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Diplomatura en Educación Emocional.

Instituto de Extensión UNVM

BLOQUE TEMÁTICO I

Introducción a la Educación
Emocional
A

LUCAS J. J. MALAISI

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Diplomatura en Educación Emocional. Instituto de Extensión UNVM

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………………………………………………………….3

INTELIGENCIA EMOCIONAL
Reseña histórica de la Inteligencia Emocional……………………………………………………………………….…….….....5
¿Qué es la Inteligencia Emocional? ……………………………………………………………………………………………. . .……7
Coeficiente Emocional y Coeficiente Intelectual…………………………………………………………………………..….. 10
Inteligencia Social …………………………………………………………………………………………………………………..…….…..10
Integralidad…………………………………………………………………………………………………………………….………..………. 13
Importancia de la Inteligencia Emocional en la vida: “La prueba del Bombón"……………………..……..…… 14

EDUCACIÓN EMOCIONAL.
¿Qué es la Educación Emocional?...........................................................................................................16
¿En qué consiste la estrategia educativa de la Educación Emocional?...................................................19
¿Cómo implementar la Educación Emocional en la escuela?..................................................................20
¿A quiénes capacitar para desarrollar las habilidades emocionales?......................................................20

EMOCIONES.
¿Qué son las emociones?........................................................................................................................ 21
Emociones: energía inagotable.................................................................................................................22
Emociones: señales existenciales..............................................................................................................23
Toma de decisiones: ¿qué emociones me guían y cuáles me extravían?.................................................24
Biología de las emociones.........................................................................................................................25
Duración de las emociones........................................................................................................................26
Efecto de las emociones en el desempeño................................................................................................28
El interruptor On/Off: Modo defensa o Modo creativo.............................................................................29
Modo Defensa............................................................................................................................................33
Modo Creativo............................................................................................................................................34
Sub-modo Relax.........................................................................................................................................36

PENSAMIENTOS
Autodiálogo: expresión directa de los pensamientos.................................................................................39
Autodiálogo: generador instantáneo de emociones...................................................................................41
Evaluamos y clasificamos permanentemente.............................................................................................43
Creencias: GPS Interno….............................................................................................................................46

ACCIÓN
Un abordaje holístico: pensamiento y acción...............................................................................................50
Beneficios de entrar en acción.....................................................................................................................51

BIBILIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………………………………………………………….…..53

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INTRODUCCIÓN

Desafortunadamente en la actualidad nos toca ser testigos de diversos y profundos


problemas sociales: conductas violentas, delictivas, suicidas, promiscuas, adictivas,
depresivas, entre tantas otras, que proliferan como parte de una realidad que ya no es ajena
a casi ningún rincón de este planeta. Por mencionar algunos indicadores, en Argentina puede
decirse que las tasas de suicidio de adolescentes han aumentado, como también lo hizo el
consumo de drogas y alcohol. La iniciación sexual sucede a edades cada vez más tempranas.
Existe una creciente cantidad de adolescentes con problemas de conducta severos (Trastorno
Negativista Desafiante y Trastorno Disocial del Comportamiento IV). Se ha registrado un
aumento de la depresión infanto-juvenil, y un preocupante inicio de la sintomatología a
edades cada vez más tempranas. También se observan casos de niños con angustia crónica.
En el ámbito educativo los índices de repitencia y abandono escolar son muy altos, aunque
los datos oficiales no lo expresen. Por si fuera poco, la fragmentación familiar, la
desintegración de las redes de apoyo comunitario, la urbanización, la implacable inseguridad
social, la indefensión aprendida, la inestabilidad económica, la inequidad, la marginación y la
discriminación social, la sobreexposición a la violencia gráfica y a las tecnologías
deshumanizantes, las condiciones de hacinamiento, etc., son causa y efecto de este
pernicioso círculo vicioso, que a su vez se combina con cambios valórico-culturales que
fomentan el consumismo, el individualismo, el materialismo, el hedonismo, la masificación,
la frivolidad, la búsqueda del placer inmediato y el culto de la imagen, haciendo cada vez más
difícil una adaptación saludable de jóvenes y adultos a este medio hostil, nuestro mundo
actual. Así, en un delicado entramado de innumerables variables interconectadas e
interdependientes que afectan a las sociedades, pululan nefastas e impensadas
problemáticas de una complejidad creciente (Ver material complementario). En este
contexto te invito que reflexionemos lo siguiente: ¿realmente los jóvenes transgreden más
límites que antes? ¿O es que no tienen consignas ni límites claros? Si prestás atención a los
cambios visibles y comportamentales que describí, vas a darte cuenta que es una cuestión
nuestra, de los adultos, que estamos fallando como autoridad (guías) y no estamos
estableciendo ni sosteniendo –sobre todo esto último– consignas claras. Los chicos sólo
actúan en consecuencia nuestra.

El contexto en el que se enseñan y practican las habilidades emocionales es de vital


importancia, tanto como las habilidades mismas. Si queremos brindar una Educación
Emocional que les permita a los alumnos adquirir las destrezas para reconocer, expresar y
gestionar sus emociones, no podemos subestimar la importancia del clima educativo.
Estudios al respecto indican que los niños, en la etapa de la escuela primaria, se ven
particularmente influidos por la relación que establecen con los adultos de su
establecimiento, especialmente sus maestros. Por tanto, otro aspecto a trabajar en las es-
cuelas es el de las relaciones interpersonales. Para ello es necesario brindar talleres sobre
trabajo en equipo, comunicación, resolución de problemas, etc.

1 MALAISI, Lucas Javier Juan. Cómo ayudar a los niños de hoy, Educación Emocional, Argentina, San Juan, Editorial
Educación Emocional Argentina, Segunda Edición, 2011
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Vemos claramente un contexto sin precedentes (¿adverso?) y difícil para el niño,


quien por otro lado en medio de tales situaciones carece de espacios de desarrollo de
capacidades emocionales que permitan un sano crecimiento personal acorde a los tiempos
que corren. Estoy seguro de que ningún lector es ajeno a estos problemas que mencioné,
como tampoco de que requieren sin más rodeos ni postergaciones de nuestro trabajo y
compromiso para su pronta resolución. Entonces la pregunta fundante de este trabajo es:
¿qué podemos hacer para ayudar a los niños y jóvenes de hoy a ser más felices y
saludables? Yo propongo que hagamos Educación Emocional en las escuelas. Como vimos,
cada vez son menos las familias que brindan a los niños apoyo y saberes para la vida,
entonces la escuela pasa a ser un lugar crucial donde brindar enseñanzas sociales y
emocionales en forma sistematizada, sostenida y con fundamento científico, tanto a niños y
adolescentes como a los mismos padres y docentes. No quiero decir que la escuela por sí
sola pueda remplazar a todas las instituciones sociales, menos aún a la familia, pero dado
que prácticamente todos los niños concurren a ella, ofrece un ámbito seguro y propicio
donde podemos brindar lecciones básicas de cómo transitar por la vida de una manera más
segura y saludable. No nos olvidemos de que, en sus raíces, el objetivo de la educación es la
formación integral del hombre y la mujer para que se realicen como personas, a partir del
desarrollo de sus capacidades para elaborar sus propios proyectos de vida.
Para averiguar si es importante o no aprender a manejar las emociones,
reflexionemos sobre las siguientes preguntas. En el día de hoy, como parte de tu rutina,
¿cuántas veces tuviste que sacar la raíz cuadrada de algún número? ¿Cuántas fechas de
acontecimientos históricos debiste recordar o cuántos conocimientos de biología te fueron
indispensables para mantener tu adaptación? Seguramente la respuesta a estas preguntas es
cero o cercana a cero. Pero si te pregunto: ¿cuántas veces debiste lidiar con una emoción en
lo que va del día?, no importa en el área en que te desempeñes ni dónde estés, seguramente
me dirás que muchas veces. El adquirir habilidades emocionales marca una gran diferencia
en la vida de las personas. El trabajo (ya sean negocios, manualidades, medicina, etc.), la vida
de pareja (donde lo que haga o deje de hacer el otro habitualmente tendrá un alto impacto
emocional en tu vida), el deporte, las artes (arquitectura, escultura, pintura, literatura, danza,
música, cine), en fin, todo lo que hagas está atravesado por lo emocional. No digo con esto
que no debamos trabajar lo académico, pero sí que el acento ya no debe recaer sólo allí, sino
también en lo social y lo emocional.
En el artículo onceavo, punto “b” de la Ley de Educación Nacional N° 26.206 de
Argentina se declara: “Garantizar una educación integral que desarrolle todas las
dimensiones de la persona y habilite tanto para el desempeño social y laboral como para el
acceso a estudios superiores”. Pregunto: ¿en qué asignatura se aborda en forma explícita lo
social, lo laboral y la preparación para el compromiso que requieren los estudios superiores?
En ninguna. La dimensión emocional es lo que motiva al ser humano, y la motivación es a su
vez la condición de la constancia que se requiere para la consecución de objetivos a largo
plazo y la realización de los sueños que tenemos en la vida. Para poder alcanzar estas metas
educativas necesitamos que los alumnos puedan encontrar los objetivos que aman y
conectarse con la energía de la pasión. En fin, para alcanzar todo esto es necesario crear un

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espacio en el que se acompañe a los niños en su autodescubrimiento.

Lawrence Shapiro afirma que anteriormente el interés estaba puesto en las


capacidades intelectuales de las personas, pero desde hace algunos años se ha comenzado a
pensar en lo que es llamado “capacidad emocional”, lo cual ha dado lugar al desarrollo del
concepto de Inteligencia Emocional. Nada menos que la OMS (Organización Mundial de la
Salud) hace en 1986 un comunicado a los sistemas educativos mundiales en el que propone
desarrollar las famosas “Habilidades para la vida” (Life skills). Luego, en 1993 elabora un
nuevo documento centrado en la educación (Life Skills Education in School), en el cual define
aquellas habilidades como “Capacidades para adoptar un comportamiento adaptativo y
positivo que permita a los individuos abordar con eficacia las exigencias y desafíos de la vida
cotidiana”. Luego, en 1998, en un glosario sobre promoción de la salud especifica la
necesidad de desarrollar en el ámbito educativo 10 habilidades para la vida, de las cuales al
menos 6 son habilidades emocionales en forma específica3. Estos documentos se basan en
una contundente e incuestionable evidencia científica de los beneficios de hacer Educación
Emocional. El grado en que los trastornos emocionales pueden interferir en la vida no es
ninguna novedad. Los chicos que se sienten ansiosos, enojados, atemorizados o deprimidos
no aprenden ni pueden desarrollarse sanamente. Son dificultades que pueden comenzar
inadvertidamente pero a medida que el niño se convierte en adolescente, puede que estas
conductas se exageren más o se transformen en otras nuevas tales como la promiscuidad, la
delincuencia o el abuso del alcohol y otras drogas. Podríamos continuar con la enumeración
de trastornos y complicaciones por las que atraviesan los niños, pero nuestros esfuerzos
deben concentrarse en un solo objetivo: el Cambio.

La mosca queda atrapada en la botella porque se empeña en tratar de salir por donde
no está el agujero. Repite esquemas de acción o soluciones intentadas sin tener éxito. En los
seres humanos, casi como en las moscas, romper estos esquemas de acción, repetitivos y
enquistados, requiere tener que vencer la resistencia al cambio. Como dije anteriormente, la
educación formal insiste una y otra vez en lo mismo: reformas centradas en lo cognitivo,
ignorando lo emocional. El hacer Educación Emocional es intentar un
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cambio en la manera de cambiar.

2 Las habilidades para la vida propuestas por la OMS son las siguientes (las subrayadas son habilidades emocionales):
1. Capacidad de tomar decisiones.
2. Habilidad para resolver problemas.
3. Capacidad de pensar en forma creativa.
4. Capacidad de pensar en forma crítica.
5. Habilidad para comunicarse en forma efectiva.
6. Habilidad para establecer y mantener relaciones interpersonales.
7. Conocimiento de sí mismo.
8. Capacidad para establecer empatía.
9. Capacidad para manejar las propias emociones.
10. Habilidad para manejar las tensiones y el estrés.
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INTELIGENCIA EMOCIONAL

Reseña histórica de la Inteligencia Emocional

El término Inteligencia Emocional fue acuñado en 1990 por los psicólogos Peter Salovey de la
Universidad de Harvard y John Mayer de la Universidad de New Hampshire. Se lo empleó
para describir las cualidades de personalidad que parecen tener importancia para el éxito.
Dentro de éstas pueden incluirse: la empatía, la expresión y comprensión de los
sentimientos, el control de nuestro genio, la independencia, la capacidad de adaptación, la
simpatía, la capacidad de resolver los problemas en forma interpersonal, la persistencia, la
cordialidad, la amabilidad y el respeto. Existen diferentes tipos de inteligencias. Howard
Gardner describió siete en su famosa tesis “Inteligencias Múltiples”: Inteligencia Lógico-
matemática. La utilizamos para resolver problemas de lógica y matemáticas. Se corresponde
con el modo de pensamiento del hemisferio izquierdo del cerebro, con un funcionamiento
lógico y con lo que nuestra cultura ha considerado siempre como la única inteligencia.
Inteligencia Lingüística. Es la que tienen en alto grado los buenos escritores, los poetas y los
buenos redactores. Utiliza ambos hemisferios cerebrales y está caracterizada por proveer al
individuo de una gran capacidad de abstracción. Inteligencia Espacial. Consiste en formar un
modelo mental del mundo en tres dimensiones. Es la inteligencia que tienen los marineros,
los ingenieros, los cirujanos, los escultores, los arquitectos y los decoradores. Inteligencia
Musical. Es, naturalmente, la de los cantantes, compositores, músicos y bailarines.
Inteligencia Corporal–kinestésica. Es la habilidad y capacidad de utilizar el propio cuerpo
para realizar actividades o resolver problemas. Se manifiesta a través de un elevado control
de los movimientos corporales que la persona realiza. Es la inteligencia de los deportistas, los
artesanos, los cirujanos y los bailarines. Inteligencia Intrapersonal. Es la que nos permite
entendernos a nosotros mismos. Describe la importante capacidad de reconocer los propios
estados afectivos y pensamientos. No está asociada a ninguna actividad concreta.
Inteligencia Interpersonal. Es la que nos permite entender a los demás y llevarnos bien con
la gente. La solemos encontrar en buenos vendedores, políticos populares, profesores y
terapeutas. En 1999, Gardner incluye un tipo de inteligencia más: la Inteligencia Espiritual.
La define como “la capacidad para situarse a sí mismo con respecto al cosmos y a los rasgos
existenciales de la condición humana, como es el significado de la vida y de la muerte”. Es la
habilidad para dar sentido o un significado adecuado a nuestros actos. Existen numerosas
definiciones para esta inteligencia. Otra de ellas es la postulada por Danah Zohar e Ian
Marshall, quienes la definen como “la inteligencia que nos permite afrontar y resolver
problemas de significados y valores, ver nuestra vida en un contexto más amplio y
significativo y al mismo tiempo determinar qué acción o camino es más valioso para nuestra
vida”. Consideran que la inteligencia espiritual está en todo nuestro Ser como una totalidad,
trabajando de manera armónica con la inteligencia racional y la inteligencia emocional.
Gardner enfatiza el hecho de que todas las inteligencias son igualmente importantes. El
problema es que el sistema escolar no las trata por igual y ha sobrevalorado las dos primeras
de la lista (la inteligencia lógico-matemática y la inteligencia lingüística), hasta el punto de
casi negar la existencia de las demás.

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Para Gardner es evidente que –sabiendo lo que sabemos sobre estilos de aprendizaje, tipos
de inteligencia y modalidades de enseñanza– es absurdo que sigamos insistiendo en que
todos nuestros alumnos aprendan de la misma manera. Una misma materia puede ser
presentada de formas muy diversas, de manera que se le permita al alumno asimilarla
partiendo de sus capacidades y aprovechando sus puntos fuertes. Sin duda tenemos que
plantearnos si una educación centrada en sólo dos tipos de inteligencia es la más adecuada
para preparar a nuestros alumnos para vivir en un mundo cada vez más complejo.

