Sunteți pe pagina 1din 138

Cibercultura y civilización

universal
Cibercultura y civilización
universal
Hacia un nuevo orden cultural

Sonia Valle de Frutos

pensamiento del presente • 31


1.ª edición: mayo de 2010
2.ª edición: julio de 2011

Diseño de la cubierta: Eva Celdrán


Cubierta y maquetación: JesMart

© Sonia Valle de Frutos, 2010


© Erasmus Ediciones, 2010
Muralla dels Vallets, 36 (edificio «Muralla»), local 2
08720 Vilafranca del Penedés (Barcelona)
Tel. 93 892 65 92
publicaciones@erasmusediciones.com
www.erasmusediciones.com

ISBN: 978-84-92806-63-8

Depósito legal: B. 24068-2011


Impreso en Service Point FMI, S.A.

Impreso en la UE – Printed in the EU

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, alma-


cenada, transmitida o utilizada en manera alguna ni a través de
ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, de graba-
ción o electrográfico, sin el consentimiento previo del editor.
Dedicado a mis padres, Charo y Daniel.
Sumario

Prólogo ................................................................................ 13

Introducción ......................................................................... 17

Capitulo I. Desde la cultura a la cibercultura ....................... 19


1 Cultura versus cibercultura ............................................. 20
1.1 Definición y propuesta conceptual ........................... 28
2 Reflexiones teóricas sobre cibercultura: antropología
de la cibercultura, ciberantropología .............................. 32
2.1 Nuevo modelo cultural ............................................. 37
2.2 Cultura naciente y producto cultural ........................ 41
3 El estudio de la cibercultura desde la comunicación
social digital .................................................................... 43
3.1 Cibercultura popular ................................................. 44
3.2 «Cyberculture studies» ............................................. 46
3.3 «Critical cyberculture studies» .................................. 47
3.4 Estudios latinoamericanos ........................................ 49

Capítulo II. Desde la civilización a la civilización digital ...... 51


1 Civilizaciones y civilización digital, civilización
colectiva universal ........................................................... 51
1.1 Tipología de civilizaciones ........................................ 54
1.2 Desarrollo de las civilizaciones ................................. 57
2 «Civilización digital: civilización de la mente» ................. 58

9
Cibercultura y civilización universal

2.1 Fronteras tecnológicas y lingüísticas ......................... 59


2.2 Comunicaciones horizontales .................................... 60
3 Civilización colectiva universal .......................................... 62
3.1 Procesos de transvaloración y fondo común
civilizatorio ....................................................................... 63

Capitulo III. Desde los procesos de transculturación .......... 67


1 Origen y evolución del término ....................................... 67
1.1 Procesos de «aculturación» ....................................... 69
1.2 El término «transculturación» .................................... 72
2 Definición y características de los procesos de
transculturación ............................................................... 76
3 Principios de la transculturación ...................................... 79
3.1 La transmigración ...................................................... 80
3.2 Principio de selectividad ........................................... 81
3.3 Grado de aceptación y resistencia ............................ 82
3.3.1 «Focus» ................................................................... 83
3.3.2 «Hábitat» y circunstancias históricas ...................... 85
3.3.3 Endoculturación ...................................................... 87
3.4 Grado de permeabilidad ........................................... 88

Capítulo IV. A la cibertransculturación ................................. 91


1 ¿Podemos diferenciar los procesos de transculturación de
otros fenómenos culturales? ................................................. 91
1.1 Multiculturalismo: acepción demográfica-
descriptiva ....................................................................... 92
1.2 Multiculturalismo: acepción ideológica-normativa ... 93
1.3 Multiculturalismo: acepción programático-política ... 96
2 ¿Posible cibertransculturación? ........................................ 99
2.1 Redes ciberculturales ................................................ 99
2.2 Nuevas formas de comunicación ............................... 100

10
Sumario

Capítulo V. Alcance de la dimensión cultural en la Unión


Europea ............................................................................ 103
1 La dimensión cultural y el concepto de cultura ............... 104
2 Programas marco: desde Cultura 2000 a 2013 ................ 106
3 Agenda Europea para la Cultura en un Mundo en vías
de Globalización: promoción de la diversidad cultural y
el diálogo intercultural ..................................................... 110
4 Midiendo la cultura y las relaciones interculturales ......... 111

Capítulo VI. Alcance de la dimensión cultural en la


Organización Educativa, Científica y Cultural de las
Naciones Unidas (UNESCO) ............................................ 117
1 Enfoques sobre la diversidad cultural .............................. 117
2 Definición de cultura en Mondiacult ................................ 120
3 Nuevo Orden Mundial de la Información y la
Comunicación (Informe MacBride) .................................. 121
4 Declaración Universal de la Diversidad Cultural .............. 123
5 Informe Mundial sobre la Diversidad Cultural ................. 124
6 Midiendo la cultura .......................................................... 126

11
Prólogo

Adalberto Santana1

En el proceso de globalización, las tecnologías de la informa-


ción y la comunicación han generado entre los seres humanos
una gran revolución en la manera de comunicarse, relacionarse,
acceder, apropiarse y transmitir la información, lo que ha hecho
surgir nuevos escenarios sociales, políticos, económicos y cultu-
rales en el interior de casi todas las naciones del mundo. Ahora
múltiples dimensiones contemporáneas reformulan y reconcep-
tualizan también el pensamiento en torno a las identidades del
siglo XXI.
En las llamadas economías desarrolladas la modernidad se ha
desplazado al entorno de esas redes. El contexto que permite
esta interacción es el llamado espacio ciber; denominado así por-
que proviene del concepto de cibernética, refiriéndose a un sis-
tema estructurado y ordenado de lenguajes y técnicas en las que
el hombre se relaciona con las máquinas. Según el sociólogo, fi-
lósofo y lingüísta Derrick de Kerckhove,2 desde las computadoras
se ha configurado un lenguaje hegemónico: el digital.
En la mayoría de los países la cultura, como «forma de vida»,
no se presenta de manera homogénea, sin embargo, en el mapa
virtual se manifiesta en una dimensión funcional de identidades
colectivas.

1
  Director del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC),
UNAM.
2
  Cf. Entre otros trabajos de Derrick de Kerckhove, La piel de la cultura: investi-
gando la nueva realidad electrónica, Gedisa, Barcelona, 1999.

13
Cibercultura y civilización universal

Así, Sonia Valle de Frutos, en la obra que aquí presentamos,


nos explica que este proceso se da a través del contacto per-
manente entre las culturas, bajo el concepto de la comunicación
social. También señala que esta interacción tiene consecuencias.
Es decir, que sus resultados se perciben en las creaciones socia-
les, que a su vez producen transformaciones e identificaciones
generacionales, aportando y modificando las formas de vida.
Por la realidad tecnológica en la que se desarrolla ese proceso,
éste ha sido denominado cibercultura.
Con la irrupción de la sociedad de la información, diversos
intelectuales apuntan que entramos en un período de indivi-
dualismo feroz, estimulado en gran medida por el «traslado» de
parte de la vida a las redes telemáticas y a la esfera de lo virtual.
Esto provoca el estudio y el desarrollo de la teoría de este fenó-
meno. Se busca comprender cómo se desarrolla la cibercultura
en los países desarrollados para, de esta manera, encontrar las
diferencias del papel que desempeña en los países no desa-
rrollados. Asimismo, otro objetivo de estudio es identificar las
características básicas que presentan tres niveles de relaciones:
las microsociales (entre amigos), las mesas sociales (comunidad,
regional, civiles) y las macrosociales (nacional y transnacional).
En esos niveles de relación aparecen modelos nuevos de or-
den cultural, que ceden por la presencia de la comunicación sin-
crónica propia de las culturas no escritas. La cibercultura encar-
na la transmisión de forma horizontal, simultánea y puramente
espacial, que a su vez desencadena una cultura de la cibercultu-
ra, que tendencialmente podrá dejar de ser hegemónicamente
grafocéntrica.
Bajo este esquema, la información y el conocimiento encuen-
tran el espacio ideal para reproducirse rápidamente en amplios
espacios, y se ven reflejadas en múltiples proyectos de carácter

14
Prólogo

regional y general, en documentos de organizaciones interna-


cionales, bloques de países y aún países individuales. De esta
manera, una sociedad con predominio de la tecnología no pue-
de llegar a ninguna parte si ésta no va acompañada de la infor-
mación que lleva al conocimiento.3
A partir de aquí, se añade al desarrollo de esta investigación
el concepto de comunidades virtuales, que son el resultado de
la unión de las comunicaciones en las redes sociales. Las per-
sonas emprenden movilizaciones colectivas con un sentido de
pertenencia y pertinencia, y también con una identidad social;
asimismo intercambian apoyos, informaciones e ideas que posi-
bilitan medios de organización de manera coordinada y novedo-
sa. Como cualquier conducta humana, estas acciones evolucio-
nan y van buscando la relativa perfección, hecho que encuentra
impulso por la misma sociedad de consumo y en la innovación
tecnológica. Es decir, la consunción de productos, equipos y
software, como instrumentos de producción digitales.
Por su formación, nuestra autora no rehúye en el presente tra-
bajo el análisis de civilización, lo cual hace de forma excelente
acudiendo al historiador inglés Arnold Toynbee. Destaca los tres
elementos que componen toda civilización: el político, el econó-
mico y el cultural, que conforme a su evolución ocupan un lugar
en la historia. Para ello, en esta obra que prologamos se recorren
diversas civilizaciones, describiendo algunas de sus característi-
cas culturales, sus etapas de crecimiento y desarrollo hasta llegar
a la civilización digital o, si se prefiere, cibercivilización.
Nuevamente el punto donde converge el intercambio cultu-
ral es el ciberespacio, que ahora se presentará como una gran
cultura virtual originada desde la civilización del llamado libre

3
 Cf. Estela Morales Campos (coordinadora), Infodiversidad y cibercultura. Globa-
lización e Información en América Latina, Alfagrama Ediciones, México 2006.

15
Cibercultura y civilización universal

mercado, y que se producirá desde el ámbito de las relaciones


internacionales de forma global mediante grandes desplaza-
mientos humanos de un lugar a otro del planeta.
Esta civilización digital se distingue como un espacio de cono-
cimiento, pero también de los niveles del conjunto cibernético.
Podría decirse que con ello emergen nuevas cadenas o adiccio-
nes a este mundo virtual. La reflexión, la interacción y la coope-
ración surgen en él. La libertad y la igualdad son valores relativos
que se transforman de culturales a civilizatorios. Este ejercicio de
transvaloración se traduce en procesos de transculturación.
La aportación de la presente obra ofrece al lector una serie
de pistas que obligan a la reflexión sobre el fenómeno del ci-
berespacio, la cibercultura, las comunidades virtuales y la civi-
lización digital, todos ellos procesos entre humanos que, con
su acción e interacción, han provocado nuevas formas de en-
cuentro para la deliberación, la participación y la comunicación.
La socialización de estos contactos genera actitudes colectivas
que, a su vez, representan una nueva expresión de la cultura
política e inéditas formas de democracia participativa, así como
comportamientos políticos que fundamentan novedosas estruc-
turas culturales.
Por todo lo anterior, Cibercultura y civilización universal. Ha-
cia un nuevo orden cultural de Sonia Valle de Frutos, es una
obra de lectura imprescindible, después de la cual podremos
hacer una profunda y necesaria reflexión para visualizar hacia
dónde va este joven pero muy dinámico siglo XXI.

16
Introducción

Sugerir mapas abiertos de reflexión y discusión, que permitan


futuras exploraciones sobre la dimensión cultural y comunicati-
va en la sociedad internacional, es una de las pretensiones de
este libro. Si bien esta cuestión fue analizada por los estudios
clásicos a partir de los conceptos de cultura y civilización en
mi anterior obra, Cultura y civilización. Un acercamiento desde
las ciencias sociales,1 la presente, siendo una continuidad,2 se
acerca más profundamente a la dimensión dinámica dada por el
actual proceso irreversible de transculturación, provocado por
la inmensa interacción cultural que ofrecen las nuevas formas de
comunicación social internacional.
Esta obra supone una revisión de los escenarios teóricos que
clásicamente han estudiado a las culturas y civilizaciones desde
diferentes doctrinas, añadiendo sus transformaciones con el ad-
venimiento de las creativas posibilidades que ofrecen las nuevas
tecnologías de la información.
Se presenta el estado de la cuestión de las culturas y ciber-
culturas en los actuales estudios comunicativos y culturales, así
como apunta herramientas de trabajo para futuras investigacio-

1
  Cultura y civilización. Un acercamiento desde las ciencias sociales, Biblioteca
Nueva, Madrid, 2008.
2
  Recoge reflexiones y líneas de investigación fundamentales que quedaron sin
resolver en mi Tesis Doctoral: «Teoría de la transculturación: comunicación y desarro-
llo» (2004), dirigida por Rafael Calduch Cervera (Sección Departamental de Dº Inter-
nacional Público y Relaciones Internacionales (Estudios Internacionales), Facultad de
Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid).

17
Cibercultura y civilización universal

nes de aplicación teórica. Podemos apreciar cómo en determi-


nados casos es muy necesario y útil recuperar teorías clásicas
que siguen aportado soluciones las diferentes problemáticas
que van surgiendo con el desarrollo de la red.
Este libro intenta rescatar y desarrollar conceptos como el de
«civilización digital», sostener otros como el de «cultura digital»,
«cibercultura», «culturas virtuales», y proponer nuevos como el
de «cibertransculturación».
Uno de los objetivos deseables de las ciencias sociales, y lo
es también en este trabajo, es lograr efectuar una medición de
los fenómenos a estudiar. Desde los organismos y organizacio-
nes internacionales los esfuerzos por encontrar indicadores que
reflejen la realidad cultural y cibercultural han sido bastante tí-
midos por la complejidad que conlleva. Es más, los últimos in-
formes delatan la incapacidad para lograrlo y el acuerdo por
mostrar los rasgos culturales y comunicativos de una forma
cuantitativa.

18
Capítulo I
Desde la cultura a la cibercultura

Introducción

Los estudios sobre la «cibercultura» han logrado aglutinar


disciplinas que tradicionalmente se han construido a base de
fronteras impermeables: antropología, comunicación social
y sociología. La comprensión de las transformaciones tecno-
lógicas han empujado inevitablemente a estudios donde se
mezclan teorías y métodos para dar respuesta a las nuevas
realidades sociales digitales.
Por otro lado, las ciencias que originariamente han tenido
como objeto de estudio las culturas, como la antropología, han
evolucionado hacia otras disciplinas o subciencias.
Han pasado cerca de veinte años desde que aparecieron los
primeros trabajos que empezaban a crear el concepto de ciber-
cultura desde la disciplina de la antropología de la cibercultura,
que dio lugar a la ciberantropología como marco de estudio en
cuanto a objetivos y a la ciberetnología como método de análi-
sis y que ya hacían mención de un «nuevo orden cultural» (Esco-
bar, 1994). Uno de los avances fundamentales que supone para
la antropología clásica el planteamiento de la antropología de
la cibercultura es la oportunidad de renovarse disolviendo cate-
gorías que han dificultado su desarrollo como disciplina social,
entre ellas, lo moderno frente a lo salvaje, lo civilizado frente a
lo incivilizado.

19
Cibercultura y civilización universal

Fue a principios de los años noventa cuando, paralelamente,


surgieron también los trabajos desde la comunicación social
que reflejaban el comienzo de una nueva disciplina denomina-
da «cibercultura», y que dio paso a principios del siglo XXI a los
«internet studies». Sin embargo, ambos enfoques siguen desa-
rrollando proyectos conjuntamente. Conceptos como «culturas
virtuales» están empleándose actualmente para dar respuesta a
los fenómenos surgidos de la red y se hace referencia también a
un «nuevo ecosistema comunicativo» (Barbero, 2009).
A mediados de los años noventa también nacen, desde la
sociología, análisis que marcan un salto cualitativo a las anterio-
res escuelas funcionalistas y estructuralistas con el concepto de
«cultura de la virtualidad» (Castells, 1996) y actualmente algu-
nos estudios apuntan hacia un análisis más tecnosocial donde
la cultura no aparece como centro de estudio, y otros hacia el
análisis de las redes internacionales.
Podemos apreciar que todavía el enfoque teórico cibercul-
tural no se ha agotado. Sigue planteando cuestiones, a pesar
de que hay críticos que anuncian un exceso de reflexión frente
a una evidencia empírica. Podríamos decir que existe una des-
compensación entre el marco teórico y la aplicabilidad, así como
ausencia de estudios cualitativos y cuantitativos. Tal vez sea un
buen momento de evaluar todas las corrientes que han trabaja-
do la temática sobre la cibercultura dado que ya empezamos a
tener un poco de perspectiva histórica para analizarlas.

1 Cultura versus cibercultura

La mayoría de los investigadores afirman que las tecnologías de


la comunicación han creado un cambio sin precedentes en lo

20
Desde la cultura a la cibercultura

que se entiende por cultura. Si bien ha sido un tema de mucho


desencuentro entre las disciplinas, ahora la dispersión se pro-
fundiza desde que incorporamos el ciberespacio como aquel
lugar donde también hay existencia cultural. Los diversos usos
que se le han otorgado al concepto de «cibercultura» no han
facilitado el camino. No por ello podemos dejar de plantear y
aportar sus diferencias y similitudes con el concepto de «cultu-
ra». Partiendo, en primer lugar, de describir las manifestacio-
nes y elementos que fundamentan a las culturas y, a veces, a
las ciberculturas, propondremos un concepto de cultura que,
intentando ser lo más abierto posible, abarcará aspectos multi-
disciplinares que permitan ser referente para futuros estudios.
No obstante, le corresponde una autonomía como fenómeno
social a describir, por lo que se expondrán diferentes formas de
enunciarla conceptualmente.
A pesar de que sin lugar a dudas las teorías sobre las culturas
han sido y son un campo inagotable de estudio donde cada
vez existe menos posibilidad de crear aportaciones novedosas,
existe un aspecto que todavía persiste poco perfilado por su
complicidad en la delimitación del concepto de cultura y ciber-
cultura, nos referimos a su carácter multidimensional. Revisando
los principales autores que tratan el tema desde la historia, la
antropología, la comunicación, la sociología y la filosofía, apre-
ciamos tres dimensiones culturales comunes que nos pueden
servir como herramientas para el estudio de ambas realidades
culturales: manifiesta, encubierta y comunicativa.
Comenzando por autores clásicos pertenecientes al ámbito
de la antropología, los trabajos de Ralph Linton,1 nos muestran

1
  LINTON, R., The Cultural Background of Personality, Appleton-Century C. Nueva
York-Lontres, 1ª ed., 1945 (traducción al castellano de Javier Romero, Cultura y personali-
dad, Fondo de Cultura Económica, México, 5ª reimpresión, 1969, pág. 51).

21
Cibercultura y civilización universal

que el concepto de cultura presenta dos aspectos o dimensio-


nes. Por un lado, el «aspecto manifiesto» que hace referencia a
aquellos lados «concretos y tangibles» que incluyen la cultura
material, en cuanto al conjunto de resultados derivados de la
interacción del individuo con el medio y del aprendizaje con-
siguiente por instrucción o imitación, y la conducta manifiesta,
formada por el conjunto de pautas de respuestas habituales.
Es decir, la cultura aporta a la sociedad tres tipos de técnicas:2
técnicas para incorporar nuevos individuos; técnicas para re-
compensar la conducta socialmente deseable y pautas de con-
ducta que deben estar ajustadas unas con otras de forma que
se eviten los conflictos e impida que los resultados de una pauta
de conducta anulen los de otra. Por tanto, la cultura presenta
la función de regular y organizar los modos de actuación de sus
miembros de una forma determinada. Es imprescindible tener
en cuenta la valoración de estas técnicas sociales en el estudio
de las comunidades online, puesto que fácilmente pueden ex-
presar elementos del comportamiento de las culturas offline.
Por otro lado, el «aspecto encubierto» hace referencia a
aquellos fenómenos psíquicos que comprenden tanto los co-
nocimientos, el sistema de valores, las actitudes –y debemos
añadir, las creencias–, que forman parte de los miembros de una
sociedad y que pueden ser estudiados tanto para describir las
culturas como las ciberculturas.
Desde los estudios de la historia, Oswald Spengler3 nos presen-
ta, por un lado, la distinción entre «cultura real» y «cultura posible».
La primera se refiere a la manifestación de la cultura, a su existen-

  LINTON, R., Cultura... op. cit., pág. 38.


2

  SPENGLER, O., Der Untergang des Abendlandes, Ed. C. H. Beck´sche Verlags-


3

buchhandlung, München, 1921 (traducción de Manuel G. Morente, La decadencia de


Occidente. Bosquejo de una morfología de la historia universal, Colección Austral, 2ª
ed., 2002, vol. I, págs. 135 y 159).

22
Desde la cultura a la cibercultura

cia en el espacio a partir de actos, opiniones, religión y Estado,


arte y ciencias, pueblos y ciudades, formas económicas y sociales,
idiomas, derechos, costumbres, etc. La existencia de la cultura en
otro tipo de espacio, el ciberespacio, constituye la cultura virtual
que, siendo real, es proyección y reflejo de la primera.
Mientras que la «cultura posible» comprende el conjunto de
posibilidades interiores para evolucionar y desarrollarse una de-
terminada cultura.
Por otra parte se distingue la «cultura creadora», que corres-
pondería a la «cultura posible», y la «cultura creada», que se
refiere a la «cultura real» o a las formas en que se manifies-
ta la cultura. En otras palabras, la cultura que construye, nos
muestra el aspecto dinámico, potencial y probable de la cultura,
mientras que la ya construida nos conduce al aspecto estático y
manifiesto que se presenta en un momento determinado de la
evolución de la cultura.
Desde estudios comunicativos, Cee J. Hamelink4 nos muestra
que «el sistema cultural de una sociedad está comprendido por
tres tipos de relaciones adaptativas e indirectas que [cada so-
ciedad] tiene para sobrevivir y adecuarse a su ambiente»: a) ins-
trumentales, o las técnicas que el ser humano desarrolla y apli-
ca, es decir, sería la cultura material. Jamás podría ser tangible
en el ciberespacio; b) simbólicas o los símbolos con los que el
ser humano se comunica. Éstos se pueden manifestar de forma
online como offline; y c) sociales, o los patrones de interacción
social que las personas crean para alcanzar variados objetivos
vitales. Aquí incluimos la multitud de comunidades virtuales y
la diversidad de éstas en función de los intereses y formas de
encuentro del «otro».

  HAMELINK, C. J. Cultural autonomy in global communications, Longman Inc.


4

Nueva York, 1983, pág. 1.

23
Cibercultura y civilización universal

Por último, desde los estudios de la sociología, Castells con-


cede a su enfoque cultural tres dimensiones: a) la dimensión
material o cultura material que hace referencia a la tecnología,
o «el uso del conocimiento científico para especificar modos de
hacer cosas de una manera reproducible»,5 en cuanto a permite
valorar la capacidad de las sociedades para transformarse; b) la
manifestación institucional o la inserción de las culturas en las
instituciones u organizaciones determina el carácter diferencial
de la evolución de las culturas, así como sus respectivas confi-
guraciones espacio-temporales, es decir, su historia particular; y
c) la dimensión comunicativa que permite la transmisión, media-
tización y difusión de las culturas comprende al menos cuatro
modos comunicativos: la comunicación real o interpersonal, la
comunicación a través de los medios de comunicación, la comu-
nicación a través del ordenador y la comunicación a través del
sistema integrado.
En resumen, Linton y Spengler nos muestran las dos dimen-
siones fundamentales en que se desarrollan las culturas, es
decir, su parte manifiesta, real o creada, y su parte encubier-
ta, potencial o creadora. Sus estudios nos permiten aplicar de
forma simultánea al concepto de cultura tanto en su dinámica
como en su dimensión estática. La diferencia entre la cultura y
la cibercultura estaría en el grado de evolución, ritmo, cambio
y velocidad de desarrollo, entre otras. La última tendría un ma-
yor dinamismo. Desde el lado interno ambas presentan carac-
terísticas comunes. Sin embargo, es necesario poner los límites,
las fronteras descriptivas para poder denominar «culturas» a los

  CASTELLS, M., The Information Age: Economy, Society and Culture, vol. I: The
5

Rise of the Network Society, Edit. Blackwell Publishers Inc. Cambridge, Massachu-
setts, 1996 (traducción al castellano de Carmen Martínez Gimeno, La era de la infor-
mación: Economía, sociedad y cultura, vol I. La sociedad Red, Alianza, Madrid, 1ª ed.
1997, 5ª reimpresión, 2000, pág. 56).

24
Desde la cultura a la cibercultura

«fenómenos» que surgen en el ciberespacio, y valorar si exis-


te en el ciberespacio la misma problemática que en la realidad
offline donde no siempre coinciden las culturas con las comuni-
dades y/o identidades. Si consideramos que el mapa virtual es
un espejo del «real» con las mismas reglas que tradicionalmente
han caracterizado a las culturas, entonces llegamos a la conclu-
sión de que existen muchas culturas pero pocas ciberculturas.
Sin embargo, es imprescindible establecer la relación entre
estas dos dimensiones, manifiesta y encubierta, ausente en los
autores anteriores, pero que sí manifiesta en los estudios de
Castells y Hamelink, a partir de añadir una tercera dimensión, la
comunicativa o simbólica, que desempeña la función de vincular
la «cultura creada» con la «cultura creadora». Función también
presente entre las culturas y ciberculturas.
En conclusión, otorgamos al concepto de cultura y cibercultu-
ra tres dimensiones. En primer lugar, la dimensión «manifiesta»
que incluye tres aspectos. Por un lado, la denominada «cultura
material» o aquellos aspectos tecnológicos que permiten que
las culturas y ciberculturas se desarrollen y se adapten unas a
otras. Por otro lado, la manifestación de las culturas a través de
las instituciones u organizaciones que facilitan el desarrollo de
patrones de interacción cultural para alcanzar objetivos vitales.
Y, por último, las conductas manifiestas como la dimensión fun-
cional de las identidades colectivas. Esta dimensión manifiesta
corresponde con la denominada por Spengler «cultura real»,
«cultura creada» o el «cuerpo» de la cultura, y corresponde a las
relaciones instrumentales y sociales adjudicadas por Hamelink.
En segundo lugar, la dimensión «encubierta», que compren-
de los conocimientos, los sistemas de valores, las actitudes,
constituye el «alma colectiva» o la identidad colectiva como re-
flejo de la potencialidad interior que posee cada cultura y ciber-

25
Cibercultura y civilización universal

cultura. Considerando que las variables de las identidades, sus


funciones y sus significados, van entrelazadas, en este esquema
multidimensional referimos las «funciones» a la dimensión «ma-
nifiesta» de la cultura y/o cibercultura, mientras que los «sig-
nificados» a la «encubierta». Por otro lado, debemos también
recordar que la «identidad cultural» es un rasgo universal del ser
humano, así como otras «necesidades universales»6 señaladas
por Linton: la necesidad de respuesta emotiva, la necesidad de
seguridad a largo plazo, que da lugar a conductas previsoras, y
la necesidad de experimentación de la novedad.
En tercer lugar, la dimensión comunicativa de las culturas se
puede describir a partir de la definición de «comunicación so-
cial» de Beltrán (1967), que salva alguna de las limitaciones que
suelen realizarse por los estudiosos de la comunicación, como
es el no relacionar el concepto de comunicación con cultura,
pero sin embargo, por las circunstancias históricas en que se
creó –todavía no existía la red de internet–, es incompleta al no
abordar una nueva modalidad de transferencia de información:
many to many («de muchos a muchos»): «Todo proceso de con-
tacto social –directo e indirecto– que comprende una transferen-
cia efectiva de información, efectuada entre un término emisor
y otro receptor, por medio de técnicas codificadoras precisas,
comunes a ambos (lo que implica una cierta comunidad de cul-
tura), a través de medios comunicantes, independientemente
de las formas, contenidos, sentidos, efectos y contextos socia-
les en que se realice, variables todas ellas por las cuales está
necesariamente condicionado».7

  LINTON, R., Cultura… op. cit., págs. 21-25.


