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INFORME EL PROBLEMA SOCIALQUE AFECTA A NUESTRO PAIS

“LA INSEGURIDAD”

1. TEMA

1.1. Introducción

En la actualidad a nivel mundial y ya desde tiempo reciente más


específicamente en este siglo el tema de la seguridad ciudadana ha sido,
es y seguirá siendo el problema principal en casi todas las sociedades, en
donde la inseguridad que se percibe es elevada.

El Perú no es ajeno a esta preocupación ya que desgraciadamente la


delincuencia se ha acrecentado en todos sus niveles creando un clima
desfavorable que afecta a la tranquilidad de los ciudadanos, donde el
elevado crecimiento demográfico y sumado a otras variables como la
situación económica, la concentración poblacional en grandes y medianas
ciudades se ha acentuado, generando como aspecto negativo el aumento
de los índices delictivos, pues el 76% de la población reside en áreas
urbanas, la gran mayoría se concentra en Lima Metropolitana y las
ciudades mayores de cien mil habitantes, ambiente propicio para la
proliferación de la delincuencia que afecta a todos sin importar los
estratos sociales, ya que la delincuencia afecta tanto a pobres como a
ricos.

La inseguridad ciudadana surge como un fenómeno y problema social en


la actualidad en sociedades que poseen un diverso nivel de desarrollo
económico, múltiples rasgos culturales y regímenes políticos de distinto
signo, no pudiéndose establecer, por tanto, distinciones simplistas para
caracterizar factores asociados a su incremento y formas de expresión.

En efecto la crisis de la seguridad y su correlativa necesidad de reformar,


han conducido a que, la población busque justicia y seguridad con sus
propios medios, haciendo campañas por redes sociales y enfrentando
cara a cara a la muerte, además la percepción de la ciudadanía hacia el
trabajo que realizan las fuerzas policiales en el país ha perdido la
confianza en ellos siendo una gran problemática en la actualidad.

1.2. Conceptos y definiciones de la seguridad

Las orientaciones de la seguridad es ya muy sabido que están referidas a


espacios libres de peligro, a personas, cosas y lugares sin daños, a
generar ambientes de certeza y de confianza que permitan el ejercicio de
las actividades sociales y económicas de cada uno de los habitantes de
una comunidad. Y es que la seguridad es hoy considerada una necesidad
social por estar íntimamente ligada al desarrollo de la libertad individual y
al desarrollo de las oportunidades sociales de cada persona (Monsalve,
2009).

Es ineludible abordar ciertos enfoques conceptuales relativos a la


seguridad, lo cual, según la opinión de Pérez (2004) llenar de contenido
esta palabra a la hora de estudiarlo resulta un tanto complejo, y es que no
hay solo una definición, autores e instituciones gubernamentales proveen
definiciones distintas, dependiendo de sus objetivos, atendiendo a sus
facultades, a sus funciones e intereses políticos.

En el lenguaje habitual, la seguridad es entendida como una condición de


los sujetos que están libres de toda amenaza, agresiones o prejuicios a su
integridad personal. Según “la Real Academia de la lengua Española la
seguridad, es definida como una “cualidad de seguro” libre y exento de
todo peligro, daño o riesgo, cierto, indubitable y en cierta manera infalible;
firme, constante y que no está en peligro de faltar o caerse; desprevenido,
ajeno a toda sospecha” (Orozco, 2006, p.163).

La seguridad es entonces, un concepto que alude a condiciones certeras


en la vida del ser humano, donde puede entenderse que sus actividades
se hallan libres de realizarse sin recelo alguno.

En este sentido, Carmona (2002), plantea que la Seguridad debe ser


vinculada más que a la inexistencia de peligro o amenaza real, a una
sensación percibida por los sentidos. Desde esta perspectiva, y para
tratar con mayor fundamento el concepto, es conveniente realizar una
revisión a su clasificación y/o niveles de aplicación.

Ya que como menciona Orozco (2006) “La seguridad se aplica a un


campo de múltiples dimensiones, para poder preservar la identidad de un
individuo, sociedad o estado” (p.169).

