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PREVENCION PRIMARIA DEL FRACASO

ESCOLAR: EL CUESTIONARIO DE MADUREZ


NEUROPSICOLOGICA INFANTIL (CUMANÍN).
UN ESTUDIO EXPERIMENTAL
José Antonio Portellano Pérez, Rocío Mateos Mateos
(*) Departamento de Psicobiología. Facultad de Psicología. Universidad Complutense.

María José Granados García-Tenorio, Adelfo Tapia Pavón, José Ramón


Ramos Leal, Victoria Eugenia Pariente Aguirre
(**) Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Facultad de Psicología.
Universidad Complutense.

Rosario Martínez Arias, Rosa María Bersabé Morán


(***) Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Facultad de Psicología.
Universidad Complutense

RESUMEN

ABSTRACT

PALABRAS CLAVE

KEY WORDS

INTRODUCCION

MATERIAL Y MÉTODOS

 Prueba
 Escalas de la Prueba

MUESTRA

RESULTADOS

DISCUSION

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFIA
RESUMEN

Muchos casos de fracaso escolar durante la enseñanza primaria están


provocados por algún tipo de disfunción del sistema nervioso central. Las
Dificultades de Aprendizaje (DA) como la dislexia, la disgrafía o la
discalculia son un paradigma de fracaso escolar producido por alteraciones
neurofuncionales. El incremento de los signos neurológicos menores es el
rasgo más característico del fracaso escolar inducido por disfunción cerebral.
La prevención primaria del fracaso escolar producido por trastornos en el
funcionamiento y la maduración del sistema nervioso debe realizarse desde la
escuela infantil para reducir sus consecuencias. En este estudio se presentan
los primeros resultados experimentales del Cuestionario de Madurez
Neuropsicológica Infantil (CUMANIN) realizados sobre una población de
niños y niñas con edades comprendidas entre tres y seis años (N=96). El
objetivo del CUMANIN es la identificación de signos neurológicos menores
en niños de edad preescolar y la prevención del fracaso escolar de t o
neurofuncional.

ABSTRACT

Many cases of school failure in children are caused by some kind of nervous
system dysfunction. Learning Disabilities (LD) like dyslexia, dysgraphia or
dyscalculia are an example of school failure produced by brain dysfunction.
Early prevention of school failure caused by nervous system disorders must be
made in pre-school aged children. In this study first experimental results of
Children Neuropsychological Development Questionnaire (CUMAIN) are
presented among Spanish children aged between three and six years (N=96).
The aim of CUMANIN is the early identification of soft neurological signs in
children under seven years old in order to prevent neurofunctional school
failure.

PALABRAS CLAVE

Fracaso escolar. Neuropsicología. Signos Neurológicos Menores. Diagnóstico


Precoz. Prevención Primaria.

KEY WORDS

School Failure. Neuropsychology. Soft Neurological Signs. Early Diagnosis.


Primary Prevention

INTRODUCCION

La Ley de Ordenación General del Sistema Educativo, aprobada en 1990 y


actualmente en fase de implantación supone una importante modificación
cuantitativa y cualitativa, especialmente en la enseñanza no universitaria. En
relación a la Escuela Infantil, la LOGSE establece como objetivo prioritario el
desarrollo de los factores madurativos que faciliten el aprendizaje del alumno.
De un modo implícito se hace referencia al desarrollo neuropsicológico
necesario para que cuando el niño inicie la enseñanza primaria, los
aprendizajes instrumentales se puedan realizar de un modo no traumático.
Aunque la educación infantil es un ciclo no obligatorio, el porcentaje de
alumnos con edad inferior a seis años que se encuentra escolarizado va en
aumento. Durante el curso 1995-96 un total de 1.103.465 niños y niñas se
encontraban matriculados en escuelas infantiles, la cifra más alta de nuestra
historia, a pesar del progresivo descenso de la natalidad en España.

La incorporación cada vez más numerosa de alumnos a las escuelas infantiles


supone un reto para el psicólogo educativo, ya que mediante un adecuado pro
ceso de diagnóstico, orientación e intervención se pueden optimizar los
resultados en el aprendizaje de cada niño, especialmente durante el segundo
ciclo de la escuela infantil (de tres a seis años). Superado desde hace tiempo el
problema de la plena escolarización de la población infantil, el fracaso escolar
sigue siendo una asignatura pendiente del sistema educativo en nuestro país.
Cualquier sistema educativo genera una determinada pro porción del fracaso
escolar, que es inversamente proporcional a su calidad asistencial. Las tasas
de fracaso escolar vienen disminuyendo en España en los últimos años, como
consecuencia de diversos factores como la mejora en los planes de formación
continuada del profesorado, el incremento de servicios psicopedagógicos
escolares y extraescolares y la incorporación de nuevos profesionales, entre
los que se incluyen muy especialmente los psicólogos de la educación.

