos
indígenas del lago, permitió el transporte de mercancías y personas desde
Maracaibo hacia los puertos del sur y del oriente del lago y de vuelta a
Maracaibo, utilizando bongos y piraguas monoxilas cuyas bordas estaban
levantadas empleando tablas de madera y dotadas de velas que convertían
dichas embarcaciones en especie de falúas o bergantines. En el siglo XVIII,
parte del producto total de la economía andina se exportaba a través de
Maracaibo, aunque la mayor parte del mismo se consumía localmente. Las
ciudades del área andina establecieron lazos comerciales con otros centros
urbanos de Barinas. Guanare y los llanos en general, intercambiando trigo,
harina, papas y azúcar por cacao, arroz, tabaco y ganado.La ciudad de
Boconó, Trujillo, se desarrolló como un centro comercial, gran productor de
trigo y tabaco, y participaba en esta red comercial al mismo tiempo que
conformaba un centro proveedor de mercancías que se exportaban a través del
Puerto de Maracaibo. Esta red de intercambios no se estableció como
consecuencia del desarrollo del régimen colonial, sino que se montó sobre la
que ya existía desde los tiempos precoloniales (Sanoja 1969: 40-41; Arellano
Moreno 1950: 164, 195-196; Roseberry 1971:60-64). Dicho comercio no solo
estimuló el desarrollo de las actividades productivas en la región andina sino
también en Maracaibo, patrón de intercambios comerciales que se mantendría
inalterado hasta el siglo XX y continúa en el XXI.
227
Colombia, Santo Domingo y La Habana en las grandes Antillas y Veracruz en
el caribe mexicano. Santo Domingo y La Habana, formaban parte de los
grandes circuitos de comercio transatlántico, tanto de Sevilla como de la
Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, en tanto que Veracruz
formaba parte de los circuitos comerciales transtlánticos y de los
transpacíficos que culminaban en los puertos del occidente de México. Desde
la región andina: Carora, Barquisimeto, Trujillo, Barinas, San Cristobal,
Merida y Pedraza, de Pamplona, Tunja y Río Hacha (noreste de la actual
Colombia) y del espacio marabino se exportaba particularmente hacia Europa
y las Antillas cacao, café, tabaco, añil, jamones, tocinos, quesos, cueros en
bruto, semillas de dividive para el procesamiento de los cueros de res, de
cabras y venados, etc., recibiendo a cambio insumos como el aceite, vinos,
harina, telas, herramientas, loza doméstica, cristalería, velas de cera, etc. Por
vía de Curazao, Jamaica y Saint Thomas, otros comerciantes curazoleños
practicaban tanto el contrabando de mercancías como el odioso tráfico de
personas africanas que eran vendidas a los hacendados marabinos y andinos
(Aizemberg, 1981; 39-43; Faber, 1998).
228
CAPÍTULO 15
En las primeras décadas del siglo XVIII, con la instauración de las misiones
capuchinas catalanas se materializó en el Bajo Orinoco la creación de un polo
de desarrollo económico de tipo capitalista, con base a la reducción de una
numerosa población indígena, mayormente de filiación caribe, en dieciocho
pueblos de misión, escalonados entre el río Caroní y el río Esequibo, proyecto
229
que fue abortado entre 1817 y 1818 con la toma de Guayana por las tropas
patriotas comandadas por Manuel Piar.
230
Para lograr aquellos fines, la Orden Capuchina Catalana dedicó sus esfuerzos
“…a preparar los indios para el futuro, es decir, para que ellos pudiesen
valerse y atender a todas sus necesidades. Así, enviaron religiosos que no
eran sacerdotes (laicos, legos?), pero que eran expertos albañiles,
carpinteros, hasta forjadores de hierro…” (Sanoja, 1998: 148).
Los indígenas recibían un salario en especies por su trabajo dentro del sistema
misional. Podían devengar salarios en moneda cuando trabajaban fuera de la
misión, pero internamente le estaba prohibida la utilización de circulante
(Sanoja, 1998; Sanoja y Vargas-Arenas, 2002). La existencia de talleres para
la fundición y forja del hierro para manufacturar lingotes y objetos
terminados tales como clavos, hachas, martillos, picos, etc. (Sanoja y Vargas
Arenas, 2005: 254, figs.76,77, 78,79, 80, 81, 82 ,83, 84 se complementaba con
la de hornos técnicamente muy complejos para fundir el oro (Sanoja, 1998:
Fig. 6; Sanoja y Vargas Arenas, 2005: 268-274, figs. 85, 87, 88, 89 y 90). El
mineral precioso se encontraba tanto en las vetas de cuarzo de la Misión de
231
Upata, como en las arenas auríferas del río Caroní. Según Carrocera (1979,
III: 133), ya para 1793 habrían existido en las misiones capuchinas catalanas,
indígenas especializados en el “decantado y descubrimiento de minas”, las
cuales podrían haber sido de oro o de hierro.
232
(Sanoja, 1998; Alvarado, Águila y Aburto, 1999; Sanoja y Vargas Arenas,
2005: 222; figs.65 y 69).
233
Bajo Caroní, a veinte mil pesos. Para evaluar la importancia que tuvo la
producción ganadera misional podemos acotar que el total de cabezas de
ganado existente en las diferentes misiones capuchinas de Guayana para 1774
se estimaba aproximadamente en más de cien mil (Carrocera, II, 1979: 225),
lo cual representaba aproximadamente un capital mínimo de 300. 000 pesos
(Sanoja, 1998). Como dato comparativo se puede agregar que para el año
1799, las exportaciones de Cataluña hacia Venezuela totalizaron 5.321.668
reales, de los cuales 345.785 estaban destinados a Guayana y el resto a
Cumaná, puerto de salida o entrada de las mercaderías destinadas a Nueva
Barcelona. Lo anterior nos permite inferir que el valor de un solo rubro de la
producción anual de una de las misiones capuchinas de Guayana, equivalía,
aproximadamente, a un 20% del valor de los bienes importados a Guayana
desde Cataluña (Sanoja, 1998: 38).
234
por las misiones capuchinas catalanas. Es muy probable que dicho conflicto de
poderes hubiese precipitado la mudanza de la capital de Guayana hacia
Angostura, la actual Ciudad Bolívar hacia 1764, para sustraer al gobierno
provincial de la poderosa influencia política y económica ejercida por las
misiones. Tanto los criollos como los funcionarios coloniales reprochaban a
las misiones capuchinas catalanas el no haber entregado las tierras y los
indígenas de Guayana a los empresarios privados, constituyendo por el
contrario una vasta empresa corporativa agropecuaria, preindustrial y
mercantil de alta rentabilidad, propiedad del colectivo de la orden (Tavera-
Acosta, 1954: 160-164; Sanoja, 1998; Sanoja y Vargas Arenas, 2005: 295-
306).
235
acertado conocimiento de las tendencias del mercado internacional,
constituyendo un importante antecedente histórico de la política de sustitución
de importaciones propuesta por la teoría del desarrollo de América Latina
entre 1960 y 1970. A pesar de la introducción de tecnologías de punta y
sistemas de producción avanzados para la época, la imposibilidad de
modificar el carácter servil de las relaciones de producción, permitiendo así el
surgimiento de una clase de artesanos o pequeños productores libres, impidió
cualquier posibilidad futura de cambio social dentro de la extensa población
indígena reducida en el ámbito misional (Laclau, 1971, 1974; Stern, 1986;
Sanoja y Vargas Arenas, 2005: 299-306).
236
República, en tanto que la fuerza de trabajo indígena y los rebaños de
caballos, mulas y ganado vacuno fueron incorporados a los inventarios
militares del ejército. Los talleres de metalurgia y herrería, de alfarería, los
obrajes de tejido y de zapatería, que representaban el inicio de una experiencia
agro-industrial-mercantil capitalista, fueron desmantelados entre 1818 y 1824,
al igual que la estructura misma de la producción agropecuaria, pasando las
misiones a convertirse en hatos de ganado propiedad de triunfantes generales
de la República (Sanoja y Vargas Arenas, 2005: 328-337).
El año de 1762 se ordenó construir una nueva ciudad, Angostura, que serviría
como capital de la Provincia de Guayana, desafectando a Santo Tomé que
servía desde finales del siglo XVI como capital provincial. Ésta fue una
decisión política que tuvo como finalidad sustraer el gobierno provincial del
dominio político y económico de las misiones capuchinas catalanas (Sanoja y
Vargas Arenas, 2005: 328). El gobernador Centurión, 1766, uno de los más
renombrados, se dedicó a fomentar la construcción y la fortificación de
Angostura, creó impuestos de estanco de guarapo, del juego de gallos y otros
ramos de rentas que sumaban unos 60.000 pesos, levantó el primer censo de
Guayana y una carta corográfica de la provincia, estableciendo relaciones más
amigables con el sistema misional de los Capuchinos Catalanes (Tavera
Acosta, 1954: 149-164).
237
PARTE III
238
CAPÍTULO 16
Como ya se ha hecho al inicio de las diferentes partes de esta obra, una nueva
discusión de las categorías y conceptos históricos es necesaria cuando
comenzamos a abordar el estudio de la fase que da origen a la aparición de la
FES Clasista Nacional Venezolana, que cubre la segunda mitad del siglo
XVIII y los siglos XIX y XX. Existe un cambio sustancial gracias a los
procesos ocurridos que permitieron la constitución del Estado Colonial
Caraqueño, la emancipación política de España, el efímero ensayo del Estado
multinacional de la Gran Colombia y el posterior complejo proceso socio-
cultural, político y económico que significó la formación de la República. La
calidad histórica se transforma pues el modo de producción -basado en el
antiguo sistema de monoproducción agropecuaria- da paso a un nuevo sistema
monoproductor petrolero vinculado al todo más desarrollado del sistema
capitalista mundial. Aunque las categorías históricas siguen vigentes, la
realidad social a la cual ellos se aplican deviene más compleja y más dificil la
definición de las fronteras conceptuales que definen sus componentes.
240
La transformación de las leyes sociales no es azarosa sino, por el contrario, es
el resultado de la actividad consciente del trabajo de los hombres y las
mujeres, por lo cual es preciso conocer y entender sus ritmos de
estructuración social, la existencia de ciertas maneras particulares de la
organización de la actividad humana, las praxis particulares de una formación
social que dinamizan su dialéctica “…y en consecuencia, los cumplimientos
objetivos de las leyes específicas que rigen para esa formación social...,”, las
cuales podemos aprehender a través de los conceptos de modo de vida y estilo
de vida que resumen la totalidad de la particularidad (Vargas Arenas, 1990:
64-65).
