Fue un teólogo, filósofo, médico y psicoanalista inglés, miembro de la Sociedad
Psicoanalítica Británica. Primero favorable a las tesis kleinianas, más tarde se incorporó al grupo intermedio o el llamado de lo “independientes”. En su libro “Estudio Psicoanalítico de la Personalidad” hace una recopilación cronológica de permite apreciar sus aportes y principales modificaciones a la teoría psicoanalítica clásica. Fairbairn (1962) con sus aportes propone un pasaje de la teoría instintivista o biológica a una relacional. Pasaje de lo monádico a lo diádico, abandonando la pasividad del analista en cuanto se posiciona como un mero observador del paciente, a un proceso en el que tiene lugar un modelo altamente dinámico e interpersonal, ya que propone que la mente se conforma en la relación con otros.
Factores esquizoides en la personalidad
Planteó la existencia de un factor esquizoide de la personalidad sosteniendo que todos, sin excepción deben ser considerados esquizoides. Ya que el fenómeno esquizoide consiste fundamentalmente en la presencia de disociaciones en el yo por lo que no podemos hablar de ninguna persona perfecta o completamente integrado. Observó así una multitud de fenómenos esquizoides que se manifiestan en la clínica, como la despersonalización, la sensación de irrealidad o perturbaciones menores del sentido de realidad, como la sensación de extrañeza ante personas familiares, deja vu, sonambulismo, fuga, doble y múltiple personalidad. El trabajo con sujetos con rasgos esquizoides le permitió delimitar tres características fundamentales: 1) actitud de omnipotencia, 2) actitud de aislamiento y desapego, y 3) preocupación por la realidad interna. Estas actitudes y fenómenos están presentes con mayor o menor intensidad en una gran variedad de sujetos, desde los esquizofrénicos puros, la personalidad psicopática de tipo esquizoide, el carácter esquizoide —rasgos esquizoides marcada pero no psicopáticos— y los estadios esquizoides pasajeros o “islas esquizoides”. Habla así de una escala teórica de la integración que va desde una situación ideal de completa integración hacía un completo fracaso en la integración que serían los casos de los esquizofrénicos. Para Fairbairn la disociación del yo es el fenómeno esquizoide más característico aunque el psicoanálisis se ha ocupado más de la orientación libidinosa. Ya que la estructura del psiquismo se forma mediante la fragmentación, que destacó como la situación endopsíquica básica (disociación en el Yo). Desde la psicogénesis de Abraham la esquizofrenia es una fijación en la primera fase oral. El yo del bebe puede describirse ante todo como un yo bucal, ya que la boca es el principal órgano de deseo, principal medio de satisfacción y frustración, principal vía de amor y odio. La primera relación social del individuo es la relación con la madre. El centro de esta relación es la situación de succión del pecho como punto central del objeto libidinoso y boca como punto central de la propia actitud libidinosa. El carácter de esta relación tiñe las demás relaciones y actitud social. Cuando circunstancias originan una fijación libidinosa en la temprana situación oral, los aspectos principales que caracterizan esta actitud oral misma son: 1. La tendencia a la orientación hacia el objeto parcial (órgano corporal): que promueve en la tendencia esquizoide a tratar las personas no como personas con un valor intrínseco propio, sino como objetos parciales. El fracaso de diferenciación entre realidad interna y externa ilustra esta tendencia de los que tienen características esquizoides al tratar a los objetos libidinosos como medios para satisfacer sus propias necesidades. El tipo de madres que provoca esta relación son aquellas mamás que fallan en intercambios espontáneos y sinceros de afecto con su hijo, siendo posesivas e indiferentes. Por lo que, al bebé le resulta difícil sostener una relación emocional con ella como persona entonces simplifica la situación: tiende regresivamente a restaurar una relación anterior y más simple, como lo es la relación con el pecho de la madre como objeto parcial, sustituyendo contactos afectivos por corporales. 