En este sentido, únicamente se enfocará a mencionar los conceptos


referentes a la Seguridad Humana, Seguridad Nacional, Seguridad
Ciudadana y finalmente Seguridad Pública, (haciendo más énfasis en esta
última) por considerarse los conceptos más afines al tema que nos ocupa.
El término seguridad, comprende a distintos si no es que a todos los
ámbitos de la sociedad, donde el Estado se encuentra como el principal
protector y velador de dichos ámbitos.

Dentro de los conceptos de seguridad el más amplio es la seguridad


humana. Seguridad Humana, que de acuerdo con (Orozco, 2006) alude a
una significación integral, que responde a la enunciación de un concepto
expansivo, más allá de cualquier concepto de seguridad, expresando que
la base fundamental de toda política de seguridad, de todo Estado, de
toda institución es la persona.

Esto en relación a que la Seguridad Humana está íntimamente ligada al


desarrollo humano, buscando la ausencia de amenazas, de necesidades
y de desastres naturales.

A grandes rasgos la seguridad Humana es un término holístico que:


“implica la liberación contra amenazas como el hambre, al enfermedad, la
represión; la protección contra alteración súbitas y dolorosas contra la
vida cotidiana ( en el hogar, el trabajo, el barrio; los ámbitos públicos) la
preocupación universal de todas las personas (ricos/pobres;
niños/adultos; ciudadanos/extranjeros); considera como interdependientes
la cuestión del delito, la proliferación y tráfico de armas, el narcotráfico y
las adicciones; la explotación; la desintegración social que ocasionan
impacto sobre todos los habitantes. Puebla, 2010, (p.37).
1.3. La seguridad ciudadana en el Perú

La violencia cuya raíz es el delito común no es solamente un problema de


Lima o de las principales ciudades del país; se trata de una cuestión
mundial y muy especialmente de América Latina, que en las tres últimas
décadas se ha convertido en la región de más alto índice de criminalidad
del planeta.

En nuestro país, según las conclusiones del Informe de la Comisión


Nacional de Seguridad Ciudadana, instituida por el Gobierno en
septiembre del 2001, no existía una política de Estado y un sistema de
seguridad ciudadana que articule vínculos intersectoriales entre el Poder
Ejecutivo, el Poder Judicial, las Regiones, las Municipalidades y la
sociedad organizada para hacer frente a la criminalidad y violencia
delictiva.

Ahora bien, la mejora constante de los niveles de seguridad es una de las


prioridades del Estado. Solo en un clima de paz se generan las
condiciones sociales, económicas y políticas necesarias para alcanzar el
desarrollo y la prosperidad del país. Por el contrario, la inseguridad
ciudadana y la percepción de inseguridad ciudadana generan ansiedad, y
afectan la productividad individual y colectiva, lo que va en desmedro de
la economía de las personas y de su calidad de vida.

Como concepto de seguridad diríamos que es el estado ideal de


tranquilidad que toda persona humana aspira constantemente alcanzar,
mantener y prolongar la mayor cantidad de tiempo posible, durante sus
actividades que desarrolla diariamente, para sí, como para aquellas otras
personas o entidades o cosas con las que interactúa y de las cuales
depende o dependen de él .

La Seguridad Ciudadana es una situación social, donde predomina la


sensación de confianza, entendiéndosela como ausencia de riesgos y
daños a la integridad física y psicológica, donde el Estado debe garantizar
la vida, la libertad y el patrimonio ciudadano.
Según la Ley No 27933, Ley del Sistema Nacional de Seguridad
Ciudadana, se entiende por Seguridad Ciudadana a “la acción integrada
que desarrolla el Estado, con la colaboración de la ciudadanía, destinada
a asegurar su convivencia pacífica, la erradicación de la violencia y la
utilización pacífica de las vías y espacios públicos. Del mismo modo,
contribuir a la prevención de la comisión de delitos y faltas”

Actualmente, el tema de Seguridad Ciudadana es uno de los principales


clamores de los ciudadanos, y el tema principal en las encuestas de
opinión pública sobre los pedidos a sus autoridades, por existir una
altísima sensación de inseguridad por el incremento alarmante de la
delincuencia común, el cual debe ser controlado y reducido hasta niveles
tolerables; al no ser posible eliminarlo dada su naturaleza.

