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UBACyT – Fsoc-UBA
Sin embargo, si vemos el desarrollo de nuestro entorno de trabajo desde el punto de vista
del estilo de época en que se desarrolla, se destaca más el efecto de novedad constante
que el de la detección y comprensión de las transformaciones profundas. La denuncia de
los aspectos negativos de ese estilo de época viene atravesando -desde hace años, de un
modo lateral pero permanente- el desarrollo de nuestro trabajo de investigación y de
publicación de resultados. A partir de aquí revisaremos el estado actual de alguno de
nuestros principios básicos de trabajo desde ese punto de vista.
Entre los objetivos básicos de este trabajo está el de ofrecer materiales para escapar a las
discusiones recurrentes entre dos extremos polarizados y polarizantes acerca de si “todo
ha cambiado en el mundo de las mediatizaciones” o si “todo, o buena parte de lo moderno,
es sólo repetición”. Seguramente presentado de esta manera resulta un enfrentamiento
pueril, pero no dejaría de asombrar si citáramos grandes figuras de nuestro acervo
afirmando uno u otro extremo. Por supuesto que la posmodernidad, tal vez como
intertexto general del estilo de época, permite siempre inmediatas relativizaciones, pero
creemos que ese tipo de discusión produce, al menos, pérdidas de tiempo y de foco.
1
Un rasgo particular de esta publicación, es que buena parte de su contenido fue publicado
previamente en lo que hemos denominado como escritos tácticos (Fernández, 2013):
textos breves, sobres aspectos parciales o laterales de los temas que investigamos, o
inducidos por la lectura de ciertos trabajos sin conexión entre sí pero que, sin embargo, se
conectan con nuestro recorrido de investigación. Algunos de estos temas los hemos
formulado en diversas presentaciones de la revista Letra. Imagen. Sonido. Ciudad
mediatizada, como modo de encuadrar los enfoques diversos que sobre la temática se
publican en sus páginas. Por ello tal vez se encuentre algún momento de desconexión entre
capítulos o, peor, de repetición. Pero creemos que el conjunto transmite nuestro intertexto
de trabajo.
Como última advertencia, no pretendemos que se presentan todos los estatutos necesarios
y ni siquiera todos los que imaginamos: sólo hemos elegido algunos que creemos que, en
su conjunto, permiten construir un espacio de reflexión e investigación que articule buena
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parte del saber acumulado con las condiciones necesarias para avanzar con firmeza en el
conocimiento a construir. Se notará por ello que se privilegian ciertas discusiones con
posiciones cercanas con el objetivo de contribuir a ese espacio de trabajo.
Cada novedad técnica que se nos presenta, especialmente en esta época de incansable
invencionismo, genera en primer lugar un efecto de lista: se presenta después de la anterior
e inevitablemente antes de la siguiente. Por supuesto que diferentes listas conviven
mostrando que hay una escena común que no es pura sucesión, pero a nuestro entender,
el efecto lista es muy fuerte y adecuado estructuralmente al ritmo vertiginoso y poco
profundo de la actualidad periodística de este siglo.
En este sentido, ese modelo de lista se parece al que se observa en diversos niveles de la
vida social y discursiva. Desde ya, recuperamos esta noción de lista como diferenciación
de Christian Metz (1979) quien sostuvo que, frente a la novedad constante de la figuración
retórica (ninguna figura es exactamente igual a otra, sea por razones textuales,
contextuales o intertextuales) la historia de su estudio puede diferenciarse en dos grandes
estrategias: la de la lista y la del estatuto.
Veamos como ejemplo una lista de fenómenos que todavía es de plena actualidad, pero
que se viene desenvolviendo desde mediados del siglo XIX. Desde ese momento, lo
escritural y lo impreso dejan de ser los soportes casi exclusivos de toda mediatización y
aparecen los procedimientos mediatizadores utilizados en la sociedad para generar
proximidad (instantaneidad, actualidad, simultaneidad, interacción, etc.) entre
3
producción, emisión, recepción y comprensión de textos , en principio, informativos1. Una
lista no demasiado sofisticada de esos fenómenos debería incluir:
Si, por ejemplo, nos preocuparan especialmente las transformaciones dramáticas que se
están produciendo en el sistema informativo-periodístico, esa lista que va de lo telegráfico
a lo on line no es una línea sucesoria, o al menos sólo lo es parcialmente respecto de ese
campo. La lista presenta saltos profundos, tanto en los dispositivos técnicos puestos en
juego, como en los intercambios discursivos y los usos discursivos que se soportan y
construyen en (no sólo con o a través de) esos dispositivos.
Siempre desde el punto de vista descriptivo que utilizamos aquí, vemos que en el
intercambio telegráfico se recurre a una doble codificación, la escritural y la morse, que no
1 Como se ve, el mundo de la mediatización que estudiamos es de trayecto corto, como diría Oscar Traversa
para oponerlo al de trayecto largo que propone Eliseo Verón en La semiosis social 2. Se discute el tópico en
Fernández (2017).
2 La aceptación de esta rusticidad descriptiva de lo tecnológico no debe ocultar que consideramos a esta
discusión como central en la comprensión de las particularidades de las mediatizaciones . En ese sentido la
sofisticación del problema no es acompañada con enfoques de equivalente complejidad desde diferentes
perspectivas teóricas y metodológicas (Fernández, 2017).
4
se aprenden automáticamente en la vida social (como verán, se reserva la naturalidad del
uso para otras instancias); en los intercambios radiotelefónicos, en cambio, puede
recurrirse a códigos, lenguajes que, como el idioma y la música, suelen incorporarse cuasi
automáticamente en el transcurrir de la vida social (los nativos de cualquier cultura
incorporan, sin la participación de instituciones específicas, gran parte de sus costumbres
conversacionales y musicales), pero que son el resultado de complejas operaciones
simbólicas (en sentido peirceano); esa condición es muy diferente a lo que ocurre en el
intercambio televisivo, en el que aparece toda la problemática de la naturalidad perceptiva
(de base icónico indicial en la construcción de acontecimientos históricos mediatizados) y,
por último, en los intercambios on line se pone en evidencia, por un lado, la convergencia
en el uso de todos los dispositivos previos y, por el otro, la posibilidad (no la obligación) de
participación individual en tiempo cercano al real, en la producción y emisión discursiva 3.
Como se intuye sólo con esa sencilla descripción, cada momento en la lista implica muy
diversos estatutos de usos, y además, evidencia la permanencia de diversos intercambios.
Como advierte Carlos Scolari en sus trabajos: se seguirá encriptando mensajes, escuchando
radio y música sin imágenes, hablando por teléfono, mirando televisión, o equivalentes, en
vivo y en grabado. Y, además, mientras para emitir on line se tipee, todavía pervivirán
dispositivos de producción aún previos a lo telegráfico, dado que ya sabemos que la Galaxia
Gutenberg no fue solamente un dispositivo de impresión sino también un exitoso
dispositivo tipográfico de racionalización y homogeneización de la letra. El tironeo de la
lista de novedades, hace olvidar frecuentemente este último aspecto de la Galaxia
Gütenberg.
Es decir que esta lista no es solamente un camino de ida sino que en cada estación se
generan diversas configuraciones de intercambio, para utilizar un término ordenador
frecuentemente utilizado por Oscar Traversa (2000), que tienen vida relativamente
independiente y que, muchas veces, requieren estudios específicos para encontrar su
lugar4.
3 En Mazzone (2012) una descripción del estado actual de las transformaciones en lo periodístico, desde un
punto de vista que recupera su complejidad preservando el recorrido de sus diversos estatutos.
4 Desde que Eliseo Verón (1987: 126-127) habló de los fenómenos de sentido como configuraciones espacio-
5
¿Cómo luchar contra la seducción del efecto novedoso de la lista sin pretender imponer al
ritmo propio de la vida social el moroso ritmo de la vida académica? Hemos propuesto
recientemente al menos tres caminos convergentes (Fernández, 2015):
Veamos ahora cómo se desarrollan en nuestro trabajo actual esas proposiciones. En primer
lugar, resulta evidente que los nuevos desarrollos mediatizados se articulan con la
presencia de nuevos espacios y circuitos cara a cara de la ficción y lo musical. Siempre hubo
relaciones entre, por ejemplo, los circuitos teatrales y los cinematográficos y radiofónicos;
del mismo modo desde la década del 30 del siglo XX la industria musical se desplegaba en
circuitos que incluían las presentaciones en escenarios en vivo, mediatizados por la radio y
luego la televisión como soportes de la industria fonográfica y cinematográfica. La novedad
hoy es el crecimiento de sistemas reticulares que aprovechan la capacidad viral de las redes
sociales para mantenerse en contacto y en estado de difusión permanente. Esto facilita el
éxito, tal vez acotado en lo masivo, pero con probada capacidad de fidelización de públicos
segmentados.