2. Predominio el tomar sobre el dar en la actitud libidinosa oral temprana y en lo individuos con tendencia esquizoide. Esta dificulta está relacionada con la dificultad de dar en el sentido emocional. Más allá del fin biológico podemos establecer una relacionar entre el tomar con la actitud oral, que equivale a acumular contenidos corporales. Y el dar con la excreción, micción que equivale a perder contenidos corporales. En un nivel mental más profundo hay una equivalencia emocional entre los contenidos mentales y corporales. En el caso de los individuos con tendencia esquizoide hay una sobrevaloración de los contenidos mentales correspondientes a la relación de los contenidos corporales en la actividad incorporativa oral. Esta sobrevaloración se muestra en la dificultad de las personas con tendencia esquizoide para expresar emoción en un contexto social. Para estas personas dar (expresar afecto) es significado como perder contenidos. La defensa contra la perdida emocional da lugar a la represión del afecto y a una actitud de desapego. 3. El factor incorporativo en la actitud libidinosa: la actividad oral temprana se caracteriza por incorporar o internalizar. El restablecimiento regresivo de esta actividad oral temprana se da por frustración emocional en la que el niño llega a sentir: a) que la madre no lo quiere a él mismo como persona; y b) que su propio amor por su madre no es valorado ni aceptado por ella. Esta es una situación muy traumática que da lugar a una situación en la que: i. El niño considera a su madre en un objeto malo en la medida en que no parece amarlo. ii. El niño considera las experiencias de su propio amor malas (Resultado: mantener su amor dentro de sí). iii. El niño llega a sentir que las relaciones de amor con objetos en general son malas o por lo menos arriesgadas. El resultado es que el niño tiende a transferir sus relaciones con sus objetos al reino de la realidad interna. La madre y el pecho han sido instalados como objetos internalizados bajo la influencia de la situación de frustración oral (internalización como defensa). 4. El vaciamiento del objeto como implicación de la actitud libidinosa: es una implicación del carácter incorporativo de la temprana actitud oral. En privación la angustia que surge en la mente del niño por su propia vaciedad origina angustia porque la vaciedad puede afectar al pecho de la madre. Cualquier aparente o real vaciedad del pecho de la madre la interpreta debido a sus propios intentos de incorporación, siendo responsable de destrucción y desaparición no solo del pecho sino de la madre. A su debido tiempo los niños pueden darse cuenta que en realidad la madre no desaparece y se reprime tal situación traumática; pero en presencia de una marcada fijación oral temprana la situación traumática está particularmente predispuesta a reactivarse si el niño llega a sentir después que no es amado y valorado como persona por la madre y que ella realmente no acepta ni aprecia su amor como bueno. Fairbairn sostiene entonces que se observan tres tragedias en las personas que lo sufren: Primer tragedia: El sujeto siente que su amor es destructivo para los que ama, esto lleva a que emplee o ponga en funcionamiento defensas dirigidas no sólo al amor que siente hacia los otros, sino también al amor que los otros le tienen a él, dando como resultado un alejamiento social de la persona. Un individuo con tendencias esquizoides tiene motivos para guardar su amor dentro de sí, porque siente que es demasiado peligroso como para descargarlo en sus objetos. Evita ante todo contactos sociales porque tiene la convicción de que no debe amar ni ser amado, en pos de este objetivo es que muchas veces, para alejarse y mantener a distancia a sus objetos libidinosos pone en juego recursos de su odio. Moviliza los recursos de su odio y dirige la agresión contra los otros, particularmente contra sus objetos libidinosos. Segunda tragedia: El sujeto se encuentra en una problemática: compulsivamente busca odiar y ser odiado, a pesar de que en lo profundo de su ser anhela amar y ser amado. Se distorsiona el vínculo, porque en realidad prefiere ser él malo, antes de soportar la idea de no ser amado por su madre. Tercera tragedia: Habrían dos motivos contrapuestos que impulsan a la persona a sustituir amor por odio, dando lugar a una inversión de valores morales: por un lado un motivo inmoral, la persona siente que tiene limitada la posibilidad de amar, pero sí tiene permitido entregarse al odio y recibir de él toda la satisfacción que del amor no puede recibir, hace entonces dice Fairbairn, “un pacto con el diablo y dice: malo sé tú, mi bien”. Por otro lado, hay un motivo moral, la persona siente que “si amar implica destruir, es mejor destruir por el odio, que es abiertamente destructivo y malo, que destruir por el amor que es creativo y bueno por derecho”. Ahora la inversión sería “bueno sé tú, mi mal”. Fairbairn (1940). La verdadera maldad es que lo bueno de que dependió implica lo malo. La patología se da cuando incorporo al objeto malo y hay identificación con él. Este es uno de los aportes que llevaron a Fairbairn a plantear la revisión de la psicopatología.
