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BLOQUE TEMÁTICO I
Introducción a la Educación
Emocional
A
LUCAS J. J. MALAISI
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Diplomatura en Educación Emocional. Instituto de Extensión UNVM
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………………………………………………………….3
INTELIGENCIA EMOCIONAL
Reseña histórica de la Inteligencia Emocional……………………………………………………………………….…….….....5
¿Qué es la Inteligencia Emocional? ……………………………………………………………………………………………. . .……7
Coeficiente Emocional y Coeficiente Intelectual…………………………………………………………………………..….. 10
Inteligencia Social …………………………………………………………………………………………………………………..…….…..10
Integralidad…………………………………………………………………………………………………………………….………..………. 13
Importancia de la Inteligencia Emocional en la vida: “La prueba del Bombón"……………………..……..…… 14
EDUCACIÓN EMOCIONAL.
¿Qué es la Educación Emocional?...........................................................................................................16
¿En qué consiste la estrategia educativa de la Educación Emocional?...................................................19
¿Cómo implementar la Educación Emocional en la escuela?..................................................................20
¿A quiénes capacitar para desarrollar las habilidades emocionales?......................................................20
EMOCIONES.
¿Qué son las emociones?........................................................................................................................ 21
Emociones: energía inagotable.................................................................................................................22
Emociones: señales existenciales..............................................................................................................23
Toma de decisiones: ¿qué emociones me guían y cuáles me extravían?.................................................24
Biología de las emociones.........................................................................................................................25
Duración de las emociones........................................................................................................................26
Efecto de las emociones en el desempeño................................................................................................28
El interruptor On/Off: Modo defensa o Modo creativo.............................................................................29
Modo Defensa............................................................................................................................................33
Modo Creativo............................................................................................................................................34
Sub-modo Relax.........................................................................................................................................36
PENSAMIENTOS
Autodiálogo: expresión directa de los pensamientos.................................................................................39
Autodiálogo: generador instantáneo de emociones...................................................................................41
Evaluamos y clasificamos permanentemente.............................................................................................43
Creencias: GPS Interno….............................................................................................................................46
ACCIÓN
Un abordaje holístico: pensamiento y acción...............................................................................................50
Beneficios de entrar en acción.....................................................................................................................51
BIBILIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………………………………………………………….…..53
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Diplomatura en Educación Emocional. Instituto de Extensión UNVM
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INTRODUCCIÓN
1 MALAISI, Lucas Javier Juan. Cómo ayudar a los niños de hoy, Educación Emocional, Argentina, San Juan, Editorial
Educación Emocional Argentina, Segunda Edición, 2011
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La mosca queda atrapada en la botella porque se empeña en tratar de salir por donde
no está el agujero. Repite esquemas de acción o soluciones intentadas sin tener éxito. En los
seres humanos, casi como en las moscas, romper estos esquemas de acción, repetitivos y
enquistados, requiere tener que vencer la resistencia al cambio. Como dije anteriormente, la
educación formal insiste una y otra vez en lo mismo: reformas centradas en lo cognitivo,
ignorando lo emocional. El hacer Educación Emocional es intentar un
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cambio en la manera de cambiar.
2 Las habilidades para la vida propuestas por la OMS son las siguientes (las subrayadas son habilidades emocionales):
1. Capacidad de tomar decisiones.
2. Habilidad para resolver problemas.
3. Capacidad de pensar en forma creativa.
4. Capacidad de pensar en forma crítica.
5. Habilidad para comunicarse en forma efectiva.
6. Habilidad para establecer y mantener relaciones interpersonales.
7. Conocimiento de sí mismo.
8. Capacidad para establecer empatía.
9. Capacidad para manejar las propias emociones.
10. Habilidad para manejar las tensiones y el estrés.
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INTELIGENCIA EMOCIONAL
El término Inteligencia Emocional fue acuñado en 1990 por los psicólogos Peter Salovey de la
Universidad de Harvard y John Mayer de la Universidad de New Hampshire. Se lo empleó
para describir las cualidades de personalidad que parecen tener importancia para el éxito.
Dentro de éstas pueden incluirse: la empatía, la expresión y comprensión de los
sentimientos, el control de nuestro genio, la independencia, la capacidad de adaptación, la
simpatía, la capacidad de resolver los problemas en forma interpersonal, la persistencia, la
cordialidad, la amabilidad y el respeto. Existen diferentes tipos de inteligencias. Howard
Gardner describió siete en su famosa tesis “Inteligencias Múltiples”: Inteligencia Lógico-
matemática. La utilizamos para resolver problemas de lógica y matemáticas. Se corresponde
con el modo de pensamiento del hemisferio izquierdo del cerebro, con un funcionamiento
lógico y con lo que nuestra cultura ha considerado siempre como la única inteligencia.
Inteligencia Lingüística. Es la que tienen en alto grado los buenos escritores, los poetas y los
buenos redactores. Utiliza ambos hemisferios cerebrales y está caracterizada por proveer al
individuo de una gran capacidad de abstracción. Inteligencia Espacial. Consiste en formar un
modelo mental del mundo en tres dimensiones. Es la inteligencia que tienen los marineros,
los ingenieros, los cirujanos, los escultores, los arquitectos y los decoradores. Inteligencia
Musical. Es, naturalmente, la de los cantantes, compositores, músicos y bailarines.
Inteligencia Corporal–kinestésica. Es la habilidad y capacidad de utilizar el propio cuerpo
para realizar actividades o resolver problemas. Se manifiesta a través de un elevado control
de los movimientos corporales que la persona realiza. Es la inteligencia de los deportistas, los
artesanos, los cirujanos y los bailarines. Inteligencia Intrapersonal. Es la que nos permite
entendernos a nosotros mismos. Describe la importante capacidad de reconocer los propios
estados afectivos y pensamientos. No está asociada a ninguna actividad concreta.
Inteligencia Interpersonal. Es la que nos permite entender a los demás y llevarnos bien con
la gente. La solemos encontrar en buenos vendedores, políticos populares, profesores y
terapeutas. En 1999, Gardner incluye un tipo de inteligencia más: la Inteligencia Espiritual.
La define como “la capacidad para situarse a sí mismo con respecto al cosmos y a los rasgos
existenciales de la condición humana, como es el significado de la vida y de la muerte”. Es la
habilidad para dar sentido o un significado adecuado a nuestros actos. Existen numerosas
definiciones para esta inteligencia. Otra de ellas es la postulada por Danah Zohar e Ian
Marshall, quienes la definen como “la inteligencia que nos permite afrontar y resolver
problemas de significados y valores, ver nuestra vida en un contexto más amplio y
significativo y al mismo tiempo determinar qué acción o camino es más valioso para nuestra
vida”. Consideran que la inteligencia espiritual está en todo nuestro Ser como una totalidad,
trabajando de manera armónica con la inteligencia racional y la inteligencia emocional.
Gardner enfatiza el hecho de que todas las inteligencias son igualmente importantes. El
problema es que el sistema escolar no las trata por igual y ha sobrevalorado las dos primeras
de la lista (la inteligencia lógico-matemática y la inteligencia lingüística), hasta el punto de
casi negar la existencia de las demás.
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Para Gardner es evidente que –sabiendo lo que sabemos sobre estilos de aprendizaje, tipos
de inteligencia y modalidades de enseñanza– es absurdo que sigamos insistiendo en que
todos nuestros alumnos aprendan de la misma manera. Una misma materia puede ser
presentada de formas muy diversas, de manera que se le permita al alumno asimilarla
partiendo de sus capacidades y aprovechando sus puntos fuertes. Sin duda tenemos que
plantearnos si una educación centrada en sólo dos tipos de inteligencia es la más adecuada
para preparar a nuestros alumnos para vivir en un mundo cada vez más complejo.
La palabra “inteligencia” proviene del latín intellegere (inter: entre, llegere: escoger), y
significa “saber escoger la mejor opción entre varias”. Frecuentemente se considera al que
sabe mucho, por ejemplo quien tiene títulos académicos o habla varios idiomas, como
alguien inteligente, pero esa no es la palabra que lo define. El que sabe mucho es intelectual,
quien elige bien es inteligente, mientras que quien alardea de lo que sabe es el
intelectualoide. Claro que el tener más conocimientos es una ventaja para elegir mejor, de
ahí la confusión entre inteligente e intelectual. En este sentido, tener a nuestra disposición
un buen registro de nuestras emociones es información que nos posiciona mejor para elegir.
La IE fue definida como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los
ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras
relaciones”. Su análisis arroja cinco habilidades emocionales que la componen:
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y pensamientos acerca de tal estado. Los pensamientos y las emociones están muy
relacionados, incluso hoy algunos científicos los consideran las dos caras de una misma
moneda. El modo en que percibimos las circunstancias afecta la manera en que nos sentimos
respecto de ellas, y cambiar el modo de percibirlas nos permite cambiar el modo de
sentirnos. Así, tener conocimiento de uno mismo no sólo implica saber qué sentimos, sino
también ser conscientes de los propios procesos de pensamiento (que quedan evidenciados
en el autodiálogo, lo que nos decimos a nosotros mismos). Es estar atentos a cómo
pensamos, lo cual nos permitirá evitar el llamado “secuestro emocional”. Muchas personas,
al no tomar conciencia de sus pensamientos y emociones, actúan sin control. Sienten como si
hubiesen perdido por completo el dominio de sus actos y se dejan llevar por el impulso
propio de la emoción. El conocer, comprender y poder reflexionar acerca de lo que sentimos
y pensamos nos da más libertad, en tanto podemos elegir si actuar o no y cómo. Es un meta
conocimiento, puesto que es un pensamiento acerca de los pensamientos desencadenados
por los propios sentimientos. Pero para desarrollar este eje es condición necesaria que la
persona primero conozca cada una de las emociones, es decir que aprenda un léxico
emocional. De este modo, cuando sienta la emoción podrá reconocerla y nombrarla.