En el campo específico de las mediatizaciones, debemos abandonar la idea de que las redes
reemplazarán a los medios tradicionales, más allá de muertes parciales o transformaciones
profundas. Lo que aparece como clave en este momento y en el futuro cercano, es
en los fenómenos mediáticos actuales y, como veremos, luego, en muchos fenómenos mediáticos previos
(Parte IV).
6
comprender las nuevas relaciones que se producen entre dos grandes maneras de
producción discursiva que cada vez estarán más entrelazadas: el broadcasting y el
networking. Parece imposible pensar un futuro en sociedades complejas como la nuestra
sin mediatizaciones cumpliendo la función broadcasting y parece imposible que, sea cual
sea el poder de los broadcasters, éstos puedan impedir la función networking y, es más,
puedan vivir sin ella.
En los últimos tiempos hemos experimentado por fin que la teoría y las investigaciones
acompañan, al menos parcialmente, esos procesos. Ya no se trata de proposiciones
individuales, muchas de ellas brillantes, acerca del futuro, promisorio o preocupante, o
sobre la necesidad de recuperar el pasado como prevención frente al porvenir. En mayo de
2011 se realizó en Sevilla el IV Encuentro Internacional sobre Nuevas Tecnologías de la
Información y Participación Ciudadana, con tema específico sobre Nuevas identidades
culturales y mediaciones digitales. El encuentro, de impronta semiótica, fue organizado
entre otras entidades por la revista deSignis. Estuvieron presentes investigadores como
Paolo Fabbri, François Jost y José María Paz Gago y, tanto en las ponencias como en las
discusiones, se puso en juego la utilidad del herramental semiótico para dar cuenta de
fenómenos de las nuevas mediatizaciones. Pero en trabajos presentados por
investigadoras de largo recorrido en el campo, como Lucrecia Escudero, Neyla Pardo y
Charo Lacalle, se puso en evidencia también la necesidad de la semiótica de articularse con
otras metodologías de las ciencias sociales.
Por otra parte, en ese año, 2011, del centenario del nacimiento de Marshall McLuhan, el
recuerdo de su figura convocó a encuentros y exposiciones en los que, en términos
generales, se privilegió, más que el puro homenaje, la revisión de su obra pionera y los
posibles ajustes necesarios para adaptar sus teorías al momento actual. Barcelona, Rosario,
Buenos Aires y Montevideo fueron un recorrido por el que, críticamente, McLuhan nos guió
y una conclusión central fue que su importancia se debe, más a la búsqueda de nuevas
soluciones, que al recuerdo melancólico de sus aportes.
7
descripción y sistematización de los cambios en los medios: el juego entre ecosistemas,
especies, etc. permiten, al menos, ordenar la maraña de transformaciones y sobre ello
volveremos más adelante. Tanto allí como en sucesivos encuentros, fueron muy fecundos
los esfuerzos de Carlos Scolari en la articulación y registro de límites entre la Media Ecology
y la semiótica de las mediatizaciones.
En esas idas y vueltas por congresos, encuentros y conferencias iluminadas por el espíritu
precursor e indagador de McLuhan, sobrevoló frecuentemente la cuestión del futuro de las
mediatizaciones, sea en las discusiones, sea en las preguntas que el público nos hace a los
especialistas. En general, en esos casos los investigadores insistimos con que nuestra tarea
no es la de predecir. Si bien la cuestión de la predicción o el pronóstico en las ciencias
sociales no son secundarias, y de ninguna manera pueden considerarse como clausuradas,
lo cierto es que no creemos que los investigadores podamos siquiera indagar en estos
aspectos de nuestra actualidad sin que la cuestión del futuro esté presente. Por eso, puede
interesar como contribución a las discusiones presentar algunos de los fenómenos
mediáticos que es difícil que desaparezcan o que se transformen profundamente a la
brevedad, o que lo hagan sin hecatombes sociales, ellas sí, imposibles de predecir.
5Como soporte relativo de la seriedad de nuestras propuesta podemos decir que las hemos presentado en
exposiciones frente a grupos numerosos que trabajan con nosotros al menos durante todo un año, en nuestra
cátedra www.semioticafernandez.com.ar
8
efectos especiales y escenarios masivos? Las facilidades de producción que brinda la
animación digital no reemplazan el efecto de monumentalidad e indicialidad del detalle
de lo fotográfico. Y aún el hábito de concurrencia a salas cinematográficas resiste, al
menos por el hábito y la ritualidad sociales, a pesar de que buena parte del dispositivo
de expectación ya está disponible a nivel hogareño. El fenómeno Netflix y de las señales
on demand muestran que la distribución apenas altera las matrices semióticas de los
intercambios ficcionales. Y, todavía, lo transmedia, si bien no deja de crecer, está lejos
de ser hegemónico.
c. Recepción audiovisual pasiva. Como dijo Scolari en un encuentro sobre muertes de los
medios, ¿vamos a dejar de percibir televisión (o lo que quede de ella), en un espacio de
nuestro hogar, o ahora en la individualidad de nuestro smartphone, seleccionando a
partir de la oferta broadcaster como frente a una góndola de supermercado? Es
improbable que cuando dejemos de trabajar en el día, nos dediquemos cotidianamente
a elegir un film, un recital o un documental que satisfaga nuestras necesidades de
consumo entre la complejidad de la oferta de las redes. Ver entre lo que hay a mano
parece que será irreemplazable para los individuos que tienen otras ocupaciones 6.
6 Por supuesto que esa pasividad espectatorial no implica que el espectador procese pasivamente los
contenidos, todo lo contrario desde que consideramos a las mediatizaciones como sistemas de intercambio ,
en las que todos los que intervienen contribuyen con algo para que el sistema funcione. Más adela nte
recuperaremos la noción de interacción respecto de las mediatizaciones masivas.
7 Un panorama introductorio, pero ya bastante complejo sobre las relaciones entre diferentes tipos de
posiciones respecto a la movilidad, teniendo en cuenta el uso de auriculares (autogestiva vs. Pasiva) y a los
tipos de usos (más o menos individuales o sociales) en Fernández, 2017b.
9
e. Plataformas complejas y hegemónicas que articulan mediatizaciones y redes. De las
múltiples plataformas, denominadas, redes sociales o social media, a las que tenemos
acceso, de las que participamos y mediante las cuales estamos en contacto, va a ser la
hegemónica la que nos permita interactuar amigablemente con todos los tipos de
contactos (afectivos, profesionales, etc.), todos los tipos de interfaces (escriturales,
táctiles, audiovisuales, sonoras, etc.) y todos los medios (informativos o ficcionales, en
vivo o en grabado). Más allá de las marcas, o de la monopolización o no, esa/s red/es
será/n más parecida/s a Facebook que a Twitter(Fernández, 2018)8.
No decimos que esos fenómenos sean los cinco únicos que permanecerán y se
desarrollarán pero sí que estarán en el centro de las mediatizaciones sociales del futuro por
un buen tiempo. Queda afuera en esta instancia la cuestión industrial, a la que no
consideramos, sin embargo, de poca importancia.
Todos los movimientos que se están produciendo en las mediatizaciones ponen en cuestión
a las industrias de la información y del entretenimiento, tal como se conformaron en el
siglo XX. El problema es que todavía es muy difícil, salvo en las presuposiciones necesarias
para sostener nuestros cinco fenómenos a perdurar, establecer las consecuencias finales
en lo industrial.
Como se ve, no pretendemos estar descubriendo nada nuevo sino que solamente
recogemos el resultado de nuestras investigaciones, reflexiones e intercambios con colegas
8 Como se ve, como indicador de este momento, la propia noción de interfaz está naturalizada; ya no
necesitamos la discusión sobre sus metáforas en sus inicios (SCOLARI, 2004) y tal vez haya que recuperarla
en una próxima etapa de transformación.
9 Me recomienda Santiago Videla, colega del equipo de investigaci ón y de la cátedra, ampliar mencionando
a Apple music y Amazon Music Unlimited, que ofrecen el mismo servicio (entre las tres suman más de 100
millones de usuarios premium) y matizar con Tidal, que tiene 4.2 millones de usuarios pagos, pero solo
17.000 del servicio de ultra calidad. Es que el tema de las plataformas musicales, o de la dimensi ón musical
de estas plataformas múltiples, se ha convertido en un objeto de estudio en su conjunto, incluyendo sus
propios estatutos y listas (Videla, 2018).
10
desde perspectivas multidisciplinarias. Queremos dar testimonio de que ya, no sólo
estamos sobreviviendo al vértigo de la lista de novedades tecnológicas y de uso, sino que
podemos apoyarnos en varios y muy importantes estatutos de la mediatización10.