Revisión de la Psicopatología de la Psicosis y Psiconeurosis (1940)
Los problemas de los pacientes esquizoides y esquizofrénicos tuvieron repercusiones en la psiquiatría y en el psicoanálisis. Por lo que Fairbairn propuso una revisión de la naturaleza y etiología de los estados esquizoides, una modificación de las concepciones clínicas y también un reforma y una reorientación de la teoría de la libido juntamente con una modificación de los conceptos psicoanalíticos clásicos, ya que el grupo esquizofrénico era mucho más amplio de lo que se hablaba hasta el momento. Tomó el concepto de disociación del Yo de Edward Glover, que estipulaba que es la que el yo establece gradualmente en el curso del desarrollo, a raíz de un número primitivo de núcleos del y que éstos constituyen el resultado de un proceso de integración. Esto sucede no solo en la esfera de las zonas erógenas, también existen núcleos femeninos, masculinos, activos, pasivo, de amor-odio, dar-tomar, etc. Fairbairn habló de las limitaciones intrínsecas de la teoría de la libido sosteniendo que el concepto de Freud de que la libido es originalmente distribuida en un número de zonas corporales y cuyo exitoso desarrollo de la libido depende de la integración de varias distribuciones libidinosas, bajo la supremacía del impulso genital. De esta manera, Fairbairn cuestiona la clásica teoría de la libido, basada en el concepto de zonas erógenas, diciendo que las zonas erógenas solo son canales, por lo cual la libido encuentra menos resistencia en su camino para alcanzar al objeto. Propone una teoría del desarrollo de las relaciones de objeto, basada en el tipo de dependencia hacia el mismo. Plantea que la libido, al buscar el objeto, depende de él y hay etapas por las que atraviesa. Este proceso se da de manera gradual y tiene que ver con el pasaje paulatino que se realiza entre una dependencia infantil del objeto a una dependencia madura del mismo. Para Fairbairn la limitación intrínseca de esta teoría se podía observar mejor en la revisión hecha por Abraham de zonas libidinosas y desarrollo psicogenético. No caben dudas de la exactitud en las relación a los estados esquizofrénicos con una fijación en la fase oral primaria (incorporativa y preambivalente), como tampoco hay duda en relación a los estados maniaco depresivos en relación a la fase oral secundaria (ambivalente). Sin embargo a lo que se refiere a las dos fases anales y la fálica, la situación no es tan sencilla. Si bien es cierto que el paranoico utiliza lo anal para rechazar sus objetos, que el obsesivo utiliza lo anal para el control de lo suyo y el histérico intenta mejorar sus relaciones de objeto a través de lo genital, no obstante los estados paranoides, obsesivos e histéricos representan no los productos de fijaciones libidinales especificas sino simplemente “una variedad de técnicas utilizadas para defender al yo de los efectos provocados por conflictos de origen oral”. (Fairbairn, 1940). Esto se encuentra fundamentado en dos hechos: 1. El análisis de síntomas paranoides, obsesivos e histéricos revela la existencia de un conflicto oral subyacente. 2. Dichos síntomas son acompañantes y precursores de los estados esquizoides y depresivos. Para Fairbairn las fases anales y fálicas son un artificio, en su lugar se debería hablar de etapas en desarrollo del amor objetal. La nomenclatura de Abraham se basa en la naturaleza libidinosa y no en la naturaleza del objeto. Por lo que la teoría clásica debería ser transformada en una teoría del desarrollo basada esencialmente en las relaciones de objeto. La teoría de la líbido no reconoce que el placer libidinoso es fundamentalmente solo un jalón para la obtención del objeto. “Es poner el coche delante de los caballos” dirá Fairbairn. Tal inversión es porque todavía el pensamiento analítico no había entendido la importancia de las relaciones de objeto. “¿porqué un lactante se chupa el dedo? Porque es zona erógena y de placer, ¿pero porqué el pulgar? Porque no tiene un pecho que succionar. Lo mismo ocurre con la masturbación, el autoerotismo es una técnica para proveerse de un objeto que no puede obtenerse. “No es exagerado afirmar que todo el curso del desarrollo libidinoso depende hasta qué punto son incorporados los objetos y de la naturaleza de las técnicas que se emplean para tratar a los objetos incorporados.” (Fairbairn, 1952). La actitud libidinosa no determina la relación de objeto sino que la relación de objeto determina la actitud libidinosa.