Autorregulación. Luego de saber qué sentimos, gracias a la capacidad dada por el eje
precedente, podemos gestionar la emoción y elegir qué hacer con ella. La autorregulación
hace referencia a la capacidad de autodominio para sosegarnos, controlar y medir nuestras
reacciones, desintoxicándonos de la ira, por ejemplo, dejando de rumiar una y otra vez los
pensamientos que nos enojan. Muy por el contrario de lo que se piensa, el dar rienda suelta
a la ira es una de las peores formas de calmarla, dado que los estallidos de ira intensifican la
excitación. Es lo que yo llamo el “efecto tobogán” de la emoción: mientras más me embalo
en la descarga de una emoción, más difícil será frenarme después. Está establecido que la
mejor manera de calmar la ira es un diálogo tranquilizador con uno mismo, en donde se
reconoce la emoción y se establecen opciones saludables. Se trata de poder decirse a uno
mismo, por ejemplo, “Ahora estoy muy enojado”, y a partir de ello elegir un comportamiento
desintoxicador, como tomar una pausa y dar una caminata, beber agua, cambiar patrones de
respiración, distraernos con algo, posponer la conversación, buscar otras opciones, etc. En
este sentido, el ejercicio aeróbico al aire libre genera un cambio físico y de excitación que
favorece la salida del estado de depresión, como los ejercicios de relajación ayudan a
disminuir la ansiedad. Asimismo, practicar ejercicios de respiración pausada, meditación y
yoga son indiscutiblemente recursos muy útiles para calmarnos. Como veremos en el
capítulo de las emociones, la actividad física y los patrones de respiración pausados
disminuyen la actividad simpática y generan cambios en la composición química de la sangre,
lo cual permite disipar emociones displacenteras. El poder tolerar la frustración, aceptando
ciertos estados de ánimo, como la capacidad de hacer algo para cambiarlos, son habilidades
propias de la autorregulación emocional. También lo es la capacidad de expresar
adecuadamente las emociones según las circunstancias, es decir buscar el espacio, el
momento y el modo adecuados de hacerlo. Se trata de una capacidad de negociar con uno
mismo la mejor manera de expresar (jamás reprimir) la emoción, de calmarnos y tolerar los
estados afectivos, a la vez que nos permitimos pensar y reflexionar
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en medio de los afectos. El autodominio emocional no debe ser excesivo, al punto de sofocar
todos los sentimientos y la espontaneidad. De hecho, ese exceso de control tiene un costo
físico y mental. Las personas que sofocan sus sentimientos elevan su ritmo cardiaco en señal
de tensión aumentada. Cuando esa represión emocional se torna crónica puede dificultar el
pensamiento y el desempeño intelectual, además de impedir una fluida interacción social. En
contraste, la aptitud emocional implica poder “elegir la forma asertiva de expresar los
sentimientos, y actuar del modo más adecuado y auténtico posible”.
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Estas 5 habilidades emocionales constituyen los “colores primarios” de los que se constituye
la IE. El coeficiente emocional es poco medible. Esto se debe a que no podemos medir con
precisión rasgos sociales y de personalidad tales como la amabilidad, la confianza en uno
mismo, la empatía, el reconocimiento de las propias emociones o el respeto por los demás.
Tal vez podemos acordar a grandes rasgos si somos más o menos hábiles con las emociones,
pero no podremos especificarlo con exactitud. Sin embargo, aunque el CE no resulte
medible, es un concepto muy importante. A diferencia del CI, el CE no lleva una carga
genética tan marcada, lo cual permite que padres y educadores brinden oportunidades para
entrenar estas habilidades emocionales. Entonces el CE, si bien no puede medirse, puede
incrementarse marcadamente, pues la IE es aprendida, y si es aprendida es educable.
Inteligencia Social
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para interactuar. Al hablar de IS, en mi opinión, se especifica y delimita con mayor precisión
una serie de habilidades que ponen el acento en el comportamiento manifiesto de la
persona, en lugar de lo interno. IS es “La capacidad para llevarse bien con los demás y
conseguir que cooperen con vosotros” XIX. En los extremos de la IS podemos encontrar
comportamientos nutritivos y tóxicos. Los primeros hacen que los demás se sientan
valorados, capaces, queridos, respetados y apreciados. De este modo las personas con una
elevada IS resultan magnéticas para los otros; mientras que la gente con baja IS tiene
comportamientos tóxicos caracterizados por provocar que los demás se sientan devaluados,
inadecuados, intimidados, furiosos, frustrados o culpables, por lo cual resultan personas
antimagnéticas. En el siguiente cuadro se exponen algunos ejemplos de comportamientos
nutritivos y comportamientos tóxicos:
4 Confirmar es registrar que el otro existe, que es percibido, que es visto por nosotros, por tanto, que es incluido en nuestro mundo.
Existen distintos niveles confirmatorios.
5Este término significa subestimar o “calificar bajamente” al otro. Es desvalorizarlo, pero sin embargo percibirlo, pues se le otorga
existencia en tanto que para juzgarlo se lo tiene que ver. Es decir, se lo confirma, pero se lo subestima o descalifica.
6Este término, a diferencia del precedente, significa que la persona no percibe al otro. Lo ignora, dado que para él el otro “no existe”. Este
comportamiento interactivo es verdaderamente nocivo para la otra persona, desde una perspectiva psicológica, sobre todo cuando existe
alguna vinculación entre ambos sujetos.
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3- Autenticidad. Revela lo honesto, fiable y sincero que uno es con las personas y con uno
mismo en cualquier momento dado. Comportarse íntegra y auténticamente implica ser quien
uno es, tratando a las personas cara a cara y como dice Serrat, “llamando las cosas por su
nombre”. Esta dimensión es importantísima y queda en evidencia con el tiempo.
definido como un sentimiento positivo entre dos personas, que da la sensación de conexión
que inspira a la gente a cooperar. Lograr esta conexión ayuda a que las personas se muevan
con y hacia nosotros. Empatía es lograr entre las personas un sentimiento de pertenencia o
vínculo, en el que se sabe qué siente el otro, favoreciendo el compromiso mutuo. Como
vimos, ambas inteligencias están íntimamente relacionadas. Como dije, la IE hace hincapié en
los aspectos internos de la persona, aunque tiene en cuenta también sus manifestaciones
externas como lo es su quinto eje de habilidades sociales; mientras que la IS acentúa los
aspectos externos, analizando cómo deben ser éstos para aumentar la cooperación y el
magnetismo entre las personas. Así, para dar otro ejemplo, podemos suponer que una
persona tiene un buen conocimiento de sí misma, empatía y una adecuada expresión de las
emociones, pero si no aprendió buenos modales su desempeño social será bajo.
Integralidad
Esta estrecha relación que existe entre IE e IS es la misma que existe entre las demás
inteligencias, puesto que en la realidad todas las inteligencias y demás habilidades de las
personas están íntimamente relacionadas entre sí, dado que somos seres integrales. Esto
significa que todas nuestras habilidades y capacidades son manifestación de un ser íntegro,
en tanto todas sus conductas provienen de un mismo substrato. Así, al propiciar una
estimulación en una de las inteligencias necesariamente producimos un cambio en todas las
demás. A su vez, la no estimulación de una de ellas provoca no sólo un retraso madurativo en
la misma inteligencia sino también en las demás. Afirma María P. Puerta que, por ejemplo, el
grado de autoestima que posee el niño determina su nivel de creatividad, en la medida en
que necesita disponer de la confianza en sí mismo para afrontar los retos que le plantea cada
acto creativo. De igual manera la autoestima es la condición para un adecuado
funcionamiento en todas las áreas en las que se manifieste el niño. Así, aquel niño que sea
estimulado en sus habilidades musicales incrementará su inteligencia musical, lo que
también favorecerá a aumentar su autoestima. Esto a su vez facilita que se sienta más seguro
en sus relaciones sociales, permitiéndole relacionarse con sus pares de manera más segura.
Probablemente acepte desafíos y se entregue dispuesto y seguro a tareas recreativas y
deportivas, desarrollando habilidades kinestésicas, que a su vez inciden sobre las demás por
la misma integralidad.
Podemos afirmar que estimular determinadas habilidades, cualesquiera sean,
favorece el desarrollo de las demás. La autonomía, la creatividad, la solidaridad, el respeto, la
felicidad, la salud, las habilidades intelectuales, sociales, emocionales, físicas, musicales,
lingüísticas, etc., están en íntima relación. Está comprobado que la estimulación de la
inteligencia musical produce un desarrollo intelectual de las demás inteligencias, debido a
que se desarrollan nuevos y diferentes circuitos neuronales que aumentan el repertorio de
recursos para dar respuesta a una situación determinada. Hablar, correr, descansar, pensar,
vivenciar una emoción son actos físicos, intelectuales, sociales, emocionales y espirituales al
mismo tiempo –como muchas otras actividades que realizamos– porque somos una
totalidad, que en ocasiones separamos sólo para su estudio y análisis, pero que en el mundo
real no puede dividirse. En efecto, recientes investigaciones proponen que pensamos con
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todo el cuerpo, sí, con todas las células de nuestro cuerpo. La concepción integral de la
persona implica vernos como una totalidad en la que en cada acción intervienen todas las
inteligencias y funciones de nuestro cuerpo, y el producto final es la conducta.