El cierre del capítulo anterior nos pone en una posición en la que hacemos interactuar la
convivencia de trabajos sobre viejas y nuevas mediatizaciones. Si bien nunca fue nuestro
objetivo el estudio en exclusividad de lo novedoso, hoy parece haber nuevas relaciones
entre lo considerado como nuevo y lo que deberíamos denominar como previo.
Tal vez se esté generando un nuevo momento en el estudio de las relaciones entre medios
y espacios sociales a partir de las dificultades de los gurúes mediáticos para alinearse
políticamente frente a los nuevos movimientos de masas con base en el networking, o
también la realidad de que ya contamos con resultados de investigaciones empíricas sobre
nuevas mediatizaciones que muestran algunos resultados sorprendentes.
Para situar ese posible nuevo momento, podemos hacer un primer esbozo de una
periodización de las relaciones entre las nuevas mediatizaciones y su estudio, al menos
desde el punto de vista de las corrientes y autores que más han influido sobre nosotros.
Lo primero que hay que reconocer es que la llegada de las nuevas tecnologías activó el
universo de estudios sobre los medios y las mediatizaciones. Luego del gran éxito de las
proposiciones de Dorffman y Mattelart en Latinoamérica y el desembarco masivo en las
nuevas carreras de comunicación de las teorías de Frankfurt y la sucesión habermasiana,
los estudios sobre los medios quedaron confinados a los seguidores de Marshall McLuhan,
que hicieron un recorrido propio, y a ciertos semióticos como Umberto Eco, Christian Metz
y Eliseo Verón que contribuyeron a sacar a los estudios discursivos de los medios del
imperialismo siempre resistente de la lingüística.
10Es inevitable que se encuentren repeticiones aquí, respecto de la primera aproximación que hicimos al
tema, aunque en tono introductorio, en la Parte I. Evitamos en lo posible las repeticiones de citas. Más
precisiones y tipologías sobre plataformas en Fernández (2016).
11
problemas de la mediatización, sus características y usos, nuevamente al centro de la
escena de la discusión cultural y social.
El primer momento del estudio de las nuevas mediatizaciones es aquella en que autores
fundantes como Toffler, Negroponte, Verón, etc. comenzaron a anunciar la importancia de
lo digital, la conectividad y las nuevas posibilidades de acceso a la información, antes
depositada en los diversos modos de impresión sobre papel. En términos generales, fue el
momento del anuncio de la revolución tecnológica en la comunicación y la concreción de
una nueva etapa del capitalismo, basada definitivamente en la información y el
conocimiento y una nueva posición del sujeto (actor/actante) en la red: la del prosumidor.
Un segundo momento en los estudios sobre las nuevas mediatizaciones es la del desarrollo
de las redes sociales mediatizadas y sus poderosas consecuencias sobre la cultura, en
ciertos y muchos sentidos es nuestra época. Jenkins, Castells, Piscitelli, etc. anunciaron y
anuncian los resultados revolucionarios del crecimiento de las redes, de la interacción, de
la movilidad. Sin dudas es nuestra época porque todo es muy reciente. Convergence Culture
es del 2006, el i-Phone se presentó en el 2007, el gran salto de BlackBerry fue en el 2009 y
el entusiasmo de Castells (2012) por la primavera árabe fue en el 2011. Todo ello continúa
ocurriendo ahora como capas geológicas que se van incorporando a la reflexión sobre las
mediatizaciones previas, aunque hay resultados que deberían generar reescrituras .
Sin embargo, el avance en los usos extendidos de esas nuevas tecnologías, su progresiva
especialización, las novedosas áreas de convergencia y, también y muy especialmente, la
presentación de resultados de investigaciones empíricas que nos llegan o que vamos
obteniendo, nos van situando frente a una visión más suavizada sobre el rango y la
profundidad que va alcanzando la transformación en las mediatizaciones. Algunas
conclusiones provisorias desde nuestro conocimiento sobre el estado actual de esas
mediatizaciones son:
12
Si bien existe la posibilidad de publicar/emitir para todos los partícipes de las redes, sólo
una minoría (aunque sea muy extensa) se convierte en emisora y la gran mayoría sigue
siendo audiencia, aunque con particularidades que será necesarios seguir describiendo
y diferenciando.
Hay fenómenos muy novedosos en la web, como vorterix.com (Fernández 2012) que,
sin embargo, no son fenómenos de networking sino casos de broadcasting multimedia
y multigénero discursivo. Lo más importante no es el fenómeno en sí, sino que, dentro
del sistema de broadcasting aparecen propuestas innovadoras que pelean en el espacio
mediático de las nuevas mediatizaciones.
Como resultado de estas conclusiones entre otras, los investigadores y teóricos de las
mediatizaciones ya no estamos obligados a estar a la vanguardia de los fenómenos sociales
mediatizados, anunciando las buenas nuevas y pronosticando las nuevas épocas, sino que,
otra vez, seguimos el desarrollo del devenir histórico que estudiamos, describiendo los
nuevos hechos y tratando de encontrar las nuevas explicaciones, mientras ajustamos
nuestras herramientas de observación, de análisis y de presentación de resultados.
Pero, sin dudas, por fin la mediatización está en el centro de la escena de la preocupación
académica y social y ello tendrá consecuencias. La bibliografía producida en los grandes
centros de producción científica llegará con su fuerza editorial y su prestigio institucional e
impondrá agendas de novedades: la década de los ochenta será fundacional, la
digitalización, las redes y la movilidad amenazarán con cambiar la política, la cultura, el
arte. Habrá mucha pena y grandes masas críticas denunciando la falta de atención de las
disciplinas sociales frente a tales fenómenos.
11Es muy interesante ver cómo Castells complejiza nuevamente su descripción del poder más allá de las
redes, o incluyéndolas de un modo más relativo, cuando evalúa la situación en Egipto luego del golpe militar
del 2011 (Castells, 2012: 86-90). Por otra parte, el prólogo del libro compilado por Carlón y Fausto Neto
muestra a un Eliseo Verón todavía en un segundo momento como hemos descrip to así, mientras el libro
presenta artículos que ya muestran los nuevos enfoques de lo que consideramos tercer momento.
13
En nuestro propio ambiente, hemos venido publicando libros que muestran nuevas
articulaciones entre las grandes tendencias de estudio de las mediatizaciones y la
emergencia de casos investigados desde nuevas perspectivas.
En su último libro, por su parte, Carlos Alberto Scolari (2018) presenta nada menos que las
leyes de la interfaz, y enumera diez leyes, aunque admite la posibilidad de la existencia de
otras. Cuando tuvimos que leer el libro y bocetar unas primeras conclusiones sobre sus
aportes, hablamos de que cada ley es presentada como una especie de juegos de filigranas
que obligan a poner en relación lo macro de cada ley con las compleja y hojaldrada vida de
las muy diversas interfaces.
Y nosotros mismos, que disfrutamos a los autores nombrados aquí desde la riqueza que
aportan en cada una de sus investigaciones, y que no pretendemos ocupar un espacio en
sus aportes macro, en nuestro último libro (Fernández, 2018) nos movemos en una tensión
entre fenómenos tan micro como los megusteos diferentes en Facebook, hasta el nivel
relativamente macro de la generalidad de las plataformas mediáticas.
14
sociales…” por la conformación desde un dispositivo que requiere varios niveles de
institucionalización para ser considerado como tal (Verón, 2013: 418).
El avance de las indagaciones sobre el campo, en el mismo movimiento con el que pone
límites a las esperanzas acríticas sobre las consecuencias positivas de las mediatizaciones,
permite desplegar nuevos focos de atención generados por la vida social, que tienen una
relación más o menos cercana con la mediatización.
Las relaciones entre movilidad y mediatización, para tener un cuenta un campo que arde
académica e industrialmente, están cambiando, no sólo las mediatizaciones sino las
relaciones entre tiempos muertos y tiempos vivos de la vida social y poniendo en evidencia
los límites que encuentran los individuos, cada vez más en condiciones de generar
comunicaciones en 360º, para utilizar esos recursos. La selfie de pies es una marca de ese
límite: si bien muestra la riqueza y complejidad figurativa del punto de vista picado y hasta
cenital, muestra límites en la innovación de contenidos.
Ubicuidad Movilidad
Auto downloading,
recepción y comments Posteos FB, Foursquare,
Networking
de posteos de varias Google maps, Waze, etc.
redes
15
Como vemos, la radio AM/FM ocupa un lugar solitario, en medio de las grandes
transformaciones mediáticas: todavía nada compite plenamente con ella para acercarnos
información, música, publicidad, humor, etc. mientras estamos en movimiento o
trabajando12. Las televisiones aptas para la ubicuidad siempre dejan afuera al que conduce
un auto o utiliza la visión para su actividad. El google glass, por su parte, cuya visión no
competiría con la visión necesaria para manejar, está en etapa experimental y ha sido
cuestionado en varias ciudades importantes. Por lo tanto, es una celda que tiene plena
actualidad y en la que un medio tradicional sigue reinando.