Teoría del Desarrollo de las relaciones de objeto, basada en el tipo de
dependencia del objeto: Como se mencionó anteriormente, para el autor el desarrollo de las relaciones de objeto es esencialmente un proceso por el cual la dependencia infantil del objeto da lugar, en forma gradual, a la dependencia de dicho objeto. Este proceso del desarrollo se caracteriza por: a) El abandono progresivo de una relación de objeto primaria, basada en la identificación primaria. b) Una adopción gradual de una relación de objeto basada en la diferenciación de este último. Este paulatino cambio tiene lugar en la naturaleza de la relación de objeto, va acompañado por un cambio similar en el fin libidinoso, de manera que un fin oral primario de succión, de incorporación y de “tomar”, pasa a ser reemplazado por un fin maduro, no incorporativo, y de “dar”, compatible con la sexualidad genital desarrollada. (Fairbairn, 1940). Esquemáticamente: • Etapa de dependencia infantil, predomina el “tomar”, actitud incorporativa. Comprende dos fases: 1. Fase oral primaria: Succión e incorporación. Actitud de tomar. Preambivalente. Objeto parcial pecho. 2. Fase oral secundaria: Morder e incorporación. Ambivalente. Objeto total madre tratado como pecho. • Etapa de transición: entre las dos etapas de dependencia infantil (tomar) y la dependencia madura (dar). Dicotomía y exteriorización del objeto incorporado. La dicotomía del objeto es el proceso por el cual el objeto primario hacía el que se orienta el amor y el odio es reemplazado por dos objetos uno aceptado hacia el que se dirige el amor y uno rechazado hacia el que se dirige el odio. Ambos tienden a ser tratados como objetos internalizados. La actuación de las técnicas rechazantes es el rasgo más característico de la etapa de transición. En este período de transición el proceso del desarrollo por el cual las relaciones de objeto (basadas en identificaciones primarias) dan lugar a relaciones de objetos diferenciadas. El resultado satisfactorio depende del éxito que acompaña al proceso de diferenciación del objeto que depende del resultado del conflicto con respecto a la separación del objeto (situación deseada y temida). ¿Cuál técnica se utiliza? Depende de la naturaleza de las relaciones de objeto establecidas durante la dependencia infantil. • Etapa de dependencia madura, caracterizada por la actitud de “dar”. Objetos aceptados y rechazados, exteriorizados. El rasgo distintivo de este esquema es que está basado en la naturaleza de la relación de objeto y que la actitud libidinosa es relegada a segundo término. Un estado de dependencia infantil, recurre por turno a una o a las cuatro técnicas de transición (paranoide, obsesiva, histérica o fóbica).
