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ESTATUTOS vs.

LISTAS PARA ENFOCAR LAS TRANSFORMACIONES MEDIÁTICAS

José Luis Fernández

UBACyT – Fsoc-UBA

“Cada vez que tropezamos con la eventualidad de


correspondencia entre series… la primera tentación es
la de saltar sin ambages a una labor en extensión, la de
aspirar a la enumeración definitiva, a la lista” (METZ,
1979: 147)

1. Introducción. Estatutos de ordenamiento de un campo de trabajo en movimiento

Si bien nadie discute que estamos en una época de novedades mediáticas y de


transformaciones muy posiblemente profundas e irreversibles , comienzan a aparecer
diversos fenómenos de resistencia o de adaptación en diversas mediatizaciones previas a
lo digital y a la Internet. Estamos en un momento en que ya no reina la confianza ciega en
el progreso infinito de la nueva era mediática.

Sin embargo, si vemos el desarrollo de nuestro entorno de trabajo desde el punto de vista
del estilo de época en que se desarrolla, se destaca más el efecto de novedad constante
que el de la detección y comprensión de las transformaciones profundas. La denuncia de
los aspectos negativos de ese estilo de época viene atravesando -desde hace años, de un
modo lateral pero permanente- el desarrollo de nuestro trabajo de investigación y de
publicación de resultados. A partir de aquí revisaremos el estado actual de alguno de
nuestros principios básicos de trabajo desde ese punto de vista.

Entre los objetivos básicos de este trabajo está el de ofrecer materiales para escapar a las
discusiones recurrentes entre dos extremos polarizados y polarizantes acerca de si “todo
ha cambiado en el mundo de las mediatizaciones” o si “todo, o buena parte de lo moderno,
es sólo repetición”. Seguramente presentado de esta manera resulta un enfrentamiento
pueril, pero no dejaría de asombrar si citáramos grandes figuras de nuestro acervo
afirmando uno u otro extremo. Por supuesto que la posmodernidad, tal vez como
intertexto general del estilo de época, permite siempre inmediatas relativizaciones, pero
creemos que ese tipo de discusión produce, al menos, pérdidas de tiempo y de foco.

1
Un rasgo particular de esta publicación, es que buena parte de su contenido fue publicado
previamente en lo que hemos denominado como escritos tácticos (Fernández, 2013):
textos breves, sobres aspectos parciales o laterales de los temas que investigamos, o
inducidos por la lectura de ciertos trabajos sin conexión entre sí pero que, sin embargo, se
conectan con nuestro recorrido de investigación. Algunos de estos temas los hemos
formulado en diversas presentaciones de la revista Letra. Imagen. Sonido. Ciudad
mediatizada, como modo de encuadrar los enfoques diversos que sobre la temática se
publican en sus páginas. Por ello tal vez se encuentre algún momento de desconexión entre
capítulos o, peor, de repetición. Pero creemos que el conjunto transmite nuestro intertexto
de trabajo.

De todos modos, el pasaje de textos tácticos a formulaciones de estatutos, no deja de ser


otro momento de riesgo de un recorrido que, aunque en espiral, va hacia adelante. Por
supuesto, podemos decir que se trata de materiales de discusión y no de formulaciones
definitivas: nosotros también podríamos aprovechar las ventajas posmodernas.

El recorrido comenzará, en los capítulos 2 y 3 con una discusión acerca de la práctica de


estatutos y listas para el estudio de novedades mediáticas, por un lado, y con una
profundización sobre lo que consideramos como tercer momento, el actual, del estudio de
las nuevas mediatizaciones. Luego nos introducimos en diversos estatutos que están en el
núcleo de nuestro trabajo. Revisaremos en capítulos sucesivos el nuevo modo de relacionar
lo espectatorial, lo intersticial y lo interaccional a partir comparar lo que vamos
investigando sobre las nuevas mediatizaciones; el mismo punto de vista nos lleva a
entrelazar a los espacios y tiempos hojaldrados de las diversas mediatizaciones y cómo se
sitúan frente a ellos diversas disciplinas de lo comunicacional. Frente a la bienvenida
invasión de estudios y reflexiones sobre narrativas en diversas mediatizaciones, nos
permitiremos limitar al imperialismo narrativo con la reintroducción de la noción de textos
mosaicos. Finalmente, en los dos últimos capítulos revisaremos nuestros modos de
construir objetos como el de las vidas de lo musical y el de las construcciones mediáticas
de las vidas urbanas.

Como última advertencia, no pretendemos que se presentan todos los estatutos necesarios
y ni siquiera todos los que imaginamos: sólo hemos elegido algunos que creemos que, en
su conjunto, permiten construir un espacio de reflexión e investigación que articule buena

2
parte del saber acumulado con las condiciones necesarias para avanzar con firmeza en el
conocimiento a construir. Se notará por ello que se privilegian ciertas discusiones con
posiciones cercanas con el objetivo de contribuir a ese espacio de trabajo.

2. Estatutos y Listas. Introducción a la permanencia en momentos de novedades y


transformaciones

Cada novedad técnica que se nos presenta, especialmente en esta época de incansable
invencionismo, genera en primer lugar un efecto de lista: se presenta después de la anterior
e inevitablemente antes de la siguiente. Por supuesto que diferentes listas conviven
mostrando que hay una escena común que no es pura sucesión, pero a nuestro entender,
el efecto lista es muy fuerte y adecuado estructuralmente al ritmo vertiginoso y poco
profundo de la actualidad periodística de este siglo.

En este sentido, ese modelo de lista se parece al que se observa en diversos niveles de la
vida social y discursiva. Desde ya, recuperamos esta noción de lista como diferenciación
de Christian Metz (1979) quien sostuvo que, frente a la novedad constante de la figuración
retórica (ninguna figura es exactamente igual a otra, sea por razones textuales,
contextuales o intertextuales) la historia de su estudio puede diferenciarse en dos grandes
estrategias: la de la lista y la del estatuto.

El mecanismo del estatuto no se enfoca en nuestros términos en el efecto de sucesión sino


en el de los procesos de producción de sentido ―comunes o diferenciados― que explican,
al menos parcialmente, la presencia de los diferentes fenómenos que se incluyen en la lista.

Veamos como ejemplo una lista de fenómenos que todavía es de plena actualidad, pero
que se viene desenvolviendo desde mediados del siglo XIX. Desde ese momento, lo
escritural y lo impreso dejan de ser los soportes casi exclusivos de toda mediatización y
aparecen los procedimientos mediatizadores utilizados en la sociedad para generar
proximidad (instantaneidad, actualidad, simultaneidad, interacción, etc.) entre

3
producción, emisión, recepción y comprensión de textos , en principio, informativos1. Una
lista no demasiado sofisticada de esos fenómenos debería incluir:

- Lo telegráfico (transmisión eléctrica de textos original y finalmente escriturales a través


de código Morse de pulsos eléctricos).

- Lo radiotelefónico (captura y conversión de sonidos a señal eléctrica, transmisión y


reconversión de esas señales a sonido en recepción con delay prácticamente
imperceptible: aparición de la toma directa).

- Lo televisivo (captura y conversión de imágenes y sonidos a señal eléctrica, transmisión


y reconversión de esas señales a imágenes y sonidos en recepción con delay
prácticamente imperceptible: despliegue de la toma directa televisiva).

- Lo digital on line (interfaces de uso individual para captura y conversión de imágenes y


sonidos y escritura a señal eléctrica, transmisión y reconversión de esas señales a
imágenes y sonidos y escritura en recepción con delay prácticamente imperceptible:
despliegue de la conectividad).

Por supuesto, esperamos que se disculpe la rusticidad descriptiva, pero es que no


necesitamos mucho más para fundamentar la importancia de la perspectiva del estatuto
para contribuir a la comprensión y justa valoración de la lista de novedades 2.

Si, por ejemplo, nos preocuparan especialmente las transformaciones dramáticas que se
están produciendo en el sistema informativo-periodístico, esa lista que va de lo telegráfico
a lo on line no es una línea sucesoria, o al menos sólo lo es parcialmente respecto de ese
campo. La lista presenta saltos profundos, tanto en los dispositivos técnicos puestos en
juego, como en los intercambios discursivos y los usos discursivos que se soportan y
construyen en (no sólo con o a través de) esos dispositivos.

Siempre desde el punto de vista descriptivo que utilizamos aquí, vemos que en el
intercambio telegráfico se recurre a una doble codificación, la escritural y la morse, que no

1 Como se ve, el mundo de la mediatización que estudiamos es de trayecto corto, como diría Oscar Traversa
para oponerlo al de trayecto largo que propone Eliseo Verón en La semiosis social 2. Se discute el tópico en
Fernández (2017).
2 La aceptación de esta rusticidad descriptiva de lo tecnológico no debe ocultar que consideramos a esta

discusión como central en la comprensión de las particularidades de las mediatizaciones . En ese sentido la
sofisticación del problema no es acompañada con enfoques de equivalente complejidad desde diferentes
perspectivas teóricas y metodológicas (Fernández, 2017).

4
se aprenden automáticamente en la vida social (como verán, se reserva la naturalidad del
uso para otras instancias); en los intercambios radiotelefónicos, en cambio, puede
recurrirse a códigos, lenguajes que, como el idioma y la música, suelen incorporarse cuasi
automáticamente en el transcurrir de la vida social (los nativos de cualquier cultura
incorporan, sin la participación de instituciones específicas, gran parte de sus costumbres
conversacionales y musicales), pero que son el resultado de complejas operaciones
simbólicas (en sentido peirceano); esa condición es muy diferente a lo que ocurre en el
intercambio televisivo, en el que aparece toda la problemática de la naturalidad perceptiva
(de base icónico indicial en la construcción de acontecimientos históricos mediatizados) y,
por último, en los intercambios on line se pone en evidencia, por un lado, la convergencia
en el uso de todos los dispositivos previos y, por el otro, la posibilidad (no la obligación) de
participación individual en tiempo cercano al real, en la producción y emisión discursiva 3.

Como se intuye sólo con esa sencilla descripción, cada momento en la lista implica muy
diversos estatutos de usos, y además, evidencia la permanencia de diversos intercambios.
Como advierte Carlos Scolari en sus trabajos: se seguirá encriptando mensajes, escuchando
radio y música sin imágenes, hablando por teléfono, mirando televisión, o equivalentes, en
vivo y en grabado. Y, además, mientras para emitir on line se tipee, todavía pervivirán
dispositivos de producción aún previos a lo telegráfico, dado que ya sabemos que la Galaxia
Gutenberg no fue solamente un dispositivo de impresión sino también un exitoso
dispositivo tipográfico de racionalización y homogeneización de la letra. El tironeo de la
lista de novedades, hace olvidar frecuentemente este último aspecto de la Galaxia
Gütenberg.

Es decir que esta lista no es solamente un camino de ida sino que en cada estación se
generan diversas configuraciones de intercambio, para utilizar un término ordenador
frecuentemente utilizado por Oscar Traversa (2000), que tienen vida relativamente
independiente y que, muchas veces, requieren estudios específicos para encontrar su
lugar4.

3 En Mazzone (2012) una descripción del estado actual de las transformaciones en lo periodístico, desde un
punto de vista que recupera su complejidad preservando el recorrido de sus diversos estatutos.
4 Desde que Eliseo Verón (1987: 126-127) habló de los fenómenos de sentido como configuraciones espacio-

temporales el término nos ha permitido circunscribir fenómenos de intercambio discursivo incluyendo su


composición material pero sin confundir materialidad con soporte mediático. Es uno de los términos que
deberá ser precisado en las discusiones sobre los diferentes procedimientos de interacción que se producen

5
¿Cómo luchar contra la seducción del efecto novedoso de la lista sin pretender imponer al
ritmo propio de la vida social el moroso ritmo de la vida académica? Hemos propuesto
recientemente al menos tres caminos convergentes (Fernández, 2015):

 seguir estudiando minuciosamente los medios de comunicación previos para


comprender sus funcionamientos y la permanencia en la actualidad de rasgos que pasen
desapercibidos por supuestamente arcaicos,

 estudiar siempre la realidad social y urbana extramediática (lo alimentario, lo artístico,


el tránsito, las emergencias, etc.) para encontrar interacciones con lo mediático que no
ocupan necesariamente el centro verosímil de la vida mediática y de la urbana y, por
último,

 generar microproyectos tácticos sobre estatutos en fenómenos mediáticos novedosos,


que nos permitan oponernos, tanto a la inmersión en la lista, como al riesgo de
desactualización que se produce cuando se publica un artículo o libro sobre temas
novedosos, en el mejor de los casos, seis meses después de cerrar sus conclusiones.