241
En cada época de la historia de un país, el imaginario que distingue a las
distintas clases sociales puede ser visualizado en la realidad sensible vía el
consumo de un producto o de un grupo productos básicos los cuales, aunque
no tienen una significación cultural intrínseca, la adquieren través del
complejo de relaciones que se establecen con motivo de su explotación y
aprovechamiento, por su valor como medios para satisfacer necesidades y
para la acumulación y concreción material de Valor. Esto quiere decir que el
Capital, el proceso implícito en las relaciones sociales de producción que se
establecen entre patronos y trabajadores, puede asumir la forma de objetos
materiales producidos en dicha relación; por tanto, los cambios en el valor de
uso o el valor de cambio de los objetos producidos en el circuito del capital,
necesariamente pueden reflejar también los cambios en las condiciones del
mundo material en el cual fueron manufacturados (Paynter, 1988:
413Stps.arch.).
Según Bate (1998: 65), el modo de vida expresa las mediaciones objetivas
entre las regularidades formalizadas a través de la categoría formación social y
la de cultura, representando en consecuencia las particularidades de la
formación social. En este sentido, el modo de vida es un eslabón intermedio
entre el carácter esencial de la formación social y su manifestación
fenoménica en la cultura.
242
Con base a los contenidos de las definiciones anteriores de modo de vida,
hemos podido establecer los ritmos de estructuración que caracterizaron las
fases de desarrollo histórico del modo de producción clasista venezolano, de
acuerdo con las diferencias históricas particulares en las formas de producción
y reproducción de la vida material. Tales formas implican, por una parte,
variaciones significativas en las calidades de las relaciones sociales de
producción, las cuales constituyen líneas de estructuración o “partes” del todo
como es la formación social, coexistentes pero distintas, las cuales responden
también con particularidades del objeto y medio de trabajo y, en consecuencia,
de las relaciones técnicas de producción (Vargas Arenas, 1998a: 664-665).
244
Bajo un régimen capitalista, los conceptos de “existir” y “tener” se consideran
equivalentes, de modo que aquel hombre o mujer que no tiene nada material,
no es nadie, lo cual constituye el fundamento del consumismo. La publicidad
comercial y los medios de comunicación en general han sido muy útiles para
convertir el hecho de “no tener” en una realidad absolutamente desesperada:
quien no tiene o no posee alguno de los bienes de prestigio considerados como
social y culturalmente necesarios, se siente separado de la existencia humana
en general, del mundo de los objetos y en última instancia del mundo real
puesto que tal necesidad sólo existe en el imaginario (Lefebvre, Henri. 1991:
155). La respuesta a este sentimiento de carencia inducida a través de la
publicidad comercial y los medios de comunicación, es el consumismo.
245
misma, sino en su representación simbólica a efectos del imaginario de los
modos de vida burgueses, particularmente entre los británicos de los siglos
XVIII y XIX y de la FES Capitalista en general, que se transfirió vía el
comercio al imaginario de la “aristocracia” criolla y la pequeña burguesía
que conformaban la clase dominante de la sociedad venezolana de la época.
246
investigaciones sobre arqueología del capitalismo en sitios urbanos como
Caracas, la antigua Santo Tomé de Guayana, Valencia, Coro y Maracaibo,
entre otros, son también una invalorable fuente documental para conocer esta
faceta de la historia del modo de vida clasista colonial venezolano y del modo
de vida clasista nacional r republicano (Sanoja y Vargas Arenas, 2002, 2006,
2008?; Aburto, 1998).
247
Al considerar la influencia ideológica ejercida por el liberalismo inglés sobre
la dirigencia del movimiento independentista venezolano del siglo XIX, es
preciso dejar claro que la simpatía y el apoyo que les mostraba el gobierno y
la burguesía ingleses era la estrategia de ambos para desestabilizar el dominio
español en el Caribe y liberar las antiguas colonias para convertirlas luego en
mercados abiertos para sus manufacturas y en fuentes de abastecimiento de
materias primas para sus industrias.
Nuestra definición de las fases del proceso histórico que produjo la formación
social nacional venezolana no limita la colonialidad solamente a las relaciones
temporales de dependencia con la Corona española, sino también a las
diferentes fases subsecuentes que muestran la afectación de la articulación de
los procesos de producción venezolanos con las relaciones sociales, la
ideología y la cultura por parte de otros centros hegemónicos de poder, y que
ha estructurado el capitalismo dependiente que ha dominado desde el siglo
XVI hasta finales del siglo XX.
248
El estilo de vida consumista de mercancías suntuarias producidas en las
metrópolis por las elites dominantes, es una característica de las sociedades
coloniales, no por una determinación atávica sino porque las metrópolis
reducen sus colonias al rango de productoras de materias primas y
consumidoras de los bienes terminados que ellas producen, agregándole valor
a las materias primas.
Una de las características que adoptó el capitalismo a partir del siglo XVI fue
la producción, en una escala siempre creciente, de bienes de consumo que se
podían comerciar a larga distancia. La expansión colonial de los grandes
imperios ultramarinos de la época, tales como España, Inglaterra y Francia,
incidió también en el auge de la producción excedentaria de muchos productos
que eran exportados hacia los nuevos territorios coloniales.
251
En el caso particular de España, su escaso desarrollo de las fuerzas
productivas limitaba la capacidad de hacer una oferta suficiente de bienes de
consumo a sus vastos territorios coloniales americanos. Por tal razón, la
industria artesanal o semi-índustrial de otros imperios y países europeos tales
como Holanda, Inglaterra, Francia y en cierta medida Alemania, asumieron la
tarea de proveer al comercio ultramarino con la América Hispana para
dotarlos de los bienes de consumo que España no podía suministrar o
suministraba de manera deficiente. Surgieron así las diversas compañías para
el comercio con las Indias Occidentales y las corporaciones de comerciantes
privados que armaban expediciones con los llamados piratas y bucaneros
(Britto García, 1998: 76). Estos, en realidad, forzaban a cañonazo limpio el
intercambio comercial con las poblaciones costeras del Caribe y del litoral
atlántico suramericano, cual versión originaria de las actuales transnacionales
del imperio.
252
dicho- de métodos feudales para controlar y explotar la fuerza de trabajo en
una sociedad capitalista (Sanoja, 2009 msc).
La arqueología nos indica que durante la primera centuria, siglo XVI, los
conquistadores y colonizadores consumieron principalmente insumos de
procedencia originaria; es por esta razón que denominamos a la cultura de esta
fase inicial como Indohispana. La comida estaba dominada por alimentos
tales como la yuca –consumida fundamentalmente bajo la forma del casabe-,
el maíz, la papa, las caraotas, los frijoles, la arracacha, la auyama, el ocumo,
la batata, la lechosa y otros frutos tropicales; a falta de aceite de oliva,
utilizaban aceite obtenido del procesamiento de los huevos de las tortugas de
río.
En Caracas, para inicios del siglo XVII hay también evidencias de grandes
calderos de barro similares a los de hierro utilizados hoy día para freír
chicharrones de cerdo (Vargas et alii, 1998; Sanoja y Vargas Arenas, 2002;
139, fig., 36:1). Las llamadas vasijas oliveras de origen sevillano, donde se
importaban el aceite de oliva, las aceitunas y el vino, una vez utilizadas para el
comercio se incorporaban también a la vajilla doméstica.
254
(técnica del soplado), se relacionan con la importación de cervezas, vinos y
otros licores (quizás ginebra, oportos, brandy, etc.). Otros rubros importantes
de los cuales da cuenta el registro arqueológico era la importación de
herramientas, de armas de fuego y armas blancas, telas de bayeta y
pasamanería en general (Sanoja et alíi, 1998; Vargas Arenas et alíi, 1998;
Castillo Hidalgo 2000: 395-408).
258
clero y los comerciantes mulatos enriquecidos. El desarrollo del capitalismo
en la Europa Occidental determinó un aumento en la producción de loza
utilitaria para uso de mesa y uso doméstico.
Las décadas finales del siglo XVIII y las iniciales del siglo XIX indican –
como ya se observó- una creciente influencia política e ideológica inglesa en
la burguesía criolla venezolana. La época mencionada alude también al gran
avance tecnológico que experimentó en Inglaterra la tecnología para fabricar
en masa, usando moldes, los platos, escudillas y tazones de loza doméstica.
Los ingleses desarrollaron nuevas tecnologías para transferir mecánicamente a
260
la superficie de la loza, pinturas en diferentes colores o en relieve (Sussman,
1977:11), copias de los complicados dibujos que decoraban la porcelana china
(Sanoja et alíi, 1998: 149-152), mientras la mayoría de los artesanos de los
otros países europeos o de las colonias españolas ya mencionadas, seguía
pintando y decorando a mano cada una de las piezas de loza o semi-porcelana
que fabricaban en sus talleres.
En las principales ciudades venezolanas del litoral caríbe y del Bajo Orinoco,
los comerciantes comenzaron a vender las mercancías inglesas. Evidencia de
su bajo precio de venta es el hecho de hallar su presencia física en la mayoría
de los sitios arqueológicos urbanos o campesinos, coloniales y republicanos de
la época.
262
CAPÍTULO 17
263
aumentase en las colonias como Venezuela la producción y la exportación de
tales materias primas, con el soporte financiero de las burguesías capitalistas
europeas que, en nuestro caso, se canalizaba vía empresas colonialistas
monopólicas como la Compañía Guipuzcoana (burguesía vasca) y la
Compañía de Barcelona (burguesía catalana) (Sanoja y Vargas-Arenas 2007b:
171-172).
264
grandes posibilidades de expansión que nunca fueron aprovechadas o
desarrolladas, en lo cual incidió la falta de capitales, la deficiente preparación
técnica y gerencial de la fuerza laboral y la ausencia de una flota de comercio
propia. Productos tales como la sal, el papelón, el ron, el aguardiente, los
zapatos y cordobanes, los quesos, la carne salada, el sebo, los cueros, los
cuernos de ganado vacuno, los jabones, las maderas finas, el cobre, el hierro,
las telas de algodón, el algodón desmotado, el anil, el dividive (utilizado para
la tenería de cueros), pudieron haber diversificado la oferta de productos
venezolanos en el comercio internacional (Lucena 1986: 143-177). Sin
embargo, la abrumadora desigualdad social y el peso que tenía la
monoproducción de un número reducido de materias primas cuya exportación
reportaba grandes beneficios a la clase mantuana, impidió el desarrollo de la
división social del trabajo y de nuevas relaciones de producción y la expansión
de nuevos oficios cuyos actores eran principalmente blancos pobres, mulatos,
indios o negros (Sanoja y Vargas-Arenas 2007a: 35).
Las semillas del cacao eran vendidas en el mercado mexicano, donde debían
competir en calidad y precio con las importadas desde Guayaquíl. Como
contraparte, los comerciantes y los productores primarios venezolanos
obtenían metales preciosos amonedados, las divisas que permitían mantener
los otros intercambios comerciales.Las fluctuaciones en los volúmenes de
exportación del caco y de su precio en el mercado exterior eran determinantes
en la economía venezolana y en su balanza comercial como lo sería el café en
el siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX y posteriormente el
petróleo (Maza Zavala 1968: 89; Brito Figueroa 1973-I: 101-110).