La etapa de transición: entre la dependencia infantil y la dependencia
madura, sus técnicas y Psicopatología. Para Fairbairn paranoia y neurosis obsesiva no deben ser consideradas como resultados de una fijación anal primaria o secundaria sino como “estados resultantes de la utilización de técnicas defensivas especiales que derivan sus patrones de procesos excretorios rechazantes”. (Fairbairn, 1940). Son técnicas rechazantes (defecación y micción son procesos rechazantes) Ambas combinan la aceptación del objeto bueno con el rechazo del objeto malo. La dependencia infantil es la identificación primaria con el objeto y en la dependencia madura se da la relación de dos individuos completamente separados. El abandono de esta primera dependencia a la segunda va acompañada de angustia. El gran conflicto de la etapa de transición es “entre la necesidad progresiva de dominar la actitud infantil de identificación con el objeto y el apremio regresivo de mantenerlo” (Fairbairn, 1940) Técnica Paranoide: el más alto grado de rechazo al objeto porque el objeto rechazado se encuentra externalizado y lo trata como a un perseguidor. Excreción para rechazar contenidos del objeto y separarse de esos contenidos. Técnica Obsesiva: es una transición entre la actitud de tomar (dependencia infantil) y la de de dar (dependencia madura). Excreción para el control de lo que se da o no. Conflicto entre expulsión y retención. Técnica Histérica: emplea una técnica rechazante especial, contra un estado que surge por fijación a una etapa que según Abraham es la fálica. Para Fairbairn la sobreestimación del Edipo es un fenómeno más sociológico que psicológico, sería la identificación de los órganos genitales como objetos parciales (pecho). El rechazo se resolvería en un intento fallido de abandonar la actitud de la dependencia infantil. Conflicto entre aceptación o rechazo del objeto. Sobrevaloración de los objetos reales y desvalorización del mundo interno quedándose con el objeto malo. El sujeto siente que él es el malo en tanto que los otros son buenos, hay una fuerte identificación con este objeto malo, por lo tanto proyecta y evacúa al objeto bueno para salvaguardarlo. Técnica Fóbica: se da una evasión hacia el objeto donde el objeto es aceptado, y una evasión desde el objeto, donde es rechazado. Oscila entre escapar o someterse, intenta huir del objeto malo y refugiarse en el objeto bueno, pero los pone afuera para huir y vigilarlos, hay una ambivalencia entre separarse y regresar. Esta técnica tendría una capacidad distributiva, ya que deposita lo bueno y malo en otro objeto externo, porque ambos objetos están externalizados. Esquemáticamente, la naturaleza de las relaciones de objeto de las cuatro técnicas sería: Técnica Objeto aceptado Objeto rechazado Obsesiva Internalizado Internalizado Paranoide Internalizado Externalizado Histérica Externalizado Internalizado Fóbica Externalizado Externalizado
La importancia de las relaciones de objeto:
Para Fairbairn era tiempo de que la atención psicológica que hasta el momento estaba centrada en el pasado (primero en el impulso y luego en el yo) se concentrara sobre el objeto hacia el que se dirige el impulso estableciendo una psicología de las relaciones de objeto. Postula dos conclusiones que constituyen una reforma completa: 1. En comparación con las relaciones de objeto las actitudes libidinosas son relativamente de poca importancia. 2. El propósito final de la pulsión libidinosa lo constituye el objeto y no la gratificación.
La naturaleza de lo Reprimido y los objetos Reprimidos:
Para Fairbairn había que centrarse ahora en lo reprimido, ya que con la libido se había hecho especial hincapié en el proceso de represión. Desde su perspectiva lo que se reprime primariamente no son los intolerables impulsos culpables ni los intolerables recuerdos desagradables sino los intolerables objetos malos internalizados. “Así los recuerdos se reprimen solo porque los objetos comprendidos en tales recuerdos están identificados con objetos malos internalizados y los impulsos se reprimen solo porque los objetos con los cuales tales impulsos incitan al individuo a tener relación con objetos malos”. Los impulsos se tornan malos si se dirigen hacía objetos malos, si tales objetos son internalizados se internalizan los impulsos hacía ellos; pero lo que primariamente se reprime son los objetos malos internalizados. Ahora bien, en todos nosotros se encuentran en los niveles más profundos de interpsique objetos malos internalizados. El hecho de que un individuo dado se torne delincuente, psicótico, psiconeurótico o “normal”, parece depender para Fairbairn de la actuación de tres factores: 1. Del grado en que los objetos malos han sido ubicados en el inconsciente y el grado de maldad que los caracteriza. 2. Del grado en que el yo está identificado con los objetos malos internalizados. 3. La naturaleza y el poder de las defensas que protegen al yo de esos objetos.