Veamos ahora cómo se desarrollan en nuestro trabajo actual esas proposiciones. En primer
lugar, resulta evidente que los nuevos desarrollos mediatizados se articulan con la
presencia de nuevos espacios y circuitos cara a cara de la ficción y lo musical. Siempre hubo
relaciones entre, por ejemplo, los circuitos teatrales y los cinematográficos y radiofónicos;
del mismo modo desde la década del 30 del siglo XX la industria musical se desplegaba en
circuitos que incluían las presentaciones en escenarios en vivo, mediatizados por la radio y
luego la televisión como soportes de la industria fonográfica y cinematográfica. La novedad
hoy es el crecimiento de sistemas reticulares que aprovechan la capacidad viral de las redes
sociales para mantenerse en contacto y en estado de difusión permanente. Esto facilita el
éxito, tal vez acotado en lo masivo, pero con probada capacidad de fidelización de públicos
segmentados.

En el campo específico de las mediatizaciones, debemos abandonar la idea de que las redes
reemplazarán a los medios tradicionales, más allá de muertes parciales o transformaciones
profundas. Lo que aparece como clave en este momento y en el futuro cercano, es

en los fenómenos mediáticos actuales y, como veremos, luego, en muchos fenómenos mediáticos previos
(Parte IV).

6
comprender las nuevas relaciones que se producen entre dos grandes maneras de
producción discursiva que cada vez estarán más entrelazadas: el broadcasting y el
networking. Parece imposible pensar un futuro en sociedades complejas como la nuestra
sin mediatizaciones cumpliendo la función broadcasting y parece imposible que, sea cual
sea el poder de los broadcasters, éstos puedan impedir la función networking y, es más,
puedan vivir sin ella.

En los últimos tiempos hemos experimentado por fin que la teoría y las investigaciones
acompañan, al menos parcialmente, esos procesos. Ya no se trata de proposiciones
individuales, muchas de ellas brillantes, acerca del futuro, promisorio o preocupante, o
sobre la necesidad de recuperar el pasado como prevención frente al porvenir. En mayo de
2011 se realizó en Sevilla el IV Encuentro Internacional sobre Nuevas Tecnologías de la
Información y Participación Ciudadana, con tema específico sobre Nuevas identidades
culturales y mediaciones digitales. El encuentro, de impronta semiótica, fue organizado
entre otras entidades por la revista deSignis. Estuvieron presentes investigadores como
Paolo Fabbri, François Jost y José María Paz Gago y, tanto en las ponencias como en las
discusiones, se puso en juego la utilidad del herramental semiótico para dar cuenta de
fenómenos de las nuevas mediatizaciones. Pero en trabajos presentados por
investigadoras de largo recorrido en el campo, como Lucrecia Escudero, Neyla Pardo y
Charo Lacalle, se puso en evidencia también la necesidad de la semiótica de articularse con
otras metodologías de las ciencias sociales.

Por otra parte, en ese año, 2011, del centenario del nacimiento de Marshall McLuhan, el
recuerdo de su figura convocó a encuentros y exposiciones en los que, en términos
generales, se privilegió, más que el puro homenaje, la revisión de su obra pionera y los
posibles ajustes necesarios para adaptar sus teorías al momento actual. Barcelona, Rosario,
Buenos Aires y Montevideo fueron un recorrido por el que, críticamente, McLuhan nos guió
y una conclusión central fue que su importancia se debe, más a la búsqueda de nuevas
soluciones, que al recuerdo melancólico de sus aportes.

El capítulo de la McLuhan Galaxy en Barcelona, organizada por la Universidad Pompeu


Fabra, nos permitió escuchar detenidamente los esfuerzos de Robert Logan por exponer el
devenir mediático dentro del marco teórico de la media Ecology. Es en la palabra de Logan
que pudimos registrar el vigor y la consistencia de ese enfoque, especialmente en la

7
descripción y sistematización de los cambios en los medios: el juego entre ecosistemas,
especies, etc. permiten, al menos, ordenar la maraña de transformaciones y sobre ello
volveremos más adelante. Tanto allí como en sucesivos encuentros, fueron muy fecundos
los esfuerzos de Carlos Scolari en la articulación y registro de límites entre la Media Ecology
y la semiótica de las mediatizaciones.

En esas idas y vueltas por congresos, encuentros y conferencias iluminadas por el espíritu
precursor e indagador de McLuhan, sobrevoló frecuentemente la cuestión del futuro de las
mediatizaciones, sea en las discusiones, sea en las preguntas que el público nos hace a los
especialistas. En general, en esos casos los investigadores insistimos con que nuestra tarea
no es la de predecir. Si bien la cuestión de la predicción o el pronóstico en las ciencias
sociales no son secundarias, y de ninguna manera pueden considerarse como clausuradas,
lo cierto es que no creemos que los investigadores podamos siquiera indagar en estos
aspectos de nuestra actualidad sin que la cuestión del futuro esté presente. Por eso, puede
interesar como contribución a las discusiones presentar algunos de los fenómenos
mediáticos que es difícil que desaparezcan o que se transformen profundamente a la
brevedad, o que lo hagan sin hecatombes sociales, ellas sí, imposibles de predecir.

A continuación enumeramos, sin pretensión de exhaustividad, estos fenómenos que toman


la forma de estatutos, aclarando que el orden no implica jerarquía 5.

a. Grupos Empresarios Multimedia con efecto broadcasting. Serán grupos o multigrupos,


privados, estatales o mixtos, pero seguirán generando la confianza mínima en la
construcción y distribución creíble de información acerca de la marcha del mundo, ya
que sin ella es imposible tomar decisiones generales, pero también individuales (como
planificar nuestro año de trabajo o nuestras próximas vacaciones, como ejemplos). Los
casos de éxito de grandes medios como el New York Times, financiando con
suscripciones a los sitios de noticias, marcan el esfuerzo recompensado a los grandes
broadcasters informativos y también su necesidad social.

b. Productoras y distribuidoras de ficciones complejas. ¿Renunciarán los espectadores


globales al disfrute de grandes producciones ficcionales de base cinematográfica, con

5Como soporte relativo de la seriedad de nuestras propuesta podemos decir que las hemos presentado en
exposiciones frente a grupos numerosos que trabajan con nosotros al menos durante todo un año, en nuestra
cátedra www.semioticafernandez.com.ar

8
efectos especiales y escenarios masivos? Las facilidades de producción que brinda la
animación digital no reemplazan el efecto de monumentalidad e indicialidad del detalle
de lo fotográfico. Y aún el hábito de concurrencia a salas cinematográficas resiste, al
menos por el hábito y la ritualidad sociales, a pesar de que buena parte del dispositivo
de expectación ya está disponible a nivel hogareño. El fenómeno Netflix y de las señales
on demand muestran que la distribución apenas altera las matrices semióticas de los
intercambios ficcionales. Y, todavía, lo transmedia, si bien no deja de crecer, está lejos
de ser hegemónico.

c. Recepción audiovisual pasiva. Como dijo Scolari en un encuentro sobre muertes de los
medios, ¿vamos a dejar de percibir televisión (o lo que quede de ella), en un espacio de
nuestro hogar, o ahora en la individualidad de nuestro smartphone, seleccionando a
partir de la oferta broadcaster como frente a una góndola de supermercado? Es
improbable que cuando dejemos de trabajar en el día, nos dediquemos cotidianamente
a elegir un film, un recital o un documental que satisfaga nuestras necesidades de
consumo entre la complejidad de la oferta de las redes. Ver entre lo que hay a mano
parece que será irreemplazable para los individuos que tienen otras ocupaciones 6.

d. Medios de sonido para recepción móvil u ocupada. Mientras la población necesite


información en el momento en que trabaja o se traslada en el espacio social, o guste de
estar en contacto con sus afectos, o disfrute la recepción musical en paralelo con la vida
social, los medios de sonido seguirán creciendo. Lo radiofónico, lo telefónico, lo
fonográfico y todas sus combinaciones no visuales ni escriturales tienen garantizado un
lugar mientras nuestra sociedad sea ‘ésta’, la de la interacción poco estudiada entre vida
social activa y recepción mediática. Lo digital parece soportar la expansión de este nivel,
más que limitar su uso (de hecho, los mensajes hablados están en explosión en estos
días dentro de los grupos de WhatsApp y Facebook) 7.

6 Por supuesto que esa pasividad espectatorial no implica que el espectador procese pasivamente los
contenidos, todo lo contrario desde que consideramos a las mediatizaciones como sistemas de intercambio ,
en las que todos los que intervienen contribuyen con algo para que el sistema funcione. Más adela nte
recuperaremos la noción de interacción respecto de las mediatizaciones masivas.
7 Un panorama introductorio, pero ya bastante complejo sobre las relaciones entre diferentes tipos de

posiciones respecto a la movilidad, teniendo en cuenta el uso de auriculares (autogestiva vs. Pasiva) y a los
tipos de usos (más o menos individuales o sociales) en Fernández, 2017b.

9
e. Plataformas complejas y hegemónicas que articulan mediatizaciones y redes. De las
múltiples plataformas, denominadas, redes sociales o social media, a las que tenemos
acceso, de las que participamos y mediante las cuales estamos en contacto, va a ser la
hegemónica la que nos permita interactuar amigablemente con todos los tipos de
contactos (afectivos, profesionales, etc.), todos los tipos de interfaces (escriturales,
táctiles, audiovisuales, sonoras, etc.) y todos los medios (informativos o ficcionales, en
vivo o en grabado). Más allá de las marcas, o de la monopolización o no, esa/s red/es
será/n más parecida/s a Facebook que a Twitter(Fernández, 2018)8.

No decimos que esos fenómenos sean los cinco únicos que permanecerán y se
desarrollarán pero sí que estarán en el centro de las mediatizaciones sociales del futuro por
un buen tiempo. Queda afuera en esta instancia la cuestión industrial, a la que no
consideramos, sin embargo, de poca importancia.

Todos los movimientos que se están produciendo en las mediatizaciones ponen en cuestión
a las industrias de la información y del entretenimiento, tal como se conformaron en el
siglo XX. El problema es que todavía es muy difícil, salvo en las presuposiciones necesarias
para sostener nuestros cinco fenómenos a perdurar, establecer las consecuencias finales
en lo industrial.

El caso de la música y sus mediatizaciones es ejemplar: todo se desenvolverá según el lugar


que finalmente ocupe la calidad y complejidad del sonido que los oyentes/escuchas
requieran. El mp3 le ha dado un golpe al hi-fi y la estereofonía, pero la búsqueda de la
calidad no ha muerto como demuestra el crecimiento, segmentado pero de escala global,
del servicio premium de Spotify. Según sus dimensiones finales, la industria de gran
dimensión y broadcaster tendrá un mayor o menor espacio de producción9.

Como se ve, no pretendemos estar descubriendo nada nuevo sino que solamente
recogemos el resultado de nuestras investigaciones, reflexiones e intercambios con colegas

8 Como se ve, como indicador de este momento, la propia noción de interfaz está naturalizada; ya no
necesitamos la discusión sobre sus metáforas en sus inicios (SCOLARI, 2004) y tal vez haya que recuperarla
en una próxima etapa de transformación.
9 Me recomienda Santiago Videla, colega del equipo de investigaci ón y de la cátedra, ampliar mencionando

a Apple music y Amazon Music Unlimited, que ofrecen el mismo servicio (entre las tres suman más de 100
millones de usuarios premium) y matizar con Tidal, que tiene 4.2 millones de usuarios pagos, pero solo
17.000 del servicio de ultra calidad. Es que el tema de las plataformas musicales, o de la dimensi ón musical
de estas plataformas múltiples, se ha convertido en un objeto de estudio en su conjunto, incluyendo sus
propios estatutos y listas (Videla, 2018).