La celda que combina ubicuidad con networking, cruce que, en términos generales, se ha
valorado poco, muestra la posibilidad de dos actividades absolutamente diferentes: por un
lado la escucha de material sonoro seleccionado individualmente (única competencia real
a la radio) y, por el otro, el uso como receptor de la producción del networking como fuente
de información; es decir, una posición pasiva de recepción, como de broadcasting, frente
a emisiones que exceden en cantidad y calidad a las que produce el sistema centralizado
por sí mismo. El sistema auricular-smartphone está funcionando como una plataforma de
regulación individual que hace que se comience a pensar en el rol de audionautas.
El desarrollo de las redes no sólo produce efectos networking, ya en redes sociales que a
pesar de su denominación habitual han superado el microblogging para convertirse en
auténticos nuevos emisores en broadcasting (avatares de tweeter con millones de
followers, transmisiones en vivo de eventos deportivos en Twitter, canales de YouTube con
millones de descargas, etc.), y esas publicaciones se pueden realizar desde la movilidad de
un smartphone o una tablet.
Por último, la celda que combina movilidad con networking es, por supuesto, la que debería
convocar todas las novedades de las nuevas mediatizaciones en red. Sin embargo,
organizado así el esquema, parece que se condensan las mediatizaciones, por decir así, más
12 Sabemos, una vez más, que genera incomodidad, entre los especialistas en la radio la confusión entre AM
y FM, a las que consideramos como simples soportes que no han conseguido diferenciar semióticamente sus
discursos. Por supuesto que esto es así, precisamente, para el campo de la sociosemiótica de los medios, no
debería ser lo mismo para la historias de las tecnologías de la comunicaci ón o aún para la ecología de los
medios: la dimensión del sentido es sólo una, de las que constituyen la vida mediática social; es verdad, sin
embargo, que consideramos que debería ser la clave para la comprensión de los sistemas. Ver más adelante,
nuestro modo de tratamiento del fenómeno vintage de retorno del disco de vinilo.
16
primarizadas: las que relacionan grupos de amigos (límite de 5000 contactos en Facebook)
o las localizaciones, que si bien crecen, lo hacen de una manera especial, con dificultades
de fijación de uso: no todos quieren o pueden estar localizados y las opiniones sobre
consumos personales (comida, ropa, etc. en lugares cercanos) no se les aceptan a cualquier
desconocido o conocido virtual.
Desde ya que estamos en un nivel de esquematismo fuerte y que oculta muchas variables
que están actualmente en desarrollo (por ejemplo, parece que Facebook no va a seguir
siendo una red de amigos sino una plataforma de interacción más compleja, entre
individuos y sistemas mediáticos). Pero sólo con esas sencillas y limitadas descripciones
vemos que estamos en otro momento de la comprensión de las mediatizaciones, a la que
podríamos entender claramente, y con alivio, como post-fundacional. Es teniendo en
cuenta esa diversidad de mediatizaciones que volveremos a analizar fenómenos como los
de las figuras políticas, los espacios urbanos, las industrias culturales y cada rincón de vida
social que exceda el cara a cara.
4. Los viejos medios vistos desde los nuevos medios: lo espectatorial, lo intersticial y lo
interaccional
La transparencia de las mediatizaciones parece haber llegado a su fin con las denominadas
redes sociales. Tal vez más adelante el funcionamiento ideológico de lo verosímil vuelva a
hacer su trabajo pero, al menos por ahora, la nueva verdad es que las redes, un área central
de las mediatizaciones en la actualidad, son relevantes en tanto tales y no sólo como
mediaciones entre diversas zonas de lo social y lo cultural.
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youtubers13: primero la mediatización y luego el contenido. ¿El espectador puede evitar
ese efecto de presencia constante de la red o aún del efecto plataforma? Por supuesto:
tanto Netflix, como YouTube o Facebook tienen la opción pantalla completa, que permiten
recibir textos audiovisuales de un modo muy cercano al de la televisión tradicional, pero el
espectador debe ejercer y cliquear la opción14.
Sin embargo, ya sabemos que en lo que hemos denominado como tercera época en el
estudio de las nuevas mediatizaciones, ambos sistemas tienden a convivir entre otros tipos
diferentes de fenómenos, interactuar, competir y contaminarse mutuamente. A ese
proceso lo hemos denominado, a tono con la época, como postbroadcasting hasta que
convengamos en denominarlo algo así como social multitasking.
Entre esas oposiciones que dominan la época, se generan problemas y algunos parecen
inevitables como la imprecisa oposición entre analogía y digitalismo que consiste en igualar
una categoría lógica con una característica tecnológica. Pero estamos convencidos de que,
salvo en papers específicos sobre el tema, hay que aceptar que para los nativos de nuestra
época (digitales o no), todo lo que no es digital es analógico y mientras les resulte útil la
diferenciación, la seguirán aplicando con la habitual practicidad y polisemia conversacional.
13 De todos modos, doble marca: la de la red y la de la individualidad; no son denominados videotubers, por
ejemplo.
14 Veremos más adelante algo más sobre esas recepciones que pueden adaptarse a un funcionamiento de
broadcasting.
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Al aceptar aquel juego de oposiciones se producen también fenómenos que generan
efectos laterales a los que conviene prestar atención. Entre otros, se tiende a ocultar
fenómenos que pasan desapercibidos para el nativo pero, lo que es más preocupante,
también ocurre con especialistas en mediatizaciones; es el caso de las redes telefónicas y
de las mediatizaciones en directo.
Los estudios clásicos de Lazarsfeld y Kendall sobre la radio, por ejemplo, se realizaron en el
momento en que la radio era todavía un mueble central en el hogar, frente al que la familia
o el individuo se situaban para escuchar esa emisión radiofónica sin imagen. Hoy esa
posición originalmente estable de la audiencia frente al aparato receptor se puede discutir,
pero es verdad que se construyó por un fuerte trabajo transmediático metadiscursivo de
promoción de esa posición espectatorial frente a la radio y, aún, frente al conjunto de los
medios de sonido. El isologo de la RCA por décadas, el perro atendiendo al fonógrafo en La
voz del amo, como advertía Martínez Reto (2008), fue una propuesta de escucha
espectatorial.
Por nuestra parte, hemos discutido largamente la utilidad de indagar a individuos acerca
de su supuesta escucha radiofónica, sin antes establecer sus modos de acceso a la escucha:
si la buscó conscientemente, o si su escucha fue aleatoria (en un medio de transporte, por
ejemplo). Y si una vez aceptada esa escucha, le prestó o no atención, la registró total o
19
parcialmente en su memoria. Sólo allí es posible aceptar a un individuo en tanto oyente
como para estudiar los efectos de esa recepción (Fernández, 2012).
Luego de esa primera formulación para lo radiofónico, la posición y selección compleja del
individuo que escucha, la hemos extendido al conjunto de la mediatización del sonido,
resituando a los estudios semióticos sobre recepción en relación evidente con una
perspectiva etnográfica. Desde allí, consideramos a los sistemas de intercambio discursivo
en la mediatización del sonido como antecedentes necesarios para explicar la
relativamente rápida incorporación de los complejos y novedosos intercambios discursivos
en la Internet y en sus redes. Y es que la recepción siempre más o menos fragmentaria de
las mediatizaciones de sonido obligaban a una escucha en profundidad y hojaldrada,
discriminando, aún sin conciencia, entre diversas ubicaciones espaciales y temporales de
compleja relación entre sí. Un preanuncio de largas décadas, en ese sentido, de los
hipertextos y de la hipermediatización.
Esa concepción convertía, o mejor dicho confirmaba, a la mediatización del sonido como
una mediatización demasiado particular. Por esa diferenciación profunda, podía
entenderse la escasa atención que prestaron y prestan los investigadores de medios
audiovisuales y escriturales a las mediatizaciones que no utilizan imagen y letra. Pero nunca
nos satisfizo esa exclusividad que, por otro lado, impide la complementación con los
investigadores de otras mediatizaciones en momentos de múltiples convergencias. Una
posibilidad de innovación a esta situación estable del campo la encontramos, otra vez,
frente a nuestros ojos.
Hace un tiempo, un colega nos preguntó por qué nos dedicábamos a una mediatización,
según él, lateral, como la del sonido en vez de dedicarnos a otras más centrales, como el
cine, o más masivas como la televisión y más en épocas de convergencias. Estábamos en la
calle de una ciudad casi desconocida para ambos y, sin embargo, pude mostrarle que había
gran cantidad de individuos caminando, o en bicicleta, o dentro de sus automóviles, con
auriculares o escuchando radio o música en receptores móviles. La respuesta fue otra
pregunta: ¿piensas que esta mediatización es lateral, cuando la ves en funcionamiento
frente a tus ojos sin hacer ningún esfuerzo de búsqueda?