El fracaso escolar puede estar producido por un amplio abanico de factores


personales o ambientales; al menos en la mitad de los casos se observa la
existencia de trastornos neuromadurativos o manifestaciones más o menos
intensas de disfunción cerebral (Portellano 1989, 1991). La presencia de
trastornos neurofuncionales puede limitar la capacidad de aprendizaje del
niño, produciendo deficiencias en los procesos cognitivos que generan fracaso
escolar. Determinados trastornos genéticos o adquiridos durante el embarazo,
el parto o en los primeros años de vida pueden afectar al normal desarrollo del
cerebro. Si se producen alteraciones muy intensas del sistema nervioso, se
manifestarán distintos cuadros clínicos severos, visibles desde el momento del
nacimiento, tales como parálisis cerebral, encefalopatía o deficiencia mental.
Sin embargo, determinadas agresiones del sistema nervioso producidas
durante el desarrollo prenatal o perinatal no tienen la intensidad suficiente
para ponerse de manifiesto en el recién nacido y sólo se harán presentes
cuando un determinado sistema funcional se activa; por esta razón ciertos
trastornos neuropsicológicos (especialmente psicomotores o del lenguaje) sólo
se empezarán a manifestar al comienzo de la escuela primaria, cuando el niño
ha adquirido la madurez necesaria para iniciar el aprendizaje de la
lectoescritura de una forma sistemática y eficaz.

En la actualidad la asistencia pediátrica ha mejorado las posibilidades de


supervivencia de muchos recién nacidos con alto riesgo que hasta hace pocos
años fallecían durante las primeras semanas de vida. La creación de
programas de diagnóstico e intervención en niños con trastornos perinatales
dentro del contexto hospitalario o educativo (Arizcun y cols., 1989) permite la
identificación temprana de los trastornos neuromadurativos durante la edad
preescolar y sirve para prevenir y disminuir la incidencia del fracaso escolar.
La Atención Temprana hasta el momento se viene dirigiendo a los recién
nacidos, lactantes y preescolares de «alta riesgo», pero no existen programas
institucionales que prevengan el fracaso escolar en niños con disfunción
cerebral.

La plasticidad cerebral es significativamente mayor durante los primeros años


de vida (Corsi, 1991; Ardila y Ostroki, 1991), viéndose favorecida por la
intervención temprana de las funciones sensoriomotrices. Por esta razón, el
éxito de los programas de intervención (Stein y Glasier, 1992; Portellano,
1995). Sin embargo desde la perspectiva de la neuropsicología del desarrollo
carecemos de adecuados programas globales de evaluación e intervención
para niños que sin presentar discapacidades neurológicas graves, manifiestan
algún tipo de alteración estructural o funcional de sus sistema nervioso.

Las deficiencias menores en la integración y el funcionamiento cerebral


reciben el nombre de signos neurológicos menores (soft signs), frente a los
signos neurológicos mayores (hard signs), indicativos de lesividad
neurológica más severa (Tabla I). Desde hace varias décadas se conoce el
incremento de los signos neurológicos menores en niños y niñas con
disfunción cerebral, especialmente en aquellos con dificultades de aprendizaje
(Myklebust, 1967; Gordon 1975; Frank & Levinson, 1976; Gaddes, 1980;
Hyrid & Cintya, 1984, Tupper, 1987).

La oferta de pruebas de diagnóstico neuropsicológico global para niños de


menos de seis años es relativamente limitada en nuestro país. Existen algunas
pruebas que incluyen la valoración de los signos neurológicos menores, como
el Cuestionario Neurológico Rápido QNST de Muti, Stering y Spalding
(versión española de Fernández y cols. 1982) o el Test de Evaluación del
Desarrollo de las Aptitudes Básicas para el Aprendizaje (Valett, 1982). Sin
embargo en la práctica habitual el psicólogo educativo carece de pruebas
suficientemente fiables que la permitan una evaluación neuropsicológica
global del niño durante la escuela infantil.

La necesidad de contar con una prueba fiable y rápida que permita evaluar el
riesgo del fracaso escolar, especialmente de tipo neurofuncional en la escuela
infantil ha llevado a los autores a la elaboración de una prueba
neuropsicológica de amplio espectro, que valore la eficiencia
neuropsicológica del niño, así como la posible presencia de signos
neurológicos menores. El objetivo del Cuestionario de Madurez
Neuropsicológica Infantil (CUMANIN) es la identificación precoz de posibles
trastornos madurativos durante la preescolaridad, previniendo así el fracaso
escolar y especialmente las Dificultades de Aprendizaje (DA).