La Defensa moral contra los objetos malos:
El niño se rehúsa a admitir que sus padres son objetos malos, pero no sucede lo mismo cuando se trata de aceptar que él mismo lo es: el niño preferiría ser malo él a tener objetos malos. Uno de los motivos que lo llevan a ser malo. Es el deseo de tornar bueno a sus objetos. al hacerse malo carga con la maldad que parecen tener sus objetos. Decir que carga con el peso de sus objetos malos equivale a decir que internaliza sus objetos malos, la seguridad exterior se obtiene a cambio de una inseguridad interior. De esta manera su yo queda a merced de una banda de perseguidores internos. La forma más precoz e defensa a la que recurre el yo es la represión, empero existe otro tipo de defensa que apoya al trabajo de la represión y es la defensa del super yo o defensa moral Existen dos tipos de maldad: Maldad incondicional: decir que un objeto es incondicionalmente malo significa que nos referimos desde el punto de vista libidinoso. Maldad condicional: que un objeto sea condicionalmente malo quiere decir que es malo desde el punto de vista moral. Los objetos malos que el niño internaliza son incondicionales (perseguidores internos), con el fin de reparar ese estado de maldad incondicional internaliza sus objetos buenos que asumen el papel del super yo. Se da el fenómeno bondad y maldad condicional. En la medida en que el niño se apoye en sus objetos malos internalizados, se torna condicionalmente (moralmente) malo frente a sus objetos buenos internalizados (super yo) y en la proporción que los resista se torna condicionalmente bueno. “Es preferible ser condicionalmente bueno a condicionalmente malo, pero cuando falta la bondad condicional; es preferible ser condicionalmente malo a incondicionalmente malo. Es mejor ser pecador en un mundo gobernado por Dios que vivir en un mundo regido por el diablo” (Fairbairn, 1943).
La dinámica de la influencia de los objetos malos
Fairbairn al hablar de donde derivan el poder que tienen los objetos malos sobre el individuo, a pesar de lo mucho que pueda desear rechazarlos, explica que los objetos malos se imponen al niño y él no puede oponerse a ellos porque ejercen un gran poder. Lo único que puede hacer es internalizarlo para poder controlarlos, más al intentar controlarlos por este medio, internaliza objetos que en el mundo externo tienen el poder de gobernarlo, poder que conservan en el mundo interior. En una palabra está poseído por ellos como espíritus malignos. Pero esto no es todo, el niño no sólo internaliza sus objetos malos porque se le imponen y trata por este medio de controlarlos, sino también, y sobre todo, porque los necesita. Si los padres son objetos malos, no puede rechazarlos ni siquiera cuando se les imponen, porque sin ellos no puede hacer nada. No puede rechazarlos ni aún en el caso de que lo ignoren, porque si lo ignoran aumenta su necesidad por ellos. Lo que impulsa al niño a internalizar objetos malos, es la necesidad que tiene de sus padres, más allá o a pesar de lo malos que puedan ser estos padres para el niño y dado que esta necesidad permanece unida a estos en el inconsciente, no puede desligarse de ellos. Esta misma necesidad es la que les confiere el poder real que tienen sobre él. (Fairbairn 1943).
La culpa como defensa como liberación de los objetos malos:
Fairbairn explica que en psicoterapia la culpa actúa como resistencia, el enfermo utiliza las interpretaciones en términos de culpa para aumentar sus resistencias. Y si el psicoterapeuta se torna moralizador y coercitivo se constituye como objeto malo (el enfermo abandona) o representante del super yo (el enfermo mejora por aumentar represión). Pero el propósito del psicoterapeuta con visión analítica debe ser la de mitigar la severidad del super yo y así disminuir la culpa y la angustia. La mayor fuente de resistencia la constituye el temor a la liberación de los objetos malos del inconsciente, porque cuando éstos son liberados el mundo que rodea al enfermo se puebla de “demonios”. No obstante el propósito que debe logra el psicoterapeuta debe ser la liberación de los objetos malos internalizados, que solo se podrá hacer con seguridad si el psicoterapeuta se ha constituido para el enfermo como un objeto bueno (situación de transferencia satisfactoria).