Ahora hemos agregado a nuestras reflexiones sobre la mediatización del sonido otra
mediatización que también tenemos siempre frente a nuestros ojos: la comunicación
20
gráfica en la vía pública, que les llega a los individuos fuera de su voluntad, como en
profundidad, sólo por desplazarse por las calles de una ciudad. Cada individuo va
seleccionando, más o menos conscientemente, entre los múltiples textos con que se
encuentra, cuáles va a recordar y qué va a recordar entre esa diversidad. Y eso ocurre, con
sus diferencias, tanto en New York, Paris o Buenos Aires, como en ciudades de pequeña
escala15.
Así descriptas, las mediatizaciones del sonido y las gráficas en vía pública pueden
denominarse como intersticiales, tal como Igarza denomina a las mediatizaciones móviles
en producción, si bien en estos casos se trata de intercambios en broadcasting y solamente
en recepción. Pero en ambas mediatizaciones requieren la acción del receptor para, más
que recibir pasivamente, interactuar con los textos que busca o que lo encuentran a él.
Tal vez el ejemplo más evidente de hibridación entre esas dos posiciones de intercambio,
la espectatorial y la interaccional sea el de la prensa, tanto en papel, en sus diferentes
lecturas en un medio de transporte o en el hogar, como en sus múltiples presencias en sus
sitios de la Internet o en sus múltiples vidas en las redes sociales mediatizadas.
Por supuesto que todo esto genera un gran campo de discusión relativamente nuevo, pero
lo que nos interesa aquí es acentuar que prestar atención a las mediatizaciones de larga
vida, a las que hemos estudiado durante décadas, nos ayuda, desde la experiencia de
investigar las nuevas mediatizaciones, a encontrar nuevos fenómenos y a reformular
objetos. De ahora en más, hablaremos entonces de dos prácticas de intercambios muy
diferentes dentro de la comunicación masiva:
15 Por ejemplo, sobre el lugar de las tapas de medios gráficos en revistas ver Traversa (2009).
21
- la espectatorial, en la que los receptores tienen un lugar relativamente fijo frente al que
les llega la emisión de su mediatización elegida y/o aceptada, y
- la interactiva, sin dudas propia de las nuevas mediatizaciones, pero presente desde hace
muchas décadas en los medios de sonido y en la gráfica de vía pública, oscilante en la
prensa gráfica y con avances ahora en las mediatizaciones audiovisuales como el cine y
las nuevas televisiones.
Es decir que, a partir del estudio detallado de las nuevas mediatizaciones en red,
descubrimos aspectos al menos parcialmente inadvertidos dentro de las previas
mediatizaciones masivas. Y, cada vez más, tendemos a ver a lo televisivo, al menos como
ha sido entendido en general, más como un momento anómalo de las mediatizaciones,
especialmente sencillo en su sistema de intercambio, que como al paradigma de lo masivo
que siempre se lo consideró. Ello nos obliga a nuevas proposiciones metodológicas y a
nuevos intercambios con otras disciplinas de lo social. La innovación en nuestro trabajo no
se genera por la reformulación metafísica de grandes conceptos teóricos, sino por el
entrelazamiento entre investigación elástica y la convivencia en el estudio de los nuevos
fenómenos discursivos con los previos.
En un artículo de fines de la década del sesenta, Roland Barthes formulaba una bella figura
para referirse al estilo. Escribía Barthes: “El problema del estilo sólo puede tratarse en
relación a lo que yo llamaría el hojaldre del discurso” (Barthes, 1982: 158). Pero el hojaldre
discursivo también representa con precisión el modo particular y específico de producir
temporalidad en el broadcasting: emisión casi siempre en vivo, que incluye grabaciones de
entrevistas recientes o de interpretaciones musicales de décadas atrás.
Esa condición hojaldrada es una de las claves estilísticas para comprender la fuerza de las
mediatizaciones y, en el caso de la radio por ejemplo, nos ha servido para describir su
complejidad espacial y temporal (Fernández 2003).
22
memoria precaria de la mediatización. Pero ahora, como vimos más arriba, sabemos que
esa figura del hojaldre espacial y/o temporal es propia del conjunto de las mediatizaciones:
lo viejo pervive en lo nuevo, lo público se intersecta con lo privado, lo teórico con lo político.
Las mediatizaciones, ubicadas ahora en el centro de la escena dificultan el pensamiento
utopista (Trousson, 1994) y nos hacen vivir en un régimen mixtópico (Traversa, 1994)16.
Sostenemos que esa perspectiva hojaldrada es un punto de vista clave para comprender la
vida mediática en nuestra contemporaneidad, y aquí presentaremos algunos casos que
consideramos claves, más allá de su diferente importancia en los verosímiles sociales que
construyen la actualidad.
Hay al menos tres campos de cruces disciplinarios entre las ciencias sociales que se van
desenvolviendo en la medida en que se investigan las nuevas mediatizaciones:
La historia de los medios, cada vez más constreñida a incorporar la dimensión discursiva
a las sucesiones temporales, a pesar de que la serie de lo tecnológico ocupe el centro de
la escena. Si se va a proponer algo acerca del funcionamiento de una red o de una
plataforma, la discriminación genérico-estilística se hará necesaria, sea con la
incorporación de un punto de vista teórico o con el ejercicio habitual de una especie de
semiótica salvaje tan habitual en estudios culturales y políticos.
16 La discusión de las relaciones entre utopismo (pensar lo social desde un punto de vista único y ordenador)
y las mixtopías (aplicación, a partir del siglo XIX, de las utopías a la vida social y mediática, con su carga de
ambigüedades y contradicciones) en Fernández, 2014: 69-70.
23
de los sistemas de intercambio, propias en buena parte de las mediatizaciones masivas
(la distancia entre producción y reconocimiento). Pero las pantallas de las redes y de las
plataformas nos muestran permanentemente la presencia de diversas audiencias (?)
dejando marcas de su reconocimiento en las pantallas emisoras: no parece necesario
abandonar completamente la teoría de la enunciación, pero ahora es muy difícil dejar
afuera los fenómenos interactivos (Fernández, 2015) y en este sentido el camino iniciado
por Scolari (2004) tiene más de diez años de recorrido.
El tercer campo, que también influye en las reflexiones e investigaciones sobre historia
de las mediatizaciones, es el que tiene que ver con el lugar que debería ocupar la
ecología de los medios para el estudio de los diversos sistemas de mediatizaciones y las
hegemonías de unos sobre otros en diversos momentos nuestra historia social y cultural.
En momentos de cambios que parecen vertiginosos, esas relaciones se hacen más
necesarias.
Diversos trabajos de nuestro espacio han venido tematizando más o menos explícitamente
las posibilidades, límites y conflictos de esas discusiones y cruces. Aquí presentaremos
aspectos que tienen que ver con:
24
6. Tensiones poco percibidas: narraciones vs. mosaicos
Uno de los conceptos dominantes sobre la reflexión acerca de la vida mediática en nuestra
época tiene una construcción aparentemente tensionada. En efecto, vivimos en una época
de narrativas transmedia y esos dos términos unidos, que encontramos aun sin buscarlos,
tal vez merezca, en su individualidad y en su articulación, el arribo crítico del tercer
momento del análisis de las nuevas mediatizaciones que venimos describiendo en
diferentes entradas; y trataremos de fundamentar, aunque más no sea brevemente, la
importancia de esa revisión.
Uno de los grandes y lúcidos promotores del despliegue de las narrativas transmedia (NT),
Carlos Scolari, lleva el origen del término a Henry Jenkins y cita “hemos entrado en una
nueva era de convergencia de medios que vuelve inevitable el flujo de contenidos a través
de múltiples canales” (Scolari, 2013: 23). Grandes términos que seguimos saboreando
aparecen en esa cita: nueva era, convergencia de medios, flujo de contenidos, múltiples
canales. Dos términos, sin embargo, generan inquietud para nuestra temática aquí; uno
por su presencia: la idea de un porvenir cercano e inevitable; otro por su ausencia: las
narrativas aparecen reemplazadas por flujo de contenidos. No creemos que, en este caso,
sea un gesto de cuidado de Jenkins, sino un gesto de condensación expansiva entre
contenido y narrativas. El resto de su presencia en el libro, así como las de otros autores
citados, no deja lugar a dudas: el futuro será muchas cosas, pero sin dudas habrá narrativas
transmediáticas.
Todo el libro de Scolari -muy complejo, aunque dedicado según él mismo dice a un público
no exclusivamente académico- es, en ese sentido, una extensa discusión sobre el conjunto
de los fenómenos asociados, desde cuestiones sobre dispositivos técnicos, mediatizaciones
25
y sus diversas combinaciones, géneros y campos de aplicación. El listado de sus entrevistas
y sus títulos, por ejemplo, producen ese efecto vertiginoso de hegemonía que produce una
temática, aunque el Scolari enunciador aparecerá a cada rato frenando entusiasmos,
ordenando el campo, mostrando más particularidades operativas que generalizaciones
definitivas (Scolari, 2013: 341-342). Mucho se debe valorar ese modo cuidadoso de
tratamiento de un tema, y tanto para él como para sus usuarios, en el momento de la cresta
de la ola.