Del análisis de la inteligencia intrapersonal y la interpersonal surge la octava inteligencia, la


Inteligencia Emocional, y juntas determinan nuestra capacidad para dirigir nuestra propia
vida de manera satisfactoria.

¿Qué es la Inteligencia Emocional (IE)?

La palabra “inteligencia” proviene del latín intellegere (inter: entre, llegere: escoger), y
significa “saber escoger la mejor opción entre varias”. Frecuentemente se considera al que
sabe mucho, por ejemplo quien tiene títulos académicos o habla varios idiomas, como
alguien inteligente, pero esa no es la palabra que lo define. El que sabe mucho es intelectual,
quien elige bien es inteligente, mientras que quien alardea de lo que sabe es el
intelectualoide. Claro que el tener más conocimientos es una ventaja para elegir mejor, de
ahí la confusión entre inteligente e intelectual. En este sentido, tener a nuestra disposición
un buen registro de nuestras emociones es información que nos posiciona mejor para elegir.

La IE fue definida como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los
ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras
relaciones”. Su análisis arroja cinco habilidades emocionales que la componen:

Autoconocimiento. Se trata de reconocer los sentimientos mientras ocurren. Esto implica el


poder vivenciar las propias emociones, siendo capaces de identificarlas, nombrarlas o
simbolizarlas, es decir, ponerlas en palabras. Puede parecer simple, fácil y obvio, pero no
siempre lo es. Esta habilidad constituye la base de las siguientes habilidades de la IE. A me-
nudo las emociones displacenteras como tristeza, angustia, miedo, enojo, etc., son evitadas y
buscamos no anoticiarnos de ellas. La toma de conciencia de las emociones (escuchar los
mensajes que nos envía nuestro ser) y establecer contacto con el propio cuerpo parece cosa
sencilla, pero es algo que muchísimas personas relegan. El no poder expresar verbalmente
las emociones es llamado en psiquiatría “alexitimia”. Esta incapacidad impide expresar lo que
sentimos y atenuar tensiones, por lo que el organismo queda más expuesto, predisponiendo
a la aparición de síntomas psicosomáticos, entre otros. De esta manera, no identificar las
emociones es el común denominador de numerosas patologías físicas y psicológicas. El
hábito de expresar verbalmente las emociones es conocido como el “poder sanador de la
palabra”. Sanamos porque al tener recursos simbólicos para decir lo que sentimos, evitamos
exponer el cuerpo como vehículo de la emoción. Asimismo, el Autoconocimiento implica ser
conscientes de nuestro estado emocional y de nuestras ideas

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y pensamientos acerca de tal estado. Los pensamientos y las emociones están muy
relacionados, incluso hoy algunos científicos los consideran las dos caras de una misma
moneda. El modo en que percibimos las circunstancias afecta la manera en que nos sentimos
respecto de ellas, y cambiar el modo de percibirlas nos permite cambiar el modo de
sentirnos. Así, tener conocimiento de uno mismo no sólo implica saber qué sentimos, sino
también ser conscientes de los propios procesos de pensamiento (que quedan evidenciados
en el autodiálogo, lo que nos decimos a nosotros mismos). Es estar atentos a cómo
pensamos, lo cual nos permitirá evitar el llamado “secuestro emocional”. Muchas personas,
al no tomar conciencia de sus pensamientos y emociones, actúan sin control. Sienten como si
hubiesen perdido por completo el dominio de sus actos y se dejan llevar por el impulso
propio de la emoción. El conocer, comprender y poder reflexionar acerca de lo que sentimos
y pensamos nos da más libertad, en tanto podemos elegir si actuar o no y cómo. Es un meta
conocimiento, puesto que es un pensamiento acerca de los pensamientos desencadenados
por los propios sentimientos. Pero para desarrollar este eje es condición necesaria que la
persona primero conozca cada una de las emociones, es decir que aprenda un léxico
emocional. De este modo, cuando sienta la emoción podrá reconocerla y nombrarla.

Autorregulación. Luego de saber qué sentimos, gracias a la capacidad dada por el eje
precedente, podemos gestionar la emoción y elegir qué hacer con ella. La autorregulación
hace referencia a la capacidad de autodominio para sosegarnos, controlar y medir nuestras
reacciones, desintoxicándonos de la ira, por ejemplo, dejando de rumiar una y otra vez los
pensamientos que nos enojan. Muy por el contrario de lo que se piensa, el dar rienda suelta
a la ira es una de las peores formas de calmarla, dado que los estallidos de ira intensifican la
excitación. Es lo que yo llamo el “efecto tobogán” de la emoción: mientras más me embalo
en la descarga de una emoción, más difícil será frenarme después. Está establecido que la
mejor manera de calmar la ira es un diálogo tranquilizador con uno mismo, en donde se
reconoce la emoción y se establecen opciones saludables. Se trata de poder decirse a uno
mismo, por ejemplo, “Ahora estoy muy enojado”, y a partir de ello elegir un comportamiento
desintoxicador, como tomar una pausa y dar una caminata, beber agua, cambiar patrones de
respiración, distraernos con algo, posponer la conversación, buscar otras opciones, etc. En
este sentido, el ejercicio aeróbico al aire libre genera un cambio físico y de excitación que
favorece la salida del estado de depresión, como los ejercicios de relajación ayudan a
disminuir la ansiedad. Asimismo, practicar ejercicios de respiración pausada, meditación y
yoga son indiscutiblemente recursos muy útiles para calmarnos. Como veremos en el
capítulo de las emociones, la actividad física y los patrones de respiración pausados
disminuyen la actividad simpática y generan cambios en la composición química de la sangre,
lo cual permite disipar emociones displacenteras. El poder tolerar la frustración, aceptando
ciertos estados de ánimo, como la capacidad de hacer algo para cambiarlos, son habilidades
propias de la autorregulación emocional. También lo es la capacidad de expresar
adecuadamente las emociones según las circunstancias, es decir buscar el espacio, el
momento y el modo adecuados de hacerlo. Se trata de una capacidad de negociar con uno
mismo la mejor manera de expresar (jamás reprimir) la emoción, de calmarnos y tolerar los
estados afectivos, a la vez que nos permitimos pensar y reflexionar

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en medio de los afectos. El autodominio emocional no debe ser excesivo, al punto de sofocar
todos los sentimientos y la espontaneidad. De hecho, ese exceso de control tiene un costo
físico y mental. Las personas que sofocan sus sentimientos elevan su ritmo cardiaco en señal
de tensión aumentada. Cuando esa represión emocional se torna crónica puede dificultar el
pensamiento y el desempeño intelectual, además de impedir una fluida interacción social. En
contraste, la aptitud emocional implica poder “elegir la forma asertiva de expresar los
sentimientos, y actuar del modo más adecuado y auténtico posible”.

Automotivación. Este eje, también llamado aprovechamiento productivo de las emociones,


agrupa los rasgos de las personas entusiastas, persistentes, responsables, constantes,
decididas, etc. De la capacidad de motivarnos dependen, en gran medida, las posibilidades
de tener éxito en lo que hagamos. Como veremos en el capítulo siguiente, la motivación
proviene del aprovechamiento productivo de la energía que es propia de las emociones. Es
utilizar esta fuerza inagotable invirtiéndola en hacer aquello que nos guste. Es, también,
seguir las preferencias. Como ejemplo siempre digo: “Yo amo mi trabajo, por eso estoy
motivado a levantarme todos los días para salir a trabajar”. Obtengo de las emociones –en
este caso, del amor por lo que hago– la fuerza, la constancia, la persistencia y la energía que
se necesitan para lograr los objetivos; es por ello que es tan importante un adecuado registro
emocional. Asimismo, la motivación está relacionada con la autorregulación porque nos da la
fortaleza para tolerar frustraciones y levantarnos cuando caemos, lo que siempre está
presente en la consecución de objetivos a largo plazo. Empatía. Es la capacidad de reconocer
las emociones en las demás personas. La empatía halla sus raíces en el autoconocimiento
emocional: cuanto más abiertos estemos a nuestras propias emociones, más hábiles seremos
para interpretar las emociones de los demás. Es la habilidad para poder decodificar y
entender el mensaje analógico, o las señales no verbales: tono de voz, ademanes, gestos,
movimientos voluntarios e involuntarios, en fin, la expresión facial y corporal en su totalidad.
En su acepción etimológica, “empatía” deriva del griego y significa “sentir dentro”. Implica
una consideración por la otra persona y sus sentimientos. Está muy relacionada con el
altruismo, que es la actitud por la cual nos sacrificamos a nosotros mismos (en cuanto a
nuestro bienestar) a partir de un compadecer (padecer con el otro), en pos de un beneficio
ajeno. Esta habilidad permite captar las señales sociales que indican lo que otros necesitan.
Es muy importante para la vida profesional de las personas, dado que, por ejemplo, si
buscamos un aumento en el salario, más vale que se lo solicitemos al jefe un día en que esté
de buen humor y no uno en que esté enojado, pues más que un aumento podríamos obtener
un despido. Las personas con características psicopáticas no poseen desarrollada esta
capacidad. Al no poder comprender ni sentir con los demás, no hallan mayores dificultades
para infligir dolor al otro, no pudiendo reparar o evitar el sufrimiento ocasionado, pues no lo
perciben, por lo cual se oponen con esta característica a la persona altruista. Habilidades
sociales. Es el arte de manejar las emociones en las relaciones con los demás, habilidad que
determina nuestra capacidad de ser populares, líderes y lograr una eficacia interpersonal.
Implica la sincronía que existe con el otro y la capacidad de caer bien. Estudios efectuados en
el aula demuestran que cuanto mayor es la coordinación de movimientos entre profesor y
alumnos, más amigables, contentos, entusiasmados,

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interesados y sociables se muestran éstos mientras interactúan. Las habilidades sociales


comprenden destrezas de comunicación, seducción o agrado, carisma y capacidad para
intermediar y llegar a un acuerdo, además de la aptitud para negociar y resolver conflictos
interpersonales. Dice Goleman que una de las máximas expresiones de la habilidad social
está dada por la capacidad de aliviar las emociones de los demás cuando están alterados. El
poder enfrentarse a alguien que está en pleno ataque de ira y lograr tranquilizarlo es tal vez
la prueba más difícil. Esto es lo que se conoce como “alquimia emocional”: logramos
transformar una emoción en otra. Una estrategia eficaz podría ser distraer a la persona
furiosa, mostrar empatía con sus sentimientos y luego atraer su atención a un foco alter-
nativo, algo que le permita armonizar con una gama de sentimientos más positiva. En las
escuelas se puede observar en aquellos niños que resuelven los problemas de sus
compañeros o asumen el rol de pacificador o líder del curso.

Coeficiente Emocional y Coeficiente Intelectual (CE y CI)

Estas 5 habilidades emocionales constituyen los “colores primarios” de los que se constituye
la IE. El coeficiente emocional es poco medible. Esto se debe a que no podemos medir con
precisión rasgos sociales y de personalidad tales como la amabilidad, la confianza en uno
mismo, la empatía, el reconocimiento de las propias emociones o el respeto por los demás.
Tal vez podemos acordar a grandes rasgos si somos más o menos hábiles con las emociones,
pero no podremos especificarlo con exactitud. Sin embargo, aunque el CE no resulte
medible, es un concepto muy importante. A diferencia del CI, el CE no lleva una carga
genética tan marcada, lo cual permite que padres y educadores brinden oportunidades para
entrenar estas habilidades emocionales. Entonces el CE, si bien no puede medirse, puede
incrementarse marcadamente, pues la IE es aprendida, y si es aprendida es educable.

Inteligencia Social

El quinto eje constitutivo de la IE (Habilidades Sociales) coincide en su significado con lo que


es definido actualmente como Inteligencia Social (IS), anteriormente llamada inteligencia
inter-personal, según la tesis de las inteligencias múltiples de Gardner. A partir de tales
similitudes existe cierta controversia en considerar este eje como constitutivo de la IE o como
una inteligencia en sí misma. Sin embargo, la realidad ignora estas discusiones teóricas y
muestra la íntima relación que existe entre las habilidades sociales y las emocionales. Así, por
ejemplo, la timidez, que puede describirse como una cierta dificultad para socializar, lo cual
es propio del plano de la IS, puede tener sus raíces en la baja autoestima de la persona, que
opta por evitar desafíos. Esto es propio de un bajo CE, que no le permite un
autoconocimiento de sus habilidades y limitaciones ni la autorregulación de sus emociones.
De este modo, la IE está incidiendo en el desempeño social de la persona, condicionando la
IS. Entonces IE e IS están íntimamente relacionadas, al punto de que podemos considerarlas
una misma cosa vista desde ópticas distintas. Esta es la razón por la cual tal vez no sólo se
necesite aprender nuevas habilidades sociales para interactuar en sociedad sino también
revisar la propia autoestima y las emociones que dan a la persona la seguridad que necesita

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para interactuar. Al hablar de IS, en mi opinión, se especifica y delimita con mayor precisión
una serie de habilidades que ponen el acento en el comportamiento manifiesto de la
persona, en lugar de lo interno. IS es “La capacidad para llevarse bien con los demás y
conseguir que cooperen con vosotros” XIX. En los extremos de la IS podemos encontrar
comportamientos nutritivos y tóxicos. Los primeros hacen que los demás se sientan
valorados, capaces, queridos, respetados y apreciados. De este modo las personas con una
elevada IS resultan magnéticas para los otros; mientras que la gente con baja IS tiene
comportamientos tóxicos caracterizados por provocar que los demás se sientan devaluados,
inadecuados, intimidados, furiosos, frustrados o culpables, por lo cual resultan personas
antimagnéticas. En el siguiente cuadro se exponen algunos ejemplos de comportamientos
nutritivos y comportamientos tóxicos:

4 Confirmar es registrar que el otro existe, que es percibido, que es visto por nosotros, por tanto, que es incluido en nuestro mundo.
Existen distintos niveles confirmatorios.
5Este término significa subestimar o “calificar bajamente” al otro. Es desvalorizarlo, pero sin embargo percibirlo, pues se le otorga
existencia en tanto que para juzgarlo se lo tiene que ver. Es decir, se lo confirma, pero se lo subestima o descalifica.
6Este término, a diferencia del precedente, significa que la persona no percibe al otro. Lo ignora, dado que para él el otro “no existe”. Este
comportamiento interactivo es verdaderamente nocivo para la otra persona, desde una perspectiva psicológica, sobre todo cuando existe
alguna vinculación entre ambos sujetos.
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El tomar conciencia de esta clasificación de los comportamientos en tóxicos y nutritivos nos


permite autoevaluarnos en nuestras relaciones sociales para poder cambiar y aumentar
nuestra IS. De igual manera, podemos ayudar a que el alumno piense cómo es su
comportamiento y sus consecuencias en el plano social, con el objetivo de que cultive
comportamientos nutritivos para incrementar su magnetismo social.

La IS está constituida por cinco dimensiones o categorías de competencia según Karl


Albrecht:

1- Conciencia situacional. Se trata de una especie de “radar social” o capacidad de leer


situaciones e interpretar los comportamientos de las personas en esas situaciones. Implica
tener un conocimiento de patrones, paradigmas y reglas sociales y culturales, como también
un respetuoso interés en las demás personas sin estar centrado en uno mismo, de manera
que nos sea posible captar cómo está el ambiente. Las personas de características narcisistas
generalmente están centradas en sí mismas y no pueden darse cuenta de las necesidades de
los demás o de la pertinencia de determinados comportamientos y comentarios según el
contexto, porque no registran cómo pueden llegar a sentirse los demás. En cambio, aquellas
personas que tienen una adecuada conciencia situacional, si no conocen las reglas culturales
o propias del grupo en el que están, inicialmente se desenvuelven con precaución y cautela
hasta que devienen más conscientes de cómo comportarse adecuadamente en tal situación.