MATERIAL Y MÉTODOS

Prueba

Fundamentos Teóricos

Los resultados que presentamos son el primer estudio piloto realizado sobre el
CUMANIN. Para su elaboración se preparó un repertorio de pruebas de
eficiencia neuropsicológica relativas a distintas funciones corticales y
cerebelosas cuya deficiente ejecución en niños se manifiesta con el
incremento de los signos neurológicos menores, característicos del SNC.

Condiciones de Aplicación

La prueba se aplica individualmente por un psicólogo. El tiempo de aplicación


es libre, con una duración media de cuarenta minutos. Consta de 132
elementos agrupados en siete escalas cuantitativas (121 elementos) y una
escala de lateralidad (11 elementos). Cada elemento se valora con el criterio
de acierto o error, atribuyendo 1 punto a cada ítem realizado correctamente.
La puntuación máxima posible es igual al número total de elementos de cada
escala. Las puntuaciones más elevadas indican un desarrollo neuropsicológico
más satisfactorio, mientras que las más bajas indican mayor inmadurez
neuropsicológica y por tanto mayor riesgo de disfunción cerebral en el niño.

Escalas de la Prueba

1. Psicomotricidad (15 elementos).

Mide el grado de madurez y desarrollo psicomotor, incluyendo pruebas de


control cerebeloso-vestibular (prueba dedo-nariz, mantenerse a la pata coja),
destreza psicomotora (salto con los pies juntos y equilibrio) y eficiencia
parietal (gnosias digitales).

2. Lenguaje (31 elementos)

Valora la eficacia del lenguaje articulatorio (pronunciar palabras


correctamente), expresivo (repetir y formar frases) y comprensivo (entender el
significado de un texto).
3. Atención (18 elementos)

Consiste en tachar el mayor número de cuadrados, hasta un máximo de 18,


presentados entre un total de 100 elementos distractores (figuras geométricas)
durante 30 segundos.

4. Estructuración espacial (12 elementos)

Se valora el conocimiento que el niño tiene de las nociones espaciales simples


y complejas valoradas en posición estática y dinámica.

5. Visopercepción (20 elementos)

Consiste en la reproducción gráfica de figuras geométricas de dificultad


creciente (líneas horizontales, verticales, cruz, círculo, cuadrado, triángulo,
etc).-

6. Memoria (18 elementos)

Es una prueba de memoria inmediata formada por dos subescalas: memoria


semántica (10 elementos) y memoria icónica (8 elementos). Se dispone de un
minuto de presentación en cada caso. El niño debe recordar a continuación las
figuras y los nombres de objetos que se le han sido presentados.

7. Estructuración rítmica (7 elementos)

Consiste en la reproducción de siete series rítmicas de dificultad creciente,


mediante presentación auditiva.

8. Lateralidad (11 elementos)

Valora la lateralidad manual (5 elementos), ocular (5 elementos) y podálica (1


elemento).

MUESTRA

Se aplicó el CUMANIN a 96 niños con edades comprendidas entre los tres y


los seis años (54 niños y 42 niñas), con una edad media de 4 años y 8 meses
(SD ± 1.2). La selección de la muestra y la aplicación de la prueba se realizó
en el Colegio Público «Aluche» situado en la zona oeste de Madrid. La
elección de los casos se realizó de un modo aleatorio, utilizando la lista de
clase, sin excluir ningún niño. El estatus socioeconómico de la mayoría de los
sujetos de la muestra correspondía a un nivel medio. La aplicación del
CUMANIN se llevó a cabo en sesiones matinales y de un modo
individualizado por un grupo de psicólogos previamente entrenados en el uso
de la prueba.
RESULTADOS

Para realizar el análisis estadístico se utilizó el programa SPSS, valorando las


puntuaciones medias y la correspondiente desviación estadística en cada una
de las escalas. Se presentan las medias y desviaciones típicas correspondientes
a cada una de las siete escalas de que consta la prueba correspondientes a cada
grupo de edad (Tablas II y III). Los resultados en la escala de lateralidad
pueden verse en la tabla IV.