El Perú tiene un problema importante de delincuencia común e


inseguridad ciudadana en sus principales centros urbanos, de los que
podemos distinguir la situación de Lima Metropolitana.

En el caso de la ciudad capital, estamos hablando de delitos menores,


hurtos en las calles, robos a viviendas, venta de drogas, pandillaje juvenil,
secuestros al paso y robos de autopartes de automóviles. En los últimos
cinco años, la sensación de inseguridad se ha mantenido en un alto nivel
de incidencia.

En el 2012, el 73,9% de los limeños considera que la violencia generada


por la delincuencia estaba en aumento. Dos años después, el 82,9% de
limeños señalaron que el nivel de inseguridad se había elevado.

En el 2014, casi el 85% consideró que la sociedad peruana es altamente


violenta, lo que es confirmado en 2014, cuando se afirmó que el principal
problema de la ciudad de Lima era la delincuencia (69%).

Asimismo, la tasa de victimización es alta en la ciudad capital. Según el


Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica del Perú, tres de
cada diez limeños declaran haber sido víctimas de algún delito en 2014.
Siendo los más afectados las mujeres, las personas de tercera edad y los
más pobres.

Para citar algunos casos de la realidad delictiva en la que vivimos y


enfrentamos a diario en nuestra sociedad serían los ejemplos del caso
indignante de la pequeña Ángela Sofía (11). En mayo del 2010 unos
delincuentes le dispararon en el cráneo durante un asalto al grifo La
huaca”, ubicado en la cuadra 5 del jirón Huamanga, en La Victoria. Los
médicos aseguran que podrá recuperar la movilidad de sus extremidades,
aunque le esperan largas terapias de rehabilitación. Su agresor hasta la
fecha no ha sido identificado.

Otro caso que nos muestra la alta tasa de inseguridad es el que ocurrió
en octubre del 2009, la absurda muerte que encontró la joven contadora
María Paola Vargas conmocionó al país. Ella viajaba en un transporte
público cuando un grupo de barristas del club Universitario de Deportes
subieron al mismo vehículo.

La estudiante de la Universidad del Pacífico habría pedido al chofer


detener el vehículo para bajarse y en ese afán, uno de los desadaptados
la empujó violentamente fuera de la coaster haciéndole perder el
equilibrio.

La joven murió un día después, a causa de un grave traumatismo


encéfalo craneano. Su agresor, con el alias de “Bolón”, fue detenido
meses después y purga prisión.

Un caso emblemático es de la pequeña Romina, quien en agosto del


2010 sufrió en carne propia la violencia de los marcas. En un afán de
despojarlos de una fuerte cantidad de dinero, un grupo de avezados
delincuentes interceptaron en plena Vía Expresa de Paseo de la
República al vehículo donde se desplazaba el abuelo de la menor junto a
ella. Los asaltantes dispararon a quema ropa y les arrebataron US$ 2 mil
dólares que previamente habían comprado en el jirón Ocoña.

Producto de ello, la niña quedó cuadripléjica y por casi un año tuvo que
vivir conectada a un aparato respiratorio, posteriormente fue sometida a
una operación que le facilitó respirar por sí sola y mover sus
extremidades. Sus agresores, luego de un año del hecho, fueron
detenidos y e sentenciados.

Finalmente, el caso que generó una mayor reacción en las autoridades


fue el atentado contra la esposa e hija del congresista Renzo Reggiardo.
La pequeña Ariana (9) recibió un disparo cerca del pulmón que puso en
riesgo su vida, pero su fortaleza hizo que saliera airosa de esa difícil
prueba.

Las municipalidades de cada distrito deben fomentar programas sociales,


en donde se exponga la importancia de la familia, que es el primer
espacio social donde todo niño se forma.