2- Presencia. Esta categoría implica un abanico de habilidades verbales y no verbales, la


propia apariencia, el respeto, los modales, el aspecto en general, la postura, la afabilidad, la
calidad de voz, los movimientos sutiles, la elocuencia, la expresión que uno lleva en el rostro,
etc. Todo un repertorio de señales que los demás procesan en una impresión evaluativa y
valorativa de la persona. En otras palabras, lo que se ha dado en llamar el “porte”. Como
escribió Saint Exupéry en su libro El Principito: “El astrónomo repitió una demostración en
1920, con un traje muy elegante. Y esta vez todo el mundo compartió su opinión”.

3- Autenticidad. Revela lo honesto, fiable y sincero que uno es con las personas y con uno
mismo en cualquier momento dado. Comportarse íntegra y auténticamente implica ser quien
uno es, tratando a las personas cara a cara y como dice Serrat, “llamando las cosas por su
nombre”. Esta dimensión es importantísima y queda en evidencia con el tiempo.

4- Claridad. Es la capacidad para expresarnos, ilustrar ideas, transmitir información y


explicarnos con claridad y precisión; articular adecuadamente nuestros puntos de vista y
cursos propuestos de acción y formular enunciados claros y precisos. Es una capacidad
relacionada con la didáctica que utilizamos para darnos a entender, de resumir conceptos
complejos en algo simple y entendible para todos. La claridad (en tanto podamos emitir
enunciados claros) facilita que los demás cooperen con nosotros.

5- Empatía. En el contexto de la IS la empatía implica un nivel de profundidad mayor,


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Diplomatura en Educación Emocional. Instituto de Extensión UNVM

definido como un sentimiento positivo entre dos personas, que da la sensación de conexión
que inspira a la gente a cooperar. Lograr esta conexión ayuda a que las personas se muevan
con y hacia nosotros. Empatía es lograr entre las personas un sentimiento de pertenencia o
vínculo, en el que se sabe qué siente el otro, favoreciendo el compromiso mutuo. Como
vimos, ambas inteligencias están íntimamente relacionadas. Como dije, la IE hace hincapié en
los aspectos internos de la persona, aunque tiene en cuenta también sus manifestaciones
externas como lo es su quinto eje de habilidades sociales; mientras que la IS acentúa los
aspectos externos, analizando cómo deben ser éstos para aumentar la cooperación y el
magnetismo entre las personas. Así, para dar otro ejemplo, podemos suponer que una
persona tiene un buen conocimiento de sí misma, empatía y una adecuada expresión de las
emociones, pero si no aprendió buenos modales su desempeño social será bajo.

Integralidad

Esta estrecha relación que existe entre IE e IS es la misma que existe entre las demás
inteligencias, puesto que en la realidad todas las inteligencias y demás habilidades de las
personas están íntimamente relacionadas entre sí, dado que somos seres integrales. Esto
significa que todas nuestras habilidades y capacidades son manifestación de un ser íntegro,
en tanto todas sus conductas provienen de un mismo substrato. Así, al propiciar una
estimulación en una de las inteligencias necesariamente producimos un cambio en todas las
demás. A su vez, la no estimulación de una de ellas provoca no sólo un retraso madurativo en
la misma inteligencia sino también en las demás. Afirma María P. Puerta que, por ejemplo, el
grado de autoestima que posee el niño determina su nivel de creatividad, en la medida en
que necesita disponer de la confianza en sí mismo para afrontar los retos que le plantea cada
acto creativo. De igual manera la autoestima es la condición para un adecuado
funcionamiento en todas las áreas en las que se manifieste el niño. Así, aquel niño que sea
estimulado en sus habilidades musicales incrementará su inteligencia musical, lo que
también favorecerá a aumentar su autoestima. Esto a su vez facilita que se sienta más seguro
en sus relaciones sociales, permitiéndole relacionarse con sus pares de manera más segura.
Probablemente acepte desafíos y se entregue dispuesto y seguro a tareas recreativas y
deportivas, desarrollando habilidades kinestésicas, que a su vez inciden sobre las demás por
la misma integralidad.
Podemos afirmar que estimular determinadas habilidades, cualesquiera sean,
favorece el desarrollo de las demás. La autonomía, la creatividad, la solidaridad, el respeto, la
felicidad, la salud, las habilidades intelectuales, sociales, emocionales, físicas, musicales,
lingüísticas, etc., están en íntima relación. Está comprobado que la estimulación de la
inteligencia musical produce un desarrollo intelectual de las demás inteligencias, debido a
que se desarrollan nuevos y diferentes circuitos neuronales que aumentan el repertorio de
recursos para dar respuesta a una situación determinada. Hablar, correr, descansar, pensar,
vivenciar una emoción son actos físicos, intelectuales, sociales, emocionales y espirituales al
mismo tiempo –como muchas otras actividades que realizamos– porque somos una
totalidad, que en ocasiones separamos sólo para su estudio y análisis, pero que en el mundo
real no puede dividirse. En efecto, recientes investigaciones proponen que pensamos con
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todo el cuerpo, sí, con todas las células de nuestro cuerpo. La concepción integral de la
persona implica vernos como una totalidad en la que en cada acción intervienen todas las
inteligencias y funciones de nuestro cuerpo, y el producto final es la conducta.

“Nada puedes enseñarle a un hombre, sólo puedes


ayudarlo a que lo descubra dentro de sí mismo” Galileo

Importancia de la Inteligencia Emocional en la vida: “La prueba del Bombón”

En Estados Unidos, hace unos cincuenta años se realizó un estudio longitudinal muy famoso
llamado “La prueba del Bombón”7, en el que se puso en evidencia la trascendental
importancia de la IE en la vida de las personas. Se trata de un experimento simple pero muy
revelador, que requirió más de 25 años para ser completado. Fue iniciado por el psicólogo
Walter Mischel en la década del sesenta en un jardín de infantes del campus de la
Universidad de Standford. Se trabajó con chicos de 4 años a quienes se les dio la siguiente
consigna: “Niños, si pueden esperar a que el maestro termine de hacer unas tareas, podrán
recibir dos bombones como recompensa. Los que no puedan –o no quieran– esperar, sólo
recibirán uno, pero de forma inmediata”. Esto sin lugar a dudas es una encrucijada que pone
a prueba el alma de cualquier criatura. ¡Qué no hacían para evitar tomar contacto con tal
tentación! Algunos se tapaban los ojos, otros hablaban solos, cantaban, contaban números,
jugaban con las manos y los pies e incluso algunos intentaron dormir. El caso es que unos se
comieron el bombón inmediatamente, mientras que otros valientes niños pudieron esperar
el cuarto de hora que le tomó al maestro terminar la “tarea”. Lo revelador de este
experimento no se observó en aquel momento sino unos catorce años más tarde, cuando se
comparó el desempeño de los niños que habían logrado comerse dos bombones con el
grupo que no había resistido la tentación y sólo accedió a uno. Los que habían esperado a los
4 años la gratificación de dos bombones eran adolescentes más competentes en el plano
social, obtenían calificaciones increíblemente más altas en lo académico y en el plano
personal eran más seguros de sí mismos y más capaces de enfrentarse a las frustraciones
propias de la vida. Eran más confiables, aceptaban los desafíos y procuraban resolverlos en
lugar de abandonarse. Tenían iniciativa y se comprometían en proyectos. Pero los resultados
del estudio no terminan aquí sino que, una década más tarde, pudo corroborarse que esos
niños (ahora adolescentes) todavía eran capaces de postergar la gratificación para alcanzar
sus objetivos. Por otro lado, no es menos significativo el que aproximadamente una tercera
parte de los que no habían controlado el impulso compartían características conflictivas.
Estos chicos, durante la adolescencia, mostraron mayor inclinación a ser tercos, a sentirse
fácilmente perturbados por las frustraciones, a considerarse a sí mismos malos o inútiles, a
quedar paralizados por el estrés y a ser desconfiados y resentidos. Inclusive luego de todos
esos años no podían postergar la gratificación en pos de objetivos o metas superiores.
Seguramente la actitud de los chicos del primer grupo fue sostenida a lo largo de sus vidas y,
como vimos, ellos tuvieron la capacidad de elegir un camino en el cual, si bien los esfuerzos
eran mayores, las recompensas también. Esta investigación muestra que la capacidad de

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postergar la gratificación –propia de la autorregulación– ayuda fuertemente al desarrollo de


la esfera intelectual, además de la social. Asimismo, estudios que se han hecho llevando a
cabo seguimientos de niños desde la edad preescolar hasta la adolescencia demuestran que
más de la mitad de aquellos que en los primeros grados son indisciplinados, incapaces de
llevarse bien con los demás niños, desobedientes con sus padres y resistentes a la autoridad
del docente, se transformarán en delincuentes durante los años de la adolescencia. El mismo
Sigmund Freud expuso mucho tiempo antes un concepto que describe lo observado en este
experimento. Según Freud existen personas que se rigen por el principio de placer, como hay
quienes lo hacen según el principio de realidad. En el principio de placer priman
motivaciones hedonistas cuyo lema es “evitar el displacer y procurar el placer”. Existe en este
principio un comportamiento infantil y caprichoso, pues no hay capacidad de espera ni de
tolerancia de la frustración que implica una dilación en la satisfacción del impulso. Podríamos
decir que aquellos niños que no pudieron posponer la gratificación y accedieron a ésta de
manera inmediata se rigen por el principio de placer. En cambio, en el principio de realidad
observamos que la búsqueda de la satisfacción ya no se efectúa siguiendo los caminos más
cortos, sino mediante rodeos, y se aplaza la satisfacción inmediata del impulso por una
gratificación más duradera. De este modo se asegura la satisfacción del impulso de manera
tardía pero más prolongada y verdadera, evaluando las posibilidades exteriores de
satisfacción. Ocurre que al cualificar un objetivo, la energía propia del deseo queda sujeta a
ese objetivo y nos da la motivación para soportar las dificultades que puedan sucederse
hasta alcanzarlo. Como bien dice la frase, “Es más fácil el cansancio cuando no hay un
objetivo”. O como decía Nietzsche: “Quien tiene algo por qué vivir es capaz de soportar
cualquier cómo”.

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EDUCACIÓN EMOCIONAL
¿Qué es la Educación Emocional?

La Educación Emocional es susceptible de ser definida desde varias perspectivas. Una de


ellas, considerando su causa final (a lo que apunta) sería:

“Una estrategia educativa de promoción de la salud que tiene por objetivo mejorar la
calidad de vida de las personas a partir del desarrollo de habilidades emocionales”.

Si nos focalizamos en las acciones y las personas implicadas, otra definición sería:

“Es el proceso de enseñanza de las habilidades emocionales mediante el acompañamiento


y apuntalamiento de la persona en el ejercicio y perfeccionamiento de las mismas”.

Es un proceso porque implica un tiempo (toda la vida, y no un día) y por otro lado, cambios
progresivos en la adquisición de dichas habilidades. Es una enseñanza, dado que se basa
en la transmisión de conocimientos y la corrección de lo erróneo (como los
comportamientos agresivos, impulsivos o desadaptativos).

Por habilidades emocionales entendemos los cinco ejes constitutivos de la Inteligencia


Emocional (autoconocimiento, autorregulación, empatía, motivación y habilidades sociales).

En cuanto al acompañamiento, se trata de la presencia de un “otro humano” que está junto a


quien aprende, compartiendo un cierto período de tiempo (no es un libro ni un transeúnte o la
persona mientras enseña y apuntala, puesto que reafirma los comportamientos adecuados.

Con el término “ejercicio” hago referencia a la importancia de que la persona ejercite


tales aprendizajes, ya que se trata de un entrenamiento en situación que nadie puede
hacer por nosotros.

Por último, la palabra “perfeccionamiento” hace referencia a la mejora continua de las


habilidades emocionales, proceso que no tiene fin, puesto que tal enseñanza puede
realizarse a lo largo de toda la vida y, por otro lado, no hay una llegada, ya que siempre
podemos mejorar e incrementar estas habilidades.

Nótese que en ambas definiciones se hace referencia a una estrategia educativa, no hablamos
de método terapéutico. No pretendemos abordar problemáticas para resolverlas
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o aliviarlas, ya que eso es del ámbito de los profesionales de la salud (psicólogos,


psicopedagogos, neurólogos, etc.).

La Educación Emocional busca adelantarse a los problemas, trabajando con las personas
sanas para mantenerlas sanas, fortaleciendo y esparciendo la salud en la población. Este
es el ámbito de profesionales de la educación que crean las condiciones necesarias para
adquirir y desarrollar habilidades emocionales y mejorar la calidad de vida de las personas.
En este sentido, la Psicología Positiva da cuenta que el desarrollo de fortalezas y virtudes
actúa a modo de barrera contra los trastornos psicológicos.

Por mi experiencia como terapeuta, considero que una de las formas más efectivas de
combatir la patología es “inyectar” salud en la persona. Además, a diferencia de las
estrategias para combatir la enfermedad, el desarrollo de habilidades que generan salud,
son auto-sostenidas, es decir, perduran en el tiempo.

Claro que quien tiene –llamémosle– un “problema” psicológico seguramente se


beneficiará de aprender a gestionar sanamente sus emociones. Sin embargo, quiero dejar
bien en claro que no es objetivo de la Educación Emocional abordar la patología de una
persona, sino dinamizar recursos en ella. En la práctica se hace difusa la línea divisoria
entre lo estrictamente educativo y lo terapéutico, pero al menos en la teoría quiero dejar
en claro sus alcances y limitaciones.

En el siguiente cuadro vemos los diferentes niveles de acciones de estrategias


de salud. La Educación Emocional está dentro de la promoción de la salud.

Estrategia
Niveles Definición ¿Quién la realiza?
de Salud A medida que
Docentes y subimos:
Acciones para mejorar y educadores. Medios
Promoción Promoción de de comunicación,
mantener la calidad de -Más
de la Salud la salud actores sociales y participación
vida y la salud.
E. demás agentes activa del
EMOCIONAL ¡No actúa sobre la multiplicadores. beneficiario de la
patología! estrategia.
-Mayor cantidad
de gente
beneficiada.
-Mejora la
calidad de vida.

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Conjunto de actividades Profesionales de la


que se realizan antes de salud pública.
Prevención Protección
que aparezca la Vacunación por
Primaria Específica
enfermedad, justamente personal médico y de
para que no aparezca. enfermería.
Detección 4
Diagnóstico precoz. Médicos
precoz
Prevención
Detección precoz.
Secundaria Limitación de
Epidemiología de una Médicos
la invalidez
población asintomática.
Tratamiento para curar o
paliar una enfermedad o A medida que
descendemos
Prevención Rehabilitación síntomas. Es elMédicos
aumenta la:
Terciaria restablecimiento de la -Complejidad
salud en el enfermo. de la
intervención
Acciones para evitar el (requiere
sobretratamiento, para personal muy
proteger a los pacientes capacitado).
-Costos
Prevención de nuevas Médicos y terapistas. monetarios
Cuaternaria intervenciones médicas y ¿Asesor espiritual? (excepto en la
cuaternaria).
para sugerirles
alternativas éticamente
aceptables.

Como podemos advertir en el cuadro, hacer promoción de la salud es más


amplio que prevenir la enfermedad, ya que se trata de mejorar la calidad de
vida en todo aspecto, fortaleciendo, esparciendo y manteniendo la salud.
Prevenir la enfermedad, en cambio, es una acción específica referida a una
patología en particular, con el objeto de evitarla o tratarla.

Otra diferencia fundamental es que hacer promoción de la salud es económico,


bajo en complejidad, participativo, actúa sobre la gran mayoría de la población y
deja un cambio sustentable. Por el contrario, la prevención de la enfermedad es
una estrategia costosa, compleja, pasiva para quien la recibe, específica, actúa
sobre una minoría (quienes padecen una patología) y no siempre es sustentable.
Ambas –promoción y prevención– son complementarias y necesarias. Pero, a mi
4 Médicos o el profesional de la salud que corresponda según la patología que se busca evitar: puede ser psicólogo, psicopedagogo u otro
profesional que trabaje para un diagnóstico precoz.
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juicio, lo que no se está haciendo seria ni sostenidamente es un programa de


promoción de la salud.
¿En qué consiste la estrategia educativa de la Educación Emocional?