10
desde perspectivas multidisciplinarias. Queremos dar testimonio de que ya, no sólo
estamos sobreviviendo al vértigo de la lista de novedades tecnológicas y de uso, sino que
podemos apoyarnos en varios y muy importantes estatutos de la mediatización10.

3. Profundizar en el tercer momento en los estudios de las nuevas mediatizaciones

El cierre del capítulo anterior nos pone en una posición en la que hacemos interactuar la
convivencia de trabajos sobre viejas y nuevas mediatizaciones. Si bien nunca fue nuestro
objetivo el estudio en exclusividad de lo novedoso, hoy parece haber nuevas relaciones
entre lo considerado como nuevo y lo que deberíamos denominar como previo.

Tal vez se esté generando un nuevo momento en el estudio de las relaciones entre medios
y espacios sociales a partir de las dificultades de los gurúes mediáticos para alinearse
políticamente frente a los nuevos movimientos de masas con base en el networking, o
también la realidad de que ya contamos con resultados de investigaciones empíricas sobre
nuevas mediatizaciones que muestran algunos resultados sorprendentes.

Para situar ese posible nuevo momento, podemos hacer un primer esbozo de una
periodización de las relaciones entre las nuevas mediatizaciones y su estudio, al menos
desde el punto de vista de las corrientes y autores que más han influido sobre nosotros.

Lo primero que hay que reconocer es que la llegada de las nuevas tecnologías activó el
universo de estudios sobre los medios y las mediatizaciones. Luego del gran éxito de las
proposiciones de Dorffman y Mattelart en Latinoamérica y el desembarco masivo en las
nuevas carreras de comunicación de las teorías de Frankfurt y la sucesión habermasiana,
los estudios sobre los medios quedaron confinados a los seguidores de Marshall McLuhan,
que hicieron un recorrido propio, y a ciertos semióticos como Umberto Eco, Christian Metz
y Eliseo Verón que contribuyeron a sacar a los estudios discursivos de los medios del
imperialismo siempre resistente de la lingüística.

Las nuevas tecnologías interviniendo en la denominada comunicación social, aunque no


obligaron a incorporar, como veremos, todas las problemáticas previas, trajeron los

10Es inevitable que se encuentren repeticiones aquí, respecto de la primera aproximación que hicimos al
tema, aunque en tono introductorio, en la Parte I. Evitamos en lo posible las repeticiones de citas. Más
precisiones y tipologías sobre plataformas en Fernández (2016).

11
problemas de la mediatización, sus características y usos, nuevamente al centro de la
escena de la discusión cultural y social.

El primer momento del estudio de las nuevas mediatizaciones es aquella en que autores
fundantes como Toffler, Negroponte, Verón, etc. comenzaron a anunciar la importancia de
lo digital, la conectividad y las nuevas posibilidades de acceso a la información, antes
depositada en los diversos modos de impresión sobre papel. En términos generales, fue el
momento del anuncio de la revolución tecnológica en la comunicación y la concreción de
una nueva etapa del capitalismo, basada definitivamente en la información y el
conocimiento y una nueva posición del sujeto (actor/actante) en la red: la del prosumidor.

Un segundo momento en los estudios sobre las nuevas mediatizaciones es la del desarrollo
de las redes sociales mediatizadas y sus poderosas consecuencias sobre la cultura, en
ciertos y muchos sentidos es nuestra época. Jenkins, Castells, Piscitelli, etc. anunciaron y
anuncian los resultados revolucionarios del crecimiento de las redes, de la interacción, de
la movilidad. Sin dudas es nuestra época porque todo es muy reciente. Convergence Culture
es del 2006, el i-Phone se presentó en el 2007, el gran salto de BlackBerry fue en el 2009 y
el entusiasmo de Castells (2012) por la primavera árabe fue en el 2011. Todo ello continúa
ocurriendo ahora como capas geológicas que se van incorporando a la reflexión sobre las
mediatizaciones previas, aunque hay resultados que deberían generar reescrituras .

Sin embargo, el avance en los usos extendidos de esas nuevas tecnologías, su progresiva
especialización, las novedosas áreas de convergencia y, también y muy especialmente, la
presentación de resultados de investigaciones empíricas que nos llegan o que vamos
obteniendo, nos van situando frente a una visión más suavizada sobre el rango y la
profundidad que va alcanzando la transformación en las mediatizaciones. Algunas
conclusiones provisorias desde nuestro conocimiento sobre el estado actual de esas
mediatizaciones son:

 En las nuevas mediatizaciones, el networking convive con el broadcasting, están en


tensión, algunas veces compiten, otras tienen vidas independientes pero en muchas
ocasiones se complementan y no siempre otorgando la hegemonía a lo nuevo sobre lo
viejo. A ello lo hemos denominado (Fernández, 2013) como postbroadcasting.

12
 Si bien existe la posibilidad de publicar/emitir para todos los partícipes de las redes, sólo
una minoría (aunque sea muy extensa) se convierte en emisora y la gran mayoría sigue
siendo audiencia, aunque con particularidades que será necesarios seguir describiendo
y diferenciando.

 La relación entre nuevas mediatizaciones y política no ha resultado linealmente


democratizadora (Carlón, Fausto Neto, 2012); la denominada primavera árabe, ni ha
sido demasiado primaveral ni el uso de las redes ha estado solamente del lado en que
los occidentales consideraron lo democrático11.

 Hay fenómenos muy novedosos en la web, como vorterix.com (Fernández 2012) que,
sin embargo, no son fenómenos de networking sino casos de broadcasting multimedia
y multigénero discursivo. Lo más importante no es el fenómeno en sí, sino que, dentro
del sistema de broadcasting aparecen propuestas innovadoras que pelean en el espacio
mediático de las nuevas mediatizaciones.

Como resultado de estas conclusiones entre otras, los investigadores y teóricos de las
mediatizaciones ya no estamos obligados a estar a la vanguardia de los fenómenos sociales
mediatizados, anunciando las buenas nuevas y pronosticando las nuevas épocas, sino que,
otra vez, seguimos el desarrollo del devenir histórico que estudiamos, describiendo los
nuevos hechos y tratando de encontrar las nuevas explicaciones, mientras ajustamos
nuestras herramientas de observación, de análisis y de presentación de resultados.

Pero, sin dudas, por fin la mediatización está en el centro de la escena de la preocupación
académica y social y ello tendrá consecuencias. La bibliografía producida en los grandes
centros de producción científica llegará con su fuerza editorial y su prestigio institucional e
impondrá agendas de novedades: la década de los ochenta será fundacional, la
digitalización, las redes y la movilidad amenazarán con cambiar la política, la cultura, el
arte. Habrá mucha pena y grandes masas críticas denunciando la falta de atención de las
disciplinas sociales frente a tales fenómenos.

11Es muy interesante ver cómo Castells complejiza nuevamente su descripción del poder más allá de las
redes, o incluyéndolas de un modo más relativo, cuando evalúa la situación en Egipto luego del golpe militar
del 2011 (Castells, 2012: 86-90). Por otra parte, el prólogo del libro compilado por Carlón y Fausto Neto
muestra a un Eliseo Verón todavía en un segundo momento como hemos descrip to así, mientras el libro
presenta artículos que ya muestran los nuevos enfoques de lo que consideramos tercer momento.

13
En nuestro propio ambiente, hemos venido publicando libros que muestran nuevas
articulaciones entre las grandes tendencias de estudio de las mediatizaciones y la
emergencia de casos investigados desde nuevas perspectivas.

Sandra Valdettaro (2016), recorre las epistemologías de la comunicación enfocándose en


las tensiones entre cada punto de vista y los enfoques generales. En el mismo año, Mario
Carlón (2016) publica Después del fin para desarrollar un enfoque de escala macro como lo
que se denomina la “perspectiva no antropocéntrica” pero, luego del marco teórico, los
diversos capítulos presentan investigaciones con casos muy particulares de lo que el autor
denomina en el título como post-tv, post-cine y Youtube; es decir que la perspectiva macro
se resuelve, y muestra su conflictividad, en el procesamiento de casos muy ricos de
transformación de la audiovisualidad en plataformas.

En su último libro, por su parte, Carlos Alberto Scolari (2018) presenta nada menos que las
leyes de la interfaz, y enumera diez leyes, aunque admite la posibilidad de la existencia de
otras. Cuando tuvimos que leer el libro y bocetar unas primeras conclusiones sobre sus
aportes, hablamos de que cada ley es presentada como una especie de juegos de filigranas
que obligan a poner en relación lo macro de cada ley con las compleja y hojaldrada vida de
las muy diversas interfaces.

Y nosotros mismos, que disfrutamos a los autores nombrados aquí desde la riqueza que
aportan en cada una de sus investigaciones, y que no pretendemos ocupar un espacio en
sus aportes macro, en nuestro último libro (Fernández, 2018) nos movemos en una tensión
entre fenómenos tan micro como los megusteos diferentes en Facebook, hasta el nivel
relativamente macro de la generalidad de las plataformas mediáticas.

Al menos en nuestro ambiente, el tercer momento de estudio de las nuevas


mediatizaciones parece esta signado, más por la tensión entre niveles macro y micro y
entre permanencias y transformaciones. En este sentido, el último libro del gran Eliseo
Verón no interactúa con el tercer momento, sino que su punto de vista es el de la
fundamentación del conjunto de su obra y dentro de ella, con los aspectos más extensos,
aun a nivel temporal, de las teorías de la mediatización. Así se entienden enunciados de
tanta amplitud como el que afirma en el final de su Epistemología de los observadores, que
todas las ”…ciencias empíricas son naturales…”, porque son producto del sapiens y “…desde
el punto de vista de la construcción del discurso científico… todas las ciencias empíricas son

14
sociales…” por la conformación desde un dispositivo que requiere varios niveles de
institucionalización para ser considerado como tal (Verón, 2013: 418).

El avance de las indagaciones sobre el campo, en el mismo movimiento con el que pone
límites a las esperanzas acríticas sobre las consecuencias positivas de las mediatizaciones,
permite desplegar nuevos focos de atención generados por la vida social, que tienen una
relación más o menos cercana con la mediatización.

Las relaciones entre movilidad y mediatización, para tener un cuenta un campo que arde
académica e industrialmente, están cambiando, no sólo las mediatizaciones sino las
relaciones entre tiempos muertos y tiempos vivos de la vida social y poniendo en evidencia
los límites que encuentran los individuos, cada vez más en condiciones de generar
comunicaciones en 360º, para utilizar esos recursos. La selfie de pies es una marca de ese
límite: si bien muestra la riqueza y complejidad figurativa del punto de vista picado y hasta
cenital, muestra límites en la innovación de contenidos.

Como ejemplos de las dificultades novedosas que enfrentamos, consideremos las


diferencias entre broadcasting (pocos emisores a muchos receptores) y networking (todos
los emisores para todos los receptores) por un lado y ubicuidad (capacidad de una
mediatización para alcanzar a un receptor en movimiento) y movilidad (capacidad de una
mediatización para aceptar producciones, emisiones y recepciones) (Logan, Scolari, 2014).
Si bien no profundizaremos en cada celda, sirva esta doble oposición y sus cruces para
organizar fenómenos de presencia cotidiana en la actual vida mediática.

Ubicuidad Movilidad

Radio AM/FM, tv en Tweets masivos, canales


automóvil o medios de masivos en Youtube,
Broadcasting
transporte público, presencia de broadcasters
podcasting multimedia en las redes, etc.

Auto downloading,
recepción y comments Posteos FB, Foursquare,
Networking
de posteos de varias Google maps, Waze, etc.
redes

15
Como vemos, la radio AM/FM ocupa un lugar solitario, en medio de las grandes
transformaciones mediáticas: todavía nada compite plenamente con ella para acercarnos
información, música, publicidad, humor, etc. mientras estamos en movimiento o
trabajando12. Las televisiones aptas para la ubicuidad siempre dejan afuera al que conduce
un auto o utiliza la visión para su actividad. El google glass, por su parte, cuya visión no
competiría con la visión necesaria para manejar, está en etapa experimental y ha sido
cuestionado en varias ciudades importantes. Por lo tanto, es una celda que tiene plena
actualidad y en la que un medio tradicional sigue reinando.

