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Maestría en Estudios Humanísticos

Universidad EAFIT Semestre: 2018-I


Seminario temático en estudios filosóficos
Docente: Juan Pablo Pino Posada
Stefania Acosta Ramírez

Reseña: Illouz, Eva, “Is love still a part of a good life?”, en: Rosa, Hartmut & Henning,
Christoph (eds.) (2018), The Good Life Beyond Growth. New Perspectives, London / New
York: Routledge, pp. 177-187.

Aristóteles plantea al amor como una importante parte de la eudaimonía, la vida buena,
pero sin embargo Platón es quien describe la forma más significativa de amor en la buena
vida, en ​Symposhium Pahedrus, donde abre el diálogo exaltando a Eros como el Dios más
antiguo de los dioses y como el amor ha sido fuente de valentía y coraje de grandes
guerreros que ha impulsado a los amantes al más sublime sacrificio. Plantea también de
manera indirecta como el amor es una fuente poderosa de orden social. En la filosofía
antigua se aborda el amor como camino para la virtud y la vida buena concebida como un
orden social y como un bien moral conocido para todos. A pesar de las diferentes
posiciones de los oradores en el ​Symposhium​, se vislumbra con claridad que el amor es
para ellos un hecho objetivo conducente a las virtudes y a la buena sociedad, y mejora el yo
individual como tal.

Enfatizando entonces que en una visión aristotélica, el amor ha estado conectado con el
discurso de la virtud, influenciando las teorías modernas sobre el amor, que son las que se
abordarán en el texto. Es necesaria entonces una diferenciación entre el discurso normativo
y el análisis empírico (una disyuntiva entre filósofos y sociólogos) del amor como parte de la
vida buena vida y practicada. Centrándose entonces en la cuestión sí como práctica y
modelo que surgió en la premodernidad, ¿sigue siendo el amor romántico una forma social
que puede orientar nuestros modelos normativos de la buena vida?

Bueno hay una diferencia importante entre el amor moderna y el amor premoderno, es la
separación del amor de las virtudes morales tradicionales de las concepciones morales del
yo y de la cosmología social, sufriendo múltiples transformaciones del siglo XVI al siglo XX.
Convirtiéndose en una forma de amor individual privada y que se enfoca en el interior y la
subjetividad como fuente de experiencia y conocimiento. Siendo también una forma secular
del amor de Dios, tomando la devoción y la expresividad que es dedicada a la divinidad.
Paradójicamente es también concebida como una importante fuente de autonomía.
A través de diversas manifestaciones culturales, el amor se afirmó lentamente contra las
reglas de la endogamia, la autoridad patriarcal o eclesiástica y el control de la comunidad.
En el siglo XVIII, el individualismo y una nueva forma de interioridad auto introspectiva se
unirían en la práctica cultural del amor romántico, afirmando el derecho del individuo a sus
sentimientos, afirmando así el derecho a elegir el objeto del amor y a casarse de acuerdo a
la voluntad de uno. Interioridad, libertad, emociones y elección formaron una matriz única.
Más allá de la visión política, la autonomía en el amor se convierte en la excusa de la
autodefinición, en donde el objeto del amor es definido por el individuo, quien es dueño de
sus propios sentimientos y emociones.
Ya en el ya finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el amor comienza a asociarse con
la felicidad y el placer, específicamente de dos personas heterosexuales, es una asociación
de amor muy del tipo hollywoodensem, pero tal vez esta fórmula de Hollywood funcionó por
qué socialmente el amor estaba estrechamente relacionado con la promesa de felicidad.

Todo esto pasó por tres razones principales que tienen que ver con la modernidad: la
primera es la seguridad ontológica, en un momento donde todos los valores se ponen en
duda, el amor se convierte en un punto de conexión con la identidad. La segunda razón es
que el amor hace un reconocimiento de la propia individualidad, dando sentido de
singularidad y posibilidad de individuación. La tercera es que el amor proporciona un vínculo
intenso en mundo moderno en donde aparentemente la solidaridad es algo problemático.