Debemos recordar que hubo un momento muy anterior al que podemos considerar como
actual, en que el estudio de lo narrativo tuvo también tanta importancia como para que
justificara la creación de un campo específico de estudios: la narratología. Toda la primera
guardia de la semiología estructuralista de inserción francesa fijó su mirada sobre esa forma
de construcción textual, la de lo narrativo, y especialmente sobre su objeto central y
parcialmente a construir (o a reconstruir teóricamente): el relato.
En su introducción al libro El análisis estructural del relato (en realidad un número clásico
de la gloriosa revista Communications publicada por du Seuil) Roland Barthes manifiesta:
“el relato puede ser soportado por el lenguaje articulado, oral o escrito, por la imagen , fija o
móvil, por el gesto y por la combinación ordenada de todas estas sustancias; está presente
en el mito, la leyenda, la fábula, el cuento, la novela, la epopeya, la historia, la tragedia, el
drama, la comedia, la pantomima, el cuadro pintado…, el vitral, el cine, las tiras cómicas, las
noticias policiales, la conversación. Además, en estas formas casi infinitas, el relato está
presente en todos los tiempos, en todos los lugares, en todas las sociedades: el relato
comienza con la historia misma de la humanidad: no hay ni ha habido jamás en parte alguna
un pueblo sin relatos: todas las clases, todos los tipos humanos, tienen sus relatos y muy a
menudo estos relatos son saboreados en común por hombres de cultura diversa e incluso
opuesta” (Barthes, 1972: 9).
26
transmediáticas son narraciones, y mucho menos relatos en la manera en que los definió
la narratología y que ni siquiera los más frecuentes son narrativos.
Los que estudiamos el discurso radiofónico y sus lenguajes, si lo hicimos desde la semiótica,
lo hicimos en un momento post-narratológico e interactivo y de discusiones entre lo
enunciativo y lo pragmático, pero ya con la obligación de encontrar en cada medio sus
aspectos específicos y diferenciales.
Ese intertexto es el que seguramente nos permitió ver que la radio, ya despojada en los 80
del siglo XX de su género narrativo por excelencia, el radioteatro, producía un efecto
discursivo de fragmentación y de mosaico. Esta idea del mosaico la había formulado
Abraham Moles como un componente general de la cultura de masas que actuaría como
“un mosaico de elementos dispersos” (Moragas Spa, 1980: 146). Una idea fuerte y difícil de
instalar, pero que nos obligó en un momento muy temprano de nuestro trabajo a comenzar
así nuestra segunda ponencia presentada sobre la radio comenzaba:
27
“De la programación radiofónica actual ha desaparecido los grandes géneros narrativos y
dramáticos. Sin embargo, existen ciertos criterios clasificatorios silvestres, asimilables a la
operatoria transdiscursiva social vehiculizada a través del concepto de género, que permiten
saber, en cierta medida, de qué se habla cuando se habla de show radiofónico, de relatos
deportivos, de informativos o de programas periodísticos.
Estos géneros deberían denominarse, no sin cierta obviedad, como transmediáticos ya que
su presencia parece detectarse en todos los medios masivos salvo en el cine que, ya se dijo,
se ha hecho cargo de gran parte de la producción y reproducción de relatos de nuestra
sociedad” (Fernández, 1987).
Debe atribuirse a un cierto estilo de (esa) época, todavía parcialmente vigente, ese esfuerzo
por salir de la vida de un medio con un enfoque no narrativo y extensible a lo
transmediático. Y habíamos encontrado un programa de trabajo. Y cuando nos
introdujimos en el estudio de las audiencias radiofónicas esa concepción de mosaico nos
sirvió como guía en producción para lo que pudiera encontrarse, tan complejamente en
reconocimiento. Así sostuvimos dos conceptualizaciones que pueden sernos útiles ahora:
El modelo mosaico se encuentra en todo tipo de mediatización masiva (en realidad, los
modelos estructurados alrededor de un relato o de una argumentación jerarquizada se
los encuentra solamente en el cine y en el libro, y en una parte importante pero no
hegemónica, de la televisión). La radio, la vía pública, la prensa desde el siglo XIX, buena
parte de la televisión están constituidas con textos mosaicos a los que las audiencias
pueden acceder o de los que pueden retirarse sin perder algún posible sentido general.
Especie de función que comienza cuando usted llega17.
El modo de construcción de los textos mosaico se produce por la articulación de
fragmentos, detalles (Calabrese, 1984) y cápsulas discursivas (microgéneros, inspirados
por las formas simples de Jolles (1972)18. Pueden discutirse diversos modos de
articulación isotópica entre esas piezas discursivas de muy diferente origen (diálogos
truncos, recetas de cocina, cables de noticias, partes meteorológicos, temas musicales,
17 Un caso muy especial , y que hemos hecho notar desde el trabajo citado de 1987, son los programas de
relatos deportivos que no están construidos alrededor de un relato, en el sentido de Todorov sino como
mosaicos. Para ver la génesis de éste género en la radiodifusión argentina a fines de la década del siglo XX
Fraticelli (2008), y para ver ciertos procesamientos de los programas de relatos radiofónicas en la prensa on -
line, Porto López (2010).
18
Una discusión algo más detallada acerca de las nociones de fragmentos y detalles ( Calabrese 1987)
y cápsulas en Fernández (2012: 120-123)
28
entrevistas telefónicas o de pasillo, piezas humorísticas, resultados deportivos,
columnas de opinión, etc.), se podrá hacer con conductor individual o equipo de
conducción, en el caso de la prensa por ordenamiento jerárquico de los titulares, en la
televisión por conductores o por videograph. Los textos mosaico si bien no estimulan la
anarquía, no tienen sin embargo hilo temático, argumentativo ni aún informativo
centralizador y organizador.
Nuestra tesis aquí es que, de ninguna manera la vida de los intercambios discursivos dentro
de las denominadas nuevas mediatizaciones está del lado de lo narrativo. Por el contrario,
navegar en las redes, en sus plataformas, obliga a interactuar con diversas escalas de las
mediatizaciones y eso es lo que mejor describe la actividad de los bellamente denominados
como internautas. Los internautas son navegantes entre diversos tipos de intercambios
discursivos, que aun cuando se les prometa una narración, como máximo se encontrarán
con la redundancia de una anécdota autoafirmante; en lugar de una argumentación política
se chocarán con cruces de consignas como rayos y centellas. El internauta deberá
19 No hace falta decir que menos nos resultan verosímiles los textos ficcionales como generadores directos
de opinión.
20 Para ver las complicaciones de esa perspectiva aun en investigadoras inscriptas en las teorías del framing
y del agenda setting ver textos recientes de Koziner (2013) y de Aruguete (2015), que citamos
frecuentemente.
29
discriminar entre noticias falsas, seleccionar videos musicales con riesgo de mala calidad,
publicidades absolutamente ajenas o redundantes. Que nuevos narraciones y relatos no le
corten la libertad conceptual, que es posible que no existe, pero es en ese espacio donde
ello ocurre.
¿Cómo descansa un internauta con una actividad relativamente alta en las plataformas,
frente a ese constante derivar? Por supuesto que puede salir de las redes, porque la
adicción a ellas sería absolutamente contradictoria con la que se postulaba con los medios
masivos, aunque el modelo siga siendo graciosamente el mismo. También puede descansar
escuchando una radio o viendo un canal de televisión y sentir esa sensación que siempre
han disfrutado las audiencias del broadcasting de que hay comunicadores trabajando para
la propia pasividad y confort. Pero dentro de las redes hay también dos tipos de actividades
de descanso para el navegante (y generadoras de nuevos cansancios): la ficción
cinematográfica y televisiva a la carta, que permite aislarse de todo lo demás sin esfuerzo
por horas o, en el otro extremo de la participación, la hiperparticipación de sumergirse en
la compleja y estresante vida gamificada, en solitario o en red.
Ya hemos dicho que en las vidas de lo musical ocurre todo lo que ocurre en las nuevas
mediatizaciones y que se producen transformaciones en todos los niveles de esa s vidas
(Fernández, 2014: 27). En ese sentido, ahora estudiamos consecuencias de la vida musical
en postbroadcasting, momento que denominamos provisoriamente así porque pensamos
30
que la mediatización masiva en lo musical continuará, pero con nuevas relaciones con las
plataformas y redes sociales mediáticas 21.
Según Scolari (2015: 16-18), la ecología de los medios, como cualquier teoría sobre la
comunicación, puede ser entendida como una teoría generalista o como una teoría
especializada.