En Estados Unidos, hace unos cincuenta años se realizó un estudio longitudinal muy famoso
llamado “La prueba del Bombón”7, en el que se puso en evidencia la trascendental
importancia de la IE en la vida de las personas. Se trata de un experimento simple pero muy
revelador, que requirió más de 25 años para ser completado. Fue iniciado por el psicólogo
Walter Mischel en la década del sesenta en un jardín de infantes del campus de la
Universidad de Standford. Se trabajó con chicos de 4 años a quienes se les dio la siguiente
consigna: “Niños, si pueden esperar a que el maestro termine de hacer unas tareas, podrán
recibir dos bombones como recompensa. Los que no puedan –o no quieran– esperar, sólo
recibirán uno, pero de forma inmediata”. Esto sin lugar a dudas es una encrucijada que pone
a prueba el alma de cualquier criatura. ¡Qué no hacían para evitar tomar contacto con tal
tentación! Algunos se tapaban los ojos, otros hablaban solos, cantaban, contaban números,
jugaban con las manos y los pies e incluso algunos intentaron dormir. El caso es que unos se
comieron el bombón inmediatamente, mientras que otros valientes niños pudieron esperar
el cuarto de hora que le tomó al maestro terminar la “tarea”. Lo revelador de este
experimento no se observó en aquel momento sino unos catorce años más tarde, cuando se
comparó el desempeño de los niños que habían logrado comerse dos bombones con el
grupo que no había resistido la tentación y sólo accedió a uno. Los que habían esperado a los
4 años la gratificación de dos bombones eran adolescentes más competentes en el plano
social, obtenían calificaciones increíblemente más altas en lo académico y en el plano
personal eran más seguros de sí mismos y más capaces de enfrentarse a las frustraciones
propias de la vida. Eran más confiables, aceptaban los desafíos y procuraban resolverlos en
lugar de abandonarse. Tenían iniciativa y se comprometían en proyectos. Pero los resultados
del estudio no terminan aquí sino que, una década más tarde, pudo corroborarse que esos
niños (ahora adolescentes) todavía eran capaces de postergar la gratificación para alcanzar
sus objetivos. Por otro lado, no es menos significativo el que aproximadamente una tercera
parte de los que no habían controlado el impulso compartían características conflictivas.
Estos chicos, durante la adolescencia, mostraron mayor inclinación a ser tercos, a sentirse
fácilmente perturbados por las frustraciones, a considerarse a sí mismos malos o inútiles, a
quedar paralizados por el estrés y a ser desconfiados y resentidos. Inclusive luego de todos
esos años no podían postergar la gratificación en pos de objetivos o metas superiores.
Seguramente la actitud de los chicos del primer grupo fue sostenida a lo largo de sus vidas y,
como vimos, ellos tuvieron la capacidad de elegir un camino en el cual, si bien los esfuerzos
eran mayores, las recompensas también. Esta investigación muestra que la capacidad de
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EDUCACIÓN EMOCIONAL
¿Qué es la Educación Emocional?
“Una estrategia educativa de promoción de la salud que tiene por objetivo mejorar la
calidad de vida de las personas a partir del desarrollo de habilidades emocionales”.
Si nos focalizamos en las acciones y las personas implicadas, otra definición sería:
Es un proceso porque implica un tiempo (toda la vida, y no un día) y por otro lado, cambios
progresivos en la adquisición de dichas habilidades. Es una enseñanza, dado que se basa
en la transmisión de conocimientos y la corrección de lo erróneo (como los
comportamientos agresivos, impulsivos o desadaptativos).
Nótese que en ambas definiciones se hace referencia a una estrategia educativa, no hablamos
de método terapéutico. No pretendemos abordar problemáticas para resolverlas
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La Educación Emocional busca adelantarse a los problemas, trabajando con las personas
sanas para mantenerlas sanas, fortaleciendo y esparciendo la salud en la población. Este
es el ámbito de profesionales de la educación que crean las condiciones necesarias para
adquirir y desarrollar habilidades emocionales y mejorar la calidad de vida de las personas.
En este sentido, la Psicología Positiva da cuenta que el desarrollo de fortalezas y virtudes
actúa a modo de barrera contra los trastornos psicológicos.
Por mi experiencia como terapeuta, considero que una de las formas más efectivas de
combatir la patología es “inyectar” salud en la persona. Además, a diferencia de las
estrategias para combatir la enfermedad, el desarrollo de habilidades que generan salud,
son auto-sostenidas, es decir, perduran en el tiempo.
Estrategia
Niveles Definición ¿Quién la realiza?
de Salud A medida que
Docentes y subimos:
Acciones para mejorar y educadores. Medios
Promoción Promoción de de comunicación,
mantener la calidad de -Más
de la Salud la salud actores sociales y participación
vida y la salud.
E. demás agentes activa del
EMOCIONAL ¡No actúa sobre la multiplicadores. beneficiario de la
patología! estrategia.
-Mayor cantidad
de gente
beneficiada.
-Mejora la
calidad de vida.
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Desarrollo de las 5
Aspectos evaluables
habilidades emocionales
Educación Emocional
Aspectos autoevaluables
Conocimiento de
(no evaluables por un
uno mismo
educador)
Por ejemplo, puede observarse si un alumno reconoce sus emociones y tiene un léxico
emocional (autoconocimiento), si tiene tolerancia a la frustración, si expresa asertivamente
lo que siente (autorregulación) y reconoce lo que sienten los demás (empatía). Pero es
preciso hacer una aclaración muy importante: si bien un observador externo puede
evaluar si la persona tiene desarrollada la habilidad del autoconocimiento, no podrá
evaluar si ese autoconocimiento es correcto o incorrecto. Por dos razones: el observador
no está dentro de la persona para saber qué es lo que vivencia y, por otro lado, las
respuestas que dé la persona son únicas, ni correctas ni incorrectas. Es decir, que un niño
le tema a la oscuridad y a las arañas no está bien ni mal. Es una respuesta única que no
puede ser juzgada.
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Transversalmente Verticalmente
(En un 70-80 %) (En un 30-20 %)
Al estar presentes las emociones en Creando un espacio curricular para tal
todas las disciplinas, deben abordarse fin: asignatura Educación Emocional,
desde cada una de ellas: matemáticas, como así también un tiempo curricular
lengua, educación física, música, artes destinado al autoconocimiento y al
plásticas, etc. ejercicio de habilidades emocionales.
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Escuela para
Padres
Por detrás de estos cuatro pilares están las políticas educativas a nivel macro y la
cultura propia de una sociedad. Sobre este aspecto pretendemos influir mediante la
Ley de Educación Emocional (VER MATERIAL COMPLEMENTARIO)
EMOCIONES
¿Qué son las emociones?
Desde la psiquiatría clásica las emociones son definidas como afectos bruscos y agudos
desencadenados a partir de una percepción (externa o interna) o representación, y tienen
abundante correlación somática. Suelen ser poco duraderas, si bien hay notables
excepciones.
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Reflexionemos…
¿Qué sentís a nivel físico cuando estás enojado? ¿Qué pasa con tus músculos y los latidos
de tu corazón? ¿Notás cambios en tu piel y en los ritmos respiratorios? Y en la voz, ¿algún
cambio?
La emoción, entonces, motiva a la acción. Así, cuando estamos enamorados nos sentimos
motivados a hacer cualquier cosa por la persona que amamos. Del mismo modo, si
amamos o le damos un sentido a nuestro trabajo o un objetivo a cumplir, estamos
motivados para madrugar todos los días y salir a trabajar. También cuando odiamos algo o
a alguien estamos motivados para establecer un límite entre nosotros y aquello que nos
molesta, y hasta llegamos a buscar su destrucción. Asimismo, el miedo nos motiva a tomar
distancia de una situación temida, como la alegría o el placer nos inducen a repetir aquello
que nos produce dicha.
Todas las emociones son pura energía, excepto la tristeza que más bien nos la sustrae,
como veremos más adelante. En este sentido, Fritz Perls, un reconocido autor de
v
psicología, dice de las emociones: “son la fuerza básica que energiza toda nuestra acción” .
Son el motor del hombre que moviliza los medios para la satisfacción de las necesidades.
La persona que no toma conciencia de sus emociones pierde la oportunidad de
experimentar una fuente inagotable de energía (motivación).
Las emociones están en constante pujanza por ser liberadas o descargadas. Es por ello
que es tan importante que hallemos una forma de expresión adecuada para ellas, y mucho
mejor si las canalizamos productivamente beneficiándonos de su energía. Esto es nuestra
elección, y por tanto nuestra responsabilidad. Justamente de esto trata el tercer eje de la
IE, Auto-motivación, donde se busca utilizar la energía emocional en forma productiva
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Además de energía, las emociones son información auténtica. Para que veamos
claramente esto de la información voy a hacer otro experimento.
¿Te acordás del secreto que le dijo el zorro al Principito? “No se ve bien si no es con el
corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. Lo esencial en tu vida no podrás percibirlo con
los sentidos, sino con las emociones. Por ello las emociones son el sexto sentido, el único
que te permite ver lo esencial. Te conectan con información existencial.
Para mí las emociones son como una brújula: algo mágico, un magnetismo invisible que
indica tu camino (un rumbo único para un ser único). Las emociones marcan lo importante
en tu vida y te dan la fuerza y perseverancia propias de la brújula: no importa cuántas
veces la gires, tuerzas y retuerzas, siempre te dirá cuál es el norte. Las emociones son la
brújula que muestra nuestra verdad. Cuando estés perdido, cerrá los ojos y si lográs
conectarte con tus emociones, el camino aparecerá. Recordá que el camino hacia nuestros
objetivos está señalizado por dentro, no por fuera. No es lo que papá, mamá o la sociedad
quiere para nosotros, es lo que dicta tu corazón. Y es preciso escuchar ese mensaje y darle
forma con los recursos de los que disponemos.