6

  BELTRAN, L., «Comunicación social y desarrollo (la comunicación social en los


7

nuevos países africanos)», Revista Española de la Opinión Pública, vol. 9 (julio-sep-


tiembre, 1967), pág. 107.

26
Desde la cultura a la cibercultura

Consideramos que esta definición de los años sesenta, a pe-


sar de que está elaborada a partir de las características de los
medios de comunicación africanos, y tal vez precisamente por
eso, resulta llamativa, significativa, pertinente, que refleja de
forma bastante completa los ingredientes fundamentales de lo
que actualmente podemos considerar «comunicación social» en
su más amplio sentido. Si la comparamos con una definición
actual de comunicación social digital que surge de la mano de
los nuevos medios de comunicación, vemos que ambas definen
ésta como un «proceso», es decir, como algo evolutivo, caracte-
rística fundamental para entender la génesis de la comunicación
humana. La diferencia se encuentra en que una pone el énfasis
en la técnica y la otra en el social, por lo que ambas son comple-
mentarias. Según Scolari (2009), la comunicación social digital
se entiende como «el proceso tecnológico que reduce el tex-
to en algo que puede ser fácilmente fragmentado, manejado,
unido y distribuido que permite las interrelaciones, multimedia,
comunicación colaborativa e interactiva».8
Otro dato relevante de la definición de Beltrán (1967) es
la condición de que exista una «cierta comunidad de cultura»
para que pueda efectuarse la comunicación social. Este rasgo
anticipa una de las conclusiones que Castells (2009) expone
en uno de sus recientes estudios cuando afirma que «la cultura
común de la sociedad red global es una cultura de protocolos
que permite la comunicación entre diferentes culturas sobre
la base no necesariamente de valores compartidos, sino de
compartir el valor de la comunicación. Esto quiere decir que
la nueva cultura no está basada en el contenido, sino en el
proceso».

8
 ������������������������������������������������������������������������
SCOLARY, C. A. (2009), «Mapping conversations about new media: the theo-
retical field of digital communication», New media & Society, 11 (6), págs. 946-947.

27
Cibercultura y civilización universal

1.1 Definición y propuesta conceptual

Otro de los aspectos que hacen difícil realizar una definición de


cultura, aparte de su multidimensionalidad, que se acaba de
exponer, es su carácter polisémico, debido a los distintos en-
foques y usos que cada disciplina social le otorgan. Intentando
superar estas dificultades, y otras, como el estudio de sus rela-
ciones, se propone a continuación una definición que aglutina
los componentes y rasgos fundamentales que integran las cul-
turas, porque tal y como apuntaba Spengler, «las culturas son lo
primero; luego vienen las relaciones».9
Por tanto, definimos la cultura, desde un sentido amplio,
como los procesos a través de los cuales los seres vivos, de for-
ma colectiva, se comunican, crean formas de vida, comparten
historia, y dan sentido o conciencia de su existencia a partir de
su experiencia transmitida de forma intergeneracional y espa-
ciotemporal.
Entendemos la cultura como «proceso» desde dos ámbitos.
En primer lugar, en el sentido de que el ser humano es incapaz
de vincularse a la realidad directamente, puesto que la realidad
es inferencial. En segundo lugar, la cultura se transmite a través
de diferentes formas o lenguajes y lo que distingue una cultura
de otra son fundamentalmente los diferentes medios que utiliza
para expresarse y comunicarse a través del espacio y el tiempo.
Entendemos la cultura como «forma de vida» en el sentido
que le otorgan los antropólogos, es decir, la cultura se desarro-
lla a partir de crear diferentes modos y medios de vida que per-
miten relacionar a los seres vivos de una forma peculiar dando
un sentido particular a su existencia.

  SPENGLER, O., La decadencia de Occidente... op. cit., vol. II., pág. 100.
9

28
Desde la cultura a la cibercultura

Entendemos la cultura como «historia compartida» en el sen-


tido referido por los historiadores, es decir, la historia es «colec-
tiva», tal y como apunta Braudel al afirmar que la historia no es
el relato de los acontecimientos, como tampoco es solamente la
medida del hombre y del individuo, sino de todos los hombres y
de las realidades de su vida colectiva.10 La historia colectiva es,
pues, la de las condiciones de vida material y de los períodos
sucesivos de nuestra vida moral colectiva.
Entendemos por cultura el «marco de la comunicación so-
cial» en el sentido de que la comunicación de una sociedad
está marcada por los procesos culturales que la constituyen y
viceversa. Para que una comunicación pueda llevarse a cabo
eficazmente es necesario que exista una base cultural común
capaz de compartir unos valores que permitan la viabilidad de
la codificación y descodificación de los mensajes, es decir, la
comprensión.
Por último, entendemos por cultura la fuente de donde
emana la identidad o conciencia de sí mismo a partir de las
elecciones y acciones que las personas van haciendo y crean-
do desde la experiencia. En palabras de Bell: «la experiencia
es la gran fuente de la autoconciencia, la confrontación del
yo con otros».11 De ahí que la identidad surge entre quienes
tienen experiencias comunes para hallar significados comunes.
Así pues, el sentido de «generación» y de grupo es el centro
distintivo de la identidad y la fuente estructural de confirma-
ción de uno mismo a partir de la cual se transmite y se aprende

10
  BRAUDEL, F., Les ambitions de l´Histoire, Éditions de Fallois, París, 1997 (tra-
ducción de Mª José Furió, Las ambiciones de la historia, Crítica, Barcelona, 2002,
pág. 28).
11
 BELL, D., The Cultural Contraditions of Capitalism, Basic Books Inc., Nueva
York, 1976 (traducción de Néstor A. Mínguez, Las contradicciones culturales del capi-
talismo, Alianza Universidad, 1ª ed. 1977, 3ª reimpresión 1989, pág. 95).

29
Cibercultura y civilización universal

la cultura bajo las variables del espacio y del tiempo. A esta


característica también hay que añadir que las generaciones se
comunican y transmiten la memoria colectiva de forma filtrada,
lentamente, relevando los conocimientos desde una determi-
nada época hacia otra.
Con respecto al término de cibercultura se ha venido em-
pleando definiciones desde varios enfoques. Una de las que
atiende a los rasgos generales que el espacio virtual condiciona
para su creación, y que aprecia elementos comunes al concepto
que se ha propuesto de «cultura», marcando clara coherencia,
es la de Figueroa (2001):12 «Cibercultura. Para nuestros propó-
sitos este término se refiere a los modos de vida, las formas de
construcción del self y del otro, así como las formas en las que
fluyen transversalmente las dimensiones política y económica
en la espiral de dominación/resistencia dentro de este nuevo y
escurridizo escenario también llamado cyberspace o ciberespa-
cio. [...]. En su sentido más abarcador remite a toda forma de
comunicación mediada por redes de computadoras (CMC), ya
sea en tiempo diferido –como cuando utilizamos el correo elec-
trónico– o en tiempo sincrónico, como cuando sostenemos una
conversación en un chat room de Internet Relay Chat».
Esta definición marca las líneas de reconocimiento de las ci-
berculturas comunes a las culturas: los «modos de vida», la co-
municación social e identidad a lo que faltaría añadir el carácter
histórico o la vida colectiva que se desarrolla en las mismas,
dimensión que se completa con el concepto de «cultura digital»
de Martín Barbero13 (2009), que desde el campo de la comuni-

12
  FIGUEROA SARRIERA, H. J., Curso de Cibercultura, http://home.coqui.net/hfi-
guero/ciber.htm.
13
  MARTIN BARBERO, J. (2009), «Digital Convergence in Cultural Communica-
tion», Popular Communication, 7: 3, pág. 154.

30
Desde la cultura a la cibercultura

cación, se referiere a las modalidades de interacción con redes


de información que las comunidades eligen y desarrollan, de las
transformaciones que su uso introduce dentro de la vida colec-
tiva, y de los nuevos recursos, tanto técnicos como humanos,
que son requeridos para hacer estas interacciones socialmente
creativas y productivas.
Por tanto, cada comunidad crea, le corresponde, una deter-
minada cultura virtual con una «vida colectiva» con unos medios
tecnológicos como humanos para poder llevar a cabo comu-
nicaciones, interrelaciones entre ellas. En ambas definiciones,
«cultura» y «cibercultura», el objeto de estudio son las comu-
nidades y/o redes, y presentan como condición el aspecto co-
lectivo propio de cualquier agrupación humana. El concepto de
«cultura virtual» pone el énfasis en los medios, en el aspecto
dinámico que propicia la red a través de los múltiples tipos de
interacciones, tanto internos como externos, con la propia «cul-
tura» y, en consecuencia, transformaciones. Este último aspecto
es especialmente remarcado por la mayoría de los estudiosos
de las ciberculturas.
Los conceptos de «cultura», por otro lado, suelen hacer hin-
capié en los resultados, en las creaciones sociales, como los mo-
dos de vida e identidades. En la realidad ambas culturas son di-
námicas y producen transformaciones, a pesar de que los ritmos
puedan ser desiguales, sin embargo, la mayoría de los teóricos
no han apreciado la importancia de observar las culturas como
procesos continuos y las han descrito desde sus «status» o pun-
tos fijos desde el punto de vista histórico, como si las culturas
parecieran inamovibles. Una de las razones se debe a que las
ciberculturas no presentan en todos los casos una continuidad
intergeneracional, necesaria sin embargo en la constitución de
las culturas. En la cultura que se forma en la red se entrelazan las

31
Cibercultura y civilización universal

generaciones compartiendo espacios comunes de interacción


donde la comunicación, bien simultánea y/o diacrónica, puede
romper el sentido del tiempo.
Las posibles relaciones que puedan existir entre las culturas
y ciberculturas están por estudiarse y definirse de una forma
profunda. Pérez Tapias14 las menciona: «La nueva sociedad y su
cultura incipiente constituyen el nuevo “������������������������
�������������������������
mundo digital�����������
“����������
: el digi-
talismo es, pues, su más marcada seña de identidad [...] por eso
nos podemos referir con toda razón a nuestra cultura contem-
poránea con la expresión “cultura digital“, conscientes de que
no se trata de una forma de cultura que acaba con la anterior o
que la absorbe hasta anularla, sino sabiendo que la tecnología
digital, además de lo nuevo que aporta, modifica todo lo exis-
tente hasta cualificar a la cultura en su conjunto. El resultado de
todo ello es lo que también se viene denominando cibercultura,
que se puede concebir como la compleja realidad a la que van
dando lugar las transformaciones tecnológicas actuales, cuyos
efectos se van extendiendo reticularmente por todos los ámbi-
tos de nuestra vida».

2 Reflexiones teóricas sobre cibercultura: antropología de


la cibercultura, ciberantropología

Si bien el vocablo «cibercultura» ha sido uno de los más ex-


puestos durante los años noventa, tal vez ahora, con relati-
va distancia histórica, podamos valorarlo de una forma más
aproximada a partir de los usos que cada disciplina social le ha
otorgado. A pesar de que ha pasado más de una década, no

 PEREZ TAPIAS, J. A. Internautas y náufragos, la búsqueda de sentido en la


14

cultura digital, Trotta, Madrid, 2003, pág. 20.

32
Desde la cultura a la cibercultura

han sido tantos los trabajos que hayan aportado avances sus-
tanciales más allá de los reflexivos, como tampoco que hayan
aparecido estudios con mapas teóricos que clarifiquen esta
área de investigación.
A finales de los años cuarenta el matemático Norbert Wie-
ner estableció el prefijo cyber para acuñar la palabra cyber-
netics15 con el objetivo de definir la ciencia de la interacción
entre el hombre y la máquina. Para ello se inspiró en la pala-
bra griega kybernetes, que hace referencia al trabajo de un
«pilot» o «speerman». El término cibercultura deriva de la
noción de «ciberespacio», mencionada por primera vez en
la obra de ciencia ficción Neuromancer, de William Gibson
(1984). El prefijo cyber sigue siendo usado para hacer refe-
rencia a actividades y movimientos sociales llevados a cabo
a través de internet, como «ciberactivismo», «ciberart», «ci-
berpunk».
Cibercultura como término ha sido y sigue siendo usado, a
grandes rasgos, por los académicos de la antropología para ha-
cer referencia al impacto de internet en la sociedad, visto como
un nuevo campo de investigación interdisciplinar basado en
análisis culturales de las tecnologías de la información y la co-
municación.
Uno de los primeros que marcará un antes y un después en
la conceptualización de la cibercultura es el de Arturo Escobar
plasmada en «Notes on the Anthropology of Cyberculture»,
de 1994, donde a favor de un «nuevo orden cultural» nos pre-
senta un análisis sobre la posible articulación de esta nueva

15
  Véase la cibercultura como cibernética, construida por tres dimensiones: la in-
formación, la comunicación y el conocimiento, de Galindo Cáceres, Luis Jesús, 2003,
Cibercultura en la investigación. Intersubjetividad y producción de conocimiento, Re-
vista TEXTOS de la CiberSociedad, 3. Temática Variada. Disponible en http://www.
cibersociedad.net: http://www.cibersociedad.net / textos / articulo.php?art=11.

33
Cibercultura y civilización universal

disciplina basada en la ciencia, la tecnología y estudios de la


sociedad. La naturaleza de la cibercultura hace referencia a las
nuevas tecnologías desde dos puntos de vista: por un lado, la
inteligencia artificial, como los ordenadores y las tecnologías
de la información que conlleva un régimen de tecnosociabili-
dad. Por otro lado, la biotecnología, que dando lugar a una
biosocialidad implicaría cuestionarse qué nuevas formas de
construcción social de la realidad son introducidas por las nue-
vas tecnologías, qué conceptos y métodos establecidos de la
antropología son apropiados para el estudio de la cibercultura
materializada en las nociones de comunidad, visión, identidad,
cuerpo, etc.
Por otro lado, su mapa de la cibercultura se extiende a otros
niveles. Desde un lado macrosocial plantea la clásica proble-
mática de las relaciones de las culturas minoritarias con las
tecnologías en cuanto al tipo de apropiaciones, resistencias o
innovaciones. También los posibles efectos tecnológicos sobre
los países en desarrollo, desde destrucción, hibridización, ho-
mogeneización y creación de nuevas diferencias, así como el
encuentro norte y sur y su mediación con las tecnologías. Sin
embargo, si bien esto sería un ámbito de estudio de la ciberan-
tropología o antropología de la cibercultura, sin embargo no
es completamente nuevo. Estudios realizados desde los años
cincuenta y encabezados por Lerner comenzaron a reflexionar
sobre los efectos de la introducción de la tecnología en las
culturas no occidentales.
La etnografía es propuesta por Escobar como un área de
investigación importante para describir cinco posibles esce-
narios donde moverse la ciberantropología. En primer lugar
indica la producción de las subjetividades que acompañan al
uso de las nuevas tecnologías: la reconstrucción de las iden-

34
Desde la cultura a la cibercultura

tidades de formas interactivas y las fuentes de conocimien-


to sobre otras culturas. En segundo lugar, las comunidades
mediadas por ordenador o comunidades virtuales o nuevas
«villas» o grupos humanos, que incluiría estudios sobre sus
características online/offline, las fronteras del grupo, la inter-
pretación y la ética.
En tercer lugar, los efectos de la ciencia y la tecnología sobre
el imaginario popular, como conjunto de elementos básicos que
estructura un discurso dado y las relaciones entre ellos y sus
prácticas habituales. En cuarto lugar estaría el escenario sobre
el desarrollo de la comunicación mediada por ordenador desde
la perspectiva de las relaciones entre lenguaje, comunicación,
estructuras sociales e identidad cultural. En este ámbito se in-
cluye la hipótesis de que si la escritura y sus asociados modos
de pensamiento reemplazaron la oralidad y sus modos situacio-
nales de pensamiento, en la era de la información podría mar-
car el abandono de la escritura como la tecnología intelectural
dominante.
En quinto lugar, la política económica de la cibercultura, que
implica cambios en la acumulación del capital, las relaciones so-
ciales y la división del trabajo en muchos niveles. Propone el
estudio de la teorización de cómo se articula, por un lado, la
información, los mercados y los órdenes culturales, y, por otro,
la información, la ciencia y la tecnología. Con respecto al tercer
mundo incluye el papel de los movimientos sociales en Asia,
África y Latinoamérica en la articulación de políticas que per-
mitan participar en ciberculturas sin ser sometidos completa-
mente a las reglas del desarrollo internacional. También el papel
que desempeñan las nuevas tecnologías en la relación entre los
países desarrollados y los menos desarrollados. Otra cuestión
sería si las nuevas tecnologías pueden ser conceptualizadas de

35
Cibercultura y civilización universal

forma que no reduzcan su rol al desarrollo económico y, por


último, analizar qué significan las ciberculturas desde diferentes
perspectivas del tercer mundo.
A finales de los noventa David Hakken, en su libro Cyborgs@
Cyberspace, An Ethnographer looks to de Future, intenta iden-
tificar las bases de una posible etnografía ciberespacial donde
sitúa acertadamente diferentes niveles de interacción social a es-
tudiar: primero, las características básicas de las entidades que
transporta el ciberespacio; segundo, las autoidentidades forma-
das por tales entidades; tercero, las microrrelaciones sociales que
estas entidades construyen (amigos e íntimos); cuarto, las meso-
rrelaciones sociales (comunidad, regional, relaciones civiles), las
macro relaciones sociales (nacional, transnacional).
Otra aportación a los primeros estudios sobre ciberantropo-
logía son los del equipo austríaco del departamento de antro-
pología social y cultural de la Universidad de Viena, encabe-
zado por Philipp Budka y Manfred Kremser, que se centrarán
en intentar aplicar las perspectivas marcadas por Arturo Esco-
bar en su modelo sobre la ciberantropología, Es de destacar
la línea de investigación sobre el uso de las redes informáticas
por los grupos indígenas. Las principales conclusiones de este
proyecto fueron que los grupos indígenas usan las redes de la
red para diseminar información y comunicarse entre diferentes
redes sociales y comunidades culturales. Ellos hacen realidad la
formación de redes de solidaridad entendidas como «transna-
cional electronic solidarityscapes», que están muy cercanas a la
distribución global y el uso de internet. Es muy importante este
aspecto con respecto al activismo y la influencia de internet so-
bre la opinión pública.
Pero existen muchos estudios que dificultan la elaboración
de un cuerpo teórico sobre el fenómeno cibercultural, en gene-

36
Desde la cultura a la cibercultura

ral, y desde la antropología en particular. Expertos en el tema


como Elisenda Ardevol, de la Universidad Oberta de Cataluña,
nos marcan adecuadamente cuatro estrategias para enfocar la
cibercultura que utilizaremos como guía para hacer nuestro re-
corrido teórico.

2.1 Nuevo modelo cultural

En primer lugar, se entiende la cibercultura como una nueva


cultura emergente caracterizada por un modo de vida de las
sociedades contemporáneas, fruto de la evolución de la huma-
nidad y solución adaptativa de la especie que ha pasado por
diferentes etapas de mutuación cultural, desde las bandas de
cazadores hasta las naciones Estado o desde la economía de
subsistencia hasta la economía de mercado. Este enfoque in-
tenta encontrar un modelo cultural que vincule el desarrollo de
las nuevas tecnologías de la información y comunicación con el
cambio social estructural a nivel macrocultural, basándose en
análisis que expliquen las relaciones entre sus partes del siste-
ma cultural actual.
Se plantean teorías antropológicas evolucionistas de prin-
cipios del XIX basadas en un determinismo tecnológico. Las
aproximaciones evolucionistas/ecológicas tienden a ver las
culturas como sistemas adaptativos que sirven para relacio-
nar a las comunidades humanas con sus entornos ecológicos
a través de las tecnologías y modos de organización. Mode-
los como el materialismo cultural de Marvin Harris sostienen
que las causas de variación en los aspectos mentales o espi-
rituales de la vida humana son las variaciones en las constric-
ciones materiales que afectan a la manera en que las perso-

37
Cibercultura y civilización universal

nas afrontan los problemas para satisfacer sus necesidades


básicas en un hábitat dado. Por tanto, este enfoque otorgará
prioridad a los aspectos demográficos, tecnológicos, econó-
micos y ecológicos.
Desde el lado más inmaterial podemos interpretar que la
mutación que supone el nuevo orden cultural en términos ci-
vilizatorios comprende la transformación de la ecología de los
medios de comunicación. Esto supone el paso de las culturas
orales a las culturas con escritura. Mientras que en las primeras
los mensajes se recibían en el tiempo y lugar en que eran emiti-
dos, con la escritura, el emisor y receptor no tenían límites en la
distancia y con ello desaparecía el contexto. En este sentido el
ciberespacio plantea un efecto cultural similar donde la interac-
ción concede la presencia de la comunicación sincrónica propia
de las culturas no escritas.
Uno de los principios o finalidades fundamentales de la
cibercultura es la denominada por Lévy16 «inteligencia colec-
tiva», concepto utilizado también para describir a la cibercivi-
lización como veremos posteriormente, que, presentando un
carácter participativo, socializante, abierto y emancipador,
permite contrarrestar el ritmo desestabilizador de la muta-
ción técnica. Pero al mismo tiempo favorece la aceleración
de la mutación. Sin embargo, el ciberespacio no determina
automáticamente el crecimiento de la inteligencia colectiva
sino que simplemente le ofrece un entorno. La cibercultura
configura, por otro lado, una «mutación mayor de la esencia
de la cultura» que intenta manifestar el concepto de universal
sin totalidad o, lo que es lo mismo, la presencia virtual de la
humanidad por sí misma.

  LEVY, P., Cibercultura: la cultura de la sociedad digital, Anthropos, Barcelona,


16

2007.

38
Desde la cultura a la cibercultura

La evolución histórica de la humanidad se divide en tres eta-


pas: a) la de las culturas orales, arcaicas, tradicionales cuya trans-
misión del conocimiento estaba condicionada a los límites de la
memoria humana que se transmitía de generación en genera-
ción; b) la de las culturas civilizadas, imperiales, culturas escritas,
impresas, que posibilitan la extensión indefinida de la memoria
social; y c) la de la cibercultura, que sería la tercera etapa, bajo
la idea de la mundialización de las sociedades en la que nues-
tra especie tiende a formar una sola comunidad mundial y que
encarna la transmisión de forma horizontal, simultánea y pura-
mente espacial. La segunda y tercera etapas no sustituyen a la
anterior sino que la complementan.
Dentro de este primer grupo de estudios también cabe des-
tacar como representativo la obra de David Hakken, menciona-
da anteriormente, porque también nos muestra una perspectiva
donde cabe un nuevo orden cultural basado en la premisa de
que las tecnologías de la comunicación configuran nuevas for-
mas de vida que generarían un nuevo tipo de cultura. Presenta
también un planteamiento donde la evolución histórica puede
ayudarnos a determinar las características propias de cada una
de las nuevas las transformaciones culturales, como parte del
desarrollo tecnológico.
Para terminar esta línea de investigación no podemos menos
que incluir con la percepción de mutación que Manuel Castells
nos muestra en su obra La era de la información, que sigue vi-
gente, también desde un punto de vista evolutivo. Según las
relaciones entre naturaleza y cultura que han ido desarrollán-
dose a lo largo de la historia, se señalan tres modelos que han
ido cambiando la acción social. El primero se caracterizó por
el dominio de la naturaleza sobre la cultura, cuyo reflejo se en-
cuentra en la organización social que expresa la lucha por la su-

39
Cibercultura y civilización universal

pervivencia. El segundo modelo de relación, surgido en la Edad


Moderna y asociado a la Revolución industrial, se caracterizó
por el dominio de la naturaleza por la cultura, mediante el pro-
greso del trabajo por el que se liberaron las fuerzas naturales y
se sometieron a la opresión y explotación. El tercero, que co-
rresponde con el que vivimos actualmente, se caracteriza por
la autonomía de la cultura frente a las bases materiales, debido
a la convergencia de la evolución social e histórica y el cambio
tecnológico. En este modelo «la cultura hace referencia directa
a la cultura, una vez dominada la naturaleza hasta el punto de
que ésta se revive (��������������������������������������������
“�������������������������������������������
preserva�����������������������������������
“����������������������������������
) de modo artificial como una for-
ma cultural».17
Es en este último modelo de relación entre materia y cultura
en el que se funda la tesis principal de la trilogía de Castells, y del
cual deriva el título de la misma. El cambio de modelo de relación
entre naturaleza y cultura configura una nueva era caracterizada
por un nuevo modo de desarrollo denominado informacionalis-
mo, cuya fuente de productividad estriba en la tecnología de la
generación del conocimiento, el procesamiento de la informa-
ción y la comunicación de símbolos, pero de una forma diferente
a otros modos, en tanto que la acción del conocimiento sobre sí
mismo es la principal fuente de productividad, y cuyo principio
de actuación se orienta hacia el desarrollo tecnológico, hacia la
acumulación de conocimiento. Por lo tanto, en este modo de de-
sarrollo «existe una conexión especialmente estrecha entre cultu-
ra y fuerzas productivas, entre espíritu y materia»18 o una tenden-
cia a la integración de la cultura simbólica con la cultura material,
aspecto decisivo para el entendimiento de las relaciones entre
culturas y ciberculturas.