Consta de dos ejes troncales: Desarrollo de las habilidades emocionales (lo


propuesto por la OMS) y Conocimiento de uno mismo (toma de conciencia y
valoración de la propia unicidad).

Desarrollo de las 5
Aspectos evaluables
habilidades emocionales
Educación Emocional
Aspectos autoevaluables
Conocimiento de
(no evaluables por un
uno mismo
educador)

Las HSE pueden ser medidas por un educador que evalúa.

Por ejemplo, puede observarse si un alumno reconoce sus emociones y tiene un léxico
emocional (autoconocimiento), si tiene tolerancia a la frustración, si expresa asertivamente
lo que siente (autorregulación) y reconoce lo que sienten los demás (empatía). Pero es
preciso hacer una aclaración muy importante: si bien un observador externo puede
evaluar si la persona tiene desarrollada la habilidad del autoconocimiento, no podrá
evaluar si ese autoconocimiento es correcto o incorrecto. Por dos razones: el observador
no está dentro de la persona para saber qué es lo que vivencia y, por otro lado, las
respuestas que dé la persona son únicas, ni correctas ni incorrectas. Es decir, que un niño
le tema a la oscuridad y a las arañas no está bien ni mal. Es una respuesta única que no
puede ser juzgada.

De este modo, es en el segundo eje troncal de la Educación Emocional (Conocimiento de


uno mismo), donde el educando se descubre y conoce a sí mismo, con todos sus intereses,
habilidades, limitaciones, recursos, vivencias, recuerdos, emociones, etc. no es evaluable
por la alteridad, sólo es autoevaluable.

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¿Cómo implementar la Educación Emocional en la escuela?

Ambos ejes troncales (desarrollo de las 5 habilidades emocionales + Conocimiento de uno


mismo) deben trabajarse transversalmente mediante las Modalidades de Trabajo y
verticalmente mediante las Técnicas.

Transversalmente Verticalmente
(En un 70-80 %) (En un 30-20 %)
Al estar presentes las emociones en Creando un espacio curricular para tal
todas las disciplinas, deben abordarse fin: asignatura Educación Emocional,
desde cada una de ellas: matemáticas, como así también un tiempo curricular
lengua, educación física, música, artes destinado al autoconocimiento y al
plásticas, etc. ejercicio de habilidades emocionales.

Mediante las modalidades de Mediante las Técnicas


trabajo
Riesgo: al suponer que se hace en
todas las asignaturas, puede que no se Riesgo: ninguno.
haga en ninguna.

¿A quiénes capacitar para desarrollar las habilidades emocionales?

Para llegar eficazmente a desarrollar la Inteligencia Emocional en niños y jóvenes, es


necesario un trabajo sistémico y sostenido en el tiempo, abordando los cuatro pilares
de la Educación Emocional:

1. Educación Emocional del Docente. Desarrollo de habilidades emocionales en el


educador, para que aprenda cómo gestionar sus emociones y cómo
automotivarse, considerando que es el modelo de los estudiantes.
2. Escuela para Padres. Desarrollo de habilidades emocionales en tutores y
conocimiento de claves para una crianza sana.
3. Educación Emocional en las Relaciones Interpersonales. Abordaje de las
dificultades a nivel organizacional (comunicación, trabajo en equipo, liderazgo,
etc.).
4. Educación Emocional de Educandos. Técnicas y modalidades de trabajo para
aplicar con niños y adolescentes en el aula (como contenido curricular y en
forma transversal).

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Diplomatura en Educación Emocional. Instituto de Extensión UNVM

Políticas educativas a nivel Docente


macro y cultura de una E. E. del Relaciones
sociedad. Educando Interpersonales en la
Organización
(En este nivel pretendemos influir
con la Ley de Educación Emocional)

Escuela para
Padres

Por detrás de estos cuatro pilares están las políticas educativas a nivel macro y la
cultura propia de una sociedad. Sobre este aspecto pretendemos influir mediante la
Ley de Educación Emocional (VER MATERIAL COMPLEMENTARIO)

EMOCIONES
¿Qué son las emociones?

Desde la psiquiatría clásica las emociones son definidas como afectos bruscos y agudos
desencadenados a partir de una percepción (externa o interna) o representación, y tienen
abundante correlación somática. Suelen ser poco duraderas, si bien hay notables
excepciones.

Yo las defino como estados psicobiológicos que brindan información y energía


3
existencial, y afectan profundamente el desempeño personal . Otra definición que me
gusta mucho es la propuesta por Enric Corbera desde la BioNeuroEmoción. Según esta
iv
filosofía las emociones son el vehículo que une el consciente con el inconsciente . Por ello
nos brindan información sobre cosas que tienen que ver con toda nuestra existencia –sea
pasada, presente o futura, relacionado con la intuición.

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Emociones: energía inagotable

Reflexionemos…

¿Qué sentís a nivel físico cuando estás enojado? ¿Qué pasa con tus músculos y los latidos
de tu corazón? ¿Notás cambios en tu piel y en los ritmos respiratorios? Y en la voz, ¿algún
cambio?

A nivel físico sentimos tensión muscular, taquicardia, aumento de la irrigación sanguínea


(piel colorada), aumento de la temperatura y de los ritmos respiratorio y cardíaco, entre
otros cambios. Con este simple experimento vemos que las emociones generan un
aumento de energía. No te extrañará que lo que acabás de descubrir coincida con el
significado etimológico de la palabra “emoción”, que proviene del latín y quiere decir
moción, movimiento, impulso que induce a la acción.

La emoción, entonces, motiva a la acción. Así, cuando estamos enamorados nos sentimos
motivados a hacer cualquier cosa por la persona que amamos. Del mismo modo, si
amamos o le damos un sentido a nuestro trabajo o un objetivo a cumplir, estamos
motivados para madrugar todos los días y salir a trabajar. También cuando odiamos algo o
a alguien estamos motivados para establecer un límite entre nosotros y aquello que nos
molesta, y hasta llegamos a buscar su destrucción. Asimismo, el miedo nos motiva a tomar
distancia de una situación temida, como la alegría o el placer nos inducen a repetir aquello
que nos produce dicha.

Todas las emociones son pura energía, excepto la tristeza que más bien nos la sustrae,
como veremos más adelante. En este sentido, Fritz Perls, un reconocido autor de
v
psicología, dice de las emociones: “son la fuerza básica que energiza toda nuestra acción” .
Son el motor del hombre que moviliza los medios para la satisfacción de las necesidades.
La persona que no toma conciencia de sus emociones pierde la oportunidad de
experimentar una fuente inagotable de energía (motivación).

Las emociones están en constante pujanza por ser liberadas o descargadas. Es por ello
que es tan importante que hallemos una forma de expresión adecuada para ellas, y mucho
mejor si las canalizamos productivamente beneficiándonos de su energía. Esto es nuestra
elección, y por tanto nuestra responsabilidad. Justamente de esto trata el tercer eje de la
IE, Auto-motivación, donde se busca utilizar la energía emocional en forma productiva

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Emociones: señales existenciales

Además de energía, las emociones son información auténtica. Para que veamos
claramente esto de la información voy a hacer otro experimento.

En general la mayoría de la información que recibimos proviene de los sentidos, pero


¿cuál de los cinco sentidos te dice que tu profesión, hobbie u oficio es el indicado para
vos? ¿Acaso es el olfato? ¿Huele bien tu profesión? ¿Es el gusto? ¿Tiene rico sabor lo que
hacés? ¿Es por la vista que te gustan tus actividades? ¿Textura suave o un sonido
agradable? Seguramente con cara de extrañado me dirás que no es por su olor, color,
sonido, ni por su sabor o textura que te gusta lo que hacés, sino porque simplemente te
hace sentir bien. Y esto lo sabés gracias a las emociones. Cuando sentís placer o amor, eso
que estás haciendo es lo tuyo. Pero cuando vienen en forma constante la angustia o el
miedo, tales emociones te advierten que estás en el camino errado.

¿Te acordás del secreto que le dijo el zorro al Principito? “No se ve bien si no es con el
corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. Lo esencial en tu vida no podrás percibirlo con
los sentidos, sino con las emociones. Por ello las emociones son el sexto sentido, el único
que te permite ver lo esencial. Te conectan con información existencial.

Para mí las emociones son como una brújula: algo mágico, un magnetismo invisible que
indica tu camino (un rumbo único para un ser único). Las emociones marcan lo importante
en tu vida y te dan la fuerza y perseverancia propias de la brújula: no importa cuántas
veces la gires, tuerzas y retuerzas, siempre te dirá cuál es el norte. Las emociones son la
brújula que muestra nuestra verdad. Cuando estés perdido, cerrá los ojos y si lográs
conectarte con tus emociones, el camino aparecerá. Recordá que el camino hacia nuestros
objetivos está señalizado por dentro, no por fuera. No es lo que papá, mamá o la sociedad
quiere para nosotros, es lo que dicta tu corazón. Y es preciso escuchar ese mensaje y darle
forma con los recursos de los que disponemos.

De esta manera las emociones tienen una doble función: son pura energía (combustible
del alma) y son una señal que nos provee valiosísima información existencial.

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Toma de decisiones: ¿qué emociones me guían y cuáles me extravían?

Al ser las emociones un valioso recurso de información, nos ayudan a tomar decisiones.
Las emociones desagradables o por muchos autores llamadas “negativas” (a mi criterio,
erróneamente, pues son juzgadas sólo por su condición de dolorosas o displacenteras), son
valiosas y estupendas señales que alertan acerca de un problema en particular, y su
función es llamar tu atención para que hagas algo al respecto. Pero también constituyen
un aumento energético que tiene por objeto preparar a la persona para resolver tal
vi
problema . De esta manera, las emociones displacenteras no sólo nos brindan información
de una necesidad insatisfecha, sino que también nos proveen de energía para llevar a cabo
la acción necesaria para resolver el problema o satisfacer la necesidad.

A menudo ciertas emociones dolorosas o socialmente inadecuadas –como el enojo por


ejemplo– son evitadas. Intentamos escaparnos de ellas o reprimirlas negando su existencia,
como si tales intentos pudieran lograr su extinción. Desgraciadamente no es así. Para que
las emociones dolorosas puedan ser disueltas debemos vivenciarlas y satisfacer la
necesidad que las mueve. La energía contenida en la emoción siempre es descargada, ya
sea en la forma que nosotros elijamos o en la que ellas encuentren, si es que intentamos
reprimirlas. Así, la ira, la ansiedad, el miedo, la depresión o cualquier emoción
displacentera, si se dan de manera intensa y prolongada, pueden aumentar la
vii
vulnerabilidad a la enfermedad, empeorar los síntomas o dificultar la recuperación . Como
explica Norberto Levi, ignorar las emociones sería como tapar en el tablero del auto la luz
roja que indica que no tenemos combustible, para así “nunca quedarnos sin reservas”.

No es lindo saber que debemos hacer algo difícil, pero debemos hacerlo. Las emociones
jamás son el problema, sino su alarma, una señal de que tenemos que entrar en acción.

Cierta vez me pasó tener que tomar una decisión difícil. Un par de amigos y yo
abrimos una consultora de recursos humanos en la que prestábamos servicios a
empresas. Al poco tiempo apareció la oportunidad tan deseada. Se trataba de
un cliente que nos contrataba para realizar la logística de una seguidilla de
eventos tan importantes como redituables. Nos invadió entonces un entusiasmo
escalofriante que nos impedía decir “no” a cualquier demanda del cliente. El caso es que a
medida que pasaba el tiempo yo veía cómo mis socios se entusiasmaban cada vez más y en

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mí sólo crecía el miedo, pues advertía algunas subrepciones. Este miedo venía a mí una y
otra vez. Es que esta grandísima “oportunidad” proyectaba una sombra de riesgos diez
veces mayor que me provocaba una intensa angustia cada vez que nos reuníamos a
planificar. Pero afortunadamente un día me animé a hacer lo que tanto postergaba: hacerle
caso a mis emociones y contarles a mis socios mis intuiciones, explicarles lo que sentía. Así
fue que tomé el toro por las astas y les fui sincero. Inmediatamente después de hacerlo
sobrevino en mí una impagable tranquilidad. Ellos, a su vez, me comprendieron y
disculparon. Afortunadamente para mi credibilidad y cordura, el tiempo confirmó aquellas
sospechas y nuestro cliente resultó ser un timador bárbaro.

Escuchar a nuestro corazón y hacer lo que creemos correcto suele ser difícil, pero sin lugar
a dudas es sano y liberador. Ahora bien, ¿qué emociones tengo que escuchar? Muchos
pueden afirmar que siguieron sus emociones y se metieron en problemas. Es que no todas
las emociones son una guía, e incluso hay algunas que te despistarán. Sí. Las emociones del
momento (un arranque de ira, por ejemplo) son más bien un impulso que sin dudas te
extraviará, mientras que aquellas emociones recurrentes que vienen a vos en estados
diversos o de calma sí son una guía. Ahí hay un mensaje que has de escuchar. La frase “Haz
lo que dicte tu corazón” mal interpretada puede meterte en problemas. Suena lindo, pero
basar tus decisiones en emociones pasajeras e intensas es un error. La intuición, en cambio,
es un mensaje sutil que viene en momentos de calma, por eso es conveniente prestarle
atención. Insisto, la idea es desestimar emociones pasajeras o del momento y considerar
aquellas estables y recurrentes. Si una y otra vez te sentís incómodo, o bien atraído por una
situación, es que ahí hay algo de lo que tenés que tomar conciencia y actuar. No todo es
racional, hay un saber verdadero en las intuiciones y emociones.

“El corazón tiene razones que la razón nunca entenderá” (Pascal)

Biología de las emociones

Desde un punto de vista biológico, las emociones son simplemente una sustancia química
en sangre que provoca cambios en el organismo. Estos cambios son variados: reacciones
vasomotoras, intestinales (diarrea), secretoras (sudoración, lagrimeo), renales (poliuria),
musculares lisas (espasmos), circulatorias (taquicardia, cambios tensionales), respiratorias
(taquipnea, disnea), descenso de la resistencia eléctrica de la piel (reflejo psicogalvánico),
etc. Muchas de estas respuestas son objetivables y se pueden registrar (poligrafía). Todos
estos signos son muy importantes, porque nos ayudan a reconocer qué tipo de emoción
vivenciamos. Desde una simple sonrisa hasta una lágrima, estos pequeños indicios nos
dicen mucho acerca del afecto que subyace.
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En la emoción se produce una variación psíquica y somática que actúa como


estimulante para movilizar los mecanismos de adaptación del individuo frente al
estímulo.
Duración de las emociones

Todas las emociones son temporales, ninguna de ellas en sí misma dura por siempre. La
duración de una emoción depende de la idea a la cual esté asociada. Quien tienda a ver
el lado negativo de las cosas seguramente extenderá la tristeza o la nostalgia. Tampoco el
amor mismo dura por siempre, a menos que se lo mantenga vivo nutriéndolo. Veamos…

Los sentimientos y emociones, por su misma naturaleza bioquímica, y aunque parezca


raro, tienden a desvanecerse. Lo que sí puede pasar es que una emoción se renueve por sí
misma, dando la impresión de que es permanente o muy duradera. Y el hecho de que se
renueve por sí misma o por otra depende de los hábitos, de la psicomotricidad (cómo
movemos el cuerpo) y fundamentalmente de los pensamientos. Pero para comprender
esto es necesario hacer un breve recorrido por la biología de las emociones. En el centro
del cerebro existen unas estructuras llamadas amígdalas, que constituyen el centro de las
emociones. Cuando percibimos algo que decodificamos, por ejemplo, como amenazante,
5
inmediatamente la amígdala inicia una reacción en cadena que finaliza con la segregación
de una sustancia en sangre que es la responsable del correlato físico de la emoción. Así, a
nivel físico, las emociones no son otra cosa que una sustancia química en sangre que
provoca sudoración, lagrimeo, risa, taquicardia, tensión muscular y demás cambios que
mencioné más arriba. Lo interesante de todo esto es que la sustancia en sangre
–de cualquiera de las emociones– tarda aproximadamente 90 segundos en ser
viii
metabolizada por el cuerpo , es decir que le toma ese tiempo desaparecer junto a sus
efectos.