265
comerciantes venezolanos que hacían de intermediarios entre los hacendados
y los compradores del extranjero incluyendo contrabandistas y corsarios,
costumbre que –bajo las restricciones impuestas por la Compañía
Guipuzcoana, se convirtió en uno de los detonantes de la rebelión mantuana
que condujo al movimiento indepedentista del 19 de Abril de 1810 (Maza
Zabala 1968: 77). El cultivo y la venta del cacao permitió a sus dueños la
acumulación enormes fortunas con base a la explotación de la masa de
trabajadores sometidos a la esclavitud y al servilismo, quienes a su vez
adquierieron conciencia de la explotación de que eran sujeto por los amos
mantuanos y formaron la base del proyecto de su proyecto para la
emancipación social de la dominación mantuana.
El ajuste económico liberal del siglo XVIII fue crucial para la estructuración
política definitiva de la nación venezolana. El 15 de septiembre de 1728, el
Rey Felipe IV firmó la capitulación que otorgaba a la empresa vizcaína
conocida como Compañía Guipuzcoana el monopolio del comercio con
Venezuela, así como el resguardo de sus costas para impedir el contrabando.
Por otra parte, sustentado en la ideología liberal, el Rey Carlos III autorizó
posteriormente, en 1776, la creación de compañías de comercio privadas para
negociar en las colonias, exigiendo como único requisito el de estar inscritas
266
en el Consulado de Cádiz. Fue por esas razones que la Compañía
Guipuzcoana trató de modernizar la primitiva ideología mercantilista
predominante, imponiendo desde mediados del siglo XVIII a los hacendados,
plantadores y hateros venezolanos de la Provincia de Caracas y las otras del
eje andino-costero, una política liberal que consagraba el libre comercio y la
emergencia de la iniciativa privada (Maza Zavala, 1997: 197-198).
267
primas agropecuarias originadas en plantaciones y haciendas, canalizada para
la exportación a través de la Compañía Guipuzcoana y dirigida hacia un
consumo suntuario. En el sector centro-oriental, particularmente el sistema
productivo misional de Guayana, se exportaban tanto materias primas como
productos manufacturados o semi-manufacturados que ingresaban en el
circuito industrialista que el capitalismo estaba implantando en Cataluña en el
siglo XVIII (Sanoja y Vargas Arenas, 2005: 324-328).
268
centro-costero, incluida la ciudad puerto de Maracaibo, cuyo comercio de
exportación el año de 1878 ya había alcanzado la suma de 400.000 pesos
anuales (Maza Zavala, 1998:198).
269
sector productivo dominante de Guayana no estaba controlado por una
burguesía agroexportadora comercial, sino por una sociedad corporativa
constituida por el sistema misional de los capuchinos catalanes, la cual estaba
organizada de acuerdo con los postulados de punta del liberalismo capitalista
europeo del siglo XVIII (Sanoja y Vargas Arenas, 2005: 236-307). Las
contradicciones que surgieron entre esta diversidad de proyectos políticos que
se generó entre finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, así como las
rebeliones sociales que se dieron al interior de los mismos, fueron excerbadas
por el ajuste liberal borbónico que no dejaba otra salida a los mantuanos
caraqueños que la autonomía y/o la independencia de España y a los pardos
(mestiz@s, mulat@s, zamb@s y negr@s liberararse de la dominación que
ejercía sobre ellos la clase mantuana.
270
XXI. Por esta razón, es necesario dejar establecidos los dos cursos paralelos
que ha seguido en Venezuela la insurgencia social antes, durante y después del
19 de Abril de 1810.
271
plantaciones- engrosada también con los mantuanos y antiguos hacendados
españoles sobrevivientes de la guerra de independencia, hicieron caso omiso
de los decretos antiesclavistas de Bolívar y pusieron en efecto reglamentos de
policía para recuperar los esclavos fugados y ponerlos otra vez a su servicio.
272
Para liberarse del oprobioso régimen de la esclavitud, parte del los esclavos
(as) optaron desde el siglo XVI por huir y formar comunidades autónomas o
“cumbes” en los más intrincados bosques, montañas y llanuras. En 1720 el
número de negros “cimarrones”, como se denomina genéricamente a los
esclavos fugados, era de 20.000. Los “cumbes” mantenían entre ellos un
sistema de organización territorial que cubría prácticamente todo el norte de
Venezuela (Acosta Saignes, 1984: 263; Vargas Arenas, 2007: 64).
273
hasta Tucacas, en la costa, la cual tuvo el apoyo de los comerciantes
holandeses, cuyas ideas sobre el libre comercio se oponían al monopolio
comercial que ejercía en Venezuela la Compañía Guipuzcoana. Según
informaban las autoridades coloniales, la represión de los rebeldes se
dificultaba, ya que “la población pobre se identificaba con los revoltosos”
(Brito Figueroa, 1961: 46-49). En el caso particular de la rebelión del zambo
José Leonardo Chirino en 1795, el movimiento de los negros esclavos y libres
y los mulatos de la Sierra de Coro estableció en los lugares liberados la
llamada Ley de los Franceses (los principios de la Revolución Francesa) y
proclamaron una república de igualdad donde quedaban abolidos los
privilegios, se decretaba la liberación de los esclavos, se eliminaba la nobleza
blanca y se suspendía el pago de tributos.
Para el siglo XVII, buena parte de las comunidades indias -que gozaban de un
estatus social más libre que el resto de los pardos- se habían asimilado al
sector de servicios que necesitaba la población criolla que vivía en los
centros urbanos. Podemos mencionar como ejemplo, las comunidades
indígenas que vivían alrededor de la ciudad de Cumaná donde practicaban la
pesca artesanal, existiendo un barrio guaiquerí en la desembocadura del río
Manzanares. Para esa fecha, se estima la población indígena en alrededor de
275
24.000 personas pertenecientes a las etnias guaiquerí, chaima, pariagoto,
cuaca, aruaca, caribe y guarao.
Para finales del siglo XVIII, la arqueología indica que en torno a la ciudad de
Barcelona existían diversos pueblos de misión como, entre otros Caigua, San
José de Curataquiche y Putucual, cuyos habitantes practicaban una forma
socioeconómica mixta basada en la recolección y la pesca marina y el pastoreo
de ganado vacuno (Sanoja, 1988: 103-104Urd). De igual manera, ya para el
276
siglo XVIII, la aldea indígena originaria –habitada por grupos posiblemente de
filiación caribe- en la ciudad de Santo Tomé de Guayana se había convertido
en un barrio cuyos moradores daban servicio al sector criollo de dicho centro
urbano (Sanoja y Vargas Arenas, 2005: 73-80 y siguientes).
Así como en el aspecto comercial las mercancías inglesas, ya hacia finales del
siglo XVIII, habían comenzado a ser determinantes del estilo de consumo de
la burguesía caraqueña, las ideas liberales inglesas y el imaginario republicano
de la revolución francesa viajaban en libros, gacetas y periódicos que eran
277
transportados en los baúles de los marineros o de los pasajeros (as) que
llegaban a los puertos venezolanos.
279
con apoyo directo de un movimiento de liberales españoles que aspiraban
terminar en la peninsula con el absolutismo de los Borbones.
Dentro de aquel mismo contexto político debe verse la actitud asumida por
los criollos mantuanos frente a la expedición libertadora del Generalísimo
Francisco de Miranda, quien en 1806 desembarca en las costas de Ocumare
de la Costa (actual estado Aragua) y de La Vela de Coro (actual estado
Falcón) para intentar promover la independencia de Venezuela y consolidar un
proyecto político liberal republicano. Los prejuicios sociales de los criollos
mantuanos no perdonaron a Miranda su ascendencia de comerciante canario -
considerada como socialmente inferior- muchos menos su deserción de los
rangos del ejército español ni el apoyo militar que le acordó el gobierno de
Haití, república de antiguos esclavos negros que acababa de independizarse
del yugo colonial francés. Lejos de apoyarlo, promovieron una recolecta
pública de donativos para el gobierno de la Provincia de Caracas hasta por
280
19.050 pesos, para que éste premiase a quien que les entregare la cabeza de
Don Francisco de Miranda (Rivero, 1998: 61).
Como se observa, la agenda política que tenían los criollos mantuanos les
hacía imposible poder construir una República independiente que no fuese
socialmente desigual y oligárquica, dificultando igualmente la posibilidad de
establecer alianzas políticas estratégicas con la sociedad mayoritaria del país,
integrada por mulatos (as), mestizos (as), negros (as) y blancos pobres,
mayoritariamente canarios (as), que tenía una agenda política diferente,
orientada a librarse de la hegemonía mantuana que los oprimía, explotaba y
esclavizaba e imponer su propia república donde los excluidos fuesen
precisamente los blancos mantuanos. De allí surgen las causas que
posteriormente, entre 1810 y 1814, determinarán la perdida tanto de la
Primera como de la Segunda República. Solamente la sensibilidad social que
animaba el genio político y militar de Simón Bolívar, le permitió comprender
la falla táctica de la agenda política tanto de la clase mantuana dominante
como de la clase popular dominada. Así pudo Bolívar reunir en un solo
esfuerzo parte de la minoría mantuana con un sector mayoritario de la
población venezolana excluida para luchar contra el proyecto monárquico
absolutista y lograr finalmente la independencia política de Venezuela en
1823.
281
que afectaría al país hasta finales del siglo XIX), c) sujeción cada vez mayor
de la clase mantuana a los intereses monopólicos imperiales y d) las rebeliones
sociales de los negros (as) y mestizos (as) en general, estimulada por la
difusión de las ideas emanadas de la Revolución Francesa (Rios et alíi, 2002:
106).
282
CAPÍTULO 18
283
independencia de España fueron finalmente los mismos mantuanos y las
oligarquías republicanas que se constituyeron como clase dominante y
tomaron el poder después de 1830 hasta 1998.
284
El grado de discriminación y de explotación social que ejerció hasta 1810 la
minoría de blancos peninsulares y criollos blancos sobre la mayoría de la
población venezolana y el resentimiento de ésta hacia sus explotadores, se
evidencia en la manera como, según Brito Figueroa (1972: 160) estaba
conformada la estructura de clases sociales. Sobre la base de un total de
898.043 habitantes, la población estaba integrada de la siguiente manera:
285
Negros esclavos, negros cimarrones e indígenas libres: 18%.
Los efectos de esa hecatombe social se han hecho sentir sobre la sociedad
venezolana en el curso de estos dos siglos transcurridos desde la gesta inicial
de nuestra independencia. Según los censos de población, solamente en 1941
el número de la población venezolana pudo alcanzar una cifra 3.850.000 mil
habitantes y, hoy, transcurridos dos siglos después del 19 de Abril de 1810,
apenas hemos podido llegar a 27 millones de habitantes, incluyendo el
crecimiento por la inmigración de ciudadanos y ciudadanas provenientes de
otros países.