La celda que combina ubicuidad con networking, cruce que, en términos generales, se ha
valorado poco, muestra la posibilidad de dos actividades absolutamente diferentes: por un
lado la escucha de material sonoro seleccionado individualmente (única competencia real
a la radio) y, por el otro, el uso como receptor de la producción del networking como fuente
de información; es decir, una posición pasiva de recepción, como de broadcasting, frente
a emisiones que exceden en cantidad y calidad a las que produce el sistema centralizado
por sí mismo. El sistema auricular-smartphone está funcionando como una plataforma de
regulación individual que hace que se comience a pensar en el rol de audionautas.

El desarrollo de las redes no sólo produce efectos networking, ya en redes sociales que a
pesar de su denominación habitual han superado el microblogging para convertirse en
auténticos nuevos emisores en broadcasting (avatares de tweeter con millones de
followers, transmisiones en vivo de eventos deportivos en Twitter, canales de YouTube con
millones de descargas, etc.), y esas publicaciones se pueden realizar desde la movilidad de
un smartphone o una tablet.

Por último, la celda que combina movilidad con networking es, por supuesto, la que debería
convocar todas las novedades de las nuevas mediatizaciones en red. Sin embargo,
organizado así el esquema, parece que se condensan las mediatizaciones, por decir así, más

12 Sabemos, una vez más, que genera incomodidad, entre los especialistas en la radio la confusión entre AM
y FM, a las que consideramos como simples soportes que no han conseguido diferenciar semióticamente sus
discursos. Por supuesto que esto es así, precisamente, para el campo de la sociosemiótica de los medios, no
debería ser lo mismo para la historias de las tecnologías de la comunicaci ón o aún para la ecología de los
medios: la dimensión del sentido es sólo una, de las que constituyen la vida mediática social; es verdad, sin
embargo, que consideramos que debería ser la clave para la comprensión de los sistemas. Ver más adelante,
nuestro modo de tratamiento del fenómeno vintage de retorno del disco de vinilo.

16
primarizadas: las que relacionan grupos de amigos (límite de 5000 contactos en Facebook)
o las localizaciones, que si bien crecen, lo hacen de una manera especial, con dificultades
de fijación de uso: no todos quieren o pueden estar localizados y las opiniones sobre
consumos personales (comida, ropa, etc. en lugares cercanos) no se les aceptan a cualquier
desconocido o conocido virtual.

Desde ya que estamos en un nivel de esquematismo fuerte y que oculta muchas variables
que están actualmente en desarrollo (por ejemplo, parece que Facebook no va a seguir
siendo una red de amigos sino una plataforma de interacción más compleja, entre
individuos y sistemas mediáticos). Pero sólo con esas sencillas y limitadas descripciones
vemos que estamos en otro momento de la comprensión de las mediatizaciones, a la que
podríamos entender claramente, y con alivio, como post-fundacional. Es teniendo en
cuenta esa diversidad de mediatizaciones que volveremos a analizar fenómenos como los
de las figuras políticas, los espacios urbanos, las industrias culturales y cada rincón de vida
social que exceda el cara a cara.

4. Los viejos medios vistos desde los nuevos medios: lo espectatorial, lo intersticial y lo
interaccional

La transparencia de las mediatizaciones parece haber llegado a su fin con las denominadas
redes sociales. Tal vez más adelante el funcionamiento ideológico de lo verosímil vuelva a
hacer su trabajo pero, al menos por ahora, la nueva verdad es que las redes, un área central
de las mediatizaciones en la actualidad, son relevantes en tanto tales y no sólo como
mediaciones entre diversas zonas de lo social y lo cultural.

La presencia de Twitter, Facebook, Instagram, Linkedin o YouTube, creciendo e


interviniendo en diversos niveles de la vida social y cultural, con efectos todavía no
establecidos con precisión, impide ignorar la mediatización. Por ejemplo, si se ven videos
en YouTube, la red recuerda al usuario, todo el tiempo y en diversos niveles, que se está
dentro de esa red y no frente a la pantalla relativamente transparente de la televisión. No
es casualidad, entonces, que a los protagonistas de uno de los fenómenos más
genuinamente originales de ese espacio de interacción se los denomine precisamente

17
youtubers13: primero la mediatización y luego el contenido. ¿El espectador puede evitar
ese efecto de presencia constante de la red o aún del efecto plataforma? Por supuesto:
tanto Netflix, como YouTube o Facebook tienen la opción pantalla completa, que permiten
recibir textos audiovisuales de un modo muy cercano al de la televisión tradicional, pero el
espectador debe ejercer y cliquear la opción14.

Pero además, las mediatizaciones nuevas traen novedosas experiencias metodológicas y


enriquecen nuestra mirada, no sólo sobre fenómenos de actualidad, sino que
progresivamente nos hacen ir revisando los modelos teóricos y metodológicos con los que
enfocábamos momentos previos de la mediatización.

En términos generales, siempre hemos considerado a las mediatizaciones de las redes , en


networking, como opuestas a las mediatizaciones en broadcasting: horizontalidad vs.
centralidad, interacción vs. recepción, inmediatez vs. desplazamiento temporal, digitalismo
vs. analogismo, etc. son los grandes ejes de oposición entre los modelos que, suele
considerarse, organizan las líneas centrales de nuestro cambio de época. Y no hay dudas
de que ese cambio se está produciendo.

Sin embargo, ya sabemos que en lo que hemos denominado como tercera época en el
estudio de las nuevas mediatizaciones, ambos sistemas tienden a convivir entre otros tipos
diferentes de fenómenos, interactuar, competir y contaminarse mutuamente. A ese
proceso lo hemos denominado, a tono con la época, como postbroadcasting hasta que
convengamos en denominarlo algo así como social multitasking.

Entre esas oposiciones que dominan la época, se generan problemas y algunos parecen
inevitables como la imprecisa oposición entre analogía y digitalismo que consiste en igualar
una categoría lógica con una característica tecnológica. Pero estamos convencidos de que,
salvo en papers específicos sobre el tema, hay que aceptar que para los nativos de nuestra
época (digitales o no), todo lo que no es digital es analógico y mientras les resulte útil la
diferenciación, la seguirán aplicando con la habitual practicidad y polisemia conversacional.

13 De todos modos, doble marca: la de la red y la de la individualidad; no son denominados videotubers, por
ejemplo.
14 Veremos más adelante algo más sobre esas recepciones que pueden adaptarse a un funcionamiento de

broadcasting.

18
Al aceptar aquel juego de oposiciones se producen también fenómenos que generan
efectos laterales a los que conviene prestar atención. Entre otros, se tiende a ocultar
fenómenos que pasan desapercibidos para el nativo pero, lo que es más preocupante,
también ocurre con especialistas en mediatizaciones; es el caso de las redes telefónicas y
de las mediatizaciones en directo.

En la actualidad, estamos en condiciones de revisar el enfoque desde el que consideramos


que el broadcasting es puesto en cuestión por las nuevas mediatizaciones en networking.
Ahora vemos que, al menos parcialmente, ello depende de una concepción de los
intercambios dentro de las mediatizaciones masivas que deberíamos denominar
espectatorial.

Los estudios clásicos de Lazarsfeld y Kendall sobre la radio, por ejemplo, se realizaron en el
momento en que la radio era todavía un mueble central en el hogar, frente al que la familia
o el individuo se situaban para escuchar esa emisión radiofónica sin imagen. Hoy esa
posición originalmente estable de la audiencia frente al aparato receptor se puede discutir,
pero es verdad que se construyó por un fuerte trabajo transmediático metadiscursivo de
promoción de esa posición espectatorial frente a la radio y, aún, frente al conjunto de los
medios de sonido. El isologo de la RCA por décadas, el perro atendiendo al fonógrafo en La
voz del amo, como advertía Martínez Reto (2008), fue una propuesta de escucha
espectatorial.

Esa consideración espectatorial de la audiencia está en la base de que se hayan estudiado


los efectos de los medios con sus discursos como caja negra, sin una estrategia semiótica
de análisis previo. Esa misma idea se aplicó sobre el cine y, luego, la televisión: posiciones
fijas de expectación en las cuales se interrogaba a los espectadores sobre sus gustos y
opiniones acerca de los discursos percibidos. No hace falta indagar demasiado para
verificar que esa formulación sobre la posición espectatorial de la radio pasó directamente
a lo televisivo y, a partir de allí, se instaló como paradigma de los estudios sobre efectos de
los medios, sea a nivel cualitativo como cuantitativo.

Por nuestra parte, hemos discutido largamente la utilidad de indagar a individuos acerca
de su supuesta escucha radiofónica, sin antes establecer sus modos de acceso a la escucha:
si la buscó conscientemente, o si su escucha fue aleatoria (en un medio de transporte, por
ejemplo). Y si una vez aceptada esa escucha, le prestó o no atención, la registró total o

19
parcialmente en su memoria. Sólo allí es posible aceptar a un individuo en tanto oyente
como para estudiar los efectos de esa recepción (Fernández, 2012).

Luego de esa primera formulación para lo radiofónico, la posición y selección compleja del
individuo que escucha, la hemos extendido al conjunto de la mediatización del sonido,
resituando a los estudios semióticos sobre recepción en relación evidente con una
perspectiva etnográfica. Desde allí, consideramos a los sistemas de intercambio discursivo
en la mediatización del sonido como antecedentes necesarios para explicar la
relativamente rápida incorporación de los complejos y novedosos intercambios discursivos
en la Internet y en sus redes. Y es que la recepción siempre más o menos fragmentaria de
las mediatizaciones de sonido obligaban a una escucha en profundidad y hojaldrada,
discriminando, aún sin conciencia, entre diversas ubicaciones espaciales y temporales de
compleja relación entre sí. Un preanuncio de largas décadas, en ese sentido, de los
hipertextos y de la hipermediatización.

Esa concepción convertía, o mejor dicho confirmaba, a la mediatización del sonido como
una mediatización demasiado particular. Por esa diferenciación profunda, podía
entenderse la escasa atención que prestaron y prestan los investigadores de medios
audiovisuales y escriturales a las mediatizaciones que no utilizan imagen y letra. Pero nunca
nos satisfizo esa exclusividad que, por otro lado, impide la complementación con los
investigadores de otras mediatizaciones en momentos de múltiples convergencias. Una
posibilidad de innovación a esta situación estable del campo la encontramos, otra vez,
frente a nuestros ojos.

Hace un tiempo, un colega nos preguntó por qué nos dedicábamos a una mediatización,
según él, lateral, como la del sonido en vez de dedicarnos a otras más centrales, como el
cine, o más masivas como la televisión y más en épocas de convergencias. Estábamos en la
calle de una ciudad casi desconocida para ambos y, sin embargo, pude mostrarle que había
gran cantidad de individuos caminando, o en bicicleta, o dentro de sus automóviles, con
auriculares o escuchando radio o música en receptores móviles. La respuesta fue otra
pregunta: ¿piensas que esta mediatización es lateral, cuando la ves en funcionamiento
frente a tus ojos sin hacer ningún esfuerzo de búsqueda?

Ahora hemos agregado a nuestras reflexiones sobre la mediatización del sonido otra
mediatización que también tenemos siempre frente a nuestros ojos: la comunicación

20
gráfica en la vía pública, que les llega a los individuos fuera de su voluntad, como en
profundidad, sólo por desplazarse por las calles de una ciudad. Cada individuo va
seleccionando, más o menos conscientemente, entre los múltiples textos con que se
encuentra, cuáles va a recordar y qué va a recordar entre esa diversidad. Y eso ocurre, con
sus diferencias, tanto en New York, Paris o Buenos Aires, como en ciudades de pequeña
escala15.