Dentro del mismo libro editado por Scolari, en su Tercera Parte que lleva el título de “Las
nuevas fronteras”, encontramos un artículo de Indrek Ibrus que propone un diálogo entre
la ecología de los medios y la semiótica de la cultura, con enfoque proveniente de Lotman.
Allí, Ibrus, propone el enfoque de diálogo entre disciplinas para afrontar la problemática de
la evolución de los medios. Si bien en cierto sentido resulta inevitable y hasta necesario que
las disciplinas dialoguen, creemos que no es el camino para entender en profundidad la
riqueza y la necesidad de las relaciones entre un enfoque sociosemiótico y un enfoque
ecologista de las mediatizaciones. La clave parece estar en la especialización.
Hace poco, la colega Daniela González nos alcanzó una entrevista a Simon Zagorski-
Thomas, realizada por Juliana Guerrero (2015). Allí, el historiador de las grabaciones
musicales presenta the ecological approach to perception basada en la idea de que “…
nuestros sistemas perceptuales se han desarrollado con el objetivo de proporcionar una
evaluación pragmática de lo que está sucediendo en nuestro entorno inmediato… La
21 Cuando hablamos de la vida de lo musical lo hacemos por motivos complejos. Por un lado, para privilegiar
el enfoque de las ciencias sociales por sobre la reflexión estética pero, también, para evitar que las nociones
de arte vuelvan a ocupar el centro elitista de la escena en un momento que, sea en lo masivo, o sea en las
diversas segmentaciones que conviven conflictivamente en una misma sociedad, se pierda un gran conquista
del desarrollo mediática y que es la del derecho de los diversos grupos sociales a disfrutar de la producción
cultural que se les antoje. Y la academia no debería ser un reservorio conservador.
31
perspectiva ecológica informa a mi pensamiento sobre cómo funcionan el cerebro humano
y cuerpo y por lo tanto, toda actividad humana tiene que ser entendida a través de este
prisma” (T. del A.). Este enfoque ecologista permite abordar de manera particular algunos
problemas que venimos discutiendo hace algún tiempo
Dejaremos de lado también que, en cierto sentido, las mediatizaciones del payador a las
que hacíamos referencia al comienzo de este capítulo aparentan ser mucho más complejas
que la simple grabación y reproducción del sonido; vale recordar que ya hemos discutido
que la comprensión de las características de la mediatización del sonido es compleja por al
menos dos razones: por su falta de estatuto histórico, dado que no hay experiencias previas
de manipulación del sonido como sí la hubo de la imagen en nuestra cultura antes de la
aparición de lo fotográfico y, también, por su estatuto semiótico: la mediatización del
sonido no genera como resultado una representación del sonido supuestamente original
sino una presentación del mismo en tanto tal, o la generación de algún sonido inexistente
previamente, es decir, que el estatuto del referente es, o absolutamente concreto, o
absolutamente abstracto22.
22Se notará que se considera la oposición concreto vs. abstracto de un modo simplificado y silvestre,
recordamos que este no pretende ser un texto epistemológico sino sobre políticas de investigación y
aprendizaje.
32
los denomina presencias materiales sonoras23. Por supuesto que en ese producto final
convergen diversas tecnologías (de captura del sonido, de grabación acústica o electrónica,
presencia de uno o varios canales de sonido, diversas maneras de matrizado y fabricación
en serie, diversas calidades de los materiales, pastas, vinilos, cintas magnetofónicas
utilizados, presencia de diversidad de envases, etc., etc.), pero aquí nos referiremos al
sonido resultante en tanto que accesible y capturable por un fantasmático oyente promedio
no entrenado que, si bien inexistente, aquí nos servirá para exponer lo que nos interesa.
Sin pretender agotar un tema que continúa en desarrollo, la presencia de esas presencias
materiales sonoras diferenciadas genera problemas teóricos particulares. Para una
semiótica de las marcas en la superficie que se convierten en huellas de la producción de
sentido (Verón, 1987), y desde nuestro punto de vista de investigación, hemos decidido
que, por ejemplo, los trazos de mala calidad de sonido en los originales cilindros, o las
frituras propias de los tradicionales discos de vinilos, no son marcas productoras de sentido;
si bien seguramente son escuchadas es difícil pensar una escucha musical que privilegi e el
ruido por sobre la música ejecutada y mal o bien grabada. En cambio, las marcas de la
grabación estereofónica, sobre las que, por otra parte, el oyente puede intervenir
modificando los pesos de los canales, son marcas productoras de sentido dado que esas
marcas, distinguibles por un oyente promedio, generan un producto musical imposible de
repetir en vivo.
23 En Fernández (2014: 27) las denominábamos “objeto industrial soporte de música”. En estos días otra
discusión, a nuestro entender del mismo tipo es acerca de las consecuencias del apagón de la FM en Noruega.
Muy importante desde el punto de vista, ecológico (es más fácil superar por esa vía los accidentes del terreno
Noruego que por las limitaciones de la FM), tecnológico y económico, pero poco relevante desde el punto de
vista del discurso radiofónico, salvo que no haya migración.
33
al incorporar vía Traversa una noción de dispositivo ya plenamente discursiva ("la
disolución del enunciado frente a la enunciación", Traversa en Di Cione 2013, y discutido
aquí en la Parte IV), los sonidos presentes en el mismo objeto serían, en tanto que
fonográficos, plenamente portadores de sentido. (“El desarrollo de las técnicas
fonográficas y su producto -las grabaciones-“) “han dado lugar a diferentes modalidades
de relación y procesos de adjudicación de sentido” (Di Cione 2013). Para nosotros, una
mediatización, es decir un proceso complejo de adjudicación de sentido, se basa en la
articulación de, al menos, tres series de fenómenos de relativa vida independiente: la de
los dispositivos técnicos, las de los géneros/estilos y las de los usos. Mantenerlos
diferenciados facilita la comprensión de estos procesos de transformación.
De todos modos, estas discusiones que incluyen dispositivos y soportes y que requerirán
tal vez la incorporación de la noción de artefacto, aun cuando defendamos nuestra posición
desde el punto de vista de la semiótica, no le encuentran un lugar al hecho de que ‘no es
lo mismo un disco, un cd o un archivo de sonido’, es decir que algo del fenómeno social se
le escapa a la Sociosemiótica. No tendría nada grave, en definitiva una disciplina se
constituye por lo que incluye tanto como por lo que excluye pero ocurre que, como
veíamos al principio, estas discusiones guardan nueva vida frente a las nuevas
mediatizaciones: ¿pantalla y cd, se parecen o se diferencia? ¿Es la pantalla o el link lo que
tiene la condición de interface? ¿El parlante es el mismo dispositivo en el receptor de radio
y en el smartphone?
34
Desde ese punto de vista, las discusiones con Zagorski-Thomas podrían reordenarse y “el
enfoque ecológico de la percepción…” como “…una evaluación pragmática de lo que está
sucediendo en nuestro entorno inmediato…” respecto a la música grabada tendría dos
facetas desde el punto cognitivo: la de permitir entender a la industria musical como
sistema de producción e intercambio de objetos, desde un punto de vista ecológico, o de
producción, intercambio y fruición de objetos musicales, desde un punto de vista
semiótico. Por supuesto, no interesa tanto aquí el contenido de esta discusión sino el hecho
de que hace 20 años sería absolutamente diferente. La vida musical comienza a tener por
fin frente a nosotros, una extensión y una profundidad espacio-temporal que parece
justificar desde un punto de vista teórico la importancia que la música tiene para la vida
cultural.
Tratando de mirar más en detalle aún ese hojaldramiento espacio-temporal ¿hay algo más
distante temporal y espacialmente que un payador, esa especie de juglar pampeano,
improvisador de coplas acompañado por los arpegios de una guitarra española? Figura de
tradiciones medievales en un continente que ingresó a la historia de occidente en razón del
fin de esa época y condenado a muerte desde las épocas de Betinotti y Gabino Ezeiza, el
payador parece sin embargo persistir en nuestro presente. Oscar Steimberg (1999), por
ejemplo, ha construido el personaje/poeta Gabino Betinotti en el cruce entre cierto
vanguardismo surrealista y el jugueteo posmoderno y citador.
En el artículo de Luis García Fanlo (2012) publicado en la revista L. I. S. Nro. 12, Payadas,
payadores e identidad nacional, en cambio, el payador aparece reconstruido, por decirlo
así, en la profundidad de su intertextualidad y de su situación histórica. Allí, el payador es
descripto como la “…variante mediatizada más prototípica…” del gaucho (García Fanlo,
2014: 15). Es decir una figura en que lo mediático parece como inescindible de su proceso
de figuración.
35
criticada y sospechada por el público urbano.
