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Se cree que las plantas derivaron de algunas algas ancestrales que se alojaban en las
orillas de las lagunas. Desde ahí, comenzaron a desarrollar estructuras específicas
que las fijaron al suelo.
Unas simples extensiones subterráneas originaron las raíces, posibilitando la
absorción de agua y nutrientes disueltos en el suelo.
Tras este logro evolutivo, las plantas adquirieron tallos y hojas que les permitieron
captar de manera eficiente la energía solar y el dióxido de carbono, necesarios para la
fotosíntesis. Posteriormente, aparecería un nuevo componente en el tallo de las
plantas ancestrales, conocido como lignina, que otorgaba rigidez y posibilidades de
crecimiento y bifurcación a los tallos. Así, poco a poco, las plantas aumentaron de
tamaño y los tallos comenzaron a desarrollar ramificaciones (ramas), favoreciendo la
captación de luz por parte de las hojas. Otro hito fue el surgimiento de sistemas de
conducción de agua y solutos, llamados sistemas vasculares.
La evolución de las plantas se prolongó durante un período de más de 600 millones
de años. Las primeras fueron algas unicelulares que originaron las primeras plantas.
El origen de los grupos superiores aún no está bien definido, ya que son muy pocos
los fósiles encontrados que den cuenta de la situación evolutiva vivida por estos
organismos durante millones de años atrás.
De lo que sí se tiene certeza es que la aparición y colonización de las plantas en la
superficie terrestre influyó directamente en la reducción del dióxido de carbono
presente en la atmósfera y, consecuentemente, facilitó el descenso de la temperatura
media terrestre, posibilitando, además, el desarrollo de nuevos organismos vivos
(Icarito, 2009).
En este sentido, la micorriza es una simbiosis mutualista que tiene como función
aumentar la superficie de absorción de la raíz, por medio de un sistema de hifas
extrarradicales (Castro, 2009). La planta puede absorber y asimilar más agua,
minerales (nitrógeno y fósforo) e iones poco móviles (ácido fosfórico, amoniaco,
zinc, cobre), favoreciéndose su balance hídrico y nutrición (Barrer, 2009).
BIBLIOGRAFIAS.