DISCUSION

Los resultados de la prueba indican un incremento muy significativo en las


puntuaciones obtenidas por el grupo de niños de cuatro años, especialmente en
las escalas de Psicomotricidad. Lenguaje y Visopercepción donde las
puntuaciones duplican con respecto a los niños de tres años. En cambio hay un
incremento menor en las puntuaciones alcanzadas por los niños de cinco y seis
años. Desde el punto de vista de la neuropsicología del desarrollo estos
resultados son coherentes con la evolución que experimenta el cerebro, mucho
más activo en la infancia. El crecimiento de axones y dendritas, la formación
de nuevas sinapsis y el desarrollo de la mielinización son procesos
funcionalmente muy activos durante los primeros cuatro años de vida, y así lo
reflejan las pruebas neurofuncionales como la TEP y la SPECT (Haxby y cols,
1991). El metabolismo cerebral es mucho más intenso en la infancia, ya que el
porcentaje de consumo energético corporal que se reserva para el tejido
cerebral es del 60 por 100 en el recién nacido, descendiendo hasta
estabilizarse en el 25 por 100 durante la edad adulta (Martin, 1994). Un mayor
consumo energético cerebral justifica el mayor grado de plasticidad y las
mayores posibilidades de recuperación de funciones en la infancia. Durante
años se ha limitado el concepto de plasticidad cerebral a la capacidad de
reorganización funcional que tiene el cerebro cuando se produce algún tipo de
lesión en él bien durante la infancia o en respuesta a los procesos de demencia
(Swaab, 1991). Sin embargo la plasticidad cerebral también incluye aquellos
casos de lesividad cerebral menor entre las que se encuentran las dificultades
de aprendizaje. Tal y como ha señalado Christensen y Uzzell (1988), una
adecuada estimulación sensoriomotriz en niños con discapacidades cognitivas
menores puede prevenir o aminorar la incidencia del fracaso escolar. Nuestros
resultados en el CUMANIN ponen de relieve el paralelismo entre la tasa de
metabolismo cerebral y el incremento del potencial cognitivo, que parece
sufrir un discreto estancamiento en su crecimiento a partir de los cinco años.
De esta manera, el «salto madurativo» que se observa en los niños de tres y
cuatro años, especialmente en funciones corticales relacionadas con la
psicomotricidad, el lenguaje y la visopercepción parecen coincidir con las
elevadas tasas de metabolismo cerebral existentes a dicha edad. Los resultados
obtenidos posteriormente a este estudio en el CUMANIN en niños de seis
años (cuya muestra es muy exigua), confirman la tendencia a la deceleración
en las puntuaciones, que continúan su incremento pero en una proporción
mucho menor que entre los tres y cuatro años. Los resultados en la escala de
lateralidad (Tabla IV) reflejan claramente el insuficiente grado de
lateralización en la muestra siendo la dominancia manual la mejor establecida.
Los casos de ambidextrismo se concentran mayoritariamente en los niños de
menos de cinco años, siendo la dominancia ocular la que menor porcentaje de
predominio diestro ofrece. Estos resultados son coherentes con las hipótesis
establecidas por diferentes autores que demuestran que la lateralización se
termina de consolidar en la adolescencia (Lenneberg, 1967; Annett, 1970;
Bryden, 1982).

Para comprobar el poder discriminativo del CUMANIN, cuyo proceso de


validación continúa en la actualidad, un año después de aplicada la prueba, se
pidió a los profesores de los 96 niños del experimento que señalaran los que
obtenían peores resultados académicos. De los 20 casos seleccionados, 17
habían obtenido en el CUMANIN puntuaciones significativamente más bajas
que los niños de su edad, especialmente en las escalas de Psicomotricidad y
Visopercepción. Los resultados obtenidos por Retortillo (1989) con niños de
bajo peso coinciden con nuestros hallazgos. Ambas funciones,
psicomotricidad y visopercepción, involucran especialmente zonas de corteza
asociativa especialmente sensibles en casos de disfunción cerebral, por lo que
se comprueba habitualmente un amplio incremento de los signos neurológicos
menores relacionados con dichas áreas.

En la actualidad los autores estamos utilizando el CUMANIN para evaluar la


madurez neuropsicológica en niños de bajo peso al nacer entre los caso
atendidos en el Servicio de Neonatología del Hospital Clínico de San Carlos
de Madrid, comprobándose de igual modo que los resultados más deficientes
se obtienen en las escalas de Visopercepción y Psicomotricidad. El bajo peso
del recién nacido impide en muchas ocasiones el desarrollo satisfactorio del
cerebro, provocando deficiencias sensitivas, motóricas y cognitivas que se
engloban en forma de disfunción cerebral

CONCLUSIONES

1. Las dificultades de aprendizaje se definen por el incremento de los signos


neurológicos menores, que a su vez son la manifestación de la disfunción
cerebral subyacente.

2. El CUMANIN pretende identificar a los niños con disfunción cerebral en


edad preescolar para prevenir el fracaso escolar, especialmente las
Dificultades de Aprendizaje (DA).
3. La identificación temprana de signos neurológicos menores permite la
intervención más eficaz mediante programas de entrenamiento sensoriomotor
y cognitivo, dada la amplia plasticidad cerebral en niños de corta edad.

4. La edad óptima para el inicio de la intervención neuropsicológica sería los


tres-cuatro años, ya que los niveles de plasticidad cerebral son mucho mayores
que en edades posteriores.

BIBLIOGRAFIA

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