Esto es fácil de comprobar si recordás alguna vez que te diste un susto. Aunque
rápidamente descubrieras que la amenaza no era de temer, sentiste que tu corazón seguía
galopando y tus ojos seguían abiertos como huevos fritos. Esta sensación dura unos
instantes porque la adrenalina sigue dando vueltas por tu cuerpo, hasta que pasan esos 90
segundos.

5La reacción en cadena: la amígdala envía proyecciones al hipotálamo, encargado de la activación del sistema
nervioso autónomo; los núcleos reticulares, para incrementar los reflejos de vigilancia, paralización y escape/huida,
a los núcleos del nervio trigémino y facial para las expresiones de miedo, al área tegmental ventral, locus ceruleus, y
núcleo tegmental laterodorsal para la activación de neurotransmisores de dopamina,
noradrenalina y adrenalina.
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Seguramente sabrás que es frecuente que nos digan, cuando nos enojamos: “Contá hasta 10,
contá hasta 100 que así te vas a tranquilizar”. Esto es para darle tiempo a nuestro cuerpo de
que se “desintoxique” del cóctel químico en sangre propio del enojo. También es eficaz tomar
distancia dando una pequeña caminata, beber agua, respirar varias veces profundo y pausado
o hacer cualquier cosa que te desvíe el foco de atención del motivo del enojo. Pero si por el
contrario seguimos haciendo foco en lo que nos enoja, renovamos la emoción. Así hay quienes
dicen “Ok, voy a contar hasta cien”, pero mientras cuentan dicen “1, 2, 3… Es un maldito, 6, 7…
Cómo pudo hacerme esto… 9, 10, 11… Pero quién se ha creído este… 14, 15… Seguramente lo
hizo a propósito… 19, 20, 21… Siempre me hace lo mismo, 25, 26… Cuando lo vea lo ahorco…”,
y así continúan. Entonces, ¿qué está haciendo la persona al contar así? Su foco se mantiene en
lo mismo, y continúa dándole a la amígdala un motivo para que siga segregando la misma
sustancia. Entonces la emoción queda “atrapada en un bucle de pensamiento recursivo” y
sigue renovándose por sí misma, alargándose su duración natural, pues sigue asociada al
mismo pensamiento. Entonces esos 90 segundos se transforman en una cuenta de
90”+90”+90”+90”… Esto es lo que en psicología se llama “rumiación mental”. La persona sigue
dándole vueltas a una misma idea una y otra vez, con el correlato emocional correspondiente.

Está comprobado que quien padece depresión tiene una propensión a pensar en forma
pesimista, lo que renueva emociones de tristeza o desesperanza, extendiendo estos 90
segundos. Lo mismo con el enojo crónico, que se condice con un hábito de pensamiento
crítico y negativo; o con la felicidad, cuyo secreto es pensar en lo que se tiene y ser
agradecido por ello. Así, la gratitud es un estado mental que genera felicidad. Por esto es
que en psicología decimos “Todo aquello a lo que le prestes atención, crece”.

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Efecto de las emociones en el desempeño

En un momento de mucha bronca, ¿te pasó poder conciliar el sueño? ¿Pudiste


concentrarte en leer y estudiar un texto? ¿Qué pasó con tu apetito? ¿Pudiste continuar
con alguna actividad que requería de tus habilidades o concentración?

Seguramente me dirás que en medio del enojo, el miedo o la angustia no te fue posible
dormir, tampoco comprender un texto. Quizá leíste varias hojas como un autómata, pero
no entendiste nada. A la mayoría de las personas se nos corta el apetito con esas
emociones (sin embargo una minoría aprendió a canalizarlas mediante la ingesta de
comida). Lo que trato de mostrarte es que bajo el estado de emociones displacenteras hay
ciertas conductas que son biológicamente imposibles de llevar a cabo. Concentrarte en lo
que estudiás, dormir, conducir un auto, reír, tener una buena performance en un deporte,
comer y digerir son actividades imposibles o muy difíciles de realizar en dicho estado. Esto
se debe a que la sustancia en sangre propia de la emoción activa ciertos sistemas en el
cuerpo, a la vez que desactiva otros. Por ejemplo, en medio del miedo se activa el sistema
simpático, que acelera el corazón, dilata los bronquios, contrae las arterias e inhibe el
aparato digestivo, preparando al organismo para reaccionar con todos sus recursos ante la
situación de estrés. Mientras que emociones como placer, felicidad, alegría, alivio, dicha,
deleite, satisfacción, tranquilidad, amor, permiten el ingreso a escena del sistema
parasimpático. Éste se encarga de mantener al cuerpo en situaciones normales y de
producir los efectos opuestos del simpático, preparando al organismo para la
alimentación, la digestión, la reconstitución celular (autorreparación) y el reposo.

Emociones como miedo, enojo, vergüenza, pánico o angustia –es decir, cualquier
emoción displacentera– además de impedirte estudiar, ser habilidoso, recordar y demás
conductas deseadas, disminuyen tu salud física ya que activan el sistema simpático, que
6
tiene un efecto inmunosupresor

En este sentido un científico chileno de primer nivel mundial llamado Humberto Maturana
ix
define las emociones como “disposiciones corporales que determinan dominios de acción” .
Dice el autor que cuando una emoción cambia, cambia también el dominio de acción, y da el
siguiente ejemplo. Al llegar a la oficina uno declara que piensa pedir un aumento de

6El sistema simpático fuerza al organismo a una actuación de “lucha o huida” a la vez que desactiva el sistema
parasimpático que permite la digestión y el reposo (teoría del ahorro de recursos). Las consecuencias a largo plazo
del estrés, debidas en parte a la inmunosupresión, no parecen justificar los beneficios de la inhibición inmunitaria a
corto plazo. Lo cierto es que en la actualidad no conocemos la finalidad -si es que la tiene- de la
inmunosupresión.
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sueldo al jefe, pero la secretaria amiga dice “No le pidas nada hoy porque está enojado y
no va a darte nada”. Todos sabemos que esto es así: bajo el enojo, “sí” es una palabra poco
dicha. Dicho de otra manera, bajo el dominio de acción del enojo la conducta de conceder
el aumento no es posible.

Esta es la razón por la cual todos tenemos esos días en los que “todo nos sale mal” y esos
otros en los que “todo nos sale bien”. Mientras que las emociones displacenteras nos ponen
en Modo Defensa, que es una plataforma emocional que nos prepara para huir o
defendernos, pero deshabilita las funciones de descanso, digestión, inmunología, sexo,
memoria, creatividad, reconstitución celular, entre otras.

El día en que sentís que todo va mal estás bajo el dominio de acción de emociones como
enojo, miedo, vergüenza, etc., es decir, estás en Modo Defensa, en simpaticotonía.
Mientras que cuando te sentís un ganador y todo va bien, estás bajo el dominio de acción
de emociones que permiten que las cosas fluyan y tus proyectos prosperen. Podrás
estudiar, reflexionar, recordar, tener relaciones sexuales, comer, reír, bailar, cantar, hacer
deporte en forma habilidosa, estar atento y elocuente, etc. Este es el Modo Creativo,
caracterizado por un equilibrio entre el sistema simpático y el parasimpático.

Así como las emociones afectan las funciones mencionadas arriba, también afectan el
modo en que pensamos. Está comprobado científicamente que la tristeza nos hace
proclives a ver el lado negativo de las cosas –lo que, como vimos antes, genera más
tristeza. El enojo nos impide concentrarnos en la solución de los problemas, y a veces nos
lleva a malinterpretar actitudes. El amor suprime el pensamiento crítico, haciendo que
todo sea “color de rosas”. Por eso se dice que el amor es ciego.

El interruptor On/Off: Modo defensa o Modo creativo

Nuestro desempeño (alto o bajo) depende de esa misma sustancia de la emoción que
segregó la amígdala. En el caso del enojo, por ejemplo, su sustancia química en sangre pone al
cuerpo en modo defensa. Es decir, la emoción enojo pone al cuerpo en un estado de
preparación para defenderse. Bajo ese dominio de acción, como vimos, es biológicamente
imposible dormir, estudiar o comer, porque tu cuerpo está preparado para la defensa. Esto no
es nada nuevo, ya a principios de siglo un fisiólogo llamado Walter Cannon estudió este tipo
x
de respuesta de emergencia y acuñó el nombre de “reacción de lucha o huida” , por ahí
también conocida como “respuesta lucha-huída-parálisis”. Los médicos, en especial los
endocrinólogos saben muy bien el efecto de estas sustancias sobre el cuerpo. Ante el enojo,
siguiendo con nuestro ejemplo, a nivel biológico se activa una parte del Sistema
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Nervioso Autónomo llamado sistema simpático y la función de éste es preparar al


organismo para una emergencia, para defenderse de amenazas. Entonces la frecuencia
cardíaca aumenta, las arteriolas de la piel y el intestino se contraen, las del músculo
esquelético se dilatan y la presión arterial se eleva. La sangre se redistribuye en el cuerpo,
abandonando el tracto gastrointestinal y se dirige al encéfalo, el corazón y el músculo
esquelético. Además los nervios simpáticos dilatan las pupilas, los bronquios, inhiben el
músculo liso de los bronquios, el intestino y la pared vesical y cierran los esfínteres. Se
xi
producen piloerección y sudoración.

En resumidas cuentas dicha emoción prepara tu cuerpo para defenderse o huir, pero
sólo para ello. Te prepara únicamente para defenderte físicamente pero te “discapacita”
para otras actividades como son estudiar, comprender, actividad sexual, disfrutar, estar
creativo, recordar, etc.

Por otro lado, estas conductas adaptativas de dormir, estudiar, comer, comprender,
recordar, estar creativo, atento, dispuesto para lo sexual, etc. serán biológicamente
posibles cuando exista una equilibrada activación de la otra mitad del sistema nervioso
central: el sistema parasimpático. El funcionamiento del parasimpático está dirigido a
conservar y restablecer la energía. Así regula y activa el sistema digestivo, inmunológico,
sexual, el encargado de regular el sueño, la creatividad, la memoria, etc. El parasimpático
te habilita a que duermas y descanses, que estés creativo, que te relajes, asimiles los
nutrientes de las comidas, se regeneren células, rías, disfrutes, se active el sistema
inmunológico, estés atento, etc.

Los componentes simpático y parasimpático cooperan –funcionan en equipo- para


mantener la estabilidad del cuerpo. La división simpática prepara y moviliza el cuerpo para
una emergencia cuando hay un ejercicio intenso súbito, miedo o furia. Mientras que el
parasimpático promueve la digestión y la absorción del alimento mediante el aumento de la
secreción de glándulas del tracto gastrointestinal y la estimulación del peristaltismo y activa el
sistema inmunológico. Ambos sistemas actúan en control antagónico de los órganos del
cuerpo ya que son antagonistas fisiológicos, así por ejemplo, la actividad simpática aumenta la
xii
frecuencia cardíaca, mientras que la actividad parasimpática la lentifica. Es decir que en las
inervaciones en que uno está activo, el otro no, en un mismo momento. Podríamos decir que
si bien trabajan paralelamente, nunca trabajan simultáneamente en el mismo lugar, donde uno
está actuando el otro brilla por su ausencia y viceversa. El mismo Seligman se refiere a esto
diciendo que el buen humor, o lo que aquí

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estamos llamando modo creativo, produce una atención más amplia, mayor pensamiento
creativo y holístico. En contraste, el mal humor o modo defensa, atención estrecha, mayor
pensamiento crítico y analítico. Dice que cuando uno está en modo defensa o de mal
humor tiene mayor conciencia de “qué-anduvo-mal-aquí”, mientras que cuando uno está
en modo creativo se tiene mayor conciencia de “qué-está-bien-aquí”. Peor aún, cuando
xiii
estás en modo defensa vuelves defensivamente a lo que ya conoces siguiendo órdenes.

Creo que no está de más aclarar que ambos modos, defensa y creativo, no son ni
correctos ni erróneos, sino que esto depende de las circunstancias. Ante una situación de
emergencia, el modo defensa es definitivamente adaptativo, mientras que para la vida y
desafíos cotidianos, que es la mayor parte del tiempo, el modo creativo es mejor.

Modo Defensa

Entonces ¿qué pasa cuando estoy en modo defensa? Mi sistema parasimpático está inactivo –
o eclipsado por un elevado funcionamiento del simpático-, por lo tanto no va a funcionar
adecuadamente ninguno de los sistemas que este regula –el inmunológico, sueño, digestión,
actividad sexual, creatividad, memoria, etc.- Es decir no voy a poder dormir ni descansar,
tampoco hacer la digestión ni absorber los nutrientes de los alimentos, no me sentiré dispuesto
para la actividad sexual y mi sistema inmune no estará funcionando. Entonces ¿qué pasa si no
puedo elaborar una estrategia que me saque de esa situación que percibo como amenazante?
Voy a continuar en modo defensa con un predominio del funcionamiento simpático por sobre
el parasimpático. Es decir, con el sistema inmune deprimido, mi corazón va a seguir acelerado y
cada una de las células de mi cuerpo va a percibir esa disarmonía. A las claras está que si sigo
así por mucho tiempo ¡voy a enfermar! El estrés propio del modo defensa puede contribuir,
directa o indirectamente, a la aparición de trastornos generales o específicos del cuerpo y de la
mente.

A medio plazo, este estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo y puede
producir diversas patologías. Los episodios cortos o infrecuentes de estrés representan poco
riesgo, aunque pudiendo ser altos, por ejemplo, un paro cardíaco. Pero cuando las situaciones
estresantes se suceden sin resolución, el cuerpo permanece en un estado constante de alerta,
lo cual aumenta la tasa de desgaste fisiológico que conlleva a la fatiga o el daño físico, y la
capacidad del cuerpo para recuperarse y defenderse se puede ver seriamente comprometida.
Como resultado, aumenta el riesgo de lesión o enfermedad. Esta es la razón de por qué las
personas se enferman con mayor frecuencia cuando están
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muy estresados: sus sistemas inmunológicos no están funcionando debido a que están en
modo defensa. En este sentido es sólida y numerosa la evidencia científica que sustenta el
xiv
efecto de los estados emocionales sobre la salud.

El cuerpo a nivel biológico se comporta según un mecanismo de “economía”, que hace


que los recursos que le son propios a cierta función, serán sustraídos y puestos al servicio
de la satisfacción de una necesidad que eventualmente sea percibida como de mayor
jerarquía. Entonces cuando nuestro cuerpo percibe una amenaza, despoja a los demás
sistemas de sus recursos para invertirlos en la defensa. Así por ejemplo, para digerir los
alimentos, tu cuerpo dirige cierta cantidad de sangre al sistema digestivo, pero si por algún
motivo te asustaras o enojaras, este mecanismo haría que esa sangre sea redistribuida a
los músculos de las extremidades (musculatura estriada) para tener más fuerza en caso de
ser necesario huir o defenderte. En otras palabras, no podrías decirle un leopardo que te
acecha “espérate un momento, ahora estoy haciendo la digestión, después me correteas
para comerme”. Tu cuerpo inmediatamente va a priorizar salvarte de la amenaza
poniéndote en modo defensa, haciendo todos los cambios orgánico-biológicos en forma
instantánea.

Esta es la razón, como veremos en forma específica más adelante, de por qué si te
mantenés en modo defensa no vas a tener una buena performance en el deporte, estudio,
relaciones sociales, salud, etc. Todos tus recursos están al servicio de la defensa y no
donde quisieras. Pero el problema es que la mayoría de los peligros de la vida actual, no
son reales, sino simbólicos. La mayoría de los problemas que percibimos no son peligros
que atenten contra nuestra vida en forma directa, es decir, no son reales ni actuales. Son
una creación mental –a veces fundada pero muchas más infundadas- en la que nos
anticipamos al problema en sí y nos ponemos innecesariamente en modo defensa.