De esta manera las emociones tienen una doble función: son pura energía (combustible
del alma) y son una señal que nos provee valiosísima información existencial.
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Al ser las emociones un valioso recurso de información, nos ayudan a tomar decisiones.
Las emociones desagradables o por muchos autores llamadas “negativas” (a mi criterio,
erróneamente, pues son juzgadas sólo por su condición de dolorosas o displacenteras), son
valiosas y estupendas señales que alertan acerca de un problema en particular, y su
función es llamar tu atención para que hagas algo al respecto. Pero también constituyen
un aumento energético que tiene por objeto preparar a la persona para resolver tal
vi
problema . De esta manera, las emociones displacenteras no sólo nos brindan información
de una necesidad insatisfecha, sino que también nos proveen de energía para llevar a cabo
la acción necesaria para resolver el problema o satisfacer la necesidad.
No es lindo saber que debemos hacer algo difícil, pero debemos hacerlo. Las emociones
jamás son el problema, sino su alarma, una señal de que tenemos que entrar en acción.
Cierta vez me pasó tener que tomar una decisión difícil. Un par de amigos y yo
abrimos una consultora de recursos humanos en la que prestábamos servicios a
empresas. Al poco tiempo apareció la oportunidad tan deseada. Se trataba de
un cliente que nos contrataba para realizar la logística de una seguidilla de
eventos tan importantes como redituables. Nos invadió entonces un entusiasmo
escalofriante que nos impedía decir “no” a cualquier demanda del cliente. El caso es que a
medida que pasaba el tiempo yo veía cómo mis socios se entusiasmaban cada vez más y en
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mí sólo crecía el miedo, pues advertía algunas subrepciones. Este miedo venía a mí una y
otra vez. Es que esta grandísima “oportunidad” proyectaba una sombra de riesgos diez
veces mayor que me provocaba una intensa angustia cada vez que nos reuníamos a
planificar. Pero afortunadamente un día me animé a hacer lo que tanto postergaba: hacerle
caso a mis emociones y contarles a mis socios mis intuiciones, explicarles lo que sentía. Así
fue que tomé el toro por las astas y les fui sincero. Inmediatamente después de hacerlo
sobrevino en mí una impagable tranquilidad. Ellos, a su vez, me comprendieron y
disculparon. Afortunadamente para mi credibilidad y cordura, el tiempo confirmó aquellas
sospechas y nuestro cliente resultó ser un timador bárbaro.
Escuchar a nuestro corazón y hacer lo que creemos correcto suele ser difícil, pero sin lugar
a dudas es sano y liberador. Ahora bien, ¿qué emociones tengo que escuchar? Muchos
pueden afirmar que siguieron sus emociones y se metieron en problemas. Es que no todas
las emociones son una guía, e incluso hay algunas que te despistarán. Sí. Las emociones del
momento (un arranque de ira, por ejemplo) son más bien un impulso que sin dudas te
extraviará, mientras que aquellas emociones recurrentes que vienen a vos en estados
diversos o de calma sí son una guía. Ahí hay un mensaje que has de escuchar. La frase “Haz
lo que dicte tu corazón” mal interpretada puede meterte en problemas. Suena lindo, pero
basar tus decisiones en emociones pasajeras e intensas es un error. La intuición, en cambio,
es un mensaje sutil que viene en momentos de calma, por eso es conveniente prestarle
atención. Insisto, la idea es desestimar emociones pasajeras o del momento y considerar
aquellas estables y recurrentes. Si una y otra vez te sentís incómodo, o bien atraído por una
situación, es que ahí hay algo de lo que tenés que tomar conciencia y actuar. No todo es
racional, hay un saber verdadero en las intuiciones y emociones.
Desde un punto de vista biológico, las emociones son simplemente una sustancia química
en sangre que provoca cambios en el organismo. Estos cambios son variados: reacciones
vasomotoras, intestinales (diarrea), secretoras (sudoración, lagrimeo), renales (poliuria),
musculares lisas (espasmos), circulatorias (taquicardia, cambios tensionales), respiratorias
(taquipnea, disnea), descenso de la resistencia eléctrica de la piel (reflejo psicogalvánico),
etc. Muchas de estas respuestas son objetivables y se pueden registrar (poligrafía). Todos
estos signos son muy importantes, porque nos ayudan a reconocer qué tipo de emoción
vivenciamos. Desde una simple sonrisa hasta una lágrima, estos pequeños indicios nos
dicen mucho acerca del afecto que subyace.
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Todas las emociones son temporales, ninguna de ellas en sí misma dura por siempre. La
duración de una emoción depende de la idea a la cual esté asociada. Quien tienda a ver
el lado negativo de las cosas seguramente extenderá la tristeza o la nostalgia. Tampoco el
amor mismo dura por siempre, a menos que se lo mantenga vivo nutriéndolo. Veamos…
Esto es fácil de comprobar si recordás alguna vez que te diste un susto. Aunque
rápidamente descubrieras que la amenaza no era de temer, sentiste que tu corazón seguía
galopando y tus ojos seguían abiertos como huevos fritos. Esta sensación dura unos
instantes porque la adrenalina sigue dando vueltas por tu cuerpo, hasta que pasan esos 90
segundos.
5La reacción en cadena: la amígdala envía proyecciones al hipotálamo, encargado de la activación del sistema
nervioso autónomo; los núcleos reticulares, para incrementar los reflejos de vigilancia, paralización y escape/huida,
a los núcleos del nervio trigémino y facial para las expresiones de miedo, al área tegmental ventral, locus ceruleus, y
núcleo tegmental laterodorsal para la activación de neurotransmisores de dopamina,
noradrenalina y adrenalina.
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Seguramente sabrás que es frecuente que nos digan, cuando nos enojamos: “Contá hasta 10,
contá hasta 100 que así te vas a tranquilizar”. Esto es para darle tiempo a nuestro cuerpo de
que se “desintoxique” del cóctel químico en sangre propio del enojo. También es eficaz tomar
distancia dando una pequeña caminata, beber agua, respirar varias veces profundo y pausado
o hacer cualquier cosa que te desvíe el foco de atención del motivo del enojo. Pero si por el
contrario seguimos haciendo foco en lo que nos enoja, renovamos la emoción. Así hay quienes
dicen “Ok, voy a contar hasta cien”, pero mientras cuentan dicen “1, 2, 3… Es un maldito, 6, 7…
Cómo pudo hacerme esto… 9, 10, 11… Pero quién se ha creído este… 14, 15… Seguramente lo
hizo a propósito… 19, 20, 21… Siempre me hace lo mismo, 25, 26… Cuando lo vea lo ahorco…”,
y así continúan. Entonces, ¿qué está haciendo la persona al contar así? Su foco se mantiene en
lo mismo, y continúa dándole a la amígdala un motivo para que siga segregando la misma
sustancia. Entonces la emoción queda “atrapada en un bucle de pensamiento recursivo” y
sigue renovándose por sí misma, alargándose su duración natural, pues sigue asociada al
mismo pensamiento. Entonces esos 90 segundos se transforman en una cuenta de
90”+90”+90”+90”… Esto es lo que en psicología se llama “rumiación mental”. La persona sigue
dándole vueltas a una misma idea una y otra vez, con el correlato emocional correspondiente.
Está comprobado que quien padece depresión tiene una propensión a pensar en forma
pesimista, lo que renueva emociones de tristeza o desesperanza, extendiendo estos 90
segundos. Lo mismo con el enojo crónico, que se condice con un hábito de pensamiento
crítico y negativo; o con la felicidad, cuyo secreto es pensar en lo que se tiene y ser
agradecido por ello. Así, la gratitud es un estado mental que genera felicidad. Por esto es
que en psicología decimos “Todo aquello a lo que le prestes atención, crece”.
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Seguramente me dirás que en medio del enojo, el miedo o la angustia no te fue posible
dormir, tampoco comprender un texto. Quizá leíste varias hojas como un autómata, pero
no entendiste nada. A la mayoría de las personas se nos corta el apetito con esas
emociones (sin embargo una minoría aprendió a canalizarlas mediante la ingesta de
comida). Lo que trato de mostrarte es que bajo el estado de emociones displacenteras hay
ciertas conductas que son biológicamente imposibles de llevar a cabo. Concentrarte en lo
que estudiás, dormir, conducir un auto, reír, tener una buena performance en un deporte,
comer y digerir son actividades imposibles o muy difíciles de realizar en dicho estado. Esto
se debe a que la sustancia en sangre propia de la emoción activa ciertos sistemas en el
cuerpo, a la vez que desactiva otros. Por ejemplo, en medio del miedo se activa el sistema
simpático, que acelera el corazón, dilata los bronquios, contrae las arterias e inhibe el
aparato digestivo, preparando al organismo para reaccionar con todos sus recursos ante la
situación de estrés. Mientras que emociones como placer, felicidad, alegría, alivio, dicha,
deleite, satisfacción, tranquilidad, amor, permiten el ingreso a escena del sistema
parasimpático. Éste se encarga de mantener al cuerpo en situaciones normales y de
producir los efectos opuestos del simpático, preparando al organismo para la
alimentación, la digestión, la reconstitución celular (autorreparación) y el reposo.
Emociones como miedo, enojo, vergüenza, pánico o angustia –es decir, cualquier
emoción displacentera– además de impedirte estudiar, ser habilidoso, recordar y demás
conductas deseadas, disminuyen tu salud física ya que activan el sistema simpático, que
6
tiene un efecto inmunosupresor
En este sentido un científico chileno de primer nivel mundial llamado Humberto Maturana
ix
define las emociones como “disposiciones corporales que determinan dominios de acción” .