Otro aspecto que también es fundamental, es la mayor transparencia en


nuestro poder judicial, en la policía nacional y demás poderes del estado,
que actúen de manera honesta, haciendo que la población pueda confiar
en ellos y no anden con el temor a no ser respaldados por las cabezas
del estado; también es necesario que se impongan sanciones drásticas
a las autoridades si es que no están trabajando de acuerdo a las leyes.

Es así como podremos tener una sociedad más sólida y reducir estos
escalofriantes escenarios que nos dejan con la intriga si salimos o no de
casa.

2. Definición de inseguridad

Existen diversos indicadores para medir la situación de inseguridad, la


violencia y el delito en un determinado territorio. Los más importantes son
los homicidios, la victimización, la percepción de inseguridad, la confianza
en las instituciones y la situación del sistema penitenciario.

Los altos índices de delincuencia en una localidad, aumentan la


percepción de inseguridad, los residentes comienzan a actuar a la
defensiva, toman precauciones para evitar ser víctimas, perjudicando sus
planes o proyectos previamente acordados para progresar, como son las
inversiones o mejores condiciones de vida.

La atención de las necesidades primarias de las personas aumentan, ya


que frente a la necesidad de salud, educación, alimentación, se suma
una, también preocupante y de inmediata atención: la “seguridad
ciudadana”.

Los inversionistas y las empresas en general, también se ven


perjudicados, ya que tienen que asumir sobrecostos de producción, por la
privatización de la seguridad, el circuito económico se ve afectado
drásticamente, las finanzas empresariales varían considerablemente y los
presupuestos también.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la


inseguridad es un reto compartido y un obstáculo para el desarrollo social
y económico en todos los países de América Latina.

3. PROBLEMÁTICA

En contraste con la seguridad pública se encuentra el tema de la


inseguridad, vista como un fenómeno y problema social y como una de
las principales preocupaciones de las sociedades contemporáneas.

Teniendo en cuenta que “La inseguridad se expresa en temor y en la falta


de confianza con el que vive y realiza sus actividades la población,
limitando la libertad de las personas para poder ejercer sus derechos de
libertad de movimiento y de acción” (INEGI, 2013, p.3).

Se trata de un contexto en que la ciudadanía vive bajo el yugo del peligro,


en el que su existencia se ve amenazada por los azares de la
delincuencia.

Beltrame (2013) afirma que “En la actualidad la noción de inseguridad


esta principalmente relacionada con el delito.
Cualquier situación interpretada como una amenaza al orden público es
calificada como inseguridad” (p.193).

No obstante, esta noción también tiene una estrecha relación con la


calidad de vida de las personas, en relación al desarrollo de la
intranquilidad y la preocupación por percibir su entorno como peligroso,
enfatizando nuevamente que la seguridad constituye una parte necesaria
y significativa para el desarrollo de toda sociedad.

Es decir, la inseguridad aborda también las inquietudes de las personas,


transformándose en temas de interés colectivo, según Kessler (2009), “La
inseguridad expresa una demanda, la sensación de una aporía con
respecto a la capacidad del Estado para garantizar un umbral aceptable
de riesgos que se perciben ligados al delito” (p.12).

Orientando las preocupaciones de las personas hacia la acción, ya sea


interviniendo o demandándola, y es que los altos niveles de violencia y
delincuencia afectan los derechos y la dignidad de las personas, la vida
en comunidad, y las posibilidades de desarrollo económico.

Para García (2000), la idea básica de la inseguridad es descrita como


“una problemática multicausal y plurisocial, además de ser universal”
(p.16).

La incesante estadística delictiva, y el paulatino aumento de la percepción


de inseguridad que invade a la población en general, han propiciado que
la seguridad sea un tema de primer orden y de considerable importancia
dentro del tejido social, lo cual se traduce como un problema
trascendental exhibido constantemente por los medios de comunicación,
“produciendo temor y la exigencia, por parte de la sociedad civil, de
respuestas rápidas y efectivas” (Beltrame, 2013, p.190).