El modo defensa sería operativo y necesario en caso de un peligro que amenace tu


integridad física, como por ejemplo el que el leopardo te persiga para comerte. En ese
caso, sí que necesitarías que tu corazón lata a full y todos tus músculos y reflejos
dispongan de la mayor cantidad de recursos para correr por tu vida. Pero como dije, en la
cotidianidad de la vida actual del siglo XXI, son muy pocas las circunstancias que requieren
del modo defensa. Muy por el contrario, si por ejemplo creés que tu jefe no está conforme
con tu trabajo, más que palpitaciones, sudoración y reflejos, necesitarías poder descansar
bien para estar tan relajado, creativo y atento a tus deberes como sea posible. En otras
palabras, cuando el peligro es monetario-económico, psicológico, laboral no es necesario
el modo defensa, sí cuando corre peligro tu integridad física.

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Obviamente esta es una falla de nuestro cuerpo, donde la amígdala no discrimina el tipo
de peligro, en el sentido de si es real o fantaseado, de modo que segrega igualmente las
sustancias del miedo que activan el modo defensa. Este funcionamiento puede
interpretarse como un remanente de la evolución filogenética (evolución de la especie a lo
largo de millones de años). Esta fue una respuesta adaptativa cuando fuimos alguna
especie de primate, pero hoy, en medio de la civilización y con la mayoría de los
depredadores animales en el zoológico y en extinción desgraciadamente, ya no lo es.

La buena noticia es que podemos educar las emociones, ya que al ser las emociones una
respuesta a un pensamiento, podemos entrenar la amígdala para que no sea sensible ante
circunstancias en las que no necesitamos ponernos en modo defensa. Pero esto será tema
del próximo capítulo, por ahora sigamos entendiendo cómo funciona el modo defensa.

¿Qué emociones activan el modo defensa?

El modo defensa es activado por aquellas emociones que son displacenteras de vivenciar.
El enojo, vergüenza, culpa, miedo, tristeza, disgusto, envidia, ansiedad, angustia, entre
otras, te ponen en modo defensa. Todas las emociones displacenteras, si bien son distintas
y brindan información específica, tienen en común que te están informando de que algo
anda mal o de la presencia de alguna amenaza, lo que en la mayoría de los casos y si no
educaste tus emociones, activa automáticamente dicho modo.

En relación a los sistemas que activan a nivel corporal las emociones, un científico chileno
de reconocimiento mundial, llamado Humberto Maturana sostiene que las emociones son
xv
“disposiciones corporales que determinan dominios de acción”. Esta es una definición
que me encanta porque explica muy bien cómo bajo ciertos estados emocionales estarás
imposibilitado a realizar ciertas acciones, puesto que son condiciones biológicas o
dominios de acción.

Veamos esta definición en más detalle:

Las emociones determinan biológicamente líneas de acción, el funcionamiento corporal y


conductas personales. Entonces cuando te enojás te inicias en un recorrido en el cuál sólo son
posibles ciertas conductas y mientras que otras no. Como vimos, el enojo activa el modo
defensa, el que a nivel biológico activa el sistema simpático por sobre el parasimpático,
desactivando todos los sistemas que este regula: sistema inmunológico, digestivo, sexual,
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del sueño, la creatividad, etc. Entonces bajo la “disposición corporal” del enojo estoy en un
“dominio de acción (modo defensa)” que me impide por ejemplo dormir, reflexionar con
claridad o estar creativo. Sin embargo, insisto en que para algunas actividades puede ser
bueno estar en modo defensa. Por ejemplo en ciertos deportes de alto impacto como es
el boxeo o el rugby, que requieren de tu fuerza física y del óptimo funcionamiento de tus
reflejos, es bueno estar en modo defensa. También puede representar una respuesta
adaptativa en casos extremos en los que requieres una dosis adicional de fuerza, como
sería el caso de tener que actuar ante el rescate de una persona o para defenderte o huir
de un ladrón. En estos casos seguramente será útil que tu corazón se mantenga al galope
utilizando tu máxima capacidad pulmonar con los bronquios dilatados. Pero insisto, para la
mayoría de las actividades que desempeña un ciudadano promedio en el siglo XXI, el modo
defensa no es adaptativo.

Modo Creativo

La amígdala también segrega emociones que activan el modo creativo. El modo creativo
es un dominio de acción que te permite disponer de todos tus recursos para invertirlos en
aquello que ocupe el foco de tu atención, es decir, en las actividades voluntarias. En este
modo, disponés de todos tus recursos corporales estando habilitado para tener una alta
7
performance en lo que sea que te desempeñes

A nivel biológico el modo creativo es un equilibrio entre el sistema parasimpático y


simpático. Es decir, existe cierta activación del parasimpático pero no es excesiva, sin llegar a
un estado de relax total. En el modo creativo es un estado de activación placentero, lo que en
xvi
psicología llamamos estrés o lo que en psicología positiva llaman Estado Flow.

El estrés es un tipo de estrés que es positivo y placentero. Es un estado de justa


activación – ni muy aburrida ni muy estresante- de las funciones cerebrales superiores y
corporales. Es decir, se trata de una calibrada activación de todo el cuerpo, en un
equilibrado funcionamiento de los sistemas simpático y parasimpático. De modo que al
estar activo el sistema parasimpático se da un buen funcionamiento del sistema digestivo,
sexual, inmune, de la creatividad, memoria, etc. Mientras el sistema parasimpático esté en
funcionamiento te mantendrás sano y con una buena performance. Bajo el dominio de
acción del modo creativo verás que podés dormir, comer, estudiar, estar creativo, ágil,
además de que tu sistema inmune funcionará a todo vapor, manteniéndote fuerte ante

7Claro que una alta performance depende de habilidades adquiridas, pero aquí estamos hablando de alto
desempeño en la medida justa de tus habilidades. Es incuestionable que una vez adquiridas las habilidades
podrás tener una alta performance sólo si te mantienes en modo creativo.
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enfermedades. El modo creativo es activado por aquellas emociones que vivenciamos


como placenteras: alegría, amor, felicidad, tranquilidad, dicha, seguridad y entusiasmo.
Estas emociones, si bien también son distintas y te brindan información específica, tienen
en común que te informan que no hay peligro alguno. En definitiva cada vez que sentís
seguridad y confianza estás en modo creativo. Entonces tu organismo celebra “¡Si no es
momento de defensa, a disfrutar, a recargar energías y hacer lo que me place!” De modo
que todas aquellas circunstancias que te sean amistosas, familiares, conocidas o que te
inspiren confianza, serán inductoras del modo creativo.

Hagamos un experimento: Traé a la memoria el recuerdo


de una situación en que estabas teniendo un excelente
desempeño. Sea en el deporte, estudio, ejecución de una pieza
musical, cuentas matemáticas, reuniones sociales, yoga,
actividades culinarias, dibujo, etc. Ahora respondé: ¿Cómo te
sentías en esa situación? Seguramente me dirás que bien, dirás
que estabas disfrutando. Sea donde sea que te desempeñes,
cuando te sentís bien vas a sentir que todo te sale bien. Este
fenómeno fue descripto por Csikszentmihalyi como un fluir, es una
experiencia en la que te conectas tanto que perdés noción del
paso del tiempo y como también de la autoconciencia. Es un
estado de tal focalización y sincronización de todas tus funciones
que uno llega a olvidarse de sí mismo y producen que te
energices profundamente.

Ahora quiero que recuerdes cuando algo no te salía bien,


traé a la memoria esos momentos en que estabas teniendo una
mala performance y respondé: ¿Cómo te sentías? Seguramente
me dirás que te sentías mal. Es muy simple este enfoque: cuando
te sentís bien tenés una buena performance porque estas en
modo creativo, experimentando seguridad. Cuando te sentís mal,
en general, tendrás una mala performance porque estás en modo
defensa, lo que está más relacionado con el miedo y demás
emociones displacenteras. Y esto es así porque son dominios de
acción biológicos.

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El desempeñar actividades que disfrutamos nos energizan incluso cuando estamos


agotados físicamente. Es realmente maravilloso el mundo de las emociones, porque ellas
no sólo te informan de aquello que te gusta hacer, sino que también te brindan la energía
para la acción.

El modo creativo, como su nombre lo indica, te permite que estés más


creativo para resolver dificultades de la vida cotidiana. Mientras te sentís bien tenés
mucho mejor desempeño físico o deportivo, cognitivo e intelectual, musical, etc. Por
ejemplo, los músicos más experimentados cuando están embargados por
estados de ira o angustia no pueden afinar sus instrumentos con precisión. Las personas
que miden más alto en una escala estándar de felicidad resuelven veinticinco por ciento
más de desafíos creativos que aquellos que se sienten molestos o enojados. Estados de
ánimo placenteros te permiten relajarte más, lo cual te hace focalizarte menos en los
problemas del mundo y asociar mejor conceptos remotos. Estanislao Bachrach, biólogo
especialista en creatividad, sostiene que la felicidad incrementa la posibilidad de tener
insigts o experiencias de creatividad, mientras la ansiedad –modo defensa- los decrece.
Dice; “las [buenas] ideas pueden aparecer en cualquier momento pero fundamentalmente
se manifiestan más seguido cuanto más relajados estamos”. Esto es porque cuando estás
relajado estás en modo creativo y en este modo biológicamente dispones de todos tus
xvii
recursos.

La otra cara de esta moneda dice que el realizar actividades que no son de tu agrado te
dejará exhausto al poco tiempo. ¿Por qué? Porque al hacer algo que te desagrada, te
pondrás en modo defensa, estarás regañando y enojado por una tarea que te es
desagradable o repulsiva, lo que te insume mucha energía en temblores, palpitaciones,
respiración agitada, tensión muscular, etc. sin considerar que seguramente tendrás que
hacer cada cosa un par de veces, puesto que seguramente tu desempeño se verá
empobrecido al punto de cometer muchos errores y olvidos.

Sub-modo Relax

Un sub-modo del modo creativo es el modo relax. El modo relax es un estado en el que
como su nombre lo indica, estamos muy relajados. Se da un marcado predominio del
sistema parasimpático por sobre el simpático y la conducta en este estado será la de
relajación, somnolencia, sueño o sueño profundo. A nivel corporal habrá una disminución
del ritmo cardíaco que permitirá conciliar el sueño y descansar.

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El modo relax es óptimo para cumplir con algunas funciones corporales irremplazables
destinadas a mantenernos sanos, como son el descanso y recuperar energías. Cuando
8
estamos en modo relax, el arousal -o nivel de activación cerebral-, es tan bajo que no
habrá lugar para un alto desempeño. Podemos entrar en este modo si algo nos parece
muy aburrido o muy poco desafiante o interesante y nuestro desempeño no será elevado.
Por ejemplo, en este sub-modo no será posible llevar a cabo el aprendizaje ni sostener la
concentración para actividades que así lo requieran. De modo que no podremos acicatear
el pensamiento reflexivo ni desarrollar hábilmente actividades físicas, artísticas, de
estudio, fuerza, ni nada prácticamente. A este sub-modo se puede entrar por cansancio,
aburrimiento o también por alguna distracción o pérdida de concentración súbita.

Curva de desempeño

10
Nivel de 9
arousal
(activaci 8
ón)
7

6
5
4
3
2
1
0
0 1

8Arousal: Nivel de activación cerebral. Implica tanto el ritmo de los procesos cerebrales como el nivel general
de atención frente a los estímulos del medio y está regulado por el sistema de activación reticular. Puede variar
desde un nivel de sobre-activación, como en el caso de emociones intensas o de estados de alerta, hasta un
nivel atencional óptimo para la acción intencional, o hasta niveles de infra-activación, como en el caso de
estados de relajación o de sueño.
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Recapitulando: las emociones son un coctel químico


segregado por la amígdala ante un estímulo
determinado.

Esa sustancia es derramada al torrente sanguíneo activando lo que


desde un punto de vista psicológico dimos en llamar modo creativo
(que a nivel biológico se trata de un equilibrio entre el
funcionamiento del sistema simpático y el parasimpático con un
arousal ni demasiado alto ni demasiado bajo) o modo defensa (que
a nivel biológico se trata de un predominio del sistema simpático).
Ambos son dominios de acción que determinarán conductas y
funciones orgánicas.

Así, estas sustancias tienen un profundo efecto en nuestro


desempeño tanto conductual y en el funcionamiento biológico de
nuestro organismo. Por otro lado estas sustancias tardan en ser
metabolizadas apenas unos 90 segundos. Es decir que una vez
segregadas las sustancias se inicia un proceso en cascada cuyos
efectos tendrán como mínimo un minuto y medio de duración. Sin
embargo, el tiempo de la emoción puede extenderse si el foco de la
atención es sostenido en aquello que provocó la emoción
originalmente, dado que al hacer foco en forma constante sobre un
aspecto, la amígdala sigue segregando esas sustancias que
mantendrán el modo creativo o defensa, dependiendo de cómo sea
considerado –bueno o malo- aquello en lo que se haga foco.

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PENSAMIENTOS

El viejo le explicó al niño:


-Hay dos lobos aullando dentro de ti. Uno está lleno de ira, amargura, resentimiento y deseo
de venganza. El otro lobo que tienes dentro está lleno de amor, gratitud,
generosidad, compasión e indulgencia.
-Y ¿qué lobo crees que ganará?- le preguntó el niño a su abuelo.
-El que alimentes- contestó el abuelo.

Lo que activa el modo creativo o defensa son sólo dos cosas: los pensamientos y
cómo utilizás tu cuerpo (las acciones).

En este capítulo nos ocuparemos de los pensamientos, en tanto cómo y por qué generan
emociones. Quizá te parezca raro que las emociones sean provocadas por los
pensamientos, ya que la mayoría de las personas consideran que son los acontecimientos
los que gatillan una respuesta emocional. Pero en realidad no es así, son los pensamientos
los que principalmente las originan porque es a travez de ellos que interpretamos cada
acontecimiento en la vida. Insisto, nunca es el entorno, las circunstancias o los eventos en
la vida los que pueden “hacerte sentir” de tal modo, sino el el significado que le das –es el
cómo los interpretamos-. Las emociones encuentran su origen en el mundo de los
significados y pensamientos.

Pero, ¿qué es un pensamiento? ¿dónde está? ¡Quiero entenderlo en detalle! Todos hablan
de pesnamientos pero en el mudno de la psicología todo es tan abstracto e inmaterial que
de momento surgen algunos malos entendidos.

Autodiálogo: expresión directa de los pensamientos

La respuesta es muy simple, se trata de algo tan cotidiano que pasó inadvertida por
mucho tiempo. Cada pensamiento está en lo que te decís a vos mismo. Podes “detectar”
un pensamiento en tu autodiálogo, porque cada vez que pensás, estás hablando con vos
mismo.

El 90 % de la comunicación que tenemos los seres humanos, es con nosotros mismos, sólo el
10 % se da con el afuera. Sí, leíste bien, la mayor parte del tiempo nos la pasamos charlando
con nosotros mismos inmersos en nuestros pensamientos. Desde que te levantás hasta que te
acostás hablás con vos mismo. Por ejemplo apenas te despertás podés pensar “me levanto o
sigo durmiendo un momento más… no, mejor me levanto porque tengo que
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aprovechar para enviar unos mails antes de empezar a trabajar”. Y así cada cosa que
pensás es una especie de monólogo interno. El autodiálogo es una realidad científica, un
hecho fáctico que fue descripto por muchos autores que le dieron sendos nombres. Lo
podrás encontrar por discurso o monólogo interno, rumiación mental, estilo explicativo,
charla cerebral, etc.

Ahora bien, ya sabés de la equivalencia entre pensamiento y autodiálogo, pero la clave


de todo esto es que según sea tu autodiálogo será tus emociones. El padre de la
psicología positiva Dr. Martin Seligman argumenta en consonancia con Aaron Beck y Albert
Ellis que “lo que pensamos conscientemente es lo que mayoritariamente determina como
xviii
nos sentimos”. A la amígdala no le importa si lo que te decís a vos mismo pasó en la
realidad o es producto de tu fantasía, si realmente es una creencia, si realmente te lo decís
con convicción, segregará las sustancias del modo defensa o creativo igual.

