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Quisiera hoy leer dos cortos textos de filósofos que han dedicado gran parte de su vida académica

a pensar la sociedad en la que vivimos y a proponer formas auténticas de educar. A partir de ellos
deseo proponerles tres ideas para reflexionar a propósito de nuestra vocación de profesores:

1. No podemos ser simples repetidores

“(…) el repetidor no debería producir nada, al menos si producir quisiera decir innovar,
transformar, hacer advenir lo nuevo. Está destinado a repetir y hacer repetir, reproducir y hacer
reproducir: formas, normas y un contenido. Debe asistir a los alumnos en la lectura y la
comprensión de los textos, ayudarlos en la interpretación y a comprender lo que de ellos se
espera, a lo que deben responder en las diversas etapas del control y de la selección, desde el
punto de vista de los contenidos o de la organización lógico–retórica de sus ejercicios
(explicaciones de texto, redacciones o lecciones). Por lo tanto, debe convertirse ante los
estudiantes en el representante de un sistema de reproducción (…) o más bien en el experto que,
pasando por conocer mejor la demanda a la cual tuvo que plegarse primero, la explica, la traduce,
la repite y la representa, pues, para los jóvenes aspirantes. Esta demanda es forzosamente la que
domina en el sistema (…), representado por el poder relativamente autónomo del cuerpo
docente, que delega a su vez sus jurados de concurso o de tesis, sus comisiones o sus comités
consultivos.”

Jacques Derrida

DÓNDE COMIENZA Y CÓMO ACABA UN CUERPO DOCENTE

En «Políticas de la filosofía», Dominique Grisoni (Compilador), F.C.E., México, 1982.

2. Competencias que debemos promover para el ejercicio ciudadano

Martha Nussbaum … Sin fines de lucro

3. Pensar positivo y proponer formas novedosas de ciudadanía y de vida que ayuden a


construir una sociedad justa y exitosa.

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