  CASTELLS, M., La era de la información... op. cit., vol. I., págs. 513-514.
17

  CASTELLS, M., La era de la información... op. cit., vol. I, pág. 44.


18

40
Desde la cultura a la cibercultura

Actualmente vivimos un punto de discontinuidad histórica,


debido a esa transformación de la cultura material, que permite
que por primera vez en la historia «la mente humana (sea) es
una fuerza productiva directa, no sólo un elemento decisivo del
sistema de producción»,19 y que es debida al surgimiento de
un nuevo paradigma de la tecnología de la información, cuyas
características siguen la ley sobre la relación entre tecnología y
sociedad propuesta por Melvin Kranzberg: «La tecnología no es
buena ni mala, ni tampoco neutral».20

2.2 Cultura naciente y producto cultural

En segundo lugar, otro grupo de estudios concibe la cibercul-


tura como una cultura naciente de internet, surgida específi-
camente de la red. Éstos hacen referencia a las características
relacionadas con la interacción social mediada por ordenador,
aquello que caracteriza a las comunidades virtuales que emer-
gen a través de la interconexión en línea, así como aquella in-
teracción que toma lugar en los contextos sociales online como
los foros, newsgroups y chat. En este enfoque no es tan impor-
tante la tecnología en sí misma como la interconectividad que
ocurre en el ciberespacio.
Aparecen en estos estudios varios rasgos centrales que per-
filan la cibercultura comunitaria. Las comunidades virtuales se
construyen a partir de conocimientos, intereses, proyectos, afi-
nidades comunes entre individuos donde las fronteras físicas no
constituyen un obstáculo. Nuevos modelos de interacción social
sustituyen a los limitados por la comunicación cara a cara. Los

19
  CASTELLS, M., La era de la información... op. cit., vol. I, pág. 58.
20
  CASTELLS, M., La era de la información... op. cit., vol. I, págs. 87-92.

41
Cibercultura y civilización universal

que participan en las comunidades virtuales suelen crear leyes no


escritas que regulan las relaciones entre los miembros. Éstas sue-
len estar basadas generalmente en la reciprocidad, en el amplio
sentido de la libertad de expresión, en definitiva, en relaciones
cooperativas, pero sin faltar las conflictivas cuando se saltan las
normas que regulan el comportamiento entre los miembros.
Las conexiones que se forman en línea no excluyen a las que
se pueden crear fuera del ciberespacio, sino que la mayor parte
de las veces son complementarias y potencian la sociabilidad. En
cualquier caso, los usuarios de internet suelen tener una red de
relaciones sociales más amplia que los no usuarios. Los críticos
destacan, por el contrario, el desarrollo del aislamiento favore-
cido por el anonimato, las identidades simuladas y los juegos
de rol. Sin embargo, este tipo de interacción online constituye
una porción muy reducida de la sociabilidad basada en internet
y suele centrarse en círculos de jóvenes.
También en este grupo de estudios cabe señalar, por últi-
mo, aquellos que indican la extensión y/o desplazamiento de
las comunidades virtuales por las redes sociales, principalmente
desde los cibersociólogos. Las primeras basadas en principios y
valores que organizan la cultura y las segundas en las elecciones
y estrategias de los actores sociales, bien sean individuos, fami-
lias o grupos sociales. Esta línea tiene como referente el con-
cepto de comunidad de Barry Wellman: «Las comunidades son
redes de lazos interpersonales que proporcionan sociabilidad,
apoyo, información, un sentimiento de pertenencia y una iden-
tidad social».21 Al que habría que añadir el concepto de multi-
tudes inteligentes de Howard Rheingold: «grupos de personas
que emprenden movilizaciones colectivas –políticas, sociales,

 ����������������������������������������������������������������������������
WELMAN, Barry., «Physical place and Cyber place: the rise of networked indi-
21

vidualism», Internacional Journal of Urban and Regional research, 1, 2001.

42
Desde la cultura a la cibercultura

económicas– gracias a que un nuevo medio de comunicación


posibilita otros medios de organización, a una escala novedosa,
entre personas que hasta entonces no podían coordinar tales
movimientos».22
Una tercera línea percibe la cibercultura como un producto
cultural, como una práctica social que entiende internet como
un medio de comunicación que desafía a los medios de comu-
nicación de masas. Cibercultura hace referencia a las manifesta-
ciones culturales que se desarrollan en la red, desde el arte en
línea, la literatura, la música, los movimientos vanguardistas.

3 El estudio de la cibercultura desde la comunicación


social digital

No es fácil encontrar actualmente un marco temporal desde


la disciplina de la comunicación social que nos sirva de refe-
rencia para encuadrar a los diferentes autores que estudian las
ciberculturas en esta área. Si miramos a centros de investiga-
ción internacionales que tengan como objeto de estudio las ci-
berculturas no cabe duda que Resource center for cibercultural
studies (RCCS) es un referente clave a seguir para ordenar el
conocimiento sobre estos estudios.
Todavía siguen siendo guías imprescindibles las tres etapas
que David Silver, director de RCCS, inauguró con respecto a
estos estudios, que aunque cronológicamente constituyen sola-
mente siete años, han servido y sirven para que cada estudioso
se vea reflejado por las características de cada una.

22
  RHEINGOLD, Howard., Multitudes inteligentes. La próxima revolución social,
Gedisa, Barcelona, 2004 (traducción de Marta Pino Moreno, Smart Mobs: The Next
Social Revolution, 2002), pág. 13.

43
Cibercultura y civilización universal

Estas etapas comprenden desde 1993 hasta 2000, por tanto,


faltaría una década, para visualizar y completar la evolución de las
aportaciones teóricas que se han realizado sobre las ciberculturas
desde los estudios comunicativos. Consideramos que, a pesar de
esta limitación, la última etapa no está cerrada, sus contenidos
siguen ampliándose, los autores siguen identificándose. El he-
cho de que a partir del 2000 empezaran a crecer los «internet
studies» no significa que la línea de investigación sobre las ciber-
culturas se completara, tal como han apuntado algunos, sino que
ambas corrientes conviven actualmente de forma complementa-
ria. Los estudios sobre las ciberculturas todavía no están agota-
dos por el hecho de que falta claridad en los planteamientos y,
sobre todo, un orden que permita afirmar que existe en realidad
un cuerpo teórico. En las ciencias sociales, la constitución de las
teorías o disciplinas conlleva un período de tiempo largo y lento.
No es fácil el acuerdo y la aglutinación de perspectivas y debates
nominalistas suelen ser obstáculos para el asentamiento de una
determinada corriente de investigación.

3.1 Cibercultura popular

La primera etapa denominada «cibercultura popular», que nos


evoca inevitablemente los estudios sobre las culturas popula-
res de Canclini, se caracteriza por un inicio donde los artículos
periodísticos marcan el comienzo del análisis centrado en la re-
lación del hombre con la máquina. Época donde, utilizando la
descripción como herramienta de expresión, se intenta introdu-
cir a los lectores en el mundo del ciberespacio.
En este mismo período se van introduciendo estudios mar-
cados por el dualismo entre quienes están en contra del uso de

44
Desde la cultura a la cibercultura

las tecnologías en cuanto a los efectos adversos de las mismas.


Pensamiento diatópico apoyado por autores como Venta, Stoll,
Birkerts argumentan que la red intensifica el analfabetismo y la
alienación política y económica.
Por otro lado, los tecnofuturistas contemplan el ciberespacio
como una nueva frontera de civilización, un dominio que pro-
vocaría la desaparición de la desigualdad económica y social, y
fomentaría la participación política. Nacimiento de fundaciones
como «Electronic Frontier Fundation» y revistas como Mondo
2000, Boing Boing y Wired23 surgirán como respaldo a este pen-
samiento llamado utópico. Ensayos como «Across The electro-
nic Frontier» (1990) de Kapor y Barlow entendían que «in its
present condition, cyberspace is a frontier region, populated by
the few hardy technologists who can tolerate the austerity of its
savage computer interfaces, incompatible communication pro-
tocols, proprietary barricades, cultural and legal ambiguities,
and general lack of useful maps or metaphors».
Pero, sin duda, uno de los estudios más importantes será la
obra «Being digital» (1995) de Nicholas Negroponte donde se
expondrán temáticas que son retomadas actualmente. Entre
ellas la relación entre las tecnologías de la comunicación, los
formatos con los contenidos. A pesar de la divergencia que
se percibe entre la tecnología y las humanidades, la ciencia y
el arte, parece que emerge un mundo donde los multimedia

23
  La revista Wired, http://www.wired.com, sigue siendo un referente muy impres-
cindeble en el mundo cibernético. Cabe destacar un artículo reciente de uno de los
pensadores tecnófilos, Kevin Kelly: «The New Socialism: Global collectivist Society is
Coming Online» (2009), http://www.wired.com/culture/culturereviews/magazine/17-
06/nep_newsocialism/, que consideramos marca un antes y un después en el estudio
de la cibercultura y especialmente en el ámbito civilizatorio. Características funda-
mentales o fronteras que caracterízan la actual civilización son las redes de redes
sociales horizontales que se autocomunican desde la multimedialidad. No es el pilar
político el que determine las líneas intermitentes del poder. Será la economía y la
cultura.

45
Cibercultura y civilización universal

actuarán como puente. Ser digital supone, de forma direccio-


nal, la aparición de un contenido nuevo con nuevos profesio-
nales con inéditos modelos económicos e industriales locales
de proveedores de información y entretenimiento. Sitúa a in-
ternet como agente de cambio en tanto red global masiva y
evolucionada.
A diferencia de lo que proclamaba McLuhan, para Negro-
ponte «En el mundo digital el medio no es el mensaje, sino
una encarnación de éste. Un mensaje puede tener varias en-
carnaciones que derivan de manera automática de la misma in-
formación» [...] «Pensar en multimedia exige incorporar ideas
sobre la fluidez de movimiento de un medio al siguiente, de-
cir la misma cosa de diferentes maneras, apelar a los diversos
sentidos humanos».24 De la misma manera, Castells en su obra
más reciente Comunicación y poder (2009) afirma que la co-
municación actual es multimodal porque la digitalización del
contenido y el software social avanzado permiten el cambio
de formato de casi cualquier contenido en prácticamente cual-
quier forma, por lo que «el medio no determina el contenido
ni el efecto de sus mensajes». No obstante, es difícil dejar de
expresar que siguen siendo estas visiones deterministas y que
necesitan de una revisión donde se indiquen y maticen casos
particulares.

3.2 «Cyberculture studies»

La segunda generación de estudios ciberculturales «cybercul-


ture studies» presentará también características de la primera

  Nicholas Negroponte (1999), El mundo digital. Un futuro que ya ha llegado,


24

Ediciones B, Barcelona, 93-94.

46
Desde la cultura a la cibercultura

como el carácter descriptivo, el dualismo en el pensamiento,


la metáfora de la frontera, pero sus análisis se centraran en la
vida de las comunidades virtuales e identidades online. Los
principales textos que abrieron estos estudios fueron La Comu-
nidad Virtual de Howard Rheingold25 y La vida en la pantalla: la
identidad en la era de Internet de Sherry Turkle. Ambos fueron
ampliamente entusiastas con la vida ciberespacial. El primero
con su demostración de que internet es una buena herramienta
para la interacción social, que pueden potenciar la convivencia
y ayudar a revitalizar la esfera pública. El segundo, a partir de su
exploración etnográfica de los usuarios de los MUD, concluye
con que algunos utilizan la red para ocultar su identidad real
mientras que otros, por el contrario, muestran su lado más sin-
cero incluso desarrollando múltiples identidades.
Es de destacar en esta segunda etapa el esfuerzo por encon-
trar nuevas teorías y métodos interdisciplinares. La antropología
con sus líneas ciberetnográficas (Escobar, 1996), la sociología
ampliando el enfoque de las comunidades virtuales hacia las
«redes sociales», el interaccionismo, la teoría de la acción, la
virtualidad cultural (Wellman, 1997; Kollock & Smith, 1999, Cas-
tells, 1996), la filosofía (Lévy, 1997) y un largo etcétera.

3.3 «Critical cyberculture studies»

La tercera etapa sobre «critical cyberculture studies», empeza-


ría con la obra de Piscitelli,26 que expande la noción de ciber-

25
 Véase también otra de las importantes obras de Howard Rheingold (2004),
Multitudes Inteligentes. La próxima revolución social, Gedisa, Barcelona.
26
  Cabe destacar su artículo «el poder de organizar sin organizaciones»: http://
www.filosofitis.com.ar/2008/05/31/el-poder-de-organizar-sin-organizaciones/, así co-
mo su obra «Internet: la imprenta del siglo XXI» (2005), Gedisa, Barcelona.

47
Cibercultura y civilización universal

cultura e incluye cuatro áreas de estudio: interacciones online,


discursos digitales, acceso a internet y diseño de interfaz del
ciberespacio, y explora las intersecciones e interdependencias
entre los cuatro campos.
Como continuación al desarrollo de este período señalamos
de forma significativa la celebración del Simposiun: «Critical
Cyberculture Studies: Current Terrains and Future Directions»,
organizado en 2003 por el propio Resource Center for Ci-
bercultural Studies (RCCS),27 entre otros aspectos, debido a
la manifestación de desencuentro entre los estudios sobre la
cibercultura. Por un lado, destaca McKenzie Wark, que en su
ponencia Cyberculture Studies: An Anti-disciplinary Approach,
manifiesta una postura contraria a que los estudios sobre la
cibercultura se incluyan en la ortodoxia academicista y a favor
de que representen el final de las disciplinas, dejando de ser
una disciplina más: «Las disciplinas emergen no como un me-
dio necesario para manejar la abundancia de conocimiento,
sino, por el contrario, como un medio artificial para mantener
la escasez de acceso en un régimen de poder/saber predicado
en la política de la jerarquía, la división arbitraria  y una econo-
mía de la exclusión». Por otro, Lisa Nakamura, en su ponencia
Cultural Difference, Theory, and Cyberculture studies: A Case
of Mutual Repulsion, critica a la teoría posestructuralista/pos-
modernista por mostrar una legitimidad institucional a los es-
tudios sobre cibercultura.

  http://teknokultura.uprrp.edu/volumenes_anteriores/Backup/rev_31_01_05/
27

volumenes%20anteriores/teknoglosia/cibercultura/cibercultura.htm.

48
Desde la cultura a la cibercultura

3.4 Estudios latinoamericanos

Desde los estudios latinoamericanos encontramos el mono-


gráfico sobre cibercultura de la revista Nómadas (2008)28 de la
Universidad Central de Colombia, donde la cultura digital es
considerada, en la línea que hemos trazado para su conceptua-
lización «como un campo de estudio a partir del cual es posible
comprender las transformaciones culturales ligadas a la intro-
ducción de tecnologías digitales en las sociedades contempo-
ráneas y, en particular, en las del denominado Tercer Mundo, a
través de relaciones complejas de entramados tecnosociales,
en tres ámbitos, a saber: el ejercicio del poder, la acción social
colectiva y la experiencia estética».29
Por otro lado, las aportaciones de Martín Barbero, Néstor
García Canclini30 y Carlos Scolary,31 entre otros, son claves para
situar los estudios sobre las ciberculturas: desde el punto de
vista académico, un ejemplo de interdisciplinariedad necesa-
ria; desde el punto de vista del contenido, estudios microso-
ciales sobre la interacción entre la comunicación digital y las

28
 Revista Nómadas, nº 28, ciberculturas (2008), http://www.ucentral.edu.co/NO-
MADAS/nunme-ante/26-30/28/1-CIBERCULTURA.pdf.
29
  RUEDA ORTIZ (2008), «Cibercultura: metáforas, prácticas sociales y colectivos
en red», Nómadas, nº 28, abril, 2008, Universidad Central-Colombia, págs. 8-20.
30
  GARCIA CANCLINI, N. (2009), «How digital convergence is changing cultural
theory», Popular Communication, 7: 3, págs. 140-146.
31
 ������������������������������������������������������������������������
SCOLARY, C. A. (2009), «Mapping conversations about new media: the theo-
retical field of digital communication», New media & Society, 11 (6), págs. 946-947.
Blog de Carlos Scolari: «la ciberculturalidad al palo»: http://hipermediaciones.com/
2009/06/03/la-ciberculturalidad-al-palo/, donde escribe: «…no podemos limitar la in-
vestigación de las nuevas formas de comunicación digital e interactiva a la aplicación
de los viejos modelos de las teorías de la comunicación de masas, pero tampoco
podemos diluir esos estudios en el crisol de los nuevos paradigmas ciberculturales
de moda, los cuales resultan difíciles de integrar en un cuerpo teórico sólido ni pre-
sentan un perfil metodológico claro. Una teoría de las hipermediaciones debe saber
moverse en este terreno discursivamente pantanoso, consolidando una sólida red de
interlocutores a partir de los cuales comenzar a construir su propio recorrido episte-
mológico».

49
Cibercultura y civilización universal

culturas virtuales; un «nuevo ecosistema comunicativo» que


intenta dar luces sobre posibles sendas de reflexión sobre la
realidad cibercultural.
Siguiendo a Barbero (2009), estamos ante un «nuevo eco-
sistema comunicativo»,32 donde la experiencia audiovisual sitúa
la constitución de una visibilidad cultural formada por la lucha
contra el poder exclusivo de lo impreso que sobre curso de un
siglo y medio ha suspendido a reconocer el enriquecimiento de
la oralidad y visualidad cultural. La experiencia audiovisual cul-
tural nos conduce hacia la construcción de nuevas modalidades
de comunidad (artísticas, científicas y culturales) y una nueva
esfera pública.

 MARTIN BARBERO, J. (2009), «Digital Convergente in Cultural Communica-


32

tion», Popular Communication, 7: 3, pág. 154.

50
Capítulo II
Desde la civilización a la civilización digital

1 Civilizaciones y civilización digital, civilización colectiva


universal

Históricamente el estudio civilizatorio se ha sometido a la singu-


laridad de la civilización. Se daba por sentado la realidad de una
civilización que la mayoría de las veces se otorgaba en exclusi-
vidad a la «occidental». Al considerar a la civilización en plural,
la cultura en plural, tenemos otros escenarios de actuación. El
análisis de las civilizaciones ha sido tradicional y mayoritaria-
mente llevado a cabo por los historiadores aunque también por
algunos teóricos de las relaciones internacionales influenciados
por éstos. El estudio de una posible cibercivilización está por
hacerse desde una forma sistemática y rigurosa. Aquí mostrare-
mos los interrogantes que nos hagan pensar sobre su existencia.
En cualquier caso la ausencia de estudios sobre la percepción
de una civilización digital nos permite abrir un camino inexplo-
rado y novedoso que nos lleva igualmente a poner en cuestión
la realidad de las civilizaciones offline.
Uno de los estudios de máxima referencia sobre las civiliza-
ciones es el del historiador inglés Arnold Toynbee. En su obra,
a pesar de que no define el término civilización, nos señala cla-
ramente tres aspectos fundamentales. En primer lugar, que de
los tres elementos que componen toda civilización particular, es
decir, el político, el económico y el cultural, será este último el

51
Cibercultura y civilización universal

que permita medir la dirección de la evolución de las civilizacio-


nes. En segundo lugar, también apreciamos en sus trabajos que
las civilizaciones se construyen a partir de materiales espiritua-
les. En tercer lugar, las civilizaciones particulares presentan dos
categorías de actores que son los encargados de transformar la
civilización particular. Por un lado, las «minorías creadoras» o di-
námicas que, a través de un movimiento de «retiro» y «retorno»,
presentan la tarea de difundir su inspiración a la mayoría, y las
«minorías dominantes», que son las minorías creadoras cuando
pierden su poder creador por lo cual se convierten en minorías
estáticas intentando adherir a la mayoría a través de medios
coactivos. Por otro lado, el «proletariado», definido como «cual-
quier elemento o grupo social que de algún modo está pero no
es de una sociedad determinada en un período determinado
de la historia de la sociedad»,1 puede ser a su vez «interno» y
«externo». El proletariado «interno» se muestra entremezcla-
do geográficamente con la minoría dominante de la cual está
separada moralmente y el proletariado «externo» no sólo está
moralmente alejado, sino también está dividido físicamente de
la minoría dominante por una frontera física.2
Braudel, en consonancia con Toynbee, nos indica aspectos
fundamentales con respecto a las variables espaciotemporales
en que se mueven las civilizaciones particulares. En primer lugar,
nos señala que las civilizaciones pertenecen a la historia pro-
funda, y no evenemencial, es decir a la historia de dimensión
secular o de larga duración con que se mueven los elementos
espirituales de las civilizaciones.
En contraposición a la historia evenemencial, que trata el
tiempo corto y la historia coyuntural, las civilizaciones se en-

  TOYNBEE, A., Estudio de la historia... op. cit., vol. I, pág. 33.


1

  TOYNBEE, A., Estudio de la historia... op. cit., vol. II, pág. 72.
2

52
Desde la civilización a la civilización digital

cuadran en la historia estructural que trabaja con siglos enteros


y se mueve en el límite del movimiento y de la inmovilidad. En
segundo lugar, Braudel clasifica las historias, según el orden de
la velocidad en que se mueven, en dos capas de historia profun-
da: en primer lugar, estaría la geografía, después la civilización y
posteriormente lo étnico y la estructura social, y en una segunda
capa estarían la economía y la política. Es decir, las historias más
inmóviles, como son las de la geografía y las civilizaciones, son
las historias de máxima profundidad y, por tanto, son las más
lentas y en las que el hombre interviene con mayor dificultad.
La apreciable inmovilidad de las civilizaciones particulares
dada por su condicionada historia profunda, estructural, de lar-
ga duración, contrasta con el dinamismo del ciberespacio, con
el carácter coyuntural, con la historia evenemencial. Nos cues-
tionamos la posibilidad de existir una «civilización digital» si las
variables geográficas son condicionadas por la virtualidad que
caracteriza a la red, la disolución del tiempo y el espacio. Sin
embargo, consideramos que ambos tipos de civilizaciones tie-
nen un pilar común, esencial en la formación de sus respectivas
identidades: la presencia de elementos espirituales, lo cual sos-
tendría su complementariedad.
En cuanto a la caracterización de la civilización particular
disponemos de la definición que le otorga Braudel: «una cohe-
rencia cultural en el espacio con una permanencia en el tiem-
po», entendida la «coherencia cultural» como «agrupamiento
regular, la frecuencia de ciertos rasgos y la ubicuidad de éstos
en un área concreta».3 Por otro lado, podemos tomar como
referencia la «gran cultura» de Spengler –o lo que denomina-
ríamos «civilización particular»– definida como la «conciencia

3
  BRAUDEL, F., Las ambiciones de la historia… op. cit., págs. 223-224.

53
Cibercultura y civilización universal

vigilante de un único organismo enorme que convierte las cos-


tumbres, los mitos, la técnica y el arte, y no sólo éstos, sino
también los pueblos, las clases sociales, en formas varias de
un mismo idioma, con una misma historia».4 Lo principal es
que resalta el carácter común tanto histórico como idiomático
y, a su vez, destaca la idea de la identidad civilizatoria común
a las diferentes identidades culturales que forman parte de la
civilización particular.
Esta definición también se presenta, por otro lado, salvada
de una de las limitaciones que se suelen tener al delimitar el
concepto de cultura y civilización, y es el de adjudicar los aspec-
tos materiales a las civilizaciones y los aspectos espirituales a las
culturas, o al contrario. Actualmente, también Tzvetan Todorov
apoya la idea de que las civilizaciones en plural corresponden
a elaboraciones históricas que aparecen y desaparecen, y que
se caracterizan por la presencia de muchos rasgos vinculados a
la vida material y espiritual. Existe la civilización china o india,
persa o bizantina.

1.1 Tipología de civilizaciones

De una forma más precisa, Rafael Calduch Cervera5 distingue en


la actualidad tres civilizaciones: occidental, sínica e hindú, que,
en el caso de las dos primeras se subdividen en culturas y que
se diferencian unas de otras principalmente por los materiales

  SPENGLER, O., La decadencia de Occidente… op. cit., vol. II, pág. 66.
4

  CALDUCH CERVERA, R., «Las fronteras de las civilizaciones en el sistema comu-


5

nicativo global», Conferencia dictada en II Seminario Internacional: La Comunicación


Mundial y el Encuentro Civilizatorio (13 de mayo de 2009), coordinado por Sonia Va-
lle de Frutos, Juan Menor Sendra y Sagrario Morán Blanco, celebrado en la Facultad
de Ciencias de la Comunicación, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid.