Dice el autor que cuando una emoción cambia, cambia también el dominio de acción, y da el
siguiente ejemplo. Al llegar a la oficina uno declara que piensa pedir un aumento de
6El sistema simpático fuerza al organismo a una actuación de “lucha o huida” a la vez que desactiva el sistema
parasimpático que permite la digestión y el reposo (teoría del ahorro de recursos). Las consecuencias a largo plazo
del estrés, debidas en parte a la inmunosupresión, no parecen justificar los beneficios de la inhibición inmunitaria a
corto plazo. Lo cierto es que en la actualidad no conocemos la finalidad -si es que la tiene- de la
inmunosupresión.
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sueldo al jefe, pero la secretaria amiga dice “No le pidas nada hoy porque está enojado y
no va a darte nada”. Todos sabemos que esto es así: bajo el enojo, “sí” es una palabra poco
dicha. Dicho de otra manera, bajo el dominio de acción del enojo la conducta de conceder
el aumento no es posible.
Esta es la razón por la cual todos tenemos esos días en los que “todo nos sale mal” y esos
otros en los que “todo nos sale bien”. Mientras que las emociones displacenteras nos ponen
en Modo Defensa, que es una plataforma emocional que nos prepara para huir o
defendernos, pero deshabilita las funciones de descanso, digestión, inmunología, sexo,
memoria, creatividad, reconstitución celular, entre otras.
El día en que sentís que todo va mal estás bajo el dominio de acción de emociones como
enojo, miedo, vergüenza, etc., es decir, estás en Modo Defensa, en simpaticotonía.
Mientras que cuando te sentís un ganador y todo va bien, estás bajo el dominio de acción
de emociones que permiten que las cosas fluyan y tus proyectos prosperen. Podrás
estudiar, reflexionar, recordar, tener relaciones sexuales, comer, reír, bailar, cantar, hacer
deporte en forma habilidosa, estar atento y elocuente, etc. Este es el Modo Creativo,
caracterizado por un equilibrio entre el sistema simpático y el parasimpático.
Así como las emociones afectan las funciones mencionadas arriba, también afectan el
modo en que pensamos. Está comprobado científicamente que la tristeza nos hace
proclives a ver el lado negativo de las cosas –lo que, como vimos antes, genera más
tristeza. El enojo nos impide concentrarnos en la solución de los problemas, y a veces nos
lleva a malinterpretar actitudes. El amor suprime el pensamiento crítico, haciendo que
todo sea “color de rosas”. Por eso se dice que el amor es ciego.
Nuestro desempeño (alto o bajo) depende de esa misma sustancia de la emoción que
segregó la amígdala. En el caso del enojo, por ejemplo, su sustancia química en sangre pone al
cuerpo en modo defensa. Es decir, la emoción enojo pone al cuerpo en un estado de
preparación para defenderse. Bajo ese dominio de acción, como vimos, es biológicamente
imposible dormir, estudiar o comer, porque tu cuerpo está preparado para la defensa. Esto no
es nada nuevo, ya a principios de siglo un fisiólogo llamado Walter Cannon estudió este tipo
x
de respuesta de emergencia y acuñó el nombre de “reacción de lucha o huida” , por ahí
también conocida como “respuesta lucha-huída-parálisis”. Los médicos, en especial los
endocrinólogos saben muy bien el efecto de estas sustancias sobre el cuerpo. Ante el enojo,
siguiendo con nuestro ejemplo, a nivel biológico se activa una parte del Sistema
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En resumidas cuentas dicha emoción prepara tu cuerpo para defenderse o huir, pero
sólo para ello. Te prepara únicamente para defenderte físicamente pero te “discapacita”
para otras actividades como son estudiar, comprender, actividad sexual, disfrutar, estar
creativo, recordar, etc.
Por otro lado, estas conductas adaptativas de dormir, estudiar, comer, comprender,
recordar, estar creativo, atento, dispuesto para lo sexual, etc. serán biológicamente
posibles cuando exista una equilibrada activación de la otra mitad del sistema nervioso
central: el sistema parasimpático. El funcionamiento del parasimpático está dirigido a
conservar y restablecer la energía. Así regula y activa el sistema digestivo, inmunológico,
sexual, el encargado de regular el sueño, la creatividad, la memoria, etc. El parasimpático
te habilita a que duermas y descanses, que estés creativo, que te relajes, asimiles los
nutrientes de las comidas, se regeneren células, rías, disfrutes, se active el sistema
inmunológico, estés atento, etc.
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estamos llamando modo creativo, produce una atención más amplia, mayor pensamiento
creativo y holístico. En contraste, el mal humor o modo defensa, atención estrecha, mayor
pensamiento crítico y analítico. Dice que cuando uno está en modo defensa o de mal
humor tiene mayor conciencia de “qué-anduvo-mal-aquí”, mientras que cuando uno está
en modo creativo se tiene mayor conciencia de “qué-está-bien-aquí”. Peor aún, cuando
xiii
estás en modo defensa vuelves defensivamente a lo que ya conoces siguiendo órdenes.
Creo que no está de más aclarar que ambos modos, defensa y creativo, no son ni
correctos ni erróneos, sino que esto depende de las circunstancias. Ante una situación de
emergencia, el modo defensa es definitivamente adaptativo, mientras que para la vida y
desafíos cotidianos, que es la mayor parte del tiempo, el modo creativo es mejor.
Modo Defensa
Entonces ¿qué pasa cuando estoy en modo defensa? Mi sistema parasimpático está inactivo –
o eclipsado por un elevado funcionamiento del simpático-, por lo tanto no va a funcionar
adecuadamente ninguno de los sistemas que este regula –el inmunológico, sueño, digestión,
actividad sexual, creatividad, memoria, etc.- Es decir no voy a poder dormir ni descansar,
tampoco hacer la digestión ni absorber los nutrientes de los alimentos, no me sentiré dispuesto
para la actividad sexual y mi sistema inmune no estará funcionando. Entonces ¿qué pasa si no
puedo elaborar una estrategia que me saque de esa situación que percibo como amenazante?
Voy a continuar en modo defensa con un predominio del funcionamiento simpático por sobre
el parasimpático. Es decir, con el sistema inmune deprimido, mi corazón va a seguir acelerado y
cada una de las células de mi cuerpo va a percibir esa disarmonía. A las claras está que si sigo
así por mucho tiempo ¡voy a enfermar! El estrés propio del modo defensa puede contribuir,
directa o indirectamente, a la aparición de trastornos generales o específicos del cuerpo y de la
mente.
A medio plazo, este estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo y puede
producir diversas patologías. Los episodios cortos o infrecuentes de estrés representan poco
riesgo, aunque pudiendo ser altos, por ejemplo, un paro cardíaco. Pero cuando las situaciones
estresantes se suceden sin resolución, el cuerpo permanece en un estado constante de alerta,
lo cual aumenta la tasa de desgaste fisiológico que conlleva a la fatiga o el daño físico, y la
capacidad del cuerpo para recuperarse y defenderse se puede ver seriamente comprometida.
Como resultado, aumenta el riesgo de lesión o enfermedad. Esta es la razón de por qué las
personas se enferman con mayor frecuencia cuando están
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muy estresados: sus sistemas inmunológicos no están funcionando debido a que están en
modo defensa. En este sentido es sólida y numerosa la evidencia científica que sustenta el
xiv
efecto de los estados emocionales sobre la salud.
Esta es la razón, como veremos en forma específica más adelante, de por qué si te
mantenés en modo defensa no vas a tener una buena performance en el deporte, estudio,
relaciones sociales, salud, etc. Todos tus recursos están al servicio de la defensa y no
donde quisieras. Pero el problema es que la mayoría de los peligros de la vida actual, no
son reales, sino simbólicos. La mayoría de los problemas que percibimos no son peligros
que atenten contra nuestra vida en forma directa, es decir, no son reales ni actuales. Son
una creación mental –a veces fundada pero muchas más infundadas- en la que nos
anticipamos al problema en sí y nos ponemos innecesariamente en modo defensa.
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Obviamente esta es una falla de nuestro cuerpo, donde la amígdala no discrimina el tipo
de peligro, en el sentido de si es real o fantaseado, de modo que segrega igualmente las
sustancias del miedo que activan el modo defensa. Este funcionamiento puede
interpretarse como un remanente de la evolución filogenética (evolución de la especie a lo
largo de millones de años). Esta fue una respuesta adaptativa cuando fuimos alguna
especie de primate, pero hoy, en medio de la civilización y con la mayoría de los
depredadores animales en el zoológico y en extinción desgraciadamente, ya no lo es.
La buena noticia es que podemos educar las emociones, ya que al ser las emociones una
respuesta a un pensamiento, podemos entrenar la amígdala para que no sea sensible ante
circunstancias en las que no necesitamos ponernos en modo defensa. Pero esto será tema
del próximo capítulo, por ahora sigamos entendiendo cómo funciona el modo defensa.
El modo defensa es activado por aquellas emociones que son displacenteras de vivenciar.
El enojo, vergüenza, culpa, miedo, tristeza, disgusto, envidia, ansiedad, angustia, entre
otras, te ponen en modo defensa. Todas las emociones displacenteras, si bien son distintas
y brindan información específica, tienen en común que te están informando de que algo
anda mal o de la presencia de alguna amenaza, lo que en la mayoría de los casos y si no
educaste tus emociones, activa automáticamente dicho modo.