Un pacto con el diablo, catexis libidinosas de los objetos malos y su
disolución: Para Fairbairn los fundamentos de la psicopatología debemos buscarlos en la liberación de los objetos malos internalizados y no en la liberación de los objetos buenos internalizados (es decir liberación del Super yo). Desde una psicoterapia de relaciones de objetos resulta difícil el separar al individuo de sus objetos malos porque el “diablo” con el que se firmó el pacto está íntimamente relacionado, la peculiaridad de dicho pacto radica en que comprende una relación con un objeto malo. Cuando el objeto ha sido internalizado y reprimido, se plantea una situación peculiar, y es que la libido busca un objeto reprimido. La libido es seducida, tentada por el objeto reprimido. “cuando el objeto es un objeto reprimido, la catexis del mismo actúa como una resistencia, y la resistencia que se presenta en la terapia analítica, se mantiene no solo por medio de la represión, sino también por las cualidades dinámicas de la misma libido” (Fairbairn, 1943) El propósito libidinoso está entonces en conflicto directo con el propósito terapéutico y es sólo a través de la creciente intensidad de la transferencia (desplazamiento gradual de la libido de un objeto internalizado reprimido a un objeto exterior) que se puede eliminar la fuente principal de la resistencia. La moraleja sería que solo por medio de un objeto bueno, la libido puede ser inducida a abandonar sus objetos malos, por ello la importancia de la situación transferencial. Para hablar de la técnica analítica el autor dice que los propósitos de la misma deberían ser: 1) Capacitar al enfermo a la liberación de los objetos malos del inconsciente, “sepultados” que han sido internalizados y reprimidos. 2) promover una disolución de los lazos libidinosos que ligan al sujeto a esos objetos malos. Esto se logra siempre que haya una situación de transferencia satisfactoria y que el analista sea en realidad para el enfermo un objeto bueno. Fairbairn entiende que se plantea una paradoja, ya que se considera que el propósito de la técnica analítica es la liberación y en el enfermo el temor a tal liberación de dichos objetos malos, sea justamente, lo que en primer lugar incita al enfermo a buscar ayuda analítica. Debido a que se presentan algunos problemas en la técnica para resolverlos: Todas las situaciones deben ser interpretadas no en términos de gratificación sino de relaciones de objeto. Las pulsiones de la libido son dictadas por el amor objetal y que por lo tanto son básicamente buenas. La libido solo se torna mala cuando está dirigida a objetos malos. Todas las situaciones de culpa deben ser transformadas en situaciones de objetos malos Las interpretaciones en términos de agresión deben hacerse con cuidado. La situación endopsíquica básica y revisión de la teoría de la estructuración mental Ronald Fairbairn postula, en un artículo publicado en 1944, Las Estructuras Endopsíquicas Consideradas en Términos de Relaciones de Objeto, que el aparato psíquico debe estar constituido por los objetos internalizados. Si las pulsiones no pueden existir en ausencia de una estructura del yo - digamos, de un psiquismo - no es posible establecer una delimitación práctica entre el yo y el ello. Si los impulsos no pueden ser considerados a parte de los objetos (externos o internos) no son, en definitiva, más que los aspectos dinámicos de las estructuras endopsíquicas. Anteriormente se mencionó que la represión para Fairbairn, se establece sobre los objetos malos internalizados, pero no sólo sobre ellos, sino también con las partes del yo que buscan establecer relaciones con estos objetos. El yo, por consiguiente, se fragmenta, y unas partes se oponen a otras, proceso no muy diferente del que sugiriera Freud en Duelo y Melancolía, de 1915. El yo y el superyó reprimidos son estructuras, pues lo que se reprime son estructuras, no impulsos. La tópica que propone Fairbairn consta de cinco instancias: Yo Central (YC), Yo Libidinoso (YL), Saboteador Interno (SI), Objeto Rechazante (OR) y Objeto Necesitado (ON). La Estructura Endopsíquica (aparato mental) es altamente dinámica y en su interior se lleva a cabo un constante intercambio entre las instancias que la componen, se basa en la posición esquizoide, dando cuenta que el Yo está disociado y esta disociación corresponde a la posición endopsíquica básica. Acerca del origen de esta situación endopsíquica y la multiplicidad de yoes Fairbairn explica que en un primer momento (dependencia absoluta) el primer objeto del niño es el pecho de la madre. En condiciones perfectas la relación libidinosa del niño con la madre sería solo satisfactoria. Pero