54
Desde la civilización a la civilización digital

espirituales. Por un lado, la civilización occidental, que incluye


las culturas greco-latinas, germánicas, nórdicas, anglosajonas,
iberoamericanas y eslavas, que presentan como elemento co-
mún la religión, el cristianismo. Por otro lado, la civilización sí-
nica está formada por la cultura china, mongola y coreana, que
comparten el budismo como religión. Respecto a las culturas
independientes, las clasifica en cuatro grupos. Por un lado, las
culturas islámicas, como las árabes, la iraní, las turcas, la indo-
nesia y africanas. Por otro lado, las culturas asiáticas como la
tibetana, la japonesa, vietnamita y filipina. Y, por último, como
culturas independientes, considera a la judaica y las culturas de-
tenidas que serían la indígenas.
La creación de una «civilización digital» haría evidencia de los
ladrillos espirituales y mentales que puede construir el ciberes-
pacio en las relaciones virtuales a nivel comunitario o individual.
Sería como una «gran cultura» virtual que presenta un idioma
común, y una misma historia ahistórica. Spengler incluye en la
«gran cultura» ambos aspectos, así como en su concepto de
cultura entendida como la «identidad comunicante a través de
las formas». La diferencia que le adjudica a ambos fenómenos
se basa en la cualidad inorgánica de la «gran cultura» en con-
traposición al carácter orgánico de las culturas que se articulan
dentro de la civilización particular.
Por su parte, Wallerstein define civilización particular como
aquella «particular concatenación de cosmovisión, costumbres,
estructuras y cultura (tanto cultura material y cultura superior)
que forma una especie de todo histórico y que coexiste (aun
cuando no siempre simultáneamente) con otras variedades de
este fenómeno».6 Deutsch precisa más la definición de civili-

6
  WALLERSTEIN, I., Geopolitics and geoculture... op. cit., págs. 215 y ss.

55
Cibercultura y civilización universal

zación particular a partir del término región, franqueada por


países: «un conjunto de países que son más marcadamente in-
terdependientes sobre un amplio rango de dimensiones dife-
rentes –y frecuentemente también de transacciones– que con
otros países».7 Por tanto, consideramos la definición de región
de Buzan como la más apropiada para calificar a las civilizacio-
nes offlline porque sintetiza los elementos fundamentales que
componen una civilización particular, y además amplía el objeto
de estudio a las sociedades: «los agrupamientos geográficos o
funcionales de los Estados o las sociedades. Estos agrupamien-
tos regionales pueden identificarse según sus características
compartidas (culturales, religiosas, ideológicas, económicas,
etc.) y el alto grado de interacciones estructurales en relación
con el mundo exterior».8
De los tres internacionalistas apreciamos que la definición
que mejor puede crear un reflejo más exacto de lo que sería
una «civilización digital» es la de Wallerstein, en cuanto que no
utiliza como actor principal a los Estados sino que hace refe-
rencia a una «cosmovisión», basada en un «todo histórico», ca-
racterística que también utiliza Spengler cuando nos evoca a la
«gran cultura».
El grado de transacciones o interacciones visto por Deutsch
y Buzan es uno de los procesos que comparten tanto las civi-
lizaciones particulares como la «civilización digital». Desde el
ámbito de las relaciones internacionales estas interacciones se

7
  DEUTSCH, K. W., «On nationalism, world regions and the nature of the West»,
en TORSVIK, P. (ed.), Mobilization center-periphery structures and nation-building:
A volume in commemoration of Stein Rokkan, Universitetsforlaget. Bergen, 1981,
págs. 54 y ss.
8
  BUZAN, B., «The Asia-Pacific: what sort of region, in what sort of world?», en
McGREW, A. G. y BROOK, C. (eds.), Asia-Pacific in the New World Order, Routledge,
Londres, 1998. Citado en HELD, D., Mc GREW, A. G., GOLDBLATT, D., PERRATON,
J. Transformaciones globales... op. cit., pág. XLVIII.

56
Desde la civilización a la civilización digital

producen de forma global a través de las migraciones, ideolo-


gías y religiones.

1.2 Desarrollo de las civilizaciones

Siguiendo el planteamiento de Toynbee, las civilizaciones pre-


sentarían cuatro etapas de desarrollo. En primer lugar, la etapa
de «génesis», basada en el principio de incitación y respuesta,
la civilización particular responde ante una serie de incitaciones,
siendo la más estimulante la del término medio basada en «un
exceso de rigor y una falta de él», y siendo la más óptima aquella
que no solamente estimula a realizar una respuesta con éxito sino
también estimula a la civilización a seguir con la lucha de incita-
ción y respuesta. Aquí cabe preguntarnos si le correspondería a
la civilización digital encuadrarla en esta etapa de gestación.
En segundo lugar, una civilización particular se haya en la eta-
pa de «crecimiento» cuando cumple tres criterios. En primer
lugar, cuando sus componentes políticos, económicos y cultu-
rales se hayan en armonía debido al ajuste que existe entre sus
instituciones y sus actitudes, sentimientos e ideas. En segundo
lugar, cuando existe una tensión entre la flexibilidad y la espon-
taneidad derivadas de los procesos creativos y miméticos. En
tercer lugar, cuando la civilización es capaz de emanar estímulos
internamente de forma autodeterminada. Es decir, cuando los
aspectos externos, o el macrocosmos de la civilización particu-
lar, o el dominio progresivo sobre el contorno externo, físico o
humano, se transfieren a los aspectos internos o microcosmos o
autoarticulativos.
En tercer lugar, una civilización particular se haya en la etapa
de «colapso» cuando se produce la pérdida de la autodetermi-

57
Cibercultura y civilización universal

nación o capacidad de emanar estímulos internamente, debido


a que las minorías creadoras llegan a imitar la forma de imitación
de sus seguidores, y se tiene como consecuencia la resistencia
de las instituciones a introducir nuevas fuerzas sociales.
En cuarto lugar, una civilización particular se haya en la etapa
de «desintegración» cuando sus componentes políticos, eco-
nómicos y culturales ya no guardan armonía, produciéndose un
cisma en el «cuerpo social» de forma que se divide en una mi-
noría dominante y un proletariado interno y externo; y por otro
lado, el cisma en el «alma» tiene como resultados, entre otros,
el «arcaísmo» o imitación del pasado histórico, el «futurismo» o
el repudio a la imitación y la «promiscuidad» traducida en «sin-
cretismo» o «lingue franche».

2 «Civilización digital: civilización de la mente»

Es preciso retomar el sentido de «civilización de la mente»,


tal y como aparecía en la «Declaración de Independencia del
Ciberespacio» (1996), y posteriormente como «civilización di-
gital» de la mano de comunicólogos como Negroponte, don-
de se manifestaba el deseo de crear una «civilización» más
humana en una red al alcance de todos con el valor de la libre
expresión, donde se refleje la diversidad humana y la libertad
cultural.
El concepto de «civilización de la mente» está relacionado
con el de «inteligencia colectiva» de Lévy, como el modo de
realización de la humanidad, expresada como contrapartida al
de inteligencia artificial, implica la valorización, la utilización
óptima, puesta en sinergia de competencias, imaginaciones,
puesta en común de la memoria, la imaginación y la experien-

58
Desde la civilización a la civilización digital

cia en el ciberespacio, donde las comunidades virtuales surgen


como mediadoras esenciales de la misma.

2.1 Fronteras tecnológicas y lingüísticas

La «civilización digital» no presenta fronteras tecnológicas in-


ternas que limiten la cantidad de información para albergar en
la red. Se especula que en la web habitan unas 30.000 millones
de páginas, sin embargo sí que presenta una distribución des-
igual con respecto a los que pueden participar, con respecto a
aquellos con acceso a las nuevas tecnologías.
Según los datos de Internet World Stats (2009), el número de
usuarios de internet en el mundo pasó de 360 millones en 2000 a
1.733 millones en 2009, con un crecimiento del 380,3%. En cuanto
a crecimiento de 2000-2009 por áreas, en primer lugar se encuen-
tra Oriente Medio (1,648%), le sigue África (1,392%), América La-
tina (890,8%). En cuanto a las tasas de penetración alcanzaron el
del 25,6% de la población mundial. En Asia se encuentra el 42,6%
de los usuarios, en Europa el 24,1%, después Norteamérica con el
14,6%, un 10,3% en América Latina y un 3,9% en África.
En cuanto a las fronteras lingüísticas podemos apreciar,
según Internet World Stats (2009), que entre los usuarios de
internet hay 478 millones (27,3%) que utilizan el inglés, 384
millones el chino (22,1%), 137 millones (7,9%) el español, 95
millones (5,5%) el japonés y 78 millones (4,6%) el francés.
Los idiomas con mayor crecimiento en internet de 2000-
2009 fueron el árabe (1,907,9%), el ruso (1,359,7%) y el chino
(1,087,7%).
La «civilización digital» es un espacio de conocimientos, de
inteligencia colectiva, una «noosfera» o espacio de reflexión

59
Cibercultura y civilización universal

colectiva, de interacción individual y colectiva al servicio de una


humanidad emergente de cooperación, pluralismo y aprendi-
zaje colectivo. La «civilización digital» se asienta sobre unas
bases que potencian las relaciones cooperativas inclusivas, de
participación, de colaboración, de carácter comunitario, de
democratización. La creación en 2001 de la Wikipedia o enci-
clopedia abierta en la red es un ejemplo claro de conocimiento
compartido elaborado desde la participación igualitaria y no
jerárquica de los usuarios. Se considera que la Wikipedia, Twit-
ter y Flickr no son sólo una revolución en la comunicación so-
cial sino la vanguardia de un movimiento cultural. Sitios como
SantumbleUpon, Hype Machine o Twine permiten el desarrollo
de redes interconectadas. Otros como Yelp, Loopt o Delicious
también son lugares donde se permite y potencia la participa-
ción de los usuarios.

2.2 Comunicaciones horizontales

La «civilización digital» se construye a través de comunicacio-


nes horizontales entre redes y comunidades culturales. El surgi-
miento de la blogosfera supone una novedosa articulación del
flujo informativo en las comunicaciones internacionales. Posibili-
ta romper los límites de la circulación vertical de la información.
Sobre el tamaño de la blogosfera se calcula que ciento treinta
y tres millones de blogs se han indexado en Technorachi entre
2002 y 2008.
Youtube es otro ejemplo de manifestación de las culturas au-
diovisuales multimedias en su expresión democratizante e igua-
litaria. El gigantesco crecimiento de las redes de comunicación
donde también se utilizan multilenguajes como soportes a la

60
Desde la civilización a la civilización digital

expresión de la información internacional ha supuesto una re-


volución comunicativa, tal vez incomparable a la aparición de
la imprenta. Facebook ocupa el primer puesto como red social
más utilizada a escala internacional. Pasó de 14,086 millones de
usuarios en 2006 a 132,105 en 2008.9 MySpace, que ocupaba,
sin embargo, el primer lugar en los años 2006 y 2007, pasó a
un segundo lugar en 2008. En tercer lugar está Hi5 con 56,367,
le sigue Friendster (37,08), Orkut (34,028), Bebo (24,017) y
Skyrock Network (21,041). Actualmente la importancia añadida
de estas redes estriba en que empiezan a ser fuentes de infor-
mación destacadas, e incluso más importantes si cabe que los
medios tradicionales de comunicación, como se puede apreciar
en varios acontecimientos internacionales, especialmente en si-
tuaciones de emergencia como catástrofes, y en las revolucio-
nes democráticas del Magreb y Oriente Próximo.
La «civilización digital» se constituye como un archipiélago
descentralizado de zonas relativamente autónomas donde las
comunidades producen sus propios medios de comunicación a
partir de crear, producir y difundir su información. Donde surge la
oportunidad de expresarse sin la intermediación de las agencias
de noticias internacionales y de los medios tradicionales de co-
municación. Area donde las fronteras entre los flujos comunicati-
vos se deshacen, nace el ciberperiodismo, los medios tradiciona-
les de comunicación se apoyan y complementan con bitácoras y
páginas web alternativas para difundir también sus opiniones. La
complementariedad, integración, mezcla de géneros comunicati-
vos y creación de otros como los dialógicos (foros, chat, etc.) son
las características añadidas y emergentes de este «nuevo orden
mundial de la información y la comunicación».

9
  Informe 2008, Fundación Telefónica.

61
Cibercultura y civilización universal

La «civilización digital» también supone una nueva área de


tejido social donde la participación de las diferentes genera-
ciones en la red implica la necesidad de reevaluar las teorías
sociológicas sobre el cambio social y las teorías antropológicas
sobre los procesos de transculturación. Los procesos de so-
cialización se han abierto. En especial la presencia en ascenso
de grupos sociales como la juventud en la red presenta una
transformación fundamental en el proceso de endoculturación
de las culturas. El proceso de construcción de identidades a
partir de la virtualidad es un tema, como hemos visto, que fue
característico y desarrollado en la segunda etapa de del estu-
dio de la cibercultura, sin embargo, sigue estando abierto a
nuevas aportaciones.

3 Civilización colectiva universal

Pocos historiadores nos señalan la existencia de una «civiliza-


ción colectiva» o universal. Braudel nos hace referencia de la
siguiente manera: «En la actualidad, civilización sería más bien
y sobre todo el bien común que se reparten desigualmente
las civilizaciones, “lo que el hombre ya no olvida“, a saber: el
fuego, la escritura, el cálculo, la domesticación de las plantas y
de los animales, bienes a los que ya no se adjudica ningún ori-
gen particular: se han convertido en los bienes colectivos de la
civilización».10
En esta descripción se identifican dos características impor-
tantes: primero, solamente se hace referencia a los elementos
materiales, con lo cual habría que añadir los espirituales; se-

  BRAUDEL, F., Las civilizaciones actuales… op. cit., pág. 15-16.


10

62
Desde la civilización a la civilización digital

gundo, presupone la existencia de «civilizaciones particulares»


o al menos «agrupaciones culturales», creadas de procesos
selectivos basados en «interacciones culturales» donde, con-
sideramos que los valores, como elemento inmaterial, desem-
peñan un papel crucial porque son los encargados de delimitar
especialmente las fronteras espirituales y las dinámicas civili-
zatorias.

3.1 Procesos de transvaloración y fondo común civilizatorio

Partiendo de los estudios sobre valores que se han llevado a


cabo por historiadores, antropólogos y sociólogos podemos
concluir que la «civilización universal» opera a partir de dos
procesos simultáneos: incompatibilidad de valores y transvalo-
ración. El primero se traduce en un conflicto cultural entre las
diferentes civilizaciones particulares, y, por otro lado, el proceso
de «transvaloración». Este último proceso es el más importante
porque es el que posibilita la creación y avance de la «civilización
universal». A pesar de que apenas se ha investigado, poseemos
referencias a partir de los estudios de Spengler y Todorov.
Desde los estudios históricos, Spengler nos describe el pro-
ceso de «transvaloración» como el proceso de transición en el
que los valores culturales se transforman en civilizatorios, por
ejemplo, los valores religiosos se secularizan convirtiéndose en
transcivilizatorios o universales. Todorov también nos muestra
este proceso en una de sus obras más recientes, El miedo a los
bárbaros, como la transición de la barbarie a la civilización desde
las actitudes y actos en sus diversas formas: por un lado a través
de la extensión de la entidad que llamamos «nosotros», desde
la época donde los grupos humanos son familias presentando

63
Cibercultura y civilización universal

una actitud xenófoba, seguida cuando los grupos establecen


contactos prolongados con los otros, posteriormente cuando
forman juntos entidades superiores como un pueblo, un país o
un Estado. Por último, el último nivel se daría cuando se accede
a la universalidad a partir de descubrir ideales comunes entre
grupos culturales. Este proceso lo denominó «transvaloración»,
en otra obra anterior, y lo describía como una actitud interme-
dia y alternativa a la «xenofilia» o «xenofobia» que se produce
como resultado de la interacción de los valores de diferentes
culturas, producida a partir del discernimiento entre los valores
de la cultura o civilización propia con los de otra ajena, es decir,
a partir de la comparabilidad de valores. Esto supone abrirse a
los otros, reconocer la pluralidad de grupos, sociedades y cultu-
ras humanas y colocarse a la misma altura que los otros. Hecho
que se facilita a través de distanciarse de uno mismo para ser
capaz de verse desde fuera para ejercer un juicio crítico sobre
nosotros y los otros.
Procesos que nos ayudan a dibujar cómo son los «procesos
de transculturación». De ahí que Todorov afirme que «el pro-
greso cultural consiste en el ejercicio de la transvaloración»,11
de forma que la «civilización universal» opera por adicción sin
eliminar las diferencias, y no opera por «sustracción, en la que
cada (civilización particular) sólo aporta lo que las demás ya
tienen»,12 creando un «fondo común cultural» que va conser-
vando únicamente lo que conviene a todos.
Rheingold también apunta de manera similar la existencia del
«fondo común» como clave fundamental para el desarrollo de
las civilizaciones, desde el punto de vista de la comunicación:
«Cada vez que un medio de comunicación reduce el coste de

  TODOROV, T., Cruce... op. cit., pág. 23.


11

  TODOROV, T., Cruce... op. cit., pág. 27.


12

64
Desde la civilización a la civilización digital

la resolución de los dilemas de la acción colectiva, mayor es


el número de personas que pueden crear un fondo común de
recursos públicos. Y “más personas creando recursos de forma
nueva“ es la historia de la civilización»13.
En definitiva, la civilización universal va creando un «fondo
común civilizatorio» desarrollado a partir de los procesos de
conversión de valores o procesos transvalorativos que se refle-
jan desde la introducción o penetración de sistemas de valores,
aptitudes, desde unas civilizaciones a otras, siendo éste uno y
no el único de los fundamentales procesos que se desarrollan a
nivel transcivilizatorio.
Castells (2009) en sus estudios recientes pone sobre el ta-
pete está importante cuestión, que no es nueva, y en la que,
como acabamos de exponer, existe un consenso que compar-
timos puesto que se puede verificar históricamente. Castells,
contrariamente, nos indica como hipótesis la existencia de una
«cultura común» que permite la comunicación entre diferentes
culturas sobre la base no necesariamente de valores comparti-
dos, sino de compartir el valor de la comunicación.
Esta cultura presentaría como tendencia principal la diversi-
dad histórica y cultural, fragmentación más que convergencia.
Si esto es así, entonces podríamos deducir que las culturas y las
comunicaciones corren sendas opuestas, aspecto sin evidencia
histórica,14 teniendo en cuenta que la aparición de las nuevas
tecnologías ha tenido como resultado evolutivo la «convergen-

13
  RHEINGOLD, H., op. cit. P. 59.
14
  Las comunicaciones y las culturas y/o civilizaciones llevan trayectos paralelos.
Tesis que ya fue proclamada por los estudios lingüísticos a partir de Edward Sapir,
en los años treinta, al afirmar que la historia de la civilización es la historia del incre-
mento del radio de comunicación. Proposición que también fue comprobada por los
estudios de los medios en las culturas a partir de Harold Hannis en los años cincuen-
ta. Y conclusión que no podemos menos que seguir afirmándola dada la evidencia
histórica y científica.

65
Cibercultura y civilización universal

cia comunicativa» tal y como apuntan la mayoría de los expertos


en comunicación y que compartimos. Mientras que, por otro
lado, la «cultura común» o, en nuestras palabras, «civilización
universal colectiva» tendería hacía la divergencia cultural. Este
planteamiento sería incompleto puesto que solamente aprecia
uno de los procesos en los que opera: el conflicto de valores y
además faltaría indicar la existencia del «fondo común cultural
y/o civilizatorio».
En cualquier caso, hasta el momento, los estudios afirman que
las culturas y comunicaciones siguen el mismo curso histórico y
que desde el punto de vista tecnológico se tiende a la conver-
gencia que ofrece nuevas formas de acción colectiva.

66
Capítulo III
Desde los procesos de transculturación

1 Origen y evolución del término

Si tuviésemos que trazar un mapa temporal sobre quién, cuándo


y cómo han sido estudiados los procesos de transculturación,
empezaríamos señalando a los antropólogos como los primeros
en acercarse a conocer esta realidad desde sus clásicos estudios
coloniales del siglo XIX, hasta los actuales enmarcados en la
ciberantropología. A continuación, los historiadores, desde la
segunda mitad del siglo XX hasta los contemporáneos interna-
cionalistas. Luego, los comunicólogos, desde los años sesenta
del siglo pasado con sus estudios sobre las relaciones de de-
pendencia poscoloniales hasta los de hoy sobre comunicación
digital internacional.
El inicio y difusión de los análisis de los procesos de transcul-
turación surge de la mano de los etnólogos, ante la necesidad
de explorar a los pueblos primitivos como eje fundamental de
las relaciones internacionales colonizadoras. Estas investigacio-
nes permitieron asentar las bases ideológicas sobre los diversos
tipos de interacciones entre ambos agentes, por supuesto con
la permanente intención de mantener las mismas desde el án-
gulo de la dependencia.
A pesar de que el término «transculturación» aparecerá en
los años cuarenta, el fenómeno como tal empieza a valorarse en
el siglo XIX bajo la denominación de «aculturación». Realidades

67
Cibercultura y civilización universal

que aun presentando características similares también por su


capacidad dinamizadora precisan sus diferencias espacio-tem-
porales: un antes y un después tras la descolonización. Convie-
ne analizar su evolución histórica para permitirnos cuestionar las
connotaciones particulares de cada una.
Según las investigaciones que realizó Herskovits sobre el ori-
gen del término «aculturación», uno de los primeros en usarlo
fue el norteamericano J. W. Powell, en 1880, en los informes
anuales de la oficina de etnología americana, con el siguien-
te sentido: «Progress was made to the extent that the Indians
came in contact with civilized man and learned his ways and
industries, but it was acculturation, not education, by which the
advance was secured. The triumphs of civilization, the power of
prosperity, the wonders of industrial art, all made a deep im-
pression on the Indian and from them he learned much, but
from the school and books he learned little».1
Varias ideas traslucen este texto de finales del siglo XIX. Por
un lado, el concepto de civilización como sinónimo de progre-
so, entendido como aquellos logros materiales («industries»)
que pueden hacer prosperar una sociedad junto a los logros
intelectuales («school and books»). Por otro lado, el aprendi-
zaje como sinónimo de «transmisión» del conocimiento tec-
nológico («industries») como de sus conductas («ways»). Por
tanto, lo que quiere decir Powell es que el «indio» ha aprendi-
do del «civilizado» aquellos logros materiales mientras que no
ha aprendido los intelectuales. En términos antropológicos, el
indio ha aprendido la parte material de la cultura occidental, a
funcionar con la tecnología transferida pero no con la inmate-
rial, aquellas formas de comportamiento civilizado. Por tanto,

  HERSKOVITS, M. (1958), Acculturation. The study of culture contact, Gloucester,


1

Mass., 3.

68
Desde los procesos de transculturación

aculturación significaría la «transmisión» de la cultura material


y no la inmaterial, según el sentido del primer uso del término
«aculturación».
En cuanto a la expansión del término aculturación, como par-
te de los estudios dedicados al análisis de los procesos cultura-
les, se generalizará entre los etnólogos americanos. Simultánea-
mente otro fenómeno simplificado bajo el término «contacto
cultural» o «culture contact» será investigado por los antropó-
logos ingleses bajo el paragüas de la rama de «antropología
aplicada». Y, finalmente, al cruzarse estos dos términos llega-
rá un momento en que se hagan sinónimos aunque el uso de
«aculturación» predomine entre los norteamericanos y el uso
de «contacto cultural» predomine entre los alemanes, ingleses
y holandeses.2

1.1 Procesos de «aculturación»

El primer intento sistemático del estudio sobre los fenómenos


de «aculturación» fue presentado por Herskovits, Linton y Red-
field en su conocido «Outline for the Study of Acculturation» al
subcomité del Consejo de Investigación de Ciencias Sociales en
1935 con la siguiente descripción: «Acculturation comprehends
those phenomena which result when groups of individuals ha-
ving different cultures come into continuous first-hand contact,
with subsequent changes in the original cultural patterns of ei-
ther or both groups. [...] Under this definition, acculturation is
to be distinguished from culture-change, of which it is but one
aspect, and assimilation, which is at times a phase of accultura-

2
  BEALS, R. (1970), «Acculturation» en KROEBER, A., Anthropology today, The
University of Chicago Press, 621-639.

69
Cibercultura y civilización universal

tion. It is also to be differentiated from diffusion, which, while


occurring in all instantes of acculturation, is not only a pheno-
menon which frecuently takes place without the occurrence of
the types of contact between peoples specified in the definition
given above, but also constitutes only one aspect of the proces
of acculturation».3
Por lo tanto, la aculturación fue considerada como parte de los
estudios de «cambio cultural» y constituye un fenómeno que se
presenta por la interacción o contacto de distintos grupos cultu-
rales, que podemos visualizar fácilmente en circunstancias de mi-
gración. Al tratarse de un contacto continuo se trataría realmente
de una relación y no de una mera interacción. Por otro lado, el
adjetivo que acompaña al contacto añade un significado sobre el
tipo de relaciones. Solamente incluye aquellas «directas», dando
énfasis al tipo de relaciones prefijadas por los estudios antropoló-
gicos de ese momento, es decir las relaciones coloniales. De ahí
que este tipo de estudios sobre las conexiones de comunicación
directa cara a cara nos pueden servir como referente de reflexión
aunque precisan ser complementadas con las actuales comunica-
ciones mediadas por ordenador para entender el cuadro comu-
nicativo lo más completo posible.
La importancia y la limitación al mismo tiempo de la defini-
ción radica en que sostiene que los cambios que se producen
entre los grupos culturales supuestamente ocurren en uno de
los grupos, sin embargo suelen ser siempre en ambos de una
forma bidireccional. Efectivamente Foster4 apunta que los estu-
dios sobre el fenómeno de la aculturación fueron incompletos
al basarse primordialmente en los cambios transcurridos en la

  HERSKOVITS, M. (1958), Acculturation... op. cit., 10.


3

  FOSTER, G. (1960), Cultura y conquista: la herencia española de América, Méxi-


4

co, Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research, 27-28.

70
Desde los procesos de transculturación

cultura de las sociedades colonizadas y apenas se estudiaron


aquellos que se produjeron en la sociedad colonizadora.
También se aprecia que la definición es bastante poco clara
en cuanto a la distinción entre aculturación y asimilación. Sólo
considera esta última como una fase de la primera, pero no se
indica ni en qué consiste ni en qué momento se produce. Pode-
mos añadir que la mayoría de los antropólogos que escribieron
sobre la aculturación daban por hecho que la asimilación era
el resultado de la aculturación.5 De ahí que cuando menciona-
ban el fenómeno de asimilación completa se interpretaba como
que un grupo cultural había adquirido la cultura del otro grupo
completamente, y además daban por hecho que la cultura del
grupo que se había aculturizado había pasado por un proceso
de pérdida de su cultura anterior al comienzo del contacto con
otro grupo cultural.
Por último, en el Consejo de Investigación de Ciencias Socia-
les celebrado en 1954, se hacía hincapié en dos aspectos sobre
los estudios acerca de la aculturación: la representatividad de la
cultura y la interpretación de la cultura. El primero se refiere a
que el contacto entre dos culturas nunca se produce de forma
literal, sino que se produce a través de personas concretas, indi-
viduos, que de alguna manera «representan» la cultura a la que
pertenecen. Y, por tanto, el contacto no se produce totalmente
sino parcialmente, de forma selectiva, dependiendo de la selec-
tiva transmisión de elementos culturales que realizan esas per-
sonas concretas con las personas de otra cultura. No obstante,

5
  Con los estudios actuales que se están realizando, especialmente con los mi-
grantes latinos que viven en Estados Unidos, se comprueba que el proceso de acultu-
ración es complejo y no es lineal en sus resultados. Véase SKUZA, J., «Humanizing the
Understanding of the Acculturation Experience with Phenomenology». Human Stud
(2007), 30: 447-465. GARCIA y GARCIA, E., «La identidad del movimiento chicano,
el crisol étnico y la asimilación» en LEVINE, Elaine (edit), La migración y los latinos en
Estados Unidos. Visiones y conexiones, CISAN, UNAM, México, 2008.