Así descriptas, las mediatizaciones del sonido y las gráficas en vía pública pueden
denominarse como intersticiales, tal como Igarza denomina a las mediatizaciones móviles
en producción, si bien en estos casos se trata de intercambios en broadcasting y solamente
en recepción. Pero en ambas mediatizaciones requieren la acción del receptor para, más
que recibir pasivamente, interactuar con los textos que busca o que lo encuentran a él.

Es verdad que es discutible si la mediatización del sonido y la mediatización gráfica en vía


pública son equivalentes a la mediatización televisiva o cinematográfica. Pero las
transformaciones de la televisión, que tienden a disolver su lugar de mueble único de
broadcasting en el hogar, como observó Verón, o los múltiples formatos en que un film se
distribuye fuera de las salas cinematográficas, muestran que esas mediatizaciones son cada
vez más inestables y cada vez más intersticiales e interactivas también, aunque seamos de
la opinión de que las expectaciones tradicionales no van a desaparecer totalmente.

Tal vez el ejemplo más evidente de hibridación entre esas dos posiciones de intercambio,
la espectatorial y la interaccional sea el de la prensa, tanto en papel, en sus diferentes
lecturas en un medio de transporte o en el hogar, como en sus múltiples presencias en sus
sitios de la Internet o en sus múltiples vidas en las redes sociales mediatizadas.

Por supuesto que todo esto genera un gran campo de discusión relativamente nuevo, pero
lo que nos interesa aquí es acentuar que prestar atención a las mediatizaciones de larga
vida, a las que hemos estudiado durante décadas, nos ayuda, desde la experiencia de
investigar las nuevas mediatizaciones, a encontrar nuevos fenómenos y a reformular
objetos. De ahora en más, hablaremos entonces de dos prácticas de intercambios muy
diferentes dentro de la comunicación masiva:

15 Por ejemplo, sobre el lugar de las tapas de medios gráficos en revistas ver Traversa (2009).

21
- la espectatorial, en la que los receptores tienen un lugar relativamente fijo frente al que
les llega la emisión de su mediatización elegida y/o aceptada, y

- la interactiva, sin dudas propia de las nuevas mediatizaciones, pero presente desde hace
muchas décadas en los medios de sonido y en la gráfica de vía pública, oscilante en la
prensa gráfica y con avances ahora en las mediatizaciones audiovisuales como el cine y
las nuevas televisiones.

Es decir que, a partir del estudio detallado de las nuevas mediatizaciones en red,
descubrimos aspectos al menos parcialmente inadvertidos dentro de las previas
mediatizaciones masivas. Y, cada vez más, tendemos a ver a lo televisivo, al menos como
ha sido entendido en general, más como un momento anómalo de las mediatizaciones,
especialmente sencillo en su sistema de intercambio, que como al paradigma de lo masivo
que siempre se lo consideró. Ello nos obliga a nuevas proposiciones metodológicas y a
nuevos intercambios con otras disciplinas de lo social. La innovación en nuestro trabajo no
se genera por la reformulación metafísica de grandes conceptos teóricos, sino por el
entrelazamiento entre investigación elástica y la convivencia en el estudio de los nuevos
fenómenos discursivos con los previos.

5. Espacios y tiempos hojaldrados. Apuntes sobre algunos cruces entre disciplinas

En un artículo de fines de la década del sesenta, Roland Barthes formulaba una bella figura
para referirse al estilo. Escribía Barthes: “El problema del estilo sólo puede tratarse en
relación a lo que yo llamaría el hojaldre del discurso” (Barthes, 1982: 158). Pero el hojaldre
discursivo también representa con precisión el modo particular y específico de producir
temporalidad en el broadcasting: emisión casi siempre en vivo, que incluye grabaciones de
entrevistas recientes o de interpretaciones musicales de décadas atrás.

Esa condición hojaldrada es una de las claves estilísticas para comprender la fuerza de las
mediatizaciones y, en el caso de la radio por ejemplo, nos ha servido para describir su
complejidad espacial y temporal (Fernández 2003).

Las interacciones temporales en la radio no tienen ningún soporte de fijación espacial,


salen del parlante de nuestro auto o se nos meten en el oído a través de nuestros
auriculares y ya no están en ningún espacio. Se incorporan parcial e imaginariamente a la

22
memoria precaria de la mediatización. Pero ahora, como vimos más arriba, sabemos que
esa figura del hojaldre espacial y/o temporal es propia del conjunto de las mediatizaciones:
lo viejo pervive en lo nuevo, lo público se intersecta con lo privado, lo teórico con lo político.
Las mediatizaciones, ubicadas ahora en el centro de la escena dificultan el pensamiento
utopista (Trousson, 1994) y nos hacen vivir en un régimen mixtópico (Traversa, 1994)16.

Sostenemos que esa perspectiva hojaldrada es un punto de vista clave para comprender la
vida mediática en nuestra contemporaneidad, y aquí presentaremos algunos casos que
consideramos claves, más allá de su diferente importancia en los verosímiles sociales que
construyen la actualidad.

Las transformaciones en el mundo de la mediatización y sus relaciones con diferentes


campos de la vida social tensan las relaciones entre disciplinas. Es verdad que hace décadas
las nociones de multi, pluri y transdisciplinariedad están en discusión y que sus esfuerzos
de aplicación no siempre han dado resultado pero, como en tantos otros aspectos de la
práctica de investigación, cada nuevo momento obliga a recuperar, aunque más no sea
parcialmente, momentos previos.

Hay al menos tres campos de cruces disciplinarios entre las ciencias sociales que se van
desenvolviendo en la medida en que se investigan las nuevas mediatizaciones:

 La historia de los medios, cada vez más constreñida a incorporar la dimensión discursiva
a las sucesiones temporales, a pesar de que la serie de lo tecnológico ocupe el centro de
la escena. Si se va a proponer algo acerca del funcionamiento de una red o de una
plataforma, la discriminación genérico-estilística se hará necesaria, sea con la
incorporación de un punto de vista teórico o con el ejercicio habitual de una especie de
semiótica salvaje tan habitual en estudios culturales y políticos.

 El campo de la interacción, abandonado en su momento, aunque nunca absolutamente,


por la semiótica de los medios para privilegiar los estudios enunciativos. La teoría de la
enunciación sirvió, especialmente en las formulaciones de Eliseo Verón (1987), para
evitar los problemas del enfoque interactivo en situaciones de delay en la continuidad

16 La discusión de las relaciones entre utopismo (pensar lo social desde un punto de vista único y ordenador)
y las mixtopías (aplicación, a partir del siglo XIX, de las utopías a la vida social y mediática, con su carga de
ambigüedades y contradicciones) en Fernández, 2014: 69-70.

23
de los sistemas de intercambio, propias en buena parte de las mediatizaciones masivas
(la distancia entre producción y reconocimiento). Pero las pantallas de las redes y de las
plataformas nos muestran permanentemente la presencia de diversas audiencias (?)
dejando marcas de su reconocimiento en las pantallas emisoras: no parece necesario
abandonar completamente la teoría de la enunciación, pero ahora es muy difícil dejar
afuera los fenómenos interactivos (Fernández, 2015) y en este sentido el camino iniciado
por Scolari (2004) tiene más de diez años de recorrido.

 El tercer campo, que también influye en las reflexiones e investigaciones sobre historia
de las mediatizaciones, es el que tiene que ver con el lugar que debería ocupar la
ecología de los medios para el estudio de los diversos sistemas de mediatizaciones y las
hegemonías de unos sobre otros en diversos momentos nuestra historia social y cultural.
En momentos de cambios que parecen vertiginosos, esas relaciones se hacen más
necesarias.

Diversos trabajos de nuestro espacio han venido tematizando más o menos explícitamente
las posibilidades, límites y conflictos de esas discusiones y cruces. Aquí presentaremos
aspectos que tienen que ver con:

 la vida de lo musical, sus relaciones con diversas temporalidades y espacios de


performance y mediatizaciones y se tratará de ver la intersección entre diferentes
campos disciplinarios;

 lo político comunicacional y territorial, en un momento en que la discusión sobre el


espacio de las diversas mediatizaciones y la comunicación política están sujetas a
revisión pero en un momento en que también la propia vida territorial de la política
parece encontrar nueva vida;

 algunas transformaciones de lo académico a partir de la presión, la adaptación o el


cuestionamiento que las nuevas mediatizaciones vienen anunciando sobre la vida
educativa y de investigación en general y de lo universitario en particular.

Insistimos, si bien pretendemos escapar aquí de lo fundacional tampoco se trata de


presentar conclusiones finales. El objetivo es posar la mirada sobre un momento particular
de un conjunto de investigaciones en las que notamos los resultados de un recorrido pero
también la presencia desafiante de nuevos problemas en despliegue.

24
6. Tensiones poco percibidas: narraciones vs. mosaicos

La noción de tensión es en sí un estatuto. No la ponemos en el centro de la escena porque


nuestros objetivos aquí no son epistemológicos sino más bien enfocados a las políticas y a
las experiencias de investigación. Pero siempre que un investigador quiere escapar a los
cierres metafísicos, la descripción de una tensión viene a generar un espacio de apertura
hacia la siguiente etapa de trabajo: estructuraciones y constructivismos, lo sincrónico y lo
diacrónico, los géneros y los estilos, las poblaciones y sus individuos.

Uno de los conceptos dominantes sobre la reflexión acerca de la vida mediática en nuestra
época tiene una construcción aparentemente tensionada. En efecto, vivimos en una época
de narrativas transmedia y esos dos términos unidos, que encontramos aun sin buscarlos,
tal vez merezca, en su individualidad y en su articulación, el arribo crítico del tercer
momento del análisis de las nuevas mediatizaciones que venimos describiendo en
diferentes entradas; y trataremos de fundamentar, aunque más no sea brevemente, la
importancia de esa revisión.

Uno de los grandes y lúcidos promotores del despliegue de las narrativas transmedia (NT),
Carlos Scolari, lleva el origen del término a Henry Jenkins y cita “hemos entrado en una
nueva era de convergencia de medios que vuelve inevitable el flujo de contenidos a través
de múltiples canales” (Scolari, 2013: 23). Grandes términos que seguimos saboreando
aparecen en esa cita: nueva era, convergencia de medios, flujo de contenidos, múltiples
canales. Dos términos, sin embargo, generan inquietud para nuestra temática aquí; uno
por su presencia: la idea de un porvenir cercano e inevitable; otro por su ausencia: las
narrativas aparecen reemplazadas por flujo de contenidos. No creemos que, en este caso,
sea un gesto de cuidado de Jenkins, sino un gesto de condensación expansiva entre
contenido y narrativas. El resto de su presencia en el libro, así como las de otros autores
citados, no deja lugar a dudas: el futuro será muchas cosas, pero sin dudas habrá narrativas
transmediáticas.

Todo el libro de Scolari -muy complejo, aunque dedicado según él mismo dice a un público
no exclusivamente académico- es, en ese sentido, una extensa discusión sobre el conjunto
de los fenómenos asociados, desde cuestiones sobre dispositivos técnicos, mediatizaciones

25
y sus diversas combinaciones, géneros y campos de aplicación. El listado de sus entrevistas
y sus títulos, por ejemplo, producen ese efecto vertiginoso de hegemonía que produce una
temática, aunque el Scolari enunciador aparecerá a cada rato frenando entusiasmos,
ordenando el campo, mostrando más particularidades operativas que generalizaciones
definitivas (Scolari, 2013: 341-342). Mucho se debe valorar ese modo cuidadoso de
tratamiento de un tema, y tanto para él como para sus usuarios, en el momento de la cresta
de la ola.

Debemos recordar que hubo un momento muy anterior al que podemos considerar como
actual, en que el estudio de lo narrativo tuvo también tanta importancia como para que
justificara la creación de un campo específico de estudios: la narratología. Toda la primera
guardia de la semiología estructuralista de inserción francesa fijó su mirada sobre esa forma
de construcción textual, la de lo narrativo, y especialmente sobre su objeto central y
parcialmente a construir (o a reconstruir teóricamente): el relato.