Alterando el orden, la convivencia social y evidenciando reiteradamente la


ineficiencia del Estado. Sin lugar a dudas, se trata de una problemática a
nivel internacional, de interés colectivo y público. En este contexto, la
delincuencia traducida en cifras resulta un tanto alarmante, a escala
Internacional las estadísticas disponibles de la delincuencia denotan que
los ciudadanos de más de 18 países de la región de América latina y el
caribe señalan el delito y la violencia como factores que limitan sus
oportunidades reales y su derecho a vivir una vida libre de temor y de
amenazas.

4. SOLUCION DESDE LAS UNIVERSIDADES

Si bien es cierto los problemas de inseguridad ciudadana son


mayormente tarea de las fuerzas del orden las universidades como entes
formadoras tienen la misión de otorgar una colaboración y mayor
participación en la generación de soluciones educativas que puedan alejar
a la juventud de las inclinaciones delictivas.

Según varios entendidos de la materia, para combatir la inseguridad


ciudadana no basta más policías, más patrulleros, sueldos justos y dignos
para ellos; se tiene que abarcar campos de la educación inclusiva y de
calidad, con sistemas integrados de cultura, valores, deporte, que los
jóvenes tengan mayores oportunidades en el ámbito laboral de acuerdo a
su edad, buscar más espacios de ocio positivo, por ejemplo, la creación
de espacios de recreación en las zonas más vulnerables de los distritos,
donde los jóvenes puedan invertir su tiempo, aparte esto ayuda a tener
calles más seguras.

Las Universidades podrían generar un convenio con las Municipalidades


Distritales para poder permitir el desarrollo de Escuelas de Seguridad
Ciudadana para habitantes de dicha jurisdicción. De este modo se
buscaría promover la participación ciudadana para afrontar de modo
conjunto los desafíos entorno a la inseguridad.

En las sociedades modernas se espera que las instituciones privadas en


conjunto con el estado deba garantizar la seguridad de las personas y sus
bienes, ello, a través de un sistema congruente de leyes, normas que
favorezcan la coexistencia de distintas actitudes de orden moral y cultural,
que aplicadas mediante la conformidad de un orden jurídico se establezca
una calidad de vida apropiada para la comunidad, tanto normas internas
de las instituciones privadas como ordenanzas municipales.
En general las escuelas, los institutos, y principalmente las universidades
en general, constituyen un escenario ideal para fomentar la participación
ciudadana y educar en valores democráticos.

Se trata de un tema de actualidad en el contexto de la evolución de


nuestros sistemas sociopolíticos con claras repercusiones en el plano
educativo.

La formación para la participación ciudadana debe considerarse como


una de las finalidades clave en la formación de las personas y un
magnífico vehículo para fomentar el pensamiento crítico y la inserción de
las personas en los diversos contextos sociales para hacer frente a él
gran ambiente de inseguridad en nuestra sociedad.

Llegar a ser competentes en la convivencia social, con sentido de la


responsabilidad y compromiso, requiere conocimientos sobre distintos
aspectos del pasado y presente de la sociedad, capacidades
para pensar soluciones o alternativas a problemas comunes y aprender a
utilizar los distintos recursos colectivos en defensa del bien común con
criterios de igualdad y equidad.

Los programas de fomento de la participación ciudadana desde los


ámbitos educativos tratan de frenar el posible alejamiento de jóvenes y
adultos de la participación democrática y las acciones sociales.

En este sentido, son muchas las investigaciones y las propuestas


educativas innovadoras que reclaman una nueva educación política,
jurídica o económica y, por encima de todo, cívica, que ponga el acento
en la participación. Estas propuestas son susceptibles de llevarse a cabo
desde las etapas de formación iniciales hasta la educación para
adultos en universidades y otros centros educativos, sean reglados o no.

El fomento de la participación ciudadana debe articularse a través de un


aprendizaje que promueva el camino que va desde la reflexión a la
acción, lo que significa comenzar valorando las distintas situaciones, para
luego poder tomar decisiones y comprender sus consecuencias.

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