71
Cibercultura y civilización universal

el desarrollo cultural se produce a nivel colectivo y a través de


colectivos determinados, dada su condición grupal. El segun-
do aspecto hace referencia al lado interpretativo que se lleva
a cabo en la comunicación intercultural. Es decir, en cualquier
relación de este tipo se añaden significados producidos por las
diferentes percepciones de los integrantes de la relación.6

1.2 El término «transculturación»

Precisamente en la década anterior, en 1940, el antropólogo cu-


bano Fernando Ortiz7 acuñaba el término transculturación con
varias intenciones. Por un lado, Trigo8 indica que se intentaba
evitar el concepto aculturación por la ideología que implicaba.
Por otro lado, el término aculturación, parecía que no reflejaba
completamente el fenómeno al poner el énfasis en la «asimi-
lación», es decir, en la adquisición de una cultura al no quedar
explícita la pérdida de la cultura previa, tal y como refleja la
definición de Ortiz. Sin embargo, este último aspecto denomi-
nado «desculturación», o pérdida de la cultura previa, puede
ser muy discutible teniendo en cuenta el principio acumulativo
que rige a las culturas.9 Así como también es discutible el tér-
mino «neoculturación», cuya única función en la definición es
redundar el significado a que se refiere el proceso de transcul-
turación: la creación de un nuevo fenómeno cultural.

  FOSTER. G., Cultura... op. cit., pág. 30.


6

  Véase su obra donde se acuña por primera vez el término transculturación: OR-
7

TIZ, F., Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Ariel, Barcelona, 1973.
8
  TRIGO, A., «On transculturation: Toward a political economy of culture in the
periphery», Studies in Latin American Popular Culture, 1996, vol. 15.
9
  Como apreciaremos posteriormente a través del antropólogo Todorov, el pro-
ceso de transculturación no implica necesariamente una pérdida cultural.

72
Desde los procesos de transculturación

«I am of the opinión that the word transculturation


better expresses the different phases of the process of
transition from one culture to another because this does
not consist merely in acquiring another culture, which is
what the English word acculturation really implies, but the
process also necessarily involves the loss or uprooting of
a previous culture, which could be defined as decultura-
tion. In addition it carries the idea of the consequent crea-
tion of a new cultural phenomena, which would be called
neoculturation».10

El término transculturación se difundió y expandió entre los


autores de habla española, mientras que los autores de habla
inglesa siguieron utilizando el término acculturation o «cultu-
ral contact». Podemos añadir que también los autores de habla
francesa siguieron empleando el término aculturation.
Los estudios teóricos sobre la «aculturación» vuelven a to-
mar actualmente un gran auge en los círculos de habla ingle-
sa. Éstos se elaboran principalmente desde la psicología de-
rivados de la antropología cultural. En los recientes estudios
publicados en la revista de referencia Internacional Journal of
Intercultural Relations cabe señalar los de J. W. Berry: «Globa-
lization and acculturation» (2008), «A critique of critical accul-
turation» (2009) o de James B. Waldram «Is there a future for
“�������������������������������������������������������������
culture������������������������������������������������������
“�����������������������������������������������������
in acculturation research? An anthropologist´s pers-
pectiva» (2009).
En los estudios de habla española destacamos los desarrolla-
dos en América Latina, donde se encuentra el uso del concep-

10
  HERSKOVITS, M., Cultural Anthropology. An Abridged Revision of Man and
His Works, Ed. Alfred A. Knopf, Inc., Canadá, 1955, última reimpresión 1970, pág.
475.

73
Cibercultura y civilización universal

to de «transculturación» muy consolidado en diferentes áreas


del conocimiento: Felix Schawartzmann en El sentimiento de
lo humano en América. Antropología de la convivencia (1953),
José María Arguedas en Formación de una cultura nacional
indoamericana (1981), Ángel Rama en su Transculturación na-
rrativa en América Latina (1982), Trigo en On transculturation:
Toward a political economy of culture in the periphery (1996),
Ramiro Podetti en Mestizaje y transculturación: la propuesta
latinoamericana de globalización (2004). Actualmente cabe
destacar el estudio de Fábregas Nuestra América: identidad
y cultura (2008).11
También en Europa12 otros análisis representativos como los
de las obras de Tzvetan Todorov, Premio Principe de Asturias
de Ciencias Sociales (2008), Cruce de culturas y mestizaje cul-
tural asentarán y confirmarán las fronteras entre los conceptos
utilizados por Ortiz. El término aculturación se aprecia depura-
do. Su significado es la adquisición progresiva de una cultura
diferente a la que uno posee. Mientras que desculturación,
siendo su opuesto, hace referencia a la pérdida de la cultura
que uno posee.
Es por ello que Todorov otorga al término transculturación
la propiedad de resolver la lucha de los anteriores contrarios.
Ésta es descrita como «la adquisición de un nuevo código sin

 Andrés Fábregas Puig, «Nuestra América: identidad y cultura», Cuadernos


11

Americanos, nº 125 (2008), julio-septiembre, año XXII, págs. 11-21.


12
  Cabe incluir los estudios: MENOR SENDRA, J. y VALLE DE FRUTOS., «¿Qué
puede aportar la sociología al estudio de las relaciones internacionales», Estudios
Internacionales de la Complutense, vol. 8, mayo-agosto 2006; VALLE DE FRUTOS, S.
y MENOR SENDRA, J., «Fronteras culturales, migraciones, multiculturalismo y trans-
culturación» (2007), ponencia presentada al I Congreso Internacional: «Migraciones
globales: Población en Movimiento, Familia y Comunidades Migrantes», Mazatlán
Sinaloa (México); el estudio más reciente de la autora VALLE DE FRUTOS, S., «Los
procesos de transculturación desde la identidad de Nuestra América y la Europa
Mediterránea», en Cuadernos Americanos, nº 132 (2010), enero-marzo, vol. I, año
XXIV (en prensa).

74
Desde los procesos de transculturación

pérdida del antiguo»13 que se configura como resultado de la


combinación entre el código antiguo, es decir, la cultura ante-
rior al encuentro con otra cultura, y el código nuevo, es decir, la
otra parte del encuentro.
Partiendo de la premisa de que «una cultura no evoluciona
si no es a través de los contactos»14 puesto que los inter-
cultural es constitutivo de lo cultural, Todorov describe las
interacciones interculturales a partir de un continuum donde
en un extremo estarían las culturas que no se influencian re-
cíprocamente, que se ignoran, y en el otro encontraríamos
el máximo del contacto intercultural: la guerra. Ambos tipos
de relaciones opuestas fracasan por sí mismas. Por otro lado,
estarían aquellas en que se produce el malinchismo cultural,
donde se adoptan ciegamente los valores de una cultura, o
bien el aislamiento, o el rechazo a las aportaciones de las
otras culturas.
La alternativa a estas formas de relación cultural es la
transculturación, como consecuencia del cruce de culturas,
puesto que no rechaza lo extraño sino que lo incorpora, lo
absorbe. Y, por otra parte, se corresponde con el concepto
de transvaloración, de manera que comporta un discerni-
miento sobre los valores de la cultura propia y la ajena. En
definitiva, como apunta Todorov, «el progreso cultural con-
siste en el ejercicio de la transvaloración» 15 y –añadimos– de
la transculturación.

13
  TODOROV, T., El hombre desplazado, Taurus, Madrid, 1998, pág. 27.
14
  TODOROV, T., Cruce de culturas y mestizaje cultural, Jucar, Madrid, 1988, pág. 22.
15
  TODOROV, T., Cruce... op. cit., pág. 23.

75
Cibercultura y civilización universal

2 Definición y características de los procesos de


transculturación

A pesar de que los «procesos de transculturación» han sido y


siguen siendo una realidad sociológica-histórica poco investi-
gada desde toda su complejidad, análisis históricos16 nos mues-
tran pistas que nos pueden orientar para reflexionar sobre estos
fenómenos a un nivel esencialmente macrosocial. No es casua-
lidad que la mayoría de los estudios actuales que siguen descri-
biéndolos provengan del mundo latinoamericano porque preci-
samente todos los autores coinciden en que América Latina es
un ejemplo ejemplar de cómo se han desarrollado los procesos
de transculturación en el pasado y en el presente, a través de la
creación de conglomerados culturales híbridos que configuran
nuevas identidades, nuevas américas latinas constituidas a par-
tir de una gran diversidad cultural.
Construyéndose estos procesos a partir de otros como los
imitativos y creativos se rigen por principios selectivos, de in-
terpretación, de diferenciación, según el grado de aceptación o
resistencia de elementos, así como el grado de permeabilidad
de las fronteras. El fenómeno de la transculturación, como vere-
mos también posteriormente, presenta autonomía conceptual
al distinguirse de otros como la coexistencia, el aislacionismo
cultural, la globalización cultural y el multiculturalismo.
Por ello, proponemos como punto de partida una definición
de los procesos de transculturación. Los consideramos como
aquellos procesos producidos por la adaptación recíproca entre
civilizaciones, que implican, por un lado, la penetración recípro-
ca y no unilateral entre culturas, a través de canales de participa-

  AGUIRRE ROJAS, Carlos, «Braudel en las Américas. Ensayo de comparación de


16

dos intercambios transculturales», Signos Históricos II. 3 (junio 2000), págs. 49-80.

76
Desde los procesos de transculturación

ción de los grupos culturales que forman la civilización particular


en un doble y/o múltiple flujo comunicativo. Y por otro, implican
efectos funcionales que pueden provocar la transformación de
la civilización reestructurándola y teniendo como resultado una
nueva realidad sociocultural con el predominio de una de las
culturas y/o civilizaciones que interactúa. Ésta se manifiesta por
la «similaridad» y diferenciación o diversidad cultural.
Existe un acuerdo en que estos procesos se producen por la
combinación de elementos materiales y espirituales que forman
las diferentes civilizaciones y culturas. Operación que se lleva a
cabo tanto en las estructuras como en las fuerzas, permitiendo
así su movimiento cultural. Las estructuras, como una organiza-
ción, una coherencia basada en relaciones fijas entre realidades y
masas sociales así como un ensamblaje que limita los escenarios
mentales y geográficos; y las fuerzas, como actitudes, emocio-
nes e ideas son entendidas así en el pensamiento Braudeliano.
Como no iba ser de otra forma, los procesos de transculturación
se manifiestan a nivel integral y profundo, tal y como se identifica
a las civilizaciones particulares desde sus tres planos económi-
co, político y cultural propiamente dicho. Así pues, se construyen
más frecuentemente a nivel civilizatorio, articulándose a partir de
las diferentes agrupaciones culturales que llevan en su seno. Por
ello, el adjetivo más adecuado para estos procesos es el de trans-
civilizatorios, ya que sus resultados trascienden los de las relacio-
nes intercivilizatorias e interculturales.
Estas relaciones se producen a partir de dos «macrosistemas
culturales», es decir, a partir de dos o más identidades civiliza-
torias. Por otro lado, las relaciones interculturales se desarro-
llan a partir de dos o más identidades culturales. «Por tanto,
los “procesos de transculturación” trascienden las propias re-
laciones intercivilizatorias e interculturales porque se tratan de

77
Cibercultura y civilización universal

“fenómenos” que se desarrollan principalmente a nivel transci-


vilizatorio.» Procesos en sí mismos creativos y no imitativos aun-
que ambos transcurren de forma necesaria y simultánea en los
grupos culturales, dado que los actos creativos normalmente
suelen realizarse a través de minorías o élites que son posterior-
mente imitadas de forma mecánica por la mayoría.
Los «procesos de transculturación», sin embargo, presentan
la peculiaridad de suceder por la experiencia de la mayoría; de
ahí que Toynbee los califique de «revoluciones psicológicas»,17
en contraposición a las revoluciones violentas que suelen ser
actos miméticos retardados; o que Braudel también las califi-
que de «revoluciones de la mente».18 La experiencia es la gran
fuente de la identidad y autoconciencia. Es el origen funda-
mental de la confrontación del yo con los otros.19 En la medida
en que los individuos adquieren sentido a través de la expe-
riencia, éstos intentan agruparse con aquellos que tienen una
común para hallar significados y transformaciones culturales
comunes.
Los cambios que se producen por la combinación de elemen-
tos civilizatorios implican una conversión de las mayorías que
tiene lugar a partir de la vivencia y no de la imitación. En este
sentido, este fenómeno nos evoca el concepto de «civilización
digital» o «civilización de la mente» referidas en el capítulo an-
terior. Estaríamos considerando que los procesos de transcul-

17
  TOYNBEE, A. J., A Study of History. Abridgement, Ed. Royal Institute of In-
ternational Affairs y Oxford University Press, Londres, 1946; 1957; 1960 (traducción
al castellano de Luís Grasset y Luís Alberto Bixio, Estudio de la Historia, Ed. Alianza,
Madrid, 1970, vol. 3, pág. 127).
18
  BRAUDEL, F., Les ambitions de l´Histoire, ��������������������������������������
Éditions de Fallois, París, 1997 (tra-
ducción de Mª José Furió, Las ambiciones de la historia, Crítica, Barcelona, 2002,
163).
19
 BELL, D., The Cultural Contraditions of Capitalism, Basic Books Inc., Nueva
York, 1976 (traducción de Néstor A. Mínguez, Las contradicciones culturales del capi-
talismo, Alianza Universidad, 1ª ed. 1977, 3ª reimpresión 1989, pág. 95).

78
Desde los procesos de transculturación

turación se están haciendo realidad y ampliando su radio de


actuación gracias a la formación de esta civilización que refleja
varios aspectos cruciales en la evolución cultural: la transforma-
ción de los modos de la experiencia que, según la primacía de
unos sentidos sobre otros, según las épocas históricas, indican
cambios profundos en las culturas. Actualmente se está pasan-
do de la primacía de la cultura de la imprenta y cultura visual a
la multimedial. Por otro lado, por primera vez las mayorías se
expresan en la red, desafiando el monopolio del conocimiento
que las élites culturales han tenido tradicionalmente, traspasan-
do las fronteras del espacio físico y el tiempo social que los
había limitado, creando movimientos, agrupaciones y redes de
la dinámica cultural.

3 Principios de la transculturación

Las relaciones culturales son, según el historiador Spengler, pu-


ramente accidentales e irregulares,20 involuntarias e inevitables,21
lo cual implica comprobar el sentido de las relaciones que perci-
bimos, puesto que la única significación se encuentra en el ciclo
vital de cada cultura particular. Las únicas relaciones percibidas
por el historiador son las que son aceptadas, mientras que la
forma en que las culturas seleccionan sus incorporaciones y re-
chazos está por estudiarse desde estudios comparativos. Esta
selección es de suma importancia pues nos facilita las claves
para observar cómo se crea la diversidad cultural y sobre todo

20
  SPENGLER, O., Der Untergang des Abendlandes, Ed. C. H. Beck´sche Verlags-
buchhandlung, München, 1921 (traducción de Manuel G. Morente, La decadencia de
Occidente. Bosquejo de una morfología de la historia universal, Colección Austral, 2ª
ed. 2002, vol. II, pág. 67.
21
  SPENGLER, O., La decadencia de Occidente... op. cit., vol. II, pág. 63.

79
Cibercultura y civilización universal

para manifestar una aportación alternativa a las tesis que pro-


mulgan la homogeneización de las culturas como la única res-
puesta a la evolución cultural.

3.1 La transmigración

Spengler nos indica que el proceso de selección se lleva a cabo


a partir de la transmigración o transcurso selectivo de acepta-
ción o rechazo, elección o apropiación. Según éste, de todas
las innumerables influencias que puede recibir una cultura de
otras, muy pocas son aceptadas: «la mayor parte se queda en
mera potencia».22
Este proceso se puede describir con el ejemplo de la expan-
sión del budismo desde la India a China de forma evolutiva a
partir de dos fases. En la primera se percibe la aceptación de
una parte de esta religión. En la segunda fase, la parte acepta-
da por China se transforma en una nueva especie de expresión
religiosa que sólo tiene significación para los chinos. Por tan-
to, Spengler comprueba que las «significaciones» no pueden
emigrar o, en otras palabras, el sentido original de la parte
cultural que se transfiere se adapta a la cultura receptora. Por
ello los chinos y los indios tienen en común que son budistas
pero ello no significa que sus almas se hallen más próximas.
Cada cultura sigue su trayecto personal y, por tanto, éste es
siempre diferencial.

  SPENGLER, O., La decadencia de Occidente... op. cit., vol. II, pág. 94.
22

80
Desde los procesos de transculturación

3.2 Principio de selectividad

Los procesos de transculturación se rigen por el «principio de


selectividad» entendido según Braudel como el principio que
regula la incorporación o la ausencia de las transferencias e in-
tercambios entre unos grupos culturales a otros. Este principio
presenta a su vez dos ámbitos, el exterior que hace referencia a
las decisiones que las propias agrupaciones particulares toman
sobre si adquirir como elementos propios los de otras culturas.
En este sentido, existen resistencias y reacciones a incorporar
bienes culturales que pongan en tela de juicio las estructuras
profundas de la civilización, cultura o subcultura particular, en
definitiva, sus rasgos identitarios. Por ello, el establecimiento de
transferencias culturales depende fundamentalmente del con-
tenido cultural y de cómo va a ser asimilado posteriormente por
los ejes profundos.
Desde el ámbito interior, los grupos culturales se van forjan-
do lentamente a base de selecciones que los transforman hasta
el punto de llegar a lo que se denomina «separación del pasado
histórico». Esta característica ocurre fundamentalmente a nivel
civilizatorio donde las civilizaciones, a partir de las relaciones de
unas con otras, van creando su propia identidad civilizatoria que
le caracteriza por haber codificado todo su pasado selectivo ba-
sado esencialmente en sus «rechazos duraderos».
Sin embargo, es importante recordar que una de las faculta-
des de la cultura –que Kroeber denomina pasivas y a la vez son
las más frecuentes– es su capacidad de apertura y receptividad
basadas en recibir el pasado transmitido de la propia cultura de
una generación a otra y, por otro, en la capacidad de aceptar
elementos y sistemas foráneos de la cultura material de otras
culturas a través de la difusión. Esto no significa que no haya

81
Cibercultura y civilización universal

resistencias y rechazos hacia la importación cultural, pero a pe-


sar de ellas, las absorciones de una cultura y las asimilaciones
de culturas foráneas son continuas. Precisamente esta ilimitada
capacidad de receptividad y asimilación que poseen las culturas
es lo que hace que la cultura sea un «continuum» en el espacio
y el tiempo como en sus relaciones desarrolladas.
La evolución diferencial que presenta cada cultura está mar-
cada por sus configuraciones espacio-temporales, es decir, por
su historia particular. La historia particular de cada cultura de-
termina sus diferencias o similitudes con las otras: «cuanto más
distinta es una sociedad por su historia, más evoluciona en ais-
lamiento de otras sociedades».23 Esto significa que las culturas
que no comparten una historia difícilmente pueden comunicar-
se y llegar a crear modelos y formas de organización comunes.
El cambio cultural se define por el trayecto histórico. El des-
tino y la estructura de las sociedades están determinados por
el cambio cultural, por la historia que se crea en torno a los
intereses, valores y creencias que van definiendo las institucio-
nes y organizaciones. Las culturas que comparten historia son
las que pueden llegar a entrecruzarse y mezclarse, de manera
que sus formas de organización tomen rasgos unas de otras
y a la vez adapten esos rasgos a los entornos específicos de
cada cultura.

3.3 Grado de aceptación y resistencia

Desde la antropología, Herskovits24 indica cuatro factores que,


históricamente, han influido en el grado de aceptación o de re-

  CASTELLS, M., La era de la información... op. cit., vol. I, pág. 200.


23

  HERSKOVITS, M., Cultural… op. cit., pág. 481.


24

82
Desde los procesos de transculturación

sistencia a elementos culturales externos, y que nos permiten


identificar la facilidad o dificultad conque se desarrollan los pro-
cesos de transculturación: el tipo de componentes culturales
que predomine en una determinada, el medio geográfico, las
circunstancias históricas y el proceso de «endoculturación». El
primer factor trata del tipo de cultura preexistente.

3.3.1 «Focus»

Cada cultura tiene un perfil o «focus», es decir, una predomi-


nancia sobre un determinado tipo de elementos culturales. Por
ejemplo, unas culturas pueden centrar su «identidad» en la reli-
gión, otras en la tecnología. En el caso de las sociedades primi-
tivas, podemos intentar observar algunas características. Prime-
ro, éstas han sido llamadas «primitivas» por presentar culturas
simples o inferiores a las civilizaciones, teniendo como centro
elementos mágicos y religiosos. Segundo, también han sido lla-
madas «salvajes» o «bárbaras» como aplicación de la secuencia
evolucionista de «salvajismo», «barbarismo»25 y «civilización».
Tercero, existen dos calificativos que determinan propiamente
el término «primitivo»: a) «sociedades sin historia» en el sentido
de no poseer un historia escrita; b) sociedades «non-literate»,
que se refiere a sociedades sin lenguas escritas, es decir, que
su instrumento de comunicación son las lenguas orales.26 Una
de las características uniformes de las culturas primitivas que
actualmente se denominan «culturas indígenas», entre otras, es

25
  El proceso de barbarizacion está siendo reconsiderado actualmente por estu-
dios como el de Todorov, T., El miedo a los bárbaros. Más allá del choque de civiliza-
ciones, Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2008.
26
  HERSKOVITS, M., Cultural... op. cit., págs. 259-263.

83
Cibercultura y civilización universal

fundamentalmente el uso de la memoria como archivo histórico


de su sabiduría y conocimiento, cuando no se ha plasmado físi-
camente, bien de forma impresa o digital.
Por un lado, tradicionalmente ha habido una tendencia de
las sociedades cuyo focus se centra en los aspectos materiales
a presentar resistencias hacia la aceptación de aspectos inma-
teriales, como valores, creencias, filosofías, etc. Mientras que,
por otro lado, aquellas sociedades cuya forma de transmisión es
principalmente a través del lenguaje oral han tendido a presen-
tar resistencias hacia los elementos donde prima la tecnología.
Actualmente las fronteras entre los elementos no permanecen
nítidas por la continua reinvención de los medios de comunica-
ción. La actual fuerte expansión del uso de la telefonía móvil,
especialmente en áreas donde, siendo el acceso a la red de
internet muy limitado, prima la comunicación cara a cara, es un
ejemplo muy significativo.
Desde los estudios de la comunicación, McLuhan27 clasificó
a las culturas en «visuales» o «acústicas» según el grado de in-
corporación tecnológica de otras culturas. Las culturas –y po-
dríamos añadir civilizaciones– con orientación «acústica» son
culturas orales no son especialistas, que crean «identidades
de alto perfil» o de alta definición, y se construyen a partir de
una conciencia centralizada o exclusiva en cuanto que excluye
a otras identidades. A este tipo corresponden las identidades
«grupales» donde la identidad individual se define por vincula-
ción al grupo, como ocurre con las culturas orientales. Histórica-
mente no han sido permeables a la introducción de tecnologías

27
  McLUHAN, C y POWERS, B. R., The Global Village., Ed. Oxford University
Press. 1989 (traducción al castellano de Claudia Ferrari, La Aldea Global. Transforma-
ciones en la vida y los medios de comunicación mundiales en el siglo XXI, Ed. Gedisa,
Barcelona, 2ª ed., 1993, pág. 78.

84
Desde los procesos de transculturación

aunque, por otro lado, presentan una mayor capacidad para


asimilar las tecnologías electrónicas.
Las culturas con orientación «visual» se correlacionan con
aquellas «identidades de bajo perfil» o poco definidas, que se
construyen con un tipo de conciencia inclusiva o descentralizada,
como en el caso de la cultura canadiense. Éstas han sido históri-
camente tolerantes a la introducción de instrumentos foráneos.
Sin embargo, actualmente presentan una menor disposición a
asimilar y percibir los cambios producidos por las nuevas tecno-
logías debido a que éstas son acústicas. En conclusión, las cul-
turas o civilizaciones con inclinación «acústica» son resistentes
a la introducción de nuevas tecnologías y a la penetración de
otras culturas o civilizaciones acústicas, por lo cual este tipo de
culturas y civilizaciones no tienden a comunicarse entre ellas.

3.3.2 «Hábitat» y circunstancias históricas

El segundo factor es el «hábitat». Las sociedades suelen pre-


sentar un medio de vida marcado por los recursos naturales, el
clima y otras características sobre las cuales se han tenido que
adaptar y realizar ajustes. Cuando este «hábitat» está configura-
do por condiciones difíciles los individuos no tienden a aceptar
la experimentación en el campo tecnológico, por lo que la incli-
nación de las sociedades muy ajustadas a su medio geográfico,
como la de los esquimales, suele ser hacía la resistencia a los
elementos tecnológicos.
El tercer factor son las circunstancias históricas. En circunstan-
cias denominadas de conquista cultural, a pesar de que se suele
estudiar un tipo de respuesta, y además de tipo negativo, sin
embargo se pueden apreciar dos tipos de manifestaciones: una

85
Cibercultura y civilización universal

positiva en la que existe un intercambio de elementos culturales


sin que necesariamente exista un cambio en el modo de vida.
Una negativa como resultado de la imposición de instituciones y
formas de vida cuya respuesta es la reacción con el surgimiento
de «movimientos contra-aculturativos».28
En circunstancias de expansión y dominación de la cultura oc-
cidental o la dominación de la cultura consumista se suele con-
ceder una interpretación incompleta, al no reconocer el grado
en que la cultura occidental interactúa y cambia como resultado
de la exposición con otras culturas y civilizaciones.
La «similaridad cultural», que sucede ante la expansión de las
comunicaciones, no tiende a desarrollarse a través de la imposi-
ción de un conjunto de valores culturales sobre otros, sino que
también se desarrolla a través de la mezcla de una diversidad de
valores culturales que no suponen una hegemonía. El impacto
de esta expansión sobre el cambio cultural no puede limitarse a
la simple descripción y distinción entre «homogeneidad» y «he-
terogeneidad» cultural, puesto que proporciona nuevas opor-
tunidades para la interacción cultural mientras que limita otras.
Para que exista «interacción cultural» es necesaria no sólo la
comunicación sino también un grado de «comunidad». Sin este
grado de «comunidad de valores» no puede existir la base para
el entendimiento y la interacción. Rogers29 afirma que la transfe-
rencia de ideas ocurre más frecuentemente cuando los actores
comparten valores similares, y la cultura es la que proporciona
el conjunto de ideas, valores y creencias que funcionan para
proveer una base para la interacción y comprensión entre los
miembros de una comunidad.