287
La actividad bélica durante la Guerra de Independencia tuvo como principal
escenario los llanos centrales de la Provincia de Caracas, impactando
moderadamente en algunas zonas del Estado Lara, Maracaibo, Coro, Táchira y
el norte de Guayana. Si evaluamos la intensidad de las escaramuzas y batallas
libradas hasta 1817, año de la toma de Guayana por las fuerzas patriotas, la
mayor parte de las mismas se dieron en los pasos estratégicos que permitían el
acceso a los llanos del centro de Venezuela, hábilmente defendidos por la
caballería llanera, masas de venezolanos montados, leales hasta 1814 a sus
caudillos españoles, canarios o criollos. El decreto de Guerra a Muerte dictado
por Simón Bolívar el 15 de Junio de 1813 tuvo como objeto crear conciencia
de patria en la población venezolana, la cual impactó en comandantes llaneros
natos como José Antonio Páez quien en 1818, luego de su entrevista histórica
con Simón Bolivar, pasó a comandar la caballería del ejército patriota.
288
Aquellas inmensas llanuras que representaban el enclave de la forma
socioeconómica hatera, del sub-modo de vida 3 conformaron, igualmente, la
primera línea de defensa de Guayana hasta 1818, provincia que era la reserva
estratégica de fuerza de trabajo, capitales dinerarios, producción agropecuaria,
artesanal y metalúrgica en la cual se apoyaba el gobierno español para
mantener el control del territorio venezolano, por lo cual se libraron tantos
combates en el sitio de La Puerta, Edo.Aragua, vía de acceso a las llanuras de
Guárico y Apure.
Ese proceso acentuó lo que denomina Brito Figueroa (1973: 193-195) “la
reconquista canaria” del poder colonial, hecho que profundizó la lucha de
clases y estimuló la formación de un cierto grado de conciencia nacional. Los
negros esclavos, cimarrones, peones de haciendas y hatos que habían
combatido contra República Boba de 1810 (la primera República), no para
imponer nuevos caudillos canarios o peninsulares tales como Domingo
Monteverde, Francisco Morales, José Tomás Boves, Yañez, entre otros, sino
para lograr su propia liberación, al ver que su estatus social no había variado
con la nueva estructura de poder colonial, volvieron a rebelarse levantando
como bandera el odio a los blancos y a los propietarios de la tierra (ojo Juan
Uslar 201: 111-117)
290
Las provincias que conformaban el bando adverso a la República, Guayana,
Coro y Maracaibo, siguieron conservando relativamente intacta su
infraestructura productiva que servía para apoyar el esfuerzo de los
colonialistas. Guayana, hasta 1817; Coro y Maracaibo, que eran el centro
nodal del circuito agroexportador del occidente de la actual Venezuela, hasta
1823 cuando la escuadra patriota derrotó a la colonialista en la Batalla Naval
del Lago de Maracaibo, sellando así la Independencia política de Venezuela
(Codazzi, 1960-I: 465; Cardozo Galué, 2004: 35-38).
Los diferentes tiempos históricos que vive una sociedad determinada están en
correspondencia con las condiciones objetivas que establecen los tiempos
demográficos. Siguiendo este planteamiento, la dramática sucesión de tiempos
históricos que ha vivido la nación venezolana desde 1810 hasta el presente son
testimonio de un pueblo que ha luchado con fiereza para sobreponerse a las
condiciones de miseria y desigualdad social que trataron de abatir su
esperanza de completar alguna vez la revolución emancipadora y liberadora
que inició en el siglo XVI.
292
La información estadística existente para 1830, año cuando se inicia la vida
de nuestra república actual, indica que a pesar de las pésimas condiciones
materiales en las cuales se desarrollaba la vida de las clases populares a partir
de 1830 se produjo un importante crecimiento vegetativo de la población, ya
que el crecimiento poblacional como resultado de procesos inmigratorios, era
muy reducido (Cunill Grau, 1997: 159).
294
Ceiba y Gibraltar en el sureste del lago de Maracaibo, por mencionar sólo
algunos de dichos enclaves. De la misma manera, como observamos en
páginas anteriores, el sistema de cumbes permitió un proceso de colonización
territorial que hizo posible una amplia expansión de la población negra,
mulata o zamba venezolana en la extensa periferia de aquellos enclaves
(Acosta Saignes 1984: 262).
296
Como resultado de la ausencia de vías de comunicación, el predominio de la
agricultura de estación para los productos de mesa y la inexistencia de alguna
forma de protección civil de la población, durante los períodos extremos de
sequía o de inundación durante la temporada de lluvias, llegaban a producirse
hambrunas. Para prevenir estas calamidades, la población venezolana pobre,
hasta bien entrado el siglo XX, desarrolló como virtud, como sistema
defensivo frente a las condiciones de explotación, la austeridad en el consumo
de alimentos, de vestidos, de calzados y de todo lo que se podía considerar
como superfluo para reproducir la vida cotidiana.
297
CAPÍTULO 19
298
“…Un inmenso volcán está a nuestros pies. ¿Quién contendrá las clases
oprimidas? La esclavitud romperá el fuego: cada color querrá su dominio…”
(En Brito Figueroa, 1987-IV: 1330 y siguientes).
Los proyectos de las rebeliones libertarias de los negros (as), zambos (as) y
mulatos (as), como ya hemos expuesto en páginas anteriores, representaron
de cierta manera el intento de oponerse a la hegemonía de la burguesía
mantuana y luego republicana, rebeliones que finalmente contribuyeron a
forjar la moderna sociedad venezolana. Desde el siglo XVI se hizo evidente
que en nuestro país para derrotar los mecanismos de dominación y exclusión
social era y sigue siendo necesaria la lucha de clases,como lo evidencia la
sucesión de alzamientos, guerras y guerrillas que caracterizaron nuestro
primer siglo de vida republicana, los golpes de Estado, rebeliones populares o
militares del siglo XX y la rebelión popular que se inicio el el 27 de Febrero
de 1989 para batir finalmente en 1998 la dictadura partidista impuesta por la
burguesía y su intento de destruir la Revolución Bolivariana el 11 de Abril de
2002. (Vargas Arenas, 2007: 63; Sanoja 2008:27-45).
Por las razones antes enunciadas, las rebeliones populares contra el régimen
de exclusión social que continuaba dominando la vida social de la nueva
299
República luego del colapso de la Gran Colombia, continuaron
manifestándose. Vemos así que en el mes de Junio de 1831, el gobierno de la
nueva oligarquía venezolana debeló un extenso plan para exterminar a los
blancos que vivían en la antigua Provincia de Caracas, en el cual estaban
comprometidos esclavos, soldados y oficiales zambos, mulatos o negros e
incluso comerciantes descontentos con la situación de exclusión social a la
cual habían sido relegados por los “mantuanos” o blancos criollos que ahora
tenían en sus manos todo el poder político.
A partir de 1830, fecha que a nuestro juicio es el punto de quiebre con los
modos de vida de la antigua sociedad colonial mantuana, las antiguas y las
nuevas oligarquías latifundistas provinciales que detentaban considerables
parcelas de poder se transformaron en una clase dominante militarista a la
sombra de su Gran Protector, el General José Antonio Páez, convencidas de
tener el derecho de dirigir el destino de la nación venezolana. La posesión de
vastos latifundios, mayormente expropiados a los antiguos hacendados
mantuanos coloniales, les permitió tener bajo su control grandes masas
campesinas integradas por esclavos negros, negros, mulatos, zambos e indios
libertos enfeudados, explotados y acogotados por el paludismo, la fiebre
amarilla, la tuberculosis, el hambre crónica y el analfabetismo, quienes
300
servían indistintamente como siervos de la gleba o como soldados bajo la
autoridad del mayordomo de la hacienda en las montoneras iniciadas por el
señor terrateniente. Las montoneras tenían como propósito implícito hacer la
revolución con minúsculas. Como propósito explícito, las oligarquías
provinciales latifundistas perseguían mantener su independencia frente al
poder de la vieja oligarquía de la Provincia de Caracas y, eventualmente,
apoderarse de dicho poder.
301
La Guerra Federal se transformó en una lucha social por la democratización
del derecho a la posesión de la tierra, por la igualdad, la libertad y la
democracia social, contra el centralismo de la oligarquía caraqueña y en pos
de la descentralización del poder político. El asesinato de Ezequiel Zamora a
manos de un francotirador, pagado seguramente por la oligarquía venezolana,
terminó prácticamente con los ideales revolucionarios de la Guerra Federal
durante el siglo XIX (Sanoja y Vargas Arenas, 2007: 45).
302
que cancelar anualmente las cuotas de los empréstitos que su gobierno había
contraído con la Banca Europea para mantener funcionando el Estado
Nacional y adaptarlo a la nueva fase colonialista imperial que asumió el
sistema capitalista, tanto europeo como estadounidense.
303
La legalización del negocio de la usura, en el último cuarto del siglo XIX
propició la concentración de la propiedad en manos de los prestamisras
usureros, para lo cual se crearon casas de comercio extranjeras y bancos para
financiar las cosechas, principalmente de los cultivos comerciales de
exportación como el café, el cacao, la caña de azúcar y el tabaco, pero
siempre obteniendo jugosas ganancias con el trabajo de los agricultores y
sobre todo con la explotación del trabajo de los campesinos y campesinas. Al
igual que los intermediarios de hoy, los del siglo XIX especulaban con los
precios de los alimentos, comprando las cosechas por debajo de los precios de
mercado para luego venderlas el expendedor y al público a precios
exhorbitantes.
304
republicana, aumentado la desigualdad económica y la miseria entre los
pequeños propietarios y los trabajadores rurales. Al agudizarse las
contradicciones ideológicas entre liberales y conservadores, como ya vimos,
se produjo la rebelión de Ezequiel Zamora y la Guerra Federal en 1859 la
terminó en 1863 con su asesinato y la firma del Tratado de Coche. Estos
eventos propiciaron posteriormente la llegada del gobierno autocrático de la
oligarquía -encarnada esta vez en Guzmán Blanco y su supuesto “proceso de
modernización del país”- quien supo sacar provecho de los cambios violentos
que habían sacudido los relictos de la vieja sociedad colonial. El discurso
eurocentrista de Guzman tenía como objetivo halagar a la burguesía
venezolana, la que llamaba Brito Figueroa el “alto comercio” y Vargas-
Arenas el “bloque histórico interno”, la cual constituía y todavía constituye el
nexo directo de Venezuela con el mercado capitalista mundial ( Brito Figueroa
1987-IV: 1381;De Lima, 2002: 139; Vargas-Arenas 2007: 15-18).
305
adquirían sus mercancías en los principales puertos-- y el control del escaso
circulante que existía en manos de los venezolanos, propiciaron que los
capitales ingleses, estadounidenses y alemanes ocupasen el vacío dejado por
los capitales españoles. Debido a la ausencia de instituciones bancarias, su
fuente principal de acumulación radicaba en el manejo del comercio exterior,
los préstamos de carácter usurario, el control del circulante y los mecanismos
del crédito, razones por las cuales se convirtieron rápidamente en el grupo
económico dominante en el plano político, la raíz de la burguesía comercial
venezolana.
