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Michel Foucault era el pensador más famoso del mundo, después de la Segunda
Guerra Mundial, desde fines de los 60 su obra ocupó el lugar central.
BIOGRAFIA
Paul-Michel Foucault nació en Poitiers, Francia el 15 de octubre de 1926 fue
un historiador de las ideas, psicólogo, teórico social y filósofo francés. Fue profesor
en varias universidades francesas y estadounidenses y catedrático de Historia de
los sistemas de pensamiento en el College de France (1970-1984). Su trabajo ha
influido en importantes personalidades de las ciencias sociales y las humanidades.
Foucault es conocido principalmente por sus estudios críticos de las instituciones
sociales, en especial la psiquiatría, la medicina, las ciencias humanas, el sistema
de prisiones, así como por su trabajo sobre la historia de la sexualidad humana.
Sus análisis sobre el poder y las relaciones entre
poder, conocimiento y discurso han sido ampliamente debatidos. En los años
sesenta Foucault estuvo asociado al estructuralismo, un movimiento del que se
distanció más adelante, aunque usase de un modo personal los métodos de dicho
enfoque: Las palabras y las cosas puede entenderse como una crítica a la
pretensión sígnica, dejando de lado su interés por las condiciones de modificación
histórica del sentido. En ulteriores trabajos y cursos desarrolló conceptos
como biopoder y biopolítica, de especial relevancia en la obra de pensadores
políticos contemporáneos como Antonio Negri, Michael Hardt, Giorgio
Agamben y Roberto Esposito.
Foucault rechazó las etiquetas de postestructuralista y postmoderno, que le eran
aplicadas habitualmente, prefiriendo clasificar su propio pensamiento como una
crítica histórica de la modernidad con raíces en Kant. En el texto «¿Qué es la
ilustración?» definió mejor su proyecto teórico como una ontología crítica de la
actualidad siguiendo la impronta kantiana.
Fue influido profundamente por la filosofía alemana, en especial por la obra
de Friedrich Nietzsche. Precisamente, su «genealogía del conocimiento» es una
alusión directa a la idea nietzscheana de «la genealogía de la moral». En una de
sus últimas entrevistas afirmaría: «Soy un nietzscheano». Reconocería también
una deuda con el pensamiento de Martin Heidegger y sus críticas al sujeto
cartesiano y la techné occidental: «Heidegger ha sido un filósofo esencial para mi»,
declararía en junio de 1984, aunque criticaría varias veces posiciones esenciales
de Heidegger tales como su interpretación de la historia de la verdad en occidente
como un olvido del ser.
En el año 2007 Foucault fue considerado por el The Times Higher Education
Guide como el autor más citado del mundo en el ámbito de humanidades en dicho
año.
En 1979, Foucault realizó dos giras por Irán, llevando a cabo extensas entrevistas
con los protagonistas políticos en apoyo del nuevo gobierno provisional establecido
poco después de la revolución iraní. Tanto Foucault como los revolucionarios
fueron muy críticos de la modernidad y buscaron una nueva forma de política,
también miraron a aquellos que arriesgaron sus vidas por los ideales; y ambos
contemplaron al pasado como fuente de inspiración.23 Más adelante
Foucault escribió que el nuevo estilo de la política «musulmán» podría significar el
comienzo de una nueva forma de «espiritualidad política», no sólo para el Oriente
Medio, sino también para Europa, que ha adoptado la práctica de la política secular
desde la Revolución Francesa.25
En los últimos años del filósofo, los intérpretes de su obra intentaron ocuparse de
los problemas presentados por el hecho de que el último Foucault parecía en
conflicto con su trabajo anterior. Cuando se le planteó esta cuestión durante una
entrevista en 1982, Foucault señaló: «Cuando la gente dice, 'Bueno, usted pensaba
esto hace unos años y ahora dice otra cosa,' mi respuesta es… [risas] 'Bueno,
¿crees que he trabajado duro todos estos años para decir lo mismo y no ser
cambiado?'».29 Se negó a identificarse a sí mismo como un filósofo, historiador,
estructuralista o marxista, afirmando que «el principal interés en la vida y el trabajo
es llegar a ser alguien más de lo que eras al principio». 29En un sentido similar,
prefirió no declarar que estaba presentando un bloque coherente y atemporal del
conocimiento; más bien deseaba que sus libros «fueran una especie de caja de
herramientas donde otros pueden rebuscar para encontrar una herramienta que
puedan utilizar como quieran en su propia área … No escribo para un auditorio,
escribo para usuarios, no lectores».30
Para el autor de La microfísica del poder, el análisis de este fenómeno sólo se ha efectuado a
partir de dos relaciones:
El problema del poder no se puede reducir al de la soberanía, ya que entre hombre y mujer,
alumno y maestro y al interior de una familia existen relaciones de autoridad que no son
proyección directa del poder soberano, sino más bien condicionantes que posibilitan el
funcionamiento de ese poder, son el sustrato sobre el cual se afianza. "El hombre no es el
representante del Estado para la mujer. Para que el Estado funcione como funciona es
necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien
específicas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía".