28
  HERSKOVITS, M., Cultural... op. cit., pág. 453.
29
  GREIG, J. M., «The end of Geography?...», op. cit., pág. 226.

86
Desde los procesos de transculturación

3.3.3 Endoculturación

El último factor hace referencia al proceso de «enculturación» o


proceso de aprendizaje. El modo en que un individuo es integra-
do y adaptado a la cultura condiciona el grado de aceptación o
de rechazo de elementos culturales. Este aspecto tiene mucha
importancia en la dinámica de consolidación de los migrantes
en una determinada cultura. Este proceso se efectúa en dos
niveles. En el primero se encuentra el proceso de condiciona-
miento de los individuos en su primera infancia sobre la forma
de ajustarse a las instituciones establecidas en la sociedad a
través del aprendizaje del lenguaje o formas de categorizar. En
el caso de la segunda generación de migrantes potencialmente
se puede proyectar una mayor integración que en la primera
por la incorporación natural de una segunda lengua a partir de
la participación en el sistema de escolarización en la sociedad
receptora. En el segundo nivel, que se efectúa en la edad adul-
ta, se trataría más bien de un recondicionamiento.
El proceso de modificación de la cultura o civilización pre-
existente puede llevarse a cabo a partir de la sustitución de
elementos antiguos por los nuevos, introducidos también a
través del proceso de aprendizaje, proceso que tiene como
resultado que los elementos antiguos lleguen a ser olvidados
o permanezcan de forma latente, por lo que con un cambio de
generación solamente sean comunicados y así sucesivamente
hasta que, finalmente, lleguen a ser símbolos de algún grupo
cultural, mientras que el resto de la civilización los abandone
totalmente. Éste podría ser el caso del abandono del uso del
pañuelo sobre la cabeza o de la supresión de la mutilación de
los genitales de aquellas mujeres musulmanas que viven en
culturas occidentalizadas.

87
Cibercultura y civilización universal

En cuanto a los estudios sobre los actores que cursan el pro-


ceso de introducción de nuevos elementos culturales en una
civilización, cultura y/o subcultura, nos muestran dos tipos: los
agentes innovadores y los agentes que sirven de enlace entre
ellas.
Linton,30 señala que, por un lado, la aceptación de elemen-
tos se desarrolla de forma indirecta a través de «innovadores»,
élites culturales o aquellos individuos que se encargan de ex-
tender los elementos culturales nuevos. Por otro lado, la dise-
minación de los elementos culturales a las mayorías depende
del grado de utilidad y compatibilidad de los componentes fo-
ráneos con el grupo cultural receptor. Un nuevo instrumento
cultural raramente es útil a todos los miembros de una cultura o
es compatible con todas las constelaciones de elementos cultu-
rales funcionalmente interrelacionados, de ahí que la disemina-
ción sea selectiva.

3.4 Grado de permeabilidad

Otra de las características fundamentales que le otorgan di-


namismo a «los procesos de transculturación» es que se rigen
también por el «grado de permeabilidad» que persiste en las
culturas y/o civilizaciones. Cada grupo cultural presenta unas
fronteras que son franqueadas dependiendo del grado de per-
meabilidad de sus estructuras. Según Toynbee, los agentes que
sirven de enlace entre civilizaciones se pueden clasificar en un
orden dependiendo del grado de apertura en que se encuentra
una civilización con respecto a otra. Cuando la adaptación entre

  LINTON, R., Acculturation… op. cit., pág. 470-477.


30

88
Desde los procesos de transculturación

las civilizaciones presenta un grado superficial, las civilizaciones


utilizan agentes militares y diplomáticos.
En segundo lugar, cuando el proceso de permeabilidad es
menos superficial las civilizaciones utilizan los «mercaderes», es
decir, las civilizaciones presentan unas relaciones comerciales.
En tercer y último lugar, cuando las civilizaciones han llegado a
un grado de permeabilidad profundo surgen las relaciones edu-
cativas, civiles y legales a través de las figuras del «maestro»,
«funcionario civil» y «abogado» respectivamente.

89
Capítulo IV
A la cibertransculturación

1 ¿Podemos diferenciar los procesos de transculturación de


otros fenómenos culturales?

En el pasado capítulo hicimos un recorrido vital de los con-


ceptos de transculturación y aculturación indicando sus di-
ferencias. Ahora es importante hacer un discernimiento con
respecto a otros fenómenos como coexistencia, aislacionismo
cultural/inmovilismo cultural, globalización cultural a partir de
estudiar lo que es el multiculturalismo1 desde sus diferentes
acepciones.
Tal y como señala Christine Inglis,2 el concepto de multicultu-
ralismo, cuyo término surgió en 1965 tras la recomendación de
la Comisión Real sobre bilingüismo y biculturalismo de Canadá,
con objeto de sustituir la política bicultural, basada en la Car-
ta Británica y Francesa, por una política multicultural, debemos
entenderlo desde sus tres acepciones: demográfica-descripti-
va, que hace referencia al adjetivo «multicultural» para tratar
los segmentos étnicos o razas dentro de la población de una
sociedad o Estado, y da énfasis a la percepción de las parti-
cularidades culturales asociadas a una diferenciación estructu-

1
  Véase para la reflexión el artículo el reciente artículo de AVELINO DE LA PIEN-
DA, J. (2009), «Multiculturalidad y multiculturalismo. Relatividad cultural y relativis-
mo», Revista de Filosofía, nº 61, 2009-2010, págs. 89-115.
2
 INGLIS, Christine, «Multiculturalismo: Nuevas Respuestas Políticas a la Diver-
sidad», Colección de Documentos de Políticas Sociales, nº 4, Publicaciones MOST.
UNESCO, 1997, págs. 16-17.

91
Cibercultura y civilización universal

ral; ideológica-normativa: está basada en teorías sociológicas


y ético-filosóficas que tratan de las diferentes identidades cul-
turales; programático-política, que hace referencia al término
«multiculturalismo» como aquellos tipos de programas e inicia-
tivas políticas específicas cuyo objetivo es dar respuesta a la
diversidad étnica y encauzarla.

1.1 Multiculturalismo: acepción demográfica-descriptiva

Desde la acepción demográfica-descriptiva, el multiculturalismo


se ha analizado fundamentalmente desde el estudio de la «et-
nicidad» –de ahí que se equipare el término sociedad multicul-
tural con sociedad multiétnica– a partir de tres aproximaciones
teóricas:3 Por un lado, la doctrina denominada primordialismo,
que considera la «etnicidad» desde categorías sociobiológicas y
asume que los grupos sociales se definen por sus características
objetivas que incluyen territorio, religión, raza, cultura y lenguaje,
y características que son sujetas a la interpretación por las pre-
ferencias subjetivas de los grupos.4 Esta doctrina, que presenta
influencias de la escuela soviética de etnología, ha sido criticada
por la imposibilidad metodológica de interpretar la perspectiva
subjetiva desde el punto de vista de los actores.5 Por otra parte,
también proponemos incluir en esta doctrina el fenómeno del
inmovilismo cultural y/o aislacionismo cultural que se manifiesta
en este tipo de grupos culturales y –se puede hacer extensivo a

3
 �����������������������������������������������������������������������������
KOENING, M., «Democratic governance in multicultural societies. Social condi-
tions for the implementation of international human rights through multicultural poli-
cies», Management of Social Transformations, Most. Discussión Paper, nº 30, vol. 2,
número 11, febrero, 23, 1999.
4
  BANGURA, Y., «The search for identity: ethnicity, religion and political violence».
Occasional Paper nº 6, World Summit for Social Development, UNRISD, 1994, pág. 10.
5
  KOENING, M., Democratic governance... op. cit.

92
A la cibertransculturación

otros como los migrantes– que se caracteriza por la falta de flexi-


bilidad y dificultad de transformarse y, por tanto, de evolucionar,
que es lo que permite asentar la unidad y cohesión social. Este
aspecto es favorecido por el tipo de autocomunicación que de-
sarrollan este tipo de colectividades que no facilita las relaciones
y comunicaciones interculturales, mediante medios de comunica-
ción creados propiamente para ellos mismos, que no les ayuda
precisamente a integrarse ni cultural ni socialmente en la socie-
dad dominante y/o receptora, en el caso de los migrantes.
Por otro lado, la doctrina constructivista considera que la
identidad étnica es el resultado de un proceso social complejo
en el que las fronteras simbólicas son construidas y reconstrui-
das a partir de los mitos, la historia común y el lenguaje. Y por
último, la doctrina instrumentalista sostiene que la etnicidad
puede ser utilizada como forma de movilización política y pue-
de llegar a ser conducida hacia objetivos bélicos.6

1.2 Multiculturalismo: acepción ideológica-normativa

La acepción ideológica-normativa es la más debatida. Los principa-


les discursos teóricos partieron de los estudios sobre las políticas

6
  Uno de los estudios que plasma un enfoque integrador de la acepción
demográfica-descriptiva es el desarrollado por Ralph R. Premdas, «Public
policy and ethnic conflict», Management of Social Transformations, Most.
Discussion Paper Series, nº 12, 1997.
Con respecto al enfoque instrumentalista veáse el Informe de Naciones Unidas
sobre la violencia étnica. «Ethnic violence, conflict resolution and cultural pluralism.»
Report of the UNRISD/UNDP. International Seminar no Ethnic Diversity and Public
Policies. (Nueva York, 17-19 agosto, 1994); STAVENHAGEN, R., «Los conflictos étni-
cos y sus repercusiones en la sociedad internacional», Revista Internacional de Cien-
cias Sociales, vol. XLIII, nº 1, 1991; IBRAHIM, S. E.., «Los conflictos étnicos y la con-
strucción del Estado en el mundo árabe», Revista Internacional de Ciencias Sociales,
nº 156, junio 1998.

93
Cibercultura y civilización universal

de reconocimiento de las identidades, desarrollados por Kymlic-


ka y Taylor.7 Un análisis comparativo de los diferentes enfoques
multiculturales realizado por Tempelman,8 a partir del análisis de
las identidades culturales, clasifica a Taylor dentro del enfoque de
multiculturalismo «primordialista», cuyos rasgos son definidos por
el principio diferenciador. Por su parte, Kymlicka, experto cana-
diense en ciudadanía multicultural y participante en la creación del
último Informe Mundial sobre la Diversidad Cultural de la UNESCO
(2009), Invertir en la diversidad cultural y el diálogo intercultural, es
encuadrado en el enfoque de multiculturalismo «universalista» que
excluye las culturas que no son «liberales», y que reflejan en sus
rasgos generales el principio identificador.
Desde algunos círculos ético-filosóficos se parte de conside-
rar el «multiculturalismo» como una ideología promovida por
la «globalización» que induce a la compartimentación de las
sociedades en fragmentos culturales,9 definiéndose el multi-
culturalismo como «la ideología llamada a justificar en el pla-
no teórico la perduración de divisiones entre seres humanos,
de exclusiones más o menos voluntarias, y de la explotación
derivada de la constitución de guetos étnicos. Ha servido para
hacer olvidar el derecho a la igualdad en nombre del derecho
a la diferencia».10 La globalización, vista desde sus tres pers-
pectivas, la hiperglobalista, escéptica y transformacionalista, en

7
  Véase KYMLICKA, W., Multicultural Citizenship: a Liberal Theory of Minority
Rights, Ed. Van Gorcum, Amsterdam, 1997 y TAYLOR, C., Multiculturalism and «The
Politics of Recognition», Ed. Princeton University Press, Nueva York, 1994.
8
 ����������������������������������������������������������������������������
TEMPELMAN, S., «Constructions of Cultural Identity: Multiculturalism and Ex-
clusión», Political Studies (1999), XLVII, págs. 17-33.
9
 MIRA, N.E., «La máscara del multiculturalismo», Revista Electrónica de Geo-
grafía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona (ISSN 1138-9788), nº 94 (104), 1
agosto 2001.
10
  VAZQUEZ-RIAL, H., «Lo multicultural como mitología y como coartada del ra-
cismo», Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelo-
na (ISSN 1138-9788), nº 94 (104), 1 agosto 2001.

94
A la cibertransculturación

palabras de Held,11 cabe diferenciarla del concepto de «globa-


lismo transcultural», descrito en un estudio realizado desde una
aproximación posmodernista: «We believe transcultural reality is
more closely aligned with the concept of globalism discussed in
Janzen´s (1997) Five Paradigms of Ethnic Relations. In this work,
globalism is described as a continuous search for the center
through ongoing discussions in regard to commonly accepted
principles. “The center itself draws upon the experiential and
intellectual traditions of all world cultures“; and although there
are many reasons why global awareness is promoted –social,
economic, religious– the most important reason is the working
together peaceably of world citizens. [...]. This vision of transcul-
tural globalism has heightened the sense of urgency many have
about how best to adopt transculturally recognized principles
and to be open to ongoing change without destroying cultural
experiences and traditions».12
Otros autores, como Henri Giordan, sostienen que el multi-
culturalismo está generalmente marcado por una ambigüedad
de fondo: por un lado aborda con una perspectiva crítica la co-
existencia de las diferencias culturales; por otro, funciona como
un programa de integración para una sociedad en crisis».13 La
coexistencia cultural puede manifestarse tanto desde el punto
de vista estructural como político y cultural, bien en su manifes-

11
  HELD, D., Mc GREW, A. G., GOLDBLATT, D., PERRATON, J., Global Transfor-
mations. Politics, Economics and Culture, Polity Press & Blackwell Publishers Ltd.,
México, 1999 (traducción al castellano de Guadalupe Meza Staines., Transforma-
ciones globales. Política, economía y cultura, Oxford University Press, México, 1ª ed.
2002). Véase también Adalberto Santana, «¿Globalización de la cultura de América
Latina?», revista UNIVERSUM, nº 18, 2003, Universidad de Talca.
12
  MILHOUSE, V. H; ASANTE, M. K.; NWOSU, P. O. (eds.), Transcultural realities.
Interdisciplinary Perspectives on Cross-Cultural Relations, Ed. Sage, California, 2001,
pág. X.
13
  GIORDAN, H., «Las sociedades multiculturales y multiétnicas», Gestión de las
transformaciones sociales, Most, Documentos de Debate, nº 1, 1995.

95
Cibercultura y civilización universal

tación religiosa y/o lingüística y no produce generalmente una


cultura nueva, como suele ocurrir en el caso de la transcultu-
ración, sino que mantiene la dualidad estructural o sostiene la
tensión entre las diversas subculturas que forman las socieda-
des, así como sus diversas formas de expresión.
En cuanto a entender el multiculturalismo como un programa
de integración cabe recordar al padre de la sociología de las
religiones, Max Weber, al señalar que en las épocas de crisis
desaparecen las creencias y se necesitan otras nuevas. Las ideo-
logías, como ejes de integración, se sustituyen por las religiones
y la multiculturalidad.
Es significativo y esclarecedor que el catedrático de filoso-
fía, Javier de Lucas,14 afirme que el multiculturalismo no es una
cuestión filosófica sino una cuestión política: El expediente de
legitimar cualquier rasgo de identidad cultural, como el de es-
tigmatizar una cultura porque alguna(s) de sus prácticas, ins-
tituciones o valores de su tradición plantea conflictos con las
mayoritariamente aceptadas, no contribuye ni a entender ni a
gestionar las sociedades multiculturales. Porque lo que plantea
la multiculturalidad es una cuestión normativa o, más claramen-
te, política, y no esencialista o metafísica. Es sobre todo una
cuestión de modelos, de políticas de gestión de la realidad mul-
ticultural, de sus exigencias, de sus conflictos.

1.3 Multiculturalismo: acepción programático-política

El multiculturalismo desde su acepción programático-política se


presenta a partir de varios modelos de gestión de la diversi-

  DE LUCAS, Javier., «Multiculturalismo: política no metafísica», El País, 18 de


14

julio de 2001.

96
A la cibertransculturación

dad cultural: Castles y Miller15 consideran cuatro: imperial, re-


presentado por Gran Bretaña hasta 1981; étnico, basado en el
principio jus sanguinis, que implica una integración económica
pero no social sostenida por el principio de exclusión o diferen-
ciación impuesto sobre la diversidad de los diferentes grupos
culturales minoritarios, que tiene como representante a Alema-
nia; republicano, basado en el principio jus soli, modelo identifi-
cador o asimilacionista en el que los colectivos culturales tienen
que imitar a la sociedad mayoritaria para poder integrarse en
la misma, representado por Francia; multicultural, representado
por Holanda, que está basado en el principio de inclusión, es
decir, de integración social-cultural y económica.
Por su parte, Collinson 16 clasifica las políticas europeas
en cuatro modelos basados en: separación, ejemplificado
por la experiencia alemana; tolerancia, seguido por Gran
Bretaña, donde la integración es definida por la igualdad
de oportunidades y es promovida a través de leyes anti-
discriminatorias más que a través de programas que bene-
fician a las minorías étnicas; pluralismo cultural: correspon-
de al modelo seguido por Holanda desde los años ochen-
ta; asimilación: es el modelo que ha seguido Francia hasta
que recientemente ha comenzado a aplicar el modelo de
pluralismo cultural.
Desde la acepción política del multiculturalismo podemos

15
  CASTLES, S. y M. J. MILLER., The Age of Migration. International Population
Movements in the Modern World, Macmillan, Houndmills and London, 1993. Cita-
do en DOOMERNIK, J., «Inmigration, multi-culturalism and Nation State in Wester
Europe», Conferencia sobre Racismo y Política Pública, Durban, Sudáfrica, UNRISD,
septiembre, 2001.
16
  COLLISON, S., Beyond borders: West European migration policy towards the
21st century, Royal Institute of International Affairs, London, 1993, citado en GHAI,
D. y DE ALCANTARA, Cynthia Hewitt., «Globalization and social integration: pat-
terns and processes», Occasional Paper, nº 2, World Summit for Social Development.
UNRISD, 1994.

97
Cibercultura y civilización universal

concluir que, si comparamos los modelos de gestión de la


diversidad cultural que los distintos países europeos han lle-
vado a cabo hasta muy recientemente, con los modelos de
gestión que siguieron en sus respectivas políticas colonialis-
tas, se aprecia una continuación y similitud histórica en el tipo
de relaciones que mantuvieron con los grupos indígenas. Por
otro lado, el giro que han mostrado algunos países en sus
políticas de inmigración hacia modelos más plurales pode-
mos observarlo como resultado de los inevitables procesos
de transculturación.
Los procesos de transculturación difícilmente pueden englo-
barse bajo el paragüas del multiculturalismo desde su acepción
demográfico-descriptiva. Ésta tiene como principales unidades
de análisis a grupos culturales minoritarios a nivel internacional,
como son los étnicos y los migrantes. Categorías sociales que
suelen configurarse como subculturas. El estudio de la transcul-
turación, como hemos analizado, incluye muchos más actores
como las culturas y civilizaciones.
Tampoco los procesos de transculturación constituyen de
forma fundamental el multiculturalismo desde su acepción
ideológica-normativa, puesto que la transculturación incluye
las creencias vestidas de ideologías como uno de sus ele-
mentos inmateriales, pero no tiene como fin la creación de
ideologías, en todo caso uno de sus resultados es la secula-
rización.
El multiculturalismo desde su acepción normativa expresa
las formas en que se puede gestionar la diversidad cultural. La
transculturación podría resultar una respuesta alternativa a los
modelos de gestión asimilacionista o «aculturacionista» y dife-
rencialista.

98
A la cibertransculturación

2 ¿Posible cibertransculturación?

Si bien la transculturación como fenómeno social ha podido ser


cuestionado en el pasado por algunos círculos académicos, de-
bido a la lentitud de su desarrollo y a la dificultad de visualiza-
ción de sus resultados, lo cual ha impedido hacer de una forma
sistemática un estudio exhaustivo, actualmente, sin la menor
duda, es una realidad social que presenta una evolución y diná-
mica sin precedentes favorecida por las nuevas tecnologías de
la comunicación. Tales son los cambios que están produciendo
sobre las culturas y las ciberculturas que integran el espacio y
el ciberespacio que podríamos empezar a hablar de un nuevo
fenómeno denominado «cibertransculturación».
Los procesos de transculturación se manifiestan principal-
mente como consecuencia de las diferentes interacciones17
que se producen entre comunidades culturales con diferentes
niveles, marcados generalmente por órdenes jerárquicos y asi-
métricos. En el caso de los procesos de cibertransculturación
las conexiones e interrelaciones se suelen dar fundamental-
mente en niveles de igualdad y asimetría al producirse en las
redes de redes.

2.1 Redes ciberculturales

Las redes ciberculturales, organizaciones con mínimas estruc-


turas que nacen en y para internet, son los actores que parti-

17
 Destacamos la importancia de observar las «interacciones-clave» definidas
como «aquellas interacciones que constituyen el núcleo esencial y diferenciador de
cada relación internacional, respecto de aquellas otras interacciones secundarias
cuya presencia o ausencia puede influir en la relación, pero no define su naturaleza»
citado en CALDUCH, R., Relaciones Internacionales... op. cit., pág. 87.

99
Cibercultura y civilización universal

cipan en la construcción de los procesos de cibertranscultu-


ración. Estas redes son, como lo son otro tipo de creaciones
«sociales» que se han desarrollado a lo largo de la historia
humana, formas de agrupación de los individuos, diferencián-
dolas de las creaciones técnicas por ser descubrimientos no
científicos, y podemos considerarlas nuevas formas de relación
entre las personas a partir de agrupaciones que se han creado
desde el nacimiento de la internet. Para facilitar el problema
de adjudicar o no identidad a los emisores y receptores de
los flujos culturales es importante hacer una distinción entre
«flujo» y «red». El primero se refiere a «los movimientos de ar-
tefactos físicos, personas, símbolos, signos e información en el
espacio y el tiempo», y «red» implica «las interacciones regula-
rizadas o que siguen una pauta entre agentes independientes,
centros de actividad o ubicaciones del poder».
Al igual que no podemos hablar de la existencia de redes
transculturales,18 al menos de una forma sistematizada, en el
mundo prealfabeto, y que su surgimiento vino de la mano de la
aparición de la escritura, actualmente es posible detectar estas
nuevas redes cibertransculturales aparecidas con el surgimiento
del ciberespacio.

2.2 Nuevas formas de comunicación

Los procesos de cibertransculturación se desarrollan a través de


nuevas formas de comunicaciones establecidas en comunida-

  HELD, D., Mc GREW, A. G., GOLDBLATT, D., PERRATON, J., Global Transfor-
18

mations. Politics, Economics and Culture, Polity Press & Blackwell Publishers Ltd.,
México, 1999 (traducción al castellano de Guadalupe Meza Staines., Transforma-
ciones globales. Política, economía y cultura, Oxford University Press, México, 1ª ed.
2002, pág. XLIX.

100
A la cibertransculturación

des virtuales, redes sociales y la blogosfera, que crean un sis-


tema de comunicación que tiende a ser integrado, compuesto
por las siguientes características:

• Permite la posibilidad de relacionar comunidades culturales


con una base cultural común a través de la comprensión de
las informaciones codificadas y descodificadas en mensajes.
Las fronteras lingüísticas actualmente se deshacen a través
del uso de traductores.
• La circulación de la información es desigual pero también
igualitaria al permitir las comunicaciones horizontales entre
las redes.
• La dirección del flujo no es solamente de arriba abajo, como
sucede en los medios de comunicación tradicionales, sino
multidireccional.
• Las nuevas formas de comunicación son la expresión de los
distintos grupos culturales que forma el ciberespacio, bien
de élites como de masas.

Sin embargo, la comprensión, aspecto que está condiciona-


do a la historia común, no está garantizada entre ellos, puesto
que la mayoría de las veces no configuran relaciones sino sim-
plemente interacciones culturales e intercambios sincrónicos,
no permanentes, lo cual tendería a caracterizar a los procesos
de cibertransculturación pero no a los de transculturación.

101
Capítulo V
Alcance de la dimensión cultural
en la Unión Europea

A pesar de que tanto la Unión Europea como la UNESCO pre-


sentan en la arena cultural muchas acciones conjuntas y otras
diferentes pero sincrónicas en el tiempo, cada una ha desarro-
llado diferentes formas de traducir los fenómenos culturales a
su expresión cuantitativa. Mientras que la Unión Europea ofre-
ce actualmente indicadores culturales que podemos considerar
manifiestan muy acertadamente la dimensión cultural, debido
en parte a su larga tradición y experiencia mostrada con la ela-
boración de los Eurobarómetros, la UNESCO, siendo el mayor
referente cultural a nivel internacional, ha pasado de mostrar in-
dicadores culturales en los años noventa a limitarse actualmente
a ofrecer un marco sin éstos, que intenta reflexionar sobre cómo
cuantificar las variables culturales con la posibilidad de alcan-
zar un consenso sobre cómo prudentemente se pueden medir.
Sin embargo, merece un reconocimiento fructuoso los intentos
cualitativos por mostrar la actual problemática derivada de la
diversidad cultural. En su último informe mundial publicado en
2009 sobre la diversidad cultural y el diálogo intercultural se
ponen de manifiesto guías y escenarios para el análisis de estas
temáticas que, aunque aparecen desde los primeros documen-
tos de la organización, requieren una revisión a la luz de las
revoluciones tecnológicas.
La medición de los fenómenos sociales desde la Unión Euro-
pea presenta una larga experiencia desde el inicio de los Euro-

103
Cibercultura y civilización universal

barómetros que ha sabido salvar los obstáculos que los análi-


sis comparativos conllevan. En cuanto a los relacionados con la
cultura sobresale un monográfico específico sobre los valores
culturales en el 2007 y un estudio cualitativo, elaborado por la
Comisión Europea, que aportó un año anterior en el que pone
como centro la identidad europea.
Una de las trabas fundamentales que han provocado el retra-
so en llegar a acuerdos sobre cómo alcanzar un mínimo reflejo
de los aspectos culturales cualitativos ha sido la dificultad po-
lisémica de encontrar un concepto de cultura a partir del cual
desarrollar variables que reflejen la complejidad. Por otro lado,
introducir la dinámica cultural que evite seguir potenciando el
criticado estatismo que durante décadas han reflejado los ex-
pertos sobre las culturas, no es asunto fácil, como no lo es tam-
poco la aceleración que las nuevas tecnologías de la comunica-
ción están provocando en la evolución cultural.

1 La dimensión cultural y el concepto de cultura

Según Aldecoa y Uncetabarrenechea,1 el año 1974 marca el


inicio de las actividades culturales en la Unión Europea por la
Resolución del Parlamento Europeo, que plantea una serie de
acciones en los aspectos económicos de la cultura como son la
producción y distribución de bienes y prestaciones culturales.
Pero la primera acción que empieza a cristalizar la transforma-
ción en la actuación comunitaria en el ámbito cultural, consiste

1
  ALDECOA L. F. y UNCETABARRENECHEA, L. J., «La cultura en el TUE: hacia la
superación del déficit cultural de los tratados» en AA.VV., La Unión Europea en los
albores de un nuevo siglo. Liber amicorum Jacqueline Lastenouse-Bury, Edit. Euroius
Editorial Jurídica, Madrid, 1997, págs. 174 y ss.