307
El comercio exterior, luego de la independencia se cerró con España, pero se
abrió con las Antillas, Europa (Holanda, Inglaterra, Francia y Alemania) y
Estados Unidos, predominando la economía agrícola vegetal que se practicaba
en la zona costero-montañosa del norte y el noroeste de Venezuela, región que
había estado durante la colonia española bajo el control de la antigua
Provincia de Caracas. En este el tipo de producción agropecuaria se
discriminaba territorialmente de la siguiente manera: cacao, en Barlovento,
Aragua, Coro, Maracaibo y el piedemonte andino; añil, en el antiguo
territorio de la Provincia de Caracas; tabaco, en Barinas, Maracaibo,
Barquisimeto y en las provincias del noreste de Venezuela; la caña de azúcar,
en Barlovento, los valles de la cuenca del lago de Valencia (Aragua y
Carabobo), Yaracuy, Maracaibo, Trujillo, Barquisimeto y el noreste de
Venezuela; el café, en Caracas, Aragua, los Andes y norte de Barcelona; la
región llanera y Guayana: cría de ganado vacuno, caballar y mular. De toda
esta producción agropecuaria, la del café adquirió primacía en el comercio de
exportación, seguido por el cacao, el tabaco, melazas, algodón, cuero, mulas,
y las semillas de dividive utilizada en el exterior (Estados Unidos, Alemania)
para la industria de curtiembre cueros (de Lima, 2002: 54,59).
308
funcionamiento del Estado nacional era deficitario, por lo cual tuvo que
recurrir a solicitar préstamos en el extranjero.
309
Una de las tareas que tímidamente inició el gobierno de la oligarquía
venezolana hacia mediados del siglo XIX fue la construcción de la base
material que serviría para desarrollar el rendimiento de los modos de trabajo
capitalistas de los cuales dependía su reproducción como clase social. El
comercio difícilmente podía prosperar en las condiciones existentes en la
Venezuela de entonces, país que todavía sufría la devastación de la Guerra de
Independencia y cuyas poblaciones se hallaban prácticamente incomunicadas
entre sí. Para remediar de alguna manera ese grave problema, se inició la
recuperación y modernización del espacio social, particularmentelas vías de
comunicación (Cunill-Grau, 1997: 160-162).
310
Otra innovación en materia de transporte terrestre fue la construcción de 960
kilometros de vías ferroviarias, cuya explotación fue concedida a empresas
inglesas y alermanas. Se trataba de redes ferroviarias limitadas, desarticuladas,
con diferentes tipos de trocha y de material rodante, las cuales no fueron
construídas con la idea futura de integrarlas en un solo sistema nacional. Los
ferrocarriles beneficiaron a regiones muy restringidas donde existían intereses
económicos muy puntuales como las minas de Aroa y el carbón de Naricual y
áreas de agricultura de exportación con sus centros urbanos en el Litoral
Central y Los Andes.
313
comerciantes alemanes cuyos negocios cafetaleros se extiendian hasta el
Táchira y el norte de Colombia, ciudad donde se inaugura el Banco de
Maracaibo el 20 de Julio 1882. El éxito del régimen modernista de Guzmán
Blanco radicó en unir sus destinos y compartir el gobierno del Estado con la
elite comercial y financiera, creándole a su gobierno un piso seguro como no
lo habían disfrutado hasta entonces otros gobiernos anteriores, precursor de lo
que sería ochenta años más tarde el futuro Estado corporativista de la IV
República (Harwitch Vallenilla, 1986: 48-54).
314
CAPÍTULO 20
317
La mayor parte de esos trabajadores eran zambos, negros, mulatos o indios
traídos del interior de Venezuela y un porcentaje menor blancas de orilla,
particularmente canarias, que se desempeñaban como obreras en las fabricas
de cigarrillos, como arrieros, en la fabricación y distribución a domicilio de
carbón vegetal para la cocina diaria, reparto de pan leche, verduras y
legumbres a domicilio, etc.
318
agroexportación como el café, el cacao, el tabaco, el algodón, la caña de
azúcar; a las diversas variedades de frijol, quinchoncho, arvejas, tapiramos,
quimbombó, yuca y muchos otros alimentos; a los diversos tipos de madera
exportable y sus derivados como la goma y el caucho; a las materias tintóreas
como el dividive, etc. Otro renglón importante estuvo dedicado a la muestra
de maquinaria importada, particularmente la dedicada a la producción del
café y la caña de azúcar. Un sector igualmente representado fue el de la
importante producción de bienes artesanales para la vida cotidiana, tales como
libros y encuadernación de libros, zapatos, telas, cigarros, chinchorros,
hamacas, escobas, bolsos, cuerdas, cestas, bastones, ropa, tejidos de aguja y
bordados, alfarería artesanal para uso doméstico, etc.
319
en ascenso, cuyo imaginario estaba capturado por la ideología consumista del
capitalismo europeo y estadounidense.
321
Ese largo inventario de ítemes recuperados en las excavaciones arqueológicas
caraqueñas (Vargas Arenas et alíi, 1998; Sanoja et alíi, 1998; Sanoja y Vargas
Arenas, 2002) es evidencia de un cambio sustancial en la cantidad y la calidad
del consumo de bienes suntuarios importados, estilo de consumo que era
prácticamente inexistente antes de 1850. Se observa igualmente que la mayor
parte de la loza culinaria: ollas, calderos, cuencos, pimpinas, platos, budares,
etc., tal como ocurría desde el siglo XVI, eran de loza artesanal criolla de
tradición indígena, que se podía comprar en las bodegas o mercados populares
caraqueños.
322
se halla hoy día bajo el edificio de la actual Escuela Superior de Música José
Ángel Lamas; Sanoja et alíi 1998; Sanoja y Vargas Arenas, 2002).
323
cuyos valores sociales eran austeros, conservadores, característicos de los
diversos sectores de la vieja sociedad rural venezolana.
Las fuerzas del liberalismo que movía desde Caracas la economía agro-
exportadora venezolana de los modos de vida nacionales, ya lucían agotadas y
estancadas para finales del siglo XIX. El bloque político liberal republicano
que había confiscado el poder desde 1830 apoyado en el sistema productivo
del antiguo modo de vida colonial mercantil se encontró confrontado con una
324
realidad insoslayable: los centros del poder neocolonial ya no estaban en
España sino en Inglaterra, Francia y Estados Unidos, países cuyas burguesías
estaban interesadas en apropiarse de los recursos y materias primas que se
hallaban en los países de su periferia, mediatizando la nueva relación colonial
a través de gobiernos serviles que adoptasen formas de organización social,
política y económica que permitiesen a sus socios una mayor rentabilidad con
un mínimo de inversión.
325
La oligarquía rentista caraqueña, al igual que toda la venezolana, se mantenía
de los ingresos que producía el trabajo enfeudado y semi-esclavo de los
peones de hacienda, colonos y aparceros que se dedicaban a los cultivos
comerciales que se exportaban hacia Europa y Estados Unidos: el café, el
cacao, el tabaco y la caña de azúcar. Sin embargo, a diferencia de la caraqueña
o central en general, otras oligarquías como la tachirense de finales de siglo
tenían otro código de ética. El café era el principal producto de la agricultura
tachirense y la mayor parte de las casas comerciales que financiaban,
compraban y exportaban las cosechas vía el puerto de Maracaibo eran
alemanas. Los factores alemanes de las Casas de Comercio habían transmitido
a sus clientes tachirenses la idea calvinista y liberal del trabajo duro, la
educación, la disciplina y el mantenimiento de la paz social como requisitos
indispensables para poder construir un sistema político y productivo eficiente
(González, 1994: 136-141).
La burguesía tachirense de finales del siglo XIX era una elite con un proyecto
político liberal, regionalista y nacionalista, sin vacilaciones, confusiones o
fisuras teóricas: “…No se trataba de un simple grupo de tenderos
enriquecidos o de especuladores oportunistas…” (González, 1994: 141), sino
de una burguesía agraria y comercial cuya ideología estaba sustentada en la fe
326
en la libre empresa, la educación, la ciencia y la técnica. A partir de ese
contexto, se organizó la llamada Revolución Liberal Restauradora que llevó al
poder a Cipriano Castro y a Juan Vicente Gómez en un momento cuando los
intereses geopolíticos del gobierno de Estados Unidos se estaban posicionando
en Venezuela, espacio que hasta ese momento había estado dominado por las
inversiones alemanas, particularmente visibles en la economía tachirense
(Cunill Grau 1993: 10-1; Carrero, 2000: 268-270).
Hacia finales del siglo XIX, la posibilidad de reciclar el modo de trabajo del
modo de vida monoproductor agroexportador y el estilo de vida rentista-
consumista característico del antiguo modo de vida colonial mercantil y del
actual modo de vida nacional requería una modernización profunda de la
sociedad venezolana, así como del sistema productivo nacional en su
totalidad. La escuálida situación fiscal venezolana, unida al tamaño de la
deuda pública interna y externa en el año fiscal 1899-1900 (197.982.419 Bs.),
influyeron poderosamente en el desenvolvimiento político de los regímenes de
Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez (Carrero, 2000: 242).
328
venezolana que había comenzado en el siglo XVI y el inicio de la neocolonial
en la cual vivimos hasta inicios del siglo XXI (Sanoja, 1991: 231).
329
PARTE IV
330
CAPÍTULO 21
331
petrolera, proceso este útimo que hemos caracterizado como un modo de vida:
el modo de vida nacional monoproductor petrolero.
333
los hatos ganaderos que formaban la base de sustentación económica y del
poder militar tanto de las antiguas como de las nuevas oligarquías
provinciales, para hacer realidad su divisa de Orden, Paz y Trabajo, iniciando
también el proceso de concentración de la propiedad territorial agraria en
manos del gomecismo (Vargas Arenas y Sanoja, 2006: 56; 2008: 149-150).
334
Para hacer viable la transformación de país monoproductor agropecuario en
otro también monoproductor, pero petrolero bajo la dominación del capital
extranjero, se inicia con la dictadura de Juan Vicente Gómez la creación de la
estructura institucional de un Estado nacional moderno en el campo de las
finanzas, las obras públicas, la educación, el ejército, la salud, la política
internacional, la seguridad pública y las comunicaciones. La creación de un
ejército moderno y profesional y de un servicio de inteligencia que controlara
las comunicaciones telefónicas, telegráficas y postales contribuyó no
solamente a eliminar el poder decimonónico de las antiguas oligarquías
provinciales que se habían rebelado contra el régimen, sino a cooptarlas para
que entrasen a formar parte de su gobierno, unificando las presidencias de
estados bajo la férula del gobierno central. Dicho proceso contribuyó a
acelerar todavía más la concentración de la propiedad territorial agraria, un
tercio de la cual ya era propiedad de la familia Gómez, a inflar la importancia
y el volumen del capital comercial y el usurario nacional, mientras que el
capital industrial extranjero (petrolero) representaba el 63% del total nacional
(Brito Figueroa, II: 1986: 379-393).
335
innovador estilo de vida “usamericano” que se vivía en los nuevos
campamentos petroleros.
339
Venezuela en el contexto latinoamericano-caribeño y en el ámbito mundial en
general.