la experiencia de frustración libidinosa (cuando el niño ve perturbada su relación con la madre) es lo que hace surgir la agresión del niño en relación a su objeto libidinoso, dando así lugar a un estado de ambivalencia. Su madre se torna en un objeto ambivalente, es decir que es bueno y malo. “Dado que le resulta intolerable tener un objeto que es bueno y también malo, intenta aliviar la situación dividiendo la figura de la madre en dos objetos” (Fairbairn, 1944). Entonces en la medida que lo satisface libidinosamente es objeto bueno y en la medida que no lo satisface libidinosamente es objeto malo, se genera una fuerte tensión, dado que es una realidad externa ante la cual es impotente para controlar. Por lo que busca mitigarla a través de los medios que tiene a disposición: hace lo mejor que puede para transformar el factor traumático de la situación al terreno de la realidad interior, es decir, internaliza a su madre como un objeto malo. Para Fairbairn la primera internalización es siempre de un objeto malo porque no tiene sentido alguno la internalización primero de un objeto bueno que se puede tratar y satisface. Este objeto malo que se internaliza a pesar de malo porque se desea, necesita e impone y a diferencia del objeto bueno, cuenta con dos facetas: por una lado frustra y por el otro tienta y atrae. La verdadera maldad recae justamente en que combina atracción y frustración, se encuentra ahora en una situación intolerablemente nuevamente, solo que interna. Entonces adopta una técnica muy similar a la que adoptó e dividir a la madre en dos objetos. Y consiste en que divide al objeto malo internalizado en dos objetos: a) El objeto tentador o necesitado b) El objeto frustrador Reprimiendo luego a ambos por medio de la agresión como dinámica de la represión, a esta operación la denomina Represión Directa Primaria. Como consecuencia el yo desarrolla seudópodos por medio de los cuales continua teniendo ligámenes libidinosos con los objetos que son reprimidos, el desarrollo de tales seudópodos representa la fase inicial de la división del yo. Del Yo indiviso se separan dos aspectos dando lugar a: el Yo libidinoso (YL), que se relaciona con el objeto necesitado (ON), y el saboteador interno (SI), que no es un objeto interno, sino una estructura del Yo que se relaciona con el objeto interno rechazante (OR). Cuando tiene lugar la represión, la división del yo se torna un hecho consumado. Los dos seudópodos debido a su relación con los objetos rechazantes, son rechazados por parte del yo que continúa siendo central y comparten con sus objetos el destino de la represión. De esta forma los dos yo subsidiarios (Yo libidinoso y saboteador interno) pasan a ser separados del yo central y surge una multiplicidad de yoes, el yo central permanecerá unido al objeto ideal. Secundariamente a la represión de los objetos, el YC reprime a los Yoes subsidiarios: Represión Directa Secundaria. Por lo tanto, la represión no sólo es contra los objetos internalizados sino también contra aquellas partes del Yo que buscan establecer relaciones con estos objetos internos, una parte del Yo con su correspondiente carga dinámica reprime a otra parte del Yo con su correspondiente carga dinámica. En síntesis: Yo Central (YC): Es una estructura primaria y dinámica, de la que se derivan las otras estructuras mentales. Libidinosamente unido al Objeto Ideal y es el agente represor tanto de los otros dos yoes como de los objetos ligados a estos. Yo Libidinoso (YL): Deriva del yo central, no es un mero depósito de impulsos instintivos, sino una estructura dinámica pero más infantil, menos organizada, menos adaptada a la realidad y más cercana a los objetos internalizados. Saboteador Interno (SI): No es un objeto interno, sino otro aspecto del Yo, está relacionado con un objeto interno, el Objeto Rechazante. La constitución de la estructura endopsíquica básica tiene lugar antes del Edipo. Lo que aporta el Edipo, en realidad, es la última capa en la estructuración del psiquismo. Para Fairbairn la principal novedad de la situación edípica es que introduce en el mundo del niño que a diferencia de antes (donde había un solo objeto parental) ahora se materializan dos objetos parentales. La relación con su nuevo objeto padre, atravesará vicisitudes similares a la relación con la madre. (Divide la figura del padre en objeto bueno y malo. Internaliza el objeto malo que nuevamente divide como objeto necesitado en relación con el yo libidinoso y objeto rechazado en relación con el saboteador interno). De todos modos la adaptación del niño con el padre es distinta a la que hizo con la madre, ya que debe ser lograda en un plano emocional.