104
Alcance de la dimensión cultural en la Unión Europea

en la Comunicación de la Comisión de septiembre de 1982,2


donde se articulan cuatro ejes de actuación: el libre intercambio
de los bienes culturales, la mejora de las condiciones de vida y
de trabajo de los trabajadores de la cultura, la ampliación del
público y la conservación del patrimonio arquitectónico.
En la misma línea, la Comunicación de la Comisión al Consejo
y al Parlamento de diciembre de 19873 constituirá una continui-
dad a los principios de intervención comunitaria con respecto a
los aspectos de la cultura más relacionados con la economía: la
garantía de la libre circulación de bienes y servicios culturales, la
mejora de vida y de trabajo de los artistas, etc.
Como veremos más adelante de forma más amplia, diez años
después, en 2007, la Comunicación «sobre una Agenda Euro-
pea para la Cultura en un Mundo en vías de Globalización»4 de
la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Eco-
nómico y Social Europeo y al Comité de las regiones, también
hará referencia a aspectos anteriores.
En definitiva, en los años setenta y ochenta la Unión Europea
comienza a presentar actuaciones vinculadas con la parte eco-
nómica y comercial de la cultura, y no será hasta principios de
los años noventa, con la ratificación del Tratado de Maastricht

2
  COMMISSION DES COMMUNAUTES EUROPEENNES: «Le reforcement de
l´action communitaire dans le secteur culturel» (Communication de la Commission au
Parlament et au Conseil) Bulletin des Communautés Europeénnes, Suplément 6/82,
12 octobre, 1982, citado en ALDECOA, L. F. y UNCETABARRENECHEA, L. J., «La
cultura en el TUE...», op. cit., pág. 175.
3
 COMISION DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS: «Nuevo impulso de la po-
lítica cultural en la Comunidad Europea» (Comunicación de la Comisión al Consejo
y al Parlamento Europeo) Boletín de las Comunidades Europeas Suplemento 4/87,
diciembre, 1987, citado en ALDECOA, L. F. y UNCETABARRENECHEA, L. J., «La cul-
tura en el TUE...», op. cit., pág. 176.
4
 COMISION DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS: «Comunicación sobre una
Agenda Europea para la Cultura en un Mundo en vías de la Globalización» de la Co-
misión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité económico y social Europeo y al
Comité de las Regiones. SEC (10 de Mayo, 2007) 570, COM (2007) 242 final.

105
Cibercultura y civilización universal

en 1992, que los temas culturales se engloben en un apartado


dedicado exclusivamente a la cultura. El artículo 151 del Titulo
XII5 del Tratado CE será el encargado de asumir la competencia
cultural comunitaria, con lo que la cultura pasa a ser uno de los
ámbitos de intervención de la Unión Europea. El apartado 1 del
artículo 151 del TCE comienza señalando dos finalidades que
marcan la idea de la unidad en la diversidad, características del
proceso cultural evolutivo de la Unión: primero, el florecimiento
de las culturas de los Estados miembros respetando su diver-
sidad nacional y regional, y segundo, potenciar el patrimonio
cultural común. Sin embargo, este primer apartado deja en la
ambigüedad las fronteras culturales al utilizar los conceptos de
Estados, naciones y regiones.

2 Programas marco: desde Cultura 2000 a 2013

En cuanto a los ámbitos de intervención comunitaria señalados


en el apartado 2 y 3 del artículo 151 se recogen en el primer
programa marco sobre la cultura, el programa «Cultura 2000»,
cuya duración hasta el 2004 implica los siguientes aspectos: a)
mejora del conocimiento, la difusión de la cultura y la historia de
los pueblos europeos; b) conservación y protección del patrimo-
nio cultural de importancia europea; c) intercambios culturales
no comerciales; d) creación artística y literaria, incluido el sector
audiovisual enmarcados en el programa Media II; y e) relaciones
exteriores a través de la cooperación cultural con terceros paí-
ses y organizaciones internacionales competentes.
La asignación de las modalidades de intervención en el apar-

  Anteriormente era el artículo 128 del Título IX.


5

106
Alcance de la dimensión cultural en la Unión Europea

tado 2 del artículo 151 en el que se afirma que la acción comu-


nitaria «favorecerán la cooperación entre los Estados miembros
y si fuera necesario apoyará y complementará la acción de és-
tos», presenta por sí mismo límites en cuanto que señala que la
intervención se producirá sólo si es necesario, es decir, bajo el
principio de subsidiariedad.
Sin embargo, la principal barrera es la ausencia de una armo-
nización en la legislación y las normativas de los Estados miem-
bros. La encontramos en el apartado 5 del artículo 151, donde
se establece que la adopción de propuestas de carácter cultural
se realiza a través del procedimiento de codecisión Consejo-
Parlamento exigiendo la unanimidad del Consejo durante todo
el procedimiento y la consulta del Comité de las Regiones. Es
decir, el sector cultural en la Unión Europea presenta un proce-
dimiento complejo que requiere un consenso general para la
adopción de medidas, lo cual implica un proceso de decisión
muy lento que determina que el ritmo de la ejecución de políti-
cas culturales sea muy limitado.
Por otro lado, en un estudio6 realizado sobre las políticas cul-
turales se muestra que lo único en lo que están de acuerdo
los Estados miembros es en los temas «relacionados» con la
cultura: la libertad de expresión, la preservación de la herencia
cultural y los objetivos socioculturales, que permiten una parti-
cipación abierta en la vida cultural. En lo que respecta al sistema
de decisión política y administrativa, y la situación de los pode-
res y responsabilidades culturales los Estados miembros, varían
bastante a pesar de encontrar entre ellos dos tipos de modelos:
el federativo y el más centralizado.

6
  Véase ROSENAUER, A. y WINTHER, P., «Cultural policies in the EU Members
States», Education and cultural series. Parlamento Europeo. Luxemburgo, 2002. en
http://www.culturalpolicies.net.

107
Cibercultura y civilización universal

Los datos sobre la financiación de las políticas culturales


muestra que la situación varía de Estado a Estado y depende
en un alto grado de la definición de cultura, que principalmente
incluye el arte y actividades artísticas, y algunas veces desde
actividades socioculturales hasta la educación. Es decir, el con-
cepto de cultura es bastante limitado a lo que tradicionalmente
se ha denominado alta cultura.
No obstante, la Decisión 508/2000/ CE del Parlamento Eu-
ropeo y del Consejo del 14 de febrero del 2000,7 por la que se
establece el programa Cultura 2000, nos aporta ciertas carac-
terísticas de lo que se entiende por cultura. Primero, la cultura
es considerada como factor económico, factor de integración
y de ciudadanía: «la plena adhesión y participación de los ciu-
dadanos en la construcción europea requieren poner de relieve
aún más sus valores y raíces culturales comunes como elemen-
tos clave de su identidad. [...] Es necesario conseguir un mejor
equilibrio entre el aspecto económico y el aspecto cultural de la
Comunidad, de modo que estos aspectos se complementen y
se refuercen mutuamente».8
Sin embargo, a pesar de que también se muestra que la cul-
tura es «un elemento esencial de la integración Europea», no
aparece definida, y si realmente tuviese la misma valoración
que los aspectos económicos entonces se hubiese construido
un cuarto pilar dedicado exclusivamente a los aspectos cultura-
les, tal y como apunta Jáuregui.9 Es decir, la dimensión cultural

7
  Diario Oficial de las Comunidades Europeas, Decisión nº 508/2000/CE del Par-
lamento Europeo y del Consejo de 14 de febrero de 2000, L 63, 10.3.2000.
8
  Diario Oficial de las Comunidades Europeas, Decisión nº 508/2000/CE del Par-
lamento Europeo y del Consejo de 14 de febrero de 2000, pág. L 63/1.
9
 JAUREGUI OROQUIETA, J. A., «La emergencia de un modelo cultural» en
OREJA AGUIRRE, M. (director), FONSECA MORILLO, F. (coordinador)., El tratado
de Amsterdam. Análisis y comentarios, Edit. McGraw Hill/Interamericana de España,
Madrid, 1998, vol. I. págs. 787 y ss.

108
Alcance de la dimensión cultural en la Unión Europea

tiene demasiada importancia como para incluirla tan sólo en el


artículo 151, y en el programa marco «cultura 2000» y programa
cultura 2007-2013.
En la Decisión Nº 1885/2006/CE de diciembre de 2006 del
Parlamento Europeo y del Consejo del 12, que viene a sustituir
el Programa 2000, por la que establece el Programa Cultura
2007 (2007-2013), considera esencial «favorecer la cooperación
y los intercambios culturales a fin de respetar y promover la di-
versidad de las culturas y lenguas en Europa y mejorar el cono-
cimiento que tienen los ciudadanos europeos de las culturas
distintas de las suyas…».10
Una de las aportaciones novedosas a las anteriores deci-
siones es el considerar que la mejora de acceso a la cultura
puede constituir un medio para desactivar la exclusión social,
también el que la cultura pueda servir para promover la igual-
dad de género.
El objetivo general del programa Cultura (2007-2013) no hace
referencia a un espacio cultural común delimitado a la Unión
Europea sino que también lo abre a los «europeos». El fomen-
to de la ciudadanía europea es una constante en la resolución,
a la que se deben poner todos los esfuerzos para potenciarla
redundantemente a través de la cooperación. Otra novedad
hace referencia a la inclusión de las industrias culturales no au-
diovisuales. En cuanto a los objetivos específicos se centran en
la movilización tanto de agentes culturales como de produc-
tos culturales, así como el favorecer el diálogo intercultural, de
igual manera que en la UNESCO.

  Diario Oficial de la Unión Europea. Decisión nº 1855/2006/CE del Parlamento


10

Europeo y del Consejo de 12 de diciembre de 2006, pág. L372/1.

109
Cibercultura y civilización universal

3 Agenda Europea para la Cultura en un Mundo en vías


de Globalización: promoción de la diversidad y el diálogo
intercultural

En la Comunicación de la Comisión «Agenda Europea para la


Cultura en un Mundo en vías de Globalización» del 2007, esta-
blece por primera vez en el ámbito de la cultura el compromiso
de los Estados miembros en diseñar una estrategia de acción
cultural europea. En la resolución si aparece una definición de
cultura de una forma más amplia tanto desde el punto de vista
sociológico, que la entiende como el conjunto de artes, bienes
y servicios culturales, como desde el antropológico, basada en
las creencias, valores y tradiciones que se expresan en la len-
gua, el arte, la religión y los mitos. Presenta un objetivo común,
el de promocionar el diálogo intercultural como la diversidad
cultural y otros diferentes promocionar la cultura como cataliza-
dor para la creatividad, y como elemento vital en las relaciones
internacionales de la Unión.
La Agenda incluye como acciones prioritarias para el período
2008-2010 el promocionar el acceso a la cultura, en particular,
mediante el patrimonio cultural, el multilingüismo, la digitaliza-
ción, el turismo cultural, sinergias con la educación artística y,
de manera espacial, con la movilidad de las colecciones. Uno de
los aspectos novedosos es el desarrollar datos y una metodo-
logía estadística en el sector cultural para obtener indicadores
comparativos y criterios de referencia. Maximizar el potencial
de las industrias culturales y creativas.
La resolución del Consejo,11 presenta como objetivos gene-
rales la promoción de la diversidad cultural y el diálogo intercul-

  Resolución del Consejo del 16 de noviembre de 2007.


11

110
Alcance de la dimensión cultural en la Unión Europea

tural; la promoción de la cultura como catalizador de la creati-


vidad, y la cultura como elemento vital en las relaciones inter-
nacionales. En cuanto al primero, que es el que propiamente
interesa en el estudio, se expresa como marco la movilidad de
artistas y otros profesionales en el ámbito de la cultura, incenti-
var, tal y como también lo expresa la Comisión, la digitalización
para mejorar el acceso del público de las diversas formas de las
expresiones culturales y lingüísticas. Lo más referencial será la
promoción del diálogo cultural como proceso que contribuya a
la identidad europea, la ciudadanía y la cohesión social median-
te competencias interculturales de los ciudadanos.
Resulta significativo considerar, para finalizar este apartado,
el concepto de cultura que tenemos los europeos, según el es-
tudio de valores culturales europeos.12 Éste aparece asociado a
las artes (arquitectura, pintura, etc.) por el 38% de los entrevista-
dos. La idea de cultura se relaciona también con las tradiciones,
lenguajes, costumbres, comunidades sociales y culturales (24%).
Le sigue la asociación con la literatura, la poesía, los autores con
la misma proporción. Después la educación y la familia (20%);
conocimiento y ciencia (investigación), y formas y estilos de vida
(18%). La civilización es vagamente asociada a la cultura (13%),
así como la historia (13%). Valores y creencias (incluida la filoso-
fía y la religión) son relacionados con la cultura en un 9%.

4 Midiendo la cultura y las relaciones interculturales

De los cien indicadores básicos que configuran el Yearbook de


Eurostat nos vamos a centrar en aquellos que presentan una

12
  Special Eurobarometer 278, «European cultural values», septiembre 2007.

111
Cibercultura y civilización universal

relación directa con la cultura y las relaciones interculturales.


En primer lugar, la educación general medida en el informe de
Eurostat del 200113 a partir del porcentaje de población de 25 a
59 años con educación superior secundaria será posteriormente
ampliada en el informe Eurostat del 200214 a la edad de entrada
en los programas de educación. Y su duración, axial como en
cuanto al género, se mide la participación de niñas y mujeres
en programas de educación. La principal fuente de datos sobre
la educación procede de la UNESCO/OCDE/Eurostat, mientras
que la medida de la «educación intercultural», a través del por-
centaje de estudiantes en educación superior secundaria apren-
diendo inglés, francés y alemán como segunda lengua, procede
de forma adicional del Eurostat. Como resultado, los datos son
comparables en todos los Estados miembros, así como de los
países candidatos. Aún así la educación intercultural es medida
parcialmente puesto que no especifica el porcentaje de inmi-
grantes estudiando una segunda lengua.
En cuanto a la «migración internacional», por el contrario,
presenta datos que no son comparables debido a la falta de
una definición común de migración, así como que las estadísti-
cas varían entre los informes de los países. Dado que el 5% de
la población de la Unión Europea no es nacional de su país de
residencia, se deberían realizar estadísticas midiendo los flujos
migratorios, así como el nivel de integración cultural partiendo
de estudios sobre el lenguaje y valores, entre otros.
Dentro del grupo de indicadores clasificados como «empresas
y actividades en Europa» se introdujo en el Yearbook de Euros-

13
  EUROSTAT, 100 Basic indicators from Eurostat Yearbook 2001. The statistical
guide to Europa en http://europa.eu.int/comm/eurostat/.
14
  EUROSTAT. 100 Basic indicators from Eurostat Yearbook 2002. The statistical
guide to Europa en http://europa.eu.int/comm/eurostat/.

112
Alcance de la dimensión cultural en la Unión Europea

tat de la edición del 2000 un sección denominada «sociedad


de la información», donde se incluyen las siguientes variables
sobre el fenómeno: a) datos sobre el número de ordenadores
personales, incluidos los PC utilizados en casa y en el trabajo;
b) «Internet hosts», que muestra los ordenadores conectados
a internet, así como datos y servicios a otros ordenadores; c)
«Internet users» ofrece datos del Eurobarómetro sobre el tanto
por ciento de la población que usa internet; y d) suscripción del
número de teléfonos móviles celulares.
Es decir, la sociedad de la información es medida a partir de
variables relacionadas con los ordenadores, internet y los telé-
fonos, dejando de lado datos sobre el uso de otros medios de
comunicación como son la televisión o la radio. Por otro lado,
los datos están principalmente dirigidos a medir la mano de
obra ocupada en este sector en lugar de presentar la importan-
cia de la información en los consumidores a partir de la infraes-
tructura comunicativa.
También dentro del grupo de «empresas y actividades en
Europa» nos encontramos con el sector turístico definido como
«the activities of persons travelling to and staying in places out-
side their usual environment for not more than one consecutive
year for leisure, business and other purposes».15 Los datos son
comparables a partir de 1996 ya que fueron armonizados bajo
el marco de la Directiva del Consejo 95/57/EC. Por tanto, no se
pueden señalar tendencias a largo plazo a partir de las siguientes
variables: a) número de turistas; b) número de viajes turísticos; c)
principales razones de viaje; d) modo de transporte; e) gastos de
turismo; f) número de establecimientos que ofrecen alojamiento
turístico; y g) número de plazas de los establecimientos.

  EUROSTAT. 100 basic indicators from Eurostat Yearbook 2002. The statistical
15

guide to Europa en http://europa.eu.int/comm/eurostat/, pág. 18.

113
Cibercultura y civilización universal

En cuanto a los transportes, las estadísticas de Eurostat des-


criben las características más importantes del sector a partir de:
infraestructura de transporte, equipamiento de transporte, em-
presa y empleo en transporte, transporte de pasajeros, trans-
porte de bienes, consumo de energía y seguridad en el trans-
porte. Cabe resaltar en este sector el que no se especifique el
tipo de bienes que se transportan, por ejemplo si son bienes
culturales, y, por tanto, estudiar el flujo de bienes culturales des-
de el punto de vista material.
Como reflejo de las limitaciones que citábamos anterior-
mente sobre el concepto de cultura utilizado en la Unión Euro-
pea podemos apreciar también la problemática que subyace
en cuanto a la definición de «bien cultural» en la legislación
comunitaria. Dos son los acuerdos que regulan la exportación
de bienes culturales: la regulación del Consejo número 3911
de 199216 sobre la exportación de bienes culturales, y la di-
rectiva del Consejo 93/7/EEC de 199317 sobre el retorno de
objetos culturales retirados ilícitamente desde un territorio de
un Estado miembro. En cuanto al primer acuerdo que hace re-
ferencia a la abolición de fronteras físicas, fiscales y aduaneras
con el objeto de la creación de un mercado único, los Estados
miembros presentan a pesar de todo controles de frontera
para aquellos bienes que son considerados por la legislación
nacional como «tesoros nacionales de valor artístico, histórico
y arqueológico».
La Unión, por tanto, desempeña un doble papel en cuanto a
la protección de la herencia cultural común y asimismo potencia

16
  Regulación del Consejo (EEC) nº 3911/92 del 9 de diciembre de 1992 sobre la
exportación de bienes culturales.
17
  Directiva del Consejo 93/7/EEC del 15 de marzo de 1993 sobre el retorno de
objetos culturales retirados ilícitamente desde un territorio de un Estado miembro.

114
Alcance de la dimensión cultural en la Unión Europea

la cooperación entre los Estados miembros. Por otro lado, no


existe un acuerdo sobre lo que se entiende por «tesoro nacio-
nal». En el caso español, se considera tesoro nacional histórico
«todo lo que reúna la idea de testimonio material dotado de
valor de civilización».18 Por tanto, los acuerdos sobre las expor-
taciones de bienes culturales hacen referencia a aquellos ele-
mentos materiales que conforman las culturas dejando fuera
aquellos elementos que hacen referencia a los valores, actitu-
des o elementos espirituales que también a veces pueden ser
expresados materialmente.
Según el informe realizado por Cervelli, Melis y Maurin de
Fariña19 sobre el flujo de bienes culturales en la Unión Europea,
a pesar de que todos los Estados miembros tienen leyes de pro-
tección de su herencia histórica y cultural, existen diferencias
entre las leyes de los países del sur de Europa, los cuales tie-
nen acuerdos altamente proteccionistas, y las leyes de los paí-
ses del norte de Europa, cuyas leyes son más flexibles y menos
proteccionistas. Es decir, no existe un acuerdo general sobre la
formulación de leyes comunitarias que uniformicen las leyes de
los distintos Estados miembros a partir de las leyes nacionales.
A pesar de la importancia de la exportación de bienes con un
especial valor para la humanidad existen también otros bienes
culturales como los contenidos culturales exportados por los
medios de comunicación que deben también estudiarse dentro
del marco de los flujos transfronterizos.

18
 �������������������������������������������������������������������������
CERVELLI, F.; MELIS, B.; MAURIN DE FARIÑA, C., «�������������������������
��������������������������
The free movement of cul-
tural goods in the European Union», Working Paper, New Issues in Community Law.
Education and Culture Series. Ed. Parlamento Europeo, Luxemburgo, 1995, pág 15.
19
 �������������������������������������������������������������������������
CERVELLI, F.; MELIS, B.; MAURIN DE FARIÑA, C., «The free movement of cul-
tural goods...», op. cit., pág. 5.

115
Capítulo VI
Alcance de la dimensión cultural en la
Organización Educativa, Científica y Cultural
de las Naciones Unidas (UNESCO)

1 Enfoques sobre la diversidad cultural

Siguiendo el cuadro cronológico desarrollado por Stenou1 so-


bre la evolución de los enfoques realizados por la UNESCO
respecto a los aspectos relacionados con la diversidad cultural,
podemos distinguir las siguientes etapas en que la UNESCO ha
concebido la cultura desde diferentes marcos de referencia.
En la primera etapa, configurada con el nacimiento de las
Naciones Unidas en el período de la reconstrucción de la
posguerra, la UNESCO se centró en la fórmula conocimien-
to-comprensión-paz. El concepto de cultura se articulaba en
términos de producción artística y prácticas externas. En los
Informes de los años cincuenta la categoría de «actividades
culturales» incluía la preservación y protección de los traba-
jos de arte, herencia y artísticos, así como la cooperación in-
ternacional y la difusión de la cultura. De forma que la cultura
parecía ocupar una esfera autónoma separada de las otras
realidades sociales.
En el Informe de la Dirección General de 1952 se estable-
cían «las bases culturales de solidaridad internacional» don-
de se urgía un nuevo humanismo basado en el patriotismo en
lugar del nacionalismo, y también se trataba la cuestión de la
1
 ��������������������������������������������������������������������������������
STENOU, K. (ed.), «Unesco and the issue of cultural diversity. Review and strat-
egy, 1946-2003. A study based on official documents», División of Cultural policies
and intercultural dialogue, UNESCO, 2000, Revised version 2003.

117
Cibercultura y civilización universal

«integración social» con respecto a la «asimilación cultural»


de las minorías culturales. En 1955 el Informe de la Dirección
General sobre «cultura y comprensión internacional» y más
tarde en 1957 el «Proyecto principal relativo a la apreciación
mutua de los valores de Oriente y de Occidente» ponían en
cuestión la tradicional fórmula de la UNESCO basada en el
conocimiento recalcando la importancia de la difusión de la
cultura no solamente entre los intelectuales de diferentes
países sino entre la gente de los propios países, poniendo
énfasis en el diálogo intercultural como estrategia clave para
la construcción de la paz.2
La segunda etapa, a partir de los años sesenta, con la proli-
feración de naciones independientes, el concepto de cultura se
expandió acompañando al concepto de «desarrollo» e «identi-
dad». Los desarrollos acontecidos por el proceso de descoloni-
zación dieron lugar a dos enfoques sobre la diversidad cultural:
la resistencia a los efectos homogeneizadores de la tecnología
uniforme, y la lucha contra el imperialismo ideológico en el
contexto de la guerra fría. En el 20 aniversario de la UNESCO,
en 1966, la Conferencia General de este organismo formula la
«Declaración Solemne sobre los Principios de la Cooperación
Cultural Internacional», donde se subraya la «ignorancia de la
forma de vida y costumbres de los pueblos» y establece, en el
artículo 1, que «toda cultura tiene una dignidad y un valor que
deben ser respetados y protegidos» y que «todo pueblo tiene
el derecho y el deber de desarrollar su cultura».
En el Informe de la Dirección General de 1969 y en la Con-
ferencia Intergubernamental sobre los Aspectos Instituciona-
les, Administrativos y Financieros de las Políticas Culturales de

  Véase la dirección: http://www.unesco.org/culture/development/html


2

_sp/index_sp.shtml.

118 118
Alcance de la dimensión cultural en la
Organización Educativa, Científica y Cultural...

1970, se indicaba el «derecho a la cultura», haciendo de la


cultura una categoría importante centrada en tres aspectos: la
traducción, la difusión de alfabetización e intercambios cultu-
rales. Ocho años más tarde el Informe de 1977-1978 señalaba
que la principal característica para el estudio de las culturas
era la importancia dada a las interacciones culturales. Y es en
el plan a corto plazo de 1977-1982 cuando aparece explícita-
mente relacionada la cultura con la identidad a partir de los
siguientes objetivos:

1. Promoción de la apreciación y respeto de la identidad cultu-


ral de los individuos, grupos, naciones y regiones. Objetivo que
mostraba que la identidad cultural puede ser múltiple: la intercul-
turalidad no comienza simplemente donde las fronteras del Esta-
do terminan, y el respeto por la identidad cultural puede acarrear
derechos de los grupos como también de los individuos.

2. Promoción de la identidad cultural como un factor de inde-


pendencia y comunidad de intereses. Objetivo que reforzaba
la importancia geopolítica de la cultura como fuerza liberadora
a nivel mundial, y hacía referencia a los no alineados y al mo-
vimiento anticolonial definidos contra la influencia imperial. El
objetivo cuestionaba los elementos positivos de una cultura
común que deberían ser retenidos para preservar algunos ci-
mientos de los diversos pueblos y, a la vez, evitar en todos los
costes los excesos de uniformidad y dominación.

3. promoción de la identidad cultural dentro del contexto de


la estrategia de desarrollo global. Objetivo que unía la cultura
con el desarrollo, siendo la identidad cultural el vehículo para
el desarrollo.

119
Cibercultura y civilización universal

2 Definición de cultura en Mondiacult

En la Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Cul-


turales en América Latina y el Caribe, celebrada en 1978, se
puso de manifiesto en la Declaración de Bogotá la primera
idea de definición de cultura como «the sum total of the values
and creations of a society and the expression of life itself, is
essential to life and not a simple means or subsidiary instru-
ment of social activity».3 Pero será cuatro años más tarde, en
1982, en la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales
(Mondiacult) cuando se establezca una definición de cultura,
utilizada como referencia a partir de entonces en la UNESCO:
«in its widest sense, culture may now be said to be the whole
complex of distintive spiritual, material, intellectual and emo-
tional features that caracterise a society or social group. It in-
cludes not only the arts and letters, but also modes of life, the
fundamental rights of the human being, value systems, tradi-
tions and beliefs».4
También la Declaración de México establece las funciones de
la cultura: «that it is culture that gives man the ability to reflect
upon himself. It is culture that makes us specifically human, ra-
tional beings, endowed with a critical judgement and a sense of
moral commitment. It is through culture that we discen values
and make choices. It is through culture that man expresses him-
self, becomes aware of himself, recognises his incompleteness,
questions his own achievements, seeks untiringly for new mean-
ings and creates works which he transcends his limitations».5 En

3
  STENOU, K (ed.), Unesco and the issue of cultural diversity... op. cit., págs.
13 y 14.
4
  STENOU, K (ed.), Unesco and the issue of cultural diversity... op. cit., pág. 14.
5
  STENOU, K. (ed.), Unesco and the issue of cultural diversity... op. cit., págs. 14-15.