En relación a los sistemas que activan a nivel corporal las emociones, un científico chileno
de reconocimiento mundial, llamado Humberto Maturana sostiene que las emociones son
xv
“disposiciones corporales que determinan dominios de acción”. Esta es una definición
que me encanta porque explica muy bien cómo bajo ciertos estados emocionales estarás
imposibilitado a realizar ciertas acciones, puesto que son condiciones biológicas o
dominios de acción.
del sueño, la creatividad, etc. Entonces bajo la “disposición corporal” del enojo estoy en un
“dominio de acción (modo defensa)” que me impide por ejemplo dormir, reflexionar con
claridad o estar creativo. Sin embargo, insisto en que para algunas actividades puede ser
bueno estar en modo defensa. Por ejemplo en ciertos deportes de alto impacto como es
el boxeo o el rugby, que requieren de tu fuerza física y del óptimo funcionamiento de tus
reflejos, es bueno estar en modo defensa. También puede representar una respuesta
adaptativa en casos extremos en los que requieres una dosis adicional de fuerza, como
sería el caso de tener que actuar ante el rescate de una persona o para defenderte o huir
de un ladrón. En estos casos seguramente será útil que tu corazón se mantenga al galope
utilizando tu máxima capacidad pulmonar con los bronquios dilatados. Pero insisto, para la
mayoría de las actividades que desempeña un ciudadano promedio en el siglo XXI, el modo
defensa no es adaptativo.
Modo Creativo
La amígdala también segrega emociones que activan el modo creativo. El modo creativo
es un dominio de acción que te permite disponer de todos tus recursos para invertirlos en
aquello que ocupe el foco de tu atención, es decir, en las actividades voluntarias. En este
modo, disponés de todos tus recursos corporales estando habilitado para tener una alta
7
performance en lo que sea que te desempeñes
7Claro que una alta performance depende de habilidades adquiridas, pero aquí estamos hablando de alto
desempeño en la medida justa de tus habilidades. Es incuestionable que una vez adquiridas las habilidades
podrás tener una alta performance sólo si te mantienes en modo creativo.
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La otra cara de esta moneda dice que el realizar actividades que no son de tu agrado te
dejará exhausto al poco tiempo. ¿Por qué? Porque al hacer algo que te desagrada, te
pondrás en modo defensa, estarás regañando y enojado por una tarea que te es
desagradable o repulsiva, lo que te insume mucha energía en temblores, palpitaciones,
respiración agitada, tensión muscular, etc. sin considerar que seguramente tendrás que
hacer cada cosa un par de veces, puesto que seguramente tu desempeño se verá
empobrecido al punto de cometer muchos errores y olvidos.
Sub-modo Relax
Un sub-modo del modo creativo es el modo relax. El modo relax es un estado en el que
como su nombre lo indica, estamos muy relajados. Se da un marcado predominio del
sistema parasimpático por sobre el simpático y la conducta en este estado será la de
relajación, somnolencia, sueño o sueño profundo. A nivel corporal habrá una disminución
del ritmo cardíaco que permitirá conciliar el sueño y descansar.
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El modo relax es óptimo para cumplir con algunas funciones corporales irremplazables
destinadas a mantenernos sanos, como son el descanso y recuperar energías. Cuando
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estamos en modo relax, el arousal -o nivel de activación cerebral-, es tan bajo que no
habrá lugar para un alto desempeño. Podemos entrar en este modo si algo nos parece
muy aburrido o muy poco desafiante o interesante y nuestro desempeño no será elevado.
Por ejemplo, en este sub-modo no será posible llevar a cabo el aprendizaje ni sostener la
concentración para actividades que así lo requieran. De modo que no podremos acicatear
el pensamiento reflexivo ni desarrollar hábilmente actividades físicas, artísticas, de
estudio, fuerza, ni nada prácticamente. A este sub-modo se puede entrar por cansancio,
aburrimiento o también por alguna distracción o pérdida de concentración súbita.
Curva de desempeño
10
Nivel de 9
arousal
(activaci 8
ón)
7
6
5
4
3
2
1
0
0 1
8Arousal: Nivel de activación cerebral. Implica tanto el ritmo de los procesos cerebrales como el nivel general
de atención frente a los estímulos del medio y está regulado por el sistema de activación reticular. Puede variar
desde un nivel de sobre-activación, como en el caso de emociones intensas o de estados de alerta, hasta un
nivel atencional óptimo para la acción intencional, o hasta niveles de infra-activación, como en el caso de
estados de relajación o de sueño.
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PENSAMIENTOS
Lo que activa el modo creativo o defensa son sólo dos cosas: los pensamientos y
cómo utilizás tu cuerpo (las acciones).
En este capítulo nos ocuparemos de los pensamientos, en tanto cómo y por qué generan
emociones. Quizá te parezca raro que las emociones sean provocadas por los
pensamientos, ya que la mayoría de las personas consideran que son los acontecimientos
los que gatillan una respuesta emocional. Pero en realidad no es así, son los pensamientos
los que principalmente las originan porque es a travez de ellos que interpretamos cada
acontecimiento en la vida. Insisto, nunca es el entorno, las circunstancias o los eventos en
la vida los que pueden “hacerte sentir” de tal modo, sino el el significado que le das –es el
cómo los interpretamos-. Las emociones encuentran su origen en el mundo de los
significados y pensamientos.
Pero, ¿qué es un pensamiento? ¿dónde está? ¡Quiero entenderlo en detalle! Todos hablan
de pesnamientos pero en el mudno de la psicología todo es tan abstracto e inmaterial que
de momento surgen algunos malos entendidos.
La respuesta es muy simple, se trata de algo tan cotidiano que pasó inadvertida por
mucho tiempo. Cada pensamiento está en lo que te decís a vos mismo. Podes “detectar”
un pensamiento en tu autodiálogo, porque cada vez que pensás, estás hablando con vos
mismo.
El 90 % de la comunicación que tenemos los seres humanos, es con nosotros mismos, sólo el
10 % se da con el afuera. Sí, leíste bien, la mayor parte del tiempo nos la pasamos charlando
con nosotros mismos inmersos en nuestros pensamientos. Desde que te levantás hasta que te
acostás hablás con vos mismo. Por ejemplo apenas te despertás podés pensar “me levanto o
sigo durmiendo un momento más… no, mejor me levanto porque tengo que
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aprovechar para enviar unos mails antes de empezar a trabajar”. Y así cada cosa que
pensás es una especie de monólogo interno. El autodiálogo es una realidad científica, un
hecho fáctico que fue descripto por muchos autores que le dieron sendos nombres. Lo
podrás encontrar por discurso o monólogo interno, rumiación mental, estilo explicativo,
charla cerebral, etc.
Pongamos un ejemplo: Te estás por subir a una montaña rusa y mientras estás haciendo la
fila esperando tu turno para ingresar al carro, escuchas a alguien que en la fila dice que
esta montaña rusa es “un peligro”. Asegura que no recibió el mantenimiento de rutina por
mucho tiempo, ya que este parque de juegos está atravesando una crisis económica
devastadora. El caso es que si pensás que esta persona tiene razón y te decís a vos mismo
“la verad que sí, este parque de juegos está en bastante mal estado” es muy probable que
le otorgues credibilidad a sus palabras y te pongas en modo defensa, y cuando te subas a
esa montaña rusa, seguramente no podrás disfrutar nada. Harás todo el recorrido
escuchando los sonidos del crujir y rechinar de las ruedas de metal contra el riel esperando
el “inminente” momento del descarrilamiento, todo esto en un estado panicoso. Lo que
cuenta aquí es que, independientemente de –la realidad- si la montaña rusa está en
buenas condiciones o no; si lo que te decís a vos mismo te lo tomás en serio, es decir, si le
otorgás credibilidad a tu autodiálogo, tu amígdala obedecerá segregando las sustancias del
modo defensa. A la amígdala no le importa si lo que te decís es real, fantaseado, cierto o
falso; sólo considera si vos lo creés y luego segrega el cóctel químico que te pondrá en
modo defensa o creativo.
En este sentido, todos los seres humanos siempre, nos guste o no, tenemos a alguien
que tiene el poder de influir y determinar nuestras decisiones. Todos tenemos ese alguien
que puede alentarnos y motivarnos como criticarnos hasta desmoralizarnos… ese alguien
siempre es ¡uno mismo! Nadie te susurra al oído ni siquiera una mínima porción de lo que
lo haces vos con vos mismo. Como es tu autodiálogo será tu estado emocional.
Vamos a hacer un pequeño experimento para que veas que los pensamientos -o
autodiálogo- producen una emoción en forma instantánea.
Supongamos que una madre otorga permiso a su hijo adolescente para salir por primera vez
a una fiesta. Ambos se ponen de acuerdo que volverá de la fiesta a la una de la mañana. El
muchacho lleva un celular por si algo le pasa o si necesita algo, él pueda comunicarse con su
madre y viceversa. Pero, a la una de la mañana el joven no aparece, ni tampoco a la una y
media, de modo que su madre preocupada llama al celular de su hijo para ver cómo está,
pero el celular le da apagado. Se hacen las dos y tampoco aparece. Las dos y media, sin
novedades aún. Ya son las tres de la mañana y la madre continúa sin noticias de su hijo. La
pregunta es, ¿qué crees que siente esta mujer? Cuando hago esta pregunta en los talleres
surgen respuestas muy interesantes. Hay quienes inmediatamente responden: bronca,
indignación, preocupación, desesperación, miedo, angustia, entre otras. Ante la misma
circunstancia cada cual siente emociones distintas ¿cómo es posible? El secreto está en saber
qué piensa cada uno para sentir esto. Los que responden bronca e indignación, en general
aducen que a los adolescentes no les importa nada y que siempre hacen lo que quieren. Se
imaginan que el adolescente a propósito apagó el celular y siguió de fiesta. Los
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que sienten preocupación, miedo o desesperación piensan que le pudo haber pasado algo
malo. De hecho exteriorizan sus autodiálogos diciendo “y si está internado en el hospital por
un accidente” o “le pueden haber robado todo, incluso el celular, por eso no responde…
pobre le pueden haber propinado una golpiza”.