340
En el caso venezolano, como lo atestigua la arqueología, las sociedades
indígenas tribales que habitaban el valle de Quíbor a inicios de la era cristiana
(0-200 ANE), utilizaban el asfalto obtenido muy posiblemente de los
manaderos o menes de la costa oriental del lago de Maracaibo como
pegamento en sus producciones artesanales, el cual era conservado en
recipientes elaborados con concha marina específicamente hechos para tal fin
(Vargas Arenas et alíi, 1997: 324). Conocedora de la existencia de esta
sustancia, la Corona española, mediante las ordenanzas sobre minería
establecidas por Real Cédula del 17/04/1784, refirmó la propiedad real sobre
los bitúmenes o jugos de la tierra. Tal disposición, refrendada por el
Libertador Simón Bolívar según decreto del 24-10-1829 en su carácter de
Presidente de la Gran Colombia y recogida igualmente en los sucesivos textos
constitucionales de la República de Venezuela desde 1832 hasta el texto
constitucional de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, es el
fundamento histórico y legal sobre el cual se fundamenta la propiedad
nacional del subsuelo y en particular de los hidrocarburos, a pesar de los
diversos intentos privatizadores a favor de las transnacionales emprendidos
por la burguesía apátrida neolonial.
El año 1878, el Gran Estado de los Andes concedió a Manuel Pulido una
superficie de 100 hectáreas en Rubio para explotar petróleo (La Petrolia). En
1893, el gobierno nacional otorgó la concesión del lago de asfalto natural de
Guanoco, estado Sucre a los ciudadanos usamericanos R.H Hamilton y J.A
Phillips, quienes la traspasaron luego a la empresa estadounidense General
Bermúdez y Co., financista de la Revolución Libertadora contra el gobierno
nacionalista de Cipriano Castro, acaudillada por el banquero Miguel Antonio
Matos, la cual fue finalmente derrotada en la batalla de la Victoria en 1902.
341
En 1907, los monopolios petroleros usamericanos y europeos, conocedores de
la riqueza petrolera que existía en el subsuelo venezolano, derrocaron el
gobierno nacionalista de Cipriano Castro para imponer un gobernante que
fuese complaciente con sus intereses económicos, hecho que da inicio en 1908
a la larga dictadura del general Juan Vicente Gómez y la entrega, en 1909 de
nuevas concesiones a las compañías usamericanas Venezuelan Developement
Co, Venezuela Oilfields Exploration Co., General Asphalt. Caribbean
Petroleum Co. Royal Dutch Shell y Standard Oil.Co., dando origen a una gran
concentración de la propiedad territorial y el enajenamiento de tierras baldías
a favor de las petroleras y de latifundistas particulares gomecista (Brito
Figueroa, 1986-II: 379-393).
343
d) La población urbana marginada y la rural enfeudada que estaba todavía
vinculada con los latifundios agrícolas y los hatos ganaderos.
347
refinamiento de los métodos y prácticas políticas ideadas por el imperio
usamericano e implementadas por las diferentes encarnaciones del bloque
oligárquico venezolano desde inicios del sigl XX.
El sistema capitalista venezolano, por las razones ya expuestas, tuvo que ser
de carácter heterogéneo, dominado por los monopolios imperialistas, rasgos
que lo califican como neocolonial. Para poder lograr su objetivos de contar
con una fuerza de trabajo dócil a sus designios, era necesario resolver las
condiciones sanitarias negativas en las cuales se desempeñaba -
particularmente- el sector mayoritario y más empobrecido de la población
venezolana, el reservorio de fuerza de trabajo y de potenciales consumidores,
la cual arrastraba desde el siglo XIX un grave déficit de crecimiento
demográfico y experimentaba un lento aumento de población (2% anual).
348
en las cuales vivía la mayoría de la población. Estas mismas condiciones
influyeron también en la concentración territorial desigual de la población que
buscaba alejarse de los paisajes rurales, agobiados por enfermedades
endémicas: paludismo y hambre y –por el contrario- ubicarse o permanecer
cerca de aquellos centros poblados donde hubiese tanto fuentes de trabajo
como condiciones de vida menos adversas, con acceso a los servicios
elementales de sanidad y educación. Por estas mismas causas, a partir de 1930
aumentó la movilidad poblacional debido al incremento de la actividad
petrolera y se consolidó la actual distribución territorial de la mayoría de la
población venezolana en el arco montañoso andino, el lago de Maracaibo y la
región costera centro-oriental.
349
misma manera, se creó el primer sistema vial nacional de carreteras y un
sistema telegráfico nacional, los cuales daban respuesta no solamente a las
necesidades civiles de la población sino también al proyecto estratégico
militar que necesitaba contar con información rápida y segura para garantizar
el desplazamiento de tropas y otros medios militares, bien por vía férrea o por
carreteras pavimentadas.
350
centro de la industria petrolera, del comercio, las finanzas, y puerto de
exportación e importación para el occidente de Venezuela.
Durante las tres primeras décadas del siglo XX, cuando comenzó a
estabilizarse el modo de vida nacional monoproductor petrolero, el colapso de
la antigua burguesía agropecuaria permitió que se fortalecieran las capas
medias de la sociedad, integradas por categorías socioprofesionales tales como
pequeños comerciantes, artesanos calificados, burócratas civiles y militares,
pequeños productores rurales, profesionistas liberales, intelectuales en general,
todos los cuales habían sido hasta entonces marginales al proceso
sociopolítico venezolano.
Una consecuencia inmediata del colapso del viejo modo de vida nacional
monoproductor agroexportador fue la desaparición de los partidos políticos
tradicionales que conformaron , si se puede llamar así, la ideología del bloque
político dominante surgido del desmembramiento de la Gran Colombia: el
Partido Liberal y el Partido Conservador. Grupos intelectuales, provenientes
de las antiguas clases dominantes y de las nuevas capas socio-profesionales,
con la misma fuerza como antes habían apoyado la doctrina del liberalismo
burgués se inspiraron en ideas radicales revolucionarias -comunistas o social
351
demócratas- para explicar la realidad venezolana y ofrecer interpretaciones y
modelos sociales alternativos al despotismo gomecista, el cual se había
fortalecido con el auge petrolero.
352
temporalmente derrotada con la muerte de Ezequiel Zamora y la conciliación
de élites que significó el Tratado de Coche firmado en 1863 (Siso Martínez,
1956: 575-576).
353
CAPÍTULO 22
354
cuyos principales ideólogos, entre otros Arturo Uslar Pietri y Mario Briceño
Iragorry, exaltaban la función civilizadora de España y los valores de la
burguesía colonial hispano-céntrica como el fundamento de la sociedad
nacional venezolana, obviando la importancia del aporte histórico y cultural
los pueblos originarios y relegando a un lugar secundario la significación del
pueblo surgido del mestizaje de blancos, indios y negros en la construcción de
una nación policultural y multiétnica como es Venezuela (Vargas Arenas,
2010.Prolog).
355
Como señaló el distinguido antropólogo venezolano Rodolfo Quintero (1972:
44 y siguientes), el modelo cultural establecido en Venezuela como
consecuencia del dominio hegemónico de las transnacionales petroleras
estadounidenses y europeas a partir de la década 1920-1930, es una cultura de
conquista que tiene como meta adecuar la población venezolana conquistada
a la condición de simple productora de materias prima y consumidora de
mercancías importadas, dispuesta a ceder frente a la penetración de la ideas y
las decisiones impuestas desde el centro de poder localizado en Washington
D.C.
356
producto del analfabetismo y el bajo o nulo grado de educación, las clases
populares tenían, en general, una baja conciencia de clase que sumergía y
aíslaba a las personas en la soledad, el individualismo y la desesperanza.
Los trabajadores (as) vivían en otros campamentos menos equipados, pero con
mejores servicios que el resto de la población venezolana, vinculados con los
arrabales o barrios periféricos donde dominaba el comercio minorista y los
servicios elementales, los cuales servían de área de arraigo a los inmigrantes
que llegaban en busca de empleo desde otras zonas del país. En torno a este
perímetro de la acumulación de capitales que producía el negocio petrolero,
prosperaban los pequeños propietarios y comerciantes modestos que
terminaban dependiendo también de la empresa, y daban ocupación a los
357
grupos flotantes de población desempleada que formaban la reserva de mano
de obra para los planes de las compañías, llegando a constituirse en muchos
casos en “ciudades petroleras” como Anaco, El Tigre, Mene Grande,
Cabimas, etc., todos los cuales se movían y se siguen moviendo “…en el
marco de una subcultura homogénea que hace reaccionar a los individuos de
forma similar ante símbolos iguales…” (Quintero, 1972: 81).
La cultura del petróleo nos creó una situación de dependencia que obligaba a
vivir con la angustia de estar sujeto a la coacción de un poder económico
externo, ominoso, que gobernaba todos los actos de nuestra vida; adulteró y
prostituyó la identidad nacional de los venezolanos y venezolanas mediante la
implantación de un estilo de vida conformista que ha impregnado las
conciencias y las mentes con el sentido de debilidad e inferioridad que
caracteriza a los pueblos neocolonizados (Quintero, 1972:103-114).
359
hipotecaban las luchas reivindicativas del movimiento obrero e impedían que
se ubicaran en el plano de la lucha de clases.
360
permitan ganar la mente y el corazón de los ciudadanos y ciudadanas: la
cultura verdaderamente revolucionaria es el componente más estratégico para
la construcción del socialismo (Sanoja, 2010: 104ms). De ella depende, “…si
se actúa con buena decisión y dirección, que se logre humanizar los grupos de
venezolanos e igualmente a los ciudadanos de otros países que han sido
deshumanizados por el capital extranjero, alejándolos simultáneamente de
sus tradiciones, de su pasado histórico y cultural, haciendo que su medio
social y natural, su lengua, sus costumbres, sus valores morales y sus ideales
sean extraños a esos pobres seres, cuya mente ha sido disociada
sicóticamente por las campañas mediáticas traidoras para que acepten como
suyos los del colonizador extranjero” (Quintero, 1968:112).
362
estudio realizados en Estados Unidos o en el Canal de Panamá. En 1945, en
los albores de la Guerra Fría, las leyes nacionalistas promulgadas por el
gobierno venezolano le sonaban al Pentágono y al Departamento de Estado
como inspiradas por el comunismo, particularmente la abolición del famoso
Inciso Sexto del artículo 32 de la Constitución Nacional vigente para ese
entonces, por considerarlo una traba antidemocrática a la libertad de
expresión. En virtud de esa nueva situación, el Partido Comunista Venezolano
pudo comenzar a actuar legal y libremente en la política venezolana.
364
golpe militar fue el ascenso del movimiento obrero y popular que acompañó a
Acción Democrática en las elecciones municipales de 1944 y el intento de
Reforma Agraria que atemorizó al sector latifundista. Este nuevo intento de
emancipación popular fue considerado incluso por el Departamento de Estado
como “comunista” y la prensa de derecha (que era casi toda) tildaba de
adcomunistas (adecos) a los militantes de acción democrática (AD) y de
pedecomunistas (pedecos) a los del Partido Democrático Venezolano (PDV)
del presidente Medina.