En su introducción al libro El análisis estructural del relato (en realidad un número clásico
de la gloriosa revista Communications publicada por du Seuil) Roland Barthes manifiesta:

“el relato puede ser soportado por el lenguaje articulado, oral o escrito, por la imagen , fija o
móvil, por el gesto y por la combinación ordenada de todas estas sustancias; está presente
en el mito, la leyenda, la fábula, el cuento, la novela, la epopeya, la historia, la tragedia, el
drama, la comedia, la pantomima, el cuadro pintado…, el vitral, el cine, las tiras cómicas, las
noticias policiales, la conversación. Además, en estas formas casi infinitas, el relato está
presente en todos los tiempos, en todos los lugares, en todas las sociedades: el relato
comienza con la historia misma de la humanidad: no hay ni ha habido jamás en parte alguna
un pueblo sin relatos: todas las clases, todos los tipos humanos, tienen sus relatos y muy a
menudo estos relatos son saboreados en común por hombres de cultura diversa e incluso
opuesta” (Barthes, 1972: 9).

Debe reconocerse a Jenkins y a Scolari un tono más cauteloso, en el momento de triunfo


de las narrativas transmedia, que a Barthes en el momento de inauguración de lo que sería
la narratología. A favor de Barthes debe decirse que semejantes, y certeras, enumeraciones
le permiten afirmar que en toda sociedad hubo siempre relatos pero nunca dice que todo
fuera relato y, ni siquiera, narración. El objetivo de nuestro capítulo aquí es sostener que
aún hoy, no todos los textos en las nuevas mediatizaciones y sus propuestas

26
transmediáticas son narraciones, y mucho menos relatos en la manera en que los definió
la narratología y que ni siquiera los más frecuentes son narrativos.

Aquel entusiasmo narratológico produjo diversos textos, con grandes esfuerzos de


formalización y de clasificación de fenómenos y que todavía pueden ser leídos con interés
por quienes no estén aquejados por la fobia antiestructuralista. El relato se convirtió allí en
una gran máquina discursiva. Pero ya en ese libro un texto de Gérard Genette comenzaba
a configurar los “límites del relato” (Genette, 1972) y poco tiempo después Tzvetan
Todorov, mientras aprovechaba la oposición de Benveniste entre discurso e historia,
formalizaba el relato que, en tanto máquina de cinco momentos estructurales, se
diferenciaba de cualquier otra forma de aspecto narrativo (Todorov, 1983).

El conjunto de la corriente dedicó luego el sesgo estructuralista a otras máquinas


discursivas como la argumentación, la retórica, la imagen y lo verosímil. Pero algo más
adelante Philippe Hamon (1994: 45-60) puso en duda esas ideas de máquinas
estructurantes enfocando a la descripción, un componente aceptado del relato, como un
recurso con vida propia, pero sin estructuración ni límite. Es que ya se había pasado el
momento más duramente estructuralista y había comenzado la reflexión sobre lo
interactivo, en parte a través del desafío enunciativo entre emisión y recepción. El tema de
lo discursivo comenzaba a cobrar cuerpo mientras crecía la preocupación por lo mediático,
primero en Christian Metz y Umberto Eco y luego en Eliseo Verón.

Los que estudiamos el discurso radiofónico y sus lenguajes, si lo hicimos desde la semiótica,
lo hicimos en un momento post-narratológico e interactivo y de discusiones entre lo
enunciativo y lo pragmático, pero ya con la obligación de encontrar en cada medio sus
aspectos específicos y diferenciales.

Ese intertexto es el que seguramente nos permitió ver que la radio, ya despojada en los 80
del siglo XX de su género narrativo por excelencia, el radioteatro, producía un efecto
discursivo de fragmentación y de mosaico. Esta idea del mosaico la había formulado
Abraham Moles como un componente general de la cultura de masas que actuaría como
“un mosaico de elementos dispersos” (Moragas Spa, 1980: 146). Una idea fuerte y difícil de
instalar, pero que nos obligó en un momento muy temprano de nuestro trabajo a comenzar
así nuestra segunda ponencia presentada sobre la radio comenzaba:

27
“De la programación radiofónica actual ha desaparecido los grandes géneros narrativos y
dramáticos. Sin embargo, existen ciertos criterios clasificatorios silvestres, asimilables a la
operatoria transdiscursiva social vehiculizada a través del concepto de género, que permiten
saber, en cierta medida, de qué se habla cuando se habla de show radiofónico, de relatos
deportivos, de informativos o de programas periodísticos.

Estos géneros deberían denominarse, no sin cierta obviedad, como transmediáticos ya que
su presencia parece detectarse en todos los medios masivos salvo en el cine que, ya se dijo,
se ha hecho cargo de gran parte de la producción y reproducción de relatos de nuestra
sociedad” (Fernández, 1987).

Debe atribuirse a un cierto estilo de (esa) época, todavía parcialmente vigente, ese esfuerzo
por salir de la vida de un medio con un enfoque no narrativo y extensible a lo
transmediático. Y habíamos encontrado un programa de trabajo. Y cuando nos
introdujimos en el estudio de las audiencias radiofónicas esa concepción de mosaico nos
sirvió como guía en producción para lo que pudiera encontrarse, tan complejamente en
reconocimiento. Así sostuvimos dos conceptualizaciones que pueden sernos útiles ahora:

 El modelo mosaico se encuentra en todo tipo de mediatización masiva (en realidad, los
modelos estructurados alrededor de un relato o de una argumentación jerarquizada se
los encuentra solamente en el cine y en el libro, y en una parte importante pero no
hegemónica, de la televisión). La radio, la vía pública, la prensa desde el siglo XIX, buena
parte de la televisión están constituidas con textos mosaicos a los que las audiencias
pueden acceder o de los que pueden retirarse sin perder algún posible sentido general.
Especie de función que comienza cuando usted llega17.
 El modo de construcción de los textos mosaico se produce por la articulación de
fragmentos, detalles (Calabrese, 1984) y cápsulas discursivas (microgéneros, inspirados
por las formas simples de Jolles (1972)18. Pueden discutirse diversos modos de
articulación isotópica entre esas piezas discursivas de muy diferente origen (diálogos
truncos, recetas de cocina, cables de noticias, partes meteorológicos, temas musicales,

17 Un caso muy especial , y que hemos hecho notar desde el trabajo citado de 1987, son los programas de
relatos deportivos que no están construidos alrededor de un relato, en el sentido de Todorov sino como
mosaicos. Para ver la génesis de éste género en la radiodifusión argentina a fines de la década del siglo XX
Fraticelli (2008), y para ver ciertos procesamientos de los programas de relatos radiofónicas en la prensa on -
line, Porto López (2010).
18
Una discusión algo más detallada acerca de las nociones de fragmentos y detalles ( Calabrese 1987)
y cápsulas en Fernández (2012: 120-123)

28
entrevistas telefónicas o de pasillo, piezas humorísticas, resultados deportivos,
columnas de opinión, etc.), se podrá hacer con conductor individual o equipo de
conducción, en el caso de la prensa por ordenamiento jerárquico de los titulares, en la
televisión por conductores o por videograph. Los textos mosaico si bien no estimulan la
anarquía, no tienen sin embargo hilo temático, argumentativo ni aún informativo
centralizador y organizador.

Este modo de entender la discursividad mediática masiva pone en cuestión las


posibilidades manipulatorias de los grandes medios sobre sus audiencias. Aunque todos los
teóricos estén en contra de ello, y además de que no se pueda negar que en grandes
conglomerados de población se producen acuerdos, y aun considerando que esos acuerdos
muchas veces convienen a los poderosos, nunca podrá sostenerse que ello se debe a estos
intercambios entre textos sin sentido general y audiencias con poca homogeneidad
interna19. ¿Existen textos mediáticos que parecen marcar agenda? 20 Sin dudas que sí, pero
investiguemos su incidencia en la población, incluyendo posibles y misteriosos efectos halo
y se verá que es más fácil pensar que la tendencia argumentativa va de las audiencias a los
programas que prefieren, que de los programas a sus audiencias. Como mucho, y para no
cortar los puentes con la gran mayoría de los colegas, se puede hablar de interacción, pero
ahí estamos en la perspectiva del networking y no en la del broadcasting hegemónico o
dominante.

Nuestra tesis aquí es que, de ninguna manera la vida de los intercambios discursivos dentro
de las denominadas nuevas mediatizaciones está del lado de lo narrativo. Por el contrario,
navegar en las redes, en sus plataformas, obliga a interactuar con diversas escalas de las
mediatizaciones y eso es lo que mejor describe la actividad de los bellamente denominados
como internautas. Los internautas son navegantes entre diversos tipos de intercambios
discursivos, que aun cuando se les prometa una narración, como máximo se encontrarán
con la redundancia de una anécdota autoafirmante; en lugar de una argumentación política
se chocarán con cruces de consignas como rayos y centellas. El internauta deberá

19 No hace falta decir que menos nos resultan verosímiles los textos ficcionales como generadores directos
de opinión.
20 Para ver las complicaciones de esa perspectiva aun en investigadoras inscriptas en las teorías del framing

y del agenda setting ver textos recientes de Koziner (2013) y de Aruguete (2015), que citamos
frecuentemente.

29
discriminar entre noticias falsas, seleccionar videos musicales con riesgo de mala calidad,
publicidades absolutamente ajenas o redundantes. Que nuevos narraciones y relatos no le
corten la libertad conceptual, que es posible que no existe, pero es en ese espacio donde
ello ocurre.

¿Cómo descansa un internauta con una actividad relativamente alta en las plataformas,
frente a ese constante derivar? Por supuesto que puede salir de las redes, porque la
adicción a ellas sería absolutamente contradictoria con la que se postulaba con los medios
masivos, aunque el modelo siga siendo graciosamente el mismo. También puede descansar
escuchando una radio o viendo un canal de televisión y sentir esa sensación que siempre
han disfrutado las audiencias del broadcasting de que hay comunicadores trabajando para
la propia pasividad y confort. Pero dentro de las redes hay también dos tipos de actividades
de descanso para el navegante (y generadoras de nuevos cansancios): la ficción
cinematográfica y televisiva a la carta, que permite aislarse de todo lo demás sin esfuerzo
por horas o, en el otro extremo de la participación, la hiperparticipación de sumergirse en
la compleja y estresante vida gamificada, en solitario o en red.

¿Significa todo lo dicho que la narrativa transmedia es un fenómeno poco importante? De


ninguna manera; es más, muy posiblemente sea una de las áreas, junto con el de las vidas
de lo musical, donde las transformaciones discursivas y culturales sean más profundas e
innovadoras: allí donde las nuevas explosiones de prácticas colaborativas, transpositivas de
hibridación generen los consumos culturales del futuro. Lo que no debe ocurrir que se
convierta en el retorno de los grandes relatos, abandonados sin pérdidas por la
posmodernidad, y que han retornado como fantasma organizador ideológico a la vida
política de nuestros días.

7. Algunas vidas de lo musical. Otros apuntes sobre postbroadcasting, plataformas y


ecosistemas y cruces entre disciplinas

Ya hemos dicho que en las vidas de lo musical ocurre todo lo que ocurre en las nuevas
mediatizaciones y que se producen transformaciones en todos los niveles de esa s vidas
(Fernández, 2014: 27). En ese sentido, ahora estudiamos consecuencias de la vida musical
en postbroadcasting, momento que denominamos provisoriamente así porque pensamos

30
que la mediatización masiva en lo musical continuará, pero con nuevas relaciones con las
plataformas y redes sociales mediáticas 21.

Al estudiar en postbroadcasting, así como se nos presentan de diferente manera las


performances musicales cara a cara, también se nos intersectan diferentes capas de las
mediatizaciones Por ello presentaremos aquí ciertos apuntes conclusivos sobre fenómenos
relativamente intersticiales dentro de la mediatización de lo musical. En primer lugar
revisaremos desde el punto de vista de los dispositivos técnicos y soportes de lo grabado
posibles relaciones de la sociosemiótica de las mediatizaciones con la ecología de los
medios. Luego, veremos la pervivencia extraña de un fenómeno musical como el del
payador en la vida actual de las mediatizaciones musicales.