Para la autora por esa razón es no sorprendente que el amor hubiera sido asociado con la
felicidad. Para ejemplificar se pone en evidencia la novela de Madame Bovary de Flaubert,
publicada en 1856, en donde una mujer, Emma, se casa con un médico rural en busca de
un proyecto de vida feliz con una familia burguesa y un esposo amoroso. En el fracaso por
la búsqueda de su felicidad, se vuelca al consumo y adquisición de objetos en el tienda Bon
Marche, a la par que se relaciona con otros hombres en adulterio, lo que la lleva a una
búsqueda del amor romántico asociado al erotismo. La novela muestra cómo el capitalismo
y el proyecto amor romántico se entrelazan, pone en evidencia cómo la buena vida se
convierte en un proyecto imaginado.

La primera forma en que la novela muestra como amor y capitalismo están conectados es a
través del emergente mercado de consumo cultural masivo, en donde novelas, historias y
productos culturales baratos; proveen una visión de la esfera privada y la promesa de amor
e intimidad ponen en el centro la familia como espacio de realización. Lo que se evidencia
en la novela como una promesa banal y de desencuentros. En donde Emma encuentra el
adulterio y la búsqueda del amor romántico como la posibilidad de transgredir la estructura
doméstica de la familia y activar fantasías constantes para superarla.

La segunda forma en que el capitalismo y el amor se entrelazaron en la novela, es como


evidencian el amor y el sexo como vehículos para el suministro y deseo de bienes de
consumo. Así como la autonomización de la sexualidad y del deseo sexual, lo que los
separó de la moralidad y la religión, llevándolos a tener una dinámica interna del propio
individuo. Madamme Bobary estaba en el camino de dicho proceso, lo que la llevó a asociar
a cada una de sus historias de amor de una manera fantástica, proceso que nos lleva a un
estadío actual: la autonomización del deseo sexual a través de la cultura del consumidor y
la narrativización del yo a través del amor.

La autora usando el ejemplo de la novela, pasa a abordar la revolución sexual y expone uno
de los puntos principales del discurso:

“La revolución sexual fue de hecho una reacción a la inmensa máquina de deseo
liberada por la conjunción de la cultura del amor y el consumo, y la contradicción
entre la esfera familiar doméstica y la esfera del consumidor, en las que el deseo
circulaba reiterativamente. Por revolución sexual, me refiero al movimiento de ideas
que critica el patriarcado, las relaciones de género y la organización social que
busca crear igualdad de género en el sexo. Fue un movimiento dirigido a lograr la
equidad y la autonomía, así como la legitimación del sexo y la sexualidad como tal.
Es evidente, que la revolución sexual continúa siendo una parte muy importante de
lo que somos, y ha conseguido tantos bienes esenciales que en ocasiones pasan
desapercibidos sus efectos en la sociedad. Creo que dicha revolución, tuvo fuertes
efectos en la sociedad, especialmente en el amor romántico en sí mismo.” *
(Traducción propia)

Planteando entonces algunos de estos efectos el primero es que las relaciones románticas
y las relaciones heterosexuales se volvieron legítimas fuera del matrimonio, apareciendo
entonces una nueva -relación sexual- que está basada en la búsqueda del placer.

Otro de los aspectos es que la el atractivo sexual se convierte en uno de los puntos de
evaluación y percepción de la personas detonando entonces toda una nueva forma
sociológica en donde aparecen aspectos del mercado en espacios y artefactos para lograr y
promover ese ese atractivo sexual, como la pornografía, la industria de la moda, el
maquillaje e inclusive los emergentes sitios de citas por internet. La dimensión sexual se
convierte en motor y base de la economía, permitiendo la colonización de las relaciones
sociales por parte del capitalismo.

Para finalizar, la autora plantea el último punto de su conferencia, referenciando la


sorprendente analogía entre los procesos que ocurrieron en el ámbito del trabajo y el
consumo y en el ámbito del amor. El primero es que se amplía el espectro para que una
persona pueda elegir su pareja, se eliminan los tabú de clase, religión, raza; entre otras. El
segundo efecto es que crea una nueva competencia, ya todas las personas están
disponibles y compiten entre sí por criterios en ocasiones incompatibles, la autora cita a
Michel Houellebecq quien describe en su primera novela ​La extensión del dominio de la
lucha​, en donde el liberalismo económico es la extensión del dominio de la lucha a todas las
edades y clases.