Esa presencia del payador, que acompaña al conductor del programa televisivo y del
conjunto del evento en vivo, puede entenderse como un rastro del broadcasting que tiende
a hacerse residual. Pero, otra vez, si se busca payadores en YouTube, tal vez la movida
televisiva del momento, resulta una entrada prolífica. Y se encuentran videos de actualidad,
combinados con viejas grabaciones o restos fílmicos de José Betinotti o, por qué no,
relaciones entre payadores e intérpretes de hip-hop. Es verdad que la presencia del hip-
hop será mayor por mucho tiempo, pero es imposible establecer a priori si se trata del resto
olvidado del broadcasting o uno de los gestos broadcasting del networking que cada vez
son más evidentes 24.
Sea como sea, mientras estudiamos el metadiscurso que acompaña esas presencias ahí
nomás, en la misma pantalla del sitio, el payador será construido en hojaldre y ese hojaldre
no es sólo temporal (restos de capas de pasado conviviendo entre las capas que constituyen
el presente), sino que se trata, más materialmente, de un hojaldre espacial: aun si puede
discutirse la vigencia temporal del payador, su presencia simultánea y fragmentada en los
espacios del cara a cara, del broadcasting y del networking resulta incontestable (tal vez se
registre que es un fenómeno algo más que transmedia).
Podemos decir que este punto de vista combina lo sociosemiótico con lo etnográfico. Un
mismo fenómeno de lo musical, la presencia diseminada de los payadores la detectamos,
por decirlo así, en profundidad: manifestaciones mediáticas y manifestaciones cara a cara
en los festivales de doma y folklore. Pero resulta dificultoso construir un mapa que articule
las vidas mediáticas y no mediáticas. Es aquí donde creemos que las relaciones entre
sociosemiótica de los medios y Media Ecology, como mostramos antes, pueden ser
productivas.
36
metodológicas y de paradigmas teóricos, como está ocurriendo con las interacciones entre
el agenda setting y el framing (Koziner, 2013; Aruguete , 2015).
Y finalmente, por fin podemos estudiar en un espacio teórico común las performances y
actividades cara a cara en el espacio urbano como si fueran plataformas: las plazas, las
intervenciones políticas, los recitales musicales, todos implican diversos niveles de
materialidad y series de acciones que podemos enfocar, y discutir, en una mesa común,
aunque conflictiva, con diversas disciplinas.
La Presentación del primer número de nuestra revista Letra. Imagen. Sonido. Ciudad
mediatizada actuó como un manifiesto de lanzamiento. En él se advertía que “las ciudades
en las que vivimos son el resultado combinado de la acción y el tránsito humano en sus
espacios geográficos y de las interacciones de los medios que las atraviesan, constituyen,
coordinan, integran, segmentan y las comparan y diferencian de otras” (Fernández, 2008:
7). Y el objetivo central, más formal y menos programático proponía “la difusión de la
producción teórica e investigativa proveniente de las ciencias sociales aplicada a la
comprensión de los complejos vínculos constructivos que existen entre la noción de ciudad
y sus medios de comunicación”.
Ese enfoque creemos que, de alguna manera al menos parcialmente aleatoria, se produjo
en el cruce de tres recorridos del equipo de investigación.
En primer lugar, la revista fue concebida a partir de una compleja pero no clausurada
concepción de la vida urbana que, a su vez, estuvo parcialmente influida por la lectura de
Baudelaire por Walter Benjamin (1972), los primeros cuestionamientos a la semiología de
origen lingüístico de Roland Barthes (1993), en la medida en que fue enfocando diversos
objetos de la cultura, y también por desarrollos sobre los imaginarios urbanos de Armando
Silva (2006). Todavía mantenemos ese enfoque constructivista sobre lo urbano, un modo
37
de articular lo concreto del recorrer y observar sus espacios públicos y lo abstracto de su
devenir cultural.
A esta altura de los estudios urbanos y de las mediatizaciones es un lugar común decir que
ambas series de fenómenos, profundamente vinculadas en nuestro trabajo, están en
transformación. Y también que esas transformaciones se relacionan entre sí y se influyen
mutuamente.
38
Un modo ya tradicional en las relaciones entre ciudad y mediatizaciones es el que nos ha
propuesto el cine y las diversas ficciones audio-visuales. Desde, al menos, René Clair y su
Paris qui dort (1925), el cine ha mediatizado constructivamente a las ciudades que recorre
y representa. Y forma parte de nuestra fruición de series en la actualidad el introducirnos
a la Birmingham obrera de entreguerras en Peaky Blinders o a los rincones más oscuros de
la actualidad de Seattle en The Killing. Y su efecto no es sólo sobre quienes no conocemos
esas ciudades u otras. En Buenos Aires, Pizza, birra y faso, de Adrián Caetano y Bruno
Stagnaro (1997) construyó un nuevo verosímil, con efecto de verdad, sobre los márgenes
de la vida urbana en Buenos Aires.
Nuestros trabajos en los últimos años han estado enfocados en las relaciones entre la
movilidad dentro del espacio urbano, las diferentes mediatizaciones que conviven en la
vida en la ciudad y cómo se relacionan con esas dos series de fenómenos, varios fenómenos
culturales, pero especialmente los vinculados a las vidas de lo musical. Lo musical tiene la
particularidad de que en su campo se manifiestan buena parte de las transformaciones que
atraviesan la vida social, pero con un carácter anticipatorio que no debe ser desperdiciado
para comprender el conjunto de éstos fenómenos.
Para revisar esos recorridos, podemos anotar los títulos de buena parte de nuestros
Dossiers, que han convocado a muchos colegas desde diferentes puntos de vista y
pertenecientes de diversos países: “Rincones discursivos de la ciudad” (#3); “Ciudades
noviembre 2019: 10 años antes” (#4); “Música, espacios y medios. Algunas convergencias
y divergencias” (#5); “Las artes escénicas entre la ciudad y los medios” (#8); “Política,
medios y ciudad” (#13); “La ciudad como espacio estético” (#14); “Visualidades que
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interpelan lo público” (#16). Entre muchos otros, dos trabajos de colegas cercanos
representan bien esa complejidad en las relaciones móviles entre espacios urbanos y
mediatizaciones: un trabajo sobre los sonideros de México en una revista también cercana
(López Cano, 2015) y aquí mismo un trabajo de investigación sobre los flashmobs: un
fenómeno que articula nuevas mediatizaciones, espacios públicos, acciones parcialmente
programadas e instantaneidad temporal (Cid Jurado, 2015).
Esa reflexión sobre las vidas culturales y sus diversos soportes dentro de las ciudades
(Rodríguez-Amat, 2010), tiene para nosotros una impronta microsociológica (en buena
parte equivalente a lo etnográfico), que proviene del contacto con el trabajo de Isaac
Joseph (1988), sobre la labilidad de la interacción en movimiento en el espacio público. No
es casual, que Joseph aparezca citado en un trabajo recientemente publicado en L.I.S. en
el que se presentan investigaciones que procuran articular fenómenos como el
entrainment, entendido como el “…entramado rítmico de la corporeidad humana en
marcos o frames de interacción…” en la actualidad del espacio urbano (Mangieri, 2017:
147).
En estos desarrollos, que vamos desenvolviendo así, en equipo y junto a colegas que
convergen en nuestra publicación, hemos avanzado hacia el enfoque de los fenómenos
intersticiales de la vida urbana y comunicacional, que conviven en las nueva s
mediatizaciones compitiendo con la pervivencia del broadcasting (Fernández, 2017a).
Y también nos hemos visto obligados a diferenciar dos grandes tipos de posiciones de
mediatización vinculadas a la movilidad o a su ausencia (al observar la movilidad, l o
estacionario aparece como una alternativa). Habría entonces , entre los diferentes
intercambios mediáticos en movilidad: por un lado, aquellos dentro de lo que hemos
denominado movilidad pasiva (en el que otro que no es el receptor, controla el vehículo) y
que no se diferencia demasiado de la recepción e interacción en posición estacionaria. Por
el otro lado, nos hemos enfocado en los intercambios y recepciones en movilidad
autogestiva, en las que el receptor, o emisor, está conduciendo, su propia caminata, o su
bicicleta, skate, moto o automóvil. La movilidad pasiva es apta para los intercambios
escriturales o audiovisuales, en cambio la movilidad autogestiva se adapta estructural-
mente a los intercambios de audio (Fernández, 2017b).
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No pretendemos sintetizar el conjunto de contenidos posibles a encontrar en nuestras
publicaciones. No hemos mencionado ni las relaciones entre mediatizaciones y política y
gobierno urbanos, o las múltiples alternativas de la comunicación institucional. Pero, como
se ve, el momento actual nos sorprende trabajando en un amplio campo de estudios con
una doble condición: la madurez de un largo recorrido que excede largamente al del equipo
editor, aunque lo incluya, pero también la frescura de una renovación constante de ese
camino que, estamos convencidos, será cada vez más internacional e interdisciplinario.
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