Según Scolari (2015: 16-18), la ecología de los medios, como cualquier teoría sobre la
comunicación, puede ser entendida como una teoría generalista o como una teoría
especializada.

Dentro del mismo libro editado por Scolari, en su Tercera Parte que lleva el título de “Las
nuevas fronteras”, encontramos un artículo de Indrek Ibrus que propone un diálogo entre
la ecología de los medios y la semiótica de la cultura, con enfoque proveniente de Lotman.
Allí, Ibrus, propone el enfoque de diálogo entre disciplinas para afrontar la problemática de
la evolución de los medios. Si bien en cierto sentido resulta inevitable y hasta necesario que
las disciplinas dialoguen, creemos que no es el camino para entender en profundidad la
riqueza y la necesidad de las relaciones entre un enfoque sociosemiótico y un enfoque
ecologista de las mediatizaciones. La clave parece estar en la especialización.

Hace poco, la colega Daniela González nos alcanzó una entrevista a Simon Zagorski-
Thomas, realizada por Juliana Guerrero (2015). Allí, el historiador de las grabaciones
musicales presenta the ecological approach to perception basada en la idea de que “…
nuestros sistemas perceptuales se han desarrollado con el objetivo de proporcionar una
evaluación pragmática de lo que está sucediendo en nuestro entorno inmediato… La

21 Cuando hablamos de la vida de lo musical lo hacemos por motivos complejos. Por un lado, para privilegiar
el enfoque de las ciencias sociales por sobre la reflexión estética pero, también, para evitar que las nociones
de arte vuelvan a ocupar el centro elitista de la escena en un momento que, sea en lo masivo, o sea en las
diversas segmentaciones que conviven conflictivamente en una misma sociedad, se pierda un gran conquista
del desarrollo mediática y que es la del derecho de los diversos grupos sociales a disfrutar de la producción
cultural que se les antoje. Y la academia no debería ser un reservorio conservador.

31
perspectiva ecológica informa a mi pensamiento sobre cómo funcionan el cerebro humano
y cuerpo y por lo tanto, toda actividad humana tiene que ser entendida a través de este
prisma” (T. del A.). Este enfoque ecologista permite abordar de manera particular algunos
problemas que venimos discutiendo hace algún tiempo

El fenómeno de la grabación de lo musical viene siendo discutido desde hace tiempo y


problematizado al menos desde la década del cincuenta del siglo XX. Dejaremos de lado
aquí el hecho de que para nosotros la consideración de la mediatización del sonido debe
incluir las mediatizaciones en vivo sin las que no se comprenderían fenómenos como los de
las performances en vivo en la radio o en la televisión o la magnitud multimediática de los
grandes conciertos de diversos géneros, sobre los que hemos hecho notar, además,
relaciones variables entre sí (Fernández, 2013).

Dejaremos de lado también que, en cierto sentido, las mediatizaciones del payador a las
que hacíamos referencia al comienzo de este capítulo aparentan ser mucho más complejas
que la simple grabación y reproducción del sonido; vale recordar que ya hemos discutido
que la comprensión de las características de la mediatización del sonido es compleja por al
menos dos razones: por su falta de estatuto histórico, dado que no hay experiencias previas
de manipulación del sonido como sí la hubo de la imagen en nuestra cultura antes de la
aparición de lo fotográfico y, también, por su estatuto semiótico: la mediatización del
sonido no genera como resultado una representación del sonido supuestamente original
sino una presentación del mismo en tanto tal, o la generación de algún sonido inexistente
previamente, es decir, que el estatuto del referente es, o absolutamente concreto, o
absolutamente abstracto22.

Nos enfocaremos superficialmente aquí solamente en el resultado final del proceso de


grabación, es decir, el objeto que se ofrece a la comercialización (sucesiva y a veces
convivencialmente, cilindros, discos de pasta, discos microsurco de vinilo, magazines,
compact-discs y, en la actualidad archivos digitales de diferente formato, con el retorno
vintage de los discos de vinilo). A esos productos, Lisa Di Cione (2013), siguiendo a Wallace,

22Se notará que se considera la oposición concreto vs. abstracto de un modo simplificado y silvestre,
recordamos que este no pretende ser un texto epistemológico sino sobre políticas de investigación y
aprendizaje.

32
los denomina presencias materiales sonoras23. Por supuesto que en ese producto final
convergen diversas tecnologías (de captura del sonido, de grabación acústica o electrónica,
presencia de uno o varios canales de sonido, diversas maneras de matrizado y fabricación
en serie, diversas calidades de los materiales, pastas, vinilos, cintas magnetofónicas
utilizados, presencia de diversidad de envases, etc., etc.), pero aquí nos referiremos al
sonido resultante en tanto que accesible y capturable por un fantasmático oyente promedio
no entrenado que, si bien inexistente, aquí nos servirá para exponer lo que nos interesa.

Sin pretender agotar un tema que continúa en desarrollo, la presencia de esas presencias
materiales sonoras diferenciadas genera problemas teóricos particulares. Para una
semiótica de las marcas en la superficie que se convierten en huellas de la producción de
sentido (Verón, 1987), y desde nuestro punto de vista de investigación, hemos decidido
que, por ejemplo, los trazos de mala calidad de sonido en los originales cilindros, o las
frituras propias de los tradicionales discos de vinilos, no son marcas productoras de sentido;
si bien seguramente son escuchadas es difícil pensar una escucha musical que privilegi e el
ruido por sobre la música ejecutada y mal o bien grabada. En cambio, las marcas de la
grabación estereofónica, sobre las que, por otra parte, el oyente puede intervenir
modificando los pesos de los canales, son marcas productoras de sentido dado que esas
marcas, distinguibles por un oyente promedio, generan un producto musical imposible de
repetir en vivo.

Ese lugar diferenciado de sonidos presentes en el mismo objeto, es posible porque


diferenciamos dispositivo técnico productor de sentido (es decir, lo que genera los
resultados semióticos de la materialidad, del simple soporte de mayor o menor calidad) del
simple herramental tecnológico en tanto tal. Un autor como Costantini, que no discute el
término, considera revolución fonográfica, tanto la presencia de la grabación (dispositivo
técnico) y de lo estereofónico (ya lo dijimos, dispositivo técnico) como la aparición de lo
digital, un simple cambio de soporte en sí mismo, que por supuesto sirve como cualquier
soporte para, luego, utilizaciones semióticas y estéticas. En el caso de Di Cione, en cambio,

23 En Fernández (2014: 27) las denominábamos “objeto industrial soporte de música”. En estos días otra
discusión, a nuestro entender del mismo tipo es acerca de las consecuencias del apagón de la FM en Noruega.
Muy importante desde el punto de vista, ecológico (es más fácil superar por esa vía los accidentes del terreno
Noruego que por las limitaciones de la FM), tecnológico y económico, pero poco relevante desde el punto de
vista del discurso radiofónico, salvo que no haya migración.

33
al incorporar vía Traversa una noción de dispositivo ya plenamente discursiva ("la
disolución del enunciado frente a la enunciación", Traversa en Di Cione 2013, y discutido
aquí en la Parte IV), los sonidos presentes en el mismo objeto serían, en tanto que
fonográficos, plenamente portadores de sentido. (“El desarrollo de las técnicas
fonográficas y su producto -las grabaciones-“) “han dado lugar a diferentes modalidades
de relación y procesos de adjudicación de sentido” (Di Cione 2013). Para nosotros, una
mediatización, es decir un proceso complejo de adjudicación de sentido, se basa en la
articulación de, al menos, tres series de fenómenos de relativa vida independiente: la de
los dispositivos técnicos, las de los géneros/estilos y las de los usos. Mantenerlos
diferenciados facilita la comprensión de estos procesos de transformación.

De todos modos, estas discusiones que incluyen dispositivos y soportes y que requerirán
tal vez la incorporación de la noción de artefacto, aun cuando defendamos nuestra posición
desde el punto de vista de la semiótica, no le encuentran un lugar al hecho de que ‘no es
lo mismo un disco, un cd o un archivo de sonido’, es decir que algo del fenómeno social se
le escapa a la Sociosemiótica. No tendría nada grave, en definitiva una disciplina se
constituye por lo que incluye tanto como por lo que excluye pero ocurre que, como
veíamos al principio, estas discusiones guardan nueva vida frente a las nuevas
mediatizaciones: ¿pantalla y cd, se parecen o se diferencia? ¿Es la pantalla o el link lo que
tiene la condición de interface? ¿El parlante es el mismo dispositivo en el receptor de radio
y en el smartphone?

Mientras la semiótica y los análisis de las mediatizaciones discuten esas problemáticas,


parece que la ecología de los medios, desde el punto de vista de estos enfoques
especializados, puede contribuir a la construcción de nuevos modelos de sistemas. En
efecto, tal vez sea verdad, como dicen los tecnólogos, que los discos de vinilo, en tanto
tales, no agregan ningún valor de sentido especial a los sonidos presentes en los objetos, es
decir que semióticamente son neutros, pero no se podría negar que el ecosistema de vida
de la música grabada sería el mismo si los objetos musicales fueran solamente archivos a
que vuelvan a la vida industrial los discos de vinilos y compact-disc. En ese punto, semiótica
y ecología de los medios se complementarían aprovechando el rasgo de esta última de no
meterse con el contenido de las mediatizaciones.

34
Desde ese punto de vista, las discusiones con Zagorski-Thomas podrían reordenarse y “el
enfoque ecológico de la percepción…” como “…una evaluación pragmática de lo que está
sucediendo en nuestro entorno inmediato…” respecto a la música grabada tendría dos
facetas desde el punto cognitivo: la de permitir entender a la industria musical como
sistema de producción e intercambio de objetos, desde un punto de vista ecológico, o de
producción, intercambio y fruición de objetos musicales, desde un punto de vista
semiótico. Por supuesto, no interesa tanto aquí el contenido de esta discusión sino el hecho
de que hace 20 años sería absolutamente diferente. La vida musical comienza a tener por
fin frente a nosotros, una extensión y una profundidad espacio-temporal que parece
justificar desde un punto de vista teórico la importancia que la música tiene para la vida
cultural.

Tratando de mirar más en detalle aún ese hojaldramiento espacio-temporal ¿hay algo más
distante temporal y espacialmente que un payador, esa especie de juglar pampeano,
improvisador de coplas acompañado por los arpegios de una guitarra española? Figura de
tradiciones medievales en un continente que ingresó a la historia de occidente en razón del
fin de esa época y condenado a muerte desde las épocas de Betinotti y Gabino Ezeiza, el
payador parece sin embargo persistir en nuestro presente. Oscar Steimberg (1999), por
ejemplo, ha construido el personaje/poeta Gabino Betinotti en el cruce entre cierto
vanguardismo surrealista y el jugueteo posmoderno y citador.

En el artículo de Luis García Fanlo (2012) publicado en la revista L. I. S. Nro. 12, Payadas,
payadores e identidad nacional, en cambio, el payador aparece reconstruido, por decirlo
así, en la profundidad de su intertextualidad y de su situación histórica. Allí, el payador es
descripto como la “…variante mediatizada más prototípica…” del gaucho (García Fanlo,
2014: 15). Es decir una figura en que lo mediático parece como inescindible de su proceso
de figuración.

Pero no hay dudas de que, en términos de referencia a la actualidad, el payador es una


figura del pasado. Sin embargo también puede hacerse sobre ella una mirada en superficie
de la actualidad mediática. Al payador se lo encuentra todavía en esas emisiones casi
fantasmáticas para la audiencia de las grandes ciudades, en las que se sig uen espectáculos
de doma y dentro del denominado folklore nacional. En esos espectáculos son payadores
los que van haciendo la glosa musical de la lucha entre domador y caballo a domar, tan

35
criticada y sospechada por el público urbano.

Esa presencia del payador, que acompaña al conductor del programa televisivo y del
conjunto del evento en vivo, puede entenderse como un rastro del broadcasting que tiende
a hacerse residual. Pero, otra vez, si se busca payadores en YouTube, tal vez la movida
televisiva del momento, resulta una entrada prolífica. Y se encuentran videos de actualidad,
combinados con viejas grabaciones o restos fílmicos de José Betinotti o, por qué no,
relaciones entre payadores e intérpretes de hip-hop. Es verdad que la presencia del hip-
hop será mayor por mucho tiempo, pero es imposible establecer a priori si se trata del resto
olvidado del broadcasting o uno de los gestos broadcasting del networking que cada vez
son más evidentes 24.