Pongamos un ejemplo: Te estás por subir a una montaña rusa y mientras estás haciendo la
fila esperando tu turno para ingresar al carro, escuchas a alguien que en la fila dice que
esta montaña rusa es “un peligro”. Asegura que no recibió el mantenimiento de rutina por
mucho tiempo, ya que este parque de juegos está atravesando una crisis económica
devastadora. El caso es que si pensás que esta persona tiene razón y te decís a vos mismo
“la verad que sí, este parque de juegos está en bastante mal estado” es muy probable que
le otorgues credibilidad a sus palabras y te pongas en modo defensa, y cuando te subas a
esa montaña rusa, seguramente no podrás disfrutar nada. Harás todo el recorrido
escuchando los sonidos del crujir y rechinar de las ruedas de metal contra el riel esperando
el “inminente” momento del descarrilamiento, todo esto en un estado panicoso. Lo que
cuenta aquí es que, independientemente de –la realidad- si la montaña rusa está en
buenas condiciones o no; si lo que te decís a vos mismo te lo tomás en serio, es decir, si le
otorgás credibilidad a tu autodiálogo, tu amígdala obedecerá segregando las sustancias del
modo defensa. A la amígdala no le importa si lo que te decís es real, fantaseado, cierto o
falso; sólo considera si vos lo creés y luego segrega el cóctel químico que te pondrá en
modo defensa o creativo.

El caso es que dependiendo de la calidad de tu autodiálogo o pensamientos va a ser como te


vas a sentir. Hay gente que todo el tiempo está diciéndose cosas como “Que idiota que soy,
cómo pude haber hecho así el ridículo”, “todo me sale mal” o “el mundo conspira en mí contra,
que mala suerte tengo”. Personas que tienen este tipo de pensamiento o estilo explicativo –
como le llama Seligman- decodifican todo en derredor como amenazante o tremendo,
entonces tienden a segregar sustancias que activan el modo defensa constantemente. En
contraste, hay otros quienes en su autodiálogo o pensamientos
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decodifican la realidad en términos optimistas –o al menos son más indulgentes consigo


mismos y con el mundo circundante-. Así por ejemplo se dicen: “esto que me está pasando
no es lo peor, hay cosas peores”, “esto me va a ayudar a mejorar, algo voy a aprender de
todo esto”, “todo lo que pasa siempre es para bien” o “no me sirve de nada lamentarme,
voy a focalizarme en la solución”; “yo sé que puedo”, de este modo las crisis en lugar de
traducirse como problema neto, se convierte en algo más leve y llevadero o hasta en una
oportunidad. Es decir, no es que sean ingenuos y no vean el problema; sí lo ven, pero
hacen hincapié en la solución. No se quedan enquistados en los lamentos o en el problema
dramatizando la situación. No gastan demasiado tiempo pensando en las consecuencias o
lo malo del problema, sino que buscan qué pueden hacer para resolverlo, o para qué
puede servirles la situación.

En este sentido, todos los seres humanos siempre, nos guste o no, tenemos a alguien
que tiene el poder de influir y determinar nuestras decisiones. Todos tenemos ese alguien
que puede alentarnos y motivarnos como criticarnos hasta desmoralizarnos… ese alguien
siempre es ¡uno mismo! Nadie te susurra al oído ni siquiera una mínima porción de lo que
lo haces vos con vos mismo. Como es tu autodiálogo será tu estado emocional.

Autodiálogo: generador instantáneo de emociones

Vamos a hacer un pequeño experimento para que veas que los pensamientos -o
autodiálogo- producen una emoción en forma instantánea.

Supongamos que una madre otorga permiso a su hijo adolescente para salir por primera vez
a una fiesta. Ambos se ponen de acuerdo que volverá de la fiesta a la una de la mañana. El
muchacho lleva un celular por si algo le pasa o si necesita algo, él pueda comunicarse con su
madre y viceversa. Pero, a la una de la mañana el joven no aparece, ni tampoco a la una y
media, de modo que su madre preocupada llama al celular de su hijo para ver cómo está,
pero el celular le da apagado. Se hacen las dos y tampoco aparece. Las dos y media, sin
novedades aún. Ya son las tres de la mañana y la madre continúa sin noticias de su hijo. La
pregunta es, ¿qué crees que siente esta mujer? Cuando hago esta pregunta en los talleres
surgen respuestas muy interesantes. Hay quienes inmediatamente responden: bronca,
indignación, preocupación, desesperación, miedo, angustia, entre otras. Ante la misma
circunstancia cada cual siente emociones distintas ¿cómo es posible? El secreto está en saber
qué piensa cada uno para sentir esto. Los que responden bronca e indignación, en general
aducen que a los adolescentes no les importa nada y que siempre hacen lo que quieren. Se
imaginan que el adolescente a propósito apagó el celular y siguió de fiesta. Los
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que sienten preocupación, miedo o desesperación piensan que le pudo haber pasado algo
malo. De hecho exteriorizan sus autodiálogos diciendo “y si está internado en el hospital por
un accidente” o “le pueden haber robado todo, incluso el celular, por eso no responde…
pobre le pueden haber propinado una golpiza”.

Lo que intento poner en evidencia en este punto es que dependiendo de lo que te decís a
vos mismo va a determinar cómo te vas a sentir. Fijate, el hecho fáctico es el mismo tanto
para los que sienten enojo como miedo: el joven se fue a una fiesta y dos horas más tarde,
aun no regresa. No estoy sugiriendo que esté bien pensar una cosa o la otra, sólo que los
pensamientos generan emociones en forma instantánea; basta con las suposiciones que
hacemos para sentir un estado emocional u otro. Dicho sea de paso, hacemos suposiciones
gran parte del tiempo. Hay quienes me dicen “bueno Lucas, pero si tu hijo nunca cumple
con lo que dice y siempre que sale llega a la hora que se le canta, cómo querés que no me
enoje si sé que sigue de jarana”. Está bien, yo no cuestiono de dónde sacaste vos esa
creencia, no cuestiono si es fundada o infundada, lo que digo es que dependiendo de
dónde esté el foco de tu atención va a ser como te vas a sentir. Entonces si creés o te
imaginás que está en algo indebido, te vas a enojar; pero si pensás que le pasó algo malo, te
vas a angustiar.

En términos concretos el autodiálogo y emociones de la madre que espera a su hijo irá


más o menos así: Durante la primera media hora de retraso, “¿Dónde estará? Seguro que
apagó el celular apropósito”, entonces durante este momento estará muy enojada. Pero
luego se pregunta “¿Y si le pasó algo malo? ¿Quizá tuvo un accidente? ¡Hay Dios santo!”

Con este autodiálogo ahora la mujer pasó del enojo a la angustia, miedo o preocupación
profunda. Pero luego de unos minutos se dice a sí misma: “Pero qué le va a haber pasado
algo, si este es más vivo que todos, seguro está tomando unos tragos con los holgazanes de
sus amigos”, entonces vuelve a enojarse. Si más tarde vuelve a pensar que pudo haberle
pasado algo, seguro volverá a la angustia y así sucesivamente. Independientemente de la
realidad, lo que va pensando va originando sus emociones.

Ahora veamos cuál es el mecanismo por el cual el autodiálogo genera (o disipa)


emociones en forma casi instantánea.

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Evaluamos y clasificamos permanentemente

Cada instante estamos evaluando las circunstancias que nos rodean. Por ejemplo si
entrás a un café, en cuestión de décimas de segundos realizás varias evaluaciones -que la
mayoría pasarán inadvertidas-. Lo primero que sentís quizá sea un aroma a café, el que
será evaluado y clasificado en agradable/desagradable. Luego la temperatura, el volumen
de la música del lugar, cuando te sentás la confortabilidad de la silla, el aspecto del mesero,
su actitud solícito/despectivo, cuando te traen el café lo clasificarás también, pudiendo
resultarte muy caliente, caliente, justo, tibio, frio, una porquería; su sabor: fuerte, suave,
perfecto, aguachento, etc. A cada segundo nuestro cerebro procesa grandísimas
cantidades de información que proviene de los sentidos externos y propioceptivos. Ahora
bien, mientras la evaluación arroje resultados que no excedan el rango de lo normal, no
llamará tu atención y todo ello pasará generalmente en forma inadvertida. Pero si algo sale
del rango de la normalidad, sea por bueno o malo, irrumpirá automáticamente un
autodiálogo en tus pensamientos que te hará consciente de la situación. Por ejemplo
podés decirte “que calor que hace aquí”, “que molesto que es este barullo”, etc. a lo que
inmediatamente tu cuerpo reaccionará segregando alguna emoción. Si la clasificación se
destaca por positiva, la emoción será placentera poniéndote en modo creativo, elevando
tu nivel motivacional; pero si la evaluación se destaca por negativa, la emoción será
displacentera haciéndote ingresar en modo defensa.

El psicólogo cognitivo Rafael Santandreu dice

“evaluamos de manera tan constante que, prácticamente, no nos damos cuenta de ello.
Es como respirar. Esta valoración, en definitiva, busca determinar si los eventos son
“buenos” o “malos” para nosotros, “beneficiosos” o “perjudiciales”. Pues bien, esta
xix
valoración es crucial para nuestra salud mental”.

Santandreu postula que la evaluación que realizamos de todo está en una línea que
contiene todas las graduaciones posibles para clasificar algo. Es muy interesante el hecho
de que según sea la clasificación que hagamos será cómo nos sentiremos y
consecuentemente, de esta valoración dependerá nuestro nivel de fortaleza o de
vulnerabilidad. Las diferentes graduaciones dentro de la línea de evaluación pueden ser
prácticamente infinitas –bueno, un poquito mejor, muy bueno, un poco mejor y así
sucesivamente- pero lo que nos interesa son los extremos establecidos por terrible y
excelente.

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Línea de Evaluación

El problema es cuando clasificamos algo de “terrible”, peor aun cuando nos habituamos a
hacerlo, porque con esta clasificación nos sentimos muy mal, nos ponemos en un
profundo modo defensa (con todos sus efectos). Esta clasificación de terrible en términos
cognitivos, dice Santandreu, es equivalente a decir: 1) No puedo ser feliz, 2) Esto nunca
debería haber sucedido y 3) No lo puedo soportar. Mientras que el otro extremo de
excelente en la línea de evaluación significa: “Voy a ser feliz para siempre”.

Lo interesante de todo esto es que existe una plena correspondencia entre el modo de
clasificar los hechos y la intensidad de la emoción que produce. Es decir, a mayor gravedad que
le atribuyo a un hecho, mayor la intensidad de la emoción, pudiendo pasar de vivenciar
emociones displacenteras pero sanas, a emociones malsanas cuando estoy muy enojado,
deprimido, en estado panicoso, etc. De igual modo puedo hacer una clasificación de un
determinado acontecimiento como muy positivo y sentirme en consecuencia. El siguiente
gráfico indica la correspondencia entre la “Línea de evaluación” con la “Línea emocional”.

Correspondencia entre Línea de Evaluación y la Línea de


intensidad Emocional

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El problema es que hay quienes tienen una particular facilidad para clasificar todo lo que les
sucede o podría sucederles como terrible, ¡y se sienten en consecuencia! Estas son las
personas más vulnerables emocionalmente ya que se ponen en modo defensa casi por
todo, casi constantemente. Dicho autor sostiene que la madre de todos los trastornos es la
“terribilitis”. Habla de esa particular devoción por tremendizar o terribilizar todo,
destacando que lo que está trastocado es el criterio de evaluación. Utilizan demasiado las
altas graduaciones negativas. Recordemos que según la evaluación que hagamos de los
hechos será como nos sentiremos. En la línea de evaluación el rango más utilizado por estas
las personas que sufren “terribilitis” o que se toman todo a la tremenda, se vería más o
menos así:

Es increíble el punto al que pueden llegar las creencias y pensamientos para generar
infelicidad (o felicidad). Muchos de mis consultantes quedan enredados en dificultades
cotidianas que luego los llevan a depresiones o estados de ira casi constante. Todos
tenemos dificultades o momentos difíciles en la vida, pero es la forma en que los
decodificas o interpretas lo que va a marcar la diferencia. Por decir, tienen una dificultad
con el trabajo o la pareja, y se dicen a sí mismos “esto no me puede estar pasando a mí”,
“no puedo ser tan débil y ponerme mal por esto”, “jamás voy a perdonar que me hayan
hecho eso”, etc. Entonces, con este tipo de autodiálogo terribilizador se toman todo a mal
sientiéndose en consecuencia lógicamente.

Afortunadamente existen también aquellos quienes casi nunca se enojan. Son personas
que siempre tienen una sonrisa y son buena onda. Casi por todo se alegran y jamás
terribilizan. Se mantienen en modo creativo la mayor parte del tiempo. Se les rompe el
auto y dicen “bueno, una caminata no me viene mal” y aunque lleguen tarde al trabajo se
dicen “no es el fin del mundo, al menos voy a llegar”. Buscan la forma de volver a la calma
casi invariablemente.

Pero para entender en profundidad la influencia de los pensamientos tenemos que


responder la siguiente pregunta: ¿De qué manera llegamos a pensar cómo pensamos?
¿Por qué esa tendencia a “Terribilizar” si es dañino y no es para nada placentero?

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Los pensamientos son expresiones directas de algo que es más estable: las creencias o
paradigmas. Es simple, lo que cada uno dice y se dice a sí mismo es manifestación de su
sistema de creencias. Debido a que los pensamientos suelen transformase en hábitos, las
emociones también. Hete aquí que el secreto está en detectar nuestros hábitos de
pensamiento o autodiálogo para develar las estructuras que subyacen, las creencias. De
este modo podremos profundizar lo suficiente y así cambiar los estados emocionales.

Creencias: GPS Interno

Una definición que me gusta de las creencias es “certeza que se tiene acerca de
determinadas personas, cosas, ideas, experiencias, etc. asociada a un carga emocional,
xx
que en gran medida es inconsciente”.

Las creencias son muy poderosas, pudiendo ser el fin o el origen del bienestar y desgracias.
Pueden limitarnos e impedir alcanzar objetivos como empoderarnos para alcanzar lo que
muchos creen imposible. En el mundo de la psicología tenemos una forma muy didáctica
para explicarlo. Las creencias o paradigmas son llamados “mapas” ya que guían y orientan
nuestras acciones. Representan el territorio, pero no son la realidad misma. Puede
parecerte raro pero los seres humanos no nos relacionamos con la realidad, sino con lo que
creemos que existe. Solemos decir que vivimos en nuestro mapa, pero el mapa no es el
territorio así como tampoco el menú no es la comida. De este modo, las creencias
determinan todo lo que ves del mundo circundante y cómo lo ves.
Imaginate por un momento que vas en tu auto con GPS, pero el mapa que tiene
incorporado no coincide con el de la ciudad en la que estás transitando. Por ejemplo,
digamos que estas en la provincia de Tucumán, pero el mapa que tiene el software del
dispositivo es de Entre Ríos. ¡Menuda desorientación! Cada metro que avances, cada curva
que dobles el GPS irá incesante –leer con voz de computadora intransigente- “recalculando,
doble a la izquierda… Recalculando, en la próxima curva tome a su derecha, a 200 metros
en la rotonda doble a la izquierda” y vos mirás por el parabrisas buscando lo que te indica el
GPS pero no hay ninguna rotonda. Decime, ¿cómo la vas a pasar con esa orientación?
¿Creés que vas a llegar a destino con ese GPS? Claro que la vas a pasar muy mal y no vas a llegar a
ningún lado. Esto es más o menos lo que pasa cuando una persona tiene paradigmas que no se
adecúan a la realidad. Tendrá una voz interna –como la del GPS- que prácticamente la volverá loca,
porque le estará dando instrucciones erróneas constantemente.