365
general Marcos Pérez Jiménez fue condecorado por el presidente
usamericano, general Dwight Eisenhower, con la Cruz de Servicios
Distinguidos (sic).
El gobierno militar del General Pérez Jiménez era partidario del desarrollismo
industrial nacional, tesis política que también era mantenida por el partido
Acción Democrática desde antes de 1944, la cual pasó a constituir
posteriormente el fundamento del proyecto desarrollista del gobierno militar,
el Nuevo Ideal Nacional. Se propuso la modernización del campo mediante la
construcción de grandes colonias agrícolas, especie de kohljoses o sovhoses
pero con ideología capitalista, gestionados por el Estado bajo el control de la
Guardia Nacional, las cuales contaban con sistemas de silos para almacenar
las cosechas, extensos sistemas de riego, vialidad rural, mecanización
extensiva e intensiva de la agricultura, y empleo de agroquímicos
Para impulsar aquellos proyectos que apuntaban hacia la creación de una clase
media rural similar a la de Estados Unidos, el Estado venezolano organizó un
programa de construcción de colonias agrícolas con la colaboración y el
asesoramiento de Naciones Unidas, el Consejo de Bienestar Rural (filial de la
Fundación Rockfeller) y la Universidad de Wisconsin. Para tal fin, reviviendo
las viejas tesas racistas del siglo XIX que se expresaron en la creación de
colonias agrícolas como Topo, con inmigrantes escoceses (Rheinhaimer, Key
Hans 1986) o la Colonia Tovar con campesinos alemanes (Codazzi, II 1960:
139-144), el Estado venezolano estimuló la inmigración masiva de
campesinos europeos, muchos de ello provenientes de las comunas o
“benéficas agrícolas” fundadas por el fascismo en Italia, campesinos
portugueses de Madeira, muchos de ellos partidarios del régimen fascista de
Oliveira Salazar, españoles falangistas, antiguos oficiales y soldados de la
366
Wehrmacht y la Kriegsmarine y alemanes étnicos o folkdeustches de Bucovina
y Polonia que habían sido miembros o simpatizantes del partido nazi, a
quienes se les concedió parcelas y créditos para cultivar la tierra en diferentes
colonias agrícolas (Vargas Arenas, 2007: 79-80).
367
multinacional de países exportadores de petróleo, para defender los precios
internacionales del crudo.
368
CAPÍTULO 23
Cuando se habla del llamado Pacto de Punto Fijo, la historia oficial tiende a
relevar sólo la alianza de aquellos partidos políticos, dejando fuera la
369
importante participación política de FEDECÁMARAS, nervio de aquella
reforma política, económica y empresarial que, se esperaba, convertiría
definitivamente a Venezuela en un apéndice colonial del gobierno
estadounidense. Para poder caracterizar el funcionamiento de la economía
venezolana durante los años de la IV República, es necesario bosquejar los
contenidos políticos del llamado Pacto de Punto Fijo, que definió los
lineamientos políticos del establecimiento partidista-empresarial venezolano.
370
f) Ideología partidista dominante que limitara y marginara en la
práctica toda disidencia política.
La clase política surgida del colapso de gobierno militar en 1958 asumió una
función reguladora, de intermediaria entre los diferentes sectores de la
sociedad, cuidando muy bien el mantenimiento de las jerarquías sociales
mediante el financiamiento y consolidación de las fortunas de los empresarios
privados -que eran al mismo tiempo miembros de la coalición de partidos
políticos puntofijistas- utilizando los dineros de la nación.
El hecho mismo de haberse apropiado del poder en un país donde los medios
de producción más importantes pertenecen al Estado, fortaleció la vieja
relación provechosa y económicamente fructífera que existía desde el siglo
XIX entre la clase política y las riquezas de la nación: la corrupción
371
administrativa. Los principales medios de producción pertenecían al Estado
venezolano, pero éste, a su vez, pertenecía a mafia conformada por la clase
política y los empresarios privados.
372
la fase actual; establecimiento de una legislación que ´legaliza´ en los países
de la periferia, la succión imperialista de plusvalía y que permite que las
superganancias de las firmas transnacionales puedan ser libremente
remitidas a sus casas matrices…” (Borón, 2002: 112). Cualquier lector o
lectora avezado en el estudio de nuestra historia contemporánea podría
identificar sin vacilar esta descripción, con el perfil político de los gobiernos
venezolanos de la IV República entre 1958 y 1998 y su relación neocolonial
con el gobierno de Estados Unidos de América.
374
El Estado venezolano, por tanto, tuvo que hacerse más complejo y burocrático
para poder asumir su función de gran patrón tanto de la burocracia
gubernamental como de la empresa privada, particularmente la banca,
aumentado la dependencia de la población con respecto al gasto público. Se
fundaron empresas básicas estatales para la producción de bienes y servicios
(metalurgia, petroquímica, electricidad, comunicaciones… A pesar de su
dudoso desempeño durante la IV y parte de la V República, hoy día se han
convertido en soporte del cambio social.
375
1999). El resultado final fue un largo proceso de desinversión por parte de la
empresa privada (que todavía continúa), el cual indujo un aumento sustancial
de las condiciones de pobreza extrema en la sociedad venezolana, la cual pasó
de 11% en 1984 a 34% en 1991. En el mismo período, el índice de la pobreza
total pasó de 36% en 1984 a 68% en 1991 (Lander, 2000: 122-128).
376
La carga histórica de la colonia y la neocolonia ha determinado que, a pesar de
la gran inversión que han hecho diferentes gobiernos venezolanos en los
programas mencionados desde 1953, no se haya logrado todavía la meta de
industrializar a Venezuela y transformarla de país petrolero dependiente
monoproductor en uno independiente con producción industrial y
agropecuaria diversificada, ni mucho menos crear conciencia en la población
de su importancia para descolonizar nuestro país. Varios siglos de sujeción y
dependencia colonial y neocolonial, como podemos ver, han dejado una
huella profunda en el imaginario de la sociedad y de la clase política
venezolana.
377
Presidente Hucho Chávez y la Revolución Bolivariana. Dicha conspiración
culminó el 11 de Abril de 2002 con el consabido golpe de Estado organizado
con la complicidad del gobierno usamericano (G.W. Bush), el gobierno
fascista español del Partido Popular, el alto mando militar venezolano y la
jerarquía de la Iglesia Católica- para derrocar el gobierno revolucionario
nacionalista del presidente Hugo Chávez. Dicho golpe logró imponer por 72
horas un gobierno títere del imperio usamericano que fue barrido por el
movimiento cívico militar bolivariano.
378
(Sanoja, 2008: 27-42; Sanoja y Vargas Arenas, 2008b: 273-279). Otra vez la
férrea unidad popular cívico-militar hizo fracasar el golpe petrolero pro-
imperialista en Febrero de 2003 (Sanoja, 2008: 21-42; Vargas Arenas, 2007:
117-131).
379
PARTE V
LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
380
CAPÍTULO 24
382
FEDECÁMARAS, la gerencia de la antigua PDVSA y la extinta
Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV).
383
a desechar las instituciones sociales heredadas del antiguo régimen punto-
fijista.
El fracaso del golpe de Estado, del lock-out patronal y del sabotaje petrolero
del año 2002-2003 evidencian de manera palpable que el modo de producción
capitalista, tanto en su expresión colonial como neocolonial, ha fracasado.
Decimos que no tuvo éxito, porque durante los 510 años que ha permanecido
como modo de producción dominante, ha sido, fue y sigue siendo incapaz de
construir para las venezolanas y venezolanos una vida social donde el logro
de su realización plena constituya el valor social más importante.
385
zamba, mulata y negra está conformada por mujeres (Vargas Arenas, 2007:
277-278; Sanoja, 2008: 117-153)
Las misiones y planes sociales buscan también crear una cultura política
asentada sobre lo que significan los colectivos sociales, sobre la visión del
pueblo venezolano como actor colectivo, para que los sectores populares
puedan identificar las causas de la opresión a la cual han estado sometidas y
hallar el camino a su definitiva emancipación (Vargas, 2007: 276) Para
alcanzar ese objetivo es fundamental que los colectivos sociales que
conforman los consejos comunales, desarrollen un nivel de conciencia social
que les ayude a entender y legitimar los cambios estructurales positivos que
está produciendo en Venezuela la Revolución Bolivariana para la construcción
de un modo de vida socialista venezolano.
387
asalariado y el despojo violento de los medios de producción de masas muy
grandes de individuos…El terreno estaba abierto así para las relaciones del
capital…” (Batista, 2007: 23 y siguientes).
Venezuela, como hemos visto, nace así desde los siglos XVI y XVII al
mercado capitalista en un ámbito colonial, donde el trabajo esclavo y servil es
el factor de la producción agropecuaria monopólica que favorece a una
burguesía parasitaria que es el ámbito donde se produce la acumulación de
plusvalía. La clase subordinada de siervos (as) y esclavos (as) no acumulaba
nada o muy poco, por lo cual vivía en condiciones de pobreza generalizada.
En el siglo XIX, la lucha nacional de la burguesía agro-exportadora y
comercial es contra el imperio español que le negaba su independencia y
autonomía para enriquecerse en libertad, pero la lucha nacional de los siervos
(as) y esclavos (as) empobrecidos es contra la burguesía que les oprimía y
explotaba su trabajo, y a cambio les concedía miserables migajas que les
permitían sobrevivir penosamente al hambre, las enfermedades, la ignorancia
y la violencia.
Es una paradoja que un país petrolero como Venezuela, poseedor hoy día de
las mayores reservas de hidrocarburos del planeta, que trata de buscar una
senda socialista y practica una política internacional solidaria con aquellos
389
países más pobres que no tienen ni petróleo ni gas, se vea obligado al mismo
tiempo a defender política y militarmente su riqueza. Por esas razones,
Venezuela no puede simplemente –como pretenden algunos analistas-
desconectarse de la esfera capitalista; como país soberano tiene que contar con
la inteligencia y las alianzas tecnológicas y financieras con otras empresas y
Estados petroleros para defender sus espacios en el mercado petrolero
mundial. Por esas mismas razones, la estrategia entreguista, privatizadora, que
sigue la oposición venezolana, orientada a entregar nuestro petróleo a las
transnacionales usamericanas, simplemente no tiene futuro.