PENSAMIENTO:
Historia de la locura
El primer libro importante de Foucault, escrito mientras enseñaba francés en
Suecia. Revisa el desarrollo de la idea de locura a través de la historia.
Empieza analizando la Edad Media, en particular el encierro de los leprosos. De
ahí, pasa a la idea del barco de los tontos del siglo XV, y luego al repentino interés
en las prisiones del siglo XVII en Francia. Eventualmente, se cree que la locura es
una enfermedad del alma, y finalmente, con Freud, una enfermedad mental.
Foucault también pone mucha atención a la manera en la que el loco paso de ser
aceptado como parte del orden social a un individuo destinado al encierro. También
repasa las diferentes técnicas empleadas para tratar la locura, en particular los
casos de Philippe Pinel y Samuel Tuke. Argumenta que los tratamientos ofrecidos
por ellos no eran menos orientados al control que métodos precedentes. En el
método de Tuke, el loco es castigado hasta que aprende a actuar normalmente,
efectivamente intimidándolo a volverse como las personas ‘normales’. De forma
similar, el tratamiento de Pinel consistía en terapia de aversión intensiva, incluyendo
tratamientos como duchas heladas y el uso de camisas de fuerza. Para Foucault,
este tratamiento equivalía a brutalizar repetidamente al paciente hasta que éste
internalizara los patrones de juicio y castigo.
Posmodernidad
Para Foucault no existe un poder central, que tenga solamente como referente lo
político. Las formas y prácticas del poder son múltiples. Para él todo poder es un
modo o manera de acción de unos sobre otros. Se ejerce el poder en la medida de
que unos individuos sean capaces de "gobernar y dirigir las conductas" de los otros,
siendo ésta la forma más lograda del poder (Cevallos, 1994).
Para Foucault la ideología, intención y voluntad de los poderosos no son lo
importante, sino las prácticas y los dispositivos tecnológicos de dominación, los
puestos y funciones sociales que desempeñan los individuos y desde los cuales
ejercen y reproducen las prácticas del poder, es decir la microfísica del poder.
Según Foucault el poder y el saber están relacionados dialécticamente, ya que toda
forma de poder conlleva un discurso que lo legitima y reproduce. El ejercicio del
poder es, en cierta medida, la producción de discursos que se vuelven verdades
incuestionables. El discurso es una forma específica de poder y éste institucionaliza
el saber. Pero el saber no es sólo legitimación, sino además es la producción de
mecanismos efectivos de formación y acumulación de saber, métodos de
observación, técnicas de registro, procedimientos de indagación y aparatos de
verificación.
Para sintetizar, Foucault critica los principales postulados de las perspectivas
funcionalista y crítica que se refieren al poder como propiedad, como localización,
como subordinación, como legalidad y como modo de acción. En el primer caso
Foucault dice que el poder no se posee, sino que se ejerce. No es una propiedad
sino una estrategia, algo que está en juego. El segundo postulado ubica al poder
en el Estado, ante lo que Foucault sostiene que el poder no tiene un lugar
privilegiado sino que se encuentra en toda la sociedad y en la vida cotidiana. El
tercer postulado señala que el marco jurídico es la expresión del poder del Estado,
mientras que a la ley, Foucault la concibe como el ejercicio actual de unas
estrategias, que entre otras cosas, gestionan diferentes órdenes de ilegalidad.
El último postulado sostiene que el poder actúa a través de mecanismos represivos
e ideológicos, pero Foucault insiste, por el contrario, por una imagen positiva del
poder. Lo que lo vuelve positivo es su producción de deseos, prácticas, efectos,
saberes, controles, necesidades, regulaciones del cuerpo social. No es el antónimo
de un poder negativo que todo lo prohíbe, censura y reprime. No es que la ley exista
para, mediante la prohibición, destruir, sino que su función es la de reproducir el
poder acorde a las relaciones de dominación y explotación existentes socialmente.