Eso entonces tuvo diversas afectaciones de las relaciones románticas. La primera es que
aumenta considerablemente el número de personas con las que interactuamos sexual y
románticamente, situación impensable en una época anterior. El segundo punto es que la
velocidad se convirtió en una característica de las relaciones sexuales y románticas, las
relaciones parecen tener una analogía con la producción industrial planteada por Adam
Smith y el fordismo, hay una intención y deseo el sujeto sexual de acumular experiencias,
en donde en ocasiones se considera que el número de parejas sexuales o vivencias
acumulan un capital sexual.

Entonces un tercer impacto es la dificultad para narrar el yo, al existir una incertidumbre, no
es posible para un individuo describir en qué punto de la historia se encuentra una relación,
¿es una relación sexual? ¿es una posibilidad de matrimonio?, se sobreviene una
incapacidad de proyectar un futuro. Una irónica contradicción con la historia de Madamme
Bovary, quien muere por su exacerbada imaginación y proyección de su propia historia.
Esta histórica conexión, plantea tal vez que el amor ya no es el repositorio de la buena vida,
no diciendo que no existe gente felizmente casada o felizmente enamorada, pero sí, que
hay que lanzar una suerte de batalla contra las condiciones sexuales de la sexualidad y el
amor para que esto suceda.

Entonces, para responder a la pregunta ¿Es aún el amor parte de la vida buena?, la
respuesta es no. Para ampliar la respuesta se puede considerar la novela Stoner de Jhon
Smith, una historia que reescribe algunas características de la novela Madame Bovary, pero
en un personaje masculino, -Stoner-, un profesor con un matrimonio desdichado. El paralelo
descrito por Eva Illouz lleva a la pregunta final del texto:

“La similitud entre las dos novelas es demasiado llamativa para ser fortuita. Ambas
novelas tienen como título el nombre del personaje principal. Emma Bovary y William
Stoner entran en la vida descubriendo libros, Emma como adolescente y Stoner
como estudiante en la universidad. Ambos se casaron con personas socialmente
apropiadas; ambos viven matrimonios infelices; ambos tienen una hija soltera que
crece descuidada por su madre. Ambos sabían gran amor solo fuera del matrimonio.
Ambos consideran vivir su matrimonio; ambos terminan viviendo vidas de
compromiso y miseria, por elección en el caso de Stoner y por necesidad en el caso
de Emma; ambos son finalmente aplastados por un entorno provincial y estrecho;
ambos tienen lo que podemos llamar una vida fallida, una vida sin amor. ​Sin
embargo, la vida de Madame Bovary no caracterizada como digna de ser
vivida, por su parte la vida de Stoner es una que vale la pena vivir a pesar de
que se trata de una vida desvanecida en muchos aspectos. ¿Por qué? Esta es
la pregunta con la que me gustaría terminar.”

La interioridad de Stoner no está organizada alrededor de condiciones externas o por el


deseo de una vida mejor, es regida por lo que Charles Taylor llamaría ​"evaluaciones
fuertes"​, es decir; objetos morales y categorías que existen fuera del yo y lo orientan a
través del significado (Taylor 1989). La vida de Stoner está motivada más allá del amor
romántico y la búsqueda de una vida mejor, está fundada en su pasión por los libros, el
conocimiento y la literatura.

Para Ema los libros son la muestra de una vida que tal vez ella no iba a poder alcanzar, la
conducción a la desilusión. Por su parte Stoner encuentra algo más allá de eso en los libros,
lo encontrado le llevó a defender su propia vida por encima de todas las pérdidas y
desilusiones, entonces encuentra, como lo planteó Max Weber la “ciencia como vocación”.
Vive aquello descrito por Weber y Kierkegaard, ​“el académico podría ser el único que
defienda una ética heroica de resignación frente a las vacías promesas de felicidad
subjetivista y consumista de nuestro tiempo”​ .

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