Como hemos escrito al respecto en otra obra sobre el transito del Capitalismo
al Socialismo (Sanoja 2010 (ms): 159), en las presentes condiciones de
sobreexplotación que ejercen las transnacionales del imperio sobre los pueblos
del mundo, “… la posibilidad real de los desarrollos capitalistas nacionales
dentro de la economía mundo-capitalista, como dice Wallerstein (1998: 169),
es una meta sencillamente imposible de lograr por todos los Estados. Para
390
que alguno de los países periféricos al grupo hegemónico capitalista mundial
llegase a alcanzar un nivel suficiente de acumulación de capitales, sería
necesario que se convirtiese por ejemplo en la economía dominante de un
sistema jerárquico regional de Estados, donde la plusvalía se distribuyese de
manera desigual tanto en el espacio geopolítico como entre las clases
geográficas. Dentro del sistema capitalista, incluso en la misma Nuestra
América, cualquier nivel preponderante de desarrollo que obtenga una de las
partes de la economía mundo es el reverso de un proceso inverso, el llamado
subdesarrollo, en la parte contraria. De allí se deduce la importancia
estratégica que revisten mecanismos financieros solidarios y de cooperación
internacional tales como la ALBA (Alternativa Bolivariana para las
Américas), el Banco del Alba y el Banco del Sur, promovidos por el gobierno
bolivariano de Venezuela para consolidar una futura unión de naciones
suramericanas la cual compense las asimetrías económicas y sociales entre
los diversos países…”.
391
Durante la década de la dictadura perezjimenista (1948-1958), las fundaciones
y universidades usamericanas al servicio de las transnacionales petroleras que
operaban en Venezuela llevaron a cabo estudios sociales y culturales sobre la
historia, el carácter nacional y las motivaciones del hombre y mujer
venezolanos. Conocían los cambios que habían ocurrido y estaban ocurriendo
tanto en la clase dominante como en la clase dominada, sabían que existía un
sector social sin origen social definido y con un incipiente sentido “nacional
burgués” que acumulaba capital con base al peculado y la corrupción, el cual
era posible que se fortaleciera para formar la estructura del Estado venezolano,
como efectivamente ocurrió al firmarse en Nueva York el llamado Pacto de
Punto Fijo (Brito Figueroa, 1972:17-25).
Los firmantes de dicho pacto, los partidos Acción Democrática, Copei, Unión
Republicana Democrática y el sindicato patronal FEDECÁMARAS,
comenzaron a gobernar juntos desde 1958 hasta 1998, año cuando se incia la
Revolución Bolivariana. Durante cuatro décadas rigieron el país “…en función
de la plutocracia asociada estructuralmente a los monopolios
norteamericanos, violan su propia “institucionalidad” y legalidad e imponen
una política de terrorismo policiaco que supera, en este sentido, a la
dictadura derrocada en el 23 de Enero de 1958…” (Brito Figueroa, 1972:
25.Vzlacont.).
392
y el proceso de desnacionalización del Estado nacional venezolano en el
imaginario de la elite punto fijista. Dicho proceso cambió el año 2002 con las
acciones barbáricas cometidas durante el fallido golpe de Estado de Abril de
ese año y la cínica barbarie –todavía más destructiva- del sabotaje petrolero y
el lock-out patronal iniciado en Diciembre del mismo año, ambos derrotados
por la resistencia cívico-militar del pueblo venezolano (Sanoja, 2008: 39-42).
393
Si bien Venezuela está ganando la batalla contra la pobreza, es necesario la
transformar la economía capitalista en un nuevo modelo productivo socialista
que garantize el desarrollo humano integral de todos los venezolanos y
venezolanas, a través de la participación activa y protagónica del pueblo
organizad para, erradicar las causas estructurales que siguen generando
desempleo, pobreza y exclusión social con base a unanueva ética productiva
basada en la solidaridad y la complementación en lugar del individualismo, el
consumismo, la competencia y el lucro propios de la producción capitalista
(Alvarez 2009b: 170-171, 176).
394
cotidiana. La lógica del beneficio privado no ha dado tampoco repuesta en
ninguna parte del mundo a la pobreza y la exclusión social. Nosotros
pensamos que la raíz de aquel problema es el desconocimiento de la
dimensión cultural de la actividad económica, por lo cual no se ha podido
erradicar en la gente el imaginario capitalista para consolidar su alternativa, el
imaginario socialista.
Los análisis anteriores, aunque escritos desde ópticas diferentes, nos revelan
que para construir un modo de vida socialista venezolano será necesario e
imperativo regular el sector de la distribución comercial y de servicios, que es
395
donde se ha generado históricamente la distorsión consumista y especulativa
de la burguesía comercial venezolana, premisa que intentaremos desarrollar en
los párrafos siguientes apoyándonos en el razonamiento de Marx sobre la
función política de la distribución y del comercio en el proceso productivo
general.
396
Como ha explicado Marx en los Fundamentos de la Economía Política (1967:
23-29), la distribución de las mercancías es la que fija mediante las leyes
sociales la parte que le toca a cada quien en la masa de productos. Las formas
de distribución definen mejor los agentes de la producción en una sociedad
dada, ya que aquéllas aparecen naturalmente como una ley social que fija su
posición en el seno de la producción. Es por esta razón que Ricardo –acota
Marx- afirma que el verdadero tema de la economía es la distribución, es decir
que ésta determina tanto los modos específicos de producción y distribución
como los estilos igualmente específicos de consumo en una sociedad dada.
397
definitivamente los rezagos negativos del capitalismo que impiden el logro de
la felicidad social, es necesario que los venezolanos nos dediquemos con
sabiduría y con firmeza a sentar las bases sociales, culturales y materiales del
socialismo.
398
CAPÍTULO 25
El socialismo, ha dicho Michael Leibowitz (2007: 29), no cae del cielo: debe
basarse necesariamente en las características particulares de cada país y nos
equivocaremos si dependemos de modelos universales. Cada sociedad, como
hemos intentado desarrollar en esta obra, tiene características únicas: su propia
historia, sus tradiciones, sus mitos, sus héroes y heroínas: aquellos y aquéllas
que han luchado por un mundo mejor y las capacidades que las personas han
desarrollado en sus procesos de lucha. Una historia social y cultural de la
economía venezolana, por tanto, no podría terminar sin plantear una discusión
sobre las bases históricas de lo que deberá ser nuestro versión del modo de
vida socialista (Sanoja 2010 ms. en prensa).
399
individuos crezcan también las fuerzas productivas... y corran a chorro lleno
los manantiales de la riqueza colectiva... podrá rebasarse totalmente el
estrecho horizonte del derecho burgués...” Por esa razón, Marx dejó a sus
sucesores, ideólogos (as) y líderes revolucionarios, la tarea de pensar y
diseñar la estrategia, la táctica que sería necesario aplicar para alcanzar la
concreción de un modo de vida socialista.
400
3) Organización de la fuerza de trabajo que permita eliminar la
competencia entre los trabajadores y trabajadoras, obligando a los
empresarios privados que todavía subsistan a pagar los mismos salarios
que paga el Estado.
7) Educación de todos los niños y niñas a partir del instante en que puedan
prescindir de los cuidados maternos-paternos, en establecimientos
nacionales a cargo de la nación.
401
10) Concentración de todos los medios de transporte en manos de la
nación.
Establecer las teorías y las praxis del período de transición hacia un modo de
vida socialista concreto, partiendo desde una sociedad capitalista concreta,
como podemos ver, es una enorme tarea. Basta, para ejemplificar el
monumental volumen de trabajo teórico y práctico que se ha hecho en los
últimos cien años para esclarecer las condiciones reales del período de
transición, hacer referencia solamente a la cantidad ingente cantidad de textos
que escribieron Lenin, Trotski, Stalin, y Mao Ze Dong, cuatro de los más
destacados pensadores y dirigentes de las revoluciones soviética y china,
durante las primeras décadas de dichos procesos.
404
2009), los cuales fueron forzados a integrarse de distintas maneras en la
formación clasista-capitalista impuesta por la colonización europea.
Como hemos discutido en nuestra última obra todavía inédita (Sanoja, 2010),
según el paradigma de la civilización occidental capitalismo sería la fase final
del proceso civilizador de la sociedad europea, proceso que habría
comenzando a inicios de la Edad del Bronce hacia 3000 años a.C., alcanzando
405
su mayor nivel de complejidad socioeconómica hacia finales del siglo XX e
inicios del siglo XXI con el neoliberalismo y la globalización.En el Manifiesto
Marx y Engels si bien reconocen que el capitalismo será la fase de mayor
desarrollo de las fuerzas productivas, plantean que las contradicciones que
surgirán en su seno generarán –dialecticamente- su propia destrucción a
manos del proletariado organizado(y de los pueblos explotados), dando paso
finalmente al surgimiento de la sociedad comunista. En aquel largo proceso
de la historia europea, la formación y consolidación de la metalurgia para la
fabricación de bienes suntuarios y de las redes de comercio a larga distancia
para su distribución y consumo –sobre la cuales se sustentó posteriormente el
capitalismo- ocurrió antes de la aparición del Estado, a diferencia de la
mayoría de las sociedades clasistas iniciales, conocidas como modo de
producción asiático, donde el Estado se asume como la fase formativa de las
sociedades complejas (Sanoja, 2010 ms. en prensa)
406
surgiendo, no como consecuencia del desarrollo capitalista sino, por el
contrario, de la pobreza, el atraso y la injusticia social, que nos dejó como
herencia la dominación colonial europea y luego la neocolonial impuesta a
nuestros pueblos por el gobierno de Estados Unidos.
La utopía concreta socialista establecida por Marx, nos dice Ludovico Silva
(1982: 203), fue construida con base a la crítica de la realidad capitalista. En
nuestro caso particular, tal como hemos expuesto en la primera parte de esta
obra, el proyecto socialista debe ser igualmente resultado de la crítica, no
debe partir solamente de la realidad capitalista, sino también de la
precapitalista cuyos procesos han determinado la formación de la nación
venezolana y de los proyectos revolucionarios latinoamericanos del siglo XX
y del siglo XXI.
407
Un Modo de Vida Socialista venezolano
408
igualmente la devaluación de las condiciones culturales y sociales de los
pueblos. El capitalismo neoliberal –por esas razones- ha dejado de ser un
medio de desarrollo de las fuerzas productivas para convertirse un gigantesco
freno al desarrollo económico y social de los pueblos (Vargas Arenas, 1999).
410
la liberación nacional, se caracteriza principalmente por los cambios que se
están produciendo en las relaciones sociales de producción: en la organización
de colectivos sociales del poder popular, ejemplo de lo cual son los Consejos
Comunales que se deberían estructurar en un futuro asociados con las diversas
misiones sociales ya existentes (Sanoja 2008: 145-149, Harnecker:2008).
411
así el embrutecimiento, el egoísmo y la corrupción son los fundamentos del
capitalismo (Luxemburgo 2006:116).
Un socialismo venezolano del siglo XXI –en nuestra opinión- debe partir de
una concepción humanista, democrática y solidaria de la vida social, donde
el logro de la realización plena de hombres y mujeres constituya el valor
social más importante. Para lograr estos objetivos es fundamental que dichos
colectivos sociales alcancen un nivel de conciencia social y política que
legitime los cambios estructurales que están produciendo, y una praxis para
que la Revolución Bolivariana sea efectivamente revolucionaria y detenga la
inercia ideológica existente en parte de nuestra población, que arrastra a los
individuos hacia el consumismo, el egoísmo y el individualismo.
FIN
412
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