Lo que intento poner en evidencia en este punto es que dependiendo de lo que te decís a
vos mismo va a determinar cómo te vas a sentir. Fijate, el hecho fáctico es el mismo tanto
para los que sienten enojo como miedo: el joven se fue a una fiesta y dos horas más tarde,
aun no regresa. No estoy sugiriendo que esté bien pensar una cosa o la otra, sólo que los
pensamientos generan emociones en forma instantánea; basta con las suposiciones que
hacemos para sentir un estado emocional u otro. Dicho sea de paso, hacemos suposiciones
gran parte del tiempo. Hay quienes me dicen “bueno Lucas, pero si tu hijo nunca cumple
con lo que dice y siempre que sale llega a la hora que se le canta, cómo querés que no me
enoje si sé que sigue de jarana”. Está bien, yo no cuestiono de dónde sacaste vos esa
creencia, no cuestiono si es fundada o infundada, lo que digo es que dependiendo de
dónde esté el foco de tu atención va a ser como te vas a sentir. Entonces si creés o te
imaginás que está en algo indebido, te vas a enojar; pero si pensás que le pasó algo malo, te
vas a angustiar.
Con este autodiálogo ahora la mujer pasó del enojo a la angustia, miedo o preocupación
profunda. Pero luego de unos minutos se dice a sí misma: “Pero qué le va a haber pasado
algo, si este es más vivo que todos, seguro está tomando unos tragos con los holgazanes de
sus amigos”, entonces vuelve a enojarse. Si más tarde vuelve a pensar que pudo haberle
pasado algo, seguro volverá a la angustia y así sucesivamente. Independientemente de la
realidad, lo que va pensando va originando sus emociones.
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Cada instante estamos evaluando las circunstancias que nos rodean. Por ejemplo si
entrás a un café, en cuestión de décimas de segundos realizás varias evaluaciones -que la
mayoría pasarán inadvertidas-. Lo primero que sentís quizá sea un aroma a café, el que
será evaluado y clasificado en agradable/desagradable. Luego la temperatura, el volumen
de la música del lugar, cuando te sentás la confortabilidad de la silla, el aspecto del mesero,
su actitud solícito/despectivo, cuando te traen el café lo clasificarás también, pudiendo
resultarte muy caliente, caliente, justo, tibio, frio, una porquería; su sabor: fuerte, suave,
perfecto, aguachento, etc. A cada segundo nuestro cerebro procesa grandísimas
cantidades de información que proviene de los sentidos externos y propioceptivos. Ahora
bien, mientras la evaluación arroje resultados que no excedan el rango de lo normal, no
llamará tu atención y todo ello pasará generalmente en forma inadvertida. Pero si algo sale
del rango de la normalidad, sea por bueno o malo, irrumpirá automáticamente un
autodiálogo en tus pensamientos que te hará consciente de la situación. Por ejemplo
podés decirte “que calor que hace aquí”, “que molesto que es este barullo”, etc. a lo que
inmediatamente tu cuerpo reaccionará segregando alguna emoción. Si la clasificación se
destaca por positiva, la emoción será placentera poniéndote en modo creativo, elevando
tu nivel motivacional; pero si la evaluación se destaca por negativa, la emoción será
displacentera haciéndote ingresar en modo defensa.
“evaluamos de manera tan constante que, prácticamente, no nos damos cuenta de ello.
Es como respirar. Esta valoración, en definitiva, busca determinar si los eventos son
“buenos” o “malos” para nosotros, “beneficiosos” o “perjudiciales”. Pues bien, esta
xix
valoración es crucial para nuestra salud mental”.
Santandreu postula que la evaluación que realizamos de todo está en una línea que
contiene todas las graduaciones posibles para clasificar algo. Es muy interesante el hecho
de que según sea la clasificación que hagamos será cómo nos sentiremos y
consecuentemente, de esta valoración dependerá nuestro nivel de fortaleza o de
vulnerabilidad. Las diferentes graduaciones dentro de la línea de evaluación pueden ser
prácticamente infinitas –bueno, un poquito mejor, muy bueno, un poco mejor y así
sucesivamente- pero lo que nos interesa son los extremos establecidos por terrible y
excelente.
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Línea de Evaluación
El problema es cuando clasificamos algo de “terrible”, peor aun cuando nos habituamos a
hacerlo, porque con esta clasificación nos sentimos muy mal, nos ponemos en un
profundo modo defensa (con todos sus efectos). Esta clasificación de terrible en términos
cognitivos, dice Santandreu, es equivalente a decir: 1) No puedo ser feliz, 2) Esto nunca
debería haber sucedido y 3) No lo puedo soportar. Mientras que el otro extremo de
excelente en la línea de evaluación significa: “Voy a ser feliz para siempre”.
Lo interesante de todo esto es que existe una plena correspondencia entre el modo de
clasificar los hechos y la intensidad de la emoción que produce. Es decir, a mayor gravedad que
le atribuyo a un hecho, mayor la intensidad de la emoción, pudiendo pasar de vivenciar
emociones displacenteras pero sanas, a emociones malsanas cuando estoy muy enojado,
deprimido, en estado panicoso, etc. De igual modo puedo hacer una clasificación de un
determinado acontecimiento como muy positivo y sentirme en consecuencia. El siguiente
gráfico indica la correspondencia entre la “Línea de evaluación” con la “Línea emocional”.
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El problema es que hay quienes tienen una particular facilidad para clasificar todo lo que les
sucede o podría sucederles como terrible, ¡y se sienten en consecuencia! Estas son las
personas más vulnerables emocionalmente ya que se ponen en modo defensa casi por
todo, casi constantemente. Dicho autor sostiene que la madre de todos los trastornos es la
“terribilitis”. Habla de esa particular devoción por tremendizar o terribilizar todo,
destacando que lo que está trastocado es el criterio de evaluación. Utilizan demasiado las
altas graduaciones negativas. Recordemos que según la evaluación que hagamos de los
hechos será como nos sentiremos. En la línea de evaluación el rango más utilizado por estas
las personas que sufren “terribilitis” o que se toman todo a la tremenda, se vería más o
menos así:
Es increíble el punto al que pueden llegar las creencias y pensamientos para generar
infelicidad (o felicidad). Muchos de mis consultantes quedan enredados en dificultades
cotidianas que luego los llevan a depresiones o estados de ira casi constante. Todos
tenemos dificultades o momentos difíciles en la vida, pero es la forma en que los
decodificas o interpretas lo que va a marcar la diferencia. Por decir, tienen una dificultad
con el trabajo o la pareja, y se dicen a sí mismos “esto no me puede estar pasando a mí”,
“no puedo ser tan débil y ponerme mal por esto”, “jamás voy a perdonar que me hayan
hecho eso”, etc. Entonces, con este tipo de autodiálogo terribilizador se toman todo a mal
sientiéndose en consecuencia lógicamente.
Afortunadamente existen también aquellos quienes casi nunca se enojan. Son personas
que siempre tienen una sonrisa y son buena onda. Casi por todo se alegran y jamás
terribilizan. Se mantienen en modo creativo la mayor parte del tiempo. Se les rompe el
auto y dicen “bueno, una caminata no me viene mal” y aunque lleguen tarde al trabajo se
dicen “no es el fin del mundo, al menos voy a llegar”. Buscan la forma de volver a la calma
casi invariablemente.
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Los pensamientos son expresiones directas de algo que es más estable: las creencias o
paradigmas. Es simple, lo que cada uno dice y se dice a sí mismo es manifestación de su
sistema de creencias. Debido a que los pensamientos suelen transformase en hábitos, las
emociones también. Hete aquí que el secreto está en detectar nuestros hábitos de
pensamiento o autodiálogo para develar las estructuras que subyacen, las creencias. De
este modo podremos profundizar lo suficiente y así cambiar los estados emocionales.
Una definición que me gusta de las creencias es “certeza que se tiene acerca de
determinadas personas, cosas, ideas, experiencias, etc. asociada a un carga emocional,
xx
que en gran medida es inconsciente”.
Las creencias son muy poderosas, pudiendo ser el fin o el origen del bienestar y desgracias.
Pueden limitarnos e impedir alcanzar objetivos como empoderarnos para alcanzar lo que
muchos creen imposible. En el mundo de la psicología tenemos una forma muy didáctica
para explicarlo. Las creencias o paradigmas son llamados “mapas” ya que guían y orientan
nuestras acciones. Representan el territorio, pero no son la realidad misma. Puede
parecerte raro pero los seres humanos no nos relacionamos con la realidad, sino con lo que
creemos que existe. Solemos decir que vivimos en nuestro mapa, pero el mapa no es el
territorio así como tampoco el menú no es la comida. De este modo, las creencias
determinan todo lo que ves del mundo circundante y cómo lo ves.
Imaginate por un momento que vas en tu auto con GPS, pero el mapa que tiene
incorporado no coincide con el de la ciudad en la que estás transitando. Por ejemplo,
digamos que estas en la provincia de Tucumán, pero el mapa que tiene el software del
dispositivo es de Entre Ríos. ¡Menuda desorientación! Cada metro que avances, cada curva
que dobles el GPS irá incesante –leer con voz de computadora intransigente- “recalculando,
doble a la izquierda… Recalculando, en la próxima curva tome a su derecha, a 200 metros
en la rotonda doble a la izquierda” y vos mirás por el parabrisas buscando lo que te indica el
GPS pero no hay ninguna rotonda. Decime, ¿cómo la vas a pasar con esa orientación?