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Siempre tenemos algunos aspectos de nuestros paradigmas que no se condicen con la realidad
en que estamos. Cuando el mapa difiere poco con el territorio no representa mayor problema,
pero el problema se da cundo las diferencias son grandes. Hay quienes tienen creencias
totalmente distintas a la realidad, entonces están convencidos de que el mundo debería ser de
otro modo. Sus EXPECTATIVAS de cómo deben ser los amigos, parejas, trabajos, policías, curas,
médicos, psicólogos, etc. son muy distintas de cómo es la realidad, entonces viven
frustrándose constantemente por un “GPS que tiene un mapa muy imperfecto”. Y en lugar de
revisar sus mapas y actualizarlos, se enojan con el mundo porque no es como dicen sus
creencias. En otras palabras, intentan forjar la realidad de ese momento en lo que establecen
sus mapas, en lugar de intentar adaptar el mapa al territorio. Imagínate un cartógrafo que diga
“saquen esa montaña de ahí porque no figura en el mapa”. ¡Qué locura! Lo correcto en este
caso sería modificar el mapa, jamás el territorio.

Albert Ellis, sostiene que la ira la creamos nosotros mismos filosóficamente, en el sentido
xxi
de que recurrimos a pensamientos absolutistas y autoritarios. Afirma que ninguna
experiencia o circunstancia tiene un valor establecido per se, sino que somos nosotros los
que la enjuiciamos o clasificamos de buena o mala según nuestro sistema de creencias. El
problema es cuando esas creencias se alejan mucho de cómo es la realidad. Todos los “yo
debería” y “el mundo o los demás deberían” como dogmas imperativos son generadores
de emociones malsanas, tanto respecto de nosotros mismos –cuando te enojás con vos
mismo- o de los demás, cuando esperas demasiado de los demás. Ellis enfatiza que las
emociones son una consecuencia de los pensamientos. Dice, “Tras haber hablado con
miles de personas con distintos niveles de perturbación emocional, aún no hemos
encontrado a una sola que no sea responsable de crear, con sus dardos verbales
xxii
autopunitivos, gran parte de sus innecesarias perturbaciones emocional”.

La presencia de creencias irracionales respecto de los demás, son generadoras de ira o


rabia, autodiálogo del estilo de: “quiénes se creen que son, cómo no van a saludarme”. Los
imperativos dogmáticos que nos humillan a nosotros mismos generan ansiedad, como lo
son los famosos “deberías”, por ejemplo: “debo tener una casa propia”, “debo estar en
pareja, no puedo estar solo”, “debo ser flaca/o”. Y las creencias que no aceptan las
condiciones del mundo tienden a generar depresiones, estos son los autodiálogos del
estilo de: “¿Por qué me pasó a mí?”, “no pude ser…”, “el mundo conspira en mi contra”,
“no hay esperanzas de mejorar, esto seguirá igual de podrido”. El esquema que intento
trazar sigue la siguiente secuencia: en primer lugar se crea una imagen ideal de una
determinada situación, luego se genera la expectativa de que así será –se da por supuesto
sin cuestionar esta misma suposición- y luego, cuando la realidad es real, no ideal como se
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pretendió, surge el enojo. La falta de aceptación de la realidad a partir de una creación de


un ideal inexistente, es la base de los malestares emocionales. Es esta clase de
incongruencias –que sólo es nuestra responsabilidad- la que suele originar varios
trastornos emocionales.

El mismo Sigmund Freud marcó la diferencia entre los conceptos “realidad” y “realidad
psicológica”. Resulta que él en el tratamiento psicoanalítico que hacía con sus pacientes
descubrió en varios casos que la descripción de las vivencias “traumáticas” que hacían de
sus infancias, no coincidía con lo que realmente había acontecido. De modo que algunos,
vivían tristes por un pasado que nunca tuvo lugar en la realidad, sino que sólo pertenecía a
sus realidades psicológicas. Se dio cuenta también que cuando somos niños, nos falta
mucha información o no podemos llegar a comprender muchas situaciones de adultos, ante
lo que llenamos esos baches de ignorancia con construcciones mentales. De modo que
fuimos creando nuestro pasado acomodando y encajando recuerdos de la mejor manera
posible con la información disponible y una capacidad de comprensión inmadura –sólo por
la condición de niños-. Así, creamos nuestras propias creencias o realidades psicológicas, las
que posteriormente generan emociones. El caso es que estas realidades al ser construidos
desde la mirada del pequeño ojo de la cerradura de nuestras infancias, suele estar bastante
distorsionada. Esto de realidades psicológicas es lo que hoy en día llamamos en PNL
9
(Programación Neuro Lingüística) programaciones mentales.

El problema, como habrás podido advertir, es que casi en la totalidad de los casos somos
inconscientes del proceso creación de esta realidad psicológica o programación mental.
Pocas veces somos conscientes de nuestras creencias o de la manera en que pensamos.
Frases como “los habitantes de tal región son unos vagos, son fríos, especuladores, etc.”
llevan implícito el “siempre” o “todos”. Lo curioso de esto es que aunque desde mi
razonamiento no lo crea del todo así, estas creencias subyacen a nuestras conductas.
Tienen muchísima influencia en mi conducta y en la génesis de mis emociones. Así, según
nuestras creencias vamos haciendo interpretaciones de cuanta cosa pasa, haciendo
suposiciones y endilgando responsabilidades –en muchos casos injustamente tanto a
terceros como a nosotros mismos- que después provocan emociones malsanas, en algunos
casos. En otras palabras, el modo en que vamos dibujando nuestros mapas mentales no es
10
riguroso, es más bien impreciso, pero en general somos ignorantes de ello

9Si bien pueden existir pequeñas diferencias de significado, a los efectos de este texto doy por equivalentes los
conceptos de paradigmas, mapas mentales, realidad psicológica, sistema de creencias y valores. Por otro lado,
quiero aclarar que en términos neurológicos una creencia es una red neuronal.
10 Por esto es tan importante que los adultos acompañen a los niños con explicaciones moderadoras de la
realidad. Eso les ayuda en el proceso de programación mental o construcción de mapas.
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El caso es que estos mapas mentales (o creencias) son los responsables de nuestras
emociones y comportamientos, porque determinan cómo decodificamos y clasificamos lo
que nos pasa.

ACCIÓN

La diferencia entre el querer y el poder,


es el hacer
.
Además de los pensamientos, las emociones son generadas por nuestras acciones o
movimiento corporal. Según cómo usamos nuestro cuerpo, será como nos sentiremos.
Todo lo que involucre el movimiento genera cambios en nuestro patrón de respiración, lo
que a su vez modifica la compostura química de la sangre, provocando cambios en los
estados emocionales. ¡El movimiento es vida! Llevando a un extremo esta hipótesis
podríamos decir que mientras más joven uno es, más movimiento tiene y a medida que
envejecemos vamos inmovilizándonos hasta el punto de inmovilidad total: la muerte.
Definitivamente el movimiento está asociado q la felicidad y la quietud a la tristeza.

Todo lo que sentimos es el resultado de cómo usamos nuestro cuerpo, la emoción es


creada por el movimiento dice Anthony Robbins. Pero no sólo el movimiento en cuanto a
ejercicio físico, sino cómo utilizas el cuerpo en forma cotidiana. Es decir tu postura, los
gestos, movimientos, sonrisa, etc. En la psiquiatría era bien sabido que las emociones
inciden en las respuestas físicas y fisiológicas, pero se ha comprobado que el circuito
también funciona al revés. En Dr. Paul Ekman, profesor de psiquiatría de la universidad de
california dice: sabíamos que cuando uno experimenta una emoción, la misma se refleja en
su cara. Ahora se ha descubierto que lo contrario también es verdad. Uno siente lo que
muestra en su cara. Si se ríe uno del dolor, interiormente no sufrirá. Si pone la cara triste,
sentirá lo mismo por dentro. A partir de cómo utilizamos nuestro cuerpo se van
configurando patrones fisiológicos que están asociados a estados emocionales
particulares. Por ejemplo, las personas con depresión se caracterizan por tener patrones
fisiológicos de movimientos lentos y suaves, donde los hombros, la cabeza y la mirada
están hacia abajo. El caso es que el estado emocional en el que estás afecta tu fisiología –
funcionamiento corporal- pero también el movimiento corporal afecta a las emociones, de
xxiii
modo que, como habrás advertido, esto deviene en un círculo autoperpetrante.

Por otro lado es importante mencionar que el ejercicio físico estimula la secreción de
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endorfinas. Esta es la llamada sustancia de la felicidad ya que está asociada a


experiencias placenteras, además de cumplir una función importante en calmar el dolor.

Es segregada naturalmente cuando consumimos chocolate, al hacer ejercicio, en el


enamoramiento y al hacer actividades que te resulten placenteras. De modo que una de
las formas más saludables de experimentar felicidad es haciendo ejercicio, ya que además
del bienestar que produce dicha actividad genera beneficios físicos, embelleciendo y
haciéndole el mantenimiento a la casa del alma, tu cuerpo. Es esta sensación de disfrute y
felicidad sumado a los beneficios estéticos y de salud algunas unas de las razones por las
que muchas personas suelen volverse adictas a la actividad deportiva.

Un abordaje holístico: pensamiento y acción

Desde mi perspectiva, un trabajo holístico es muy operativo ya que atacamos los


estados emocionales a cambiar desde más frentes.

Cuando una persona está constantemente en modo defensa, sea por angustia crónica,
depresión, fobia, ansiedad, etc. desde mi rol como psicólogo me ocupo de ver qué está
pasando en su vida, considerando especialmente cuál es la lectura que hace de los hechos.
Me ocupo de provocar cambios estructurales en su sistema y de abordar las creencias que
tiene respecto de su situación. Pero llegados a este punto existe cierta dificultad que, en
general, puede ser superada mediante la actividad física. En estados de depresión o
angustia profundos –Modo defensa profundo o casi en un secuestro emocional- las
capacidades de reflexión, pensamiento positivo y busca de soluciones están prácticamente
embargadas. De modo que trabajar únicamente desde lo cognitivo puede servir, pero en
mi experiencia, lleva más tiempo.

Como vimos, cuando uno está muy triste por ejemplo, tiene una facilidad a ver el lado
negativo a las cosas y mira el futuro desesperanzadamente lo que se convierte en un circuito
autoperpetrador de la tristeza. De modo que puedo insistir y reflexionar sobre las estrategias a
seguir, pero si la persona está por demás negativista quizá los esfuerzos sean en vano. Para
corregir errores cognitivos (modificar la manera de pensar) y hacer que la semilla del
optimismo caiga en suelo fértil es necesario preparar el terreno, y suelo hacerlo mediante el
11
ejercicio físico o en casos agudos con derivación y atención psiquiátrica. Al igual que la
medicación psiquiátrica, la actividad física produce un cambio casi inmediato –

11 Si bien ideológicamente me opongo a la medicación, creo que en algunos casos es necesaria.

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de una a cuatro semanas- en el ánimo de la persona, de modo que una vez que está de
mejor humor, se abre una ventana en el tiempo para trabajar lo cognitivo. Es ese el
momento en que podrá apreciar las oportunidades y recurso que tiene como persona,
considerando esperanzadamente cambiar. Al ingresar en un modo creativo, aunque más
no sea por unas horas, estará bajo un dominio de acción que lo habilitará a tener
conductas y pensamientos distintos a los que lo llevaron al problema.

Las teorías sistémicas –a cuyo enfoque adhiero por completo- y la teoría del caos nos
enseñaron que pequeños cambios pueden generar grandes cambios, y en mi opinión, nuca
ocurrió otra cosa. Soy testigo de cómo pequeñas acciones permiten que ingresen nuevas bolas
al bolillero. Para todos los casos de trastornos del estado de ánimo, se trate de angustia,
depresión, fobias, suelo prescribir dentro de lo posible ejercicio físico. Esto, combinado con el
trabajo psicoterapéutico, en mi experiencia siempre ha sido muy productivo, casi diría
milagroso. Los resultados positivos se precipitan antes de lo esperado, tan rápido como se
comprometan con entrar en acción y mover el cuerpo. Estoy convencido que el ejercicio físico
es una excelente forma de mantenernos en modo creativo.

“Winning starts with beginning” (El ganar empieza con un comienzo) Anónimo

Beneficios de entrar en acción

Además de la sensación de bienestar producida por las endorfinas, es innegable la


cantidad de beneficios que trae la actividad física. Uno de los grandes predictores de un
envejecimiento exitoso es la presencia o ausencia de una vida sedentaria.

El ejercicio mejora el sistema cardiovascular y reduce el riesgo de enfermedades, como


ataques al corazón y accidentes cerebro-vasculares. Disminuye considerablemente las
posibilidades de padecer Alzheimer y otras demencias, osteoporosis, hipertensión, entre
otras. Emocionalmente combate el estrés, la ansiedad, las depresiones, contribuye a
disipar el enojo, además de generar felicidad. Una persona que tiene elevada actividad
física tiene mejor desempeño intelectual además de los beneficios físicos y estéticos de
mantenerse en forma. Se ha visto repetidamente en investigaciones científicas que el buen
estado físico está asociado a un buen desempeño cognitivo. Por ejemplo, el riesgo de
tener una demencia se reduce a la mitad en aquellas personas que han tenido actividad
xxiv
física durante su vida.

Siempre recomiendo que la gente practique yoga guiados por especialistas. El controlar la

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respiración y estirar la musculatura y los nervios del sistema nervioso, en mi opinión,


contribuye a cambiar la actitud que asumimos ante la vida y sus vicisitudes. No soy
especialista ni mucho menos, sin embargo puedo dar testimonio de los beneficios que
experimenté al aprender algunos ejercicios y posturas de yoga.

Los científicos en estos días están encontrando que tanto la enfermedad como la salud, la
vitalidad y como la depresión son elecciones. Si bien no podemos elegir directamente
estar sanos o enfermar, podemos elegir conductas que nos llevan a esos estados. Si bien
xxv
estos estados son una elección, no siempre representan una elección consciente. Cada
conducta que elegimos tiene sus consecuencias sobre la salud en el futuro. Por ello
considero de trascendental importancia promocionar la salud con el trabajo que hacemos
al educar a los niños. Este es uno de los ejes centrales en mi libro “Cómo ayudar a los
niños de hoy”, resaltando la idea de que según elijamos nuestro presente serán los estados
de salud o enfermedad que obtendremos, tanto en nosotros, los adultos, como en los
xxvi
niños, y en ellos, nuestra sociedad en su conjunto.

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BIBLIOGRAFÍA

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MALAISI, Lucas Javier Juan. Cómo ayudar a los niños de hoy, Educación Emocional, Argentina, San Juan, Editorial
Educación Emocional Argentina, Segunda Edición, 2011, Pág. 205.
Cfr. ALBRECHT, K. (2006). Inteligencia Social. Barcelona: Editorial Vergara.
ALBRECHT K. (2008). Inteligencia Práctica. El arte y la ciencia del sentido común. Buenos Aires: Editorial
Vergara.
GOLEMAN, D. (1997). Inteligencia Emocional. Buenos Aires: Javier Vergara Editor. Nota: este experimento
denominado “La prueba del Bombón” también es llamado “Test del Malvavisco".

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Diplomatura en Educación Emocional. Instituto de Extensión UNVM

Lucas Malaisi: Licenciado en Psicología (Univ. Católica de Cuyo). Posgrado en Psicoterapia


Gestáltica, Evaluación Psicológica y BioNeuroEmoción. Es presidente de la Fundación
Educación Emocional de Argentina y autor del Proyecto de Ley de Educación Emocional.
Coordinó programas del Ministerio de Desarrollo Humano y Promoción Social de la
provincia de San Juan y fue miembro del cuerpo académico de la UCC. Autor de los libros:
Cómo ayudar a los niños de hoy: Educación emocional, Descubriendo mis emociones y
habilidades, Modo Creativo: Educación emocional del adulto y Descubriendo emociones:
Guía para padres y docentes.

Sitio web: www.fundacioneducacionemocional.org


Facebook: www.facebook.com/fundacioneducacionemocional

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