120 120
Alcance de la dimensión cultural en la
Organización Educativa, Científica y Cultural...

definitiva, esta definición de la cultura y sus funciones rompe


de alguna forma con la idea de cultura referida sólo a aquellos
aspectos artísticos o conocimientos, o la idea de cultura politi-
zada, estableciendo la cultura como una facultad universal que,
además, parte de una idea bastante abierta y completa, por
incluir los aspectos materiales de la misma, así como la función
de crear identidad en las sociedades y los grupos sociales.

3 Nuevo Orden Mundial de la Información y


la Comunicación (Informe MacBride)

En 1976 la UNESCO encargó a su director general que procedie-


ra a un examen general de los problemas relativos a la comuni-
cación en la sociedad contemporánea, a la luz de los progresos
tecnológicos y de la evolución creciente de las relaciones mun-
diales en toda su complejidad y actitud. En esta línea, se creó en
1977 la Comisión MacBride, compuesta por 16 personalidades
de distintos países y presidida por Sean MacBride, fundador
de Amnistía Internacional, para que elaborara un informe sobre
dicha tarea. El informe, conocido como informe MacBride, fue
presentado a la Conferencia General de la UNESCO de 1980 en
Belgrado. Una de las resoluciones de esta conferencia define
el nuevo orden mundial de la información y de la comunicación
por medio de los siguientes 11 puntos que, vistos veinte años
después, merecen un estudio profundo tanto cualitativo como
cuantitativo reflejando los cambios producidos por las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación:

1. La eliminación de las desigualdades y los desequilibrios en


el campo de la información y de la comunicación.

121
Cibercultura y civilización universal

2. La eliminación de los efectos negativos de determinados


monopolios públicos o privados, y de las concentraciones
de medios.
3. Remoción de los obstáculos internos y externos que se opo-
nen a una circulación más libre y a una más amplia y equili-
brada difusión de informaciones e ideas.
4. La pluralidad de fuentes y canales de información.
5. La libertad de prensa e información.
6. La libertad para los periodistas y profesionales de los me-
dios de comunicación; libertad que es inseparable de la res-
ponsabilidad.
7. La capacidad de los países en desarrollo para mejorar sus
propias situaciones, especialmente en lo que respecta a
equipos propios, capacitación personal, mejora de infraes-
tructuras, además de orientar su información y sus medios
de comunicación hacia las necesidades y aspiraciones pro-
pias.
8. El compromiso por parte de los países desarrollados para
ayudar a conseguir estos objetivos.
9. El respeto a la identidad cultural de cada pueblo y al dere-
cho de cada nación para informar a la comunidad interna-
cional de sus intereses, aspiraciones, así como de sus valores
sociales y culturales.
10. El respeto al derecho de todos los pueblos a participar en
los intercambios internacionales de informaciones, sobre la
base de la igualdad, la justicia y el beneficio mutuo.
11. El respeto a los derechos que tienen las colectividades, los
grupos étnicos y sociales, así como los individuos al acceso
a las fuentes de información y a la participación activa en los
procesos de comunicación.

122 122
Alcance de la dimensión cultural en la
Organización Educativa, Científica y Cultural...

Posteriormente la UNESCO concibió la idea del Decenio Mun-


dial para el Desarrollo Cultural6 (1988-1997) partiendo de estos
objetivos: reconocimiento de la dimensión cultural del desarro-
llo, afirmación y enriquecimiento de las identidades culturales,
aumento de la participación en la vida cultural y fomento de
la cooperación cultural internacional. Su principal contribución
fue, según el Director General, por un lado, destacar la función
de los factores culturales en la solidaridad social, el estableci-
miento de una cultura de paz y el estímulo de la creatividad en
la vida cultural en conjunto; por otro lado, el Decenio propició la
investigación conceptual y metodológica para asociar la cultura
y el desarrollo.

4 Declaración Universal de la Diversidad Cultural

En la misma línea y utilizando el concepto de cultura de Mondia-


cult, en el Informe «Nuestra Diversidad Creativa» de la Comisión
Mundial sobre Cultura y Desarrollo de 1996, en la Conferencia
sobre las Políticas Culturales para el desarrollo de Estocolmo
de 19987 y en la Declaración Universal de la Diversidad Cultu-
ral8 adoptada unánimemente en la 31ª sesión de la Conferencia
General de 2001, se establece que la UNESCO tiene como ob-
jetivo fundamental la salvaguardia de la diversidad cultural me-
diante la promoción de la pluralidad cultural y el diálogo entre
civilizaciones y culturas. En el caso de la Declaración, la diver-

6
 Véase Informe Final del Comité Intergubernamental del Decenio Mundial para
el Desarrollo Cultural. Quinta Reunión Extraordinaria. Unesco, París, 21-25 de abril
de 1997.
7
 Véase Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales para el Desa-
rrollo. Informe Final, Unesco, Estocolmo, 30 de marzo-2 de abril de 1998, en http://
www.unesco.org/culture/laws/stockholm/html_sp/11393550.pdf.
8
  Véase Cultural Diversity. Common heritage Plural Identities, Unesco, París, 2002.

123
Cibercultura y civilización universal

sidad aparece acompañada de términos como identidad, plu-


ralismo, derechos humanos, creatividad y solidaridad interna-
cional, dimensiones culturales importantes pero no suficientes
para expresar toda su problemática. La dimensión comunicativa
es imprescindible, como se ha mostrado, en el proceso tanto
de diferenciación como de similaridad entre las culturas, y no
aparece explícitamente presente.
Uno de los puntos ausentes es la referencia a los efectos de
la potenciación de la diversidad a corto y largo plazo, cuando
puede generar identidades excluyentes, como los nacionalis-
mos, en lugar de interacciones culturales inclusivas. Asimismo,
el considerar la diversidad cultural como patrimonio común de
la humanidad, haciendo referencia a la existencia de un fondo
común civilizatorio, implica su conservación, lo cual puede correr
el riesgo de potenciar un inmovilismo cultural y hacer realidad
que determinados colectivos, como los indígenas, sean vistos de
forma atemporal y como parte desintegrada de las sociedades.

5 Informe Mundial sobre la Diversidad Cultural

El último Informe Mundial sobre la Diversidad Cultural de la


UNESCO (2009), «Invertir en la diversidad cultural y el diálogo
intercultural», en cuya elaboración han participado expertos en
políticas multiculturales como el canadiense Will Kymlicka, in-
tegra sin novedad el concepto de cultura de Mondiacult y aña-
de el concepto de civilización, entendido como «un proceso en
curso de construcción encaminado a conciliar todas las culturas
del mundo sobre la base del reconocimiento de su igualdad, en
el marco de un proyecto universal continuo».
En cuanto a los contenidos, no se aprecian novedades signifi-

124 124
Alcance de la dimensión cultural en la
Organización Educativa, Científica y Cultural...

cativas con respecto a los documentos anteriores: la diversidad


cultural se presenta como un proceso multidireccional, desde
un punto de vista de la mundialización, que intenta superar las
tesis de la homogenización versus uniformización. La desterrito-
rialización aparece como consecuencia de la desaparición de las
fronteras físicas y como fenómeno que constituye la formación
de identidades múltiples. En cuanto al clásico tema del «diálogo
intercultural», que, como hemos indicado, se lleva analizando
desde los primeros informes que realizó la Organización, y que
de alguna manera se materializó al designar el año 2008 como
«Año Europeo del Diálogo Intercultural», y el año 2010 como
«Año Internacional de Acercamiento de las Culturas», en el que
se celebrará el Tercer Foro Universal de las Culturas en Chile, no
presenta novedades significativas.
El «diálogo intercultural», dentro del marco de la Alianza de
Civilizaciones, se ofrece como alternativa a las tesis del choque
de civilizaciones aunque no representa una garantía definitiva
a la problemática civilizatoria, cultural y de las subculturas. Sin
embargo, autores como Fleischacker9 proponen el modelo de
«diálogo cultural», basado en la construcción de una ética uni-
versal, frente al modelo de Derechos Humanos, fruto de una
civilización particular, la occidental. La diferencia entre los dos
modelos radica en que la Declaración de los Derechos Huma-
nos está orientada a obtener resultados mientras que el «mo-
delo de diálogo cultural» se inclina hacia los distintos procesos
necesarios para llegar a un acuerdo sobre los valores transcultu-
rales a partir de la participación de cada cultura en el diálogo.
Por tanto el método utilizado se basaría en la comparabilidad
de valores a partir de sus similitudes y diferencias.

9
  FLEISCHACKER, S., «From cultural diversity to universal ethics. Three Models»,
Cultural Dynamics, 11 (1), 1999.

125
Cibercultura y civilización universal

6 Midiendo la cultura

Tras la publicación del Informe «Nuestra Diversidad Creativa»


en 1996 y el lanzamiento del primer Informe Mundial de la Cul-
tura en 1998, muchas son las voces que se han alzado sobre la
cuestión de los indicadores culturales y su alcance. En el mismo
Informe, Leo Goldstone10 afirmaba que aproximadamente un
tercio de los 200 elementos de información de las tablas de in-
dicadores habían sido difíciles de obtener de forma comparable
para la mitad de los 150 países de más de un millón de habitan-
tes incluidos en las primeras tablas, lo cual ilustraba la «terrible
penuria de indicadores básicos que sufren los países miembros
de la UNESCO en el campo de la cultura».11
En la Conferencia titulada «Midiendo cultura y desarrollo: pros-
pectivas y límites en la construcción de indicadores culturales»,12
celebrada en 1999 por la UNESCO y el Banco Mundial, se pre-
sentaron diversas dificultades en la elaboración de los índices cul-
turales que podemos resumir en los siguientes puntos.
Los datos que recogen los indicadores proceden de diversos
documentos, lo cual limita la comparabilidad de las fuentes así
como que algunos datos no están reflejados adecuadamente en
las estadísticas existentes.
Los indicadores culturales no pretenden medir la cultura
mundial, sino sólo los aspectos más significativos y más fácil-
mente medibles, es decir, los cuantitativos. En este sentido,
la producción y consumo de bienes culturales disponen de un

  GOLDSTONE, L., «La medida de la cultura: perspectivas y límites». Informe Mun-


10

dial de la Cultura, 1998, en http://crim.unam.mx/cultura/informe/capull.html.


11
  GOLDSTONE, L., «La medida de la cultura... op. cit. (sin paginar).
12
  «Culture Counts»: Measuring Culture and Development: Prospects and Limits
of Constructing Cultural Indicators. Conference organized by the World Bank and the
government of Italy in cooperation with UNESCO. Florencia, 4-7 octubre de 1999.

126 126
Alcance de la dimensión cultural en la
Organización Educativa, Científica y Cultural...

mayor número de indicadores, y además estos datos proceden


mayoritariamente de los países avanzados.
En cuanto a la tentativa de construir un único índice de de-
sarrollo cultural, se argumenta que dicho índice no mediría más
que los resultados culturales de los países ricos, es decir, cuanto
más rico es un país en bienes culturales más rico culturalmente
parecería, por lo cual este tipo de comparaciones no reflejarían
la realidad cultural.
Hay autores como Sakiko Fukuda-Parr que afirman que los
indicadores son una herramienta de diálogo político y no re-
flejan los datos estadísticos. La metodología para desarrollar
indicadores debería comenzar por definir un marco conceptual
identificando las dimensiones principales, dado que ningún
indicador cultural simple puede reflejar la compleja realidad
cultural.
No es casualidad que en el mismo año 1999 se creara el Ins-
tituto de Estadísticas de la UNESCO con el objeto de paliar
algunas lagunas de los indicadores culturales, unificando defi-
niciones y estandarizando datos junto con otras organizaciones
internacionales. El Instituto creó un informe sobre los hechos y
los datos de donde podemos resaltar los siguientes indicadores
clasificados tradicionalmente en tres grandes conjuntos:

1. Educación.
2. Ciencia y tecnología.
3. Cultura y comunicación.

En cuanto al apartado de educación, la UNESCO lleva tra-


bajando por el aseguramiento de la educación básica mundial
desde la Conferencia Mundial sobre la Educación para todos
celebrada en Tailandia en 1990, pasando por la Conferencia

127
Cibercultura y civilización universal

de Delhi hasta el Foro de Educación Mundial celebrado en


Senegal en 2000, donde la UNESCO realizó la recopilación de
datos y análisis de tendencias, identificando aquellos países
cuya capacidad estadística debería potenciarse más, y donde
se llegó a un acuerdo sobre el marco de acción definiendo
los objetivos concretos sobre educación. Como resultado, los
datos recogidos sobre la educación proceden de cuestionarios
de los Estados miembros de la UNESCO que formaron parte
de la evaluación 2000. Entre los datos más importantes pode-
mos destacar la demanda de educación, las tasas de educación
temprana infantil, tasas de educación primaria, secundaria y
terciaria, diferencias de género, financiación de la educación
y, por último, la tasa de alfabetización que mide la capacidad
de leer y escribir con comprensión un informe simple y breve
sobre la vida diaria.
Respecto a ciencia y tecnología, se mide el porcentaje de
gasto en Innovación + Desarrollo e investigadores por región,
así como la tasa de comercio internacional de alta tecnología
por países, según sean exportadores y/o importadores de la
misma.
En cuanto al apartado de «cultura y comunicación», se miden
los siguientes indicadores:

a) Tasa de países adheridos a la Convención concerniente a la


protección de lugares de herencia cultural y natural adoptada
por la Conferencia General de la UNESCO en 1972.
b) Patrones de comercio de bienes culturales que estudia los
flujos de los bienes culturales y que trataremos en el siguien-
te apartado.
c) Disponibilidad de bienes y servicios medidos por:

128 128
Alcance de la dimensión cultural en la
Organización Educativa, Científica y Cultural...

1. Tasa del número de personas con acceso a 1,5 mil millones


de páginas Web de internet.
2. Tasa del número de personas que utilizan ordenadores
personales.
3. Tasa del número de receptores de radio mundial por cada
mil habitantes.
4. Tasa del número de receptores de televisión por cada mil
habitantes por regiones.
5. Tasa de circulación de prensa por cada mil habitantes.
6. Número de líneas de teléfono por cada mil habitantes.
7. Producción de número de libros por habitante.
8. Número de bibliotecas por un millón de habitantes.
9. Número de museos por cada millón de habitantes.

En definitiva, El Instituto de estadísticas de la UNESCO ha


posibilitado un amplio marco de indicadores que reflejan el con-
cepto de cultura manejado a partir de MONDIACULT (1982).
No obstante, se podrían añadir más indicadores que reflejaran
el grado de integración de las culturas a partir de estudios so-
bre lenguajes, comunidades de valores, el nivel religioso o de
secularización, etc. Es decir, el planteamiento de la UNESCO se
concentraba especialmente en la infraestructura comunicativa
o disponibilidad de bienes y servicios, por lo que el concepto
de bienes culturales sigue estando limitado a aquellos bienes
materiales y/o mercantiles, dejando de lado los aspectos inma-
teriales.
Paralelamente, la UNESCO realizó su primer marco para es-
tadísticas culturales en 1986 y el siguiente acaba de ser publi-
cado en 2009.13 De entrada, se debe subrayar que el marco

13
 http://www.uis.unesco.org/template/pdf/cscl/framework/FCS_2009_EN.pdf.

129
Cibercultura y civilización universal

no define ni propone indicadores culturales específicos pero lo


considera como el siguiente paso a llevar a cabo. Destaca la fa-
cilidad de calcular la dimensión económica de la cultura debido
a la gran disposición de datos en sistemas de clasificación inter-
nacional, y la dificultad de medir su dimensión social expresada
en la participación cultural entendida como «the ways in which
ethnically-marked differences in cultural tastes, values and be-
haviours inform not just artistic and media preferences but are
embedded in the daily rhythms of different ways of life; and of
the ways in which these connect with other relevant social cha-
racteristics – those of class and gender, for example» (Bennett,
2001) y en el patrimonio cultural intangible.
En ambos marcos se utiliza el concepto de cultura de Mon-
diacult (1982), acorde con la Declaración Universal sobre la
Diversidad Cultural (2001): «Culture should be regarded as the
set of distinctive spiritual, material, intellectual and emotional
features of society or a social group, and that it encompasses,
in addition to art and literature, lifestyles, ways of living toge-
ther, value systems, traditions and beliefs». En cuanto a las di-
ficultades para medir todas sus características, el último marco
señala que las creencias y valores no siempre pueden medirse,
pero sí aquello asociado a los comportamientos y las prácticas
culturales de un determinado grupo social o sociedad.
A diferencia del primer marco para estadísticas culturales
(1986), la definición de cultura se divide en cinco campos es-
tadísticos basados en un modelo jerárquico que incluye áreas
culturales y áreas asociadas. Estos campos incluyen actividades
culturales, bienes y servicios que aparecen en las diferentes
fases del modelo del ciclo de la cultura. Otra diferencia entre
los marcos estadísticos se encuentra en que, en este último
del 2009, el «patrimonio cultural intangible» es una dimensión

130 130
Alcance de la dimensión cultural en la
Organización Educativa, Científica y Cultural...

transversal mientras que en el de 1986 se encontraba en la ca-


tegoría de «servicios comunitarios». Ésta incluye positivamente
a las tradiciones y expresiones orales, los rituales, los lenguajes
y las prácticas sociales.
En cuanto a los cinco dominios culturales, son los siguientes:

• El «patrimonio cultural natural».


• El área de música.
• Artes visuales, libros y prensa.
• Medios audiovisuales e interactivos.
• Diseño y servicios creativos.

En cuanto a los asociados, son el turismo y los deportes.


Cabe señalar algunas novedades en el marco del 2009 con
respecto al año anterior. En cuanto a la categoría de «libros
y prensa», se incluyen las formas de publicar virtuales y elec-
trónicas como los periódicos online, e-books y la distribución
digital de los libros y materiales de prensa. También es positi-
vo destacar que se añaden las bibliotecas, tanto físicas como
virtuales.
En cuanto a la categoría de medios audiovisuales e interac-
tivos se incluye la radio y televisión así como internet, vídeos,
películas y medios interactivos. Estos últimos son conceptuali-
zados así: «when either (1) two or more objects have an effect
on one another; (2) the user can effect a change on an object
or within the environment (users playing video games); (3) they
involve active participation of a user; or (4) there is two way
effect as opposed to a one way or simple cause-effect» (Cana-
dian Heritage, 2008) y se refieren a videojuegos, nuevas formas
de expresiones culturales que pueden existir en la web, como
los juegos online, los portales digitales, sitios web para activida-

131
Cibercultura y civilización universal

des como las relacionadas con las redes sociales tipo Facebook.
Sin embargo, internet y ordenadores son considerados infra-
estructuras o herramientas para la producción de los medios
interactivos, por lo que se incluyen en el dominio transversal de
equipamiento y materiales.
Por último, hay que señalar que las fases del ciclo cultu-
ral, como en el marco de estadísticas culturales de 1986, se
desglosan en cinco etapas en un modelo cíclico para reforzar
la idea de sus relaciones en forma de red. Por un lado, la
creación, que se refiere a la autoría de las ideas y el con-
tenido (escultores, escritores, compañías de diseño, etc.).
Después la producción, que se refiere a las formas culturales
reproducibles, como los programas de televisión, así como
infraestructuras y procesos usados para la realización, como
la producción de instrumentos musicales. En tercer lugar, la
diseminación de los productos culturales hacia los consumi-
dores. En el caso de la distribución digital, algunos bienes y
servicios van directamente del creador al consumidor. Des-
pués, la transmisión, recepción, exhibición de experiencias
culturales, como la organización y producción de festivales,
teatro, museos y la transmisión se refiere a la transferencia
del conocimiento que puede no tener relación con los aspec-
tos comerciales. Ésta incluye la transmisión del patrimonio
cultural intangible de generación en generación.
Esta última fase tiene mucha relación con el concepto de «di-
versidad cultural» que se le otorga en el marco, y se refiere a las
muchas formas en que diferentes culturas de grupos y socieda-
des se expresan y que se transmiten de generación en genera-
ción, por lo que el concepto de diversidad cultural se amplia.
No solo se refiere al patrimonio cultural que es expresado y
transmitido, como tradicionalmente se ha referido en los do-

132 132
Alcance de la dimensión cultural en la
Organización Educativa, Científica y Cultural...

cumentos de la UNESCO, sino también a los diferentes modos


de creación artística, producción, diseminación, distribución y
entretenimiento, independientemente de los significados y tec-
nologías que son usados.
A pesar del intento de cuantificar y expresar el concepto de
cultura por medio de los cinco dominios y a través del modelo
de cultura cíclico, el sentido de cultura hace referencia funda-
mentalmente a las industrias culturales, así como a las activi-
dades culturales, que es lo que con relativa facilidad se puede
medir. Por otro lado, afortunadamente también se incorpora el
patrimonio cultural intangible que ha estado tradicionalmente
ausente. Por último, una aportación novedosa y necesaria que
incluye el último marco del 2009 es el intento de estudio de la
cibercultura al añadir la dimensión digital de los bienes cultu-
rales así como elementos importantes del ciberespacio como
pueden ser las redes sociales.

133
COLECCION PENSAMIENTO_COLECCION 02/06/11 9:31 Página 1

Otros títulos de la coleccón


PENSAMIENTO DEL PRESENTE

María Tellería Aquilino Cayuela Cayuela


Los medios de comunicación ¿Providencia o destino? Ética
al servicio del poder y razón universal en Tomás de
Aquino
PRÓLOGO DE ADELA CORTINA

Eugenio Trías, Juan J. Tamayo Francisco Tomás Verdú


y otros Miguel Servet. Astrología,
Diferencias de religión. hermetismo, medicina
El verdadero obstáculo para
la paz

Domingo Cía Lamana Cecilio Lapresta


Narración y pensamiento. Identidad y lengua. Implicacio-
Hacia un nuevo paradigma nes en contextos pluricultura-
del saber les
PRÓLOGO DE EUGENIO TRÍAS

Ana Mar Fernández Pasarín Pilar Iranzo


Europa como opción histó- Innovando en educación.
rica. La Unión y la Presidencia Formarse para cambiar:
un viaje personal
de su Consejo
PRÓLOGO DE FRANCESC MORATA
(CATEDRÁTICO JEAN MONNET)

Enrique Encabo Saturnino Pesquero


Música y nacionalismos Joan Miró: la intencionalidad
en España. El arte en la era oculta de su vida y obra
de la ideología
PREMIO MARIO VARGAS LLOSA
2005

F. Javier González Martín Sabino de Juan López


El fin del mito masculino. Thomas Hobbes. O la unidad
La entrada en el siglo de de naturaleza y sociedad
la mujer
PRÓLOGO DE ROSA REGÁS

Ana María García Campello José Javier Orosa


El Líbano. La incrustación El Marketing de los partidos
de un Estado-nación políticos. La lucha por el poder
COLECCION PENSAMIENTO_COLECCION 02/06/11 9:31 Página 2

José Manuel Ochoa de la Francisco J. González


Torre Envejecer es bueno para la
Ciudad, vegetación e im- salud. El secreto de la lon-
pacto climático. El confort gevidad
en los espacios urbanos PRÓLOGO DE RAMÓN SÁNCHEZ-
OCAÑA

Begoña Vicuña Castrejón Denyz Luz Molina


Entre la curación y la sana- Hacia una educación inte-
ción. El médico de cabe- gral. Los elementos clave
cera y su relación en la escuela de la vida
clínico-humanista con los
pacientes

Rafael Cerrato Salas Montserrat Riba (ed.)


Desde el corazón de Irán. Pautas prácticas para una
Los bahá’is: la esperanza dieta sana. Alimentación y
oprimida juventud

Autores Varios Eduardo Serrano


Sentido e historia. Shoghi La abundancia que crea
Effendi (1897-1957): el escasez. ¿Por qué pervive
gran visionario de nuestro el capitalismo?
presente

Maria Lluïsa Oliveres Pilar Paricio (coord.)


El riesgo de creer. Campañas y comnunicación
Escritos sobre la fe y la institucional para la preven-
vida (2000-2008) ción de la drogadicción
PRÓLOGO DE J. IGNACIO
GONZÁLEZ FAUS

Edgard Porto Fernando Condesso


Un mundo de desigualdades. Desarrollo y cohesión en
¿Qué desarrollo económico la Península Ibérica. El
estamos promoviendo? problema de la ordena-
ción territorial

Montserrat Riba (ed.) Gloria Martín


Pautes pràctiques per a La Teoría de la Elección
una dieta sana. Alimenta- Social. ¿Qué factores mo-
ció i Joventud tivan nuestras decisiones
y cómo repercuten en
nuestras vidas?
COLECCION PENSAMIENTO_COLECCION 02/06/11 9:31 Página 3

Sonia Valle Luís Ulloa


Cibercultura y civilización La Europa cooperante.
universal. Hacia un nuevo ¿Qué hacemos para
orden cultural ayudar a Latinoamérica?

Enrique Carretero Pasín Matías González y


El orden social en la Carmelo León
posmodernidad. Ideología Turismo sostenible y
e imaginario social bienestar social. ¿Cómo
innovar esta industria
global?

Carlos Teixeira M. Carmen Riu de Martín


Los niños consumistas. El problema Espanya-Catalunya
¿Cómo convertirlos en segons els grans pensadors.
compradores responsables? Miguel de Unamuno, José
Ortega y Gasset i Eugeni d’Ors

Ángel Bustos Marta Gil Lacruz


¿Cómo evitar el fracaso El laberinto de la salud
escolar? Estrategias de pública. Premio Conde
solución Aranda de Participación
Ciudadana

Julián Pérez Fernández Autores Varios


Motivar en Secundaria. El Plantándole cara a la
teatro: una herramienta depresión. ¿Cómo
eficaz prevenirla y superarla?
COLECCION PENSAMIENTO_COLECCION 02/06/11 9:31 Página 4

S-ar putea să vă placă și