Sea como sea, mientras estudiamos el metadiscurso que acompaña esas presencias ahí
nomás, en la misma pantalla del sitio, el payador será construido en hojaldre y ese hojaldre
no es sólo temporal (restos de capas de pasado conviviendo entre las capas que constituyen
el presente), sino que se trata, más materialmente, de un hojaldre espacial: aun si puede
discutirse la vigencia temporal del payador, su presencia simultánea y fragmentada en los
espacios del cara a cara, del broadcasting y del networking resulta incontestable (tal vez se
registre que es un fenómeno algo más que transmedia).

Podemos decir que este punto de vista combina lo sociosemiótico con lo etnográfico. Un
mismo fenómeno de lo musical, la presencia diseminada de los payadores la detectamos,
por decirlo así, en profundidad: manifestaciones mediáticas y manifestaciones cara a cara
en los festivales de doma y folklore. Pero resulta dificultoso construir un mapa que articule
las vidas mediáticas y no mediáticas. Es aquí donde creemos que las relaciones entre
sociosemiótica de los medios y Media Ecology, como mostramos antes, pueden ser
productivas.

¿Es esto exclusivo de las mediatizaciones de lo musical? De ninguna manera, ocurre


también en el sistema informativo y sus construcciones en mosaico, articulando cápsulas
cada vez más breves (Mazzone, 2012), en lo ficcional y sus experiencias transmedia (Scolari,
2013), en la gamificación en red, en la publicidad intersticial. Etnografías, media ecology,
big data y diferentes metodologías se irán articulando. Y ello generará revisiones

24 Un caso muy interesante en payadores vs hip hop argentinos por su nombre:


https://www.youtube.com/watch?v=g_ryyTdjcGs

36
metodológicas y de paradigmas teóricos, como está ocurriendo con las interacciones entre
el agenda setting y el framing (Koziner, 2013; Aruguete , 2015).

Y finalmente, por fin podemos estudiar en un espacio teórico común las performances y
actividades cara a cara en el espacio urbano como si fueran plataformas: las plazas, las
intervenciones políticas, los recitales musicales, todos implican diversos niveles de
materialidad y series de acciones que podemos enfocar, y discutir, en una mesa común,
aunque conflictiva, con diversas disciplinas.

8. La construcción de un objeto múltiple: vidas urbanas y mediatizaciones

Revisar una trayectoria de publicaciones es especialmente crítico en cuando se trata de


reconstruir la trayectoria de un equipo que se dedica a un objeto complejo,
inevitablemente multidisciplinario, como el de la ciudad mediatizada.

La Presentación del primer número de nuestra revista Letra. Imagen. Sonido. Ciudad
mediatizada actuó como un manifiesto de lanzamiento. En él se advertía que “las ciudades
en las que vivimos son el resultado combinado de la acción y el tránsito humano en sus
espacios geográficos y de las interacciones de los medios que las atraviesan, constituyen,
coordinan, integran, segmentan y las comparan y diferencian de otras” (Fernández, 2008:
7). Y el objetivo central, más formal y menos programático proponía “la difusión de la
producción teórica e investigativa proveniente de las ciencias sociales aplicada a la
comprensión de los complejos vínculos constructivos que existen entre la noción de ciudad
y sus medios de comunicación”.

Ese enfoque creemos que, de alguna manera al menos parcialmente aleatoria, se produjo
en el cruce de tres recorridos del equipo de investigación.

En primer lugar, la revista fue concebida a partir de una compleja pero no clausurada
concepción de la vida urbana que, a su vez, estuvo parcialmente influida por la lectura de
Baudelaire por Walter Benjamin (1972), los primeros cuestionamientos a la semiología de
origen lingüístico de Roland Barthes (1993), en la medida en que fue enfocando diversos
objetos de la cultura, y también por desarrollos sobre los imaginarios urbanos de Armando
Silva (2006). Todavía mantenemos ese enfoque constructivista sobre lo urbano, un modo

37
de articular lo concreto del recorrer y observar sus espacios públicos y lo abstracto de su
devenir cultural.

Otro eje de fundación de nuestra línea de trabajo, y de su publicación, proviene de la


práctica de investigación sobre las mediatizaciones del sonido nos enseñó. Ello nos enseñó
que, al hablar de “…una ciudad, nos referimos con cuidado a una configuración espacial no
exclusivamente territorial”, porque, por ejemplo, “… la radio pone en cuestión las fronteras
territoriales urbanas cada vez que abandonamos sus límites escuchando una emisora, de
sonido habitualmente urbano …” (Fernández, 2008b: 11-12). Esa tensión entre contexto de
escucha y contexto de emisión nunca se vivió de la misma manera en la espectación
televisiva o cinematográfica, aunque se relaciona con la de la lectura de medios gráficos en
el espacio público o, más cercanamente, en el recorrido por la vía pública y sus múltiples
comunicaciones visuales (Fernández, 2017c).

Y la tercera fuente de construcción de nuestra línea de investigación y editorial, fue una


breve, pero muy desafiante, gestión grupal de aspectos de planificación de la comunicación
de la ciudad, continuada luego en experiencias de investigación y consultoría, con diversas
líneas de gobierno, sobre comunicación y tránsito y sobre gestión de emergencias y
catástrofes. Que se hayan realizado con diversas líneas políticas, nos convenció de la
especificidad del campo de trabajo comunicacional y su necesidad para diversos tipos de
gestión comunicacional. Además, esa experiencia nos convenció vivencialmente sobre la
delicadeza de las relaciones entre comunicación y gestión y el lugar central y concreto que
tienen las mediatizaciones en las relaciones entre población e instituciones urbanas.

A esta altura de los estudios urbanos y de las mediatizaciones es un lugar común decir que
ambas series de fenómenos, profundamente vinculadas en nuestro trabajo, están en
transformación. Y también que esas transformaciones se relacionan entre sí y se influyen
mutuamente.

Desde ese punto de partida, la propuesta en este capítulo no es buscar ejemplificaciones


que confirmen lo ya sabido, sino que se intentará mostrar ciertas relaciones entre ciudad y
mediatizaciones con la esperanza de reubicar nuevos campos de saber sobre estos temas,
que no dejan crecer y profundizar sus resultados.

38
Un modo ya tradicional en las relaciones entre ciudad y mediatizaciones es el que nos ha
propuesto el cine y las diversas ficciones audio-visuales. Desde, al menos, René Clair y su

Paris qui dort (1925), el cine ha mediatizado constructivamente a las ciudades que recorre
y representa. Y forma parte de nuestra fruición de series en la actualidad el introducirnos
a la Birmingham obrera de entreguerras en Peaky Blinders o a los rincones más oscuros de
la actualidad de Seattle en The Killing. Y su efecto no es sólo sobre quienes no conocemos
esas ciudades u otras. En Buenos Aires, Pizza, birra y faso, de Adrián Caetano y Bruno
Stagnaro (1997) construyó un nuevo verosímil, con efecto de verdad, sobre los márgenes
de la vida urbana en Buenos Aires.

Fernando Andacht (2005) ha llamado la atención sobre el aspecto autorreflexivo que lo


indicial en el documental propone en el disfrute de ese género. Creemos que ello puede
extenderse a estos discursos ficcionales en el que se filtra esa visión icónico-indicial de lo
urbano, al menos para quienes prestamos atención, no necesariamente científica, a la vida
dentro de las ciudades. Pero, de todos modos, las pantallas audiovisuales cinematográfico-
televisivas establecen un hiato espacial entre emisión y recepción que no se construye en
las mediatizaciones de audio, en las percepciones en los recorridos en la vía pública y en
las pantallas interactivas. Todo este campo requiere otro herramental de estudio, en
términos generales, de articulación entre lo ecológico, lo etnográfico y lo semiótico.

Nuestros trabajos en los últimos años han estado enfocados en las relaciones entre la
movilidad dentro del espacio urbano, las diferentes mediatizaciones que conviven en la
vida en la ciudad y cómo se relacionan con esas dos series de fenómenos, varios fenómenos
culturales, pero especialmente los vinculados a las vidas de lo musical. Lo musical tiene la
particularidad de que en su campo se manifiestan buena parte de las transformaciones que
atraviesan la vida social, pero con un carácter anticipatorio que no debe ser desperdiciado
para comprender el conjunto de éstos fenómenos.

Para revisar esos recorridos, podemos anotar los títulos de buena parte de nuestros
Dossiers, que han convocado a muchos colegas desde diferentes puntos de vista y
pertenecientes de diversos países: “Rincones discursivos de la ciudad” (#3); “Ciudades
noviembre 2019: 10 años antes” (#4); “Música, espacios y medios. Algunas convergencias
y divergencias” (#5); “Las artes escénicas entre la ciudad y los medios” (#8); “Política,
medios y ciudad” (#13); “La ciudad como espacio estético” (#14); “Visualidades que

39
interpelan lo público” (#16). Entre muchos otros, dos trabajos de colegas cercanos
representan bien esa complejidad en las relaciones móviles entre espacios urbanos y
mediatizaciones: un trabajo sobre los sonideros de México en una revista también cercana
(López Cano, 2015) y aquí mismo un trabajo de investigación sobre los flashmobs: un
fenómeno que articula nuevas mediatizaciones, espacios públicos, acciones parcialmente
programadas e instantaneidad temporal (Cid Jurado, 2015).

Esa reflexión sobre las vidas culturales y sus diversos soportes dentro de las ciudades
(Rodríguez-Amat, 2010), tiene para nosotros una impronta microsociológica (en buena
parte equivalente a lo etnográfico), que proviene del contacto con el trabajo de Isaac
Joseph (1988), sobre la labilidad de la interacción en movimiento en el espacio público. No
es casual, que Joseph aparezca citado en un trabajo recientemente publicado en L.I.S. en
el que se presentan investigaciones que procuran articular fenómenos como el
entrainment, entendido como el “…entramado rítmico de la corporeidad humana en
marcos o frames de interacción…” en la actualidad del espacio urbano (Mangieri, 2017:
147).

En estos desarrollos, que vamos desenvolviendo así, en equipo y junto a colegas que
convergen en nuestra publicación, hemos avanzado hacia el enfoque de los fenómenos
intersticiales de la vida urbana y comunicacional, que conviven en las nueva s
mediatizaciones compitiendo con la pervivencia del broadcasting (Fernández, 2017a).

Y también nos hemos visto obligados a diferenciar dos grandes tipos de posiciones de
mediatización vinculadas a la movilidad o a su ausencia (al observar la movilidad, l o
estacionario aparece como una alternativa). Habría entonces , entre los diferentes
intercambios mediáticos en movilidad: por un lado, aquellos dentro de lo que hemos
denominado movilidad pasiva (en el que otro que no es el receptor, controla el vehículo) y
que no se diferencia demasiado de la recepción e interacción en posición estacionaria. Por
el otro lado, nos hemos enfocado en los intercambios y recepciones en movilidad
autogestiva, en las que el receptor, o emisor, está conduciendo, su propia caminata, o su
bicicleta, skate, moto o automóvil. La movilidad pasiva es apta para los intercambios
escriturales o audiovisuales, en cambio la movilidad autogestiva se adapta estructural-
mente a los intercambios de audio (Fernández, 2017b).

40
No pretendemos sintetizar el conjunto de contenidos posibles a encontrar en nuestras
publicaciones. No hemos mencionado ni las relaciones entre mediatizaciones y política y
gobierno urbanos, o las múltiples alternativas de la comunicación institucional. Pero, como
se ve, el momento actual nos sorprende trabajando en un amplio campo de estudios con
una doble condición: la madurez de un largo recorrido que excede largamente al del equipo
editor, aunque lo incluya, pero también la frescura de una renovación constante de ese
camino que, estamos convencidos, será cada vez más internacional e interdisciplinario.

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