¿Creés que vas a llegar a destino con ese GPS? Claro que la vas a pasar muy mal y no vas a llegar a
ningún lado. Esto es más o menos lo que pasa cuando una persona tiene paradigmas que no se
adecúan a la realidad. Tendrá una voz interna –como la del GPS- que prácticamente la volverá loca,
porque le estará dando instrucciones erróneas constantemente.
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Siempre tenemos algunos aspectos de nuestros paradigmas que no se condicen con la realidad
en que estamos. Cuando el mapa difiere poco con el territorio no representa mayor problema,
pero el problema se da cundo las diferencias son grandes. Hay quienes tienen creencias
totalmente distintas a la realidad, entonces están convencidos de que el mundo debería ser de
otro modo. Sus EXPECTATIVAS de cómo deben ser los amigos, parejas, trabajos, policías, curas,
médicos, psicólogos, etc. son muy distintas de cómo es la realidad, entonces viven
frustrándose constantemente por un “GPS que tiene un mapa muy imperfecto”. Y en lugar de
revisar sus mapas y actualizarlos, se enojan con el mundo porque no es como dicen sus
creencias. En otras palabras, intentan forjar la realidad de ese momento en lo que establecen
sus mapas, en lugar de intentar adaptar el mapa al territorio. Imagínate un cartógrafo que diga
“saquen esa montaña de ahí porque no figura en el mapa”. ¡Qué locura! Lo correcto en este
caso sería modificar el mapa, jamás el territorio.
Albert Ellis, sostiene que la ira la creamos nosotros mismos filosóficamente, en el sentido
xxi
de que recurrimos a pensamientos absolutistas y autoritarios. Afirma que ninguna
experiencia o circunstancia tiene un valor establecido per se, sino que somos nosotros los
que la enjuiciamos o clasificamos de buena o mala según nuestro sistema de creencias. El
problema es cuando esas creencias se alejan mucho de cómo es la realidad. Todos los “yo
debería” y “el mundo o los demás deberían” como dogmas imperativos son generadores
de emociones malsanas, tanto respecto de nosotros mismos –cuando te enojás con vos
mismo- o de los demás, cuando esperas demasiado de los demás. Ellis enfatiza que las
emociones son una consecuencia de los pensamientos. Dice, “Tras haber hablado con
miles de personas con distintos niveles de perturbación emocional, aún no hemos
encontrado a una sola que no sea responsable de crear, con sus dardos verbales
xxii
autopunitivos, gran parte de sus innecesarias perturbaciones emocional”.
El mismo Sigmund Freud marcó la diferencia entre los conceptos “realidad” y “realidad
psicológica”. Resulta que él en el tratamiento psicoanalítico que hacía con sus pacientes
descubrió en varios casos que la descripción de las vivencias “traumáticas” que hacían de
sus infancias, no coincidía con lo que realmente había acontecido. De modo que algunos,
vivían tristes por un pasado que nunca tuvo lugar en la realidad, sino que sólo pertenecía a
sus realidades psicológicas. Se dio cuenta también que cuando somos niños, nos falta
mucha información o no podemos llegar a comprender muchas situaciones de adultos, ante
lo que llenamos esos baches de ignorancia con construcciones mentales. De modo que
fuimos creando nuestro pasado acomodando y encajando recuerdos de la mejor manera
posible con la información disponible y una capacidad de comprensión inmadura –sólo por
la condición de niños-. Así, creamos nuestras propias creencias o realidades psicológicas, las
que posteriormente generan emociones. El caso es que estas realidades al ser construidos
desde la mirada del pequeño ojo de la cerradura de nuestras infancias, suele estar bastante
distorsionada. Esto de realidades psicológicas es lo que hoy en día llamamos en PNL
9
(Programación Neuro Lingüística) programaciones mentales.
El problema, como habrás podido advertir, es que casi en la totalidad de los casos somos
inconscientes del proceso creación de esta realidad psicológica o programación mental.
Pocas veces somos conscientes de nuestras creencias o de la manera en que pensamos.
Frases como “los habitantes de tal región son unos vagos, son fríos, especuladores, etc.”
llevan implícito el “siempre” o “todos”. Lo curioso de esto es que aunque desde mi
razonamiento no lo crea del todo así, estas creencias subyacen a nuestras conductas.
Tienen muchísima influencia en mi conducta y en la génesis de mis emociones. Así, según
nuestras creencias vamos haciendo interpretaciones de cuanta cosa pasa, haciendo
suposiciones y endilgando responsabilidades –en muchos casos injustamente tanto a
terceros como a nosotros mismos- que después provocan emociones malsanas, en algunos
casos. En otras palabras, el modo en que vamos dibujando nuestros mapas mentales no es
10
riguroso, es más bien impreciso, pero en general somos ignorantes de ello
9Si bien pueden existir pequeñas diferencias de significado, a los efectos de este texto doy por equivalentes los
conceptos de paradigmas, mapas mentales, realidad psicológica, sistema de creencias y valores. Por otro lado,
quiero aclarar que en términos neurológicos una creencia es una red neuronal.
10 Por esto es tan importante que los adultos acompañen a los niños con explicaciones moderadoras de la
realidad. Eso les ayuda en el proceso de programación mental o construcción de mapas.
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El caso es que estos mapas mentales (o creencias) son los responsables de nuestras
emociones y comportamientos, porque determinan cómo decodificamos y clasificamos lo
que nos pasa.
ACCIÓN
Por otro lado es importante mencionar que el ejercicio físico estimula la secreción de
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Cuando una persona está constantemente en modo defensa, sea por angustia crónica,
depresión, fobia, ansiedad, etc. desde mi rol como psicólogo me ocupo de ver qué está
pasando en su vida, considerando especialmente cuál es la lectura que hace de los hechos.
Me ocupo de provocar cambios estructurales en su sistema y de abordar las creencias que
tiene respecto de su situación. Pero llegados a este punto existe cierta dificultad que, en
general, puede ser superada mediante la actividad física. En estados de depresión o
angustia profundos –Modo defensa profundo o casi en un secuestro emocional- las
capacidades de reflexión, pensamiento positivo y busca de soluciones están prácticamente
embargadas. De modo que trabajar únicamente desde lo cognitivo puede servir, pero en
mi experiencia, lleva más tiempo.
Como vimos, cuando uno está muy triste por ejemplo, tiene una facilidad a ver el lado
negativo a las cosas y mira el futuro desesperanzadamente lo que se convierte en un circuito
autoperpetrador de la tristeza. De modo que puedo insistir y reflexionar sobre las estrategias a
seguir, pero si la persona está por demás negativista quizá los esfuerzos sean en vano. Para
corregir errores cognitivos (modificar la manera de pensar) y hacer que la semilla del
optimismo caiga en suelo fértil es necesario preparar el terreno, y suelo hacerlo mediante el
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ejercicio físico o en casos agudos con derivación y atención psiquiátrica. Al igual que la
medicación psiquiátrica, la actividad física produce un cambio casi inmediato –
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de una a cuatro semanas- en el ánimo de la persona, de modo que una vez que está de
mejor humor, se abre una ventana en el tiempo para trabajar lo cognitivo. Es ese el
momento en que podrá apreciar las oportunidades y recurso que tiene como persona,
considerando esperanzadamente cambiar. Al ingresar en un modo creativo, aunque más
no sea por unas horas, estará bajo un dominio de acción que lo habilitará a tener
conductas y pensamientos distintos a los que lo llevaron al problema.
Las teorías sistémicas –a cuyo enfoque adhiero por completo- y la teoría del caos nos
enseñaron que pequeños cambios pueden generar grandes cambios, y en mi opinión, nuca
ocurrió otra cosa. Soy testigo de cómo pequeñas acciones permiten que ingresen nuevas bolas
al bolillero. Para todos los casos de trastornos del estado de ánimo, se trate de angustia,
depresión, fobias, suelo prescribir dentro de lo posible ejercicio físico. Esto, combinado con el
trabajo psicoterapéutico, en mi experiencia siempre ha sido muy productivo, casi diría
milagroso. Los resultados positivos se precipitan antes de lo esperado, tan rápido como se
comprometan con entrar en acción y mover el cuerpo. Estoy convencido que el ejercicio físico
es una excelente forma de mantenernos en modo creativo.
“Winning starts with beginning” (El ganar empieza con un comienzo) Anónimo
Siempre recomiendo que la gente practique yoga guiados por especialistas. El controlar la
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Los científicos en estos días están encontrando que tanto la enfermedad como la salud, la
vitalidad y como la depresión son elecciones. Si bien no podemos elegir directamente
estar sanos o enfermar, podemos elegir conductas que nos llevan a esos estados. Si bien
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estos estados son una elección, no siempre representan una elección consciente. Cada
conducta que elegimos tiene sus consecuencias sobre la salud en el futuro. Por ello
considero de trascendental importancia promocionar la salud con el trabajo que hacemos
al educar a los niños. Este es uno de los ejes centrales en mi libro “Cómo ayudar a los
niños de hoy”, resaltando la idea de que según elijamos nuestro presente serán los estados
de salud o enfermedad que obtendremos, tanto en nosotros, los adultos, como en los
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niños, y en ellos, nuestra sociedad en su conjunto.
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Cfr. SELIGMAN, Martin E. P., Learned Optimism, How to change your mind and your life, Unated State of America,
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denominado “La prueba del Bombón” también es llamado “Test del Malvavisco".
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